Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Utopia para Los Excluidos El Multiculturalismo en PDF
Utopia para Los Excluidos El Multiculturalismo en PDF
EL M U L T I C U L T U R A L I S M O EN Á F R I C A Y AMÉRICA LATINA
PARTE
LA NACIÓN INCLUYENTE
v •
LUGARES DE LA MEMORIA
THOMAS GÓMEZ
H a c e unos quince años, el conocido historiador Pierre Nora dedicó varios cursos
de su seminario en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París a
realizar un inventario de los lugares -espacios físicos, memoriales, monumentos,
emblemas, fiestas y conmemoraciones, museos, diccionarios, himnos y lemas-
que habían cristalizado selectivamente la memoria nacional francesa, y se habían
convertido en símbolos identitarios con los cuales inconfundiblemente se
identificaba o en los que se reconocía el ciudadano francés.
El proyecto respondía a una necesidad recién aparecida en el panorama
cultural de Francia, debido a la disolución progresiva de la memoria nacional, de
cuyos soportes había que realizar un inventario urgente ya que, según él,
amenazaban con desaparecer rápidamente. El resultado fue la publicación de
una obra voluminosa, hoy convertida en un clásico de la historiografía francesa
contemporánea [Nora 1997], a cargo de varias decenas de investigadores, la cual
constítuve una renovación sustancial del naisaie de la investigación histórica v de
sus métodos.
En la presentación del proyecto y de su metodología, el historiador explicaba
que en su labor de investigador prefería el estudio de casos concretos, en lugar
de una reflexión más o menos convencional y académica sobre el tema. La
[93]
THOMAS GÓMEZ
[94]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
En los dos últimos siglos, todos los grandes trastornos históricos llevaron a
ensanchar las bases de la memoria colectiva. Por tanto, en ninguna parte, la "his-
toria de la historia" puede ser una operación inocente, puesto que implica la
subversión de una historia-memoria por una historia crítica. Y aunque por natu-
raleza toda historia es, o debería ser, crítica -como lo demuestra el que todos los
historiadores denuncien siempre las falsas mitologías de sus predecesores- algo
necesariamente fundamental se pone en movimiento cuando la historia empren-
de la tarea de hacer su propia historia. La historia se obliga entonces a dilucidar
en sí misma aquello que no es historia, y al descubrir que es víctima de la memo-
ria lo intenta todo para deshacerse de ésta. Y esto de alguna manera es introducir
la duda. Hacer, por ejemplo, la historiografía de la Independencia, reconstruir
sus mitos y sus interpretaciones significa que ya no nos identificamos del todo
con su legado. Interrogar una tradición por muy venerable que sea es no recono-
cerse ya como su único portador.
Pero la "historia de la historia" no se propone tan sólo abordar los temas
sagrados de la tradición nacional. Al interrogarse también sobre sus medios ma-
teriales y sus instrumentos conceptuales, sobre las condiciones de su propia
producción y sobre los soportes sociales de su difusión, sobre su propia consti-
tución en tradición, la actividad histórica toda ha comenzado un nuevo recorrido
historiográfico consumando así su des-identificación con la memoria. Una me-
moria que, a su vez, se convierte en objeto de una historia posible.
En Francia el estudio de los lugares de la memoria se encuentra entre la encru-
cijada de dos movimientos que determinan su lugar y su sentido. Por una parte, se
trata de un movimiento puramente historiográfico, el momento de un retorno re-
flexivo de la historia sobre sí misma. Por otra parte, se trata también de un movimiento
propiamente histórico, el fin de una tradición de la memoria. Al tiempo de los lugares
de la memoria lo constituye el preciso momento cuando el inmenso capital que se
vive en la intimidad de una memoria desaparece tan sólo para vivir bajo la mirada
de una historia reconstituida. Los dos movimientos se entrelazan para remitirnos
de manera conjunta y simultánea a los instrumentos de base del quehacer histórico
v a los obietos más simbólicos de la memoria: tanto los archivos, las bibliotecas, los
diccionarios y los museos, como la bandera, las conmemoraciones, las fiestas, las
estatuas y los monumentos que celebran las grandes causas.
Los lugares de la memoria son ante todo vestigios en los cuales se ha cris-
talizado la identidad nacional. La forma extrema en que perdura una conciencia
[96]
THOMAS GÓMEZ
conmemorativa es una historia que la solicita porque la ignora. Los lugares na-
cen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, que hay que
crear archivos, mantener aniversarios, organizar celebraciones, pronunciar elo-
gios porque estas operaciones no son naturales. Esa es la razón por la cual la
defensa por parte de las minorías de una memoria que se refugia en lugares privi-
legiados y celosamente custodiados no hace más que llevar al climax la validez
de todos los lugares de la memoria. Sin afán conmemorativo, la historia los ba-
rrería irremediablemente.
En el caso de Francia la problemática de los lugares de la memoria
contempla la situación en un momento en que la identidad amenaza con perderse
o difuminarse como consecuencia de la pérdida de la memoria, y cuya salvación
pasa forzosamente por la definición de una política de la historia. De ahí que los
trabajos del equipo de Pierre Nora constituyan un formidable estímulo para los
investigadores y que hayan abierto nuevos campos de investigación, en particular
los que se relacionan con la creación de signos y de símbolos en los cuales se
materializan las identidades .
Tras el reconocimiento de los estudios reunidos por Pierre Nora y la ex-
traordinaria recepción por parte de la comunidad académica del concepto
"lugares de la memoria", el historiador se preguntó en qué medida tal concepto
pudiera convertirse en un tema de estudio más universal, en un instrumento de
análisis cuya validez se mostrara pertinente para comprender otras identidades
nacionales. El objetivo declarado del investigador era precisamente diseñar un
modelo de "vectores" de memoria cuyas características se reflejaran en diferen-
tes construcciones nacionales.
La intuición se reveló exitosa debido a que numerosos estudios en países
como Holanda, Alemania, Italia, Portugal y España señalaron la pertinencia del
tema y la operatividad de la metodología. Así mismo, en países del Este y en los
Estados Unidos se revela como un campo prometedor y en donde la investiga-
ción se está abriendo con éxito. Por ejemplo, en España, el desaparecido hispanista
francés Carlos Serrano [1999] mostró magistralmente cómo la onomástica po-
día constituir un elocuente lugar de la memoria, identificando el proceso mediante
el cual "Carmen" se ha convertido en un nombre paradigmático que evoca los
valores en los cuales se suelen reconocer los españoles.
1. Hasta aquj' hemos desarrollado e interpretado el pensamiento de Nora. Cualquier simplificación,
mala interpretación o error es de nuestra exclusiva responsabilidad.
[96]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
H É R O E S Y P R O C E R E S : LOS LUGARES DE LA M E M O R I A
EN C O L O M B I A
[97]
THOMAS GÓMEZ
[9c|
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
tecas. Una ceguera, probablemente voluntaria, impedía ver una realidad diferen-
te y tal vez más molesta: la naturaleza variopinta de la población colombiana cuya
mezcla habría salpicado hasta al propio Bolívar por cuyas venas corrían proba-
blemente, en opinión de no pocos historiadores, gotas de sangre negra.
Paralelamente, le achacaron tintes oscuros y aborrecibles al pasado colonial,
contrastándolo con la supuesta luminosidad de una emancipación preñada de
esperanzas. Al respecto, los primeros compases del himno nacional colombiano
son elocuentes:
"Cesó la horrible noche
(No tan horrible, si se contempla todo el periodo de la Ilustración).
La libertad sublime
(¿De qué libertad se trata y para quién?).
Derrama las auroras de su invencible luz''
(El siglo que siguió a la Independencia, de guerras civiles y de cerrazón ideológica
encarnada en una iglesia cerril y malevolente, contradice contundentemente
semejante visión tan optimista e ilusa como maniquea).
[99]
THOMAS GÓMEZ
[100]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
[101]
THOMAS GÓMEZ
[102]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
cano y mundial. Sin embargo, a medida que estos ayuntamientos fueron cam-
biando de signo político y pasaron a ser gobernados por la derecha, se comenzó
a desbautizar y borrar esas referencias. Pero, no porque se hayan hundido estre-
pitosamente casi todos los regímenes comunistas y que sindicatos y partidos
obreros se zambullan en una edulcorada socialdemocracia, se han de olvidar los
momentos álgidos del movimiento obrero.
Sin embargo, Colombia es el único país hispanoamericano que escogió para
la gran mayoría de sus ciudades el modelo norteamericano para nombrar las vías
públicas de las ciudades atribuyéndoles un número en vez de un nombre. Esta
decisión, de la que sería interesante conocer las motivaciones, implicaba pri-
varse de un medio cómodo de perennizar en la memoria colectiva, el recuerdo
de personajes locales o nacionales, de actividades económicas o culturales (lon-
ja, teatro, universidad, corporaciones, etc.) en beneficio de una manera neutra
e insulsa de designar los lugares. Si mal no recuerdo, en Bogotá sólo a la calle
13 se le conoce como la Jiménez y si se excluyen la Avenida El Dorado y las
plazas de Bolívar y Santander, prácticamente no existe ningún otro lugar por-
tador de un fragmento de memoria en la capital de la república. Con la salvedad
del casco antiguo en el que recientemente se ha intentado rescatar el alma his-
tórica de Santafé y su sabor colonial.
Son múltiples los espacios en donde la memoria puede encontrar soportes
cómodos y eficaces que, por ser de uso popular y cotidiano, mantienen vivo el
recuerdo en los ciudadanos. En Colombia, uno de los más interesantes es sin
duda el mapa administrativo del país con los nombres de sus distintos departa-
mentos y de muchas de sus poblaciones. Pero una vez más son los sempiternos
proceres quienes acaparan el espacio convirtiéndolo en lugares de la memoria
únicos y obsesivos. Si con Nariño, Bolívar, Sucre, Córdoba, Caldas y Santander
dos veces, Norte y Sur, la Independencia aparece ampliamente representada, y si
una buena porción de nombres remiten a la Colonia, por lo menos no se ha ocul-
tado del todo el pasado indígena del país que pervive a través de Cundinamarca,
Boyacá, Caquetá, Chocó, Putumayo y otros.
Sin embargo, este mapa refleja también la evolución ideológica y los cam-
bios en el poder. Resulta sintomático que la antigua provincia de Padilla en la
costa del Caribe, así bautizada en un principio para homenajear las hazañas ma-
rítimas del almirante José Prudencio Padilla durante las guerras de independencia,
desapareciera del mapa (sin juego de palabras) y contribuyera así a una merma
[103]
THOMAS GÓMEZ
[104]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
2. Véanse los nombres de las aulas en la antigua sede de la institución botánica en Bogotá.
[105]
THOMAS GÓMEZ
3. Recuérdese, a título de comparación, que el himno español carece de letra precisamente porque
cuando se compuso la música no hubo consenso sobre un texto en el que se reconociesen todos los españoles.
[106]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
habría sido buen intérprete de tiple y aficionado a cantar bambucos [Cruz, 2001].
¿Qué más se podía pedir para que esa pieza musical fuera considerada como
legítimamente nacional? Nótese de paso, una vez más, la ubicuidad avasalladora
de los padres de la Nación colombiana que se asemejan a esos huéspedes que
uno saca por la puerta pero ellos vuelven a meterse por la ventana.
Son muchos los lugares en los cuales puede anidar la memoria y múltiples
los objetos portadores de representaciones nacionales, de símbolos que remiten
a una identidad compartida. Unos más nobles que otros, algunos de gran difu-
sión y otros de uso menos corriente. La onomástica, por ejemplo, es uno de ellos:
¿qué nombres con referencia nacional o patriótica se usan?, ¿en qué épocas flo-
recen?, ¿qué sectores sociales los cultivan? En México hay gentes que se llaman
Cuatéhmoc, y no es un nombre inocente, en Perú hay quien se llama Inü y Pa-
chacútec, en Bolivia hay señoritas que se llaman Bolivia, en Argentina hay quien
se llama Atahuallpa, Calfucurá, Catriel y Argentino o Argentina, en Chile hay
Caupolicanes y Nahueles que ni siquiera son indios. Conozco a colombianos
que se llaman Ibrahim, Ornar, Farid y Antanas pero no sé de ninguno que se
llame Bochica, Bachué o Nementequeba aunque si que hay mujeres que se lla-
man Colombia (negras o mulatas con frecuencia). Una vez conocí a una
colombiana que se llamaba Socorro pero no supo decirme si era por la Virgen o
por los Comuneros.
Otros espacios como museos, pinacotecas y libros de textos están plagados
de las mismas estampas de proceres y de batallas de la Independencia contribu-
yendo siempre a su endiosamiento. Ignoro si se pueden comparar los murales de
Tolima con los de Orozco, Siquieros y Rivera que tanto hacen para la cohesión
mejicana. ¿Qué ocurre con los nombres de los navios de la Armada, qué nombre
se da a colegios y universidades? ¿Qué representaciones contienen las estampi-
llas de correos, ios billetes de banco y las monedas? En Ecuador la moneda se
llama Sucre, en Venezuela Bolívar, en Panamá Colón, en Perú se llamó Sol y lue-
go Inti, en Guatemala Quetzal: cada uno de estos nombres tiene un profundo
sentido y constituye un lugar de la memoria, ya sea prehispánica o republicana o
remite a elementos singulares de la naturaleza de un país; en Colombia sigue
siendo el peso, otra poderosa remanencia colonial.
Para concluir diremos que la Nación necesita siempre héroes y mártires,
liturgia, escenificación y lugares de la memoria. Ya hemos visto cómo en Colom-
bia estos espacios fueron confiscados y siguen siéndolo por la élite criolla blanca
[107]
THOMAS GÓMEZ
y sus descendientes. Los demás actores aparecen como comparsas de una histo-
ria en la cual a pesar de haber sido y seguir siendo protagonistas son siempre los
olvidados de ella. En el artículo 7o. de la Constitución de 1991, se estipula que
"El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación co-
lombiana". Esta es una excelente declaración de principios. ¿Pero cómo definir
un futuro de convivencia para esa diversidad? Cabe preguntarse: ¿Existen el Es-
tado y la Nación? ¿No serán cascaras vacías de contenido?
Nuestra impresión es que, como ya hemos visto, una minoría se apropió de
los símbolos identitarios y los pocos lugares de la memoria denotan un déficit de
identidad nacional. Colombia es una Nación segmentada, inconclusa e inverte-
brada en la que todavía queda mucho por hacer. Retomando palabras de Jaime
Arocha, "el reto de la Constitución de 1991, la tentativa de sustituir el proyecto
nacional que idealizaba una Nación colombiana homogénea étnica y cultural-
mente por el de alcanzar una unidad nacional a partir de la diversidad histórica y
cultural de los pueblos colombianos" , constituye efectivamente una gran apues-
ta que exige una fuerte voluntad, una gran tolerancia, una amplia apertura de
miradas y, ante todo, mucha osadía política.
En lo relativo a los lugares de la memoria, que no precisan de inversiones,
que no inducen conflictos sino debates intelectuales pero que tienen un profun-
do significado simbólico, no le corresponde al observador forastero el hacer
sugerencias. Sin embargo, nos arriesgamos a proponer que ya es hora de que en
la lista de lugares que cristalizan la historia de Colombia y que configuran su
identidadjunto al memorial del Puente de Boyacá, la Quinta de Bolívar, la Casa
de Nariño y otros lugares de esta ralea se agregue el Archivo General de la Na-
ción, los Resguardos indígenas, la música como lugar de la memoria de los
Afrocolombianos y también el Alto de Lavapatas, el Parque de san Agustín y el
Tayrona, las fortificaciones de Cartagena, las plazas de Villa de Leyva y Zipaqui-
rá, los cascos antiguos de Mompox y Popayán, las casa de Manuela Beltrán y de
la Pola así como otros lugares y parajes naturales de los que habría que levantar
un inventario y analizar su significado. Y tal vez un nuevo himno para que cada
colombiano, cualquiera que sea su pertenencia étnica o regional, se sienta plena-
mente identificado como tal con la sola evocación de esos lugares que suenan a
historia patria porque de veras lo son.
4. Programa del seminario internacional "La nación multicultural. Primer decenio de la constitución
incluyente".
[108]
LUGARES DE LA M E M O R I A E I D E N T I D A D N A C I O N A L EN C O L O M B I A
BIBLIOGRAFÍA
[109]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE.
IDENTIDADES MÚLTIPLES
EN EL MUNDO DEL ATLÁNTICO*
JEAN STUBBS
L O N D O N METROPOLITAN UNIVERSITY
[111]
JEAN STUBBS
[112]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE; IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
D E F I N I C I Ó N DE LA R E G I Ó N
[113]
JEAN STUBBS
blica Dominicana; y el G-3, que incluye a Venezuela, Colombia, México más los
países centroamericanos. Los países que continúan con algún grado de depen-
dencia de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Países Bajos, sólo pueden
tener estatus de miembros asociados, pero la mayoría sí son miembros del Comi-
té de Desarrollo y Cooperación para el Caribe el cual hace parte de la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe. Cuba fue admitida en la Asocia-
ción, y, debido a ello, los Estados Unidos determinaron que Puerto Rico e Islas
Vírgenes (EE.UU.) no participaran.
Así es que el Gran Caribe podría ser definido según su organización, pero
además por su geografía, geopolítica, historia, cultura, idioma e identidad. El
término caribe, según se aplica a la región, fue un invento de los Estados Unidos
en su expansión hacia el sur a finales del siglo XIX, pero materializado en la Ini-
ciativa de la Cuenca del Caribe de los años de 1980. [Gaztambide-Géigel, 1996].
La perspectiva de "cuenca" ha sido apropiada como una perspectiva tercermun-
dista y caribeñista, siendo la manifestación más reciente la de la Asociación de
Estados del Caribe. En los años de 1960 el Grupo Nuevo Mundo, en el Caribe
anglófono, reinventó el término caribe y lo articuló como parte de la conceptua-
lización de la 'América de las plantaciones'. Las similitudes históricas y culturales
sirvieron de contrapeso a las diferencias en idioma o poder colonial, y esa etno-
concepción abarcó a la Afroamérica Central.
De esta manera, la noción del Caribe ha sido, y sigue siendo, redefinida y
reinterpretada dependiendo de fuerzas externas e internas. Esto es lo que sucede
ahora con la creciente importancia de las diásporas del Caribe, a tal punto que el
Caribe es visto transnacional, más allá de sus nexos coloniales y postcoloniales.
Sin embargo, como Girvan mismo señala, existe una entendible ambivalencia
cuando se trata de aceptar definiciones más amplias. Los hispanocentroamerica-
nos usan el término "el Atlántico" para referirse a sus costas orientales, donde
hay enclaves significativos de isleños que suelen hablar un 'criollo' inglés. Los
isleños hispanos se identifican con Latinoamérica en lo cultural, lo lingüístico y
lo histórico; para ellos, Caribe significa estar agrupados con islas no-hispanas,
algunas aún bajo dominio colonial, otras recién independizadas y mayoritaria-
mente de población negra: los no-hispanos "defienden con celo su identidad
como miembros de las 'Indias Occidentales' y parecen temerle a la dominación
de los países hispanos más grandes". [Bryan y Serbin 1990]. En resumen, se
puede decir con Girvan que:
[114]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
Los Hispanos tienden a verse a si mismos como Caribes y Latinoamericanos, los an-
glófonos como Caribes y de las Indias Occidentales, que también pueden incorporar
elementos de pan-africanismo o pan-hinduismo, los cuales son débiles o inexistentes
en las sociedades hispanas. La identidad puede trasponerse en nombre pero contrade-
cirse en contenido. Así, en el mejor de los casos, el proceso de formación de una
identidad sico-cultural Caribe común que trascienda barreras de idioma y etnicidad es
lento y desigual.
Por su parte, las islas holandesas todavía se llaman 'Antillas' aunque ya forman parte de
varias organizaciones regionales. Los territorios franceses aún conservan el estatus de
Departamentos de Ultramar de la República Francesa y sus habitantes son ciudadanos
franceses. Aquí, la autodefinición de 'Caribe' no es común y cuando se usa puede tener
la connotación de una identidad cultural distintiva y, quizá, la exigencia de mayor auto-
nomía (Girvan 2001: 8).
Las aproximaciones de los estudios sobre el Caribe reflejan estas divisiones. Por
lo general, en el Caribe los programas docentes y de investigación tienden a es-
pecializarse en sus respectivas subregiones, lo cual se refleja por fuera de la región.
Con frecuencia, en los Estados Unidos, el Caribe no es más que los tres territo-
rios insulares hispanos, más Haití y quizás Jamaica -es decir, el Caribe occidental
o las Antillas Mayores-. Aunque pocos en número, los caribeñistas de los Países
Bajos probablemente van más lejos al conceptualizar al Caribe de manera bolís-
ima. En Francia, son pocos quienes se identifican como caribeñistas. En España,
Cuba es casi el único foco de estudio y en su calidad de hispanoamericana y no
de caribeña. En mi contexto británico, la percepción mayoritaria de la región
consiste en las Indias Occidentales Inglesas, y la academia tiende a dividirse en-
tre el Caribe anglo-africano y Latinoamérica, pero le presta poca atención a
n,epubiica jL^ominicana, Puerto Rico y a± v^arme francés y noianues. En ia uni-
versidad Metropolitana de Londres, nuestro programa es el único del Reino
Unido y de Europa en adherirse al pan-caribeñismo.
A lo largo de su historia, sin importar cómo se define y estudia, persiste el
hecho de que el Caribe se ha enfrentado, y sigue enfrentándose, a retos desalen-
tadores. A nuestra misma comprensión del término la marcan asimetrías
profundas en las agrupaciones lingüísticas, ingreso per cápita, tamaño poblacio-
nal, territorial, y de sus respectivas comunidades provenientes de las diásporas,
acompañadas de políticas disímiles de inclusión y exclusión racial.
[115]
JEAN STUE
LA C O N C E P T U A L I Z A C I Ó N DE RAZA
[116]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
en las Américas: la más rígida es la de blanco y negro, que pertenece sólo a los
Estados Unidos; la caribeña no-hispana de blanco y negro con una capa intermedia
mulata; y un continuo racial latino. La línea divisoria entre las dos variantes caribeñas
se presenta entre el caribe hispano y el no-hispano. Su concepto de "norma de
imagen somática" resaltó las dimensiones sicológicas, socialmente interpretadas
con respecto a las percepciones y definiciones de raza: una misma persona podría
ser considerada blanca en República Dominicana, mulata en Jamaica, y negra en
Georgia. Para el Caribe, Hoetink previo escenarios divergentes. Por un lado, una
tendencia hacia la homogenización, especialmente en territorios anglófonos,
eliminando a largo plazo la minoría blanca o, por otro lado, una situación en la
cual las nuevas capas que crea la entremezcla gradual de grupos raciales y
culturales sembrarían de nuevo la división, conforme se ve con la profundización
de las divisiones indo-africanas en Guyana y Trinidad.
Las interrogantes acerca de la vigencia actual del trabajo de Hoetink [Oostin-
die, 1996] no señalan que en el Caribe haya un lugar donde parezca reducirse el
significado de raza. Los políticos negros (en el sentido más amplio del término,
incluyendo aquellos de descendencia africana, asiática y de raza mixta) ahora do-
minan en todos los países, excepto entre los hispanos. Sin embargo, persiste una
ambivalencia hacia el estado caribe-africano y su legado cultural: y el orgullo racial
coexiste con el deseo firme de pertenecer y mantenerse en la órbita occidental.
En los tres casos hispanos insulares, las élites blancas prevalecen en lo econó-
mico, cultural y político, pero no hay una delimitación rigurosa sobre quién es
blanco. Cuba es el único país en haber reconocido formalmente su herencia africa-
na y su ser afro-latino, aunque esto tiene sus limitaciones. Los conceptos de la
criollización caribe {transculturación en el Caribe hispano) están de moda (en opo-
sición a la anterior negritud). Las culturas caribeñas están en la vanguardia de la
globalización cultural y, sin embargo, a sus mismos cimientos los está minando la
globalización cultural estilo estodounidense. En los Estados Unidos y Europa las
diásporas han tenido que negociar dentro de un sistema más bien dividido entre
blanco y negro, y lo mismo pudiera llegar a imponerse en el propio Caribe.
A las relaciones raciales más fluidas de Iberoamérica y las más bipolares de
los Estados Unidos y el Caribe no-hispano las han explicado en términos de
culturas coloniales: se alega que los ibéricos instituyeron una forma más benigna
de esclavitud que la de los europeos nor-occidentales, debido a las fuertes in-
fluencias moriscas, a la naturaleza del sistema feudal y al catolicismo de la
[117]
JEAN STUBBS
[118]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
[119]
JEAN STUBBS
[120]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
CUBA: RAZA, C O N V E R G E N C I A Y M E M O R I A
Tres años antes de que saliera No Longer Invisible, Antonio Benítez-Rojo había
publicado su libro La isla que se repite: el Caribe y la perspectiva moderna [ 1992],
resaltando el que, en Cuba, donde ya la mayoría de la población era negra y mulata,
llamaba la atención de que ni el gobierno, ni la gente, ni grupo alguno en el exilio
en favor o en contra del diálogo, parecían estar lo suficientemente preocupados
[121]
JEAN STUBBS
por diseñar un futuro para su país en el cual los negros pudieran ser de verdad
iguales en términos políticos, económicos, sociales y culturales.
Al examinar las relaciones de las razas subordinadas que tenían lugar duran-
te el período de transición de los decenios de 1980 y 1990, eran inocultables las
similitudes con las relaciones raciales de finales del siglo XIX. Frente a tal persis-
tencia era imposible no preguntarse por la respuesta que para entonces ofrecían
los cubanos negros. Preocupaciones similares nos motivaron a Pedro Pérez Sar-
duy y a mí a preparar la compilación que titulamos AfroCuba [1996]. Por mi
lado, profundicé en el enfoque sobre raza, género e identidad nacional en el siglo
XIX mediante una aproximación a la figura de Mariana Grajales Cuello, madre
del venerado general cubano Antonio Maceo. Mi análisis evidenció el papel cen-
tral que para esa época desempeñaron los libres de color [Stubbs 1995, 2003].
Nuestro temor expresado en AfroCuba fue que el racismo aumentara con la
crisis de los años de 1990; nuestra esperanza fue la de generar un nuevo debate
acerca de la marginalidad y la exclusión racial, el cual, a su vez, ayudara a nutrir
las políticas sociales. En efecto, nuestro temor y nuestra esperanza se hicieron
realidad. La raza se volvió un creciente tema a cuyo estudio más que todo se
lanzaron autores extranjeros blancos. Una excepción fue Carlos Moore [1996],
cubano negro y residente en la isla de Guadalupe, uno de los críticos más vehe-
mentes del régimen en cuanto a lo político y lo racial, quien optó por una política
de puertas abiertas hacia Cuba. Dentro del antiguo bloque comunista, hizo ex-
plícitas las diferencias que habían existido entre aquellos países homogéneos
(Modelo A) en lo racial, lo étnico y lo cultural, gobernados mediante institucio-
nes comunistas y los países heterogéneos (Modelo B), con una dirigencia
altamente personalizada. Sostuvo que la cubana era Modelo B, que no podría
generar un cambio profundo sin desatar fuertes corrientes reprimidas de nacio-
nalismo, etnicidad, y reivindicaciones raciales y culturales.
Para Moore, la revolución enfrentó un problema de enormes proporciones:
acomodarse a la nueva realidad etnodemográfica que ella misma había creado, al
convertir a los afrocubanos en población mayoritaria. Argumentó que la integra-
ción racial en la estructura política no sólo era probable, sino crucial para la
supervivencia del régimen de Castro, y que cualquier apertura política aumenta-
ría la vulnerabilidad de Cuba frente a los sectores racialmente insensibles y
antidemocráticos de la comunidad blanca en el exilio.
[122]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
[123]
JEAN STUBBS
adelantadas desde esa época demostraron que la "democracia racial" del Brasil
era un mito. Inversamente, pese a que el racismo continuaba, los Estados Unidos
dejaron de ser tierra de linchamientos, segregación y discriminación abierta,
donde, además, habían valorado el Movimiento por los Derechos Civiles, la ac-
ción afirmativa, el crecimiento acelerado de la población hispana racialmente
mezclada, y diferencias significativas de color y clase dentro de la comunidad
negra, diferencias que con frecuencia habían sido denegadas o descartadas.
Entonces se concluyó que entre Brasil y los Estados Unidos había señales
de convergencia y, por lo tanto, que las suposiciones subyacentes al estudio com-
parativo tenían que cambiar. Entre esos supuestos, los de mayor relevancia son el
de la multirracialidad brasileña, cuya esencia misma consiste en una categoría
intermedia, ambigua de mezcla racial, y el de la "hipodescendencia" norteameri-
cana, cuya aplicación consiste en que una persona sea catalogada como "negra",
si en su torrente sanguíneo tan sólo corre "una gota negra". Así, entre los aspec-
tos que requerían mayor estudio y debate figuraban el análisis sobre la forma
como se percibía e interpretaba la evidencia cuantitativa; la evolución de los
mecanismos mediante los cuales las dos sociedades reproducían la desigualdad
racial; el compromiso de abstenerse de hacer generalizaciones ahistóricas acerca
de las relaciones de raza en ambas sociedades, así como la comprensión de los
factores causales o determinantes de la creación y persistencia de los sistemas de
relaciones raciales y las ideologías subyacentes que interaccionan con la auto-
imagen de las élites y su proyección nacionalista.
Dentro de este debate, era lógico que nos hiciéramos la pregunta acerca de
la posición de Cuba. ¿Cómo se habían aproximado a este ámbito los estudios
recientes sobre los distintos contextos del pasado? En la historia moderna de
Cuba ha habido variantes en las políticas de raza e identidad étnica, con distintos
niveles de inclusión y exclusión. Dentro de la población hispana, hay sectores
dominantes quienes podrían proclamar que tan sólo su identidad es legítima.
