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Historias de Empaques

Una visión del origen de los empaques, envases y embalajes

PUBLICADO EN METÁLICOS

El Envase de Hojalata: Nace por la necesidad de alimentar las tropas y


los exploradores

El nacimiento del envase de metal paradójicamente está asociado a los deseos

de expansión de la humanidad, bien sea militar o expedicionarias; en largas

travesías la buena alimentación es primordial para mantener la moral y evitar

enfermedades.

Desde hace miles de años, los hombres se enfrentan con la necesidad de conservar los alimentos.
Generalmente, estos se descomponen con rapidez. Para preservarlos por largos períodos de tiempo y evitar
que los pueblos pasaran hambre durante los largos meses de invierno, se introdujo la costumbre de secarlos,
salarlos y ahumarlos.

En 1795, Francia estaba en guerra y en consecuencia, sus militares y la población civil sufrían de un
racionamiento de alimentos. Los soldados ganaban batallas en Europa, pero en las trincheras eran diezmados
por el escorbuto y otras enfermedades, ya que sus dietas consistían principalmente de carne asada y pan,
alimentos que no podían mantenerse frescos durante los movimientos militares.

El Directorio, gobierno francés compuesto por cinco hombres que se conformó después del “reinado del
terror” de la Revolución Francesa, comprendió que, para solucionar este grave problema, era indispensable la
conservación de alimentos en buen estado por mayor tiempo. Así, surgió la idea de ofrecer un premio de
12.000 francos al ciudadano que desarrollara un método que tuviera éxito en la preservación de los alimentos
para transportarlo durante las campañas.

El mismo Napoleón dijo que un ejército viaja en su estómago; él había aprendido a través de las duras
experiencias que tuvo: escorbuto y hambre habían desactivado más soldados que el combate mismo.

En 1795, el inventor francés Nicolás Appert se puso a trabajar para resolver el problema. Sabía que el biólogo
italiano Lazzaro Spallanzani había demostrado que la carne no se descomponía si se la hervía durante un
rato y después se la conservaba herméticamente cerrada. Nicolás Appert, oriundo de París, quién había
trabajado como confitero, cocinero, cervecero, fabricante de encurtido y vinatero, tenía una idea: ¿Por qué no
ponía la comida en botellas como el vino y hervía estas botellas?

Durante los próximos 15 años Nicolás Appert trabajó en su idea, había observado que los alimentos
cocinados en cazuelas abiertas e introducidos en frascos de vidrio que posteriormente eran sellados con
corcho, duraban un poco más; en base a esto llegó a su teoría de que si colocaba alimentos después de una
cocción parcial en botellas de vidrio, tapadas con corcho sujeto con alambres y estas botellas se sometían a
un calentamiento en agua hervida por un largo tiempo, se podía extender la vida del alimento
indefinidamente. Aunque nunca supo explicar por qué su método alargaba la duración de los alimentos, su
sistema representó el comienzo de la industria de conservas.

La teoría de Appert fue demostrada por las muestras que él mismo sometió a viajes. Las muestras de
Appert se enviaron al mar durante cuatro meses y diez días: perdices, algunas verduras, y salsas; cuando
abrió, se saborearon dieciocho tipos diferentes de comidas en conservas, Appert escribió, “Todos habían
retenido su frescura, y ni una sola substancia había sufrido el menor cambio al mar”.

En 1810 Appert ganó el premio y el mismo Emperador Napoleón Bonaparte le entregó los 12,000 francos;
posteriormente publica el libro: “El arte de conservar durante varios años todas las sustancias animales y
vegetales”.

El ejército francés empezó a experimentar con el suministro de comida en conservas para sus soldados,
pero el lento proceso de envasado del alimento y el incluso más lento desarrollo de los medios de
transporte evitaron que se enviasen grandes cantidades a las tropas francesas; terminó la guerra antes de
que el proceso pudiera ser perfeccionado.

Desafortunadamente para Appert, la fábrica que había construido con el dinero de su premio fue
incendiada en 1814 por los soldados aliados que invadieron Francia. Aunque cosecha un importante éxito
no registró en patente su hallazgo, ya que antepuso a los intereses económicos personales, la ayuda que su
descubrimiento puede aportar a toda la población diezmada por la guerra y el hambre; de ahí su gran talla
moral.

