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Licenciada en Filosofía
Agente de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres
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El objetivo principal de esta comunicación es exponer la crítica foucaultiana a
los regímenes de verdad y a relaciones de saber y poder que dominan en la pedagogía
clásica y poner de manifiesto alguna de las posibles alternativas a la misma.
PEDAGOGÍAS CLÁSICAS:
Entendemos que este tipo de pedagogías de corte clásico son aquellos procesos
de producción del saber vinculadas al poder mediante el establecimiento de relaciones
jerárquicas de dominación sobre el alumnado.
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posible las disciplinas y las instituciones y a partir de ellos se sostienen y
redistribuyen las ideologías. El discurso académico repite estereotipos sociales
estructuralistas en decadencia que encuentran discursos de oposición que no siempre
encajan en los modos teóricos del estructuralismo clásico por lo que se requieren
posturas postestructuralistas que permitan su explicación y práctica.
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como verdaderos mediante la “Razón Científica”, que encarga la identificación de “lo
verdadero” a un determinado grupo que se autocalifica como “intelectuales” o
“científicos”. Así, saber y poder se conectan y se producen mediante una acción de
gobierno: “El poder es más una cuestión de gobierno que de confrontación entre dos
adversarios o de relación entre uno y otro.” La “racionalidad política del gobierno”
genera autodisciplina, como un arte del gobierno basada en las tecnologías del yo. El
poder sólo existe en la acción y se actualiza en el cuerpo, en las acciones y en la
conducta. Para Foucault, poder y saber se unen en el discurso: el discurso transmite y
refuerza el poder, pero también puede oponerse a él, ya que, según las circunstancias,
un mismo discurso puede desempeñar múltiples relaciones con el poder: son como
bloques tácticos que operan en el campo de las relaciones de fuerzas con diferentes
estrategias, manteniendo una relación discursiva y nunca estable, por lo que “todo es
peligroso”.
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pretende hacer un sistema político total sino plantear su visión del mundo en forma de
regímenes de verdad encadenados y criticar los existentes para que ninguno se
instituya como único y verdadero: “El análisis, la explicación y el cuestionamiento de
las relaciones de poder y la intransitividad y el “agonismo” (o provocación permanente)
entre las relaciones de poder y la intransitividad de la libertad es una tarea política
inherente a toda existencia social”: así, Foucault no es indiferente a la necesidad de
aplicación práctica de la crítica, sino que la pone en manos de los técnicos especialistas
capacitados para realizarla.
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hablar, de entrar o salir del aula...) para determinar una disciplina de manera
subconsciente. La pedagogía opera como un regimen de verdad.
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.- La primera señala los aspectos instructivos de la pedagogía que surge de
los estudios de la mujer.
.- La segunda tendencia surge de las facultades de Ciencias de la
Educación y que hace hincapié en las consecuencias que se derivan de las visiones
sociales feministas para la educación.
.- La tercera es la tendencia que insiste en la visión crítica social y
educativa.
.- Y la cuarta es la que da más importancia a las prácticas docentes, como
indica Paolo Freire.
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Desde la pedagogía feminista se incide en que la perspectiva de género se
pueden aplicar todos los conceptos reseñados para criticar el regimen de verdad que
ha dominado en la educación y que ahora empieza a remitir lentamente, gracias a las
reivindicaciones femeninas por superar la situación de dominación androcéntrica y
patriarcal. Actualmente, se exige una mayor inclusión de los conceptos de Igualdad de
Oportunidades, criticando la transmisión de roles sociales discriminatorios
denunciando la monopolización patriarcal del saber, manifiesta en, por ejemplo, la
escasa presencia de nombres femeninos entre los personajes del saber y la poca
difusión de la autoría y la autoridad femenina en el mundo de la creación y el
conocimiento, la orientación laboral y universitaria que se proporciona de manera
discriminatoria a chicas o a chicos, o el uso de un lenguaje inconscientemente sexista
que refleja los patrones que han configurado las directrices del ámbito escolar y
académico dominado por varones. Los libros de texto ayudan a mantener los
estereotipos, como mostró el estudio realizado por Garreta y Careaga en 1987, ya que
no sólo no presenta imágenes de autoridad femenina en el ámbito del conocimiento
sino que cuando aparecen lo hacen en actitudes de subordinación y subsidiarias.
Desde el punto de vista del género, la autoridad debe ser entendida desde tres
puntos de vista: autoridad frente a crianza; autoridad como poder; autoridad como
autoría.
1.- Nos indica que la “autoridad” sigue vinculada con un determinado modo de
razón o racionalidad, de carácter patriarcal.
2.- Señala que, aun, se considera que determinados aspectos de la racionalidad
siguen identificándose como propios de los varones.
3.- Sigue teniéndose a la maestra, sobre todo en los niveles de alumnos de
menos edad, como una especie de madre o cuidadora.
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Así, las relaciones de poder en las escuelas serían una reproducción de las
relaciones de poder sociales, de modo que la mujer en el aula no está dotada de
autoridad. Esto no es algo patente ni descaradamente flagrante, sino algo sutil y, a
veces, sólo visible para quien esté sensibilizado con el problema de género.
Así, Friedman expone que “Necesitamos una teoría que reconozca, en primer
lugar, la negativa androcéntrica de toda autoridad a las mujeres y, segundo, indicar la
forma de expresarnos con una voz auténtica, que no se base en la tiranía” “Con nuestra
disposición a mostrarnos no jerárquicas y a brindar apoyo en vez de actuar de forma
tiránica e implacablemente crítica , a veces hemos participado en la negación
patriarcal del pensamiento de las mujeres (...) con nuestra sensibilidad hacia la
psicología de la opresión en la vida de nuestras alumnas, con frecuencia nos hemos
negado a nosotras mismas la autoridad que tratamos de vincular en nuestras
estudiantes”.
Y según otra autora, J. Pagano: Las educadoras feministas pueden enfocar las
cuestiones relacionadas con la autoridad a partir de la autoría: “La autoría no está
garantizada por la verdad sino por la veracidad. La veracidad sólo puede juzgarse
utilizando un lenguaje común”: en la coherencia de los relatos compartidos y los
vínculos con el mundo y los demás. Las educadoras feministas deberían considerar la
enseñanza como una puesta en práctica de la narración en la que la “autoridad” alude a
la capacidad de representar la realidad de significados y de imponer el acuerdo con los
propios actos de significación”.
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CONCLUSIÓN:
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