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Políticos, empresarios y laicos católicos

Historia y estructura de la elite de poder


en Santiago del Estero
Políticos, empresarios y laicos católicos
Historia y estructura de la elite de poder
en Santiago del Estero

Ernesto Picco

Rosario, 2016
Picco, Ernesto
Políticos, empresarios y laicos católicos: historia y estructura de la elite de poder en
Santiago del Estero / Ernesto Picco - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2016.
244 p.; 22,5x15,5 cm. - (Universidad; 46)

ISBN 978-987-3864-24-7

1. Historia Política Argentina. I. Título.


CDD 320.0982

Composición y diseño: mbdiseño


Edición: Prohistoria Ediciones
Diseño de Tapa: Bruja

Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por


reconocidos especialistas que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.

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HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723

© Ernesto Picco
© de esta edición:
Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina
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sin expresa autorización del editor.

Este libro se terminó de imprimir en Amerian SRL, Buenos Aires, Argentina,


en febrero de 2015.
Impreso en la Argentina

ISBN 978-987-3864-24-7
A mi viejo,
que fue el primero en enseñarme,
desde muy temprano,
a comprender la historia
Índice

agradecimientos...................................................................................... 13

prólogo
Por Marina Farinetti.............................................................................................. 15

Introducción
Perspectivas para pensar la política y el poder en un contexto periférico..... 19
1. Perspectiva epistemológica: ciencias sociales sobre y para la sociedad..... 20
2. Perspectiva filosófica: el pensar situado y la totalidad como falla.............. 21
3. Perspectiva teórica: la elite, sus capitales y estrategias............................... 22
4. La estructura del texto................................................................................. 27

I. Las elites y el Estado santiagueño en el siglo XX......................................... 29


1. Las recomposiciones de las elites frente a los cambios políticos
y económicos................................................................................................... 29
2. El Estado desde el retorno a la democracia................................................. 35
3. Recapitulación............................................................................................. 41

II. Radicalismo.................................................................................................... 43
1. Orígenes y divisiones en la primera mitad del siglo XX............................. 44
2. Los gobiernos radicales entre las décadas del 20 y el 40............................ 48
3. El retorno del radicalismo al poder y la aparición de Benjamín Zavalía.... 51
4. Entre los gobiernos militares y las disputas del peronismo........................ 55
5. La generación del 80................................................................................... 58
6. La rebelión a caballo................................................................................... 62
7. Las escisiones del radicalismo: El Mociso y el Movimiento Viable........... 66
8. Las estrategias locales en tiempos de la Alianza......................................... 68
9. Recapitulación............................................................................................. 70

II. Peronismo....................................................................................................... 73
1. Orígenes de un peronismo sin obreros........................................................ 73
2. Javier González y el sindicalismo al gobierno............................................ 77
3. Una guerrilla apoyada por la elite gubernamental...................................... 79
4. El peronismo santiagueño sin Perón........................................................... 81
5. Los 70: La JP, los democristianos y el retorno de los líderes...................... 84
6. Venganzas y traiciones en el retorno a la democracia................................. 88
7. La Corriente Renovadora............................................................................ 91
8. Consolidación y caída del régimen juarista................................................. 92
9. Recapitulación............................................................................................. 98

IV. Los laicos católicos........................................................................................ 101


1. La diócesis santiagueña y sus obispos......................................................... 102
2. La Acción Católica...................................................................................... 109
3. La democracia cristiana: su entramado familiar y político......................... 112
4. Los Cursillos de Cristiandad y la influencia de Carlos Jensen.................... 119
5. La Universidad Católica y las disputas entre los laicos y el clero.............. 124
6. Recambio generacional en la democracia cristiana..................................... 131
7. Planificación del posjuarismo y confrontación con “el poder económico”. 136
8. Retiradas y muertes ante la nueva estructura de poder............................... 143
9. Los otros laicos: el Grupo Ick y la iglesia católica..................................... 148
10. Recapitulación........................................................................................... 150

V. El gran empresariado y los ámbitos privilegiados de acumulación........... 153


1. Cantos, Curi y Sarquiz: orígenes de los grandes dueños de la
construcción.................................................................................................... 154
2. Auge y crisis de la obra pública en la transición a la democracia............... 161
3. Néstor Ick: ascenso social y diversificación en los negocios...................... 164
4. La triple alianza entre Ick, Curi y los Castiglione....................................... 167
5. Luchas internas en el campo del gran empresariado................................... 171
6. Intento frustrado de reconversión empresarial: la AGE-Iosep.................... 175
7. El Grupo Cheein, la Intervención Federal y el juarismo . .......................... 178
8. La articulación público-privado en los 90................................................... 180
9. Recuperación económica y reacomodamiento del gran empresariado....... 181
10. Los medios de comunicación: capital discursivo invertido en capital
económico....................................................................................................... 183
11. Recapitulación........................................................................................... 189

VI. Kirchnerismo................................................................................................ 191


1. Los intentos porteños de construcción del posjuarismo.............................. 191
2. El plan de gobierno del Frente Cívico......................................................... 198
3. Kirchner y Zamora: de la alianza institucional a la alianza política........... 200
4. La experiencia del Frente de Unidad Santiagueña y la reforma de la
Constitución.................................................................................................... 202
5. El armado de Bases Peronistas.................................................................... 203
6. La Concertación Plural y las diferencias entre radicales y peronistas........ 208
7. Los otros kirchneristas: El Movimiento Viable y el Frente Para la
Victoria............................................................................................................ 214
8. La aparición de Claudia Zamora................................................................. 217
9. Recapitulación . .......................................................................................... 218

VII. Reflexiones sociológicas sobre la elite de poder en Santiago


del Estero............................................................................................................. 221
1. Espacio social, campo de poder y dominación........................................... 222
2. Estrategias de reproducción........................................................................ 224
3. Estrategias de reconversión......................................................................... 228
4. Relaciones de cooperación y confrontación................................................ 230
5. Potencialidad de reconfiguración de los campos......................................... 230
6. Una definición............................................................................................. 232

Bibliografía.......................................................................................................... 233
AGRADECIMIENTOS

E
ste libro es fruto de seis años de una investigación realizada en diversos es-
pacios de trabajo colectivo. En primer lugar en el Equipo de Investigación en
Política y Ciudadanía, radicado en el Instituto de Estudios para el Desarrollo
Social (Indes) de la Facultad de Humanidades de la UNSE. Allí trabajo desde 2008, y
entre 2010 y 2014 fue la sede de mi beca de posgrado del Conicet. En segundo lugar,
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde realicé
mi doctorado. Quiero agradecer a muchas de las personas con las que compartí en
esos y otros espacios, este camino que empezó allá en 2009, cuando bosquejamos las
primeras líneas del proyecto.
A María Isabel Silveti y Homero Saltalamacchia, que por más de diez años han
dirigido nuestro equipo de investigación en el Indes. Su estímulo, su generosidad y
su paciencia han sido clave para mi trabajo personal y para el de muchos jóvenes
investigadores que nos formamos con ellos, en la comprometida tarea de estudiar la
política en Santiago del Estero.
A Hernán Campos, María José Rondano y Romina Cordero, compañeros de
equipo con quienes compartimos proyectos, preguntas y aportes para nuestros res-
pectivos trabajos en el equipo de investigación.
A Celeste Schnyder, que además de ser el faro entre los jóvenes del equipo, fue
una atenta lectora de los primeros borradores de la tesis doctoral.
A Marina Farinetti, que fue jurado de la tesis y aceptó escribir el prólogo en
medio del verano, para después regalarme un texto generoso que es una excelente
invitación a la lectura.
A Carlos Zurita y Luis Miguel Donatello, que también fueron evaluadores de la
tesis doctoral, y me aportaron nuevas relecturas de mi propio trabajo y recomendaron
su publicación.
A Ana Teresa Martínez, Alberto Tasso, Alejandro Auat y Mercedes Tenti, porque
nos marcan un camino y por la confianza que depositan en los jóvenes investigado-
res. Son muchos más nuestros guías en esto, pero especialmente en la lectura de sus
trabajos y en charlas compartidas con ellos he encontrado claves fundamentales para
mi investigación.
A Gabriel Vommaro, que viendo mis primeros apuntes en un café de Buenos
Aires, cuando yo estaba empecinado en estudiar otra cosa, me dijo las palabras claves
para cambiar la mira hacia el estudio de las elites.
A José Vezzosi, Esteban Brizuela y César Gómez, cuyas lecturas de los borrado-
res del libro me aportaron datos y observaciones de enorme utilidad para la reescri-
tura del trabajo, además de largas y atrapantes charlas sobre la historia de Santiago.
14 Ernesto Picco

A Prohistoria Ediciones, por aceptar la propuesta de publicación, por el trabajo


que hacen en la editorial dando visibilidad a las investigaciones realizadas en las pro-
vincias, y por su seriedad para el siempre inacabado trabajo de la edición de un texto.
A todos los entrevistados y fuentes, que me brindaron largas horas de su tiempo
para charlar sobre la historia de la provincia y sobre las suyas propias. A ellos mi es-
pecial gratitud porque posiblemente, como siempre ocurre, algunos podrán no sentir-
se conformes con la factura final del trabajo, o no compartir algunos de mis planteos
y análisis. Estos últimos corren por mi cuenta y responsabilidad.

Santiago del Estero, febrero de 2016


PRÓLOGO

Por Marina Farinetti1

H
ay un sentido común en torno a lo político en Santiago del Estero, que me
atrevo a decir que es compartido por el conocimiento ordinario y las ciencias
sociales: el Estado es todo en esta provincia.
Esto es así, dado que el Estado tiene el control de la mayor parte de los recursos
de los que depende la economía provincial. Sería lo primordial a tener que cuenta
para comprender los procesos políticos: la base económica sobre la cual se erige el
Estado y el régimen político, un punto de partida para formular preguntas de inves-
tigación. Hacía falta ampliar los márgenes de la indagación sobre ese Estado-todo,
como lo hace este libro, produciendo nuevos datos que serán ineludibles para los
estudios especializados en adelante.
El autor se ocupa de quiénes son los poderosos, su riqueza tiene nombres pro-
pios, historias familiares, biografías, avatares políticos. El libro sumerge al lector en
un mar de historias entrecruzadas, capturando su atención como si fuera una novela,
y le ofrece al mismo tiempo una visión ordenada para una perspectiva sociológica.
El sentido común señalado acerca del Estado-todo incluye una declinación tí-
pica en el caso santiagueño: el gobernador es todo, dado que controla los recursos
económicos que se obtienen por los mecanismos de coparticipación y los fondos
nacionales. Quienes investigamos el Juarismo podemos observar que esta era/es la
referencia que interviene en medio de la declinación Estado-gobernador. El Juarismo
nublaba miradas descentradas y múltiples de lo político. El Juarismo cayó en 2004 y
la era kirchnerista produjo grandes cambios en la provincia.
El autor adopta en este trabajo una mirada clásica sobre los partidos políticos,
que se puede ver en la organización de los capítulos sobre el radicalismo, el pero-
nismo, y el kirchnerismo, haciendo aparecer por igual las historias familiares, las
relaciones de amistad, los cruces con el capital económico, los procesos políticos
nacionales.
Las investigaciones reunidas en este libro interpelan fórmulas hechas y respon-
den a la exigencia de un análisis detallado y amplio de quiénes son los que ocupan las
posiciones de poder y los modos de estructuración de éstas.
El lector se sentirá obsequiado con la generosidad de la información laboriosa-
mente producida. Le aportará una mirada más amplia de la clase política provincial.
Agradecerá, asimismo, la escritura clara y tanto la presentación organizada como el
excedente de complejidad que lega para futuros estudios.