En los inicios del siglo XIX Inglaterra estaba viviendo el desarrollo del maquinismo que da a su industria el
impulso que le asegura la hegemonía económica y financiera. Por otro lado y pese a haber perdido su gran
colonia de América del Norte que se había independizado en 1783, en cierta medida por la ayuda de los
franceses, su extensa red de bases coloniales en los cinco continentes, dedicadas más al comercio que a la
posesión territorial, había propiciado la mayor flota mercante del mundo, protegida por una poderosa
marina de guerra. Mientras, la Europa continental se desangraba en las guerras napoleónicas.

En 1810 Peter Durand presenta al registro una patente que llamó “Método para preservar alimentos por
largo tiempo en vasos de cristal, cerámica, metales ó materiales apropiados”. Su Majestad Jorge III se la
concede, por la preocupación de que las tropas de Napoleón ampliaran el alcance de sus marchas al
disponer de más nutritivas y duraderas provisiones.

En la patente Durand explica en que consiste este vaso de hojalata; se trata de un cilindro cerrado por
ambos extremos, hecho de hierro recubierto de estaño cuyas piezas se unen por soldadura. Este nuevo
material (hojalata) presenta varias ventajas frente al cristal usado por Appert: ligereza, no se quiebra por
su resistencia mecánica, fácil conducción del calor, resistencia a la corrosión frente a otros metales…y así
se convierte en el auténtico padre del envase metálico y de la industria que lo fabrica.

Durand, posteriormente vende su patente por 1000 libras a Bryan Donkin y John Hall, dueños de la
fundición de hierro ‘Dartforl’, quienes comienzan a fabricar latas hechas de hierro cubiertas con estaño.
Hay que hacer una acotación con el ingeniero Bryan Donkin, ya que también fue contratado en 1802 por los
hermanos Fourdriniers para hacer modificaciones al diseño de la máquina de fabricación de papel
de Louis-Nicolas Robert; y su huella en el mundo del empaque continúa!!, ya que en 1813 junto al impresor
Richard Mackenzie Bacon obtiene la patente para la máquina de impresión poligonal, en la cual los
“caracteres” se colocan en un prisma rotacional; también trabajó en un sistema de impresión a dos colores
para evitar la falsificación de estampillas.
Regresando a nuestra historia de los envases de hojalata…después de un año de experimentos en 1813
Donkin y Hall enviaron, en carácter de prueba, latas de alimentos al ejército y la marina de Gran Bretaña.
Las latas consumidas en las Guarniciones de las Islas Occidentales y en la isla de Santa Elena
(irónicamente donde Napoleón fue encarcelado y desterrado por los británicos) estaban en condiciones
satisfactorias. Para el año 1818 la Marina Real de su Majestad ya consumía 24.000 envases anuales.

Este es el momento en el debemos decir que la hoja de hierro recubierta de hojalata estaba esperando el
momento y el lugar oportuno para hacer su grandiosa aparición porque si la hojalata no hubiese existido,
los descubrimientos de Nicolás Appert sobre la conservación de los alimentos difícilmente hubieran tenido
una aplicación práctica de forma generalizada en el mundo industrializado de mediados del siglo XIX y
principios del XX. Pero estaba allí ya lista para unir su desarrollo al del envase metálico.

El hombre primitivo conoció y utilizó el estaño antes que el hierro; el motivo puede ser las menores
temperaturas que el estaño necesita para fundirse, lo cual facilitaba su obtención. Se conocen objetos
estañados con antigüedad de miles de años antes de Cristo y en la Biblia se menciona este metal. El mundo
antiguo consideraba ornamentos y joyas los objetos de hierro estañados por inmersión.

Los orígenes de la hojalata se remontan a la Baja Edad Media. Hay constancia que en el año 1240 en
Bohemia (Alemania) ya se usaba para hacer utensilios, que eran muy apreciados por sus propiedades
anticorrosivas. Pero hay que esperar al siglo XIV, para que comience la evolución del producto, hasta llegar
a la forma en que es conocido en nuestros días, al sumergir planchas de hierro en estaño fundido.

