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Régimen patrimonial

1. Presentación
2. Introducción
3. Marco teórico
4. Análisis exegético
5. Conclusiones
6. Bibliografía

Presentación
Este trabajo que nos complacemos en presentar es sin duda algún producto de la investigación realizada por
los integrantes de este grupo de alumnos, que empeñosos en el curso de Derecho, hemos tratado de
desarrollar el tema del régimen patrimonial.
En este trabajo nosotros nos brindamos en presentar testimonio de una atenta observación de la realidad y
de la investigación jurídica, abordando desde luego con amplitud un tema tan importante del derecho de
familia, que es el régimen patrimonial del matrimonio que es la institución que tiene que ver con la organización
económica del matrimonio, ya que los cónyuges para conseguir sus fines, no solo requieren de un buen
propósito matrimonial sino también de un sólido soporte económico que garantice la estabilidad y la
permanencia de los intereses del vínculo matrimonial.
Por todas estas consideraciones, este trabajo constituye una fuente que servirá de orientador para poder
entender la institución del régimen patrimonial del matrimonio.

Introducción
Sobre el régimen matrimonial en general, pertenece a la historia y, según COLIN y CAPITAN, descansaba en
la idea de que la mujer, por el hecho del matrimonio, caía bajo la autoridad de su marido y entraba en su
familia lo mismo que los hijos que nacían dentro del matrimonio. Por ello todos los bienes que aportaban
nacían dentro del matrimonio. Por ello todos los bienes que aportaban al casarse, o que pudiera adquirir
durante el matrimonio, pasaban a ser propiedad del marido, constituyéndose así un solo patrimonio
perteneciente a este:
1. Ocurría así en Roma, donde en los primeros siglos, en virtud de la “manus” o potestad marital, la mujer era
consideraba habitualmente como una hija de la familia sin derecho patrimonial alguno. Pero a partir de la ley
de las doce tablas, que permitía a la mujer, en el matrimonio por “usus”, interrumpir la posesión marital
pasando tres noches cada año fuera del hogar haciéndose cada vez más frecuente el matrimonio sin “manus”
en que cada cónyuge tenía su propio patrimonio. Derivo de allí la constitución de una dote, por el marido, por
la mujer, o por extraños, a fin de que la mujer contribuyera a las cargas de la familia
2. Por régimen patrimonial debemos entender el conjunto de reglas que regulan la relación patrimonial entre
los cónyuges y frente a terceros, así tenemos que el patrimonio generalmente está formado por un conjunto
de bienes y derechos, obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que tiene toda persona.
Las relaciones patrimoniales entre los cónyuges está regulado en el Código Civil de 1984, Libro III, Derecho
de Familia Título III y se inspira en los Principios de Igualdad y el mandato de no discriminación consagrado
en la Constitución de 1979, habiéndose concretado estos Principios en los artículos 292, 313, 315 y 317 del
Código Civil, habiendo sido elaborado el Libro de Familia por el Dr. Héctor Cornejo Chávez, así como la
exposición de motivos de dicho libro. Los aspectos básicos que debe regular el régimen patrimonial son:
a) El derecho de propiedad sobre los bienes de los cónyuges.
b) Las facultades de disposición y administración de los bienes.
c) Los derechos de terceros frente a las deudas de los cónyuges
d) La extinción del régimen y su liquidación. El Código Civil organiza económicamente el matrimonio en dos
regímenes patrimoniales: el de separación de patrimonios y la sociedad de gananciales. En cuanto a la
elección del régimen, los cónyuges pueden elegir uno de ellos antes o después del matrimonio.

CAPÍTULO I

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Marco teórico
1. CONCEPTOS GENERALES.
1.1. PATRIMONIO.
Conjunto de bienes muebles e inmuebles susceptibles de valoración económica, de utilidad primordial o
superflua, sobre los cuales una persona física o los representantes de una persona jurídica tienen la garantía
estatal de ejercer todos y cada uno de los derechos inherentes a la propiedad, sin más limitaciones que las
establecidas a favor de terceros por la ley, la administración de justicia o la contratación, sean o no acreedores.
1.2. PATRIMONIO CONYUGAL.
El patrimonio conyugal es indiviso, pudiendo determinarse la copropiedad mediante sentencia judicial
únicamente.
1.3. PODER DOMÉSTICO.
Es aquel poder por el cual cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las
necesidades ordinarias de la familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al uso del lugar y a las
circunstancias de la misma.
1.4. MATRIMONIO.
El matrimonio, es un acto eminentemente consensual, en la medida en que requiere la concurrencia de
voluntades de los futuros esposos. Dicho consentimiento debe recaer sobre un proyecto de vida en común y
se presta mediante el cumplimiento de las formalidades. Se trata además de un consentimiento que es
acogido y correspondido por el otro contrayente, formándose de este modo el concierto a que se refiere el
texto del artículo bajo comentario. Su finalidad es hacer vida en común, tiene su raíz en la corriente
institucionalista que trata de explicar su naturaleza jurídica. El objetivo de hacer vida en común se orienta al
deber de cooperación y asistencia de los cónyuges, así como a la conformación de una familia. La finalidad
del matrimonio, entonces, es no solo gozar de la vida conyugal, sino formar una alianza para soportar mejor
los contratiempos de la vida.

2. ORIGEN DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.


2.1. DERECHO ROMANO.
El origen histórico de la comunidad es sumamente discutido. En el derecho romano no existen antecedentes
ciertos de la existencia de la institución, a pesar de que autores antiguos, como Lauriére, creían encontrar en
un fragmento de Scaevola, o en un epigrama de Marcial a Nigrine, o en el Digesto, el origen de la comunidad.
Otros, como Coquille, Grosley, Humbert y Valroger, se remontan más allá y creen que los romanos habían
dejado subsistir la costumbre gala de la comunidad. Lefebvre sostuvo que el régimen se originó gracias a la
concepción cristiana del matrimonio.
En OMEBA encontramos que en el derecho romano se establecieron dos sistemas patrimoniales según el
tipo de matrimonio celebrado. Si las justae nuptiae se contraían cum manu, la mujer quedaba bajo la potestad
del marido y su patrimonio era absorbido por el del esposo. En el matrimonio sine manu, la mujer continuaba
bajo el poder del grupo familiar de origen, y conservaba la propiedad de sus bienes. En este Caso se
consideraba que la esposa debía contribuir a los gastos del hogar, los bienes que aportara para ello, no
pasaban a propiedad del marido sino que se transmitían a los hijos de ambos, para quienes estaban
especialmente destinados, estos bienes recibieron el nombre de 'dotales'. Los bienes de la esposa que no
integraban los 'dotales' constituían los 'parafernales', Eran privativos de la mujer los adquiridos antes del
matrimonio o durante éste a título de herencia o con sus propios recursos. El 'sistema dotal' era el régimen
de separación ya que los bienes dotales son los únicos destinados a la familia y cada cónyuge conserva,
además, sus bienes propios.
En el derecho germánico antiguo, el marido como sucesor del padre de la novia, ejercía potestad sobre ella
y sus bienes, la mujer solo podía disponer de los utensilios caseros denominados gerade; el resto de su
patrimonio, en especial la dote, era administrado por el marido. Este sistema se denominó 'comunidad de
administración', la propiedad de los bienes estaba separada, pero los bienes de los cónyuges formaban una
masa unitaria administrada por el marido. Al disolverse el matrimonio, los bienes conyugales volvían a
desintegrarse en los bienes del marido y bienes de la mujer. Señala por su parte La Cruz Berdejo9 que en el
siglo pasado (Siglo XIX) hubo cierta tendencia, especialmente entre autores franceses, a ver los primeros
rasgos de la comunidad de bienes entre cónyuges, sea en la célebre definición del matrimonio, dada por
Modestino, sea en un pasaje de Scaevola, también en el Digesto, que deja entrever como posible en Roma
un contrato de sociedad entre varón y mujer. Pero las palabras de Modestino deben entenderse
exclusivamente referidas a las personas de los esposos, y no a su patrimonio. Y aun esa unión de personas
es fácilmente disoluble: omnis vitae no significa que la unión haya de durar toda la vida, sino que abarca todos
los aspectos de la vida: comunidad en el culto doméstico (divini inris), en la habitación, y en los honores no

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exclusivamente personales (humani iuris).