Nuevas élites de poder con la misma afiliación podrían aspirar a legitimarse pro-
moviendo una cultura nacional asimilacionista que desalentara pensamientos
raciales y étnicos con el potencial para escindir a la ciudadanía de la Nación. O,
diferentes agrupaciones podrían participar en la formación nacional conforme a
su peso demográfico, y de manera tal que se consolidara una ciudadanía que
definiera la vida de la Nación alrededor de la inclusión de identidades diversas
pero compatibles.
[124]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
[125]
JEAN STUE
[126]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
[127]
JEAN STUBBS
Por su parte, Martínez Furé quien se formó con el etnógrafo cubano Fernando
Ortiz, retomó los términos "hispano-cubano" y "afro-cubano". Atacó a quienes
desean olvidar que Cuba es la síntesis de ambos, y quienes se refieren a lo afro-
cubano como si fuera otra cosa, y a lo cubano como si se tratara de algo
químicamente puro, hispánico o blanco. El declaró:
No hay una sola identidad cultural nacional. En todos los países del mundo existen identi-
dades pluriculturales y multiétnicas. En todos los países del mundo lo que predomina
es la pluralidad. Lo que debemos aceptar es la pluralidad del patrimonio, no esa mono-
manía homogeneizadora (...) un hombre mulato, de Baracoa, descendiente de emigrantes
haitianos en una zona de cultivo cafetalero, a un cubano descendiente de arará de la
provincia de Matanzas, una zona de cultivo cañero (...) Todos son cubanos, pero hay
diferencias en los hábitos alimenticios, en la manera de hablar, en la sicología, en las
creencias religiosas y además en los fenotipos (...) Yo creo que tenemos elementos co-
munes y elementos diferenciadores que es producto de nuestra experiencia histórica
en una isla en particular que se llama Cuba. Pero, ese concepto de lo nacional ha ido
cambiando (...) A cada época su identidad [Pérez Sarduy y Stubbs 2000: 157-8].
[128]
REFLEXIONES ACERCA DEL GRAN CARIBE: IDENTIDADES MÚLTIPLES EN EL M U N D O DEL A T L Á N T I C O
BIBLIOGRAFÍA
BENÍTEZ-ROJO, Antonio
1989. La isla que se repite: el Caribe y la perspectiva postmoderna. Ediciones del Norte.
BRYAN, Anthony y SERBIN, Andrés (comps.).
1990. Vecinos indiferentes: El Caribe de habla inglesa y América Latina. Caracas: Invesp/Editorial
Nueva Sociedad.
GAZTAMBIDE-GÉIGEL, Antonio
1996. "La invención del Caribe en el siglo XX: Las definiciones del Caribe como problema histórico
y metodológico", Revista Mexicana del Caribe n° 1,
GIRVAN, Norman
2001. "Reinterpreting the Caribbean". En: Brian Meeks y Folke Lindahl, (eds.). New Caribbean
Thought. Kingston: University ofthe West Indies Press.
H O E T I N K , Han-y
1967. Two Variants in Caribbean Race Relations. Londres: Oxford University Press.
1973. "Slavery and Race Relations in the Américas". En: Inquiry into their Nature andNexus. New
York; Harper and Row.
Minority Rights Group (ed.).
1995. No Longer Invisible: Afro-Latinoamericans Today. Londres: Minority Rights Publications.
[Brazil: Rosángela Maria Vera; Colombia: Nina S. de Friedemann y Jaime Arocha; Cuba: Gayle
McGarrity y Osvaldo Cárdenas; República Dominicana: Silvio Torres-Saillanr; Puerto Rico: Kel-
vin A. Santiago-Valles; México: Jameelah S. Muhamaad; Nicaragua: Jane Freeland; Panamá: Darién
J. Davis; Costa Rica: Kathleen Sawyers Royal y Franklin Perry; Belice: Debbie Ewens; Honduras:
Rachel Sieder; Venezuela: Eduardo Bermúdez y María Marilde Suárez; Perú: José Luciano y Hum-
berto Rodríguez Pastor; Ecuador: Norman E. Whitten y Diego Quiroga; Bolivia: Alison Spedding;
Uruguay: Alejandrina da Luz].
MOORE, Carlos
1996. "Cuban Communism, Ethnicity and Perestroika: The Unmasking ofthe Castro Regime",
Caribbean Quarterly, 42: 1.
OOSTINDIE, Gert (ed.).
1996. Ethnicity en the Caribbean. London; Mac Millan.
PÉREZ SARDUY, Pedro y STUBBS, Jean (eds.).
2000. Afro-Cuban Volees: On Race and Identity in Contemporary Cuba. Gainesville, Fia.: University
Press of Florida.
[129]
JEAN STUBBS
1998. AfroCuba: Una antología de escritos cubanos sobre la raza, la política y la cultura. San Juan:
Universidad de Puerto Rico.
STUBBS, Jean
2003."Race, Gender and National Identity in Nineteenth-Century Cuba: Mariana Grajales Cuello
and the Revolutionary Free Browns of Cuba". En: Nancy Naro (ed.). Blacks and Coloureds in the
Formation ofNational Identity in Nineteenth-Century Latinoamérica. Londres: ILAS/Palgrave.
1995. "Social and Political Motherhood of Cuba: Mariana Grajales Cuello". En: Verene Shepherd,
Bridget Brereton y Barbara Bailey, (eds.). EngenderingHistory: Caribe, Women in HistoricalPerspective,
Kingston/Londres: lan Randall/James Currey.
[130]
ENCUENTRO DE LOS AFRODESCENDIENTES
E INDÍGENAS EN LAS ALTURAS ANDINAS.
T
O L I N D A C E; LI E S T I N O '
LAS-CNRS UNIVERSIDAD PARÍS vm
[131]
OLINDA CELESTINO
En los altos Andes, a partir de 1530 surgen tres etnónimos que imperan hasta
hoy: españoles o Wiracochas, africanos o Tatas, indios o Runasimis. Desde enton-
ces, comienza entre ellos una relación de dominación y dependencia. Como en un
abanico, la historia tradicional los une y separa, respondiendo al difundido régi-
men tradicional de castas que imperó formalmente en el período colonial, pero
perpetuado en la vida cotidiana hasta hoy. De todas maneras, estos grupos consi-
guieron establecer relaciones muy próximas, en especial negros e indígenas, quienes
forjaron alianzas en razón a su posición subalterna. Su diálogo provocó y estrechó
profundos nexos sociales, religiosos, económicos, políticos y culturales.
En particular, para conocer parte de nuestras raíces es indispensable admitir
y comprender la presencia de las culturas africanas y su contribución a la forma-
ción de las identidades en los países andinos, con el propósito primero, de refutar
la falsa idea según la cual los negros africanos, debido al supuesto grado de infe-
rioridad, fueron no sólo incapaces de habituarse a las tierras altas andinas, sino
refractarios a la civilización que encontraron; y segundo, reconocer todo lo que -
durante cuatro siglos y mediante el mestizaje- aportó su presencia al proceso de
formación de los pueblos andinos.
LOS A F R I C A N O S L L E G A N A LOS A N D E S C E N T R A L E S
[132]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
negra. Hernán Cortés y Francisco Pizarro, además del permiso para conquistar
México y Perú, fueron autorizados para introducir cantidades considerables de
esclavos negros en sus gobernaciones. Se les autorizaron licencias para pasar a
las Indias entre 3 y 8 esclavos, contrato que posteriormente también se extendió
a casi todos los funcionarios nombrados por el Consejo en el siglo XVI: virreyes,
gobernadores, oidores, contadores, fundidores, así como las dignidades eclesiás-
ticas y hasta simples párrocos. En alguna ocasión, Francisco Pizarro obtuvo del
Emperador Carlos V licencias para introducir al Perú 50 esclavos, privilegio ob-
tenido después por otros conquistadores de diferentes regiones de América.
Es así como durante los primeros treinta años de conquista y ocupación
española, los pueblos indios observan la incesante llegada de esclavos africanos y
de los "naborías" o esclavos indígenas del Caribe, Guatemala y Honduras, traí-
dos para reemplazar a los nativos que poco a poco iban desapareciendo . Tan
sólo en 1536, alcanzan a llegar 360 esclavos. Fue tal el aumento de la población
negra, que entre 1540 y 1560, africanos e indígenas participan en las guerras
civiles ocurridas en los valles interandinos ubicados sobre los 3.000 metros de
altitud. Tal es el caso del conquistador y encomendero Hernández Girón quien
formó su batallón con 300 libertos. En el primer tercio del siglo XVII según el
cronista Bernabé Cobo, Lima poseía ya una población aproximada de 30.000
negros .
Las regalías llegaron muy lejos. La Corona de España necesitaba que los
territorios agregados a su imperio colonial adquirieran una fisonomía económi-
ca y social apropiada, para lo cual dio garantías y franquicias especiales. El esclavo
negro llegó a ser un objeto normal de comercio y alcanzó regiones que hoy, por
lo despobladas de afrodescendientes parecen inverosímiles. Desde el Norte en
las huestes presentes en Tenochtitlan, así como al Sur, en Cajamarca y en las que
atravesaron las cumbres de los Andes para llegar al Cuzco, a Potosí, a los frescos
valles de Chile, todas se habían nutrido del comercio con esclavos negros.
Los promotores y capitanes de estas expediciones de descubrimiento y con-
quista incluían en sus menajes a los esclavos negros obtenidos por tales privilegios
[133]
OL1NDA CELESTINO
Los esclavistas prefirieron las regiones a las cuales se podía llegar con facilidad y
con relación directa al comercio. Principalmente fueron las Antillas, México, y la
costa atlántica caribe de Venezuela y Colombia. Allí, en pocos años la saturación
del mercado esclavista provocó una sustancial disminución de los precios de los
esclavos; mientras que otras partes del Imperio colonial no tuvieron la misma
afluencia debido al paso obligado por Panamá lo cual significaba mayores gastos
y riesgos. Así, Ecuador, Perú y Chile, al no contar con un abastecimiento regular
de esclavos, lo hicieron por medio del contrabando organizado a gran escala des-
de el Río de la Plata. La llegada por el Cono Sur y después las largas rutas a pie
permitió la adaptación de los africanos de tal manera que después, cuando llega-
ron a Potosí, Cuzco, Huancavelica, villas que estaban entre 3.500 y 4.600 metros
de altitud, podían instalarse y de alguna manera compartir sus vidas con los indí-
genas y españoles que habitaban esos lugares.
Las principales rutas marítimas de llegada a los diferentes puertos abrieron
y tejieron una multiplicidad de rutas terrestres de penetración y articulación a
los Andes y la Amazonia. La primera, la vía del Océano Atlántico al Pacifico
partiendo de Cartagena a Portobelo en Panamá. Luego una travesía terrestre para
tomar después la vía marítima sobre el Pacifico hacia el Callao y Lima. La co-
nexión entre los dos océanos se efectuaba también por México, desembarcando
en Veracruz, atravesando a pie el territorio mexicano hasta Acapulco, para reto-
mar y transportar nuevamente por vía marítima a los esclavos en los barcos que
venían de Filipinas con dirección a Lima.
[134]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
La segunda, una ruta clandestina estable y cada vez más floreciente hasta
fines del siglo XVIII, unía el África con el Brasil para dirigirse luego a Buenos
Aires, desde donde se trasladaban a pie hasta el Alto Perú, región de florecientes
mercados: Potosi, La Paz, Sucre, Cuzco, Puno, Ayacucho, Arequipa. Incluso,
muchas veces llegaban hasta Lima.
Una tercera ruta era la de los barcos cargados de esclavos que no se detenían
ni en los puertos del Brasil ni en Buenos Aires, o los que tenían excedentes después
de estas paradas. Atravesaban el Estrecho de Magallanes para desembarcar a los
africanos en los puertos chilenos de Valparaíso, Atacama, Arica y en varios puertos
peruanos que se encontraban antes de llegar al Callao en Lima. Desde allí, se
conducía a los negros hacia Potosi, Pisco, lea, Cuzco, Arequipa, Lima y a los
diferentes valles productores de Chile, Argentina, Bolivia y Paraguay.
La cuarta ruta, terrestre, cruzaba los valles interandinos desde Cartagena
hacia el Sur, llegando a Lima y a Potosi. Estas rutas servían para conducir tanto
los esclavos provenientes de África como los fugados o vendidos clandestina-
mente en el Brasil.
EL INTERCAMBIO RELIGIOSO
Durante el siglo XVI, en tierras andinas, se encuentran y funden tres grandes religiones
definitivas en la formación de las cosmogonías afro-indígenas: la católica, la islámica y
la andina. La católica -que conquista y se apodera de América- trae impregnada con
ella la religión Islámica a través tanto de los esclavos africanos musulmanes como de
la mentalidad española heredera de 8 siglos de influencia árabe magrebina. Por
supuesto, llegan también en la memoria de los esclavos las múltiples cosmogonías
africanas, cuyos cultos particulares y diversas creencias se encuentran y cruzan con
las autóctonas. Así, en un lento proceso de intercambio, en santuarios v centros
religiosos, indios y negros entrecruzan sus miradas, se observan, atentamente miran
sus gestos y sus practicas rituales, y se trasmiten la historia de sus dioses.
Un ejemplo de este encuentro es el que se realiza a 30 km al sur de Lima, en
el señorío Ischma-Pachacamac, sede del santuario del dios Pachacamac - u n dios
[136]
0LINDA CELESTINO
LA EVANGELIZACIÓN
[136]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
3. Término derivado del yoruba imale o musulmán y no de Mali como lo afirma Bastide [1970].
[137]
OLINDA CELESTINO
LAS COFRADÍAS
Negros y mulatos se reunían en cofradías, con los blancos pobres y los indios
para preservar las tradiciones y mantener la continuidad de cada uno de sus gru-
pos. Para los actos de culto, tanto indígenas como negros tenían a su disposición,
además de los templos en los alrededores de la ciudad, numerosas capillas en las
Iglesias y conventos del centro de la ciudad. Las cofradías religiosas de los ne-
gros y de los indios son primero una creación institucional urbana, importada de
España, pero después se constituyen en los lugares de concentración de escla-
vos. También, se fundaron cofradías en los centros poblados y en las haciendas,
estructurándose sin mayores complicaciones . Todas estas cofradías son parale-
las, contemporáneas y simultáneas a las cofradías de españoles e indígenas.
El esplendor y la importancia del culto se manifestaba en las grandes procesio-
nes de las cofradías. Las celebraciones de la Semana Santa y del Corpus Christi se
convirtieron rápidamente en los acontecimientos y espacios en los que los africa-
nos se destacarán y competirán con indígenas y españoles. En 1619, en Lima ya
existían 6 cofradías de negros: Nuestra Señora de los Reyes, Nuestra Señora del
Rosario, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Agua Santa, Nuestra
Señora de Loreto, El Salvador. Las de mulatos eran 2: Nuestra Señora del Rosario,
San Juan Bautista. Los morenos libres tenían una: San Juan de la Ventura. Las de
grupos mezclados, negros y mulatos, eran 12: Nuestra Señora La Antigua, Nuestra
Señora de Las Victorias, Nuestra Señora de los Remedios, San Bartolomé, San
Antón, Santa Justa y Rufina, San Francisco, Nuestra Señora de Las Mercedes, San
Sebastián, San Antonio, Santo Domingo, San Pablo.
Los grupos estaban bien diferenciados y el dinamismo socio-religioso de
cada una de las comunidades de origen africano o mestizadas era evidente . Al-
gunas cofradías introducirán nuevos cultos y elementos simbólicos para atraer y
retener a la población negra e indígena. Los Franciscanos serán los primeros al
introducir el culto afro-católico de San Benito de Palermo en sus conventos de
España y Portugal e Iberoamérica.
4. Archivo Torre Tagle (ATT). Relación de las ciudades, villas y lugares, parroquias y doctrinas que hay
en este Arzobispado de Lima de Españoles y de indios y de las personas que las sirven, así Clérigos como
Religiosos del numero de feligreses que contiene así como de las Cofradías y Hospitales que hay en los
dichos lugares, sus rentas y advocaciones.
[138]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA
[139]
OLINDA CELESTINO
frutas y hasta de granos. Todas estaban atendidas por familias de esclavos, aun-
que para las cosechas dependían de mano de obra estacional indígena. Otras
empresas agrícolas más ambiciosas surgieron en la costa y en los valles de rega-
d í o , dedicadas p o r lo común a la p r o d u c c i ó n mixta a u n q u e con alguna
especialización en caña de azúcar o viñedos. Las chacras del sur de Lima, em-
plearon como promedio 40 esclavos por unidad de producción, mientras las más
grandes podían llegar hasta 100. En el siglo XVII, entre Pisco, El Cóndor y los
valles de lea, principales zonas azucareras y viñateras, llegan a albergar 20.000
esclavos. Los Jesuítas tuvieron por todo el territorio peruano plantaciones con
más de 1.600 esclavos.
Otra ocupación propia de los esclavos africanos fue el cuidado del ganado euro-
peo. Así, la crianza de caballos, muías, asnos y de ganado caprino estuvo a cargo de
ellos -salvo las ovejas que los indígenas se apresuraron a adoptar y criar a la par de sus
manadas de llamas- al igual que la introducción y mantenimiento de los animales y
vehículos de carga. La vida cotidiana de la población negra esta ligada al caballo. En
las fiestas suena el cajón de los negros como una imitación de su rítmico galope, que
evoca a la vez un lejano recuerdo del tam-tam de sus tambores y su relación con el
animal en el continente africano. En su momento, a los esclavos se les confió la con-
ducción de yeguas y padrillos de yegüerizos desde Centroamérica por encargo de
Francisco Pizarro y sus compañeros de armas. En el Perú, a cargo de los negros, los
caballos andaluces descendientes de los bereberes siguieron un proceso selectivo
que con el tiempo aumentó su resistencia pues debieron galopar distancias enormes
a través de las heladas y exigentes alturas de los Andes.
Los negros aprendieron a cabalgar muy bien convirtiéndose en excelentes e
infatigablesjinetes. No hay que olvidar que hasta fines del siglo XIX el caballo fue
un esencial medio de transporte en todos los Andes y que incluso los días eran
definidos por jornadas a caballo. Así como en la conquista de América los caba-
llos fueron excelentes actores y auxiliares de guerra, años d e s p u é s sus
descendientes ayudaron a conseguir la independencia del Perú, siendo cabalga-
dos por los Granaderos, mayoritariamente negros, que acompañaron al General
San Martín en Argentina y Chile. También jinetes negros fueron los Húsares de
Junín quienes acompañaron a Sucre y a Bolívar en las batallas decisivas para
liberarse de la dominación española.
[140]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
[141]
OLINDA CELESTINO
célebre por su hazaña de despachar al famoso toro llamado "arabi pacha". Otra
de sus hazañas conocidas consistió en matar, él solo, doce toros en una sola tar-
de. Nació en Ingenio, lea el 2 de octubre de 1838 y murió el 24 de diciembre de
1911, dedicando 50 años de su vida al toreo. Otro relato impresionante nos ofre-
ce el cronista Tschudi cuando describe a los capeadores negros a caballo "...el
público recibe con gritos de alegría a las conocidas figuras de Esteban Arredon-
do, José Dolores Mendoza,Juan de las Rosas Asin" .
Algunas mujeres morenas también sobresalieron en las faenas taurinas, en-
tre ellas Juanita Breña una mulata gallarda, capeadora de gran fuerza y carácter,
conocida por todo el mundo con el sobrenombre de "Juana la marimacho" por
su comportamiento varonil. Otra mujer fue la zamba amazona Felipa Muñoz,
quien cuando cabalgaba en la arena se caracterizaba por su destreza a caballo,
por la osadía con que provocaba a los toros más bravos. Entonces la plaza se
llenaba de multitudinarios gritos y aplausos unánimes [Palma 1957]. En el siglo
XX, en los años 60 resalto a un torero negro, Rafael Santa Cruz, hermano del
decimista Nicomedes Santa Cruz y de la bailarina Victoria Santa Cruz, pero su
participación y brillo taurino duró poco ya que murió muy prontamente. Mien-
tras muchos negros dejaron huella en esta actividad, compitiendo abiertamente
con los toreros y capeadores españoles, los indígenas no se destacaron en ella a
pesar de tener una relación muy estrecha con el animal.
5. Viajeros: El marino ingles anónimo de "Three years in the Pacific", 1833; Wilkes y Smith en 1839;
Radiguet en 1841; Grandidier en 1857; Wiener en 1877.
[142]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
de portar armas, sobre todo aquellos que eran "acompañantes de los caballeros
hidalgos y de sus señores e indios principales".
Frente a esta posibilidad, las disposiciones contenidas en las Ordenanzas de
López García de Castro, 1565, y las de Toledo en 1580, para los corregidores de
indios y de los caciques, dictaban que ningún cacique ni principal, ni otro indio
pudieran tener esclavos negros ni mulatos por cuanto los naturales reciben mal-
trato por "la facilidad con las mujeres y las malas costumbres". Harth Terre
comprobó que tales disposiciones fueron letra muerta antes de fines del XVI,
porque ya era costumbre tenerlos desde los primeros años del Virreinato. La
práctica de la compra-venta era igual para los españoles, los indios principales y
otros indios descritos "como gentes que gozaban de privilegios legales y de me-
dios económicos que no tenían los demás". Toledo prohibía a los indios tener
esclavos negros en sus poblaciones, más como recomendación que como veda-
miento, y para evitar con esta convivencia los daños y perjuicios morales causados
en el común por negros y mulatos y zambahigos: "y porque la asistencia de los
negros, mulatos, zambahigos que residen entre dichos indios resultan algunos
daños a los que los mismos naturales reciben dellos, como por la facilidad de las
mujeres y malas costumbres, ordeno y mando que ningún cacique ni principal,
ni otro indio pueda tener negro, ni mulato esclavo, ni los horros puedan residir
en los dichos pueblos" [De Ayala et al. 1988].
Sin embargo, testamentos de indios, documentos de los escribanos indíge-
nas en los cabildos de indios y protocolos notariales de los siglos XVI y XVII nos
indican la cantidad de negros que poseían los indígenas, no sólo caciques, sino
indios del común. Los archivos de Lima tienen documentos que demuestran el
uso de licencias de compras de esclavos por indios vecinos de las diferentes ciu-
dades del Virreinato peruano: el caso de la compra de una esclava de casta angola
que hace Juan Quispe Tito, vecino del Cuzco con el oficio de cerero y confitero
en el año 1644; el hallazgo de un recibo de compraventa de un esclavo negro por
un sujeto indio menestral a mediados del siglo XVI; como resultado de estudios
en el campo de la artesanía, la adquisición de un esclavo por un artesano indio
iba acampanado de una licencia otorgada por el Corregidor [Harth-Terre 1973];
y en especial se destaca la compra de una esclava negra que hizo un terrateniente
indio, para luego liberarla y convertirla en su esposa. Este fue el inicio del descu-
brimiento de documentos que demuestran que los indios compraron negros y
que algunos llegaron a poseer varios esclavos.
[143]
0LINDA CELESTINO
Las indias casadas con españoles podían obtener licencia para tener escla-
vos. Tal es el caso de Catalina Rimuy viuda de Mateo Delgadillo, quien vende al
hijo de la esclava de su marido al español Gaspar Pardo. Tampoco hay que olvi-
dar que la posibilidad de acceso y adquisición también estaba abierta para los
negros libertos, para los mulatos y pardos, grupos que no se privaron de tenerlos
a lo largo del periodo colonial. El mismo San Martín de Porras compra un escla-
vo para que se ocupe de la lavandería del Convento de Santo Domingo de Lima,
y su hermana Juana poseía varias esclavas.
Es importante señalar por su significación histórica y social, el que los hijos
de esclavos nacidos en comunidades indígenas asimilaron hábitos, idiosincrasia
e idioma, manteniéndose más cerca de lo autóctono, como es el caso de los habi-
tantes de la región yunga en Bolivia, pues son negros que hablan aymará y están
vestidos a la usanza indígena. Pese a tener o no tener rasgos negros, reconocen o
asumen sin dificultad sus dos ascendencias.
[144]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
[145]
OLINDA CELESTINO
etnogeografía virreinal. En el Perú, el virrey don Luis de Velasco mandó varias pro-
visiones referentes a la cobranza del tributo. Otorgaba poderes a los Oficiales Reales
o a los Corregidores de Indios y éstos a su vez podían encomendar a un alguacil -
que debía ser español- para que efectuase la cobranza. Este percibía un salario de
300 pesos o el 6% del total de la cobranza que efectuase. La tasa de tributación de
los negros libres, mulatos y zambahigos era de 4 pesos para los hombres de 18 a 50
años y 2 pesos para las mujeres solteras. Los pagos serán de 8 reales y en dos parti-
das: la primera para las fiestas de San Juan, 24 de junio y la otra en Navidad, 24 de
diciembre [Peralta 1990].
La tributación de las negras solteras es un aspecto de particular interés. En
la práctica, se observó un hecho contrario al espíritu de las cédulas de Velasco.
Los cobradores no distinguieron solteras de casadas y exigían a las dos la tasa del
tributo. Ante esta tergiversación de las disposiciones del Virrey, los negros libres
y mulatos de Lima se dirigen al Rey "debajo de cuyo amparo vivimos y como
Rey tan cristianísimo favorezca y ampare estos humildísimos vasallos", manifes-
tándole tres aspectos relacionados con la tributación que los afecta: a) agravios y
molestias que reciben de los Oficiales Reales y alguaciles, b) cobranza de tribu-
tos a las mujeres siendo casadas o solteras, y c) los indios con ser tributarios, sus
mujeres no pagan dicho tributo "por cuanto el marido y la mujer son una misma
cosa". Finalmente piden que se les exonere de esta tributación por cuanto la
mayoría de ellos están dedicados a trabajos mecánicos y ya pagan Media Anata
conforme a otra Cédula especial que ya había sido expedida.
[146]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
En el Perú, corazón del sistema colonial español en América del Sur y últi-
mo territorio en liberarse, se dice que su independencia se debe a la intervención
de tropas libertadoras extranjeras. No hay estudios que destaquen sectores com-
pletos del pueblo peruano y sus élites locales participando activa y heroicamente
en la lucha armada por la Independencia. Pero en conjunto, la masa campesina
indígena y afro-americana aporta una contribución esencial. Las guerrillas indí-
genas no son una novedad en el período crucial de la Independencia, pero durante
mucho tiempo, por sí solas o por las armas, pusieron en jaque el sistema colonial
dominante. No se pueden olvidar las sublevaciones y la revolución conducida
por Tupac Amaru durante el siglo XVIII. Las partidas populares d e l 8 1 9 a l 8 2 1
tuvieron como apoyo logístico a las comunidades indígenas. Los guerrilleros son
los campesinos, también los afro-americanos de las comunidades y haciendas. A
ellos se unen muchos soldados desertores, mestizos, mulatos, pardos y negros,
quienes transitan con el status de guerrilleros antes de ser incorporados como
voluntarios a las tropas regulares del General San Martín y más tarde a las de
Simón Bolívar.
SERVICIOS OBLIGATORIOS
En las nuevas repúblicas andinas, los esclavos participaron en las guerras de cau-
dillos entre libertadores, presidentes y fuerzas armadas de cada uno de los nuevos
países. Con la Independencia se mantienen las causas de la agitación agraria, pero
agravadas por nuevas circunstancias. En la costa peruana, la economía de hacienda
prosigue su decadencia, participando plenamente del clima de marasmo económi-
co que persiste por lo menos hasta 1850. Esta crisis económica del latifundio costeño
acelera la descomposición espontánea del sistema esclavista. La mano de obra afri-
cana servil, mal controlada y mal empleada, relaja su disciplina, disminuye su
rendimiento e insurge contra el yugo de la servidumbre, que ya no se justifica,
inclusive para ciertos propietarios ausentistas, sino por el deseo de conservar el
capital invertido en su "rebaño" humano. Por ello, muchos de quienes han sido
esclavos, escapados de las plantaciones y agrupados en bandas, aprovechan el cli-
ma de anarquía política que impera hasta la época del gobierno de Castilla, para
convertirse unas veces en bandoleros y otras en militantes, o a su vez en soldados
de los ejércitos que luchan en las constantes escaramuzas civiles acantonadas en las
afueras de las ciudades y de la capital.
[147]
OLINDA CELESTINO
EL VÍNCULO A LA NACIÓN
En 1854, el general Rufino Echenique gobernaba el Perú, pero las fuerzas revo-
lucionarias del general Ramón Castilla amenazaban con derrocarlo. Sin embargo,
ni en la plataforma del gobierno ni en el programa revolucionario figuraba la eman-
cipación de los negros. Aun así, ambos bandos querían incrementar sus huestes. El
18 de noviembre de 1854, el gobierno de Echenique expidió un decreto cuyo artí-
culo cuarto decía: "todo esclavo doméstico o de hacienda que se presente al servicio
del ejercito obtendrá su libertad y su gracia se hará extensiva a la mujer legítima".
Sólo los negros enrolados en las tropas gobiernistas para combatir la revolución
obtendrían su libertad. Los otros negros, quienes no se alistaran o los indiferen-
tes seguirían siendo esclavos. Por su lado, Castilla neutralizó la oferta
gubernamental, aún persistente en el ánimo de los negros, al anunciar ingeniosa-
mente al país desde su campamento revolucionario, que si la revolución triunfaba
liberaría a todos los negros sin excepción alguna. De esta manera impidió a los
negros que acudieran a los cuarteles del gobierno y, victorioso en la batalla de La
Palma, lugar cercano a Lima, el Mariscal Ramón Castilla (él mismo de ascenden-
cia negra) al asumir el mando cumplió su ofrecimiento y desde entonces quedó
abolida la esclavitud. La proclamación en 1854 de la ley que libera a los esclavos
[148]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
[149]
OLINDA CELESTINO
Capac. Los negros y los indígenas lo adoptan y aparece en el baile del Capac
Negro en las principales fiestas del sur del Perú, y sobre todo en las peregrinacio-
nes consideradas como las más auténticas del mundo indígena. Se afirma que
representan al esclavo negro de los tiempos coloniales, aquellos que fueron lleva-
dos al Sur del Perú para trabajar en los ingenios de caña de azúcar, en los cocales
y en las minas. A partir de sus lugares de residencia y de su estrecho contacto con
los indígenas, poco a poco se volvieron devotos y soporte de los principales fes-
tejos religiosos. C u a n d o se mestizaron, los sureños habían c a p t a d o las
características de los negros, recopilaron sus dones, asociaron sus estilos y plas-
maron al mundo negro en el campo artístico y religioso.
