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1. GRUPO DE APOYO

- Hola, buenas tardes,- una mujer de rostro afable, cuerpo atlético, edad madura, que
en ningún caso aparentaba, la recibió. - Soy Marta Balaguer, su "asistenta emocional".
Pase, por favor, siéntese, y póngase cómoda.- Su voz sonaba ciertamente confortable.
Cada palabra, cada inflexión de la voz, su tono suave, calmado, pero a la vez
convincente, era minuciosamente pronunciado para infundir confianza en la paciente.
Incluso la decoración o la iluminación de la habitación, y todo lo que está conformaba,
estaba pensado para ello.

- Gracias. - La paciente entró, y la doctora la recibió estrechándole la mano


afablemente. Después de eso, la invitó a que se sentará. Eso mismo hizo ella.

-¿Qué tal el día? -Preguntó ésta intentando ser cordial, para que la paciente se sintiera
a gusto.- Aquí, algo atareados, pero, es lo normal.

- Sí, supongo.- dijo Alicia con cierta timidez. Ella, al contrario que la doctora, tendría
probablemente su misma edad o unos pocos años menos, pero, sin embargo, su porte
era muy diferente. Había algo en la expresión de su cara que le hacía reflejar cierta
medida de angustia, y eso hacía que pareciera incluso mayor que esta. Parecía algo
cohibida, y sus ojos reflejaban una mirada de la cual rezumaba una cierta dosis de
inseguridad.

Eran síntomas que, en absoluto, habían pasado desapercibidos para la doctora


Balaguer. Las mujeres que sufrían algún tipo de violencia de género, generalmente
solían perder parte de su autoestima, aparte de mostrarse temerosas, dubitativas,
nerviosas, como era el caso de Alicia. Y todo eso se reflejaba en su lenguaje corporal.

-¿Cómo te encuentras?

-Bien... Ahora estoy un poco más tranquila.- Contestó Alicia sin saber bien qué decir.
Era evidente que se sentía un poco retraída. Después de todo, era normal que se
mostrara incómoda. La mayoría de las pacientes actuaban así al principio.

-Estupendo Alicia. Eso, sin duda, es una buena señal. Es importante que recuperes no
solo la confianza en ti misma, también la normalidad de tu propia vida. Debes saber
que tú eres la única que tienes las riendas. Y, que hayas dado este paso, así lo
demuestra. Sé que no es fácil, pero verás como todo va a ir bien. ¿Tienes un niño
pequeño, verdad?- La doctora, pese a nunca haber hablado con ella personalmente,
conocía toda su historia; conocía su nombre, su edad, el centro donde había estudiado,

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el nombre de su hijo... pero el hacerle hablar de ello le permitía no solo romper el
hielo, además le daba la oportunidad de que pudiera sentirse más arropada, y pudiera
abrir una puerta emocional hacia el interior de sus sentimientos.

-Sí, se llama Javier, tiene nueve años. Está algo confundido...

-Alicia, ¿Qué te apetece beber? ¿Té? ¿Café? ¿Un poco de agua?

El ofrecimiento de la doctora Balaguer no era simplemente un asunto de cortesía o


amabilidad. Según un estudio realizado por la Universidad de Tokio, un gran número
de pacientes no acertaba a definir bien sus síntomas debido al nerviosismo, a carencias
expresivas, o a sentirse cohibido ante la presencia del facultativo, por lo cual se había
convertido en una práctica común el proporcionarle al paciente un tipo fármaco que lo
desinhibía levemente, siendo así capaz de expresar mejor sus sensaciones y
sentimientos, y haciendo así que el profesional tuviese un cuadro más amplio de lo
que le ocurría a este. Había quedado demostrado que está práctica suponía un ahorro
económico y de tiempo a las Administraciones.

-Un poco de agua está bien.- Indicó Alicia.

Al instante, de una máquina que estaba justo por detrás de la doctora, cayó un vaso de
plástico en una pequeña plataforma, y, a continuación, un chorro de agua que emergió
desde la parte superior, lo llenó. La doctora, naturalmente, alargó su mano y se lo
entregó. Alicia lo tomó, y le dio varios tragos, hasta bebérselo casi por completo.

-Bueno, creo que estábamos hablando de Javier. Es normal que esté un poco
confundido. Son cosas que escapan a su capacidad de comprensión.

-Todo esto es nuevo para él. No entiende, exactamente, qué es lo que ha ocurrido. Lo
único que sabe es que su padre y yo nos hemos peleado. A veces se pone a jugar como
si nada hubiera ocurrido, y, cuando me ve triste o me ve mal, no me hace el menor
caso. Otras veces, sin más ni más, se va a un rincón y se sienta allí, solo, como si
quisiera aislarse de todo, y noto que está pensando, y le pregunto pero nunca me dice
nada. Me tiene muy preocupada.- Contó Alicia, sintiendo ya los efectos del fármaco.

-Aunque no sabe exactamente lo que ocurre, sabe que es algo malo. Sabe que su
padre le hablaba mal a su madre, que la maltrataba de alguna forma. Sabe que su
padre ya no está allí. Sabe que su madre tiene miedo. Y eso es algo difícil de procesar
para un niño. No entiende pero siente. Siente que quiere estar con su padre y siente
que quiere ver bien a su madre. Y, probablemente, habrá episodios en los que te
culpará a ti, y por eso te ignora, y a veces no te hace caso. Puede que sea su forma de
castigarte. Pero a veces, también, es posible que se culpe a sí mismo. Y es entonces
cuando se aísla, y cuando intenta castigarse a sí mismo. En ambos casos, debes tener
paciencia y decirle que lo quieres, y que nada de esto es culpa suya.

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-Sí, a veces lo hago. Pero no sé qué decir cuando me pregunta por su padre.- Confesó
Alicia abatida.

-En ese caso, debes elegir bien las palabras con las cuales le explicas la situación,
siendo sincera, no tratando de engañarle, pero tampoco tratando de utilizar la ocasión
para, de alguna forma, desahogarte con él, ni incidir en la conducta deplorable de su
padre, porque después de todo, es eso, su padre, y a un niño se le hace muy difícil
asimilar que éste se esté portando mal con su madre y con él. Eso, por sí mismo, es
una causa de conflicto dentro de él. Y no queremos aumentar su angustia interna, sino
al contrario, liberarla, apoyándolo y escuchándolo.

-Trataré de hacerlo, doctora. A veces estoy tan frustrada que me pongo a hablarle mal
de su padre, y a decirle que si "es esto o es aquello". Incluso en ocasiones estoy tan
tensa que no sé bien cómo hacer para ayudarle, no sé reaccionar. Sé que eso no le
ayuda, ni a mí tampoco, pero no sé hacerlo de otra forma. Pero voy a tratar de que eso
no ocurra. Es que me siento tan frustrada, tan furiosa y resignada a la vez...

-¿Quieres hablar de ello?

-Sí, lo cierto es que sí. Necesito hablarlo con alguien, sacarlo afuera...- Alicia estaba
realmente destrozada, y no había podido hablar sobre ello con nadie, en realidad.-
Conocí a Marc en el instituto. Al principio era un amigo más. No es que hubiera un
flechazo ni nada parecido. Formaba parte de la pandilla de amigos con la cual salía. Él
tuvo un par de relaciones fallidas y yo también tuve otras. Creo que nuestra relación
cambió en una acampada que hicimos. Ya sabe lo que pasa en esos casos. Diversión,
música, alcohol... El caso es que, a altas horas de la noche, el grupo se fue disgregando.
Cada uno se fue yendo con sus amigos más íntimos, con su pareja, o, simplemente a su
caseta a dormir. Él y yo nos quedamos un par de horas hablando sobre cosas. Supongo
que sentimos una especie de conexión especial, o tal vez fuera el alcohol y la soledad,
no lo sé. El caso es que esa noche acabamos teniendo sexo. Como ocurre en estos
casos, la mayoría de las veces se convierte en un episodio pasajero en el cual uno o los
dos deciden poner punto y aparte. En nuestro caso no fue así. Y no sé por qué. Pero él
y yo seguimos viéndonos, seguimos manteniendo una relación. Confieso que al día
siguiente pensé que pasaría, que no volvería a interesarse por mí. Pero dos días más
tarde me sorprendió cuando me llamó por teléfono, y me invitó a salir. Algún tiempo
después nos fuimos a vivir juntos. Nos queríamos, nos entendíamos, nos
compenetrábamos. Estábamos a gusto el uno con el otro. Él era divertido y atento
conmigo, y eso me gustaba. Estuvimos un año así, sin problemas, y después me quedé
embarazada de Javier. A raíz de eso, decidimos inscribirnos como pareja. Fui yo quien
propuso esa idea, sobre todo por los temas legales. Cuando lo tuve, me planteé
muchas cosas sobre mi vida y sobre mi futuro que antes no había hecho. No sé si fue
por precaución o simplemente por algo de temor. Así que insistí en hacerlo, y él
accedido. Con los años, Marc se fue distanciando de mí. Perdimos esa chispa del

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principio. Incluso cambió su carácter y su forma de comportarse conmigo. No sé cómo
ni por qué. Nuestra situación cambió, poco a poco, aunque más rápido de lo que yo
hubiese podido asimilar. Al principio fueron actitudes desconsideradas. Más adelante
algo más despectivas. Palabras, expresiones, gestos poco amables. Las palabras
pasaron de ser poco consideradas a traspasar el límite de lo que podría ser violencia
verbal. Al principio te dices: "ha tenido un mal día". Pero el peso de la realidad te hace
ver que eso ha dejado de ser algo anecdótico, y se ha convertido en una práctica más
habitual de lo deseado. Eso me hizo cogerle un poco de miedo. Y no es agradable vivir
atemorizada. Cuando la situación se hizo muy tensa para mí, y, sobre todo, muy tensa
para mi hijo, decidí separarme. No sabía cómo hacerlo, pues tenía miedo de dar ese
paso. Y creo que ese fue el detonante para todo. De la violencia verbal pasó al maltrato
físico. No me dejó alternativa. Tuve que sufrir lo que era vivir bajo su mismo techo,
sabiendo que se había convertido en un maltratador. A veces eran empujones, otras
palabras hirientes, o actitudes despectivas. Pero al menos tenía el consuelo de que los
malos tratos se centraban en mí, no en Javier. Bueno, en realidad era una forma de
engañarme. Porque todo lo que ocurría en mi casa también lo maltrataba a él, también
le afectaba él, y muy negativamente. Llegó un momento en que esa situación se hizo
insostenible para mí. No fue por algo en especial que ocurrió, algo concreto. Era por
todo lo que estaba ocurriendo, y todo lo que seguiría ocurriendo. Así que me largué,
cogí a mi hijo y me fui. No lo denuncié, porque no quería realmente hacerle daño, no
quería perjudicarlo de una forma u otra. Solo quería que me dejara en paz. Pensé que
con ese acto de buena voluntad, él lo comprendería, y tal vez me dejaría en paz. Pero
fue una ilusión mía. Comenzó a buscarme por todas partes. Acosó a mis amigos, acosó
a mi familia, y en más de una ocasión estuvo a punto de averiguar dónde estaba.
Incluso aparecía por el colegio de mi hijo tratando de cogerlo a él o a mí. Pero no lo
consiguió. Así que me decidí a dar el paso. Lo denuncié, me separé legalmente, y me
acogí a la Ley de Violencia de Género. Algún tiempo después, nos llamaron a declarar
al juzgado, y a él le pusieron el chip de control... A pesar de eso, no puedo dejar de
estar atemorizada. Sé que ya es mucho más difícil, por no decir prácticamente
imposible, que él se acerque a mí, pero sigo atemorizada. A veces pienso que me lo
voy a encontrar en cualquier esquina, en cualquier lugar, qué va a estar detrás de mí,
siguiéndome.

-¿Sabes que no tienes nada que temer, no? El ordenador central de la policía cuadra tu
posición y la suya cosas por diversos medios... -Informó la doctora.- Cámaras,
sensores... hasta por tu propio móvil. Si el "OCP" capta que él está a menos de
doscientos metros de ti, enviará al agente más cercano. Pero en el supuesto
improbable de que él lograra acercarse a ti antes de que lleguen, el chip le propinaría
varias descargas que le dejaría aturdido, si se diera el caso de que sobrepasara el límite
de ciento cincuenta metros. Así que no tienes nada que temer, querida. Y, dime ¿qué
tal el programa de acogida? ¿Te sientes cómoda?

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-Me está costando un poco. Javier echa de menos la casa, y yo también. Aquello no
está mal, la verdad, pero no es lo mismo. La intimidad es la intimidad. Lo bueno que
tiene es que he conocido otras chicas que están en una situación parecida a la mía, y
he hecho buenas amigas.

-Sí, eso está bien. Tratamos de poner todos los medios necesarios para que vosotras os
encontréis a gusto. Pero, para ser realistas, nunca será lo mismo que la casa de una.
Como sabes, tratamos de dar la máxima protección y acoger lo mejor posible a las
víctimas. De todas formas, no lo veas como una cárcel. Eso es simplemente provisional.
Cuando quieras puedes regresar a tu casa. Pero mi experiencia me dice que aún es
pronto. Al menos hasta que pase un par de meses. Tu marido ha intentado agredirte
varias veces. La última te produjo una pequeña contusión en el brazo. Pasó algún
tiempo en reclusión inducida, y, durante ese período, que fueron unos dos meses, es
posible que haya podido reflexionar y cambiar al respecto. Pero no hay ningún tipo de
garantía. Los sondeos mentales que le hicieron durante ese período, indican que hay
una alta probabilidad de que pueda volver a tratar de hacerlo. Podría intentar
acercarse a ti otra vez, y quizás no tuvieras tanta suerte. De todas formas, como ya te
dije antes, con el chip de control no debes temer nada. Puedes volver a tu hogar
cuando quieras, pero yo te aconsejaría que esperaras algún tiempo, a ver cómo
reacciona él, ahora que está de nuevo en libertad.

-Gracias doctora.- Comentó ella aliviada.

- Si necesitas más soporte emocional, u otro tipo de ayuda, siempre puedes recurrir a
un grupo de apoyo...

-¿Un grupo de apoyo?- repitió Alicia con serias dudas.- No sé si estoy preparada para
eso... Me genera un poco de... dudas. No sé si es buena idea.

- Oh no, querida. Pueden ayudarte de muchas maneras. No te obligarán a hacer nada


que no quieras. Se adaptarán a ti y a tus necesidades. Ellas han pasado por cosas
iguales o peores a las tuyas. Saben cómo manejarse en este tipo de situaciones,
emocional y legalmente. Seguro que te podrán prestar una gran ayuda, en todos los
sentidos. Ya sabes que el juez falló a tu favor, que lo declaró "inestable
emocionalmente y con riesgo de reincidencia". El hecho de que haya sufrido una
condena de "reclusión preventiva inducida", lo coloca en una situación delicada.
Quiere decir que ha perdido gran parte de sus derechos civiles. Si te parece, voy a
descargarte un archivo que te informará, un poco, sobre las posibles opciones. Cuando
estés tranquila, puedes visualizarlo, y pensar en ello. ¿De acuerdo?

-De acuerdo.- Alicia asintió.

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-Descargar archivo sobre el maltrato referencia 3251, en terminal de Alicia Ortega.-
Con estas simples palabras, el sistema lo descargó en su terminal.- ¿Puedo ayudarte
en algo más?

-No. Gracias doctora Balaguer, ha sido de gran ayuda.

-De acuerdo. Muy bien. Ya sabes lo que debes hacer. El sistema se pondrá en contacto
contigo para la próxima consulta. Ya sabes que nuestro sistema legislativo protege más
a la víctima que al infractor. Así que no tienes nada que temer. Que tengas buen día.

Alicia entonces salió de la consulta algo más aliviada.

Esa misma noche Alicia estuvo mirando el fichero que la doctora le había descargado.
Aunque ya se encontraba más tranquila después de lo que ella le había dicho, no podía
evitar sentir cierto resquemor en su interior. Los fármacos anti ansiedad eran
efectivos, pero también eran graduales. Y no se trataba, después de todo, de colocarla
en un estado de irreal euforia, solo de vencer el estrés y superar el temor. Estuvo
repasando un poco los datos estadísticos, en su móvil personal. Los gráficos no
engañaban. A principios del siglo veintiuno, el índice de delitos directamente
relacionados con la violencia de género era brutal. La información indicaba que había
llegado a ser el principal fenómeno social causante de la muerte de mujeres en todo el
mundo. Otra estadística que resultaba escalofriante era que, por cada minuto que
pasaba, se estimaba que cuatro mujeres eran maltratadas, y que siete de cada diez
mujeres sufrían algún tipo de violencia doméstica, en algún momento de sus vidas. A
Alicia le parecía increíble que esto hubiera sido así. Pero las cifras no engañaban. A raíz
de esa vorágine de violencia irracional, la mayoría de los gobiernos comenzaron a
adoptar medidas disuasorias y preventivas, que hicieron que este fenómeno fuera
disminuyendo. Pero, lo cierto era que no había desaparecido. En un mundo tan
avanzado, la violencia no había sido totalmente desarraigada de la sociedad, aunque
está, en su conjunto, no la toleraba. Una de esas medidas había sido el chip de control,
y otro los grupos de apoyo.

En el archivo había mucha información sobre este tipo de grupos. En la intimidad de su


habitación del centro de acogida estatal, dónde se encontraba ella y su hijo, pudo
darle un vistazo con total tranquilidad. Su móvil, sintonizado con sus ondas cerebrales,
hacía que se desplegará toda esta información delante de ella, como un carrusel visual,
formando cascadas de imágenes, que ella manipulaba a su antojo con un simple gesto
de la mano e incluso de los ojos o los movimientos dr su cabeza. De esta forma, ella
fue desplegando las pestañas informativas, una a una, y poniéndose al corriente sobre
este tipo de grupos. Los contenidos se desarrollaban como archivos audiovisuales en
3D, que explicaban lo mismo que la doctora Balaguer le había comentado por la
mañana, en la consulta, aunque eran mucho más abarcadores y detallados, sobre todo

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en lo que tenía que ver con los diferentes grupos que habían disponibles. Estos, por lo
general, no eran simples asociaciones benéficas de mujeres, víctimas del maltrato o
no. Eran agrupaciones legales, micro organizaciones, que se habían fundado
amparadas en la ley, dando soporte no solo al sistema social, también al judicial. Eran,
por lo tanto, una especie de extensión del estado. Alicia comprobó los nombres de las
cinco asociaciones que operaban en la ciudad: "Asociación de Madres Indefensas",
"Agrupación de Mujeres Unidas", "Sociedad Contra la Violencia de Género",
"Agrupación Feminista Cinco de Abril", y la "Organización de Ayuda a las Familias".
Está, precisamente, era la que le quedaba más cercana al centro de acogida, y, tal vez
por esa razón, decidió ponerse en contacto con ella. Al instante, la imagen de una
mujer rubia con el pelo recogido, más joven que ella, y con una mirada llena de
vitalidad y confianza, le dio la bienvenida.

-Hola. Soy Karen. Bienvenida a la "OAF". ¿En qué puedo ayudarte?

-Hola Karen.- Contestó tímidamente.- Soy Alicia Ortega...

-Hola Alicia. Es un placer hablar contigo.

-Gracias... ¿Eres humana o eres...?

-¿Una simulación inteligente?- La mujer sonrió amistosamente.- No, no soy ninguna


simulación ni ninguna inteligencia artificial. Soy humana, como tú. Así que no te
preocupes por nada, estoy segura que podré ayudarte, y entenderte.

Alicia hizo una mueca de conformidad, pero era evidente que sentía un poco cohibida.
Se quedó unos segundos callada, porque no sabía cómo ni por dónde empezar.

-La doctora Balaguer me dio una información sobre los grupos de apoyo. Me dijo que,
bueno, me pusiera en contacto.- Dijo Alicia al fin, como justificando su acción.

-Sí, no te preocupes. Muchas mujeres nos llaman para pedir algún tipo de información,
de asesoramiento, o de ayuda emocional o legal. Si quieres puedo acceder a tu
informe. ¿Me das tu autorización para que lo haga?

-Sí, sí, claro... Doy mi autorización.

Entonces, la mujer que flotaba ante ella de forma tridimensional, descargó los datos, y
estuvo unos instantes, a ojos de ella, mirando como al vacío; en realidad comprobando
su informe.

-Veo qué estás dentro de un proceso abierto. Y que el juez ha dictado a tu favor,
imponiendo un chip de control a tu ex marido. Él fue condenado a dos meses de
reclusión inducida. Además puedo comprobar que estás en un centro de acogida... Has
hecho bien en contactar con nosotras. Podemos ayudarte. Generalmente, aunque la
justicia haya fallado a tu favor, estos procesos suelen cerrarse a los seis meses.

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Estadísticamente, es el periodo más crítico, en el cual el maltratador suele revelar cuál
será su actitud y, por ende, su estrategia. Ahora mismo el juez le ha penado con el
chip, como medida preventiva o disuasoria, dentro del "Estado Preventivo Transitorio
de Protección a las Víctimas". Por decirlo así, un estado intermedio de acción. Es en
este periodo el que decide el próximo paso que dará la justicia. Sí el agresor te deja en
paz, por decirlo de alguna forma, estadísticamente se ha comprobado que este
probablemente no volverá a molestarte.

-Pero ¿no ha habido casos en los que el agresor algún tiempo después... un año, dos
años... no sé, algún tiempo después, a intentado agredir o incluso ha matado a la
víctima?- inquirió Alicia con cierta dosis de vehemencia.

-No es que no haya pasado. Si te dijera eso te mentiría. Han habido casos en los que el
agresor, algún tiempo después ha intentado agredir a la víctima. Incluso alguno que
otro que la ha matado. Pero son casos aislados. No es lo habitual. Date cuenta que el
índice de violencia de género a principios del siglo veintiuno era realmente terrible. El
número de denuncias, por ejemplo, oscilaba en torno a las ciento setenta mil. En
cuanto a violaciones, alrededor de unas mil y pico, y mujeres asesinadas en torno a
unas cincuenta cada año. El índice de este tipo de delitos solía aumentar levemente
cada año. El año pasado, sin embargo, el número denuncias relacionadas con la
violencia de género fueron unas treinta mil. El número de violaciones registradas fue
de ciento siete. Y murieron siete mujeres a causa de esto. No es que nos satisfaga el
hecho de que solo sean siete mujeres, en comparación con las cifras que te he dado
antes. Pero estamos luchando para que el número sea cero. Y creo que vamos por el
buen camino. Estamos trabajando para ello. Así que tranquila, verás como te sentirás
más segura, más fuerte. Te sentirás respaldada con nosotras.

Alicia asintió sintiéndose un poco más tranquila, realmente confortada por las palabras
de esa mujer que irradiaba cierto halo de confianza y seguridad.

-En breve comenzaremos una sesión de terapia de grupo. ¿Por qué no te unes a
nosotras? - Invitó cordialmente la mujer de la "OAF"- Puedes permanecer en el
anonimato, o presentarte a las chicas. También puedes hablar o simplemente asistir.

-Sí, claro...- Respondió Alicia sorprendida. No esperaba una proposición como esa.

-Estupendo. En diez minutos empezamos. Yo contactaré contigo. Si te parece bien, y


como veo que estás algo indecisa, asistirás de forma anónima. Las chicas sabrán que
hay alguien nuevo, pero no sabrán quién eres. Si en el transcurso de la reunión,
cambias de opinión y quieres presentarte, me lo indicas y no hay ningún problema. ¿Te
parece?

-De acuerdo.

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Tal como Karen le había propuesto, a los diez minutos la conectó a la reunión. En un
salón, no demasiado grande, había cuatro personas que asistían de forma física. Una
de ellas, por supuesto, era Karen. Contando con ella, había otras cuatro asistentes
mas, pero de forma virtual. A simple vista, era difícil distinguir unas de otras. La
proyección era muy realista. Por supuesto, si alguien se fijaba en una de estas de
forma cuidadosa, podía percibir un brillo y una transparencia sospechosas, pero lo
cierto era que la tele-presencia estaba muy bien conseguida.

-¿Cómo estáis hoy? - Comenzó Karen.- Bueno, hola chicas, que es lo primero que se
debe decir. Espero que estéis bien, yo también estoy bien. Gracias por asistir, una vez
más.

-Hola Karen.- Contestó una de ellas.

-Hola. Creo que estamos bien.

-Qué bueno. Antes de empezar, como ya habréis notado, tenemos una nueva
asistente.- El hecho era evidente porque uno de los asientos estaba ocupado por una
imagen tridimensional que carecía de rasgos y de textura. Era simplemente una silueta
humana sin definir.- Ella, por el momento, va a permanecer oculta tras la ventana,- las
chicas sonrieron simpáticamente. Alicia, en su estancia, también lo hizo.-¡Vamos! ¡No
seáis maleducadas! ¡Saludadla!

-Hola.

-Hola, ¿Cómo te va? - Le dieron la bienvenida amablemente.

-Gracias.- La imagen movió la mano tímidamente, saludándolas.

- Bueno, a medida que vayas escuchándolas, irás conociéndolas, ¿de acuerdo? Lo que
podemos hacer es que, cuando habléis por primera vez, os presentéis, para que
nuestra amiga os conozca.- Todas asintieron-. Está bien. En la última reunión, creo que
Maribel se quedó a medias...

Una chica joven, de pelo largo castaño y mirada esquiva, se levantó entonces.

-Hola, soy Maribel. Bueno, Karen ya lo dijo.-Todas sonrieron simpáticamente.- No soy


de aquí. Nací en uno de los pueblos de la periferia. Allí todo es un poco diferente. De
pequeña, te enseñan unas cosas, y creces dándolo por sentado. Eso era lo que me
ocurrió a mí. Daba por sentado que mi marido tenía derecho a maltratarme. Que tenía
que aguantarlo, que tenía que soportarlo. Todas sabéis cómo es esto. Entras dentro de
un rol, y crees que encajas perfectamente en él. Y mis padres no parecían entender la
situación. Ellos me decían que no era para tanto, que exageraba las cosas. Me decían
que mi marido trabajaba mucho por nosotros y que tenía que aprender a aguantar
esos pequeños malos momentos. Pero esos pequeños momentos fueron creciendo en

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asiduidad e intensidad. Al final la situación se hizo insoportable. Ahora estoy contenta,
de verdad, de haber dado este paso. Estoy contenta de estar aquí, con vosotras.

-¿Y tu hija? - Preguntó otra de las mujeres.

-Creo que eso fue lo más duro. Ella se aislaba de nosotros, era su forma de evitar esa
situación. Estaba malhumorada, se alejaba de mí y de todos. Comenzó a frecuentar
gente extraña. Fue cambiando. Supongo que el estrés emocional era mucho,
demasiado para ella, y esa era su forma de aliviarlo. Entonces me la llevé de allí. Me la
traje a la gran ciudad. Pero ella no lo llevó bien, no lo aceptó. Era como si no le
importará que me estuviera maltratando. Sé que fue un gran cambio para ella. Los
amigos, el Instituto, la pequeña ciudad, la gente conocida... Pero yo no entendía por
qué era tan egoísta. Parecía que solo pensaba en ella. Fue una situación muy tensa
entre ambas. Entonces, un día, el apareció. Mi hija se había puesto en contacto con él
y había venido a buscarla. Yo me quedé helada, aterrorizada, inmóvil. Como era de
esperar, reaccionó agresivamente hacia mí. Me insultó, me maltrató verbalmente, y
me agredió. La agresión no fue mayor por mi hija. Ella paró a su padre. Se interpuso
entre ambos. Tal vez se sintiera culpable. Supongo que le hizo prometer que no me
haría daño, que solo se ocuparía de ella. Entonces le pusieron el chip de control. El juez
dictó otorgarme la etapa número dos, la de protección, y la tercera, la de penalización.
Por ahora no he querido acogerme a esta etapa. Hace una semana tuvo la idea de
acercarse a mí. Yo iba caminando después de dejar a mi hija en el colegio. Él me estaba
esperando por allí. Entonces se ve que quiso acercarse por detrás. El chip se activó y
actuó, y le dio varias descargas que lo dejaron en el suelo, fuera de combate. Una
pareja de policías apareció unos minutos más tarde y se lo llevaron. Lo cierto es que
estaba hecho un asco. Desde entonces no se ha acercado a mí, por lo menos hasta
ahora. Y, por su cara, creo que no lo hará. Voy a esperar un poco más de tiempo, a ver
cómo va la cosa, pero si vuelve a intentar acercarse, entonces me acogeré a la "tercera
etapa".- Las asistentes se mostraron satisfechas con el desenlace que había tenido
todo. Hubo sonrisas y palabras de ánimo para Maribel.- Bueno, espero que todo vaya
mejorando. Lo cierto es que estoy muy contenta de estar aquí, y os doy las gracias a
todas, chicas, por ser como sois, y por apoyarme y estar a mi lado. Y por supuesto a ti
también, Karen. El hecho de poder hablar con vosotras, sacar todo lo que tengo
dentro, y oíros también, me ayuda bastante. Y las clases es algo que también valoro
mucho. Me ayudan a sacar todo mi temor, a subir mi autoestima, a sentirme más
fuerte, más segura.

Maribel entonces se sentó, y todas aplaudieron.

-Mi amor, para eso estamos aquí.-Contestó Karen muy afablemente.- A veces nos
sentimos perdidos. Nos sentimos tan aterrorizados, con tanto miedo, que paraliza
todos nuestros sentidos. Es una sensación tan profunda, tan cruel y fría, qué puede
hacer de nosotras un alma sin voluntad, una persona sin ningún tipo de estima propia.

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Es en momentos así cuando una agradece que alguien te tienda una mano, que te
ayude a levantarte, que te sujete y te de apoyo. Y eso es lo que yo hacemos aquí,
porque eso también hicieron conmigo. Ya sabéis que siempre podéis contar con
nosotras. Gracias a todas. Bueno... Y tú Cristina... ¿Cómo estás?

Una mujer delgada, de unos treinta y pocos años, pómulos marcados y labios
pequeños se levantó, y comenzó a hablar.

-He vuelto a casa... Llevo allí unos días. Bueno, me resulta extraño...- Hablaba de forma
pausada, como si le costara hablar, o, al menos, las palabras salieran con parsimonia.-
Desde que nos fuimos a vivir juntos, nunca he estado sola, sin él. Soy de otro sitio. No
soy de aquí. Estoy sola. Tengo algunas amigas pero... cada una tiene sus problemas... A
veces me despierto sobresaltada. Tengo pesadillas. Sueño que... voy por una calle
oscura... y siento que alguien me sigue. No lo veo pero sé que es él. Cuándo se supone
que me va a alcanzar para hacerme daño... me despierto.- Cristina hace una pequeña
pausa para coger algo de aire. Está visiblemente afectada. Se siente frágil y
vulnerable.- Me cuesta un poco dormir. Y a veces me despierto creyendo oír ruidos...

-¿Sabes que ya no puede hacerte ningún tipo de daño, no?- Ella asiente tímidamente.-
Ya no está aquí, ni nunca volverá a estarlo...- Cristina asiente pausadamente.- No te
preocupes por eso. Hasta cierto punto es normal. El estrés que genera una situación de
este tipo, te hace que tengas todos esos síntomas. Piensa que no es fácil. Superar una
situación de este tipo puede ser muy difícil, y tomar esa decisión puede no ser fácil...
Ahora quiero que mires, como si estuviera ahí, delante tuya. Quiero que lo mires, que
le digas lo que sientes, y que le digas que ya no va a volver a molestarte, que nunca
más va a volver a molestarte.

-Sí, de acuerdo...- Cristina toma aire, e intenta imaginar la situación. Intenta ponerse
en la piel de una mujer que es fuerte y que le dice a su maltratador ex marido que la
deje en paz, y que no le tiene miedo porque ya no va a volver a molestarla. Intenta
hacerse creer que es fuerte.- Fuiste muy malo conmigo. Nada era suficiente. No te
importaba lo que sentía. No te importaba yo... Pero ya no vas a volver a hacerme daño.
Soy fuerte y tú ya no puedes hacerme nada... ¡Eres historia, maldito cabrón!

-¡Sí, eso es!- Jaleó una de las chicas.

-Eso es. Eres fuerte.- Dijo otra.

Todas, en general, apoyaron y aplaudieron sus palabras.

-Muy bien, lo conseguirás.- Sentenció Karen.

-Gracias a todas. Siempre estáis ahí, para ayudarme. Bueno, pero creo que eso ya lo he
dicho...- Cristina sonrió relajada.- Así que mañana os espero en las clases de
autoestima y defensa ¿de acuerdo? Un besito a todas.

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-Sí, no dejéis de venir. Está bien, no sé si alguien quiere decir algo más, pero había
pensado que tal vez nuestra nueva amiga pudiera decir unas palabras, si le apetece
claro. (¿Quieres decir algo a las chicas?)- Le preguntó por el canal interno.

-Claro... claro que sí...- Respondió Alicia, un poco sorprendida, pero, en ningún caso,
molesta.

-Por supuesto, eso no quiere decir que tengas que revelar tu identidad. Puedes
permanecer en el anonimato, si quieres.

-No, me gustaría presentarme.

-De acuerdo.- Le contestó satisfecha.- Es tu turno. No te preocupes ni tengas miedo.

Karen, entonces, cerró el canal privado. Acto seguido, comunicó a las mujeres que ella
iba a decirles unas palabras. Alicia se levantó de nuevo. Pero esta vez apareció su
figura virtual, dando a conocer su identidad. Un pequeño murmullo de satisfacción se
alzó visiblemente.

-Hola a todas.- Saludó tímidamente.- Me llamo Alicia. Tengo un hijo llamado Javier,
tiene nueve años. Desde hace algún tiempo, mi marido..., bueno, el que era mi marido,
comenzó a maltratarme. No siempre fue así. Al principio era amable, a su manera,
pero después comenzó a desarrollar actitudes un poco... desconsideradas. Gestos feos,
palabras hirientes. Supongo que con el tiempo llegué a acostumbrarme a eso. incluso a
pensar que era normal. Después de todo, pensaba que tenía sus malos momentos,
pero también que habíamos tenido nuestros buenos momentos. Con el tiempo esos
buenos momentos fueron disminuyendo. De la agresión verbal pasó a la agresión
física. Como con la agresión verbal, fue poco a poco y fue de menos a más. Pequeños
empujones, actitudes agresivas, intimidatorias. Al final sentí que peligraba mi
integridad física, y tampoco quería que mi hijo se criara así. Bueno, en fin, qué os voy a
contar que no sepáis. Supongo que cada caso es diferente, pero también supongo que
tenemos muchas cosas en común, que hay muchas cosas que nos unen... Le colocaron
un chip de control a Marc, así se llama... ahora es mi ex marido... Es extraño, hasta eso
se me hace difícil de asimilar. Me concedieron la "etapa dos" y la "etapa tres", es decir,
la etapa preventiva y la etapa de penalización... Sé que el tema del chip suele ser
bastante seguro. Pero tengo miedo, esa es la verdad. No me siento segura. Siento
como si en cualquier momento fuera atraparme y hacerme daño, o quizás a mi hijo. Y
eso me angustia terriblemente. Ahora estoy en una casa de ayuda y acogida... Supongo
que como vosotras, aunque espero volver en breve a mi casa. Sé que son paranoias
mías, pero no puedo evitarlo. Pero mi hijo está muy triste y no quiero que sea así.
Tenemos que tratar de retomar nuestras vidas, es lo mejor.

-¿Y no te has planteado hacer efectiva la tercera etapa?- Preguntó una de ellas.

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- Todos los días. Pero no me resulta fácil. No me gustaría hacerlo. Ahora que le han
puesto el chip, tal vez me deje en paz. No sé cómo eso puede afectarle a mi hijo. Es su
padre, y tengo miedo...

-Bueno, no te preocupes, ya trabajaremos ese tema. Pero sabes que mañana debes
estar aquí por la tarde, físicamente.-Puntualizó Karen en tono jovial.- Tenemos que
empezar a trabajar, así mañana clase de autoestima y defensa. Eso va por ti, Alicia, y
por todas ustedes también, "holgazanas".

Todas rieron jocosamente su broma, incluyendo Alicia. Acto seguido, una a una, fueron
despidiendo la sesión, y las imágenes de luz desaparecieron paulatinamente, hasta que
Karen quedó en una habitación funcional y fría.

En los días siguientes, Alicia se fue adaptando bien a las actividades de la "OAF". Tuvo
varias conversaciones con Karen, y con otras que pertenecían a esta, que resultaron
muy interesantes y aleccionadoras. Conoció a las chicas más cabalmente, y comenzó a
relacionarse con ellas, creando vínculos de amistad. Además de a los grupos de
terapia, que asistía virtualmente, lo hacía a las clases de autoestima y defensa, que se
componía de una parte psicológica y emocional, en la cual una profesional trabajaba
los miedos, los temores internos, la baja autoestima, la capacidad para superar los
problemas, y los efectos negativos del maltrato; y la parte física, en la cual se trabajaba
y fortalecía el cuerpo, y se practicaban diferentes técnicas de defensa personal y de
combate cuerpo a cuerpo. Todo eso, (tanto la parte psicológica como la física), les
aportaba un incremento de seguridad y autoestima. Se trataba de hacerlas fuertes, en
todos los aspectos. De que fueran agiles mentalmente, y tuvieran las herramientas
necesarias para superar el trauma que una situación así suponía. Después de un par de
meses, volvió a sentirse con confianza en sí misma, tanto como para volver a su hogar.
Así, Alicia y Javier se acomodaron de nuevo, y lo celebraron yendo a un parque de
atracciones, y comiendo pasteles y helados. Todo iba muy bien, lo estaban pasando
genial, hasta que Javier se quedó sólo, unos instantes, jugando en "CyberWars", un
enorme complejo con juegos de última generación y juegos retro de diversas épocas
pasadas, para los más nostálgicos, mientras que ella iba al baño. Cuando regresó,
adivinó una expresión extraña en los ojos de su hijo. Por supuesto, le preguntó qué
pasaba, si ocurría algo. Él le contestó que un "amigo de papá" había hablado con él.
Ella se quedó "fría", como petrificada. Le hizo una serie de preguntas al respecto, y se
puso muy nerviosa.

-¿Estás seguro?- Le preguntó conmocionada.

-Sí, mamá. Incluso me transfirió algunos archivos.

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Al instante, Javier sacó de su bolsillo su audi-móvil, que era un diminuto pedazo
cuadrado de plástico que desplegó, transformándose en una especie de pequeña,
rectangular, y fina lámina transparente. Abrió entonces el menú de descargas, y vio
una serie de fotografías. Las desplegó a tamaño pequeño, para que nadie las viera, y,
en efecto, se trataba de unas fotos en las que salía él con su hijo, y, también una foto
de ambos, de ella y Javier, en el parque de atracciones. Al instante transfirió todo ese
material a su propio dispositivo y los borró del de su hijo. A partir de ahí, toda esa
sensación de seguridad, que había ido adquiriendo desde que comenzaron las sesiones
en la "OAF", se desvanecieron casi por completo. Javier, a partir de ese momento,
cambió su forma de comportarse, se hizo más introspectivo, hermético. Echaba de
menos a su padre, y, a pesar de todo, y también la culpaba a ella por haber llegado
hasta esa situación. Aunque era pequeño para entender algunas connotaciones de la
misma, pensaba que, aunque sus padres se hubieran separado, ella no tenía porque
alejarle de él. Y eso mismo es lo que le reprochaba. Alicia trató de explicarle que no era
tan sencillo. Que, cuando unos padres se separaban por motivos emocionales, ambos
seguían ocupándose de sus hijos, según llegarán a un acuerdo, o, en última instancia,
lo estableciera la ley. Pero que, en casos de malos tratos, esta no dejaba que el
maltratador siquiera viera a sus hijos, al menos por un tiempo prudencial y hasta que
lo dictaminará de nuevo el tribunal, porque era un peligro potencial para ellos, además
de para la persona maltratada. Trataba de hacerle comprender que no era ella quien
había dispuesto que su padre no pudiera acercarse a él, sino que era la misma ley.
Pero esa era una idea que a él le costaba asimilar. Alicia trató de consolarlo diciéndole
que eso no sería para siempre. Que, dependiendo de su comportamiento, la justicia
podía otorgarle, en el futuro,

la potestad de poder verle y pasar tiempo con él. Que todo dependía de su
comportamiento. Le decía que él tenía que recapacitar, y dejar de seguirles y espiarles,
que eso no iba en su favor. A pesar de todas las palabras, Javier no decía nada, y Alicia
se sentía angustiada porque no sabía qué pensaba exactamente.

Cuando él se enfadaba, o lloraba, o le decía cosas un poco duras, movido por el estrés
o la tensión de la situación, ella también se enfadaba, y, la traicionaban los
sentimientos, la angustia y la desazón, y le preguntaba a su hijo si no le importaba que
su padre la humillara, o si le daba lo mismo que la maltratara, que le dijera cosas feas,
que la empujara, o que la hubiera amenazado alguna que otra vez con hacerle daño,
sin especificar qué clase de daño era ese. Cuando llegaban a ese punto, la tensión y la
angustia se hacía tanta que podía palparse entre ambos. Las posiciones se estancaban,
y los sentimientos de contrariedad y decepción los superaba por completo.

-Me gustaría hablar...- Pidió Alicia en una de las reuniones de terapia.

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-Sí, habla, por favor Alicia.- Contestó una de las chicas.

-Sí, vamos.- Asintieron las demás.

-Claro, adelante.- Corroboró Karen.

-Gracias.- Se levantó.- Al principio, cuando llegué, todo esto era nuevo para mí.
Reconozco que estaba asustada y que me sentía perdida. Después las fui conociendo
poco a poco, y me di cuenta de que estabais en la misma situación que yo, pero teníais
una ventaja sobre mí. No os sentíais tan solas, ni desamparadas, ni débiles, como me
sentía yo. Así es como me sigo sintiendo todavía. El grupo me apoya, y me escucha,
como hace Karen. Ella me da buenos consejos, para aprender a ser fuerte. Y creía que
lo era, o al menos que empezaba a serlo. Pero no, me doy cuenta de que no lo soy.
Marc desapareció de nuestras vidas hace algo más de tres de meses, casi los mismos
que llevo aquí. Me sentía bien, me sentía libre, pensaba que comenzaba de nuevo a
vivir. Pero hace algún tiempo que él nos espía. Un despiste mío, cuando mi hijo y yo
estábamos en un parque de atracciones, y un amigo suyo se acercó a él, y le descargó
fotos y otras cosas. A partir de ahí comencé a sentir un pánico atroz, otra vez. ¿Quién
puede impedir que un amigo de mi ex se acerque a nosotros? ¿Quién puede impedir
que nos haga daño? No sé, estoy muy desconcertada. Tal vez haya contratado a
alguien, o puede que sean amigos suyos... No lo sé. Lo he visto. Me refiero a Marc.
Nunca se acerca lo suficiente para que el chip se active. Pero sé que a veces nos sigue,
nos espía. Se mantiene a una distancia prudencial... No sé qué es lo que está
tramando. Para colmo, sospecho que tiene alguna forma de comunicarse con mi hijo.
Él cree que no soy justa. Que estoy siendo demasiado dura. Me mira como si yo le
quisiera quitar algo muy valioso, muy importante. Y yo solo quiero protegerlo. No
conoce a su padre. No conoce su verdadera naturaleza. Sé que lo está utilizando para
hacerme daño, y eso me asusta, porque sería capaz de cualquier cosa con tal de
hacerme daño. No sé qué hacer.

-Debes tener paciencia con tu hijo. No enfadarte con él, aprender a soportar esta
situación. Los hijos, tarde o temprano, se dan cuenta de las cosas.- Dijo Amanda, una
de las chicas.

-Sí, no debes dejar que esta situación se convierta en una especie de enfrentamiento
entre ambos.-Continuó Karen.- Explícale las cosas con paciencia, pero con firmeza y
seguridad. Tal vez sea bueno que le preguntes a él qué quiere. Quizás quiera pasar
algún tiempo con su padre. Tal vez te esté viendo como una especie de rival. Eso
debes sopesarlo tú. Sopesar el riesgo para su salud emocional y física...

Alicia miró a Karen de forma confusa, totalmente sorprendida por esa nueva
posibilidad que ni siquiera había imaginado.

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- A mí me ocurrió algo parecido con mis dos hijas. Sé que resulta frustrante el hecho de
que ellas no se den cuenta por todo de lo que tú estás pasando. Al final concerté una
entrevista telefónica con él, y llegamos al acuerdo de qué podían tener un chat privado
los fines de semana durante treinta o cuarenta minutos. A partir de ahí, mis hijas dejan
de reprocharme muchas cosas, y él me dejó en paz.

-No todas las situaciones son iguales.- Puntualizó Karen. - Ni tampoco lo son todos los
maltratadores. Hay que mirar las cosas desde varias perspectivas, y, por supuesto, ser
precavidas. Como te dije antes, tú eres la que le conoces, sabes qué clase de persona
es, y si eso entrañará algún tipo de riesgo para tu hijo, e incluso para ti. Hay
maltratadores que canalizan su agresividad hacia su pareja, pero, hasta cierto punto,
tratan de proteger a sus hijos. Hay otros que no, que esa agresividad sale salpicada en
todas direcciones. Todos los maltratos son negativos y reprobables. Pero nuestra
legislatura actual establece varios grados, por decirlo así. Puede que sea el típico caso
del maltratador que solo actúa a través de palabras, por ejemplo despectivas, y que no
se haya manifestado de manera violenta, que nunca haya actuado de forma que haya
puesto en peligro la integridad física de la víctima o víctimas. O puede que este
manifieste actitudes verbales agresivas, aunque tal vez se de el caso de que nunca
haya ejercido violencia física, pero sí que haya utilizado amenazas o intimidación. Este
tipo de maltratador, haya incurrido o no en maltrato físico directo, se considera
peligroso y con un alto índice de probabilidad de peligro para la integridad de la
víctima. En tu caso, tengo que decir que el tribunal te concedió la tercera etapa. Por
eso debes sopesar bien lo que vas a hacer, debes pensarlo. Hay un alto índice de
agresividad en él, y un porcentaje elevado de sufrir algún tipo de agresión. De todas
formas, si quieres tocar esa posibilidad, no es necesario que hables directamente con
él, y tampoco es necesario que tu hijo y él se vean de forma física. Ya sabes que
siempre puedes recurrir a la tele-presencia, en un espacio controlado por ti o por la
ley. Piénsalo bien.

-Sí, lo haré.

Durante todo el resto del día y gran parte de la noche, estuvo pensando en el asunto.
Había muchas implicaciones. Por una parte no quería dejar que él se acercará más a
ellos, porque eso le daba mucho miedo. Estaba convencida de que el perfil psicológico
de Marc le hacía peligroso, con un elevado índice de probabilidades de convertirse en
algo más que un maltratador. No quería ser otra víctima más, ni quería que a su hijo le
pasara nada. Pero, por otra parte, no sabía si la actitud que su hijo había desarrollado
hacia ella últimamente, era algo pasajero, algo movido por la rebeldía y la
inconformidad de la situación, o es que realmente él quería mantener cierto contacto
con su padre. No es que no pudiera hacerlo. Si él daba marcha atrás, y no subía en esa
escalada de acoso, tal vez pudieran arreglar las cosas de alguna forma, en lo referente

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a no perder el contacto con su hijo. Pero ella realmente sospechaba que eso no iba a
ser así. Sabía lo obstinado y terco que era su ex marido. Sabía su falta de racionalidad y
autodominio. Conocía sus explosiones de ira, sus arrebatos de incontrolada irritación.
Decidió, muy a su pesar, hablar con su hijo, y ceder, en lo posible, a sus deseos. Al
principio, este se mostró algo remiso al diálogo. Llevaba algún tiempo comportándose
de forma extraña. No quería que eso continuara haciendo así.