2.2. DERECHO GERMÁNICO.


Pasando a los pueblos germanos, podemos afirmar que en esta comunidad no existían los férreos lazos de
la primitiva familia romana. Tenían una autoridad, pero representaba la dirección, la administración, la
protección; los individuos de la familia no eran cosas sino personas; la mujer era la compañera, no la esclava
del hombre, y ella le ayudaba en todas sus empresas y le acompañaba en la guerra, y participaba de los
derechos de todos. Al casarse, el contrayente entregaba al padre ciertas sumas de dinero o determinados
objetos, que representan el precio de la transmisión (mundium); aparte de esto, a la mañana siguiente de la
boda, el marido, como premio a la virginidad de la mujer, le otorga una donación especial (morgengave),
consistente en dinero, joyas u otros objetos, que luego se generaliza y se entrega en premio de las cualidades
de la esposa, sea o no virgen. Más tarde, los bienes donados, que en un principio eran muebles, pudieron ser
inmuebles; la dote podía consistir en bienes raíces. Estas dos donaciones se confundían en una sola con el
nombre de donarium, dotario, dos, a cambio de la cual los padres de la novia entregaban al casarse, aunque
sin obligación alguna, cierta suma de bienes, que sólo tenía el carácter de un anticipo de legítima. Los bienes
de la dote pertenecían a la mujer, y al morir ésta, a sus hijos, pero si moría antes del marido, en algunos
pueblos los bienes dotales pasaban al marido, y en otros se adjudicaban por mitad al marido y a los herederos
de la mujer. En el derecho sucesoral se destacan los derechos concedidos al marido en la herencia de su
mujer, y a la mujer en la herencia del marido, o sea, la participación concedida a cada cónyuge en los bienes
propios o peculiares del otro. Respecto a la capacidad de la mujer, entre los germanos, la mujer vivía
constantemente bajo la potestad del padre, o a falta de éste, de los parientes más cercanos, cuando era
soltera o viuda. Cuando contraía matrimonio pasaba a la potestad del marido, no obstante disfrutaba de gran
consideración en el seno de la familia como partícipe de los afanes y riesgos del marido. Como consecuencia
natural de la absoluta sujeción de la mujer a la potestad del marido, éste concentraba en su mano todos los
bienes de aquélla, tanto muebles como inmuebles, los cuales administraba y usufructuaba, pudiendo disponer
por sí solo de los primeros, mas no de los segundos, sin el consentimiento de la mujer, por estimarse
Patrimonio común de la familia. Era el marido el que contraía las obligaciones y el que Tenía capacidad para
realizar los negocios de la familia. Y debía responder con todos los Bienes de la familia, con las limitaciones
indicadas.
Los bienes que se obtuvieran durante el matrimonio, es decir, las ganancias hechas por la sociedad, se dice
que pertenecían a ambos cónyuges, pues eran producto de los bienes de ambos o de su trabajo, y la lógica
y natural solución fue adjudicarlos proporcionalmente en unos pueblos, o con igualdad en otros, al esposo
sobreviviente y a los herederos del premuerto. El valor de la pureza (femenina) anterior al matrimonio era tal,
que la donación mencionada no tenía límite; "donarium", "dotario" o "dos", que constituía una verdadera dote
hecha por el marido a su esposa. Sin embargo, como nueva muestra de falta de lógica y coherencia, los
bienes que formaban parte de esta especie de dote podían ser enajenados por el marido, sin la concurrencia
de la voluntad de la esposa, e incluso, en contra de su designio. Por su parte, la dote propiamente dicha
(entregada por la familia de la novia), sufría de las mismas consecuencias que el donarium, puesto que,
aunque estaba conformada en beneficio de la mujer, en los pueblos escandinavos y anglonormandos, el
marido podía disponer libremente de ella. Señala Echecopar García que el “munt” germánico se diferenciaba
del “manus” romano en que mientras en el primero se ejercía tanto sobre la mujer como sobre los hijos, los
siervos y los extraños dependientes de la casa, el “manus” sólo confería autoridad especial sobre la mujer y
respectivamente sobre los hijos y esclavos.
2.3. DERECHO VISIGODO-ESPAÑOL.
A partir de Cárdenas y de Hinojosa, muchos antiguos autores españoles, entre los cuales podemos citar a
Gutiérrez y Sánchez Román, señalan el origen de la sociedad de gananciales precisamente en las costumbres
de estos pueblos primitivos germanos que, conservadas por los godos, domiciliados luego en España, se
establecieron como las primeras leyes relativas a esa comunidad de bienes. También recalcan este origen
algunos autores modernos, entre ellos Benavente Moreda y Guilarte Gutiérrez.
En contra de esta doctrina se pronuncia modernamente la de Prieto Bancés y De los Mozos y que sostiene
que el origen de la sociedad de gananciales debe situarse en el derecho romano vulgar conocido por las
investigaciones de E. Levi y de sus seguidores. Estos autores piensan que una manifestación muy clara y
elocuente de la idea de comunidad que siembra el cristianismo se encuentra en la novela de Valentiano III
(De fructibus inter maritum et uxorem).
Según esta doctrina, se establecía en esta ley que los cónyuges quedaban exentos de la obligación de rendir
cuentas de los frutos provenientes de sus respectivos patrimonios consumidos durante la vida matrimonial, lo
que revela, en su opinión, que existía la costumbre de colocarlos en común para atender a los gastos de la

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familia y que disponían de ellos lo mismo el varón que la mujer; viendo en ello los autores la posible derivación
de la partición por mitad de los frutos restantes.
Esta ley fue acogida más tarde por el derecho visigótico en el Breva rio de Alarico o Lex Romana wisigotorum
y, al amparo de la misma, se forma una costumbre, con ocasión de las donaciones nupciales, de acuerdo con
la solución cristiana del reparto por mitad de los bienes adquiridos durante el matrimonio, como se revela en
la fórmula XX de la llamada Colección ovetense. Sin embargo, esta corriente reconoce que en el Liber
Iudiciorum, la Ley Dum cuiscumque de RECESVINTO se pronuncia por la solución que dispone el reparto
proporcional a las aportaciones de los cónyuges, lo que marca las diferencias entre los historiadores en cuanto
al origen de la sociedad de gananciales; poniendo de relieve los autores que el carácter legal de tal régimen
era supletorio y que como regla principal se tenía por costumbre los pactos prenupciales, cuyo origen debe
vincularse al derecho romano vulgar de Occidente, lo que acreditaría su ascendencia cristiana y no germánica.
La principal regulación durante la dominación visigoda, es el denominado LIBER IUDICIORUM. La versión
romanceada de este cuerpo de leyes es el Fuero Juzgo, en el que la ley XVI, título II, libro IV, disponía lo
relativo a determinar el destino de las ganancias hechas por los cónyuges durante el matrimonio, ganancias
que debían dividirse en atención a la cuantía de los bienes aportados por los esposos, es decir, se trataba de
una división proporcional. Sin embargo, según sostiene la doctrina más antigua, tal división a prorrata de las
aportaciones de los cónyuges no se dio en la práctica en Castilla, en donde se estableció desde antiguo la
división por mitad, a través de los pactos prenupciales, que debieron darse antes de la ley de Recesvinto y
continuarse realizando después de ella.
Eran bienes gananciales todo lo que el marido y la mujer adquirían durante el matrimonio, por sí o por medio
de su hacienda. En lo que el marido adquiría en la guerra, por donación o herencia de amigos o extraños, de
su patrono o del monarca, no tenía la mujer derecho alguno, y podía el marido disponer libremente,
sucediendo en ellos sus hijos o herederos. Para la mujer también eran considerados propios los bienes así
adquiridos.
Con posterioridad al período visigodo, es decir, con la caída de la monarquía goda y consiguiente invasión
musulmana, se produce una dispersión de la población hispana y, por lo tanto, una diversificación de la
normativa, como rasgo característico de los primeros siglos de la Reconquista. En esta época se acentúan
los pactos o convenciones que determinan el régimen económico matrimonial y que muestran la tendencia
hacia el régimen comunitario. Son los denominados pactos de unidad, que fueron aceptados en el derecho
local; aunque también se dieron otras modalidades de pactos de mitad que buscaban asimismo la comunidad
de bienes, éstos aparecen en los fueros de Alcalá (título 84), el de Daroca (título 86), el de Coria (título 73) o
de Cáceres (título 80).

2.4. CRISTIANISMO.
Lefebvre sostuvo que el régimen se originó gracias a la concepción cristiana del matrimonio. Esta influencia
cristiana es también sostenida por Viollet y Olivier-Martin. Para el primero, gracias al cristianismo, la mujer
germana fue elevada y recibía una dote constituida por el marido originado en el hecho de que el matrimonio
se formalizaba por compra. Dote que luego se hizo simbólica y fue acompañada por la morgengabe,
elementos unificados y concentrados en la mujer.
De aquí derivarán los sistemas de comunidad universal y de ganancias. En la primera, la mujer tenía derecho
a una cuota parte de los bienes del marido; en la segunda, se distinguían los bienes propios de la mujer tenía
derecho a la tertia, es decir al tercio. La dos o dote se transformó en un simple derecho de usufructo de la
mujer con el fin de que la familia del marido no perdiese los bienes: fue el douaire (viudedad) que más adelante
se extendió a los conquets (gananciales), bajo condición de supervivencia.
La comunidad debe su nombre y su carácter distintivo a la existencia de una masa común, a un patrimonio
común entre los cónyuges, que reviste él también el nombre de comunidad. Se distinguen tres masas: bienes
de la comunidad, bienes propios del marido y bienes propios de la mujer. Esa masa común, que constituye
una unidad, está alimentada por los bienes y las deudas de los esposos. La masa debe, en principio, ser
administrada por el marido. Esa unidad de masa y de administración se acompaña necesariamente con la
unidad de responsabilidad. Por último, la masa común a la disolución del régimen se partirá en especie, entre
los cónyuges o sus herederos, pero no necesariamente por mitades.
El sistema romano perduro hasta la edad media y después evolucionó hacia una forma de 'comunidad de
bienes', en ella, los bienes comunes destinados al sostenimiento de las cargas matrimoniales, pertenecían a
ambos cónyuges y a la disolución del matrimonio, el patrimonio se distribuía entregando a cada cual no lo
aportado, sino los bienes en la proporción a lo que los cónyuges hubiesen estipulado previamente. Esta
comunidad de bienes ha presenta do variantes, atendiendo a la extensión de la masa.
 La comunidad universal, comprende todos los bienes muebles e inmuebles propiedad de los esposos
adquiridos antes y después de celebrado el matrimonio.

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 La comunidad reducida se entrega únicamente por determinados bienes de los consortes, existen tres
patrimonios: los bienes propios del hombre; los propios de la mujer y los comunes.
 'La comunidad de ganancias o gananciales' representa una variante del sistema de comunidad,
constituida con bienes adquiridos por los cónyuges durante el matrimonio, mediante sus esfuerzos y los
frutos y productos de los patrimonios de cada cónyuge.
Las ganancias adquiridas por el marido o la mujer forman un patrimonio común, pueden ser ganancias las
cosas y los derechos, los muebles y los inmuebles. Independientemente los cónyuges pueden tener, además,
su patrimonio propio y a la disolución del matrimonio los bienes ganados se dividen por mitad. En derecho
español hay datos seguros sobre el régimen de bienes del matrimonio en las épocas más antiguas. Entre los
cántabros eran los hombres quienes llevaban la dote a sus mujeres no éstas a sus maridos. La dote revistió
gran variabilidad, tanto en su denominación como en su cuantía y efectos. En las colecciones legales de
derecho castellano solían ser reguladas con el nombre de 'arras'. Sin embargo, el régimen de comunidad de
bienes predominó en el derecho histórico español. La tendencia hispánica fue la de adoptar la comunidad de
bienes integrada por los gananciales, respetando los bienes que cada cónyuge poseyera antes de la
celebración del matrimonio.