La danza de Capac Negro es el resultado de una creación colectiva. Llevan
en la mano una doble mano en madera de color negro, el maqui o brazo con
puño cerrado. Éste en un principio tenía un látigo que representaba los azotes y
castigos de la esclavitud, pero más tarde fue suprimido. También llevan una ca-
dena atada en una pierna, recordando la esclavitud, las máscaras tienen lágrimas,
que evocan los rostros tristes de los negros esclavos.
En la provincia de Paucartambo, todos los de apellido Huamán, que signifi-
ca halcón, bailaban y bailan Capac Negro en el mes de julio. Este grupo cerrado
se ha abierto hacia empleados o profesionales residentes en el Cuzco, quienes
son considerados como "decentes" y su presencia realza y da prestigio a la fiesta
de Paucartambo y a la Mamacha Carmen o Virgen del Carmen, quien es patrona
de los negros en varios lugares del Perú, así como también patrona del criollis-
mo. En 1999, el caporal de los Qapaq Negro fue el Director de la Biblioteca
Municipal del Cuzco. En esta danza está presente la continuidad de los Huamán
prehispánicos, apropiados por los africanos en el período colonial y actualmente
como representación de la herencia afro-indígena.
En el antiguo Perú, en un principio los dioses y los hijos de los dioses, los
personajes míticos no tenían a menos tomar apariencias de animales, en especial
de aves. Estos Huamán o halcones tenían un papel esencial en la fiesta Inca del
Huarachico, cuando se armaba de caballeros a los jóvenes nobles. Los triunfado-
res en la carrera recibían el nombre de Huamán que tenía el significado de "veloz",
o "rápido", y como premios unos emblemas que representaban halcones hechos
de sal, tal vez en memoria de Ayar Cachi, uno de los primeros Incas. En caso de
guerra, quienes habían merecido el nombre Huamán iban rápidamente a ocupar
puestos importantes en el ejército Inca. El sustantivo Huamán interviene cons-
[150]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
[151]
OLINDA CELESTINO
[152]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
A M A N E R A DE C O N C L U S I Ó N
[163]
OLINDA CELESTINO
que hemos sido y de la continuidad del proceso de fusión intercultural para que
nuestros capitales culturales sean eficientes en el futuro. Al mismo tiempo, al
revaluar este pasado hay que pensar en la sociedad global en la que estamos in-
sertos todos los afrolatinoamericanos.
La ambigüedad de las categorizaciones raciales construidas durante el pe-
ríodo colonial y republicano fueron elaborando cada vez más el modelo del
mestizo. Un mestizo que obviamente no deseaba otra cosa sino alejarse progresi-
vamente de sus raíces africanas e indígenas. El mestizo vino a simbolizar la nueva
sociedad, a sintetizar todos los aportes, a personificar la integración, y el negro y
el indio junto a su cultura fueron desapareciendo como focos de interés propio,
fundiéndose en la idea de "populacho", de "criollismo", connotaciones que su-
gerían el mismo ideal del mestizo. Del abuelo negro parece que nadie quiere
acordarse. A la par que a lo largo del período republicano se fueron elaborando
y asentando tres grandes agrupaciones que definirían a la población del Perú
actual: el cholo serrano, el zambo costeño y el charapa amazónico.
En el seno de nuestra sociedad, se perpetúa un riguroso sistema de discrimi-
nación-explotación de segmentos "no-mestizos", y si el afronegrismo militante no
ha estallado entre nosotros en forma violenta, convendría saber bien cómo seme-
jante pauta de marginación no desencadena todavía la respuesta esperada. En
nuestro medio "el negro está integrado", "no existe discriminación", por lo mis-
mo no se conocen pruebas evidentes de africanización de nuestra cultura. Todo
está escondido en aspectos asociativos y de organización, costumbres y mecanis-
mos de control, formas de integración y de discriminación.
Cuando se importan hombres cualesquiera que sean sus condiciones hay
que contar también con la cultura y los valores que portan. Las culturas africanas
irradiaron con más facilidad donde la densidad de población era mayor: en el
caso del Perú en el campo y en la ciudad. Las explotaciones agrícolas y mineras
requirieron incesantemente de su mano de obra. Los bozales y luego sus descen-
dientes podían formar grupos de cierta importancia numérica, impregnando a
toda la sociedad con sus tradiciones. En su condición desnuda fue más fácil traer
consigo valores espirituales que se conservaron en grado máximo, mientras que
los aspectos materiales de la cultura fueron frágiles o inexistentes porque no trans-
portaron con ellos objetos propiamente dichos. Guardar el tesoro de sus creencias
y conocimientos fue para ellos una tabla de salvación. Los afro-americanos fue-
ron fieles a sus dioses y a sus antepasados.
[154]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S ANDINAS
Los países andinos comparten con los otros países Iberoamericanos una
herencia histórica: la importación entre comienzos del siglo XVI y a mediados
del XIX de millones de esclavos africanos y la explotación de esa mano de obra en
gran escala y en múltiples actividades. Por eso es necesario explicar la dinámica
cultural afroandina que dio origen a estructuras sociales específicas, como el sis-
tema de explotación de dos clases sometidas, donde la reproducción de una se
realiza mediante la adquisición -captura y compra- de seres humanos, y la indí-
gena que se reproduce por crecimiento.
El eje principal de referencia para la reproducción de la identidad colectiva
de una etnia estigmatizada como inferior e infantil, estuvo en la cofradía, en sus
imágenes, en su fervor religioso y en la defensa de sus derechos. Durante mucho
tiempo fue casi el único camino de dignificación y autoestima. También, la histo-
ria de la cofradía nos muestra cómo las mujeres "morenas", las afroandinas,
tuvieron un importante protagonismo, mayor sin duda que en otras cofradías
cuyos miembros pertenecían a sectores con una situación económica y social
más favorable. La historia de la cofradía nos refleja cómo en ella convivieron es-
clavos y libres, porque la discriminación racial y el estigma en que ésta se basaba
era común a ambos colectivos y no sólo una cuestión jurídica y de clase social.
Quienes llegaron como esclavos y formaron la cofradía son ejemplo de una vo-
luntad de integración social y, a la vez, de una afirmación de su identidad étnica y
de su dignidad humana.
La reforma constitucional colombiana, cuyo décimo aniversario celebramos,
afirma de manera concreta, simbólica y decidida la igualdad de culturas. Ade-
más, reconoce y peremniza tanto esa igualdad, como el proceso histórico de un
colectivo étnico, el de los negros en los Andes, establecidos en 5 países. Tam-
bién, legitima y le da visibilidad a su supervivencia, cuando hace un siglo y medio
fueron liberados y dejaron de existir como esclavos en las historias de los nuevas
repúblicas andinas. De ahí que en este ensayo, haya analizado el proceso sobre el
eje de las relaciones interétnicas y en el contexto sociopolítico de cada época
histórica concreta, para así resaltar su significación actual y hacia el futuro.
[156]
O L I N D A CELESTINO
BIBLIOGRAFÍA
BASTIDE, Roger
1970. Les amériques noires. Paris: Payot.
[156]
E N C U E N T R O DE LOS A F R O D E S C E N D I E N T E S E I N D Í G E N A S EN LAS A L T U R A S A N D I N A S
TELLO, Julio C.
1955. "El país de los Inkas". Revista del Museo Nacional de Antropología y Arqueología, VII, pp. 24-45
VARALLANOS, José
1937. Bandoleros en el Perú. Lima.
VÁRESE, Stefano
1973. La sal de los cerros. Lima: Retablo de papel ediciones.
1989. "Rebeliones y revoluciones en la hisroria de los Andes". Pasado y Presente n" 2-3.
[157]
LEY 70 DE 1993:
UTOPÍA PARA AFRODESCENDIENTES EXCLUIDOS
JAIME AROCHA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
[159]
JAIME AROCHA
Casi pasan dos siglos antes de que un artículo constitucional, el séptimo, por fin
reconociera que a la Nación colombiana la caracterizan diversidades culturales,
cuya salvaguardia es responsabilidad estatal. Ese y los demás artículos que apun-
talan el multiculturalismo representan la última utopía de los excluidos. En el
caso de los pueblos afrocolombianos, a esa ilusión le dio forma el artículo transi-
torio 55 , al cual la Comisión Especial de Comunidades Negras transformó en la
Ley 70 de 1993, ante todo para legitimar los territorios ancestrales de esas co-
munidades, mediante la titulación colectiva.
No obstante, durante estos dos lustros ha faltado voluntad política para apli-
car esa Ley, y todavía muchos funcionarios gubernamentales y de ONG no perciben
a las "comunidades negras" como pueblos étnicos [Arocha 1998]. Sin embargo, la
tenacidad de los consejos comunitarios formados en el litoral Pacífico logró que
entre 1995 y 2001 el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria expidiera títulos
colectivos por cuatro millones de hectáreas. De por sí significativa, esta reforma
agraria sienta los fundamentos para soñar que los universos simbólicos que han
albergado esos espacios puedan tener una proyección más cierta hacia el futuro.
Por su parte, otros artículos de esa misma Ley abren opciones de participación y
gestión democráticas, que en 1980 eran imposibles de pensar.
El artículo de José Jorge de Carvalho, que aparece en este libro, señala cómo
en toda América Latina han tenido lugar reformas comparables que admiten el
multiculturalismo. Empero, en Brasil durante el decenio de 1990 se llevó a cabo
una contrareforma que ha facilitado la conversión de la diversidad cultural afrobra-
sileña en fetiches de exotismo y sensualidad que consumen losyuppies del hemisferio
norte. En Colombia, testimonios como el ya citado de Londoño y la contrarefor-
ma constitucional que en 2 0 0 3 sigue t o m a n d o vuelo, indicarían que la
administración del presidente Alvaro Uribe Vélez podría fortalecer el monocultu-
ralismo, proceso antecedido por la proliferación de guerreros en todos los territorios
étnicos de la Nación, y cuya consecuencia lógica ha sido el destierro, siempre de la
mano con la expansión de la frontera agrícola. Hoy buena parte de los desplazados
1. Artículo 55 transitorio. Dentro de los dos años siguientes a la entrada en vigencia de la presente
constitución (4 de julio de 1991), el Congreso expedirá, previo estudio por parte de una comisión especial
que el gobierno creará para tal efecto, una ley que le reconozca a las comunidades negras que han venido
ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con
sus prácticas tradicionales de producción el derecho a la propiedad colectiva sobre las áreas que ha de demar-
car la misma ley (...).
[160]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
por la fuerza son dueños tanto de territorios colectivos creados al amparo de la Ley
70 de 1993, como de entidades territoriales indígenas. Una vez en las ciudades, en
especial los afrocolombianos, se insertan apelando y exagerando los estereotipos
que existen sobre ellos, de tal modo que en la práctica pueden caer víctimas del
consumo fetichizado [Arocha 2002]. No obstante la importancia de deletrear los
efectos nefastos del monoculturalismo y de su respectivo modelo de moderniza-
ción económica, aquí insistiré en mirar el potencial de transformación que ha legado
y puede seguir legando la Ley 70 de 1993, en gran medida gracias a que los movi-
mientos afrodescendientes han cualificado su lucha política.
Entre agosto de 1992 y mayo de 1993,1a Comisión Especial de Comunidades
Negras logró diseñar el estatuto que le dio vida al artículo 55 transitorio de la
Constitución de 1991. El instrumento debe contribuir a reparar la ignominia que
comenzó hace 400 años con el cautiverio, desterritorialización y almacenamiento
de gente de África central y occidental, con destino a la trata transadántica. Continuó
en el período colonial equiparando a los esclavizados con bienes muebles; en el
republicano, catalogándolos como incapaces de ejercer dominio territorial por
pertenecer a las "razas inferiores", de acuerdo con los dictámenes del darwinismo
social y, en la actualidad, atribuyendo sus identidades no a la realidad de su historia,
sino a "(...) los imaginarios de los académicos y a su afán intelectual (...)"
[Alingue 1 9 9 9 : 2 4 6 ] .
2. No obstante el que ni el artículo referido, ni la totalidad de la obra que lo contiene consideren a los
afrocolombianos como pueblos étnicos, su mención es útil para comprender parte de las transformaciones
que involucró la Constitución de 1991 en lo relativo al multiculturalismo.
3. "(...) Así mismo (la Ley 70) tiene como propósito establecer mecanismos para la protección de la
identidad cultural y de los derechos de las comunidades negras de Colombia como grupo étnico (...)".
[161]
JAIME AROCHA
RAZA Y BALDÍOS
La Ley 70 de 1993 abrió una opción para combatir el darwinismo social que
desde mediados del siglo XIX impera como forma de explicar la evolución hu-
4. "(...) esta ley se aplicará también en las zonas baldías, rurales y ribereñas que han venido siendo
ocupadas por comunidades negras que tengan prácticas tradicionales de producción en otras zonas del país
(...)" [Vásquez, ibid].
5. Artículo 7. En cada comunidad, la parte de la tierra de la comunidad negra destinada a uso colec-
tivo es inalineable, imprescriptible e inembargable». [Vásquez, ibid.: 15].
6. "(...) Ninguna organización chocoana solicitó (...) la adjudicación de terrenos en forma de propie-
dad colectiva e inenanejable (...) Esta forma inferior de propiedad (...) sólo es aceptada por algunas
comunidades indígenas que permanecieron incomunicados (sic.) en resguardos (...)" [CGTD 1993].
7. Véase el capítulo V de la Ley 70 [Vásquez ibid.: 17].
[162]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P I A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
[163]
JAIME AROCHA
Por tanto, no debe causar extrañeza uno de los principales hallazgos de la primera
expedición etnográfica que en mayo de 1992 realizamos al alto Baudó con el aus-
picio de la Facultad de Ciencias H u m a n a s de la Universidad Nacional:
Preponderaba la incertidumbre territorial de los afrochocoanos, ajuzgar por la rei-
teración con la cual ellos nos preguntaban qué hacer para demostrarle al gobierno
que sus antepasados habían llegado a la región antes de 1959 y que, por lo tanto, a
ellos no podrían expulsarlos alegando que eran invasores. En otra publicación [Aro-
cha 1999], reseñé cómo los estudios de las genealogías de las personas y de los
objetos que legan de generación en generación, así como las cartas de libertad que
reposan en los archivos históricos comprobaban que aún desde la primera mitad
del siglo XVIII, descendientes de cautivos africanos habían comenzado a poblar ese
valle. En 1999, los consejos comunitarios de la región allegaron la documentación
que la Ley 70 de 1993 exigía para que el Incora otorgara los respectivos títulos
colectivos. No obstante el éxito de esa gestión, el alivio tan sólo duraría hasta no-
viembre de 2001, cuando las autodefensas de Córdoba y Urabá obligaron a la
diáspora.
RAZA C Ó S M I C A
[164]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
[165]
JAIME AROCHA
Hasta finales del decenio de 1970, afrocolombianos e indígenas del litoral Pací-
fico se habían escapado del régimen que ha dirigido la expansión de la frontera
agrícola en América Latina. La constitución de 1991 buscaba detener la aplica-
ción de esa ley implícita, cuyo sentido Alfredo Molano [2002] resumió así:
La gente (desterrada) me contó mil cuentos. En todos ellos había -y hay- un elemento
en común: el desalojo por razones políticas, pero confines económicos. A los campesinos
los acusaban los ricos de ser liberales, o conservadores, o comunistas, para expulsarlos
de sus tierras y quedarse con ellas. Siempre las guerras se han pagado en Colombia con
tierras. Nuestra historia es la de un desplazamiento incesante, sólo a ratos interrumpi-
do {el énfasis es mío).
Pese a las intenciones, la Ley 70 no impidió que en el litoral Pacífico los afroco-
lombianos también pagaran la guerra con sus territorios colectivos, y que hoy el
desplazamiento forzado sea el problema más grave que ellos enfrentan. En dis-
tintos foros, con reiteración, las ONG especializadas en ese campo señalan que las
comunidades negras ostentan las diásporas más numerosas [Organización de
Comunidades Negras y OIM 2002]. Entre los posibles frenos a estas violaciones
de derechos humanos, están las denuncias ante la comunidad internacional, así
como la respuesta que ella pueda brindar. Empero, la opinión de esas agencias
en torno a los afrocolombianos y sus derechos aún es muy tenue. Existiendo
comunidades que podrían enfrentar amenazas territoriales comparables a la que
los indígenas U'wa están combatiendo, hasta ahora, esas comunidades, y todo el
movimiento negro comienzan a figurar en las agendas, ya sea de instituciones y
O N G o de los medios interesados a defender el derecho de la consulta previa.
La ceremonia para que el presidente César Gaviria sancionara en público la
Ley 70 tuvo lugar el 27 de agosto de 1993, en la plaza Mosquera Garcés de Quib-
dó. En esa ocasión, Zulia Mena, adalid de la Organización de Barrios Populares,
Obapo, retó al mandatario para que hiciera historia con los afrocolombianos, y
no con representantes de los países de la cortina de bambú, los gremios y la clase
política. Para entonces, ellos presionaban la profundización de la apertura eco-
nómica y la consecuente oferta internacional de todo lo que abundaba en el litoral
Pacifico -oro, platino, petróleo, maderas, aguas para hacer electricidad, llanuras
para sembrar palma africana, manglares para talar y erigir criaderos de crustá-
[166]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
ceos; en fin, mares de los cuales extraer atún-. Ese modelo de comercio implica-
ba construir nuevas carreteras, como la que iba rompiendo las montañas selváticas
del Baudó para unir a Pereira con el mar y convertir a Tribugá en puerto alterno
de Buenaventura [Arocha 1994].
Para entonces, no figuraban la totalidad de los megaproyectos de carreteras,
puertos, hidropistas, canales interoceánicos y zonas económicas especiales que
hoy están en la agenda presidencial de Alvaro Uribe Vélez [Sánchez, J. 2002].
Son proyectos de modernización diseñados a espaldas de las necesidades, aspi-
raciones y derechos de los pueblos étnicos de la región, cuyos efectos indirectos
por primera vez experimentaron los afrocolombianos de los ríos Truandó y Ca-
carica, afluentes del bajo Atrato. A finales de 1996, el presidente Ernesto Samper
anunció estudios de prefactibilidad para construir el canal interoceánico Atra-
tro-Truandó y la prolongación de la carretera Panamericana por la vía del Tapón
del Darién. Seis meses después su mismo gobierno les entregaba a los consejos
comunitarios de los ríos Truandó y Cacarica los primeros títulos colectivos para
comunidades negras del país. A los pocos días, grupos paramilitares asesinaban
al presidente del consejo comunitario del Truandó, y mediante formas de terro-
rismo, inéditas en esa región, iniciaban el éxodo de afrocacariqueños hacia Urabá,
Panamá, Quibdó y el interior del país [Arocha 1998b].
En el ámbito de los cultivos ilícitos, la guerra es uno de los efectos menos
evitable, cuando el modelo de desarrollo nacional profundiza la producción de
bienes primarios y les aumenta los privilegios a las multinacionales de la energía,
del agua, de la agricultura y la biotecnología [Collier 2001]. Hoy ya es incontro-
vertible que los gobiernos que sucedieron al de César Gaviria profundizaron la
globalización asimétrica.
Recién aprobada la Ley 70, líderes del movimiento político de los afrocolombia-
nos calcularon que seis millones de hectáreas del litoral Pacífico tenían el potencial
de ser amparadas mediante títulos colectivos. Hoy, muy diversos consejos comu-
nitarios han recibido las escrituras de cuatro millones de hectáreas. Los procesos
requeridos para alcanzar semejante logro, escasamente fueron objeto de los aná-
lisis que aparecieron en prensa con ocasión del décimo aniversario de la
[167]
JAIME AROCHA
[168]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
tual de los futuros iniciados. De ahí que esas personas invoquen a Changó o a
Elegguá antes de iniciar una intervención pública. La reconceptualización de sí
mismos y de su movimiento ha desembocado en que la gente d e los ríos y las
selvas haya tomado conciencia de ser portadora de una identidad rica y particu-
lar, la cual no ha sido ajena a la sostenibilidad de sus territorios.
En cuanto a la toma de conciencia sobre el valor político de la etnicidad, no
cabe duda del papel que desempeñará la Cátedra de Estudios Afrocolombianos
que también contempla la misma Ley 70 [Ministerio de Educación Nacional 2001].
Esa cátedra implica una reestructuración de todo el sistema educativo, debido a
que no consiste en cursos para estudiantes negros y negras, sino en u n instrumento
de auto representación y presentación que debe aumentar los márgenes de toleran-
cia étnica, y por lo tanto de inclusión social.
Los nuevos derechos políticos y de participación democrática completan
las opciones que abrió esta estructura jurídica excepcional. Los consejos comu-
nitarios y las comisiones consultivas se han convertido en ámbitos de expresión,
discusión y defensa de las disidencias étnicas, y en medios d e combatir el racis-
mo que oculta el mito fundador de la Nación, pero que atestiguan las estadísticas
sobre salud, empleo, vivienda, acceso a la educación y necesidades básicas insa-
tisfechas [Arocha et al. 2002; Urrea et al. 2000]. Los procesos hacia la acción
afirmativa o discriminación positiva aún son tímidos, pero tienen el potencial de
transformarse en mecanismos de reparación histórica.
Pero también, sin duda alguna, el movimiento político de los afrodescen-
dientes en pro de la aplicación de la Ley 70 de 1993 ha enfrentado la hostilidad
del unicultiralismo de las élites y de los guerreros de todas las tendencias. No
obstante, las ganancias que he reseñado, entre otras, le ponen freno al desdén e
invisibilidad a los cuales, por tradición y hábito han sido sometidas las "comuni-
dades negras".
Es inocultable la capacidad genocida de la guerra actual. En el litoral Pacífi-
co, luego de masacrar y asesinar civiles, combatientes de diversas afiliaciones
amenazan con castigar a quienes identifiquen y traten de recuperar los cadáveres
que flotan en los ríos [Molano op cit.]. Entre practicantes cuyo catolicismo equi-
vale al culto a los antepasados, prohibirles que les canten sus abalaos a los muertos,
o les recen su novena, es arrebatarles una razón fundamental de ser [Arocha 2002].
El etnocidio que las personas en armas están cometiendo tendrá que denunciar-
se con más frecuencia dentro los catálogos de violaciones a los derechos humanos.
[169]
JAIME AROCHA
HOLISMO
Por lo general, y como sucede en el valle del río Baudó, la gente practica más el
bricolage o cacharreo, cuando no tiene muchos artefactos y herramientas. El ca-
charrero modifica un objeto para que desempeñe funciones que no previo su
inventor. No parte de la racionalidad fría del ingeniero, sino de esa emoción de
arriesgarse a ver qué pasa, sin dañar -por ejemplo- el machete. El carpintero lo
dobla hasta juntar la punta con la empuñadura, y utiliza el lomo curvado para
reemplazar el cepillo que necesitaría para pulir u n trozo de madera. La integrali-
d a d entre inteligencia y corazón domina las s o l u c i o n e s que idean los
afrobaudoseños en su interacción con el ambiente. Debido a ella, los incluí en el
inventario de personas sentipensantes, cuya elaboración había iniciado Fals Bor-
da [1978] y continuado Eduardo Gaicano [1989: 107] . No obstante, el evento
más convincente de que esa gente era bolista fueron los velorios que presencié.
No dudo de que el trance es la esencia de esos ritos, ni de que es una de las
m á x i m a s e x p r e s i o n e s de la u n i d a d entre r a z ó n y e m o c i ó n . N o hablo
necesariamente de quien convulsiona a lo largo de la procesión fúnebre desde
donde velaron al difunto hasta el cementerio. Me refiero al estado de comunicación
con el m u n d o de los antepasados que provoca la confluencia de varios
acontecimientos: el ritmo repetitivo que hora tras hora, hasta el amanecer, les
imprimen cantaores y cantaoras de alabaos a sus voces y a sus cuerpos, en el
espacio abigarrado que ellos ocupan cerca del féretro, rodeados por los familiares
más próximos y luego la demás gente del pueblo y los de los pueblos vecinos. La
atmósfera -que puede ser asfixiante si llueve afuera y toda la concurrencia se
mete al salón- está impregnada de humo de Pielroja que da una modorra que la
[170]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
espantan a punta de café, para que el biche lo vuelva duermevela, que se hace
trizas cuando viejas, viejos,jóvenes, todas, y todos comienzan a estirar las manos
al cielo y a gritar "no te vayas", porque los primeros rayos del sol hacen ineludible
el camino hacia el cementerio [Serrano 1998:241-262; Whitten 1974:243-262].
De ahí en adelante, las expresiones de dolor tendrán la irrefutabilidad que lleva a
la proliferación del trance espasmódico.
En noviembre de 1992, la historiadora africanista Adriana Maya reforzó nues-
tro equipo de investigación en el Baudó. Con base en sus experiencias entre los
fang del Gabón (África ecuatorial), escogió qué ponerse en el cuerpo y en la
cabeza para asistir a un velorio en Pie de Pato. Junto al féretro, derramó un cho-
rro del aguardiente que llevaba a manera de ofrenda, y se sentó detrás de las
cantaoras, quienes comenzaron a preguntar quien era esta persona que conocía
tan bien las tradiciones de allá. Después de comparar notas, nos fue indicando
las que parecerían ser pervivencias de una antigua memoria de los pueblos ban-
túes de la cuenca del río Congo: la recolección de fondos para el ceremonial, el
lecho de heliotropos que le hacen a quien agoniza, la procesión fúnebre por todo
el pueblo, cuando la gente se siente libre para hacerle toda clase de reclamos al
muerto, las cruces y demás marcas que los deudos se hacen en la frente con el
barro de la tumba que han cavado, antes de depositar el féretro, o la palma de
Cristo que planta, después de que ha sellado la rutura con la misma tierra que
escarbó antes [Arocha 1999:142-147].
Un árbol también señala el inicio de una nueva vida. Para ello, la madre se
prepara desde que sabe de su preñez. En su zotea planta una semilla, y cuando
da a luz, entierra la placenta y sobre ella siembra el arbolito que comenzó a crecer
allá. De ahí en adelante, a la criatura le enseñará a llamar "mi ombligo" a ese árbol
que crece al mismo tiempo que ella y se alimenta con parte de su ser. También le
mostrará dónde están los ombligos de sus padres y abuelos, para que cuando
pase junto a ellos los recuerde, y les ofrezca una plegaria.
Algo muy parecido hizo la madre de quien sería el nganga Mankunku Mán-
dala de los bantúes de Chad. Como nadie la acompañó en el alumbramiento y el
9. Plataformas de madera que las mujeres localizan frente a sus casas, a la orilla de los ríos, y sirven para
poner ollas o canoas viejas dentro de las cuales cultivan las especies para hacer sus comidas, las hierbas para
el buen menstruar o el bienquerer, y las semillas de los árboles que —al dar a luz— sembrarían junto con la
placenta en la cual viniera la nena o el nene.
10. Sacerdote.
[171]
JAIME AROCHA
niño tenía ojos verdes, las únicas evidencia fiables del nacimiento fueron la pal-
ma que ella sembró encima de la placenta, y el hilito de sangre que fue regando al
regresar a la aldea [Dongala 1996].
Son bantúes quienes hace tres mil años, en regiones de los bordes de Nigeria y
Camerún comenzaron a usar la voz muntu para decir persona, y hantu para decir
gente [Mwesa 1991: 249-261], y con sus herreros diestros se fueron hacia el valle
del río Congo, e inclusive más al sur y al oriente de África [ibid.: 249]. Son quienes
creen que el mundo de los vivos es impensable sin el mundo de los antepasados,
una de cuyas funciones es la de servir de intermediarios para comunicarse con
Dios, valiéndose de la música, a la cual los bembas llaman gnoma, que quiere decir
tambor o Iwimbo que quiere decir canción. No importa. Ambas palabras se refie-
ren a un todo de melodía, ritmo, danza, decoraciones del cuerpo y del lugar. A u n
lenguaje cuya pureza impide mentir, y acompaña todos los sucesos de la vida, -
nacimientos, iniciaciones, reiniciaciones, entierros, siembras y cosechas-.
A los bantúes fue a quienes los tratantes más capturaron [Maya 1998]. Su
influjo en América ha sido menos estudiado que el de los yorubás, quizás debido
a que su legado es menos espectacular que el que atestiguan las religiones de la
Santería cubana, el Vudú haitiano o el Candomblé brasileño [de Carvalho 2002].
Como los demás cautivos, a los bantúes se les obligó a migrar en la desnudez .
Así, al desembarcar no tenían más recurso que su memoria para rehacerse a sí
mismos, luego de haber experimentado los horrores de la captura violenta, el
almacenaje en las factorías, la travesía, el desembarco, el maquillaje de heridas y
lesiones para la buena venta y el traslado [Chandler 1972]. Ejercitaron su me-
moria para descifrar el medio al cual llegaban, comparando la vegetación y los
animales. Con una rapidez incomprensible ante su marginalidad forzada, rein-
ventaron sus culturas, y de inmediato comenzaron a producir para sus amos y
para sí [Mintz 1995]. De su memoria polilingüe también extrajeron formas gra-
maticales para nuevos modos de comunicarse con sus compañeros de infortunio,
quienes hablaban idiomas tan distintos como los de los captores y los indígenas a
quienes conocieron. Inclusive, los palenques de cimarrones que apuntalaron en
defensa de su libertad también tenían referentes en la memoria de cuando la gente
del Congo se alzaba contra el cautiverio. Tal fue el caso de imbagalas y yagas [Ma-
nuanga 1996; Serrano 1996].
