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N adie sabe cuántos son los viajeros

que llegaron a las costas uruguayas


y dejaron sus apuntes sobre la vida
PRESENTACION
y el paisaje de estas regiones en
cartas, memorias, diarios, derrote-
ros, informes,· crónicas o ensayos.
A partir del texto enigmático de
la "Newen Zeitung ausz Presillig
Landt", considerado el impreso más
antiguo que se conoce sobre el Rio
de la Plata, seguido por los relatos
de Francisco Antonio de Pigafetta,
Francisco Albo, Luis Ramírez, Alon-
so de Santa Cruz, Roger Barlow .JI
Pero Lopes de Souza que nos con-
sagró una admirativa estampa del
paisaje montevideano, hay quienes
afirman que, en el periodo que va cripciones de integrantes de comí- res, quienes con patriótico afán los
desde los tiempos del descubrimien- siones cientificas demarcadoras de fueron reuniendo pacientemente.
to hasta nuestros días, pueden re- limítes con las posesiones lusitanas Los montevideanos tuvieron opor-
gistrarse más de quinientas visío- en América, que reconocieron mi- tunidad de observar, en la Exposi-
nes distintas de este territorio y nuciosamente nuestras costas, pue- ción del Libro Antiguo realiza.da
sus habitantes. blos y campaña orientales. Hom- en 1946, algunas de estas joyas bi-
Esos testigos de nuestra realidad bres de acción y de relevantes do- bliográficas que hoy alcanzan opu-
constituyen riquisimos elementos de tes intelectuales como Francisco lenta cotización en el mercado in-
información para reconstruir nues- Millau, Félix de Azara, Andrés de ternacional. Muchos de estos ins-
tra peripecia histórica en la época Oyarvide, José Maria Cabrer, Die- trumentos de estudio y de interés
hispano-luso-indígena, especialmen- go de Alvear y Juan Francisco de público no han sido todavía verti-
te para conocer los. principales Aguirre, entre otros, escribieron dos de su idioma original al espa-
acontecimientos en los siglos XVI valiosos estudios geográficos, astro- ñol, por cuyo motivo la gran ma-
y XVII, en cuyo periodo son, mu- nómicos, físicos, etnográficos y de yoria de nuestros compatriótas aún
chas veces, la única fuente docu- historia natural. Aportan asimísmo ignora su mensaje.
mental de determinados sucesos de importantes informaciones los dia- En la actualidad, en las Biblio-
nuestra historia. rios de la expedición de las corbe- tecas Nacional, del Museo Históri-
En etapas sucesivas, los viajeros tas "Descubierta" y "Atrevida", co Nacional y del Instituto de His-
de los siglos XVIII, XIX y XX, comandada por el capitán Alejan- toria de la Facultad de Humanida-
son particularmente valiosos, en su dro Malaspina -y su colaborador in- des puede el estudioso de nuestro
mayoria, para el estudio de la flo- mediato José de Bustamante y pasado tomar contacto con gran
ra y la fauna, rasgos fisiográficos Guerra. parte de estas obras, que son pe-
y toponimia regionales, aspectos Ante la vasta bibliografia exis- riódicamente consultadas, estudia-
edilicios, urbanísticos y económi- tente sobre viajeros llegados a des puede el estudioso de nuestro
cos, hechos sociales y politícos, Montevideo, en este trabajo de di- vestigadores procedentes de Argen-
usos y costumbres, evolución de vulgación limitaremos sus evoca- tina, Brasil y Estados Unidos.
nuestros pueblos. ciones al siglo XIX. Hasta hace Importa destacar la obra divul-
De la segunda mítad, y, más relativamente pocos años estos tes- gadora, en nuestro medio, del Ins-
ajustadamente, del tercer cuarto timonios permanecían en su mayo- tituto Histórico y Geográfico del
del síglo XVIIl, resaltan las des- ria en las bibliotecas de particula- Uruguay, del ex Concejo Departa-
mental de Montevideo y por su- Europa. Algunos autores alcanza- y del existir de los pueblos tras-
puesto la contribución fundamental ron el privilegio de reíterar su pri- plantados y mestizados, que enri-
de Horacio Arredondo. Desde otro mera edición ante el creciente in- quecen la visión de los historiado-
enfoque, el prólogo de Ariosto Gon- terés de su obra; un libro como res y proporcionan el color anec-
zález a la Iconografia de Montevi- "Viajes por la América Meridio- dótico, el detalle imprevisto, la
deo. Recién en 1965 el Dr. Carlos nal .. ¡." de Félix de Azara -un ambientación precisa. Además tie-
Real de Azúa, en su penetrante es- caso excepcional- fUe dado a co- nen el encanto de la contempora-
tudio "Viajeros y observadores ex- nocer no en el idioma original en neidad respecto al fria dato cro-
tranjeros del Uruguay", puso al que fue escrito, sino en versión nológico, y el sabor que brinda la
dia un repertorio de visitantes del francesa. Lüego fue publicado en información de un testigo ocular,
siglo XX, del que se carecía. Cua- prensas de Alemania, Austria e con todos los peligros de lo subje-
tro años después, en la introduc- Italia. tivo y todo el atractivo de lo tem-
ción a su selección de textos de Algunas veces fueron importante peramental.
viajeros del periodo 1850-1914, Ro- fuente de información para gobier- La brevedad de la visita de quie-
sanna Di Segni y Adela Pellegrino nos que se interesaban por conocer nes se dirigian a otros paises de
aportaron observaciones de induda- la dinámica del escenario sudame- América del Sur como Argentina,
ble interés sobre las fuentes esco- ricano y los hombres que lo habi- Chile, Bolivia, Paraguay y Perú, o
gidas para su trabajo sobre la for- taban, a través de testimonios per- de los que llegaban a nuestros mue-
mación urbana de Montevideo. sonales directos. Seguramente tam- lles en rápida recorrida del mundo,
El inglés es la lengua dominante bién habrán inspirado y decidido obviamente les impidió captar una
de los viajeros del siglo XIX, aun- el viaje de muchos inmigrantes que imagen cabal del Uruguay, y a ve-
que los hay también franceses, ita- vislumbraron, a través de coloridos ces complementaron sus observacio-
lianos, alemanes, holandeses, bel- relatos, el porvenir halagüeño de nes superficiales con las espigadas
gas, suecos y suizos. Entre ellos las regiones rioplatenses. en libros de otros autores. En ge-
hay quienes han dedicado libros Anota con acierto S. Samuel Tri- neral, la errónea interpretación de
íntegros al Uruguay, como el ita- filo que hoy, sentados cómodamen- los hechos -principalmente políti-
liano Giosué E. Bordoni, el belga te, podemos ver el mundo a través cos-- se debe al hecho de aceptar
Van Bruyssel y el alemán Otto de noticieros, traveloques, películas como articulo de fe la opinión de
Wonfch, que aún no han sido tra- de largo metraje o en la pantalla quienes frecuentaban su trato. Fal-
ducidos al español. de televisión. Pero para el europeo tó en otros la sensibilidad necesa-
Además de observadores de mer- del siglo diecinueve la literatura ria para apreciar los matices de
cados o de quienes llegaron a esta- de viajes era sumamente importan- los móviles que condujeron al pró-
blecer contactos comerciales en te y no pocas veces aquellos libros cer José Artigas a tomar alguna de
América del Sur, son autores de constituian la única fuente de in- sus decisiones históricas. En cuanto
esta literatura testimonial, natu- formación sobre estas tierras v sus a los aspectos religiosos, lógicamen-
ralistas, colonizadores, botánicos, pueblos. - te privó la propia creencia del 'via-
periodistas, literatos, politicos, cien- Es cierto, como dijimos alguna jera.
tíficos, geógrafos, educacionistas, vez, que el cristal de colores de Deben tomarse asimismo con re-
directores de orquesta, misioneros, una cultura refinada les impidió, serva las afirmaciones de aquellos
diplomáticos, técnicos, mineralo- en ocasiones, ver las potencias del que pudieron sentirse resentidos por
gistas, militares, jefes de escuadra, primitivismo social, la gravitación el trato recibido entre nosotros.
especuladores, pintores, cirujanos, de las injustas apropiaciones eco- aunque tanto John Mawe como
ingenieros, publicistas, escritores, nómicas, el peso de una naturaleza Jullien Mellet, que fueron aprisio-
impenitentes viajeros y, por cierto, casi virgen. Pero no es menos ver- nados, nos juzgan con objetividad
también exiliados. dadero que descubrieron, por la y desapasionamiento. La circuns-
La mayoría de sus libros fueron fuerza de los contrastes, rasgos pe- tancia de escribir tiempo después
leídos con avidez y entusiasmo en culiares de la sociabilidad, del ser de los sucesos determinó a su vez
QIW a1"'unos incurrieran en errores Sólo ha llegado a nuestro conoci-
históri~s. Deben ser corregidos miento la impresión sobre Monte-.
por quienes tengan a su cargo la video de tres mujeres: Rose De
anotación de las versiones españo- Saulces de Freycinet, a través de
las de los textos originales. su Diario; Lina Beck-Bernard, que
La mayoria de los visitantes de-. observó el "aspecto oriental" de
jaron descripciones de Montevideo. Montevideo desde la cubierta del
Sólo alrededor de una veintena de barco que la transportó al Plata,
ellos llegaron por la vía fluvial del y Eva Canel, que describió los can-
Uruguay hasta nuestros pueblos del dombes de los negros de 1874.
litoral oeste. Destacamos la visita, No es de extrañar que en los
en 1815, del escocés Juan Parish relatos de los viajeros se expongan
Robertson al general Artigas, en con reiteración aquellos aspectos
Purificación, por habernos legado que han despertado su más vivo
la divulgada semblanza del caudí- interés.
110. Los que arriban después de la Los que llegan a Montevideo en
Guerra Grande -los más- reite- el período hispánico, formulan ine-
ran sus impresiones sobre los sa- ludibles referencias del puerto, de
laderos, principalmente del Liebig's las defensas de la ciudad, del Ce-.
fraybentino. Colonia ejerce tam- rro, del teatro, del mercado, de
bién atracción sobre los viajeros, las chácaras, de la opulentaali-
que la observan con mirada escu- mentación de los habitantes, del
driñadora y retrospectiva. abandono en que se encontraba la teriores, además de los aspectos po-
A nuestro juicio fue Auguste de higiene pública (abundancia de ra- liticos comunes a todas las épocas,
Saint-Hilaire, que recorrió íntegra- tas en los primeros años del siglo, en la Cisplatina llamaba la aten-
mente nuestros litorales del Plata de perros, de desperdicios en las ción de los viajeros la excelente
y del Uruguay, el más brillante calles, del mal estado del pavi- situación geográfica de Montevideo,
observador de nuestra vida rural. mento, del vestir lujoso de las mu- el viento pampero que reina fre-
Pero también brindan relatos de jeres y su afición por fumar y por cuentemente, la disminución de su
gran utilidad entre otros, ArsEme la música (sólo un viajero, solda- población en los primeros años, sus
Isabelle, Friedrich Sellow, W. R. do del regimiento 71 o de Glasgow fiestas y diversiones, las figuras
Kennedy, Thomas Woodhine Hinch- durante las invasiones inglesas, no del general Lecor y del vicario
liff, Augustus Peabody, L. H. elogia su belleza y las considera Dárnaso Larrañaga, los arrabales
Murray, E. R. Pearce Edgcumbe, feas), de la indolencia del hom- en ruinas; en los primeros tiempos
atto Wonfch, L. B. Mackinnon, W. bre, su inclinación por el juego y del Uruguay independiente, las ter-
H. Hudson, Robert B. Cunninghame, sus frecuentes disputas, de su prin- tulias, los saladeros y la caza de
Grahame, A. G. Hall, William Had- cipal elemento de movilidad, el ca- caballos salvajes, detalles del co-
field, EugEme de Robiano y Enrico ballo, de los huecos que servian mercio de importación y de expor-
Hillyer Giglioli. para apilar cueros, producto básico tación; durante el Sitio de Monte-
En el siglo XIX, con excepción de las exportaciones, de la fertili- video, lógicamente sus principales
de autores que relataron la inva- dad de las tierras de la región y incidencias, su esfuerzo bélico, el
sión inglesa y los conocidos Jullien de su brillante porvenir económico, campamento del general Manuel
Mellet y Charles Darwin, pocos de la celeridad con que se iba le- Oribe, la influencia extranjera, la
son los que visitan Maldonado. vantando la ciudad desde sus primi- vida social, el ambiente periodisticu
Son contados también los que des- tivas viviendas de cueros hasta las y literario.
criben nuestros pueblos mediterrá- de material, en su mayor parte de Los viajeros registran una reali-
neos. piedra y de ladrillo. En épocas pos- dad distinta después de la Guerra

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la ciudad murada de San Felipe de Montevideo, luego de haber sido . tomada por 105 ingleses.

Grande. Adela Pellegrino y Rosan- Carlos Real de Azúa, refiriéndo- las proporciones es siempre más
na Di Segni han señalado puntual- se a los viajeros ingleses, señala verdadero que el de la hagiografía
mente los principales aspectos ob- que todos sabian gustar tanto del nacionalista y partidaria.
servados por casi todos los llega- lujo de un hotel de ciudad, de una Hechas estas advertencias, pode-
dos en épocas posteriores: su si- conversación inteligente o de una rnos aproximarnos, por el sistema
tuación geográfica de privilegio, la mesa bien servida como de la des- del muestreo, a una selección de
importancia del puerto, su carac- treza y elegancia de un jinete gau- páginas escritas sobre Montevideo
teristica de ciudad cosmopolita y cho, de un horizonte vacio o de un por algunos viajeros que llegaron
en expansión, sus viviendas con mi- soleado silencio campesino... Ha- a sus doradas costas en el siglo
radores y patios interiores (algu- bitantes del mundo de la máquina, XIX. Aun cuando conforman una
nos la comparan con Andalucia, el tiempo tenia un valor para ellos. visión parcial y limitada, pueden
otros con Cádiz en particular y Es con la ironia y no con la dia- brindar la pauta de otros testimo-
hay quienes nos hablan de su as- triba que enfrentan la deliciosa nios que omitimos.
pecto oriental), las alternativas de lentitud sudamericana. Vienen por oleadas, eclipsándose
nuestra política, el grado de desa- Tampoco estaban expuestos - en las épocas de mayor actividad
rrollo comercial, la vida social y agrega- al espejismo y magnifica- bélica o de decadencia económica.
cultural, las diversiones, las como- ción de la perspectiva aldeana. Sa- El lector advertirá de inmediato
didades que ofrecen los ferroca- bian entonces reducir a su verda- el estilo nitido, sin literatura, y
rriles, el telégrafo, los barcos de dera medida nuestros próceres, ciertamente ameno y comunicativo
vapor, las ventas de tierras a pla- nuestros estrategos, nuestras bata- que los individualiza y a la vez
zo, los barrios y su constante desa- llas, nuestras pasiones, nuestras los diferencia de las páginas de
rrollo, la quinta de Buschental,. la arengas, nuestras frases. Es por Isidoro de María, Antonio N. Pe-
fulgurante época de Reus, la para- eso que el mundo en pantuflas que reira y Daniel Muñoz, nuestros
lización durante la llamada crisis nos han dejado, aunque puede care- más conspicuos memorialistas y
del noventa. cer a veces de la inteligencia de evocadores de ese siglo.

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Es sumamente caudaloso el mate-
rial publicado por testigos oculares
y actores en los sucesos rioplaten- EN TIEMPOS DEL
ses relacionados con las expedicio-
nes militares británicas en los años
1806 y 1807. INVASOR INGLES
La mayoría de las obras son
anónimas; entre ellas se distingue,
por su claridad expositiva y sus
abundantes observaciones sobre la
ciudad de Montevideo, "Notes on
the Viceroyalty of La Plata in
South America ... ", libró publica-
do en Londres en 1808.
Juan Parish Robertson nos ha
dejado esta emocionada remem-
branza de su llegada al Río de la
Plata en 1806, cuando sólo con- "Miles de espectadores desde les que habían estado ayer sus-
taba 14 años de edad. Fue difun- los barcos escudriñaban, en ansie- pendidos entre la duda y el temor
dida años después, en 1838, inte- dad afanosa, el efecto producido volvieron a dar libertad ilimitad~
grando las páginas de "Letters on por cada granada en la ciudad y a la perspectiva del feliz y prós-
Paraguay". por cada bala en la brecha. Las pero resultado de su empresa.
frecuentes sálidas de las tropas "Desembarcamos aquel dia para
EL BOMBARDEO Y ASAL ro sitíadas y los rechazos que ínvaria- encontrar que nuestras tropas es-
blemente sufrían, daban animado taban en completa posesión de la
A LA CIUDAD pero nervioso interés al espectáculo. plaza. i Qué espectáculo de desola-
"Pronto tomamos fondeadero "Una mañana, por fín, antes del ción y miseria se presentaba a cada
frente a Montevideo, entre cientos alba, el trozo de muralla en que paso ante nuestros ojos! La carni-
de barcos que se encontraban en estaba «la inminente brecha mor- cería habia sido terrible, en pro-
nuestra misma condición. Oiamos tah, fue envuelto, como se vio des- porción al valor desplegado por
el estampido del cañón y veíamos de los buques, en una poderosa los españoles, y al valiente e irre-
las baterías que arrojaban balas conflagración. El estampido del ca- sistible empuje con que las masas
y granadas mortíferas a las casas ñón era incesante y la atmósfera fueron dominadas y los cañones si-
de los atemorizados habitantes. una densa masa de humo impreg- lenciados por el inglés.
"Montevideo es plaza fuerte y nada de olor a pólvora. Percibía- "Primero la compañia de grana-
regularmente fortificada. En el mos, con auxilio de anteojos noc- deros del N' 40, llevando el primer
turnos, y del fogonazo de los ca- asalto, erró a la brecha y, con ex-
puerto se veían botes atareados ñones, que se desarrollaba una lu- cepción del capitán Gillies y unos
yendo de un barco a otro; se veían cha a muerte en las murallas. Des- pocos hombres, fue aniquilada por
bergantines de guerra navegando pués se produjo una pausa tremen- los cañones que la flanqueaban.
cerca de las murallas y bombar- da, una tristeza profunda y solem- Entonces siguió el bravo coronel
deando la ciudadela; los cañones ne. La 'carniceria tocó a su fin; y Vassal1 al frente del regimiento 38.
eran dirígidos con certera punte- luego la aurora nos dejó ver la Descubrió la brecha, la trepó, y
ría a la parte de la fortíficación bandera británica desplegada y fla- mientras blandía su espada y ani-
elegida para abrir brecha; y el meando orgullosa sobre los bastio- maba a sus hombres al ataque, re-
mortero descargaba en parábola nes. Un grito triunfal simultáneo cibió una bala en el corazón. Se·
mortífera sus bombas destructoras. se elevó de la flota entera; y mi- siguió un espantoso conflicto. La