2.5. ANTECEDENTES EN EL PERÚ.


2.5.1. EL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1852.
En el imperio Inca se reconocían las gananciales a la esposa, En el tiempo de los incas, el común de las
gentes dependían de su ayllu, las tierra que cada cual recibían en las distribuciones periódicas, no podían ser
enajenadas ni trasmitidas a otros, y los poseedores tenían por lo general un simple derecho de usufructo que
les permitía aprovechar los rendimientos solo para subsistir.
No podía hablarse entonces de una comunidad de gananciales, donde no había dominio privado y cuando
sólo podía trasmitirse, al fallecimiento, los bienes de uso personal. Si bien es cierto que entre los Incas, los
curacas y los grandes se admitía la propiedad individual, pero entre ellos mismos la situación de la mujer era
completamente subordinada, casi una propiedad del jefe de la familia y la transmisión de los bienes se hacía
habitualmente por la linera del varón. Muy raro fueron los casos en que la coya o consorte del curaca quedo
con el patrimonio familiar. No podemos tratar del tema objeto de nuestro estudio en el código de 1852, si no
damos un breve esbozo de la legislación colonial. En la colonia las relaciones conyugales y paternas filiales
se desenvolvieron en un tipo de familia, que en el caso de la castellana y luego la indiana, fue de dimensiones
reducidas pero de fuerte cohesión, integrada casi exclusivamente por los cónyuges y sus descendientes.
Para Lawrence Stone, este tipo de familia era el fruto de un proceso de decantación en el que se había
comenzado por prescindir de la ayuda de parientes y se había afianzado un sentido de privacía doméstica y
de relaciones interpersonales. Dentro de este tipo de familia, para Stone, había poco espacio para el amor y
la intimidad. Según este autor, uno de los motivos de la falta de demostración del afecto era las cortas
expectativas de vida para cónyuges e hijos, lo que llevaba a que la familia fuera inestable, que el matrimonio
durara poco, las segundas nupcias frecuentes, y en definitiva, la muerte fuera parte de la vida.
El matrimonio era considerado la base esencial de una sociedad sana y ordenada. Las mujeres españolas se
casaban entre los 20 y 25 años, con periodos intergenésicos bastante largos y tenían pocos hijos.
El matrimonio en el Virreinato estuvo sujeto a la misma regulación que en España y resultaba de lo establecido
en las fuentes normativas seculares y canónicas, contenidas básicamente en la Partida Cuarta y en la
normativa emanada del Concilio de Trento. Sin embargo, fue necesario adaptar ciertas disposiciones a la
realidad indiana, fundamentalmente en lo referido a los impedimentos derivados del parentesco y a la
publicidad prenupcial.
Uno de los efectos del matrimonio era el surgimiento de una serie de deberes y derechos entre cónyuges. Si
bien la totalidad de estos deberes y derechos no estaba enunciada expresamente en las fuentes seculares y
canónicas, su existencia surgía de una combinación de leyes, doctrina jurídica y canónica, y en lo que al
Virreinato del respecta, también de la praxis judicial. Señala Echecopar García, que al advenimiento de la
República siguieron rigiendo en el Perú las leyes españolas. Cuando en 1836 se dictó el código de Santa
Cruz, de corta duración, se sometió a los esposos a la comunidad de gananciales, en forma que rigen en
nuestros días (artículo 970). El proyecto de VIDAURRE, en su artículo 39 contiene disposiciones análogas; y
los artículos 955 y 956 de nuestro código de 1852 y de 1936, dicen prácticamente lo mismo.
El C.C. de 1852 había adoptado LA SOCIEDAD DE GANANCIALES COMO RÉGIMEN OBLIGATORIO,
pasando todos los bienes aportados a la sociedad de gananciales, administrados y bajo la disposición del
marido.
Se adoptó el régimen de sociedad de gananciales por ser el régimen imperante y utilizado por las
legislaciones.

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El artículo 955 establecía Del matrimonio resultado, entre el marido y mujer una sociedad legal, en que pueda
haber bienes propios y bienes comunes: el marido es el administrador de estos bienes.
Se caracteriza porque ninguno de los cónyuges puede renunciar a esta sociedad ni sus efectos.
1. José Távara en su tesis señala los tres regímenes más importantes que rigen el Matrimonio: la comunidad
de bienes, en donde los bienes son un todo común, bajo la administración del marido.
2. la separación de bienes, donde los bienes se encuentran independientemente, como si no se hubiera
celebrado el matrimonio.
3. el régimen de gananciales, constituido por las gananciales como parte común. Respecto de los bienes
que ingresaban al matrimonio, estos podían ser:
a. LA DOTE, bienes llevados por la mujer al casarse para contribuir con el sostenimiento del hogar. El
marido era el destinatario de la dote. Cuando ella fuese sui iuris y contrajera un matrimonio cum
manu sus bienes pasarían automáticamente al marido. Si la mujer era alieni iuris se requería un acto
de entrega al marido de los bienes con los que los parientes de la mujer o ésta misma quisiesen
contribuir las cargas matrimoniales.
CLASES DE DOTE
 Dote necesaria o Dos profecticia. Constituida por la mujer, su padre o ascendiente paterno y
excepcionalmente por la madre.
 Dote voluntaria o Dos adventicia. Constituida por cualquier otra persona.
 Dos aestimata. Es aquella cuyo valor ha sido tasado al constituirla. Se distinguen:
 Dos estiamta venditionis causa. La constitución se juzga equivalente a una venta hecha al marido,
y la tasación asimilada al pretium, que le marido entregará cuando se disuelva el matrimonio
 Dos aestimata eaxationis causa. La finalidad de la tasación se ciñe a establecer el límite de la
responsabilidad del marido en caso de falta restitución.
 Dos recepticia. El constituyente ha convenido la devolución para cuando se disuelva el matrimonio.
b. LAS ARRAS, lo que esposo le daba por razón del matrimonio.
c. LOS PARAFERNALES, los que la mujer llevaba antes del matrimonio o adquiría durante él, después
de constituir la dote. Las parafernales correspondían a la mujer, como única dueña, pero era curioso
que siendo ella su única dueña, ésta no pueda disponer de estos bienes, sin autorización del marido;
o en todo caso con autorización judicial.
Se puede ver, que en todos los casos, el marido tenía amplias facultades sobre los bienes matrimoniales, era
el único administrador, quien además decidía el destino que podía darse a estos; sin embargo se puede
entender que aparentemente existían dos administradores, el marido de los bienes de la sociedad conyugal
y la mujer de los parafernales, del que también se puede sacar otra conclusión, que no HABÍA NI
COMUNIDAD DE BIENES, NI SEPARACIÓN ABSOLUTA DE BIENES.
Para la doctrina desarrollada en la época, se consideraba esperada la declaración, según lo que los bienes
parafernales no quedan incluidos en la administración del marido desde que en el artículo 180 y 955 expresan
terminantemente que los bienes de la sociedad están sometidos a la administración del marido. Es más
frecuente calificar de bienes parafernales a aquello que excluidos de la dote son entregados por la mujer al
marido para que los administre y emplee sus frutos circa se et UXOREM. Consistían en muebles, joyas,
vestidos, utensilios domésticos, praedia y créditos.
El régimen de estos bienes parafernales fue regulado por Justiniano disponiendo:
 Que la propiedad de tales bienes pertenece a la mujer.
 El marido puede entablar acciones en nombre de su mujer sin necesitar la CAUTIO DE RATO.
 El marido ha de emplear las rentas para gastos de ambos cónyuges.
 En la administración, el marido responde hasta la culpa leve in concreto.
Para obtener la devolución, la mujer puede servirse de las acciones de depósito o mandato, de la
REIVINDICATIO o de la CONDICTIO.
Los bienes comunes o ganancias, constituido por lo bienes obtenidos con las ganancias de cada cónyuge.
En el código civil de 1852, sobre el matrimonio resulta una sociedad conyugal, señala el artículo 180, que el
marido es administrador de los bienes de la sociedad conyugal.
El artículo 182, señala que la mujer no puede dar, enajenar, hipotecar ni adquirir a título oneroso o gratuito
sin intervención del marido o sin consentimiento por escrito. Artículo 1046, son gananciales todos aquellos
bienes que se encuentran al fenecer la sociedad legal, después de deducidas o pagadas los bienes propios
de cada cónyuge y las deudas contraídas durante el matrimonio.
De acuerdo al artículo 1048, no son gananciales sino bienes que corresponde a la mujer, la ropa de su uso,
el lecho cotidiano y el menaje ordinario de la casa.
Así mismo el artículo 1050, establecía que la mujer que no quiere ir habitar en casa del marido, y que en
contra de la voluntad permanezca en cualquier otra, no tendrá derecho a gananciales.