[172]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
[173]
JAIME AROCHA
12. Monte: selva. En el Baudó, monte biche es aquel donde comienza a recuperarse la vegetación selvá-
tica, después de cultivar un plátano, y donde siembran frutales. Monte alzao es aquel cuya cobertura boscosa ya
es prominente y los frutales están allí sembrados en plena producción. Y monte bravo el que ya se ha recupera-
do y es similar a la selva virgen, a donde los campesinos tan sólo se aventuran a cazar de día, tomando las
precauciones necesarias para evitar los ataques de los espíritus habirantes de esa franja incierta.
[174]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
BIBLIOGRAFÍA
ALINGUÉ, Madeleine
1999. Reseña; Ombligados de Ananse: Hilos ancestrales y modernos en el Pacífico colombiano.
Revista Colombiana de Antropología, Vol. 35, enero-diciembre, pp. 245-247.
ANDREWS, George Reid
1996. "Race and Nation-Building in Latin America: Pour Moments". Presentation: Race, Culture
and National Identity in the Afro-American Diáspora, 45thAnnual Conference. Center for Latin
American Studies. Gaineville: University of Florida. February 22-24.
AROCHA, Jaime
1984. "Antropología en la historia de Colombia". En: AROCHA, Jaime y Nina S. de FRIEDEMANN
(eds.). Un siglo de investigación social: antropología en Colombia. Bogotá: Etno.
1994. "Cultura afrocolombiana, entorno y derechos territoriales". En: PUYANA, Yolanda y Camilo
GONZÁLEZ (eds.). La política social en los 90, análisis desde la universidad. Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia - Indepaz,
1998a. "La inclusión de los afrocolombianos: ¿meta inalcanzable?" En: MAYA, Adriana (ed.). Los
afrocolombianos. Geografía humana de Colombia. Bogotá: Instituto de Cultura Hispánica. Tomo VI.
1998b. "Etnia y guetra: relación ausente en los estudios sobre las violencias colombianas". En:
AROCHA, Jaime, Fernando CUBIDES y Myriam JlMENO, (comps.). Las violencias: inclusión creciente.
Bogotá: Centro de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de
Colombia. (Colección CES).
1999. Ombligados de Ananse: Hilos ancestrales y modernos en el Pacifico colombiano. Bogotá; Centro
de Estudios Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. (Colección
CES).
[175]
JAIME AROCHA
CGTD
1993. "¿A qué vino al Chocó, Señor Presidente?" Quibdó: mimeo, 27 de agosto.
CARVALHO, José Jorge de
2002. "Los Afroandinos: de la diferencia a la política de identidades". Simposio Internacional Los
Afroandinos, siglos XVI al XX. Cusco: Unesco y Universidad del Cusco.
COLLIER, Paul
2002. "Causas económicas de las guerras civiles y sus implicaciones para el diseño de políticas". El
Malpensante. n° 30, pp. 31-53.
Comisión de estudios sobre la violencia en Colombia
1987. Colombia: violencia y democracia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
CUNIN, Elizabeth
2003. Ldentidades a flor de piel. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia;
Departamento de Antropología y CESO, Universidad de Los Andes; Ifea.
CHANDLER, David Lee.
1972. "Health and Slavery: a Study of Health Conditions Among Negro Slaves in the Viceroyalty of
New Granada and its Associated Slave Trade, 1600-1810". Ann Arbor: Michigan University. [Microfilms].
FRIEDEMANN, Nina S. de
1984. "Estudios de negros en la antropología colombiana". En: AROCHA, Jaime y Nina S. de
FRIEDEMANN (eds.). Un siglo de investigación social: Antropología en Colombia. Bogotá: Etno.
y Jaime AROCHA
1982. Herederos deljaguar y la ananconda. Bogotá: Carlos Valencia Editores.
[176]
LEY 7 0 DE 1 9 9 3 : U T O P Í A PARA A F R O D E S C E N D I E N T E S EXCLUIDOS
MAYA, Adriana
1998. "Demografía histórica de la ttata por Cartagena, 1533-1810". En: MAYA, Adriana (ed.).
Los afrocolombianos. Geografía humana de Colombia. Santafé de Bogotá: Instituto de Cultura
Hispánica. Tomo VT.
2002. "Paula de Eguiluz y el arte del bien querer: Apuntes para el estudio de la sensualidad y del
cimarronaje femenino en el Caribe, Siglo XVII". Historia Crítica n ° 24, julio-diciembre, pp. 101-
124. Bogotá: Departamento de Historia, Universidad de los Andes.
Ministerio de Educación Nacional
2001. "Cátedra de Estudios Afrocolombianos". Serie Lineamientos curriculares. Bogotá: Ministerio
de Educación Nacional.
MINTZ, Sidney y Richard PRICE
1995. The Birth of African-American Culture, an Anthropological Perspective. Boston; Beacon Press.
MOLANO, Alfredo
2002. Desterrados: Crónicas del desarraigo. Bogotá: El Áncora Editores.
MONTAIGNE, Fen
2002. "Water Pressure". National Geographic Magazine, septiembre: 2-51. Washington: National
Geographic Sociery, [con fotografías de Peter Essick].
MAPOMA, Mwesa I
1991. "The Nature of Music Among the Bantu as SeenThrouggh the Bemba People". En: Rancines
Bantu (Bantu Roots). OBENGA, Theophile y Simaó SOUINDULA. (eds.). Libreville, Gabón: Ciciba
(Centre International des Civilisations Bantu).
Organización de Comunidades Negras y OIM
2002. "Taller de experiencias sobre étnica y conflicto, participación democrática y territorio".
Bogotá, junio 27-30.
PALACIOS, Marco
1983. El Café en Colombia, 1850-1970. Bogotá: El Colegio de México y El Ancora Editores.
PINEDA CAMACHO, Roberto
1984. "La Reivindicación del indio en el pensamiento social colombiano (1850-1950)". En:
AROCHA, Jaime y Nina S. de FRIEDEMANN. (eds.). Un siglo de investigación social: Antropología en
Colombia. Bogotá: Etno.
PIZARRO, Carlos
1989. Tres rectificaciones. [Sin pie de imprenta].
República de Cuba
i 928. "Actas de la primera conrerencia panamericana de eugenesia y homícultura ue ias Repúüiicas
Americanas". La Habana: Gobierno de la República de Cuba.
ROJAS, Danilo
2002. "Al derecho y al revés". U N Periódico n° 37, agosto 28, pp. 6, 7. Bogotá: Unimedios,
Universidad Nacional de Colombia.
[177]
JAIME AROCHA
[178]
LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE 1991
Y LA INCLUSIÓN A M B I G U A
C A R L O S EFRÉN A G U D E L O
INSTITUÍ DES HAUTES ÉTUDES DE L'AMERIQUE LATINE - IHEAL
(179]
CARLOS EFREN AGUDELO
1. No existen cifras precisas sobre el volumen total de las poblaciones negras en Colombia. La inexistencia
institucional de categorías de clasificación demográfica de carácter racial o étnica dificultan tener una certeza
al respecto. Diferentes aproximaciones estadísticas comportan estimativos que van desde 1.5% hasta 26%
de la población nacional. Actualmente, la estimación que nos parece más fiable es ia de 18.1% en Urrea,
Ramírez, Viáfara, [2001]. Estudios comparativos concuerdan en que Colombia es el tercer país de América
con mayor cantidad de población negra, después de Estados Unidos y Brasil. De todas maneras, en Colombia
su significación socio-demográfica es evidente: estamos hablando de unos 8 millones de personas de
ascendencia africana dispersas en todo el país, aunque cn territorios donde su presencia es significativa como
la región Pacífica, la costa Caribe, los valles interandinos y ciudades como Cali, Bogotá y Medellín,
Actualmente, 70% de estas poblaciones habita en concentraciones urbanas.
2. Sobre esre aspecto véanse los trabajos de Arocha [1992, 1998]; Friedemann [1984, 1992]; Arocha
y Friedemann [1993] y Wade [1994].
[180]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y L A I N C L U S I Ó N A M B I G U A DE L A S P O B L A C I O N E S NEGRAS
LAS P O B L A C I O N E S NEGRAS EN LA C O N S T R U C C I Ó N N A C I O N A L
3. En otros términos, es el proceso de mestizaje y discriminación analizado por Wade [1997] en sus
trabajos sobre Colombia.
[181]
CARLOS EFREN AGUDELO
4. Para una compilación bibliográfica completa dc los trabajos Friedemann y Arocha, así como de los
nuevos estudios que surgen desde los años de 1990, véase Restrepo [2000],
5. La llamada región Pacífica colombiana corresponde a los territorios comprendidos entre el pie de
monte de la rama occidental de la cordillera de los Andes colombiana y la costa del Océano Pacífico. Es un
área aproximada de 100.000 kilómerros cuadrados (el 8% del territorio nacional). Como conjunto
biogeográfico es una región baja mayoritariamente de selva húmeda tropical (77%) que se extiende hasta la
zona del Darién en Panamá y hasta Esmeraldas en Ecuador. Es u n ecosistema frágil, considerado como una
de las zonas del mundo con mayor biodiversidad. Administrativamente incluye la totalidad del departamento
del Chocó y la parte occidental de los departamentos de Antioquia, Risaralda, Valle, Cauca y Nariño. Su
población está compuesta por 90% de negros, 6% de blancos y mestizos y 4 % de indios pata un total de
T122.860 habitantes. Esta población representa el 3 % del total nacional. Los centros urbanos de
Buenaventura, Tumaco y Quibdó concentran el 50% de la población, y el resto habita poblados pequeños y
las regiones rurales fluviales. Pesea a que en la región del Pacífico las poblaciones negras son mayoría, no
representarían sino el 10%o del total de las poblaciones negras en Colombia [Rueda 1993].
6. Salvo especificación al respecto, cuando hacemos alusión en este trabajo a las poblaciones negras o
afrocolombianas estamos incluyendo las poblaciones mulatas.
[182]
LA CONSTITUCIÓN DE 1 9 9 1 Y LA INCLUSIÓN AMBIGUA DE LAS POBLACIONES NEGRAS
7. Para una discusión más amplia sobre las identidades negras en Colombia véase a Wade [ 1997].
[183]
CARLOS EFRÉN A G U D E L O
EL C A M B I O C O N S T I T U C I O N A L Y L A I N C L U S I Ó N
DE LAS P O B L A C I O N E S N E G R A S
8. La ley 2 de 1959 convierte las tierras bajas del Pacífico en tierras "baldías" o espacios vacíos de
propiedad de la Nación, desconociendo el proceso de poblamiento disperso y móvil de las poblaciones
negras ocurrido allí. Esta ocupación del espacio se había iniciado desde el periodo colonial, pero no estaba
legitimado mayoritariamente por títulos de propiedad. Entre otras razones, porque justamente las modalidades
de utilización del espacio adaptadas a las características del entorno natural implicaron una gran movilidad
que se diferenciaba mucho de las formas de apropiación territorial dc las regiones del interior del país. Era
[184]
LA C O N S T I T U C I Ó N D E 1 9 9 1 Y L A I N C L U S I Ó N A M B I G U A DE L A S P O B L A C I O N E S NEGRAS
este esquema de propiedad de tierras el que regía según la legislación colombiana. Para que el Estado
reconociera la ocupación de los pobladores negros en el Pacífico, éstos debían adoptar u n modelo que les era
extraño y, sobre todo, inadecuado para la subsistencia. Así pues, los negros continuaron habitando estos
territorios sin un sustento legal. Mientras tanto, las áreas de ocupación de estas poblaciones comienzan a ser
seriamente amenazados por el avance de compañías madereras en expansión, que aprovechaban el carácter
de "tierras baldías y de bosques" de la Nación para obtener del Estado los permisos de explotación. (En otras
áreas del Pacífico la presión sobre el territorio toma diferentes dimensiones).
9. La Iglesia había iniciado este trabajo con los indígenas de la región ligando la reivindicación del
reconocimiento de sus territorios ancestrales y la constitución de resguardos indígenas. De hecho, cl Estado
comienza a reconocer como resguardos indígenas, territorios ocupados conjuntamente por negros e indios.
Este va ha ser otto factor estimulante para la organización de los campesinos negros a fin de legalizar su
posesión terrirorial.
10. La presencia de estos organismos internacionales se enmarcan en políticas de desarrollo que
comienzan a implementarse en el Pacífico con la cooperación de la Comunidad Económica Europea y el
gobierno de Holanda. El propósito fundamental de estos grupos era estimular formas asociativas, transmitirles
conocimientos tecnológicos para mejorar la producción agrícola así como ias condiciones de vida de las
poblaciones.
[186]
CARLOS EFRÉN AGUDELO
11. Se trata de la Asociación de campesinos del río San Juan, Acadesan, y la organización indígena
Otewa que exigen del Estado reconocer "los derechos tradicionales de las comunidades negras del Pacífico,
en una forma similar a la que reconoce a las comunidades indígenas sobre sus rerritorios..." y demandan "la
titulación colectiva" para negros e indígenas en la cuenca del río San Juan. [Sánchez etal 1993]. Si bien es
cierto que históricamente la relaciones entre indios y negros no han estado exentas de conflictos de tipo
territorial y cultural, en el caso del Pacífico se han desarrollado relaciones interétnicas que han permitido un
nivel de convivencia importante. Además, es la matriz organizativa común generada por la Iglesia y algunos
asesores independientes y de ONG, el factor clave para explicar las alianzas políticas entre el movimiento
negro y el indígena en Chocó. Un trabajo muy completo sobre las relaciones interétnicas entre negros e
indígenas en el Chocó el el libro de Losonczy [1997].
12. Convenio Internacional del Trabajo, relativo a la protección e integración de las poblaciones
indígenas y tribales en los países independientes [OIT 1957]. El Estado colombiano aprobó este convenio
mediante la Ley 31 de 1967.
[If
LA CONSTITUCIÓN DE 1 9 9 1 Y LA INCLUSIÓN AMBIGUA DE LAS POBLACIONES NEGRAS
La Coordinadora Nacional
[187]
CARLOS EFREN A G U D E L O
[188]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y LA I N C L U S I Ó N A M B I G U A D E LAS P O B L A C I O N E S N E G R A S
14. Producto directo de los acuerdos de paz firmados en el momento en que se inicia la A N C con tres
grupos guerrilleros. Estos adquieren el derecho de llevar representantes a la Asamblea sin participar e n las
elecciones. En cuanto al M-19, este ya se había convertido en movimiento político desde 1990, y e n las
elecciones para la ANC obtiene 19 de las 70 curules de la asamblea.
[189]
CARLOS EFREN AGUDELO
[190]
LA CONSTITUCIÓN DE 1 9 9 1 Y LA INCLUSIÓN AMBIGUA DE LAS POBLACIONES NEGRAS
[1911
CARLOS EFREN A G U D E L O
[192]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y LA I N C L U S I Ó N A M B I G U A DE LAS P O B L A C I O N E S NEGRAS
La propiedad así reconocida sólo será enajenable en términos que señale la ley. La
misma ley establecerá mecanismos para la protección d e la identidad cultural y
los derechos de estas comunidades y para el fortalecimiento de su desarrollo eco-
nómico y social.
[193]
CARLOS EFREN AGUDELO
poblaciones negras del país, apoyándose en los principios generales sobre diversidad
cultural y participación de la Constitución y en el propio artículo transitorio.
En este "periodo constitucional" las diferentes expresiones del movimiento
negro van a tener, por primera vez en la historia, un espacio en el escenario político
nacional. Mientras que para algunos se trataba d e ganar visibilidad y superar la
marginalidad política, luego de varios años de militancia y movilización por las
reivindicaciones de las poblaciones negras, otros actores políticos negros surgen
directamente de este proceso.
D O C E A Ñ O S DESPUÉS: UN C A M I N O I N C I E R T O
H94]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y LA I N C L U S I Ó N A M B I G U A DE LAS P O B L A C I O N E S NEGRAS
15. El respaldo político de las poblaciones negras al liberalismo tiene sus raíces en el hecho de haber
sido un gobierno liberal el que decretó la abolición definitiva de la esclavitud a mediados del siglo XIX, y en
la identificación con banderas libertarias y de igualdad social agitadas por el liberalismo en ese período [De
Roux 1991, Agudelo 1999].
[195]
CARLOS EFREN AGUDELO
16. Gilroy [1993] citado por Wade [1997: 20] hace una crítica al afrocenttismo del movimiento
negro norteamericano afirmando que apoyarse tan sólo en ese aspecto de la identidad da una base precaria
para proyectai una acción política entre las poblaciones negras.
1196]
LA CONSTITUCIÓN DE 1991 Y LA INCLUSIÓN AMBIGUA DE LAS POBLACIONES NEGRAS
LA VIOLENCIA 17
[197]
C A R L O S EFREN A G U D E L O
20. Experiencia similar se ha presentado entre poblaciones indígenas y algunas poblaciones campesinas
en otras regiones del país.
[198]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y LA I N C L U S I Ó N A M B I G U A D E LAS P O B L A C I O N E S NEGRAS
[199]
C A R L O S EFRÉN AGUDELO
BIBLIOGRAFÍA
AGIER, Michel, Olivier BARBARY, Odile HOFFMANN, Pedro QUINTÍN, Héctor RAMÍREZ y Fernando
URREA
2000. Informe final a Colciencias del proyecto "Mobilité, identité e t urbanisation des populations
noires dans le sud-ouest colombien". Cali: Cidse, Univalle, IRD,
AGUDELO, Carlos
1999. "Participación politique des populations noires e n Colombie". Cahiers des Amériques Latines,
30. Paris: Iheal.
2000. "Nuevos actores sociales y relegitimación del Estado. Estado y construcción del movimiento
social de comunidades negras en Colombia". Ponencia para el simposio SOC-8: "Hacia el Estado
de derecho en América Latina: globalización, sociedad civil, seguridad ciudadana y gobernabilidad
democrática". 50 Congreso Internacional de Americanistas. Varsovia, julio 10-14.
2000a. "El Pacífico colombiano: de 'remanso de paz' a escenario estratégico del conflicto armado".
Ponencia para el coloquio internacional "La société prise en otage. Stratégies individuelles et
collectives face a la violence - autout du cas colombien". Marsella: Shadyc-Ehess. Noviembre.
ARISTIZÁBAL, Margarita
1998. "El festival del cutrulao". En: SOTOMAYOR, María Lucía. Modernidad, identidad y desarrollo.
Bogotá: ICAN, Colciencias.
AROCHA, Jaime
1992. "Los negros y la nueva Constitución colombiana de 1991". América Negra n° 3. Bogotá.
1998. "La inclusión de los afrocolombianos: ¿meta inalcanzable?". En: MAYA, Adriana (ed.). Los
afrocolombianos. Geografía humana de Colombia, Bogocá: Insütututo de Cultura Hispánica. Tomo VI.
1998. "Etnia y guerra: relación ausente en los estudios sobre las violencias colombianas". En:
AROCHA, Jaime, Fernando CUBIDES y Myriam JIMENO (comps.), Las violencias: Inclusión creciente.
Bogotá: CES, Universidad Nacional de Colombia.
[200]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y LA I N C L U S I Ó N A M B I G U A DE LAS P O B L A C I O N E S NEGRAS
y Nina S. de FRIEDEMANN
1993. "Marco de referencia histórico-cultural para la ley sobre derechos étnicos de las comunidades
negras en Colombia". América Negra n° 5 pp. 155-172. Bogotá.
COLMENARES, Getmán
1979. "Popayán: una sociedad esclavista, 1680-18000". En: Historia económica y socialde Colombia.
Medellín: La Carreta. Tomo II.
1986. "Cali: terratenientes, mineros y comerciantes. Siglo XVIII". En: Nuevas lecturas de historia.
n° 15. Tunja.
CUBIDES, Fernando
1998. "De lo privado a lo público: los paramilitares". En: AROCHA, Jaime, Femando CUBIDES y
Myriam JlMENO (comps.), Las violencias: Inclusión creciente. Bogotá: CES, Universidad Nacional
de Colombia.
DE ROUX, Gustavo
1991. "Orígenes y expresiones de una ideología liberal". Boletín Socioecómico n° 22. Cali: Cidse,
Universidad del Valle.
ECEIANDÍA, Camilo
1998. "Evolución reciente del conflicto armado en Colombia: la guerrilla". En: AROCHA, Jaime,
Fernando CUBIDES y Myriam JlMENO (comps.), Las violencias: Lnclusión creciente. Bogotá: CES,
Universidad Nacional de Colombia.
FRIEDEMANN, Nina S. de
1984. "Estudios de negros en la antropología colombiana". En: Un siglo de investigación social.
Antropología en Colombia. Bogotá: Etno.
1989'. Críelecríele son del Pacífico negro: Arte, religión y cultura en el litoral Pacífico. Bogotá: Planeta.
[201]
CARLOS EFREN A G U D E L O
1998. "La construcción de la etnicidad: Comunidades negras en Colombia". En: Maria Lucía
SOTOMAYOR (ed.). Modernidad, identidad y desarrollo. Bogotá: ICAN, Colciencias.
[202]
LA C O N S T I T U C I Ó N DE 1 9 9 1 Y LA I N C L U S I Ó N A M B I G U A DE LAS P O B L A C I O N E S NEGRAS
1997. Gente negra, nación mestiza. Dinámicas de las identidades raciales en Colombia, Bogotá:
Universidad de los Andes, ICAN, Universidad d e Antioquia, Siglo del Hombre.
[203]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS
*í
CHRISTIAN GROS
IHEAL - CREDAL
1. Convenio 169 de la OIT: Artículo 1. El presente Convenio se aplica: a) a los pueblos tribales en
países independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les distingan de otros sectores de
la colectividad nacional, y que estén regidos total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o
por una legislación especial; b) a los pueblos en países independientes, considerados indígenas por ei hecho
de descender de poblaciones que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en
la época de la conquista o la colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que,
cualquiera que sea su situación jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas,
culturales y políticas, o parte de ellas.
[205]
C H R I S T I A N CROS
[206]
1CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
2. Lo que R. Stavenhagen llama el "Estado etnocrático": cuando un grupo dominante decide que su
cultura tiene que ser la cultura de todos por ser naturalmente la cultura de la Nación.
[207]
C H R I S T I A N GROS
TERRITORIO Y AUTONOMÍA
[208]
¿CUÁL A U T O N O M Í A PARA LOS PUEBLOS I N D Í G E N A S DE A M É R I C A LATINA?
Artículo 14
1. Deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad y de pose-
sión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. Además, en los casos apropiados,
deberán tomarse medidas para salvaguardar el derecho de los pueblos interesados a
utilizar tierras que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan
tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia. A
este respecto, deberá prestarse particular atención a la situación de los pueblos nóma-
das y de los agricultores itinerantes.
2.Los gobiernos deberán tomar las medidas que sean necesarias para determinar las
tierras que los pueblos interesados ocupan tradicionalmente y garantizar la protección
efectiva de sus derechos de propiedad y posesión.
3. Deberán instituirse procedimientos adecuados en el marco del sistema jurídico na-
cional para solucionar las reivindicaciones de tierras formuladas por los pueblos
interesados.
Artículo 15
l.Los derechos de los pueblos interesados a los recursos naturales existentes en sus
tierras deberán protegerse especialmente. Estos derechos comprenden el derecho de
esos pueblos a participar en la utilización, administración y conservación de dichos
recursos.
[209]
CHRISTIAN GROS
[210]
¿CUÁL A U T O N O M Í A PARA LOS PUEBLOS I N D Í G E N A S DE A M É R I C A LATINA?
E n Venezuela, la c o n s t i t u c i ó n d e 2 0 0 0 e x p r e s a el m i s m o s e n t i d o :
Capítulo VIII. Derechos de los Pueblos Indígenas
Artículo 119. El Estado reconoce la existencia de los pueblos y comunidades indígenas,
su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas
y religiones, así como su habitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y
tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas
de vida. Corresponde al Ejecutivo Nacional, con la participación de los pueblos
indígenas, demarcar y garantizar el derecho a la propiedad colectiva de sus tierras, las
cuales serán inalienables, imprescriptibles, inembargables e intransferibles de acuerdo
a lo establecido en esta Constitución y la ley.
Artículo 120. El aprovechamiento de los recursos naturales en los ámbitos indígenas
por parte del Estado se hará sin lesionar la integridad cultural, social y económica de
los mismos, y está sujeto a previa información y consulta a las comunidades indígenas
respectivas. Los beneficios de este aprovechamiento por parte de los pueblos indígenas
están sujetos a la Constitución y la ley.
[211]
C H R I S T I A N GROS
Todos sabemos que entre la realidad y las normas y principios establecidos por
la ley suele existir una brecha a veces abismal. Sin embargo, no podemos ignorar
que en menos de treinta años han tenido lugar cambios sustanciales con respecto
a la situación jurídica de las tierras ocupadas por pueblos indígenas en regiones
donde ellos nunca habían tenido una territorialidad reconocida. En particular
pensamos en la situación de los pueblos que viven en las húmedas selvas tropica-
les de la Amazonia, o del Pacífico colombiano, en la Orinoquia y en otros lugares
semejantes. Si el Perú del General Velasco Alvarado fue el primero en reconocer
ampliamente tierras colectivas para sus "comunidades nativas" , Brasil tiene ahora
una territorialidad indígena reconocida, bajo diferentes modalidades, en más de
3. Estas comunidades que viven en las tierras bajas del oriente peruano fueron organizadas por el
régimen militar mediante la ley de comunidades nativas.
[212]
¿CUÁL A U T O N O M Í A PARA LOS PUEBLOS I N D Í G E N A S DE A M É R I C A LATINA?
100 millones de hectáreas de selva [Oliveira 95, Albert 1997] y, en Colombia, los
nuevos resguardos indígenas cubren más de 27 millones de hectáreas. Vale la
pena anotar que estos países no son casos únicos, puesto que Ecuador, Bolivia y
Venezuela se orientan en la misma dirección.
Si bien es cierto que la posesión legal de un territorio no significa en sí mis-
mo el reconocimiento de un cierto nivel de autonomía para sus habitantes, es un
primer e importante paso en esa dirección. En efecto, a esa posesión colectiva
por lo general la acompañan derechos específicos e instituciones ad hoc que re-
gulan el acceso a la tierra y a sus recursos, reconocen formas locales de
autogobierno, y le dan a la comunidad asentada personería jurídica y facultades
para realizar acuerdos y contratos con agentes externos.
Por supuesto, es muy diferente la situación de aquellas comunidades indíge-
nas que, aún desde la Colonia, se han incorporado al mercado mediante
economías campesinas. Se trata de una población cuya relación con la tierra se
reconoce por tradición, ya sea en forma de propiedad individual o colectiva, sin
que su tenencia corresponda necesariamente al concepto de "territorios" indíge-
nas con los derechos particulares asociados a ellos . No obstante, el que aquí sea
notoria la ausencia de un claro concepto jurídico de territorio -al contrario de lo
que ocurre en el caso de poblaciones indígenas no campesinas - de todos modos
se considera como un punto de inicio importante en la definición de una política
de autonomía. Se trata de que el Estado pueda reconocer, implícita o explícitamen-
te, la presencia de comunidades corporadas como la base de su política. De hecho,
a menudo la comunidad campesina constituye el primer eslabón de su ordena-
miento territorial sea bajo la forma de municipio o como subdivisión de éste .
4. El resguardo indígena de la época colonial tal como existe en Colombia es lo que más se aproxima
al concepto de territorio comunitario para una parcialidad indígena. En México, el ejido o las tierras comu-
nales reconocidas en el marco de la reforma agraria bien pueden ser habitados por poblaciones indígenas o
no indígenas y no están asociados por lo tanto a un reconocimiento de una especificidad cultural y a dere-
chos específicos (fuera del derecho de los ejidatarios a la tierra del ejido y el nombramiento por parte de ellos
de un comisario ejidal).
5. El caso de Perú es ejemplar en este tratamiento diferenciado operado por el mismo estado entre las
poblaciones indígenas de los Andes (de habla quechua o aymará) y las que viven en el pie de monte amazó-
nico o en las tierras bajas de esta región. Desde el gobierno de Velasco Alvarado, autor en 1969 de una
reforma agraria de gran trascendencia, la ley, apoyándose en diferencias históricas sustanciales y culturales
existentes entre ambas poblaciones, organiza la parte campesina de la región andina bajo la forma jurídica de
"comunidades campesinas" y tiene otro dispositivo que organiza a los pueblos amazónicos bajo la forma de
[213]
C H R I S T I A N GROS
LA A U T O N O M Í A VISTA
D E S D E LAS O R G A N I Z A C I O N E S I N D Í G E N A S
"comunidades nativas" asentadas en territorios establecidos por el mismo Estado. Esta dualidad de trata-
miento, bajo el pretexto de reconoce! las diferencias ente andinos y selváticos, contribuyó fuertemente a su
construcción.
6. Cf. el concepto de "autonomía relativa" en los trabajos de H. Mendras y de E. Wolf. La autonomía
relativa sería una característica esencial de las sociedades campesinas organizadas bajo la forma de comuni-
dades corporadas.
7. Las razones de esta situación son bien conocidas: la crisis económica afecta la pequeña producción
agraria por agotamiento de los recursos naturales y la presión del mercado, y aumenta la crisis social y
cultural con la introducción de la escuela, las nuevas creencias religiosas y la aparición de nuevos modelos de
conducta que se oponen a los "usos y costumbres" de la comunidad.
[214]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
[215]
C H R I S T I A N GROS
LAS D O S T E N D E N C I A S DE LA A U T O N O M Í A
Según como se interpreten y apliquen, cada uno de estos siete puntos es capaz
de alimentar un amplio y arduo debate, puesto que aluden a conceptos y conte-
nidos bien diferentes. De hecho, en México, notamos la presencia de dos
tendencias posibles del proyecto autonómico indígena.
La primera, privilegia la autonomía como un reconocimiento y una institucio-
nalización de formas de organización social, económica y política, que las
comunidades indígenas desarrollan hoy por hoy. Aceptar esta noción podría lle-
var a que se acaben el desconocimiento, el estigma y el rechazo a los cuales hoy
son sometidas, y a reconocer plenamente el derecho que tienen a seguir con sus
formas de gobierno, sus sistemas normativos, de tenencia de la tierra y de regula-
ción de sus vidas. Frente a la autonomía "relativa" y de facto propia de las
comunidades agrarias corporadas, en especial de las indígenas, esta primera alter-
nativa llevaría a que sea inscrita en el derecho positivo y, por tanto, tenga protección.
