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El problema de la

impuntualidad
¿Sabe llegar a tiempo a sus citas de trabajo, de
familia?, o por el contrario ¿es de los que siempre
llegan al final? Aquí algunos consejos para tomar
como hábito la puntualidad.
Según las distintas culturas, la precisión horaria que debe cumplir una persona puede
variar. Por ejemplo, los ingleses son famosos por el valor que le otorgan a la
puntualidad. Los trenes en algunos lugares del mundo funcionan casi con segundos de
precisión. Una persona que viva en, por ejemplo, Berlín, tendrá menos motivos para
retrasarse camino a su trabajo que una que viva en Lima, cuando las fallas y retrasos
en los servicios públicos son algo muy frecuente. De la misma manera, no es lo mismo
un retraso de diez minutos al llegar a una reunión (algo que será muy mal visto) que a
una comida informal con nuestros amigos.

Pero, ¿qué motivos pueden llevar a que una persona llegue después de la hora
prometida? Puede ser un acontecimiento imprevisto: nadie puede culparte si se baja la
llanta del Metropolitano en el que estabas viajando rumbo a la oficina. Pero también
puede deberse a un descuido. O simplemente puede ser que no te importe llegar a
tiempo. De estas tres razones, sólo la primera está justificada, y no puedes alegar que
te suceda a diario. Por el contrario, si llegas tarde por descuidado o por desinteresado,
estarás transmitiendo una imagen negativa a quienes te esperaban, ya sean tus
empleadores o incluso tus amigos.

¿Cómo dejar este mal hábito?


Como los imprevistos no pueden evitarse, sí puedes llamar por tu móvil y disculparte
de antemano si sabes que por algún motivo no llegarás a tiempo. De esta manera,
evitas que el otro se irrite esperándote, más aún cuando después le expliques tus
motivos.

Los descuidos –por ejemplo, quedarse dormido, olvidar las llaves del automóvil y tener
que regresar, no encontrar una corbata adecuada, etc.- pueden ser previstos y, en
consecuencia, con una planificación mayor, evitados. Deja tu ropa preparada la noche
antes de ir al trabajo, pon dos alarmas para asegurarte de que alguna te despierte,
calcula un margen de quince minutos más de los que necesitarás para alistarte.
Finalmente, si se trata de una actitud de desinterés, considera que perjudicas con ella
a muchas personas, y en especial a ti mismo.
EL ARTÍCULO DE OPINIÓN:
La puntualidad
Juan Tomás Taveras

La puntualidad es una actitud que se adquiere con la influencia de la


educación del hogar, es símbolo de organización y disciplina social. La
puntualidad es muestra de disciplina que da paso al conocimiento o
enseñanza de las normas y costumbres, valorando el cumplimiento a los
horarios para cada una de nuestras actividades, con responsabilidad. Es
muestra de respeto al tiempo de los demás tanto en los centros
educativos, nuestros trabajos, así como en la vida social, llegar con
puntualidad es un signo de buenos modales.

La organización de la vida en sociedad establece reglas, normas, leyes y


principios, que para facilitar el cumplimiento de cada uno de ellos, aplica
un protocolo. Si partimos de este principio, queda claro que toda sociedad
que se dice organizada debe ser respetuosa de las normas, ya que éstas
establecen el estado de derecho de una nación.

El vacío de un proyecto de nación para la búsqueda de un desarrollo


integral en la República Dominicana necesita comenzar cuanto antes. Y la
manera más sabia para iniciar es educarnos en el respeto al derecho, al
cumplimiento de las normas y a la aplicación de los principios tal como la
puntualidad y la disciplina.

Los famosos “Tigres Asiáticos” (Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y
Taiwán) han logrado su vertiginoso desarrollo industrial y su alto nivel de
calidad de vida de sus habitantes, gracias a su estricto régimen de
disciplina, el cual se fundamenta en la puntualidad.

Cuando se pasa por alto pequeñas y cotidianas cosas que nos ayudarían
a crecer en el día a día ordenado, vamos incidiendo en la formación de la
sociedad. Debemos romper con nuestros malos hábitos, como es el caso
del desorden vial donde nadie respeta el más mínimo orden ni señal
alguna.

Esto es lo que ha provocado que la República Dominicana sea definida


paradójicamente “como un desorden organizado”. Al parecer no se le ha
dado la importancia a la viabilidad del tránsito, pues ésta es el punto de
partida para lograr la puntualidad.

La puntualidad es una cualidad que da prestigio y disciplina a las personas,


tanto en lo social como en la vida privada. El cumplir con la hora
establecida nos permite mostrar mayor seguridad y a la vez facilitar el
desenvolvimiento en las actividades que participamos, evitando la
improvisación en cuanto al rol que le toca a cada quien desempeñar.