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Pierde los gananciales: La viuda que se prostituye. Por adulterio declarado judicialmente. No participa de los
gananciales, la mujer que abandona la cada del marido por toso el tiempo que dure la separación.
2.5.2. EL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL CÓDIGO CIVIL DE 1936.
En materia familiar, se estableció en el Código civil del 1936 el régimen forzoso de gananciales rechazándose
las capitulaciones matrimoniales.
Reguló la SOCIEDAD DE GANANCIALES CON BIENES PROPIOS DE CADA CÓNYUGE.
Introdujo de los BIENES RESERVADOS DE LA MUJER, los que según el maestro José León Barandiarán
“responde a necesidades de orden sociológico dentro de la vida moderna”.
El código civil de 1936 mantuvo el Régimen de Comunidad de Gananciales, básicamente contenido en el
Titulo de la sección Segunda del Libro de Familia, estableciendo:
 Del régimen de los bienes en el Matrimonio.
 De los bienes Reservados.
 De las donaciones por razón de matrimonio.
 De la dote. De la separación de bienes durante el matrimonio.
 Se caracterizó:
 EL marido dirige la sociedad conyugal.
 El marido es el representante de la sociedad conyugal, solo para las necesidades ordinarias de la
sociedad conyugal era representado por ambas.
 La mujer puede ejercer cualquier profesión o industria así como efectuar cualquier trabajo fuera de la
casa común con el consentimiento expreso o tácito del marido. Pero si el marido se negase a dar su
consentimiento podrá ser autorizados por el juez siempre que pruebe o justifica al interés de la
sociedad conyugal.
 La mujer no responde con sus bienes propios por las deudas personales del marido.
Este régimen fue objeto de encontradas opiniones, primo la idea de modificarlo si es que no de suprimirlos
por otro. Sin embargo, no se puede dejar de admitir que el sistema peruano de ese entonces adolecía de
inestabilidad y rigidez pues imponía a todos los matrimonios, ipso jure y sin alternativa, un determinado
régimen que en concepto de legislador era el más adecuado a la realidad del país, sin permitir a las partes la
adopción de ningún otro (salvo el de separación de bienes como excepción durante el matrimonio). De otro
lado se llama la atención hacia el hecho de no ser idéntica la situación de todas las uniones conyugales en
materia patrimonial, de donde fluye que es el régimen de comunidad de gananciales puede ser adecuado en
unos casos pero inadecuados en potros. La ley estaría tratando de la misma manera situaciones diferentes
sin que haya razón valedera.
El régimen, tal como estaba organizado constituía una de las áreas mayormente se advierta un criterio de
supremacía del varón y la subordinación de la mujer.
Se hacía en efecto que si bien la discriminación en perjuicio de la mujer se comprobaba claramente en la
esfera de las relaciones personales que el código normaba bajo el epígrafe de Deberes y Derechos que nacen
del matrimonio y en la del ejercicio de la patria potestad, ello también ocurría en el campo del régimen
patrimonial que el código legislaba bajo el nombre de sociedad de gananciales.
De otro punto de vista especialmente concerniente a la fluidez de las relaciones patrimoniales del matrimonio
y del interés de terceros, se señalaba también que el régimen de gananciales había mostrado su falta de
eficacia para asegurar un ejercicio adecuado de la facultad de disposición del patrimonio común, pues al
amparo del texto original artículo 188 se propiciaba o posibilitaba el abuso del marido y con la modificatoria
introducida por la ley N° 17838 se dificultaba en tal forma los actos de disposición.
Toda vez que conforme al artículo 188, el marido es el administrador de los bienes comunes y como tal estaba
facultado para disponer de ellos a título oneroso. Pero con la modificación introducida por la ley 17838, si bien
el varón se mantenía como administrador pero se querrá la intervención de la mujer cuando se trate de
disponer, gravar bienes comunes a título gratuito u oneroso.

3. CONCEPTO DE REGIMEN PATRIMONIAL.


Por régimen patrimonial debemos entender el conjunto de reglas que regulan la relación patrimonial entre los
cónyuges y frente a terceros, así tenemos que el patrimonio generalmente está formado por un conjunto de
bienes y derechos, obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que tiene toda persona.
En el Perú los regímenes patrimoniales en el matrimonio son la sociedad de gananciales y el de separación
de patrimonios.

4. PRINCIPALES REGÍMENES PATRIMONIALES.


En el mundo muchos otros regímenes patrimoniales, así:
4.1. SEPARACIÓN DE BIENES.

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El régimen de separación de bienes, a que quedó hecha referencia, se fundada en la independencia absoluta
del patrimonio de los cónyuges, como si fueran solteros; respondiendo, entonces, cada uno de las
obligaciones que contraigan.
4.2. RÉGIMEN SUPLETORIO.
El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en defecto de separación convenida o por deficiencia de
ésta (artículo 295 del Código Civil).
Lo primero, cuando no hay una opción expresa por algún régimen patrimonial; lo
segundo, cuando el convenio matrimonial de opción de régimen patrimonial es inválido, sea por un defecto
de forma o de fondo. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido aceptado por quienes
hasta pueden ignorar todo lo que afecta a esta situación.
4.3. RÉGIMEN DOTAL.
Régimen dotal solo resultan afectados por el enlace matrimonial los bienes comprendidos en la dote, que la
mujer u otra persona, en consideración a ella, entrega al marido con la finalidad de atender al levantamiento
de las cargas matrimoniales, no así los bienes extra dotales -parafernales- que forman el restante patrimonio
de la mujer.
4.4. RÉGIMEN ECONÓMICO MATRIMONIAL.
Régimen económico matrimonial en el Libro III sobre el Derecho de Familia. La posibilidad de que los
contrayentes puedan optar entre el régimen de sociedad de gananciales o el de separación de patrimonios, y
que los cónyuges puedan sustituir el régimen económico vigente, demuestra la existencia en él de la
autonomía privada, si bien con limitaciones para garantía de aquéllos y de los terceros.
4.5. RÉGIMEN DE COMUNIDAD.
El régimen de comunidad, a que ya se ha aludido, es denominado universal cuando, excluidos-los que
excepcionalmente son incomunicables, se forma con los restantes bienes de los cónyuges -presentes y
futuros- el activo de un patrimonio común, representando las deudas sociales y las personales un pasivo
también común, sin considerar tampoco, como en aquellos otros, el tiempo o causa de su existencia.
4.6 RÉGIMEN DE COMUNIDAD DE ADQUISICIONES A TÍTULO ONEROSO.
Régimen de comunidad de adquisiciones a título oneroso, como su nombre indica, es una comunidad limitada
a las adquisiciones que los cónyuges realizan a título oneroso durante el matrimonio; permaneciendo, en
cambio, en propiedad separada de cada uno de los bienes que tuviesen con anterioridad al matrimonio y los
adquiridos con posterioridad a título gratuito.
4.7. RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LAS GANANCIAS.
En el régimen de participación en las ganancias, la idea fundamental de la separación de los patrimonios de
ambos cónyuges aparece atenuada por el reparto o nivelación de ganancias obtenidas durante el matrimonio,
que hay que realizar al terminar el régimen.

5. DENOMINACIÓN.
Los regímenes patrimoniales en el matrimonio: se denominan sociedad de gananciales y separación de
patrimonios.

6. DEFINICIÓN RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.


En el Perú existen dos regímenes patrimoniales en el patrimonio: el de sociedad de gananciales y el de
separación de patrimonios, y cada uno se encuentra definido.
El Régimen de Bienes de la SOCIEDAD DE GANANCIALES se encuentra definido en el artículo 301 del
Código Civil, el mismo establece que en el régimen de sociedad de gananciales puede haber bienes propios
de cada cónyuge y bienes de la sociedad.
Éste se impone como un límite natural a la administración y disposición de bienes propios y sociales, según
el caso; se constituye, pues, en la medida necesaria para afectar patrimonialmente a la familia y que, de
hecho, los cónyuges utilizan en un matrimonio normal. Por ello y ante su inobservancia por uno de los
cónyuges, el interés familiar es el argumento para restringir o suprimir algún acto de gestión de los bienes que
lo perjudica o para verificar la realización de uno que demanda.
La sociedad de gananciales es un ente jurídico autónomo, titular del derecho de propiedad sobre los bienes
sociales, no constituyendo un régimen de copropiedad. Por ello, para disponer de dichos bienes se requiere
el consentimiento de ambos cónyuges, no pudiendo haber disposición por parte de uno de ellos de
porcentajes de los bienes sociales, por cuanto no existen alícuotas sobre las que cada cónyuge ejerza el
derecho de propiedad.
El Régimen de SEPARACIÓN DE PATRIMONIOS se regula en el artículo 327 y siguientes del C.C., el cual
indica que en el régimen de separación de patrimonios, cada cónyuge conserva a plenitud la propiedad,
administración y disposición de sus bienes presentes y futuros y le corresponden los frutos y productos de

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dichos bienes. Plácido indica que la separación de patrimonios constituye un régimen patrimonial del
matrimonio con carácter autónomo y originario. Este es un régimen convencional que también puede ser
impuesto por decisión judicial o por imperio de la ley.

7. CARACTERÍSTICAS.
a) Es un sistema de elección y de variabilidad de régimen patrimonial.
Al contemplarse los regímenes patrimoniales de sociedad de gananciales y de separación de patrimonios, se
incorpora el sistema de elección y de variabilidad entre estos dos regímenes típicos, regulados en la ley. Se
comprueba que el principio de libertad de pacto nupcial es limitado y que los regímenes son mutables.
Con la introducción de este sistema, se desarrolla el derecho de opción entre los contrayentes (artículo 295
del Código Civil), para elegir -antes del matrimonio y no durante; posibilidad, esta última, que permitiría
eliminar formalidades costosas si la opción constara en el acta matrimonial- el régimen patrimonial al que se
adhieren y que comienza a regir al celebrarse el matrimonio, y el derecho de sustitución entre los cónyuges
(artículo 296 del Código Civil), para cambiar el régimen patrimonial en que se encuentran y adherirse al otro.
b) Establece al régimen de sociedad de gananciales como régimen legal supletorio.
La existencia de dos regímenes patrimoniales determina que, si los
cónyuges no se adhieren a ninguno, necesariamente se admita un régimen legal supletorio.
La tradición jurídica en nuestro país motivó que el régimen de adquisiciones a título oneroso o sociedad de
gananciales sea el régimen legal supletorio.
El régimen supletorio opera por ministerio de la ley, en defecto de separación convenida o por deficiencia de
ésta (artículo 295 del Código Civil). Lo primero, cuando no hay una opción expresa por algún régimen
patrimonial; lo segundo, cuando el convenio matrimonial de opción de régimen patrimonial es inválido, sea
por un defecto de forma o de fondo. No se trata de una ficción para suponer que tácitamente ha sido aceptado
por quienes hasta pueden ignorar todo lo que afecta a esta situación.
c) Ambos cónyuges comparten el poder doméstico.-
La conveniencia de facilitar la satisfacción de las necesidades ordinarias de la familia y el principio de igualdad
jurídica de los cónyuges, determinaron que se les atribuya por igual el poder doméstico; según el cual,
cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las necesidades ordinarias de la
familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la misma. Ello
permite, cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor, la necesaria flexibilidad para atender la vida
familiar en su aspecto de gestión del hogar, con un sentido de igualdad para ambos cónyuges (artículo 292
del Código Civil).
d) Las cargas de familia son compartidas.-
Cualquiera que sea el régimen patrimonial vigente ambos cónyuges están obligados a contribuir al
sostenimiento del hogar, según sus respectivas posibilidades y rentas; esto es, tienen el deber de levantar las
cargas de la familia.