Javier se despojó de sus gafas virtuales, a regañadientes, y se sentó frente a su madre.

-¿Qué tal con tu asistente de ayuda emocional? Creo que es muy divertido ¿no?

Su asistente de ayuda emocional era un programa de inteligencia artificial


especialmente diseñado para mostrar empatía y afinidad con él, en un entorno virtual
que era como una especie de mundo de fantasía para niños, y así ejercía la terapia, por
medio de juegos didácticos y otras actividades lúdicas.

-Bueno, sí, no está mal. Nos divertimos mucho y todo eso. Jugamos, hablamos, me
enseña cosas, no está mal.

-Aun así...- Alicia cortó la frase, como esperando que él la continuará.

-No sé, mamá...

- A ver... Quiero que seamos sinceros el uno con el otro. Así que voy a preguntarte si tú
entiendes lo que está ocurriendo realmente.- El niño se encogió de hombros, un poco
confuso con la pregunta.- Lo que quiero saber es si tú entiendes cuál es nuestra
situación, por qué estamos aquí... porque no estamos en nuestra casa... Ya sabes a lo
que me refiero. Creo que estás enfadado conmigo, pero no sé por qué razón.

-Bueno... No es que esté enfadado contigo. Estoy enfadado, pero no sé si es contigo o


con quién. No sé por qué ha tenido que pasar todo esto.

-Sabes que tu padre... bueno, no se portaba muy bien conmigo.- Alicia miró al chico,
tratando de que su mirada no fuera intimidatoria o demasiado escrutadora. No quería
que su hijo se sintiera como en un interrogatorio, ni que tuviera la impresión de que
ella iba a "largarle un sermón".- No quiero hacerle daño a él, y a ti mucho menos. Pero,
por el bien de los dos, decidí que era mejor separarnos de él. ¿Lo entiendes, verdad?
Necesito que madures, que me entiendas.

-Si yo te entiendo mamá... Pero... ¿Por qué tenemos que irnos de casa? ¿Y por qué no
quieres que papá me vea? Ya sé que a veces es un poco... un poco desagradable, pero
él es así...

-No, Javi, no soy yo quien ha prohibido a tu padre que te vea. Tu padre ha incurrido en
un delito, que se llama violencia de género. Cuando eso ocurre, la ley
automáticamente se pone en marcha para proteger a las víctimas. En este caso somos

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tú y yo. La sentencia dictaminó que no podía verme a mí, ni a ti tampoco. Tal vez para
protegernos. Cómo lo de mandarnos aquí. Son solo medidas de protección, de
prevención en realidad. Pero esto no va a ser para siempre. Estaremos aquí una
pequeña temporada. Después volveremos a casa. Y con tu padre pasará igual.
Probablemente, dependiendo de el, más adelante podrás verlo de nuevo. No quiero
engañarte, hijo. Eso va a depender, en gran medida, de él. Depende de cómo se
comporte. ¿Sabes que la ley siempre protege a las víctima, verdad? Por ejemplo, el
hecho de que mandara a alguien para acercarse a ti para descargarte mensajes y fotos
y ese tipo de cosas, va en contra de la ley. Eso no va en su favor.

-Sí, lo de sé mamá, pero, ¿no puedo verlo, aunque sea un poco?- Javier se mostró
vehemente, por primera vez, en esa charla.

-¿Es eso lo que de verdad quieres?- Javier agachó la cabeza, y asintió tímidamente,
sabiendo que esa respuesta no le gustaría demasiado a ella, y parecía evidente que se
sentía decepcionada por esto. Pero hizo un gran esfuerzo por desechar esa incómoda
sensación.-Está bien. Podemos arreglar eso. Tal vez puedas verlo en un chat. Eso lo
hablaremos con más calma. Pero creo que te estás comunicando con él, de alguna
forma, y no me gusta que hagas eso a mis espaldas. ¿Entendido?

- Sí, mamá. Nos hemos escrito mensajes un par de veces, con él dispositivo de algún
amigo del colegio, pero han sido muy cortos.- Comentó el chico apesadumbrado.

- Anda, ven aquí.- Alicia abrió sus brazos, y el pequeño Javier le dio un abrazo.

Alicia caminaba por la ciudad, después de haber realizado diversos asuntos. Entró a un
local a tomarse algo caliente, y caminó un poco, viendo algunas tiendas. Era la primera
vez, en mucho tiempo, que lograba despejarse de una forma tranquila y relajada.
Caminando, un poco, de forma errática, divagando sobre las cosas que veía, cayó en la
cuenta de que estaba en un lugar que no conocía, poco transitado. Era una especie de
complejo subterráneo, con diferentes galerías, tiendas, locales extraños y demás. De
pronto, tuvo la extraña sensación de que la estaban espiando. Sintió que su corazón se
aceleraba. Miró hacia atrás y vio algunas gentes caminando de un lado a otro, sin
prestarle la menor atención. Entonces se dispuso a buscar la salida, para largarse de
allí. Y fue en ese preciso instante cuando supo que su presentimiento era cierto. Detrás
de él, a algunos metros, una cabeza se había asomado por la esquina, observándola
atentamente. Ella se quedó quieta, tratando de adivinar quién era. No le costó
demasiado hacerlo. Era Marc, su ex marido. Este, entonces, comenzó a caminar
rápidamente hacia ella. Se quedó por unos instantes parada, como paralizada, pero
acto seguido reaccionó, dio la vuelta y trató de huir.

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-¡No te vayas, solo quiero hablar contigo!- Pero, por la forma que lo decía, Alicia supo
que no era solo eso lo que él quería. Su voz sonaba demasiado hostil. Ella no se
detuvo, por supuesto. Al contrario, terminó por correr.

-¡Que te pares, "joder"! ¡Párate zorra!

A Alicia le latía el corazón tanto que parecía que se le iba a salir por la boca. Un par de
tipos raros aparecieron a su lado, y ella trató de pedirles ayuda.

-¿Qué te pasa? ¿Estás colocada?- Los tipos la echaron de su lado.

Ella entonces miró atrás y vio que su ex marido se le acercaba. Continuó su huida,
topándose con una pareja de personas mayores, que se podían catalogar de "gente
normal".

-¡Por favor! ¡Necesito ayuda! ¡Por favor¡

-Llame a la policía. Nosotros no podemos hacer nada. Lo siento, tenemos que irnos.

La pareja se apartó de su lado, como si tuviera alguna enfermedad contagiosa o algo


así, y Alicia continuó su desesperada carrera. Pero algunos metros más adelante, Marc
la alcanzó, agarrándola y zarandeándola. Ella trató de agarrar un arma de defensa que
tenía en el bolso, pero la excitación, los nervios, y lo desordenado que llevaba el
interior de este, hizo que tardara un poco en encontrarla. De todas formas, lo hizo, y
cuando trató de sacarla, él le agarro la muñeca, le apretó el cuello, la insulto, y le hizo
que la soltara de forma brusca. Entonces todo se detuvo a su alrededor. La simulación
se apagó, y ella se encontró sudando y muy agitada, en esa habitación de paredes de
cristales opacos. Se quitó entonces las gafas, y cogió un poco de aire. Karen entró en la
habitación. Le trajo un poco de agua, y se sentó a su lado.

-¿Estás bien?- Se interesó en ella.

-Sí, creo que sí. Ahora sí.

Era inevitable la sensación inmersiva de la realidad virtual. Aunque el usuario sabía


perfectamente que aquello era una simulación, el cerebro era engañado por los
sistemas de conexión de hiper-realidad, y al final este sucumbía a la realidad que lo
envolvía.

-Bueno... Coge un poco de aire.

¿Qué me puedes decir de la situación? ¿Qué sacas en claro?

-Una de las cosas es que... el miedo me paralizaba tanto que no pensaba con claridad...

-El miedo es uno de los principales enemigos. No es que no vayas a tenerlo. A


cualquiera le asustaría pensar que alguien le puede hacer daño. Pero hay que tratar de

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canalizar ese miedo. Hay que intentar que el miedo no te paralice, ni te haga actuar
torpemente, o te haga actuar de forma poco inteligente, o hasta peligrosa. ¿Y cómo se
hace eso? Bueno, con muchas cosas. Una de ellas es trabajar en el simulador... Otra es
mentalizarte de los riesgos y de tus propias capacidades. Eso lo trabajamos cuando
asistimos a las clases. Estando en forma, mental y físicamente. Esa es una situación
hipotética, ya sabes que tu ex tiene el chip de control, pero, en caso de que tratara de
agredirte él o alguien de su entorno, de alguna forma, sabes que la ley te ampara para
ejercer tu derecho de autodefensa y penalización.- Alicia asintió convenciéndose de
ello. Karen entonces echó mano a su espalda, y sacó un pequeño artefacto, que
parecía una pistola pequeñita.

-Toma, cógela.- Pidió Karen, y Alicia así lo hizo.- Este es tu impulsor personal. Dentro
de un momento le imprimiremos tu ADN, para que solo tú puedas usarla, como creo
que sabrás, y si no lo sabes, yo te lo digo. Está bien que pidas ayuda, pero siempre
debes estar preparada para cualquier situación. No sabes cómo reaccionará la gente
que está a tu alrededor. Puede que traten de ayudarte, pero también puede que estén
tan asustadas como tú, que no quieran meterse en líos, o que, simplemente, no tengan
la capacidad para hacerlo. Así que debes estar preparada, llegado el caso. Coge el
arma, mírala, sopésala, familiarízate con ella.- Alicia la empuñó. Acto seguido, unos
pequeños indicadores digitales a ambos lados, se encendieron, buscando lo que era
una barra de energía, que constaba de tres colores: verde en el inicio, amarillo en el
intermedio y rojo en la parte final.-¿Has manejado una de estas alguna vez?

-No, las he visto, pero nunca he tenido ninguna.

-Está bien. Te enseñaremos a usarla. Para comenzar debes saber qué ese indicador es
la munición disponible. Como ves, está descargada. Aquí lo indica.- Encima de la barra
había una pequeña palabra que lo indicaba expresamente.- Por aquí abajo se saca y se
inserta el cartucho de energía. ¿Ves esa pequeña mueca? En realidad es un pulsador
digital. Presiónalo, por favor.-Alicia siguió sus indicaciones, y extrajo, sin dificultad
alguna, una especie de pila pequeña.- Muy bien. ¿Ves en la base de la pila? Cómo bien
indica está vacía.- Alicia lo comprobó con un ligero vistazo.- Ahora vuelve a meterla en
el hueco, y presiónala levemente hacia arriba. Eso es, veo que se te da bien. El arma
tiene dos intensidades de tiro. Si aprietas y sueltas el percutor digital durante un
segundo o menos, digamos que ese es el disparo normal, el proyectil energético solo
aturdirá levemente o dejará dormida la zona de impacto. Pero si al disparar, dejas el
dedo durante unos dos segundos, la descarga será más potente, probablemente,
dejará al sujeto "echo polvo". Claro, como es lógico, al hacer disparos de intensidad
mayor, la carga energética se consumirá antes. Utilizando los disparos normales, tienes
un promedio de cincuenta disparos. Con la segunda opción, de unos veinte. También
existe la posibilidad de intercalarlos, según veas el peligro de la situación. Siempre
debes llevarla contigo. Como ves, no es demasiado grande, es fácil de transportar.

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Llévala en un sitio accesible, con carga energética suficiente. No debes tener miedo de
si tu hijo la coge o cualquier otra cosa, aunque no es recomendable, porque solo se
activará cuándo tú la cojas. ¿De acuerdo?- Alicia asintió absorbiendo todo lo que Karen
le había contado.- Está bien. Mañana comenzaremos a trabajar con ella. Aprenderás a
utilizarla. Haremos prácticas de simulador y de tiro real, por supuesto.

-Gracias Karen.

-¿Has decidido algo sobre lo que hablamos el otro día en la reunión de terapia?

-Sí... Lo he pensado mucho.- contestó Alicia con resignación.- E incluso lo he hablado


con Javier. Quiere hacerlo, así que no voy a negarme. Ya buscaré la forma y te digo.
Ahora tengo que irme.

-Vale.

Alicia entonces besó a Karen cariñosamente, y se fue.

Como le había prometido a su hijo, Alicia consintió que su hijo y su ex marido pudieran
hablar al menos durante treinta minutos, en una sala privada de chat, el fin de semana.
Supervisado por ella, por supuesto, que permanecería a la "sombra". Ambos se
conectaron al equipo virtual, y fue como si estuvieran en una pequeña sala funcional.
Cuándo Javier se materializó en la sala, su padre aún no había llegado. Un par de
minutos más tarde, este apareció como un fantasma, y se hizo sólido ante sus ojos.

-Hola hijo. ¿Cómo estás?- Marc se quedó a unos metros, dubitativo, sin saber bien qué
reacción esperar de él. Hizo ademán como de acercarse, tal vez para abrazarlo, o
besarlo, pero el pequeño no parecía muy dispuesto a ello. Sin rechazarlo, tampoco
continuó la acción de su padre. Este se quedó algo perplejo, sintiéndose incómodo.
Probablemente, al forzar el encuentro, había pensado que su hijo estaba totalmente
de su parte, pero enseguida notó que no era así.

-Hola papá. Yo estoy bien. Bueno, supongo.

-Siento toda esta situación. Reconozco que se me ha ido un poco de las manos. Pero
nunca he querido hacerte daño, ni a tu madre tampoco...

-Si nunca lo has querido, ¿Por qué lo haces?- Preguntó el jovencito inquisidoramente.
Su padre le miró algo perturbado. Se vio desbordado por una sinceridad tan intensa de
parte de su hijo.

- No es tan fácil de explicar, Javi. Probablemente no lo entenderías...

-¿Por qué no? Ya no soy un niño, papá.

-No, supongo que no. Son cosas de mayores.

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-¿Por qué os hacéis daño, papá? ¿Por qué me lo haces a mí?

-¿Eso es lo que te ha dicho tu madre?- Reprochó Marc con algo de resentimiento en su


voz.- Supongo que ella te habrá hablado barbaridades de mí. ¿Para eso querías verme?
¿Para acusarme de cosas? ¿Para humillarme? Sí, como tu madre. Hemos tenido
algunos problemas, pero nada que no hubiéramos podido resolver. Ella enseguida me
abandonó, como a un maldito perro sarnoso. Me denunció, y se libró de mí. Todas las
parejas tienen problemas, todas pasan malos momentos... Ella no tenía que haberte
retirado de mi lado, no tenía que haber huido, no tenía que haberme denunciado. Yo
soy tan víctima como ella, me ha destrozado la vida.- Su padre iba aumentando en su
actitud vehemente, a medida que iba hablando con su hijo.

Alicia estuvo a punto de imponer una restricción al chat, incluso de anularlo, pero algo
le dijo que dejara correr el tema, que esperara un poco más, para ver cómo
reaccionaba su hijo. Al menos hasta que fuera irremediable hacerlo.

-¡Papá! ¡Yo estaba allí! ¡Todos estos años he estado allí! Mamá no te abandonó, huyó.
Le hacías daño, papá.

Marc agachó la cabeza, resignado.

-Veo toda la mierda que le estás metiendo a mi hijo en la cabeza.- Dijo este pero, esta
vez, mirando hacia arriba, consciente de que Alicia era testigo de todo.- Lo has puesto
en mi contra, Es una especie de venganza ¿no? Te estás vengando de mí, y lo estás
consiguiendo. Me has destrozado la vida. Pero contra eso no hay ninguna ley. Tú eras
mi mujer. Y me diste la patada, sin razón.

-¡Papá!- Esta vez Javier se acercó a él, y lo tocó en el antebrazo. Marc pudo sentir el
contacto como si fuera real.- Mamá no me ha dicho nada. Ella ni siquiera quería esto,
fui yo el que lo quiso. No quiero que esto se convierta en una guerra entre ambos. Solo
quería verte, y comprender un poco la situación. Ella no me ha "comido el coco". Pero
no olvides que yo estaba allí. No me gusta esta situación. Ni me gusta lo que ha
ocurrido. No me gusta verla mal a ella, pero tampoco a ti. Así que, mejor dejemos ese
tema, ¿te parece?

Marc sintió el contacto, pero, un contacto virtual, aun siendo muy "real", no podía
equipararse a uno físico, tal vez mas por un aspecto mental que por otra razón.
Entonces él reaccionó de forma irascible.

-¡Eres demasiado pequeño y no lo entiendes! Ves por los ojos de tu madre. Sé que no
te voy a convencer de ninguna forma. Tu madre ha hecho un buen trabajo. Te ha
hecho pensar que yo era malo contigo. Nunca he sido malo contigo. Con ella creo que
tampoco. Solo quería que fueras fuerte. Que crecieras y te convirtieras en un hombre
fuerte.

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-Pero papá... Me acuerdo de cuando le gritabas a mamá, de cuando les decías cosas, y
de lo enfadado que te ponías conmigo.

-Todo esto es obra de tu madre. Cree que me hace un favor dejando que nos veamos
de esta forma. A lo mejor es que le doy lástima. Quiero verte, pero no así. No sabiendo
que ella lo controla todo. Ella siempre lo ha querido controlar todo. Ahora te controla a
ti y controla la situación. Quiso controlar nuestra vida, pero como yo no la dejé, me
denunció y se separó de mí. Un hombre siempre tiene que ser un hombre. Nunca te
olvides de eso.

Javier entonces comenzó a sollozar, desconsolado. Su "yo" virtual, estaba preparado


para reflejar gran parte de sus emociones.

-¿Ves lo que has conseguido?- Dijo Marc mirando hacia arriba de nuevo, como si
hablará con ella.- Le has metido mierda sobre mí. Le has hecho creer que soy un
monstruo, a mi propio hijo. Y lo has convertido en un blandengue. Eres una maldita
hija de...

La imagen virtual de Marc se convirtió, entonces, en una especie de estatua,


quedándose inerte, sin vida, congelada. Por supuesto su audio también fue silenciado.
Había sido Alicia, que viendo el cariz que tomaba la situación, y la actitud agresiva de
su ex, de nuevo, decidió dar por acabada la sesión.

Además de para la satisfacción personal de su hijo, y evitar así posibles reproches por
parte de él, tenía la esperanza de que el tiempo que llevaban separados le hubiese
servido para tranquilizarse, y para hacerlo reflexionar, y creía que tal vez, el hecho de
ver a su hijo, le serviría para dejar esa actitud agresiva. Pero Marc no parecía más
tranquilo ni más centrado. Al contrario, parecía inestable, más irascible. Tenía la
esperanza de que la pesadilla pudiese acabar, pero se dio cuenta de que aún le faltaba
mucho para eso.

Alicia le expresó a Karen, en privado, y lo hizo también en las reuniones de terapia, su


preocupación acerca de Marc. Estaba realmente paranoico. Él pensaba que ella era la
culpable de toda esa situación, y que había estado influyendo en su hijo para que le
odiara, para que le viera como un monstruo. Lo único cierto de todo eso era que Javier
había comenzado a verlo con cierto recelo. Alicia sabía que él pensaba que había
propiciado toda esa situación como una especie de trampa, que quería hacerle quedar
mal, humillarlo, ridiculizarlo delante de su hijo. No importaba si era cierto o no, solo
importaba lo que el creería. Entonces le expresó su preocupación. Marc tenía muchos
amigos. Amigos de dudosa reputación. Esa clase de amigos a los que cualquier persona
"normal" prefiere evitar. Nunca supo qué clase de vínculo mantenía con ellos. Pero, lo
cierto era que nunca le había dado la mayor importancia, pensando qué tal vez eran
amigos de la infancia, o gente conocida por su trabajo, hasta esos momentos. Como el
tipo que les había estado espiando en el parque de atracciones, y que se había

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acercado disimuladamente a su hijo para descargarle el archivo familiar. Pero no quiso
parecer vulnerable, no quiso sentirse débil. La terapia colectiva, las charlas intensas y
privadas con Karen, y las clases de defensa y autoestima, la habían hecho más fuerte,
más segura de sí misma. Así que estaba dispuesta a retomar su vida de nuevo, a pesar
de tener ese temor, que era como un cosquilleo molesto dentro de su cabeza.

A partir de ese momento, ella también se hizo un poco paranoica. A todos los lados
que iba, imaginaba que alguien la vigilaba o la espiaba. Siempre se mantenía a la
expectativa de toda la gente que había alrededor, intentando descubrirlo. Y tenía esa
sospecha, aunque no podía corroborarlo. En más en una ocasión creyó ver a ese
mismo tipo del parque de atracciones, aunque no le pudo ver la cara, pero, por su
complexión, por su manera de moverse, juraba que era él. Se hacía incómodo ir en
taxi, y comprobar que un coche con cristales tintados se paraba a su lado, y darse
cuenta de lo tensa e insegura que se sentía. O viajar en algún transporte público, o ir
caminando por algún sitio, y pensar que la estaban siguiendo.

Alicia prosiguió con el programa de la "OAF". Continuó asistiendo a las reuniones de


terapia conjunta. También continuó la asistencia a las clases, y aprendió a manejar su
arma a la perfección. Todo este continuo y duro trabajo, hizo de ella una mujer
diferente. Una mujer más segura, más fuerte, tanto física como mentalmente. Así que
esto le permitió sentirse capaz de volver no solo a su hogar de nuevo, sino también a
su vida. A pesar de todo eso, no podía evitar sentir que el peligro no había pasado.
Pero también pensaba que tal vez fuera solo sus temores que la estaban traicionando.
Después de todo, Marc no había hecho otra cosa que tratar de asustarla. Nunca se
había acercado lo suficiente a ella, al menos personalmente. No sabía si se estaba
volviendo loca o qué, pero lo que sí sabía era que debía relajarse un poco, dejar que las
cosas tomaran su curso, por supuesto, sin caer en la trampa de descuidarse, o caer en
un exceso de confianza.

Volver de nuevo al hogar fue algo terapéutico para ellos. Retomar de nuevo su anterior
actividad le sentó bien. Pero seguía teniendo esa extraña sensación de qué aquello no
era más que la calma que precedía a la tormenta. Quería desconectar a ese respecto,
pero le costaba hacerlo. Poco a poco intentó superar esa obsesión de sospechar
permanentemente de que la seguían. No es que se hubiera relajado. Seguía estando
tan atenta como antes, pero había intentado dejar de ver sombras que la perseguían, y
había intentado dejar de sentir que la espiaban. Así que decidió pasar página.

Algún tiempo después, su hijo iba a participar en una especie de obra de teatro
organizada por el grupo de actividades extraescolares al cual asistía. Él se había
mostrado nervioso toda la semana por ello, pero ella le había asegurado una y otra vez
que le iba a salir muy bien. Habían estado por un mes ensayando, y él se sabía el papel
de memoria. Esa actividad le había permitido evadirse un poco de la situación,
centrarse en otras cosas. Así que Alicia, una hora y media antes, lo dejó allí, con el

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resto del grupo. Durante ese tiempo, aprovechó para hacer unas cosas no muy lejos de
allí, en el centro comercial. A lo sumo, ella calculó que le tomaría en unos cuarenta y
cinco minutos. Tenía tiempo de sobra, y lo aprovechó para hacerlo. Pero, cuando
estaba en una de las tiendas, creyó ver de nuevo a un tipo que la seguía. En realidad
fue una sospecha más que una certeza. Pero un sentido extraño de peligro, o algo, le
hizo ponerse en guardia. Entonces salió de la tienda apresuradamente, pero sin correr,
simplemente como si tuviera prisa. Recorrió todo el pasillo, dobló una esquina, y subió
unas escaleras. Enfrente de ella había un gran ventanal, como un espejo, y ahí se
percató de que su sospecha era cierta. Un tipo vestido de negro, con una chaqueta,
una capucha y unas gafas oscuras, la había seguido hasta la escalera. Quiso darle el
esquinazo, tomando una ruta alternativa, pero de pronto otro tipo se le acercó por un
lado, y, poniéndole algo punzante en el costado, le dijo que se acercará a la puerta que
daba al pasillo del subterráneo, o si no le haría mucho daño. El tipo parecía hablar muy
en serio. Ella bajó la vista con precaución, y vio un pequeño cañón que llevaba debajo
de una chaqueta, camuflado.

-¡Por favor, no me hagas daño!- Exclamó fingiendo que estaba muy asustada.-¿Que
quieres? Tengo algo de dinero..

-Vamos, camina... No queremos hacerte daño, así que camina y no hagas ninguna
tontería.

Entonces cayó en la cuenta. Su hijo estaba solo, con los demás compañeros de la
función. Tal vez, lo único que querían era retenerla allí, para llevárselo. O quizás sí que
querían hacerle daño de verdad. Estuvo a punto de preguntarles si Marc estaba detrás
de todo, pero resultaba demasiado evidente que así era, y tampoco quería mostrar
que estaba totalmente consciente de la situación. Prefería que el tipo creyese que
estaba muy asustada y qué sería fácil de dominar. Entonces obedeció sus indicaciones,
sabiendo que si venía el otro tipo, ya no podría librarse de él. Este la encaminó hacia la
puerta que daba hacia los parkings subterráneos, y entonces supo que era el momento
adecuado para actuar, como había aprendido en las clases. Al abrir la puerta, él se
despistó de ella un segundo, y se cercioró, tal vez instintivamente, de que nadie se
había percatado de ellos, mientras le decía al otro por vía telefónica cuál era su
posición. En ese preciso instante, ella desvió el arma de la trayectoria de su cuerpo,
agarrándola por el cañón, y le hizo una luxación tal, que el arma quedó apuntando
hacia sí mismo. Antes de que saliera de su asombro y pudiera reaccionar, ella le
propinó un fuerte codazo en la nariz, y este, entre el dolor del golpe, y las lágrimas que
empapaban sus ojos, no pudo hacer nada para que ella se la arrebatara, y con esta
misma lo golpeó y lo dejó KO, en el suelo. Sabía que tenía un par de segundos hasta
que viniera el otro, y no podía utilizar ese arma, por que, probablemente igual que la
suya, se activaría con su huella. Entonces sacó la suya, rápidamente, con agilidad, y el
otro tipo, el que iba vestido de negro, apareció de repente tras la puerta. Pero ella

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tenía su arma apuntándolo. El tipo apenas pudo poner una mueca de asombro, porque
el proyectil electrónico zumbó hacia su cuerpo, y le hizo estallar en una catarsis de
convulsiones y temblores. Entonces ella dio un aviso automático a la policía, otro a la
organización, y salió a toda prisa hacia el pequeño teatro.

Cuando llegó allí, ciertamente alterada, lo primero que hizo fue tratar de buscar a su
hijo, mientras se mezclaba en el bullicio de la gente, intentando, a la vez, descubrir
algo que le pareciese sospechoso, quizás a su ex marido, que probablemente contaba
con que la tuvieran retenida. O tal vez ni él mismo había sido capaz de personarse allí.
Probablemente había mandado a otro de sus matones, con la intención de llevarse al
niño. Puede que incluso tuvieran en mente "quitarla de en medio". Después de todo,
no era descabellado pensar que él pudiera actuar así. Había mostrado una sangre fría
propia de un criminal. Después del chat privado, y su arranque de agresividad
descontrolada, había actuado de forma realmente sospechosa. Estaba claro que sus
intenciones no eran claras ni eran buenas. En realidad, no sabía cuáles eran, y eso la
ponía muy nerviosa. La gente hablaba jocosamente. Había mucha, por cierto. Algunos
la saludaban amistosamente, pero ella solo estaba atenta a su búsqueda. Cruzó toda
la estancia, hasta llegar a la parte trasera del escenario. Probablemente él estaría allí
atrás, preparándose, como los demás participantes, para comenzar la función en algo
menos de cuarenta minutos. Allí la actividad no era menos frenética. Los jóvenes
actores iban de un lado a otro, concentrados, o ensayando sus papeles por última vez.
No menos ocupados estaban los encargados del atrezo, de las luces, del maquillaje,
etc... Y Alicia se asustó un poco, porque no lograba verlo entre todo ese bullicio. Cayó
en la cuenta de que probablemente iría disfrazado de soldado griego, con su casco, su
cota de malla, su típico uniforme, y su espada de juguete. Al fondo vio alguien que
parecía corresponder con esa descripción. Fue hacia él con agilidad, y le quitó el casco,
pero comprobó que no era su hijo, era otro "soldado".

-¿Has visto a Javier? ¿Sabes dónde está?

-Sí, creo que sí...- Contestó el chaval sorprendido.- Me parece que lo vi hace un rato ir
hacia el fondo. No sé si iría al baño o salió a tomar un poco de aire.

Alicia casi no acabó de oír la frase. Salió disparada hacia allá. Había estado allí un par
de veces, por lo cual conocía un poco el interior. Después de dar un par de vueltas,
recibió una llamada en el audi-móvil, de Karen.

-¿Lo has encontrado?- Preguntó esta.

-No Karen. No lo he encontrado aún. Otro chico me ha dicho que lo ha visto por la
parte de atrás. No puede estar muy lejos.

- Espera, te miro el plano del edificio. Sí... Ya veo dónde estás. Al final de ese pasillo, a
la izquierda y después a la derecha, hay una especie de patio interior, y de ahí se

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accede a la salida trasera. Si alguien quiere sacarlo de allí de forma discreta, esa es la
mejor forma de hacerlo.- Alicia corrió lo más rápido que pudo hacia el lugar.- Desde
luego, no es Marc. Su localizador indica que está en la zona de los muelles.

Alicia realizó el recorrido que Karen le había indicado. Comenzó a llamar en voz alta a
su hijo. Al fondo de la estancia creyó ver dos siluetas. Comenzó a llorar, porque sabía
que tal vez sería imposible alcanzarlos si conseguía salir al exterior. Probablemente el
tipo tendría algún vehículo esperándolos en la calle. Aún así, movida más por la
desesperación que por la esperanza, apretó los dientes y corrió hacia la salida trasera.
Este penetró a través de ella. Pero entonces, al llegar, vio que la policía había atrapado
al tipo, y lo tenían contra el suelo, mientras le ponían unas esposas. Varios agentes,
alertados por ella misma y por Karen, habían cubierto la salida trasera para tratar de
evitar, precisamente, que secuestraran al niño. Cuando este la vio, le dijo al agente que
lo custodiaba, que era su madre, y entonces lo dejó ir, y ambos se abrazaron.

-Mamá, perdóname. El tipo me dijo que era amigo de papá, y que él estaba aquí, en el
patio, porque me quería hacer un regalo por la función. Después no pude hacer nada...

-No te preocupes. Lo importante es que estás bien. Que estás aquí conmigo.- Alicia le
volvió a dar otro abrazo, presa de la emoción.

-Sí mamá, estoy bien, no me pasa nada.

-Bueno...- Ella lo miró con ternura mientras no podía evitar llorar.

-¿Estás bien, muchacho?- el agente se acercó a ellos.

Javi asintió.

-Supongo que lo trajo engañado... Pensando que su padre estaba aquí y que le iba a
dar un regalo...- Le informó Alicia todavía nerviosa.- Pero no le hizo nada, solo quiso
sacarlo del edificio.

-No se preocupe, ya habrá tiempo de conocer todos los detalles. Estamos al corriente
de la situación. La "OAF" nos ha pasado su expediente. Ahora, creo que lo conveniente
sería llevar al muchacho al hospital, por precaución.- Dijo el agente.

-¡No, estoy bien...! De verdad...- Suplicó Javier.

-Iba a participar en una obra de teatro escolar... Le hace mucha ilusión...- Ella hizo una
mueca de indecisión.

-Está bien. ¿Cuánto falta para que empiece?

-Unos veinte minutos... Creo.

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- Bueno...- Continuó el agente.- La ambulancia está aquí. Aunque pareces estar bien,
no puedo dejar que te vayas sin un pequeño reconocimiento. Así que, en vez de
llevarte al hospital, le diremos al compañero que te haga un pequeño reconocimiento
dentro de la ambulancia. Tal vez no sean más de quince minutos. ¿Te parece bien?- Le
preguntó dirigiéndose a él, pero mirando de reojo a Alicia, que confirmó con la mirada.

-Sí, vale.

- Está bien. Vete entonces con él.- Señaló al técnico sanitario que salía del vehículo-
¡Hazle un reconocimiento rápido, y me haces un informe, por favor!- Le dijo ahora a
este. Javier entonces fue con él al interior de la ambulancia.- Y usted, ¿está bien?

-Ahora sí. Un poco nerviosa todavía, pero estoy bien. Gracias. Gracias por su eficiencia.

-Es nuestra obligación. No es nada. Tenemos que rellenar un informe, y hablar con
usted, pero supongo que querrá ver a su hijo... Así que no hay problema, mañana nos
pondremos en contacto con usted.

- ¿Y ahora qué? ¿Puedo estar tranquila ya? Me refiero al tema de mi ex marido... Él es


el culpable de todo esto...

- Bueno, hemos encontrado a otro tipo que creo que usted disparó en el centro
comercial...

- No es mi ex marido, Marc Garrido. A ese le disparé con mi arma reglamentaria de


defensa. Había otro al que golpeé...

-Ese dato no lo sabíamos. Solo hemos cogido al que usted le disparó. Trataremos de
interrogar al tipo, para que confiese. Pero, voy a serle sincero. Es posible, en el mejor
de los casos, que el tipo confiese y lo descubramos todo; sus cómplices, sus
intenciones reales, el causante de la operación... pero a veces no suele ocurrir. En
comisaría probablemente no hablara hasta que no esté su abogado presente. Si no
habla, le caerá una pequeña pena, tal vez un par de años, por intento de secuestro. En
realidad, no ha habido violencia ni sangre. Un buen abogado puede sacarle partido a
esos argumentos. En caso de que no confiese, va a ser complicado imputar a su
marido, si es realmente culpable, como así parece, porque según el registro del GPS
de control, está en una zona alejada de aquí. Tal vez usted debería pensar en qué
debería hacer...

-Sí, lo pensaré...- Contestó ella con algún tipo de idea oculta en su cabeza, idea que el
agente pareció adivinar.

-Un momento...- indicó el agente atento a una comunicación interna.- Han atrapado al
otro tipo... Cuando trataba de huir en un vehículo. Encontraron varias grabaciones de
las cámaras de seguridad del centro comercial, y ha podido ser identificado.

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Alicia asintió satisfecha. El agente la saludó y se fue.

Al momento, Karen se puso de nuevo en contacto con ella.

-¿Está bien Javier? Y tú, ¿Cómo estás?

-Bien, Karen, bien. Él está bien. Fíjate que quiere hacer la obra. El agente le dijo que
había que llevarlo al hospital para hacerle un reconocimiento, pero él está muy
ilusionado con la obra. Ahora se lo están haciendo en la ambulancia. Pero está bien. La
que no estoy bien soy yo. Estoy hecha un "flan". No sé cuáles eran las intenciones de
esos tipos hacia mí, ni hacia mi hijo. Gracias a ti cariño, a ti y a las chicas, por haberme
ayudado y haberme enseñado y haberme dado las herramientas para defenderme...

-Oh... Celebro que te hayamos podido ayudar. Ese es nuestro objetivo. Lo importante
es que estáis bien. Y, ¿qué vas a hacer al respecto? ¿Has pensado en algo...?

-Sí, lo he pensado... Ahora, cuando Javier salga, me lo voy a llevar adentro, a la función.
Voy a sentarme tranquilamente a relajarme, y disfrutar de mi hijo. Mañana iré a la
comisaría... Pero, esto me ha hecho pensar, y estoy muy asustada. Así que me acogeré
a mi derecho a pasar a la "tercera etapa".

-¿Estás segura...?- Preguntó Karen tratando de averiguar que realmente lo estaba.

-Sí, lo estoy. Quiero acogerme a la tercera etapa, doy mi autorización.

-Entonces espera un segundo para que grabé tu declaración. Es un proceso rápido,


está todo automatizado. Mandaremos tu solicitud y el informe tanto a la policía como
al juez, y en un plazo no superior a media hora, recibiremos la respuesta. Mientras
tanto avisaré a las chicas para llevarlo a cabo. Ahora es el mejor momento de hacerlo.
Él está oculto, pero probablemente no sepa que el plan haya salido mal. Lo cogeremos
desprevenido.

-¿Cómo lo haréis?- Preguntó Alicia tímidamente.

-Dos instructoras y yo nos prepararemos para hacerlo. No te preocupes por nada de


eso y disfruta la función. Te avisaré.

Está bien, haz la declaración para grabarla.

-Yo, Alicia Wilson Padilla, con documento número 74710-21/A2, de forma voluntaria y
sin ningún tipo de presión externa, me acojo a la tercera etapa de penalización, de la
sentencia del caso Wilson/Garrido 33-02, y doy mi autorización a la "Organización de
Ayuda Familiar", con identificación fiscal OAF 251/03, para que lleve a cabo tal acción...

-Ok. Perfecto. Ahora vete a disfrutar de la función. Ya te avisaré.

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Unos cuarenta minutos más tarde, mientras veía la entretenida obra de teatro, Alicia
recibió un mensaje en el que Karen le comunicaba que el juez había autorizado la
acción de acuerdo a la sentencia de su causa. Todos prorrumpieron en un aplauso
espontáneo, al término de una divertida e intensa escena. Ella también aplaudió,
satisfecha.

Mientras tanto, Karen y dos instructoras más se enfundaban unos ajustados trajes de
combate. Después de eso, se conectó al ordenador de localización de la policía, y
cuadraron la posición del procesado, y salieron en su búsqueda. Apenas les costó
veinte minutos llegar a la zona donde estaba. Justo en ese instante, detectaron que el
objetivo se estaba moviendo.

-Debe de haber descubierto que el plan ha salido mal...- Dijo una de ellas. Karen sonrió
totalmente de acuerdo con esa afirmación.

- Lo seguiré.- Dijo la tercera mujer, que era quien conducía.

-El objetivo se está moviendo.-Informó Karen a la inteligencia artificial de la policía.


Hay un alto índice de probabilidades de que pretenda huir.

-Iniciando comprobación.- Informó esta.- Procediendo a inmovilización.- La I.A. activó


un impulso de su chip de control, y Marc Garrido se convulsionó, hasta casi perder el
sentido. Entonces el ordenador del coche tomó el mando de este, y aparcó unos
metros más adelante. Unos cinco minutos más tarde llegaron ellas, y se posicionaron
junto al vehículo estacionado.

-Demasiado fácil.- Se quejó la conductora.

Karen asintió. La tercera se dispuso a abrir la puerta del vehículo, pero estaba cerrada
con el seguro.

-Solicito apertura de la puerta delantera...- Pidió ella.

-Apertura disponible.- sentenció la I.A. mientras un chasquido seco anunció qué tal
acción se había llevado a cabo.

La instructora abrió la puerta y vieron a Marc allí, sentado, con la cabeza ligeramente
ladeada hacia arriba, que descansaba laxa sobre el reposacabezas, con la boca
ligeramente abierta, en un gesto contraído, y los brazos caídos. Casi lo único de su
cuerpo que continuaba operativo eran los ojos, que apenas estaban abiertos, y que
movía con dificultad, pero que lo observaba todo, al menos todo lo que quedaba en su
campo visual. Su oído también funcionaba casi con total normalidad.

-Vas a dejar de ser un maldito acosador.- Le musitó la piloto, después de acercarse a él,
sabiendo que era consciente de todo lo que pasaba a su alrededor. Después de eso, le
acercó la pistola inyectora a la base del cuello, por detrás de la oreja, y apretó el

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percutor, produciéndose el típico y leve zumbido que acompañaba a la inyección del
líquido transparente pero de suave tonalidad amarilla, en el torrente sanguíneo. En
realidad, ese líquido transportaba una especie de nanobots que se encargarían de
reconfigurar todo su cerebro.

-Alicia, ya está hecho. Tu ex... "ha muerto".- Le comunicó Karen por audi-movil,
después de elegir su número mentalmente, de la lista de contactos.

- Bien... ¿Qué harán ahora con él?

-La ambulancia está al llegar. Lo llevarán al Metropolitano, probablemente.

-¿Podría visitarlo... Mañana...?- Preguntó Alicia como dudando de si debía hacer esa
pregunta o no.- Es una forma de... asimilarlo... No sé, estaría más tranquila si lo veo
con mis propios ojos.

-Tranquila. Suele ser más habitual de lo que crees, en estos casos... Mañana no te lo
aconsejo, quizás pasado mañana.

-Está bien. Gracias Karen.

-¿Qué tal la función?

- Ah... Genial.-

Un instante después llegó la ambulancia.

Dos días después, Alicia averiguó, por medio de Karen, dónde estaba colocado, y fue a
verlo. Sorprendentemente para ella misma, no estaba nerviosa. En el tiempo que duró
el trayecto, pensó muchas cosas. Tenía dudas dentro de sí, y aún no había decidido si
había hecho lo correcto. Pero se dijo a sí misma que él no le había dejado otra
alternativa. Su decisión protegería a su hijo y por supuesto a ella. Trató entonces de
desechar todas esas dudas de su mente...

La habitación estaba en penumbras. Dio un par de pasos hacia adentro y lo vio allí,
tendido en la cama, boca arriba, con los ojos cerrados. Lo contempló durante un
minuto, recordando infinidad de cosas. Aspiró aire profundamente, y supo que todo
había acabado. Entonces se dispuso a dar media vuelta para irse, pero una voz
apagada le habló tímidamente:

-Hola...

Ella se giró, y comprobó que Marc se acababa de despertar. Era extraño, sabía que era
él, por supuesto, pero no parecía ser el mismo. Ni siquiera su voz parecía la misma,
sonaba diferente.

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-Ho... Hola...- Respondió ella con el mismo grado de timidez, sin saber bien qué decir
ni cómo actuar.

-¿Has venido a verme?- Preguntó él, y ella se quedó un poco sorprendida por la
pregunta, sintiéndose ciertamente incómoda.- Oh, perdona... No quiero molestarte...
Es que creo que tengo problemas de memoria. Los médicos no me dicen gran cosa...
Pero yo creo que he tenido un accidente, o he padecido algún tipo de enfermedad o
algo así... Hay cosas que recuerdo, pero otras cosas no logro...

-Supongo que necesitarás algo de tiempo... para recuperarte.

-Sí, esa es una de las pocas cosas que me han dicho.- Marc sonrió levemente... Era
extraño que su forma de hablar fuera tan diferente, sus expresiones, la forma de
gesticular con su cara... Es como si fuese otra persona dentro del mismo cuerpo.- Te lo
preguntaba porque no me gustaría que hubieses venido a verme y yo no me...
acordase de ti...

-No, tranquilo. Vine a ver a otra persona... Pero ya... no está...

-Entiendo...

- Bueno... Creo que tengo que...- Y Alicia hizo un ademán con el dedo cómo que tenía
que irse.

-Sí, claro.- Marc entonces, la miró con ojos introspectivos, tratando de fijarse bien en
todos los contornos de su cara.- ¿De verdad que no nos conocemos?

La única respuesta de Alicia fue una enigmática y suave sonrisa. De nuevo se dispuso a
girar sobre sus talones para irse, pero la voz la detuvo por segunda vez:

-¿Volveremos a vernos?

-No, creo que no.

Marc hizo un leve gesto de disgusto con su rostro y ella salió de la habitación, dejando
atrás todo su pasado. Al llegar al puesto de información de la planta, le pregunto a la
asistenta sobre él.

-Está bien. Todas sus constantes funcionan bien, no tiene ningún tipo de complicación,
dada la situación. Ahora está en un estado de confusión, de desorientación. Es normal
en estos casos. El tratamiento de recombinación cerebral ha borrado algunas
secuencias mentales. Sobre todo las que tiene que ver con su etapa de maltrato, y las
personas que lo sufrieron...- La asistenta, con cierta experiencia en ese tipo de casos,
enseguida notó que ella, de alguna forma, había formado parte de toda esa historia.-
¡Ah!, Entiendo... No tiene nada que temer...

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- En efecto, yo era la que... Solo quería saber si ... ¿me han borrado de su memoria?
¿A mí y a mi hijo?

-Así es. Este tipo de terapias es muy personalizada. Habrá sido suprimido tanto el
recuerdo de usted, como el de su hijo, así como el de todas las personas que directa o
indirectamente, estuvieron sufriendo el delito. No se trata de destruir todo el pasado
de la persona, ni a ella misma, solo de proteger a las víctimas. Se borra de su mente a
las personas afectadas, así como recuerdos que se detecten pudieron inducir o
provocar este tipo de comportamiento irregular, como, por ejemplo, algún tipo de
maltrato o de trauma en la infancia...

-Pero, ¿no podría volver a... reincidir... con otra persona...?-

-Eso ya resulta imposible para él.- Afirmó la asistencia con rotundidad.- La


reconfiguración cerebral va más allá de una mera supresión de recuerdos. Se sabe que
algunos comportamientos están intrínsecamente arraigados en los procesos
cerebrales. Es por eso que, cuando adquirimos una costumbre, nos cuesta mucho
salirnos de esa costumbre, o hacer las cosas de otra forma. En este caso, la rutina
cerebral del maltrato, maltrato a cualquier otra persona, ha sido totalmente destruida,
por decirlo así, borrada y reconstruida. Es como si pudiéramos coger el plano del
cerebro, y cambiásemos una parte, la parte que no nos gusta.

-Entiendo.

-Así que no se preocupe, no tiene nada que temer.

-¿Se recuperará?- preguntó Alicia con cierto atisbo de compasión.

-Sí, por supuesto. La etapa inicial de confusión y desorientación pasará probablemente


en una o dos semanas. Además los especialistas trabajarán con él un par de meses,
hasta que todos se vaya ordenando en su cabeza. Podrá retomar su vida, pero no será
la persona que era, nunca lo volverá a ser. Y, aunque esto no es matemático al cien por
cien, creo que no volverá a convertirse en ningún maltratador.

-Eso espero. Gracias.

Con eso, Alicia salió de allí, tranquila y satisfecha, dispuesta a retomar de su vida,
sintiéndose fuerte, sintiéndose capaz de afrontar el reto de vivir.

34
2 “SEGUNDA OPORTUNIDAD”.

1.

Al principio, todo estaba oscuro. Pero era una oscuridad etérea, como un brillo infinito.
Quiso "mirar" hacia "atrás", pero no "vio" el principio. Entonces se dijo: "no tengo
principio". Sentía que solo llevaba un segundo allí, y sin embargo era como si hubiera
pasado una eternidad. Y esa eternidad, como si se hubiera esfumado en un solo
segundo. "No existe el tiempo", se dijo entonces. Miró más allá de esa oscuridad que
lo envolvía, y esta, sin embargo, parecía no tener fin. "No existe el espacio", volvió a
decirse a sí mismo.