1 Profesora investigadora de la Universidad Nacional de San Martín.


16 Ernesto Picco

El libro echa luz sobre los individuos que habitan los circuitos del poder, de-
termina persistencias y continuidades. Es destacable el enfoque histórico, dado que
se indagan las transformaciones ocurridas en un período amplio: 1983 a 2008. Del
mismo modo, es destacable el enfoque integrador sobre los sectores dominantes, en
los diversos ámbitos: política, economía, religión y medios de comunicación.
El Juarismo no ocupa todo el espacio, no es el eje que organiza el texto. Este mo-
vimiento podría no merecer ningún comentario, sin embargo, sabemos la dificultad
de romper con visiones simplificadas con las operaciones del sentido común.
El libro se convertirá en una fuente documental de referencia sobre las trans-
formaciones históricas en el campo económico y empresarial en Argentina con una
mirada federalista. El autor construyó mapas con nombres y apellidos, es así que la
publicación pone al alcance datos originales sobre la clase dominante provincial.
Se cuentan aquí múltiples metamorfosis de los empresarios, en correlación con la
correspondiente a los políticos, siendo una contribución notable para el avance de los
conocimientos en sociología política. Las herramientas de Bourdieu son honradas en
la elaboración del trabajo, ponen las preguntas fundamentales sobre la estructuración
de una élite de poder que actúa en múltiples campos, los transforma y se transforma
a sí misma.
El autor se anima a preguntar quiénes son, y cómo ejercen el poder los políticos
y los empresarios. Así, descubre el trabajo activo de la metamorfosis de unos en
otros. Hay aquí un rompecabezas armado, que descubre los encastres de lo político
y lo económico.
La riqueza empírica del trabajo crece con la presentación de un mapa detalla-
do sobre los medios de comunicación, campo con su capital específico, duramente
atravesado por empresarios y políticos. Buscando ampliar la mirada sobre la élite de
poder santiagueña, el libro suma observaciones sobre el campo de la iglesia católica.
Su trabajo ha sido descubrir los elementos ordenadores del magma de relaciones
personales, redes familiares, amistades, instituciones.
El libro implica contribuciones para varias líneas de investigación existentes.
Con respecto a los estudios sobre el Juarismo, deja entrever, gracias a los magníficos
detalles que revela el libro, que no se puede seguir hablando un lenguaje vago, cuya
inercia es mostrar el eterno retorno de lo mismo en Santiago del Estero, patrones
inmutables, procesos fijos, en gran parte vestidos en las usinas de la trama imaginaria
del Juarismo.2

2 Farinetti, M., & Zurita, C. (2015). Montesquieu en Santiago del Estero: Temor y política en la trama
imaginaria del juarismo. Apuntes de Investigación del CECYP, (26). Cabe destacar las prometedoras
publicaciones sobre el Juarismo aparecidas los últimos años, que se enriquecerán dialogando con el
amplio panorama que dibuja esta investigación. Véase Mariana Godoy (2015). Los regalos de Marga-
rita. Conflictos, trama política y justicia en el juarismo santiagueño. Santiago del Estero: EDUNSE;
Políticos, empresarios y laicos católicos 17

Por otra parte, el libro que el lector tiene a disposición representa una notable
contribución a los debates contemporáneos sobre los regímenes políticos subnacio-
nales. Realiza aportes que se suman a los realizados por otras investigaciones sobre
los políticos santiagueños y los elencos gubernamentales.3 Asimismo, constituye una
fuente para responder las preguntas sobre la política de familias en el caso santiague-
ño.4 Los datos sobre el campo empresario repercutirán en la línea de investigación
inspirada en el federalismo fiscal.5 En síntesis, el trabajo estimula líneas de diálogo
con varias perspectivas en los estudios subnacionales.
Por último, cabe observar que el libro aparece en un presente en el cual hacen
falta ideas para indagar fenómenos políticos actuales con aires de familia con el pa-
sado, que se dejen atrapar por los espejismos de un lenguaje político incubado en la
historia y la estructura de la clase dominante a nivel provincial.
Invito, entonces, a celebrar la publicación de este libro ineludible para la com-
prensión de la política en Santiago del Estero. Este ayudará a discernir imágenes de
lo mismo, impregnadas de prejuicios y lugares comunes anquilosados, gastados por
el uso, que acuden a granel para las interpretaciones de académicos, periodistas y
gente común.

Buenos Aires, 15 de febrero de 2016

y Celeste Schnyder (2013). Política y violencia. Santiago del Estero 1995-2004. Santiago del Estero:
EDUNSE.
3 Se destacan los trabajos de Victoria Ortiz de Rozas. Véase por ejemplo (2011) “En búsqueda de la
especificidad perdida: Las características de la democracia en las provincias argentinas. Discusión a
la luz del caso de Santiago del Estero”. Trabajo y sociedad, (16). Mientras ella constata la circulación
y movilidad en los elencos políticos gobernantes orientada por el rendimiento electoral, nuestro autor
encuentra la historia y la estructura de una elite de poder. Nada más estimulante que este variado
material para favorecer el diálogo entre los investigadores del caso santiagueño.
4 Línea de investigación cultivada por Jacqueline Berhend. Véase (2011). “The Unevenness of De-
mocracy at the Subnational Level: Provincial Closed Games in Argentina”. Latin American Research
Review, 46 (1).
5 El enfoque sostiene la primacía del control de los recursos económicos por parte del Estado, en parti-
cular, por parte del gobernador, para dar cuenta de los resultados políticos. Véase por ejemplo, Carlos
Gervasoni (2010) “A rentier theory of subnational regimes: Fiscal federalism, democracy, and authori-
tarianism in the Argentine provinces”, World Politics, 62 (02).
Introducción

Perspectivas para abordar la política y el poder


en un contexto periférico

P
ara acerarnos a la comprensión de la política no alcanza con estudiar al Estado,
a los procesos electorales o a la burocracia. Es necesario, pero el problema es
que estas instituciones y procedimientos que han sido creados para encauzar la
vida política son permanentemente desbordados por las prácticas sociales cotidianas,
que inciden en la res pública a partir de su conexión con otras redes de relaciones,
generalmente más opacas y difusas. Es necesario mirar mucho más allá de lo formal-
mente instituido: en las tramas y vínculos informales, en la dimensión de los afectos,
atravesada por historias de amor, amistades y enconos, y en la vinculación del Estado
con otras instituciones que a priori no serían específicamente políticas, como la igle-
sia católica o las empresas privadas.
La importancia de la dimensión de los afectos y las pasiones para entender la
política ha sido señalada por Mouffe1 como así también la necesidad de divisar la
existencia de una política subterránea, que normalmente no se ve a simple vista. Otra
distinción clave es la que la autora plantea entre lo político y la política. En este libro
me aboco a estudiar principalmente lo político, entendido como las luchas formales
e informales para acceder a distintos espacios de poder, aunque no perdemos de vista
la política, entendida como las gestiones y administraciones de la sociedad y sus
gobiernos en distintos niveles.
Cuando se habla de Santiago del Estero se dice con frecuencia que estuvo do-
minada cincuenta años por el juarismo. Esto es falso, porque el caudillo peronista
ocupó el sillón de Ibarra 27 años y con largas intermitencias entre algunos de sus
mandatos.2 Pero sobre todo es falso porque no mandó solo: siempre que estuvo en el
gobierno debió hacer alianzas con otros sectores de la elite de poder local para poder
sostenerse. Y por otra parte, no se puede asociar exclusivamente las características
del Estado santiagueño a lo que fue el Estado del régimen juarista, ni tampoco decir
que las características de aquel fueron exclusivamente suyas.3

1 MOUFFE, Chantal Agonística, Siglo XXI, Buenos Aires, 2015.


2 Su primer mandato fue de 1949 a 1952, el segundo de 1973 a 1976, el tercero de 1983 a 1987, el cuarto
de 1995 a 1999, y el quinto de 1999 a 2001. Entre 2001 y 2004 gobernaron su ex vicegobernador,
Carlos Díaz, y su esposa, Nina Aragonés.
3 Sólo basta estudiar la historia de los regímenes políticos contemporáneos al juarismo en otras provin-
cias del norte argentino para encontrar algunas características en común con, por ejemplo, los Saadi,
20 Ernesto Picco

Este libro explora los entramados de la política santiagueña, a partir de dos pre-
guntas centrales: ¿Quiénes son y cómo se han relacionado entre sí los integrantes de
la elite de poder en Santiago del Estero? ¿Cuáles han sido sus herramientas formales
e informales para mantener sus posiciones de privilegio?4 Las respuestas, que se van
construyendo a lo largo de los capítulos, sostienen el argumento central de este texto,
que es el siguiente: la estructura social y de dominación que ha caracterizado a la
sociedad santiagueña y a ciertos regímenes políticos que han sido calificados como
autoritarios por algunos estudios recientes,5 no dependen sólo del sistema político y
los caudillos de turno, sino de la existencia de grupos sociales que se relacionan con
el Estado, sobreviven a los cambios de gobierno, y pueden continuar moldeando e
influenciando el sistema para conservar sus privilegios.