En la región de Dresde y en el siglo XVII, se desarrolló una importante industria basada en el estañado,
dedicada principalmente a la exportación. Entre los países receptores de esta hojalata estaba Inglaterra,
que curiosamente era donde se obtenía el estaño.

En 1665, Andrés Yarranton estableció la primera fábrica de hojalata continua en Inglaterra. La producción
de hierro cambió de forjada a método laminado en 1697.

Su fabricación industrial se inició en Inglaterra (sur de Gales) en 1720 con Capel y Jhon Hanbury. En ese
momento, las principales aportaciones fueron la laminación mecánica del acero y su decapado.
Progresivamente esta tecnología se extendió por Europa y el Nuevo Mundo. El procedimiento de
fabricación consistía en la inmersión de láminas de acero en baños de estaño fundido y recibía el nombre
de hojalata “coke” ó de “inmersión en caliente”.

Las primeras latas para conservas eran cilíndricas y completamente elaboradas a mano; se cortaba un
pedazo oblongo de hojalata y se encorvaba soldando los extremos, de esta forma obtenían un cuerpo
cilíndrico; entonces se cortaban dos pedazos circulares (discos) uno para el fondo de la lata en el cual se
doblaban los bordes para soldarlo con el cuerpo y el otro disco sería la tapa; este tipo de latas es conocido
como “lata 3 piezas”. En el momento que se llenaba la lata con el alimento se colocaba el otro disco en la
parte superior de la lata, pero este disco tenía un pequeño agujero que permitía la salida del aire mientras
se hervía la lata. Con la lata todavía caliente se sellaba la lata con una gota normalmente de plomo fundido;
por supuesto que residuos de plomo caían dentro del alimento, pero en ese momento no le preocupaba
mucho. Un buen artesano podía fabricar hasta 60 latas por día.

Desde finales del siglo XV el mundo estaba viviendo un gran intercambio comercial y de gran curiosidad
que fomentaba las expediciones de nuevos mundos: sur de África, América, Australia, Ártico, Antártico. Con
el correr del tiempo los alimentos enlatados ganaron rápidamente aceptación entre la gente. En 1815 el
explorador Ruso Von de Otto Kotzebue, el que oyó hablar de un “descubrimiento hecho últimamente en
Inglaterra” qué parecía “demasiado importante para no hacer uso,” y llevó carnes en conservas en sus viaje
exploratorios. Él estaba encantado porque las “cajas de estaño” mantenían su contenido en condición
excelente.

El contraalmirante inglés y explorador del Ártico Eward Parry,


durante sus expediciones de los años 1819, 1824 y 1826, comprueba que los contenidos de estos envases
“proporcionaban una gran nutrición en un pequeño volumen”. De estas expediciones se recuperaron, en 1911,
dos latas, una con sopa de arvejas y otra con carne bovina, las que al ser llevadas a Inglaterra y consumidas no
mostraron efectos negativos. Igualmente, en 1939 se rescataron dos latas, una que contenía 4 libras de ternera
cocida y otra con dos libras de zanahoria, las que fueron abiertas por los síndicos de un museo londinense. El
contenido de ambas latas conservaba el gusto, aspecto, cualidades nutritivas e incluso la vitamina D.
En 1845 partió de Inglaterra, la cuarta y última expedición del capitán Sir John Franklin hacia el Ártico.
Franklin y los 128 miembros de la tripulación murieron al quedar atrapados en el hielo cerca de la isla del
Rey Guillermo en el Ártico canadiense. En 1981, un equipo de científicos canadienses realizaron una serie
de estudios científicos sobre las posibles causas de muerte, y una de ellas era el envenenamiento por
plomo proveniente de las soldaduras de las latas de conservas.

Hubo que esperar algunos años – hasta 1830 – para que los iniciales alimentos enlatados, apareciesen en
las tiendas inglesas ya de forma habitual. Las primeras utilizaciones de la hojalata para la elaboración de
envases comerciales fueron para contener galletas y bizcochos, inicialmente de hojalata desnuda – sin
decorar -. Pasaron más de treinta años, concretamente en el año 1866 , hasta que se presentaron en el
mercado los primeros envases decorados.