Por la misma razón, esta transformación supondría que la comunidad sea recono-
cida como base y sujeto de este derecho y tenga definida su territorialidad.
Por ejemplo, este es el caso de la autonomía que establece la legislación del
Estado de Oaxaca , el cual tiene la mayor concentración de población indígena
de todo México. La Constitución permite, y por tanto institucionaliza, la elec-
ción de los gobiernos municipales por "usos y costumbres"; reconoce la vigencia
de un sistema normativo interno, además de los derechos colectivos para las co-
munidades indígenas [Recondo 2002, Velásquez 2001]. En el caso de Colombia,
la Constitución de 1991 convirtió a los resguardos en entidades territoriales in-
dígenas con personería jurídica, que reciben transferencias de la Nación, pueden
elegir a sus autoridades según su tradición cultural y pueden decidir sobre sus
programas de desarrollo.
La segunda tendencia hace de la autonomía un proyecto político de otro
alcance que supone una reorganización más profunda del Estado. En este caso,
la autonomía se plantea como derecho a la autodeterminación por parte de "pue-
blos" o "nacionalidades" indígenas , términos que contemplan un nuevo sujeto
10. Cf. Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Oaxaca. [Procuradu-
ría para la Defensa del Indígena 1998].
11. Utilizamos aquí los tétminos de "pueblos" y "nacionalidades" para dar visibilidad a las categorías utilizadas
por el movimiento indígena en Ecuador (la Conaie), categorías que apatecen en la Constitución de 1998.
[216]
¿CUÁL A U T O N O M Í A PARA LOS PUEBLOS I N D Í G E N A S DE A M É R I C A LATINA?
12. La convención 169 de la OIT, seguida en esto por todos los países de la región es cuidadosa en
explicitar en su artículo 1, linea 3 que "La utilización del término pueblos en este Convenio no deberá
interpretarse en el sentido de que tenga implicación alguna en lo que atañe a los derechos que pueda confe-
rirse a dicho término en el derecho internacional".
[217]
C H R I S T I A N GROS
EL ESTADO F R E N T E AL P R O Y E C T O A U T O N Ó M I C O
¿ U N A A U T O N O M Í A "PARTICIPATIVA"?
13. Lo que es un prerequisito normalmente incluido en las constituciones que reconocen los sistemas
normativos indígenas (llamados usos y costumbres).
[218]
¿CUÁL A U T O N O M Í A PARA LOS PUEBLOS I N D Í G E N A S DE A M É R I C A LATINA?
[2191
C H R I S T I A N GROS
Sin embargo, el Estado puede ir más allá de una aplicación uniforme del
modelo de descentralización a lo largo y ancho del territorio nacional y tomar en
cuenta las diferencias culturales que son particularmente visibles en la base. Si
dejamos de lado el debate filosófico en torno al multiculturalismo y su aplicación
-debate que atraviesa al mismo Estado- para adoptar una posición más pragmá-
tica y utilitarista, la verdad es que a los Estados no le cuesta mucho, en particular
a aquellos que ya reconocen de jure la composición pluricultural y multiétnica
de la Nación , adaptar el proyecto descentralizador al caso particular de las co-
munidades indígenas.
Justamente esto es lo que hacen los Estados que combinan de facto neoindi-
genismo y descentralización. No sólo transfieren parte de sus competencias y
recursos hacia las entidades territoriales de base. También les reconocen a las
comunidades indígenas formas particulares de organización social y un conjun-
to de derechos colectivos a manera de derechos culturales que deben ser
defendidos o aprovechados. Es así como, el lenguaje de la autonomía relativa y
de la democracia participativa encuentran fácilmente, en el campo cultural, nue-
vos argumentos que parecen favorables ai reconocimiento de esta autonomía "por
abajo" (como pueblo), que constituye una de las tendencias de las demandas
indígenas.
Ahora bien, si de autonomía se trata, bien puede ser que, irónicamente, el
proyecto del Estado y de la clase dominante sea en realidad reconstruir su hege-
monía y encontrar una nueva forma, aparentemente consensual, de favorecer su
penetración en comunidades que se habían mantenido alejadas de su interven-
ción y habían funcionado de hecho en forma cuasi "autónomas". La generosidad
interesada del Estado puede tener sus limitaciones, en particular cuando se trata
de regular el acceso a los recursos naturales de los territorios sobre los cuales
están asentadas las comunidades.
Así, la nueva propuesta indigenista del Estado, con todas sus limitaciones y
ambigüedades, aparece coherente con un proceso de descentralización que tie-
ne por finalidad organizar a nivel nacional un nuevo ordenamiento territorial
racional y eficaz que, a bajo costo, permita un control a distancia sobre el territo-
rio y sus habitantes. Es lo que proponen, de cierta forma, las constituciones de
Bolivia, Ecuador o Colombia, o la del estado de Oaxaca en México, cuando defi-
nen la parroquia, el resguardo o el municipio como formas de organizaciones
político-administrativas descentralizadas y autónomas.
[220]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
LA O T R A CARA DE LA A U T O N O M Í A
Con certeza, para el Estado es mucho más difícil pensar en una autonomía que
va más allá de lo local, o que pueda implicar un proceso de remunicipalización
siempre conflictivo (para la constitución de territorios municipales culturalmen-
te más homogéneos), o la creación de regiones autónomas. Colombia y Ecuador
son considerados países pioneros en materia de derechos colectivos para las po-
blaciones indígenas o afroamericanas. En el primero se cumplieron doce años de
la reforma constitucional de 1991 y en el segundo cinco de la de 1998. Sin em-
bargo, en ninguno de los dos hasta ahora se ha podido concretar la promesa
constitucional de establecer entidades o circunscripciones territoriales indíge-
nas, que de hecho podrían convertirse en la base de una autonomía de tipo
"pueblos". Tampoco, en el caso de México, donde el Congreso de la República
desvirtuó o vacío de contenido lo que había sido acordado por la Cocopa en San
Andrés Larrainzar cuando se trató de modificar la Constitución.
Este recelo frente a la creación de regiones autónomas se puede explicar por
la voluntad de mantener un estricto control del territorio y de sus recursos (tie-
rra, agua, bosque, biodiversidad, riquezas mineras) y, también, por el miedo
legítimo de crear nuevas fronteras internas que podrían debilitar aún más la frá-
gil unidad nacional. Pero más allá de estas razones, están las dudas a propósito
de como, concretamente, podrían funcionar estas autonomías en regiones que,
en su gran mayoría, serían de composición multiétnica y pluricomunitaria.
Ya hace tiempo que algunos antropólogos alertaban sobre el peligro de ver
tales autonomías desembocar en fuertes conflictos internos, o sobre la dominación
de un grupo étnico localmente mayoritario que no respetaría la voluntad autonómica
de los demás. Los conflictos ínterétnicos no son una fatalidad en las regiones
indígenas, pero si son frecuentes y a veces violentos. Díaz Polanco [1996] señala al
Istmo de Tahuantepec en México como un lugar que bien podría formar una región
autónoma debido a la magnitud de su población indígena. Sin embargo, Barabas
[1997] llama la atención de que esa autonomía favorezca la voluntad hegemónica
del m i n o zanoteco dominante sobre los Huave. Mixe. Totonaca. Mixteen, entre
otros, asentados en la región. En el caso de Ecuador, el movimiento indígena
aprovechó con éxito la reforma municipal y de la parroquia y supo ocupar estos
espacios de poder. Sin embargo, internamente no hay unidad de criterios frente a
lo que podrían ser las futuras circunscripciones territoriales indígenas, CTI, previstas
[221]
C H R I S T I A N GROS
en la Constitución del 98. Algunos las ven como la base político-territorial que
debería corresponder a cada "pueblo" o "nación" indígena -lo cual implícitamente
supone desdibujar territorios culturalmente homogéneos-, cuando otros las
conciben como un lugar específico donde la autonomía debería asumir la
pluriculturalidad como principio central de organización social.
De otra manera, para el Estado y las fuerzas que lo controlan, este proyecto
de autonomía (regional y pluri-comunitario) es bastante problemático y goza de
poca legitimidad. Con o sin razón, aparece como producto de un etnonaciona-
lismo excluyente y conflictivo, relevando la cuestión sobre quien controla los
recursos naturales, que bien podría alimentar una ingobernabilidad contra la cual
se pretende luchar.
Este atolladero da argumentos a quienes -sin renunciar a la posibilidad de
organizar una autonomía a un nivel supra comunitario- se muestran favorables a
una vía más pragmática y menos ideológica. Para ellos, todo reconocimiento de
una autonomía supra local debería estar condicionado a acuerdos locales me-
diante un proceso gradual de acercamiento entre entidades, que se podrían federar
en forma voluntaria para formar mancomunidades alrededor de un proyecto co-
mún. Desde luego, es una vía difícil, sembrada de obstáculos que necesita una
fuerte voluntad política tanto por parte de las comunidades como de los actores
externos (empezando por el Estado) pero que está contemplada en varías legisla-
ciones en América Latina [Gros y Muñoz 2000].
¿Y Q U É PASA C O N LAS C O M U N I D A D E S ?
El debate entre autonomía "fuerte" (para los "pueblos" o las regiones) o "ligera"
(para los municipios o las comunidades infra municipales), en gran parte se de-
sarrolla sin tener en cuenta a los interesados, es decir a la población indígena que
trata, a diario, de solucionar sus problemas de supervivencia. Esto no significa
que ella sea indiferente a las amenazas que pesan sobre sus recursos naturales, ni
que no reivindique un mayor control de sus territorios (como espacio de identi-
dad necesario a su reproducción económica, social y cultural), o que no pretenda
14. Es el caso de Bolivia o de Colombia donde la figura del cabildo mayor representa un poder que
reagrupa a varias comunidades.
[222]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
15. Un Estado redistribuido!, que debería asumir la necesidad de una forma de discriminación positiva
para luchar contra un rezago histórico en el cual se había mantenido a la población indígena; un Estado que
reconoce los derechos colectivos y protege los derechos individuales, cívicos y políticos en el espacio nacional.
Es decir un Estado de derecho que no sólo cumple con todo su deber hacia sus ciudadanos sino que termina
con una forma bien concreta (pero no reconocida) de segregación y subordinación.
16. Cf. el debate propiciado por los libros de Kymlicka, [2001] y Taylor [1994].
[223]
CHRISTIAN GROS
17. Lo positivo e interesante del caso latinoamericano, cuando se analiza el rumbo que toman las
reclamaciones étnicas en otras parte del mundo, es que aquí éstas no siguieron el camino de la violencia
[Gros 2001] y se combinan con demandas de igualdad y de participación a la sociedad global (la comuni-
dad nacional). El famoso lema zapatista "Nunca más un México sin nosotros", se combina con otro:
"Quetemos un mundo en que quepan varios mundos". Significa: "nunca más un Estado que nos ignora, o
nos excluye, o nos domina y nunca más una Nación que nos exige desaparecer como pueblos".
18. Se señala también la toma de decisiones por consenso o unanimidad en el marco de asambleas
comunitarias que son designadas como prácticas aún vigentes y típicas de muchas de las comunidades
indígenas campesinas.
19. Araceli Burguete [2002:302], después de señalar el carácter bien particular del caso de las autono-
mías en Chiapas que no se encuentra en otra parte de México, nos dice: "La disputa, el disenso, la confrontación
y el faccionalismo, constituyen el pan de cada día en las legiones indígenas, tanto en las autónomas, como
[224]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
en las que no lo son. Más allá del romanticismo que promueve cierta prensa y textos simpatizantes con las
causas indias, la autonomía no se ha vivido de manera romántica. Detrás de cada declaratoria de autonomía
se esconden profundos dramas personales y familiares, que se viven a veces, como una gran tragedia. Las
regiones indígenas viven dolores de un latgo parto prolongado de más de 50 años de una democracia plas-
mada en Chiapas que no logra nacer. La gran tragedia es que en Chiapas lo viejo muere cada día y lo nuevo
se muere sin haber nacido".
20. Además, el hecho reclamar una autonomía como un derecho relacionado a la calidad de pueblo
indígena no presume como se va a utilizar. Para quedarse en un plan puramente político y considerar la
manera de nombrar a sus autoridades a nivel local, muchas de las prácticas «tradicionales» que se cuestionan
[225]
C H R I S T I A N GROS
como antidemocráticas (por ejemplo la exclusión del voto para las mujeres) están en desuso o en procesos
de cambio rápido y muchos analistas muestran como, hasta en los municipios que optaron por los usos y
costumbres como es el caso en el estado de Oaxaca, las formas de nombrar a las autoridades se hacen cada
vez mas próximas a lo que se entiende pot democracia electoral [Recondo 2002, Velásquez 2001],
[226]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
[227]
C H R I S T I A N GROS
BIBLIOGRAFÍA
ACOSTA, A. M.
1996. Los derechos de las comunidades y pueblos indígenas de la Costa Atlántica en la Constitución
Política de Nicaraguay la implementación del estatuto de Autonomía. Managua: Instituto Canadiense
pata el Desattollo Internacional.
ALBERT, B.
1997. "Territorialité, ethnopolitique et développement, a propos du mouvement Indien en Amazonie
Brésilienne". Cahiers des Amériques Latines n° 23, pp.177-210.
BARTOLOMÉ, Alberto
1997. Gente de costumbre y gente de razón. Las identidades étnicas en México. México: Siglo XXI.
y Alicia BARABAS (coord.).
1998. Autonomías étnicas y Estados nacionales. México: Conaculta-INAH.
BURGUETE, Cal y A. MAYOR
2002. "Procesos de autonomías de facto en Chiapas. Nuevas jurisdicciones y gobiernos paralelos
en rebeldía". En: MATTIACE, S., R. A. HERNÁNDEZ y J. RUS (eds.). Tierra, libertad, autonomía:
impactos regionales del zapatismo en Chiapas. México: Ciesas, Iwgia.
CASTELLS, Manuel
1997. La era de la información. Vol. II, El poder de la identidad. México: Siglo XXI.
CEPEDA, Manuel José
2002. "La acción de tutela, arma del ciudadano contta la arbitrariedad". En: J. M. BLANQUER y
Christian GROS (eds.). Las dos Colombios. Bogotá: Editorial Norma.
DE LA PEÑA, G.
1995. "La ciudadanía étnica y la construcción de los indios en el México contemporáneo". Revista
Internacional de Filosofía Política n° 6, pp. 116-140.
DÍAZ POLANCO, Héctor
1996a. Autonomía regional. La autodeterminación de los pueblos indios. México: Siglo XXI.
[228]
¿CUÁL AUTONOMÍA PARA LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE AMÉRICA LATINA?
1999. "Ser diferente pot (para) ser moderno, o las paradojas de la identidad. Algunas reflexiones
sobre la construcción de una nueva fronteta étnica en America Latina". Análisis Político n° 36, enero.
y M.E. MUÑOZ
2000a. "Compilation of Current Legislation on Indigenous Issues in Latin America (Bolivia, Chile,
Ecuadot, Perú)". Draft Report (TC-99-01-00 7-RG). Washington: Inter-American Bank, Indigenous
Peoples and Community Development Unit.
2000b. "Identité ou métissage: la nation en question". Hérodote n° 99, 4 o trim., pp. 106-136.
[229]
ORELLANA, R.
1999, "Municipalización de pueblos indígenas en Bolivia: impactos y perspectivas". En: ASSIES,
W., G. van der HAAR y A. HOEKEMA (eds.). El reto de la diversidad. Michoacán: El Colegio de
Michoacán. pp. 315- 340.
ORTEGA HEGG, M.
1997. "El régimen de autonomía en Nicaragua: contradicciones históricas y debates recientes".
Alteridades n° 14, pp. 99-105.
PESSOA, V.
1998. "Procesos indígenas de participación política y ciudadanía en los espacios de gobierno
municipal". En: ALTA, V., D. ITTURALDE y M.A. LÓPEZ-BASSOLS (eds.). Pueblos indígenas y
Estado en América Latina. Quito: Ed. Abya-Yala.
RECONDO, D.
2002. "Etat et coútumes electorales dans FOaxaca (Mexique). Réflexions sur les enjeux politiques
du multiculturalisme". These pour le doctorar en science politique. Université de Bordeaux IV.
REGINO, A.
2002. "Autonomía y democracia: un marco institucional pata una sociedad diversa". En; HÉMOND
A. y D . RECONDO (coord.). Dilemas de la democracia en México.Los actores sociales ante La
representación política. México: Instituto Federal Electoral, Cernea.
RUS, J.
1994. "La comunidad revolucionaria institucional: la subversión del gobierno indígena en los Altos
de Chiapas, 1936-1968". En: JOSEPH, G. y D. NUGENT (eds.). Everyday Forms ofState Formarían:
Révolution and the Negotiation ofRule in Modern México. Durham: Duke University Press.
SÁNCHEZ, Enrique
1998. Justicia y pueblos indígenas de Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
SIERRA, M. T.
1997. "Esencialismo y autonomías: paradojas de las reivindicaciones indígenas". Alteridades n° 14,
pp. 132-143.
TAYLOR, C.
1994. Multiculturalisme. Différence et démoctratie. Paris: Flammarion.
TOURAINE, Alaine
1997. Pourrons-nous vivre ensemhle? Egaux et différents. Paris: Fayard.
VELÁSQUEZ, M.C.
2001. El nombramiento. Las elecciones por usos y costumbres en Oaxaca. Oaxaca: Instituto Electora]
de Oaxaca.
VIQUEIRAJ. P. y W. SONNEILTNER (coord.).
2000. Democracia en tierras indígenas, las elecciones en Los Altos de Chiapas (1991-1998). México:
El Colegio de México, Ciesas, IFE,
WOLF, Eric
1977. Peasants. Englewood Cliffs: Prentice-Hall.
[230]
LA NACIÓN EN TRANSICIÓN.
DINÁMICAS SOCIOPOLÍTICAS
DEL RECONOCIMIENTO DE LA DIVERSIDAD
CARLOS V L A D I M I R Z A M B R A N O
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
INTRODUCCIÓN
1. Este trabajo forma parte de la producción del grupo de investigación "Relaciones interétnicas y
minorías culturales (étnicas y religiosas) desde la Ciencia Política y el Derecho", COL/0015624, obtenida
gracias al apoyo de Colciencias, la Unión de Universidades de América Latina -Udual-, y el Departamento
de Ciencia Política y el Instituto Unidad de Investigaciones Sociojun'dicas de la Facultad de Detecho, Cien-
cias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de Colombia.
[231]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
2. En adelante, al usar el término diversidad, a secas, se entenderá a modo general las dos realidades. Se
utilizarán los calificativos cultural y étnico, según se hable de uno de los dos.
[232]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
herencias buenas y malas -por valorarlas de alguna manera- constituyen una re-
ferencia para plantear los retos que permitan profundizar la convivencia cultural
entre los colombianos.
También, se sustentará que el proyecto nacional colombiano está en
transición, debido al propósito del constituyente de estimular un cambio cultural
en la sociopolítica de las relaciones entre el Estado y la diversidad étnica de la
población colombiana. El destino de esa transición dependerá de la lectura que
se haga de los FPcE, los cuales darán cuenta del camino que están siguiendo los
acuerdos y reconocimientos en materia de diversidad. Si bien el anterior
pronunciamiento es moderado, otras visiones señalan que la transición se orienta
bien hacia un Estado social de derecho con aportes multiculturalistas [cf. Uprimmy
2001:98], o bien hacia un régimen multicultural [Arocha 2000].
Cabe preguntar entonces, haciendo una paráfrasis a Norbert Lechner [1995],
¿para qué sirve la diversidad en la política y qué podemos esperar de ella? En
apariencia la diversidad no opera como instancia unificadora de la vida social
porque existe una herencia que impone la visión de reducir lo diverso a una
instancia cultural utópica y romántica, y antítesis del desarrollo, de la moderni-
dad y del progreso.
Sin embargo, si se tiene en cuenta que lo étnico y lo nacional son fenómenos
de la misma naturaleza, aunque de diferente magnitud, una concepción amplia-
da e histórica de la diversidad puede articular todas las diferencias -incluidas las
étnicas- y promoverlas con mayor dignidad. Esa cualidad se deriva de presupo-
ner que una concepción ampliada de la diversidad coadyuva a confrontar los
rezagos de la hegemonía cultural que aún persiste por igual entre los defensores
y detractores del respeto de las diferencias. Sobre todo, en aquellos que aún con-
funden los intereses emancipatorios de los discursos proteccionistas y
conservacionistas de la diversidad, con las prácticas efectivas de la dominación
imperante, las cuales reducen la diversidad al exotismo patrimonial de las políti-
cas de restauración -como si fueran inmuebles-, menoscabando las demandas
de inclusión social y participación política .
3. Según Uprimmy, la Constitución de 1991 es un texto "que se proyecta hacia el futuro (...), pues
más que codificar las relaciones de poder existentes, ese documento jurídico tiende a delinear un modelo de
sociedad a construir" [Uprimmy 2001:98],
4. "La hegemonía aparece esencialmente como el momento en que se realizan las alianzas, base social
necesaria de la (conquista multicultural), y la (conquista multicultural) como la forma política y estática en
[233]
CARLOS VLADIMIR ZAMBRANO
DIVERSIDAD, R E C O N O C I M I E N T O Y T R A N S I C I Ó N
que se realiza la hegemonía. En este contexto, la hegemonía se define como capacidad de dirigir y dominar"
[Gruppi en Díaz Salazar 1991:233]. Los paréntesis son fuera de cita.
5. Conceptos como el de producción social de la diversidad, sociopolítica del reconocimiento, fe?
fenómenos
político-culturales emergentes, etc., pueden consultarse en Zambrano [2000].
[234]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA D I V E R S I D A D
6. Se sigue el concepto de nación que la describe como una fotma de cohesión social, independiente-
mente de la tradición histórica que se funde [cfr. Gellner 1995, Anderson 1993].
[235]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
[236]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
evitar que en sus tierras se desarrollen acciones militares. Cabe entonces, de nue-
vo la vieja pregunta, aquí recontextualizada: ¿qué significado tiene la distancia
entre las interpretaciones jurídicas y la realidad política, cuando se habla del re-
conocimiento de derechos de la diversidad étnica y cultural en el marco de un
cambio constitucional y en medio de un conflicto armado?
Una respuesta se hallaría en la complementariedad entre el derecho y la po-
lítica; lo inadmisible es pensar que se sustituyan mutua y recíprocamente. Son
complementarios porque obedecen a estructuras y a naturalezas de distinto or-
den; y si bien tienen caminos diferentes, presentan el ideal común de encontrarse
en eso que se llama justicia. Para que no se piense en algo irreal, ni se pierda el
horizonte, el ideal de justicia ha de estar ligado a un sujeto colectivo diverso, mas
no difuso: si algo cabe decir en contra del cliché existente, es que los difusos son
los conceptos jurídicos , no los sujetos de la diversidad ni sus demandas.
Con lo dicho hasta aquí, queda definida la unidad al primer problema plan-
teado: al evaluar el lapso durante el cual se ha aplicado la Constitución de 1991
no se trata de entender un problemajurídico, sino fundamentalmente antropoló-
gico y político, la cuestión del sujeto. La Constitución introdujo el reconocimiento
de la diversidad étnica por el anhelo del constituyente de interpretar las realida-
des culturales preexistentes de nuestro país, las que coadyuvarían a incentivar el
ideal democrático sustentado en el respeto de los derechos humanos de la dife-
rencia. Pero no concibió que, al desatar las fuerzas históricas reprimidas por más
de 500 años, aparecieran otras diversidades en la escena política reivindicando
su inclusión, como han sido los procesos de indigenización campesina que están
exigiendo la revisión de las historias que los sustentan. Además, las negritudes y
los indígenas dejaron entrever complejas formas de diferenciación interna.
La sorpresa ha sido impactante porque las nuevas realidades presentaron
u ^ m c l i i c l a o d c i c c o i i v j d i i i i d i L C u a i a i a i c a l i u a u u i v c i o a u u p a i o , c i c ijiciiciiiSíiic» c i c
7. Se hace referencia a la controversia jurídica sobre el estatus de los derechos humanos de la tercera
generación, los cuales dentro de algunas tradiciones jurídicas se piensan como difusos. Los defensores de los
derechos de las minorías, juristas, politólogos y antropólogos han hecho eco de ese debate.
[237]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
8. Nisbet señala que "el cambio es una sucesión de diferencias en el tiempo en una identidad persisten-
te" [Nisbet 1993:12].
[238]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
T R A N S I C I Ó N M U L T I C U L T U R A L Y DIVERSIDAD RADICAL
9. "El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultutal de la Nación colombiana". Artículo 7,
Constitución Política de Colombia [Presidencia 1994:13].
10. El parágrafo segundo, Artículo 70, de la Constitución de 1991, indica; "...La cultuta en sus diver-
sas manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El Estado teconoce la igualdad y dignidad de todas
las que conviven el país. El Estado promoverá la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los
valores culturales de la Nación..." [Presidencia 1994:29].
[2391
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
[240]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
esta consideración, útil para profundizar en los aspectos en los cuales la diversi-
dad hace posible la distribución de poderes y la cohabitación política, social y
cultural como principio para el orden social y la construcción de una identidad
nacional moderna. El multiculturalismo es una especialidad del pluralismo polí-
tico, fincada especificamente en la idea de que la diversidad es susceptible de
influenciar el sistema político .
La multiculturalidad es la cualidad de lo multicultural; es decir, la
significación y sentido otorgado al conjunto de las expresiones culturales diversas,
tanto por su cantidad como por su cualidad. Por un lado, da cuenta de la cantidad
de expresiones culturales étnicas, regionales, urbanas, etc., y por otro lado, de su
riqueza, potencialidad y capacidad de simbolizar y crear órdenes sociales y
políticos. Al mismo tiempo, la multiculturalidad, que no es meramente descriptiva,
plantea la cuestión de la identidad, no como una suma de identidades particulares,
sino como una construcción que las dispone estratégicamente, con el fin de
configurar una síntesis de ellas, y un orden social y político que redefine las
relaciones sociales. En resumen, lo multicultural es un hecho social y cultural, el
multiculturalismo una intención política, y la multiculturalidad una identidad
que conduce políticamente las relaciones sociales de la diversidad .
Si se coincide en situar el núcleo de la transición social en la promoción de una
diversidad radical, es decir, de toda la población nacional, se está pensando en la
capacidad de la diversidad para crear un orden social, cultural y político entre los
colombianos. Por eso, en este análisis se considera la necesidad de reconstruir, para el
13. No pensamos con Tylor y Kymlicka que es un asunto asistencial para integrar a los inmigrantes,
que dicho sea de paso, es el sujeto que ellos tienen en cuenta en sus reflexiones. En Colombia se tienen en
mente otros cualitativamente distintos, lo que obliga a reinterpretar las consideraciones de estos autores.
14. "La interculturalidad es el conjunto de relaciones sociales objetivas de los seres humanos diversos,
que admiten el reconocimiento recíproco de las diferencias culturales, para sustituirlas, asimilarlas o trans-
formarlas. Es base para los cambios culturales y la producción de identidades. Eventos que se desarrollan
mediante enconadas luchas políticas, por lo que la interculturalidad no resuelve la convivencia de modo
armónico, sino conflictivo. Produce y resuelve los problemas, porque es fuente y parte de la dinámica mul-
ticultural" [Cf. Zambrano 2000]. El tema intercultural obedece a la multiculturalidad, stricto sensu, por lo
que tratarlo conduce a otros problemas que no son de incumbencia en este trabajo. El debate tranzado entre
si es mejor lo multicultural o lo intercultural cae de su peso, si se entiende que, lo multicultural y lo intercul-
tural siempre han existido en la base de la relaciones interétnicas [Goodenought 1970]. Las sociedades se
desarrollan a partir del contacto, no del aislamiento cultural. Que no se estudien debidamente, no es argu-
mento de su inexistencia. Que las relaciones que impone estén replanteándose, es objeto de estudio.
[241]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
DINÁMICAS SOCIOPOLÍTICAS
[242]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA D I V E R S I D A D
15. La noción de campo y su significado es tomada de Pierre Bourdieu; en cambio, el sentido asigna-
do, la explicación y los recursos que le configuran a efectos de explicar los FPCE son responsabilidad de este
trabajo.
1243]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
nista a carta cabal. Varios magistrados, con Ciro Angarita (q.e.p.d.) a la cabeza,
se interesaron por trazarle un horizonte a la diversidad dentro del Estado, mate-
rializando constitucionalmente -por primera vez en América latina- las iniciativas
lanzadas por Jaime Arocha en su artículo Una Nación p a r a los excluidos, del cual
se debe hacer memoria en este evento. Esfuerzos intelectuales de no indígenas,
de no afrodescendientes, que hicieron avanzar las reivindicaciones de esas po-
blaciones. ¿Cómo entender esa participación en el contexto de una lucha por los
derechos a la diversidad?; ¿esas personas, tanto las visibles como las anónimas,
por no ser indígenas deben ser excluidas de la historia del movimiento por los
derechos de la diversidad en Colombia?; ¿cómo ponderar su aporte? Más que
un homenaje, observación y preguntas se convirtieron en un problema a investi-
gar que, junto con otras situaciones, llevaron a tomar conciencia y a delinear el
surgimiento del campo étnico .
El análisis del campo étnico amplía distintas perspectivas. Visibiliza a los acto-
res y las actuaciones, que como prácticas, dan indicios para analizar la génesis de
un sujeto -que es de esperar no sea abortado en el proceso- en ciernes para la
diversidad. Elabora con propiedad el modo de construcción del sujeto para la po-
lítica de la diversidad. Define en forma permanente la operación de las luchas por
el reconocimiento y la estructuración de las relaciones sociales en la diversidad.