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brecha estaba repetidamente barri- v esa minoración de las consecuen- en tiempos de la captura, era alre-
cada con pilas de sebo en cueros y ~ias naturales que siguen a la to- dedor de diez mil; cría mezclada
con cueros vacunos. Éstas, cuando ma de una ciudad por asalto, des- de españoles, criollos y, proporcio-
dieron paso, echaron a nuestros sol- pués de obstinada resistencia, se nalmente, numerosos negros y mu-
dados dentro de la ciudad donde debió no menos a la admirable dis- latos, en su mayoria esclavos. A
eran recibidos por los sitiados. ciplina de los soldados británicos esta población se agregaron des-
Además, cuando marchaban las co- que a la energía y filantropía de pués de la toma de la ciudad unos
lumnas de refresco por afuera de Sir Samuel Auchmuty. seis mil súbditos ingleses, de los
las murallas, para reforzar a los "En una o dos semanas habian que cuatro mil eran militares, dos
que escalaban la brecha o estaban desaparecido los más prominentes mil tratantes, comerciantes y aven-
sobre los bastiones, y cuando éstas estragos de la guerra, y un mes tureros y una banda sospechosa que
seguían a los grupos que habían después del asalto, los habitantes escasamente revistaría aun en la
entrado primero en la ciudad, la tenían tanta confianza en los inva- última denominación."
mortandad por ambos lados era te- sores como era posible esperar de Ya están enseñoreados de la pla-
rrible y sin interrupción. Montones la alterada posición relativa en que za fuerte de Montevideo, en el ve-
de heridos, muertos y moribundos ambos se encontraban. rano de 1807, los ingleses coman-
se veían por doquier, y a cada paso "Esta confianza relativa se atri- dados por Sir Samuel Auchmuty,
encontrábamos literas llevando pa- buyó principalmente al espíritu y que sustituyeran en el ataque a la
cientes a los dístintos hospitales e gobierno equitativo del comandan- ciudad a "la expedición filibustera"
iglesias. Podíais ver aquí la her- te en jefe. Permitió que las institu- de Sir Home Popham.
mana infeliz buscando desesperada ciones civiles del país permanecie- Dejemos que Robertson sueñe
a su hermano; y allí la viuda-aban- sen inalterables y se condujo con con la esperanza de que pronto los
donada en busca del marido. Des- la más grande afabilidad para to- tesoros de las ciudades de la Amé-
pués de cerciorarse de que no es- dos los habitantes. rica española y los rebaños y ga-
taban entre los vivos, procuraban "Éstos empezaron gradualmente nados de sus llanuras quedarían a
tributarles. con la solemnidad con- a cambiarse reciprocas atenciones disposición de sus compatriotas.
veniente, los últimos rezos reque- con los ingleses; y cuando yo consi-
ridos por la muerte aquende la deraba no solamente la manera hos-
tumba. AQUEL MONTEVIDEO
til en que cayeron sobre ellos, sino
"Un mero campo de batalla no la diferencia de religión que a me- DE 1807
puede contener la mitad de los ho- nudo engendra pasiones más vio- Un Diario de la expedición del
rrores de una ciudad tomada por lentas que la guerra misma, era brigadier Craufurd, llegada poste-
asalto. En este caso el dormitorio imposible escatimar a los españo- riormente al Plata con destino a la
conyugal y el circulo de familia les el elogio por haber sacríficado conquista de Chile, proporciona una
están igualmente expuestos a la al decoro exterior los sentimientos minuciosa descripción de la ciudad
violencia; los parientes más cerca- enconados de orgullo humillado y y de las plácidas y primitivas cos-
nos, los amigos más queridos son esperanza desvanecida que deben tumbres de sus habitantes.
separados por la espada de la muer- haber abrigado. "La Ciudadela -dice su anóni-
te en presencia unos de otros; mien_ "De cómo los soldados, comer- mo autor-, aunque fuese un pues-
tras, para aumentar el horror del ciantes y aventureros extranjeros to de honor, resultó un cuartel sin
espectáculo, la lascivia, el pillaje de todas clases encontraron aloja- importancia: no había habitaciones
y la ebriedad adquieren dominio miento en la ciudad, no es fácil sino sótanos construidos a prueba
sin control en los corazones recios decir. Se acomodaron en todos los de bomba, y los hombres no esta-
de los vencedores. Tales espectácu- ángulos y rincones; de manera que ban provistos de nada más que de
los, aunque no pudieron evitarse pronto tuvo más apariencia de co- una manta. De los oficiales había
del todo, fueron relativamente es- lonia inglesa que de fundación es- cuatro, cinco y aun seis, en un solo
casos en la toma de Montevideo; pañola. El número de habitantes, cuarto, y las aberturas de las pa-

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redes, que hacian el oficio de ven- fume, y rodeados por naranjos y lencia y la templanza. Las damas
tanas, no teniendo vidrios, nos de- viñas son generalmente afables y atentas,
jaban ya en la oscuridad, ya ex- "Lá ciudad está defendida hacia sumamente aficionadas a ataviarse,
puestos a las inclemencias del el mar por fuertes baterías, provis- muy limpias y aseadas en sus per-
tiempo." tas de hornos y las necesarias má- sonas. Adoptan en el hogar vesti-
" ... La ciudad está erigida sobre quinas para lanzar bombas, y por mentas inglesas pero cuando salen
una lengua de tierra en uno de los el pequeño fuerte de San Felipe. visten de negro, siempre cubiertas
puntos de la bahía, y está construí- La bahía está también protegida de un largo velo o mantilla. Cuan-
da como Buenos Aires; elevando por el islote de Ratones, o isla de do van a misa invariablemente lo
las construcciones en calles estre- Ratas, la cual tiene montados pe- hacen con vestidos de seda negra,
chas con intersecciones de ángulos sados cañones. La Ciudadela mira ribeteados. Deleitan con su conver-
altos y rectos; muchas de ellas es- hacia el continente, está regular- sación, qUe se distingue por su vi-
tán pavimentadas en el medio (pe- mente fortificada, tiene bastiones vacidad, y son muy corteses con
ro muchas se mantienen empe- en sus flancos, apoyados por un los extranjeros."
dradas), algunas aceras embaldo- • rebellín, y separada por úna zanja Amables recuerdos tiene para
sadas aquí y allá; aquí la gente se profunda. Está protegida del lado una de las mujeres montevideanas
preserva por partes colocados a de la ciudad por un puente levadizo -Maria de Parides- un soldado
iguales distancias, de los asaltos y a prueba de bomba." del Regimiento 719 de Glasgow,
crímenes, y de noche por buenas quien después de la toma de la ciu-
luces. No hay una sola calle que
no tenga nombre del santoral, co-
usos y COSTUMBRES DE dad permanece en ésta durante sie-
te meses. Precisamente en casa de
rrespondiendo en algo a las de Bue- LOS HABITANTES. dicha joven viuda -cuyo esposo
nos Aires, y también las casas; SU CULTURA fue muerto en el primer ataque
muchas de ellas son excelentes. Es- John Mawe, que dedicara su vida a la plaza- y de su anciano padre,
tán numeradas como en Inglaterra, al estudio de las ciencias naturales, fue alojado este autor anónimo
fuera de los característicos balco- especialmente de la mineralogía, cuyo libro fue reeditado en el mis-
nes, y de las ventanas del piso bajo llegó a Montevideo en viaje de ne- mo año de su primera impresión:
fuertemente avanzadas hacia el ex- gocios en junio de 1805. Suponién- 1819.
terior; los sobretechos (-aleros) dan dolo espía, las autoridades españo- "Era de talla pequeña pero de
a la ciudad una sombra aparente, las lo confinaron en una estancia elegante aspecto. Era muy moren&,
necesidad exigida por -el clima, y del departamento de Lavalleja.
debido a los residuos arrojados a como las demás mujeres del país;
Mawe, que cultivó amistad con el sus brillantes ojos eran negros co-
la calle es necesario vivir con naturalista Pbro. Dámaso Antonio
una entera ventilación manteniendo mo el azabache y sus dientes blan-
Larrañaga, fue liberado durante la cos y parejos. Cuando se engala-
abiertas las ventanas; lo que si no invasión inglesa y acompañó la ex-
seria sombrío y duro de soportar ... naba llevaba su propio pelo -que
pedición de Whitelocke a Buenos era muy largo y de un negro lus-
Las sillas, mesas, etc., son, por lo Aires en 1807. Dice el autor, men-
común, muy viejas y de formas troso-- en trenzas que le caían a
cionando algunos de los rasgos más lo largo de la espalda, a la usanza
anticuadas; pero se trata de un característicos de los criollos: "Son
pueblo reacio a todo progreso, y humanos y bien dispuestos, cuando del país. Su traje era sumamente
les hace falta encontrar por sí mis- no actúan movidos por los prejui- sencillo: un negro velo cubría su
mos la ocasión. El gran patio, inte- cios políticos o religiosos. Sus hábi- cabeza y su mantilla se anudaba,
rior en cualquier casa, de forma tos de vida son muy parecidos a de la manera más graciosa, debajo
cuadrangular, tiene muchos peque- los de sus hermanos de la vieja del mentón. Así era el atavío gene-
ños depósitos o canteros en el cen- España y parecen de la misma no- ral de todas las mujeres: la única
tro, y están adornados con vasos, table unión de dos cualidades opues- diferencia consistía en el color de
con aromatizadores llenos de per- tas pero no incompatibles, la indo- sus mantillas y de su calzado; éste
Aselto de Montevideo por las fuerzas britónicas, a las dos de la madrugada del 3 de febrero de 1807.

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era frecuentemente de todos los co- horrible, mientras cae por detrás rante un dia entero, contemplando
lores y, a veces,el velo era' blanco." de sus espaldas hasta más abajo el río, y a sus mujeres traerles sus
Muy intensos deben de haben sido de la cintura. Cuando se engala- alimentos y si no estaban confor-
Jos sentimientos que le inspirara nan, entrelazan en él plumas y mes con su cantidad, llegar hasta
Maria de Parides, o quizá Paredes, flores y se pasean en la plena os- a golpearlas furiosamente. Éste es
a este soldado inglés, pues es el tentación de su fealdad." el único esfuerzo que síempre ha-
único viajero en todo el siglo XIX Agrega que su pollera era corta cen con prontitud: descargar su fu-
que desestima, como ya dijimos, la y angosta, "permitiendo ver bien ror sobre sus mujeres. Prefieren la
reconocida belleza de las demás re- los tobillos; sólo un abanico pro- carne a cualquier otro alimento, y
presentantes del sexo femenino: tege sus rostros de los ardores del la comen casí cruda y en cantidad
"Las mujeres nativas era las me- sol; nunca salen sin ir acompaña- que un europeo creería imposible.
nos graciosas que jamás hubiera das por sus esclavas, y cuando van "Pocas oportunidades tuve de ver
yo contemplado. Tienen anchas a misa, éstas llevan el libro y una la mejor clase de pobladores espa-
narices, labios gruesos, y son de alfombrita para que su señora se ñoles, pues todos ellos habían aban-
muy pequeña estatura. Su cabello, arrodille, pues no hay asientos en donado la plaza antes de que noso-
que es largo, negro y áspero al la iglesia". tros la tomásemos; aquellos que
tacto, lo llevan rizado y levantado " ... Rara vez están fuera de la tuve oportunidad de conocer duran-
~obre la frente'. dl' la manE'ra más vista de su madre antes del matri- te la ocupación eran de la clase más
monio y a menudo se las sacrifica pobre, que solían visitar a María
a la avaricia, vejez y decrepitud; de Parides y a su padre, don San-
esto, naturalmente, las hace desear tanos" [¿ o Santana?].
más la sociedad de uno cuya alma En cuanto a algunas costumbres,
congenie más con la suya, y si lle- nos señala estos aspectos que los
garan a encontrarlo, la intriga, que jóvenes de hoy deben considerar
E'~ parte de la composición de la insólitos:
mujer española, todas las invencio- "Conforme me familiaricé con el
lles del geen eved monster, no po- idioma, observé muchos rasgos de
drian nada contra las estratagemas carácter singulares. Cuando María
de una bella." o el viejo Santanos bostezaban, ha-
No podía faltar en sus comenta- cían con la mayor premura la señal
rios el concepto que le merecen los de la cruz sobre sus bocas, para
montevideanos, que deja así traza- impedir que el diablo se les metie-
do en su Diario: se dentro por sus gargantas. Si San-
"Los hombres son de corta esta- tanos estornudaba, María exclama-
1ura, fornidos y de fuertes coyun- ba «¡Jesús!»; la respuesta de él
turas. Son valerosos, pero indolen- era: «Muchas gracias». Cuando lla-
tl'S hasta el exceso. Los he visto man a una puerta, dicen : «Ave
galopar aquí y allá sobre sus ca- María purísima),,, y al punto les
I:R110S, casi en cueros, con espuelas abren, pues piensan que nadie que
de plata en SUs desnudos talones, llevase mala intención usaría esta
y ~i acaso una raída manta sobre devota frase. Cuando se encuen-
sus espaldas. No tienen miedo al tran con una mujer, dicen: «A sus
dolor; los he visto con heridas ho- pies, señora», o «Beso los píes de
rribles de mirar, aun cuando nunca usted),;; al separarse él dice: «Me
parecían preocuparse de ellas. En tengo a sus pies de usted)>, o «Bajo
lo que respecta a su indolencia, los de sus pies), y ella responde: «Beso
¡Ji' visto permanecer extendidos du- a usted la mano, caballero». Cuan-
fila sobre lo que se . llama estrado,
eharlaban con todo el esprit y vi-
\'acidad de la juventud. El estrado
es una parte del piso levantado en
el testero del salón, cubierto con
estera fina en verano, y, en invier-
no, con ricas y hermosas pieles.
"Los caballeros se agrupaban en
distintas partes de la habitación;
unos jugaban a los naipes, otros ha-
blaban y otros bromeaban con las
damas mientras los más jóvenes,
alternativamente, se sentaban junto
al piano, admiraban al cantor o
bailaban en fantásticas puntas de
)Jie con graciosisimas compañeras.
"\!fe pareCÍa encantador cada paso
r figura y pirueta. Todas las da-
mas que vi en Montevideo valsa-
baH y se mO\ian en las intrincadas
Iiguras de la contradanza con gra-
d;¡ inimitable, como resultado de
sol rUfa y refinamiento naturales.
I,uego eran tan dadas a corregir
la~ pequeñas faltas en español de
lus extranjeros sin reirse de ellos,
q Lle mostraban con el ejemplo al
mismo tiempo buenos sentimientos
Brecha localizada por el capitón inglés Renny. Fue herido de muerte y buenas maneras."
mientras la trepaba. En el asalto murieron también los te,nientes co- Retornando al "Diario de la ex-
roneles Brownrig9 y Vassall. pedición del brigadier general Crau-
furd", nos advierte que "sus mo-
dos son francos, y su pasión es
como la llama que ha estado por
mucho tiempo oculta sólo esperan-
do se despiden de cualquiera, dicen: especial, pues estaba notablemente do la oportunidad para estallar con
"Vaya usted con Dios», o «con la orgulloso de su modo de bailar ... " mayor ardor; poseen buen humor,
Virgem. Cuando están de mal hu- Robertson nos cuenta sobre las ter- mucha vivacidad y pronta inteligen-
mor, es en ellos frase común: «Va- tulias de la época, reviviendo el cia". Agrega que "el sexo femeni-
ya usted con cien mil demonios>'. pasado en sus recuerdos: no es amante del baile y valsan de
" ... Poco tiempo antes de la eva- "Fui invitado a varias de estas un modo exquisito; muchas saben
cuación del pais, muchas de las reuniones vespertinas y encontrélas música, y con frecuencia se oye al
familias volvieron a la ciudad, y el entretenimiento combinado de mú- pasar el sonido del piano o los to-
general Gorver ofreció un baile a sica, baile, café, naipe, risa y con- nos de la guitarra; pero sus ador-
~us relaciones. que empezó con un versación. Mientras las jóvenes vaL nos raras veces pasan de esto; y
minué dirigido por el dueño de la saban y hacian la corte en medio aun se diee que pocas saben escri-
('asa. general Balbiani, a su pedido del salón. las mayores, sentadas en bir antes de casarse y son muy

11
poco inclinadas a los libros y lec- las cuales, sin perjuicio de su agra- EL COMERCIO,
turas; sólo hay aqui una librería dable estructura, quitan la vista de LAS PULPERIAS,
[la de José Fernández CutiellosJ gran parte de la audiencia con la
y en ella ,habrá sólo 20 ó 30 vo- única ventaja de ofrecer un hermo- LA ALlMENTACION
lúmenes", so conjunto." Nos sigue diciendo el autor: "Las
Refiriéndose a otras diversiones tiendas, con la sola excepción de
LAS DIVERSIONES. y juegos escribe el observador in- aquella de los Mercantes, son mi-
glés: serables, y contienen muy pocos
LOS JUEGOS "Constituyendo las corridas de articulos que no sean ingleses. La
No funcionaba la Casa de Come- toros la diversión favorita de los de los plateros o joyeros es bastan-
dia, fundada en 1793, que según nativos, es superfluo decir que tam- te buena; fabricaba varias chuche-
Lauro Ayestarán constituyó, para bién hay aquí un Anfiteatro." rías pero el arte era de lo más ma-
el montevideano de entonces, ver- " ... Mi opinión respecto de la in- lo, y además nuestra partida le qui-
dadera pasión. dolencia de las costumbres, la cual tó toda importancia y el mérito de
El autor que citamos nos dice está infiltrada en todas las catego- nuestras libras esterlinas. La avi-
que el Teatro estaba ocupado por rías sociales, vióse plenamente con- dez con que fue vendida aquella
algunos comerciantes, como alma- firmada. Los hombres, envueltos en plata, al paso que fue para los pla-
cén y casa de almoneda, "Allí vi sus largos mantos o capas, dejan teros una solución, les llevó a mez-
-acota- mercaderías de pacotilla, pasar el tiempo sin abandonar el clarla formando una liga como es
azúcar, cabezas de cerdo, etc." Lue_ cigarro de los labios, matando las fama que en su itinerario hícieron
go consigna su descripción en estas horas en el billar, en la caja y en los israelitas.
líneas: otras parecidas díversíones. " ... Al pasar por las artesas de
"La casa era enteramente buena, "Por la noche es de rígor asístir casi todas las calles de la ciudad
pero sus dimensiones escasas; es- al café, y así esos sitios se ven llegan al olfato los perfumados va-
taba dividida en diversos puntos, atestados de gente, y los hay en pores del chocolate que salen de las
al igual que los sitios de diversión todas direcciones. Allí se juega con pulperias centrales y en una de és-
de esta ciudad; pienso que sea co- furor toda la noche y los doblones tas llaman y atraen los ojos de una
mo el Teatro de la Ópera y otros circulan en profusión. mujer joven y bonita. en cuya casa
muchos teatros extranjeros; la ca- "A través del juego se percibe su se juega también al billar.
beza del apuntador aparece por una conducta liberal, pUes son leales en "Hay dos casas que tienen bue-
puertecita abierta en el piso. Aqui él. Algunos de mis paisanos intro- nas comodidades y tolerable comi-
no hay galerias y los palcos bajos dujeron el cubilete de dados, ocasión da hecha a la española, para los
están al ras del suelo. Presumo que que sirvió para juntar a los parro- forasteros, y son: la de los Tres
en el área del patio, en la cual los quianos, quienes adoptaron el sis- Reyes y la de las Cuatro Naciones.
asientos están divididos, los asien- tema con entusiasmo, lo cual dio Los oficiales se aposentaron allí y
tos de palco son sillones para ocho pie a que fueran asaltados con avi- me dicen que están satisfechos.
personas, y que habrá un límite dez por la mayoría de los merca- "Las clases inferiores del ejército
para la admisión de asistentes, pues deres, quienes habiendo dejado In- tenían casas de comida en abun-
si esto no interesa tanto a los pro- glaterra con fines de especulación, dancia. '.
pietarios, en cambio ha de impor- determinaron entonces quedarse pa- "Cuando recibí licencia pude cer-
tar mucho a los espectadores, y ra arriesgar su suerte al azar de ciorarme de que las casas de bebi-
conviene proteger a éstos de los los dados. Enormes provechos ob- das son pocas: pero abundan los
empujones, apretones y pinchazos, tuvieron, llenando de dinero sus cafés, donde uno puede desayunar-
según enseña la experiencia en los bolsillos. sin que hubiera uno que se."
salones de fiesta de Inglaterra, no quedase satisfecho por haber John Mawe, a su vez, nos ofre-
"La techumbre está soportada por el negocio colmado las exigencias ce el siguíente comentarío: "Los
pilastras de grandes dimensiones. de grande y espléndido porcentaje." viveres sonaqui baratos y muy
Otra versaon gráfic:a del asalto de Montevideo. Autor del grabado original: Edward Orme (dibujo de
George Robinson J.