Los ingleses que inmigraron a América trajeron su conocimiento recién descubierto con ellos. El envase
metálico fue introducido en Norteamérica en el año 1817, como medio de conservación de alimentos. Uno
de ellos fue Thomas Kensett, que bien podríamos llamar el padre de la industria de la fabricación de latas
en los Estados Unidos. En 1812 él estableció una pequeña planta sobre los muelles de Nueva York y fue el
primero en envasar en los Estados Unidos ostras, carnes, frutas y verduras herméticamente selladas.
Kensett comenzó su operación usando frascos de vidrio, pero siendo esto costoso, frágil y complicado para
transportar, pronto cambia a la lata. El presidente James Monroe en 1825 le concede la patente
estadounidense para conservar el alimento en “los recipientes de lata”.

Otro fue William Underwood que en 1822 inició en Boston una compañía de condimentos utilizando
inicialmente tecnologías de envasado en frascos de vidrio; en 1836 también cambia los envases de vidrio
por latas.

El incremento de consumo de alimentos enlatados solamente tenía un inconveniente y era ¿cómo abrir
estás latas?. Pudiéramos decir que primitivamente se inicia el concepto de “easy open”; en eso apareció en
escena Ezra J. Warner en 1858, con su patente, la cual consistía en una mezcla de bayoneta con una hoz;
antes de esta herramienta la sugerencia para abrir las latas era el uso de martillo y cincel ó en su defecto un
disparo de fusil; este abrelatas nunca llegó a ser de uso doméstico por lo peligroso que era. Posteriormente
sería mejorado en 1870 por William Worcester Lyman con su abrelatas de rueda de giro.

En 1866, J. Osterhoudt en Nueva York desarrolla un primer envase que puede abrirse con la ayuda de una
llave engarzada en una lengüeta. Este invento sería muy aplicado posteriormente en las conservas cárnicas.
Entre los años 1846 y 1850 con los aportes de Allen Taylor y Henry Evans, se realizan mejoras en la
producción de latas, aumentando de 6 latas por día a 60 latas por día.

En 1856 Gail Borden patentó su invento de leche condensada en lata, y con ello ayudó a disminuir la tasa
de mortalidad infantil que era por entonces muy elevada.

No obstante, la lata de hojalata gozó de un desarrollo más bien discreto hasta el año 1861. Nuevamente un
conflicto militar va a poner de manifiesto la gran utilidad del nuevo sistema de conservación de alimentos e
impulsar avances significativos en el desarrollo de esta tecnología; en esta oportunidad le tocó al nuevo
mundo, cuando los veintitrés Estados norteños de la Unión, le declaran la guerra a los once sureños de la
Confederación. Nuevamente la lata estaba preparada para los nuevos requerimientos que se afrontaban.
Gail abrió dos plantas de leche condensada en latas para poder cubrir la demanda y frecuentemente los
soldados utilizaban el invento de Warner para abrir las latas de alimentos.

La demanda de comida enlatada crecía enormemente durante las guerras. Las guerras a gran escala del
siglo XIX, como la Guerra de Crimea, la Guerra Civil Estadounidense y la Guerra Franco-Prusiana,
introdujeron el consumo de comida enlatada entre las clases trabajadoras, permitiendo que las compañías
envasadoras ampliaran sus negocios para satisfacer la demanda militar de alimentos no perecederos,
permitiendo la producción en masa y la venta en mayores mercados civiles tras los conflictos bélicos.
Hacia finales del siglo XIX, se desarrolló en envase agrafado, engatillado o engargolado, (crimping and
hook); el paso importante aportado por la nueva técnica fue formar unos ganchos en disposición inversa, de
manera que se pudieran enlazar en los bordes a unir del cuerpo. Una vez unidos, se soldaban empleando un
soldador manual. Daban mayor rigidez y seguridad a la costura; este procedimiento permitía obtener
envases de forma no cilíndrica y aumentar la producción de la latas llegando hasta los 500 envases por
minuto.

Este tipo de envases agrafados fueron considerados para productos como, aceite, pinturas, productos
químicos en general, así como algunos alimentos que no requieren de tratamiento térmico para su
conservación como galletas y harinas.

