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DEFINICIÓN
El signo lingüístico es una unidad lingüística que puede ser percibida por el ser humano
mediante los sentidos y que permite representar completamente un evento comunicativo
en sus propios términos. Es una construcción social que funciona dentro de un sistema
lingüístico y que pone un "elemento" en lugar de otro. Como sistema, tiene la capacidad
de aplicarse a sí mismo y de explicar los demás sistemas de signos; pero es importante
advertir que en la lingüística y en la semiótica la teoría define al objeto, y por lo tanto el
signo es consecuencia de una perspectiva teórica.
El signo lingüístico fue abordado por dos autores diferentes, por un lado Ferdinand de
Saussure y por el otro Charles Sanders Peirce, quienes a finales del siglo XIX
desarrollaron sus estudios en los cuales abordaron un mismo fenómeno: el signo, pero
desde diferentes perspectivas: Saussure utiliza una perspectiva lingüística, mientras que
la de Peirce es lógico-pragmática. Y ambos sentaron las bases de lo que hoy se conoce
como la "Teoría General de los Signos". Si se tiene en cuenta al signo desde la
perspectiva del estudio de F. Saussure este establece un signo biplánico: un significado,
que es el concepto; y un significante, que es la imagen acústica.
«Un signo o representamen, es algo que, para alguien, representa o se refiere a algo
en algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona
un signo equivalente, o, tal vez, un signo más desarrollado. Este signo creado es lo que
yo llamo el interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo, su objeto. Está
en lugar de ese objeto no en todos los aspectos si no solo con referencia a una suerte de
idea, que a veces he llamado el fundamento del representamen». (Vitale, 1999, pág.
200)
Objeto: Peirce hace hincapié en que para que algo sea un signo, debe
representar a otra cosa, llamada su objeto. Se referirá a los signos como si
tuvieran un único objeto, pero aclara que un signo puede tener más de un
objeto. Distingue dos tipos de objeto:
Según Peirce es necesario que existan tres condiciones para que algo sea un signo:
El signo debe tener un objeto, aunque la relación del representamen con el objeto no
basta para hacer de uno el signo del otro; para ello se necesita un interpretante.
La relación semiótica debe ser triádica: comportar un representamen que debe ser
reconocido como el signo de un objeto a través de un interpretante. La semiosis, es el
instrumento de conocimiento de la realidad, y es siempre para Peirce un proceso triádico
de inferencia mediante el cual a un signo (llamado representamen) se le atribuye un
objeto a partir de otro signo (llamado interpretante) que remite al mismo objeto.
Peirce distingue también tres clases de signos y los clasifica según cómo se presente a sí
mismo, cómo se relacione con su objeto y cómo se relacione con su interpretante. De
esta manera los clasificó en indicios, íconos y símbolos:
Símbolos: Se dan cuando hay una reldación injustificada entre signo y objeto, como
resultado de la conveniencia. El símbolo está conectado con su objeto en virtud de la
idea de la mente que usa símbolos, sin la cual no existiría tal conexión. Las palabras,
números, signos religiosos y banderas, son, entre otros, algunos ejemplos.
CARACTERÍSTICAS
Por otra parte Saussure hace referencia al concepto de "Mutabilidad e Inmutabilidad del
Signo". (Vitale, 1999) Lo que Saussure intenta diferenciar, por un lado, es que la
Inmutabilidad se refiere a que un significante es elegido libremente con relación a la
idea que representa pero impuesto con relación a la comunidad lingüística que lo usa.
Por el otro, se refiere a la Mutabilidad del signo, es decir, a un cambio o alteración del
mismo ya que éste se continúa en el tiempo, la cual siempre conduce a un
desplazamiento de la relación entre el significado y el significante.
El signo lingüístico posee las siguientes características: (Arroyo Cantón & Berlato
Rodriguez, 2012, pág. 407)
El signo lingüístico es una unidad bilateral abstracta pues está conformado por dos
elementos inseparables SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO. El significado es la
definición exacta. El significante es la imagen que proyecta nuestra mente del objeto
Saussure se basó en sus reflexiones sobre las tesis que se habían desarrollado hasta
finales del siglo xix en torno al estudio de la gramática descriptiva y el lenguaje, y
estableció los fundamentos de la lingüística moderna y de la nueva ciencia de la
semiología.