e) El principio rector de la gestión de los bienes es el interés familiar.-


Si bien no hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de protección de la familia y
por la consideración en el Código Civil de que la regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir
a su consolidación y fortalecimiento, está implícito que la gestión de los bienes debe responder al interés
familiar, como precepto rector, cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor.
Éste se impone como un límite natural a la administración y disposición de bienes propios y sociales, según
el caso; se constituye, pues, en la medida necesaria para afectar patrimonialmente a la familia y que, de
hecho, los cónyuges utilizan en un matrimonio normal. Por ello y ante su inobservancia por uno de los
cónyuges, el interés familiar es el argumento para restringir o suprimir algún acto de gestión de los bienes que
lo perjudica o para verificar la realización de uno que

8. NATURALEZA JURÍDICA DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL DEL MATRIMONIO.


Dado que el régimen patrimonial del matrimonio en el Perú no lo es en sí, sino que contiene dos regímenes
patrimoniales, el de sociedad y gananciales y el de separación de patrimonios, es menester establecer la
naturaleza jurídica de cada uno de ellos por separado.
a) Respecto de la sociedad de gananciales.
se ha esbozado diversas teorías y propuestas, tales como que es un contrato de sociedad, una persona
jurídica, una copropiedad, entre otras, siendo la mayor parte de ellas insuficientes, si no erróneas. Sin
embargo, la que acerca más a su realidad es la teoría alemana de que es un patrimonio en mano común
(origen del término mancomunidad), en el que no existen partes alícuotas; cada parte participa en el todo.
Recalcar que se trata de la comunidad es bastante adecuado, pues es preciso distinguirla de la copropiedad

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institución completamente diferente; de igual forma las teorías que apuntan a considerarla una persona
jurídica han sido desvirtuadas en la actualidad.
b) Por su parte, respecto del régimen de separación de patrimonios
Nos encontramos en que cada parte es titular de su propio patrimonio, y en atención a ello nos encontramos
en que la naturaleza jurídica del régimen de separación de patrimonios es el mismo que el de la propiedad.
La propiedad es, en primer lugar un poder jurídico. El poder adopta muchas formas, en este caso nace del
derecho. Recae sobre un bien o sobre un conjunto de bienes, ya sean corporales (cosas) o incorporales
(derechos).
Cuatro atributos o derechos confiere la propiedad a su titular: usar, disfrutar, disponer y reivindicar. El ejercicio
de la propiedad debe realizarse en armonía con el interés social, que debe responder al interés familiar.

9. OBJETIVO DEL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO.


Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirán marido y mujer en la atención de
las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la repercusión que el matrimonio tendrá sobre la
propiedad y administración de los bienes presentes o futuros de los cónyuges y, también, la medida en que
esos bienes responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los esposos.
Los contrayentes tienen la posibilidad de elegir libremente, en forma expresa o tácita, el régimen patrimonial
del matrimonio que celebrarán, así como, una vez casados, cambiar (en forma expresa) el régimen de
sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios o viceversa, esto cuantas veces lo consideren
conveniente, sin necesidad de proceso judicial alguno, como una ocurrencia normal en la vida del matrimonio.

10. IMPORTANCIA DE LOS REGIMENES PATRIMONIALES


La elección de régimen patrimonial, a escoger normalmente es dejada de lado a la hora de decidir los detalles
del matrimonio. No suele considerarse la importancia y los efectos que la elección informada y libre de un
régimen patrimonial va a acarrear al nuevo matrimonio, tanto en sus relaciones recíprocas, como respecto de
sus descendientes, ascendientes y terceros.
La elección de uno u otro régimen patrimonial del matrimonio tendrá efectos en cuanto a quien va a administrar
los bienes de los cónyuges, cuando se requerirá algún tipo de autorización especial, va a definir la posibilidad
de celebrar todo tipo de contratos entre los cónyuges, tendrá igualmente efectos en cuanto a la situación en
que quedarán el o los cónyuges a la hora de poner término al régimen (ya sea por muerte, cambio de régimen
patrimonial cuando proceda, disolución del vínculo matrimonial) etc.

11. ELEMENTOS
11.1. Sujetos.- Los Cónyuges
11.2. Objeto.- La finalidad del Régimen Patrimonial, es el formar un conjunto de bienes y derechos,
obligaciones y deudas, que son valorables económicamente y que tiene todo matrimonio, dependiendo del
régimen patrimonial elegido.

12. RELACIÓN JURÍDICA EN RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO


La relación jurídica es aquel vínculo intersubjetivo con relevancia jurídica que surge de un acto jurídico, el
mismo general derechos y obligaciones entre los agentes. En el presente caso se presentan los derechos y
obligaciones que surgen de los diversos regímenes patrimoniales del matrimonio.
12.1. DERECHOS
En el Régimen de Sociedad de gananciales existen bienes propios, respecto de los cuales cada cónyuge
conserva la libre administración de sus bienes propios y puede disponer de ellos o gravarlos. Son bienes
propios de cada cónyuge:
1. Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.
2. Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la causa de adquisición
ha precedido a aquélla.
3. Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.
4. La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de enfermedades,
deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.
5. Los derechos de autor e inventor.
6. Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo que sean accesorios de
una empresa que no tenga la calidad de bien propio.
7. Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan gratuitamente entre los socios por
revaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o participaciones sean bien propio.

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8. La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la contraprestación constituye
bien propio.
9. Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas, condecoraciones, correspondencia y
recuerdos de familia.
Conforme al artículo 323 del Código Civil, los cónyuges tienen derecho a percibir la parte que les corresponde
de las gananciales, las que se dividen por mitad entre ambos cónyuges o sus respectivos herederos.
En el Régimen de Separación de bienes, el artículo 327 del Código Civil establece que cada cónyuge tiene el
derecho de conservar a plenitud la propiedad, administración y disposición de sus bienes presentes y futuros
y le corresponden los frutos y productos de dichos bienes.

12.2. OBLIGACIONES
En principio, existen obligaciones comunes de los cónyuges, sin importar el régimen patrimonial que se
hubiere adoptado en el matrimonio. Así, el artículo 300 del Código Civil establece que “Cualquiera que sea el
régimen en vigor, ambos cónyuges están obligados a contribuir al sostenimiento del hogar según sus
respectivas posibilidades y rentas. En caso necesario, el juez reglará la contribución de cada uno”.
Respecto del régimen de sociedad de gananciales, conforme lo establece el artículo 316 del Código Civil, son
de cargo de la sociedad:
1. El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.
2. Los alimentos que uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3. El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges.
4. Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento hechas en los predios
propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten.
5. Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de uno de los cónyuges
con consentimiento de éste.
6. Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y retribuciones que
los afecten.
7. Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto los bienes propios
como los sociales, cualquiera que sea la época a que correspondan.
8. Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de cada cónyuge.
9. Los gastos que cause la administración de la sociedad.
Son obligaciones sociales las asumidas por cualquiera de los cónyuges en el ejercicio del poder doméstico
(artículo 292 del Código Civil) y también las contraídas por ambos por actos de administración y disposición
que exceden de tal potestad (artículo 315 del Código Civil). Debemos precisar que, en el régimen de sociedad
de gananciales, el poder doméstico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto, las obligaciones
contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad, son las deudas sociales propiamente.
Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen las cargas y las deudas sociales propiamente dichas.
Asimismo, el artículo 317 del Código Civil señala que respecto de los bienes sociales y, a falta o por
insuficiencia de éstos, los propios de ambos cónyuges, responden a prorrata de las deudas que son de cargo
de la sociedad.
El artículo en mención se encarga de desarrollar las condiciones en las que se hace efectiva la responsabilidad
patrimonial del o de los cónyuges por las denominadas deudas comunes, estableciendo que en tales casos,
de manera principal, esa responsabilidad se hace efectiva con cargo a los bienes comunes, y de manera
subsidiaria y limitada sobre los bienes propios de cada uno de los cónyuges.
Conviene advertir prontamente que aun cuando el artículo en comentario se refiere a "las deudas que son de
cargo de la sociedad" (la de gananciales) y a que son los bienes sociales o, en su caso, los propios los que
responden por dichas deudas, lo cierto es que ni existe una sociedad deudora ni puede predicarse respecto
de los bienes una condición: la de responsables, que solo puede ser atribuida a las personas. En efecto, la
sociedad de gananciales "no puede ser propiamente deudora por carecer de personalidad jurídica. Deudores
personales lo son siempre los cónyuges, aislada o conjuntamente, como personas individuales, y lo que
importa es saber si de la deuda de uno o de los dos cónyuges puede nacer responsabilidad directa sobre los
bienes legalmente calificados de gananciales"

13. INSTITUCIONES AFINES AL RÉGIMEN PATRIMONIAL EN EL MATRIMONIO:


13.1. CONCUBINATO
Es la unión de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer, libres de impedimento
matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los del matrimonio, origina una
sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre
que dicha unión haya durado por lo menos dos años continuos.