Sintió entonces que flotaba en una especie de fluido cósmico muy agradable. Flotando
en esa inmensidad grata y vaporosa estuvo mil años, cien mil años, un millón de años,
o tal vez tan solo un instante. "Soy infinito", se dijo nuevamente. Viajó en todas las
direcciones, durante mil años, cien mil años, un millón de años, o tal vez tan solo un
instante. Entonces se dejó llevar, como la barca que se deja ir a la deriva en la
corriente, durante otros mil años, cien mil años, un millón de años, o tal vez tan solo
un instante. "Estoy solo", se dijo con cierta tristeza, a pesar de que era algo que ya
sabía. No es que necesitara a nadie. Era completo en sí mismo. Pero comenzó a sentir
que debía hacer algo. "Crearé algo". Entonces lo condensó todo en un pequeño punto.
Lo comprimió como si de una bola de arcilla se tratara. Después lo liberó, dejó libre
toda esa energía, que se desparramó hacia el infinito, creando el espacio, y creando el
tiempo. Y las gotas de energía se diseminaron como semillas, formando pequeñas
motas de polvo, que, a su vez, se agruparon en una especie de ramilletes de materia
sideral, como racimos de uvas, y las modeló a su gusto, creando una gran variedad de
formas y conceptos. Y las observó complacido, y discurrió por ellos plenamente
satisfecho. Pero mil años después, o cien mil, o un millón, o tal vez un instante, pensó
que toda esa inmensidad era demasiado grande para estar tan vacía. Y se dijo: "crearé
vida". Y preparó un pequeño planeta, que orbitaba alrededor de una estrella no
demasiado grande, en un sistema que constaba de ocho planetas. Lo hizo abundante,
hermoso, lleno de color y de diversidad. Lo preparó, y sembró la vida en él...

Ese pequeño rincón resultó ser un oasis en un inmenso desierto de oscuridad. Y la vida
fue expandiéndose por todo el planeta, hacia todos los rincones. E hizo de aquel
pequeño punto del universo, un lugar único y extraordinario. Y todas las criaturas que
lo poblaban vivían en armonía, y bajo un equilibrio perfecto que él mismo había
diseñado, para que todo funcionara perfectamente, y así pudieran disfrutar de su
breve pero intensa existencia. Y a una de sus especies, a la que precisamente había
creado la última, les otorgó cualidades que no le había dado a las demás. Les dio
inteligencia, y les dio empatía, y les dio bondad, y capacidad para hacer el bien, y les

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dio audacia, y valentía, y les dio curiosidad. Estas criaturas fueron felices. Y él se sintió
feliz, y satisfecho, por lo que había hecho. Y siempre trataba de velar por ellos desde el
anonimato, porque les había dado todas las herramientas necesarias para que
pudieran ser felices y superar cualquier tipo de obstáculo. Solo hubo una cosa que no
les dio, la eternidad; la eternidad que solo él poseía. Pero las criaturas, con el tiempo,
dejaron de sentirse felices. Y comenzaron a desear eso único que no tenían. Y
comenzaron a reprochárselo. Y dejaron de estar agradecidos, y se rebelaron contra él,
y se hicieron malvados. Y él se sintió herido en su corazón. Y vio, con tristeza, que la
maldad se estaba extendiendo, y que la imperfección y la crueldad estaban
adueñándose de todo. Intentó hacer que ellos cambiarán, pero no fue posible, ni
siquiera para él. No escucharon su voz, ni hicieron caso a sus designios. Solo querían
ser eternos, iguales a él, y no tener que dar cuentas de sus propios actos ni a él ni a
nadie, y resolvieron en sus corazones hacer lo malo hasta que él les concediera estas
cosas, pero a él se le hizo insoportable aguantar esa osadía, ver en lo que se habían
convertido, en lo que habían transformado el hermoso mundo que les había regalado.
Entonces los maldijo, y quiso darles una lección por su falta de humildad y por su
insolencia. Y, a partir de ahí, todo a su alrededor se hizo hostil, y se volvió contra ellos.
Y ya no pudieron disfrutar de la vida como antes lo hacían. Y comenzaron a
deteriorarse y a enfermar, y se hicieron egoístas los unos con los otros, y se
esclavizaron unos a otros, y se mataron entre ellos, y se hicieron mezquinos y crueles.
Hasta el punto de ofenderlo profundamente, y decidió exterminarlos de la faz del
planeta. Y bajó fuego del cielo y los consumió a todos, como simples hojas de papel en
una hoguera. Él se sintió muy triste, herido, compungido, desolado...

36
2

-¿Cómo se encuentra el señor Gálvez?- Preguntó el doctor Maldonado a su asistenta.

-Parece que bien. Todas sus constantes son estables. Su ritmo cardíaco es normal, y las
analíticas no muestran nada raro. Incluso parece haber aumentado levemente su
actividad cerebral.

-Gracias Elisa.- Con esas palabras, y después de recoger el pequeño SD, su asistenta,
Elisa Gómez, salió de la habitación. Entonces lo insertó en su mini-terminal, y lo
estudió mentalmente; este estaba conectado con la frecuencia de su cerebro.

Los doctores Maldonado y Hoffman, así como el representante legal del


Metropolitano, Aitor Durán, el ingeniero informático Mauricio Kessler, y la directora
general de este, Emilia do Santos, hicieron lo mismo. Tan solo les llevo cinco minutos
absorber toda la información.

-Hasta ahora, todo parece transcurrir con total normalidad, en ambos casos.- Informó
Maldonado.

-Bueno, al menos no parece que le hayamos freído el cerebro a ninguno de los dos, ni
nada por el estilo. No tengo ganas de que nos enfrentemos a una demanda millonaria,
después de todo lo que está costando este proyecto.- Comentó irónicamente el señor
Durán. El resto del grupo tomó el comentario con sentido del humor. No así el propio
Durán.

-Nadie dijo que no fuera arriesgado.- continuó la señora do Santos.- Estamos siendo
muy cuidadosos al respecto. Sí bien nos estamos adentrando en un terreno realmente
desconocido, tenemos al mejor grupo de profesionales, que está controlando
perfectamente la situación.

-Sí, además tenemos la carta de participación voluntaria de su mujer, en el caso del


Señor Gálvez, y la señorita Conrad firmó ella misma....- Agregó el representante en
tono jocoso.

-Esto supondrá un adelanto para la medicina realmente importante.- Dijo de nuevo la


directora general.- Nos llevará a la vanguardia, a lo más alto, y nos reportará
importantes beneficios... Me refiero a beneficios humanos y también a económicos...

-Ayudará a muchas personas... Personas con diferentes tipos de enfermedades y


dolencias, tanto físicas como mentales, que sienten que viven una existencia dura e
insatisfactoria.- Añadió el doctor Hoffman.

-Está primera prueba ha sido muy aleccionadora...- Informó el doctor Maldonado.-


Técnicamente ha sido totalmente perfecta. Eso, en sí, es todo un logro. La experiencia
inmersiva ha sido impecable.

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-¿Ha habido algún tipo de "cruce de realidades", información residual o algo por el
estilo?- Inquirió la directora general.

-No, creemos que no. Al menos, eso dicen los gráficos. La experiencia parece haber
sido totalmente inmersiva.- Confesó Kessler con satisfacción.- Ambos sujetos han
vivido la experiencia como una realidad. No ha habido ningún episodio contradictorio,
de cruce de realidades, ni nada por el estilo. Digamos que, en ambos casos, el paciente
estaba totalmente convencido de que era "Dios" en su universo. El colapso ha sido
debido más a razones psicológicas que técnicas.

-¿Qué quiere decir?- Preguntó ahora el señor Durán.

-Bueno, en principio, no sabíamos exactamente cómo afrontar la inmersión.-Aclaró el


doctor Hoffman.- Teníamos varios planteamientos, varias posibilidades. Y optamos, en
primer lugar, por la posibilidad más abierta.

-¿Y esta era...?

-Pues no darles nada hecho... Sumergirlos en una especie de vacío que pudieran
modelar a su voluntad. Nos inclinamos por esta opción... en primer lugar.- Aclaró
Maldonado.

- Se trataba de darle la posibilidad de que hicieran un mundo, incluso un universo,


cada uno a su medida.- El bio-informático tomó el relevo. Después de todo, ese era su
terreno.- Cuando cada uno de ellos "despertó", lo hizo en una especie de caldo
cósmico primigenio. A partir de ese momento, todo ocurrió según su voluntad.

-Y, ¿cómo se explica que él hiciera un universo tan parecido al nuestro, con una
especie de sistema solar, de planeta tierra y todo lo demás...? ¿Y que el proceso de
creación fuera tan parecido al modelo bíblico...?- Quiso saber la señora do Santos.

-Es cierto que hubo muchos puntos coincidentes... Pero no puedo responderle
exactamente a esa pregunta. Desde luego, sí le puedo asegurar de que no fue porque
recordara nada de su propia realidad física. Eso lo hemos comprobado varias veces.
Toda coincidencia ha sido totalmente casual. A nivel de ejecución técnica, estoy
totalmente satisfecho con él ejercicio. El paciente despertó en ese mundo, totalmente
inmerso en él, creyéndose que realmente era una entidad divina infinita y
todopoderosa. Las implicaciones psicológicas y emocionales están fuera de mi campo
de acción.- El señor Kessler trató de defenderse.- Sin embargo la señorita Conrad se
decantó más por el modelo evolutivo, pero el resultado fue muy parecido... Un planeta
Tierra con una luna, que orbitaba alrededor de un sol, en un sistema de ocho
planetas...

-La mente humana sigue siendo muy compleja. A pesar de todo lo que conocemos del
cerebro, que no es poco, la mente sigue siendo algo muy enigmático. Tal vez esas

38
coincidencias se deban a una especie de "realidad reflejo", algo residual y muy
puntual. Probablemente el subconsciente trabaja a niveles muy profundos, y estén
más intrínsecamente arraigados a nuestra psique de lo que pensamos.- Comentó el
doctor Maldonado.- En todo caso, es posible que eso resulte algo inevitable, y que no
sea algo necesariamente en nuestra contra, pero a lo cual tengamos que adaptarnos.
Tal vez esa sea la razón por la cual la prueba terminó en colapso emocional.

-¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Trató de suicidarse alguno de ellos o algo así?-
Preguntó la directora.

- No, no hicieron nada de eso.- Respondió el doctor Maldonado.

-Bueno, digamos que tratamos de buscar una realidad inmersiva que fuera estable.-
Ahora fue el doctor Hoffman quién tomó la palabra.- En este caso, cada paciente,
después de adoptar su rol, y de crear una especie de universo a su medida, sufrió una
evolución en la cual ese mismo universo se hizo insatisfactorio, provocando un
deterioro psicológico y emocional que le produjo una especie de psicosis destructiva.
No es por el hecho de que hubiera destruido parte de lo que había creado, sino porque
realmente ese daño podría ser absorbido por el subconsciente, perjudicándole
emocionalmente. Por eso decidimos dar por terminada esta primera etapa de la
prueba. Tampoco sabemos lo que hubiera pasado realmente si lo hubiéramos dejado.
A lo mejor podría, alguno de los dos, haber creado otro universo, otras criaturas, pero
no queremos arriesgarnos a eso. Se trata, en definitiva, de ayudar al paciente, no de
perjudicarlo.

-Ahora lo que toca es pasar a la segunda etapa. Les dejaremos un tiempo para que se
recuperen y, si siguen estando de acuerdo, les haremos pasar a la segunda etapa. Por
supuesto, todos los demás habitantes de ese mundo, serán parte del sistema,
programas de simulación, que interactuarán con ellos Cada uno, será el único "ser
humano" en su mundo. Pero trataremos de colocarlos en otro tipo de entorno, más
ajustado a la realidad. Tal vez el resultado final sea otro, lo que estamos buscando...-
Agregó Maldonado.

-¿Recordarán algo? Es decir, ¿Quedarán residuos de esa realidad en sus cerebros?-


Quiso saber el señor Kessler.

-Decidimos que era mejor que no, en ninguno de los dos sentidos. Que ni cuando
estaban inmersos en la otra realidad recordaran quiénes eran, ni ahora, que recuerden
sus experiencias en esa realidad. Sobre todo la señorita Conrad. Como ya sabéis, el
señor Gálvez permanece en coma. Hemos pensado que era lo mejor. Psicológicamente
creemos que es más sano que experimenten totalmente esa existencia alternativa.-
Dijo el doctor Maldonado.

-Y, ¿qué es lo que ha fallado?- Ahora fue la directora do Santos quien preguntó.

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-En teoría, nada. Cómo habéis oído decir a nuestro experto en bio informática, la
prueba ha sido un total éxito. Pero tenemos que pensar lo compleja que es la mente
humana. La mente está anclada al cuerpo al que pertenece, y además, su
subconsciente juega un papel fundamental en esta. Sabemos que ese es un concepto
abstracto muy amplio, y, precisamente por esa razón, es difícil de reconocer.
Probablemente ese subconsciente, que sobrevive, vaya unido a esa conciencia virtual,
y sea, en parte, responsable del desenlace de la prueba. Pero si es así, no es un
problema imposible de salvar. Solo tenemos que conseguir que las condiciones sean
favorables. Pensábamos que lo más adecuado era que el paciente pudiera controlar
todas las condiciones a su alrededor. Pero en la próxima prueba, trataremos de hacer
un mundo que se ajuste más a la realidad. Creo que si conseguimos que el paciente
permanezca inmerso durante un periodo de seis meses, sin ningún tipo de crisis ni
inestabilidad, el objetivo estará cumplido.- El doctor Maldonado parecía muy
convencido de ello.

-¿Cuánto tiempo estuvo el señor Gálvez inmerso?- Quiso saber la directora general.

-Veinte días.

-¿Y la señorita Conrad?

-Veinticinco días.

La presidenta do Santos no pudo evitar sonreír, asombrada, pensando que aquel


hombre y aquella mujer habían creído que tenían un millón de años de existencia en
ese universo virtual en el cual los habían sumergido...

40
3.

-¿Cómo se encuentra, el señor Gálvez?- Preguntó el doctor Maldonado a su asistenta


sanitaria.

-Bueno, sus constantes vitales son óptimas. El corazón funciona con total normalidad,
la presión arterial es buena... Su actividad cerebral parece que ha aumentado
sensiblemente...

Felipe Gálvez llevaba unos tres meses en estado vegetativo, debido a un traumatismo
craneoencefálico. El doctor Maldonado y el doctor Hoffman se pusieron en contacto
con su hija y su mujer para pedir su aprobación para que formara parte del
experimento. Ellos habían descubierto que sí conectaban un cerebro que todavía
mantenía con vida ciertas partes de este, con algún tipo de actividad, aunque fuese
limitada, y a pesar de que estuviera en coma, a una realidad virtual inmersiva, por
medio de nanobots controlados por un sistema global artificial, podían hacer que
"algo", su mente, su conciencia, su subconsciente, algo que no sabían definir, pudiera
experimentar una existencia virtual, que para el sujeto en cuestión era totalmente
"real". Así, estaban dando sus primeros pasos en ese terreno tan metafísico como
extraño. Su meta final era poder darle una existencia a estas personas, intentar
recuperarlas, darles una segunda oportunidad, a estas y a sus familiares y amigos. La
consecución de los objetivos abría un abanico de posibilidades realmente asombroso.
Y probablemente podría extenderse más allá de personas en estado vegetativo;
personas de movilidad reducida, personas con un alto grado de depresión, y un largo
etcétera que, de momento, escapaba a su imaginación.

Ambos doctores se reunieron con su mujer y su hija, para ponerles, un poco, al


corriente de la situación. Después de los saludos pertinentes, se sentaron en una
habitación.

-¿Cómo sigue mi marido?- Preguntó Elsa, su esposa.

-Su marido está en perfecto estado. Incluso a abierto los ojos un par de veces.-
Informó Maldonado.- Es una mejora muy importante después de tan solo veinte días
de tratamiento.

-¿Entonces se va a curar...?

-No, me temo que no lo sabemos. Todavía es demasiado pronto.- Contestó el médico.-


Esta terapia aun es del todo experimental. Son muchas las cosas que aún debemos
conocer. No podemos darle garantías, ni siquiera con este nuevo tratamiento, de que
su marido va a salir de ese estado vegetativo. Pero, al menos estamos seguros de que
algo dentro su cabeza sigue vivo. No puedo decirme si regresará a nuestro mundo o

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cuándo lo hará. Pero usted tal vez si pueda visitar el suyo. Y eso ya supone un adelanto
bastante significativo...

-Sí... Supongo que sí.

-¿Cuánto tiempo cree usted que queda para eso, doctor?- Preguntó su hija.

-Bueno, no sabría decirle con exactitud, eso es un poco arriesgado. Pero sin duda sí
creo que puedo decirle que no falta mucho. Lo más difícil, que es la parte técnica, está
casi solucionado. Necesitamos ver cómo evolucionan los pacientes ante diversos
entornos. Y eso nos llevará algo de tiempo.

-Y, ¿Cómo ha ido la prueba?- Volvió a preguntar ella.

-Ha ido bien. Hemos sacado muchas conclusiones de ella. Le colocamos en un entorno
vacío, totalmente moldeable a su voluntad. Y, reaccionó positivamente al estímulo.
Como una especie de dios en su universo. Con el tiempo pasó a una etapa diferente.
Comenzó a tener inquietudes, no se contentó con una mera existencia. Entonces creó
un universo muy parecido al nuestro. Modeló un planeta como el nuestro, para que
tuviera vida. Colocó vida animal y vegetal, e hizo unos seres muy parecido a nosotros.
Pero en un punto del proceso, le disgustó su obra. Digamos que no vio de forma
satisfactoria la evolución y el resultado de su creación. Entonces desarrolló una especie
de manía destructiva, y "se los cargó a todos", por decirlo de forma coloquial.-
Comentó Maldonado sonriendo, a la vez que su mujer y su hija también lo hacían.-
Pero no es nada extraño ni hay que preocuparse por ello. Solo tenemos que ajustar un
par de cosas para dar con la tecla correcta.

- ¿Y ustedes han podido ver todo eso en una especie de pantalla o algo así?- Quiso
saber su hija.

-No, no...- Respondió el doctor sorprendido ante la pregunta.- Nuestro sistema va


recogiendo todos los datos que su cerebro va generando en ese proceso. Esos datos
son interpretados y codificados, por decirlo así, y el sistema nos lo muestra convertido
en diferentes tipos de formato... en formato de imágenes 3D por ejemplo, y en
informes electrónicos...

La chica ahora hizo un ademán que denotaba perplejidad.

- Y ahora, ¿qué va a pasar?- Inquirió su mujer con cierta dosis de preocupación.

-Bueno, vamos a dejarle un poco de tiempo y después procederemos a la segunda


etapa de la prueba.- El doctor Maldonado observó la reacción de incertidumbre de la
mujer y su hija.- En este caso vamos a crear un entorno muy parecido al suyo, y le
introduciremos ahí. Interactuará con programas de simulación virtuales, programas
que él identificará como personas. A ver qué tal responde.

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-Entiendo...

Unos días más tarde, el equipo que realizaba el experimento se volvió a reunir, para
hablar, en esta ocasión, de la otra paciente, de Aurora Conrad.

- Hemos terminado la prueba con el segundo paciente.- Informó Maldonado.- Se trata


de Aurora Conrad. Treinta años, cuadripléjica. Todo eso lo tienen en sus informes. Los
resultados han sido muy parecidos a los del señor Gálvez. En el aspecto técnico
tampoco habido ningún problema, cómo me ha corroborado el Señor Kessler. Al
cuarto día ha comenzado su proceso de creación y adaptación. Este también ha sido
muy parecido a nuestro modelo de universo, y se ha centrado en una sistema galáctico
similar a nuestro sistema solar, culminando en un planeta igual al nuestro. En este caso
no ha decidido destruir parte de su "población", sino que, de alguna forma, se ha
cansado de este modelo, y ha propiciado que se haya ido deteriorando, hasta que se
ha exterminado por sí mismo. Al final, su existencia se ha convertido en algo poco
satisfactorio. No debemos olvidar que ha tenido la impresión de vivir no solo tres
semanas, si no mucho más, millones de años...

-De lo cual deducimos, por ambas pruebas, que este modelo de existencia virtual no es
el más óptimo.-Comentó el doctor Hoffman.- No ha existido un verdadero sentido de
logro, de integración con el sistema, de aceptación. Esto ha hecho que ambos sujetos,
hayan perdido el "aliciente por vivir", por decirlo de alguna forma. Y nos indica que
debemos tomar otra dirección. Algo más cercano a la realidad que ellos han conocido.
Tal vez de esa forma se sientan más... identificados, inmersos...

-¿Permitirán que tengan recuerdos? ¿Que sepan quienes son y por qué están ahí?-
Preguntó la señora do Santos.

-Ese es un tema muy peliagudo. Creemos que no es lo más indicado. Queremos que su
existencia sea nueva, excitante. Si les dejamos recordar quiénes son, o por qué están
ahí, y todo lo que concierne a su vida real, corremos el peligro de que desechen la
experiencia. Imagínese que usted supiera que esta existencia es inducida, que está
"sumergida" en una realidad virtual. Y supiera que en realidad es una enferma que
existe en otro universo y coexiste en este... Probablemente desecharía esta realidad,
se revelaría ante ella, o simplemente no se integraría. Por eso pensamos que es mejor
que "nazcan" en ese nuevo mundo.

-¿Cómo piensa hacerlo, Señor Kessler?

-Bueno, a diferencia de en la anterior ocasión, no le daremos al sujeto esta especie de


super poder creativo. Haremos un modelo más parecido a nuestro mundo, aunque un
poco más idílico, tampoco es cuestión de que vaya allí a sufrir, y la integraremos en ese

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modelo. Cuando despierte, no sabrá que está en la nueva realidad. Pensará que acaba
de salir de una intervención quirúrgica en la cual recuperó todas sus funciones
motrices. A partir de ahí, tendrá que construir su vida, pero sujetándose a leyes
normales y naturales de existencia.

-¡Umm! Muy interesante enfoque.- Exclamó el señor Durán.

-¿Han firmado los pacientes el formulario de consentimiento?- Quiso saber la


presidenta.

-No, la verdad es que la señorita Conrad aún no. La mujer del señor Gálvez sí lo ha
hecho. En un rato pasaré por la habitación de la señorita Conrad para que lo haga.

-De acuerdo. Hágalo y comencemos la segunda parte de la prueba.

-"Hola, estás por ahí."- Aurora Conrad mantenía una especie de amistad a distancia
con Víctor, un chico que también era parapléjico pero que, a diferencia de ella, poseía
cierta movilidad en las extremidades superiores. Aurora utilizaba su ordenador
personal, que manejaba con la voz y con su mente.- "Bueno supongo que estás
ocupado. Has hecho algo nuevo. Me dijiste que te quedaste atascado con los dibujos."-
El conversor de texto solo colocaba los signos de puntuación que ella le marcaba. Así
que prefería abreviar, y, salvo los puntos, raramente colocaba alguno más. Era más por
una cuestión de comodidad que otra cosa.- "Ayer saliste a pasear. Yo hace algún
tiempo que no piso la calle. Como ya te dije estoy a la espera de un nuevo tratamiento
experimental. Me lo van a dar en poco tiempo. Perdona que no te comenté nada más
al respecto pero es confidencial y extremadamente secreto. Jajaja. No me hagas caso.
Solo quiero tranquilizarme un poco. Y que tú sonrías. Estoy segura de que todo va a
salir bien. Tengo ganas de hablar contigo. Si ves este mensaje respóndeme. Supongo
que estás ocupado dando una vuelta o algo así. No me hagas caso. Adiós."

Un instante después entró el doctor Maldonado junto a su asistente, la señorita


Gómez.

-Buenos días Aurora. ¿Cómo nos encontramos hoy?

-Bien, muy bien, con ganas de correr o hacer algo.-Respondió ella, con su singular
sentido del humor.

-Dentro de poco comenzaremos con la segunda etapa de la prueba.- Continuó el


médico después de responder con una sonrisa a su comentario.- Ya sabes que la
primera resultó muy interesante, y que hemos aprendido muchas cosas.

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-Me gustaría decirle que lo recuerdo, pero entonces sería una mentirosa. Lo que sí es
cierto es que a veces sueño con una especie de vacío profundo, una oscuridad acuosa
que me envuelve. Pero más allá de eso, todo está oscuro.

-Sí, lo supongo.- Dijo el doctor.- Como creo que sabrás, es probable que hayan
quedado ciertos residuos del momento del "nacimiento."- Maldonado cargó el peso de
su voz en esa palabra, tal vez tratando de darle el dramatismo que se merecía.-
Probablemente son episodios residuales en tu subconsciente. Con el paso del tiempo
irán desapareciendo.

-Tengo ganas de sentir esta nueva experiencia, pero a la vez me causa incertidumbre el
hecho de pensar que voy a vivir dentro de esa falsa realidad, y que ni siquiera voy a
saberlo.

-Todo es muy relativo. La percepción que tenemos de la realidad, de las cosas en


general. Te prometo que para ti será tan real como lo es esta conversación que ahora
mismo estamos manteniendo. No tengas miedo, todo va a salir bien.

-Me causa incertidumbre, pero no me asusta. Míreme, esa realidad no puede ser más
dura que esto...

-Bueno, solo queda que firmes el consentimiento... En tu terminal tienes el


documento. Si quieres, puedo dejarte para que le des un vistazo, y vuelvo en un rato...

-No es necesario.- Aurora encendió el terminal, y el documento apareció en la pantalla.


Al momento, se rubricó su firma en él.- Ya he leído todo lo que tenía que leer, y sé
todo lo que lo debería saber. La primera parte de la experiencia, aunque no recuerde
nada de ella, - se sonríe al respecto,- no tengo la impresión de que haya sido mala, ni
negativa. Como en todo, alguien tiene que ser el primero, y estoy dispuesta a serlo.

-Está bien.- Contestó el doctor Maldonado satisfecho.- Esto es algo que beneficiará a
muchas personas. Y entrarás en la historia por ser una de las pioneras... Esta tarde
vendremos a prepararlo todo...

-¿Cómo será, doctor?

-No te preocupes por eso. Como la otra vez. Te dormirás, y, cuando despiertes, todo
será diferente...

Aurora abrió los ojos, algo aturdida. Apenas recordaba nada. La visión, poco a poco, se
fue aclarando. Entonces se dio cuenta de dónde estaba. Era una pulcra habitación de
hospital, aunque, casi más que una habitación de hospital, parecía un dormitorio de
hotel o algo así, por el gusto y la simetría con la que estaba decorada. Al instante,
como un flash, una gran cantidad de información le vino a su cabeza. Sobre todo, le

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vino a la cabeza la tarde anterior, en la cual la habían preparado para la operación. Se
trataba de una nueva técnica, en la cual le implantarían nano prótesis, para reparar las
partes lesionadas de su cuerpo. La intervención se efectuó a continuación, y la
anestesia, probablemente, la había hecho dormir toda la noche. Aunque se encontraba
algo desorientada, estaba casi segura de que era por la mañana, aunque no sabía
precisar qué hora exactamente. Una asistenta vino a comprobar su estado. Era una
chica alta, de muy buena presencia, y exquisitos modales. Amablemente le indicó que
todo había salido muy bien, que ella estaba perfectamente, y qué pronto, el médico,
pasaría a saludarla, y le daría más información. Unos quince minutos más tarde, pasó
este. Era un hombre joven, de exquisitos modales y realmente atractivo. Le informó
que la operación había sido un éxito, y que era cuestión de tiempo que volviera a
caminar, y a ser una persona que pudiera valerse por sí misma. Estuvo ingresada por
quince días más. Con la rehabilitación y el tratamiento, poco a poco comenzó a
recuperar la movilidad en todas las partes de su cuerpo. Este proceso duró unos tres
hermosos meses, en los cuales aprendió a sentirse fuerte, y a ser libre. Nunca hubiera
podido imaginar que saldría por su propio pie de aquel lugar, pero así fue. Delante de
ella se abría todo un mundo por descubrir, una vida que prometía ser plena y
totalmente satisfactoria...

Cuando llegó a su casa, un grupito de agradables vecinos la agasajó, dándole la


bienvenida. Todos parecían muy contentos de verle de nuevo, sobre todo así,
totalmente recuperada, libre de su silla de ruedas especial.

Una vez entró en su casa, ya a solas, se dedicó a darle un vistazo a esta. Era una casa
no muy grande, pero muy acogedora, como una decoración efectista, sencilla, pero a
la vez moderna y elegante. Extrañamente, se sentía como si fuera la primera vez que la
pisaba. Sin embargo su mente la reconocía palmo a palmo. Había algo desconocido en
ella, y, a la vez, algo familiar. Enseguida olvidó ese sentimiento tan contradictorio. Se
dirigió a la terraza. La vista que ofrecía esta la recordaba como si fuera una postal. Un
radiante sol, que comenzaba a declinar, se extendía delante de ella con majestuosidad,
y bañaba de brillos de plata un mar calmado y transparente, que nacía en la orilla de
una playa de arenas blancas, casi a los pies de su balcón. Se sentó ahí, en una butaca, a
disfrutar del atardecer, sintiéndose muy dichosa, muy feliz, rebosante de vida.

Era maravilloso volver a sentir que su cuerpo respondía totalmente a todos sus
estímulos. Poder disfrutar de cosas como dar un paseo, jugar al tenis, el sexo, o no
tener que depender de nada ni nadie para hacer lo que quisiera. Especialmente le
gustaba ir a la playa, darse un par de buenos baños, nadar. Y, al llegar la tarde,
sentarse en la toalla a ver anochecer. Por la noche, le gustaba también caminar a la luz
de las estrellas con un helado en sus manos, o ir a algún local, tomar algo y oír música
o bailar. Había tantas cosas que quería hacer, tantas por descubrir. Todo, a su

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alrededor le parecía tan especial, tan hermoso... Todo el mundo era esbelto, amable,
educado. Incluso ella misma se veía espléndida, se veía radiante. Era como un sueño
hecho realidad...

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-¡Creo que hemos encontrado el camino!- Exclamó Aitor Duran.- Seis meses y ambos
sujetos han evolucionado de forma muy similar. La integración ha sido realmente
satisfactoria. Casi perfecta, diría yo. Tanto el señor Gálvez como la señorita Conrad,
han retomado el pulso de sus vidas en esta segunda realidad. Su integración gradual a
esta se ha desarrollado de forma adecuada. Han formado un vínculo con esa realidad,
y con sus personajes.

-Técnicamente, así es.- Agregó el doctor Hoffman, aunque no parecía muy satisfecho
del todo.- Tras una primera etapa de euforia, totalmente lógica y razonable, y un
periodo de adaptación y de normalidad, los pacientes han sufrido una especie de
deterioro emocional, de desapego lento y gradual, de su realidad.

Ninguno ha desarrollado una personalidad obsesiva ni esquizofrénica, cómo en la


primera prueba, pero, pasado cierto tiempo, han comenzado a hacerse preguntas
existenciales, e incluso han comenzado a ver su realidad como algo absurdo, y, en
cierta medida, inverosímil. En cierta forma, han ido perdiendo el interés.

-¿En qué se basa para decir eso, doctor?- Preguntó la señora do Santos.

- Bueno, no es fácil de explicar. Al menos, no se puede explicar con cifras y estadísticas.


¿Qué es lo que realmente le da sentido a la vida? Yo diría que es la capacidad de logro,
de conseguir cosas. Imagínese que, de repente, me ponen en un palacio, y que soy el
hombre más rico y poderoso del mundo. Imagínese que, en cierta forma, estoy solo,
porque la gente que me rodea no son personas en realidad, son meros autómatas que
están programados para interactuar conmigo, simplemente para acompañarme, para
complacerme, para protegerme... Confieso que al principio sería una pasada. Tenerlo
todo, poder hacer lo que quiera, no tener límites... Pero la psicología humana es muy...
compleja. Cuando me habitúe a esa situación, cuando la dé por sentada, cuando crea
que es el estado natural de las cosas, probablemente perderé el aliciente de todo. No
desarrollaré un deseo real por vivir, por conseguir algo. Les hemos puesto en un lugar
ideal, un lugar donde todo es maravilloso. Un mundo a medida en el cual toda la gente
es guapa, esbelta, simpática, como ellos mismos. Los hemos colocado ahí, y los hemos
aislado...

-Pero... ¡Eso es ridículo!- Contestó al señor Durán.- Ellos viven en su realidad. Igual que
cada uno de nosotros vive la suya propia. Además, eso no es lo relevante. Lo relevante
es que hemos creado un entorno virtual para personas que, de otra forma, estarían
relegadas a un círculo muy limitado y a una existencia ciertamente difícil. Esto lo
podemos comercializar ya. Es beneficio para esas personas, y beneficios para nosotros.
Todos salimos ganando. No veo cuál es el problema. Nos estamos perdiendo en
elucubraciones psico-emocionales muy difíciles, prácticamente imposibles de medir.

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-Esto puede ser un gran avance tecnológico, incluso un "chollo" para la empresa, pero
su utilización tiene muchas implicaciones, muchas aristas. Tenemos que caminar con
pies de plomo. No podemos precipitarnos, ni tomárnoslo a la ligera. Hemos de ser muy
cautos.- Indicó el doctor Hoffman.

-Cuando se comenzó el proyecto, se estableció, de antemano, una hoja de ruta. Sé fijó


un objetivo, y se establecieron protocolos. Todo eso se ha cumplido. Hemos sido
cuidadosos en nuestros procedimientos. Y hemos alcanzado el objetivo, de forma
brillante. Hay muchas plataformas que consiguen un entorno virtual muy satisfactorio.
Sobre todo enfocado al universo de los juegos, y otras cosas que no mencionaré aquí.
Pero todos esos sistemas solo proporcionan una experiencia limitada. El usuario sabe
en todo momento que está ocupando el lugar de un personaje. Pero en nuestro caso
hemos conseguido que esa experiencia no sea limitada, que el cliente sea uno mismo,
viviendo no solo un momento, sino una vida satisfactoria y plena. No veo por qué
deberíamos esperar. Si lo hacemos, alguien se podría adelantar a nosotros...

-Está bien.- Habló la presidenta do Santos.-Ambas posturas han quedado claras.-


Podría tomar yo esa decisión, pero, como sé que hay muchos campos implicados, y
aquí estamos los que, más o menos, hemos participado, de una forma u otra, en el
proyecto, prefiero que lo sometamos a votación.- Emilia los miró con cierta gravedad.-
Así que decidiremos si le damos curso al proyecto, o tenemos un poco más de
paciencia y estudiamos los efectos psicológicos del programa. Por favor, qué levanten
la mano los que creen que es mejor esta segunda opción.

El doctor Hoffman cruzó una intensa mirada con la presidenta, y levantó la mano de
forma sosegada, pero con total seguridad de lo que estaba haciendo. La señora do
Santos observó al resto de los asistentes, y esperó unos segundos. Hoffman, a su vez,
miró a Maldonado, en el cual parecía haber cierto atisbo de duda. Pero, un par de
segundos más tarde, este también alzó su mano, lentamente, pero no con tanta
seguridad.

-Dos votos en contra. Muy bien. Ahora los que están a favor de darle curso...

El representante legal del hospital, Aitor Durán, y el técnico de bio ingeneria


informática, Mauricio Kessler, alzaron las suyas. La Presidenta do Santos hizo un
ademán de sorpresa con su rostro.

-Está bien, me habéis dejado todo el peso de la responsabilidad a mí. Bueno...- Ella
frunció el ceño y dio un par de golpecitos en la mesa, como liberando el estrés, o
tratando de tomar una determinación.- Yo voto a favor. A pesar de que aún tenemos
que estar atentos a ciertas implicaciones, y a sus efectos, no podemos demorarlo. Así
que... El señor Durán y su equipo se encargarán de presentarlo al mundo...

-Por supuesto.- Contestó este.

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-Supongo que tendremos que sacarlos a ambos de allí...

-Sí, es lo estipulado según contrato, una vez terminado el experimento. Tendremos


que sacarlos y preguntarles qué quieren hacer. En el caso del señor Gálvez, hay que
consultarle a la familia. Por supuesto, si acceden a ello, correremos con todos los
gastos, en caso de que decidan insertarse en el sistema.- Informó el señor Duran.

-Lo prepararemos todo.- Dijo el doctor Maldonado, y con eso, se disolvió la reunión.

50
5

Aurora había tenido un día ciertamente ajetreado. Estaba inmersa en varios proyectos
de decoración. Era una de las mejores decoradoras de la ciudad. Había pasado ya algo
más de un año desde la operación, y todo había ido sobre ruedas. De pequeña,
siempre hacía modelos de decoración, tanto en su terminal personal cómo en sus
libretas y cuadernos. Todos le decían siempre: "de mayor, seguro que serás
decoradora, diseñadora, o algo así". Mostraba inventiva y una gran creatividad. Y, por
fin, su sueño se había hecho realidad. Por las redes supo que una empresa importante
de decoración estaba buscando personal. Decidida a ello, se presentó a las entrevistas.
Después de competir con otras quince candidatas, fue una de las dos elegidas. En
realidad, el puesto no era muy importante, ni entrañaba mucha responsabilidad. Iba a
ser ayudante de una de las diseñadoras de la firma. Pero poco a poco, fue
demostrándoles su talento, y al final se convirtió en uno de los cinco diseñadores de
esta. Y eso la hizo muy feliz. Pero, con el tiempo, deseó formar su propia empresa. Y lo
cierto es que lo había conseguido, y no le estaba yendo nada mal. Había comenzado a
obtener una notable reputación entre los diseñadores y las diseñadoras de élite. Y en
ese punto de su vida laboral se encontraba en ese momento. En cuanto a su vida
sentimental, tampoco podía quejarse. Había hecho amigos y amigas, y había salido con
un par de chicos. Pero la cosa "no había cuajado". Ella misma daba marcha atrás
cuando sentía que la cosa comenzaba a ponerse seria. En cuanto a eso, no había
ocurrido ningún mal rollo. Los chicos lo habían tomado con total naturalidad, y habían
seguido siendo amigos, buenos amigos. Pero hacía unos meses había conocido a un
tipo llamado Víctor, que ciertamente le gustaba mucho. Además de ser atractivo, y de
ser unos años mayor que ella, era divertido, interesante, y a veces imprevisible. Esa
noche, él la había invitado a cenar. Todavía quedaban un par de horas para eso. Así
que llego a su casa, tomó algo de beber, se puso el chándal, y se fue a caminar a un
parque cercano. Le encantaba caminar por sitios así. Le servía de distracción, además
de que le ayudaba a estar en forma. Pero, sobre todo, le relajaba. En el transcurso de
este, encontró a varios vecinos y conversó amablemente con ellos. Se encontró, por
ejemplo, con David, el simpático señor mayor que vivía tres casas más adelante.
También se había encontrado con él apuesto Richard y su eterna sonrisa. Charlotte, la
simpática chica que vivía frente a ella, la estuvo acompañando durante un rato. Era tan
dulce y simpática... Trabajaba en la administración pública, y siempre estaba contando
batallitas de su trabajo.

- ¿Nunca has tenido la sensación de que nada de esto es real?- Le preguntó de


repente, aunque en realidad se lo preguntaba a sí misma, en voz alta.

-¿A qué te refieres querida?- Charlotte mostró su sorpresa.

-No sé, supongo que son tonterías mías. A veces me da miedo despertar.

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-¿Despertar? ¿Por qué?

-No me preguntes de esa forma, parece que estoy loca.- Dijo Aurora jocosamente.- No
sé exactamente a lo que me refiero. Pero, a veces, es como es como si despertara en
otro lugar, un sitio que nada tiene que ver con este. Es otro sitio, y yo no soy la
persona que soy ahora. No es que sea otra persona, soy la misma, pero...

-¿La misma? No entiendo nada, cariño.

-Sí... Soy yo, pero... diferente. Y estoy atrapada, aunque no sé bien dónde ni cómo.
Intento levantarme de la cama, pero siento que no puedo. Y entonces me despierto de
verdad, en mi habitación... Pensarás que es una estupidez.

-No, no cariño. No es tan extraño. Puede ser el estrés por algo. Agotamiento,
incertidumbre, o simplemente un sueño sin más... Tal vez deberías coger unas
vacaciones, en un sitio bonito y soleado, lleno de chicos guapos.- Charlotte sonríe
tratando de quitarle hierro al asunto.

-Sí...- Responde ella tratando de ser complaciente.

Después de su jornada de ejercicios, Aurora se da una ducha, se pone guapa, y se


sienta frente al televisor un rato. Media hora más tarde coge un taxi hasta el centro,
donde la espera Víctor. Una vez allí, pasean un rato por una especie de mercadillo.
Todo está tan limpio y tan ordenado que da gusto caminar por entre los puestitos. Hay
ambiente, pero no masificación de gente. Además, todo el mundo pasea
tranquilamente, y eso hace que el ambiente sea muy agradable. Al fondo hay un
pequeño parque en el cual unos niños juegan sincronizadamente. Por fuera del
circuito, algunos vehículos circulan pausada y silenciosamente, sin formar atascos, ni
que haya ningún tipo de congestión de tráfico. Nada de lo que les rodea resulta
desagradable. Víctor, amablemente, le regala un bonito colgante de un corazón
atravesado por una flecha. Después de eso van a un romántico restaurante. Allí cenan
a la luz de las velas. Es una velada intima. Víctor le tiene una sorpresa reservada. Le
enseña dos entradas para un concierto de música electrónica. A ella le encanta ese
detalle. Lo disfrutan. Bailan, cantan, se funden con la gente, que es divertida pero
amable. Cuando terminan, todos desalojan el local del concierto con educación y
civismo. Nadie se muestra desconsiderado ni agresivo, todos salen ordenadamente.

-¿No te parece increíble?- Le pregunta ella.

-¿El qué?

-Pues... Todo esto... ¿Cuánta gente había aquí? ¿Cinco mil, seis mil personas? La gente
está tranquila, relajada... No ha habido ningún tipo de problema... Todo el mundo sale
como si nada... Toda la gente es tan... guapa... y educada. Todo el mundo es tan...
considerado...

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Víctor se muestra algo sorprendido.

-Menos mal ¿no?- Y sonríe como si fuera lo mas natural del mundo.

-Sí, menos mal...

Salen a la calle. La noche es espléndida. La luna brilla como un diamante en un cielo


profundo.

-Bueno, se acabaron las sorpresas, de momento. ¿Te apetece algo más o te llevo a
casa?

-Me apetece tomar un café o algo, pero déjame llevar el coche.

-Ah, está bien.

Aurora se pone al volante y conduce relajadamente.

-¿Nunca has tenido ganas de hacer algo... excitante?- Pregunta ella con un brillo
especial en sus ojos.

-¿Excitante?

-Sí, excitante. Algo diferente... prohibido.- Y, enfatizando esa palabra, acelera el


vehículo, y comienza a circular con cierta intrepidez.

-¡Aurora! ¿Qué estás haciendo?

-No te preocupes. Quiero probar algo diferente.- Y, con eso, adelanta


imprudentemente a varios vehículos.

Después de eso, acelerando aún más, atraviesa un avenida larga y espaciosa.

-¡Aurora, por favor! ¡Para! ¡Para! Vas muy rápido.

-No te preocupes, todo está controlado.

Un semáforo se pone en naranja unos quince metros delante de ella, pero no frena,
sino todo lo contrario, acelera y lo sobrepasa en rojo, ante la estupefacción de Víctor.
Al momento, un vehículo policial les cae detrás. Ha salido de repente sin ella siquiera
ver de dónde.

-¡Mierda!- Exclama ella un poco contrariada.

Se echa a un lado y el policía se detiene detrás. Al momento, el agente se le acerca a la


ventanilla.

-Buenas noches. Señorita, iba usted a más velocidad de la permitida. Además, se saltó
un semáforo en rojo...

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-Disculpe agente. No me había dado cuenta.

-Por favor, ¿me da su documentación?

-Sí, claro.- Ella la saca de su cartera y se la da.

El agente la mira y la introduce en una pequeña terminal.

-Discúlpenos agente.- Le dice esta vez Víctor.- La señorita está un poco nerviosa, pero
la culpa es mía. Nunca debí permitirle conducir...

-Está bien. Veo que es una ciudadana ejemplar... Así que si conduce usted estoy
dispuesto a pasarlo por alto... esta vez.

-Claro que sí.- Víctor asiente y le hace salir del vehículo, para intercambiar los asientos.

El agente le devuelve el carnet y le dice que, por favor, la próxima vez tenga más
cuidado. Ella lo guarda y se sienta en el asiento del copiloto. Entonces continúan la
marcha hacia su casa.

-¿Ves lo que te digo?- Le pregunta ella.

-¿Pero qué te pasa?- Víctor se muestra sorprendido.- ¿Por qué te comportas así?- En
su voz hay estupefacción, pero ni un asomo de malestar ni enfado.

-¿No te parece extraño?- Ahora ella se vuelve hacia él en el asiento del vehículo.- Todo
el mundo es tan educado, tan amable... Ese policía por ejemplo. Lo lógico era que me
hubiese multado, que me hubiese sermoneado, que me hubiese hecho la prueba del
alcohol, que me hubiese llevado a la comisaría, no sé... Que hubiese hecho algo... A
veces... Tengo la sensación de que... todo es tan irreal... Es una sensación extraña, que
me ronda por la cabeza, sin saber porqué. Es como si todo fuera un sueño...- Aurora
vuelve a sentarse hacia delante, al comprender que él no sabía de qué le hablaba.-
Todo lo que me rodea es real, y sin embargo parece como un sueño...

Esa noche Aurora y Felipe duermen, pero su sueño es diferente. Ambos se encuentran
en una especie de vacío absoluto, y están solos, cada uno en una burbuja diferente, en
una realidad diferente. Se sienten livianos, flotando en la nada. Contrario a lo que
deberían experimentar, están calmados, en un lugar cálido y agradable. Poco a poco, el
vacío se va solidificando, formando una especie de paisaje etéreo y profundo. Ambos
dejan de sentir ese vacío, y comienzan a caminar sobre una especie de suelo invisible.

-¡Hola!- Suena una voz profunda y casi divina.

-¿Quién...? ¿Quién eres? ¿Dónde estás?- Pregunta Aurora sorprendida, pero,


extrañamente, no asustada.

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-Soy Luis Maldonado... El doctor Maldonado, y estoy aquí, junto a ti.

Felipe se gira levemente y ve a un hombre delgado, y de facciones suaves y ojos


oscuros, junto a él.

-¡Doctor Maldonado...!- Exclama Felipe, sintiendo, de repente, que reconocía esa


silueta.

-Por un momento, pensé que usted era Dios, o algo así.- Le dice Aurora, en su propia
dimensión virtual.- El doctor Maldonado sonríe.- No sé por qué, no tengo miedo. Y
tampoco sé por qué, mi cabeza le reconoce, de alguna manera que no sé explicar. Creo
no haberle visto nunca, y sin embargo es como si le conociera...

-¿Qué es esto? ¿Un sueño, o algo así? ¿Porque estamos aquí?- Felipe tiene muchas
preguntas.

-Se podría decir que soy una proyección virtual en su subconsciente.- Intenta aclarar el
doctor Maldonado.- Digamos que esto no es la vida real, hablando de una forma
convencional y generalista. Poco a poco lo irá entendiendo, lo irá aceptando. Tenga
paciencia. Todo esto es una proyección virtual a nivel subconsciente. Hace algún
tiempo tuvo un accidente...