En nuestra sociedad, lamentablemente se ha hecho un protocolo de la


impuntualidad, pues por el contrario a lo correcto, todos los eventos y
actividades, no importa el tipo, deben anunciarse media o una hora antes
en la invitación o en la organización, y debemos denotar que cuanto más
importantes son las personalidades a participar, mayor es el retraso para
dar inicio, violentando el itinerario previsto y provocando a la vez
incomodidades, tensiones y frustraciones entre las personas convocadas.

Es importante señalar que la impuntualidad está tan arraigada en la


sociedad dominicana que ya es vista como algo normal por todos, como
mencionamos antes, adaptando todas situaciones a esta realidad, lo cual
hace débil nuestra organización social y el respeto a las normas. Esto es
precisamente lo que nos ha convertido en una sociedad anómica,
irrespetuosa de las normas y sin disciplina para medrar.

El uso de agendas y/o recordatorios son herramientas, más que


funcionales, necesarias. Son muchas las maneras en las que poniendo de
nuestra parte podemos vencer aquellas situaciones que nos hacen ser
impuntuales. Aunque los tapones por el desorden vial son impredecibles,
debemos contar con ellos y saber que nos pueden causar retraso.
En la justa medida que cada ciudadano cumpla con los principios
constitucionales, deberes y derechos, habrá mayor garantía para medrar,
conquistar seguridad ciudadana u orden público con paz social y un
“Estado Social y democrático de Derecho” con calidad de vida para todos.

Dios les bendiga hoy y siempre Pueblo Dominicana.

Impuntualidad: Mal hábito que


daña la imagen
17 de julio de 2017
Llegar tarde puede causar problemas tanto a los impuntuales como a los
que estan obligados a esperarlos.

Llegar a tiempo a clases, al trabajo, a una consulta médica, a una cena de


negocios o incluso a una cita romántica, es importante y habla mucho sobre
nosotros. Sin embargo, muchas personas tienen dificultades para ser
puntuales, y están habituados a llegar siempre con retraso.

Si eres una persona que suele llegar tarde a todas partes ¿Qué te puede ayudar a ser más
puntual? Aquí tienes algunos motivos por los cuales te conviene cambiar, y algunos
consejos para abandonar este hábito tan poco deseable.

¿A qué se considera ser impuntual?

El problema para las personas consideradas impuntuales suele ser la de una diferencia de
criterios. En efecto, según las distintas culturas, la precisión horaria que debe cumplir una
persona puede variar. Por ejemplo, los ingleses son famosos por el valor que le otorgan a la
puntualidad.

Los trenes en algunos lugares del mundo funcionan casi con segundos de precisión. Una
persona que viva en, por ejemplo, Berlín, tendrá menos motivos para retrasarse camino a su
trabajo que una que viva en Buenos Aires, cuando las fallas y retrasos en los servicios
públicos son algo muy frecuente. De la misma manera, no es lo mismo un retraso de diez
minutos al llegar a una reunión (algo que será muy mal visto) que a una comida
informal con nuestros amigos.
La imagen del impuntual

¿Qué motivos tiene una persona para llegar después de la hora prometida? Puede ser un
acontecimiento imprevisto: nadie puede culparte si hay algún accidente en la ruta que
tomaste rumbo a la oficina. Puede ser un descuido tuyo, o simplemente puede ser que no te
importe llegar a tiempo. De estas tres razones, sólo la primera está justificada, y no puedes
alegar que te suceda a diario.

Por el contrario, si llegas tarde por descuidado o por desinteresado, estarás transmitiendo
una imagen negativa a quienes te esperaban, ya sean tus empleadores o incluso tus amigos.

¿Cómo mejorar nuestra puntualidad?

Los imprevistos no pueden evitarse, pero puedes llamar por celular y disculparte de
antemano si sabes que por algún motivo no llegarás a tiempo. De esta manera, evitas que el
otro se irrite esperándote, aún cuando después le expliques tus motivos.

Los descuidos –por ejemplo, quedarse dormido, olvidar las llaves del automóvil y tener que
regresar, no encontrar ropa adecuada, etc.- pueden ser previstos y, en consecuencia, con una
planificación mayor, evitados.

Deja tu ropa preparada la noche antes de ir al trabajo, pon dos alarmas para asegurarte de
que alguna te despierte, calcula un margen de quince minutos más de los que necesitarás
para alistarte. Finalmente, si se trata de una actitud de desinterés, considera que perjudicas
con ella a muchas personas, y en especial a ti mismo.

Estos tres pasos te pueden ayudar:

1. Organiza tus actividades con antelación asignando a cada una más


tiempo de lo requerido.

2. Ya no hagas planes antes, para que puedas llegar a la hora exacta a sus
citas. Si el compromiso es a las 8:00, propónte llegar a las 7:50.

3. Mira tu reloj más seguido.


Opinión: La puntualidad es
clave para la productividad
Para los emprendedores la productividad es una piedra angular para el
éxito. Si no puedes lograr que se hagan las cosas de manera rápida y
eficiente, tu ambición no significará mucho. Y lograr tus metas es lo que
diferencia a los generadores del cambio de los soñadores.