13
PLANO
DE LAS OPERACIONES
DEL EJERCITO INGI..ES litAN/A
EII UIiS lIUIDIE_S /lE

abundantes. La carne de vaca en


particular es muy abundante y ha-
ce excelente sopa. Las mejores par-
tes de la carne pueden considerarse
pasables, aunque no son muy tier-
nas. El cerdo no es comestible. Es RATAS Y BASURAS muy pocas, sobre el tejado de una
tal la abundancia de carne que en pieza destinada a carnear los ani-
la ciudad y sus proximidades hasta El ambiente aún rudo y primitivo males y a depositar la carne del
dos millas a la redonda, se da el de principios del siglo XIX se si- consumo. Como consecuencia de
espectáculo de huesos y restos a gue reflejando en estas observacio- esto existe una enorme cantidad de
cada paso, que sirven de alimento nes del relato del Diario de la ex- perros ordinarios, por 10 que se
a bandadas de gaviotas, y que en pedición del brigadier general destina una habitación especial don-
verano crian miles de moscas, con Craufurd: de se les mata, mientras otros si-
las consiguientes molestias de los "Lo que más me disgustaba eran guen a los convoyes en busca de
habitantes que se ven obligados, en las basuras que se echan por los desperdicios, o bien se asilan en-
la mesa, a tener continuamente uno portales de la calle y que apestan tres los escombros de~gún edifi-
o dos sirvientes empleados en es- insoportablemente a pesar de que cio o en la pampa, dotl'de su ape-
pantar con plumas a estos intrusos las arrojan en bolsas hechas de tito los hace temibles. Y sin em-
de los platos." cuero de buey, y algunas veces, bargo, ningún país como éste más

14
Plano de las operaciones franqueza sobre el mismo asunto, tantes disensiones y su último re-
del ejército inglés, también es elocuente: curso es el estilete corvo, para lo
"El único descuento que tengo cual se ponen de acuerdo para
publicado por Roberts. que hacer a la manera deliciosa en aguardar a la victima, pero a me-
que ahora pasaba mis noches, era nudo ambos contendientes vari al
la necesidad de volver a casa por sacrificio de un modo rápido e in-
calles estrechas, tan. infestadas de tempestivo, fieros de venganza.
ratas voraces que algunas veces era "He visto cuerpos con la cabeza
peligroso hacerles frente. No habia casi separada del tronco, y nume-
más higiene pública en la ciudad rosas heridas en varias partes del
que la producida por los aguaceros mismo, demasiado horribles para
que, a intervalos, sacaban de las ser descritas; un espectáculo de
calles los montones de basura. Al- esta clase, en Inglaterra, hubiera
rededor de las sobras de carroña, atraído a una porción de especta-
legumbres y frutas podridas, que dores, pero aquí pasan sin llamar
en grandes masas se acumulaban la atención o se habla de ellos como
allí, las ratas absolutamente pulu- de un tópico natural del dia; del
laban en legiones. Si intentaba pa- radiante sol, de la nube que pasa.
sar cerca de esos bandidos formi- No pude nunca saber si el que per-
dables o interrumpir sus comidas petraba tan horribles hechos era
u orgias, hacian rechinar sus dien- llevado a la justicia o si hacian
tes como lobos nocturnos. Tan le- averiguaciones para saber quién
jos estaban de correr asustadas a era."
sus numerosas madrigueras que se Con criticp. mordaz, apunta: "El
daban vuelta, lanzaban un grito de Campo Santo es una gran plaza
cuervo y se precipitaban contra llena de sepulturas, donde las cla-
mis piernas de modo que me hela- ses pobres duermen el sueño de su
ba la sa.l1gre. Entre ellas y yo ocu- peregrinación. Los hijos de las cla-
rrieron muchas riñas peligrosas; y ses acomodadas descansan en·. la
aunque algunas veces me abri ca- iglesia y tienen apartado un sitio
mino hacia mi casa a bastonazos, especial para ellos, cuya distancia
otras me vi forzado a huir por al- del altar es convenida mediante es-
guna caprichosa y estrecha senda tipendios; y suponen que el estado
apropiado para el aseo y la pulcri- o calles, dejando a las ratas dueñas de sus almas en el Purgatorio deo'
tud, en calles, casas y habitaciones. y señoras del campo," pende de la situacion que ocupan
He recorrido los muros de la ciudad en el templo."
y he visto a los esclavos que hacian "DESGRACIAS DE LA
la guardia con sus trajes caracte- NATURALEZA HUMANA" EXTRAMUROS
rísticos, mientras otros lavaban la A pesar de la fertilidad del suelo,
ropa en e.qtanques. Estos esclavos Otra caracteristica de las clases
más humildes de la población se- a juicio de Mawe,que de paso equi-
se cuhrian con vestidos de varios voca algún topónimo, las quintas
culores, azul, amarillo y encarnado; ñala el citado Diario anónimo: la
de ajustar sus frecuentes divergen- de los montevideanos no -parecen
ilparentaban alegria, y la escena cias con resultados muchas veces tener, en la época, la misma,.pro-
era ..l..11Ímada." trágicos. porción que la quei surgege lalee-
Ciertamente el cuadro que pre- "Las clases pobres suelen diriIn.il" tura de las sagaces "Ob§ervaciones
senta Robertson, al escribir con por sus propios medios sus coIlS- sobre agricultura!' de nuestro en-

15
tusiasta 'agricultor Pbro. José Ma- dos por pequeñas colinas en suave serva hacia el noroeste de la ciu-
nuel Pérez Castellano, quizá por- pendiente y por extensos valles re- dad, donde predominan similares
que muchos de sus propietarios se gados por hermosos riachuelos; pero variedades de colinas, valles y
encontraban aprisionados en los el aspecto que ofrecen raramente aguadas, y sólo falta la belleza del
navios ingleses anclados en la se ve animado por los cultivos. Po- escenario boscoso para completar
bahía. cos cercados Se ven, excepto los el paisaje. Varios árboles, por su-
"Los alrededores de Montevideo jardines de los principales comer- puesto, crecen a las orillas del Ria-
se ven agradablemente diversüica- ciantes. El inismo defecto se ob- chuelo [el Miguelete, seguramente),
cuyas maderas se utilizan para la'
construcción de chozas y como com_
bustible. Hay un agradable río a
unas' diez leguas de Montevideo,
llamado el Louza [Santa Lucia),
cuyas orillas parecen invitar a la
El Cnel. Otorgllés al entrar en Montevideo con Sil división, en 1815, plantación de los agricultores, y
para aSlImir el 1er.'GobiernoPatrio de la plaza.. deben de producir abundantes ma-
deras, por cierto. Debe destacarse
que la casí absoluta falta de este
artículo, ocasiona aquí grandes gas-
tos e inconvenientes: la madera
para trabajos mecánicos es suma-
mente escasa y las planchas son
tan caras que apenas se ven con
pisos de madera."

EL ORIGEN DE ALGUNAS
FORTUNAS
El mismo Mawe escribe larga'"
mente sobre los procedimientos
aplicados por muchos montevidea-
nos para enriquecerse antes y des-
pués de la rendición inglesa:
"El comercio principal de Mon-
tevide·) consiste en cueros, sebo y
tasajo; los dos primeros son expor-
tados a Europa y el último es en-
liado a las Indias Occidentales, es-
pecialmente a La Habana. A veces
se embarca también cobre en bruto
de Chile en trozos cuadrados,así
como una hierba llamada Mate del
Paraguay, cuya infusión es una be-
bida tan común en estas partes
como el té en Inglaterra.
"Los habitantes no estaban en la
opulencia antes de que los ingleses
tomaran la ciudad, pero luego del cualquier precio que los españoles
desastre de los últimos en Buenos quisieran dar. Sus ganancias se ele-
Aires y las pérdidas de nuestros varon en la proporción de nuestras
comerciantes aventureros, motiva- pérdidas, y los especuladores ga-
das por malos cálculos e impru- naron considerablemente. Los po-
dentes especulaciones, aquéllos se seedores de mercaderias inglesas
enriquecieron considerablemente. las vendieron con un benefício del
Las grandes perspectivas imagina- cincuenta por ciento, inmedíata-
das en Inglaterra, antes de la expe- mente después de la evacuación de
-dición al Plata, de inmensos bene- la plaza."
ficios en el comercio rioplatense,
terminaron, por lo general, en rui- EL FIN DE UNA AVENTURA
na; muy pocos especuladores, por
cierto, escaparon sin pérdidas con- IMPERIALISTA
siderables. Muchas mercaderias fue- Finalmente, las cartas de Robert-
ron confiscadas, luego de los plei- son nos ofrecen un vívido e intenso
tos consiguientes; otras, que ha- relato de los últimos días de los
bían sído depositadas a la espera ingleses en Montevideo, luego de la
de alguna decisión, pudieron ser capitulación en Buenos Aires:
restituidas tras la pérdida de la mi- "«Ponga», dijo ÁlZaga, alcalde de
tad. Sucedió con frecuencia que primer voto, que tomaba parte en
mercaderías detenidas en las adua- la redacción de los términos de la
nas o en las tiendas y almacenes capítulación, «ponga que evacuará
privados fueron abiertas y grandes también Montevideo». «¡Oh!» dijo
cantidades sustraídas. Parece razo- el virrey Liníers, «eso está fuera
nable hacer recaer las sospechas en de cuestión y echará a perder todo
los consignatarios, que aun con po- el asunto». «Pongámosle», replicó
cos cargamentos podían enríquecer- el resuelto e influyente ciUdadano:
se rápidamente. No contentos con «si se objeta, podremos retirarlo».
los beneficios de su comisión, no Fue puesto y no fue objetado.
tenían escrúpulos en aprovecharse "El descamado Whitelocke asintió
de las ventajas que les daba la po- a todo, y pocos días después con-
sesión de las mercaderias consig- templamos para nuestro desaliento,
nadas, y en favorecer SUs propios Lo~ c.abildantes de Monteviáeo
en Montevideo, los transportes y
intereses a expensas de su corres- presentan su saludo al ejército de barcos de guerra que, un mes antes,
pondiente. El temor de un proceso la Provincia Oriental Autónoma. habían transportado nuestrq magní-
legal no podía ser sino un débil fico ejército para triunfos tenidos
obstáculo para detenerlo, en virtud por seguros, volviendo con aquel
de que ante la justicia española, ejército derrotado y su general irre_
como ante las otras, un nativo y parablemente en desgracia. Los hos_
un foráneo raramente están en pie un millón y medio de esterlinas, de pítales se volvieron a llenar de en-
de igualdad. Otras circunstancias las cuales solamente una pequeña fermos, heridos y moribundos. Tres
han concurrido a enriquecer a los porción fue reembarcada al Cabo mil valientes camaradas habían
habitantes de Montevideo. Un he- de Buena Esperanza y a las Indías atestiguado con la muerte su indo-
cho que he podido verificar es que Occídentales, cuando se devolvió la mable valor en las calles de Bue-
las exportaciones inglesas de mer- plaza a los españoles. El resto fue nos Aires; y todavía el general
caderíaascendíeron a la suma de en su mayor parte sacrificado a Whitelocke, único causante de la

17
imperdonable catástrofe, se pavo- con sus hermanas, que del extran- artificiales en la ciudadela, Fuerte
neaba en la azotea de la Casa de jero y enemigo con gente cuyo co- San José y las líneas de la guar-
Gobierno, o cabalgaba por las ca- nocimiento no habia disfrutado más nición."
lles de Montevideo, único indife- de cinco meses. La evocación de su regreso a la
rente, al parecer, en medio de la "También tuve la mortificación Gran Bretaña, arranca estas con-
vergüenza y desgracia que había de ver la bandera española fla- movidas expresiones -al nostálgico
acarreado a las armas británicas. meando en la ciudadela y en la Robertson:
"De verlo en el momento en que Casa de Gobierno. Elío y su estado "Entonces miraba la gran flota
estaba por entregar la plaza al ge- mayor ya habían recibido las llaves cuyos barcos me rodeaban; veia
neral Elio, lo supondríais, por su de la plaza; los últimos tunantes aquella flota llevando un ejército
aire, un Wellington o un Wolf. Era ingleses se apuraron para tomar descorazonado y derrotado; veía a
imposible, por ninguna demostra- los botes; y en pocos dias la flota cientos de comerciantes y especula-
ción externa, imaginar que tenía entera de doscientos cuarenta bar- dores que volvian a Inglaterra, em-
conciencia de la aterradora y cri- cos zarpó del Río de la Plata" pobrecidos o arruinados, de campos
minal pérdida de vidas que su es- A su vez, Alejandro Gillespie, donde habían esperado recoger ver-
tupidez brutal habia traido sobre que actuara en la invasión inglesa, daderas cosechas áureas; y, acer-
sus valientes compañeros de armas, primero como combatiente y luego cándome a mi tierra, encontraba
o de la derrota que su incapacidad como comisario de prisioneros es- mis esperanzas que creía, pocas y
supina había causado a un ejército pañoles, durante la ocupación bri- breves semanas antes tan brillan-
que, mejor dirigido, habría con- tánica de Buenos Aires, refiere así tes, ahora nubladas y oscurecidas."
quistado y conservado la mitad del sus últimos instantes en Montevi- El fracaso inglés, que sin duda
nuevo mundo. Con la máxima indi- deo: alguna dio confianza en el propio
ferencia nos vio abandonar un sue- " ... Unos, pocos de nosotros vol- valimiento a los españoles y criollos
lo que, a no ser por su tonteria y vimos a tierra antes de llegar el del Rio de la Plata, trajo entre sus
locura, hubiera sido nuestro para día 7 de setiembre, para comprar consecuencias la actitud de rebel-
generaciones todavía no nacidas. algunos viveres en la plaza del mer- dia de Montevideo ante ciertas ac-
"Lo que era de admirar más, en cado, pues la bandera británica iba titudes virreinales, entre otras, la
este terrible revés, fUe la conducta a ser reemplazada por la española de no haber querido canjear los
modesta, en verdad, la deferencia esa tarde, en la ciudadela y las ingleses que fueron cautivados en
aumentada de los españoles hacia murallas. - la reconquista de Buenos Aires por
los íngleses. Nunca aludían a la "El populacho estaba inclinado a setecientos prisioneros de la tropa
derrota de Whitelocke y cuando ha- insolentarse, y solamente se mante- y la milicia, que conjuntamente
blaban de nuestra partida era siem- nía dentro de los límites por la con el gobernador Pascual Ruiz
pre con expresión del pesar con que presencia de nuestros soldados que Huidobro y oficiales de alta gra-
estaban a punto de perder tantos marcharon a sus botes respectivos duación fueron llevados a los na-
amigos personales. No puedo menos desde la mañana hasta después de víos de guerra británicos surtos
de creer que tal conducta era muy mediodia, pero sin música, pues no en la bahía de Montevideo, luego
demostrativa de cortesía y buenos podia producir cadencia ni en sus del asalto a la ciudad. Como se re-
sentimientos; sumamente magnáni- pasos, ni en sus corazones." cordará, se condujeron posteríor-
ma en un pueblo vencedor de sus " ... Montevideo fue abandonado mente a Inglaterra a muchos de
recientes invasores. antes de las dos de la tarde el 7 de ellos, entre otros, al propio gober-
"Vagué por la ciudad hasta el setiembre; las tropas españolas en- nador.
último momento y luego, con el traron a las tres, en medio de acla- Esta situación, en la que en el
corazón acongojado, me despedí de maciones populares, y la noche se orden económico tanto incidían las
M. Godefroy y su famUia. La des- señaló por grandes regocijos, que antiguas rivalidades portuarias y
pedida fue más la de un hijo con podíamos presenciar desde nuestro la acción del Consulado bonaerense
su padre y madre, y de un hermano fondeadero, así como por fuegos por impedir el auge de Montevideo,

18
Chácaras de los vecinos montevideanos en 1813. Fragmento del plano del Presb. Bartolo~.Doroteo
Muñoz. Copio por C. Natiello.
. 19
como lo ha subrayado Pablo Blan- nay, quien en épocas anteriores escupió en la cara prodigándonos
co Acevedo, culminó en el plano po- habia entablado relaciones amisto- los epítetos más injuriosos. Yo no
lítico el 21 de setiembre de 1808, sas en Buenos Aires con Santiago sé hasta dónde habría llevado su
al crear dicha ciudad su propia de Liniers, en la época virrey in- venganza y su furor, si el gober-
Junta, a raiz de los sucesos napo- terino. nador don Francisco-Xavier Elío
leónicos. A pesar de su corta dUra- Con él llegó Jullíen Mellet, que no se hubiera hecho el deber de
ción, importa destacar que el rom- luego volcaría sus observaciones en prevenir las contingencias seguidas
pimiento con el gobierno de Bue- su libro "Voyages dans l'Amerique que podía ocasionar este suceso im-
nos Aires fue el precursor de los Meridional" , impreso en París en previsto. De tal manera, sea para
movimientos independentistas de 1824. Pero días antes de su llegada librarnos del peligro con que nos
esta parte de América. a Montevideo, una goleta venida amenazaba un populacho irritado y
desde Cádiz fue portadora de la ávido de sangre de una cuarentena
EN MAL MOMENTO noticia de que las tropas francesas de desgraciados franceses a los que
se habían apoderado de la capital miraba como traidores, sea para
LLEGAN LOS FRANCESES de España, y que el rey y su fami- llenar los deberes que su cargo le
Precisamente en 1808 fue enviado lia estaban prisioneros en Francia. imponía, él nos hizo arrestar y tra-
por Napoleón en misión diplomá- "Tan pronto como el pueblo supo tar como prisioneros de guerra."
tica al Plata, en el bergantin "Le de este acontecimiento -dice Me- Este viajero francés, después de
Consolateur", el Marqués de Sasse- llet-, cayó sobre nosotros y nos cinco meses y medio de un cauti-
verio no muy estricto, pues como
él lo señala tenía la libertad de sa-
lir tres veces por semana seguido
por un guardia, desertó de la ciu-
dadela, para dirigirse a Buenos Ai-
res. Esas circunstancias le dieron
oportunidad de dejarnos sus impre-
siones directas sobre Montevideo y
especialmente sobre dos "aldeas",
"situadas en una campaña tan rien-
te como fértil": La Aguada, desde
donde se transportaba s¡.z agua "de-
liciosa" a Montevideo, y el Miguele-
te, que estaba rodeado de plantíos
que producían "toda especie de fru-
tas, tales como manzanas, peras, ci-
ruelas, duraznos, naranjas, limones
y melones en abundancia, todos de
un gusto delicioso". Es la aldea más
encantadora que yo haya visto -
agrega M~Ilet- tanto por su agra-
dable posición, como por su feliz
fecundídad. Ella goza, por así de-
cirlo, de una primavera continua.
El juicio favorable para la región
del Miguelete reflejaba los dias de
paz que vivía Montevideo a la lle-
gada de MeIlet, que nos deja este
comentario optimista sobre su co-
mercio y los oficios de más porve-
nir en su ámbito:
"Es una de las mejores comarcas
que existen y yo oso adelantarme
[al decir] que un hombre activo y
laborioso, cualquiera que sea el gé-
nero de comercio que él abrace,
puede en poco tiempo llegar a un
estado de opulencia: en mi opinión
los relojeros, los armeros, los eba-
nistas, los sombrereros, los curti-
dores, los panaderos, los confiteros,
los cerveceros, los tallistas, los za-
pateros, los toneleros y los teje-
dores, son aquellos que no tarda-
rán aquí en prosperar. Además el
comercio de cueros no es menos
considerable que aquel que se hace
sobre las mulas de los portugueses
brasileños, que los llevan a cam-
bio de café, de tafia y de otras
producciones del Brasil, que pasan
de verdad por contrabando, pero
cuya ganancia es muy considera-
ble; en una palabra, es el comercio
el que enriquece esta ciudad; ver-
daderamente los habitantes tienen
capacidad para los negocios y una
actividad no igualada en esta parte.
Es una lástima que el orgullo que
ellos tienen sea la base de su ca-
rácter; es muy raro encontrar en
la clase baja un hombre bastante
calmo que no salga con su puñal
para agujerear si puede a su adver-
sario por la más ligera contrarie·
dad.
"Las mujeres en general son en-
cantadoras; hablan el castellano
con mucho gusto y corrección; pero
lo que más inflUye en su atractivo
es la inclinación irresistible que tie.
nen por toda suerte de bebidas y
por el tabaco; han contraído en tal
Soldados paulistas vistos en la puerta de una pulpería de Montevideo, grado el hábito que no lo abando-
en 1817. Acuarela pintada por E.E. Vidal. nan más que en la tumba."