1. Perspectiva epistemológica: ciencias sociales sobre y para la sociedad


Tres grandes formas de relacionarse con el saber se articulan en este trabajo: los
estudios históricos, la teoría social, y la inquietud por la circulación y la apropiación
social del conocimiento más allá de los límites de la propia academia.
El historiador Peter Burke advierte que sin la combinación entre historia y teoría
social, es posible que no entendamos ni el pasado ni el presente.6 En esa línea, es
necesario escudriñar en el pasado con las herramientas y la lógica de la historia para
conocer las trayectorias, continuidades y rupturas que a lo largo del siglo XX han
dado lugar a las condiciones de posibilidad para la emergencia de las estructuras y
relaciones de poder que aquí abordamos.7
A la vez, a esa marea incontenible e inabarcable que son los fenómenos sociales
sólo podemos acceder parcialmente decidiendo qué parte mirar, pensando en qué
aspecto de ellos podemos concentrarnos, para buscar algo más allá de su superficie.
Esa mirada es orientada por la teoría social y sus conceptos, que nos ayudan a darle
nombre a las cosas, establecer relaciones entre ellas, y orientar las indagaciones.
Pero el riesgo del pensar y el decir teórico es siempre el alejamiento del otro con
el que queremos compartir aquello que logramos conocer. Las ciencias sociales tien-
den a encerrarse cada vez más en sí mismas. Sus rutinas de legitimación y los ámbitos

los Romero, los Romero Feris, entre otros.


4 Esto implica una opción analítica, que es dejar de lado la incidencia de los sectores populares en la
política. No porque no haya sido importante –no faltarán referencias a estos en el texto– sino porque
creemos que la clave para entender el tema está en otro lado.
5 Nos referimos a una tendencia de los estudios de política subnacional que hace hincapié en los regí-
menes provinciales autoritarios o las democracias limitadas.
6 BURKE, Peter Historia y teoría social, Amorrortu, Madrid, 2007.
7 Las relaciones entre agentes e instituciones que integran la elite de poder saniagueña cambian a lo
largo del tiempo. En este trabajo damos cuenta de su estructura en momentos determinados, y qué
cambios operan en esta con el paso de un estado social a otro.
Políticos, empresarios y laicos católicos 21

de circulación de su producción se restringen mayormente al propio campo académi-


co, y se vuelven egoístas: siguen siendo ciencias sobre la sociedad, pero dejan de ser
ciencias para la sociedad. Busco aquí ir en otro camino: uno que vaya más allá de la
etapa del texto para la acreditación y la autolegitimación científica, y se convierta en
una producción que pueda llegar al lector, aun si no éste no está familiarizado con el
mundo académico, para ayudarlo a pensar y actuar sobre su mundo cotidiano.

2. Perspectiva filosófica: el pensar situado y la totalidad como falla


Debo agregar a esta toma de posición dos ideas filosóficas clave: desde la perspec-
tiva de esta investigación, la teoría y el conocimiento son necesariamente situados e
incompletos.
Alejandro Auat ha insistido con la actitud del pensar situado, que implica el
supuesto de que conceptos con pretensiones de universalidad, como democracia, Es-
tado o elites, adquieren características muy específicas según la referencia empírica
de que se trate, y el lugar desde donde se piensa, se indaga y se escribe.8 Según desde
donde y hacia donde miremos, cambian las escalas, la cultura política, la estructura
económica y las tramas de relaciones. Con frecuencia nos enfrentamos al riesgo de
interpelar nuestras democracias locales desde un deber ser, o desde lo que imagi-
namos que son las democracias que funcionan bien en otros lugares del país o del
mundo. Esta voluntad del pensamiento desde una situación concreta para analizar el
propio ámbito en el que se trabaja con categorías propias, convierte al pensar situado
en una opción política, que busca caracterizar lo propio sin un pensamiento encorse-
tado por los modelos ideales.
Desde esa perspectiva, intento caracterizar la estructura9 del poder político y
las formas de dominación en Santiago del Estero a partir de las relaciones entre el
Estado, los partidos políticos tradicionales, la iglesia católica y el gran empresariado.
Pero la trama no termina ni se cierra en ellos. Las luchas de poder no se agotan en
estos espacios. El campo judicial, el campo académico, el artístico, el policial-militar
o el campo de la ruralidad son espacios clave de la disputa de poder. Pero aquí no
los abordo en profundidad, aunque en algunos pasajes se haga referencia a ellos.
También quedan espacios propiamente políticos sin analizar. El foco está puesto en
el radicalismo, el peronismo y el kirchnerismo, pero quedan de lado, por ejemplo, los
partidos de izquierda o los partidos de centroderecha que aparecieron en los 90. Es

8 AUAT, Alejandro Hacia una filosofía política situada. Wadhuter, Buenos Aires, 2011.
9 Por estructura no entendemos una cosa empírica y objetiva que el investigador debe observar, descri-
bir e informar, sino un modelo que nos permite dar cuenta relaciones no necesariamente instituciona-
lizadas, formales o plenamente visibles. Se trata de una construcción teórica que no está en el objeto
mismo, sino que es una suerte de “superobjeto” que expresa un sistema de relaciones, que nos permite
desde el modelo volver a lo concreto (Viet, 1965).
22 Ernesto Picco

por eso que espero que el texto inspire otros estudios o líneas de investigación que
puedan ayudar a completar el cuadro o conducir a otros hallazgos.
Doy cuenta de lo que falta en este trabajo porque, como dice Edgar Morin,10
estamos condenados a un pensamiento acribillado de agujeros: no podemos escapar
a la incertidumbre ni aspirar a un saber total. El saber total, dice el francés, es el
no saber. Y esto es válido no sólo para el conocimiento, sino para las propias for-
mas sociales. Eduardo Rinesi señala que el capitalismo, la república y el populismo
son totalidades imposibles, porque encierran en sí mismas promesas que no pueden
cumplir. Ante esas totalidades fallidas, o se acepta la falta y las contradicciones en
dirección a un pensamiento liberador, o se las reprime, negándolas.11 Entonces: sólo
aceptando la incompletud en el conocimiento y la falla en nuestros grandes sistemas
sociales podemos estar un poco más lejos de la ignorancia y del engaño a los que la
diaria construcción social de la realidad nos expone.

3. Perspectiva teórica: las elites, sus capitales y estrategias


Para entender por qué es útil hablar de elites es necesario remontarnos a la Europa
de comienzos del siglo XX. Allí los avances en la ciencia política encabezados por
Gaetano Mosca, Wilfredo Pareto y Robert Michels irrumpieron para desafiar a los
idealismos políticos de la época: tanto a los de la izquierda que anhelaba una sociedad
sin clases, como a los de los de los sectores pluralistas-democráticos que hablaban de
la representatividad y el gobierno de las mayorías. A contramano de ambas utopías
políticas, estos autores –los dos primeros contemporáneos entre sí y el tercero discí-
pulo del segundo– plantearon que el gobierno sólo puede ser sostenido por un selecto
grupo gobernante que se encuentra más bien alejado de las mayorías desorganizadas.
Pareto sostuvo que la verdadera lucha por el poder no se realiza entre las masas y los
líderes sino entre distintos grupos de líderes, y que esta da lugar a una alternancia o
circulación de elites en los centros de poder o toma de decisiones.12
Mosca denunció la falsa ilusión del sufragio universal, y dijo que lo que hay no
es representatividad de las masas a través de los dirigentes sino más bien un ejercicio
de legitimación de esa dominación de quienes gobiernan y que conforman una clase
política en sí misma.13 Para completar el cuadro, Robert Michels sostuvo que lejos
de ser esto un problema para las masas, es una situación validada por la propia apatía
de las mayorías, que necesitan del liderazgo de otros que se ocupen de los asuntos
públicos, por lo cual la democracia así concebida conducirá siempre a la oligarquía.14

10 MORIN, Edgar Introducción al pensamiento complejo, Gedisa, Barcelona, 2007.


11 RINESI, Eduardo Muñecas rusas, Las Cuarenta, Buenos Aires, 2013.
12 PARETO, Wilfredo Forma y equilibrio sociales, Alianza, Madrid, 1980.
13 MOSCA, Gaetano La clase política, FCE, DF México 1984.
14 MICHELS, Robert Los partidos políticos. Un estudio de las tendencias oligárquicas de la democracia
moderna T 1 y 2, Amorrortu, Buenos Aires, 2011.
Políticos, empresarios y laicos católicos 23

Desde aquellas primeras proposiciones, que ya tienen más de un siglo, se han


planteado diversas propuestas para estudiar a las elites. Entre las distintas concepcio-
nes hay quienes entraron al tema privilegiando el estudio de los individuos –como
lo hicieron Pareto, Mosca y Michels– mientras que otros pusieron el foco en las
estructuras sociales.
A mediados de siglo pasado, José Luis De Imaz estudió el caso argentino desde
una perspectiva de los individuos, analizando trayectorias de dirigentes agrupados
según sus orígenes sociales y ámbitos de acción. Sostuvo que las elites oligárquicas
del siglo XIX, cuyos miembros pertenecían al mismo grupo de familias, iban a los
mismos clubes y estudiaban en los mismos lugares, fueron reemplazadas por elites
especializadas, a partir de la conformación, en el siglo XX, de otros polos de poder,
como una clase propietaria corporativa, la burguesía nacional, el sindicalismo pero-
nista, las fuerzas armadas y la iglesia católica. Por ello, para De Imaz, en la Argentina
del siglo XX no podía verse una elite dirigente en el sentido estricto del término,
como la que él sí identificaba en el siglo XIX.15
Distinta había sido la propuesta realizada una década antes por Charles Wright
Mills al estudiar los Estados Unidos de la posguerra. Él se enfocó en la estructura
social, y habló para su caso de la existencia de una elite de poder: un conjunto de gru-
pos dominantes que superaba los límites del gobierno, y contemplaba una burguesía
conformada por las corporaciones económicas y las fuerzas militares.16 No se trataba,
desde su punto de vista, de un único sector homogéneo e indiviso, sino de un plexo
conformado por áreas en las que se tomaban las grandes decisiones de su país, más
allá del propio Estado.17
En esta investigación sobre Santiago del Estero he tratado de dar cuenta de las
estructuras, pero sin dejar de atender a la dimensión individual.18 En el caso santia-