En 1861, Pellier en Francia obtuvo una patente de una máquina – engatilladora- que era capaz de preparar
los extremos a soldar, plegando los mismos y formando unos ganchos que una vez unidos y apretados se
soldaban con una aleación estaño-plomo en el exterior.

Inicialmente fueron los propios fabricantes de alimentos los que se fabricaban sus envases, pero poco a
poco fueron apareciendo fabricantes de latas propiamente dichos. A ello contribuyó el desarrollo de
máquinas específicas con un cierto grado de complejidad. Así en 1883 la empresa Norton Brothers
Company de Chicago inventó una formadora de cuerpos (bodymaker) semiautomática, con una soldadora
de la costura lateral incorporada, llegando a alcanzar una capacidad de producción de 40 cuerpos/minuto.
En menos de una década este equipo fue mejorado y ya fue capaz de rebasar los 100 cuerpos/minuto. La
firma Norton Brothers fue creada en 1868 en Toledo (Ohio); inicialmente era una envasadora de vegetales
que se fabricaba sus propios envases. Fue creciendo y especializándose en fabricación de los mismos,
acabando por montar fábricas dedicadas exclusivamente a este mercado.
Las investigaciones de Louis Pasteur en Francia en 1860, sobre un
nuevo método para eliminar los microorganismos que pueden degradar con el paso del tiempo el vino,
la cerveza, o la leche, consistían en elevar la temperatura del líquido a 44°C durante un corto tiempo; sus
resultados habían dado origen a un nuevo proceso que actualmente garantiza la seguridad de numerosos
productos alimenticios del mundo; había nacido la “Pasteurización”. Luego se comprobó que a temperaturas más
altas, era posible destruir las bacterias de descomposición de los alimentos, permitiendo además reducir los
tiempos de proceso. Esto llevó a Isaac Salomón en los Estados Unidos en 1861 a agregar cloruro de calcio al
agua del proceso, con lo cual era posible llegar hasta los 115 ºC en baño abierto, lo que permitió la reducción del
tiempo de pasteurización de 6 horas a 1 hora.

El proceso de llenado de latas con alimentos (conservas) se realizaba manualmente; la lata tenía un orificio
de aproximadamente 4 cm en un extremo, por el cual se introducían el alimento; en este momento
comenzaba la etapa de pasteurización o esterilización, según la temperatura y tiempo requerido por el
alimento, y se introducía la lata en un baño de agua caliente, cuando aún salía vapor de la lata se tapaba el
orificio con una pieza soldada. Al finalizar el proceso se almacenaban las latas en cuarentena para verificar
la efectividad del proceso y rechazar las latas “abombadas”, signo que el proceso de esterilización no había
sido satisfactorio, lo cual sucedía con regularidad!

Uno de los cambios más radicales en la fabricación de latas para conservas estaba por llegar, debido a que
el contacto entre metal y metal, como el que se producía en los cierres agrafados, no era totalmente
hermético. Ya había desarrollos en Europa para la utilización de un sello de goma o caucho entre las tapas y
el cuerpo de las latas; aunque la idea era buena había que perfeccionarla; se empezaron a utilizar distintos
materiales derivados del caucho hasta que en 1896, en los Estados Unidos, Charles Ams patenta un
compuesto de sellado de caucho y goma, y en 1897 junto a su socio Julius Brenzinger patenta una máquina
que aplica el compuesto sellante a las tapas y las une al cuerpo de la lata doblando dos veces y aplastando
las pestañas de forma similar al agrafado. Este proceso ahora se conoce como “sertido” ó “double seam” y
nacen las Latas Sanitarias ¡!!

Para completar el desarrollo de la lata sanitaria, solamente faltaba mejorar las debilidades de la hojalata
ante ciertos productos agresivos que corroían el metal; los fabricantes de latas buscaron ayuda en la
industria química, y en el año de 1868 se empezaron a utilizar en los Estados Unidos los primeros barnices
interiores.
A nivel de los procesos de esterilización, un salto cualitativo fundamental, fue la aparición en 1880 en el
mercado del “autoclave”. Consistía en un recipiente que se cerraba herméticamente durante el proceso. Su
gran aporte era subir la presión y temperatura de forma significativa, pero además con la posibilidad de ser
reguladas a voluntad. La presión interior del envase y la exterior, se equilibraban mejor.