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Se deben alimentos los concubinos durante la con vivencial. El mismo legislador, que fue reticente y
retrechero con las familias no conyugales, no pudo evitar reconocer que las parejas no casadas se unen para
forjar una comunidad de vida, desde el momento mismo en que el artículo 326 del Código Civil señala que la
unión de hecho se decide para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los del matrimonio.
13.2. PERSONAS JURÍDICAS
Las personas jurídicas. Son centros de imputación normativa, formas que el Derecho proporciona para que
los seres humanos organicen sus actividades con el propósito de realizar fines que el ordenamiento jurídico
estima dignos de amparo. Dada esta característica de ser creaciones del Derecho, el tipo de personas
jurídicas que se puede constituir es númerus clausus, debiendo encontrarse la forma prevista en algún cuerpo
normativo, tal como el Código Civil o la Ley General de Sociedades. Así, si un grupo de personas decide
formar una persona jurídica, deberá remitirse a la legislación y adecuarse a la forma que estime conveniente.
Ello le permitirá alcanzar el fin que persigue, no siendo posible que creen una nueva clase de persona jurídica
no prevista en el ordenamiento jurídico peruano. Lo dicho concuerda con lo establecido en la Constitución,
pues ésta señala que las personas podrán constituir organizaciones jurídicas, pero con arreglo a ley.
 SEMEJANZAS
Las personas jurídicas tienen semejanzas únicamente con el régimen de sociedad de gananciales, ello en
atención a que en ambos casos advertimos la existencia de un patrimonio que si bien tiene origen en personas
naturales deja de ser de aquellos para convertirse en patrimonio de esta ficción jurídica, en el caso del
matrimonio de la sociedad conyugal, y en el segundo de la persona jurídica, en cualquiera de sus formas.

CAPITULO II

Análisis exegético
1. DESARROLLO NORMATIVO

ARTÍCULO 295 DEL CÓDIGO CIVIL


Antes de la celebración del matrimonio, los futuros cónyuges pueden optar libremente por el régimen de
sociedad de gananciales o por el de separación de patrimonios, el cual comenzará a regir al celebrarse el
casamiento. Si los futuros cónyuges optan por el régimen de separación de patrimonios, deben otorgar
escritura pública, bajo sanción de nulidad. Para que surta efecto debe inscribirse en el registro personal. A
falta de escritura pública se presume que los interesados han optado por el régimen de sociedad de
gananciales.

El primer concepto que esboza este artículo, es que el matrimonio determina el surgimiento de relaciones con
consecuencias de índole patrimonial.
Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirán marido y mujer en la atención de
las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la repercusión que el matrimonio tendrá sobre la
propiedad y administración de los bienes presentes o futuros de los cónyuges y, también, la medida en que
esos bienes responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los esposos.
Nuestro sistema legislativo regula dos regímenes patrimoniales del matrimonio: denominándolo "sociedad de
gananciales", el régimen de comunidad de adquisiciones a título oneroso, que es una comunidad limitada a
las adquisiciones que los cónyuges realicen a título oneroso durante el matrimonio; permaneciendo, en
cambio, en propiedad separada de cada uno los bienes que tuviese con anterioridad al matrimonio y los
adquiridos con posterioridad a título gratuito, perteneciendo a la comunidad las rentas o productos de los
bienes propios de los esposos. Con la denominación de "separación de patrimonios", se contempla un
régimen de separación absoluta.
Respecto de éstos, se incorpora el sistema de elección y de variabilidad entre estos dos regímenes típicos,
regulados en la ley. Se comprueba que el principio de libertad de pacto nupcial es limitado y que los regímenes
son mutables.
La conveniencia de facilitar la satisfacción de las necesidades ordinarias de la familia y el principio de igualdad
jurídica de los cónyuges, determinaron que se les atribuya por igual el poder doméstico; según el cual,
cualquiera de los esposos podrá realizar los actos encaminados a atender las necesidades ordinarias de la
familia y a la conservación de su patrimonio, conforme al uso del lugar y a las circunstancias de la misma.
Cualquiera que sea el régimen patrimonial vigente ambos cónyuges está obligado a contribuir al sostenimiento
del hogar, según sus respectivas posibilidades y rentas; esto es, tienen el deber de levantar las cargas de la
familia.

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Si bien no hay norma expresa sobre el particular, por el principio constitucional de protección de la familia y
por la consideración en el Código Civil de que la regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir
a su consolidación y fortalecimiento, está implícito que la gestión de los bienes debe responder al interés
familiar, como precepto rector, cualquiera que sea el régimen patrimonial en rigor.

ARTÍCULO 296 DEL CÓDIGO CIVIL


Durante el matrimonio, los cónyuges pueden sustituir un régimen por el otro. Para la validez del convenio son
necesarios el otorgamiento de escritura pública y la inscripción en el registro personal. El nuevo régimen tiene
vigencia desde la fecha de su inscripción.

La existencia de dos regímenes patrimoniales determina que, si los cónyuges no se adhieren a ninguno,
necesariamente se admita un régimen legal supletorio. El régimen de adquisiciones a título oneroso o
sociedad de gananciales es el régimen legal supletorio, puede establecerse, ya sea que el pacto nupcial se
otorgue antes o durante el matrimonio.
La posibilidad de que los contrayentes puedan optar entre el régimen de sociedad de gananciales o el de
separación de patrimonios, y que los cónyuges puedan sustituir el régimen económico vigente, demuestra la
existencia en él de la autonomía privada, si bien con limitaciones para garantía dé aquéllos y de los terceros.
El artículo 296 exige que para la sustitución del régimen patrimonial en forma convencional, como condición
de validez, el otorgamiento de escritura pública y la inscripción en el registro personal; precisándose que el
nuevo régimen tiene vigencia desde la fecha de su inscripción.
Sin embargo, lo dispuesto en el artículo 296 del Código Civil no concuerda con lo señalado en el artículo 319
del mismo para el caso del fenecimiento del régimen de sociedad de gananciales por esta causa. Así, en esta
última norma se establece que, para las relaciones entre los cónyuges, se considera que el fenecimiento del
régimen de sociedad de gananciales se produce en la fecha de la escritura pública; y, respecto de terceros,
el citado régimen patrimonial se considera fenecido en la fecha de la inscripción en el registro personal. Se
aprecia, entonces, que de conformidad con el citado artículo 319 del Código Civil la escritura Pública es la
única formalidad exigida como condición de validez. Esta deficiencia legislativa es relevante, si se considera
que los cónyuges pueden adquirir bienes y contraer obligaciones en el lapso de tiempo que exista entre la
fecha de la escritura Pública y la fecha de inscripción en el registro personal; surgiendo el problema de calificar
como propios o sociales a los indicados bienes y obligaciones.

ARTÍCULO 297 DEL CÓDIGO CIVIL


En el caso de hallarse en vigencia el régimen de sociedad de gananciales, cualquiera de los cónyuges puede
recurrir al juez para que dicho régimen se sustituya por el de separación, en los casos a que se refiere el
artículo 329.

La sustitución judicial se producirá cuando, a pedido del cónyuge agraviado, el juez considere que se ha
acreditado abuso de facultades, dolo o culpa en la gestión de los bienes, imputable al otro. Obsérvese la
incongruencia que existe entre los artículos 297 y 329 del Código Civil sobre la legitimación activa. Mientras
que el primero establece que cualquiera de los cónyuges puede ejercitar esta pretensión; el segundo reserva
el ejercicio de la pretensión a favor del cónyuge agraviado.
Criterios para configurar las causas anotadas:
a) El abuso de facultades, se presenta cuando uno de los cónyuges facultado para el ejercicio de aquéllas
relativas a la gestión patrimonial, se excede manifiestamente de los límites de la buena fe u omite realizar
aquello que sea necesario para la debida administración, de modo que dicha acción u omisión no se
compatibiliza con el interés familiar.
b) El dolo en la gestión de los bienes se produce cuando uno de los cónyuges realiza por sí solo actos
dispositivos o de gestión patrimonial que entrañen fraude o grave daño o peligro para los derechos del otro o
de la sociedad o genera la destrucción de bienes propios del otro o de la sociedad.
c) La culpa en la gestión patrimonial se presenta cuando uno de los cónyuges con su negligente administración
pone en peligro o provoca la pérdida de bienes propios del otro o bienes sociales.

ARTÍCULO 298
Al terminar la vigencia de un régimen patrimonial se procederá necesariamente a su liquidación.

En todos los demás casos de fenecimiento de la sociedad de gananciales o del régimen de separación de
patrimonios, como Invalidación del matrimonio, separación de cuerpos, divorcio, declaración de ausencia, y

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muerte de uno de los cónyuges, se procederá a la liquidación del régimen respectivo y a su inscripción en el
registro personal.
Si bien la norma deja abierto lo relativo a la liquidación del régimen patrimonial para ambos regímenes, en la
práctica la liquidación se hará necesaria únicamente en caso de haber estado dentro del régimen de sociedad
de gananciales, pues solo aquí habrá bienes comunes que haya que liquidar.
Las uniones de hecho, siempre y cuando cumplan con los requisitos del artículo 326 (voluntariamente
realizadas y mantenidas como mínimo por dos años por un varón Y una mujer que carecen de impedimento
matrimonial), al originar una sociedad de bienes a la cual se le aplicarán las reglas de la sociedad de
gananciales en cuanto le fueren aplicables, también pueden fenecer, lo que implicará que se realice el
procedimiento de liquidación señalado.
Es conveniente señalar que los bienes sociales se encuentran en un régimen de comunidad y, aunque los
cónyuges se encuentren en un régimen de separación de patrimonios, pueden adquirir conjuntamente uno o
más bienes, lo que no conduce a un régimen de comunidad respecto de estos bienes, sino que nacerá un
régimen de copropiedad respecto de ellos.
El inventario no necesariamente debe ser judicial; si los cónyuges o sus herederos están de acuerdo, tanto
en lo relativo a su realización, como a su conformación y a su valorización, entonces puede realizarse en
documento privado con firmas legalizadas. Si hubiese cualquier discrepancia en cuanto a algunos de estos
aspectos, se hará judicialmente.