15 DE IMAZ, José Luis Los que mandan Eudeba, Buenos Aires, 1963.
16 WRIGHT MILLS, Charles The power elite. Oxford University Press, New York, 2000.
17 Una enorme variedad de autores han abordado la cuestión de las elites. Aquí nos limitamos a citar
algunos que han servido como referencia a nuestro trabajo. Germani (2010) abordó la cuestión antes
que De Imaz, identificándolas en los estratos altos de los distintos sectores sociales y atribuyéndoles
un papel modernizador y organizador del país. Agulla (1991) estudió el caso cordobés y dio cuenta
del paso de una elite doctoral a una elite industrial. Más recientemente desde la economía y las cien-
cias políticas se ha trabajado a las elites empresariales. Entre ellos se cuentan los trabajos de Heredia
(2011), Schoor, Manzinelli y Basualdo (2012), Galvez (2013). Donatello (2012) ha trabajado la rela-
ción entre las elites empresariales y la iglesia católica.
18 En la larga discusión en las ciencias sociales sobre la relación entre individuo y estructura, o sobre
los universos simbólicos y la praxis social, se ha producido un sinnúmero de artificios teóricos desde
distintas tradiciones que, con mayor o menor alcance y eficacia, abordan esta presencia de lo social en
los sujetos y viceversa: nos referimos a las diversas variantes de imaginarios, hábitus, representacio-
nes sociales, construcciones simbólicas y distintos enfoques de la teoría de la cultura. Algunas de ellas
serán de utilidad en los capítulos subsiguientes.
24 Ernesto Picco

gueño, el plexo del que hablaba Wright Mills se presenta de una forma muy especí-
fica y está formado principalmente por: a) el Estado, especialmente por el personal
político que pertenece a los sectores más altos de los partidos que lo conducen, b)
la elite económica, ligada a los contratistas del Estado y a los medios privados de
comunicación; c) la iglesia católica, con especial protagonismo de las instituciones
dirigidas por el laicado.
Las ciencias políticas tradicionalmente han abordado a los partidos como or-
ganizaciones, estudiando sus resortes institucionales para las disputas formales de
poder. Entre los aspectos a los que se ha prestado más atención se puede contar las
prácticas de cooperación o competencia entre facciones, los recursos como afiliacio-
nes o cargos públicos y la distribución de beneficios colectivos y selectivos19. Pero
aquí no abordo ni al Estado ni a los partidos políticos como organizaciones o institu-
ciones, sino como espacios de poder en los cuales las luchas y los recursos tienen otra
dinámica más allá de la eminentemente institucional.
Una de las bases fundamentales desde las que entiendo la cuestión del poder
es la teoría sociológica de Pierre Bourdieu. Lo entiendo no como una sustancia que
poseen los individuos, sino como un efecto de ciertas relaciones sociales, que están
signadas por distintos tipos de capitales por los que los agentes luchan en diversos
campos sociales, que tienen sus propias reglas y límites formales e informales20. Los
capitales pueden ser de diverso tipo: económico, político, intelectual, social, discur-
sivo, simbólico, entre otros. Son el botín que se disputan quienes ostentan las posi-
ciones dominantes y quienes las pretenden. Veremos a lo largo del texto, como estas
disputas no implican siempre intenciones conscientes o tomas de decisiones explíci-
tas por parte de los agentes.
Debe agregarse que estos campos se despliegan dentro de un escenario mayor
que es el campo de poder, aunque este no es un campo en sí mismo. Lo explica
Wacquant:

19 LEIRAS, Marcelo Todos los caballos del rey, Prometeo, Buenos Aires, 2007.
20 Una síntesis de las leyes de la teoría de los campos: a) Cada campo tiene lógicas diferenciadas, según
la jerarquía de los tipos de capital –económico, cultural, social, simbólico u otro– que varía en los
distintos casos; b) Puede definirse al campo como una fotografía de un estado de las relaciones de
fuerza, pero al decir esto entendemos que se trata de un espacio dinámico, cuyos cambios pueden ser
analizados en el eje de la diacronía; c) Esa dinámica está dada por los cambios en las posiciones, las
distancias entre fuerzas y la distribución de los capitales en el campo; d) En el campo existen sectores
dominantes y pretendientes: es decir, quienes concentran mayor capital y luchan por conservarlo y
quienes luchan por arrebatarlo; e) Las estrategias de los agentes dependerán de su posición en el
campo, de la distribución del capital, y de la percepción que estos tengan del campo; e) El campo
determina el hábitus –las disposiciones, expectativas y prácticas dentro de los límites marcados por
las significaciones posibles del porvenir– de los agentes que lo integran; f) El límite de cada campo se
detecta allí donde se terminan los efectos del campo sobre los agentes y sus relaciones.
Políticos, empresarios y laicos católicos 25

“La noción de campo de poder fue elaborada por Bourdieu en el


curso de las investigaciones históricas sobre la génesis y el funcio-
namiento del campo artístico durante el siglo XIX en Francia y a
través de una serie de estudios monográficos de las corporaciones
de mayor rango, la jerarquía de la Iglesia Católica, la autoridad ju-
dicial, los altos funcionarios del Estado y las escuelas de élite, que
planteaban de forma muy concreta el problema del conflicto entre
las diferentes formas de poder. Para escapar del sustancialismo y
del realismo desubicado inherente al concepto de ‘clase dirigente’,
Bourdieu bosqueja la constelación de instituciones interrelaciona-
das dentro de las cuales compiten los que detentan distintas clases
de capital (económico, religioso, legal, científico, académico, artís-
tico, etc.) para imponer la supremacía de la clase de poder particular
que ejercen”.21
Bourdieu habla poco de elites y este concepto en general no es central en su arqui-
tectura teórica. Habla más bien de clases o fracciones de clases que dominan dentro
de determinados campos, los cuales a su vez se disputan la lógica por el principio de
dominación dominante en el campo de poder. Sobre el análisis del campo de poder,
Ana Teresa Martínez advierte que “el estado de dispersión en que se encuentra la
información que sería necesaria, y la magnitud del trabajo que implicaría recons-
truir todo el juego de relaciones económicas, sociales y políticas […] obliga a hacer
opciones, elaborando una estrategia que permita al menos fundar algunas hipótesis
plausibles”.22
Teniendo en cuenta esta advertencia, somos conscientes que las luchas de poder
no se agotan en el campo político, de la iglesia católica y el gran empresariado. Por
ejemplo, el campo judicial, el campo burocrático, el campo académico, el artístico o
el campo de la ruralidad podrían ser relevantes para analizar como espacios de dispu-
ta de poder que aquí no abordamos, y que en otros estudios o líneas de investigación
pueden ayudar a completar el cuadro o conducir a otros hallazgos.
En las luchas de poder se despliegan lo que Bourdieu llama estrategias de re-
producción social, a las que define como secuencias ordenadas de prácticas que los
agentes o grupos deben producir para reproducirse como tales.23 Lo que se reproduce

21 WACQUANT, Loïc –coord.– El misterio del ministerio, Gedisa, Barcelona, 2005, pp. 30-31.
22 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Santiago del Estero en los años 20 y 30” en Los hermanos Wagner: entre
ciencia, mito y poesía. Editorial UNQ, Quilmes, 2011, p. 22.
23 BOURDIEU, Pierre Las estrategias de reproducción social Siglo XXI, Buenos Aires, 2011
26 Ernesto Picco

son dos cosas: los capitales que los agentes poseen, y el sistema: la propia estructura
en la que ellos ocupan lugares de privilegio.24
Para poder dar cuenta de esas estrategias hay que tener un conocimiento sincró-
nico y diacrónico de los grupos sociales estudiados. Producir ese conocimiento en
base a un arduo trabajo empírico es lo que he tratado de hacer con esta investigación,
analizando agentes, cargos, posiciones, relaciones y movimientos en los campos en
los que se disputan los capitales en juego.
Del inventario de estrategias de reproducción que propone Bourdieu, enumero
las que he comprobado que tienen relevancia en el caso santiagueño: a) estrategias
económicas, que son las que hacen crecer el patrimonio y el dinero; b) estrategias de
inversión social, que implican la instauración y el mantenimiento de relaciones per-
sonales movilizables y utilizables en el corto o largo plazo; c) estrategias ideológi-
cas, que proponen marcos interpretativos de la realidad que legitiman los privilegios
naturalizados de los grupos dominantes, y que se despliegan a través de discursos
sociales y prácticas institucionales; d) estrategias sucesorias, que consisten en el
traspaso de los capitales de una generación a otra.
Durante el trabajo de campo se hizo visible otra estrategia que puede agregarse
al inventario bourdieano. Es la estrategia de articulación entre campos, que se pone
en juego cuando un agente, para conservar o reproducir su capital, se mueve a un
espacio que en principio le es ajeno, para conseguir beneficios que repercutirán en el
lugar del que proviene. Por ejemplo, cuando un empresario de la construcción, que
en su campo lucha por capital económico a partir de contratos de obra pública con el
Estado, se desplaza al campo de los medios de comunicación, donde lo que se juega
es capital discursivo, es decir, la capacidad de construir y hacer circular versiones de
la realidad.
Existe otra variante de esta modalidad. La llamo gozne público-privado. Gozne
es un sustantivo que denomina la pieza que articula una puerta o una ventana con la
pared. La palabra aquí adquiere el estatuto de verbo. El gozne público-privado se
ejecuta cuando un agente que pertenece a la elite económica o religiosa se lanza a la
competencia política o coloniza espacios burocráticos del Estado para beneficiar a su
sector, o cuando desde el Estado se hace un paso al sector privado para adquirir be-
neficios que se vuelven posibles por la propia posición en el sector público. De todos
estos casos, veremos ejemplos a lo largo de los capítulos.
Es importante tener en cuenta que por tratarse de un estudio provincial, en todos
los casos estamos ante lo que Ana Teresa Martínez llama campos periféricos. Es
decir que están delimitados en un dominio geográfico-institucional subnacional, que

24 También, para poder sostenerse en el tiempo, además de poner en juego estrategias de reproducción,
los agentes ponen en juego estrategias de reconversión: son aquellas que les permiten transformarse,
mudar de piel para adaptarse a nuevos contextos y mantenerse en las posiciones de dominación.
Políticos, empresarios y laicos católicos 27

mantiene una relación con un dominio nacional: este último opera como espacio de
facilitación u obturación de prácticas y relaciones, como así también de legitimación
o estigmatización simbólica de prácticas, agentes y relaciones del dominio local25.
Este armazón teórico, desplegado aquí de manera más bien abstracta y sintéti-
ca, es el que nos indica a dónde mirar y qué preguntar, parados ante la marea de la
historia y los fenómenos sociales que busco describir. Nos introduciremos en ellos,
mediados por la mirada de la historia y la teoría social.
La investigación que da lugar a los datos e interpretaciones que comparto en
este texto se desarrolló en primer término con una serie de entrevistas y reentrevistas
a tres decenas de informantes clave vinculados a la elite de poder santiagueña. La
mayoría de ellos son o fueron protagonistas directos o agentes de los campos que
aquí estudiamos: dirigentes políticos, funcionarios públicos, empresarios, referentes
de la iglesia católica, y personas de los círculos de confianza de todos los anteriores26.
A las entrevistas se suma un largo trabajo sobre otras fuentes, como archivos pe-
riodísticos, del Boletín Oficial, datos estadísticos, resultados electorales, documentos
judiciales, documentación propia de las instituciones estudiadas, y archivos privados.