Puesto que el campo étnico es estructurante del sujeto de la diversidad, éste al ser
estructurado, es resultado tanto de las luchas presentes, como de todas las del pa-
sado. La burocracia indigenista, por ejemplo, es herencia política del campo étnico,
como lo es un juez pluralista, un funcionario sensible, un académico, o un líder
indígena. A ninguna entidad del campo étnico le procede el calificativo de acultu-
rado. Hacerlo implicaría desconocer las conquistas históricas como producto de
las luchas. Un académico, por ejemplo, sin necesidad de ser militante indigenista y
sin ser indígena, en su cátedra configura las propiedades del sujeto de la diversidad
para sí, e interviene, aún sin proponérselo, en el campo étnico.
El campo étnico no es pues la "arena" política, propiamente dicha, pero está
completamente circunscrito por relaciones políticas, que tratan de pensar, criti-
car y actuar contra las formas de sujeción imperantes. Por tal motivo, dentro del
campo étnico un pueblo indígena es un sujeto para la política étnica, al igual que
16. El campo étnico reviste una complejidad mayor de la que aquí se expone, se trata de resaltar es la
despersonificación étnica para poderlo entender. Para ampliar más detalles Cf. Zambrano [2000].
[244]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
DIVERSIDAD DE LA DIVERSIDAD
LA DIVERSIDAD EN LA POLÍTICA
Una cosa es la diversidad como sistema plural de formas culturales y otra la com-
plicada arena de las interacciones con que se producen o no, las políticas de la
diversidad. El multiculturalismo basado en el reconocimiento y la protección no
concibió a la diversidad en la política. No se trataba de saber quién y cómo deci-
[245]
CARLOS VLADIMIR ZAMBRANO
día, sino de saber cómo está organizada la intervención política en la vida social.
El énfasis cultural se desplazó al político y se enredó con las sutilezas de la hege-
monía. Con la Constitución de 1991 se abrió el camino para que las propiedades
del sujeto antropológico se modificaran, aunque no transformaron las formas de
observar los cambios generados al desatar todas las fuerzas que habían sido re-
primidas por más de 500 años. Las culturas étnicas entraron a la política por lo
que se readecuaron las nuevas estrategias de control y las luchas por obtenerlo.
En 1991 reconocer la diversidad fue un logro, hoy histórico, pero poco tiem-
po tardó para que la anunciada conquista democrática se enfrentara con la
sociopolítica de la propia diversidad. Se produjo desasosiego y desencantamien-
to con la causa en muchos militantes. Las tradiciones arduamente defendidas y
conceptualizadas fueron vulneradas por los mismos sujetos, los mitos ecológicos
transitaban los montes llevando motosierras en las manos. Las organizaciones
sociales indígenas se diversificaron para volverse electorales y avalaron candida-
turas de "déspotas ilustrados" no indígenas, los premodernos aceptaron a los
modernos, enemigos íntimos de su propia causa.
[246]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S Ó C I Ó P O L l T l C AS DE LA D I V E R S I D A D
DEMANDAS DE RECONOCIMIENTO
EN MEDIO DE LA ESTRATEGIA NEOLIBERAL
Lechner [1995] señaló que la política de los años 1990 descansaba sobre dos
ejes: la modernización y la democratización. Y en Colombia, la Constitución
Política de 1991 ha sido el instrumento para la consolidación de la moderniza-
ción neoliberal. Pero como ésta no era la solución a los problemas del país, sino
su verdadero problema, se produjo un incremento de las tensiones sociales au-
mentando la conflictividad, activando la guerra en los frentes militares y sociales,
aunque algunos todavía piensen que la modernización ha sido la herramienta
para la paz y la diversidad. Los tecnócratas pensaban que con lograr la paz, su
modelo de modernización allanaba el camino para la realización eficiente del pro-
yecto neoliberal. Por el contrario, los humanistas pensaban que la paz era el camino
para asimilar los cambios democráticos que el país necesitaba, relativizando así, en
cierta forma, los ajustes modernizadores. El Banco Mundial logró hacer el puente
entre los dos y por ahí se avanzó en liberalizar las economías tanto como se retro-
cedió en conservar las conquistas sociales. A pesar de la satisfacción de mucha
gente con algunas conquistas democráticas, el Estado neoliberal no ha resuelto los
problemas sociales heredados y mucho menos los que ha creado. En todo caso, se
produjo una paradoja. Al promover la paz, el Estado neoliberal se legitimó, a la vez
17. "Frente a la preeminencia avasalladora del mercado conviene recordar la paradoja neoliberal: los
casos exitosos de liberalización económica no descansan sobre un desmantelamiento del Estado sino, muy
por el contrario, presuponen una fuerte intervención estatal. Pero ya no se trata dei anterior tipo de Estado;
en mayor o menor medida tiene lugar una reforma del Estado sobre la base de reducir las empresas públicas,
reorientar las políticas sociales, descentralizar y desburocratizar al aparato estatal, racionalizar la gestión
pública y una reglamentación frondosa, en fin, incrementar la eficiencia económica de la acción estatal"
[Lechner 1995].
[247]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
[248]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
[2491
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
TERRITORIO
18. "...una institución legal y sociopolítica de carácter especial, conformada por una o más comunida-
des indígenas, que con un título de propiedad colectiva goza de las garantías de la propiedad privada, poseen
su territorio y se rigen para el manejo de éste y su vida interna por una organización autónoma amparada
por el fuero indígena y sus sistema normativo propio" (Artículo 21 del Decreto 2164 de 1995).
19. Las comunidades afrocolombianas continentales tuvieron que ordenar y definir los territorios para
entrar en la órbita administrativa, peto no se produjo la regularización de los terrirorios ancestrales en
provincias o regiones, ni siquiera en el Chocó y San Andrés, Providencia y Santa Catalina, depattamentos
con población mayoritaria afrocolombiana. San Andrés, que se autodefine, raizal, protestante e isleño, pre-
senta todos los dramas de ese cambio; convertido en departamento, o sea, afectado por la descentralización,
ha tenido que ejercer controles severos sobre su población raizal y no raizal.
[250]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
Este fenómeno aparece con las interpretaciones que se le han dado a la Jurisdicción
Especial Indígena consagrada en la Constitución Política de 1991, por parte de la
20. La descentralización, para efectuarse tiene tres requisitos técnicos, sordos a las realidades sociales,
pero audibles al autismo estatal: verticalidad (un ente superior define a un inferior a quien delegar poder de
administración, sin que éste decida), estaticidad (sólo se delega funciones a entes predeterminados con perso-
nería jurídica) y homogeneidad (todos los entes son ¡guales en derecho), [cf. Londoño, En Zambrano 2001],
[251]
CARLOS VLADIMIR ZAMBRANO
AUTONOMÍA Y JURISDICCIÓN
Conflictos jurisdiccionales
[252]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
Justicia de la diversidad
Convivencia interétnica
[253]
CARLOS V L A D I M I R ZAMBRANO
Demandas de reconocimiento
[254]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
Muchas de las teorías multiculturales, por lo menos las más traducidas, y en con-
secuencia las más leídas en el país [Taylor 1993, Kymlicka 1995], ponderan a los
[256]
CARLOS VLADIMIR ZAMBRANO
CONCLUSIÓN
[256]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
[257]
CARLOS VLADIMIR ZAMBRANO
BIBLIOGRAFÍA
ANDERSON, Benedict
1993. Comunidades imaginadas. México: Fondo de Cultura Económica.
ARANGO, R., SÁNCHEZ, Enrique
1998. Los pueblos indígenas de Colombia. Bogotá: Disloque editores.
AROCHA, Jaime
1990. "Una nación para los excluidos". Magazín Dominical, El Espectador n° 321, 14-21 Bogotá.
COLMENARES, Germán
1989. Las convenciones contra la cultura. Bogotá: Tercer Mundo Editores.
BARTOLOMÉ, Alberto y Alicia BARABAS
1996. La pluralidad en peligro. México: Instituto Nacional Indigenista.
BOURDIEU, Pierre
1995. Razones prácticas. Barcelona: Editorial Anagrama.
DÍAZ POLANCO, Héctot
1995- La cuestión étnico-nacional. México: Editorial Línea.
DÍAZ SALAZAR, Rafael
1991. El proyecto de Gramsci. Barcelona: Editorial Anthropos.
GELLNER, Ernest
1995. Naciones y nacionalismo. México: Grijalbo-Conaculta.
GIDDENS, Anthony
1995. Consecuencias perversas de la modernidad, Madrid: Alianza Editorial.
GODELIER, Maurice
1981. Fetichismo, economía y religión, México: Siglo XXI Editores.
GOODENOUGHT, Ward
1970. "El multiculturalismo". En: Man. (fotocopia)
HERSKOVITZ, Melville
1978. El hombre y sus obras. México: Fondo de Cultura Económica.
KYMLIKCA, Will
1995. Ciudadanía multicultural. Barcelona: Paidós.
LECHNER, Norbert
1989. La permanente y siempre conflictiva construcción del orden deseado. Madrid: Siglo XXI Editores.
[258]
LA N A C I Ó N EN T R A N S I C I Ó N . D I N Á M I C A S S O C I O P O L Í T I C A S DE LA DIVERSIDAD
NISBET, Robert
1993. Cambio social. Madrid: Alianza Editorial.
Presidencia de la República
1994. Constitución Política de Colombia. Bogotá: Ministerio del Interior.
ROJAS, Diana Rocío
1999 La diversidad cultural en la administración pública colombiana. Mecanuscrito inédito. Bogotá.
TYLOR, Charles
1993. La política del reconocimiento. México: Fondo de Cultura Económica.
UPRIMMY, Rodrigo
2001. "Diez años de la Constitución colombiana". Seminario de evaluación. Bogotá; Universidad
Nacional de Colombia.
WALDMAN, Peter
1997. Radicalismo étnico. Madrid: Akal Editor.
ZAMBRANO, Carlos Vladimir
2000. Apropiación y reconocimiento de los derechos de la diversidad. Antropología Jurídica para la
globalidad. México: UDUAL.
2000a. "Conflictos por la hegemonía regional." En: ARCHILA, Mauricio y Mauricio PARDO.
Movimientos sociales y democracia, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia - ICANH.
[259]
INVESTIGACIÓN Y PLURALISMO ÉTNICO:
EL ENCUENTRO ACADÉMICO-INDÍGENA
JOANNE RAPPAPORT
GEORCETOWN UNIVERSITY
Manuel Quintín Lame, el líder nasa (páez) de principios del siglo pasado, difundía
su mensaje indigenista a través de "mingas adoctrinadoras", esto es, reuniones
mediante las cuales propagaba entre las comunidades nativas sus revindicaciones
sobre el derecho indígena, la tierra y la negativa al pago del terraje [Castrillón 1973:
91-92]. Estas reuniones constituían una adaptación de la "minga" tradicional,
institución andina basada en el intercambio recíproco de labores que une a los
miembros de la comunidad dentro de una red de prestaciones y obligaciones.
Desde la época de Quintín Lame, la minga ha servido como metáfora para
conceptualizar el diálogo de saberes desarrollado en talleres del cual se nutre el
discurso político y cultural del movimiento indígena. Esto es, el concepto se ha
redefinido y politizado de tal forma que, además de la reciprocidad en el
intercambio de labores físicas, abarca también la reciprocidad en el trabajo
intelectual. Por ejemplo, a la traducción de la Carta Política de 1991 al nasa yuwe
o lengua nasa, la cual realizó un equipo intercultural , Ramos la describió como
1. El equipo traductor estaba constituido por representantes del Cabildo Indígena de Mosoco (Tierra-
dentro), mayores mosoquefios y maestros bilingües de la comunidad, Abelardo Ramos (lingüista nasa del
CRIC, nacido en Tálaga, otro resguardo de Tierradentro) y Raúl Arango (asesor jurídico).
[261]
JOANNE RAPPAPORT
[262]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O AC A D É M I C O - I N D Í C EN A
occidental, aceptando las verdades que ambos presentan [Vasco 1987, 1999].
Esas certezas no consisten en los conocimientos que los etnógrafos derivan al
aplicarle la teoría occidental a las conversaciones con sus informantes, sino
verdades que, encaminadas a la creación de un proyecto mutuo, tienen la
capacidad de generar convivencia y diálogo.
Muchos de quienes estudiamos y escribimos sobre el experimento pluralista
que surgió a partir de la Asamblea Constituyente y de la Constitución de 1991,
hemos señalado su carácter utópico y sus implicaciones para la sociedad nacional
y para los indígenas, así como sus deficiencias ante la imposibilidad de lograr
semejante Nación multicultural en las actuales condiciones políticas y
socioeconómicas y con la violencia que ha sufrido Colombia desde antes de 1991.
Sin embargo, ¿hasta qué punto hemos abrazado el ideal pluralista en nuestras
propias prácticas de investigación y asumido el compromiso de reconceptualizarla
dentro de un diálogo horizontal de saberes? Al hacerlo, los miembros de la
comunidad estudiada entrarían en la conversación como coinvestigadores y sus
interpretaciones deberían ser aceptadas con la misma validez que los análisis
académicos .
La colaboración entre indígenas e investigadores extemos puede tener conse-
cuencias políticas para el movimiento indígena, así como profundas implicaciones
intelectuales para los investigadores académicos. De manera inexorable, transfor-
ma las metodologías y posiciones teóricas de ellos. Como varios investigadores
han resaltado -y a diferencia del giro postmoderno en antropología y su énfasis
prioritario en el proceso de escritura- el cuestionamiento de la relación entre inves-
tigador e investigado permitiría prestar mayor atención a nuestra práctica en el
terreno [Riaño 1999, Vasco 1999]. De hecho, el diálogo siempre ha caracterizado
el quehacer etnográfico [Tedlock y Mannheim 1995] y la manera de interrogar a
los sujetos de investigación revela la forma que adopta el conocimiento interno.
2. En Colombia, uno de los ejemplos recientes de tal colaboración es el trabajo en torno al Comité de
Historia de Guambia, donde investigadores guambíanos trabajaron al lado de un etnógrafo, Luis Guillermo
Vasco y una arqueóloga, Martha Urdaneta, produciendo publicaciones en conjunto [Dagua, Aranda y Vasco
1998; Tróchez, Camayo y Urdaneta 1992; cf. Urdaneta 1988; Vasco 1997, 2000]. Esta empresa tiene sus
raíces en los planteamientos acerca de la investigación-acción participativa de Orlando Fals Borda [1979b]
y los resultados de su metodología, empleada en el litoral caribe colombiano [1979a, 1981, 1984, 1986],
Nuestro equipo intenta construir sobre los cimientos de esos experimentos.
[263]
JOANNE RAPPAPORT
[264]
N V E S T I C A C I O N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O AC A D EM I C O - 1 N DI C E N A
3. Nuestro primer intento de reunir los resultados de nuestra investigación saldrá a la luz pública en
una próxima publicación [Rappaport s.f.b].
[265]
JOANNE RAPPAPORT
EL R E C O N O C I M I E N T O DE LOS SABERES
4. Nótense que en las publicaciones de la Escuela se empleó el alfabeto del Instituto Lingüístico de
Vetano para el nasa yuwe, ya que muchos de sus dirigentes son protestantes evangélicos. A partir de la creación
de un alfabeto unificado, en cuyo proceso participaron varios miembros de nuestro equipo de investigación
(Adonías Perdomo, Susana Piñacué y Tulio Rojas), los miembros de la Escuela se han acogido a la nueva
propuesta ortográfica. La ortografía nueva sería: kwe'sx, fi'zenxi kwe'sx peku jni y kwe'sx üus dxi'j.
[266]
INVESTIGACIÓN Y PLURALISMO É T N I C O : EL E N C U E N T R O A C A D E M I C O - I N DI C EN A
traducción "de autoridad indígena" o nasasa ne'hweV [Ibid.: 115]. Sin embargo,
cuando se refieren a la autoridad del Estado, la traducen como c'hab wala kiwete
5. En la traducción publicada, se utiliza la ortografía del CRIC, un alfabeto previo a la conformación del
alfabeto unificado. La ortografía actualmente vigente sería: ec nehwé' sx; cxab wala kiwete npicthé; nasasa nehwe'sx.
1267]
JOANNE RAPPAPORT
[268]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O AC A D ÉM I C O - 1 N D f C EN A
los de afuera, porque hay una confrontación entre la manera que va viendo ese alguien
de adentro sobre lo de adentro, acompañado por alguien que está acostumbrado a verlo
desde afuera, y que podría hacer un documento de credibilidad también. Esa era la
obsesión que yo tenía y sigo teniendo: ¿cómo alguien de adentro puede también
reflexionar y hacer de esa reflexión un producto que puede servir para seguir viviendo?
[269]
JOANNE RAPPAPORT
Creo que ese término o esa cosa que encierra el término agenda muy seguramente está
untado dei contexto global que sucede en el territorio (...) Por otro lado, cuando uno habla
de todo ese quehacer y cuál es la diferencia entre lo nasa y lo no nasa, uno siente una lucha
muy tenaz por dentro. Aunque uno dice, "estoy escribiendo desde el pensamiento nasa",
que en una gran parte es cierto, pero que siempre no deja de estar ligado o dirigido por
modelos que vienen de afuera.
En los trabajos que escriben los miembros nasas del equipo, intentan corregir
las miradas etnográficas externas con una producción de tipologías que ponen
en primer plano las categorías y relaciones expresadas en nasa yuwe. Este proceso
está inspirado por los valores de la política de identidades, tal como aconseja la
Escuela del Pensamiento Nasa.
Por ejemplo, en su análisis de la heterogeniedad de los papeles de las mujeres
indígenas en el movimiento, Susana Piñacué [s.f.] categoriza a las mujeres según su
ubicación en relación a "la madre tierra" y al "silencio", es decir, en una frontera
epistemológica y práctica. Plantea una diferencia tanto cultural como política entre:
i) "las mujeres activistas de la organización regional" quienes desde una cotidianidad
no nasa manejan un discurso técnico, añorando nostálgicamente un discurso
cosmogónico nasa; ii) "las mujeres fronterizas activistas comunitarias" que discurren
entre el mundo de "adentro" y el mundo de "afuera", promoviendo una reflexión
colectiva interna; y iii) "las mujeres internas las portadoras de la cultura nasa",
muchas veces ancianas monolingües cuyo papel cultural se ejerce en silencio,
mediante acciones y sin palabras. Frente al silencio interno femenino, la
preocupación de Piñacué es sumamente política; deja expuesto el hecho de que la
autora escribe desde una posición de sujeto que se ubica en la misma frontera que
forma el eje de su interpretación.
En otras palabras, la investigadora nasa reconoce su posición y se vale de ella
para definir que significa, para ella, escribir como nasa. De hecho, varias veces en
nuestras reuniones, Piñacué expresó sus deseos de interpretar su participación como
un viaje de autodescubrimiento. A la vez, sin embargo, siente la imposibilidad de
escribir como nasa en el sentido más interno, puesto que ella muy claramente pertenece
a la primera categoría de las mujeres nasas extemas. Por ende en las reuniones se
preocupaba constantemente por la distancia entre los intelectuales indígenas y las
comunidades, en la inconmensurabilidad entre sus lenguajes, y no sólo entre los
discursos de los investigadores exógenos y endógenos. Es decir, el diálogo del equipo
[270]
INVESTIGACIÓN Y PLURALISMO ÉTNICO: EL ENCUENTRO AC ADÉM I CO-I N DlC EN A
6. Estas inquietudes demuestran, además, que los intelectuales indígenas son tan construccionistas
como son los antropólogos contemporáneos, a diferencia de los analistas que recalcan el esencialismo que
tiene que manejar un movimiento indígena [Friedman 1994; cf, Edelman 2001: 300-301]. Sin embargo, el
discurso étnico indígena no es ni esencialista, ni construccionista, en un sentido académico: el activista
indígena enmarca su análisis cultural con una apreciación de los peligros y los beneficios que la mirada
esencialista externa siempre ha presentado [Field 1999]. Debo, además, añadir aquí que la apreciación esen-
cialista de la cultura que manifiestan intelectuales indígenas en varios países [Warren 1998] tal vez podría set
contextualizada históricamente. Desde que comencé a dialogar con los intelectuales nasas me he dado cuen-
ta de que su propia actitud frente a la cultura va cambiando hacia una apreciación más construccionista,
particularmente en torno a aspectos como la homogeneidad o heterogeneidad de expresiones culturales en
los ámbitos regionales y de género; la capacidad de transformación de formas culturales; la existencia de una
gramática cultural; y el reconocimiento del papel de los intelectuales en la creación de un concepto de la
cultura como un deber ser.
[271]
JOANNE RAPPAPORT
[272]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O ; EL E N C U E N T R O AC A D ÉM I C O - I N D Í G EN A
[273]
JOANNE RAPPAPORT
como investigadores externos. En cambio, Tulio Rojas sugiere que al asumir los
riesgos del diálogo de saberes, "nosotros estamos siendo observados por el pue-
blo nasa": compartimos c o n los a u t o e t n ó g r a f o s la s e n s a c i ó n del
"estado-de-ser-mirado" que genera la investigación interna, lo que impacta pro-
fundamente nuestra producción intelectual.
Dentro del contexto del trabajo etnográfico tradicional, Jean-Paul Dumont
[1992] ha destacado el papel generador de este paso intersubjetivo entre el in-
vestigador y el investigado. Para Dumont, la etnografía no es un simple proceso
de recolección de datos, sino un acercamiento progresivo entre las subjetivida-
des del investigador y de los investigados que genera el espacio en el cual se hace
posible el aprendizaje de elementos de la otra cultura. Sin embargo creo que en
una empresa colaborativa interétnica, el papel epistemológico de la intersubjeti-
vidad es aún más profundo que en una investigación tradicional.
En 2000, antes de presentar nuestros avances de investigación en el Congreso
de Antropología en Popayán, el equipo decidió compartirlos con líderes
comunitarios, maestros bilingües, trabajadores culturales de las organizaciones y
colaboradores no indígenas en el espacio de diálogo que proporciona La María-
Piendamó. Yo presenté un análisis del dilema del intelectual nasa, quien mira, como
unjano, hacia el mundo de "adentro" y el mundo de "afuera". Las conversaciones
posteriores me indicaron que varios dirigentes no aceptaron ser tildados como
"intelectuales" a causa de las connotaciones elitistas que este epíteto conlleva,
mientras que otros sintieron que mi análisis abría un espacio de reflexión sobre las
problemáticas relaciones verticales dentro del propio movimiento. Al abrir este
espacio, tuve que entrar en un diálogo dentro del cual tanto yo como mis
interlocutores nos vimos obligados a, en cierto sentido, " d e s n u d a r n o s " y
escuchamos unos a otros. Tuve que explicar mi actitud política de búsqueda del
reconocimiento de la sabiduría interna, no sólo de los saberes de los médicos
tradicionales quienes para mis interlocutores son los verdaderos intelectuales nasas,
sino de otros actores que abren caminos en las comunidades, lo que yo expliqué
recurriendo a Gramsci [1971]. Por su parte, mis interlocutores, que sentían la
picazón porque yo había tocado un nervio sensible, reconocían la importancia del
problema, pero a la vez siempre buscaban alejarse del mismo. Más tarde, el tema se
transformó en una chanza persistente un género muy característico del nasa yuwe,
lo que nos permitió profundizar en nuestra relación sin tanta desconfianza.
[274]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O AC A D ÉM I C O - I N D Í C EN A
INVESTIGAR EN R E L A C I Ó N C O N . . .
[275]
JOANNE RAPPAPORT
[276]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O ; EL E N C U E N T R O AC A D ÉM I C O - I N DI G EN A
posiciones del sujeto cuyas contiendas no siempre salen a la luz pública. Dada la
composición de nuestro equipo, se prestó más atención al sector nasa del movi-
miento, trazando las diferentes relaciones que los distintos integrantes tenían con
aquél: la colaboración de Myriam Amparo Espinosa con la cúpula dirigente de
La María; mi interlocución con colaboradores católicos en el norte del Cauca; la
pertenencia de Adonías Perdomo a un crecido sector protestante y un movi-
miento no alineado con el CRIC; el posicionamiento simultáneo de Susana Piñacué
en una poderosa familia de políticos y en el Programa de Educación Bilingüe del
CRIC; la participación de Tulio Rojas como profesor de muchos estudiantes in-
dígenas; y la relación que David Gow ha mantenido con las bases en varios
resguardos. En este sentido, todos nos movimos a lo largo de la frontera de "aden-
tro" y "afuera", constituyendo nuestra identidad como investigadores en relación
con determinados sectores.
No obstante, en última instancia, siempre se volvía a la distinción entre aca-
démicos cuya identidad se define por su disciplina y nasas cuya pertenencia es
de naturaleza étnica. Esta caracterización del equipo tiene su eco en Guatemala,
donde los intelectuales públicos mayas reivindican, desde sus puestos profesio-
nales, un campo de investigación no disciplinaria que llaman "Estudios Mayas",
trazando así una distinción entre su proyecto y el proyecto de los investigadores
externos [Warren 1998]. Dentro de nuestro equipo se formó un subgrupo com-
puesto por los investigadores nasas, de suerte que se creó una oposición entre
"el nosotros" del equipo y "un nosotros interno" compuesto por los investiga-
dores nasas, lo cual sirvió tanto para que los nasas socializaran sus ideas en un
círculo más familiar antes de atreverse a darles expresión dentro del equipo, como
para canalizar sus contribuciones a otros intelectuales indígenas. Es decir, en el
equipo se concretó la sugerencia de Chow en cuanto a la autoconciencia de ser
mirados como característica fundamental de ios autoetnógrafos. Se produjo una
autosegregación destinada a estimular una reflexión más profunda sobre lo que
significa investigar por fuera de las disciplinas académicas y por dentro de una
identidad ya investigada por otros. Además de demostrar una similitud con la
etnografía emanada del movimiento indígena, la cual sostiene aue la cosmovi-
sión nasa se caracteriza por una complementariedad entre las cualidades
masculinas y femeninas del universo, se explicó la necesidad de crear un sube-
quipo con el deseo de lograr una complementariedad entre las investigaciones
de Piñacué y Perdomo.
[277]
JOANNE RAPPAPORT
[278]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O AC A D É M I C O - I N D Í C EN A
8. Otros interlocutores nasas, con quienes discutí la noción de la doble conciencia, la aprecian como
el producto de un cruce entre una mirada cultural y una experiencia de discriminación [Chocué 2000].
[279]
JOANNE RAPPAPORT
conversar con ustedes, el querer compartir lo que pensamos. Porque como apenas es
obvio, ustedes tienen un código en la investigación, tienen un código en la presentación,
tienen un código en la reflexión, tienen código para ubicar el análisis, tienen un código
preciso para sistematizar y nosotros también. Solo que no podemos (...) dialogar en esa
parte. La única alternativa que hemos acogido, a la benevolencia diría yo de ustedes
mismos, (es) que nos admitan como "bi". Desde el punto de vista "bi" conversamos .
CONCLUSIONES
9. Plantearía yo que no es solamente en el campo de la investigación que opera ese bi, sino que en el
trabajo colaborativo de las organizaciones indígenas también funciona este doble discurso. En uno de los
talleres del Programa de Educación Bilingüe del CRIC a los cuales asistí, se conformó una comisión de
discusión en nasa yuwe paralela a otras comisiones en las que se habló en castellano. La conversación enér-
gica y perspicaz de los hablantes produjo una reacción confusa entre los colaboradores y los nasas no hablantes,
quienes al no entender el significado de sus planteamientos, respondieron que los hablantes no habían
profundizado suficientemente en sus ideas.
[280]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O A C A D E M I C O - I N D I C EN A
Agradecimientos
En primer lugar, agradezco a los miembros de nuestro equipo, cuyas reflexiones y experiencias están
plasmadas aquí: Mytiam Amparo Espinosa (Universidad del Cauca), David D. Gow (George Washington
University), Adonías Perdomo Dizú (Fundación Juan Tama/Resguardo Indígena de Pitayó), Susana
Piñacué Achicué (Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC) y Tulio Rojas Curieux (Universidad del
Cauca). Nuestra colaboración ha sido posible gracias al patrocinio de la Fundación Wenner-Gren para la
Investigación Antropológica, que en 1999-2000 y 2001-2002 nos otorgó una beca para fomentar la
colaboración internacional. Además, mi participación en el equipo ha recibido financiación por parte de
la Escuela de Posgrados de Georgetown University en 1999 y 2001. Agradezco a los miembros del
Programa de Educación Bilingüe del CRIC, particularmente a Graciela Bolaños, Abelardo Ramos, Pacho
e Inocencio Ramos por su constante diálogo y su voluntad de abrirme un espacio donde pudiera comenzar
a asumir los riesgos que acompañan a la interlocución. Mis agradecimientos a Magdalena Espinosa,
Stella Ramírez y Libia Tattay, por sus labores de transcripción de las reuniones del equipo. Agradezco a
Lucas Izquierdo, José Ramón Jouvé-Martín y Pedro Pérez Leal por su colaboración con algunas sugerencias
sobre mi castellano y por su diálogo en torno al tema.
[281]
JOANNE RAPPAPORT
BIBLIOGRAFÍA
BAJTIN, Michael
1981. [1975]. TheDialogicImagination. Austin: Univetsiry ofTexas Press.
BENJAMÍN, Walter
1968. "The Task of theTtanslator". En: Illuminations. New York: Schocken.
BRYSK, Alison
2000. From Tribal Village to Global Village: Indian Rights and International Relations in Latin America.
Stanford: Stanford University Press.
C A S T R I L L Ú N A R B O L E D A , Diego
1995. Primitive Passions: Visuality, Sexuality, Ethnography, and Contemporary Chinese Cinema. New
York: Columbia University Press.
DAGUA HURTADO, Abelino, Misad ARANDA y Luis Guillermo VASCO
1998. Guambíanos: hijos del arcoirisy del agua. Bogotá: Los Cuatro Elementos.
DU BOIS, W.E.B.
1989. [1903]. The Souls ofBlack Folk. New York: Bantam.
DUMONT, Jean-Paul
1992. The Headman and I: Ambiguity and Ambivalence in the Fieldworking Experience. Prospect
Heights, Illinois: Waveland.
EDELMAN, Marc
2001. "Social Movements: Changing Paradigms and Forms of Politics", Annual Review of
Anthropology n° 30, pp. 285-317.