21
L a lucha que desde 1811 se soste-
nia entre el medio rural y la ciu-
dad, culminó con el triunfo de la EVOCACIONES DE
revolución popular artiguista: Pero
en esta época de la Patria Vieja,
en la que el gobierno del prócer, LA EPOCA
radicado en Purificación, debió
abocarse al estudio y solución de
arduos problemas politicos y so- LUSOBRASILEÑA
cioeconómicos, Montevideo estuvo
prácticamente ausente de las des-
cripciones de los viajeros. Reapa-
recerán después de' que el invasor
portugués hace su entrada bajo pa-
lio en la ciudad, por el antiguo
Portón de San Pedro.
Tiempos sombríos de nuestra his-
toria, en los que la oficialidad lusi-
tana no provoca resistencia en las imperiales, Montevideo recobrará Las calles son anchas y se cruzan,
clases dominantes de Montevideo, su hegemonia. unas con otras, en ángulos rectos,
especialmente entre los represen- Un inglés y un estadounidense pero están sin pavimentar."
tantes del comercio portuario, los nos han dejado sus impresiones so- y agrega este cuadro que refleja
que al pacificarse el pais acrecen- bre la ciudad de 1817. El primero el deterioro de la región: " .... Las
tarán rápidamente su patrimonio. de ellos, Emeric Essex Vidal, acua- revoluciones politicas que han con-
A muchos de los otrora florecien- relista londinense que cultivara vulsionado a casi toda la América
tes hacendados la revolución los ha amistad con Pedro Trápani, uno de española, llevaron a Montevideo a
empobrecido, pero otros se verán los organizadores de la cruzada la- la ruina.
favorecidos por las suertes de cam- vallejista, pintó temas en el Uru- "La ciudad misma ha decaido, y
po otorgadas por Lecor. guay, Brasil y la Argentina de alto a pesar de que los portugueses, que
En este período los viajeros en- valor documental, complementados en los últimos tiempos se habian
juician generalmente con dureza a en ocasiones con comentarios des- posesionado de ella, han realizado
los patriotas y con lenidad el ré- criptivos. algunos adelantos, aun asi, y como
gimen de Lecor. Época en la que Se expresa en los siguientes tér- el perturbado estado del pais ha
algunos influyentes personajes, co- minos acerca de las caracteristicas puesto fin a todo comercio, los me-
mo lo advierte Mario Falcao Espal- fisicas de Montevideo: " ... La ciu- dios para llevar a cabo cualquier
ter, son protagonistas de una trama dad ofrece una hermosa apariencia plan, con esos propósitos, son extre-
oscura en torno de la obra del fa- desde la bahia, por estar construida madamente limitados. Antes habia
nal de la isla de Flores, cuya con- en una pendiente, y las casas en- un suburbio muy extendido, con
firmación documental hemos teni- tremezcladas con árboles y jardi- muchas casas quintas elegantes per-
do en nuestras manos. nes Pocas de las casas tienen más tenecientes a los comerciantes es-
En' 1820 Montevideo recupera su de un piso; son de piedra y ladrillo pañoles de la ciudad, pero ha sido
poder y lo proyecta sobre todo el y tienen techos chatos, sin chime- tan comoletamente asolado durante
territorio nacional. Lo restringirá neas, pues el fuego se enciende ge- las guerras de la independencia,
cinco años después la cruzada li- neralmente en el patio o en una co- que todo lo que ahora queda de lo
bertadora, que levanta nuevamente cina separada, trayéndose a las ha- que en un tiempo albergaba a una
la campaña. Luego de la paz de bitaciones en braseros especiales, población de seis mil almas, son al-
1828 y del desalojo de las tropas cuando el tiempo es frio o húmedo. gunos muros rotos y parte de una

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capilla. Antes de esta lucha había un portugués; en efecto, después un mastín bravo o perro de presa."
catorce mil habitantes dentro de supimos que es de ascendencia fla- " ... Esta gente de quien se estaba
sus muros; este número se ha re- menca. La reputación de este ofi- hablando, parecía tener una mezcla
ducido ahora a cinco mil." cial no contradice la impresión fa- considerable de sangre indígena, a
E. M. Brackenridge, que viajó a vorable que su aspecto imparte. Su juzgar por su tez y su lacio cabello
América del Sur por orden del go- fama es la de un soldado valiente y negro, casi tan basto como crin
bierno estadounidense en 1817 y hombre fino y afable. Según todos de caballo.
1818 en la fragata "Congress", coin- los informes, sin embargo, no debe "La ciudad todavia retiene todas
cide en dejarnos una opinión desfa- exclusivamente a estas buenas cua- las señales de haber sido antes flo-
vorable sobre la situación de Mon- lidades su elevación desde un rango reciente. Las calles son trazadas a
tevideo durante su visita en el año inferior en la vida." cordel y mucho más espaciosas que
citado en primer término, pero aña- las de Río, así como menos sucias,
de otras interesantes observaciones. "ESTRAGO Y DESOLACION" aunque poca o ninguna atención se
les presta; los edificios en general
" ... Por todas partes -escribe son también construidos con mejor
RASGOS FISICOS DE LECOR el observador norteamericano-- se gusto. Las calles están pavimenta-
"De conformidad -dice Bracken- presentaban trazos de la rapidísima das, pero las aceras son angostas
ridge-, nos dirigimos al alojamien- decadencia de esta ciudad última- y pasables .. , El rápido crecimiento
to del general portugués, que ocupa mente populosa y floreciente. Las de este lugar debe atribuirse a la
una de las grandes y mejores casas casas, en su mayor parte desmoro- circunstancia de tener mucho me-
de la ciudad. Entrámos en un es- nándose o desocupadas, callejas en- jor puerto que Buenos Aires, si
pacioso patio con corredores en¡ con- teras deshabitadas, excepto los puede decirse que este último lugar
torno por entre una guardia de sol- cuarteles. En las calles más fre- tenga puerto. El puerto de Monte-
dados negros, con caras lustrosas cuentadas eran pocos los que se video, en efecto, es el único del río
y grasosas, y vestidos con un uni- veían que no fueran soldados, o que merezca tal nombre. Esta ciu-
forme vistoso. En estos países se acaso una mujer solitaria vestida dad se convirtió en emporio de lo
prefieren los negros para guardias de negro, escabulléndose hacia al- que se llama Banda Oriental, vasta
y centinelas cerca de las personas guna capilla para rezar el rosario. comarca situada entre el rio Uru-
de los oficiales de distinción. Des- Parecia que alli se hacían pocos guay al oeste, los dominios portu-
pués de atravesar varios departa- o ningún negocio en ninguna par- gueses al norte, el océano por el
mentos, pasando centinelas y con te, ni aun en las pulperias o tien- este y el Río de la Plata al sur,
oficiales de servicio mostrándonos das. La ciudad realmente parecia con el mismo número de millas que
toda la pompa y parada de la ins- que hubiere experimentado la visita los estados de Mississippi y Ala-
talación de un gran jefe militar, de una plaga. Durante la mayor bama. . .. Las principales expocta-
entramos ,en una habitación donde parte de nuestro paseo, al comienzo ciones de esta ciudad y provincia
se-nos invitó amablemente a tomar de la siesta (a eso de la una del consisten en i;:Ueros, tasajos, sebo,
asiento. Apenas habíamos tenido día), el silencío de la ciudad podía etc., en monto muy considerable."
tiempo de recobrarnos de las im- atribuirse en algo a esta circuns- " ... La ocupación de esta ciudad
presiones producidas por esta, para tancia. Vimos numerosas personas por el general Lecor, con la divi-
nosotros, inusual escena, cuando el -del pueblo bajo acostadas de espal- sión principal de cinco mil hom-
mismo general hizo su aparición, das, atravesadas en las veredas del bres, que desde erttonces ha sido
que nos dejó muy sorprendidos. Es' lado de la sombra de las casas, con reforzada, puede considerarse como
de figura notablemente hermosa, un poncho extendido debajo; nos el golpe final. En ocho años la po-
alto y erguido, con natural dignidad veíamos obligados a hacer un rQdeo blación se ha reducido por lo me-
de maneras, sin afectación. Su edad pues no deseábamos pasar por en- nos en dos tercios, muchos de los
es de más de cincuenta y cinco cima de ellos por la misma clase principales habitantes se han ido,
años, su tez demasiado rubia para de aprensión que sentiríamos. ~nte , la propiedad -hasta un monto in-

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menso-- en los encantadores subur- xos muy bien cultivados: ahora es
bios, que contenían mayor pobla- una escena de desolación. El te-
ción que la ciudad, ha sido destrui- rreno apenas muestra huellas de
da, y el valor del remanente, re- los sitios donde se alzaron, o de
ducido a una simple bagatela. En los jardines, exceptuando aquí y
realidad no hay más que una guar- allá los fragmentos de setos de tu-
níción con algunos pocos habitan- nas con que antes habían estado
tes hambrientos que son vejados y cercados. Los árboles frutales y de
hostilizados por los militares. Me adorno habían sido cortados para
dijeron que no obstante esta mise- leña, o quizá por entretenimiento.
ria, hay aquí un teatro, y que las En la superficie de esta extensa y
tardes se pasan en bailes y danzas, fértil llanura, que pocos años ha
quizá por falta de otras preocupa- contenia tanta población como la
ciones: actos exteriores que no ciudad, actualmente no hay más
siempre son indicio cierto de cora- que una decena de familias que
zón. Cuando consideramos la estag- alojan soldados, y unas pocas cons-
nación de los negocios, la deprecia- trucciones deshabitadas y destrui-
ción de la propiedad y la deficien- das. Éste es el resultado de los
cia de las provisiones, fácilmente malhadados medios que han redu-
podemos conjeturar lo que debe de cido la población de esta ciudad y
ser la condición de un pueblo. Poca suburbios de treinta mil a poco más
duda hay de que si este lugar hubie- de siete. Por esto puede formarse
ra permanecido agregado a Buenos idea del estrago hecho. Cabalgando la ciudad se va proyectando
Aires, los portugueses no lo ha- a lo largo de la bahía hallamos, hacia afuera de su puerta exterior
brían molestado; pero la revuelta sin embargo, sobre la ciudad, un (año 1836).
de Artigas y su sistema desorgani- lindo jardín que había escapado al
zador, les dio una oportunidad de- naufragio común. Nos apeamos y
masiado propicia para hacerse due- fuimos recibidos con hospitalidad
ños del territorio que habían codi- por el dueño, que nos llevó por sus
ciado durante más de siglo y me- terrenos y nos mostró sus frutales
dio." y legumbres. Desde este lugar es varios anímales que parecían ha-
que Lecor se provee. Las frutas, berse secado, en vez de descompo-
LOS ALREDEDORES DE duraznos, uvas, higos, naranjas, nerse. Se dice que las heridas en
manzanas, etc., son extraordinaria- la carne humana se curan con difi-
MONTEVIDEO mente finas. En este clima encan- cultad por la misma causa.
..... Por la mañana traspusimos tador, con excepción de algunas Dejando este lugar continuamos
una de las puertas, para dar un frutas tropicales, las que son más nuestra cabalgata en otro rumbo:
vistazo al país [a la zona] de ex- apreciadas maduran perfectamente el aire fresco y tónico. El terreno
tramuros y dentro de las líneas al aire libre. En efecto, creo que gradualmente se eleva al alejarse
portuguesas que se extienden, en el clima no es superado por nín- de la ciudad. Me recordaba la mag-
torno, unas tres millas... Pronto guno del mundo, ni aun pare! de nífica ubicación de nuestra capital,
nos encontramos rodeados de rui- Italia o sur de Francia. No se ex- la ciudad de Washington. Pero nada
nas, con un aspecto mucho más perimenta ni calor sofocante en ve- ocasionaba tanta sorpresa como la
triste que las de la ciudad. Casi rano, ni el soplo helado del invier- asombrosa fertilidad del suelo. Es
toda la extensión que he mencio- no. El aire es tan puro que casi no una tierra ligera, rica, negra, su-
nado antes estuvo cubierta con puede decirse que produzca putre- perior aun a nuestros mejores le-
agradables moradas y jardines ane- facción; notamos las osamentas de chos de río; y éste es su carácter

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general en todo el país. Algodón, chos de su lado. La partida trata- dos aquí con tal fin, se supone no
caña de azúcar, maíz y toda clase ba de arrear algunos caballos por- son más de trescientos hombres, al
de granos, serían igualmente adap- tugueses, y ejecutaron esto con mando de un jefe llamado Otor-
tables a este suelo y clima, donde asombrosa destreza; primero hicie- gués, apareciendo y desapareciendo
el pastoreo ha sido hasta ahora ron galopar a los caballos que in- como lobos de la llanura, y llenan-
casi el empleo exclusivo y que re- tentaban arrear, y luego parecían do su propósito con tanta eficacia
sulta imposible para un país popu- darle la dirección que deseaban, como si su número subiera a cinco
loso. Esta sola província puede con- cabalgando a veces de un lado u mil."
tener tanta población como Francia otro, o arreándolos por delante. A esta vivida y admirativa es-
y, sin embargo, el número de ha- Los caballos que montaban estos tampa de los jinetes prodigiosos del
bitantes nunca excedió de sesenta centauros parecían manejados más coronel Fernando Otorgués, cabe
o setenta mil. Notamos, mientras por la inclinación del cuerpo que agregar este elocuente retrato del
adelantábamos por llanuras o coli- por la mano del jinete; tan exce- caudillo artiguista escrito por el
nas, grandes cantidades de cardo, lente es su manera de cabalgar. marino estadounidense George Frac.
que se corta, seca y ata en manojos Esta escena, según se nos informa, ker, a quien visitara en un rancho
para combustible, a consecuencia de se repetía casi todas las mañanas; situado en las cercanías de Toledo,
la escasez de leña. Las osamentas y parecía por parte de los gauchos donde se le había brindado hospi-
de caballos, ovejas, etcétera, se uti- más bien un asunto de diversión talaria acogida luego de su naufra-
lizan con el mismo fin, particular- que de provecho, pues los caballos gio en nuestras costas en setiem-
mente en la quema de ladrillos. Esto son tan abundantes y baratos que bre de 1817:
es lo que ha dado lugar a la le- los mejores pueden conseguirse por "El amable general volvió a vi-
yenda de que arrojan los animales poco dinero, y el propietario a veces sitarme aquella noche, acompañado
vivos a las llamas, con el fin de suelta un caballo para librarse del por varios soldados y al retirarse,
alimentar sus fogones. Muchos de gasto y molestia de mantenerlo. La ante nuestra ansíosa súplica, dejó
los cuentos extravagantes relatados pérdida de los caballos, sin embar- a tres de guardia, bien armados,
por los viajeros no han tenido me- go, se sentirá probablemente por para que nos defendieran. Este ofi-
jor origen." los portugueses, qUe están confina- cial militar, cuyo nombre era Ortu-
dos en un espacio reducido, que di- gués, parecía uno de nuestros cha-
LOS GAUCHOS DE fícilmente suministra suficiente pas_ careros, exceptuando ~ formidable
taje para mantener los que tienen. espada en vaina de hierro. Su ves-
OTORGUES Los observábamos atareadamente timenta se componía de una cha-
" ... En llegando al terreno alto empeñados en recoger su ganado queta de tosco azul.. sobre la que
cerca {le las líneas, el panorama era por estar bajo la protección de las llevaba el poncho Q capa cuadrada,
verdaderamente deleitoso. [ ... ] tropas acantonadas, a intervalos a "breeches" de terciopelo pardo y
Mientras mirábamos con mezcla lo largo de la línea A pocos den- altas botas; parecía un hombre be-
de pena y placer este espectáculo, tas de yardas de nosotros, apare- névolo y bien intencionado; pero de
súbitamente nuestra atención fue ció un cuerpo de cuarenta o cin- ninguna manera capaz de ma.T!dar
atraída por la {letonación de va- cuenta en un reducto, que no ha- una horda de merodeadores vaga-
rios fusiles, y por la aparición de cían otra cosa que mirar las haza- bundos, a quíenes estaba organí-
algunos jinetes que galopaban a ñas de los gauchos. Nadie los per- zando en un ejército para la defen-
distancia de media milla allende siguió; se hicíeron varios tiros lar- sa del país, contra las incursiones
las líneas. Pronto se les reconoció gos con esperanzas de espantarlos; de los portugueses."
como una partida de gauchos, nom- tal es la clase de sitio que se lleva
bre que se da a la gente campesina adelante, por 10 que casi se consi-
en general y por el que aqui son deraría una fuerza invisible. Es MONTEVIDEO EN 1821
conocidos los partidarios de Arti- una' especie de anomalía en la his- Alexander Caldc1eugh, otro esta-
gas, por estar casi todos los gau- toria militar. Todos los estacíona- dounidense, que llega a Montevi-

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deo en febrero de 1821 en VIaJe a
Buenos Aires, descubre su aspecto
como sigue. De paso nos dice que
en la época tenia unos diez mil
habitantes, comprendida la escasa
población negra.
"Tiene buena edificación; las ca-
sas son de azotea y muchas están
construidas con piedra y ladrillo
cocido. Las ventanas ostentan re-
jas de hierro, muy fuertes. Las ca-
lles han sido empedradas última-
mente por las tropas portuguesas
a expensas de los vecinos. Habia
en las calles un ambiente de deso-
lación que no está de acuerdo con
el grado de prosperidad alcanzado
por Montevideo. El aspecto de la
catedral es poco importante; se
hallaba repleta de señoras, vestidas
todas de negro según la moda de
la ciudad, y era dificil permanecer
indiferente a sus encantos y atrac-
tivos personales, sobre todo para
quien venía del Brasil. Estaban ha-
ciendo sus oraciones, arrodilladas
sobre alfombras pequeñas traidas
ex profeso por sus sirvientes. Esto
era ya una prueba de que habia-
. mas llegado a una dudad más lim-
pía, porque la costumbre de la al-
fombra no ha sido introducida to-
davía en el país del norte; tam-
bién resultaba una novedad el nú-
mero de mujeres bien vestidas que
se veían en las calles. .
"Concurri al teatro por la noche;
un oficial del gobierno me presentó
a las bellezas más celebradas, que
se mostraron conmigo muy finas
y amables hasta obligarme -de
acuerdo con la costumbre -a co-
mer más dulces y confituras de lo
que hubiera deseado... El teatro
era pequeño, mal arreglado y los
actores -como era de suponer- Detalle de la iglesia Matriz y sus aledaños en 1836. Dibujo de
no de lo mejor." Barthélemy Lauvergne.