Entre los fundamentos que estableció Saussure destacan la distinción entre lenguaje,
lengua y habla; la definición del signo como una combinación de un significante y un
significado; la arbitrariedad del signo lingüístico, y la distinción entre los aspectos
sincrónicos y diacrónicos de la lengua, principalmente. Estos elementos permitieron
desarrollar los estudios sobre el lenguaje desde nuevas perspectivas, y sobre todo
permitieron ampliar estos estudios a todos los sistemas de signos incluidos algunos tan
distintos como los mitos o ciertos rituales que tienen significado para los miembros de
una comunidad. Por su importancia, valdría la pena reflexionar un poco acerca de la
importancia de los postulados de Saussure enunciados antes.
En primer lugar, al hacer la distinción entre lenguaje, lengua y habla, Saussure distingue
entre los aspectos universales y más o menos abstractos del lenguaje, que es una
cualidad común al hombre, por un lado, y los aspectos particulares y más concretos de
la lengua; en particular, hace énfasis en el desarrollo de las lenguas como un hecho
social. Una lengua siempre es compartida por una comunidad de hablantes en una
región dada. Una comunidad que comparte la misma lengua. Así, podemos hablar de la
comunidad hispanoparlante de Estados Unidos, la población francófona de Quebec, o
los hablantes del maya o del tzotzil de Chiapas y Yucatán. También podemos estudiar el
latín, el arameo o el griego, como lenguas muertas, por los documentos históricos y
literarios. Estas lenguas se conocen precisamente como lenguas muertas porque no
existen ya en el mundo comunidades donde se hablen y se han extinguido los hablantes.
Otras muchas están en proceso de extinción, cuando sabemos que sólo unos cuantos
individuos siguen hablándolas. Tal es el caso por ejemplo de México, donde existen
decenas de lenguas que corren el peligro de extinguirse.
Saussure también hace la distinción entre lengua y habla, es decir, entre el hecho social
que distingue a un grupo o una comunidad de hablantes de una lengua, y el hecho
concreto, individual, del uso de una lengua. Así el habla es un hecho individual, pero se
inserta en una comunidad. El habla es la actualización que cada individuo hace de la
lengua. Su propia expresión. El habla es así un rasgo particular de cada individuo, pero
al mismo tiempo es la manifestación de un hecho social. Como se sabe, cada individuo
aprende a hablar la lengua materna.
Bajo estas premisas, Saussure expone otro de los rasgos fundamentales del lenguaje: la
arbitrariedad del signo lingüístico. No existe ninguna razón, dice, por la cual el concepto
árbol se corresponda con la palabra árbol. De hecho, sabemos que en otras lenguas no se
llama así al árbol. En inglés se le llama tree, o en alemán Baum. Y ninguna de estas
palabras es preferible a las otras. O mejor dicho no existe ninguna razón para preferir
una palabra a otra. El hecho de que en español se use “árbol” y en inglés “tree” para
referirse al mismo concepto es un hecho fortuito, arbitrario. Se trata de una convención.
Pero como cualquier convención, una vez aceptada, no se puede violar fácilmente. El
uso impone algunas reglas que son de observancia general, aun cuando ni siquiera
seamos conscientes de ello. Aun cuando algunos grupos minoritarios inventan sus
propias palabras de uso más o menos exclusivo, como los jóvenes, o los internos de un
penal, o los miembros de una minoría étnica, racial o lingüística, entre ellos comparten
el mismo código y las mismas normas. El caló es también una convención.
Una vez establecida la arbitrariedad del signo lingüístico, Saussure señala que el signo
está compuesto de dos aspectos, como las dos caras de una moneda, el concepto y el
signo acústico, o de forma más general, el “significado” y el “significante”. Hoy en día
una afirmación así puede parecer trivial, pero esto sin duda es porque las ideas de
Saussure han tenido una gran difusión. Hoy en día términos como subconsciente o
evolución o relatividad también nos parecen familiares, pero no lo eran hace un siglo o
dos. Lo mismo ocurre con los términos de significado y de significante. Además, la
utilidad de estos conceptos se observa en la multiplicidad de aplicaciones que ha tenido
la teoría de Saussure. Especialmente en los signos icónicos, que han adquirido gran
relevancia a partir de la invención y desarrollo de los medios para fijar y reproducir
imágenes de manera mecánica, desde la invención de la fotografía. Pero estos conceptos
podemos aplicarlos también a la arquitectura, la moda, la música pop, las costumbres…
Cualquier práctica social que comunique y sea significativa para quienes toman parte en
ella. Una rosa, una perforación en el labio, una playera con la foto del Che, un logotipo,
un dibujo animado; todo tiene un significado (y a menudo más de uno). Y el estudio de
estos significados es posible gracias a la distinción del signo como una combinación de
un significante y un significado.
Bibliografía
Arroyo Cantón, C., & Berlato Rodriguez, P. (2012). La comunicación. Mexico:
Universidad politécnica del Valle de México.