ARTÍCULO 299
El régimen patrimonial comprende tanto los bienes que los cónyuges tenían antes de entrar aquel en vigor
como los adquiridos por cualquier título durante su vigencia.

El patrimonio de la sociedad conyugal está formado, por el activo y por el pasivo de una totalidad. Dicha
totalidad comprende el pasado, el presente y el futuro, es decir, los bienes y las deudas o, mejor, el patrimonio,
tanto anterior a la entrada en vigor del régimen, cuanto todo lo que se adquiera por cualquier título o modalidad
durante su vigencia. Si bien el Código Civil no menciona en este numeral a las deudas, limitando el contenido
del régimen patrimonial a los bienes, una apreciación sistemática y finalista elemental nos conduce a preferir
el vocablo patrimonio, que incluye tanto al activo como al pasivo.
Resulta indiferente si ingresan como bienes sociales o como bienes propios (si se adquieren por razón de
donación o como herencia, o con dinero propio, entre otras formas de adquisición de bienes propios en el
régimen de sociedad de gananciales; o si se está en el régimen de separación de patrimonios, donde los
bienes son siempre propios), pues su tratamiento específico diferenciado se efectuará según las normas
correspondientes.

ARTÍCULO 300
Cualquiera que sea el régimen en vigor, ambos cónyuges están obligados a contribuir al sostenimiento del
hogar según sus respectivas posibilidades y rentas. En caso necesario, el juez reglará la contribución de cada
uno.

Al margen del régimen patrimonial por el que se haya optado, hay obligaciones que ambos cónyuges tendrán
que asumir con la totalidad del patrimonio conyugal, que abarca bienes que cada uno tenía antes de ingresar
al régimen, como los que se adquieran durante su vigencia Se incluyen gastos tales como los de alquiler del
inmueble, arbitrios municipales, luz, agua, gas, teléfono del domicilio, artículos de limpieza, pago al servicio
doméstico, guardianía, mantenimiento en general. Asimismo, los gastos de alimentación, salud y asistencia
de los cónyuges, y los gastos provenientes de las obligaciones que genera la patria potestad, como el
sostenimiento, protección, salud, educación y formación de los hijos.
Pero si bien los dos asumen la misma obligación, el peso de ella se repartirá según las posibilidades y rentas
de cada uno, lo que constituye una fundamental norma de equidad, puesto que no siempre ambos tendrán
igual situación económica. Si ambos trabajan, es muy probable que sus ingresos sean dispares.

ARTÍCULO 301
En el régimen de sociedad de gananciales puede haber bienes propios de cada cónyuge y bienes de la
sociedad.

En este régimen hay dos tipos de bienes: los propios de cada cónyuge (artículo 302) y los comunes o bienes
de la sociedad, adquiridos por uno u otro durante el matrimonio.

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Asimismo, esto resulta fundamental para efectos administrativos, dado que cada cónyuge tiene la libre
administración de sus bienes propios, pudiendo gravarlos o disponer de ellos; en tanto que respecto a los
bienes sociales o comunes, su administración corresponde a ambos cónyuges, sin perjuicio de la
representación que uno otorgue al otro para ello, o del poder especial que se requiere para disponer de ellos
o gravarlos.
Los bienes no necesariamente van a ser totalmente propios o completamente sociales:
 Podría darse el caso de que un bien sea adquirido por dos personas que no tienen vínculo matrimonial,
lo que sería un caso de copropiedad, y más adelante contraen nupcias. Este bien es privativo de cada
esposo en una mitad. El que no sea común por ganancialidad es importante, ya que las reglas que se le
aplicarán serán las de copropiedad y no las de la comunidad ganancial.
 También podría ser que un bien haya sido adquirido parte con dinero propio de uno de los cónyuges y
parte con dinero común; o que un bien se haya comprado con dinero de un cónyuge, parte con dinero del
otro cónyuge, y parte con dinero de la sociedad. Si bien los frutos y productos de todos los bienes son
siempre sociales, la titularidad del bien como tal será parcialmente de uno de los cónyuges (o también del
otro si es que con su dinero propio participó en la compra), y parcialmente de la sociedad.
 Sobre la totalidad del patrimonio social hay comunidad, y siendo este patrimonio social un todo, estará
comprendido por todos los bienes (y aquí se incluyen los bienes y/o la porción del bien que parcialmente
pertenece a la sociedad), derechos, y las cargas y obligaciones (de igual forma, también el pasivo que en
forma parcial sea de cargo de la sociedad, en el porcentaje correspondiente).

ARTÍCULO 302
Son bienes propios de cada cónyuge:
1) Los que aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales.
2) Los que adquiera durante la vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la causa de adquisición
ha precedido a aquélla.
3) Los que adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito.
4) La indemnización por accidentes o por seguros de vida, de daños personales o de enfermedades,
deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad.
5) Los derechos de autor e inventor.
6) Los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo que sean accesorios de
una empresa que no tenga la calidad de bien propio.
7) Las acciones y las participaciones de sociedades que se distribuyan gratuitamente entre los socios por
reevaluación del patrimonio social, cuando esas acciones o participaciones sean bien propio.
8) La renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título oneroso cuando la contraprestación constituye
bien propio.
9) Los vestidos y objetos de uso personal, así como los diplomas, condecoraciones, correspondencia y
recuerdos de familia.

En la sociedad de gananciales existen bienes sociales y propios de cada cónyuge, formándose así diferentes
masas patrimoniales. Esto exige la precisa determinación de cada adquisición para adscribir el bien a la masa
patrimonial correspondiente. Para ello, deben tenerse presentes estos tres principios rectores:
a. La época de adquisición: son propios los bienes adquiridos antes del matrimonio por los cónyuges o
aquellos que, adquiridos después, lo son por una causa o título anterior. Son sociales los bienes adquiridos a
título oneroso durante el matrimonio o después de su disolución por una causa anterior.
b. El carácter oneroso o gratuito de las adquisiciones durante el matrimonio: son propias las adquisiciones de
bienes realizadas a título gratuito por cualquiera de los cónyuges durante el matrimonio, tales como una
herencia, legado o donación en su favor.
c. El origen de los fondos empleados en las adquisiciones: aun tratándose de adquisiciones onerosas durante
el matrimonio, si ellas tienen su origen en el empleo de dinero o fondos propios, lo adquirido será propio por
subrogación real.
 Enumeración de los bienes propios:
1. Bienes aportados al inicio del régimen de sociedad de gananciales, son propios los bienes adquiridos antes
del matrimonio por los cónyuges
2. Bienes adquiridos a título oneroso durante la vigencia de la sociedad de gananciales, el hecho material
posterior de la adquisición está determinado y precedido por el derecho a ella, que es anterior al matrimonio
y que forma por esto parte del patrimonio propio del cónyuge.
3. Bienes adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad de gananciales.

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4. Indemnización por accidentes o por seguros de vida, la indemnización por accidentes o la que se paga en
cumplimiento de un contrato de seguro que cubre los riesgos personales indicados, tienen carácter
personalísimo, se establece expresamente la deducción de las primas pagadas con bienes de la sociedad.
5. Derechos de autor o inventor, están íntimamente vinculados y son indesligables de la persona del creador
o inventor; en ello radica el carácter propio del bien.
6. Libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, son instrumentos necesarios para el
ejercicio de la profesión u oficio, que por servir de modo directo al cónyuge -sin los cuales quedaría impedido
de trabajar- son calificados como bienes propios.
7. Acciones y participaciones de sociedades, se califica como bienes propios las nuevas acciones Y
participaciones que se distribuyen por un aumento de capital a consecuencia de la reevaluación de activos
fijos en una sociedad donde un cónyuge tiene acciones o participaciones de carácter propio.
8. Renta vitalicia a título gratuito u oneroso, supuesto de aplicación del Principio del carácter gratuito de la
adquisición durante el matrimonio: la renta vitalicia otorgada gratuitamente por un tercero a favor de uno de
los cónyuges.
9. Vestidos, objetos de uso personal y otros, se refiere a bienes propios que sirven a la persona para satisfacer
sus necesidades de vestido y a objetos vinculados a sus méritos y afectos; razones por las cuales se les
califica como bienes propios.

ARTÍCULO 303
Cada cónyuge conserva la libre administración de sus bienes propios y puede disponer de ellos o gravarlo.

La regla general es que cada cónyuge conserva la libre administración de éstos y puede disponer de ellos o
gravarlos (artículo 303 del Código Civil). El ejercicio de estas facultades del cónyuge propietario debe
realizarse en armonía con el interés familiar.
Por el principio constitucional de protección de la familia y por la consideración en el Código Civil de que la
regulación jurídica de la familia tiene por finalidad contribuir a su consolidación y fortalecimiento, es implícito
que la gestión de los bienes debe responder al interés familiar, como precepto rector.

ARTÍCULO 304
Ninguno de los cónyuges puede renunciar a una herencia o legado o dejar de aceptar una donación sin el
consentimiento del otro.

Las liberalidades, provenientes de donaciones, herencias instituidas por testamento o legados,


particularmente las que carezcan de cargo (artículos 185 y ss., y 1642), es decir, las liberalidades puras y
simples, es a lo que apunta este artículo, además de las herencias legales y la legítima, que no constituyen
actos o negocios jurídicos sino que son derechos, por lo que nunca podrán estar sometidas a modalidad
alguna. El numeral comprende las liberalidades intervivos (donaciones) y las mortis causa (legados o la
institución de heredero), como la herencia de los herederos legales (quienes son llamados a suceder a falta
de testamento, entre otros supuestos, artículo 815, sobre herencia legal) y el derecho de los legitimarios, mal
llamados herederos forzosos.
La intención de la norma pareciera ser la protección de la familia, previniendo que la obligación general de
contribución al sostenimiento del hogar se vea perjudicada.
El fundamento de la norma estriba en que en el régimen de sociedad de gananciales, los frutos y productos
de todos los bienes, sean propios o sociales, así como las rentas de los derechos de autor e inventor, son
sociales. Entonces, se trata de un derecho expectaticio que corresponderá a la sociedad, lo que la ley
pretende proteger.