26
Menciona Caldcleugh que el sue- bién se encontraban "las cajas pú- mercado de legumbres y flores de-
lo de Montevideo era fértil y pro- blicas y el tribunal de apelaciones, lante de la ciudadela, y los hom-
ducía trigo excelente, frijoles, maíz, creado por el gobierno portugués". bres blancos no tienen ningún es-
melones y frutas europeas en abun- Anota Saint-Hilaire: "La sala crúpulo en proveer alli" [ ... ]. "La
dancia, como manzanas y duraznos. que encíerra la biblioteca es pe- presencia de la división portuguesa
En el mismo año -a fines de queña pero ornada con gusto. La en Montevideo anima, accidental-
octubre-- llega un notable obser- cantidad de libros no se eleva a mente, al comercio; pero luego de
vador de nuestra campaña: el natu- más de dos mil y varias obras están la destrucción del ganado, como
ralista francés Agustín Francísco incompletas por robos que se han resultado de la guerra, las expor-
César de Prouvensal, más conocido cometido en distintas épocas, du- taciones -que eran ínmensas- han
por Auguste de Saint-Hilaire. rante los desórdenes que este país disminuido bastante. La adminis-
Visita al general Lecor, al pres- ha sufrido. La biblioteca ha sido tración portuguesa ha tomado la
bítero Dámaso Larrañaga -"un formada después de la revolución sabia medida de prohibir la fabri-
hombre de unos cincuenta años, de y los sueldos del bibliotecario fue- cación de i::arnes secas, a fin de
rostro largo pero lleno, con nariz ron asegurados por un legado. En dejar al ganado tiempo de multi-
desmesuradamente prolongada; una estos momentos está i::errada; pero plicarse y, mientras que otras veces
sonrisa muy agradable y unos ojos pronto será abierta al público." éste entraba en la ciudad anual-
que anuncían la espirítualidad"-, Observa que las murallas están mente -para ser enviado en' se-
a Nicolás Herrera, que le presenta en mal estado y son a su juicio guida al e,,-terior- en cantidades
a las señoras Oribe, a Juan Mar- bastante insignificantes. "Del lado de hasta un millón quinientos mil
tín de Pueyrredón, radicado en la de tierra, están flanqueadas por la cueros (sin hablar de los que pa-
época en Montevideo. De Miguel ciudadela y [ ... ] del lado del rio, saban de contrabando), ahora sólo
Barreiro nos dice que era "un hom- son poco elevadas y están defendi- entran unos dieciocho a veinte mil,
bre pequeño, muy delgado, de unos das por baterías." Advierte la ex- que es el monto del consumo del
treinta y cinco años; SUs cabellos trema suciedad de las calles, que país."
negros' y espesos, son naturalmente nunca son barridas, y percibe que Por supuesto, no deja de consig-
ondulados; su rostro es pequeño y las aceras que las bordean son es- nar sus impresiones sobre las mu-
puntiagudo; su tez de extrema pa- casamente elevadas y separadas del jeres montevideanas: "Lejos de en-
lidez; sus ojos negros y ardiente- medio de la calle "por bornes de cerrarse en el interior de sus casas,
mente hundidos en su cabeza; se madera que se han reemplazado reciben visitas, se visten con gusto
expresa fogosamente y con vivaci- -en algunos lugares- por viejas y limpieza y salen a la calle y
dad, demostrando instrucción y es- piezas de cañón". compran en las tiendas. Tienen,
piritualidad". y prosigue: "Las casas no po- por lo general, la piel fina, bellos
Concurre a un baile en el Cabil- seen jardín, pero i::ada una tiene ojos, rasgos delicados y son bien
do, luego a un espectáculo teatral en su patio algunos parrales, ro- blancas. Su primer tratamiento es
en la Casa de Comedias, visita los sales u otros arbustos" [ ... J. "La bastante frío, no se levantan para
alrededores y el hospital civil, y gente se apasiona por las flores y recibir a los hombres y se conten-
nos informa que "desde que los son pocos los que no las cultivan tan con hacer una ligera inclina-
portugueseS' están en Montevideo, -en macetas o en cajas- sobre el ción de cabeza; demuestran poca
se ha formado -dentro del hospi- techo de sus casas." vivacidad pero poseen un excelente
tal- un establecimiento para los "La mayoria de los habitantes tono; i::onversan con mucho placer;
niños expósitos". Le atrae la aten- son comerciantes y se observa una parecen animadas por el deseo de
ción la biblioteca pública, situada gran cantidad de tiendas sumamen- agradar y, sin embargo, no .de-
en una de las salas del Fuerte, te provistas; los articulos de con- muestran ninguna afectación. Nos
edificio cuya construcción había sumo son baratos, pero la mano de reunimos en varias casas para con-
sido comenzada en tiempos de la obra extremadamente cara. Todas versar y baílar. Pocas de ellas son
dominación hispánica. En él tam- las mañanas. se lleva a cabo un músicas, pero casi todas saben to-

27
Desembarcadero al fondo de la actual calle Treinta y Tres (1838).

car en el piano valses y contra- -nos dice Saint-Hilaire-, en su vos. Éstos son generalmente mejor
danzas y no se hacen rogar para mayoria, bien vestidos; son serios, tratados, alimentados y vestidos
hacerse oir. No se observa, entre bastante menos afectuosos que los que los del Brasil, y poseen, tam-
las mujeres de distinta clase, la brasileños y tienen una cortesia bién, un porte de libertad y de
enorme distancia que existe entre más fria; empero, sus modales tie- satisfacción que no tienen estos
nosotros. Las mujeres de todos los nen -en cierto modo- más noble- últimos."
rangos poseen dulzura y agrada- za y distinción. y mientras el visitante francés
bIes. modales. Hay en Montevideo " ... Los ·pobres son raros. Esta recorre las calles polvorientas del
muchas mujeres públicas, pero ja- clase, desgraciada y envilecida, a Montevideo de la Cisplatina, sor-
más abordan a un transeúnte, como la cual damos nosotros el nombre prendido matiza sus sagaces obser-
pasa en las grandes ciudades euro- de populacho, no existe; por debajo vaciones con esta nota de color lo-
peas." de los artesanos, que en su mayoría cal; "La leche se vende en forma
Evidentemente, los montevidea- ganan mucho y viven en la abun- asaz peculiar. Niños a caballo la
nos le impresionan menos; "Están dancia, no existen más que escla- transportan por la ciudad -en ba-

28
Montevideo durante los años 1823 "-¿ y qué me dice usted de las
y 1824. gorras? -Oh, yo le hago la gue-
Dinámico, cordial, extroverti- rra a todos y cada uno -gorros,
do, poeta, inflamable y pio (todo bonetes y turbantes-o Admiro el
a un mismo tiempo), como lo cali- velo, la mantilla, etc. Con excep-
fica Carlos Real de Azúa, conside- ción de dos personas, no he visto
ra dicho prologuista de la versión aquí una sola cabeza cubierta, el
española de su obra, que llega en cabello aparece simplemente riza-
un momento de excepcional impor- do o partido a la Madona con una
tancia, dado que se iniciaba en él o dos flores entrelazadas (en ge-
la consolidación del Imperio del neral naturales)."
Brasil, se preparaba el reconoci- Nos revela el autor, seguidamen-
miento diplomático de las. nuevas te, un evocador recuerdo de la gra-
repúblicas y se incubaba.la ÍJ:'Imi- cia femenina: "La costumbre de
nente lucha por las márgenes del recibír una flor de las bellas ma-
Plata. nos de las jóvenes, cuando se las
Con los fragmentos que transcri- encuentra o se las visíta, es muy
biremos, el lector, seguramente, no común aquí; y la más delicada ga-
podrá aquilatar la originalidad de lanteria que Ud. puede tener es la
este viajero que penetró el ritmo de conservarla y mostrarla en su.
montevideano de la época. Los he- próxima visita."
mos elegido porque explican otros y agrega: "Remontar cometas
matices de las características esen- parece ser casi la úníca diversión
ciales de la ciudad. de niños y niñas, en esta tierra. Las
Según Boutcher Halloran: "Los Azoteas son buenos lugares de re-
artículos más costosos entre los que creo para ellos, y un paseo agra-
usan las damas Videanas son los dable para sus padres: se las ve
abanicos y los zapatos - un surti- llenas todas las tardes cuando se
do permanente de los primeros es reúne la familia y sus visitas, go-
necesario para el uso constante de zando del aire fresco. El techo de
estos hechiceros auxiliares de la todas las casas llamado la Azotea.
conversación; y se enorgullecen en es plano, rodeado de una baranda
especial de la belleza de SUs pies; baja; muchas tienen una torre cua-
tellas de cerámica~ atadas a los ex- los zapatos son invariablemente de drada por encima de todo; no se
tremos de un cuero, cuya mitad está ve chimenea alguna."
apoyada sobre su montura, y la seda o raso, tan livianos, finos y Los esclavos son mencionados en
pregonan a los compradores con el estrechos como sea posible. este comentario que documenta da-
mismisimo tono con que nuestros "Hay pocas mujeres más gracio- tos de ínterés sobre su fiesta tra-
deshollinadores de chimeneas ofre- sas en un carruaje que las españo- dicional del 6 de enero, que tam-
cen sus servicios al público." las; esto tal vez sea debido, en bién describirá d'Orbigny:
parte, a que no usan corsés rígidos. "En este día, los esclavos y los
'Me han dicho que consideran sufi- negros libres eligen anualmente un
LA VOZ DE UN ciente, para sostenerse, un ligero rey, que, de paso, hace las veces
ROMANTICO MARINO corsé sin ballenas. Algunos cordo- de un magistrado inferior en todas
Un teniente de la Marina Real nes ajustados y cinturas alargadas sus disputas insignificantes: en esta
Inglesa -L. Boutcher Halloran- le quítan toda elegancia a la parte ocasión hay una especie de satur-
llega en cinco oportunidades a más atrayente. de la creación. nal, habíéndoles prestado sus amos

29
y empleadores rícos trajes, unifor- desembarcadero, defendido hacia el
mes, espadas, etc. (pues en ese mo- lado del río por algún éañón olvi-
mento están todos armados)." dado; dejándolos atrás, según creo,
-"¡Ah! ¿es buena politica entre- a los Aduaneros y en parte a la
garles armas ?"."1.os esclavos son Guardia Nacional: otro Cuartel de
escasos en Montevideo, y son trata- Guardia (un cobertizo miserable y
dos bondadosamente; en verdad sücio) aparece enfrente; si dejáis
más bien parecen humildes amigos al tal un poco hacia la izquierda,
y sirvientes confidenciales; no pue- estaréis andando por la calle prin-
de haber peligro alguno. -Creo cipal arriba, «Calle San Felipe»
que el otro dia Ud. hablaba, con [actual Misiones]."
no pequeña indignación, del trata- De regreso de. un viaje al Polo
miento cruel que soportaban los Sur, adonde fuera en misión de ex-
esclavos. -Eso era de los brasile- ploración y en procura de pieles
ños y otras naciones, no de los Vi-
deanos; pues en ninguna parte son de foca, llega al puerto de Monte-
tratados con más suavidad y bon- video, el 3 de abril de 1824, el in-
dad que aqui. El rey electo vestia glés James Weddell, en tiempos en
hoy un llamativo uniforme _-azul que dominan la ciudad los impe-
y oro con dos charreteras, etc.- y riales brasileños.
su corte estaba igualmente guapa. Observa que "muchas de las ca-
La reina y las damas de honor es- lles están tan deshechas que resul-
taban ataviadas con elegancia y tan intransitables" y nos dice que
guSto, habiéndoles permitido Sus "todo el conjunto, en este entonces,
amas que usasen sus adornos." expone la ruina acumulada de una
El desembarcadero es otro. de los serie de años agitados por con-
centros de interés en las descrip- tiendas domésticas y ajenas, casi
ciones de Boutcher Hallaran: "Es perpetuas".
uno de los mejores que conozco. Se Los comerciantes ingleses forma-
compone de un inmenso entarimado ban un grupo de importancia y úl-
o plataforma, construida sobre pi- timamente habia sido nombrado un
lares macizos, dentro del agua; es- cónsul brítánico para velar por sus
tá rodeada por una barandilla y intereses. El autor participa de un
bancos (gran parte está techada banquete con el que celebraban
como refugio contra la lluvia) y anualmente el cumpleaños del rey
de noche está iluminada con lám- Jorge IV, el que fue amenizado por tos animales han disminuido consi-
paras de vidrio. Poleas y grúas es- una banda portuguesa. Era nota- derablemente durante los últimos
tán colocadas en varios lugares, ble -dice Weddell- cómo un viejo quince años, o sea desde la época
español frotaba uno con otro dos en que nuestras tropas tomaron
para la comodidad de cargar y posesión de la plaza, y por consi-
descargar barcos; y hay tres subi- platos de postre, a. cada chocar de guiente aumentaron de precio. Me
das por otros tantos tramos de es- vasos, y luego los arrojaba sobre mostraron un montón de huesos de
calera. El total de esta útil cons- su espalda. caballos que cuando fueron muer-
trucción está conservado en buen Refiriéndose a las exportaciones tos, hace quince años, más o me-
estado, y bien pintado: se descien- de la plaza, comenta el viajero: nos, los trajeron al matadero por
den desde la plataforma unos po- "Consisten principalmente en caba- dos chelines cada uno. Un buen
cos escalones hacia el muelle o llos, novillos, cueros y cuernos. Es- caballo cuesta ahora dos libras es-

30
Carr~ta accidentada en las afueras de Montevideo (años 30 del siglo XIX).

terlinas. No hay duda de que los LA MISION MUZI Entre otras prolijas observacio-
novillos todavia abundan en el in- nes, describe así el atuendo de los
terior, pero en la vecindad de la Recuerdos numerosos y amenos capitulares: "Cuando el Cabildo de
ciudad escasean. En este momento dedica a Montevideo José Sallusti, Montevideo ejerce en cuerpo fun-
un novillo bien gordo cuesta cerca secretario de la Misión Muzi a es- ciones públicas, cada uno de sus
de dieciocho pesos, y hace una do- tas regiones de América del Sur, miembros va vestido con traje corto
cena de años se le mataba sólo en la cual venía· el entonces canó- de paño negro muy fino, y con una
por su cuero y sebo. Las verduras nigo Mastai Ferreti, luego Sumo gran faja encarnada atravesada al
están a precios exorbitantes y todo Pontífice Pío IX. Corresponden es- pecho, con hebillas de oro en el
lo demás que produce el campo ha pecialmente a su permanencia des- cinturón y en los zapatos, sombre-
aumentado su precio en igual pro- de diciembre de 1824 a febrero ro de militar con bordados unifor-
porción." de 1825. mes, y en la mano la insignia del

31
mando, que es una larga caña de Otra referencia dedica al comer- tres Santos Reyes Magos. Perso-
India, negra y muy flexible, que cio de pieles de jaguares, "muchos nas también de mucha considera-
simboliza la justicia, administrada de los cuales son tan grandes como ción y respeto entre los negros de
por el Cabildo. Le precede siempre el cuero de un buey": "Aquellos Montevideo son los compadres y los
un ordenanza, de gran parada,.el valientes aldeanos -dice Sallusti- que les sirven de testigos en sus
que dan el nombre de Portero cuando van a la caza de esta fiera matrimonios; y en todas las dife-
[Pregonero( ? );), porque lleva la voz se arman de fusil y de un macizo rencias que nacen entre los cón-
del Cabildo. Lleva delante de sí un garrote; y como el tigre es muy yuges se acude ordinariamente a
trompetero y a los lados dos ma- débil de lomo, si en lugar de caer uno de los dos padrinos, y él con
ceros vestidos de ríco manto talar al disparo, ataca al cazador, éste su autoridad y prudencia, los arre-
de terciopelo encarnado, con bor- le descarga sobre la espina dorsal, gla amigablemente, sin que ninguno
dados y grandes flecos de seda hasta matarlo, y, una vez extraída se oponga a sus decisiones."
roja, que les caen de varías partes y disecada la piel, la venden hasta "Dignas de citarse -agrega el
con elegante dístríbución. Un som- en cuatro o cinco pesos." secretario de la Misión Muzi- me
brero . redondo del mismo tercio- Recuerda también ciertos días parecen otras dos costumbres que
pelo, con flecos de seda roja, pende del año en los cuales se reúnen he notado en Montevideo. La pri-
del brazo izquierdo, y sostienen con los negros de Montevideo para ce- mera es que cuando quiere hacerse
la mano derecha la insignia del lebrar sus fiestas: "Los del Congo un funeral solemne al cadáver de
Cabildo, que consiste en una rica celebran su fiesta en el día de San algún noble o de alguna persona de
asta de plata, coronada por un ·Benito Moro, en el cual eligen un estima en la ciudad, se toma su
gracioso grupo del mismo metal, jefe, a quien dan el título de Rey; ataúd desde el medio de la iglesia,
formado por una flor, en cuyo cen- y todos en aquel año le obedecen y acompañado del clero, se da con
tro se ve una torre: con esta ins- con mucho respeto. Lo mismo ha- él una vuelta por el interior de
cripción: Muy fiel y Reconquista- cen los de Bengala, en el día dedi- ésta, depositándolo tantas veces en
dora." cado a San Baltasar, uno de los tierra, cuantas ordena el que pre-
side, hasta llegar al sitio de donde
fue tomado. En cada estación se
inciensa y se cantan las acostum-
bradas preces litúrgicas. Cuantas
son las estaciones que se hacen,
El fuerte, levantado en la actual plaza Zabala. fue residencia de los otros tantos son los estipendios, de
gobernadores españoles. Acuarela de Vincent. medio escudo cada uno, que se pa-
gan a cada asistente, y un escudo
por la misa."
Un almuerzo en la hermosa quin-
ta que sobre el Miguelete poseia
Francisco Juarucó, con motivo de
celebrarse allí el cumpleaños del
Vicario Apostólico Larrañaga, pon-
drá en aprietos a los viajeros ante
las intencionadas interpretaciones
de artistas italianos de Montevideo
y otros traídos de Buenos Aires,
incluso una bailarina francesa, que
compartían la mesa ricamente pre-
parada, los generosos licores y los
exquisitos vinos europeos.