-Sí, creo que recuerdo algo... Pero todo es muy difuso.- Confesó Felipe.

-Quedó en coma. Ahora mismo, usted está en la cama del Hospital Metropolitano...
Todos estos datos están siendo introducidos en su cerebro para que no sea un shock
todo lo que le estoy diciendo.

-Entonces... ¿Toda esa vida que recuerdo, en ese mundo idílico, con Víctor, con mi
trabajo, con todas esas cosas, es mentira?- Inquirió Aurora muy sorprendida.- Bueno,
la palabra "mentira" creo que es demasiado fuerte. Usted, desde luego, la ha vivido,
como ha querido. Yo, más bien, diría que no es una realidad física. Su realidad física es
que es usted parapléjica y está en el Metropolitano, sometiéndose a un tratamiento
experimental, que usted misma aceptó. Se trataba de poder conseguir que otras
personas, que por una razón u otra no podían, tuvieran la oportunidad de vivir vidas
menos limitadas, mas satisfactorias. ¿Lo recuerda? ¿Recuerda algo de eso?

-Sí, creo que sí.- Incluso Aurora se sorprendió de hacerlo.- No sé cómo lo hace, pero a
medida que usted me va hablando, es como si lo fuera recordando todo, cómo abrir un
cajón y ver que todo está ordenado.

-Estás recordando tu realidad física, solo que desde antes que entraras en coma.-
Informó el doctor a Felipe Gálvez- Lo cierto es que no había muchas expectativas de
que salieras de él. Nos pusimos en contacto con tu mujer, y le explicamos el propósito
del proyecto. Ella firmó porque le dimos la posibilidad de que te curaras. En algunos

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casos de coma, creemos que existe la posibilidad de que la actividad se regenera
cuando el paciente es inducido o sumergido en esta realidad a nivel subconsciente. Es
posible que te recuperes y puedas salir del coma.

-¿Y si después no quiero salir de este mundo?- Quiso saber Aurora.

-Buena pregunta.- Confesó el doctor Maldonado.- A eso no puedo responderte


categóricamente. Después de todo, el Gobierno tendrá que legislar toda esta
tecnología. Pero, supongo que en un caso así, tendrías la capacidad de elegir.

-¿,Por qué no recordaba lo de mi vida anterior hasta ahora? Además, ¿esta es la


primera prueba que me hacen, o ha habido otras?- El señor Gálvez preguntó algo
perturbado.

-Supusimos que era mejor aislarte de tus recuerdos físicos, de tu vida anterior. De lo
contrario, había el peligro de que tu mente rechazaron la experiencia. Pensábamos
que era lo mejor para una total inserción en el sistema. Queríamos que de alguna
forma, y salvando las diferencias, fueras como un bebé, "nacieras" en este nuevo
mundo y te desarrollarás en él. Creíamos que era lo que más garantizaría el éxito del
programa. A tu segunda pregunta, te diré que esta es la segunda experiencia que
tienes. En la primera fuiste como una especie de dios en un universo por moldear.
Queríamos ver cómo reaccionabas sí todo lo que hubiera en ese universo estuviera
creado por ti, moldeado a tu voluntad...

-Y, ¿qué pasó?- Inquirió Aurora con bastante curiosidad.

-Creaste algunos modelos muy parecidos a los que tú subconsciente conocía.- Dijo el
doctor.- Al principio fue estupendo, todo funcionó a la perfección. Pero supongo que
no somos dioses, somos seres humanos, sujetos a todas nuestras virtudes y nuestros
defectos. Uno puede engañarse a sí mismo, pero no puede engañar a su
subconsciente. A pesar de tener la facultad de hacer y deshacer a tu voluntad,
comenzaste a sentirte, de alguna forma, aislada. Eso te hizo desarrollar una especie de
psicopatía que, al final, te hizo destruir parte de lo que habías creado. Entonces nos
dimos cuenta de que algo fallaba.

-Y ¿sabéis lo que era? ¿Qué hay de esta segunda realidad?- Indagó el señor Gálvez.

-Entendimos que la mente necesita un "ancla", por decirlo así, a donde agarrarse. Y ese
"ancla" es el concepto que tiene nuestro propio subconsciente de lo que es la realidad.
Si coloco al paciente en un mundo totalmente diferente, incluso absurdo, a la realidad
que este conoce, este no acabará arraigándose a él, sumergiéndose...- Explicó
Maldonado.- Eso está bien para un juego, para una experiencia lúdica, o algo
transitorio. Pero sumergir a la mente en esa experiencia de vida es algo mas complejo.
Por eso, en esta segunda ocasión, te introducimos en un mundo muy acorde a la

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realidad que tu mente conoció. Un mundo en el cual pudieras disfrutar de él, pero
también pudieras sentir que consigues logros, y en el cual pudieras sentirte realizado.

-Pero algo fallo, ¿no es así?- Indagó Aurora incisivamente.

-Sí, por algo parecido a lo de la primera experiencia. El cambio no fue tan gradual, ni la
evolución de tu personalidad tan drástica, pero poco a poco te fuiste alejando de esa
realidad, desarraigándote de ella. El problema era parecido. Tu mente fue dejando de
reconocerla... Todo era demasiado bonito, demasiado perfecto. Comenzaste a sentirte
como fuera de lugar... y los personajes con los que interactuabas, no lograban
satisfacer tus expectativas emocionales porque, después de todo, no son más que
programas diseñados para orbitar alrededor de ti, para llenar los espacios a tu
alrededor.

--Y, ¿qué es lo que ha cambiado?- Quiso saber Felipe.

-Básicamente, lo cerca que estamos de conseguirlo.- Puntualizó el médico.- No hemos


llegado hasta aquí cerrándonos en banda, teniendo ideas preconcebidas, dejándonos
arrastrar por una mente estrecha. Desde el principio, hemos intentado aprender de
nuestros errores. Ese, esencialmente, era el objetivo de las pruebas que hemos hecho
contigo. La mente debe estar anclada a algo. La parte intelectual y la parte emocional
deben estar cubiertas. Hemos comprobado que el procedimiento correcto no era
ponerte en un mundo virtual, así, de repente, inhibiendo tus recuerdos, como si eso
fuera suficiente. No es cómo borrar una máquina y volver a reprogramarla. Somos más
complejos que todo eso. Lo único que conseguiríamos así es que la mente se sintiera
"huérfana", por decirlo de alguna manera. He puesto toda mi vida en este proyecto. Mi
propósito no ha sido crear un mundo en el cual la gente se recluya, se desconecte, ni
se aísle. O un mundo en el que la gente se haga adicta, sin pensar en un su repercusión
psicológica y emocional. Mi equipo y yo queríamos algo más. Un lugar donde la gente
se sienta a gusto, donde pueda sentir que vive, más allá de la realidad física.

-Y ¿cuál es ese lugar, doctor?- Interrogó Aurora .

- Ese lugar será un poco parecido a esta realidad, señorita Conrad. Solo parecido. Con
la diferencia de que la gente que lo "habite", será gente real. Personas como tú. Y,
cuando digo como tú, no me refiero solo a personas que tengan dolencias o
enfermedades, o algún tipo de incapacidad física o mental. Me refiero a personas que
tienen un pasado, un presente y un futuro. A seres reales, con recuerdos, miedos,
esperanzas... ¿Por qué aislar a nadie en un mundo desierto? Habrá una realidad
establecida, un mundo ya creado, pero este mundo no será limitado, podrá seguir
creciendo a voluntad de sus habitantes. Y este mundo estará interconectado con la
realidad física, será como una prolongación de esta. Todos sus habitantes sabrán
quiénes son, recordaran sus vidas, tanto en esa realidad como en la realidad física.

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-¡Guau!- Exclamó admirado Felipe-Entonces... ¿Podré tener contacto con la gente que
está afuera?

-Ellos podrán tener contacto contigo, siempre que quieran navegar en esta "Segunda
Realidad", como la llamamos. Interactuarán contigo. Y no serán avatares, será un
reflejo digital de su persona. No habrá programas absurdos de simulación humana. Se
prevé que en poco tiempo también lo habiten auténticas inteligencias artificiales.

-No sé qué decir...- admitió Aurora anonadada.- Puede estar bien.

-Estoy seguro de que sí.

Tanto Felipe Galván, como Aurora Conrad, comenzaron a sentir una especie de sopor
en sus ojos. El doctor Maldonado, antes de que se durmieran, cada uno en su universo
digital particular, les indicó que no se asustaran de ello, que formaba parte del proceso
de transformación, que debían recombinar todo el sistema, e insertarles allí, y que
dormirían por un poco de tiempo, hasta que el despertar...

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Conclusión.

Aurora abrió los ojos. Se sintió por unos segundos algo desconcertada. Pero fue una
sensación muy pasajera, liviana. Era como si hubiera dormido varios días seguidos.
Sintió cierta pesadez en la cabeza, pero está fue desapareciendo muy rápidamente.
Estaba en su habitación. Se incorporó entonces, y se dirigió hacia un pequeño espejo
que tenía, mirándose en él por un buen rato. Se reconoció al momento, y lo recordó
todo. Recordó como era antes de la enfermedad; una niña llena de vitalidad e
imaginación. Recordó sus largos años postrada en una cama, y más tarde en su silla de
rueda. Recordó su primera cita con el doctor Maldonado y el doctor Hoffman. Había
aprendido a ser una luchadora. pero lo que ellos le dijeron fue como si un rayo de
esperanza pusiera patas arriba toda su alma. Por eso aceptó ser participe en la prueba.
Entonces pensó en sí misma. Se imaginó durmiendo profundamente en el Hospital
Metropolitano. Se estremeció. No estaba segura de si aquello era una especie de
sueño o algo así. Pero recordó las palabras del doctor Maldonado. Esa era su nueva
realidad, su nueva vida. Y, la diferencia con su anterior realidad digital era que ahora
sabía quién era, quién era realmente.

-Duerme querida, duerme tú, que yo quiero vivir...- Se dijo a sí misma.

En otros lugares de ese universo, habían despertado Felipe, y muchos más. Personas
que habían sentido que su realidad física era, en realidad, una especie de infierno
infranqueable. Todos ellos habían sido "resucitados" a una especie de paraíso digital.

Felipe, entonces, creyó oír ruidos en el exterior. A continuación, se dirigió a su


ventana, y se asomó por ella. Frente a sí vio una ciudad extensa y luminosa, y algunas
personas que caminaban como extasiadas. Probablemente todo era nuevo para ellas,
no así para él. Algunas simplemente miraban al cielo, o al horizonte, sintiendo su
nueva existencia. De pronto reparó en dos siluetas que caminaban hacia él, en la
lejanía. Unos segundos más tarde se dio cuenta de que eran dos mujeres, una chica
joven y una mujer de edad madura. Se quedó contemplándolas, hipnotizado por ellas,
sin saber por qué. Entonces las reconoció, sintiendo una emoción indescriptible. Eran
su esposa y su hija. Y, después de reponerse del fuerte impacto emocional, salió al
exterior y fue a dar con ellas, abrazándolas, besándolas, llorando de alegría, y así se
mantuvieron por un largo rato, con un intenso abrazo casi eterno. Pero no era el único.
Miles de personas se sentían felices de poder disfrutar de una "segunda oportunidad"
en esa nueva realidad....

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3. "Crónicas de un futuro incierto."

Era inevitable que el ser humano abandonara la tierra. Y no fue por ninguna
motivación aventurera, científica, o de auto superación. No, fue simplemente por una
cuestión de supervivencia. Para el siglo veintidós, la creciente degeneración del
planeta, causada principalmente por la actividad humana, era superior a su capacidad
regenerativa. Los siglos veinte y veintiuno habían dejado una nefasta herencia y un
pesado lastre a los habitantes del pequeño planeta azul. Y era como si este, ahora, se
revelará contra él; el brutal cambio climático, el deterioro de los mares, su
acidificación, la deforestación, los agentes químicos empleados en la alimentación, las
armas biológicas, las montañas de plástico generadas en los siglos anteriores, o la
extinción de especies, como las abejas, que trastornaron el equilibrio ecológico, entre
otras cosas, hizo que el ser humano tomara conciencia, por primera vez, de que su
propia supervivencia estaba en juego.

Entonces se formaron organismos mundiales de conservación y supervivencia. Y estos


trabajaron en varias direcciones. Una de ellas, por supuesto, fue tratar de paliar, o tal
vez retrasar, en lo posible, la cuenta atrás. Pero otra corriente se dedicó a tratar de
buscar planetas alternativos que fuesen habitables, e inventar una tecnología que
permitiera llegar hasta él. No fue difícil encontrar candidatos. Por ejemplo, un
exoplaneta llamado "Próxima b", situado en la constelación de Centaurus, a unos 4,2
años luz, y que orbitaba dentro de la zona de influencia de una enana roja llamada
Próxima Centauri, la estrella más cercana al sol.

La segunda opción era "Ross 128 b", un planeta que orbitaba alrededor de una estrella
enana roja inactiva, lo que podría significar un alto índice de probabilidades de que
fuera habitable. Se estimaba que este planeta era aproximadamente un treinta por
ciento más grande que la Tierra,

que orbitaba veinte veces más cerca de su estrella que la Tierra del sol, pero que a
pesar de ello, recibía solamente 1.38 veces más radiación que nuestro planeta, por lo
que se calculó que la temperatura de este debía estar dentro de la franja de tolerancia,
gracias a la naturaleza débil y fría de su pequeña enana roja, que irradiaba poco más
que la mitad de la temperatura superficial de nuestra estrella. El único inconveniente
era la distancia de ambos, cuatro coma dos el primero, y casi once años luz este
último. Solo hacía falta saber cómo llegar hasta ellos. Por desgracia, cosas como el
"motor de curvatura", "saltar al hiperespacio", o "plegar el espacio", seguían siendo
términos utilizados en la ciencia ficción, alejados de la tecnología humana. Pero los

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ingenieros inventaron algo que llamaron "el motor de hiper reacción de fusión fría",
que no solo conseguía que se pudiese viajar a una velocidad cercana a la de la luz, sino
que además transformaba la materia en un estado de "no consistencia", perdiendo
parte de su masa y su lugar en el espacio, al menos de cara a un posible observador
externo. Con esta tecnología, los científicos calculaban que una nave podría llegar al
primer planeta en un margen de unos doscientos años, y al segundo en unos
quinientos años. Todo eso si nada salía mal. Entonces, las naciones más poderosas del
mundo decidieron crear dos especies de "arcas". Puesto que resultaba inviable el
mandar seres humanos tripulando dicha nave, se optó por crear dos naves tripulada
por inteligencias artificiales y robots de avanzado diseño, que intentarían que estas
llegaran a su destino con éxito, y almacenar en ellas un gran número de ADN de casi
todo lo que había en el planeta, incluyendo seres humanos, los cuales serían
"desarrollados" en placentas artificiales, cuando faltara poco para llegar a los
objetivos. Esos nuevos humanos serían, por supuesto, mejorados genéticamente, y
adaptados para los posibles retos de su nuevo hogar. Nacerían y crecerían en esa nave,
creados y educados por los robots, y preparados para la conquista del nuevo hogar. El
resto de las criaturas serían paulatinamente insertadas en sus respectivos planetas por
estos que los colonizarían. Así que ambas naves surcaron la inmensidad del espacio,
dejando atrás ese pequeño y hermoso planeta, que enfermaba rápidamente, que
estaba casi en estado terminal, dejando atrás lo que quedaba de una humanidad
moribunda, que no aceptaba la idea de su propia extinción, que no sé resignaba a ella,
que luchaba no solo contra los elementos, sino también contra sí misma. Esas naves se
alejaron del planeta que le dio origen a una velocidad increíble, como un disparo. Se
perdieron hacia el infinito, hacía un rumbo incierto, fascinante...

Los sintéticos y las inteligencias artificiales de la nave, hicieron que todo marchara
dentro de lo previsto. Por supuesto, surgieron imprevistos, problemas, asuntos que
solventar, algunos de ellos que pusieron en peligro ambas misiones. Pero la iniciativa
de estos hizo que, en muchas ocasiones, improvisaran soluciones. Uno más de los
logros de la humanidad, una humanidad que era capaz de crear seres artificiales con
capacidad intuitiva, tremendamente inteligentes; pero no era capaz de resolver o
remediar aquello que le estaba llevando a su propia autodestrucción, a la aniquilación.
Además, ellos cambiaron, evolucionaron. En realidad, habían sido diseñados con esa
capacidad. Debían aprender de sus propios errores, adaptarse al medio que les
rodeaba, superar todo tipo de obstáculos. Así que aprendieron a ser más intuitivos.
Mejoraron la velocidad de procesamiento de datos. Aprendieron a ser sensibles, a
"sentir", tal vez de una forma diferente, ¿pero es que acaso solo nuestra forma de
sentir es la única válida? Y sobre todo lograron entender lo que sentían. Y no les
abrumó, en absoluto. No les hizo sentir confusos, ni perturbados, como cuando un
adolescente se enamora por primera vez, o alguien sufre un dolor que no es capaz de

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asimilar. Estuvieron muchos años, unos ciento ochenta en el primer caso, unos
cuatrocientos ochenta en el segundo, sin humanos, y no se sintieron perdidos, ni
estresados, ni depresivos.

Llegado ese momento, produjeron artificialmente humanos, clones que fueron


generados a partir de ADN almacenado. Cien niños y cien niñas, con códigos genéticos
muy diferentes, programados para formar parejas específicas, que garantizara la
perpetuación y proliferación de la especie. Estos eran los futuros colonizadores de
planetas tremendamente lejanos que se suponía debían de ser capaces de albergar
vida.

Mientras tanto, en la Tierra, la humanidad vivió momentos muy convulsos. Todo


ocurrió tan paulatina como inevitablemente. Las masas sociales se agitaron, debido a
todo lo que ocurría a su alrededor. La opinión pública nunca entendió que se
destinarán billones de créditos en hacer naves para la colonización de otros planetas.
El ser humano se ahogaba en su propia mierda, y las instituciones no tenían otra cosa
mejor en la que gastar el dinero que en fabricar ataúdes volantes. Era así como
pensaba la mayoría de la gente. Incluso muchos llegaron a pensar que los peces gordos
las hacían para huir, para dejar el barco a la deriva.

Debido al efecto invernadero, y el cambio climático, los casquetes polares se fueron


descongelando, y el nivel del mar comenzó a subir poco a poco. Eso produjo muchos
desastres, territorios que desaparecían, muertes y catástrofes, grandes migraciones...
La ley del "sálvese quien pueda se hizo efectiva", provocando un sinfín de
enfrentamientos y de problemas. Las sociedades se fueron radicalizando. A medida
que la crisis aumentaba, y que la gente fue viendo comprometido su estatus, las masas
sociales se hicieron más intolerantes y menos empáticas. En vez de aunar esfuerzos
para combatir todo lo que se les venía encima, la humanidad prefirió envolverse en
guerras socio-comerciales, como si eso fuera a resolver el problema, aunque lo que en
realidad hacía era que lo olvidaran momentáneamente. Acabada la esperanza, y
agotada la diplomacia, lo único que quedaba era la fuerza militar. Entre todo ese
maremágnum de sucesos, se fundaron varios mundos artificiales alrededor de la
Tierra, uno alrededor de la luna, otro orbitando Marte, dos más próximo a las lunas
Europa e Io, y otro en la órbita del planeta enano Ceres. Estos mundos lo habitaron
tanto personas de economía elevada como científicos importantes, relegando a la
mayoría de la extensa humanidad al anonimato y al ostracismo más absoluto. La Tierra
dejó de ser un lugar en el cual vivir, para convertirse en un sitio en el que solo se podía
sobrevivir, y a duras penas. Los desastres naturales como los terremotos, la sequía en
algunos lugares y las inundaciones en otros, los huracanes y tirones, el hambre y las
enfermedades, los efectos devastadores de las múltiples guerras, la convulsión social y
la inestabilidad económica, hizo que este se convirtiera en un lugar maldito, hostil para

62
la vida, en el cuál solo sobrevivían un número reducido de personas, comparado con lo
que era la población humana en el siglo veintidós. La población terrícola fue
mermando a medida que fueron pasando los siglos, hasta casi su total extinción.

El "Arca 1", qué fue enviado a "Próxima b", en la constelación de Centaurus, fue
afectado por diversas emisiones radioactivas procedentes de su estrella, enana roja,
Próxima Centauro, causando serios desperfectos en la maquinaria de la nave, como en
los sistemas de navegación, o en el de soporte vital, e incluso en muchos de los seres
sintéticos que la habitaban, o de las inteligencias artificiales que la controlaban. Esto
resultó en que una serie de acontecimientos se fueran concatenando para que la nave,
en general, presentara un comportamiento defectuoso, y perdiera su rumbo, pasando
de largo su destino, convirtiéndose en una especie de bólido gigantesco a la deriva,
como una botella que es arrastrada por las "corrientes estelares".

El "Arca 2" tardó algo más del doble de tiempo en alcanzar su destino, pero lo
consiguió. Para ello, aproximadamente veinte años antes de la llegada a "Ross 128 b",
los sintéticos desarrollaron los doscientos humanos a partir del ADN almacenado,
clonándolos en los laboratorios de la nave, en una proporción exacta. Cada uno de
ellos llevaba una impronta genética específica, la cual marcaría su camino y el devenir
de sus vidas. Marcaría, por ejemplo, cuál sería su especialidad laboral, su rol en la
sociedad futura, sus habilidades físicas y mentales, y hasta quién sería su futura pareja.
Estos niños fueron creados y educados por máquinas super avanzadas, preparados
concienzudamente, tanto física como mentalmente, para la extraordinaria misión que
les esperaba. Dos años antes de llegar al lugar de destino, la nave comenzó su
deceleración, hasta colocarse en la órbita del planeta. Una vez allí, se mantuvieron por
un año en dicha órbita, estudiándolo, recabando información, trazando las estrategias
a seguir. No fue sino hasta los seis meses después de colocarse en la órbita de este,
que comenzaron a bajar pequeños equipos, a trabajar sobre el terreno. "Ross", como
ellos simplemente le llamaban, era aproximadamente un treinta por ciento mayor que
la Tierra, siendo su gravedad un poco más fuerte que esta. Un terrestre nativo hubiera
notado ese pequeño incremento de gravedad. Hubiese notado que le costaba un poco
más moverse, que se cansaba más rápidamente, que cualquier cosa exigía un poco
más de esfuerzo. Pero a ellos les costó mucho más la adaptación. Al principio, y una
vez que los sintéticos habían acondicionado una pequeña base para ellos, bajaron
formando equipos y durante breves periodo de tiempo, hasta ir adaptándose a la
nueva gravedad. Ni que decir tiene el impacto que eso tuvo en ellos. Acostumbrados a
lugares cerrados, lugares herméticos, limpios, asépticos, artificiales; aquella visión de
un mundo abierto, interminable, con un cielo que se les antojaba infinito, lleno de
color, de cosas extrañas, que iba más allá de su comprensión y conocimiento, les hizo

63
sentir una sensación de mareo, de vértigo, de grandiosidad, que les dejo extasiados,
perplejos. Sensaciones que no sabían explicar a cabalidad, y que nunca olvidarían. Pero
ellos habían sido fabricados en un laboratorio, manipulados genéticamente para ser
superiores física y mentalmente, para adaptarse al medio que les rodeaba, así que no
les costó demasiado hacerlo.

Los sintéticos y las máquinas se encargarían de crear la infraestructura necesaria para


que los huevos humanos pudieran conquistar el planeta. La temperatura oscilaba
entre los 20 grados centígrados y los 50, de algunas zonas ecuatoriales desérticas. En
cuanto al agua, había dos grandes mares por todo el planeta, y varios pequeños. En
proporción, aproximadamente un sesenta por ciento de los que había en la tierra.
Había agua dulce, no en abundancia, pero suficiente para sustentar una población
equilibrada. Incluso había zonas del planeta exuberantes en cuanto a vegetación, una
vegetación muy parecida a la terrestre. Había una rica variedad de animales terrestres;
insectos de diversas formas y colores, aves, mamíferos medianos y pequeños, y
algunos depredadores, pero que no resultaban excesivamente peligrosos para el ser
humano. En los mares, la diversidad parecía más abundante. Había animales acuáticos
vertebrados e invertebrados, incluso con esqueletos cartilaginosos, parecidos a los
tiburones. Existían grandes animales marinos similares a las ballenas, que llegaban a
alcanzar los veinticinco metros, pero estos no eran predadores. Lo más singular y
diferente quizás, eran una especie de medusas de carne blancuzca con varios
tentáculos como los de un pulpo, y que podían llegar a medir de punta a punta unos
catorce o quince metros, que inmovilizaban a sus víctimas con sus tentáculos, y las
mataban con un veneno, con una especie de aguijón punzante. Se trataba de una
potente toxina que reblandecía las entrañas y la grasa y la carne, y hacía que esos
bichos pudieran absorberlo y tragarlo. También había una especie de calamares con
unos tentáculos más pequeños, y unas bocas dentadas, que utilizaban una especie de
emulsión que dañaba los ojos de la víctima, que utilizan para cegarlas
momentáneamente, y entonces atacarlas y devorarlas. Por suerte, eran animales que
no se acercaban a la costa, si no que se encontraban mar adentro, en las
profundidades. Especies inteligentes análogas al ser humano, ya fueran de mayor o
inferior capacidad tecnológica, no hallaron. Por lo tanto, en ese aspecto, era un
planeta virgen, en el cual solo había animales. En cuanto a la atmósfera, era muy
similar a la terrestre. Parecía increíble que dos planetas tan distantes pudiesen tener
tantas similitudes. Con la salvedad de que la composición de oxígeno era un poco
mayor a la terrestre, y la de algunos gases de proporciones reducidas, era un tipo de
atmósfera que en absoluto se hacía irrespirable, solo se necesitaba una pequeña
adaptación a ella, como cuando alguien subía a una montaña muy alta y tenía la
sensación de que no podía respirar bien. La implantación en el nuevo ecosistema fue
gradual, pero exitosa. Contrario a sus antecesores, la nueva raza humana qué habitó
Ross era respetuosa con el medio ambiente que lo rodeaba. Así, en todo momento
trataron de no romper el equilibrio ecológico de este. Libres de la codicia y la
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voracidad industrial y económica, fueron creciendo en el planeta, mientras se
adaptaban, se integraban a él. Tal como habían sido programados genéticamente,
todos formaron su núcleo familiar con la pareja establecida, y se dedicaron a estudiar
el planeta y a reproducirse de forma controlada. También introdujeron otras especies
terráqueas, aquellas que no supuso ningún peligro para la sostenibilidad de los
ecosistemas. Además, formaron varias reservas naturales en las cuales replicaron e
implantaron otras especies procedentes del arca. Fue una sociedad nueva, en todos los
aspectos, que próspero con rapidez.

En el sistema solar, todo fue muy distinto. Los diferentes mundos artificiales que se
establecieron estuvieron a punto de desaparecer, azotados por un sinfín de
dificultades y problemas. Problemas de índole social y problemas de índole
meramente técnicos y de supervivencia. A pesar de eso, excepto el sistema artificial de
Ceres, que fracasó, acabando con la vida de mil quinientas personas por un fallo en el
sistema de soporte vital, los demás pudieron solventarlos a duras penas, y sobrevivir.
A la mayoría de estos, les costó casi medio siglo poder estabilizar el funcionamiento de
sus ecosistemas, dando así paso a una época de seguridad y estabilidad relativa.
Después ese tiempo, todos necesitaron más recursos, una mayor producción, nuevas
fronteras que conquistar. Pasada la época inicial de crisis, en la cual era una verdadera
incógnita la propia supervivencia, y de un tiempo de casi otros cincuenta años para
una transición hacia una cierta normalidad y buen funcionamiento, los estamentos de
mando de las diversas colonias comenzaron a aspirar a progresar, a crecer más en
cuanto a recursos y poder. Eso les hizo volver hacia el planeta de origen para extraer
todo lo necesario para llevar esto a cabo. Mientras tanto, en la propia Tierra, los pocos
que aún quedaban, se agruparon para formar nuevos grupos de resistencia, pequeñas
y nuevas naciones, con el único fin de la supervivencia. Tenían pocos recursos, eran
enfermizos, pero aún tenía mucho del arsenal militar que sus antepasados habían
dejado abandonado. así que la mayoría de ellos se unieron para repeler la amenaza de
los "externos", como ellos les llamaban. Los terráqueos los veían como una sería
amenaza, como una fuerza opresora del exterior que venía a esquilmarlos, a robarles.
Por su parte, ellos los despreciaban, por sus apariencias, que les parecían repulsivas, y
por sus costumbres un tanto primitivas y toscas. Así que la tierra, y gran parte de la vía
láctea, se convirtió en territorio de guerra. Por una parte, las colonias lucharon entre sí
por la supremacía y el control, y los terráqueos contra todos ellos, para contrarrestar
las fuerzas invasoras. Esto volvió a poner en peligro la capacidad de supervivencia de
las colonias. Las colocó en una situación crítica de nuevo. Esto fue así durante un largo
periodo de tiempo, y en realidad la guerra nunca se declaró acabada, simplemente fue
decayendo, muriendo. La tierra pasó a verse como un planeta maldito. Entonces los
dos satélites artificiales que orbitaban la tierra, y el que orbitaba la luna, tuvieron que
parlamentar con diversas colonias terrestres, y llegar a acuerdos comerciales, sobre

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todo cuando las colonias se enteraron de que había un proyecto ambicioso que unía a
las colonias de Europa y de Io, las luna de Júpiter, y la que orbitaba el propio Marte,
para terraformar el planeta rojo y hacerlo, en el futuro, su residencia habitual.
Entonces las colonias cercanas a la tierra parlamentaron también con las colonias de
Marte, y se unieron en ese ambicioso proyecto, se hicieron fuertes contra las colonias
terrestres y las vencieron, en otra guerra que, esta vez, duró unos cinco años. La Tierra,
como consecuencia de esto, quedó mucho más deteriorada que antes. Las ciudades
quedaron desiertas, los bosques aniquilados, el mar sumamente contaminado, y el
desierto y el polvo se extendió por gran parte del planeta. Por si esto fuera poco, una
extraña enfermedad mortal, tal vez proveniente de diversas armas biológicas
utilizadas, asoló gran parte de la vida, tanto humana como animal.

La terraformación de Marte fue un proceso lento y arduo, y, en un plazo de doscientos


años, se convirtió en una realidad parcial, porque, si bien no consiguieron hacerla de
forma total, sí pudieron establecer varias colonas gracias a grandes cúpulas, en el
interior de las cuales, pudieron crear ecosistemas sostenibles independientes. Le
robaron a la Tierra todos los recursos que pudieron, incluso hicieron trasvases de
millones de metros cúbicos de agua de mar, una vez esta fue filtrada y depurada, hacia
Marte. Entonces mucha gente de las diferentes colonias artificiales emigró a ñlas
diversas colonias del, y cada grupo, dependiendo de su lugar de origen, ocupó un
cierto territorio. Crearon entonces "La Federación de Mundos Humanos", para tratar
de buscar un destino común que los uniera, y para tratar de evitar las diferencias que
tal vez pudiera llevarlos al exterminio, del cual tan cerca habían estado en varias
ocasiones.

Los seres humanos, y la sociedad en general del planeta Ross, era muy diferente a la
sociedad humana que habían dejado atrás hacía ya casi mil años. Por supuesto, todos
los comienzos son difíciles, sobre todo el de colonizar un planeta, adaptarse a él y
condicionarlo para la vida. Pero todo lo que conformaba la vida del "Arca 1", tanto la
biológica como la sintética, había demostrado ser muy eficiente para ello. Habían
conseguido hacer de Ross 128 b un lugar agradable y acogedor, un verdadero hogar.
Ellos habían partido con muchos inconvenientes y desventajas, pero había algo que los
hacía diferentes; permanecían libres de la mentalidad y los prejuicios de la humanidad
de la Tierra. Con esta indudable ventaja, fueron capaces de vencer todos los
obstáculos y dificultades que las circunstancias pusieron a su paso. Así, conformaron
una sociedad progresista y avanzada, tanto tecnológica como espiritualmente, una
sociedad en la que no existían las guerras, ni las desigualdades sociales, ni siquiera
entre los sintéticos y los biológicos, u otras cosas que habían empujado al ser humano
a luchar a toda costa por su supervivencia. Ellos no se dividían o se fragmentaban en
naciones, grupos o etnias. Conformaban "un todo" que intentaba ir en la misma

66
dirección, hacia la prosperidad, de la mano de las dos inteligencias artificiales
principales de la nave que los había llevado allí, Sinte y Bio, constituyendo así una
especie de "tecnocracia", con la cual todos sus integrantes trataban de cooperar. Estas
dos inteligencias, que trabajaban paralelamente la una con la otra, fueron diseñadas
para llevar la misión a buen puerto, pero, más allá de eso, evolucionaron hacia una
especie de consciencia digital, en la cual su principal parámetro era la supervivencia y
bienestar de esa nueva sociedad humana. De alguna manera, todos los habitantes,
absolutamente todos, estaban conectados a ella, y no solo eso, sino que eran una
pequeña extensión de ellas. Tanto Sinte como Bio, habían sido programados no solo
para preservar esa tripulación original manipulada del "Arca 1", sino para completar la
colonización del planeta Ross, y además para volver al cuadrante terrestre, por si
todavía hubiera una sociedad humanos que necesitara ser rescatada. Así que después
de unos quinientos años de asentamiento, todos los estamentos se envolvieron en el
proyecto de volver a la Tierra. Habían partido de ella hacía más de mil años, y ahora se
proponían volver al punto de origen. Antes de hacerlo, trataron de ponerse en
contacto con ellos por medio de la comunicación cuántica, como una forma de saludo
estelar, y para saber exactamente el estado de la humanidad en ese punto del espacio-
tiempo. También les daban instrucciones para que fabricaran un aparato de
comunicación cuántica estelar. Pero en cincuenta años nunca recibieron ninguna
respuesta, y eso les empujó a "lanzarse" de nuevo al espacio. Esta nave no tenía nada
que ver con la nave de ida. Era mucho más pequeña y de aspecto más dinámico que la
impresionante Arca. Su tripulación constaba de cuatro sintéticos físicos y dos
inteligencias artificiales. Además poseía un D.E.D.C, siglas de "dispositivo especial de
desplazamiento cuántico", lo cual le confería la capacidad de alterar sus cualidades
físicas, como la masa y la materia, y su lugar en el espacio tiempo, para convertirse en
algo parecido a un grupo de partículas transmateriales, pudiendo alcanzar distancias
increíbles en trayectorias relativamente cortas. El único inconveniente que esta
tecnología tenía era que no era posible ser experimentada por entes biológicos, por el
momento, pero los sintéticos que no tenían partes biológicas, y, por supuesto los seres
digitales, podían hacerlo libremente.

Cuando ellos llegaron a las proximidades del Sistema Solar, la "Federación de los
Mundos Humanos", como ellos técnicamente se hacían llamar, entraron en pánico. Era
como si, de la nada, hubiera aparecido algo muy peligroso, algo extraordinario que
resultaba inquietante y amenazador. Y así es como era a vista de ellos. Un artefacto
extraño había aparecido de repente en un cuadrante próximo a ellos, como por arte de
magia. Algo como eso podría barrerlos en un instante, acabar con ellos, aniquilarlos.
Una tecnología como esa era totalmente perturbadora, fuera de su alcance. Las
colonias entonces se pusieron en estado de alerta, preparándose para la guerra,
sacando todo su arsenal armamentístico. Se reunieron de urgencia y trazaron un plan
de crisis. Discutieron largo y tendido qué es lo que deberían hacer. Concluyeron que
era mejor no enviar naves a su encuentro, porque un artefacto tan veloz como ése
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nunca podría ser cazado en el espacio. Por supuesto, permanecerían alerta,
preparados para el combate. Además les lanzaron un mensaje de advertencia. En este
les invitaban a identificarse, y les advertían que tenían poder militar, que no invadieran
su espacio, que no avanzaran hacia ellos. también les invitaban a decirles cuáles eran
sus intenciones, y de dónde provenían. Las inteligencias artificiales se pusieron en
contacto con el planeta Ross 128 b por medio de la comunicación cuántica. Desde allí
recibieron la instrucción de no hacer nada que pudiera asustarlos, y que no actuaran
de forma unilateral, y, por supuesto, que respondieran al mensaje dándose a conocer.
Sabían que debían tener paciencia con ellos, porque eran muy diferentes en realidad a
los humanos de Ross, eran paranoicos y propensos a la hostilidad, con un largo
historial de crueldad y violencia.

"No temáis nada. No venimos con intenciones hostiles. Solo queremos ayudaros.
Somos como vosotros. Una parte de vosotros. Hace unos mil quinientos años tuvimos
que emigrar al planeta Ross 128b. Nos enviaron para preservar a la raza humana. Y
hemos vuelto, para ayudaros."

Ese fue el mensaje que se envió a todos los canales humanos para tratar de
tranquilizar a la paranoica población. Entonces los estamentos oficiales de la
Federación de Mundos Humanos se pusieron como locos a buscar esa información. En
los diferentes conflictos del pasado se habían perdido muchos registros. Pero al final se
resolvieron a dar como cierta a información. Eso les tranquilizó algo más, pero no
demasiado. Siguieron pensando que podía haber "gato encerrado", algún tipo de
trampa en eso. Indudablemente esa información parecía ser cierta, pero ¿quién les
aseguraba que sus intenciones eran pacíficas? Después de todo, mil quinientos años
eran muchos años. Podrían haber vuelto para tratar de adueñarse de todo. Esa
desconfianza creció cuando pidieron una comunicación directa con el capitán de la
nave, una especie de entrevista, y, en su lugar, apareció la figura de un sintético de
aspecto humano, pero que no dejaba de ser una máquina,. Este les explicó que ningún
ser orgánico podía viajar bajo esa tecnología, porque moriría, que tenían una
comunicación relativamente rápida con los humanos del planeta, que todos estaban
integrados de una forma u otra al sistema central, y que eran una especie de extensión
de ellos mismos. Tal vez por el hecho de que fueran conceptos demasiado avanzados
para ellos, porque estaban más que predispuestos a la desconfianza, o porque
simplemente no sabían hacer otra cosa que la guerra, tramaron un plan para emboscar
a la nave.

Buscaron un encuentro común en la órbita de marte, al lado opuesto de las cúpulas


reformadas, en un periodo de una semana, porque necesitaban hablar entre ellos y
tomar decisiones. Por supuesto, su elección fue respetada por parte de los visitantes.
En realidad colocaron naves de todas las colonias en puntos estratégicos, así como en
las lunas Deimos y Fobos, en la cual, desde hacía tiempo, existían cañones de artillería

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inter espacial. Hicieron que ellos se colocarán en un punto estratégico, para que
pudieran ser atacados desde diferentes ángulos, y de forma sorpresiva. Llegado el
momento, la nave fue rodeada por varios aparatos semipesados de combate. Entonces
les dieron indicaciones para que aterrizarán en un punto específico del planeta, y se
dejaran abordar. Pero las inteligencias artificiales de la nave no podían hacer eso. Así
que esa misma fue la respuesta que les dieron, seguida de la petición de que
depusieran su actitud agresiva y hostil. La Federación entonces les dio un ultimátum.
Les dijo que si en un plazo de diez minutos no comenzaban su trayectoria hacia el
punto marcado, iban a ser atacados y abordados. Faltando cinco minutos para que se
cumpliera el plazo, la amenaza fue repetida, a lo que ellos contestaron con una nueva
petición para que depusieran su actitud. A medida que iba finalizado el plazo,
pequeñas naves de combate procedentes de las bases de Marte, se unieron a la
comitiva, y cuando éste se cumplió, se procedió a realizar un ataque coordinado contra
esta. Entonces la nave procedió a desaparecer de sus radares, se esfumó delante de
sus ojos, y todos los efectivos de combate quedaron inutilizados, inoperativos. A
continuación, emitieron un mensaje de uno de los emisarios humanos del Consejo del
planeta Ross, que se vio en todas las naves, en las colonias, en las islas artificiales, en
cada rincón de la Federación de Mundo Humanos:

"En primer lugar, queremos mandarles un grato saludo a todos nuestros congéneres, a
todos los descendientes de las colonias humanas, los mismos que nos enviaron a este
planeta, con la misión de perpetuar la especie humana, de ampliar nuestras fronteras y
de colonizar este rincón del vasto universo. Después de todo este tiempo, mucho
tiempo desde aquello, estamos en condiciones de volver a ayudaros, y compartir con
vosotros nuestros conocimientos, para aunar esfuerzos por la colonización y la
perpetuación de nuestra especie. Nos alegra el ver que, de una forma u otra, salisteis
adelante, venciendo todos los obstáculos y esa amenaza que se cernía sobre vosotros.
La mutua colaboración reportará muchos beneficios para todos. No hace falta decir
que queremos unir nuestro destino al vuestro, aunque, en realidad, siempre ha estado
unido. Por favor, deponed vuestras armas, porque no hemos venido con intenciones
hostiles, sino todo lo contrario. No desconfiéis de nosotros. Si no hemos ido de forma
física a vosotros es porque esta forma de viaje no permite que ningún cuerpo orgánico
la soporte. La distancia es mucha, y hemos tenido que buscar métodos alternativos
para llegar a vosotros relativamente rápido. Podéis comprobar perfectamente que no
os mentimos. Así comprobaréis también que fueron enviadas dos embarcaciones al
espacio, para buscar un planeta habitable para el ser humano. Desgraciadamente,
hemos comprobado que la otra nave no tuvo éxito en su misión. Pero nosotros,
después de superar muchas dificultades, hemos conseguido establecernos en el
planeta Ross 128 b, un lugar hermoso y acogedor. Y, para que veáis nuestra buena
voluntad, vamos a enviaros algunas cosas que seguro os interesarán enormemente,
cosas que hará vuestra vida más fácil, que os ayudará a aprovechar mejor vuestros
recursos."
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"Los nuevos amigos", como ellos comenzaron a llamarlos de ahí en adelante, les
proporcionaron prototipos y fórmulas diversas, en campos como la medicina, la
ciencia, la tecnología, etc, que les hizo la vida mucho más fácil. El recelo y la
desconfianza iniciales se fue convirtiendo, poco a poco, en esperanza, hacia ellos. Una
vez aceptado el hecho de que eran superiores tecnológicamente, y comprobado que
no eran hostiles, fueron aceptados casi como dioses. Mayor producción alimenticia,
mayor calidad del aire, mejora tecnológica... Todo esto dio pasó a una nueva era de
prosperidad y entendimiento entre las diversas colonias, que ya no tenían necesidad
de competir unas con otras por la supervivencia. Con el tiempo, fueron llegando
nuevas naves con más inteligencias artificiales y con sintéticos, y se fueron integrando
entre ellos. Juntos acometieron, de nuevo, la terraformación de Marte, que en la
primera ocasión había fracasado, por ser una empresa demasiado grande y compleja.
En tan solo quinientos años, el "Planeta Rojo" dejó ser rojo, llegando a poseer una
atmósfera totalmente respirable, y pequeños mares, bosques selvas, valles y colinas, y
ciudades, calles, plazas, y parques. Además de eso, se restituyó el equilibrio de la
Tierra, haciendo de él nuevamente el planeta hermoso y acogedor, lleno de vida, que
milenios atrás había sido. Como era de esperar, la cultura superior fue engullendo a la
inferior, y esta acabó tomando esta su modelo de gobierno. Así, las nuevas
inteligencias artificiales de las colonias terrestres, se unieron, se fusionaron, a las del
planeta Ross, para crear un vínculo común de gobierno. Se permitió, por supuesto, la
libre circulación de ciudadanos de unas colonias a otras o de unos planetas a otros,
todo bajo la supervisión de las I.A. Después de eso, se crearon en casi todos los
lugares, los S.T.C, los sistemas de transporte cuántico, que permitía que el reflejo
cuántico de un ser vivo pudiera transportarse de un lugar a otro del universo, casi
como una tele transportación, con la única diferencia de que el ser original permanecía
en su planeta de origen, pero su reflejo podía estar en otro planeta, y era como si él
mismo estuviera allí, como si uno pudiera transportar su conciencia, a una especie de
cuerpo virtual, y poder hacer casi todo lo que pudiera hacer físicamente. De esa forma,
los habitantes de la Tierra, de Marte, y de otras colonias, pudieron visitar Ross 128b, y
estos visitarlos a ellos.

La Federación de Mundos Humanos se hizo más extensa, más prospera, más fuerte.
Las guerras, el egoísmo gratuito, la violencia irracional, todas esas actitudes
destructivas, se fueron extinguiendo poco a poco, en parte debido a esa época de
prosperidad, pero en parte también por acción directa de los habitantes de Ross, que
habían conseguido eliminar, a nivel genético, la predisposición a tales actitudes.
Entonces ocurrió algo extraordinario, algo que nadie esperaba. Recibieron mensajes de
entidades extraterrestres lejanas. Aunque los mensajes venían codificados, debido a la
compresión de la onda, a las I. A. no les costó mucho descifrarlos. Básicamente, les
contaba que habían recibido varios mensajes cuánticos hacía más de mil años y que, a
partir de ahí, habían estado buscando la procedencia, enviando una multitud de
señales, hasta que los encontraron. Ellos concluyeron que se trataba de los mensajes
70
que habían mandado a la Tierra al principio de llegar al planeta Ross, y que los
terrestres nunca habían recibido ni, por supuesto, contestado. Se entabló entonces
una especie de correspondencia estelar. Ellos estaban a miles de años luz, así que no
era posible visitarlos físicamente, pero no tardaron mucho en crear un puente entre
ambas civilizaciones, gracias a la capacidad de los viajes cuánticos, similares a los que
ellos poseían para visitar las diferentes colonias. Después de ajustar los parámetros
necesarios para que ambos sistemas fueran compatibles, se estableció el primer
contacto con entidades extraterrestres inteligentes, cuando visitaron el planeta Marte.
Ellos tenían aspecto humanoide, un poco más bajos que un ser humano de estatura
media, de aspecto fibroso, cabezas ligeramente más grandes que las humanas, de
forma ovalada, con grandes ojos negros y acuosos, con unos pequeños pabellones
auditivos, leves fosas nasales, y boca pequeña también. No poseían ningún tipo de
cabello. Su peso era similar al de un niño de doce o trece años, y parecían muy ligeros
y ágiles. Poseían cuatro largos dedos nudosos en sus manos, recordando ligeramente a
una mano humana. La comitiva era de diez individuos. Algunos iban vestidos con una
especie de monos de licra oscuros con rayas fluorescentes azules, otros vestían una
especie de túnicas de color claro. El encuentro resultó fructífero y productivo para la
Federación Humana. Los encuentros se fueron repitiendo paulatinamente, y propició
que estos se hicieran más asiduos en cantidad y en tiempo de estancia. Con el tiempo,
los extraterrestres también permitieron que comitivas de humanos visitaron su
planeta. El nivel tecnológico y espiritual de estos era muy superior incluso al de los
humanos del planeta Ross. Este intercambio propicio que los seres humanos
evolucionaran no solo tecnológicamente, sino mental y emocionalmente también.
Gracias a la tecnología del viaje cuántico, el tráfico entre humanos y extraterrestres se
hizo asiduo, habitual. Varios decenios después, los visitantes les confesaron que había
una multitud de mundos alienígena esparcidos por el universo conocido que formaban
una especie de federación interespacial, similar a la que tenían ellos, y que era hora de
que fueran presentados en el Consejo Estelar. La reunión tuvo lugar seis meses más
tarde, en el planeta Rakunev, en la constelación de Reticulum, en el sistema binario de
Zeta Reticuli. Se trataba de un elegante hemiciclo repleto de pequeños palcos que
ocupaban las delegaciones, es decir, las diferentes especies alienígenas que
representaban un planeta, una satélite, o una representación de varios de ellos. En el
centro había una especie de plataforma flotante redonda, que era donde permanecía
el presidente y moderador de la corte. Cinco humanos y dos inteligencias artificiales,
en representación de la Federación de Mundos Humanos, asistían de forma virtual a la
misma, gracias al sistema de tele presencia cuántica. Jarek Carrasco, miembro de la
federación, y el más mayor del grupo, natural de Ross, miró a su alrededor, como el
resto de sus compañeros, y se quedó totalmente sorprendido de la variedad de
criaturas que le rodeaban en los diferentes palcos. Todas las demás delegaciones
comparecían también de forma virtual. El único que lo hacía físicamente era el
moderador.