Escuela del Pensamiento Nasa
1996. "Memorias del Primer y Segundo Encuentro". Pitayó: Ms.
1997. Gue'sh uusyaatyni: encuentro de socialización. Reubicación de Tóez, Calato, noviembre 15y 16
de 1997. Popayán: Fundación para la Comunicación Popular, Funcop.
FABIÁN, Johannes
1983. Time and the Other: How Anthropology Makes its Object. New York: Columbia University
Press.
FALS BORDA, Orlando
1979a. Mompoxy Loba: historia doble de la Costa. Bogotá: Carlos Valencia Editores. Vol. 1.
[282]
INVESTIGACIÓN Y PLURALISMO ÉTNICO: EL ENCUENTRO ACADÉMICO-INDÍGENA
1979b. Elproblema de como investigar la realidadpara transformarla: por la praxis. Bogotá; Ediciones
Tercer Mundo.
1981. El Presidente Nieto: historia doble de la Costa. Bogotá: Carlos Valencia Editores. Vol 2.
1984. Resistencia en el San Jorge: historia doble de la Costa. Bogotá: Carlos Valencia Editores. Vol 3.
1986. Retorno a la tierra: historia doble de la Costa. Bogotá: Carlos Valencia Editores. Vol 4.
FIELD, Les
1999. "Complicities and Collaborations: Anthropologists and the 'Unacknowledged Tribes of
California". Current Anthropology 40 (2), pp. 193-209.
FRIEDMAN, Jonathan
1994. Cultural Identity and Global Process. London: Sage.
GILROY, Paul
1993. The Black Atlantic: Modemity and Double Consciousness. Cambridge. Harvard University
Press.
GRANDIN, Greg
2000. The Blood of Guatemala: A History ofRace and Nation. Durham: Duke University Press.
GRAMSCI, Antonio
1971. Selections from the Prison Notebooks. Nueva York: International Publishets.
NELSON, Diane
1999. A Finger in the Wound: Body Politics in Quincentennial Guatemala. Berkeley y Los Angeles:
University of California Press.
PERDOMO DIZÚ, Adonías
s.f. "Actores de autoridad: una mirada desde el pueblo nasa de Pitayó". En: RAPPAPORT, Joanne.
(ed.). Retornando la mirada: una investigación colaborativa interétnica sobre el Cauca a la entrada del
milenio. Popayán: Editorial Universidad del Cauca (en prensa).
1999. "Autonomía, autoridad y justicia interna en los resguardos de Pitayó Silvia, Pioyá Caldono
y Pat Yu Cajibío. Pitayó". Ms.
PIÑACUÉ ACHIGÜÉ, Susana.
s.f. "Liderazgo y poder: una cultura de la mujer nasa". En: RAPPAPORT, Joanne. ed. Retornando la
mirada: una investigación colaborativa interétnica sobre el Cauca a la entrada del milenio. Popayán:
Editorial Universidad dei Cauca (en prensa).
RAMOS, Abelardo y Cabildo Indígena de Mosoco
1993. Ec ne' hwe's': Constitución política de Colombia en nasayuwe. Bogotá: Ccela-Universidad de
los Andes.
[283]
JOANNE RAPPAPORT
RAPPAPORT, Joanne
s.f.a. "Los nasa de frontera y la política de la identidad en el Cauca indígena". En, RAPPAPORT,
Joanne. (ed.). Retornando la mirada: una investigación colaborativa interétnica sobre el Cauca a la
entrada del milenio. Popayán: Editorial Universidad del Cauca (en prensa).
(ed.).
s.f.b. Retornando la mirada: una investigación colaborativa interétnica sobre el Cauca a la entrada del
milenio. Popayán: Editorial Universidad del Cauca (en prensa).
1997. "Para los guambíanos, la historia es vida". Boletín de Antropología Vol. 11, n° 28, pp. 115-
127. Medellín.
1999. "Vivir y escribir en antropología". Boletín deAntropologíaVo\A3, n° 30, pp. 43-51. Medellín.
[284]
I N V E S T I G A C I Ó N Y P L U R A L I S M O É T N I C O : EL E N C U E N T R O AC A D ÉM I C O - I N DÍG EN A
2000. "La lucha guambiana por la recuperación de la memoria". En: GNECCO,Cristóbal y Marta
ZAMBRANO (eds.). Memorias hegemónicas, memorias disidentes: elpasado como política de la historia.
Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Popayán: Editorial Universidad del
Cauca.
W A R R E N , Kay B.
1998. Indigenous Movements and their Critics: Pan-Maya Activism in Guatemala. Princeton: Princeton
University Press.
[286]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE
LA REGIÓN EN LA CONSTITUCIÓN
[287]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
[288]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
[289]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
T a m b i é n se p r o p u s o q u e :
los cambios constitucionales se hicieran por medio de Asambleas Constituyentes; que
el Congreso redujera el número de sus integrantes, quedando la Cámara para represen-
tar a las regiones; que la iniciativa legislativa correspondiera al gobierno, al Congreso y
al pueblo y que la planeación fuera regionalizada, dando participación a las regiones en
los órganos técnicos y en las instancias decisivas.
Las iniciativas de las mesas, junto con los resultados de los Foros de la Costa, en
cuanto al tema de región propiamente dicho, recogían las siguientes propuestas:
2. El documento explica que en las 123 mesas se presentaron 4.311 propuesras. De este universo se
tomó un muestra probabilística, en la que cada departamento se consideró un estrato, escogiendo posterior-
mente al azar el 14% de las propuestas en cada uno, por lo cual se analizaron 602 propuestas de las presentadas.
[290]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
[291]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
Pero el máximo logro fue la posibilidad de que dos o más departamentos pudie-
ran constituir Regiones Administrativas y de Planificación RAP (artículo 306), junto
al reconocimiento de la posibilidad de conformar Región como Entidad Territorial
RET, (artículo 307), lo cual ha quedado en el limbo debido a que la potestad de
darles el carácter de entidades territoriales a las regiones y provincias (artículo 286)
se dejó abierta para que fuera plasmada en una ley que aún no se ha concretado.
Para los partidarios de la regionalización y para los constituyentes costeños,
los artículos logrados fueron un triunfo a pesar de todos los vericuetos por los
que debió pasar el proceso. No obstante, se reconoció que se hicieron concesio-
nes a una visión gradual del proceso para lograr los votos necesarios que
permitieron sacar adelante la idea. Verano De La Rosa afirma que los constitu-
yentes del Caribe se aliaron con los del Valle y los indígenas, para obtener los
escasos 37 votos, la mitad más uno, el mínimo posible en la Asamblea para apro-
bar ese articulado sobre región [Verano de la Rosa 1993].
La visión gradual concebía que la primera etapa de la regionalización fueran los
Corpes, entidades que quedaban relegitimadas en el artículo 285 de la Constitu-
ción Nacional, y que habían sido y seguían siendo instituciones para la coordinación
y dependientes del Departamento Nacional de Planeación. La segunda etapa con-
sistía en la de Región Administrativa y de Planificación, con funciones de
planificación y administración de actividades, y con autonomía, autoridades y pa-
trimonio propios. La tercera etapa, la de Región como Entidad Territorial, que
debía garantizar todos los derechos establecidos en el artículo 287: gobernarse por
autoridades propias, ejercer las competencias que le correspondan, administrar
los recursos y establecer los tributos necesarios para el cumplimiento de sus fun-
ciones y participar en las rentas nacionales. Además, se tendría un gobernador
regional y una Asamblea Legislativa Regional. "Seremos un Estado regional" pro-
clamaba Verano de la Rosa, al referirse a la concreción de la RET.
MOVILIZACIÓN Y DEMANDAS
Las iniciativas que desplegaron las mujeres en todo el país por una nueva consti-
tucionalidad permitió su reconocimiento público como protagonistas de los
[292]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
3. En la lista de asistencia a la reunión del día 18 de julio de 1990 de "Mujeres por la Constituyente"
aparecen firmando: Sonia Mahecha, de Ciproc; Elizabeth Pino, de Promujer; Beatriz Quiroga, de la Union
de Mujeres Demócratas; Elizabeth Uribe, de la Unión de Mujeres; Olga Amparo Sánchez, Nohema Hernán-
dez, Doris Ramírez, Denise Ramírez y María Eugenia Sánchez de la Casa de la Mujer; María Clara Plata de
la ADE; Gladys M. Cifuentes, independiente; MatthaTamayo, Sonia Camacho, Mattha Lucrecia Corrales,
y Mónica Consuelo González de Palabra de Mujer; Elizabeth Quiñonez; Yusmidia Solano de Ser Mujer;
Marisol Isaza, de "Manuela Sáenz"; Denise Moreno y Rocío Rodríguez de Tienda Ella Artesana.
4. En esta mesa, inscrita formalmente para presentar propuestas a la Asamblea, fueron nombradas Yus-
midia Solano Suárez, como presidenta, Martha Leonor Rivera y Martha Lucía Tamayo como parte de su ¡unta
directiva. El 19 de octubre de 1990, día de la instalación de la Mesa de Trabajo, se hicieron presentes: Clata
Eugenia Vega Rincón, Yolanda Cardona, Gloria Gallego, Rocío Rodríguez, Paulina González, Marie Domini-
que Desuremain, Elizabeth Quiñonez Toro, Juanita Barreto, Martha Ronderos, Beatriz Quiroga, Olga Díaz,
Zaida Salas, Martha Tamayo, Nancy Castro Leal, Rosa Emilia Salamanca y Fabiola Cardona. A la segunda
reunión se hicieron presentes; Francisca Arevalo, Janerh Mayorga, Luz Stella Mayorga, Rocío Rodríguez, Glo-
ria Gallego, Nancy Diva Colorado Rojas, Eucaris Olaya, Lina Teresa Bernal, Julia Páez, Aura Santacruz, Denise
Ramírez, Teodomira Hoyos, María Forero, Celmira A. de Alonso, Nadine Carmena, Ofelia Gómez, Martha
Leonor Rivera, Gloria De Los Ríos, Carmen Celina Moncayo, Norma Enríquez Ríaseos, Imelda Arana Sáenz,
María Clara Plata Adarme, Martha Lucía Tamayo, Yusmidia Solano, Elizabeth Quiñonez, Clara Eugenia Vega
Rincón, Norma Villareal, Diana Cecilia Gómez Cely, Nivia Salamanca, Leticia Navia y Adela Gamboa. (To-
mada de las listas originales, firmadas por las participantes).
[293]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
cia de feministas de esa ciudad, Cali y Bogotá; el Comité de Mujeres por la Asam-
blea Nacional Constituyente de Pereira organizó el Foro "Las Mujeres y la
Asamblea Nacional Constituyente", el 6 de octubre de 1990; el Centro de Estu-
dios y Formación para la Mujer Ofelia Uribe, coordinado por Elizabeth Quiñonez
y Yusmidia Solano, realizó el Seminario "Movimiento de Mujeres y Nueva Cons-
titucionalidad", del 3 al 5 de octubre de 1990.
En Popayán, varios grupos de mujeres organizaron el 6 y 7 de octubre de
1990, el V Encuentro Caucano y el I Foro de Mujeres del Suroccidente, cuyo
tema principal fue "Derechos Humanos y Asamblea Nacional Constituyente";
en Manizales se conformó la Mesa de Trabajo por la Reforma Constitucional
sobre Mujer y Familia, instalada por la Red de Mujeres de esa ciudad. Así mis-
mo, diferentes grupos de mujeres organizaron en Montería el Primer Encuentro
Regional de Mujeres impulsado por el Comité de Mujeres de Córdoba, el 5 de
octubre de 1990, donde presentaron la ponencia "La Evolución constitucional
del país vista por las mujeres", en la cual manifiestan su decisión de apoyar a la
ANC una lista única de mujeres.
En una apretada síntesis del contenido de las propuestas de las mujeres a la
ANC se puede establecer que allí se formulaban alternativas no sólo para las mu-
jeres, sino para la sociedad en general. Presentamos a continuación, algunos
apartes del resumen que hizo Marta Tamayo al respecto:
(...) se partía de una nueva concepción de democracia, más allá de una forma de gobier-
no, relacionada con nuevos estilos de relaciones interpersonales basados en el respeto
por el otro - otra, en el diálogo, en la posibilidad de disentir y de ser diferente. Por ello
se levantó la consigna de "Democracia en el país y en la casa" y se promovió la partici-
pación equitativa de la mujer en las instancias de decisión política, económica, social y
cultural de la Nación con el fin de asegurar el ejercicio pleno de la ciudadanía. Igual-
mente se destacaba la necesidad de que el Estado promoviera la libre asociación y la
participación ciudadana.
Se incluyó también:
(...) la obligación del Estado de garantizar la integridad física y psíquica de todas las
personas y la prohibición de los tratos degradantes que lesionen la dignidad humana.
El reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia y la separación de la iglesia
y el Estado". Se exigía incluir "el derecho de toda persona a la libre autodetermina-
ción; la función social que cumple la maternidad, la prohibición de la discriminación
[294]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
por su causa y por lo tanto la prohibición de despido laboral por preñez, la libre opción
a la maternidad, y que ningún proceso de fertilidad humana originado por los avances
científicos podría vulnerar los principios universales de igualdad, respeto y libre deter-
minación de las personas y el derecho de toda persona a la protección de la salud y de
sus derechos reproductivos. Se demandaba el reconocimiento de la función social del
trabajo doméstico en la producción y reproducción de la fuerza de trabajo y la garantía
de seguridad social por parte del Estado a quien lo realice" . Igualmente se proponía
que "la realización del trabajo doméstico debía ser asumida equitativamente entre quie-
nes conformen la estructura familiar y se pedía el establecimiento de condiciones por el
Estado para lograr la socialización de dicho trabajo. Además se pretendía la prohibi-
ción a los medios de comunicación de difundir propagandas o mensajes que vulneren
la imagen o la integridad de mujeres y hombres. Así mismo, en la propuesta de "Muje-
res por la Constituyente", presentada ante el Congreso Nacional pre-constituyente, se
proponía explícitamente, como parágrafo transitorio, "la creación del Ministerio de la
Mujer y las Comisarías especializadas en la protección de los derechos de la mujer .
Todo ello no fue suficiente para mantener la unidad del movimiento de mujeres.
Entre las feministas agrupadas en el Colectivo de Mujeres de Bogotá se presenta-
ron fuertes divergencias en el "Encuentro amoroso por la vida", que se llevó a
cabo en Bogotá, en octubre de 1990, en torno a las candidaturas de mujeres a la
Constituyente. Allí se plantearon dos posiciones. De un lado, la corriente de mu-
j e r e s que estaba p o r una lista i n d e p e n d i e n t e de las feministas, y q u e
posteriormente adhirió a la candidatura de Rosita Turizo de la Unión de Ciuda-
danas de Colombia, residente en Medellín, con Norma Villareal de Ecomujer en
el segundo renglón. De otro lado, la corriente de mujeres que estaba por confor-
mar una alianza con otros movimientos sociales y que posteriormente apoyó "la
lista por la vida", que representaba a las principales organizaciones de izquierda
y al movimiento sindical, campesinojuvenil e indígena, en la cual figuró el nom-
bre de Yusmidia Solano, respaldada por mujeres independientes como Elizabeth
5. Folleto de propaganda de la Lisra por la Vida, 048: Mujer, lista por la vida, hacia una nueva cons-
titucionalidad, cuyo eslogan era: "Porque vivir con amor e igualdad sea la razón del Estado". En este folleto
se publica íntegramente la propuesta de "Mujeres por la Constituyente" y se invita a una mesa de ttabajo de
las mujeres con todas las candidatas de todas las listas, el 5 de diciembre, a votar por la lista de la vida el 9 de
diciembre y a una movilización nacional de las mujeres por sus propuestas en la Constituyente, el 8 de
marzo de 1991.
1295]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
6. Los grupos que conformaron la Red Nacional Mujer y Constituyente fueron: Colectivo de Mujeres
de Bogotá, Casa de la Mujet, Taller de Recursos para la Mujer, Área Mujer Servicio Universitario Mundial,
Promujer, Fedevivienda, Asociación de Afiliadas a la Federación Inrernacional de Abogadas, ATI, Palabra de
Mujer, Proyecto Mujer Foro por Colombia, Servicio Colombiano de Comunicación, Bemposta, Ecomujer,
Proyecto Mujer Colpaz, Asociación pata la Atención del Adoléceme y la Madre Joven, Unión de Ciudada-
nas de Colombia, Cine Mujer, Ciproc, Mujer y Sociedad, Viva la Ciudadanía, Enda America Latina, Yo
También Soy Mujer, Mujeres Siglo XXI, Amcolombia, Mujeres de Abril, Madres Comunitarias, Fundación
Social, Anmucic, Unión de Mujeres Demócratas, Programa Integración Femenina, Usa-Derechos de La
Mujer, Comisión de Asuntos de la Mujer de la ADE, Coordinación de Trabajo Voluntario, Colectivo Suro-
riente, De Mujer a Mujeres, Movimiento de Mujeres de Manizales, Mujer y Desarrollo, Cidesco, Organización
Femenina Popular, Si Mujer, Mujer Arte y Vida, Cami, Grupo Amplio de Mujeres de Cali, Cer Mujer,
Grupo Mujeres, Colectivo de Mujeres de los Lunes, Corporación Vamos Mujer, Casa de la Mujer de Pereira,
Contigo Mujer, Mujer y Futuro, Oye Mujer de Ibagué, Grupo 8 de Marzo de Pasto, Funcop, Anuc-Cauca,
Fanal, Asfades, Mujeres Sindicalistas de Popayán, Profesoras Universidad del Cauca, Asociación Las Gavieras,
Casa de Servicios Integrales para la Mujer de Barranquilla, Foro Costa Atlántica, Asociación de Mujeres de La
Guajira, Proyecto Mujer y Participación, entre otras. [Asociación de Mujeres de la Guajira 1991].
[296]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
7. Marta Tamayo recoge el apoyo del Colectivo de Mujeres de Bogotá al Constituyente indígena
Francisco Rojas Birry, de otros grupos de mujeres (Unión de Mujeres) a Ayda Abella, y de Angela Cuevas,
presidenta Mundial de la Federación de Abogadas, FIDA y de la organización Mujeres por la Democracia de
Cali, a los constituyentes de las comisiones primera y quinta. Iván Marulanda presentó a la plenaria la
propuesta sobre el derecho a la libre maternidad solicitando que la votación fuera secreta y tuvo 25 votos a
favor, 40 en contra y 3 abstenciones. Sin embargo se logró si ningún voto en contra que fuera aprobado la
adecuada y efectiva participación de las mujetes en los niveles decisotios de la administración pública. [Ta-
mayo 1996].
[297]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
R E T R O C E S O S PARA LA R E G I Ó N EN LA R E G L A M E N T A C I Ó N
DE LA C O N S T I T U C I Ó N
LA FÍNANCIACÍÓN
Las preocupaciones que ocupaban a los deliberantes de este Foro eran los conte-
nidos de las leyes que se expedían para reglamentar la Constitución en materia
de finanzas, inversión pública, manejo de recursos y competencias y los pasos a
seguir para lograr la concreción de la legalidad de la Región. Se evidenciaban
distorsiones en el espíritu de la Constitución en los proyectos de las leyes Orgá-
nicas de Planeación, Presupuesto, de Recursos y Competencias, Ley de Regalías,
Transferencias de la Nación, Ley de Ordenamiento Territorial y Ley de Regio-
nes, como se señala a continuación.
Respecto al Fondo Nacional de Regalías, en la región se partía del criterio de
que las regalías les pertenecen a las regiones y no a la Nación, basado en el pro-
nunciamiento de la Corte Constitucional que estableció que "El subsuelo es del
Estado, que no de la Nación, como en tiempos de la Carta de 1886 (artículo.
332)" y por eso su distribución no podía seguir el mismo método que el resto
de transferencias de la Nación. La preocupación se daba porque el ministro de
Hacienda en ese momento, Rudolf Hommes, había manifestado que "si la bo-
nanza es mayor que la esperada, habrá que modificar la Constitución y la leyes
para limitar las transferencias a las regiones".
En relación con el proyecto de Ley de Competencias y Recursos, las diver-
sas intervenciones mostraban cómo la distribución de los recursos del Estado no
estaba cumpliendo con el mandato constitucional en materia del situado fiscal:
En efecto, la Carta establecía que la distribución del situado fiscal debía reflejar la diná-
mica en las coberturas de los servicios prestados, pero agregaba que dados los bajos
[298]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
LA LEGALIDAD
[299]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
" (...) el ordenamiento territorial del país no era una simple distribución del territorio
sino un proceso profundamente político, esencialmente relacionado con la distribu-
ción y ejercicio del poder. Pero pasaba enseguida a plantear que la regionalización debía
asumirse como proceso gradual y ascendente, para lo cual era imperioso el trámite
oportuno y la entrada en vigencia de la Ley Orgánica de Ordenamiento, que debía
desarrollar los derechos derivados del artículo 287 de la Carta".
A pesar de que se concebía que para constituir la RAP bastaba con la declaración
formal y solemne de la voluntad de asociarse por parte de las administraciones
departamentales, para darle mayor solidez institucional se optaba por promover
una ley que les otorgara funciones y recursos suficientes y que las fusionara con
los Corpes, para evitar potenciales conflictos. Luego, se proponían los compo-
nentes mínimos del perfil institucional de la RAP: un componente jurídico y
jurisdiccional, uno administrativo y laboral, uno patrimonial y otro fimcional-
jerárquico. Después de esto, se manifestaba que tal paso no dejaba satisfechos a
los costeños y que la meta era la RET. A esta posición se adhirió Fals Borda,
porque:
(...) para llegar a la meta regional tenemos que proceder con decisión y energía, com-
prometiendo nuestro liderazgo, pero también tendremos que actuar con prudencia,
con realismo y con el conocimiento de nuestras realidades", en las cuales tendríamos
que "demostrarle al país que sí se puede regionalizar sin destruir a la Nación" y que
esta regionalización "es un proceso complejo y arduo en el que todos estamos implica-
dos, no solo los dirigentes; también las comunidades de base [Fals Borda 1993].
En síntesis, los proyectos de ley para reglamentar la Constitución tenían los si-
guientes problemas según la visión de Elvia Mejía Fernández [ 1993]:
Desarticulación institucional en su presentación, actuando cada entidad de acuerdo
con sus propios criterios, pautas y prioridades; manejo de criterios homogeneizadores,
sin contemplar la diversidad del país; no determinación previa de los costos financie-
ros, sociales y económicos de cada región referente al plan de acción que se le ordenaba
emprender a las regiones en torno a estos proyectos de ley.
[300]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
[301]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
[302]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
9. Las mujeres escogidas fueron: Sonia Moscote Aroca, por el Cesar; Mónica Duran Scott, por el
Magdalena; Eva Herrera Sarmiento, por los grupos del área urbana del Atlántico; Yomaira Gaviria Morales,
por el área rural del Atlántico; Emilse Álvarez de Hoyos, por Sucre; Elfia Mitchel Wrigth, por San Andrés,
Lina Arriera, por Córdoba; Elena González Pérez, por Bolívar; Patricia Murillo, por la Guajira.
10. Estos grupos eran: Centro de Estudios Nueva Guajira; Unión de Mujeres de Bolívar; Corporación
María Cano de Montería; Comité Coordinador de Organizaciones de Mujeres de Sucre; Corporación de
Mujeres Orocomay; Red Local de Mujeres del Cesar; Consejo Local de Mujeres de Barranquilla; Asociación de
Mujeres de Sincerín, (Arjona, Bolívar); Fundimur de Sincelejo; Anmucic - Baranoa; Corporación Volver a la
[303]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
Gente; Coreducar - Gentío Cultural Afrocaribe; Mujeres de la Federación Comunal del Arlántico; Corpadec,
Área Mujer de Sincelejo; Unión de Ciudadanas de Colombia de Ciénaga; Fundación Nuevo Horizonte; Revis-
ta Chichamaya; Asociación de Mujeres de La Guajira; Asociación Femenina de San Pedro de la Sierra, Asofesan;
Fundación Familiar Cartagena; Mujeres Movimiento Madera; Mujeres de Fé y Alegría; Mujeres de Santa Rira;
Mujeres de Anthoc; Casa de la Mujer de Riohacha; Asociación de Mujeres en Acción de Valledupar; Orga-
nización Femenina de Córdoba, Orfedec; Fundación Foro-proyecto Mujer y Participación; la Asociación
departamental de Mujeres del Atlántico y Corpadec, Área Mujer de Barranquilla.
[304]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
1306]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
[306]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
12. Las participantes de la subcomisión Mujer y Género en la Segunda Jornada preparatoria al VI Foro,
llevada a cabo en Valledupar el 24 y 25 de Abril de 1996, fueron: Ángela María RodrígueZ, del Taller Prodesal;
Isabel Tavera, de Orfedec; Zulma Zequeira, de la Red de Mujeres del Cesar; Blanca Moreno, de la Red de
Mujeres Rurales; Luz María Tobio, del Comité Coordinador de Mujeres de Sucre; Sarai Pastor, de la
Gobernación de Sucre; Alexis Zapata, de la Gobernación de Córdoba; Mábel Granados, del Programa
Mujer Rural de Aracataca; Alba de Pérez, Primera Dama del Dpto. De Sucre; Sonia Moscote, de la
Oficina de la Mujer de Valledupar; Minerva Bonfante, de la Secretaría de la Mujer de Córdoba; Jaidy Madera,
de la Corporación María Cano; Lucila Barrera de Pimienro, Primera Dama del Cesar; Melba Benavides, de la
Alcaldía de Barranquilla; IdaJith Monroy, de la Oficina de la Mujer Rural del Ministerio de Agricultura; Maria
Del Rosario Eljaik, del Corpes; Divina Polo De La Rosa, de la alcaldía de Suán, Atlántico; Remedio Díaz
Martínez, de Asomuva; Jorge Iván Marín, de la Dinem; Milene Gutiérrez, de la Casa de Gobierno de Rioha-
cha; Elizabeth Peinado, de la Gobernación de la Guajira y Yusmidia Solano Suárez, de la Red de Mujeres de la
Región Caribe.
13. En Barranquilla, el 9 y 10 de Mayo, se hacen presentes además de la gran mayoría de las asistentes
a Valledupar, Acela Gutiérrez, por la Revista Chichamaya; Eva Herrera, de Caribe Mujer; Yomaira Gaviria
Morales, de la Red de Mujeres Comunales; Ana Silvia María, de la Red de Mujeres de Sucre; Cecilia Galea-
no, del Área Mujer de la Gobernación del Atlántico; Raquel Martínez, de la Oficina de la Mujer de Barranquilla
y Mónica Duran de la Corporación de Mujeres Orocomay y de la Red de Mujeres de la Región Caribe.
[307]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
por el Corpes. La presión de las mujeres por la presentación en plenaria del do-
cumento garantizó que esto se diera a pesar de la oposición inicial de los
organizadores, y finalmente, el 10 de octubre de 1996, en una de las sesiones del
Foro, Yusmidia Solano Suárez, a nombre del equipo de trabajo de Mujer y Géne-
ro presenta en Montería la ponencia denominada "La Región desde las Mujeres",
en donde se llama la atención sobre la tesis de Agnes Heller respecto a que los
cambios propuestos y generados por el movimiento de mujeres es la tendencia
fundamental en los movimientos sociales y culturales del siglo XX, para pasar
enseguida a presentar datos sobre la situación de las mujeres en la Región, seña-
lando que el nivel de desempleo de las mujeres era de 19.04%, frente a 9.54% de
los hombres.
Se mostró que el porcentaje de mujeres desplazadas en la Región, en depar-
tamentos como Córdoba alcanzaba el 54% del total de estos. Se expusieron los
antecedentes que dieron lugar a esa ponencia en el VI Foro, y se explicaron los
contenidos del modelo de desarrollo humano sostenible que se proponía para la
Región, considerando no sólo los recursos naturales sino también la paz, un
ambiente social democrático, autonomía y derechos humanos, distribución equi-
tativa del ingreso, inversión social del Estado y la participación, la equidad y el
empoderamiento para las mujeres.
Finalmente se hicieron las propuestas que fueron acogidas como conclusio-
nes: necesidad de concertación entre las organizaciones de mujeres, la sociedad
civil y el Estado para canalizar esfuerzos, talento humano y económico para avan-
zar en la consolidación de las políticas que beneficien el cambio en la posición y
condición de las mujeres; institucionalizar programas de atención y reubicación
de mujeres desplazadas, que les garanticen vivienda, generación de ingresos, sa-
lud y educación; fortalecer las instancias de aplicación de la EPAM en los
departamentos, elevándolas a la categoría de secretarías de despachos en caso de
que fueran oficinas; creación de una escuela regional de capacitación y liderazgo
para mujeres y creación y fortalecimiento de centros de información y documen-
tación para las mujeres en las universidades públicas [Corpes 1996].
Con estas definiciones como ganancias en su primera incursión pública en
los Foros, la Red de Mujeres de la Región Caribe y sus aliadas, habían ganado
una batalla importante en el reconocimiento de las mujeres y del feminismo en la
Región. Se demostró que se tenía formación teórica y política, tradición de orga-
nización, conocimiento de los procesos del movimiento de mujeres, capacidad
[308]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
SE INSISTE EN LA REGIONALIZACIÓN
[309]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
[310]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
LA R E G I O N A L I Z A C I Ó N EMBOLATADA
[311]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
14. El Programa que adelantó la Corporación Caribe Joven se desarrollo en dos municipios del Adán-
rico, Malambo y Puerto Colombia, tenía como objetivo establecer el concepto de región en la comunidad y
sus implicaciones. Entre octubre y noviembre de 1998 aplicaron 440 encuestas (293 en Malambo y 147 en
Puerto Colombia), mecíante las cuales se supo que hay poco conocimiento sobre el tema, pero mucho
interés en trabajar por el desarrollo de la Región. Se estableció que el 52% de los encuestados desconoce la
Constitución y el 95% ignora los artículos 306 y 307 que tratan sobre la RAP y la RET. La experiencia se
replicaría en Soledad y Galapa, hasta cubrir todo el departamento del Atlántico y luego toda la Costa. La
Corporación recibió apoyo de la Gobernación del Atlántico, las universidades del Norte, San Martín, Libre,
Atlántico y la CUC. "Que pasó con el tema de Región?. El Tiempo Caribe. Barranquilla, 11 de Mayo de
1999. Pág.5.
[312]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
[313]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
PRINCIPALES LECCIONES
1. En los dos temas que nos ocupan, los objetivos que se buscan se impulsan
desde movimientos policlasistas, atendiendo demandas democráticas de re-
distribución de recursos y de reconocimientos culturales: Equidad en el
manejo del territorio, desde el proceso de regionalización de la Región Ca-
ribe, y equidad entre los géneros desde el Movimiento de Mujeres.