Sé esto demasiado bien, tras pasar décadas dirigiendo muchas


empresas. No siempre ha sido fácil, pero he encontrado que la
puntualidad es una de las formas más sencillas de mejorar la
productividad.

La mejor manera de exprimir lo más posible un día es comenzar por el


principio: llega a tiempo a dondequiera que vayas. Yo he hecho de estar
a tiempo una prioridad a lo largo de mi vida, tanto que me conocen por
hacer lo que haga falta para vencer al reloj, incluido saltar (de manera
segura) de los autos mientras están atorados en el tráfico y optar por
tomar el tren subterráneo o incluso ¡correr a mi siguiente cita!

Al ser tan rigorista con la puntualidad, he adoptado algunas técnicas que


me ayudan a dar prioridad a estar a tiempo

Me disgusta llegar tarde. No sólo echa por la borda mis planes, también
es increíblemente irrespetuoso. No importa si eres una celebridad o un
carpintero, un político o un pintor, una modelo o un músico; todos
tenemos sólo 24 horas en el día y el tiempo de nadie es más importante
que el de los demás.

Al ser tan rigorista con la puntualidad, he adoptado algunas técnicas que


me ayudan a dar prioridad a estar a tiempo.
Después de más de medio siglo en los negocios, he aprendido que si me
levanto temprano puedo lograr muchas más cosas en el día y, por tanto,
en la vida. Rutinariamente intento levantarme alrededor de las cinco de
la mañana.

Hago algo de ejercicio, paso tiempo con mi familia y me pongo al tanto


de las noticias. Esto me mentaliza de manera grandiosa antes de
empezar a trabajar. Además, empezar temprano significa que tengo
tiempo para analizar mis tareas y organizar eficientemente mi día.

Cuando voy al grano en los negocios, me gusta mantener las cosas


simples. No soy fanático de las presentaciones de PowerPoint o los
discursos de negocios prolongados. Si puedo entender un concepto en
unas cuantas frases, entonces casi cualquier otra persona podrá
entenderlo también.

Para ayudar a mantener simples las cosas, me he acostumbrado a


realizar muchas de mis reuniones de pie. Tener una reunión de pie es
una forma mucho más rápida de tomar una decisión o cerrar un
acuerdo. Cuando se da la oportunidad, me gusta llevar las cosas un paso
más allá, literalmente, con una reunión caminando, a menudo hacia mi
siguiente cita. Y si no puedo caminar hacia mi siguiente cita, entonces
me inclino a celebrar reuniones mientras estoy en tránsito.

(¿Creerías si te digo que entrevisté al director ejecutivo de Virgin Group,


Josh Bayliss, para su primer puesto con nosotros en el asiento trasero de
un auto mientras esperábamos en un embotellamiento de tráfico? Así
fue.)

Pero la puntualidad no requiere que te apresures constantemente o


siempre trabajes dentro de un horario rígido. También puede manejarse
a través de la delegación y la comunicación eficaz. Si no puedes llegar a
una cita, es mejor decirlo y disculparte en vez de decepcionar a alguien
y hacerle perder su tiempo. Mejor aún, envía a alguien en tu lugar y
pídele que te pase un reporte.
Si te diriges a una reunión, un vuelo o una cena, es importante
asegurarte de que estarás ahí cuando hayas dicho que estarás ahí. Por
supuesto, este es un consejo anticuado, pero me ha servido bien. Todo
lo que tienes en los negocios es tu reputación, así que es muy
importante que cumplas tu palabra.

Además, lo mejor de ser puntual es que te ayuda a lograr un mejor


equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Es más fácil administrar
eficientemente tu día si tu agenda no incluye tiempo extra. Una vez que
te retrasas, es difícil ponerte al corriente, y el área de tu vida que sufrirá
más es tu tiempo personal.

Mi puntualidad ha sido clave para mi productividad como líder de


negocios.

También me ha permitido encontrar tiempo para hacer las cosas que


más me gustan, como hacer ejercicio (kitesurfing, tenis o ciclismo) y
pasar tiempo con mi familia. Lograr el equilibrio entre el trabajo y la vida
personal puede ser como caminar sobre la cuerda floja: si te inclinas
demasiado hacia un lado, te caerás. Estar a tiempo es un punto de inicio
grandioso para mantener tu equilibrio.

Así que haz de la puntualidad una prioridad. Prometo que si lo haces, tu


productividad, reputación y vida personal se beneficiarán.

¿POR QUÉ DEBERÍAS ESTAR SIEMPRE A TIEMPO?


• Al estar a tiempo para una reunión, demuestras que tu tiempo no es
más valioso que el de alguien más.

• No llegar tarde conserva tu reputación, un activo muy importante para


un emprendedor.

