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Albornoz Toloza, Valentina

Universidad de Concepción
Asignatura: El habla de las ruinas en la literatura contemporánea
Curso: 1º / Año Académico: 2019
Profesora: Dra. Mariela Fuentes.

Urzúa, M. (2012). Alegoría y ruina: Una mirada al paisaje de la poesía postdictatorial


chilena. Revista Chilena de Literatura, 249-260.

La licenciada en letras y estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile,


Macarena Urzúa (1978- al presente), se desempeña como investigadora y docente asociada
en la Universidad Finis Terrae, Chile. La formación académica de esta chilena consta de un
master en artes y un doctorado en Filosofía y Literaturas Hispánicas de la Universidad de
Rutgers, dicha formación a nutrido su campo de investigación actual, orientado al estudio de
la poesía latinoamericana del siglo XX, donde enfatiza su interés en el paisaje y la filosofía
de la memoria. Adicionalmente, la autora presenta una producción literaria compuesta por
los poemarios Jersey City (2009) y Escrito sobre el agua (2014).

El texto “Alegoría y ruina: Una mirada al paisaje de la poesía postdictatorial chilena”,


forma parte de la sección de notas de la Revista Chilena de Literatura y se ocupa de
reflexionar en torno a la noción de alegoría y su concepción material dentro de los paisajes
enunciados en las propuestas poéticas de la postdictadura chilena. Dichas notas se sustentan
las en las teorías del poeta francés Charles Baudelaire, el filósofo crítico Walter Benjamin y
el crítico y teórico brasileño Idelber Avelar y, a partir de ellas, la autora propone estudiar las
disyuntivas de la poesía chilena de postdictadura y su particularidad ruinosa.

La escritura de Urzúa comienza señalando a la alegoría como el procedimiento


retórico pertinente para referirse a la postdictadura. Esta afirmación se sustenta en el libro
Alegorías de la derrota: la ficción postdictatorial y el trabajo de duelo (Avelar, 2000), donde
se explica cómo las secuelas de la dictadura se configuran en la materialización de lugares
deshabitados y sin nombre, una manifestación ruinosa que explica teniendo en cuenta el
trabajo The origin of German Tragic Drama. En esta tesis Benjamin (1998) elabora una
relación de proporción entre la ruina arquitectónica y la retoricidad de la alegoría en el ámbito
literario, esto pues la incompletud de esta figura nos recuerda la lucha entre el espíritu
humano y la naturaleza oponiéndose a la perfección del símbolo. De esta manera esta
referencia al residuo del pasado puede verse en la narrativa postdictatorial.

Para Urzúa es necesario develar cómo la poesía de postdictadura se presenta en una


situación de añoranza y/o de insatisfacción con la modernidad. Adicionalmente le parece
interesante vislumbrar cómo la poesía pretende considerar una historia desde lo personal y al
mismo tiempo denunciar la pérdida del pasado. La autora propone que estos puntos se funden
en una poesía que es alegoría de la derrota. Entendemos esto considerando a la literatura
como un discurso paralelo a la historia, una visión que puede explicarse con los dichos de
Enrique Lihn quien concibe a la memoria como “nuestra versión actual”. De esta manera,
será necesario encontrar las ruinas en los paisajes construidos de lenguaje como es el caso de
los poemarios de Carmen Berenguer: Huellas de siglo (1987) y Mamma Marx (2006) o
Multicancha (2005) de Germán carrasco, lo mismo que ocurre con “Cenizas” y “Edén” de
Andrés Anwandter. En estos poemas, según Urzúa, se ve cómo el poeta es consciente de la
realidad neoliberal, él pasea por los espacios como un flâner que lucha una batalla perdida
contra la multitud, este poeta trata de conservar el aura, presentándose al público desde el
narcicismo. El flâner tiene una visión particular de la ciudad y esta se transforma en una
nueva estética, otorgando a la ciudad carácter textual.

A continuación, la línea escritural de Macarena Urzúa comienza a adentrarse en los


textos de Berenguer (1987, 2000), donde encuentra la construcción de una ciudad mojada y
llena de límites que llena al transeúnte de muerte, esto le da a Santiago una connotación
estética. Además, se puede observar un futuro desprovisto con un hablante representado en
la lluvia en una nueva postal del Santiago que deviene en ruina. Algo similar ocurre con
Germán Carrasco en “Elefantes blancos” de Multicancha (2005), pero ahora se habla fuera
de los límites y donde no hay un discurso unívoco. Para Carrasco el poeta se reconoce en la
muchedumbre, más cercano a la figura del intelectual y la persona pública que tiene la
responsabilidad estética de denunciar y de nombrar los lugares que surgen fuera de los límites
del proyecto modernizador.