[314]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
[316]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
[316]
PROCESOS DE LA REGIÓN CARIBE Y EL M O V I M I E N T O DE MUJERES EN T O R N O A LA C O N S T I T U C I Ó N
BIBLIOGRAFÍA
1996. Conclusiones del 6 o Foro del Caribe Colombiano. Santa Marta: 25 de octubre.
ESPINOSA FACIOLINCE, Carlos
1990. "La reforma del Estado y el desarrollo político". Memorias TV Foro del Caribe Colombiano.
Cartagena: Corpes.
FALS BORDA, Orlando
1998. La insurgencia de las provincias. Hacia un nuevo ordenamiento territorialpara Colombia. Bogotá:
Iepri, Universidad Nacional - Siglo XXI Editores.
1993. "Tenemos que regionalizar sin destruir la nación". Memorias del VForo del Caribe Colombiano.
Barranquilla: Corpes.Tomo II.
GUTIÉRREZ GONZÁLEZ, Acela
1998. "Visión de una región desde la perspectiva de género". Ponencia de las Mujeres al VII Foro del
Caribe Colombiano. Barranquilla, 23 de julio.
MEJÍA FERNÁNDEZ, Elvia
1993. "El Caribe colombiano hacia el siglo XXI". En: Documentos n° 11. Barranquilla: Ceres,
Universidad del Norte.
Ministerio del Medio Ambiente
1995. "Unidad de género". Apoyo institucional a la política de equidad y participación de la mujer.
Bogotá: Epam, diciembre.
Red de Mujeres de la Región Caribe
1994. "Acta de Constitución". Santa Mana, 26 de noviembre.
RODADO N O R I E G A , Carlos
1993. "Recursos, competencias y desatrollo social". Memorias del VForo del Caribe Colombiano.
Barranquilla: Corpes. Agosto. Tomo II,
[317]
YUSMIDIA SOLANO SUÁREZ
[318]
EL DIFÍCIL C A M I N O HACIA LA LAICIDAD.
y el episcopado colombiano
RICARDO ARIAS
UNIVERSIDAD DE I O S ANDES
INTRODUCCIÓN
[319]
RICARDO ARIAS
LA L A I C I D A D
[320]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A RELIGIOSA DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
de religión: "Ese camino accidentado, recorrido desde hace dos siglos, es la solu-
ción laica, que se substituyó paulatinamente a una solución religiosa incapaz de
hacer frente a la aparición de nuevos problemas" [ibid.: 8].
Contrariamente a lo que muchos creyeron, el desarrollo de la laicidad no
conllevó al fin de la religión. En realidad, no era cuestión de reemplazar una dis-
criminación, de tipo religiosa, por otra, laica. Lo que se buscaba era precisamente
suprimir esas formas de exclusión, pasando "de un espacio cerrado en virtud de
una verdad que excluye el error a un espacio abierto en nombre de las libertades
reconocidas a todos" [ibid.: 9]. Por lo tanto, el paso de la catolicidad a la laicidad
implica la búsqueda y la instauración de un acuerdo general: el entendimiento y
la armonía que aseguran la existencia de una sociedad plural [ibid.: 55]. Tenien-
do en cuenta estos objetivos y características, la laicidad no es tanto una doctrina
o una metodología que permita un debate permanente entre todos los indivi-
duos sin excepción alguna, pues se parte del principio según el cuál todos somos
iguales, y por lo tanto no hay sectores superiores ni ciudadanos de segunda cate-
goría. Precisamente, de acuerdo con E. Poulat, en eso consiste la "solución laica",
en el acceso a una sociedad abierta de la que nadie puede ser excluido: "...la
laicidad, antes que todo (...) es el fortalecimiento de la conciencia y de su liber-
tad (...). La laicidad no es el triunfo del Estado sobre la Iglesia en torno al control
de las conciencias. Es (...) una reconstrucción (refondation) de la sociedad por
medio del reconocimiento a todos de un derecho natural a la libertad pública de
conciencia" [ibid.: 102].
Entonces, la laicidad, hoy en día, se asemeja a una especie de a r t de vivre
[Bauberot 1990] y va mucho más allá del campo estrictamente religioso, pues
concierne a los grandes problemas de la sociedad, como el progreso científico en
sus relaciones con la sociedad, los problemas éticos propios al mundo moderno,
y la lucha por la igualdad social, puesto que las desigualdades conducen a todo
tipo de exclusiones.
En el caso colombiano, hablar de laicidad en ese sentido resulta bastante
comprometedor. Un rápida mirada a la historia del país permite comprobar que,
en efecto, ese a r t de vivre relacionado estrechamente con el pluralismo y con
espacios públicos de discusión se ha visto seriamente comprometido por una
larga historia de violencias y exclusiones de todo tipo. Veamos rápidamente los
intentos que, en el pasado, se hicieron para impulsar una política laica.
[321]
RICARDO ARIAS
EL LIBERALISMO RADICAL, A L F O N S O L Ó P E Z P U M A R E J O
Y LA LAICIDAD
El primer intento laico se remonta a la segunda mitad del siglo XIX: en ese mo-
mento, los liberales radicales, en nombre del "progreso" y de la "modernidad",
pretendieron limitar de manera sustancial el poder de influencia de la Iglesia
católica en la sociedad colombiana. Para lograr ese objetivo, recurrieron a una
política abiertamente anticlerical, inspirada en las experiencias de Europa y de
otros países de América Latina. La separación Estado-Iglesia, el fin de los privi-
legios fiscales y jurídicos del clero, la educación laica, la desamortización de los
bienes eclesiásticos, el matrimonio civil, el divorcio, entre otros, fueron parte esen-
cial del régimen religioso impuesto por los gobiernos radicales. Pero los esfuerzos
resultaron decepcionantes: a finales del siglo XIX, la "regeneración" puso fin a
esta primera experiencia laica mediante una nueva Constitución (1886) y un con-
cordato (1887) que, convertidas en las bases del Estado confesional, le permitió
a la Iglesia católica no sólo recuperar buena parte de sus privilegios sino que,
además, reconoció la utilidad social y moral del catolicismo.
Varias décadas después, el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-
1938) enarboló nuevamente las banderas de la laicidad. La reforma religiosa
planteada perseguía objetivos cuya consecución era esencial en el marco general de
la "revolución en marcha". No se trataba de doblegar a la Iglesia, tampoco de rele-
gar al clero a los asuntos puramente espirituales. El gobierno buscó el progreso del
país impulsando una educación laica, inspirada en el espíritu científico y racional.
De otra parte, la laicidad también debía contribuir a la pacificación del país: un
Estado laico era, en efecto, el mejor antídoto para acabar con la politización del
clero, un viejo problema que a lo largo de la historia había provocado todo tipo de
enfrentamientos entre los liberales y los sectores clericales. Finalmente, la laicidad
también reflejaba el deseo de López de adaptar el país a los profundos cambios
registrados en la sociedad colombiana en los últimos años. Los resultados, una vez
más, no estuvieron a la altura de lo prometido: la oposición de la Iglesia y del Par-
tido Conservador, así como las contradicciones del liberalismo y del propio
mandatario, exphcan el pobre balance de esta segunda reforma laica [Arias 2000].
Después de estos dos intentos fallidos por parte del liberalismo, la Asam-
blea Nacional Constituyente elegida en 1990 sentó finalmente, en las postrimerías
del siglo XX, las bases de un Estado laico. Veamos de qué se trata.
[322]
EL CAMINO HACIA LA LAICIDAD. LA REFORMA RELIGIOSA DE 1 9 9 1 Y EL EPISCOPADO
LA L A I C I D A D EN EL N U E V O R É G I M E N R E L I G I O S O
Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y
trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades
sin ninguna discriminación por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, len-
gua, religión, opinión política o filosófica. El Estado promoverá las condiciones para
que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados
o marginados (...)
Estas disposiciones están dirigidas a las mujeres (Artículo 43), homosexuales, et-
nias, etc. El caso de estas últimas, en particular de los indígenas, ilustra el alcance
de las nuevas medidas. La población indígena corresponde apenas al 2 por ciento
del total de la población nacional, pero es mayoría en muchas regiones del país. De
acuerdo con la Constitución, el indígena es un ciudadano que goza de todos los
derechos y libertades reconocidos por las leyes; pero en tanto que miembro de una
cultura particular, sus costumbres, su lengua, sus valores y su concepción de la vida
son plenamente respetados: "El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y
cultural de la Nación colombiana", reza el artículo 7, lo cual se traduce en liberta-
des para que los indígenas ejerzan su propia justicia, administren sus resguardos,
preserven su tierra sin temor a que le sean expropiadas, etc.
La Asamblea Nacional Constituyente, ANC, también reconoció el oluralis-
mo religioso y, sobre todo, la libertad y la igualdad de todas las religiones ante la
ley. En este sentido, la nueva Constitución significó el paso de un Estado confe-
sional a un Estado que, en nombre de la igualdad y la libertad religiosas, adopta
una estricta neutralidad en materia religiosa. El artículo 19 es el eje central de la
[323]
RICARDO ARIAS
nueva política religiosa: "Se garantiza la libertad de cultos. Toda persona tiene de-
recho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual o colectiva.
Todas las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley".
Una mirada al contenido de este enunciado y a sus numerosas implicaciones,
permite apreciar el alcance de la nueva norma. En primer lugar, se observa que dicho
artículo está inscrito en el Capítulo I de la Carta de Derechos, es decir, que en el
marco del nuevo ordenamiento constitucional la libertad religiosa es considerada
como uno de los derechos fundamentales, tan importante como el derecho a la vida.
Segundo, se trata de una libertad total, pues no se encuentra condicionada ni limitada
por ningún factor. Tercero, además de la libertad, se consagra la igualdad de todas las
confesiones religiosas ante la ley. Esto es, en nombre de la igualdad, no puede haber
una religión con mayores derechos que otras, por lo cual el Estado se ve obligado a
observar una rigurosa neutralidad frente a todas las Iglesias y confesiones religiosas,
no sólo para respetar la igualdad religiosa, sino también, para asegurar el pluralismo
de la Nación colombiana, reconocido en el artículo 1.
1. El texto del preámbulo dice así: "El pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano, repre-
sentado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional Constituyente, invocando la protección de Dios, y con
el fin de fortalecer la unidad de la Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la
justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y
participativo que garantice un orden político, económico, social, justo, y comprometido a impulsar la inte-
gración de la comunidad larinoamericana, decreta, sanciona y promulga la siguiente Constitución...".
[324]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
[326]
RICARDO ARIAS
LA R E F O R M A RELIGIOSA Y EL E P I S C O P A D O
2. Más adelante, cuando el Congreso avala las determinaciones de los constituyentes, amplía las causas
para obtener el divorcio: consentimiento mutuo, infidelidad, ultrajes, trato cruel, embriaguez habitual, etc.
[326]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A RELIGIOSA DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
3. Para un mayor desarrollo sóbrelos temores de Roma frente a la secularización véase Luneau [1989].
[327]
RICARDO ARIAS
FE Y CULTURA
[328]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
desconoce los derechos jurídicos y naturales de la Iglesia. Es por ello que el clero
no ha ahorrado esfuerzos para condenar una política que podría generar -como en
una oportunidad se lo hizo saber al entonces presidente César Gaviria- "una
controversia religiosa de proporciones imprevisibles" .
En torno a los debates sobre la educación, no obstante los prelados se mues-
tran favorables a la libertad de enseñanza reconocida en la nueva Carta Política,
insisten en que una educación adecuada debe sustentarse en la moral y en la
religión; es decir, la libertad de enseñanza no permite prescindir de la formación
religiosa: "Si bien la Constitución tutela el derecho de los padres para escoger el
tipo de educación para sus hijos de acuerdo con sus convicciones, es importante
que en la legislación posterior quede muy claro el derecho que los niños yjóve-
nes tienen a la enseñanza religiosa y de aprender con verdad y certeza la religión
a la que pertenecen" [Rubiano 1991].
As así como, en 1992, el episcopado manifiesto su gran preocupación ante
el proyecto de educación presentado por el gobierno, en el cual el área moral y
religiosa figuran como una materia optativa -y no obligatoria- dentro de la ense-
ñanza primaria y secundaria. Las advertencias del monseñor Rubiano son bastante
elocuentes: "Los católicos no pueden permitir que con el pretexto del pluralis-
mo religioso y de la no confesionalidad del Estado, en sí legítimo, caiga el país en
un secularismo que ignore y rechace a Dios y pretenda sacarlo de la familia y de
la escuela" [Asamblea Plenaria Ordinaria 1993: 8].
Las pretensiones de la Iglesia no se limitan simplemente a exigir la inclusión
de la religión en el curriculum escolar, pues no se trata, por supuesto, de impartir
cualquier religión. Por el contrario, en la medida en que la enseñanza cumple
una función determinante como "formadora de personas", resulta "lógico" que
la educación "tiene que responder a la identidad y a la cultura de los pueblos y,
por consiguiente, la educación religiosa y moral en Colombia tiene que corres-
ponder a la identidad y a la cultura de la mayoría del pueblo colombiano" [ibid. ].
En nombre no sólo del derecho de las mayorías, sino también de la armonía
social, los obispos ya le habían advertido al presidente Gaviria -en la carta citada-
que el Estado no puede desconocer la importancia de este tipo de enseñanza:
(...) una formación integral, concebida dentro del marco de la identidad de la Nación,
debe ser respetuosa de la voluntad de los padres de familia. Es más antidemocrático ceder
4. Carta de todos los obispos de Colombia al doctor César Gaviria Trujillo (11 de julio de 1992).
[329]
RICARDO ARIAS
a las exigencias injustificadas de las minorías cuyos derechos, por otra parte, garantiza la
Constitución, que desconocer las justas exigencias de las mayorías del país cuya volun-
tad, en esta materia, estamos seguros de interpretar. La paz y la armonía del presente y del
futuro están íntimamente vinculados con la garantía de la educación religiosa.
Estas declaraciones reflejan la enorme dificultad que tienen las jerarquías ecle-
siásticas para adaptarse a un nuevo orden constitucional, en el cual los privilegios
históricamente reconocidos a la Iglesia católica han desaparecido. Y más allá de
esto, lo que resulta significativo es la lucha enconada que adelanta el clero para
evitar que el catolicismo deje de ser el elemento unificador de los colombianos.
El otro punto del concordato que preocupa al episcopado es el del matrimo-
nio. Tan pronto la ANC reconoció los efectos civiles para los matrimonios religiosos,
monseñor Rubiano dirigió un comunicado a los "fieles católicos" recordándoles
que "la Iglesia no aprueba el divorcio ni ha derogado sus principios doctrinales";
por lo tanto, quienes se han casado por la Iglesia católica no pueden divorciarse ni
mucho menos, si no quieren ser adúlteros, volver a contraer nupcias, "aun cuando
el Estado disuelva o anule los efectos civiles" del matrimonio [Rubiano 1991:33].
Por entonces, las encuestas señalaban que "más del 72% de los colombianos
respaldan el divorcio" [El Tiempo 22 de marzo de 1991], haciendo explícito el
creciente distanciamiento entre la Iglesia y la población. Tiempo después, el epis-
copado manifestaría: "Si para algunas personas se ha dado solución civil a
problemas de convivencia matrimonial o material, para otras se abre un abismo
de inseguridad. Las vidas de los cónyuges y sus hijos menores y, en no pocos
casos, de los padres ancianos quedan a la merced de la fragilidad de un vínculo
debilitado por la nueva ley" [El Tiempo 28 de septiembre de 1991], evidencian-
do así la preocupación de cómo la legalización del divorcio sería la causante de
serios daños para la estructura familiar.
En el mismo sentido, en la citada carta al presidente Gaviria, los obispos
señalaban que los graves problemas que afectan al país se explican por el
"deterioro moral", el cual, a su vez, se halla "indudablemente vinculado a la
pérdida de valores cristianos tradicionales". Por tal razón, los prelados se muestran
preocupados porque "en esta hora de caos", el Estado, "por iniciativa del gobierno
o con su colaboración indispensable", insiste en herir "mortalmente, con una
fácil legislación divorcista, la familia, célula fundamental de la sociedad", abriendo
así el camino "a males irreparables para el pueblo colombiano".
[330]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A RELIGIOSA DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
EL ABORTO
5. En particular la encíclica Veritatis splendor [1993]. Esta también condena, con la misma energía, la
eutanasia, los métodos anticonceptivos, el sexo prematrimonial, la inseminación artificial, la masturbación,
el homosexualismo, todos ellos males del mundo moderno y de la crisis moral. Pocos días después de darse
a conocer la encíclica, una encuesta realizada entre católicos de las cuatro principales ciudades colombianas,
muestra que el comportamiento sexual de los encuestados se aleja de las noratas establecidas por la Iglesia: el
44% revela que ha tenido relaciones prematrimoniales, el 59% utiliza métodos anticonceptivos y el 55% se
muestta en desacuerdo con las disposiciones tomadas por el papa en Veritatis splendor, [cfr. El Tiempo, 13 de
octubre de 1993].
[331]
RICARDO ARIAS
a favor del aborto en casos extremos, no impulsaron ninguna medida en ese sen-
tido, como tampoco lo hicieron sus colegas hombres .
Por su parte, los candidatos a las elecciones presidenciales de 1998 -liberales,
conservadores, militares e "independientes"- abordaron el tema con mucha incomo-
didad y ninguno respaldó algún tipo de iniciativa a favor del aborto. Incluso,ponentes
de un nuevo proyecto concluyeron que, "después de recibir cartas firmadas por mi-
les de colombianos, (...) el país todavía no está preparado para la despenalización del
aborto en algunos casos", por lo que decidieron excluir de su propuesta varios pun-
tos que inicialmente habían contemplado [El Tiempo 7 de diciembre de 1998]. Y, en
el marco de una sesión especial de la Asamblea de las Naciones Unidas, realizada en
junio del 2000, en la que diferentes gobiernos, entre ellos el de Colombia, debían
ratificar un tratado que buscaba eliminar las formas de discriminación de la mujer, los
representantes colombianos declararon: "Ante el dolor (...) del pueblo colombiano
por causa de la violencia generalizada tenemos un compromiso inequívoco con el
derecho a la vida. Por lo tanto, rechazamos enérgicamente toda acción que signifique
su amenaza, incluyendo el aborto provocado" [El Tiempo 11 de junio de 2000].
EL PLURALISMO RELIGIOSO
6. De las cuarto mujeres, —entre un total de 74 miembros— dos hacían parte de la Alianza Democrá-
tica M-19, una de la UP y la otra pertenecía al partido liberal. [El Tiempo, 16 de abril de 1991].
[332]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
La Iglesia Católica no reclama privilegios, pero sí que se respeten sus derechos, se apre-
cien los grandes servicios que por siglos ha prestado en lo cultural y social a las diversas
regiones de Colombia, y se tenga en cuenta el innegable hecho de la fe y tradiciones
católicas de nuestra Nación. (...) no podemos caer en un relativismo religioso que ter-
mina por pensar que da lo mismo profesar cualquier religión".
UN GOLPE AL CONCORDATO
[333]
RICARDO ARIAS
8. La vicaría castrense existe desde 1949. Dado el monopolio del catolicismo, los miembros de la
institución militar sólo podían contar con la asistencia espiritual del clero católico.
[334]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
Con razones muy similares a las que legitimaron el desmonte del concordato, nue-
vamente, tras una solicitud del Procurador, la Corte constitucional, en 1994, puso
fin a la consagración del país al Sagrado Corazón. A los lamentos tradicionales de
lajerarquía eclesiástica, se sumaron los de El Tiempo', el cual abrió sus páginas a la
Sociedad colombiana de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, TFP [ 1994]
que pronosticó la reanudación de las guerras de religión, que han estallado cada
vez que se ha atacado a los sentimientos católicos del país [ibid. ]. Según la senten-
cia de la Corte, la consagración a un símbolo religioso obliga al jefe del Estado a
hacer manifestaciones públicas en favor de un culto determinado, es decir que se
trata de una forma de "colectivizar una fe" [El Tiempo 5 de agosto de 1994],
EL "CONCORDATO EVANGÉLICO"
9. Anteriormente, las páginas editoriales de este diario habían manifestado su molestia porque se
querían desconocer "costumbres y tradiciones que se deben respetar porque calan ya profundamente en los
sentimientos de la ciudadanía" [El Tiempo, 18 de abril de 1994].
[336]
RICARDO ARIAS
Algunos de los debates que hemos mencionado en los últimos párrafos remiten a
un problema de gran importancia, la moral. Es frecuente escuchar, por parte de
la Iglesia católica, que las diferentes crisis por las que ha atravesado el país tienen
todas un origen común: la sociedad, las instituciones, el individuo, se han alejado
de las pautas morales trazadas por el cristianismo. La solución, por lo tanto, está
en volver a esos valores. Eso es precisamente lo que dice el episcopado en los
años d e l 9 9 0 , cuando el país atraviesa por momentos particularmente críticos:
su interés por la educación religiosa, su rechazo a una serie de prácticas asociadas
con la "secularización" y cada vez más extendidas en la sociedad, hacen parte de
esa lucha que libran los obispos para implantar una moral que responda
plenamente a los preceptos que ellos defienden y que llaman "cristiana".
Otros sectores, sin embargo, señalan que los valores morales que ha buscado
imponer la Iglesia no resultan ya adecuados para los nuevos tiempos y en lugar
10. Esta última medida fue adoptada pot el siguiente gobierno. Podemos mencionar otras dos decisio-
nes, tomadas a finales de la década de los años de 1990, que ilustran el deseo de la Procuraduría y de la Corte
por adaptar la legislación al espíritu laico de la Constitución. Se acepta que los jóvenes mayores de 18 años que
realizan estudios en algún establecimiento religioso pueden aplazar la prestación del servicio militar obligato-
rio, independientemente de la religión que practiquen. Hasta entonces, los únicos que se beneficiaban con esta
medida eran los estudiantes que siguieran estudios en centros católicos. En el mismo sentido, una sentencia de
los magistrados prohibe que los homosexuales, considerados hasta entonces jurídicamenre como delincuentes,
sean rechazados como maestros y como miembros del Ejército por sus orientaciones sexuales.
[336]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A RELIGIOSA DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
de una moral cristiana o religiosa, proponen una moral "laica" o "civil". Hacia
finales de los años 80, el entonces director del Cinep sugiere dos hipótesis para
explicar el vacío ético que caracteriza a la sociedad colombiana. En primer lugar,
el padre Francisco de Roux recuerda que las jerarquías eclesiásticas centraron
todo su interés en el desarrollo de una "civilización católica" o de una "comunidad
religiosa", relegando a un segundo plano la construcción de una "civilización
estatal" o de una "comunidad civil"; es decir, "lo importante para la Iglesia era
hacer buenos católicos y eso no coincidía necesariamente con hacer buenos
ciudadanos". De Roux sostiene que el progresivo declinar de la moral religiosa,
más notoria a partir de los años 60, no se ha visto acompañado por el surgimiento
y consolidación de una ética cívica "que sustituya lo que antes se cumplió como
mandamiento divino" [De Roux 1987].
En 1991, en un informe sobre los derechos humanos, el entonces Procurador
Arrieta sostiene que la crisis que vive el país no es ajena a una "falla en la moral
cristiana" y, de manera muy rápida y vaga, lanza la propuesta de crear una "religión
civil" o una "ética laica", inexistente en el país, concluye el alto funcionario. La
propuesta no merece mayor debate por parte de la Iglesia, como tampoco por
parte de otros sectores de la sociedad: el presidente de la CEC, Rubiano, rechaza
las acusaciones y la iniciativa del Procurador, afirmando que "su propuesta de
construir la religión civil o la ética laica parte de un supuesto falso: que los valores
de la moral católica perdieron vigencia". Y termina cuestionando la utilidad de
una nueva ética laica, si finalmente ésta también tiene que reconocer los mismos
principios que siempre ha defendido el cristianismo: "el valor de la vida humana,
de la dignidad de la persona, de la unidad de la familia, del respeto a todos los
Derechos Humanos" [El Tiempo, 4 de octubre de 1991] 1 1 .
La elaboración de ese tipo de "moral civil" o "laica" no es tarea fácil. Por una
parte, la Iglesia católica sigue oponiendo una férrea resistencia a los proyectos
estatales que buscan la "modernización ética", como se aprecia en los casos del
aborto, del divorcio, de la eutanasia, etc. . La propia Corte Constitucional,
11. Monseñor Castrillón sostiene que una ética basada en el consenso, en lo que "la mayoría cree que
está bien, puede set manipulada y muy peligrosa". Los horrores cometidos por Hitler, sostiene el prelado,
tuvieron como base una ética compartida por muchos alemanes...; cfr. El Tiempo, 20 de septiembre de
1992.
12. Para conocer la reacción del episcopado frente a la aprobación de la eutanasia para los enfermos
terminales. Véase El Tiempo, 22, 24 y 28 de mayo de 1997.
[337]
RICARDO ARIAS
13 . El fallo definitivo afirma que el Estado no puede exigirle a nadie "conductas heroicas, menos aún
si el fundamento de ellas está adscrito a una creencia religiosa o a una actitud moral que, bajo un sistema
pluralista, sólo puede revestir el carácter de una opción (...). Quien vive como obligatoria una conducta, en
función de sus creencias religiosas o morales, no puede pretender que ella se haga coercitivamente exigible a
todos; sólo que a él se le permita vivir su vida moral plena y actuar en función de ella sin interferencias"
[Sentencia C-239 de 1997].
14. Salvamento de voto del magistrado Vladimiro Naranjo, 11 de junio de 1997; cfr. Sentencia C-
239/97.
15. Se trata de la ley 153 de 1887, artículo 13, según el cual "la costumbre, siendo general y conforme
con la moral cristiana, constituye derecho, a falra de legislación positiva".
[338]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
16. La abogada Ana María Niero me prestó una gran ayuda en el tema de las sentencias de la Corte
Constitucional.
[339]
RICARDO ARIAS
[340]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
nales, reproducen el mismo sistema que han defendido tanto el Estado como la
Iglesia católica: representación corporativista (negación del sujeto), jerarquiza-
ción (ausencia de igualitarismo) y autoritarismo (ausencia de consenso y de
participación). En otras palabras, no ofrecen nada para la construcción de la de-
mocracia. La aparición en el escenario político de estos nuevos partidos de tipo
confesional y la competencia que han desatado en el frente religioso cuestionan-
do el monopolio ejercido por la Iglesia dominante, no se han traducido en el
ofrecimiento de nuevas alternativas sociales que remedien la situación de injusti-
cia y de exclusión de los fieles [Ibid.: 170-174].
CONCLUSIONES
[341]
RICARDO ARIAS
[342]
EL C A M I N O H A C I A LA L A I C I D A D . LA R E F O R M A R E L I G I O S A DE 1 9 9 1 Y EL E P I S C O P A D O
BIBLIOGRAFÍA
ARIAS, Ricardo
2000. "Estado laico y catolicismo integral en Colombia. La tefotma religiosa de Alfonso López
Pumarejo". En: Historia Crítica n° 19, pp. 69-106.
1997. La mutación religiosa de América Latina. Para una sociología del cambio social en la modernidad
periférica. México: Fondo de Cultura Económica.
BAUBEROT, Jean
1990. Vers un nouveau pacte laique. París: Seuil.
BERMÚDEZ, Jaime (dir.).
1996. "Opinión pública y Corte Constitucional". En: Estudios Ocasionales, Cijus, mayo, p 26.
Conferencia Episcopal de Colombia
1990. "Declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Colombia sobre la
Asamblea Nacional Constituyente" (17 de agosto de 1990). En: SPEC, n° 53, 1990, p. 30. Bogotá.
Celam
1991. "Mensaje a la Iglesia en América Latina". En: SPEC n° 55, p. 12. Bogotá.
CEPEDA, Manuel
1992. Los derechosfundamentales en la Constitución de 1991, Bogotá: Temis, Consejería Presidencial
para el Desarrollo de la Constitución.
DE ROUX, Francisco,
1987. "El precio de la paz en el vacío ético y social". Revista Universidad de Antioquia n° 210,
octubre-diciembre, pp. 12-13. Medellín.
GIRALDO J., Alberto
1997. "Alocución inaugural del excelentísimo monseñot Alberto Citaldo Jaramillo arzobispo de Popayán
y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia". En: SPEC. n° 75, junio, p.p. 62-63. Bogotá.
[343]
RICARDO ARIAS
JUAN PABLO II
1992. "Discurso inaugural en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano", Santo
Domingo. En: SPEC. n° 62, octubre-noviembre, p. 18. Bogotá.
LUNEAU, Rene
1989. Le revé de Compostelle. Vers la restauration d'une Europe chrétiennéi París: Centurión.
PÉREZ, Jorge
1988. Constitución política de Colombia comentada. Bogotá: Leyer.
POULAT, Emile
1997. La solution laique laique et sesproblémes. París: Berg International.
RUBIANO, Pedro
1991. "Comunicado del Excelentísimo monseñor Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Cali". En:
SPEC-a." 56, p. 33. Bogotá.
TFP [Tradición, Familia y Propiedad]
1994. "Colombia en la encrucijada: ¿fidelidad a su tradición cristiana u oficialización de la virulencia
laicista?" En, El Tiempo, 16 de junio de 1994.
[344]