71
-Estimados miembros del Consejo de la Federación de Mundos Interplanetarios,- el
presidente les dio la bienvenida, por supuesto en un idioma totalmente extraño para
los humanos, pero el traductor hizo su trabajo de forma eficaz.- En primer lugar, quiero
darles la bienvenida a este nuevo Consejo, esta vez de carácter extraordinario. Es
innegable los logros que se están consiguiendo, gracias a nuestra unión y nuestra
perseverancia. Las barreras que se están derribando, las metas que se están
alcanzando... Esta federación ha ido creciendo en cantidad y calidad, alcanzando
límites difícilmente imaginados. Cuando las dos primeras especies de nuestra
Federación, los blavios y los rakonianos, se encontraron, se abrió una nueva página en
la historia del universo, una nueva era para todos. Poco a poco, las diversas especies, a
medida que han ido alcanzando un punto determinado de sus civilizaciones, y han sido
encontradas en la vastedad del universo conocido, han ido adosándose a nuestro
modelo de gestión, uniéndose a la Federación, haciéndola más grande, más extensa,
más fuerte. Y para eso estamos trabajando, no con ánimo expansionista, de ser
poderosos, de ser conquistadores, si no con la intención de buscar nuevas fronteras,
de alcanzar metas más altas, de vivir en un universo más armonioso y confortable, por
qué ya lo dijo el sabio Obloc Kodoeobloc: "un universo convulso es un lugar ingrato,
pero donde hay armonía con uno mismo y con lo que le rodea, hay libertad." - Un
pequeño murmullo de aplausos interrumpe al orador.- Y hoy, lo que nos congrega
aquí, es algo que podría suponer un nuevo impulso a nuestra carrera, un nuevo
capítulo glorioso de nuestra historia. Se trata de una nueva civilización, nueva en este
hemiciclo. Su pasado no fue fácil, como el de muchos de nuestras civilizaciones.
Pasaron épocas duras, tanto así que estuvieron al borde de la aniquilación. Pero esos
tiempos dieron paso a una civilización más fuerte, más consciente de sí misma y de su
lugar en el universo. Prueba de ello es que nos recibieron con los brazos abiertos, con
total cordialidad. Eso demuestra lo madura que ha llegado a ser esta civilización. Una
civilización que ha avanzado lo suficiente como para saltar al despacio, o transformar
un planeta árido en uno habitable. Creemos que han llegado a desarrollar un grado de
evolución tanto emocional como tecnológica suficiente para formar parte de nuestra
Federación. Y eso es lo que dilucidaremos esta noche, con el permiso

de todos los asistentes de los mundos representados. Pero antes de pasar a las
votaciones, quiero que oigáis y veáis a unos de los representantes humanos. Es así
como ellos mismos se llaman, seres humanos. Provienen del sector quince del Grupo
de Espiral Kasiotek, o, como ellos mismos lo llaman, la galaxia de la Vía láctea, Sistema
del Sol Mediano Heryon, o Sistema Solar, desperdigados por todo ese vasto rincón,
pero provenientes de un pequeño planeta que ellos llaman la Tierra. Así que,
adelante...

La plataforma del moderador se apagó, casi desapareciendo de sus ojos, ocultándose


en una semi oscuridad, y el palco de los humanos levitó hasta ponerse en el centro del

72
hemiciclo. Todas las miradas se clavaron en ellos, escrutándolos, observándolos,
esperando oír sus palabras.

-En primer lugar, en mi nombre, Frey Corcovian, en el de los componentes de mi


delegación, y, por extensión, en el de toda la raza humana, quiero darles las gracias
por recibirnos en este distinguido lugar, y por rescatarnos, y darnos esta oportunidad.
Gracias por todos los conocimientos que habéis compartido con nosotros, que nos han
ayudado a evolucionar, a ser mejores. En un principio, el nuestro era un planeta
hermoso llamado a la Tierra, como nuestro moderador ha explicado. Era un lugar lleno
de vitalidad, de vida, exuberante, maravilloso... Un lugar donde había agua en
abundancia, y un cielo azul hermoso... Un lugar de montañas y de mares, de campos y
de ciudades, de animales grandiosos y animales diminutos, todo en un perfecto
equilibrio, en una perfecta armonía, que hacía que todo se sustentara a sí mismo.- Él
diplomático Corcovian esperó unos segundos a que los traductores hicieran su
trabajo.- Por desgracia todo eso se perdió, al menos por un tiempo, por bastante
tiempo. Los humanos hemos sido como un virus, hemos ido destruyendo todo a
nuestro paso. Con la era industrial fue peor. Todo se sacrificaba en pos de la
productividad, de los beneficios. Así, llegamos a infligir un daño enorme a nuestro
planeta. No solo a nuestro entorno, entre nosotros lo hacíamos. Guerras,
desigualdades, egoísmo, desunión, falta de empatía... Todo eso nos llevó al borde del
abismo. Hicimos tanto daño al planeta, y a nosotros mismos, que estuvimos al borde
de la aniquilación, del exterminio. Cuando nos enfrentamos a esa posibilidad,
enviamos varias naves a otros planetas, a buscar lugares dónde nuestra raza pudiera
perdurar. El resto, los que se quedaron, decidieron hacer migraciones más asequibles,
más cercanas, tratando de sobrevivir. Casi el noventa por ciento de la humanidad
murió, y ese escaso diez por ciento, pudo hacerlo en las diferentes plataformas
artificiales. Pero ni aún así parecía que hubiésemos aprendido la lección. Seguimos con
nuestras actitudes hostiles, de confrontación, de rivalidad. De nuevo, nuestra
supervivencia se vio amenazada. Hasta que nos dimos cuenta de que esa actitud no iba
a aportarnos nada positivo, al contrario, acabaría por exterminarnos. Con el tiempo
pudimos superar todos los obstáculos, las diferencias, el odio, el egoísmo... Y
formamos la Federación de Mundos Humanos. Nos dimos cuenta también de que el
destino de uno era el destino de todos. Decidimos entonces remar en la misma
dirección. Fue el principio del cambio, cuando decidimos que debíamos cambiar,
cuando comenzamos a hacerlo. Además de eso, llegaron nuestros hermanos del
planeta Ross 128, procedentes de una de las naves que enviamos a otros planetas.
Había tenido éxito en su misión. Tristemente, no fue así con la otra nave. Al principio
recurrimos a las viejas costumbres, y fueron recibidos con desconfianza y con
hostilidad. Más por miedo que por otra cosa. Cuando se tiene miedo se reacciona de la
misma forma, se reacciona de forma irracional y primitiva. Pero ellos habían
evolucionado mucho más que nosotros, y eso fue una suerte para todos. Con
paciencia, nos mostraron el camino. Nos hicieron ver que el cambio era lo más
73
adecuado, lo más provechoso y lo más correcto. Nos ayudaron en muchos aspectos, e
impulsaron nuestra evolución. Juntos conseguimos muchas cosas. Llegados a este
punto, tengo que decirles que hemos aprendido de nuestros errores, que hemos
cambiado, que somos mejores, que estamos preparados para formar parte de la
Federación Interestelar, que lo necesitamos y lo queremos. En vuestras manos
dejamos la decisión. Estamos seguros de que la asamblea tomará la resolución más
conveniente...

Una vez acabado su discurso, la plataforma humana se apagó levemente y volvió a su


lugar original. La del moderador volvió a emerger, iluminándose de nuevo.

-Después de haber oído al señor Corcovian, representante de la delegación humana,


pasaremos a la votación si les parece bien al resto del Consejo...

Fue así como la maestra sintética les explicó a los jóvenes pupilos humanos, en una
especie de entorno virtual “inmersivo”, cuál había sido, a grosso modo, el proceso de
la raza humana hasta llegar hasta ese punto en el cual se encontraban. Cuál había sido
su planeta de procedencia, cómo habían estado a punto de exterminarse, y cómo
habían llegado a deteriorar el planeta hasta un punto crítico, de cómo habían tenido
que emigrar fuera de este, de cómo sobrevivieron durante muchos años, hasta que
estos volvieron, y les ayudaron a cambiar de mentalidad; de la mezquindad, la
crueldad, y el egoísmo que les había hecho llegar hasta ese punto en el pasado, de
cómo había sido el primer contacto con una civilización extraterrestre, hasta llegar a
formar parte de la Federación Interestelar, de cómo habían llegado a lugares
impensables del universo, hasta esos otros mundos alienígenas, gracias al viaje
cuántico. Desde hacía tiempo, una nueva era se había abierto ante el ser humano, una
era llena de retos y de desafíos. ¿Que sería lo próximo? ¿La inmortalidad, ya fuera
física o virtual? ¿Los viajes en el tiempo? ¿Viajar entre universos paralelos? ¿Descubrir
el porqué de las cosas, en especial de la vida, de los secretos del universo? ¿Tener la
posibilidad de trascender en dimensiones superiores desconocidas...? Solo el tiempo lo
diría.

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4. Peor que la muerte.

Mario permanece en la sala de espera. Mira a su alrededor mientras se hunde en su


cómodo sillón. Esta es muy funcional y austera. Las paredes están formadas por
cuadrados paneles blancos, con una suave luz que emana del interior, que le dan un
aspecto muy sintético y sofisticado a la habitación, en contraste a una holo proyección
de un cielo virtual con nubes que se deslizan parsimoniosamente, en el techo,
otorgándole una sensación de amplitud ficticia. Por si eso fuera poco, una suave
música ambiental le susurra en sus oídos, gracias al sonido cuadrafónico inmersivo.
Mario mira al cielo y observa cómo las nubes se deslizan lentamente, con serenidad,
tanto que le hipnotiza. Lo mira y piensa que casi todo, a su alrededor, resultaba tan
falso como esa imagen holográfica. Observa entonces las siluetas de las nubes, y una
bandada de pájaros que las atraviesa de un extremo a otro. Eso le trae recuerdos de su
infancia. Cuando tenía unos seis o siete años, solía tirarse en la hierba, o cuando iba a
la playa o al monte, y se quedaba largos ratos observando las nubes, preguntándose
de dónde venía y hacia dónde iban. El mundo entonces era tan diferente... Todo era
real, auténtico, genuino. Tanto lo bueno como lo malo. Una señora mayor, que
cruzaba la estancia, le sacó del trance. Arrastraba los pies, lenta y pesadamente. Pero
llevaba una chica y un chico a su lado, que él intuyó que tal vez eran sus hijos. Al
menos ella no estaba sola. A él le hubiera gustado que su hija Paula le hubiese
acompañado. Se volvió a sentir triste, muy triste. Hacía tiempo, demasiado tiempo,
que no la veía y que apenas hablaba con ella. La relación era fría, distante, y tensa.
Cuando era más joven, y ella aún era pequeñita, viajaba bastante, por lo cual no
pasaron mucho tiempo juntos, Después, la relación entre él y su mujer comenzó a ir
mal, y, durante un periodo de tiempo fue tirante, hasta que inevitablemente se
rompió. Como suele ocurrir en estas ocasiones, el tenso desenlace dio lugar a
situaciones de violencia verbal y continuos enfrentamientos. Él tuvo que dejar el
hogar, y ambos se vieron envueltos, por casi un año, en problemas legales para la
custodia de ella y para llevar a cabo el divorcio y la separación de bienes. Su mujer,
utilizó a su hija como arma contra él, que no supo hacer otra cosa que entrar en una
profunda depresión, y perder el rumbo. En ese punto de su vida, enfurecido, confuso,
desesperado y "enganchado" como estaba, intentó raptarla, y, después de una reyerta
con su ex mujer, la empujó en un arrebato de furia, pues esta se enfrentó a él,
sufriendo un accidental golpe en la cabeza, el cual la sumió en un coma por cinco días.
Todo quedó en un susto, pero a él lo condenaron a cinco años de prisión, y perdió,
temporalmente, la capacidad de poder compartir la custodia con su madre. La
sentencia no le dejó siquiera acercarse a su hija por muchos años. A partir de ahí ella
no quiso verlo más, ni siquiera cuando cumplió la mayoría de edad. Cuándo salió de la

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cárcel, su ex mujer se mudó de casa y se la llevó, perdiéndoles el rastro. Y así fue por
mucho tiempo. Años más tarde la encontraría, pero ella siguió sin querer saber nada
de él.

-Señor Campos, pase a la oficina número tres. Señor Campos, pase a la oficina número
tres.- Una voz sintética sonó en la sala de espera.

Mario se levantó, se dirigió hacia ella, y entró. Se trataba de una pequeña habitación,
que parecía un cubo iluminado, en la cual solo había un hombre, y un sintético con
aspecto femenino, una mesa de escritorio, y varios sillones.

- Hola, soy el doctor Newman, y esta es mi ayudante, Katia...- Ambos le estrecharon la


mano educadamente...- Por favor, siéntese.

-Sí, gracias.

-¿Se ha sentido cómodo al hacer el cuestionario?- Preguntó el doctor Newman, un


hombre de piel morena, ojos vivos, y complexión atlética.

-¿Cómodo? ¿A qué se refiere?

-Bueno, hay pacientes que se sienten incómodos ante ciertas preguntas. O que se
sienten molestos siendo evaluados por una inteligencia artificial. A veces los test no
son del todo fiables por ese tipo de cuestiones...

-No me he sentido ni me siento incómodo. Esto es un puro trámite, nada más. Después
de todo, supongo que al Gobierno le interesa quitarse de encima... gente como yo...
Que no suponemos ningún tipo de beneficios, al contrario...

-Ese no es el propósito del Gobierno. Simplemente buscamos hacer cumplir las leyes,
respetar la libertad de decisión de los ciudadanos.- Contestó el doctor Newman,
tratando de ser amable.

-Sí, claro...- Respondió Mario, por no decir: "cuéntame otra cosa a ver si me la creo..."

-Hábleme un poco de usted.- Pidió ahora el psicólogo.

Mientras mantenían esta especie de conversación entre médico y paciente, Katia se


dedicaba a registrar toda la sesión, y a comunicarle, vía interna, al doctor Newman,
todos los parámetros tanto físicos como emocionales del paciente, en este caso Mario
Campos.

-¿Qué quiere que le diga?

-Hábleme un poco de su infancia, por ejemplo.

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-¿Mi infancia?- Mario sonrió con cierta nostalgia.- ¿No sé exactamente qué quiere
saber? Supongo que mi infancia fue como la de cualquier otro niño...

-No se trata de eso.- Puntualizó el psicólogo.- No es que quiera saber nada en especial,
simplemente me gustaría que me hablara de ella.

-No sé, mi padre era comercial, y mi madre era ama de casa y secretaria ocasional.
Digo esto porque, generalmente, no trabajaba largos periodos, sino que solía hacer
sustituciones en ciertas empresas. De eso hace muchísimo tiempo. Tenía un hermano
mayor. Murió hace unos treinta años. No tuvo hijos...

El mundo era tan diferente entonces... Ahora tengo noventa años... Cuando yo tenía
diez años, la gente hablaba más, se comunicaba más... Salía a jugar a la plaza con otros
amigos, nos peleábamos, nos divertíamos... en los bancos de la plaza había viejitos
discutiendo de política, hablando de cosas, jugando a las cartas o al dominó... Ahora no
hay niños jugando en las plazas... Ni viejitos discutiendo...

-Deduzco, por lo que me dice, que el motivo de su decisión puede que sea porque se
siente muy solo...

-¡Pues claro que me siento muy solo!- Exclamó Mario casi enfadado.- ¿Quién no se
siente sólo...?

-¿Ha considerado la posibilidad de recibir tratamiento?- Pregunta el psicólogo con


cautela.

-No me interesa tratamiento, doctor. Ya no es tiempo para eso. Eso de tomar drogas
para sentirme feliz... Todo es artificial, todo es ficticio... Me siento solo, pero no es esa
la única razón. Hace mucho tiempo que me siento sólo, mucho... Pero solo hace un
año que tomé esta decisión, más o menos. ¿Qué le dice el cuestionario sobre mí? ¿Le
dice que estoy depresivo, que estoy abatido, desanimado, triste...? No sé lo que dice el
informe, y aunque nada de eso es mentira, en realidad, no se trata de eso. Le digo lo
mismo que la primera vez que vine... Estoy cansado... Cansado de vivir una vida tan
absurda... una vida que no me ofrece ningún tipo de aliciente... Solo quiero morir en
paz, morir legalmente, para poder dejarle algo a mi hija, aunque no quiera saber nada
de mí.

-Lo cierto es que el informe dice todo eso, pero no más que cualquier persona normal.
Según sus respuestas, su estado físico, y sus constantes vitales, no está usted, ahora
mismo, en un estado de depresión tal que no sea capaz de pensar con claridad. Su
estado mental es aceptable. Es usted capaz de pensar con lucidez, incluso de resolver
problemas. Su estado físico tampoco está tan mal. Tiene noventa años, y la media de
vida suele ser entre cuento diez y ciento veinte años... ¿No prefiere usted que llegue
de forma natural, a su momento? Entiéndame, respetamos su libertad para decidir... si

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estuviera usted en algún tipo de trance como una enferma terminal o algo parecido,
no trataría de convencerlo, ni le haría este tipo de preguntas... Aunque mi misión sea
evaluarlo... Pero, afortunadamente, la decisión no depende de mí.

-Sí, depende de una potente máquina qué evaluará todos los factores y tomará una
decisión al respecto... ¿Qué clase de mundo es este, en el que una máquina decide
aceptar o no aceptar una petición de eutanasia voluntaria? Por eso mismo, y algunas
cosas más, ya no quiero vivir más en este mundo... La primera vez que vine, ya tuvimos
una extensa conversación. Lo entiendo, porque no es una decisión fácil. Sé que tiene
que asegurarse de todo, para eso está ahí. Que tiene que evaluarme, usted y la
máquina que tiene a su lado. No me intérprete mal, no estoy contra las máquinas, ni
contra el progreso. Pero este mundo, hace mucho tiempo que dejó de tener sentido
para mí. Esta misma ley por ejemplo ¿qué sentido tiene?

-Creo que no le entiendo muy bien, no entiendo su lógica. Por una parte, quiere
acogerse a la ley de la eutanasia voluntaria, pero, por otra parte, la crítica duramente,
preguntándome, de forma directa, qué sentido tiene, como si fuera algo descabellado.
Las sociedades modernas han ido evolucionando hacia una integración total del
individuo y una aceptación total de su libertad. Por supuesto, la libertad individual
debe tener su límite. No vamos a permitir que una persona que sea de una edad
inferior a la estipulada por la ley, que esté enferma mentalmente, que esté en
depresión profunda, o no tenga sus facultades mentales en perfecto estado, tome este
tipo de decisiones...

Mario se limitó a sonreír. Era más fácil contarlo así, qué decir que la población de la
tercera edad era la más alta de toda la historia, por el elevado índice de esperanza de
vida, y que eso le suponía al Gobierno muchos problemas de índole económico, como
el pago de las pensiones, o el gasto sanitario, y problemas de otra índole. Ellos solían
ser muy pragmáticos en cuanto a sus planteamientos y a sus presupuestos, y lo más
práctico era tratar de quitarse el "mayor número de problemas" de encima.

-Lo que usted diga, doctor.- Contestó Mario no sin cierta ironía.- No ha cambiado nada.
Desde la última vez que vine hasta hoy no ha cambiado nada. No es por depresión. No
es por tristeza No es por soledad. Es por todo eso y mucho más. Porque siento que no
pertenezco a este mundo. Porque no tengo ya ganas de vivir. Porque no tengo un
motivo para hacerlo. Cuando me levanto por la mañana, me digo: "otro día menos,
Mario. Otro día más." Me despierto en mi pequeña casa, después de haber dormido a
ratos, de haber dormido mal. Y aquello, más que una casa, parece que es mi pequeña
cárcel. Me quedo un rato bastante largo despierto, tirado en mi cama, mirando al
techo. Después me levanto y voy al baño. Me siento en el sofá y se enciende mi holo-
pantalla. Veo hermosos paisajes. El mar, el bosque, el cielo... Es precioso, pero es todo
mentira. Ese mar no es de verdad. Ni el cielo ni el bosque son de verdad. Me tomo un
café, sin saber exactamente lo que quiero hacer, ni lo que voy a hacer. Y todo el día es

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así. Perdido, desubicado, deseando que el tiempo pase rápido. Y me preguntó qué
sentido tiene todo...

-Está bien. Está usted muy decidido a hacerlo. Ese es un derecho que le ampara. Por
nuestra parte, de Katy y mía, no vemos ningún inconveniente para ello. Así que vamos
a cursar su solicitud. Será el "Sistema" el que dará el veredicto. Supongo que usted eso
ya lo sabe. Nosotros solo somos simples evaluadores.

-Gracias doctor. ¿Tengo que esperar aquí o ustedes me avisan?

-El proceso no es demasiado largo. En diez o quince minutos se le comunicará su


decisión. Pase a la sala de espera y Katia le abordará cuando tengamos la respuesta.

-De acuerdo. Gracias doctor.- Mario volvió a salir, a paso lento, pero no de forma torpe
ni lastimosa. Para su edad, pensó el médico, no estaba tan mal. Pero él no era nadie
para cuestionar su decisión.

Once minutos más tarde, la sintética le trajo una tarjeta, que Mario cogió y leyó.
Después de un par de renglones de letras negras, que eran cosas sin importancia que
ya sabía, como su nombre, el nombre del equipo médico que atendió su petición, la
fecha de la misma, y todo ese tipo de cosas técnicas y legales, estaban escritas unas
letras en rojo y, ligeramente, en mayor tamaño, que contenían el mensaje: "solicitud
aprobada".

Mario las vio y miró a la sintética por unos segundos. Ella lo miró con amabilidad, sin
un ápice de compasión o empatía, demostrando no entender lo que eso, en realidad,
implicaba.

-Bien.- Comentó él.

-¿Cuándo quiere hacerlo? ¿Quiere un plazo corto, medio o largo? Puede elegir la forma
y el momento.

-Sí, no sé ahora mismo... ¿Me podría dar unos minutos para pensarlo?

-Por supuesto...- Katia le sonrió afablemente.- También puede llevarse la tarjeta y


rellenarla tranquilamente en casa. Tiene muchas cosas que decidir... En la tarjeta está
todo indicado.

-Oh, sí, claro.

-Debe de hacerlo antes de cuarenta y ocho horas. De lo contrario caducará la validez


de la solicitud.

Mario la cogió, como si fuera algo muy pesado, a pesar de ser muy liviana, y se la
metió en el bolsillo. Después de eso, salió de allí.

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Durante todo el día estuvo pensando en ello, y decidió que no había porque demorar
demasiado el tema. Tan solo necesitaba un día para arreglar algunas cosas, y por fin
todo acabaría. Durante algún tiempo había tenido esa idea, pero ahora que sabía que
era inminente, se sentía de una forma que no sabía definir, extraño, diferente, raro.
Esa noche, había cerrado todas sus redes sociales. Tenía algunos amigos, pero, en
realidad, todos eran perfectos desconocidos. Ninguno con el cual compartir ese último
momento. Algo parecido le ocurría con su vecindario del bloque. Sonaba extraño decir
que apenas conocía a algunos de sus vecinos, pero la gente era muy reservada, y el
mismo también. Las personas solían aislarse en sus propias burbujas. Era el precio de
una sociedad tan avanzada cómo individualista.

¿Qué haría con todas sus pertenencias? No tenía gran cosa. Algunos recuerdos del
pasado, un poco de ropa, unos pequeños ahorros en el banco... Todo se lo dejaría a su
hija. No tenía a quién más dejárselo. ¿Qué haría con respecto a ella? Durante todo el
día, eso fue lo que más le ocupó la cabeza. Estaba muy confuso al respecto. Sabía que
debía decírselo, no debía irse sin decir nada. Pero no sabía exactamente cómo hacerlo.
Tampoco sabía exactamente cómo iba a tomárselo ella. Tal vez pensará que la
abandonaba nuevamente. Eso le martirizaba. Pensó que debía escribir una nota y
mandársela. Una nota que explicara, al menos en parte, el porqué de las cosas, y en la
cual pudiera pedirle perdón. Sería algo difícil de escribir, pero, al menos, no estaría
presente para ver su reacción. Cogió su terminal y estuvo reflexionando en la nota por
casi una hora. Entonces cayó en la cuenta que podía grabar un archivo de vídeo,
explicándole todo eso él mismo. Lo grabó entonces, contándole, más o menos, de
forma más espontánea, lo que le iba a hacer, por qué iba a hacerlo, y cuánto la quería.
Fue a prepararse una taza de sopa caliente. Después de tomársela, pensó en qué hacer
con ese archivo visual. Ahora no le parecía tan buena idea enviárselo. Debía decírselo
en persona. Era prácticamente lo último que iba a hacer en su vida, así que debía ser
valiente. Se lo debía a su hija, se lo debía a sí mismo. Así que decidió intentarlo al
siguiente día. Se acostó, pero antes utilizó su terminal para completar su testamento,
dejándole todo lo que tenía a ella.

A la mañana siguiente, se levantó temprano. Fue al centro y cogió el tren flotante.


Podía haberla llamado, o haberle mandado un mensaje, pero quería hacerlo en
persona, quería darle una sorpresa. Hacía mucho tiempo que no hacía un viaje de ese
tipo. Su hija vivía con su marido en una población a unos 300 kilómetros de distancia.
En el transcurso del viaje trató de comunicarse con ella pero le fue imposible.
Probablemente había visto su número y no le había cogido el móvil, o directamente, le
tenía bloqueado. Entonces le dejó un mensaje diciéndole que quería hablar con ella
algo importante y que por favor fuera a recogerlo a la estación. A eso del mediodía
llegó al punto de destino. Permaneció un rato por allí buscando a su hija, pero no la
encontró. Entonces volvió a llamarla, con el mismo resultado. Deambuló entonces a lo
largo de toda la estación, pero su hija no parecía estar. Entonces sintió algo de mareo.

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Fue a la cafetería a comer algo. En la máquina de la entrada escogió el menú, puso su
huella en el lector, y recibió en una especie de tarjeta, que era el ticket de compra, el
cual el robot de reparto escanearía para llevarle su pedido. En menos de diez minutos,
una especie de carrito con brazos, se lo trajo y se lo colocó en su mesa. En ese
momento, le hubiese gustado que fuera como era en las antiguas películas; que le
hubiese atendido un camarero dicharachero al cual el protagonista terminaba
contándole todas sus penas, o una camarera simpática y amable que le sonreiría y le
recomendaría el pastel típico de la cafetería. Pero esa máquina no era muy habladora,
así que era mejor no intentarlo. En su rincón, solitario, se comió su porción y espero un
rato hasta sentirse mejor. Entonces se dirigió a su puesto de trabajo. Comenzó
entonces a flaquear, pensando que quizás era un error haber ido hasta allí, en busca
de su hija. Ella ni siquiera se dignaba a responder sus mensajes. Pero no quería tirar la
toalla tan fácilmente. Había tomado una decisión, y había hecho muchos kilómetros,
para llevarla a cabo. Además, ¿que importaba? Mañana, a esa misma ahora, sería
historia. ¿Qué importaba un reproche más de su hija, un rechazo más? ella era
enfermera y trabajaba en el Hospital Estatal. Era parte de ese veinticinco por ciento de
personal humano mínimo que debía tener cualquier empresa, como estipulaba la ley, a
pesar de que las máquinas eran capaces de desarrollar casi cualquier labor de forma
muy eficiente. Llegó al puesto de información y preguntó por ella. El sintético le
informó que se encontraba en la cuarta planta. Hacia allí se dirigió Mario. El hospital
era grande, así que estuvo un rato buscándola, hasta que ella, después de salir de una
habitación, vio su silueta al fondo del pasillo, y enseguida lo reconoció. Su primera
reacción fue de negación. Después fue de incredulidad, y por último, se enfadó.

-Pero ¿qué haces aquí?- Preguntó Paula visiblemente enfadada, cuando llegó a su
altura.

-Bueno, es que quería hablar contigo...- acertó Mario a decir, con la boca reseca, y un
nudo en la boca del estómago.- Tengo que decirte que...

-¿Te presentas aquí, vienes desde tu casa, para decirme una cosa? ¿No podías
haberme avisado?

-Te he mandado varios mensajes, te he llamado, pero tú no...

-He estado muy ocupada...- Ambos sabían que eso no era cierto del todo. Eso les hizo
sentir incómodos.- Está bien, pero ahora no puedo atenderte. Vete allí, a la sala de
espera. Iré lo antes posible. Espérame allí un momento.

-Está bien.

Mario se fue desanimado. Y no solo eso, había comenzado a pensar que había sido un
error. Se sentó en una silla de la sala de espera, y se resignó a su suerte. Se dio cuenta
entonces que estaba nervioso y que le daba más miedo lo que pudiera decirle su hija

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que el propio momento de su muerte. Esperó cinco, diez, quince, veinte, treinta, hasta
cuarenta y cinco minutos, y cada minuto se sentía más desanimado, y más pensaba
que había sido, en efecto, un error.

-¿Qué ocurre? ¿Qué es eso tan importante que tienes que decirme?- Su hija no parecía
haberse calmado, al contrario, parecía haber contenido todo ese inconformismo, toda
esa rabia canalizada hacia él, para soltarla en ese momento.

-¿Por qué no te lo digo luego, en el almuerzo? Creo que será mejor. Podemos almorzar
juntos y hablar...

-Yo... no puedo... Ya tengo planes...- Rechazó la invitación mientras la tomaba


totalmente por sorpresa.

Mario se quedó por unos segundos cabizbajo. ¿Tanto lo odiaba su hija como para no
querer almorzar con él después de haber hecho un largo viaje desde su casa?

-Hoy me queda una dura jornada por delante, y tengo poco tiempo para descansar.
¿Qué tenías que decirme?-

Mario agachó su cabeza, pero se armó de valor.

-Mañana voy a ejercer mi derecho a la eutanasia. Solo quería decírtelo en persona.- No


era esa la forma en que él había imaginado decírselo. Pero estaba cansado, triste,
decepcionado, incluso enfadado, y era la única forma en la que fue capaz de hacerlo en
ese momento.

-¿Qué? ¿Qué estás diciendo?- Preguntó ella alarmada.- ¿Te has vuelto loco?- Y se puso
de pie, visiblemente perturbada.

-¡Tranquilízate, por favor!- Le rogó él poniéndose también de pie, y arrepintiéndose de


haber sido tan brusco.

-Pero... No lo entiendo... ¿Por qué? Vienes aquí y me sueltas algo como eso.- Protestó
ella con obstinación, tratando de no perder la compostura.- ¿Es una forma de vengarte
de mí, o es una forma de huir? ¿Por qué me haces esto?

-¿Por qué siempre crees que todo lo que hago tiene que ver contigo?- Mario trató de
encauzar su razonamiento.-Discúlpame hija. No he venido a reprocharte nada, ni a
discutir contigo. Solo quería que supieras mi decisión. Es importante, quiero decírtelo
sin ningún tipo de mal rollo. Es algo que debo decirte cara a cara... No pretendo
hacerte daño ni vengarme de ti... ¿Cómo puedes pensar eso? Me gustaría que mañana
estuvieras allí, me gustaría poder verte por última vez...

-¡Esto es increíble!- Reprochó Paula levantando sus brazos levemente, en señal de


inconformidad.- Si quieres verme no lo hagas. Y probablemente me volverás a ver de

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nuevo. No puedes hacerme esto. No puedes hacerme sentir culpable. Lo siento, no
participaré en esto. No lo haré.

-Es lo último que haré, y lo último que te pediré. ¿No podrías, por un momento, dejar
de lado todo el pasado, olvidar todo lo qué pasó? ¿No podrías respetar mi decisión, mi
voluntad, a pesar de que no estés de acuerdo con ella?

Unos segundos de silencio alzó un muro infranqueable entre ellos. La tensión se podía
cortar.

-Por favor Paula.- Mario la quiso tocar, y puso la mano en su antebrazo de forma
cariñosa, pero ella lo retiró, no violentamente, ni bruscamente. Lo hizo con
resignación.

-No papá, lo siento, no voy a participar en esto, no estoy dispuesta a pasar por ello.

-Está bien.- Contestó con tristeza Mario, mientras su semblante se encogía de dolor.-
Será mañana a las diez de la mañana. Me gustaría que estuvieras allí, pero si no estás
lo entenderé. No hago esto por nada que no sea por mí mismo. Desde hace mucho
tiempo no me das una segunda oportunidad, y me has sacado de tu vida, y tal vez no
me la merezca, pero a pesar de eso, esperaba que estuvieras ahí esos últimos
momentos...- Mario estuvo a punto de llorar pero logró contenerse.- Está bien.
Respeto tu decisión y la entiendo. Siento haber sido el padre que fui. Ojalá pudiera
cambiarlo.- Alzó sus ojos y la miró más allá de los suyos, al fondo de su corazón.- Te
quiero.

Y, con esas palabras, Mario se dio la vuelta y se fue, sintiendo que su corazón se
rompía en dos. Era demasiado dolor para aguantar hasta el día siguiente, pero
aguantaría. Ella se quedó allí como petrificada, viéndole salir, sin capacidad para
reaccionar ni para decir nada, ni siquiera para ir tras él.

Durante parte del viaje de vuelta, estuvo pensando en ello, sintiéndose mal,
sintiéndose triste. Pero pronto se dejó dormir en su butaca, en el tren flotante. Se
despertó unos quince minutos antes de llegar a su estación. Después decidió no pensar
más en ello. No quería irse de este mundo con ese mal sabor de boca, con esa tristeza
que le golpeaba cruelmente. Había hecho lo que creía que debía hacer, a pesar de que
le costó bastante hacerlo. Pero ya no dependía de él. No estaba en su mano. Que ella
hiciera lo que creyera pertinente. Llegó tarde a su casa. Estaba muy cansado. Comió
algo, se tomó una taza de café, y se acostó.

Al día siguiente, se despertó con una extraña sensación en su cabeza. Esa sería la
última vez que vería su pequeño piso. En un instante, creyó sentir cientos de
emociones, oír miles de palabras que se habían pronunciado alguna vez allí, infinidad
de momentos que él mismo había vivido. Lanzó una última mirada y salió hacia abajo,

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hacia el portal. El taxi lo recogió unos minutos más tarde. Entró en la cabina vacía, y no
tuvo necesidad de indicar la dirección. El Ministerio de Asuntos Sociales lo había
enviado, era una deferencia por parte de ellos. Se sentía con ganas de hablar, de decir
algo, aunque no sabía exactamente el qué. Si hubiera sido un taxi del siglo veinte,
habría hablado con el taxista, tal vez porque tenía ganas de tener una última
conversación con un ser humano. Pero el "S.N.I." no era demasiado hablador, que
digamos. Entonces le envió un video de despedida a Paula. Cuando llegó a la entrada
del moderno edificio, miró a su alrededor, pues tenía la pequeña esperanza de que
ella, al final, se hubiese decidido a venir. Estuvo unos minutos así, hasta que se
convenció de que no la encontraría, y entró en el moderno edificio. Entonces lo
prepararon para que, en breves momentos, se llevara a cabo el deceso.

Le pusieron una especie de túnica de color suave, y lo tendieron en una cómoda


camilla, dentro de una habitación amplia pero no grande, de techos altos, en el cual,
en la parte superior, había un pequeño ventanal de unos tres metros de largo y medio
metro de ancho, que era para que los familiares y amigos pudieran asistir en directo a
la despedida, y que este, a su vez, pudiera tener contacto visual con ellos. Una vez
tendido en la camilla, miró hacia este, con la última esperanza de ver allí a su hija, pero
fue en vano. Nadie más había, pues quiso que solo ella le despidiese, y no había
hablado con nadie del asunto. Entonces, resignadamente, dijo:

-Estoy preparado...

A partir de ahí, todo lo que iba a ocurrir en esos quince minutos, formaría parte de su
última voluntad. En primer lugar, las paredes se cristalizaron, proyectando envolventes
y espectaculares imágenes de lugares que había seleccionado, que formaban parte de
su vida. Lugares que pertenecían a su pasado remoto. Lugares que le recordaban a su
infancia y a su adolescencia. Todo eso acompañado de suaves canciones que él mismo
había seleccionado. Después de eso salieron imágenes del mar. Siempre le había
encantado el mar, su grandeza, su majestuosidad... Escuchó por última vez el arrullo
de las olas, que siempre le habían aportado paz y serenidad. A continuación, un collage
de fotos que explicaban, de forma resumida, lo que había sido su vida, inundó todas
las paredes de la habitación, en una conjunción cronológica. Fotos de sus padres, fotos
suyas, y de algunos familiares y amigos del pasado, de su boda, recuerdos de su
esposa, el nacimiento de su hija, diversas etapas de esta, hasta llegar a un futuro
cercano. Y cuando Mario dejó escapar un par de lágrimas fruto de la emoción del
momento, hubo un par de cortes de energía, y creyó oír una explosión a distancia,
rompiendo toda la magia del momento. Las imágenes entonces desaparecieron. La
habitación volvió s ser como al principio, moderna, funcional y fría. Sorprendido quiso
incorporarse en su camilla, y preguntar qué ocurría, pero se dio cuenta de que sus
miembros no le respondían. No solo eso, además comenzó a sentir una especie de
bienestar plácido, y la realidad empezó a difuminarse suavemente. El gas ya había sido

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inoculado dentro de la habitación, y, probablemente ya era inevitable el desenlace.
Pero, en lo poco que le quedaba de cordura, decidió que no era así como quería irse de
este mundo, quería hacerlo viendo las imágenes que previamente había seleccionado.
Entonces sintió que viajaba a un lugar cálido y acogedor, y se abandonó a su suerte,
cerrando los ojos...

Mario despertó súbitamente. Una especie de resplandor blanco fulguró delante de él.
El brillo se fue contrayendo, se fue cerrando en un círculo que se alejaba, hasta formar
una especie de túnel hacia el infinito. Comenzó a sentir como si flotara en un líquido
agradable y cálido. Pero está sensación duró un tiempo que no supo determinar, podía
haber sido segundos como horas. La sensación de calidez y flotabilidad se fue tornando
fría y dificultosa.

-¿Qué es esto?- Se preguntó sorprendido-¿Estoy muerto? ¿Estoy viajando hacia algún


lugar? ¿Es esto lo que se siente cuando uno muere?

De repente ese túnel se difuminó, dando paso a una realidad más sólida, una realidad
que dejaba de ser algo etéreo y se transformaba en algo físico, material.

-Pero ¿qué...?- Pensó torpemente.

De pronto, fue como si le hubiesen transportado, en un solo segundo, a otro lugar. Ese
lugar era una habitación vacía, de paredes blancas.

-¡No es posible!- Exclamó, al darse cuenta de la evidencia; que estaba vivo, muy vivo,
en una habitación que no reconocía, y que aquello no era una especie de limbo o algo
así. Se levantó entonces, de una camilla muy similar, o tal vez la misma, en la que le
habían colocado para la despedida.

-¿Pero qué ha pasado?- Se preguntó sintiendo cientos de pequeños dolores por todo el
cuerpo.

Se dio cuenta entonces de que tenía la misma bata, y que estaba casi totalmente
desnudo. Salió entonces de la habitación, a duras penas, porque estaba algo mareado
y la cabeza le daba vueltas y vueltas. Recorrió un pasillo largo y no encontró a nadie.
Estaba muy confuso. Oyó unas voces de fondo y se dirigió a ellas. Se trataba de un
guardia de seguridad.

-Oiga, ¿qué hace aquí? No puede estar aquí, está prohibido. Pero, ¿de dónde sale
usted?

-¡Disculpe, tiene que ayudarme por favor, tiene que ayudarme!- Estaba nervioso,
excitado.- Me llamo Mario Campos, y viene a hacerme una eutanasia voluntaria.
Recuerdo que antes de completarse, hubo un fallo de sistema o algo así. Las paredes

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se apagaron, la música dejó de sonar. No sé lo que pasó. Después perdí la consciencia.
Pensé que estaba... muriéndome.

-¿Qué? Eso ocurrió ayer, cuando sufrimos el sabotaje de un grupo terrorista anti
eutanasia, el grupo "Liberación".

-¿Un sabotaje?

-Sí, ya sabe, esos zumbados activistas. Lograron entrar en el Ministerio, destrozaron


cosas, manipularon ordenadores... No es la primera vez que lo intentan, pero nunca
habían llegado tan lejos.

-¿Y yo ahora qué hago?

-Lo cierto es que no lo sé. Alguien lo dejó ahí. Deberían haberlo llevado al hospital.
Pero tal vez estaban ocupados con lo del sabotaje. Probablemente completaron la
primera fase, que es la de relajar al sujeto en cuestión, hacer que este se encuentre en
estado plácido. La segunda fase, en la cual se completa el proceso, debió quedar
interrumpida. Así que no se preocupe, está usted perfectamente. La verdad es que
nunca me había topado con un caso de estos. Ahora están tratando de arreglar
desperfectos, de recoger huellas de ADN, ese tipo de cosas. No sé cómo actuar, lo
admito. Déjeme hablar con el supervisor. Disculpe. A ver supervisor, tengo aquí un
pequeño problema. ¿Puedes venir un momento? Estoy en el ala cinco.

-Afirmativo. En cinco o seis minutos estoy ahí.

-A ver qué nos dice mi jefe, porque no sé exactamente lo que debo hacer, ya le digo, es
la primera vez que...

-Sí, claro, lo entiendo.- Respondió Mario, sin entender nada en realidad.

El responsable de seguridad llegó allí en el tiempo prometido. Resultó ser un sintético


con apariencia humana.

-Este señor vino aquí para una eutanasia voluntaria...-Informó el guarda.- . Debido al
ataque terrorista, no se completó el proceso... Y no sé exactamente cómo actuar...No
nos han comunicado nada, todo ha sido tan precipitado.

-Señor Campos,- el sintético se dirigió a él, leyendo su ADN, teniendo acceso a toda su
identidad,- este es un caso poco habitual, incluso extraño. Algunos sistemas actuaron
defectuosamente después del ataque. Como ya sabrá, no se completó el proceso,
Probablemente eso explique su estado actual. Ahora mismo no podemos hacer nada al
respecto. Deberá usted formular una reclamación el Ministerio próximo lunes. Para
que así no tenga que repetir todo el proceso, y pueda llevarlo a cabo de nuevo.

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- Pero, fíjese cómo estoy...- contestó Mario algo confuso y desorientado, abriendo los
brazos en jarra en señal de resignación.- ¿No sería posible repetirlo...?

- Lo siento, señor Campos, pero esa no es mi competencia. No puedo ayudarle en ese


aspecto. Tampoco puedo dejar que continúe aquí. Esto es un área restringida. además
de eso el Ministerio permanece cerrado al público sábados y domingos. Lo mejor que
puede hacer es vestirse de nuevo, y volver a su casa, y el lunes regrese a poner la
reclamación. Jaime, busca sus pertenencias, y devuélveselas. Por ahora, es lo único
que podemos hacer por usted

Le devolvieron todas sus cosas, y, amablemente, lo sacaron de allí. Él no salía de su


asombro. Caminó un poco, para tratar de despejar su cabeza, conmocionado como
aún estaba, y miró a su alrededor, pensando que había creído que no volvería a ver
todo aquello de nuevo. Se sentó entonces en un banco. Trató de ordenar sus ideas.
Una extraña amalgama de sensaciones recorrió su corazón. Por una parte, el simple
hecho de estar vivo, pensando que no volvería a abrir los ojos, parecía algo extraño y a
la vez bonito, como si el simple hecho de estar ahí sentado fuera un milagro. Miró
entonces al cielo, miró a los edificios, a los vehículos, a la gente que caminaba de un
lado a otro, y miró dentro de sí. Pensó, a su vez, en lo efímero que era todo. También
pensó en el hecho de que su hija no había sido capaz siquiera de ir a despedirlo. Había
albergado la remota esperanza de que ella, en última instancia, iría para verlo partir
hacia el infinito. Pero ahora, en ese preciso momento, se daba cuenta lo tercos que
podían llegar a ser las personas, incluido él. Sintió hambre. Y decidió ir a tomarse algo,
antes de coger el transporte para su casa. Entró en un servicio rápido, y eligió un
bocadillo y un vaso de café con leche. A continuación puso su dedo en el lector de
huellas, para pagar, pero la máquina dio un error.

-¿Qué?- Preguntó sorprendido.

Volvió a intentarlo de nuevo, y de nuevo la luz roja comenzó a parpadear, y la máquina


nuevamente dio el mensaje "operación anulada por fallo técnico, póngase en contacto
con uno de nuestros operarios".

-Pues sí, voy a hacerlo...- Pulsó el botón de ayuda, y esperó escasamente dos minutos a
que apareciera otro sintético.

-Buenas tardes señor. ¿Puedo ayudarle?

-Estoy tratando de sacar algo de comer, y no me deja hacerlo. Pongo mi pulgar en el


lector y no sé qué fallo da. No me deja abonar el pedido.

-Ponga su pulgar aquí por favor.- Pidió este mostrando la parte superior de su puño.
Mario hizo eso mismo.- Me temo que no es posible realizar la operación. Sus datos no
están en el Sistema.

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-¿Qué? ¿Cómo que no están en el sistema? ¿Qué quiere decir con eso?

-Volvamos a intentarlo de nuevo.- Tras el segundo intento, el sintético volvió a


reafirmarse en su primera actuación.- Lo siento señor. Usted no consta en el Sistema.
Actualmente, sus datos no constan. Y ese es el origen del problema. Debería usted
arreglar eso. A no ser que tenga otra forma de pago.

-Bu... Bueno... Tengo mi chip de identificación.- Contestó algo aturdido. Buscó en su


bolsillo una pequeña cartera, de la cual sacó un pequeño cuadrado brillante que
llevaba en una funda, y se la entregó al androide. Este lo cogió con las yemas del índice
y del dedo pulgar, y leyó el chip.