32
En 1825 llega un apresurado in-
glés, el capitán Andrews, coman-
dante del ''Windham'', que obser-
va murallas arruinadas, calles aban-
donadas, habitaciones sucias y de-
terioradas Y una población tara-
ceada con toda variedad de colo-
res, "desde el negro azabache al
mestizo y de allí al pálido tinte
criollo". La fugacidad del viaje no
le impide admirar en nuestras mu-
jeres, con palabras de Byron, sus
"ojos negros de profeta".
Otro inglés, J. A. B. Beaumont,
que arriba en 1826, descubre que
a pesar de la ruina y desolación
en la que se encuentra Montevideo,
el bloqueo' de Buenos Aires le ha
dado cierta vida. "El número de
presos llevados a la ciudad -nos
dice- y los pasajeros y tripula-
ciones alojados en ella, contribu-
yen mucho al movimiento de la ca-
pital yle aportan beneficios. Pero
en este beneficio local -agrega- Llegada del Gral. Fructuoso Rivera a Montevideo en 1838. El edificio
no participa la campaña: las estan- embanderado es la Casol de Comedias.
cias están en ruinas porque los ga-
nados han sido arreados lejos por
los propietarios o les han sido arre-
batados a estos últimos por los
ejércitos enemigos" (léase, por los
patriotas) . raná y el Uruguay, porque el canal solutamente opuesto al que se pro-
Beaumont incluirá en sU obra es- de aguas profundas va sobre la puso, pues las mujeres que son na-
ta breve alusión a la excelente si- costa norte del río de la Plata, y turales del país, catequizaron bien
tuación geográfica que tiene Mon- siguiendo este canal se evita el pe- pronto a sus maridos, los cuales,
tevideo para el comercio: ligro de la navegación por aguas tanto oficiales como simples solda-
"Es punto céntrico para reunir .poco profundas hasta Buenos Ai- dos, se hicieron un objeto de des-
los productos de la provincia y pa- res." confianza para el gobierno de Río
ra exportarlos desde alli,así como El general Miller -uno de los de Janeiro, el cual hasta manifestó
para distribuir las mercaderias im- muchos oficiales ingleses que lu- una cierta falta de confianza hacia
portadas de vuelta. Es también su- charon a las órdenes de los liber- el general Lecor, que es hombre ex-
perior a Buenos Aires como puerto tadores de los países americanos-, celente, y a quien habrían removi-
intermedio para el transporte de que en 1826 desembarcara en Mon- do si el emperador hubiese podido
mercaderias desde los barcos más tevideo, advierte con sagacidad que hallar un sucesor de igual talento
grandes que llegan de otros países "la política del general Lecor, pro- y merecimientos."
distantes, a los ba.rcos más peque- moviendo el matrimonio en sus tro- En 1827, cuando llega su conna-
ños que pueden navegar por el Pa- pas, había producido un efecto ab- cional Roberto Gibson, en pleno

33
"Para hacerse una idea de este
campamento, es preciso' concebír
una reunión de gentes vestidas en
todas las formas posibles, acosta-
das todas al aire libre. i Cuánto ad-
miré entonces la simplicidad de esos
valientes, consagrados a la defensa
de su patria! Nunca tuvieron pan;
carne, por todo alimento; expuestos
dia por día '·al fuego de un sol ar-
diente y sin otro lecho, de noche,
que el cuero (recado) que oficia
de montura durante el día y que
extienden en el suelo por la noche,
sirviéndoles el cuerpo de la propia
montura de cabecera y su poncho
de cobertor. Nunca pueden desves-
tirse. Cae el rocío sin impedir que
esos bravos militares, hasta ayer
pacíficos pastores, descansen espe-
Un aguatero y lavanderas en los alrededores de La Aguada. Fragmento rando el dia, que pasan vigilando
sus fronteras y combatiendo a los
de una litografía de D'Hastrel l1840 l. usurpadores de su tierra. Apenas
un galón en la gorra distingue a
los oficiales de los soldados rasos.
La vestimenta de los soldados gau-
chos consiste en un calzón blanco
bloqueo a Buenos Aires, se encuen- hechos ciudadanos. Llega en 1827 a o calzoncillo, unchiripá de color
tran en la bahía de Montevideo Montevideo el naturalista francés azUl o rojo escarlata, pieza de tela
"cuatro o cinco fragatas" británi- Alcides Dessalines d'Orbigny, en que les envuelve la cíntura y las
cas. Camina por sus calles, desier- misión oficial del Museo de París, piernas; un poncho azul orlado de
tas en horas de la siesta, y refiere para estudiar la fauna y la flora rojo, que pliegan sobre sus hom-
que la catedral es un edificio cons- de los países de la cuenca del Plata. bros, lo que presenta un contraste
truido de ladrillos y que sus torres, Atraviesa llanuras "en las que nada de colores bastante subido. Por cal-
situadas una a cada extremo del limíta la mirada" y tras una hora zado gastan botas de potro, es de-
frente del edificio, "están cubier- de andar en carreta llega al cam- cir botas hechas con cuero pelado
tas en la parte superior, con piezas pamento patriota. sin curtir, de la pata de un caballo,
ele barro cocido, china o porcelana y cuyo codo forma el talón. Se to-
labrada o de .yo no sé qué, de más Emociona la lectura del retrato can con un sombrerito en forma
o menos pie y medio cuadrado". que nos dejara de aquel ejército idie pan de azúcar, cubierto 'Casí
campesino, sufrido, fuerte y glo- siempre por un pañuelo de color
rioso, al cual debemos principal- atado a la cabeza de manera que
ALCIDES D'ORBIGNY mente nuestra tan preciada liber- flote sobre sus hombros y los re-
DESCRIBE EL CAMPAMENTO tad, para bien de los uruguayos fresque mientras galopan. Como
DE LOS PATRIOTAS que fueron, de los que vívimos en armas tienen un sable, una carabi-
Basta de viajeros presurosos que esta hora fugitiva y de los aún na y 'a veces pistolas; pero todos
sólo advierten la epidermis de los increados: están munidos del terrible lazo del

34
que más de una vez tendré ocasión atardecer, visitando los negocios de cortados, sobre el que reposa una
de hablar, asi como de las no menos los europeos, que aquí como 'allá superficie de ladrillos llamada te-
peligrosas bolas. No existe algo se esmeran en la brillante presen- rraza; el pavimento también de
más elegante que un gaucho al ga- tación de sus vid:rieras. No hay¡. ladrillos, unas sillas de madera
lope, alzado el poncho,con la ter- quizá, lugar tan preocupado por el confeccionaqas en Estados Unidos,
cerola apoyada en el muslo y en lujo en el vestir de las mujeres una mesa, un lecho, en los muros
actitud oblicua." como esta ciudad de América. Todo ni papeles pintados, ni cuadros.
El dibujante y pintor de Cham- lo sacrifican al engalanamíento de Rara vez una alfombra ... Mosquí-
béry, Carlos Enrique Pellegrini, sus personas y muchas que duer- tos, ratas, hormigas."
que vivió en 1828 en Montevideo men en un mal lecho y apenas tie- Recién llegado de Paris, Pellegrí-
durante unos seis meses, dirá en nen qué comer, salen' más elegan- ni, que según SUs palabras disponia
carta dirigida a su madre el 28 de temente vestidas que una dama de de SUs pinceles para abrir todas
abril de ese año que la ciudad tiene rango. las puertas montevideanas "hacia"
de quince a veinte mil habitantes, "Pero, en cambio, ¡qué pobreza, las más bellas mujeres sobre todo",
entre los cuales un diez por ciento qué desnudez en el interior de sus no se adaptaba, indudablemente,
eran franceses. casas! Cuatro muros blanqueados con sus 28 años y su titulo de in-
"Por las veredas mal enlosadas con habitaciones de un solo píso, geniero, a la sencillez de sus vi-
--le escribe-- pasean las damas al un techo de tirantes groseramente viendas.

Persp,ectiva del Oeste 'de la ciudad (año 1848). Autor: Besnes e Irigoyen.
A mediados de 1828 tomaba
puerto en Montevideo la corbeta
Chanticleer. El principal objeto de
su viaje era descubrir la verdadera
forma de la tierra mediante una
serie de experimentos con péndulo.
En ella llegó el cirujano; inglés
N. H. B. Webster, que luego recogió
en un libro sus recuerdos de la
larga travesía.
Webster comenta que las calles
tienen solamente una lámpara de
cuando en cuando; que el comer-
ciante que está interesado en los
negocios marítímos tiene su mira-
dor, una especie de torre de obser-
vación, donde con su largavista ob-
serva el distante horizonte hacia
el este, ansioso por el esperado
arribo de algún velero; que los
tenderos son españoles; que en el
mercado se venden gran cantidad
de caracoles que Se utilizan para
hacer sopa; que la ópera, cuyas
funciones se efectúan los domingos
y jueves, es el único entretenimien-
to público, .excepto en la temporada
veraniega, cuando las carreras de
caballos atraen a un público entu-
siasta; que en las intrincadas evo-
lucíones de un "minuet" no es raro
ver a una niña de ocho años, con
la gravedad e importancia de una
adulta; qUe pese a la abundancia
de vacas se importa manteca ir-
landesa; que tan pronto se tras-
ponen las murallas de la ciudad, se
presenta la mísma escena de re-
pugnante suciedad que apuntan
casi todos los viajeros.
Aún los ímperiales brasileños son
dueños .de Montevideo, pero el l'
de mayo de 1829 el gobierno patrio
hará su entrada en la ciudad por
Detalle de la acuarela de Besnes e Irigoyen "Vista del muelle viejo el viejo Camino Real, hoy avenida
y bóvedas" laño 1848). Agradada, recibiendo el fervoroso
homenaje popular.
36
El mercado, observado desde el mirador de Juan M. Pérez (Sarandí y plaza Independencia actuales).
37
E n momentos en que el general
Fructuoso Rivera asciende a la
primera presidencia de la I Repú-
EN LOS PRIMEROS
blica, veinte años de guerra 'habian
reducido al máximo los recursos
económicos del pais.
TIEMPOS DEL URUGUAY
El antagonismo que distanciaba
a los hombres de Montevideo y de
la campaña también se hacía visi-
INDEPENDIENTE
ble entre quienes habian sido. en el
ámbito de la ciudad, aportliguesa-
dos, abrasilerados o portl:ñistas.
Las clases dirigentes --doctoJ:es, co-
merciantes, grandes hacendados--
cuando no repudiaban abiertamente
el sistema artiguista lo sepultaban
en un total olvido, actitud que pos-
tergó por largos años el juicio defi-
nitivo de la historia. y por cuya ventura volverian a sa- en pOSlClOn de a la carga, en una
No obstante este esencial cambio crificarse una y cien veces, porque pista cercada, a los efectos de en-
politico en la vida nacional, Se su- eran grandes patriotas; del pais se sartar con las lanzas la sortija col-
cederían los choques entre los cau- olvidaban en absoluto frente al gada en hilera al través de la pista.
dillos que habian posibilitado nues- problema de cuál de ellos dos ocu- Estaban presentes jueces compe-
tra vida independiente -Lavalleja paria la Presidencia y tendria sub- tentes, quienes entregaban los pre-
y Rivera- y luego la dilatada y yugado al otro." mios a los ganadores, mientras que
devastadora lucha por el derecho grupos de espectadores vestidos con
de dominio del país entre nuestros NUESTRAS FESTIVIDADES ropas coloridas y llamativas, llena-
dos primeros presidentes -Rivera ban el aire con algarabía. A poca
y Oribe- con la asistencia y, por VISTAS POR UN SUECO distancia se veía un joven gaucho
supuesto, poderosa influencia de Con el sueco Carlos Eduardo montando un caballo chúcaro que
aliados extranjeros, Bladh retomamos la voz de los via- hacia toda clase de saltos a los
Cabe recordar el juicio de Eduar- jeros. Es tipica su descripción de costados y hacia arriba [corcoveas]
do Acevedo, en sus "Anales". refi- las bulliciosas celebraciones aue se a los efectos de librarse del jinete,
riéndose al primer conflicto: "Siem- realizaban en carnaval y durante pero éste estaba como clavado en
pre, invariablemente, el mismo mó- las fiestas mayas, en las que se con- el lomo del bagual sin tener reca-
vil de predominio personal, Cada memoraba, durante tres dias, el
uno de los dos grandes caudillos do alguno. Otra diversión que me
comienzo del movimiento revolucio- llamó mucho la atención era la en-
procuraba poner el pie encima del nario bonaerense de 1810:
otro, Rivera a titulo de su mayor "Los dias 25, 26 y 27 de Mayo trada de un toro salvaje, también
volumen político y militar durante se festejan anualmente con varia- jineteado por un gaucho. El toro
las campañas de Artigas; Lavalle- das diversiones, Entre otras pude hacia lo indecible en sus piruetas
ja por su Cruzada de los Treinta ver [1831] una especie de calesita. para líbrarse del jinete, a veces ti-
y Tres en momentos en que Rivera instalada en la plaza mayor de la rándose al suelo con fuertes bra-
todavia continuaba adherido a la ciudad. Un grupo de jóvenes de midos, en cuyo momento el jinete
dominación portuguesa. Del país en buenas familias se habian disfra- momentáneamente dejaba el toro,
que ambos habian sacrificado todo zado de gauchos y andaban a ca- para en seguida montarlo cuando
cuanto tenían y todo cuanto valían ballo a toda carrera con las lanzas éste se levantaba.

38
"El carnaval se festejaba aquí en "Al presente, las causas políticas, perspectivas de esta última ciudad.
la mísma forma que en Buenos así como otras, le dan superioridad "En poco tiempo, las casas de
Aires, con bailes de disfraz, juegos a la Banda Oriental, cuyo comercio ladrillos, pequeñas y bajas de Mon-
de agua y arrojando huevos, etc. aumenta diariamente, mientras el tevideo, serán suplantadas por edi-
Especialmente se tiraban huevos de Buenos Aires declina. Bajo la ficios espaciosos y elevados, de gus-
contra las casas en las cuales vi- mediación de Inglaterra, el territo- to europeo, que ya se están cons-
vían muchas mujeres. Éstas se re- rio de la Banda Oriental forma un truyendo por el lugar."
fugiaban en las azoteas, pero allí Estado integral. Brasil y Buenos Muy poca gente caminaba por las
estaban de nuevo expuestas a los Aires fueron a la guerra y agota- calles cuando las recorre Robert-
ataques de los vecinos, porque ron mutuamente sus recursos, con son. Casi todos eran jinetes que
enormes pilas de huevos llenados la esperanza de redondear sus te- realizaban compras, vestidos con
con agua habían sido acumulados rritorios anexándose estas llanuras. ponchos rojos y multicolores, de los
en las azoteas; siempre había sufi- Por lo tanto, Inglaterra se ha he- cuales nos brinda este retrato:
cientes hombres y jóvenes, quienes cho, en cierta medida, guardiana "Usan espuelas extraordinariamen-
con gran fuerza tiraban las bombi- de la independencia de Montevideo; te pesadas que resuenan contra el
tas traidoras. En estal? fiestas par- bajo los mismos auspicios, los limi- suelo cuando caminan y, en lugar
ticipaban todas las clases sociales tes de los dos Estados quedan por de botas, introducen sus piernas en
en los entretenimientos públicos; ser ajustados, de acuerdo con los pieles de patas de caballo estira-
se Ve en estos momentos en las términos de un convenio hecho en- das, las que llegan hasta un par
calles y en las plazas una multitud tre ellos al finalizar la guerra. La de anchos pantalones bajo la ro-
de gente mejor y peor, gauchós, ciudad está protegida todavía, al dilla: esto deja el pie casi desnudo.
negros e indios. este, por sus fortificaciones; pero Sus estribos son de madera o bron-
"Los negros, de los cuales una de acuerdo con el tratado brasileño, ce, de forma triangular, y tan chi-
gran parte son libres, el resto es- éstas deben ser destruidas." cos que, en lugar de admitir todo
clavos, son especialmente dados a el pie, son enganchados en los de-
los placeres. En un lugar abierto, EL PROGRESO EDILICIO dos grandes -operación penosa pa-
afuera de la parte sur de la mura- ra cualquiera-, excepto para un
SE ACELERA gaucho. Cuando desmontan, arro-
lla, se les ve todos los domingos
de tarde en grupos, según cada Montevideo va cambiando rapl- jan las riendas sobre el pescuezo
nación, cantando sus canciones y damente en su aspecto edilicio, pro- del caballo, el que no Se mueve de
bailando sus bailes tipicos." yectándose -fuera de las murallas su sitio hasta que el jinete vuelve
Escapando apenas a un temporal que se empezaron a abatir en a saltar sobre su lomo."
del sudoeste, arriba nuevamente a 1829- en la Ciudad Nueva, deli- El impenitente viajero italiano
neada entre las calles Ciudadela y Gaetano Osculati no demuestra el
Montevideo, el 12 de octubre de Ejido por el coronel de ingenieros interés de Robertson por los gau-
1834, Juan Parish Robertson. La J osé Maria Reyes. chos, a su paso por las mismas ca-
navegación del Plata seguia siendo Robertson presenta este esperan- lles, a mediados de 1834, pero da-
arriesgada y se perdian muchos bar- zado cuadro: "La cantidad de edi- mos fe de que dirigió su atención
cos a causa del pampero y de los ficios nuevos y las masas de ladri- hacia el interior de las moradas.
frecuentes cambios de situación de llos y argamasa que obstruyen el De su relato extraemos este co-
los bancos de arena. De ahí el nom- tránsito por las calles, son eviden- mentario. hecho al referirse a las
bre que le daban los españoles al cias seguras del mejoramiento y casas, "siempre abiertas de par en
rio: "el infierno de los marineros." ensanche progresivos de la ciudad; par, porque las opulentas familias
Atento observador de la realidad, mientras que el estancamiento total (... ) gustan hacer ostentación de sus
registra asi la situación de la ciu- de todas estas obras en Buenos lujosos mobiliarios." "Los transeún-
dad a su llegada, con claras y dis- Aires presenta un contraste impre- tes pueden por tanto ver a cada
cretas expresiones: sionante, en nada favorable a las paso, desde la calle, las más ricas

39
-c

doncellas recostadas perezosamente Revista de la guarmclon de Montevideo por el ¡ comandante en jefe


sobre el sofá. con el abanico y con César Díaz, el 19 de agosto de 1851.
la guitarra en la mano, o con el
cigarrillo en los labios, con flores
en sus trenzas y en poco recatado
atavio, muy poco celosas de los
brazos o del seno, siempre risue-
ñas, alegres y amorosas."
A fines de 1834 llega en el barco
de S. IVI. "North Star" otro obser- 3.000 caballos para aprovechar su les sufrimientos, con un rápido gol-
vador inglés, P. Campbell Scarlett, cuero. pe mortal, continúan su abomina-
quien destaca que el mayor comer- "El modo de cazarlos, según me ble deporte durante varios dias, y
cio de exportación. en trueque de ha informado -dice Campbell Scar- luego regresan a desollar las víc-
mercaderias de Glasgow y Man- lett-. es extremadamente cruel. timas, que han sufrido una existen-
chester, son los cueros. Un conna- Los cazadores los persiguen con cia penosa, o se han desangrado
cional, comerciante de Montevideo, machetes afilados y los desjarretan lentamente hasta morir en el lugar
a via de ejemplo, habia obtenido en el mismo instante en que son que cayeron."
licencia del gobierno para matar enlazados. Sin pararse para evitar- Agrega estos conceptos, que rei-

40
teran, en su mayoría, los visitantes: sebo en Montevideo." Seguidamen- SE SUCEDEN LOS
"Como los habitantes de la Banda te escríbe: "Exceptuando barcos de MOVIMIENTOS
no tienen manufacturas ni agricul- cabotaje de pequeña carga, el co- ANARQUICOS
tura que atender, no hay gente más mercio de este rio se lleva a cabo
ociosa, excepto las que tienen la en bodegas extranjeras, invariable- Gobernaba eÍ general Manuel
ocupación de embarcar cueros y mente." Oribe en momentos de la llegada
de Campbell Scarlett, que opina
asi de los aspectos politicos: "En
esta República, un partido ambi-
cioso sucede rápidamente a otro
Vista desde el Cerro, captada a 'mediados del siglo XIX por Dulin. en el timón de los asuntos públicos,
Litografía de Sabatier. y, como en todos los estados del
Típica ~scena de mediados del siglo XIX en las azoteas montevideanas.