4. La estructura del texto


Este texto se nutre principalmente de mi tesis doctoral sobre la elite santiagueña
defendida en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires en
octubre de 2014. Pero también abreva en otras indagaciones previas y posteriores. La
investigación original hacía foco en los 30 años de democracia posteriores a la última
dictadura militar, pero ese período que va de 1983 a 2013 es imposible de entender
aislado de la historia del siglo XX. Es así que para este libro abordo las décadas pre-
vias al período estudiado en primera instancia, para luego profundizar el análisis del
lapso específico.

25 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Para estudiar campos periféricos. Un ensayo sobre las condiciones de utili-
zación fecunda de la teoría del campo de Pierre Bourdieu” en Revista Trabajo y Sociedad N° 9, UNSE,
Santiago del Estero, 2007.
26 Estas entrevistas permitieron construir relatos encontrados, a veces contradictorios, visiones y pers-
pectivas diferentes. Cualquiera sea el tema que se trate en un trabajo de investigación que se valga de
este recurso, lleva al encuentro de entrevistados que son muchas veces los personajes centrales de los
episodios estudiados, y sus testimonios pueden verse tergiversados, voluntariamente o no. Teniendo
esto en cuenta, seguimos en esta línea algunos consejos de Saltalamacchia (1992) para controlar la
confiabilidad de las entrevistas: básicamente los de carear los testimonios de dos o más entrevistados
sobre un mismo hecho o episodio, y de contrastar la información brindada con otras fuentes de infor-
mación o documentación disponible. En muchos casos ha sido posible hacer esto, y en otros ha sido
más difícil o imposible.
28 Ernesto Picco

Los capítulos pueden leerse de manera relativamente independientemente, pero


cada uno es una capa que avanza sobre una misma línea de tiempo: entre todos se
superponen para dar forma al gran cuadro.
El capítulo I es una caracterización del Estado santiagueño, de los distintos tipos
de elites y elencos de gobiernos que operaron en la provincia antes de constituirse
la elite de poder tal y como quedó conformada a partir de la segunda mitad del siglo
XX hasta principios del siglo XXI. Para ello pongo en diálogo algunos trabajos de los
campos de la historia y la ciencia política del ámbito nacional y el provincial.
En los capítulos II y III se abordan los dos grandes partidos políticos dominantes
de la Argentina, en su expresión local. El capítulo sobre el radicalismo fue escrito
especialmente para este libro, y el del peronismo es una versión revisada y ampliada
de un trabajo publicado previamente en la revista Trabajo y Sociedad.
El capítulo IV está basado en una parte de mi tesis doctoral, y aborda la jerar-
quía de la iglesia católica y el papel que jugaron en la política los dirigentes de las
organizaciones del laicado, deteniéndome con mayor detalle en el Partido Demócrata
Cristiano y la Universidad Católica, cuyos dirigentes tienen orígenes sociales com-
partidos con algunos de los máximos referentes del peronismo y el radicalismo en
Santiago.
El capítulo V se pregunta, mucho más cerca en el tiempo, por el espacio del kir-
chnerismo. Basado en un borrador inédito, aborda la relación de las fuerzas políticas
locales con el espacio político a nivel nacional durante la última década.
El capítulo VI, también parte de mi tesis doctoral, da cuenta de la relación entre
la elite empresarial con el campo político, y las tensiones entre sus propios miembros
en función de sus relaciones de cooperación o confrontación con el Estado.
El capítulo VII es una suerte de conclusión que apunta a caracterizar la elite de
poder en Santiago del Estero en clave de reflexión sociológica: se describe su estruc-
tura y estrategias, a la luz de los datos empíricos expuestos a lo largo del texto.
I

Las elites y el Estado santiagueño en el siglo XX

L
a estructura de la elite de poder en Santiago del Estero ha cambiado a lo largo
del último siglo. La composición de las elites políticas, las elites económicas
y los elencos de gobierno durante el siglo XX ha ido mutando y dándole a esa
estructura una nueva forma, cuya principal transformación tiene lugar entre las déca-
das del 50 y 60. Una vez centrados en el período de estudio más profundo, que son
las décadas del 80, 90 y 2000, veremos las características que tiene el Estado en ese
período y daré algunas de las primeras referencias de la articulación de los gobiernos
con la elite de poder.

1. Las recomposiciones de las elites frente a los cambios políticos y económicos


En su clásico libro Los que mandan, publicado a mediados de los 60, José Luis de
Imaz sostuvo que en la Argentina existió una clase dirigente entre 1880 y 1941, que
luego se fue descomponiendo. Se trataba, según el autor, de un grupo cohesionado
por la pertenencia a grupos familiares, sus profesiones y la participación en clubes
sociales en común, como el Jockey o el Círculo de Armas. La estructura que permitía
sostener el manejo del gobierno de este sector estaba basada “en dos pilares, el fraude
electoral y el apoliticismo de las Fuerzas Armadas”, mientras que sus miembros com-
partían una visión de país idéntica: eran “admiradores de lo francés en lo cultural, de
lo británico en lo económico y de lo alemán en lo militar”.27
Con el advenimiento del peronismo, señala De Imaz, el elenco de gobierno se
subvirtió y estuvo conformado por la plutocracia, los dirigentes sindicales y de co-
mités partidarios, y representantes de las Fuerzas Armadas. Tras la Revolución Li-
bertadora, este elenco volvió a transformarse y quedar conformado por militares y
empresarios.
Más allá de las transformaciones posteriores a 1941, el cambio fundamental se
dio en la aparición de lo que De Imaz llama una elite especializada, no porque sus
miembros tuvieran un área de experticia, sino porque venían de campos específicos y
diferenciados. El sociólogo señala que “en la época de Mitre, Roca, Pellegrini y Man-
silla, en el Jockey, en el Club del Progreso, en el Círculo de Armas, se encontraban
todos los que mandaban, parientes, muchos, condiscípulos casi todos, consocios la

27 DE IMAZ, José Luis Los que…, cit., p. 18.


30 Ernesto Picco

totalidad. Eran una clase dirigente”.28 Hacia la segunda mitad del siglo XX esos espa-
cios de sociabilidad perdieron importancia, y la escena era completamente diferente:
“El joven sacerdote estudiaba en Roma, el flamante guardiamarina
se establecía en una base del Sur, el hijo del empresario estudiaba
en Zurich o en un colegio británico, o ingeniería textil en Bélgica o
Francia, el self made man árabe o polaco apenas arribaba, el apren-
diz de una fábrica ni soñaba con el papel que le tocaría desempeñar
en los 50, el aspirante a político estudiaba Derecho y andaba en el
comité, y el gran propietario rural frecuentaba su grupo exclusivo”.29
Así es que se fue perdiendo de a poco ese transitar por espacios comunes, que daba
cierta cohesión a las elites. La composición de los elencos dirigentes también se mo-
dificó en Santiago del Estero, pero menos por estas transformaciones sociales que por
los cambios de la estructura económica de la provincia, atada a las del orden nacional.
En un estudio publicado recientemente, María Mercedes Tenti aborda la rela-
ción de las elites santiagueñas con la formación del Estado provincial. En el período
que va de 1875 a 1916 reconoce tres formaciones diferentes de la elite. A la elite
militar, más típica del siglo XIX, que tuvo como exponentes locales a los Taboada, le
siguió una elite de comerciantes e industriales que fueron también quienes se hicieron
cargo del diseño y la construcción del Estado santiagueño:
“Una nueva élite de antigua raigambre capitular –muchos de sus
integrantes exiliados durante la dominación taboadista– dedicada
más a la agricultura, a la agroindustria y al comercio, asentada en
zonas cercanas a la Capital –dentro del área de riego del Río Dulce–
comenzó a proyectar la conformación del Estado sobre la base de
lo construido en el período anterior, pero con una nueva perspectiva
organizativa, alentada por los progresos del Estado-nación”.30
La figura central de este período fue Absalón Rojas, que logró tener una posición
dominante en Santiago no sólo por su capital económico –era un importante co-
merciante– sino porque había podido invertir su capital social en capital político:
estando exiliado en Tucumán durante el taboadismo, había trabado amistad con Julio
Argentino Roca, quien luego sería presidente, y a posteriori, el principal referente
político nacional durante los años de gobierno provincial de Rojas. La figura de Roca,
durante todo ese período, funcionó como árbitro de las disputas internas de Santiago.

28 DE IMAZ, José Luis, Los que…, cit., p. 252.


29 DE IMAZ, José Luis, Los que…, cit., p. 252.
30 TENTI, María Mercedes La formación de un Estado Periférico, Ediciones UCSE, Santiago del Este-
ro, 2013, p. 368.
Políticos, empresarios y laicos católicos 31

Durante los tres períodos que señala Tenti reinaron los conflictos interélites, que no
eran ideológicos o políticos –todos los miembros de la elite eran liberales y roquis-
tas– sino meramente de facciones. Los distintos referentes locales reportaban a Roca
para plantear sus versiones de los conflictos, y el presidente arbitraba.
Durante este período gobernaron Rojas (1886-1889) y su primo Maximio Ruiz
(1889-1892). Rojas inició un nuevo mandato en 1892 pero fue truncado por un le-
vantamiento opositor. En estos años del rojismo se dieron los primeros pasos de la
organización del Estado provincial y la creación de sus principales instituciones –Re-
gistro Civil, Departamento de Aguas, Boletín Oficial– a la vez que se intentó organi-
zar la educación pública y se modernizó la ciudad capital.
El derrocamiento de Rojas en 1892 dio lugar a la llegada de un tercer grupo,
que Tenti caracteriza como una elite intelectual. Este sector estaba integrado por
los miembros de las familias Palacio y Santillán.31 Varios de ellos estaban formados
en derecho y habían realizado estudios en Buenos Aires, mientras que otros eran
maestros. Se trataba de un sector social diferente, pero también referenciado en el
roquismo y con la ambición de gobernar la provincia:
“Las aspiraciones hegemónicas de la élite del poder llevaron a fre-
cuentes enfrentamientos entre grupos antagónicos […] en todos los
casos, la preocupación de controlar el aparato del Estado radicaba
en la importancia que las instancias de gestión tenían para el acceso
a la información sobre negocios, al crédito público, a prebendas y
beneficios y a la manipulación de la esfera legal”.32
A partir de ese momento podemos marcar tres períodos en la historia del Estado san-
tiagueño de la primera mitad del siglo XX: el período de los gobiernos conservadores
(1898-1919); el período de los gobiernos radicales (1920-1943); y el período del
primer peronismo (1946-1955).
Debemos ver qué cuestiones, qué capitales estaban en juego en estas décadas.
Por una parte se luchaba por el acceso al espacio político, cerrado por la oligarquía
conservadora, y luego en disputa en el seno del partido radical tras sucesivas divi-