• Ser puntual te hace más productivo y te ayuda a mantener un


equilibrio sano entre trabajo y vida personal.
Autor: Richard Branson, El Financiero

LA PUNTUALIDAD
Publicado el 11 febrero, 2015 por blogsextoacsgenerosinterpretativos

La puntualidad es un símbolo de respeto hacia las demás personas, pero que


sucede día tras día en nuestra sociedad ya que la hora Ambateña como todos
la conocemos se ha convertido en una catástrofe de tiempo ya que los minutos
siguen transcurriendo y no logramos ser personas que cumplamos un horario
establecido para llegar a tiempo a nuestro trabajo, lugar de estudio o
simplemente alguna cita ya sea amorosa o de amistad.

Con la puntualidad se puede verificar claramente el interés y disposición para


lograr realizar alguna actividad, pero lamentablemente la indiferencia personal
por parte de la sociedad es impresionante ya que quizá debemos estar
presionados por no llegar a tener un atraso o una multa en el trabajo para
poder ser conscientes y respetar el tiempo que por cierto debemos aprender a
valorarlo.

Pero qué tal si nos comprometemos con nosotros mismos a ser personas con
un poco más de madurez y dejar a un lado la llamada hora ambateña y
aprendamos buenas costumbres quizá tomando ejemplo a otros países y tener
así una disciplina en nuestra vida.

Recuerda la puntualidad es la muestra de interés y compromiso hacia uno


mismo y respeto hacia los demás.

Valeria Langet Astudillo

ANÁLISIS

MANUEL J. MESA

El ser impuntual
05 Septiembre, 2018 - 01:32h
Ser puntual es como ser gracioso. Es algo que se es o no se es.
Muchos son maniáticos de la puntualidad y sufren a los famosos
impuntuales. Ahora en septiembre, con la vuelta al cole o al trabajo, el
reloj corre en nuestra contra. Los hay quien apura hasta el último
minuto en la cama y los hay que se despiertan una hora antes. Debe
haber de todo en la viña del señor. Un día, en mi niñez, me fijé en el
reloj de mi padre y le pregunté: Papá ¿por qué está el reloj cinco
minutos adelantados, si esa no es la hora real?. "Para no llegar tarde a
los sitios", me respondió. Y estaba en lo cierto, nunca llegaba tarde a
ningún sitio si de él dependía. Aunque sinceramente, creo que este
método no funcionaría con los que apuran el reloj hasta el último
segundo. "Como sé que está adelantado, puedo apurar cinco minutos
más", pensarían. No tienen remedio. De hecho, lo peor no es serlo, es
sufrirlo. ¿Cuántos de ustedes se han llevado esperando minutos y
minutos a otra persona?. Lo peor es que cuando llegan, media hora
tarde, se excusan en algo. La de "estoy bajando", pero realmente se
está metiendo en la ducha es una de las que me encantan.

Cultura de la
impuntualidad
Sin duda alguna, y lamentablemente, la sociedad dominicana está diseñada
para rendir culto a la impuntualidad, condición esta que la frena como un
ancla clavada en el fondo del mar y que no la deja progresar como debiera.

Tanto es así que, por ejemplo, cuando se convoca a una reunión de trabajo, se
invita para las 6 de la tarde, a sabiendas de que la reunión comenzará a las 7.
La persona convocada, por su parte, esperará sentada en su casa u oficina
hasta las 7:15 antes de salir , “para no llegar el primero”, como si ello fuera a
restarle importancia frente a los demás.

De cierto tiempo para acá, todo el mundo ha encontrado una excusa


formidable para llegar tarde: los tapones del tránsito. “Estuve media hora
parado en el mismo sitio”, es la justificación favorita de moda.
rafaelmolina41@yahoo.com

25 octubre, 2016 12:02 am

¿La impuntualidad hace a las


personas más optimistas?
20 de Julio de 2015 - 05:00
Una investigación de la Universidad Estatal de San Diego, Estados Unidos,
afirma que los impuntuales son más felices. Expertos en comportamiento
opinan sobre este fenómeno.
“La verdad a mí me encanta dormir. Siempre pongo el reloj una hora antes de entrar al
trabajo, pero termino levantándome 20 minutos antes solo para descansar unos
minuticos más”. Esta es la rutina diaria de una abogada de 24 años de edad, quien
prefirió no dar su nombre.

Según un estudio realizado por la Universidad Estatal de San Diego, en Estados Unidos,
las personas que son incapaces de llegar a tiempo a citas de cualquier índole sienten ser
más felices que quienes cumplen con los horarios porque son más “esperanzadas y
optimistas”.

El informe, dirigido por el doctor Jeff Conte, examinó la percepción del tiempo de
individuos. Ellos, que fueron divididos en dos grupos: puntuales e impuntuales, debían,
sin tener reloj, contar el tiempo transcurrido hasta llegar a un minuto.