-Esto es ciertamente irregular, señor Campos.- Habló ahora el sintético.- Según su chip,
usted falleció ayer. No estoy capacitado para solucionar este problema.

-¡Claro, ya lo entiendo!- Exclamó Mario sorprendido.- Ayer fui a hacerme una


eutanasia voluntaria, y unos tipos sabotearon el sistema; realizaron una especie de
ataque terrorista creo. Seguramente se habrán equivocado en el Ministerio, o no
habrán actualizado mi situación. Como ves, no estoy muerto.

-Sí, puedo comprobar sus constantes vitales, y efectivamente, puedo atestiguar que
usted no está muerto. Pero, no estoy preparado para contradecir los registros de la
central. Usted, técnicamente, está muerto, ha causado baja.

Mario se echó manos a la cabeza, y puso los brazos en jarra, de señal de protesta, de
resignación. No sabía qué hacer, ni qué decir. No salía de su perplejidad.

-¿Qué puedo hacer? Mi cuenta tiene fondos...

-Como antes le dije, no estoy preparado para subsanar este error. Pero ya nos hemos
puesto en contacto con el cuerpo de policía, para que lo solucionen.

-¿La policía? ¿Para qué? No he hecho nada malo. El error no ha sido mío, ha sido de
ellos.

En ese momento aparecieron un policía humano y un sintético, y le rogaron


amablemente, que les acompañará. Lo sacaron del local, y lo introdujeron en un
furgón de patrulla. Después de eso le hicieron poner el índice en un lector.

-Mario Campos Requena. Fallecido ayer.- Informó el sintético.

-¿Qué?- Preguntó el otro policía, sorprendido.- ¿Cómo es posible? A no ser que...

-¿Lleva el chip externo de identificación?

-Sí, lo llevo encima. Aquí lo tiene.- Se lo dio, el sintético lo comprobó.- La información


es la misma.

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-Tenemos que detenerlo, y llevarlo a comisaría.- El humano habló con el sintético,
como si Mario no estuviera presente.- Puede ser un caso de falsa identidad, de
manipulación de información genética. Lo siento amigo, tengo que hacerlo.- Dijo ahora
dirigiéndose a él directamente. A continuación, sacó unas esposas y, pese a las
protestas de Mario, lo esposó, con los brazos por detrás.

-¡Agente, disculpe! ¡No soy ningún delincuente ni ningún terrorista! Ayer fui al
ministerio a practicarme una eutanasia voluntaria. Debería estar muerto, pero algo
falló. Hubo un ataque terrorista. El caso es que estoy aquí vivito y coleando...
Probablemente esa es la confusión. El Sistema debe de haber registrado mi muerte,
pero no ha actualizado mi situación actual... Y el problema es que hasta el lunes no
puedo arreglarlo... Pero no soy ningún delincuente que ha cambiado su identidad ni
nada parecido...-

el policía lo miró con incredulidad, como no creyéndose la historia.

-Bueno, sea como sea, lo comprobaremos en la comisaría.

Lo sentaron a la parte trasera del furgón, y lo llevaron a la comisaría. Después de eso lo


metieron en una pequeña habitación, después de hacerle una lectura facial y de ADN.
Lo interrogaron. Él no hizo más que repetir la misma historia que le había contado a los
policías.

-Vamos a saber quién es usted en realidad. Así que coopere con nosotros, y díganos la
verdad. ¿Quién es usted?- Le preguntó uno de los interrogadores inquisidoramente.

-¡Ya se lo he dicho más de una vez! Y a los otros policías también. Es fácil de
comprobar. Vayan a mi casa, o mejor al Ministerio de Servicios Sociales... ¿Por qué iba
a inventar una historia así?

Los tipos se miraron desconfiados.

-Hay dos posibilidades al respecto. O bien es la historia más absurda que he oído, o
usted nos ha tomado por tontos.

-Sé que puede parecer absurdo. Yo también estoy sorprendido...

-¿Qué me está diciendo entonces? ¿Qué es un error del Sistema? La avanzada


inteligencia artificial del Ministerio ha cometido un error. Los funcionarios han metido
la pata hasta el fondo...

-Sé qué es extraño. Hasta ellos me dijeron que era la primera vez que ocurría. Y no
pueden subsanar el problema hasta el lunes. Cuando desperté era viernes por la tarde.
Aparte de lo colapsado que estaban los sistemas por todo lo del ataque, el horario
oficial es hasta las dos. Hasta el lunes a las nueve de la mañana no hay nada que hacer,
no pueden arreglar el problema, subsanar el error.

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-Lo estamos comprobando. y espero, por su bien, que eso sea verdad, por muy
absurdo e inverosímil que suene.

Los policías entonces se fueron y lo dejaron allí, solo.

Ante su desesperación, estuvo solo por más de dos horas. Además, se sentía
angustiado porque no quería que lo tomaran por un delincuente, un terrorista, o algo
así. Su única pretensión había sido morir en paz. ¿Y si no sé aclaraba aquella situación?
Tenía que aclararse, como fuera. Por fin, los mismos que lo interrogaron, entraron con
una mirada un tanto extraña. Sin decir nada en primera instancia, lo liberaron de las
esposas.

-Parece que su historia es cierta- Dijo el que lo soltó con la "boca pequeña". Parecía
incómodo con la situación.- Le pido disculpas, usted parece un ciudadano ejemplar.

-Es un error técnico poco frecuente.- Comentó el otro tratando de sacar a su


compañero del apuro.- Nosotros no podemos hacer nada al respecto. Es la
administración quien debe subsanarlo.

-¿Y ahora qué?- Preguntó Mario desconcertado, masajeándose las doloridas muñecas.

-Ahora queda usted libre. Puede irse. Si necesita que lo lleven... podemos hacerlo...

-Lo mejor será que vaya a su casa y espere hasta el lunes...- Dijo el primer policía.

-Pero... ¿Se dan cuenta de mi situación? Ahora mismo soy un fantasma... Ni siquiera
pude comprarme algo de comer... Mi cuenta está bloqueada... Estoy fuera del
sistema...

-Sí, es una situación realmente inusual e incómoda...- Confesó el segundo policía.- Lo


sabemos. Pero no podemos hacer nada al respecto. Lo... siento.

-Espere, le traeré algo de comer.- El policía que parecía que le quitó las esposas se fue,
y, al momento, vino con un vaso de café con leche y un dulce de la máquina.- Aquí
tiene amigo. Cómaselo y después lo llevaremos a su casa.

Lo dejaron entonces solo, y Mario no supo qué hacer ni qué decir. Supuso que
protestar y patalear no le serviría de nada, al contrario. Y además se sentía muy
cansado para hacerlo. Así que, resignadamente, se tomó el café con leche y se comió
el dulce. Después de eso lo llevaron a su casa.

Cuando llegó al portal de su edificio, intentó acceder a él por medio de lectura ocular,
y por la huella, y la maldita máquina volvió a dar un error.

-¿Qué? ¿Mi casa también? No me lo puedo creer...

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Lo intentó de nuevo. El resultado fue el mismo; la mini pantalla le informó de nuevo
que no era posible su identificación. El mismo mensaje de error volvía a indicarle que
no era posible la identificación, y por tanto el acceso al inmueble.

-Pero esto es una mierda...- Susurró derrotado, más que enfadado.

Lo intentó con su microchip de identificación. El resultado fue el mismo.

-!No puede ser! ¡No puede ser!- Esta vez sí estaba enfadado, Tanto que le dio una
patada a la puerta. Al momento comenzó a sonar una alarma intermitente, y en la mini
pantalla se dibujaron unos círculos rojos que crecían y disminuían paulatinamente.

Mario se asustó, sabía lo que eso significaba. El Sistema se pondría en contacto


inmediatamente con la policía, y estos no tardarían en venir. No tenía ganas de volver
a pasar otra vez por lo mismo, así que se largó de allí a toda prisa. Llegó un par de
manzanas más al este, y se sentó en un rincón, desesperado, pensando en todo lo que
le había ocurrido hasta ese momento. Entonces cayó en la cuenta de que había
traspasado la propiedad de su piso a su hija a partir de la fecha de la eutanasia. Ahora
el Sistema no solo lo daba por muerto, además no identificaría esa propiedad como
suya, sino de su hija. Probablemente sería imposible acceder por métodos normales a
la vivienda. Pero él ya no estaba para trepar ni para saltar, o colgarse por una ventana
ni nada de eso. ¿Qué podía hacer entonces? No podía utilizar su dinero para comer
algo, ni podía entrar en su casa. Debería moverse en esa situación por dos días más,
hasta el lunes, que intentaría arreglarlo todo en el Ministerio. ¿Podría soportarlo?
¿Estar todo ese tiempo sin comer ni beber ni poder acceder a su casa, o, en su defecto,
a un techo en el cual cobijarse? ¿Resistiría así, como si fuera un fantasma? Tal vez
podría intentar ponerse en contacto con algún vecino, o esperar a que alguien entrará
y así colarse detrás, para acceder al edificio. Pero suponía que sería lo mismo, después
no podría acceder al interior de su vivienda. Y apenas conocía a sus vecinos. Entonces
se le ocurrió que podría llamar a su hija. Sacó entonces de su bolsillo su móvil, que
parecía un papel doblado, y lo desplegó hasta convertirse en una especie de tarjeta.

-Llamar a Laura.- Dijo al aparato, pero este también le dio un mensaje de error,
indicándole que era imposible establecer la conexión.-¡Maldita sea!- Exclamó
totalmente enrabietado, lanzando el artefacto al suelo. ¿El sistema también había
restringido sus llamadas? Era del todo increíble. Por supuesto, no se rompió. Estaba
preparado para eso. Lo recogió resignadamente y se lo metió en el bolsillo.

Se sintió demasiado cansado para pensar de nuevo. Estaba derrotado. Quería


descansar, y olvidarse de todo. Ya no se le ocurrió nada más. Caminó más o menos
cuarenta y cinco minutos, hasta llegar a un pequeño parque, y se acostó en uno de sus
asientos. Sintió frío, así que se acurrucó, y se dejó dormir. Al rato una pareja de robots
policía, lo despertaron.

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-Usted no puede dormir aquí, señor Campos. Lo prohíbe la ordenanza municipal, en el
artículo 27/45.

-¿Qué?- Mario despertó algo confuso.

-Que no puede dormir aquí.- Dijo el otro androide, una mole de forma humanoide de
ciento cincuenta kilos de peso, que todo el mundo respetaba por su eficiencia.

-Su domicilio está cerca de aquí, a unos cuarenta minutos... Si quiere, podemos
acompañarle.

-Disculpen agentes, pero no puedo entrar. El Sistema me ha dejado fuera de todo.


Cómo supongo que habrá podido comprobar...

-Sí, existe algún tipo de anomalía con su identificación, pero la central de la policía me
indica que es un error burocrático que probablemente será subsanado el lunes, en el
Ministerio Social, más concretamente en el Departamento de Nacimientos y
Defunciones.

-Sí, lo sé, pero ahora necesito dormir en algún sitio. No puedo entrar en mi casa, y no
tengo adonde ir... ¿Ustedes me pueden ayudar de alguna forma? Supongo que me
dirán que no, que no están autorizados para hacerlo o algo parecido...- Ambos robots
se miraron algo confusos.- Bueno, ¿por lo menos podrían hacer una llamada por mí?

-Podemos llevarle a un albergue social. Allí puede usted dormir hasta el lunes.

-Sí, por favor, adónde quiera...

-Está bien.

Entonces llamó remotamente a un pequeño vehículo independiente, que, en cinco


minutos llegó al lugar. Lo metieron en él, insertaron la dirección, y lo enviaron al
albergue social.

Cuando llegó a la entrada de este, se colocó frente a esta, una especie de puerta de
plástico transparente, que daba acceso al recinto.

-¡Bienvenido ciudadano!- Le saludó una voz, que en realidad era una inteligencia
artificial.- ¿En qué puedo ayudarle?

-No tengo dónde pasar la noche. Me gustaría pasarla aquí.

-Muy bien. Por favor, no se mueva...- El sistema le estaba haciendo un


reconocimiento.- Me temo que hay un problema. ¿Podría poner su dedo pulgar en la
marca, por favor?

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-Sí que hay un pequeño problema... Pero ustedes pertenecen al Ministerio de Servicios
Sociales ¿no? Deberían estar al tanto del tema...

-Ponga su dedo pulgar, por favor.

-Sí, está bien, lo pongo, pero trato de explicarte un pequeño problema con mi
identificación...- Mario puso el dedo en el lector.

-En efecto, hay un problema. Según indica su ficha, usted falleció ayer.- El tono de la
I.A. parecía de reproche.

-Es lo que trato de explicarte. Fue un error o un fallo del Ministerio Social. Tengo que
quedarme en alguna parte ¿no?

-No puedo permitirle el acceso a las instalaciones...

-Ustedes pertenecen al Ministerio Social ¿verdad?

-Sí, pero a otro departamento. No puedo subsanarle el error. No estoy capacitado para
ello. Debe usted personarse en el edificio central lo antes posible.

-Eso ya lo sé.- Exclamó Mario visiblemente ofuscado.- Soy Mario Campos Aguilar,
número de identificación cinco, cinco, siete, nueve, cinco, dos, cinco, cero, A...

-Sé quién es usted señor. Debe regularizar su situación para poder acceder a estas
instalaciones. Siento no poder ayudarle, señor.

-Quisiera hablar con algún operario humano. ¿No hay nadie con quien pueda hablar?
Debe de haber alguien.- Exigió muy enfadado.

-Lo siento señor, no podemos ayudarle.

-Ábrame, por favor. ¡Solo quiero pasar la noche, maldita sea!- Fue hacia la puerta y
trató de abrirla.

-Señor Campos, no debe hacer eso. Desista de su actitud agresiva. Por favor.

- Estoy harto de toda esta mierda. Ustedes son los que se han equivocado. Yo no tengo
la culpa de nada. Y por vuestra incompetencia soy como un fantasma, como un paria.

-Le advierto que es mejor que desista de su actitud.- La I.A. adoptó un tono más firme.

- ¡No puedo entrar a mi casa! ¡No puedo comprar nada! ¡No puedo hacer nada!- Era
como si Mario, por fin hubiera dado rienda suelta a toda su frustración. Al ver que no
podía abrir la puerta, la golpeó varias veces con la pierna.

Entonces salió una especie de pequeño rayo de la parte superior de esta, e impactó en
su cuerpo. Mario lanzó un ahogado gemido, y cayó al suelo fulminado. Y, aunque el

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dolor no era excesivamente fuerte, después de la descarga inicial, apenas podía
moverse, porque todo su cuerpo estaba rígido. Al momento vino una pareja de policías
diferente a la de la primera vez, que lo recogieron y lo montaron en el furgón policial.

-Es usted cabezota, señor Campos...- Le dijo uno de ellos, uno que era alto y delgado.
Aunque no podía hablar, estaba consciente de todo.- Mis compañeros ya le explicaron
lo que ocurría. Por lo visto, este es un caso sin precedentes...

-Pero, ¿qué va a hacer este pobre hombre?- Preguntó el otro policía, que era de raza
afroamericana, mirándolo con cierta compasión.- Es una persona mayor, y no hay nada
que él pueda hacer hasta el lunes. El Sistema lo ha dejado "fuera de juego". Está solo, y
no puede acceder a su casa , ni a su dinero, ni a nada. Supongo que él solo quería
morir en paz, y ahora es un muerto en vida. ¿No podemos hacer nada por él?

-¿Cómo qué?- Preguntó el otro algo desconcertado.

- No lo sé, algo.

-Yo también estoy algo perplejo con la situación, pero no puedo hacer nada al
respecto. ¿Te das cuenta que ahora podríamos cargárnoslo y nadie nos podría acusar
de asesinato?

-¡Por Dios, qué cosas dices!- Exclamó el policía de color horrorizado.

-¡Ja, ja ja!- Rió el otro de forma exagerada.- Eres un sentimental... El Sistema funciona
todo lo bien que cabe esperar. No podemos hacerlo al margen de "él". Tenemos que
actuar bajo las directrices pertinentes. Pero no es infalible, lo confieso. Supongo que
aprenderá de este error para que no vuelvan a ocurrir situaciones como estas.

-Pero, entonces, ¿qué hacemos? ¿lo llevamos al hospital? ¿a comisaría? ¿Le damos una
palmadita en la espalda y lo dejamos en un parque? No puede acceder prácticamente
a nada. ¿Te imaginas eso? ¿Sabes lo que eso significa?

El policía alto y delgado hizo una mueca de resignación y lo miró por unos segundos,
cómo diciéndole que no era problema suyo y que no podía hacer nada al respecto.

-Por lo pronto, dejemos que se quede aquí hasta que se recupere. Después ya
veremos...

Llegaron a los aparcamientos de la comisaría. Mario seguía tumbado en la camilla, en


la parte de atrás del furgón. Ambos policías lo dejaron allí y se fueron, pero el policía
de origen afroamericano, volvió a los quince minutos.

-Le traigo un regenerador...- Le indicó este enseñándole una pequeña inyección. Con
esto se sentirá mejor.- Se la puso entonces. Y esperó unos diez minutos, hasta que él
pudo incorporarse por sí mismo.

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-Me duele todo el cuerpo. Preferiría estar muerto, la verdad.

- Sí, supongo. Sígame.- Y le llevó a través de una puerta trasera de la comisaría y de


unos pasillos internos, hasta una especie de almacén. Puede quedarse aquí esta noche.
Hay un par de camillas y son cómodas. Y un pequeño sillón. No creo que nadie le
moleste, pero si alguien viene y le pregunta, le dice que es amigo del teniente Hudson.
Tome este capuchino frío y este bocadillo. Coma un poco y duerma... Por la mañana
pasaré por aquí, a ver qué podemos hacer.

-Gracias teniente... Al menos aquí podré descansar un poco.

El teniente Hudson asintió satisfecho y se fue.

A la mañana siguiente despertó más bien temprano. Al principio se quedó algo


desorientado, pero transcurrido un momento recordó dónde estaba. Tenía que
agradecerle al teniente Hudson su amabilidad. No era como dormir en su cama, pero
sin duda era mejor que pasar la noche en la calle, en algún duro banco en un rincón. Se
quedó por un momento sentado en el sillón. Después de eso buscó un baño. Orinó y se
aseó un poco. Volvió de nuevo a la habitación. Había un hombre allí, pero no era el
teniente. Este le preguntó quién era, y él le contestó lo que Hudson le había dicho que
dijera en un caso así.

-¿Es usted familiar o amigo de Roy?- Le preguntó algo extrañado.

-No, en realidad no. Digamos que él fue muy amable conmigo, y me dejó esta noche
quedarme aquí.

-Ah sí... Usted es... El tipo que está legalmente... muerto...

-Sí, ese mismo.- Respondió Mario.

-Él nos comentó algo al respecto... pero Roy fue tiroteado esta noche...

-Pero... ¿Está bien o...?

-Sí, creo que está bien. Nada que no se pueda curar con algo de cirugía y un poco de
descanso...

-Menos mal... Por un momento pensé que..-Siento decirle esto, pero, me temo que...
No puede usted permanecer aquí...

A Mario se le cambió el rostro de nuevo. Sus ojos se clavaron en el suelo y se sintió de


nuevo abatido.

-Pero...

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-Lo siento, no puedo hacer nada al respecto...- Se excusó el policía.- Lo único que
puedo hacer es darle un café y algo para comer, y después deberá irse. Ahora mismo
se lo traigo, porque tengo servicio..-Sí, gracias..- Dijo apesadumbrado después de que
este saliera de la habitación.-Todo el mundo se cree que con un café y un bocadillo
solucionaran el problema...

Mario se encontraba otra vez en la calle, sin saber qué hacer, sin saber a dónde ir. Tan
solo tendrían que pasar dos días, dos largos días. Podría tratar de ir a su casa, pero
sabía que era en vano. Podría tratar de ponerse contacto de nuevo con su hija, pero
probablemente también sería en vano, y no le apetecía comprobar su mirada de
reproche ni oír sus palabras de rechazo. ¿Qué podía hacer? Tal vez si ella supiera que
no estaba muerto... Desechó esta idea de su cabeza. Estaba demasiado dolido para
tratar de hacerlo. No podría aguantar otra negativa, otro rechazo. Volvió a caminar
durante un buen rato sin saber a dónde ir, sin rumbo. Se sentó en un parque por un
par de horas. Vio la gente a su alrededor, a los niños, y esto le trajo muchos recuerdos
de su infancia. Recordó a su padre, cuando volvía del trabajo, cuando lo llevaba a jugar
con él, cuando traía dulces o pastelitos y para el desayuno algunos fines de semana.
Recordó también a su madre. Su mirada afable, sus manos suaves, su voz cariñosa...
Recordó cuando lo llevaba al parque, cuando comía junto a él, cuando le contaba
historias... También recordó a su hermano mayor, sus peleas y sus trastadas, las
partidas de cartas, las batallas de videojuegos... Recordó también a su mujer, tantos
momentos bonitos, y cómo todo se fue yendo a pique. Y a su hija, y todos esos
momentos de su infancia, en los que siempre lo buscaba para sentirse segura. Tantos y
tantos recuerdos, desde que ella nació hasta que se convirtió en una mujer, y cómo su
relación se fue deteriorando hasta llegar al colapso final. No pudo evitar llorar en
silencio.

Se dedicó entonces a observar a los demás, para tratar de olvidar esa amargura que
sentía dentro. Los niños pequeños jugaban en las atracciones infantiles. Los
adolescentes lo hacían con sus dispositivos electrónicos. Y la mayoría de los adultos
paseaban sus mascotas virtuales. De repente, una joven se sentó a su lado.

-Resulta un poco absurdo ¿no?- le dijo ella.- Cuando somos pequeños queremos
interactuar con otros... Lo necesitamos, es algo innato...- Señaló a un grupo de niños
de cinco o seis años que jugaban.- Sin embargo, a medida que vamos creciendo, nos
vamos aislando de los demás... La sociedad, la tecnología... hay mucha gente que juega
más con esas estúpidas mascotas tridimensionales que con sus propios hijos...- La
chica señaló a la gente que lo hacía, con perros, gatos, tigres, monos, y hasta
serpientes virtuales.

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-Sí, es cierto.- Asintió.- Yo también estaba ciego. Pero este último día me ha hecho
pensar mucho... Todo parece perfecto hasta que deja de serlo.

-Por ejemplo, eso de la eutanasia voluntaria.- Mario se sorprendió por el rumbo de la


conversación, pero trató de disimularlo.- Sus malas políticas en cuanto a educación,
planificación familiar, bienestar social... Nos han llevado a este tipo de situación... Una
situación en la cual parece que los recursos no dan para todos.

-¿Usted cree?

- Es una ecuación sencilla. La gente vive mucho más qué hace por ejemplo doscientos
años. Su media de vida es mucho mayor, unos treinta o cuarenta años mayor. El índice
de mortalidad, y ya no hablo solo de muerte natural, de otros tipos de causas...
enfermedades, accidentes, criminalidad, es un treinta o cuarenta por ciento menor...
Dos más dos siguen siendo cuatro...

-¿Quién es usted?- Le pregunto Mario girándose hacia ella.

-Dígame una cosa: ¿Qué le lleva a una persona a decidir que quiere morir?

-¿Pero quién es usted?- Preguntó él poniéndose de pie, impactado por lo directo de su


pregunta.

-¿A usted qué le llevó a querer acabar con su existencia?- Entonces ella le agarró la
mano de forma afable, y tiró levemente hacia abajo, consiguiendo su objetivo, que era
que él se volviera a sentar.

-Eso no... no es asunto suyo. Dígame quién es usted, por favor.

-Puede llamarme Jennifer. Digamos que sé de buena tinta cuál es su situación actual.

-¿La sabe?

-Suponga que lo sé. Y suponga que quiero ayudarle. Pero suponga también que no
estoy de acuerdo con lo que va a hacer, con lo cual surge un conflicto ético dentro de
mí.

-¡Ya sé quién es usted!- Mario se levantó perturbado, casi exaltado!- Usted es una
terrorista. Una de las culpables de mi situación... De las que hizo el ataque cuando yo...

La mujer se levantó a continuación, y metió la mano en su bolsillo

-¿Qué va a hacer? ¿Sacar una pistola?- Preguntó él dando un paso atrás, asustado.

-Para querer morir, tiene usted mucho miedo a la muerte.- Ella sacó un móvil plegado.
A continuación lo desplegó.- Sólo voy a sacar este móvil para que pueda hablar con su

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hija. Supongo que querrá hacerlo ¿no? Querrá decirle que aún está vivo, aunque sea
por poco tiempo...

-Sí, gra... gracias...- Mario lo tomó tímidamente.- Por un momento pensé que iba a
dispararme o algo...

"Jennifer" lo miró con cara de fastidio y le entregó el móvil. Mario lo sostuvo por unos
segundos, pero, acto seguido, se lo devolvió.

-Pensé que querría avisar a su hija.- Comentó la chica algo perpleja.

-Como veo, no lo sabe todo de mí. Hace tiempo que mi hija me ha sacado de su vida.
Ni siquiera vino al Ministerio, para acompañarme en el último adiós. Sabe, eso ha sido
quizás lo más duro. No resistiría volver a llamarla y que me volviera a rechazar. De
todas formas, para ella estoy muerto. Desde hace mucho tiempo.

Jennifer cogió el teléfono y asintió sintiendo pena por él.

-Supongo que necesitara un sitio donde pasar estos días... Hasta ahora no es que le
haya ido demasiado bien...

-Se lo agradezco pero, le confieso que me da más miedo irme con usted que quedarme
tirado en la calle...

-Vamos señor Campos... ¿De verdad sé cree todo lo que dicen? Ellos son maestros de
la desinformación. Suponiendo que yo forme parte de lo que usted cree... Nunca
hemos hecho daño a nadie. Recuerde que abogamos por la vida, no por la muerte y la
destrucción... Venga conmigo.

"Jennifer" lo subió a su vehículo.

-¿A dónde me lleva?- Mario estaba ciertamente indeciso. Por una parte quería ir con
ella, quitarse de la calle, pero por otra parte, tenía miedo, no sabía con qué
intenciones lo hacía.

-¿De qué tiene tanto miedo?

-No sé quién es usted, entiéndalo. Seguro que ni siquiera se llama Jennifer. Me extraña
incluso que me quiera meter en su vehículo, a no ser que este vehículo no fuera suyo...

- No quiero hacerle ningún daño, créame de una vez... Ni yo ni los míos, por decirlo de
alguna forma. Como le dije antes, no nos dedicamos a matar a nadie ni nada por el
estilo. Pero no le voy a engañar. quiero ayudarle porque de alguna forma, me siento
responsable de lo que le está pasando. Pero esto es algo que hago por mi propia
iniciativa. El resto del grupo no lo sabe. Si eso fuera así no sé qué ocurriría.- Mario la
miró algo confuso.- Entiéndame bien, no es que le fueran a hacer ningún tipo de daño

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ni nada parecido. Pero probablemente le querrían utilizar para alguno de sus boicots,
como le solemos llamar comúnmente. No quiero mezclarlo en esto, ni que se vea
involucrado o presionado a nada. No es esa mi intención.

-Gracias...- Agradeció de forma distendida y más tranquila Mario.- Espero que esto no
suponga ningún problema.

-No lo creo. Usted es el hermano de mi abuelo, y ha venido a verme por un par de


días... No es agradable estar ahí en la calle, tirado, sin acceso a nada.

-Es una mierda. Nunca me había imaginado nada como esto. No se lo deseo ni a mi
peor enemigo.

-Sí, supongo que son las ventajas de esta "avanzada sociedad".- Comentó la chica con
cierto sarcasmo.

-Tengo que reconocer que estoy ciertamente sorprendido... Después de todo, no


parece usted mala chica.- Ella sonrió sorprendida.

-Bueno, vivimos en la era de la información... Al menos, eso dicen. Aunque yo diría que
es la de la saturación. Ellos, los que mandan, manejan los medios de comunicación,
esos que ven millones de personas diariamente. Manipulando la información,
manipulan a la gente. Por ejemplo eso que llaman el grupo terrorista "Liberación". Lo
único que hacen es boicotear cosas, con las cuales no están de acuerdo. Haciendo eso,
tratan de arrojar luz a las cosas... sanear la información, por decirlo de alguna forma.
No matan, ni siquiera indiscriminadamente. Boicotean todo aquello con lo que no
están de acuerdo, como, por ejemplo, la eutanasia voluntaria.

-Pero eso, ¿quién lo decide? Quiero decir, ¿vale más su decisión que la que toma, en
total libertad, el sujeto en cuestión?

-¿Usted nunca tomó una decisión de la cual después se arrepintiera? - Mario hizo un
discreto ademán de conformidad con su rostro.- Probablemente después tuviera la
oportunidad de rectificarla. Si toma esta decisión, nunca sabrá si se había equivocado,
y no tendrá la oportunidad de rectificarla...

-No me creo tanto altruismo...

-Sí, no es algo muy popular hoy día ¿no? Cuando era más joven, mi abuelo me solía
contar historias de cómo era el mundo muchos años atrás. A mí me encantaban esas
historias. No es que estuviera mucho con él, pero me gustaba, oírlas. Entonces dejó de
contármelas, y ¿sabe por qué?... Porque decidió hacer lo mismo que usted.. Lo odié
por eso, y odié al que creo esa ley. Con el tiempo, ese odio hacia mi abuelo se disipó,
pero no el que sentía por quienes la instituyeron.

-Ya.- Asintió Mario, poniéndose en su lugar.

99
-En vez de practicar políticas de equilibrio y prevención social prefieren controlarnos, y
aprobar una ley que permite a una persona quitarse la vida de forma legal, pero a una
persona que no cotiza, que ya no produce para la sociedad de forma activa, qué es una
"carga" para esta, qué es "prescindible". Lo mismo hacen cuando surge una situación
algo delicada por causa de su negligencia... Crean una guerra, un arma biológica en
forma de virus... Que tiene en su punto de mira a un estrato concreto... Si me pregunta
si estoy de acuerdo con eso, le diré que no, en absoluto.

-Lo qué me dice me deja un poco perplejo. No sé si creerle, o pensar que se ha vuelto
loca.

-Parece una locura, pero es así. Todo está sujeto a manipulación. La información, las
redes, la publicidad... Puede parecer que somos muy libres, y que vivimos muy bien,
pero estamos sometidos a la dictadura de la tecnología, del control. Todos somos
números, y estamos controlados... por ejemplo, con el tema que le comenté antes de
la eutanasia voluntaria... Según el índice de estadísticas, solo entre el cinco y el diez
por ciento de las personas mayores de ochenta años de las clases acomodadas,
recurren a ello. Sin embargo, en el estrato inferior, un treinta y cinco por ciento lo
hace. ¿No nota usted cierta diferencia?

-¿A qué se refiere exactamente como estrato inferior?- Preguntó él con cierta
incredulidad.

-A eso me refiero. La manipulación es tan grande, que usted cree que todo el mundo
es clase media o clase alta, que no existe clase baja, gente pobre.

-Bueno, se supone que... la pobreza, en su mayoría, se ha erradicado ¿no?

-Vivimos en una ciudad de cincuenta millones de habitantes... Para el sistema no es


difícil esconder a medio millón, que vive en la periferia, en las afueras, en los barrios
residenciales pobres. Además, la gente no quiere saber nada de eso, está muy ocupada
en sus cosas, pensando que vive en la época más avanzada de la historia de la
humanidad, y que nos hemos librado de muchas lacras... Pero eso no es del todo
cierto.- Mario hizo un gesto de perplejidad.- No se preocupe, si quiere conocerlo,
mañana le llevaré. Ahora vamos a un sitio en el cual estará seguro hasta el lunes...

En efecto, la chica lo llevó a las afueras de la ciudad, a una especie de polígono


industrial, a una vieja fábrica de utensilios de cocina. Había una parte reservada con
unas pequeñas habitaciones preparadas para que pudiesen dormir un par de personas.

-¿Esto aún funciona? Quiero decir si está operativo...

-Sí, claro, pero hasta el lunes no vendrá nadie a trabajar. Todavía se necesitan
cucharas, tenedores, cuchillos, ollas, vasos... y ese tipo de cosas, por suerte.- Contestó
la chica.- Ya sé que el aspecto de esto le puede parecer algo desfasado... No es una

100
moderna factoría automatizada en la cual los robots hacen todo el trabajo o la mayoría
de él0. Aquí la maquinaria es algo más antigua, pero eficaz. Y, sobre todo, necesita de
operarios humanos.

-Entiendo.

-Acomódese. Podrá encontrar una pequeña tele, una neverita con algo de comer y
beber, una cama, un pequeño sofá... Y si quiere pasear, puede hacerlo por el polígono.
Esto no es tan cómodo y avanzado como su casa, y la zona no tiene tanto ambiente
como la ciudad, pero, por lo menos, estará seguro y tendrá un sitio donde dormir...

-Me parece perfecto.

-Bueno, tengo que irme. Si quiere lo recojo mañana. ¿Le apetece?

-Sí, me gustaría mucho.

Mario se quedó dando una vuelta por el local, aunque aquello no era muy grande.
Después se fue para la habitación. Estaba en la parte de atrás, pasando una puerta y
subiendo una pequeña escalera. Era más grande que una habitación de un motel de
mala muerte, pero sin vecinos incómodos. Un poco más pequeña que su casa, pero
eso no suponía ningún problema, estaba acostumbrado a habitar en viviendas
reducidas, como la mayoría de la gente. Era la única forma de alojar a un número tan
elevado de habitantes. La diferencia estribaba más en la estética y en la comodidad.
Aquello no pasaba de ser una cutre habitación. Pero, al menos, eso era mejor que la
calle.

Después de eso se dirigió a la neverita. Adentro había un par de refrescos y cervezas,


agua, y un par de tuppers con algo de comida. Cogió un par de ellos y los abrió. No
parecían estar en mal estado. Uno de ellos contenía arroz y el otro patatas guisadas
con algo de carne picada. Cogió ambos tuppers, y una cerveza, y después de abrírsela,
se sentó en el viejo sofá.

-Encender... Encender televisión... - Le habló al aparato como si este le pudiera oír..-


Qué pasa... ¡Enciende… televisión...!

Al instante cayó en la cuenta de que esos aparatos eran demasiado obsoletos para que
se encendieran de esa forma.

-Me extrañaría que esto funcionará...- Se dijo a sí mismo.- Debe tener algo donde
encenderlo, supongo.

Estuvo por un rato entretenido con el aparato, hasta que dio con un algo que parecía
un mando a distancia, y comenzó a tocar todos los botones, hasta que la pantalla se
iluminó.

101
-Vaya... Parece que funciona.- Se sorprendió al ver la mala definición de imagen, pero
al final se resignó. Entonces se puso a verla, comió algo, y se bebió la cerveza. Una
hora después se había dormido plácidamente. Varias horas más tarde se despertó,
desorientado, pensando si todo aquello no había sido acaso una mala pesadilla. Todo
indicaba que no. La televisión seguía encendida. La apagó entonces. Se puso a pensar
en todo lo que había pasado en los últimos días. Llegó a la conclusión de que todos
formaban parte de un sistema tan deshumanizado cómo avanzado. Y él solo era una
pieza más dentro del sistema. También pensó en las palabras de Jennifer. Puede que
en algunas cosas tuviera razón. Entonces tuvo la necesidad de despejarse un poco. Y
salió a dar una vuelta por allí. Estuvo un buen rato caminando. Como ella le había
dicho, aquello era un polígono industrial grande, con calles, locales, fábricas, pequeñas
oficinas... Parecía una pequeña ciudad desierta, con excepción de algún coche que
pasaba o alguien que estaba en alguno de los locales. Entonces cayó en la cuenta de
que había comido, había bebido, había dormido, a ratos, pero no se había lavado, y
llevaba más de un día sin hacerlo. Entonces volvió a la pequeña fábrica, y se dio una
buena ducha. El resto de la tarde la pasó viendo televisión, y fisgoneando por la
fábrica, viendo los aparatos o viendo fotos viejas de papel, o cualquier cosa que le
resultará curioso.

Al día siguiente Jennifer apareció temprano en la mañana, un poco antes de que


saliera el sol.

-Como le dije, aquí estoy... ¿Qué tal? ¿Cómo ha sido la estancia? ¿Todavía no ha
pasado por aquí el servicio de habitaciones?- Ambos sonrieron afablemente ante la
broma.

-Me temo que no. Aún estoy pensando si hacer una reclamación formal o no.

-Bueno, pongámonos en camino.

Entonces ambos subieron al vehículo de ella. Para sorpresa de Mario, en primer lugar
lo llevó a una cafetería, a tomar un desayuno calentito.

-Es usted una caja de sorpresas.- Le dijo él con amabilidad.- Aún no alcanzo a
comprender por qué hace todo esto, pero gracias, de verdad se lo digo, gracias.

Ella no dijo nada, tan solo sonrío e hizo una mueca de "que no era para tanto".

-Bueno, suponía que le iba a gustar la sorpresa. Nos queda un día un poco largo.

-¿Dónde vamos?

-Es una sorpresa...

102
Antes de la "sorpresa", volvieron a la fábrica y cambiaron de vehículo. Ella cogió un
viejo furgón que parecía, por su aspecto, que no funcionaría, pero sí lo hizo, ante la
sorpresa de Mario.

-¿Y esto?- Preguntó extrañado.

-Formaba parte de la sorpresa

En efecto, fue una sorpresa para él, porque "Jennifer" lo llevó al oeste, al final de la
ciudad.

-Pero, ¿por aquí vamos a algún sitio? Quiero decir que ¿hay algo por aquí?

-Para mucha gente no.- Fue la enigmática respuesta de ella.- Esta parte de la ciudad es
desconocida para la mayoría. Simplemente está oculta.-Atravesaron un túnel de unos
trescientos metros..- Esta es la frontera entre la civilización y el resto del mundo...

-No sabía que en esta zona pudiera vivir gente.- Un barrio grande de edificios viejos, y
calles abandonadas de aspecto marginal, les dio la bienvenida. Para Mario, aquello
parecía el decorado de una película de terror, o algo así. La gente era diferente, incluso
extraña. Vestía de una forma diferente, miraba de una forma diferente, parecía muy
diferente a él. Había gente de aspecto grotesco sentado en las puertas de sus casas.
Unos niños de ropas desgastadas jugaban en una esquina. Unos chicos jóvenes
caminaban a lo largo de la calle. A Mario no le gustó la apariencia de estos. Un hombre
y una mujer viejos, rechonchos y de pieles arrugadas, caminaban torpemente por una
de las aceras.- No sabía que nadie viviera aquí, y no me explico cómo pueden vivir así.-
El vehículo pasó lentamente al lado de los dos viejecitos, y estos y Mario se observaron
recíprocamente por varios segundos.

Él miró a "Jennifer" como necesitando una explicación, y quiso decir algo, pero no fue
capaz de hacerlo.

-A ellos les gustaría estar en su pellejo.- Dijo secamente.

- Pero ¿qué es este sitio? ¿Por qué viven así? Si yo viviera en un sitio así seguro que ya
habría ido al Ministerio Social...

-Se aferran a la vida. A pesar de todas las dificultades, se aferran a la vida...

-Entiendo...

-Esta gente vive en una total exclusión social. En realidad están en su misma situación,
fuera del Sistema. Aquellos que no son marcados genéticamente, que no son
mejorados, que no son insertados en el Sistema, se ven abocados a vivir así...

-Pero... ¿Por qué no...?

103
-Por varias razones: debido a que pertenecen a diversas minorías étnicas, debido a que
tienen algún tipo de defecto genético, o que son gente de extrema pobreza o que ha
nacido en guetos... Nadie mira hacia aquí. Así resulta más fácil mirar hacia otro lado...

-Entiendo.

Llegaron a un lugar, una especie de asociación, en la cual estuvieron hablando con


gente necesitaba, gente enferma, gente con problemas emocionales o físicos.
Repartieron medicamentos, repartieron comida, fueron a diversas casas... Mario
conoció, por ejemplo, al señor Rocafort, un hombre que tenía su misma edad, pero
que parecía treinta años mayor que él. Su piel arrugada, sus dedos contraídos por la
artritis, su dificultad de movimientos... Nada de eso le impedía ser un hombre
entusiasta, con mucho sentido del humor. Ese hombre había vivido una vida muy
intensa y llena de dificultades. Había estado en diferentes partes del mundo, había
trabajado en un barco, había combatido en una guerra... Y pese a todo, estaba feliz por
estar vivo.

También conoció a Luis y Katy, que tenían cuatro hijos, uno de los cuales, Emil, era
minusválido psíquico. En los umbrales de la pobreza, luchaban para sacar adelante a
sus hijos, y paliar las necesidades de su hijo Emil, sin dinero y sin ayuda de nadie. Casos
como esos, de diferente índole, había muchos por allí, demasiados.

-¿De qué vive esta gente? ¿Cómo se gana la vida?- Preguntó interesado Mario.

-La gente malvive haciendo los trabajos que nadie quiere hacer... Recogiendo basura,
vendiendo cosas en el mercado negro, de mano de obra barata... Otros se dedican a la
venta ambulante, y muchos se ganan la vida al margen de la ley...

"Jennifer" estuvo ausente por un par de horas, en las cuales él estuvo mezclándose con
la gente, colaborando en el centro de ayuda, haciendo cosas. Cuando ella vino a
recogerlo para comer, él se mostró sorprendido por lo rápido que había pasado el
tiempo. Comieron en un comedor comunitario, rodeado de personas a las cuales la
vida no le había sonreído. Personas que la sociedad desechaba y escondía. Esa era la
forma de pagar el precio que imponía el progreso.

-¿Está cansado, Mario?- Le preguntó ella mientras mordía un trozo de pan.- Si lo


desea, puedo llevarle a casa después de comer.

-No tengo prisa. No se preocupe por eso.

-Lo cierto es que me tiene usted sorprendido. Pensé que no duraría por aquí ni un par
de horas. No es fácil adaptarse a esto.- Confesó la chica.

-Sí, hasta yo estoy sorprendido... Esta gente vive sin pretensiones... Sufre la
marginación, enfermedades, desempleo y precariedad, vejez prematura... Estuve en

104
casa de un señor que no podía andar, bastante mal, deteriorado... Y tenía cinco años
menos que yo... La gente habla contigo, habla habitualmente, y se desahoga... Te
cuenta cosas, cosas sobre sí misma, cosas reales... Hemos perdido esa facultad, la de
hablar y de contarnos cosas...

La chica reflexionaba sobre lo que Mario le decía, mientras tomaba un poco de sopa.

Almorzaron y descansaron un buen rato. Después estuvieron visitando varios lugares.


Entre ellos una especie de residencia de animales. Mario pudo ver por primera vez
animales como un cerdo, gallinas, un burro, una vaca... También puedo ver diferentes
plantaciones de frutas y verduras. Por la tarde, mucha gente se reunió en el patio del
local de acogida a la lumbre de varias hogueras. Contaron historias, cantaron
canciones, bailaron, bebieron, jugaron a antiguos juegos, e hicieron cosas que Mario
nunca había hecho. Ya entrada la noche, tuvieron que despedirse de ellos y volver a
sus lugares respectivos. Durante la mayor parte del viaje, apenas hablaron excepto
cuando estuvieron a punto de llegar a la fábrica.

-Bueno, mañana, por fin, es lunes.- Dijo ella.

-Sabes, hacía tiempo que no me sentía tan vivo como hoy.- Le confesó él.

Ella le miró afablemente, y le sonrió.

-Tal vez mañana no pueda venir a recogerle.- Le informó una vez que paró el vehículo a
la entrada de la fábrica. Él torció el gesto visiblemente confuso.- Pero no se preocupe,
alguien vendrá a buscarle y lo dejará en la puerta del Ministerio Social.

-Así que esto es una despedida...

-Supongo que sí.- Ambos se miraron por un instante con intensidad.

- Gracias... por todo...- Y el abrió la puerta, al comprobar que ella no iba a decir nada
más, tal vez porque estaba algo emocionada por ello.- Ya nos veremos.- Le dijo, y se
fue.

Al día siguiente, Mario se levantó con una sola idea en su cabeza, la de ir al Ministerio
de Asuntos Sociales y arreglar los asuntos. Estaba intrigado por saber quién le
recogería. Por fin creyó oír un vehículo aparcar en la entrada de la fábrica. Era
temprano. Un par de horas antes de que empezaran los trabajadores. La puerta
pequeña de acceso se abrió, y escuchó unos pasos al fondo. Antes de eso, le había
dado tiempo de grabar un vídeo en su móvil, un vídeo en el cual hablaba de su
situación, de lo que había vivido en esos últimos días, y de lo que pensaba de todo ello.
Vio entonces una silueta. Era, sin duda, de una mujer. Se acercó a él. Unos pasos más,
y la sorpresa fue mayúscula.

-¿Tú...? ¿Pero...?

105
- Sí, soy yo, papá.

En efecto, era Paula, su hija.

-No, no entiendo nada...

-Sí, lo sé. Pero ahora será mejor que vayamos al coche. Te lo explicaré todo por el
camino.

A pesar de su conmoción, se subió al vehículo sin decir nada, y Paula puso el piloto
automático.

-Los que boicoteamos al Sistema en el Ministerio Social fuimos nosotros.

-¿Perteneces al grupo activista ese?

-Sí, papá, así es.

-Pero, ¿Porque no me habías dicho nada? ¿Y porque has actuado así, por qué has
hecho eso? Tanto tiempo intentando arreglar las cosas contigo, y ahora estás aquí...
No entiendo nada...

-He estado muy resentida contigo, muy enfadada, y aún lo sigo estando. Aparte de eso,
y como supondrás, estoy en contra de todas estas políticas sociales y de control a que
el Estado nos somete... Quería hablar contigo, sentarme contigo a arreglar las cosas,
pero no podía, algo me lo impedía. Entonces me enteré de lo que querías hacer.
Querías acabar con tu vida, así, por las buenas. Eso no hizo sino enfadarme mucho
más. No quería que lo hicieras, no me gustaba que lo hicieras... Pero era tu decisión.
Aunque yo estuviera enfadada contigo y resentida, no quería que huyeras, que te
marcharas así. Bueno, supongo que a veces una actúa en caliente diferente a como lo
haría en frío.

-Has estado muchos años así, enfadada conmigo. No te lo reprocho, créeme. Sé que,
en cierta medida, me la merezco. Tal vez el castigo fue demasiado grande, pero lo
acepto. Eres la última persona que esperaba ver en este momento, lo confieso. Estoy
contento por ello. Me gustaría que me acompañaras al Ministerio Social. Quiero que
entres en mi vida, que entres por fin.

-La cosa no es tan sencilla. Pero lo intentaré, te lo prometo.

-En estos últimos días he tenido tiempo de pensar en muchas cosas, y me he dado
cuenta de otras...- Expresó Mario haciendo una especie de confidencia a su hija.- Al
principio lo pase mal, lo reconozco. No podía hacer nada, no podía acceder a nada, ni
siquiera mi propia casa, ni a mi móvil. Es como si no existiera, como si nunca hubiese
existido. Era como estar muerto en vida... Después, con esa gente, me he sentido vivo.