La mirada de la modernidad de estos poemas, según la autora, puede vincularse con


los planteamientos de Benjamin y su interpretación respecto de Baudelaire y el París del siglo
XIX. Así el poeta solo se siente en casa en la ciudad plasmada en el poema, pero también
hay una pérdida de las utopías que puede observarse en Carrasco y Berenguer, donde la
postdictadura recuerda a un pasado que es catastrófico, la memoria nos muestra escombros
mientras somos empujados al progreso y al olvido. Esto ocurre en los poemas de Carrasco
donde se evoca a una forma de vivir que ha sido olvidada, en otros términos, el poeta quiere
cambiar el orden de una ciudad que quiere privatizar los espacios y los recursos. Finalmente,
explica en términos de Benjamin que la ciudad neoliberal es ruinosa y el aura, la utopía
pasada, es reemplazada por el shock.

Urzúa concluye a partir de la revisión anterior que la poesía de los 90´es menos
política que las anteriores y que carece de un lugar de enunciación claro, puesto que se
presenta fragmentado. En otras palabras, esta realidad se presenta llena de espacios vacíos
que representan la ausencia de una memoria colectiva, creando así un discurso válido. En
palabras de Svetlana Boym, estamos frente a una añoranza reflexiva, donde se extraña el
pasado, pero que está cargado de ironía y parodia, además de un sentimiento de duelo que
deviene entre lo colectivo y lo particular. Esta añoranza reflexiva permite hablar de
postdictadura porque atesora los fragmentos sin oponerse al pensamiento crítico.

Para Urzúa el poeta intenta concentrarse en la ruina y con ello temporalizar el espacio
de enunciación, por lo tanto, su rol es extraer la memoria de los lugares. Ello concuerda con
los pensamientos de Benjamin, quien propone que la memoria no es un instrumento sino un
medio, algo que nos recuerda al pensamiento de Beatriz Sarlo. Este eje puede materializarse
en la poesía de Andrés Anwandter, como por ejemplo en Especies intencionales (2001),
donde puede observarse una poesía clara y vertiginosa, puesto que es amenazada por el
tiempo y procura seguir el rumor de la historia. Según la línea de Macarena Urzúa, y nutrida
por la lectura de Marcelo Pellegrini, el poeta es el eslabón entre el presente y el pasado. Este
es el caso de “Ceniza” (Anwandter, 2001, en Especies intencionales), donde puede apreciarse
cómo la imagen del desaparecido termina por disolverse junto con aquellas identidades.

Los versos de Andrés Anwandter evocan una memoria nacional reciente que se borra,
algo superior impide alcanzarla porque posee una condición ruinosa. Un caso similar es el
poema “Edén” del mismo autor, donde según la lectura de Urzúa, vemos un Chile donde no
existe el idilio en una parodia del himno nacional donde no hay ningún idilio, una nación
donde no se puede echar raíces. Para la autora la historia de Chile está vedada en el poema
por el shock de la modernidad. Una noción que Urzúa complementa con las ideas de Avelar
en “Bares desiertos y calles sin nombres: literatura y experiencia en tiempos sombríos”
(1994), donde explicita que la literatura postdictadura se vuelve a la memoria y mientras
habla de casas y bares vacíos manifiesta que todo lugar es obsoleto, un basural de recuerdos.
Hablamos, entonces, de un paisaje en descomposición donde, como en la poesía de Carrasco,
todo es privado y no se puede ingresar a los espacios.

En su lectura de la poesía de postdictadura, Macarena Urzúa, cree ver un poeta que


rechaza el progreso y concluye una visión del poeta similar al flâner que transita por espacios
de violencia y destrucción. La autora sintetiza que el poeta de la postdictadura es como “el
ángel de la historia”; tiene la vista en el pasado y se aleja de algo que lo tiene pasmado. Los
hablantes de la poesía de postdictadura traspasan el pasado y el presente, siendo ángel y
transeúnte que denuncia.

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