El experimento arrojó que las personas que se consideraban puntuales tenían una
percepción del tiempo casi exacta, ya que calcularon el minuto a los 58 segundos. Por el
contrario, el grupo de los impuntuales indicó que había pasado el minuto luego de que
transcurrieran 77 segundos. Haga el ejercicio.
puntos de vista. La psicóloga Luz María Palis se refiere a la puntualidad como una
virtud que tiene que ver con el valor del respeto.

“La impuntualidad no es un condicionamiento del cerebro. Es un acto de descuido


repetitivo que afecta la imagen de profesionalismo y organización de alguien”, indica la
especialista.

El periodista Jorge Mario Sarmiento afirma que es una persona muy puntual. “Para
aprovechar el tiempo, rara vez llego tarde. Cuando lo hago es mi responsabilidad”,
reitera el profesional.

Por su parte, el presentador de televisión Jorge Ramírez acepta que es una persona
impuntual y que se debe a que no mide bien su tiempo. “Al 90% de mis compromisos
llego atrasado y mi excusa siempre es el tráfico”, cuenta.
De la investigación surgieron dos tipos de individuos: de clase A y B.

Los del primer grupo han desarrollado la capacidad de percibir el tiempo con “buena
precisión”, mientras que los del segundo lo ven pasar mucho más lento, con
“tranquilidad y paciencia”.

La impuntualidad esconde razones


fisiológicas, psicológicas y sociales
Cada persona tiene una tasa metabólica que afecta a su
percepción del paso del tiempo
Todos conocemos algún tardón crónico, personas que, se quede para lo que se
quede, nunca llegan a la hora prevista. Y normalmente lo suyo no es un
retraso de cinco minutos, sino de al menos media hora. Los hay que incluso
responden con un "no te preocupes que ya estoy saliendo de casa" cuando se
les telefonea para saber por qué no han comparecido a la hora acordada. ¿Por
qué? ¿Qué lleva a algunas personas a ser impuntuales por sistema?

"En mi caso, el problema es que me gusta que me cunda el tiempo,


aprovecharlo mucho, y siempre pienso que tengo margen para hacer algo más
antes de acudir a una cita; pero luego me lleva más tiempo de lo que había
calculado, el trayecto también, y llego tarde", dice Esther, que tras décadas de
hacer esperar a todo el mundo decidió dar mayor prioridad a la puntualidad
porque su hijo sufría mucho cuando llegaba tarde a recogerlo. "No me resulta
fácil, pero me obligo a prepararme unos quince o veinte minutos antes de lo
que lo hacía antes", confiesa.

Pau Obiol, psicólogo de Isep Clínic Barcelona especialista en bienestar


emocional y mindfulness, asegura que son muchos los impuntuales que, como
Esther, son tardones crónicos por la falacia de la planificación, porque
subestiman el tiempo que necesitan para hacer una tarea. "Son personas con
un sesgo cognitivo, que hacen juicios ilusorios, incorrectos, del tiempo y de
sus recursos", indica.
De hecho, diversos experimentos han constatado que los tardones crónicos no
perciben el tiempo de la misma manera que quienes acostumbran a ser
puntuales. "En realidad, como el tiempo es algo que no existe, siempre se
procesa de forma subjetiva, y hay muchas variables internas y externas que
modulan esa percepción subjetiva, desde la edad, la personalidad, el estado de
ánimo, los fármacos, la temperatura o los desórdenes psiquiátricos hasta la
complejidad de la tarea que hacemos, la cantidad de información y estímulos
que recibimos, la familiaridad o si recibimos estímulos auditivos o visuales",
explica Judit Castellà, investigadora de la UAB especializada en memoria,
atención y percepción. Y detalla que cada persona tiene un tempo interno, una
tasa metabólica propia, marcado por factores medioambientales pero también
fisiológicos, que está relacionada con su ritmo de vida y se correlaciona con la
puntualidad.

"Si tienes un tempo interno muy elevado, tienes tendencia a sobrestimar el


tiempo, y si te dicen que aprietes un cronómetro cuando calcules que han
transcurrido 60 segundos, lo pararás unos segundos antes de que haya pasado
el minuto; en cambio, si tienes un tempo más lento, subestimas el tiempo y
creerás que han pasado 60 segundos cuando en realidad hayan pasado varios
más", ejemplifica. Diane DeLonzor, que ha sacado partido a su impuntualidad
crónica con el libro Never be late again (No vuelvas a llegar tarde) y organiza
talleres sobre el tema, realizó un ejercicio similar para justificar que hay
motivos fisiológicos y psicológicos que hacen muy difícil dejar de retrasarse.
DeLonzor pidió a un grupo de personas que leyeran un pasaje de un libro y
parasen cuando creyeran que llevaban un minuto haciéndolo. Y constató que
para los puntuales los 60 segundos pasaban antes que para los impuntuales, y
si los primeros dejaban de leer a los 58 segundos de media, los impuntuales lo
hacían a los 77. "Quienes tienen un tempo más lento subestiman el tiempo y
sobreestiman lo que pueden hacer en ese tiempo, y piensan que hacen algo en
cinco minutos cuando en realidad tardan ocho o diez", dice Castellà.