31 Las familias Palacio y Santillán tuvieron gran influencia política durante gran parte del siglo XIX.
Domingo Palacio fue presidente del cabildo santiagueño en 1810, luego de la revolución de mayo.
Su sobrino, Sebastián de Palacio tuvo el grado de Coronel durante el gobierno de Ibarra, y fue abuelo
de Dámaso Palacio, gobernador conservador entre 1898 y 1901 y entre 1908 y 1910. Por su parte,
Mariano Santillán fue presidente del cabildo en 1917. Estaba casado con Tomasa Gondra, hermana de
Adeodato Gondra, secretario, ministro y principal hombre de confianza de Ibarra. Sus dos hijos fueron
gobernadores. Gregorio Santillán Gondra entre 1875 y 1876 y Mariano Santillán Gondra entre 1878 y
1879. El hijo de este último, José Domingo Santillán, fue gobernador entre 1904 y 1908, y fue yerno
de Dámaso Palacio, dado que estaba casado con su hija Carolina.
32 TENTI, María Mercedes La reforma…, cit., p. 374.
32 Ernesto Picco

siones internas. En esas luchas es el capital político mismo el que está en juego.
Primero, porque desde allí se delineaban los parámetros para la construcción de una
provincia en la que todo estaba aún por hacerse, y segundo –y tal vez esto es más
importante– porque desde ese lugar se hacía la distribución discriminada del capital
económico, que era, básicamente, la tierra.
En 1908, un editorial del diario El Liberal, que por entonces era opositor al go-
bierno, denunciaba que “la tierra pública, las rentas fiscales y los bosques se reparten
entre los solidarios del gobierno”.33
En este primer período que marcamos, tuvieron lugar los gobiernos provinciales
bajo la tutela del roquismo, y con la rotación de los cargos, que generalmente se daba
entre las bancas del Congreso de la Nación y el Poder Ejecutivo provincial. Se suce-
dieron los gobiernos de Dámaso Palacio (1898-1901), Pedro Barraza (1901-1904),
y José Domingo Santillán (1904-1908). Luego regresó Palacio, que gobernó desde
1908 y renunció en 1910, para que completara su mandato Manuel Argañarás. Más
tarde gobernaron los también conservadores Antenor Álvarez (1912-1916), José Ca-
banillas (1916-1918) y Juan Anchezar (1918-1920).
Cuando Yrigoyen asumió la presidencia de la nación, Santiago era, junto con
San Juan, la única provincia en la que el radicalismo había perdido las elecciones a
gobernador. En 1919, el presidente decidió intervenir ambas provincias y en 1920
comenzó en Santiago la etapa de gobiernos radicales. Pasaron por el gobierno Ma-
nuel Cáceres (1920-1924), el interventor alvearista Rogelio Araya (1924), Domingo
Medina (1924-1928), y Santiago Maradona (1928-1930).
Con la caída de Yrigoyen, la provincia estuvo intervenida durante dos años lue-
go del golpe de Uriburu, y después de este ínterin volvieron los radicales con Juan
Bautista Castro (1932-1936), Pío Montenegro (1936-1939) e Ignacio Cáceres (1940-
1943).
Más allá de este inventario de gobernadores, que apenas sirve para tener un
mapa de los nombres que estuvieron en el poder, lo que interesa marcar son tres cosas
que ocurrieron en ese período: la instalación del obraje como actividad económica
privilegiada, el exilio de las familias tradicionales, y una recomposición de la estruc-
tura de las elites locales.
A finales del siglo XIX había fracasado el proyecto de la producción provincial
de azúcar cuando desde el gobierno nacional se le dio prioridad a Tucumán en el ten-
dido de las vías férreas para transportar la producción. A partir de allí, las principales
fuentes de negocios que empezaron a emerger en Santiago fueron la ganadería, la
producción de alfalfa y sobre todo, la industria forestal.
Los obrajes madereros se expandieron principalmente gracias a la venta de tie-
rras fiscales y se dedicaron primero a la producción de durmientes para la red ferro-

33 El Liberal, 25/04/1908.
Políticos, empresarios y laicos católicos 33

viaria en todo el país. Luego, se usó para producir leña y carbón, ante las dificultades
para importar dichas materias primas de Europa, donde había comenzado la primera
guerra mundial.
Por esos años, Santiago fue pensada no como un área de desarrollo, sino como
un área periférica y funcional al desarrollo de la economía pampeana y portuaria.34
Este proceso trajo aparejado la degradación del bosque, la explotación de los hache-
ros, y la concentración del capital económico.35 Un estudio de Amalio Olmos Castro
realizado en 1942 daba cuenta de que en seis departamentos veinte firmas –entre ellas
varias de capital extranjero– poseían un millón y medio de hectáreas.
Ana Teresa Martínez explica que las familias tradicionales que formaron parte
de la elite santiagueña a finales del siglo XIX y principios del XX tenían un gran
entusiasmo por el desarrollo y el porvenir santiagueño, pero estaban más vinculados
al proyecto azucarero y a los emprendimientos ganaderos y comerciales. Las crisis
económicas y los cambios en el modelo productivo –a lo cual se podría agregar los
reveses electorales del conservadurismo– vieron truncarse ese futuro de promisión
deseado. Esto significó una relativa reestructuración de los sectores dominantes en la
política y en la economía santiagueña:
“Todo sucede como si hubiera habido en esos años una disociación
entre capital económico, político y social: si en el siglo XIX eran las
mismas familias que acumulaban todas las especies de capital –pre-
cisamente por indiferenciación del capital simbólico– aquí encon-
tramos evidencias de una diferenciación progresiva […] el empresa-
rio obrajero ya no tenía necesidad de actuar directamente en política
para cuidar que sus intereses no fueran perjudicados, ni asegurarse
un miembro de su familia en el poder, bastaba una alianza con un
político ‘profesional’, o mejor aún, la inclusión de alguno de ellos
en los espacios gremiales de obrajeros, para tener un espacio donde
acceder a peticionar”.36

34 El trabajo sobre la historia ecológica de Brailovsky y Foguelman señala sobre los obrajes santiague-
ños: “Entre 1906 y 1915 la provincia produjo 20.700.000 durmientes con os que se construyeron
1.600 kilómetros de vías férreas […] La producción de postes, que en 1903 fue de 960.245 unidades,
bajó en 1923 a 739.127 unidades, pero la producción de carbón, que en 1903 fue de 23.940 toneladas,
en 1923 ascendió a 250.940 toneladas (Brailovsky y Foguelman 2010: 180 y 182).
35 En Santiago se ha producido una frondosa bibliografía sobre el tema, entre los que se cuentan los ensa-
yos de Ricardo Rojas (1959) y Orestes Di Lullo (1937), todos los informes de Olmos Castro, entre los
que se destaca El Trabajo (1942), y la obra sociológica de Raúl Dargoltz (1981, 1994), Alberto Tasso
(2007) y Ana Teresa Martínez (2007).
36 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Santiago del Estero en los años 20 y 30” en Los hermanos Wagner: entre
ciencia, mito y poesía. Editorial UNQ, Quilmes, 2011, pp. 37-38.
34 Ernesto Picco

Ese exilio de las familias de las elites tradicionales va a coincidir entonces con una
diversificación de la sociedad santiagueña, sus agentes y sus roles, ocurrida entre las
décadas del 20 y el 40. Esa reconfiguración va a cobrar rasgos aún más profundos con
la llegada del peronismo y la posterior caída del obraje como actividad económica
privilegiada.
A mediados de los años 40, más del 30% del presupuesto provincial provenía
de los impuestos recaudados en la industria forestal. La importancia de esa actividad
disminuyó lentamente hasta casi desaparecer en la década del 50, momento en el que
el presupuesto adquirió una fisionomía bastante similar a la que tiene en la actualidad.
En otro estudio sobre el tema, Ana Teresa Martínez da detalles sobre la composición
y la planificación de los fondos públicos:
“En 1950, el 15 de febrero se publica el presupuesto sancionado
por la Cámara de Diputados. Lo primero que llama la atención es
un sensible aumento del monto total, de 37 a 57 millones de pesos.
Lo que es constante es que en él el 54% procede de recursos de la
Nación, el 5,4 de la explotación de bosques, el 5% del Casino de
Termas, el 3,9 de venta de tierras fiscales y se parte de un superávit
del año anterior que asciende al 7,7% del total de ingresos. Respecto
de los egresos, crecen dos rubros de modo significativo respecto de
las previsiones del año anterior: las erogaciones en sueldos insumen
el 54% del total de dinero previsto, los subsidios han disminuido
considerablemente en peso proporcional (vuelven al 6,2%) y au-
menta el monto destinado a obras públicas, que asciende a un 19,7%
del gasto provincial”.37
Aquí queda clara la manera en que, durante el primer peronismo, se delineó la po-
lítica económica del Estado provincial que marcó una estructura presupuestaria y
financiera que continúa hasta el presente, y que tiene como características principales
la dependencia de las finanzas locales de la coparticipación federal38 y el alto porcen-

37 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Estado, economía y política en Santiago del Estero 1943-1949. Explora-
ción de algunas condiciones estructurales de la cultura política” en Revista Andes N° 19, Universidad
Nacional de Salta, Salta. 2008, p. 19.
38 La disparidad productiva entre el puerto de Buenos Aires y el interior provincial ha sido históricamen-
te el origen de las diferencias de desarrollo, recaudación y distribución de los ingresos fiscales en el
país. Un informe de la Cepal sobre el tema señala que desde “los conflictos por las rentas aduaneras
que marcaron los primeros años de la organización nacional hasta las más recientes disputas por los
fondos de coparticipación federal, la potestad y el reparto de los tributos han estado en el centro del
debate entre los diferentes niveles de gobierno” (Certángolo y Jiménez 2004: 12). El régimen de
coparticipación, que comenzó a organizarse en Argentina en la década del 30, ha sufrido diversas
modificaciones, creaciones de nuevos tributos, y delegación de la responsabilidad de recaudación
Políticos, empresarios y laicos católicos 35

taje de gastos destinados al sueldo de empleados públicos, que representan la masa


más importante de trabajadores provinciales y que estarán en directa dependencia del
Estado.
Otro proyecto provincial de desarrollo económico que tuvo lugar en la década
del 60 fue la Corporación del Río Dulce, creada durante el gobierno del radical Ben-
jamín Zavalía (1963-1966) y continuada parcialmente por los sucesivos gobiernos
militares. Su objetivo era avanzar en un proyecto de riego y colonización de tierras
a gran escala.39 Sin embargo, la iniciativa naufragó debido a la falta de continuidad
política, y lo que se mantuvo fue una fisionomía de la estructura económica soportada
por las finanzas del Estado santiagueño, que dio lugar a la emergencia de una nueva
elite económica.
La estructura de la elite de poder que estudiamos a lo largo de todo este libro
se configura a partir de este punto y está conformada por advenedizos, trabajadores,
pequeños empresarios y plebeyos que van a crecer a partir de su apuesta en espacios
clave de la economía vinculada a los fondos para obras y servicios públicos.40 Vere-
mos más adelante que hay, además, una generación de políticos y empresarios naci-
dos entre las décadas del 20 y el 40 que operaron en distintos partidos y sectores pero
–a la manera de la clase dirigente que recuerda De Imaz con nostalgia– compartieron
espacios comunes de sociabilidad como el Jockey y el Lawn Tennis Club, o la Acción
Católica y los Cursillos de Cristiandad.