Hacia finales del siglo XIX, la humanidad ya disponía del conocimiento para conservar los alimentos al
eliminar los microorganismos patógenos que los degradan; estos procesos de pasteurización y
esterilización, solamente estaban esperando el envase en donde realizar el proceso, y aquí fue donde la lata
de hojalata que estaba totalmente consolidada hacia inicios del siglo XX tomó ventaja sobre el vidrio al ser
un mejor conductor del calor, más liviano y más productivo.

En los inicios del siglo XX, el desarrollo de las latas continuó. En Europa se desarrollaron una variedad de
geometrías de latas: rectangulares, ovales, oblongas, piramidales que representaban los gustos refinados de
la Europa de principio de siglo y le daban un toque de distinción a las tradicionales latas cilíndricas. De esta
forma comenzó una identificación de las formas con los productos, por ejemplo las sardinas con las latas
rectangulares, los mejillones con la lata oval.
Hasta los momentos no hemos hablado sobre la decoración ó identificación de las latas. Hacia mediados del
siglo XIX, la decoración de las latas se realizaba a mano, bien sea pintándolas con pincel o adhiriendo una
etiqueta; en algunos casos se realizaba un troquelado en alto o bajo relieve del metal (“embossing”). En
Londres alrededor de 1860 Robert Barclay realiza las primeras pruebas de transferencia de tinta desde
un papel a una lámina de hojalata y para 1875 la compañía Barclay & Fry inició la decoración de latas para
galletas por el proceso de lithografía Offset.

En el verano de 1914 se inicia la primera guerra mundial y nuevamente las latas de conservas van a tener
un lugar predominante; los soldados requerían de comida barata y altamente calórica en enormes
cantidades; se llegó a hablar de 70 millones de soldados que participaron en dicha guerra durante cuatro
años. Casi 20 años después nuevamente el mundo entra en guerra hasta el año de 1945; se estima que
participaron más de 100 millones de soldados. Que mejor empaque para transportar todas esas raciones de
guerra que las latas!

Con la finalización de las guerras mundiales, los objetivos dejan de ser los altos volúmenes de producción, y
se retoman las mejoras y las innovaciones. El éxito logrado para conservar por mucho tiempo los alimentos
en un envase de hojalata, permitió desarrollar nuevas tecnologías tanto en los materiales como en la
tecnología de fabricación: las latas de aerosol (1945), bebidas carbonatadas en latas de hojalata (1948), y
las primeras latas de aluminio (1958), desarrollo de latas 2 piezas (1960-1970). Las latas de aluminio
requieren de un tratamiento propio, por esa razón comentaremos de ellas en otra oportunidad.
A nivel de la hojalata, ésta se venía produciendo por el proceso de inmersión del acero en estaño fundido;
este proceso dejaba inconvenientes como pérdida de estaño y discontinuidad de la película de estaño
aplicada. En 1930 se desarrolló el proceso de estañado por deposición electrolítica, garantizando un
cubrimiento de estaño de mejor calidad.

En los años 1960 los conocimientos sanitarios comprobaron la incidencia negativa del plomo en el
organismo y se comenzó a cuestionar el uso de las soldaduras con aleaciones estaño-plomo en latas para
conservas. En 1970 se encontró una solución ingeniosa que permitía seguir utilizando los actuales
formadores de cuerpos (body makers) incorporando un equipo de soldadura eléctrica por punto y así
cambiar el sistema de costura agrafada (entrelazado de dos ganchos) y soldada por aleación estaño-plomo
por una costura solapada y soldada eléctricamente pero las aplicaciones con electrodos fijos de cobre
limitaban la velocidad de trabajo ya que los electrodos se ensuciaban con el estaño. Una empresa
suiza Soudronic, comenzó a construir soldadoras donde los electrodos fijos de cobre fueron sustituidos por
un hilo de cobre continuo que se desplazaba a la misma velocidad que el envase a soldar; hoy en día ésta es
la tecnología generalizada en la fabricación de latas de tres piezas.
En las últimas décadas del siglo XX, los esfuerzos estuvieron enfocados en terminar de corregir el principal
inconveniente de las latas: ¿cómo la abro?. A pesar que había una serie de dispositivos accesorios para abrir
las latas, no siempre los teníamos a la mano cuando las necesitábamos.