Pero no todos los impuntuales responden a este perfil. "No hay unos rasgos ni
una personalidad característica que los defina a todos; hay tardones crónicos
que simplemente lo son por aprendizaje, porque sus padres siempre llegaban
tarde, han aprendido esa conducta, se les ha reforzado a lo largo del tiempo, se
han acostumbrado a que los demás les esperen y si un día han llegado pronto
no recibieron halagos por ello y vuelven a llegar tarde", comenta Obiol.
Agrega que también hay impuntuales que lo son por problemas de falta de
atención, porque son olvidadizos y les cuesta gestionar el tiempo y su agenda,
y otros en los que la retarditis crónica va ligada a ciertos rasgos patológicos de
personalidad. "Existen narcisistas que llegan sistemáticamente tarde porque
creen que pueden permitírselo, que su tiempo vale más que el de los demás;
otros que lo hacen para llamar la atención; o para no tener que iniciar
conversaciones con los que van llegando; algunos perfeccionistas que pasan
tanto tiempo acabando sus tareas que no pueden gestionar bien su tiempo...",
pormenoriza el especialista de Isep Clinic.

Judit Castellà apunta que algunos estudios sugieren que entre las personas
puntuales predomina la personalidad tipo A, que se vincula a gente más
organizada, más impaciente, más ambiciosa, más preocupada por cumplir los
plazos y más ansiosa. En cambio, la personalidad tipo B -personas más
relajadas, más creativas, poco estresadas- es más frecuente entre quienes
siempre van tarde.

La impuntualidad se acostumbra a relacionar también con cuestiones éticas y


a menudo se califica como falta de respeto, lo que sitúa a los tardones
crónicos en la esfera de los maleducados, irrespetuosos o poco empáticos. "En
realidad a la mayoría de los impuntuales no les gusta serlo, querrían luchar
contra ello, pero les cuesta porque es un hábito muy interiorizado", rechaza
Castellà. Y agrega que además del tempo interno, de la personalidad o de los
modelos parentales recibidos, en la puntualidad inciden otras variables
culturales y de estatus. "Uno puede tener más o menos predisposición a ser
puntual, pero también te condicionará la presión social que tengas, si la
cultura y el país en el que vives valora o no la puntualidad; y en las sociedades
occidentales, donde el tiempo es un valor económico, el estatus
socioeconómico de cada uno también influye en que se castigue o no su
impuntualidad", precisa. De hecho, hay personas que se esfuerzan por cumplir
con sus citas laborales pero siempre llegan tarde cuando quedan con amigos
porque el contexto de ocio es más permisivo.

Como confiesa Esther, corregir la impuntualidad, sobreponerse a la retarditis


crónica, no es fácil pero sí posible con entrenamiento y disciplina. Algunos
especialistas aseguran que la clave está en poner en práctica algunos hábitos
que caracterizan a quienes siempre llegan a la hora a sus citas: ser realistas en
la planificación de las tareas, estimar un tiempo para imprevistos o retrasos
inesperados, no tener miedo a llegar pronto, sentirse cómodos si quedan
tiempos vacíos y hacer las cosas con anticipación.

Consejos para impuntuales


Siempre tienen una excusa, pero desesperan a quienes
los sufren. Organizarse es la primera regla para
respetar el tiempo de los demás
las personas nos saca de quicio esperar. Solemos ser poco benévolos con los
impuntuales. Más por la sensación de pérdida de tiempo que porque el otro llegue tarde.
También existen quienes siempre llegan en punto, a veces en exceso. La puntualidad no
es un rasgo de la personalidad, sino un buen hábito que forma parte del orden. Es una
filosofía de vida. La idea de que “por más que me organizo, no consigo ser puntual” es
falsa. Todos los que deseen llegar a su hora pueden conseguirlo.

Las personas impuntuales achacan su tardanza a excusas como un exceso de


compromisos, una agenda caótica, no saber organizarse… Todo esto es cierto, pero
también puede influir la falta de motivación, tener la autoestima baja (para qué llegar en
punto si consideran su aportación poco interesante) o incluso desaprobación y
provocación hacia quien convoca.

La mayoría de las personas impuntuales suelen apuntillar que por más que lo intentan,
no consiguen llegar a tiempo. Pero suelen referirse a los pasos que dan cuando cierran la
puerta de casa o de la oficina. Entonces es cuando les entra la prisa, caminan corriendo,
se estresan…, y piensan que eso es hacer todo lo posible. Incluso buscan reafirmarse en
otras personas preguntando: “¿A que sí hemos corrido?”. Sí, han corrido, pero cuando
ya no tenía solución. La puntualidad se inicia con la planificación, no con los metros
finales antes de la cita.

Las personas que llegan tarde sufren consecuencias negativas. Una de ellas es la pérdida
de credibilidad. Cuando alguien se retrasa una vez, todos solemos ser empáticos con el
tropiezo, pero cuando se retrasa de forma reiterada, la consecuencia es que sus excusas
no son creíbles, y sus promesas de cambio para la siguiente ocasión, tampoco.