2. El Estado santiagueño desde el retorno de la democracia


Entender el Estado santiagueño implica desembarazarse de ciertas ideas de lo que
el Estado debería ser, para comprender sus características sin intentar entenderlo en
función o en la medida de lo que no es, de lo que le falta o de lo que le sobra.
Para caracterizar el Estado santiagueño, Homero Saltalamacchia ha propuesto
la noción de patrimonialismo electivo.41 Al referirse a los estados subnacionales en
general, remarca que estos no tienen representatividad ante otros estados nacionales
ni fuerzas armadas propias, pero gozan de cierta autonomía para manejar los recursos
fiscales e imponer el orden interior mediante policías provinciales. Y su soberanía es

de algunos de ellos a las provincias, pero sigue marcando la notable dependencia económica que los
Estados provinciales tienen del Estado nacional.
39 Nos referiremos a ella en el capítulo II.
40 El origen y desarrollo histórico de este sector es analizado en detalle en el capítulo VI.
41 Según el autor, hay dos puntos de vista para estudiar el Estado: a) el punto de vista estructural: que
contempla un sistema complejo de instituciones y normas que gestionan el sistema de representación
ciudadana y la administración de distintas actividades que van desde la salud, la vivienda y el inter-
cambio de bienes y servicios, y b) el punto de vista histórico: que contempla las relaciones desple-
gadas en el tiempo entre los gobiernos, las burocracias y los propietarios privados de los medios de
producción. A lo largo de los capítulos de este libro nos apoyamos en uno y otro.
36 Ernesto Picco

limitada, ya que su Constitución no puede ir en contra de la Constitución Nacional.


Puntualmente sobre el caso santiagueño, lo describe señalando que “las elecciones y
la lógica de las maquinarias burocráticas puestas a su servicio están organizadas en
pro de la lucha por mantener o conquistar el gobierno por parte de las elites que se
disputan el control de los recursos fiscales”.42
Desde esa perspectiva, no suena muy distinto del Estado del que hablaba Tenti
durante el paso del siglo XIX al XX. La diferencia se encuentra en que el juego ha
cambiado: en ese entonces las luchas eran entre distintas facciones que concentraban
a la vez el capital político y el capital económico; en el cambio del siglo XX al XXI
las luchas se han dado en un entramado más complejo, en el que el capital político y
el capital económico están separados, los políticos no son necesariamente los grandes
empresarios, aunque a veces unos y otros han intercambiado posiciones.
Es interesante hacer un breve repaso de los perfiles que tuvo el Estado santia-
gueño en las últimas tres décadas de democracia, a partir de los discursos anuales de
los gobernadores en la Legislatura. Es un período que podemos caracterizar en cuatro
etapas: a) el tercer juarismo (1983-1987); b) la Corriente Renovadora (1987-1993);
el juarismo neoliberal (1995-2004); y el zamorismo (desde el 2005).
En 1983 Carlos Juárez asumió como gobernador peronista en un país de eferves-
cencia radical referenciada en la figura del presidente Raúl Alfonsín. Durante este pe-
ríodo, Juárez comenzó a caracterizar Santiago del Estero como una provincia víctima
de un destino trágico. En el discurso de apertura de sesiones legislativas de 1984, esa
condición fatal aparece vinculada al contexto nacional, en una “República demolida
por programas económicos antinacionales”, víctima de un “genocidio económico”,43
que el mandatario endilga directamente a las políticas neoliberales de la dictadura
militar:
“No fue solamente Martínez de Hoz el que socavó los cimientos de
nuestra economía, soldando las cadenas de la dependencia y con-
duciendo al pueblo a la miseria, fue la filosofía de su programa la
que labró la ruina de la república. Esa es la filosofía que debemos
impugnar y que impugnamos en resguardo del rescate nacional. No
se trata de dar o de no dar. Se trata fundamentalmente de sentir lo
que sienten los que piden. Se trata de empaparnos de la angustia del
pueblo, hasta que esa angustia nos penetre al punto de sentirla como
propia […] No se trata de clamar contra la subversión, sino de eli-

42 SALTALAMACCHIA, Homero “Santiago del Estero: un caso de patrimonialismo electivo”, Memo-


rias del VI Congreso de Alacip, Quito, 2012, p.17.
43 Discurso de apertura de sesiones legislativas (DASL), Legislatura de Santiago del Estero, 1984, p. 5.
Políticos, empresarios y laicos católicos 37

minar la pobreza y la injusticia que tornan transitables los caminos


de la violencia”.44
En ese tramo de su discurso, Carlos Juárez muestra su postura crítica tanto con el go-
bierno militar como con las organizaciones militantes diezmadas durante la dictadu-
ra, e introduce la cuestión de la asistencia social como uno de los ejes de su gobierno.
Un año después, en el discurso de 1985 ya empieza a referirse a un destino trági-
co eminentemente provincial, al señalar que en la Argentina ha convertido al “federa-
lismo en una ficción constitucional que nos atemoriza, nos deprime y nos posterga”.45
Esta noción de “postergación” se profundizará en el discurso juarista en los 90,
y se sumará a otras ideas similares como la del “abandono” de la provincia.
La socióloga Celeste Schnyder se refiere a este tercer gobierno de Carlos Juá-
rez como la etapa de estructuración de las bases de dominación. Durante su primer
gobierno (1949-1952), Juárez había aparecido como una figura lateral, casi juvenil,
del peronismo provincial a fines de la década del 40, mientras que en los 70, cuando
asume su segundo mandato (1973-1976) conducía una de las dos facciones en que
se dividía el peronismo local, y que no contaba con el apoyo del gobierno nacional.46
A partir de 1983, sin la figura de Perón como referente del movimiento y con el
país gobernado por el radicalismo, Juárez se constituyó como la figura central que
concentraría el capital político y simbólico47 del peronismo a nivel provincial. Y,
siguiendo a Bourdieu, también el capital estatal,48 hasta que una nueva facción del
peronismo antijuarista se dividiera a finales de esa década.
Desde 1987 gobernó la provincia una facción peronista conducida por César
Iturre, ex ministro de Gobierno de Carlos Juárez. Iturre se separó rápidamente de
la conducción juarista y creó la Corriente Renovadora, espacio político impulsado
desde el Estado, que tuvo dos períodos de gobierno. El primero fue completado por
Iturre en 1991, y el segundo fue conducido Carlos Mujica y Fernando Lobo hasta ser
depuesto en 1993 durante los episodios del Santiagueñazo, que derivaron en la Inter-

44 DASL, 1984, p. 7.
45 DASL, 1985, p. 8.
46 SCHNYDER, Celeste Violencia y política, Edunse, Santiago del Estero, 2013; CASTIGLIONE, An-
tonio Historia de Santiago del Estero. Academia de las Ciencias y las Artes, Santiago del Estero,
2010; PICCO, Ernesto “Acerca del peronismo subnacional, el juarismo y otras variantes locales:
alianzas y disputas internas en Santiago del Estero entre 1946 y 2010” Revista Trabajo y Sociedad N°
21, UNSE, Santiago del Estero, 2013.
47 Ana Teresa Martínez señala que el capital simbólico consiste “fundamentalmente, en la acreditación
de capital, es decir, en lograr que los otros reconozcan implícita o explícitamente un poder y orienten
sus conductas teniéndolo en cuenta. Aquí tener poder es lograr hacer creer que se lo tiene” (2009:84).
48 En los capítulos II y III profundizamos la diferencia entre capital político y capital estatal y en cómo
se jugaron en los espacios del radicalismo y el peronismo.
38 Ernesto Picco

vención Federal. El período coincidió con la crisis hiperinflacionaria y las primeras


introducciones de la reforma neoliberal en la Argentina.49
Los últimos dos mandatos de Carlos Juárez (1995-2002) estuvieron caracteriza-
dos por una adhesión a las políticas neoliberales que se impusieron a nivel nacional,
con la privatización de las empresas estatales más importantes, incluido el Banco
Provincia. En términos económicos se impulsó el comercio exterior con especial
énfasis en la exportación de la producción apícola a Europa, y la búsqueda del equi-
librio presupuestario y financiero, que habían quedado seriamente dañados tras la
Intervención Federal.
En el discurso de apertura de sesiones legislativas de 1999 –que era el último
del cuarto mandato de Juárez– ya pueden a verse las huellas del avance de la desocu-
pación y la precarización laboral que fueron producto de los ajustes de la década que
empezaba a terminar. Allí Juárez, con su característica prosa, se refiere a las conse-
cuencias del ajuste y a la forma en que asumió el mando desde su gobierno:
“Cuando asumí la gobernación en 1995, resultaba sumamente difi-
cultoso atisbar las soluciones que reclamaba la provincia. Era como
tratar de salir de aguas procelosas en medio de una espesa bruma,
sin alcanzar a divisar el puerto del arribo […] De más está describir
el cuadro de penosa situación en el que había quedado Santiago
del Estero luego de una funesta etapa de desgobiernos, corrupción
y endeudamientos que la sumieron en la peor crisis de su historia.
[…] Nos enfrentamos desde el inicio con un dilema crucial, se des-
pedía a más de seis mil empelados excedentes para la posibilidad
presupuestaria, condenando a sus familias a la terrible angustia de la
pobreza, o se practicaba un ajuste general de remuneraciones. Ele-
gimos este último camino y para hacerlo menos traumático y más
humano, dispusimos que él comenzara a partir de los setecientos
pesos, piso este que no fue adoptado en el resto de las provincias”.50
Hay un cambio importante en el discurso juarista: si en los 80 se exaltaba el nacio-
nalismo y se cargaba contra las políticas y los intereses externos de los gobiernos
militares, en los 90 es notorio su viraje hacia un sostenimiento del ajuste, las privati-

