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15/02/2015
El diccionario define el compromiso como una obligación contraída, como empeñar una
palabra, como una promesa que se tiene que cumplir. Se pone de ejemplo al matrimonio o
al compromiso contraído con una empresa.
Cuando nosotros nos convertimos al evangelio hacemos de Cristo nuestro Salvador pero
también nuestro Señor. Esto significa que ya no vivimos para nosotros sino para él que nos
llamó. Al haber pagado un precio por nosotros, él nos compró, le pertenecemos a él, y
estamos comprometidos con él.
Explicación:
El texto 57 comienza diciendo lo siguiente: Iban por el camino cuando alguien le dijo: Te
seguiré a dondequiera que vayas. El texto hace alusión a un hombre que quiere seguir al
Señor. El texto no dice Señor te queremos seguir sino “Te seguiré...”
Nadie está tomando una decisión por este hombre. Él por voluntad propia la está tomando
de manera individual.
Aplicación:
Nadie debe decidir por nosotros. Cuando somos niños muchas de las cosas que nos pasan o
hacemos es por la decisión de nuestros padres. De adultos no debe ser una opción. Nadie
puede decidir por mí. 1 Corintios 13:11 “Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de
niño”.
Es una acción individual que afecta al colectivo. Toda acción individual tendrá un efecto
positivo o negativo en las masas. Cuando asumo un compromiso eso afecta a las masas de
alguna manera u otra. Jesucristo hizo un compromiso individual que hoy por hoy a afectado
la vida de millones de millones de personas. Filipenses 2:9-11 “Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre
de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la
tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Todo tiene su costo. Leer el versículo 58. Así mismo el compromiso, también tiene su
costo. Cada compromiso acarreará sacrificios, incomodidades pero también bendiciones.
El compromiso que asumimos cuando entregamos nuestra vida al Señor tiene costos. Lucas
14:26-27 " Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que
no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo”.
La palabra “aborrece” en el griego es “miseo” que quiere decir amar menos. El costo de
amar menos las relaciones personales, los anhelos y metas personales y las posesiones.
II. No todos los que siguen a Jesús están comprometidos (v. v 59-61)
Explicación:
El versículo 57 nos muestra a uno que se ofrece para seguir al Señor. El versículo 59 hace
la referencia de uno que es llamado cuando el Señor le dice “sígueme” y en el versículo 61
otro es el que quiere seguir al Señor cuando le dice “te seguiré”. Estos versículos nos
muestras las dos maneras de atender al llamado del Maestro; uno, cuando es invitado y dos,
cuando es por su propia voluntad.
Aplicación:
Aun cuando estos hombres pudieron haber tenido deseos de buscar al Señor su compromiso
era muy bajo o casi nulo.
El primero dijo querer seguir pero al parecer no quería soportar las incomodidades (v. 58)
El segundo de estos dijo “Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre”. Este
amó más a su familia que a Dios mismo.
El tercero dijo “Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están
en mi casa”. Aún no había cortado el “cordón umbilical” de su familia. Un apego
exagerado.
La verdad es que no todos los que dicen seguir a Jesucristo están comprometidos por
completo. ¿Por qué?
Porque no están dispuestos a pasar incomodidades. “Las zorras tienen guaridas, y las
aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. A
ninguno de nosotros nos gusta pasar por situaciones incómodas. Es más, ni las buscamos.
El detalle es que vienen y hay que enfrentarlas.
Porque no han marcado la diferencia a quién servir. Uno no dijo qué hacer, otro tenía que
esperar que su padre muriera y el otro tenía asuntos pendientes con su familia.
Jesucristo exige que nos definamos por él si es que queremos servirle, dice que no podemos
servir a dos señores a la vez, que tenemos que amar a uno y dejar al otro. Usted y yo
tenemos que decidir a quién vamos a amar y a quién vamos a dejar.
Porque nos sujetamos más a las cosas de este mundo que de Cristo. Nuestros sufrimientos
en ocasiones son muy profundos porque dependemos mucho de las cosas terrenales. Bien lo
advirtió el Señor en Mateo 6:19-20 "No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la
polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen
para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se
meten a robar”. (NVI)
Verdaderamente el compromiso también es una batalla ética que debemos librar día a día.
Explicación:
Jesucristo termina con una poderosa ilustración “Ninguno que poniendo su mano en el
arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”
Tiene aspecto de una declaración negativa pero no es así. Veamos qué nos quiere decir en
realidad.
Ilustración:
Aplicación:
Implica una decisión consiente. La NVI traduce el texto así “Nadie que mire atrás después
de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios”. Estamos hablando de una
decisión consiente. Porque el que pone la mano en el arado debe saber qué es lo que tiene
que hacer. Conoce dónde está metiendo.
El compromiso es una decisión consiente. No es a siegas. Debo estar consciente que servir
y amar al Señor por sobre todas las cosas tiene sus grandes implicaciones, buenas y no tan
buenas.
Implica una decisión firme. Una vez puesta la mano en el arado hay que sujetarla con
fuerza. Un buey puede tener una fuerza de arrastre de más de dos caballos juntos. Es una
bestia diseñada genéticamente para arrastrar. Al tomar el arado hay que sujetarlo con
firmeza.
El compromiso es una decisión que tiene una gran fuerza de arrastre. Si no se sujeta con
firmeza podemos lesionarnos. El compromiso con nuestro Señor debe ser una decisión
firme.
Implica una visión de alcance. El hombre que ara la tierra ya sea buey, asno o caballo,
ponía su mirada en un punto para fijar el surco. Si se descuidaba el surco salía torcido. Ese
punto focal le daba una dirección de alcance.
Fijemos nuestra mirada y compromiso en seguir hasta el final de los tiempos a nuestro
amado Padre celestial.