42
Nuevo Mundo, la conspiraclOn y
las revueltas son atributos eternos
del republicanismo. Asi la implan-
tación de cualquier medida buena
y permanente es detenida en sus
comienzos, y la única probabilidad
de que un partido nuevo alcance
el poder, se presenta cuando la
gente, injuriada por muchos abu-
sos del mismo, no le aguanta por
más tiempo.
"En Montevideo hay un presiden-
te que es un mero instrumento del
general más popular que reciente-
mente ayudó a echar el gobierno
anterior y que, como Rosas en Bue-
nos Aires, probablemente será pre-
sidente él mismo en cuanto se le
antoje."
Los movimientos anárquicos los
habia iniciado Rivera en 1826. en
la época que Lavalleja ejercia el
cargo de Gobernador y Capitán
General de la Provincia, actitud
que reiteró en visperas de los co-
micios de 1830. Lavalleja a su vez
habia depuesto a la Junta de Re-
presentantes y al Gobernador De-.
legado Joaquin Suárez y se habia
erigido en dictador en 1827. Se al-
zará en armas en 1832 y 1834,
durante la primera presidencia de
Rivera, quien movilizará sus parti-
darios en 1836 y 1837, sublevándose
contra Oribe. Auscultando sin duda
la opinión pública o la del cónsul
inglés Samuel Hood, a fines <le
1834, Campbell Scarlett intuia los
sucesos sobrevinientes que culmina-
rian con la renuncia del 2- Presi-
dente Constitucional.
En 1838 los franceses hicieron
alianza con Rivera contra Rosas.
Una de sus consecuencias fue el
largo bloqueo a que fue sometida
En lo zona de lo Aguado. Fragmento de una acuarela de José A.
Buenos Aires. El comercio se cen-
tralizó en Montevideo y la ciudad Héquet (década de los años 60 del siglo XIXI.

43
adquirió un vigoroso impulso con bandas de mUSlca y realmente no con nuestro gobierno. y en su ho-
el incremento del potencial huma- conozco gente que parezca diver- nor los comerciantes ingleses die-
no. Tendrá unos 50.000 habitantes tirse tanto como ellos. Muchos se ron una gran cena y baile a los
al producirse en 1843 la invasión han hecho bastante ricos en pocos qUe asistió el presidente. Con su
del ejército argentino comandado años, debido a la gran demanda aguda vista observa WhittIe: "El
por Oribe. de casas, construidas por ellos en baile tuvo lugar en la mansión más
la parte alta de la ciudad. Cons- grande de la ciudad. Todos los
EL ALUD COSMOPOLITA tituyen una clase inteligente, mo- «patios» fueron cubiertos y las pa-
"Hay pocos lugares en el mun- derada e industriosa. Superior en redes adornadas con colgaduras es-
do -escribe el viajero inglés W. muchos aspectos a nosotros, aun- triadas. Los diferentes salones pre-
WhittIe, que llegara al Uruguay el que, ciertamente, muy lejos del sentaban un aspecto soberbio; todo
13 de junio de 1842-, diría nin- maquinismo; pero eso debemos es- lo qUe pudiese agradar a los ojos
perar [que lo logren.]" y agregar belleza a la escena, se
guno de su tamaño, donde la comu-
nidad se forme de tan diferentes La mayoria de las calles mon- había escogido sin reparar en el
naciones. Aqui se pueden encontrar tevideanas seguían teniendo en la gasto. En el baile se debían ver
españoles, brasileños, italianos, época un solo piso, pero en la zona algunas de las más bellas mujeres
franceses, ingleses, portugueses, comercial había edificios de dos y de Sud América, y no eran pocas;
hamburgueses, suecos, prusianos y de tres, cuyos patios estaban, en estaban todas espléndidamente ves-
a veces rusos; también americanos general, rodeados de galerias. tidas, y parecian disfrutar muchísi-
y sardos." Las circunstancias poli- Dichos patios estaban comúnmen- mo. Los franceses, sardos y unos
ticas rioplatenses habían decidído te pavimentados de mármol, en pocos brasileños, contribuyeron a
esta densa corriente de inmigrantes cuadrados o rombos blancos y ne- la alegría de la noche.,. Esta te-
que desplazaban, con su laboriosi- gros. Plantas con flores, naranjos, nida nunca se habia dado en esta
dad, al habitante autóctono de la a veces en jarrones de mármol, y parte del mundo y no será fácil de
ciudad, pero que al afincarse en figuras colocadas aquí y allá le olvidar. Costó a las casas británi-
ella y formar su hogar, luego con- daban a las residencias, una her- cas más de mil libras,"
tribuyeron á su rápido progreso. mosa y amena apariencia. Al comienzo de enero de 1843,
Refiriéndose a los vascos, muy El presidente Rivera, qUe se en- había 113 embarcaciones en el
numerosos por cierto, díce VlhittIe contraba en campaña, hizo su en- puerto de Montevideo, excluyendo
"Se supone que son cerca de diez trada a la ciudad el 20 de julio los buques de guerra, y 43 en Bue-
mil. Ellos traen y retienen consigo de 1842, escoltado por un cuerpo nos Aires. Pero durante el último
sus costumbres y forman un pequeño de guardia formado por caballería período de la residencia de Whittle
mundo. Tienen sus propios lugares de soldados guaraníes. El adverti- en el país -partió de regreso a su
de esparcimiento, como los billa- do Whittle describe así la escena:
"Es un hombre de aspecto impre- patria el 2 de diciembre de dicho
res, cafés, salones de baile, etc., y año-- su comercio estaba en un es-
en domingos y feriados los jóvenes sionante, de cutis oscuro y que
aparenta cincuenta años de edad. tado deplorable y no se vendían
de Montevideo concurren a jugar mercaderías. Ante el asedio del
a la pelota vasca, cuando tienen Estaba vestido con uniforme de
deseos de jolgorio. general, con profusión de encajes ejército de Oribe, no tuvo otra al-
"Muchas de las mujeres son ex- dorados y charreteras de oro; las ternativa WhittIe que abandonar la
tremadamente bonitas y muy viva- tropas presentaron armas cuando ciudad. "Espero que antes de mu-
ces. Generalmente hablan tanto pasó." cho -nos dirá al partir- amane-
francés' como español, puesto que Una serie de bailes y entreteni- cerán días más brillantes, cuando
su región de origen está entre am- mientos se programaron a su lle- en vez de cortarse el cuello unos a
bos países; pero ninguno de los gada. El embajador británico vino otros, la gente vuelva su atención
dos con acento puro, como puede de Buenos Aires para ratificar un a promover las artes de la paz, el
imaginarse. Tienen varias buenas tratado de comercio y navegación comercio y la civilización,"

44
Matanza de ganado. Dibujo de D. Maillard, según un croquis.
45
En horas de la tarde del 16 de
febrero de 1843, el ejército de Oribe
desplegaba sus banderas' y anun-
TESTIMONIOS
ciaba con una salva de veintiún
cañonazos su llegada al Cerrito,
iniciando así el llamado Sitio Gran-
DEL SITIO
de de Montevideo.
"El día era hermoso", nos dice
Isidoro de María en sus Anales.
"Los puntos más dominantes de la
ciudad, como la plaza Cagancha,
estaban llenos de gente, con la vis-
ta fija en el Cerrito."
Dos años después Inglaterra,
·aliada a Francia, decidió abrir por
la fuerza la navegación' del río
. Paraná, para auxiliar a la· provin-
cia de Corrientes que había hecho
alianza con la provincia indepen- mismo tono: «Cierto, general, uste- tes, dijo: «Uds. no conocen al se-
diente del Paraguay contra Rosas. des los harán, pero con la diferen- ñor Pouce!. Él tiene la manía del
El suceso dio lugar a que Oribe cia de que una buena inmigración arado.»"
confinara en Durazno a los fran- dará al país en diez años, un nú- En agosto de 1846, al ser libe-
ceses e ingleses radicados en el mero de agricultores que los orien- rado, se dirige a Montevideo y a
interior uruguayo, especialmente en tales no podrán fabricar en cien mediados del año siguiente parte
las costas del Plata y del Uruguay. años, y mientras tanto el país de- hacia Europa. Levantado el sitio,
Uno de dichos prisioneros, Ben- sierto continuará sufriendo los ma- regresa al Uruguay a trabajar en
jamín Poucel, establecido en la les que 10 agobian.» su establecimiento coloniense. De
confluencia del arroyo Pichinango "Varios de los asistentes, desco- su estada en Montevideo nos ha
con el Rosario, con establecimiento nocidos para mi, parecieron cho- dejado, entre otras, esta sabrosa
dedicado preferentemente a la ex- cados por mi respuesta, y sin duda pintura de ambiente.
plotación de lanares merinos, nos Oribe lo percibió, porque replicó en
relata así, 18 años después, el si- tono brusco: <<¡Tanto mejor! esta- LA VIDA SOCIAL DE LA
guiente diálogo sostenido con el remos más a gusto.»
general Manuel Oribe en oportu- "Evidentemente esta respuesta CIUDAD
nidad de una entrevista que le con- era de circunstancia, y en efecto, "En un país donde las diversio-
cediera en su cuartel general, adon- ella concitó la aprobación unánime nes públicas son casi nulas, le ha-
de acudiera para interceder por los de todos ... cia falta al carácter afable y con-
detenidos en Durazno. "Yo no me desconcerté y repli- versador de los habitantes del Pla-
" ... «He aquí, dijo [Oribe], nues- qué sin vacilar: «No es menos cier- ta, una idiosincrasia que compen-
tro criador de merinos que me pre- to que hasta que esas doce mil sara la ausencia de estas distrac-
dica agricu1tura e inmigración, j co- lanzas (mostrando el campamento) ciones. De ahí ha nacido una cos-
mo si nosotros los orientales no no se cambien en otros tantos ara- tumbre desconockia-en -el norte de
fuéramos capaces de hacer bastan- dos, la pa,tria de Su Excelencia no Europa, pero trasmitida por la pe-
tes niños para poblar nuestro habrá entr1iQ.o en las vias del pro- nínsula española a su antigua co-
país!» greso social.» lonia. Esta clase de divertimientos
"Yo no vi en esta salida más que "Oribe me interrumpió brusca- se llama la tertulia. Las ~hay de
una ocurrencia, y respondí en el mente, y dirigiéJ1...dose a sus visitan- distintas clases: la tertulia de baile.

46
que representa nuestra velada dan- que se entrechocan a las carcaja- se han presentado casi siempre
zante o el baile, es la grande; la das repetidas de una risa que se provocándolos; esto es verdadera-
tertulia de canto, nuestra velada eleva, a veces, a proporciones ho- mente un mérito, y no es nuestro
musical; la tertulia de los hombres, méricas. Los entreactos de ese vo- ánimo defraudar de él a los defen-
que se reúnen periódicamente, cada devil, entre el patio y la calle, son sores; pero téngase presente que
24 horas, en el mismo lugar, para tan numerosos como variados; pero en treinta meses de asedio el ejér-
hacer la partida de naipes -sobre 10 más frecuente es un impulso cito enemigo ni una sola vez ha
la misma mesa, ésta muy simple-; repentino que arrastra a los asis- intentado un ataque formal; es de-
pero la que lo es menos, es la ter- tentes al patio, para recoger -€n cir que jamás nos ha puesto a
tulia de fundación, o sea de fami- el claro de luna- los ramilletes prueba; sin que por esto preten-
lia, la verdadera tertulia hispano- de flores, de los cuales las damas damos establecer que comprendién-
americana. Ahi los intimos de la son pródigas para con los caballe- dolo nos habría vencido, bien que
casa, parientes o extraños a la fa- ros. Si la concurrencia es nume- hemos abundado en explicaciones
milia, se reúnen cada noche por el rosa, varias damas de la casa se para probar el riesgo que' había-
placer de estar reunidos. Las da- rlóparten la galante faena, pero, mos corrido; ·no por falta de valor,
mas rodean la mesa de trabajo, cuando se encuentra un recién ve- que por el contrario ha sido bien
las personas jóvenes alternan entre nido o una persona de categoria, probado, sino por incuria y por la
la labor, la lectura o la música, y es generalmente la dama de casa inexactitud y abandono Con que
los hombres -si no están en la la que ejerce la galanteria del ra- casi siempre se ha hecho el servicio.
mesa de juego-- mariposean entre mo, entregándole el primero al ... Convengamos, pues, que pon-
las dos mesas o alrededor del pia- personaje ... " derar tanto la resistencia de Mon-
no. A las diez se trae el té que es "Así se pasa una noche de vera- tevideo es exagerar y desfigurar
servido por la señora de la casa no -agrega Poucel"':- tan bella los hechos, salir de la esfera de la
o una de sus hijas, indistintamente. en esos países, a menos que los ar- realidad, y vestirse de una pompa
Ésta es ayudada en este trajin por dores del dia no hayan dado el postiza, qUE;!rerse rodear de una
uno de sus galantes convidados; deseo de pasar la velada en el aureola de gloria más radiante que
luego se separan, poco a poco, sal- agua, pues es un placer muy co- la que verdaderamente se ha ad-
vo que un impulso repentino no rriente el baño nocturno en las quirido. Porque es cierto, Monte-
arrastre los jóvenes al salón, para costas del río. A los asistentes se video ha adquirido gloria; pero
bailar un galop o ejecutar unas les ruega acompañar a las damas; ésta únicamente consiste, no en la
vueltas de valse, para' disponer el se va al baño con el paseo." sangre que se ha derramado a pura
cuerpo al descanso. Así es cómo se pérdida, puesto que no ha tenido
pasa la tertulia cotidiana. por objeto rechazar un solo ataque
Fuera de la tertulia como tal, UNA VOLUNTAD DE sino satisfacer, la mayor parte de
o más bien otra fase de esta mis- SUPERVIVENCIA las veces, el capricho y la cruel
ma tertulia familiar, consiste en Aunque, contestando a los pane- vanidad personal de los jefes que
pasar la velada delante de las giristas de Rosas, el general Mel- estaban obligados a economizarla;
ventanas -'-generalmente enreja- chor Pacheco sostenía en Pai:ís que la gloria que Montevideo ha adqui-
das-, pero abiertas en toda sU en nuestras guerras se moria como rido consiste esencialmente en la
amplitud y sin luz en el salón. Es en todas las guerras, éste es el co- constancia, en el tesÓn con que
la tertulia que hay que llamar de mentario que le sugiere al general siempre han estac;lo sus defensores
cotorrear, o sea de conversar. char- Tomás Iriarte en sus Memorias el dispuestos a morir antes que aban-
lar, de la palabra cotorra (perru- Sitio de Montevideo, a los treinta donar el puesto, si los enemigos
che). He aquí un fuego graneado de meses de iniciado: intentasen forzarlo, consiste en las
propósitos, un caos de ideas super- -" ... Aunque parezca incomprensi- privaciones que con resignación han
puestas, en fin, una verdadera es- ble, los agresores han estado a la sufrido, en la lealtad con que se
caramuza (guerrilla) de palabras diligencia, y los bloqueados los que han mantenido firmes cuando nin-

47
Escena de los salones ciudadanos de Montevideo. Fragmento de un óleo de Pedro Figari.

48
guna esperanza tenian de salvarse, beras, de manera de hacer sospe- estranjeros sostenian el sitio de
cuando no había uno solo que no char que su independencia respec- Montevideo, deCían la verdad, cuan-
calculase que a la larga los enemi- tiva es una <:reación bastarda i con- do han negado derranlar su san-
gos tríunfarían." traria a la naturaleza de las cosas. gre en Montevideo, Como en su pa-
Allí, dentro de las murallas de Un ejército arjentino sitiaba la tria, por sostener sus intereses, sus
"la Nueva Troya", como la llamara plaza a las órdenes de un montevi- preocupaciones de espírítu i su par-
DUmas, convívieron en las redac- deano; i la plaza había improvisa- tido, se ha pretendido una de las
ciones de los diarios y en los pues- do i sostenido su resistencia a las maldades mas flagrantes, aunque
tos de lucha los poetas proscríptos órdenes de un jeneral arjentino. tenga el apoyo de la conciencia
de la Argentina. Hombres como La prensa del Cerrito redactábanla de todos los americanos. Sé que la
Florencia Varela, el joven artíllero montevideanos i la de Montevideo vieja ojeríza española animada en
Bartolomé Mitre, Esteban Echeve- los arjentinos; i en ambos ejércitos nuestros corazones, i fortificada
lTia, Juan María Gutiérrez, Juan i en ambos partidos, sangre i vic- por el orgullo provincial de esta-
Cruz Varela, José Rivera Indarte, timas de una i otra playa, <:onfun- dos improvisados, se irrita i exas-
Hilaría Ascasubi, Luis L. Domin- dian sus charcos o sus ayes en la pera a la idea solo de dar a los
guez, José María Cantilo y Juan lucha que fomenta el rio que los estranjeros en nuestro suelo toda
Thompson, y otros que no fueron une en lugar de dividirlos." la latitud de acción que no tene-
poetas pero sí grandes figuras de Agrega este juicio que vale la mos nosotros; pero hace ya tiempo
su tiempo, como López, Alberdi, pena recordar: "No son ni arjen- que el guante está echado entre
Sarmiento. tinos ni uruguayos los habitantes ella i yó, i cuando el curso de una
Precisamente a Domingo Faus- de Montevideo, son los europeos vida entera no lograra mas que
tino Sarmiento corresponden estas que han tomado posesión de una mellarla un poco, me daría por
penetrantes impresiones: " ... Sor- punta de tierra del suelo ameri- bien pagado de los desagrados que
prende esta unidad de las dos rí- cano. Cuando se ha dicho que los puede acarrearme. La historia toda

Ei teatro de Solís y lo Pasivo laño 18561. Dibujo de H. Bertet.


Perspectiva tomada desde el campamento de la igle sia del Reducto}en 1884. Fragmento. de una litogre-
fia de A. Godel.

