Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El cuarto significado de la mediación técnica: franquear los límites entre signos y cosas
Este es el más importante significado de la mediación. Las técnicas modifican el fondo de
lo que expresamos, no sólo su forma. Las técnicas tienen significado, pero lo generan gracias
a un tipo especial de articulación que sobrepasa los límites que el sentido común traza entre
los signos y las cosas. He aquí un ejemplo simple de lo que tengo en mente: una banda
rugosa en el asfalto que obliga a los conductores a disminuir la velocidad cuando atraviesan
zonas pobladas, como, por ejemplo un campus universitario. Mediante esta advertencia
contra la velocidad, la meta del conductor queda traducida de «reduce la velocidad para
no poner en peligro la integridad de los estudiantes» a «conduce más despacio para
proteger la suspensión de tu coche». El conductor modifica su comportamiento por la
mediación de la banda rugosa en el asfalto: se retrotrae de la moralidad a la fuerza. Sin
embargo, desde el punto de vista de un observador, no importa cuál sea el camino que
garantiza la conducta deseada. La transición de conductores imprudentes a conductores
disciplinados se ha operado aún mediante otro rodeo más. En este contexto, la noción de
rodeo, de traducción, debe modificarse, no sólo para absorber (como en los ejemplos
anteriores) un cambio en la definición de las metas y las funciones, sino para generar un
cambio en el fondo mismo de aquello que se expresa.
Hasta ese momento, quiero proponer aún otro término: el de delegación. En el ejemplo de
la banda rugosa no sólo se ha producido el desplazamiento de un significado a otro, sino
que se ha traducido una acción (la que mejora la observancia de las normas de tráfico) en
una clase de expresión distinta. Para los ingenieros, la banda rugosa es una articulación
significativa inserta en una gama de proposiciones. En dicha gama, los ingenieros no tienen
una libertad de elección mayor que la que existe entre sintagmas* y paradigmas. Lo que sí
pueden hacer es explorar las asociaciones y las sustituciones que poseen una trayectoria
única en el seno del colectivo. De este modo, permanecemos en la esfera del significado,
pero hemos abandonado la del discurso; sin embargo, tampoco residimos entre meros
objetos. ¿Dónde estamos? Hemos de entender que la delegación constituye en realidad un
nuevo tipo de cambio*. En el caso de las bandas rugosas, la disjunción es «actoria»: el
«guardia durmiente», como se lo conoce, no es un guardia, y no se parece en lo más mínimo
a un guardia. La disjunción también es espacial: en las avenidas del campus ahora reside
un nuevo actante que reduce la velocidad de los coches (o que los deteriora). Por último, la
disjunción es además temporal: la banda rugosa está ahí noche y día. Un objeto sustituye
a un actor y crea una asimetría entre los creadores ausentes y los usuarios ocasionales. Sin
este rodeo, sin esta transformación, seríamos incapaces de comprender cómo es posible
que un enunciador se encuentre ausente, ya que tendemos a pensar que si no está ahí es
que no existe. Piense en la tecnología concebida como trabajo congelado. Este tipo de
rodeos subvierten el orden del tiempo y el espacio: en un instante puedo activar fuerzas
cuyo movimiento se inició hace cientos o incluso millones de años en lugares
extremadamente alejados. La mediación, la traducción en técnica que intento
comprender, reside en ese punto ciego en el que la materia y la sociedad intercambian
sus propiedades.
Estoy intentando denodadamente aproximarme a la zona en la que algunas, aunque no
todas, características del asfalto se convierten en policía, mientras otras, aunque no todas,
características del policía se convierten en banda rugosa. Antes he denominado
articulación* a esta zona, y no se trata, como espero que ya haya quedado claro, de ningún
tipo de término medio o de dialéctica entre la objetividad y la subjetividad.
Nivel 8: Industria
Siempre que hablamos de la materia lo que en realidad estamos considerando es -como
intento mostrar aquí- un cúmulo de entrecruzamientos previos entre elementos naturales
y sociales. Ya hemos visto que la materia varía mucho de una capa a otra: la materia de la
capa que he denominado «ecología política» difiere de la que existe en las capas
denominadas «tecnología» y «redes de poder». La extraordinaria proeza de lo que llamaré
industria consiste en conceder a la materia una propiedad nueva, una propiedad que
solemos considerar como algo exclusivamente social: la capacidad de relacionarse con
otros seres pertenecientes a nuestro mismo género, es decir la capacidad de relacionarse
con seres coespecíficos. La transformación histórica significó el paso de herramientas en
manos de trabajadores humanos al ensamblaje de máquinas, donde las herramientas se
relacionan unas con otras, creando una agrupación de innumerables relaciones laborales y
materiales. La paradoja de este estadio de las relaciones entre humanos y no humanos es
que se la haya denominado «alienación», deshumanización. En efecto, el proyecto de la
modernidad consiste en crear este peculiar híbrido: un no humano fabricado que no posee
nada del carácter de la sociedad y la política aunque edifica el cuerpo político con una
eficacia aún mayor precisamente porque parece por completo ajeno a la humanidad.
Nivel 7: La megamáquina
Lewis Mumford ha planteado la intrigante sugerencia de que la megamáquina -la
organización de grandes cantidades de humanos mediante cadenas de mando, planes
deliberados y procedimientos de cómputo- representa un cambio de escala que
necesariamente debió anteceder a la aparición de las ruedas y los engranajes (Mumford,
1966). Los no humanos forman parte de una organización que ya está en funcionamiento
y asumen un papel que durante siglos ha venido siendo desempeñado por una multitud de
obedientes siervos humanos enrolados en la megamáquina imperial. Como mínimo, la
hipótesis de Mumford es discutible si la consideramos en el contexto de la historia de la
tecnología. Sin embargo, esta misma hipótesis encaja perfectamente en el contexto de mi
pragmatogonía. La gestión de las cosas y el gobierno de los hombres, podría decir
Mumford, precede a la expansión de las técnicas materiales. Siempre que aprendemos algo
sobre cómo gestionar a los humanos, trasladamos ese conocimiento a los no humanos,
dotándoles de más y más propiedades de organización.
Nivel 5: Sociedad
De acuerdo con la interpretación de Durkheim, una sociedad es algo verdaderamente
primitivo: precede a la acción individual, perdura mucho más que cualquier interacción,
domina nuestras vidas; es ese objeto en el que hemos nacido, en el que vivimos y morimos.
Y, sin embargo, la sociedad se construye únicamente al hilo de esas interacciones
cotidianas. Quizá la solución, de acuerdo con el principio generativo de mi genealogía, es
buscar a no humanos. La sociedad existe, pero no es algo socialmente construido. Los no
humanos proliferan por debajo de las bases de la teoría social.
Nivel 4: Técnicas
Las técnicas, tal como aprendimos de los arqueólogos, son subprogramas articulados
capaces de realizar acciones que subsisten (en el tiempo) y que se extienden (en el espacio).
Incluso las técnicas más simples son sociotécnicas; incluso en este primitivo nivel de
significado, las formas de organización son inseparables de los gestos técnicos.