Llegar tarde proyecta una imagen negativa del tardón. La impuntualidad es sinónimo de
desorganización, de no tener palabra, de ser poco profesional. Nadie quiere hacer tratos
con una persona irresponsable que llega tarde a sus compromisos.

La impuntualidad es un motivo de estrés para quien llega tarde y para quien espera.
Retrasarse en una cita condiciona el encuentro, porque el enfado que genera en el que
espera no desaparece en el instante en el que llega la persona, sino que suele perdurar, y
lo que debería ser un encuentro efectivo o divertido se convierte en otra cosa.

Llegar tarde es el inicio del bucle.

Le desorganiza a usted y a quienes

le esperan

Llegar tarde es el inicio del bucle. Los impuntuales terminan por desorganizar su
agenda, su tiempo y el de sus acompañantes. Esa es una de sus peores consecuencias: el
efecto arrastre. Dado que todos cuentan con que alguien llegará tarde, terminarán por
hacer lo mismo. Empezarán a retrasar su incorporación al trabajo, a la reunión o a la
cena. La impuntualidad es contagiosa.

¿Cómo actuar con las personas que tienen este defecto? Dependerá de cada uno. Lo
primero es decirles que le molesta esperar y pedirles que, por favor, avisen si van a
retrasarse. Con el teléfono móvil, todo el mundo puede hacer una llamada o mandar un
mensaje y ser considerado con quien espera.

Si se trata de un impuntual redomado, no refuerce su comportamiento esperándole. No


retrase la reunión, ni la clase, ni siquiera la cena. Si lo hace, solo conseguirá que el
impuntual siga siéndolo y que los que sí han sido educados y han llegado a su hora
sientan que se les falta al respeto. Estos son 10 consejos para trabajar su impuntualidad.

1. Detecte en qué pierde tiempo y limítelo. Escriba en su agenda cuánto tarda en realizar
cada actividad y cuadre lo que tiene planeado para que pueda llegar a todo. Tener una
hora de inicio y otra de finalización también agilizará su mente. Saber a qué hora acaba
permitirá divagar menos y centrarse en el tema. No se vuelva a liar, cumpla con los
horarios.

2. Organice sus cosas. Muchas personas impuntuales llegan tarde por falta de
organización. Al salir de casa les falta el móvil, no encuentran las llaves, no saben
dónde dejaron la agenda y un largo etcétera. Tenga un lugar claro en el que colocar lo
que necesita a la hora de salir o calcule previamente cinco minutos más para la puesta a
punto antes de la salida.

3. Cuente con un margen de error. No establezca los tiempos como si no existiera el


tráfico o pensando en una reunión perfecta. Deje siempre un margen de 15 minutos. Si
al final no hay ningún imprevisto y llega antes, aproveche para revisar la agenda, poner
ideas en orden, o lleve un libro y lea. Es preferible aparecer 10 minutos antes que 10
minutos retrasado.

4. No postergue el momento de levantarse cuando suene la alarma. Uno de los mayores


placeres para muchas personas es apagar el despertador y seguir durmiendo cinco
minutos más. Si a usted le gusta demorarse, déjelo para el fin de semana, pero no para
los días en los que otras personas dependen de su presencia. Ponga el despertador lejos
de la cama, de tal forma que manejarlo le obligue a salir de su sitio cómodo. Y no
vuelva atrás. Inicie su rutina. Pase directo al baño, sírvase el café y póngase las pilas.
5. Calcule el tiempo que le lleva cada tarea de forma objetiva. No valore lo que le
gustaría tardar, sino lo que realmente invierte. ¿Cuánto tiempo emplea en elegir la ropa,
en desayunar, en maquillarse? ¿Cuánto tarda el trayecto de su transporte, su paseo hasta
la estación o la parada de autobús, hacer cola, sacar el billete, bajar la escalera que le
lleva al andén? Son muchas las personas que dicen que su tren o autobús tarda 10
minutos y salen de casa con los segundos justos pensando que se teletransportan hasta
allí y que, por supuesto, su medio de viaje les estará esperando a su llegada. Ni siquiera
cuentan con los dos o tres minutos entre un tren y el siguiente. Si a ese cálculo
irracional le añadimos el de comer, desayunar, las llamadas, reuniones, contestar
correos…, resulta que al final del día hemos dejado de contar por lo menos con un
margen de dos horas.

6. Lleve reloj y consúltelo. El móvil ha sustituido al reloj de muñeca, pero es más fácil
mirar la hora en este que sacar el teléfono del bolsillo o del bolso.

7. Oblíguese a llegar 10 minutos antes a cualquier cita. Por lo menos hasta que aprenda
a gestionar su tiempo. Cuando haya conseguido este logro, se puede proponer llegar
cinco minutos antes, y posteriormente, dos minutos antes. Así no fallará nunca. Es
preferible que espere usted a que tengan que esperarle los demás.