En 1956 Mikola Kondakow en Canadá desarrolla un sistema de apertura (pull tab) para botellas y en
1962 Ermal Cleon Fraze hace lo mismo para las latas de bebidas: desarrolla una tapa con una lengüeta
precortada que al tirar de la argolla se desprendía de la tapa (ring pull) y dejaba una ranura en forma de
gota de agua por la cual se vertía el contenido de la lata; había nacido la tapa de fácil apertura! y luego se
expandió hacia los demás usos de latas.

En los años 60 y 70 del siglo XX la evolución en la fabricación de latas dio un nuevo gran paso: el desarrollo
de las latas de dos piezas elaboradas por un proceso de embutición; primero para las latas de aluminio y
luego para las de hojalata. Este proceso que requiere de aleaciones especiales en los metales, ha reducido
los costos al aumentar las velocidades de fabricación porque no se requiere doblar y soldar una lámina para
formar el cuerpo, sino que por procesos continuos de embutición partiendo de un disco se obtiene el fondo
y el cuerpo de la lata de forma simultánea.

Hoy estamos acostumbrados a ver cientos si no miles de productos empacados en distintos tipos de latas.
La lata de hojalata tiene más de 200 años, y se mantiene completamente vigente, más aún cuando hablamos
del medio ambiente, ya que es uno de los materiales más fáciles de separar en los basureros o rellenos
sanitarios por su propiedad magnética. Tal era el magnetismo de la latas que Andy Warhol utilizó en las
latas de Sopas Campbell´s como ícono en su Arte Pop.

Bibliografía y Webgrafía:

1) Mundo Latas .com: http://www.mundolatas.com


2) SteelCan S.R.L Argentina: http://www.steelcan.com.ar/esp/mainmenu.html
3) BCME Can makershttp://www.canmakers.co.uk/education/history-of-the-can
4) Can Manufacturers Institute: http://www.cancentral.com/

5) Wikipedia:www.wikipedia.com
6) Revista Tecnovet Chile:http://www.tecnovet.uchile.cl/index.php/RT/article/view/5221/5101
7) Modern Mechanix.com: http://blog.modernmechanix.com/romance-of-the-tin-can/1/#mmGal
8) Canned food.org:http://www.cannedfood.org/files/library/pdfs/History-can.pdf
9) Google
patents:http://www.google.com/patents?id=SPtYAAAAEBAJ&pg=PA1&dq=Ezra+J.+Warner&hl=es&source
=gbs_selected_pages&cad=1#v=onepage&q=Ezra%20J.%20Warner&f=false
http://www.google.com/patents/US58554?dq=j.+osterhoudt&hl=es&sa=X&ei=A_dBUduADoW64AOEtIDo
Dw&ved=0CDoQ6AEwAg
http://www.google.com/patents/US1167351?pg=PA1&dq=Julius+Brenzinger+can+heading+machine&hl=
es&sa=X&ei=8PhBUbLxDfPk4APmuIFA&ved=0CDoQ6AEwAjgU#v=onepage&q=Julius%20Brenzinger%20c
an%20heading%20machine&f=false
10) Introduction To the Tin Can. Jane Busch. Historical
Archaeology:http://www.jstor.org/stable/25615391
11) Malaysian Food Canners´ Associationhttp://www.mfca.org.my/index.php?page=canHistoryTimeline
12) The Business of Canning – Early
Attempts:http://www.perinton.org/Data/Documents/Historian/columns/Canning%20part%20one.pdf
13) Envapack: La Historia de la Hojalata del Imperio Romano a nuestros
días:http://www.envapack.com/la-historia-de-la-hojalata/
14) Diplomado Envapack: http://www.envapack.com/diplomado
15) Best in Packaging.http://bestinpackaging.com/2012/10/14/beverage-can-ends-and-its-opening-
devices/#more-5186
16) Soudronic AG: http://www.soudronic.com/

marzo 21, 20134 Respuestas

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