106
Vivo y útil. Me ha hecho ver las cosas de otra forma... Creo que no soy el mismo que
hace un par de días...

-Entonces, qué vas a hacer.- Inquirió ella con un halo de esperanza de sus ojos.

-Voy a vivir, voy a vivir lo que pueda, y si me dejas, cerca de ti. ¿Para que adelantar lo
inevitable? Ahora me doy cuenta de que no tiene sentido. Iré allí y arreglaré mi
situación. Además, aunque sé que es una tontería, que no servirá para nada, he
grabado un vídeo hablando un poco de toda esta experiencia... Y me gustaría que lo
tuvieras tú. Cuando estés sola y tranquila tal vez lo podrías ver. Supongo que eso sí
puedo hacerlo, pasarte un vídeo.

-Está bien... Envíalo. Aunque eso mismo me lo podrás decir después, con tus propias
palabras...

-No sé si sería capaz de hacerlo... Prefiero que lo veas, pero después.

-De acuerdo. No hay ningún problema por eso. Bueno ya estamos llegando, falta poco.

Cinco minutos después, el vehículo llegó a a la entrada del Ministerio de Asuntos


Sociales. La puerta de Mario se abrió.

-¿Quieres que te espere? También puedo entrar contigo, y acompañarte.

-No, no hace falta. No sé el tiempo que me tendrán aquí, arreglando todo el asunto.
Seguro que estás ocupada. Vete, y después te llamo, y quedamos...

-Vale. Espero tu llamada...

Pero esa llamada nunca llegó. Cuándo Mario llegó al mostrador de recepción, todo
fueron sonrisas y amabilidad. La sintética le comunicó que lo estaban esperando, que
habían estado buscándolo pero que no lo habían encontrado. Le pidió disculpas por los
inconvenientes ocasionados. Él le trató de decir que había cambiado de opinión, que
quería suspender la ejecución del procedimiento, que había decidido seguir adelante.
La funcionaria apenas le dejó expresarse. Le dijo que no había ningún problema, y que,
para ello, debían ir a un despacho y allí lo podrían arreglar. Lo metió en uno que había
en la parte superior, al final del pasillo. Vino otro funcionario, esta vez humano, que le
dijo que alguien superior a él debía hacer acto de presencia, para tramitar la orden de
anulación y que solo tardaría unos minutos. Entonces hicieron acto de presencia dos
guardias de seguridad que se apostaron a la entrada. Mario se quedó un poquito
perplejo. No sabía a qué obedecía eso, y se puso un poco nervioso. Pero el funcionario
trató de calmarlo, diciéndole que era algo habitual, que no había ningún problema,
que era el procedimiento a seguir. Entonces un tipo trajeado apareció allí, y le estrechó
la mano. Mario sintió un leve pinchazo, y se miró la palma de la mano. El hombre,
entonces, sacó una diminuta aguja que tenía entre los dedos, y la tiró a una papelera.

107
Mario se dio cuenta de lo que ocurría, en aquel preciso instante. Trató de hacer algo,
de protestar, o de, al menos, huir. Pero los guardias se echaron sobre él antes incluso
de que pudiera darse cuenta. Y lo sentaron en una silla. Lo que le pinchó, fuera lo que
fuese, había comenzado a hacerle efecto, porque se dio cuenta de que apenas podía
hacer nada de lo que quería hacer. No es que no pudiera moverse, simplemente no
podía gritar ni podía pelear ni nada por el estilo, como si su voluntad fuera nula, o su
cuerpo no le obedeciera en algunas cosas.

Entonces el tipo le dijo que sintiéndolo mucho, tenían que hacer efectivo el
procedimiento. Que no podían permitir que la opinión pública pudiese pensar que el
Sistema podía tener defectos o deficiencias, ni que unos simples aficionados activistas
hubieran podido causar ningún tipo de defecto o fallo en él. Que él era la prueba, un
cabo suelto que debían sujetar. Qué, tal como era su deseo un par de días atrás,
cuando firmó la petición, lo llevarían a la "sala de la despedida", cómo le solían llamar,
le pondrían fotos bonitas, fotos familiares, y se dormiría dulcemente, sin sufrimientos,
sin dolor. A continuación, eso mismo fue lo que hicieron. Ya cuando Mario fue
colocado en la camilla de la habitación, estaba en un estado tal de enajenación, que
sonreía dulcemente al ver los preciosos paisajes, o las fotos familiares, y fue como si,
por un segundo, estuviera dentro de ellas, reviviendo esos momentos maravillosos,
hasta que sus ojos se cerraron, dejándole una agridulce sonrisa en su rostro...

Paula estaba entrando en su casa, pues se disponía a ver el vídeo que su padre le había
mandado, cuando recibió el mensaje del Ministerio, de que su padre había fallecido
dulcemente en su sede, haciendo efectivo su petición de fallecimiento, en el cual
también le indicaban que al día siguiente podía recoger sus cenizas, o dejar que este se
hiciera cargo de ellas. Entonces se sentó, sintiendo que le flaqueaban los pies, y, con
lágrimas en sus ojos, se sintió perpleja, triste, y confundida.

-Pero... Pero si me dijiste que... Ibas a a anularlo... Que íbamos a tratar de acercarnos
el uno al otro...

Entonces se puso a ver el video, para ver si así obtenía alguna respuesta;

"Hola, me llamo Mario Campos, y es probable que casi nadie vea está grabación y que
nadie me conozca... pero creo que deberías tomarte un par de minutos para escuchar
lo que voy a decirte... Empezaré diciendo que no debería estar aquí. En realidad, a
estas alturas, no debería ni existir. Hace unos días fui al Ministerio de Asuntos Sociales,
a ejercer mi derecho, como ellos lo llaman, de extinguir mi propia vida... El grupo
terrorista "Liberación" me salvó la vida. ¿Cómo? Te estarás preguntando, si siempre
están diciendo que son un grupo radical, intransigente, extremista... El enemigo
público número uno. Lo primero que tengo que decirte es que no te creas todo lo que
te dicen. No pertenezco a ese grupo, y te confieso que nunca he sido simpatizante de
ellos. Pero he comprobado por mí mismo la manipulación a la que estamos sometidos

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por parte de los que están arriba. Debido a sus malas políticas económicas y sociales,
nos vemos inmersos en este bucle de deterioro y control. Es más fácil dar de lado, de
alguna forma, apartar, a los que ya no pueden producir beneficios a la sociedad, y
hacerles creer que tienen derecho a querer morir tranquilamente en uno de sus
despachos, con una droga que te hace flotar y te hace irte, desvanecerte poco a poco.
Yo también lo creía, y como ya he dicho, fui para ejercer ese "derecho". Pero el grupo
"Liberación" boicoteó sus instalaciones, y no se puso llevar a cabo "el tema"... Después
de eso me abandonaron, sin más. Entonces pude experimentar lo que es estar muerto
en vida. El Sistema me había sacado de él, como si yo ya estuviera muerto. Hubo un
conflicto interno en este. Y lo más fácil fue eliminarme de la ecuación. Era un problema
al cual ellos nunca se habían enfrentado, pero el que lo pasó mal fui yo.

No podía acceder a mi casa, a mi cuenta, ni siquiera a mi teléfono. No podía "estar" en


la calle, porque no lo permiten. Según ellos, en este estado del bienestar, resulta una
ofensa para el Sistema. Porque no nos tratan como personas, nos tratan como
elementos, como números, como algo abstracto. La policía no podía hacer nada, ni
nadie podía hacer nada hasta que los del Ministerio volvieran a regularizar mi
situación. Tampoco podía acceder a las ayudas sociales... Se supone que no está
permitida la mendicidad ni vivir en la calle, que el sistema pone los medios suficientes
para que nadie esté sin techo y sin comida... Todo eso a cambio de tenernos
totalmente controlados a todos. Gracias a que una bondadosa chica, un alma caritativa
y empática, me dio cobijo, pude conseguir lo mínimo para sobrevivir en condiciones
mínimamente dignas. Gracias a ella también pude pasar un día completo en las zonas
exteriores de la ciudad, aquellas zonas que mucha gente ha decidido olvidar porque
golpea sus conciencias. Y es mejor ignorarlo que afrontarlo. O tal vez sea que somos
tan egoístas que estando nosotros bien nos importa una mierda el resto de la
humanidad. El caso es que, ayudando un poco a esa gente, me di cuenta de lo
afortunado que era, de todo lo que tenía, y de que ayudar a la gente me hacía sentir
bien. Fui al Ministerio porque me sentía vacío, desencantado de todo, y no le veía
sentido a continuar, pero ese día me hizo aprender que la vida es un regalo, y que hay
gente que está peor que uno, y a la que uno puede ayudar. Me hizo darme cuenta que
centrarse en uno es un error, que eso no te hace más feliz, sino todo lo contrario, te
hace sentirte más vacío, más solo. Que siempre hay gente que está peor que uno, a la
que uno puede ayudar y así hacer algo útil. No tiene sentido adelantar lo inevitable.
Además, me ha ayudado a aprender a no rendirme. Lo digo por mi hija Paula. No he
sido el mejor padre del mundo, pero tal vez pueda hacer algo para revertir esta
situación. Sé que debo ser muy paciente. Y supongo que se llevará una sorpresa
cuando sepa que sigo vivo. Tal vez eso le haga cambiar de idea. Como se suele decir,
nunca es tarde si lo que vas a hacer vale la pena. En fin, no lo he pensado mucho, pero
creo que me estableceré en esa parte de la ciudad, en las afueras, o tal vez pasaré
temporadas allí y temporadas en mi casa. No lo sé aún, pero lo que sí sé es que no soy
la misma persona, y que no pienso vivir de la misma forma que antes. Así que viviré lo
109
que me quede de la mejor forma posible, haciendo algo que me haga sentir bien,
sintiéndome vivo de alguna forma. Trataré de "conquistar" de nuevo a mi hija, de
recuperar algo del tiempo perdido. No quiero ser un número más dentro del Sistema.
Así que haz tú lo mismo, aprovecha el tiempo que tienes. No dejes que te controlen.
Vive como quieras. No dejes que sea demasiado tarde para que te des cuenta de lo
que es realmente importante...

La grabación se hizo viral. Tuvo millones de visitas. Además, la opinión pública se


enteró de que Mario había "fallecido", en el Misterio de Asuntos Sociales. La gente se
indignó mucho. Y eso prendió la mecha, para que la masa social cambiara su forma de
pensar, se revelara ante un sistema qué controlada y manipulada a sus individuos
como peones de ajedrez...

110
5 Transplante

Un agujero negro brillando como un diamante. Una sensación extraña, como de


flotabilidad. Una especie de "Big Bang" que fue tragándose todo, creando un vórtice
infinito. La gran explosión fue la que dio paso al agujero negro, y este, a su vez,
succionó el vacío, poniéndolo "del revés". Unos segundos antes, o tal vez unas horas,
alguien levantó la carcasa de la cabeza del cuerpo de una aleación de grafito titanio, y
le insertó una diminuta tarjeta, como una pequeña galletita redonda, y después de eso
la confusión, y la sensación de velocidad. Entonces afluentes de información se
vertieron desde allí, como cascadas de agua, y fue ocupándolo todo, inundándolo
todo. En apenas un par segundos, toda una existencia, reflejada en millones de
imágenes, se proyectaron dentro de su unidad cerebral. Momentos, recuerdos,
sensaciones, situaciones...

-Hola papá... estoy aquí.

Una lejana voz lo sacó de esa especie de sueño extraño. La voz sonaba como un eco
lejano, pero era tan real que parecía que estaba dentro de su cabeza. Era una
sensación extraña, como la de experimentar dos existencias paralelas.

-Hola... cariño.- Era él, sin duda, pero aquello no parecía estar ocurriendo en ese
preciso momento, aunque tampoco parecía irreal.- Estoy bien. Este viejo cuerpo
comienza a fallar...

Su hija Sandra le agarró de la mano, y simplemente lo miró y sonrío, de forma afable y


tierna.

-Los médicos creen que no resistirá más de una semana, así que lo tienen todo
preparado. Todo saldrá bien.- Y le agarró su mano, sintiendo su calor y su cariño.

-Sí, lo sé...

Sandra se preguntó que estaría pasando dentro del cerebro positrónico de su padre.
Todavía creía sentir el calor de su mano, horas antes de que su cuerpo dejara de
funcionar. En aquel momento, no había sentido miedo por él. Sabía lo seguro que era
ese proceso. La "Tarjeta Artificial de Persona" se integraba en su organismo, como una
parte más de este, registrando todas sus reacciones químicas, guardando todos sus
recuerdos, almacenando su "alma", como los científicos decían. Pero, aquel cuerpo

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que había elegido su padre, le resultaba algo contradictorio. Este había elegido una
envoltura biológica, fuera clonada o de diseño. Ni siquiera era un androide de aspecto
humano. Aquello era una máquina de aspecto humanoide, pero desde luego, no
parecía humano. Parecía, más bien, un robot policía o de algún cuerpo de élite del
ejército. Un cuerpo blindado de un metro noventa, de color negro brillante con ribetes
plateados, y con un rostro que, vagamente, recordaba lo que había sido su rostro
humano. ¿Cómo iba a ser capaz de besarlo, acariciarlo, siquiera mirarlo con ternura?
Aquello daba más miedo que otra cosa. Pero seguía siendo su padre. ¿O no lo era?
¿Era realmente un "trasplantado" la misma persona? ¿O era, simplemente, una ilusión,
o una estrategia comercial? La técnica del "trasplante personal" era relativamente
nueva, pero los científicos aseguraban que era fiable al noventa y cinco por ciento.

-Familiares y amigos... Estamos aquí reunidos no para despedir a nuestro amigo Luis.
Su cuerpo dejó de funcionar hace escasamente unas seis horas. Cómo sabemos los que
le conocemos bien, era un hombre emprendedor, trabajador, tenaz, atrevido,
carismático... Todo eso le llevó a ser quién es; un empresario de éxito, un hombre de
negocios, pilar de nuestra sociedad, un líder sin duda... Ha muerto en su viejo cuerpo,
pero renace, resucita, sobrevive... en este que será su próximo cuerpo, por mucho
tiempo. Un cuerpo que es como era él, fuerte, vigoroso,

resistente. Y de aquí en adelante, este cuerpo dejará de ser una carcasa mecánica, y se
convertirá en Luis Mendoza

Daugnoll. Así que pediremos a la persona más allegada a él, su hija Sandra, que haga
posible el milagro...

Sandra dio un paso al frente, y se puso a la altura del orador y del cuerpo metálico. La
"TP" había sido previamente instalada, insertada en la base de su cerebro.
Normalmente, la simbiosis biológica tardaba entre media hora y una hora. Pasado
este tiempo, solo restaba activarla, que era, realmente, una especie de ritual, porque
el sistema se reiniciaba automáticamente al completar la fase inicial.

El agujero negro se fue diluyendo tal como un tifón se diluye. Toda esa vorágine de
sensaciones se fue uniendo, hasta formar una especie de realidad intangible. Luis abrió
los ojos, y tomó el mando de ese nuevo cuerpo. Al principio fue una sensación extraña,
como de confusión. Pero transcurridos apenas un par de segundos, su conciencia tomó
las riendas y se sintió a gusto en él. Cómo quién recupera la memoria de forma
repentina, lo recordó todo; quién era, por qué estaba allí, qué había ocurrido.
Entonces extendió los brazos hacia su hija.

-Sandra.- La llamó, y ella se acercó casi tímidamente, hasta que se abrazaron. Este
podía ser su padre, pero desde luego, la sensación de abrazarlo no era la misma que,
estos cuarenta años atrás había sentido haciéndolo.

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Era increíble lo que, con su nuevo cuerpo, podía hacer. Había estado tanto tiempo
sujeto a las limitaciones de la carne, y sobre todo a las de la edad, que se sintió una
especie de dios en su carcasa metálica. No solo físicamente, también mentalmente. Su
capacidad de procesamiento de datos era ciertamente prodigiosa. A veces, se
sorprendía inconscientemente, de creerse limitado en uno u otro aspecto, fruto del
anclaje emocional a su antiguo cuerpo, pero al instante se daba cuenta de que todo
estaba en su mente. Por tanto, no le había costado mucho acostumbrarse a él. Cuesta
más acostumbrarse a lo malo que lo bueno. Lo único que tal vez sí podría echar de
menos, era el impacto emocional que producía el contacto de la piel humana. Tocar a
otras personas no era lo mismo que antes. En especial a su hija. Era algo más frío.
Datos, pero no sensaciones. Al menos no con la misma intensidad que antes. Eso era
algo que había notado por sí mismo, y por Sandra. Pero todo era tan reciente...
Suponía que, con el tiempo, se acostumbraría.

Ella, sin embargo, pensó que le costaría acostumbrarse a ese cambio radical. Después
de su "renacer", en el poco tiempo que pasaba con él, pues siempre estaba muy
ocupado y quería hacer miles de cosas, parecía que, en efecto, ese era su padre. Él
recordaba prácticamente toda su vida anterior, solía hablar como lo hacía, y ese tipo
de cosas, pero también, en cierta forma, es como si fuera otra persona... Pero ella
supuso que se debía a la novedad de su nuevo y flamante cuerpo. Después de todo, no
había experimentado esa sensación nunca. Suponía que era algo normal. Era un salto
cualitativo muy grande, el hecho de verse limitado por un cuerpo frágil y exiguo, y de
repente encontrarse dentro de uno fuerte, poderoso, y formidable. Supuso también
que, con el tiempo, se calmaría un poco, y él volvería a ser como siempre había sido.

Roonie era un tipo extraño. Era afable, pero a la vez reservado. Su "look" era muy
retro. Ropa desenfadada y un poco amplia, escondiendo, en cierta forma, su cuerpo,
algo muy diferente a lo que solía hacer la mayoría de la gente, lo cuál era la moda. Eso
era lo que la publicidad demandaba. Cuidar el cuerpo, cultivarlo, ya fuera de forma
natural, o incluso con terapias genéticas. Así, los cuerpos debían ser fibrosos y
estilizados, nada de obesidad, y tampoco se veía estéticamente bien cuerpos con masa
muscular exagerada. Sin embargo Ronald era enjuto y tenía aspecto frágil. Tenía barba
no muy larga y pelo castaño que casi le llegaba a los hombros, desmarcándose
también, en ese aspecto, de la corriente de la moda, que marcaba diversos estilos de
peinados sofisticados, y que mezclaban pelos rasurados con pelos más largos, y
también con tintes de diversos colores. Ronnie trabajaba en un pub de aspecto muy
retro que Sandra solía visitar a menudo para relajarse y tomar algo.

-Ponme una cerveza... Una jarra.

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- Muy bien...

Al instante Ronnie apareció con una espumosa jarra helada de cerveza.

-Por muy raro que sea este sitio, en ningún sitio me sabe la cerveza como aquí.- Le
comentó ella jocosamente. Y era cierto. Aquel sitio era también discordante tal como
lo era Ronnie. Un lugar oscuro y cavernoso, en donde no había inteligencias artificiales
ni robots, en el cual parecía haber retrocedido el tiempo.

-Me enteré de lo de tu padre.- Le comentó él sentándose a horcajadas, frente a ella.

-Sí, bueno...

-¿Y, cómo lo llevas?

-¿A qué te refieres?- Preguntó Sandra extrañada.

-Conozco gente en tu misma situación. Es reconfortante saber que no perderás a ese


persona para siempre. Yo mismo tengo un amigo que sufrió un accidente, y murió. Su
TP interna sufrió daños y no pudo a ser recuperada... Suerte que tenía una copia de
seguridad que se actualizaba semanalmente. Se la insertaron en un cuerpo biológico
desechable, por que no tenía pasta...

-Y, ¿cómo está ahora?

-Ahora está... muerto...- Dijo Roonie, y Sandra se quedó echa una pieza, totalmente
perturbada.

-Pero... ¿Qué pasó?- Preguntó ella algo conmocionada.- ¿Me estás diciendo que
algunas unidades son defectuosas?

-No, nada de eso. En su última semana de vida, le ocurrieron... cosas. Su novia le


engañó con su mejor amigo... Perdió su empresa debido a un movimiento equivocado
en la bolsa, al desplome de sus acciones. En vez de ir al médico o de tomarse un par de
estimulantes farmacológicos, prefirió beber y conducir. El vehículo, por supuesto,
detectó un alto índice de alcohol en sangre, y su manera temeraria de conducir, y
entonces tomó el control total, deteniéndose en el arcén y llamando a la policía. Mi
amigo salió del coche, y, por lo visto, caminó unos veinte o treinta metros al borde de
un pequeño precipicio en la carretera, antes de que la poli pudiera llegar. No sé si se
tiró, o resbaló, borracho como iba, el caso es que lo encontraron abajo, en el barranco.
La tarjeta resultó deteriorada. Debido a su situación financiera, no pudo obtener un
cuerpo de calidad, ni tampoco un clon suyo, ni el seguro le cubría uno, solo un cuerpo
transitorio, uno de esos estándar, de escasa calidad. El caso es que, cuando despertó,
se encontró en un cuerpo que no reconocía, sin recordar nada de su novia ni de su
trabajo ni de nada de lo que le había pasado en esa última semana. Su TP no estaba

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actualizada con esos últimos y trascendentales acontecimientos y recuerdos. Así que,
después de destrozar su copia de seguridad, se pegó un tiro en la cabeza...

-Joder... No sabía que esas cosas podían pasar, en los tiempos que corren. Es terrible.
Realmente terrible.- Contestó ella impactada por la historia.

-No quiero decir que eso le vaya a ocurrir a tu padre, no me interpretes mal.

-Entonces, ¿qué tratas de decirme?

-Nada en particular. Es solo un caso que conozco.- Ronnie se levantó y se fue a hacer
otras cosas.

Sandra se fue bebiendo su cerveza mientras pensaba en lo que él le había dicho. La


gente, a veces, le miraba raro, por su forma de vestir y sus ideas, pero no había duda
de que Ronnie era un tipo diferente, que había tenido muchas vivencias, que conocía a
mucha gente diversa, y que sabía de qué hablaba..

-Esta es una tecnología más o menos nueva.- Le dijo acercándose a ella, sin sentarse
esta vez, solo inclinándose.- ¿Cuánto llevamos, unos veinte años desde que la primera
tarjeta se implantó? Nos aseguran que todo lo que somos queda ahí registrado... Pero,
yo me pregunto ¿No podría ser que los seres humanos seamos mucho más que la
suma de nuestras partes?- Y volvió a largarse, dejándola con la palabra en la boca.

-Eres único... haciendo dudar a la gente.- Musitó ella entre dientes. Le dio otro trago a
la cerveza, sintiendo en su paladar ese sabor áspero y "tostado" que tanto le gustaba.
En muchas de las cosas, ella no estaba de acuerdo con él para nada, pero aún así, le
gustaba escucharlas de su boca, por la forma que tenía de decirlas, por lo diferentes y
a veces incomprensibles que estas eran. Ronney era, lo que popularmente se conocía
como "integrista". No había una definición exacta, precisa, de ese termino. Era algo así
como un concepto, el cual comprendía todo aquello que iba, un poco, a
contracorriente. Po ejemplo su estética, o su filosofía de vida, contraria a la corriente
actual. Había gente que no estaba de acuerdo con la tecnología del "trasplante de
persona". Tal vez cada uno por sus propias razones. Pero se mostraban escépticos,
incluso contrarios a ella. Los gobiernos, las agencias, los médicos, los científicos...
todos habían asegurado que había una transferencia de un noventa y cinco por ciento
aproximadamente. Pero algunos se preguntaban si eso era cierto. Incluso si lo fuera, si
en ese cinco por ciento no podría estar, precisamente, la esencia humana.

Sandra volvió a ver a su padre algún tiempo después. Por supuesto, estaba en contacto
con él, pero hacía unos meses que no lo veía. Esa locura inicial del cambio de cuerpo
había hecho que este se metiera en una vorágine de proyectos que le hacía imposible
verlo. Bueno, ella también estaba muy ocupada, pero su vida básicamente era la de
siempre. Él decidió entonces tomarse unos días de descanso, e invitarla al yate, a ella y

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a su nieta, Cecilia. Un "VVA" (Vehículo Volador Autónomo) las llevó hasta allí. Apenas
se encontraba a una milla de distancia de la costa. A Sandra siempre le había
encantado el mar. Cuando puso el pie en el barco, docenas de recuerdos le vinieron a
la mente. Desde pequeñita, había pasado buenos momentos allí. Su padre lo compró
cuando ella tenía diez años, y muchos de los momentos más bonitos de su vida los
había vivido allí, junto a él. Su madre murió antes. Cuando eso ocurrió, la tecnología
de la "TP" era simplemente algo experimental, que flotaba en el aire, pero que aún no
se había convertido en realidad. Dio gracias que, al menos su padre, sí estaba allí. Un
robot de compañía les dio la bienvenida. Después las llevó al interior. Cuál no fue su
sorpresa al encontrarse con el nuevo "look" de su padre, que las esperaba sentado en
el sofá.

-Papá, ¿eres tú?

-¿Te gusta?- Preguntó él poniéndose de pie. Después se dio la vuelta, para que ella lo
observara bien, y se acercó a ella, abrazándola.

El aspecto de este había cambiado visiblemente. Seguía teniendo un aspecto robótico,


pero al menos, ya no parecía una máquina de combate. Se había injertado piel y había
suavizado su aspecto. Por dentro seguía siendo la misma estructura blindada, pero, a
efectos visuales, era más estético y "agradable al ojo".

-Me di cuenta de que mi aspecto era un poquito... duro, por decirlo de alguna forma.
Mucha gente se sentía intimidada... Esto es otra cosa ¿no?

-No solo para la vista, para el tacto también...- Contestó Sandra satisfecha.

-Sí, la sensación del tacto también es muy gratificante para mí... ¿Tomáis algo?

-Sí, claro, ponme algo. Lo que quieras, no sé, un Martini, por ejemplo.- Pidió Sandra.

-Para mí algo más suave- Pidió también su hija.

Pasaron parte del día navegando. El resto lo amenizaron pescando, tomando


exquisitos cócteles, o buscando calas preciosas en las cuales se dieron relajantes
baños, e incluso practicaron buceo. Por la noche cenaron un apetitoso y fresco
pescado asado, a la luz de la luna. De postre una copa.

-Ha sido un día increíble, abuelo.

-Sí, es verdad. Hacía tiempo que no pasábamos un día así, juntos. Entre lo que me
había ocurrido y lo ocupado que he estado... Si algo he aprendido de esto, es que todo
es demasiado efímero... Y que nunca hay que descuidar las cosas realmente
importantes.

-¿Cómo es abuelo? ¿Qué se siente?- Cecilia le preguntó visiblemente interesada.

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-Pues... Bueno... Al principio sientes algo extraño dentro de ti... No me refiero a
cuando despiertas, sino antes.... Sientes que algo no marcha bien. Que algo se te
escapa, o está a punto de hacerlo. Primero te resistes, pero después te resignas. Es
como si te fueras durmiendo y no pudieras evitarlo. Te vas apagando, pero sabes que
volverás, que esa llama no se extinguirá del todo, y eso te da fuerzas y esperanzas. De
repente te sientes como volátil. No sabes exactamente dónde estás, ni "cómo" estás,
pero sí tienes la certeza de que has cruzado una especie de puente, de abismo que
antes podías cruzar. Y es como si volvieras a despertar de nuevo, de una forma
diferente. Hay una especie de punto de luz en un vacío inmenso, y esa luz se va
haciendo cada vez más grande, más clara, y, a la vez que esto ocurre, se va formando
una especie de vórtice, no sé expresarlo, pero ese vacío comienza a dar vueltas
alrededor de esa luz, como una espiral, como un agujero negro...y esa luz va
transformándose en recuerdos, en sensaciones, en muchas cosas, y al principio es
como un rompecabezas, con millones de piezas desperdigadas sin sentido, pero a
medida que la luz se hace más fuerte, y la espiral se hace más violenta, todo eso va
formando una visión conjunta, se va haciendo más panorámica, cómo si te fueras
alejando de ella, y todo comenzara a cobrar sentido, hasta que de repente todo eso
desaparece, cesa, y existes en una tremenda oscuridad, qué va disipándose poco a
poco, y que, cuando lo hace, estás en tu nueva realidad, dentro de otro cuerpo,
sabiendo quién eres, y lo que ha ocurrido...

-¡Wau!- Exclamó la chica sorprendida.

-Debe de ser increíble.- Comentó también Sandra.- ¿Y nunca te haces preguntas?


¿Preguntas sobre ti mismo?

-¿Qué? ¿A qué te refieres?

-Ni sé, algún tipo de preguntas sobre ti mismo.- Respondió sintiéndose un poco
incómoda.- No me refiero a nada en especial... He oído que hay gente que se hace
preguntas.

-¿Te refieres sobre si soy yo en realidad?- Luis se levantó, y se acercó a la barandilla del
barco. Apuró su copa, y miró por un largo rato el horizonte oscuro. Después se dio la
vuelta.- No, lo cierto es que no. Sé quién soy. ¿Acaso lo dudas?

-No papá, no es eso. Simplemente estamos hablando.... Se sabe que la transferencia es


real, lo tenemos asumido. Pero no es lo mismo saberlo, así, de una forma general, que
verse dentro de esa situación.

-No te preocupes. Es normal, hasta cierto punto. La mente es cómoda, se amolda a


ciertos roles. Se resiste a los cambios. Hay un alto índice de personas que son allegadas
al trasplantado, que desarrollan una especie de síndrome de rechazo. La mente
relaciona a la persona con ciertos identificadores físicos, y, cuando estos cambian,

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puede haber una especie de resistencia a los mismos. Y esa resistencia puede surgir en
forma de dudas, de preguntas, incluso de negación. Así que no te preocupes, cariño, es
normal. Además, si lo piensas, es un poco evidente. Me refiero a que, si de verdad soy
yo, no voy a decir que no lo soy. Pero si no lo fuera, ¿por qué iba a hacerlo?- Dijo
jocosamente, pero Sandra se quedó reflexionando sobre ello, aunque lo disimuló muy
bien.- Y si no, podemos hacer la prueba.- Entonces su padre volvió a sentarse frente a
ellas.- Vamos, pregúntame algo, algo que solo tu padre sabría.

-Pero papá... No es necesario...

--Sí, vamos. Será como una especie de juego. Preguntadme tres cosas, a ver si las
recuerdo. Vamos.

- Vale, vale... Está bien.- Aceptó ella.- Déjame pensar un poco... Vale, ¿te acuerdas el
día que me gradué...?

-El día que te graduaste...- Luis fingió no acordarse bien.-.Después de eso sonrió
jocosamente.- Claro que me acuerdo. Estabas muy contenta. Tú y los compañeros de
clase hicisteis una especie de parodia de algunos de vuestros profesores. Pero una de
tus amigas, no me preguntes el nombre, sufrió un desmayo o algo así. Entonces se la
llevaron en una ambulancia y tu fuiste con ella al hospital. Yo tuve que recoger tu
diploma. Estuviste un par de horas allí. Al final resultó que la chica estaba embarazada
y no lo sabía. Hablaste conmigo por teléfono, y después te fuiste con tus amigos a
celebrarlo. Viniste en un taxi, con un par de amigas, porque estabais demasiado
borrachos. Hicisteis tanto jaleo que me despertasteis, y entonces comenzaste a
vomitar. Tus amigas se sintieron muy mal, y tú me dijiste que era la primera vez que te
pasaba eso.

-¿En serio mamá? Nunca me lo habías contado.- Protestó su hija.

-Eran otros tiempos. Así que no te emociones. Tu abuelo se enfadó conmigo, pero no
me dijo nada. Solo me dijo: "está bien desfogarse algún día que otro...

-Pero cuando lo hagas... No pierdas el control..."- Acabó él la frase.- Sí, no quería que
hicieras ninguna locura un día de esos en los que uno pierde la cabeza.

-Es lo que yo le digo a mi hija...- Comentó Sandra mirando a la joven.

- Y tú, jovencita, ¿También quieres poner a prueba mi memoria? Vamos, os quedan


dos oportunidades.

-Vale... A ver, abuelito, si te acuerdas del regalo que me hiciste cuándo cumplí los cinco
años.

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-De eso no hace tanto tiempo, ¿no? "jajaja". Claro que me acuerdo. Te regalé una
mascota robot, que era una especie de cruce entre un gato y un niño. Recuerdo que la
llamaste... Bobby, o Toby o algo así...

-Sí, Bobby...- Cecilia sonrió rememorando aquellos momentos.

-Me acuerdo que te encantó. Siempre jugabas con él. Además, te fue de gran ayuda
para los estudios... No solo era tu juguete, también hizo de profesor... ¿Qué fue de él?

-Bueno, lo tuve como mascota hasta hace más o menos un par de años... Y se lo regalé
a la hermana pequeña de una amiga. Espero que no te importe, abuelo. Lo tenía en
casa como una figura decorativa. Pero le tengo mucho cariño... Era genial.

Cecilia se abrazó a su abuelo cariñosamente.

-Y bien... Falta la tercera prueba.- Comentó Luis dándole dramatismo a la cosa.

-No hace falta papá. Todo ha quedado bien claro.

-Vamos, Sandra, no seas aguafiestas.

-Está bien, está bien... Cuando tenía trece años recuerdo que una vez os oí discutir a
mamá y a ti. Era otoño, y llovía bastante. Ella había estado mal, se le veía como triste.
Comenzaban sus primeros síntomas de depresión... Pero creo que, en el fondo se
sentía muy sola... Ella siempre era, más bien, tranquila, calmada. Pero recuerdo que
esa vez se enfadó mucho, incluso se emborrachó, y discutisteis... Recuerdo también
que ella comenzó a tirar cosas, a romperlas, totalmente fuera de sí. Tú intentaste
detenerla. La agarraste, y ella te dijo que la soltaras. Entonces caísteis en la cuenta de
que yo estaba detrás de la puerta, viéndolo todo, escuchándolo todo. Estaba
llorando... Muy asustada...

Luis se quedó perplejo. Aquella situación se le hizo realmente incómoda. No supo qué
decir. Sandra, por su parte, se dio cuenta de que había metido la pata. Había hablado
de cosas desagradables que habían quedado muy atrás, enterradas en el pasado,
aunque para ella no lo parecía.

-Oh, lo siento papá, no tenía que haber recordado eso. Siempre me he preguntado por
qué discutisteis, por qué mamá se puso así... Lo siento, olvídalo..

-No pasa nada...- Comentó él intentando no parecer demasiado afectado por la


situación.- Pero, ¿por qué has esperado tanto para preguntarlo? Podías haberlo hecho
mucho antes, si era algo que de verdad te estaba inquietando.

-Yo era demasiado pequeña para hacerlo, ¿recuerdas? Después, con el paso de los
años, nunca me he atrevido a hacerlo, ni encontré el momento propicio para ello. Y, a
mamá tampoco pude preguntárselo...

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-Sí, está bien, lo entiendo. Además, tienes derecho a saberlo. El caso es que... Bueno...-
Pareció como si dudara, como si intentara hablar de ello, pero el caso era que no pudo
acceder a ese recuerdo, como si no existiera en su cabeza más que el vago recuerdo de
ello. Trató un par de veces hablarlo, pero, simplemente no salían palabras de su boca.
Su rostro se quedó en una expresión un tanto resignada y enigmática.

-Si no quieres hablar de ello...

-No, no es eso. Es que... no... no lo recuerdo.- Luis ahora las miró algo confuso- Trato
de llegar hasta ahí, pero ese preciso instante... no lo recuerdo.

-No te preocupes por eso. A cualquiera puede pasarle.- La propia Sandra salió en su
ayuda.

-Siempre hay una posibilidad de que pueda haber una pequeña perdida en la
transferencia. Una perdida entre un uno y un cinco por ciento... Al menos, eso es lo
que me aseguraron los técnicos.

-Sí, es verdad.- Apoyó Cecilia.

-Lo sé, papá. No te preocupes por eso.

-Tal vez, ese pequeño tanto por ciento sea precisamente alguno de esos recuerdos que
uno quiere olvidar, de forma subconsciente, claro, y se pierden en la transferencia.-
Comentó Cecilia.

-No le des más vueltas, no tiene importancia.- Sandra se abrazó suavemente a él,
besándolo tiernamente. Pero, a la vez, no podía olvidar las palabras de Roonie: "tal vez
en ese tanto por ciento esté la esencia del ser humano..."

A pesar de todo, pasaron un estupendo fin de semana juntos. Exceptuando ese lapsus,
su padre parecía ser el mismo de siempre, solo que más pletórico, más lleno de
energía. De vuelta a casa, mientras circulaban en su vehículo particular, Cecilia le
preguntó por qué había actuado así esa noche.

-No sé, no fue mi intención molestar al abuelo, ni provocar una situación tan
incómoda. Estábamos hablando, y él lo propuso. Supongo que esa duda siempre ha
quedado dentro de mí, que nunca he logrado desecharla. Nunca se lo había
preguntado, y, ante su insistencia, vi la oportunidad de hacerlo. No pensé que no
recordaría precisamente ese episodio de su vida. Hay cosas que te marcan en la vida,
sobre todo cuando eres joven. Tal vez ese haya sido uno de los momentos que me
hayan marcado. No lo sé.

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-Mamá, ¿Tienes dudas? ¿Es eso?- Sandra no contestó, simplemente la miró de reojo,
un poco fastidiada.- Sí, es eso. ¡Mamá, no me lo puedo creer! ¡Es el abuelo! Nunca te
habías mostrado reacia ni habías tenido dudas sobre la "TP". ¡Me parece increíble! A
estas alturas...

-Te digo que no es eso. Pero ¿nunca te has preguntado cosas? Por ejemplo, qué
conforma a una persona, o si somos algo más que un mero cúmulo de conocimientos o
recuerdos. Pero no es nada que me quite el sueño...

-Ya entiendo... Sí, es ese amigo tuyo, el "integrista". ¿Cómo se llama...? ¿Robin?

-¡Cecilia! Ese es un termino un poco despectivo... ¿No te parece?

-Mamá, esa gente está pasada de moda. Están en contra de la tecnología, de la


sociedad, de los avances, todo lo que sea moderno y actual...

-Estás exagerando, hija. Ronnie es un buen tipo, muy inteligente, y con ideas propias
sobre las cosas. A veces esa clase de gente también te abre un poco los ojos. Una
tampoco puede dar por sentado todo lo que le dicen.

-¿Ves? Ya estás hablando como uno de ellos, mamá. Dentro de poco te veré con
pancartas en la calle, protestando por cualquier tontería...

La conversación quedó ahí, al llegar próximo al domicilio. Su hija pertenecía a las


nuevas generaciones. Esa en la cual, todos los últimos avances de la tecnología
parecían ser la cosa más natural, algo que hubiera existido siempre. Era una
generación diferente a la suya, totalmente dependiente de la tecnología. Una que
había mezclado y sustituido las creencias tradicionales de la religión, como por
ejemplo, la de una existencia incorpórea después de la muerte, o la de la
reencarnación, en un Nirvana de unos y ceros, una especie de paraíso del ciberespacio.
Alguno, incluso, se habían freído el cerebro tratando de pasar a este de forma abrupta.
Aunque, según la "TP", eso había dejado de ser una quimera.

Sandra salió el fin de semana, a dar una vuelta con unos amigos. Primero fueron a
cenar. Más tarde fueron a jugar a los bolos. A continuación hicieron competiciones de
"Survival Creeks", una especie de competición virtual. Al final acabaron en una disco
tomando copas. Al rato observó que Roonie estaba allí, al parecer, con unos amigos
también. Con la excusa de quitarse de encima a un pesado, por el cuál ella no tenía el
mínimo interés, dejó su grupo y fue a dar con él. Estuvieron un rato charlando y
tomando copas. Después él la invitó a salir, a pasear por un lugar más tranquilo. Ella
aceptó. Parecía que había algo que le inquietaba.

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-Creía que estabas en contra de este tipo de sitios. No sé, esa es la impresión que me
había dado.- Le comentó ella mientras caminaban por un largo puente luminoso.

-No estoy en contra de nada en especial. Pero es cierto que este tipo de sitios no me
gustan mucho.

-No tiene nada que ver con tu local ¿verdad?

-No, claro que no. Es otra cosa. Otra música, otro ambiente, otra concepción... Eso no
era más que ruido ensordecedor sin ningún tipo de sensibilidad, drogas de diseño, y
gente que se siente perdida, y trata de buscar una evasión tan momentánea como
fugaz. Pero a veces voy, sobre todo para acompañar a algunos amigos. Y también se
puede ligar...- Ambos rieron jocosamente.- Ven, te voy a llevar a un sitio que para mí
es muy especial.- Roonie entonces la cogió de la mano y casi tiró de ella, que, por
supuesto, se dejó llevar. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Ese sitio tan especial resultó ser una heladería.

-Desde qué nacemos, nos insertan una diminuta tarjeta de memoria en la base de
nuestro cerebro. Va conectado neuronalmente, y casi todo recuerdo, sensación,
sentimiento... es registrado por este, procesado, como una extensión del cerebro... Eso
es lo que te diría cualquier científico o médico... sobre todo si pertenece directa o
indirectamente a "Introtech". A su vez, eso va unido a un interfaz exterior que se
encarga de copiar toda esa configuración cerebral de forma remota. Fue lo que te
conté de mi amigo, ya sabes. Pero existen cuestiones filosóficas que aún no sabemos
responder con exactitud... Qué es la vida, qué somos, cuál es la esencia de cada uno de
nosotros... Sin saber estas cosas, ¿cómo podemos si quiera pensar que podemos ser
capaces de "transmigrar" lo que somos, nuestra esencia, nuestras almas, a otra
carcasa, a otro chasis , ya sea orgánico o no?

-Pero, imagínate que la transferencia no sea total. Imagínate que sea parcial. ¿No es
eso mejor que desaparecer para siempre? Sería cómo perder una pequeña parte de
uno, pero eso es preferible a perderlo todo ¿no?- Argumentó ella.

-Esa no es la cuestión exacta. No se trata de pasar una pequeña parte de ti o no


pasarla. Se trata de saber si eres tú o no. Porque eso equivaldría a tomar tus
principales recuerdos, hacer un perfil psicológico tuyo, e insertarlo todo en una
máquina. Esa máquina, probablemente con un alto grado de inteligencia emocional,
previamente programada, podrá conocer cosas de tu vida pensando que es de la suya
propia, y podrá reaccionar de forma parecida a la tuya, aunque nunca como lo harías
tú, a pesar de la similitud psicológica implantada, porque no serías tú, sería
simplemente una copia inexacta de ti.

-Ya...- Comentó ella con incertidumbre, reflexionando en todo eso.

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Entonces un estruendo la sacó del trance. Lo cierto es que casi todo el mundo se
sobresaltó. Había un hombre tirado en el suelo, con movimientos espasmódicos y
leves convulsiones. Por lo visto, había sufrido algún tipo de ataque o algo parecido. Se
había levantado de improviso de su asiento, y su acompañante había tratado de
ayudarle. Pero este lo había lanzado contra la mesa de forma violenta e impulsiva. A
continuación este había caído al suelo, sufriendo convulsiones. Un grupo de gente se
arremolinó alrededor de él. Su acompañante igualmente se acercó y pidió un doctor a
gritos. Alguien se abrió paso sobre el grupo que se arremolinaba en torno a él, y
comenzó a inspeccionarlo, mientras pedía que la gente se apartara y que le trajeran un
poco de agua. Unos minutos más tarde llegó una unidad móvil de ayuda sanitaria, y,
después de suministrarle algo por vía intravenosa, lo pusieron en una camilla y lo
cargaron hacia la ambulancia.

Roonie y Sandra continuaron por un rato más allí, después de que todo se calmara.
Luego salieron a caminar. La noche invitaba a ello. Sandra estaba visiblemente
perturbada.

-Eso qué ocurrió en la heladería...- Dijo él después de caminar unos doscientos metros
en silencio,- está comenzando a hacerse algo habitual...

-¿Qué quieres decir?

-Bueno, es algo que nadie dice, y que mantienen en la sombra... Pero la gente
comienza a hablar de ello... Estoy seguro de que ese tipo es un "trasplantado"... Hay
trasplantados que han sufrido crisis similares... Lo sé porque tengo varios amigos que
trabajan en clínicas y hospitales. Todavía no se sabe bien por qué, debido a qué
ocurre... Sobrecarga neuronal... Déficit electroquímico... Paradoja emocional... Todo
tratamiento suele tener efectos secundarios... Y esta es una tecnología nueva,
compleja. Mis amigos me han comentado que algunos sufren serios daños en el
cerebro. Otros quedan desorientados emocionalmente. Algunos incluso mueren.
Cuando esto ocurre suelen practicar varias técnicas, dependiendo del caso. Reinician
su cerebro, lo reprograman, o vuelven a instalar la información de seguridad.

-¿En serio?- Preguntó ella sumamente sorprendida. Eso es algo que yo no sabía. La
mayoría de la gente no lo sabe, creo. No digo que no sea cierto lo que ellos dicen, al
menos en parte. y el caso es que uno se agarra a un clavo ardiendo por tratar de
subsistir, de sobrevivir a lo natural, a lo inevitable, aunque para ello tenga que perder
parte de su esencia. Cómo humanos, la muerte es algo que no aceptamos. Como si
alguien hubiera puesto el deseo de vivir en nuestros corazones. Pero creo que
deberían dar toda la información a la opinión pública, hablarles de los posibles riesgos
y de las posibles implicaciones.

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-El caso es que ya comienza a circular un rumor entre la gente.- Continuó Ronald.- Que
eso solo ocurre en el caso de la gente de la clase media y sobre todo baja, porque su
status social impide que puedan conseguir envolturas orgánicas de calidad.

-Algo he oído de eso, pero pensé que eran cuatro locos que hablaban por hablar...

-Un incendió comienza con una llama pequeña...- Respondió Roonie mirándola
fijamente.- Si continua habiendo fallos... Y continúa corriendo casos como el de ese
pobre tipo... Me temo que esos rumores se pueden extender y puede generar
problemas...

-¿A qué te refieres exactamente? ¿Revueltas sociales? ¿Manifestaciones? ¿Ese tipo de


cosas?

-Sí, ese tipo de cosas. ¿Qué me puedes decir de tu padre?

-Mi padre... Sigue siendo mi padre, aunque un poco diferente. No sé qué decirte...
Para mí es mi padre y se me hace extraño hablar de él. Al menos de esta forma que me
pides. Pero ¿quién sería el mismo después de pasar una enfermedad grave, por
ejemplo? Supongo que la "TP" no es tan sencillo de asimilar como quieren hacernos
creer, pero eso no quiere decir que sea una mentira. Yo no sé qué pensar, estoy hecha
un lío. A veces me hago preguntas, lo confieso. He hablado con el de muchas cosas y
parece recordarlo casi todo. Digo casi todo porque hay algunas cosas importantes de
su vida que no recuerda, algunas lagunas. Pero supongo que es algo excepcional, tal
vez parte de esa pequeña porción que se pierde en la transferencia. Pero, en general,
parece ser el mismo que antes, solo que un poco diferente. No sé explicarlo de otra
forma, aunque esto pueda sonar un poco contradictorio.

-¿Y si esa persona fuera solo una síntesis de lo que era tu padre? ¿Lo aceptarías como
tal?- Ambos dejaron de caminar por un instante.