50
entera de estos bloqueos i de estas perpetúan, haciendo buena alianza Habitantes de la ciudad
intervenciones europeas en el Rio la roja boina vasca, con el chiripá. OrieIi'taies-------- --m3i
de la Plata, que traen exasperados Descendiendo a las estremidades de
los ánimos españoles-americanos la población, escuchando los chí- Americanos 3.170
por todas partes, la leo escrita so- cuelas que juegan en las calles, se Europeos 15.252
bre el rio mismo, en las calles j oyen idiomas estraños, a veces el Africanos (libres) 1.344
alrededores de Montevideo. Cubren vascuence que es antiguo fenicio, a
la bahía sin número de bajeles es- veces el dialecto jenoves que no Mucha parte de los vecinos nacidos
tranjeros; navegan las aguas del es el italiano. Hé aqui el orijen de en la ciudad, habían emigrado hu-
Plata, los jenoveses como patrones la guerra del Plata tan porfiada!" yendo de los horrores del sitio;
i tripulación del cabotaje; sin ellos Estos hechos de 1843 daba' el pa- pero otro tanto habían hecho los
no existiria el buque que ellos han dron estos curiosos resultados: inmigrados, puesto que desde 1835
creado, marinan i cargan; hacen
el servicio de changadores, robus-
tos vascos i gallegos; las boticas
i droguerias tiénenlas los italianos;
franceses son por la mayor parte
los comerciantes de detalle. París
ha mandado sus representantes en Lo calle del 18 de Julio, un lejano día de feria de 1885.
modistas, tapiceros, doradores i pe-
luqueros, que hacen servidumbre
artistica de los pueblos civilizados;
ingleses dominan en el comercio de
consignación i almacenes; alema-
nes, ingleses i franceses, en las ar-
tes manuales; los vascos con sus
anchas espaldas i sus nervios de
fierro, esplotan por millares las
canteras de piedra, los españoles
ocupan en el mercado la plaza de
revendedores de comestibles, a fal-
ta de una industria que no traen
como los otros pueblos en su ba-
gaje de emigrados; los italianos
cultivan la tierra bajo el fuego de
las baterías, fuera de las murallas,
en una zona de hortaliza surcada
todo el día por las balas de ambos
ejércitos; los canarios, en fin, si-
guiendo la costa, se han estendido
en torno de Montevideo en una
franja de muchas leguas, i culti-
"van cereales, planta exótica no ha-
ce diez años en aquellas praderas
en que pacianga!1ados hasta las
goteras de la ciudad. Todos lOE
idiomas viven, todos los trajes se

51
clamas y 'a hacer leyes o no hacer-
las, a hipotecar rentas, o llevar a
cabo cualquier resolución que le
fuera ordenada por los dichos go-
biernos.
"Los habitantes de la ciudad es-
taban divididos en diversos bandos.
Primero estaban los exportadores,
cUYos negocios en algodón, lana,
quincalla, etcétera, permanecían eS-
tancados por las acciones de gue-
rra. Este bando condenaba la gue-
rra en alta voz como inútil por el
ningún efecto que producia y como
¡'uinosa para ellos; también se la-
mentaban de que, por la confian-
za puesta en la intervención armada

Vendedor de pescado. El dibujo


de Miguel J. Bosch documento una
escena cotidiana en los calles
montevideanas hada 1887.

la mujer uruguaya luce su elegancia en esta salida de misa de 1887.

a 1842, habian introducídose 33.136 te Lauchlan Bellíngham Mackin-


de ellos. La ausencia de los prime- non, que en 1848 relatara, en un
ros no altera en manera ninguna libro publicado en Londres, aspec-
las proporciones, tanto mas que se tos de la llamada intervención ar-
tuvo en cuenta a los ausentes al mada de Inglaterra y Francia en
tomar razon de sus familias. Tene- el Rio de la Plata.
mos, pues, que Montevideo, nurne- "En este periodo --dice Mackín-
ricamente hablando, se compone de non-, la ciudad de Montevideo se
estas proporciones, de las cuales hallaba en un estado de discordia
dos i medio son arjentinos, 11 mon- y de caos que superaba todo lo
tevideanos, 15 europeos." imaginable. Los altos funcionarios
Esta perspectiva de la situación de los dos paises más poderosos
de Montevideo corresponde a la del mundo eran, de facto, los go-
estada de Sarmiento en la ciu- bernl;l.ntes de la ciudad, porque los
dad desde el 14 de diciembre de gobernantes nominales dependian
1845 al 25 de enero de 1846. enteramente de ellos. Y, en con-
Este último año, en agosto, se secuencia, las autoridades locales
encuentra en Montevideo el tenien- estaban dispuestas a expedir pro-

52
de Inglaterra, habían amplíado el
crédito al extremo, y por ese mo-
tivo perdían grandes sumas de di-
nero. Después venían los abaste-
cedores de los buques. Éstos gana-
ban dínero por la extensa circula-
ción de la moneda de John Bull
y estaban cobrando a precios muy
excesivos todo lo necesario para
la provisión de los buques ingleses
y sus tripulaciones ... " "Los nati-
vos de la ciudad -agrega el oficial
británico- eran pocos y todos eran
tenderos y dependientes de casas
inglesas, cuyas opiniones nadie te-
nia en cuenta. El resto de la po-
blación estaba formada por vascos,
por italíanos y negros líbertos."
A mediados de 1853, el artista
inglés Robert Elwes, que durante
dos años viaja alrededor del mundo
realízando un recorrido total de
36.000 millas, llega a Montevideo
y en su líbro publícado poco tiem-
po después en Londres reitera con-
ceptos de otros viajeros: "El pue-
blo necesita un gobierno estable
para ser el más rico del mundo.
No hay limite para el número de
vacunos, caballos, etc., que pueden
producir; pero no hay ninguna se-
guridad para que alguien invierta
din~ro en tal pais." Elwes abando-
na pronto Montevideo pues ambos
ejércitos convertian su permanen-
cia alli, según sus propias palabra~.
"en cualquier cosa menos en agra- La Aduana, La Bolsa, la· sociedad "La Lira" y el teatro Politeama
dable". "Los de afuera -nos diee- (Colonia y Paraguay actuales), en 1890.
disparan si ven a alguien cerca de
las lineas, y los de adentro tienen
la costumbre de enlazar a la gente se ha convertido en una especie de luchando por la libertad del país.
y robarla, si uno se aGerca al refugio para los vagabundos des- Las naves de guerra también van
desembarcadero por la noche." contentos de todos los países de a proteger el lugar; los franceses
Robert Elwes nos dejará este jui- Europa. Ingleses, franceses, italía- desembarcan sus tropas, los ingle-
cio tajante y realísta: "Montevi- nos, alemanes, vascos, van allí corno ses, sus marinos, pero apenas sa-
deo no sólo está sufriendo la deso- mercenarios, se llaman a sí mismos ben por qué están luchando, o a
lación de un largo asedio, sino que patriotas, y consideran que están quién están apoyando."

53
y como todo tiene. su tiempo, la
Guerra Grande dio paso a la anhe-
lada paz, el 8 de octubre de 185l.
DESPUES DE LA
Con ella se iniciaba una etapa de
gravitación fecunda en el desarro-
llo de Montevideo y, por supuesto,
GUERRA GRANDE
de todo el pais.
Se abre asi a la curiosidad de
nubes de viajeros, lo que ha dado
en llamarse el Uruguay moderno.
Llegan asi, a Montevideo, en lo
que resta del siglo, para citar al-
gunos nombres, ingleses como C. B.
Mansfield, William Hadfield, Wood-
bine T. Hinchliff, W. Parker Snow,
Thomas J. Hutchinson, H. C. Ross
Johnson, T. H. Murray, Richard F.
Burton, G. Morand y W. R. Ken-
nedy; alemanes como Paul Wilheim al fuerte impulso de una florecien-
Wurtemberg, Otto Grashoff y Her- "te economía.
mann Burmeister; el estadouniden-
RETRATO DE GIRO Época ésta de la segunda mitad
se Frank Vincent; el sueco C. Visité al presidente de la Re· del siglo XIX, de promotores in-
Skogman, los italianos Dr. Paolo pública, don Giró, quien me re· fatigables del ahorro y de la pe·
Mantegazza y Angelo Scalabrini; cibió en su aposento oficial de queña propiedad como Francisco
los franceses Edmon Cotteau, Eu- la Casa de Gobierno [ ... ]. Era Piria, de las "alucinantes" opera-
gene de Robiano, Edouard Montet. un salón bastante amplio, lleno ciones económicas de Samuel Lafo-
Comte de Saint-Foix, Ernest Mi- de escudos de lr[ontevideo. En la ne, de Irineo Evangelista de Souza
chel, Charles d'Ursel y Theodore sala contigua se hallaba el gabi. y de Emilio Reus.
Child; los españoles Manuel Llo- nete del jefe de gobierno. El Tiempos en los que la clase alta
rente Vázquez, Fernando Villamil presidente es un bello anciano montevideana levanta sus suntuo-
y Fernando Resasco; el argentino de noble porte, distinguido ca· sas residencias que embellecen el
Santiago Estrada; el paraguayo ballero en toda su persona, hom· Prado, el Paso del Molino y Ata-
Juan Vicente Ramírez y quien nos bre amigable y sencillo y suma· hualpa, mientras se suceden, por la
relata desde Buenos Aires las reu- mente prudente en su razona· conquista del poder politico, moti-
niones de los jóvenes montevideanos miento [ ... ]. El presidente me nes, revoluciones, levantamientos e,
del 1870, el nostálgico Manuel Mu- pidió que recorriera la Repúbli. incluso, muertes violentas de presi-
ñoz y Maines. ca, ofreciéndome su asistencia y dentes.
El corto espacio de que dispone- toda clase de recomendaciones. Ya en nuestro siglo, a partir del
mos y la rica concurrencia de visi- Este anciano señor me conmovió, cese de nuestras guerras civiles, se
tantes que arriba a nuestras costas. al llegar caminando con la más inicia una nueva etapa politica que
nos impide continuar las preceden- torrentosa lluvia a la casa de go· emprende reformas sociales que in-
tes transcripciones que iluminan el bierno, ya que no vive en el ceno novan fundamentalmente la estruc-
periodo en que aquel Montevideo tro ni posee medio de locomo· tura jurídica del país.
encerrado en la peninsula pierde ción. Florecen las artes y la arquitec-
su pasado tradicional ante la ince- Duque PAUL FRIEDRICH IVII.HELM tura: poetas, literatos, educadores,
sante llegada de inmigrantes, ex- VON IVURTTEMBERG. estadistas, políticos, científicos, na-
tendiéndose de manera incontenible cidos en Montevideo. proyectan sus

54
obras y realizaciones en el mundo
americano.
De los 268.334 habitantes que se
le asigna a la ciudad en 1900, pasa
a tener 435.000 (en números redon-
dos) en 1926 Y 1.154.465 en 1963.
Se redescubren sus maravillosas
playas sobre el Río de la Plata,
cuyas costas son modificadas a
principios del siglo por las obras
del puerto y años después por la
Rambla Sur.
Montevideo -que salva, incorpo-
rándolos a la comunidad, jardines
magníficos y parques privados que
fueron gala de la pasada centu-
ria-, adquiere prestigio internacio-
nal como ciudad balnearia. Y, des-
de luego, sigue intensificándose la
llegada de viajeros calificados que
difunden puntualmente sus obser-
vaciones en libros, diarios o revis-
tas; entre ellos, "El Tigre" Geor-
ges Clemenceau, Anatole France, el
príncipe Louis de Orleáns-Bragan-
ce, José Vasconcelos, José Maria
Pemán, Waldo Frank ...
Quizá algún dia se pueda ofre-
cer, en un libro, una compilación
de textos de viajeros de diferentes
lenguas y de todos los tiempos. Un
libro de imagen múltiple y no par-
cial y fragmentada como la que he-
mos ofrecido. Un libro tan sorpren-
dente como curioso e insólito, con
algunas inexactitudes y desenfo-
ques, claro está, pero siempre apa-
sionante, en el que junto a los re-
latos de los piratas que llegaron
a nuestras costas, leeriamos el tex-
to valioso de Murray, la crónica
rimada de Martin del Barco Cen-
tenera, el belicoso testimonio de
Manuel Llorente Vázquez y la prosa
aguda y punzante de Theodore
Detalle de la Casa de Góbierno y su cuerpo de guardia (año 1891) Child.

55
"EL DIA DE LOS CUCHILLOS LARGOS"
Los partidos políticos del país han zado tres grupos de asesinos merce· Cuando las -tropas llegaron a la
estado divididos durante mucho tiem· narios distribuidos en cada uno de plaza, dispararon -andanadas sobre la
po en dos facciones, los blancos y los tres caminos por los que Flores multitud para dispersarla. La catedral
los colorados. El partido Blanco ha· debía aproximarse al cabildo, como estaba a un costado y el cabildo en
bía '-¡;ramado una conspiración den· imaginaron que él 'haría. Una de las el otro. Durante toda una semana a
tro y fuera de la ciudad para expul· emboscadas era una casa sin termi· los partidarios blancos de 'la ciudad
sar a los Coloradoes [sic], y colocar nar por la que yo había pasado cinco se los sacó de sus casas y se los cazó
a SIL propio representante, estándose minutos antes. Y cuando Flores se y asesinó en las calles por todas par·
I'ntonces por elegir un nueL'O presi. acercó, los conspiradores se precipi. tes, tal era la furia de 'la soldadesca,
dente. Una semana antes de mi arri· taran afuera, dispararon contra el hasta que apareció una proclama púo
bo habían llegado secretamente ru· cochero y los caballos, y lo apuña. blica prohibiendo la matanza y arde·
mores de este tipo, al Gobierno, y learon hasta matarlo en su carruaje. nando que el partido culpable fuese
como Flores, el presidente, los ha· Berro, el líder de los Blancos, fue juzgado justa y legalmente. Veinte
bía desechado por no creerlos, su con una docena de sus partidarios cadáveres yacian en la prisión e iTi.
hijo Eduardo decidió 'tomar el fuerte hacia el 'fuerte para tomarlo, espe· sospechables inocentes sufrieron. Un
para proteger a su padre del partido randa que los soldados paraguayos pequeño ejército de los blancos fue
enemigo. Es a esto a lo que me re- que estaban allí desertaran inmedia· completamente destrozado fuera de
fiero al mencionar la apariencia ex- tamente y se le unieran. Mató a dos la ciudad. Todos los comerciantes
citada de la ciudad en mi primer de los soldados que se le opusieron ingleses cerraron sus casas y el ca·
desembarco. pero pronto fue dominado con sus mercio estaba completamente parali.
El plan de los conspiradores fuera acompañantes, aunque algunos de zado. Todos se armaban con un re·
de la ciudad (encabezados por Berro, éstos lograron escapar en un bote vólver. .A nadie se le permitia estar
un presidente anterior, cuando los hacia algún velero en el puerto. El en la calle después de las ocho de la
Blancoes [sic] estllvieron' en el po, hijo de Flores, Eduardo, que era noche. No se veia nada en ella sino
del') era asesinar a Flores y tomar muy joven, se enfrentó a Berro en los serenos --como nuestro "viejo
el Gobierno. Su intento comenzó pri. el fuerte; no pudo soportar que Charlies"- con linternas y un esto·
mero tirando cohetes como señal, éste se excusara diciendo que "si
él no se hubiere adelantado, los de que, gritando las horas de la noche.
fuera de la ciudad y asesinando a
todos los comandos colorados en la su propio partido 'lo habrían asesina· Veintinueve de los ciudadanos prin.
zona inmediata. El partido blanco do", ni permitió que divulgara quié· cipales -uno de ellos hermano del
luego procedió a tomar el cabildo, nes eran sus aliados. Entonces, pri. general Flores- permanecieron en el
en el lado de la Plaza. Parte de la mero abrazó a Berro, que era un estu· cabildo toda la noche para guardar·
guarnición del fuerte estaba como pendo hombre canoso de mirada apa· lo, y por la maña/l(l fueron encontra·
puesta por soldados paraguayos; y cible, . y que había sido su primer dos todos muertos por el cólera. Asi,
habían sido sobornados por los Blan· amigo; luego, retrocediendo, sacó su con crímenes al por mayor y con ¡el
cos para que se levantaran y se les revolver y lo mató. Muy en 'el estilo cólera rugiendo por. todas partes,
unieran. Pero el gobierno, habiendo de la tragedia española. [Montevideo] resultaba una variante
oído esto, los había trasladado a El presidente Flores era muy ama· muy desagradable respecto de In·
otro lugar la noche anterior. Cuando do por sus soldados' y respetado por glaterra.
el gobernador Flores, que estaba el pueblo. La noticia' de su muerte
en el fuerte, se enteró que el cabildo enfureció a la guarnición del fuerte, Rev. T. H. MURRAY.
había sido tomado, partió solo en su que inmediatamente marchó hacia el (Traducción del inglés
carruaje hacia allí. 'Se habían empla- cabildo para tomarlo [. .. J. por Hortensia Campanella)

56
1 8 6 8 - 6 9: R,I Ñ A S Y P EL EA S
La riña de gallos es todavía fa· trenar un gallo para atacar a un
varita de algunas clases, especial· hombre o a un perro. El espolón
mente entre los caballeros de la no es tan artificial como el nues-
l'ieja escuela, el militar r el clérigo. tro o el de los hindúes; es de me·
Todos van annados, con un cuchi- tal y ahuecado para que ajuste so-
llo por lo menos, más a menudo bre el arma natural, cuya curva-
con un revólver. Al local lo lla- tura imita. Se demuestra escasa
man acá Reñidero de Gallos; en habilidad en la elección del án-
Corrientes, Circo de los Gallos; gulo y las aves, en vez de ser al-
en Lima, Coliseo, r en otras. par· zadas, simplemente son arrojadas
tes Arañadal de Gallos. General- al pozo. El entretenimiento es muy
mente es un anfiteatro de madera lento y a menudo pasan horas an-
precariamente construido, con tres tes de que se -concerte una buena
o cuatro hileras de bancos levan- pelea. Como regla para los extra-
tándose en tomo de un redondel ños: "apostar al Colorado", o gallo
cubierto de aserrin. Tiene la forma ro jo; y si hubiera dos, apostar al
de una bañera de quince pies de más rojo.
diámetro, con paredes de dieciséis El ,pugilismo [el aUlor se refiere
pulgadas de alto levantadas obli· a peleas por las que se intercam·
cua o perpendicularmente, de lata, biaban apuestas], expulsado del
madera o esterilla. Las dos filas Viejo Mundo, parece llamado a en-
más bajas están en su mayoría re- contrar un hogar en el Nuevo. Re-
servadas, lo que demuestra que son cientemente una pelea por $ 2.000
privadas. Las que 'están a nivel del de cada lado tuvo lugar en el
piso son a la vez "boxes" que con- Cerro entre un individuo de Man-
tienen, cada uno, el ave entrenada; chester y un "Americano". Muchos
a los gallos que no se utilizan en nativos la presenciaron con gran
el. momento se los ata por una "engoument"; por las referencias
pata, desperdigados por el local, estaban preparados para encontrar
que resuena con su belicoso caca· el espectáculo más brutal de lo
reo. Son pequeños, comparados con que es, y quedaron encantados con
los de sangre inglesa; su alimento su juego limpio. Antes de que yo
habitual es trigo y carne cocida, y dejara el Plata se habia \concertado
.'on entrenados con baños y masa· otra pelea entre el Profesor Cox
jes y ocasionales encuentros de y Mr. Jack Turner; la apuesta era
práctica. Los argentínos en esta de 200 libras y el campo neutral.
materia están muy por detrás de
Fragmento del boceto paro el 10'< españoles, y los 'l1J oslems de Capitán RICHARD F. HURTON
la India están una centuria más (Versión española por
cuadro titulado "La muerte del
Hortensia CampaneUa)
General Venancio Flores" por Juan avanzados que ambos: pueden en·
Manuel Blanes.

57
EL GENERAL
MAXIMO SANTOS
EN EL TEATRO SOLlS
Por la noche fui a la ópera, un
gran edificio con un atrio y un
par de alas ovales de un efecto
impresionante, que ocupa en con·
junto toda una manzana [ ... ].
Voldendo a la ópera, era una
superficial pieza de Offenbach,
cantada por una compañía espa·
ñola, acompañada por una or-
questa de treinta instrumentos.
Lamento no poder alabar a nin-
gún ejecutante ~'ocal o instru-
mental. Cuando salía me llamó
la atención un curioso palco ce·
rrado por celosías. Me informa-
ron que estaba reservado para
el uso de personas de duelo, que
desearían tal vez oír una ópera
sin ser vistas en tal función, es·
tanda en esas condiciones. Es una
costumbre de la que me parece
puede llegar a abw;arse. Mien-
tras estaba parado en la puerta
para ver pasar a la "crema" me
señalaron al general Santos, en·
tonces presidente de la Repúbli.
ca -un hombre muy pequeño,
delgado, con una cara despejada,
inteligente, vestido con sencillas
ropa civiles, y seguido por un
enorme negro correctamente uni.
formado-. Me dijeron que el ge·
neral probablemente estaba acom-
pañado por media docena de
guardaespaldas, pues el fantasma
del asesinato siempre planea so·
bre las repúblicas de América
del Sur.
FRANK VINCENT.
(Versión española por
El Prado Oriental, cita de familias que llegaban junto al estrépito del
Hortensia Campanella j
tranvía, a su mundo de paz '( 1895) .

58
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gadi'er general Craufurd, por un
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RUBIO EGUSQUIZA, Carlos - por el Dr. José Salgado, tomos I, mente de los originales o copias
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60

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