8. Planifique la agenda con racionalidad. Si satura su agenda con muchas actividades y


tiempos imposibles de cumplir, es normal que siempre llegue pasada la hora. Escriba en
ella lo que es viable, con los horarios que empleará para conseguirlo. Y al margen, en el
mismo día, anote otros temas pendientes que no sean ni urgentes ni importantes y que,
de sobrarle tiempo, pueda atender.

9. Si es olvidadizo, póngase alarmas o anótese las cosas en su agenda. La memoria de


trabajo, también conocida como memoria a corto plazo, da para lo que da. Si abusa de
su capacidad de recuerdo, olvidará temas que tendrá que atender fuera de horario y le
desorganizarán lo que tenía en ese momento.

10. Aprenda a decir no. Las personas muy solícitas y serviciales suelen tener problemas
para decir que no a las peticiones y favores de otros. Rehúyen el conflicto y valoran
tanto su colaboración y ayuda que terminan por sobrecargarse. Tener compromisos de
más enlentece y retrasa su agenda. La persona que le pide un favor cuenta con que no se
lo pueda hacer. Cumpla primero con sus compromisos, salvo excepciones, y luego, si
usted lo decide, dedique el tiempo que le sobre a atender a los demás o a atenderse a
usted mismo. Tiene derecho a gestionar su tiempo libre como le plazca.

La impuntualidad habla mal de usted. No es buena compañera ni en su profesión ni en


su vida personal. Tome nota.

elpaissemanal@elpais.com

El Valor de La Puntualidad

El tiempo es un recurso no renovable, de allí su extremado valor. Por eso la puntualidad es


cortesía, educación y respeto. La impuntualidad es una muestra de falta de cultura, es no
apreciar el tiempo de los otros ni el propio.
El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestros compromisos
adquiridos deliberadamente: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la
oficina, un trabajo pendiente por entregar, una cita médica…
La puntualidad es necesaria para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia,
pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades,
desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
¿Por qué no somos puntuales?
La falta de puntualidad denota desorden, mal manejo del tiempo, falta de planeación en
nuestras actividades, y por supuesto carencia de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo
esto?
El interés, el deseo y los gustos están muy asociados con la impuntualidad. Es decir, cuando
tenemos un total interés en algo, como por ejemplo una cita para aplicar a un empleo,
seguramente estaremos antes de la hora acordada y tomaremos todas las medidas para
cumplir con este compromiso. Al contrario de la cita donde el odontólogo la cual nos causa
molestia y buscamos aplazarla hasta el último minuto.
Obviamente hay actividades que nos generan un mayor interés y atracción, por eso para
algunas personas, el valor del tiempo varía dependiendo de la situación. El resultado de vivir de
acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se
reafirma el vicio de llegar tarde.
Hay otro factor que también influye en el valor de la puntualidad y es el orden. Cuando no
tenemos claridad de ideas, ni prioridades, tampoco una lista de pendientes, y menos un mapa
de actividades que nos guía, lo más coherente es que el tiempo se pierda fácilmente. La
pereza, el olvido, la falta de concentración, también son motivos que afectan este valor.
Además de lo anterior, la falta de puntualidad tiene un cierto grado de egocentrismo. Es decir,
partir de la base de que el tiempo de los otros es menos valioso que el propio, así que no
importa llegar tarde porque la otra persona no es tan “importante” como lo soy yo. Además de
ser una actitud egoísta es totalmente irrespetuosa.
¿Cómo corregir la falta de puntualidad?
No nos volvemos puntuales de la noche a la mañana. Para querer corregir este error se
necesita voluntad, disciplina, determinación, compromiso y responsabilidad como en todos los
propósitos.
Antes de empezar a poner alarmas, llenar agendas, programar recordatorios, etc., se tendrá
que hacer un cambio de mentalidad. Debemos ser conscientes que toda persona, evento,
reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra deberá ser el
sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.

Seguido de esto, se tendrá que encontrar la causa que provoca nuestra impuntualidad
(mencionadas anteriormente: interés, importancia, orden, egocentrismo, pereza, olvido, falta de
concentración…). Allí encontrará muchas respuestas y también las soluciones para desterrar
este mal hábito.

Establecer un orden y delimitar prioridades es básico. Asimismo, concentrarse en la actividad


que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar
mejor el tiempo. Para corregir esto, se tendrá que echar mano de algunas ayudas, como son
las alarmas del computador, agenda electrónica, celular, pedirle a un familiar o compañero que
nos recuerde la hora (sólo algunas veces para no ser molesto y dependiente).

Por último, habrá que hacer algunos ajustes en nuestro nuevo estilo de vida enmarcado en la
puntualidad. Quizá levantarse un poco más temprano, adelantar el reloj unos minutos,
establecer un horario, entre otros.

Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable,
mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de confianza.

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