49 Sobre este período en Santiago ver AUYERO, Javier “¿Por qué grita esta gente? Los medios y los
significados de la protesta popular en la Argentina de hoy” en América Latina hoy N° 36, Universidad
de Salamanca, Salamanca, 2004; FARINETTI, Marina “Violencia y risa contra la política en el San-
tiagueñazo. Indagación sobre el significado de una rebelión popular”. en Revista Apuntes de Investiga-
ción. CECyP. Nº 6, Buenos Aires, 2000; TENTI, María Mercedes La reforma del Estado Santiagueño,
Ediciones UCSE, Santiago del Estero, 2005.
50 DASL, 1999, pp. 1-2.
Políticos, empresarios y laicos católicos 39

zaciones, y las políticas impuestas desde el gobierno nacional y el Fondo Monetario


Internacional.
Más allá de las construcciones de sentido que desde el Estado provincial se
hacían sobre la situación social y económica, existió en este último período del jua-
rismo, que después del propio Juárez fue continuado por los gobiernos de Carlos
Díaz (2001-2002) y Nina Aragonés de Juárez (2002-2004), una profundización de las
características de lo que, en general, se ha dado en llamar régimen juarista.
Para esta etapa los canales de comunicación entre gobernantes y gobernados ya
no eran los mismos que los del tercer período de Juárez (1983-1987) dado que su nue-
vo gobierno se caracterizó por la introducción de tecnologías del control político, que
incluyeron la reincorporación del represor Musa Azar para conducir el Departamento
de Inteligencia y poner en marcha una estructura de espionaje policial y persecución
de opositores y de miembros díscolos del partido.51 Existen en este período dos eta-
pas: una de consolidación electoral y política, que dura los dos últimos mandatos de
Carlos Juárez, y una etapa de crisis y disolución que es protagonizada por sus dos
sucesores, en el contexto de una crisis de representatividad política que afectaba a
todo el país.52
Saltalamacchia y Silveti revisan otros aspectos del Estado juarista y caracterizan
esta etapa de consolidación electoral y política, señalando que las marcas de su régi-
men político fueron: 1) el reparto del poder político y económico entre los integrantes
de la elite; 2) el clientelismo de clase media y de clase baja; 3) un estricto control de
los medios de comunicación, 4) el control de la selección y el pago a los proveedores
de servicios al Estado; 5) la discrecional utilización de las tierras fiscales y los montes
naturales, 6) la arbitrariedad sin restricciones en la selección de cargos electivos; 7) el
control político del Poder Judicial y de la carrera burocrática; 8) el control partidario
sobre el bloque mayoritario de legisladores; y 9) un sistema de cooptación, de dela-
ciones, de represión policial y persecuciones judiciales. Más adelante, Saltalamac-
chia desarrolló la noción de patrimonialismo electivo, que revisamos en el apartado
anterior, y que se sostiene en buena parte de estos nueve puntos que caracterizan al
régimen juarista en esta etapa.53
Después de un período de efervescencia de la protesta social tras los asesinatos
del Doble Crimen de la Dársena, tuvo lugar la Intervención Federal comandada por
Pablo Lanusse entre abril de 2004 y marzo de 2005. Allí asumió el gobierno de Ge-

51 Ver FARINETTI, Marina La trama del Juarismo: política y dominación en Santiago del Estero 1983-
2004. Tesis para optar por el título de doctora en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires, 2013.
52 Ver SCHNYDER, Violencia…, cit.
53 Ver SALTALAMACCHIA, Homero y SILVETI, María Isabel “Movilización popular y régimen polí-
tico en Santiago del Estero” en El protector ilustre y su régimen: redes políticas y protesta social en
el ocaso de juarismo, UNSE, Santiago del Estero, 2009.
40 Ernesto Picco

rardo Zamora, que se encuadró rápidamente en la Concertación Plural impulsada por


el kirchnerismo, alineación que le valió al nuevo gobernador santiagueño la firma del
Acta de Reparación Histórica, que en muchas otras provincias del interior se había
firmado en la década del 80.54
Las redes políticas que sostenían el caudal de votos del gobierno ya no estaban
apoyadas en el desprestigiado PJ-Juarista, sino en una alianza electoral –devenida en
alianza de gobierno– entre sectores del radicalismo y peronistas que habían sobrevi-
vido a la debacle del juarismo.
Durante el gobierno de Zamora se construyeron once nuevos hospitales, una
nueva terminal de ómnibus, un lujoso centro cultural, decenas de escuelas, miles de
viviendas e imponentes obras viales y de infraestructura. A esto se les sumó la radica-
ción de numerosas industrias en la provincia, y la exportación de productos locales a
otros países latinoamericanos, europeos y asiáticos. La contracara de este importante
desarrollo fue la aparición de episodios que recordaron a los tiempos del juarismo: en
seis años hubo dos nuevos asesinatos presuntamente vinculados a cuestiones políti-
cas –uno en la ciudad Capital y uno en la ciudad de Frías, ambos aún sin resolución
en la Justicia– numerosas denuncias de corrupción contra funcionarios públicos, una
drástica disminución del protagonismo de la oposición política y una cerrada alianza
con los medios de comunicación.
En el discurso de la apertura de sesiones legislativas de 2007, donde Gerardo
Zamora ya llevaba dos años de gobierno, se sientan algunas bases que caracterizaron
a su mirada de la gestión del Estado provincial:
“He dispuesto cinco ejes centrales de acción […] un importante pro-
grama de obras prioritarias, que comprenden tanto de infraestruc-
tura necesarias para el crecimiento y desarrollo provincial, como
también obras para la prestación de más y mejores servicios pú-
blicos […] Una clara política de diálogo y consenso, a través de la
creación de espacios institucionales de diálogo y consenso, se ha
garantizado con ello la participación ordenada de los distintos sec-
tores de nuestra comunidad, estableciendo verdaderos ámbitos de
democratización del Estado. La Mesa del Diálogo Docente, la Mesa
del Dialogo con los trabajadores y empleados públicos, la Mesa de
la Tierra y la Producción y los Consejos de Seguridad Ciudadana
y de Promoción y Desarrollo Provincial. […] La concreción de un
gabinete social que defina y sintetice políticas sociales de inclusión,
priorizando los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad. Po-
líticas de promoción y radicación de inversiones, que le den valor

54 Lo veremos en detalle en el capítulo IV.


Políticos, empresarios y laicos católicos 41

agregado a nuestra materia prima y generen los puestos de trabajo


necesarios”.55
Más allá de las diferencias que se presentan en estos cuatro períodos de gobierno que
hemos señalado, existen ciertas constantes que atraviesan la morfología o la lógica
del Estado santiagueño y su gestión por parte de los distintos gobiernos. El más evi-
dente –y que en este trabajo interesa menos– es la existencia de liderazgos fuertes y
personalistas. Victoria Ortiz de Rozas ha estudiado el rol del gobernador en los esce-
narios de competencia política y las trayectorias de los diputados provinciales en los
últimos años del juarismo y los primeros del zamorismo. Planteó que la perpetuación
de los oficialismos provinciales no puede explicarse por la cuestión del autoritarismo,
y que existe un importante margen para el crecimiento y la movilidad política ascen-
dente de la dirigencia de base, al menos para cargos electivos como comisionados,
intendentes y legisladores.
Al analizar el caso santiagueño, su trabajo cuestiona la idea de que existe una
elite “con determinadas características sociales y económicas que ve reflejado su lu-
gar en la sociedad en el mundo político” ya que considera que “el principal requisito
–o restricción– para hacer política en Santiago del Estero es tener la capacidad de
ganar elecciones en un territorio”.56
La autora considera que este sector de funcionarios legislativos que analiza bajo
la categoría de personal político, no nos permite hablar de la existencia de una elite
política, dado el alto grado de apertura y reclutamiento que existe en este grupo. Sin
embargo, en un régimen político con una importante subordinación del Poder Legis-
lativo al Poder Ejecutivo, el sector de los legisladores conforma más bien un grupo
burocrático cuyo rol se limita a operar y ejecutar más que a pensar y decidir. La elite
política se encuentra en el sector de lo que podría llamar un pequeño núcleo duro de
ministros, funcionarios, asesores de primera línea y familiares. Para poder sostenerse
en su posición de poder, esta elite política depende –como veremos más adelante– de
sus alianzas con la elite económica.

3. Recapitulación
Durante el siglo XX se produjeron varias recomposiciones de la elite de poder en
Santiago del Estero. Desde mediados del siglo XIX y hasta la década de 1920 hubo
un sector que concentraba a la vez los capitales político, económico y simbólico.

55 DASL, 2007, p. 201.


56 ORTIZ DE ROZAS, Victoria El régimen político provincial a través de las elecciones y las trayecto-
rias del personal político. La pauta del gran elector en Santiago del Estero (1999-2010). Tesis para
obtener el grado de magister en Ciencia Política, Instituto de Altos Estudios Sociales, Universidad
Nacional de San Martín, 2013, p. 103.
42 Ernesto Picco

Ese sector sostenía luchas de poder inter-élite en pos de ocupar el Estado para poder
intervenir en el reparto de los beneficios para sus familias y aliados. Se trató primero
de una elite primordialmente militar, luego de una vinculada a la industria y el comer-
cio, y finalmente una elite intelectual. Los enfrentamientos dados al interior de cada
sector eran meramente de tipo facciosos, ya que en general compartían la ideología
política liberal y su alineación con el gobierno nacional.
Con el paso de la matriz productiva agro-ganadera a la de la industria forestal y
el paulatino crecimiento y diversificación de la población, se produjo una separación
de los capitales político y económico, acompañado por la retirada del mapa político
de algunas de las familias tradicionales santiagueñas. A partir de la década del 50, con
la caída de la industria forestal y la pérdida de su peso en el presupuesto provincial, se
reestructuró el gasto público y la matriz económica en la provincia, dando lugar a una
nueva fisionomía del Estado, que se profundizó y adquirió características definitivas
a finales de los 80. Sus características, independientemente de quien gobierne, son: a)
que el empleo y la actividad económica dependen en gran parte del Estado provincial,
b) que a su vez se trata de un Estado rentístico que depende de los fondos de la copar-
ticipación federal para subsistir; c) que existe un notorio grado de control de la vida
política y social a partir de las tecnologías de vigilancia, la cooptación de los medios
de comunicación, o la imposición suave de consensos; d) que por todo lo anterior es
un Estado que deja poco margen para el surgimiento de alternativas políticas y para
el propio rol de la oposición como agente del campo político.

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