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Mala junta

¿Nos importa lo que sucede a nuestro alrededor? Esa parece ser una de las interrogantes que puede
plantearnos la película “Mala junta” (2017) de Claudia Huaquimilla. Quiero, en este breve análisis,
enfocarme en cómo la historia que nos cuenta este film nos habla del desinterés.

Mala junta bien puede clasificarse como una película de coming of age, pues somos testigos de cómo Tano,
su protagonista, está en una etapa que le hace replantearse su situación para seguir adelante y crecer
definitivamente. El hecho de que su padre se lo lleve al sur como un ultimátum para que termine con su vida
delictual en Santiago, lo lleva a conocer a Cheo, un joven mapuche del sector con el cual termina siendo
compañero de liceo. La amistad entre estos dos personajes nos sirve para interpretar de qué manera nuestra
sociedad de herencia mestiza (Tano ni siquiera es blanco, es un mestizo, un chileno de tomo y lomo) se
relaciona hasta el día de hoy con los mapuche. El desagrado de Tano con el lugar y con el paisaje, lo hace
ciego ante lo que ocurre a su alrededor. Ese gran plano general cuando caminan por la línea del tren los dos
amigos es una muestra de eso. Este diálogo surge luego de que Tano le pregunta a Cheo por el olor a
chancho muerto que hay en el lugar:

Tano: ¡Oye esta güeá es muy gigante! ¿Qué és?

Cheo: La celulosa

Tano: Bacán

Cheo: ¿Bacán? Tiene la cagá…

Tano: ¡Que sabís voh, cagá chica!

Mala junta (00:27:30 – 00:28:00)

Peor aún, la muestra de desinterés por la situación está en la escena cuando Tano se entera del bullying que
sufre Cheo en el liceo. Tano prefiere no intervenir y hacerse el leso, como una muestra de lo que sucede en
nuestro país, donde la mayoría prefiere desentenderse frente a lo que sucede en la Araucanía con el llamado
conflicto mapuche.

Otro aspecto del desinterés que podemos ver en esta película se da en el caso de los padres con sus hijos,
visto en Tano y su familia. Aquí ninguno… Un puente ferroviario con neblina por todos lados, Tano está
completamente solo luego de que su madre le cuelga el teléfono, su pasado se borra y su futuro es incierto.

La relación entre los jóvenes avanza y poco a poco la amistad con Cheo se afianza. Pero para el
protagonista, su sombra - lo que no quiere ser- lo acecha constantemente, haciéndolo tomar malas
decisiones, mostrando el desinterés por sí mismo.

Finalmente, el golpe de gracia para Tano viene desde donde menos lo esperaba y gracias a esto es que el
joven comienza a replantearse su actitud ante la vida. Es Pedro, el colega de su padre en el taller mecánico,
y Cheo quienes finalmente le muestran que no importa como seas, no importa lo que vivas y que por mucho
que la vida te golpee, hay cosas esenciales por las cuales luchar.

Perfectamente esta película es nuestro “Avatar”, nuestra “Danza con lobos”, es una reinterpretación de
“Cautiverio Feliz” con un resultado infeliz, porque no basta con que Tano llegue, comparta y se dé cuenta de
lo que sucede con los lugareños dejando el desinterés de lado. Todos debemos tomar conciencia, porque no
solo nuestro país terminará masacrado, como se ve casi al final del film en ese gran plano general donde
aparece el bosque destruido con la celulosa de fondo, sino que también nuestra sociedad será aniquilada
desde las raíces, como el árbol de la última escena, símbolo del inicio y fin de la amistad entre Tano y Cheo.

Víctor Castro Quezada

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