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Temas para Expo
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Durante las últimas décadas del siglo XX, nuestra sociedad parece haber cerrado
el círculo respecto a los medios para proporcionar asistencia humana a los
enfermos mentales en los hospitales. Se hicieron importantes esfuerzos para
clausurar los hospitales mentales y reinsertar a las personas con trastornos
psiquiátricos en su propia comunidad, con el objetivo de proporcionar un
tratamiento más humano e integral que el aislamiento en hospitales psiquiátricos.
Esto supuso una reducción de la población hospitalizada, que descendió desde el
medio millón que había en 1950 (Lerman, 1981) a unos 100 000 a principios de los
años 90 (Narrow et al., 1993). Dicha reducción todavía resulta más impresionante
si se tiene en cuenta que la población de los Estados Unidos aumentó de una
manera sustancial precisamente durante esos años. Este movimiento, que ha
recibido el nombre de desinstitucionalización, si bien ha estado motivado por
objetivos altruistas, ha generado grandes dificultades para muchas personas con
trastornos psicológicos y también para muchas regiones (véase el Capítulo 18).
De esta manera, las instituciones mentales, que una vez se consideraron como la
forma más humana para tratar los problemas derivados de enfermedades
mentales graves, han pasado a ser consideradas como algo obsoleto que muchas
veces supone más un problema que una solución a los trastornos mentales. Hacia
el final del siglo XX, los hospitales mentales habían sido sustituidos prácticamente
por completo por la asistencia en la propia comunidad y en hospitales de día
(King, 1999). Sin embargo, los sentimientos de muchos profesionales se ponen de
manifiesto en este pesimista resumen de Scull (1996):