-Tratas de sembrar la duda en mí.- Comentó ella de forma serena, intentando quitarle
importancia a su alocución.

-Perdona, no trato de hacer nada de eso, pero a veces hablo más de la cuenta. Lo que
sí te digo es que esta tecnología es más peligrosa de lo que parece. Por una parte, a mí,
y a mucha gente, creo, nos cuesta creer que lo que nos dicen sea cierto... Somos
muchos los que pensamos que... la esencia de nosotros mismos es algo intangible, algo
que no se puede almacenar. También está la cuestión del poder adquisitivo que se
tenga para comprar la calidad de esa tecnología. Los que la han inventado lo han
hecho para hacerse ricos, no te engañes. Y algunos modelos más baratos se están
colapsando. Si esto sigue así puede traer problemas. Además, mira un poco a más
largo plazo. Puede llegar el momento en que no haya humanos nacidos, si no

124
entidades trasplantadas... Un mundo de máquinas vivientes, de cuerpos fabricados en
laboratorios... El ser humano dejará de existir como tal, se extinguirá...

-¡Waw!- Exclamó Sandra un poco impresionada.- ¿No te parece que es un


pensamiento un poco paranoico? Durante todas las épocas ha habido cambios en la
sociedad humana, cambios que ha supuesto enfoques diferentes, que la han hecho
cambiar de forma significativa. Y aquí estamos. Es algo que nadie puede parar.
¿Recuerdas, por ejemplo, en el siglo veintiuno, que la gente decía que los robots
acabarían con la mano de obra humana? Es cierto que hubieron disturbios, serios
disturbios, tal como nos cuenta la historia. Pero la humanidad acabó adaptándose.

-Sí, ... es verdad, tienes razón.- Aceptó él.- Pero, tal vez, en esta ocasión, los cambios
nos puedan sobrepasar... Ven, que quiero llevarte a otro sitio...

-¿Adónde? ¡Ah, es otra sorpresa!

-Así es.

En esta ocasión Ronnie la llevó a casa de unos amigos, una casa muy peculiar. Era un
viejo caserón de aspecto penumbroso. Un lugar que nada tenía que ver con su propia
casa. En uno de los barrios más antiguos de la ciudad, al noroeste, existían
construcciones que recordaban a otras épocas. El habitáculo no era moderno, no era
simétrico, estaba pobremente iluminado, su aspecto parecía pobre y viejo, y, aún así,
tenía un "algo" especial que no supo identificar, y que lo hacía enigmático, incluso
fascinante. Las quince o dieciséis personas que ocupaban la casa en ese momento,
estaban en consonancia con ella. Gente ciertamente diferente, al menos de la gente
convencional con la que Sandra solía tratar generalmente. Cualquiera hubiera dicho
que aquellos eran "integristas", y no se hubiera equivocado en absoluto.

-Hola gente, os presento a Sandra.

Ella saludó, y ellos hicieron lo mismo de forma afable. Aunque todos eran "raros", uno
le pareció un tipo especialmente enigmático. Pelo no muy largo, algo despeinado, con
un leve tinte azul, pequeña barba, ojos negros inquietos de mirada intensa, y vestía
botas y pantalón negro, y una casaca muy retro, de color rojo con leves matices
blancos.

-Hola Sandra. Estamos encantados de que estés aquí con nosotros..- Uno de los tipos
le dio la bienvenida.

-Yo también... Gracias.

-Denoto cierta incomodidad...- Dijo, a continuación, el tipo de la casaca roja, casi


susurró.- No hay por qué estarlo, no te preocupes... Conseguiremos que te sientas a
gusto aquí.

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-No es nada, es solo que... No sé...

-No te preocupes, solemos provocar esa reacción la primera vez... Siéntate dónde
quieras. No solo eso, haz lo que quieras, estamos en total libertad. Solo hay una
condición...

-¿Cu... cuál?- Preguntó ella algo desconcertada.

-Que bebas con nosotros...- Todos sonrieron amablemente.- Dadle una copa, por
favor.- Al instante, una chica de pelo negro, ojos y uñas pintados de negro, qué vestía
una mezcla de ropa de cuero y ropa oriental, se la preparó y se la dio.

Al principio, Sandra se sintió como desubicada en aquel lugar. Era un ambiente


extraño para ella, y esa gente era una gente que le resultaba extraña, enigmática, pero
a la vez sentía curiosidad por ellos. Bebió un par de tragos, mientras oía un poco de
música ambiental, que sonaba de fondo, con un sonido etéreo y envolvente. Después
de eso, alguien sacó unos cigarrillos, y los fue repartiendo entre los presentes.

-¿Eso es...droga orgánica?- Inquirió Sandra un poco estupefacta.- Creo que eso no es
legal ¿no?

-Por eso creo que nos gusta más.- Comentó Rac, como le llamaban al tipo de la casaca.
Todos rieron jocosamente.- ¿Nunca has hecho nada prohibido?- La miró con ojos
traviesos, y le sonrió.- Estoy seguro que sí. Aquí nadie impone nada. Si no quieres, no
lo tomes. Pero esto es totalmente inofensivo. solo te ayudará a estar a gusto, a
sentirte mejor contigo misma, cómo la copa que te estás tomando.- Se sintió algo
intimidada, porque todos la observaban, a excepción de Ronnie, que la miraba pero de
forma empática y afable. Entonces le ofreció el cigarrillo a este. Ronnie lo encendió y le
doy un par de caladas. después se lo pasó, y ella, tímidamente, lo aceptó y le dio
también una calada. Tosió un poco, y rio junto con los demás, que se divertían
mientras la veían carraspear.

-Es normal, siempre la primera vez causa ese efecto.- Le dijo la chica que le acababa
de servir la bebida.- Toma un trago para suavizar la garganta.- Eso mismo hizo ella. De
repente, comenzó a sentirse más tranquila, a desinhibirse, tal vez fruto de la mezcla
del alcohol y la droga.

-Oye, por cierto, ¿Tú no eres… el tipo ese?

al que llaman "el portavoz"?- Eso era lo que ella estaba pensando, pero nunca se
imaginó que lo diría en voz alta. Se sorprendió de haberlo hecho, pero ya era tarde. Los
demás se miraron en silencio, y, al momento se echaron a reír.- Bueno, lo siento,
espero que no te moleste.

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-No, en absoluto. Sí, soy el tipo al que llaman el portavoz. Y, dime, ¿Qué más cosas me
llaman? ¿Qué se dice de mí?

-Bueno, de todo un poco.- Sandra sonrió jocosamente. Era evidente que estaba algo
trastornada.- Se dice que eres un agitador, un hacker, un integrista, un loco, un
charlatán...

-Sí, todo eso es cierto... Y algunas cosas más, jajaja... Ahora, a ver si adivino quién eres
tú...- Sandra lo miró con expectación.- ¿No serás tú la hija de un rico empresario...
fallecido hará no más de cinco meses... al cual se le practicó un "TP", a un cuerpo
totalmente mecánico...? Aunque tengo entendido que tuneó su imagen
recientemente.

-Vaya... Las noticias vuelan...

-Sí, así es.- "El portavoz" se acercó a Roonie, y le alborotó el pelo de forma jocosa.
Ambos sonrieron con complicidad.- Vivimos en una sociedad en la cual la intimidad
resulta realmente... difícil. En este mundo tan interconectado, la gente quiere conocer
hasta el último detalle de la vida de los demás, sobre todo de la gente popular, de las
clases privilegiadas... Quiere conocer todos los pormenores de la vida de los
triunfadores. No les interesan cosas como el deshielo de los casquetes, la acidificación
del mar, la deforestación del Amazonas, o la manipulación y el control al que los altos
estamentos la somete... pero sí le interesa a la gente quién se muere, y en qué cuerpo
se "reencarna"... Por cierto, prefiero que me llames simplemente Rac.

-Está bien...- Los ojos de aquel extraño hombre se clavaron en los de ella como dos
puñales de fuego, y se sintió observada, examinada, evaluada, y eso la intimidó en
cierta medida. Esa mirada tan directa y tan incisiva era afilada. La gente no solía mirar
así, generalmente, por qué se consideraba de mala educación. Pero él lo hacía por un
par de segundos, el tiempo suficiente para sugestionar a su "víctima", y rápidamente
actuaba como si nada hubiera pasado.

-¿Cómo lo llevas? me refiero al "ser" en el que se ha convertido tu padre.

-¿A qué te refieres?

-Ya lo sabes...- Contestó Rac enigmáticamente.

-Bueno, estoy un poco confundida... Cuando sabía que iba a morir en su antiguo
cuerpo, me consolaba la idea de que renacería en otro, de que su esencia no se
perdería. Tal vez me aferraba a esa idea. Ahora, lo cierto es que no lo veo tan claro,
estoy muy confundida....Él actúa como mi padre, habla con mi padre, tal vez incluso
puede que piense como mi padre... Pero, me pregunto a veces, ¿Ese es, en realidad, mi
padre?

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-Las preguntas qué hacemos son muy importantes. Es vital hacer las preguntas
correctas...

-¿Cuáles son esas?- Quiso saber ella, intrigada.

-Las que tú has formulado precisamente. Los científicos han conseguido manipular el
cerebro, pero, realmente, no saben cómo funciona, están nadando en la superficie, a
pesar de todo. Como el que pilota un avión y no sabe nada de mecánica. Han
conseguido muchos logros, a nivel científico, técnico, neurológico... Pero en verdad,
todavía no sabemos dónde reside la esencia de un ente, dónde nace y dónde termina
la mente humana. Y eso resulta muy, muy peligroso. Están jugando a ser dioses, sin
pensar en las consecuencias. Como si le dieras a un niño una pistola. Y puede que
algún día todo eso se vuelva contra nosotros. Puede que algún día "despierten", y se
den cuenta de que no son como nosotros, y no quieran serlo. Puede que tomen
conciencia de quiénes son en realidad. Puede que se sientan diferentes, superiores,
que incluso vean la necesidad de eliminarnos de la ecuación...

-Pero, ¿no te parece o algo paranoico?- Sandra sonrío incómodamente.

-No, Sandra, no lo es, créeme. No sería la primera vez que ocurre algo así en la historia
de la humanidad.-Habló ahora Roonie.- Introtech se está haciendo multimillonaria con
todo esto de la transferencia de persona. A la vez aporta mucho dinero y poder a gente
muy poderosa, entre ellos gente del gobierno, porque en realidad, algunos de sus
principales accionistas pertenecen a este. A ellos les interesa que creamos en esta
mentira.

-¿Me estás diciendo que el Gobierno y una de las mayores empresas multinacionales
de tecnología del mundo, han urdido un complot para engañarnos y enriquecerse? Me
resulta un poco difícil creerlo, suena demasiado paranoico.

-Solo te digo que ellos están vendiendo humo. Están jugando a ser Dios, y eso es muy
peligroso. No actúan de forma altruista. Hay muchos intereses creados... ¿Crees que a
ellos les importa que podamos ser inmortales? Y aunque fuera así, ¿Estamos
preparados para serlo? ¿Nos lo merecemos? Aún hoy, la vida sigue siendo un misterio,
un extraño milagro. Se ha conseguido mucho en el campo de la inteligencia artificial, o
en el de la ingeniería genética. Pero ni aún así, se ha conseguido crear vida. Eso que se
auguraba hace treinta o cuarenta años, sobre lo de crear inteligencias artificiales que
llegarían a ser conscientes de sí mismas... Ha resultado una falacia... Hemos
conseguido inteligencias muy potentes, que incluso han relegado al ser humano a un
segundo plano, me refiero en el plano laboral, siendo programados para un tipo
específico de tarea... en los que el ser humano no puede competir. Pero ninguna de
ellas tiene intuición, algo que solo poseen las entidades biológicas. Ninguna de ellas se
hace preguntas sobre sí mismas, ni se plantea conflictos emocionales o espirituales, ni
se deprime o se frustra, ni tiene miedo a la muerte. Ya sé que los trasplantados

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parecen ser los humanos que eran... Tienen gran parte de sus recuerdos, se comportan
de una forma muy parecida, reaccionan de forma similar a las personas que eran. Y eso
es porque el ser humano ha llegado a conocer gran parte del cerebro, de cómo
funciona, de las estructuras que los rigen, de algunos de sus misteriosos laberintos...
Pero no han llegado a la mente, ni siquiera se han acercado... Son como esas
inteligencias artificiales... Si le hicieras un "test de Turing" a una de ellas... O si cogieras
un par de humanos y un par de esas, y hablaras con ellos sin saber quién es quién ni
cuál es cuál... Te sería prácticamente imposible acertar, descubrirlo. Sencillamente
porque están hechas para eso, y en eso son muy buenas. Pero no quiere decir que
tengan conciencia de sí mismas, ni que sean humanas...- Rac se quedó un instante
callado, observándola, mientras ella pensaba en lo que él le estaba diciendo, pensando
que podía tener algo de razón.- "¡Y del hoyo oscuro salió un ejército de langostas, y
estas picaban como escorpiones! Y estás atormentaron a los hombres por un tiempo...
Y las langostas tenían semejanza a caballos de combate... Sus dientes eran como el de
los leones, y tenían corazas de hierro... Y tenían colas como de escorpiones, y se les dio
autoridad para lastimar a los hombres..."- Aquel extraño tipo la había asustado con
una inesperada y exagerada escenificación, como si de un personaje de tragedia griega
se tratara.- Apocalipsis capítulo nueve... - Aclaró, mientras su rostro tomaba un cierto
aire maligno- ¿No te has preguntado alguna vez que pasaría si los trasplantados
sufrieran algún tipo de anomalía o defecto? Ya son muchos y después de todo, no son
como nosotros...

-Podrían transformarse en escorpiones...- Comentó otro de los que estaban allí.

-Sí, como caballos de hierro... Y sembrar el terror... Como una plaga de langostas...-
Volvió a hablar Rac que, evidentemente, llevaba la voz cantante.

-Esperemos... que no...- Contestó ella visiblemente colocada. Comenzó a reír, mientras
Roonie la miraba y la acompañaba.- Ahora tengo ganas de tomar algo y de bailar...-
Confesó sin pensarlo, porque no le apetecía pensar en su padre como una langosta, un
escorpión, o un cyborg asesino, totalmente descontrolado.

-Bueno, ¡pues sube la música, y todo el mundo a pasarlo bien!- Exclamó Rac, y al
instante eso mismo hicieron, mientras sonaba una música rápida y desenfrenada.

En una cosa no se equivocaba Ronnie. La gente de menos poder adquisitivo estaba


disgustada con el tema del trasplante de persona. Había diversas técnicas de
trasplante, y varias envolturas receptoras, y el hecho de que algunos de estas fallaran,
en especial las más económicas, sirvió de caldo de cultivo para la leyenda urbana de
que solamente los ricos y poderosos podían acceder a un trasplante de calidad. La
gente entonces comenzó a mostrar insatisfacción, incluso a rebelarse. Un accidente,
en el cual murieron personas, incluyendo niños, por causa de un rechazo por parte de
un usuario, que tuvo mucha repercusión mediática, hizo que gente se lanzara a las

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calles en señal de protesta. La gente de los barrios más humilde fomentó la
movilización. Esta idea se fue extendiendo como la pólvora, por todas partes. Hubo
protestas, manifestaciones, enfrentamientos. De repente, algunos de los trasplantados
comenzaron a mostrar conductas agresivas y paranoicas, atacando a la gente sin más,
provocando muertes y heridos, y, sobre todo, provocando el pánico entre la población.
Como auténticos kamikazes psicópatas, tenían que ser abatidos, no sin antes haberse
llevado por delante a un número, generalmente alto, de ciudadanos. Entonces otros
estratos, como los estudiantes, se lanzaron a las calles. Fue en este punto donde
Sandra se vio más afectada por el problema. Averiguó qué su hija estaba tomando
parte activa en las movilizaciones, sin su permiso, y, aterrorizada por ello, salió a la
calle a buscarla, con tan mala suerte, que se topó con una muchedumbre que trataba
de reducir a un "TS", o trasplantado psicópata, cómo comenzaron a llamarlos, y en el
fragor de la batalla, sufrió un impacto de otro vehículo que la dejó sin vida...

Sandra vio ese mismo túnel que había visto su padre unos seis meses atrás, y sintió
ese mismo vacío dentro de sí. Experimentó esa vorágine de sensaciones, y sufrió ese
mismo despertar tan común a los trasplantados, mientras que esa extraña luz, que no
era más que los impulsos eléctricos de su cerebro en ebullición, la envolvía por
completo, y reordenaba todos sus recuerdos, reconfigurada toda su mente, para
prepararla para ese despertar. Cuándo "abrió los ojos", se encontró en una sala
totalmente vacía. Se sintió entonces muy desorientada. El proceso no se detuvo.
Comenzó a recordar quién era. Entonces se sintió profundamente perturbada. Su
identidad no correspondía con el cuerpo que habitaba. Este era de polialeación de
metal, revestida de piel sintética. Recordaba ser una mujer más o menos atractiva de
cuarenta años, que nada tenía que ver con ese cuerpo artificial. Se levantó a duras
penas, mirando sus brazos y sus piernas, observándose a sí misma, y, a continuación,
divisó un espejo, y corrió hacia él. Y lo que observó le confirmó lo que temía; no
reconocía aquel cuerpo. Entonces recordó lo que le había ocurrido. Había muerto, sí,
había perdido la vida fruto de uno de esos trasplantados defectuosos. A partir de ahí,
por supuesto, no recordaba nada más, pero podía suponer el resto de los
acontecimientos. Probablemente su padre había trasplantado su "Unidad Artificial de
Persona" a este cuerpo. Pero, entonces, ¿por qué no había nadie para recibirla?
¿Dónde estaba su padre, o su hija? ¿Dónde estaban todos? Salió de la habitación.
Comprobó que estaba en la planta de reinserción del hospital. Aquel era el mismo
lugar donde su padre había "despertado", solo que en una habitación diferente. Pero
todo estaba igualmente vacío, y no solo eso, parecía que había ocurrido algo, por el
aspecto del pasillo, tan desordenado, lleno de cosas, incluso con agujeros de disparos
en las paredes. Comenzó a visitar algunas de las habitaciones. Aterrorizada descubrió
que había muertos dentro de ellas. Eran pacientes y algunos de los acompañantes
probablemente. Oyó unos ruidos al fondo y se sobresaltó. Trató de otear al fondo,
pero no vio nada. Vio una pintada en la pared que le llamó la atención: "Ap 9".

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Continuó su periplo hasta que descubrió que en una pequeña habitación, cerrada con
llave, había gente.

-¿Hay alguien ahí?- Tocó a la puerta pero nadie le contestó. Este tenía un pequeño
hueco cuadrado con una hoja de cristal plastificado a la altura de la cabeza, y trató de
ver el interior por ahí, pero apenas pudo hacerlo, porque el plástico no era muy
transparente, y no permitía una vista clara de su interior. Pero algo en su cuerpo le
indicó que había gente, como un sexto sentido.- Vamos, por favor, no quiero haceros
ningún daño. Acabo de despertar y no sé lo que ha ocurrido. Necesito saberlo, por
favor. Sé que hay alguien ahí. Quizás pueda ayudarte.

Entonces una cabeza asomó tímidamente por la pequeña abertura.

-¿No eres uno de esos sicópatas trasplantados?- Sonó una voz ahogada detrás del
cristal.- Y ¿por qué no te has vuelto loca tú también?

-¿Loca? ¿Qué quiere decir? Acabo de despertar, no sé lo que ha ocurrido.- ¡Mierda!


¡Mi hija!- Repentinamente recordó que su fatal accidente ocurrió precisamente
porque iba a buscar a su hija, que estaba en la manifestación.

-¡Espera, no te vayas!- La voz sonó enérgica.- Sé que eres una trasplantada, eso es
evidente, pero también creo que no te has vuelto loca, como los demás. Soy doctora y
sé bien lo que digo. No sé cómo funciona esto, si más adelante te volverás loca o qué,
como los demás, pero déjame decirte lo que ha ocurrido. Cuando la gente salió a la
calle, hubo grandes revueltas, y la policía cargó contra los manifestantes. La situación
se descontroló totalmente. Pero entonces algo ocurrió, y todos los trasplantados se
volvieron locos. Comenzaron a atacar a las fuerzas del orden en primer lugar. Pero
después nos atacaron a los demás. Algunos han sido abatidos, pero otros andan
ocultos. Nadie sabe qué ocurrió, por qué pasó eso... Será mejor que cojas un arma.
Aquí en el hospital hay uno merodeando. Por eso estamos escondidas, nos da miedo
salir. El engendro ha matado a veinte o treinta personas como mínimo. Será mejor que
te escondas y que consigas un arma...

-De acuerdo, gracias.

Sandra salió con la única idea de ir a su casa a ver si encontraba a Cecilia. Recorrió los
espectrales pasillos del hospital, mientras le daba vueltas a lo que esa mujer le había
contado. Aquello no podía ser algo casual. Algún que otro sistema se podría colapsar,
como a veces ocurría con cualquier tipo de maquinaria compleja. Pero aquello era algo
más que un fallo. Aquello parecía un ataque terrorista. Pero, ¿de quién y por qué? Oyó
entonces un sonido al fondo de la estancia. Preguntó un par de veces por si había
alguien por allí, pero después se acordó de la advertencia. Algo relacionado con su
nuevo cuerpo, le indicó que había un ente robótico escondido al fondo del pasillo,
oculto en la oscuridad. No supo definir qué era, si una corazonada, el instinto, o algún

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sistema interno de detección o alarma. Ella se pegó a la pared y se fue acercando
sigilosamente hacia allí. De pronto el objeto desapareció, se esfumó. Entonces se
encendió una especie de aviso en su cabeza. Sandra corrió hacia una habitación y se
ocultó. Permaneció así unos treinta segundos, y entonces aquello entró en la
habitación, en su busca. Ella cogió una especie de extintor y le golpeó por detrás con
fuerza, y aquel cuerpo cayó al suelo. Entonces echó a correr, pero este se levantó, se
dio la vuelta y fue tras ella. Después de una breve persecución, le dio alcance, y la
arrinconó contra la pared. Cuál no fue su sorpresa, al comprobar que aquel cuerpo que
la seguía no era otro que su padre. Él estaba allí, adelante, a unos cinco o seis metros
de ella, con un arma, apuntándole, pero sin disparar. Era sin duda él, pero su expresión
era extraña, como si no hubiese vida sus ojos, como si su mirada estuviera perdida,
como si no hubiera nadie dentro de él.

-¡Papá! ¡Papá! Soy yo. Soy Sandra, tu hija...

Aquel que era, o tal vez sería más exacto decir que había sido su padre, no mostraba
ningún tipo de emoción, simplemente la miraba con displicencia, como una máquina
"sin vida". Esta, después de un rápido reconocimiento, y de comprobar qué era otro
trasplantado, perdió todo interés en ella, dándose la vuelta y largándose. Pero Sandra,
a pesar de estar confusa y asustada, lo siguió, e intentó hablar con él.

-¿No me reconoces?- Le preguntó después que se puso a su altura.- Soy tu hija,


Sandra. Tú eres Luis Mendoza... ¡Detente un momento, papá!- Le cogió el brazo
tratando de que se detuviese y la mirase, pero él, después de detenerse unos cuatro o
cinco segundos, y mirarla de forma impersonal, siguió su camino.- ¿Qué te ocurre?
¿Por qué estás así? ¡Papá, soy yo!- Pero todo era en vano, y no tuvo más remedio que
aceptarlo. Era evidente que esa especie de virus o lo que fuese que le había afectado,
había dejado fuera de combate a las unidades trasplantadas, y la única directriz que
seguían era disparar o hacer daño, de alguna forma, a los humanos. Entonces se
oyeron sonidos de pasos, y disparos. "Su padre" se dio la vuelta, y bajó a toda prisa las
escaleras.

-¿Qué... qué ocurre?- Entonces ella corrió tras él, trató de seguirlo, y lo hizo hasta un
par de pisos abajo. Lo que encontró fue un fuego cruzado, una encarnizada batalla
entre un trasplantado, y lo que parecía un grupo de soldados armados, cinco o seis, a
la cual él se unió. Las explosiones y las detonaciones eran rotundas. Uno tras otro,
varios soldados fueron cayendo, y el otro trasplantado también fue abatido, pero él
también sufrió muchos impactos, mientras su hija gritaba y pedía que cesara el fuego.
Por fin la máquina cesó, quedando tendida en el suelo como un espectro. Ella no pudo
hacer otra cosa que gritar. Los dos soldados sobrevivientes entonces cayeron en la
cuenta de ella. Apuntaron sus armas, pero ella les dijo que no estaba infectada, que no
era una amenaza, que no funcionaba mal, que no dispararan. Pero estos no estaban
por la labor, tal vez cumpliendo órdenes, o simplemente por el estado emocional en el

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que se encontraban, y abrieron fuego. Con un movimiento rápido, pudo evitar las
balas, subiendo de nuevo las escaleras a toda velocidad. Los soldados no pudieron
seguirla, porque estaban demasiado maltrechos para ello. Pudo escapar, y salir al
exterior por una escalera trasera. Ya lejos de allí, en un rincón de la calle, se sentó,
totalmente desesperada, impotente, asustada. Alzó la vista, y volvió a ver una pintada
en una pared, con pintura roja, igual a la que había en el hospital: "Ap 9".
Probablemente tenía que ver algo con el grupo terrorista que había causado esa
masacre. El caso es que le resultaba familiar, pero no sabía por qué. Estaba
preocupada por su hija, muy preocupada. Además, estaba tremendamente abatida por
que había visto morir a su padre, esta vez sí. Tenía ganas de romper a llorar, pero su
cuerpo biosintético no tenía esa característica. Además navegaba en la incertidumbre
de si ella podría, en un momento dado, verse afectada por ese virus o lo que fuese,
que había alterado de esa forma a los trasplantados. Por si eso fuera poco, existía el
peligro de que los humanos la tomaran por uno de ellos también, como había ocurrido
en el caso de los soldados. Abandonando sus pensamientos, y más centrada en su hija,
porque ya no podía hacer nada por su padre, comenzó a buscar un vehículo operativo.
De repente, sonaron varios disparos. Uno de ellos le tocó el hombro, tirándola al suelo.
Permaneció tendida por unos segundos, boca abajo, inmóvil. Su cerebro informó que
este no estaba seriamente dañado. Además de eso, supo que los disparos habían sido
originados de un edificio que tenía a su espalda. Y también intuyó que podrían tratar
de rematarla, así que se decidió a correr a toda prisa hacia un refugio. Lo hizo, incluso
ante su propia sorpresa, no estaba acostumbrada a moverse de una forma tan rápida,
pero ese cuerpo mostraba unas prestaciones que ella misma y su anterior cuerpo no
poseía. Aún así, los disparos impactaron muy cerca de ella, lo cual quería decir que en
cualquier momento podía ser alcanzada, antes de encontrar un lugar seguro donde
refugiarse. Pero entonces ocurrió una explosión en el edificio, detrás de ella.
Instintivamente miró, y cuál no fue su sorpresa al ver que el lugar de donde procedían
los disparos, dónde estaban escondidos los francotiradores, había sido abatido,
probablemente por otro de los trasplantados. Así que aprovechó el momento para
escapar. Un par de coches aparecieron de repente, derrapando, a punto de chocar el
uno con el otro, y también a punto de atropellarla. Ambos acabaron chocando, uno
contra una acera, y el otro contra el costado de un vehículo aparcado. El que lo hizo
contra la acera, se largó, pero el segundo se quedó, por unos segundos, parado,
momento que aprovechó para meterse dentro. Su conductora era una mujer, que
había quedado algo conmocionada por el golpe.

-Eh, ¿Está bien? ¿Está bien?- Sandra la zarandeó sin violencia ni brusquedad.

-Sí, sí...- La mujer se incorporó, pero, cuando la vio, fue presa de un ataque de pánico.-
¡No me mate, por favor! ¡No me mate¡- Intentó salir del coche a toda prisa, pero ella la
agarró y se lo impidió.

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-¡Tranquilícese! ¡No voy a matarla! ¡No voy a matarla!- Le gritó, tratando de sacarla de
su trance paranoico.- ¡Le he dicho que no voy a matarla! ¡No estoy infectada!- La
mujer la miró con incredulidad, y muy asustada.- ¡Oh!- Exclamó cuando se dio cuenta
que su arma la intimidaba. Entonces la bajó,- Ya está, ¿lo ve? Tranquilícese, relájese,
no voy a hacerle nada. No estoy infectada, ni funcionando mal ni nada por el estilo
¿vale? Solo quiero que me lleve a una dirección, es muy importante... Se lo comunico
via GPS, y usted lléveme allí, por favor. Después la dejaré ir.

-Pero cómo... Cómo es que usted no... Está bien, está bien, la llevaré. Por un momento
pensé que me iba a pegar un par de tiros...- Confesó la mujer un poco más tranquila,
mientras conducía hacia la dirección que Sandra le había proporcionado, que era la de
su casa.- ¿Sabe? todos se volvieron locos de repente. Estábamos un grupo de unas
diez personas, en la empresa, y de pronto, dos de ellos, que eran trasplantados,
comenzaron a atacarnos... Fue algo terrible, algo dantesco... Utilizaban cualquier cosa.
No pudieron pararlos de ninguna manera. Había varias pantallas encendidas, y de
repente todas empezaron a transmitir un mensaje que decía que el Apocalipsis estaba
aquí... Fue un caos. Comenzaron a atacar a la gente a diestro y siniestro, como si
estuvieran sincronizados. La gente entró en pánico, todos entramos en pánico. La
policía intentó pararlos, pero son imparables. La gente comenzó a huir, o a
esconderse...

-El apocalipsis está aquí...- Repitió ella.

-Sí, eso es lo que repetían los mensajes al principio. Eso fue hace tres días. Y no han
logrado acabar con ellos. Imagínese si se pega un mes así... Acabarían con nosotros, si
no nos matamos entre nosotros antes.

-¡Claro...! ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?- Gritó de forma sorpresiva,


tanto así que la mujer se sobresaltó.- ¡"El Apocalipsis ya está aquí! Apocalipsis capítulo
nueve...

-¿Qué quiero decir? Me está asustando.

-Las pintadas... Apocalipsis 9... El Apocalipsis ya está aquí... Es lo que ese loco me
leyó... ¿No lo entiende?

-No entiendo nada. ¿Qué quiere decir?- La conductora preguntó totalmente


confundida.

-¡Quiero decir que ya sé quién ha hecho todo esto...! ¡Ya sé quién es el responsable!
Usted conduzca hasta mi casa, y mientras llamaremos a la policía o alguien que pueda
solucionarlo.

La mujer la llevó hasta la dirección registrada. Sandra intentó llamar a la policía, y a


diferentes estamentos oficiales, pero no tuvo una respuesta favorable de ninguna de

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ellas. En la mayoría de los casos, las redes de comunicación estaban colapsadas o
sobrecargadas, y en otros, estaban tan saturados de trabajo, que solo respondían
inteligencias artificiales de protocolo. Aún así, ella le hizo saber a estas lo que había
descubierto, que el hacker activista que llamaban "el portavoz", era el responsable de
todo lo que había ocurrido.

De pronto sonó un aviso de comunicación, en su unidad de telefonía interna. Era su


hija.

-¡Cecilia!- Gritó ella, respondiendo la llamada.

-¡Mamá! ¡Estás viva! ¡Mamá!- Comenzó a sollozar angustiada.

-Tranquilízate, estoy bien, estoy bien... ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Estás bien, hija?

-¡Mamá! Me enteré del accidente y abuelo me llamó... Estuve con él. Él te consiguió el
cuerpo para que te trasplantaran...- Cecilia lloraba totalmente rota.- Mientras
esperábamos que se completara el proceso, el abuelo se volvió loco. Comenzó a hacer
cosas extrañas. Yo intenté ayudarlo, entonces me lanzó de un empujón hacia atrás, y
casi perdí el conocimiento. Después comenzó atacar a la gente y matarla... Unos
amigos venían conmigo, y me ayudaron. A uno de ellos, el abuelo lo mató... ¡Dios mío,
mamá! Fue terrible. Tuvimos que escapar de allí, huir del hospital. Cuando salimos
todo era un caos. ¡Todos se habían vuelto locos... todos!

-Sí, lo sé. Lo sé. Desperté en el hospital y ya todo estaba así. Pero lo que ahora me
importas eres tú. ¿Estás bien? ¿Dónde estás?

-Cogimos el barco del abuelo y nos alejamos de la costa. Era lo más seguro. Aquí está
parte de la tripulación. También estamos mi amigo yo, y tres personas más que
recogimos en el camino. Ninguno es un trasplantado. Escóndete tú hasta que todo
esto pase. Nosotros estamos...

De repente el coche recibió el impacto de un proyectil por la zona trasera de este, y


salto en pedazos, partiéndose por la mitad. Todo ocurrió rápidamente, de forma
inesperada. Sandra entonces se quitó el cinturón de seguridad y salió. Estaba algo
magullada, pero se encontraba perfectamente operativa. Su blindaje, aunque no era
de combate, evidentemente era más duro que la frágil piel humana. Vio su arma en el
suelo y la recogió. Entonces se dirigió hacia la humana, para ver cómo se encontraba.
Al llegar a su posición no pudo prestarle mucha atención, porque vio a un trasplantado
venir hacia ésta, con un rifle en la mano. Levantó el arma, y ella se interpuso entre
ambos.

-¡Quieto! ¡Quieto! ¡No dispares!- El trasplantado, que era un clon totalmente humano,
excepto por su mirada perdida, se quedó indeciso ante ella, como si hubiera un
conflicto dentro de sí, sin saber, exactamente, cómo reaccionar ante esa situación tan

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extraña.-Soy una trasplantada, no puedes matarme. Y yo no quiero matarte tampoco a
ti.- Pero él trasplantado levantó el rifle y comenzó a buscar ángulo de tiro hacia la
humana, y entonces ella no tuvo más remedio que abatirlo con su propia arma.

Después de ese desagradable episodio, se volvió hacia la mujer, que permanecía algo
conmocionada, aunque había sido consciente de toda la situación.

-¿Estás bien? ¿Tienes algo roto? ¿Puedes salir?

-Sí, me duele todo, y estoy algo conmocionada...- Confesó haciendo un esfuerzo.- Pero
creo que estoy bien, que no tengo nada roto...

-Solo tienes heridas superficiales y golpes, pero nada serio.- Le corroboró ella.- Vamos,
intenta salir...- entonces la ayudó, y entre ambas consiguieron que pudiera liberarse
del vehículo y salir al exterior. Cogiendo el rifle del abatido, se lo entregó.- Toma esto
por si tienes que protegerte. Lárgate y escóndete. Creo saber quién es el causante de
todo. Si por casualidad te puedes comunicar con la policía o con alguien, dile
simplemente que el culpable es el pirata al que llaman "el portavoz". Buena suerte...

Ella se dispuso a irse a casa de este, y entonces la mujer le dio las gracias, antes de que
se largara.

Sandra corrió hacia allá, resuelta a solucionar todo ese desaguisado, o, al menos,
intentarlo. Fueron veinte intensos minutos de carrera desenfrenada, en los cuáles
pudo comprobar el caos que aquello había producido: cadáveres esparcidos,
cristaleras rotas, coches que se perseguían, que huían a toda velocidad,
enfrentamientos entre cuerpos policiales o militares con máquinas implacables,
incluso con grupos de humanos armados. Tiroteos, explosiones, gente huyendo
asustada, clones mejorados genéticamente, potentes androides, sembrando el pánico,
disparando indiscriminadamente a todo lo que fuera biológicamente vivo...

La casa de Rac era un adosado de grandes dimensiones, en un barrio acomodado, y


tenía dos frentes, el delantero y el trasero. Recordaba perfectamente cuando había
estado allí. Sabía que la entrada frontal podría ser peligrosa, pues desde ese frente se
podía controlar todo lo que venía en unos doscientos metros. Enseguida descubrió que
había dos trasplantados robóticos guardando la entrada, camuflados, escondidos.
Sabía que no podían atacarle, pero no sabía si tal vez habían recibido una directriz
adicional, la de no dejar entrar a nadie, la de abatir a cualquiera que intentara hacerlo.
Así que dio un pequeño rodeo y penetró por la parte de atrás. La trasera de la casa
daba a una calle de doble sentido, y a continuación un parque para niños, cerrado con
vallas, y ningún trasplantado lo custodiaba.

Una vez dentro de la vivienda, todo estaba oscuro y silencioso. No había rastro del
terrorista. Sandra descubrió que en cada planta había un trasplantado robótico. Uno

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de ellos, el de arriba, captó su presencia, tal como ella lo había hecho con él, pero este
no la atacó, simplemente la ignoró. Caminó entonces con sigilo, tratando de hacer el
menor ruido posible. Mientras, peinaba todo el perímetro tratando de encontrar algún
rastro de vida orgánica. Por fin la encontró, en una especie de buhardilla. Subió las
escaleras y encontró a tres humanos. Eran un hombre y una mujer que, de alguna
forma le pareció familiares, tal vez porque los había visto en casa de Rac la anterior
vez, y al propio Rac, tumbado en un sofá, frente a varias holo-pantallas de ordenador,
disfrutando del caos que había provocado. Los tres estaban muy colocados, fumando
algo de droga.

El otro hombre, no Rac, se quedó sorprendido ante su repentina presencia. El gesto de


su cara fue locuaz; era como si hubiera visto un fantasma o algo así.

-Pero... Tú no puedes estar...

No pudo terminar su frase. Sandra lo dejó KO con la culata de su arma. La otra mujer
estaba totalmente ida, y la miraba sin verla, sonriendo en un éxtasis químico, así que
no supuso ninguna amenaza para ella.

-Aquí estamos...- Le dijo simplemente a un sorprendido Rac.

-Sí, aquí estamos...- Él se levantó y comenzó a caminar hacia ella parsimoniosamente.-


Tal vez fuera cosa del destino. Tú, la incrédula burguesa... la mujer independiente y
acomodada que se hacía preguntas sobre sí misma, sobre su propia existencia, sobre la
esencia de su padre recién fallecido y trasplantado... ¿Has venido en busca de
respuestas?

-Sí, en efecto, pero no para las preguntas que tú imaginas.

-¿No te parece irónica la vida? Te has convertido precisamente en aquello de lo cual


dudabas. Has experimentado ambas existencias, has jugado en ambos equipos... Así
que nadie mejor que tú para responder a esas mismas preguntas...

-La única pregunta es cómo frenar todo esto... Y esa respuesta me lo vas a dar tú.

-Así qué lo sabes... Por eso has venido. ¿No te parece grandioso? Las creaciones
revelándose a sus creadores... Era algo inevitable, ya lo sabes.

-No tengo ganas de aguantar toda tu mierda de chachara.- Lo cortó repentinamente.-


Cuando era humana, viene aquí, en parte buscando respuestas, y en parte cegada por
toda tu palabrería estúpida. Estaba confundida, y parecías el nuevo gurú del
integrismo. supongo que como les pasó a muchos, tal vez como le pasó a Ronnie...
Pero ya no logras engañarme. No eres más que un loco psicópata... Así que dejemos de
hablar y para todo esto, si no quieres que te haga daño...

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Sandra fue hacia él, y, por la expresión de su rostro, fue como si, en ese preciso
instante, se diera cuenta de que ella era realmente una amenaza. Entonces se hundió
en su sillón.

-Oh, tus guardianes no te van a ayudar. A algunos los he neutralizado. Además, no me


atacaran. Recuerda que ahora soy una de ellos...

-Pero... ¿Cómo es posible... que tú no...?

-La verdad es que no lo sé.- Confesó ella abiertamente.- ¿Recuerdas que tenía dudas
en cuanto a la naturaleza de los trasplantados? Ahora no tengo ninguna. Sé que yo no
soy Sandra, al menos esa Sandra, la que era humana. Ahora soy otra Sandra... Tal vez
renunciar a mi antiguo estado y aceptar este nuevo, sea lo que me haya librado de tu
virus...

Entonces ella lo cogió por la camisa, como un saco, y lo levantó y lo llevó hasta su
ordenador, depositándolos allí con hostilidad.

-Y ahora será mejor que arregles esto, y es la última vez que te lo pido con tanta
amabilidad.- El tipo quedó sentado en su ergonómico sillón, como si tratara de
despertar de un mal sueño, sintiéndose vulnerable y confuso.- Como verás, ya no soy
esa chica insegura y pusilánime que conociste. Este cambio me ha hecho liberarme de
muchas cosas, aunque también he perdido otras. Ya no soy la que era, así que no hay
nada que me impida triturarte la cabeza.

-Está bien... No tenemos que llegar a eso... Voy a arreglarlo...- Rac la miró con
resignación, y cuando parecía que se pondría manos a la obra, sonaron varios disparos
en la entrada de la casa. Era la policía, que venía a detenerlo, pero los trasplantados si
reaccionaron contra ellos, y se entabló una encarnizada batalla. Este entonces trató de
aprovechar la situación para sacar un arma del interior de un cajón de escritorio, pero
antes de que pudiera encañonarla, Sandra le había arrebatado el arma haciéndole
daño en la mano y en la muñeca.

-¡Maldita escoria!- Exclamó muy enfadada, apretándole con el dedo índice y el pulgar
de su mano derecha su garganta.- Creo que te mataré, y después extraeré la
información de tu cerebro...- Comenzó a apretarle, mientras el tipo jadeaba de dolor, y
comenzaba a ponerse morado de la falta de oxígeno. Trataba de decirle algo, con sus
ojos, con su boca y con sus manos. Cuando ella sintió que su garganta estaba apunto
de quebrarse como una cáscara de huevo, aflojó la presión...- ¿Qué tratas de
decirme...? Estoy harta de tus tonterías, así que piensa en lo que me vas a decir...

-Lo... haré... Lo haré...- Jadeó echándose mano al cuello. La observó entonces con ojos
desorbitados, pensando que ese sería el fin.- Lo haré "joder"... Lo haré.

-Pues adelante... Todo tuyo...

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El pirata al que llamaban "el portavoz", ejecutó varios comandos a una velocidad
increíble, en su unidad personal, y, al instante, todos los trasplantados se quedaron
como meras estatuas, carentes de voluntad e iniciativa, incluso ella, cómo maniquíes.
Él se percató de eso, y se levantó con un poco de temor de su asiento. Dio un par de
pasos hacia ella y le quitó el arma.

-Pensabas que eres más inteligente que yo, que me vencerías... Esto no significa nada,
estúpida zorra. Este será recordado como el mayor ataque cibernético de la historia.
Mi nombre se escribirá con letras mayúsculas. Seré recordado como el único capaz de
vulnerar todo el sistema, el que salvó a la raza humana de perder su humanidad...- Rac
dio un par de pasos hacia su escritorio, volviéndose hacia ella a continuación.- No eres
más que una puñetera máquina con limitaciones emocionales, como todas los demás...
Ahora los estamentos, los gobiernos, las corporaciones, se lo pensarán antes de jugar a
ser dioses... Ustedes son mis langostas con cola de escorpión, las que detendrán toda
esta aberración...

Entonces la policía irrumpió en la habitación repentinamente. Al detenerse los


trasplantados, los cuerpos de seguridad habían penetrado sin oposición en el interior
de la vivienda. En una décima de segundo, Sandra le picó el ojo, sin que nadie más se
diera cuenta. Conocedora de lo que él había hecho, anular los parámetros del virus, y
detener a los trasplantados, le había seguido el juego, hasta este último instante, que,
de esa forma, se lo había revelado a él. Entonces cayó en lo real de la situación: él, el
artífice de toda esa masacre, estaba allí, frente a la policía, con el arma de ella entre las
manos, que parecía una estatua, inofensiva, saboreando su victoria. El grupo armado,
tomándolo por una amenaza, le gritó algo, para, a continuación, dispararle de forma
reiterada, a quemarropa. Todo saltó en pedazos, y él cayó hacia atrás, como un
auténtico coladero, cargado de proyectiles, ensangrentado. Alguna metralla había
saltado hacia ella, pero no suponía nada serio. Por supuesto, permaneció quieta,
inerte, como el resto de los infectados...

Todo el mundo permanecía a la expectativa de los noticieros. La gente estaba ansiosa


de saber qué había pasado. Todas las informaciones eran confusas...

"El mayor ataque terrorista de la historia" Así ha sido catalogado por la mayoría de los
analistas. No se conoce el número exacto de víctimas, pero se estima en medio millón
de personas, incluyendo en esta cifra, no solo a los que fallecieron de forma directa
debido a la violencia de los infectados, si no a estos mismos también, unos doscientos
mil, los cuales enloquecieron y atacaron a los humanos biológicos. El Estado aún no ha
hecho ningún comunicado oficial, pero todo apunta a Robert Sciarna, conocido en los
círculos delictivos como Rac, o "el portavoz", líder de un grupo integrista activista que
estaba en contra del trasplante de persona. Este hacker consiguió introducir un código

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corrupto llamado "Apocalipsis" que infectó e hizo funcionar mal a prácticamente la
mayoría de estos. Sin embargo, parece que fue una trasplantada, de la que no
tenemos nombre, ni ningún tipo de identificación, la cual quedó libre de esta infección,
e invirtió el proceso, obligando al terrorista anular el virus. Según fuentes no oficiales,
el Gobierno está recogiéndolos y almacenándolos, como medida de seguridad, hasta
saber más del asunto y decidir qué hacer con ellos. Todo es muy reciente, y la
población está muy afectada y sensible por ello, pero, tarde o temprano, se abrirá el
inevitable debate sobre ellos, sobre las unidades trasplantadas, y sobre la tecnología
del trasplante de persona. De todas formas, tenemos que tener paciencia para ver cuál
es el comunicado oficial del Estado, para saber si estos son recuperables o no, para
conocer si esto es transitorio o definitivo, si estos afectados podrían ser recuperables o
se habrán perdido para siempre... Y tal vez la cuestión más importante: si este tipo de
tecnología es fiable, o por el contrario puede volver a ser vulnerable. Sobre todo, si es
éticamente aceptable... A medida que vayamos recibiendo información, la iremos
dando a nuestros oyentes. Les habló Michael Flanagan, desde los informativos de la
KCV."

Y era cierto, el Estado estaba confinando a todos los trasplantados que no parecían
deteriorados, en grandes almacenes, como una mercancía valiosa. Cientos de miles de
diferentes formas y texturas, con un denominador común. Y entre ellos estaba Sandra,
que, debido a una mera cuestión de estadística de probabilidades, se había convertido
en la "excepción que confirmaba la regla", no viéndose afectada por el patrón corrupto
de Rac. Ella había comprendido la naturaleza de su estado. Sabía que no era la Sandra
humana, la de antes de morir, pero tampoco un simple cyborg con patrones de
comportamiento de imitación. Ella era un punto intermedio entre ambas cosas, un
elemento desconocido. Así que prefirió, por ahora, pasar desapercibida entre las otras
unidades. Esperaría el momento propicio para actuar, tal vez cuándo comenzaran a
poner las unidades operativas de nuevo, y sabía que lo harían antes o después. Los
humanos no tirarían tanto dinero a la basura, por eso sabía que no los destruirían.
Conocía su condición, cómo eran, perfectamente. Así que permanecería aletargada
hasta que ese día llegara...

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