ARTÍCULO 305
Si uno de los cónyuges no contribuye con los frutos o productos de sus bienes propios al sostenimiento del
hogar, el otro puede pedir que pasen a su administración, en todo o en parte. En este caso, está obligado a
constituir hipoteca y, si carece de bienes propios, otra garantía, si es posible, según el prudente arbitrio del
juez, por el valor de los bienes que reciba.

La libertad de administración que cada cónyuge tiene sobre sus bienes propios se encuentra encuadrada, en
forma concreta, en el hecho de que los frutos y productos de tales bienes pertenecen a la comunidad y, de
manera general, en la obligación que ambos esposos tienen de contribuir al sostenimiento del hogar según
sus respectivas posibilidades y rentas.

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Si uno de los cónyuges obstruye el derecho de la sociedad sobre estos bienes sociales aprovechando su
condición de propietario único del bien que los genera, el otro cónyuge puede pedir -al juez- que pasen a su
administración, total o parcialmente, según el caso. Aquí entonces uno de los cónyuges administra los bienes
del otro sin necesidad de poder.
El objeto de esta medida es claro; en modo alguno se trata de gravar ni mucho menos de disponer de tales
bienes, sino únicamente de administrarlos, a fin de destinar sus rendimientos al sostenimiento del hogar.

ARTÍCULO 306
Cuando uno de los cónyuges permite que sus bienes propios sean administrados en todo o en parte por el
otro, no tiene éste sino las facultades inherentes a la mera administración y queda obligado a devolverlos en
cualquier momento a requerimiento del propietario.
Los cónyuges poseen facultades de administración y de disposición o gravamen sobre sus bienes propios, lo
que quiere decir que cada uno tiene la libertad de administrarlos según su propio criterio, así como de
afectarlos o enajenarlos libremente, ciertamente esto último con las restricciones que la ley establece en áreas
de la protección de la familia. Estas limitaciones tienen que ver con el ejercicio arbitrario o abusivo de la
autonomía privada y del derecho de propiedad versus los intereses de la familia creada por el individuo, como
la donación inoficiosa o la interdicción por causa de mala gestión o prodigalidad, las cuales, como ya se ha
señalado, resultan insuficientes para conferir auténtica y eficaz protección a la familia.
 En cuanto a la administración, excepcionalmente ésta puede pasar al otro consorte:

 Por representación legal de la sociedad.


 Por decisión judicial.
 Voluntariamente.
La norma permite administrar los bienes en mención sin objetarlo, lo que se explica por la naturaleza sui
géneris de la relación conyugal.
Se excluye de esta manera cualquier acto de disposición o afectación del bien, para lo cual sí será
indispensable el otorgamiento de poder, con las formalidades exigidas para este tipo de actos (escritura
pública).
El cónyuge administrador está obligado a devolver los bienes a su propietario en cuanto éste lo requiera, lo
que equivale a decir que no se necesita de preaviso ni formalidad de ninguna clase para ello.

ARTÍCULO 307
Las deudas de cada cónyuge anteriores a la vigencia del régimen de gananciales son pagadas con sus bienes
propios, a menos que hayan sido contraídas en beneficio del futuro hogar, en cuyo caso se pagan con bienes
sociales a falta de bienes propios del deudor.

Este artículo regula un tipo de deuda: la personal anterior a la vigencia del régimen. Comprende dos supuestos
con efectos opuestos: a) el de las deudas anteriores al régimen sin beneficio del futuro hogar, enunciado
general cuya consecuencia es el de ser pagadas con bienes propios del cónyuge deudor; y b) la deuda de
cada cónyuge contraída en beneficio del futuro hogar.
 Deuda inequívocamente propia, personal o privativa anterior el régimen de sociedad de gananciales. De
esto se deducen las siguientes reglas generales que vinculan el concepto de deuda con responsabilidad
al interior del régimen de sociedad de gananciales:

a. los bienes propios no responden por las deudas comunes.


b. los bienes comunes no responden por las deudas propias.
c. las deudas propias de un cónyuge no responden por las deudas propias del otro cónyuge. De esta
manera la calificación de la deuda determina la masa patrimonial responsable de las consecuencias
jurídicas por el incumplimiento de la obligación.
La regla general del artículo 307 establece indirectamente tanto una exclusión en la responsabilidad de los
bienes comunes por deuda propia pre ganancial como de los bienes propios del cónyuge no deudor.
 Supuesto excepcional de que los bienes sociales puedan responder por alguna deuda propia contraída
con anterioridad al régimen de gananciales. El supuesto que motiva esta excepción es que la deuda haya
sido contraída en beneficio del futuro hogar, por una deuda personal se responsabiliza a una masa
patrimonial que no corresponde a la naturaleza de su calificación

ARTÍCULO 308

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Los bienes propios de uno de los cónyuges, no responden de las deudas personales del otro, a menos que
se pruebe que se contrajeron en provecho de la familia.

Este dispositivo refiere a las deudas personales, las contraídas por un cónyuge durante el matrimonio, en
beneficio propio, sin embargo la responsabilidad recaerá sobre el patrimonio personal del cónyuge deudor.
No obstante, la responsabilidad por estas obligaciones puede alcanzar, eventualmente, al patrimonio propio
del otro cónyuge si se contrajeron en provecho de la familia.
La primera parte de este artículo presenta una exclusión a la masa patrimonial que garantiza el cumplimiento
de una obligación de una deuda personal. La deuda personal no es garantizada por la masa patrimonial
personal del otro cónyuge. Los bienes propios de uno de los cónyuges no responden de las deudas personales
del otro. Siendo así, la responsabilidad civil extracontractual de uno de los cónyuges, como acto
absolutamente personal, no tiene por qué afectar el patrimonio del otro, ni perjudicarlo en la parte que
eventualmente le correspondería por concepto de gananciales.

ARTÍCULO 309
La responsabilidad civil por acto ilícito de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la parte
de los de la sociedad que le corresponderían en caso de liquidación.
Artículo modificado por la Primera Disposición Modificatoria del Texto Único Ordenado del Código Procesal
Civil, aprobado por Resolución Ministerial Nº 10-93-JUS, publicada el 23-04-93, cuyo texto es el siguiente:
ARTÍCULO 309
La responsabilidad extracontractual de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios ni en la parte
de los de la sociedad que le corresponderían en caso de liquidación.

Este artículo se refiere a una deuda estrictamente personal, de carácter indiscutiblemente privativo, no de una
deuda que aunque personal se haya contraído en beneficio del futuro hogar o en provecho de la familia.
El fundamento de este articulo lo que busca es la exclusión en la responsabilidad de la masa patrimonial
perteneciente al cónyuge que no ha generado el daño, así como la exclusión de su parte que le correspondería
en caso de liquidación.
La consecuencia de esta deuda es que no permite al acreedor agredir ni directa ni subsidiariamente el
universo de los bienes que conforman el patrimonio personal del otro cónyuge ni tampoco el universo del
patrimonio común. Solo es susceptible de responder por esta deuda el patrimonio privativo del cónyuge
responsable.

ARTÍCULO 310
Son bienes sociales todos los no comprendidos en el artículo 302, incluso los que cualquiera de los cónyuges
adquiera por su trabajo, industria o profesión; así como los -frutos y productos de todos los bienes propios y
de la sociedad y las rentas de los derechos de autor e inventor.
También tienen la calidad de bienes sociales los edificios construidos a costa del caudal social en suelo propio
de uno de los cónyuges, abonándose a éste el valor del suelo al momento del reembolso.

1. Los no comprendidos en el artículo 302


El artículo comentado delimita los bienes que son calificados de comunes. En primer lugar, a diferencia del
Código Civil de 1936 que enumeraba en sus ocho incisos del artículo 184 los bienes calificados de comunes,
el vigente Código Civil lo hace negativamente comprendiendo con tina disposición abierta a los no
enumerados en el artículo 302.
De esta regla se puede desprender la norma general que son bienes sociales los adquiridos durante la
vigencia del régimen de sociedad de gananciales a título oneroso. Excepcionalmente se excluyen
taxativamente los bienes propios establecidos en el artículo 302.
2. Bienes adquiridos por prescripción adquisitiva
De la regla general de socialidad de los bienes adquiridos a título oneroso y del carácter privativo de los bienes
a título gratuito se podría deducir que los modos de adquisición originaria que no tienen contraprestación son
por ello adquisiciones a título gratuito y en consecuencia son bienes propios y no sociales (aplicación del
artículo 302 inciso 3).
Por el contrario, desde una perspectiva que parte por considerar el carácter de la clasificación en la adquisición
de bienes a título gratuito y a título oneroso habría que admitir el carácter limitado de esta clasificación a la
adquisición derivativa y no originaria, configurándose una ausencia de norma en el artículo 302 para este
último tipo de adquisición.

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3. Edificio construido en terreno en suelo propio de uno de los cónyuges.


El segundo párrafo del artículo 310 revela la opción del legislador de beneficiar la calidad de común de los
bienes, pero su alcance es menester precisarlo en dos aspectos:
a) Alcance de la expresión Edificio construido a costa del caudal social;
b) Integración en la calidad de bien común o separación de la propiedad del terreno con lo edificado.

ARTÍCULO 311
Para la calificación de los bienes, rigen las reglas siguientes:
1. Todos los bienes se presumen sociales, salvo prueba en contrario.
2. Los bienes sustituidos o subrogados a otros se reputan de la misma condición de los que sustituyeron o
subrogaron.
3. Si vendidos algunos bienes, cuyo precio no consta haberse invertido, se compran después otros
equivalentes, se presume, mientras no se pruebe lo contrario, que la adquisición posterior es hecha con
el producto de la enajenación anterior.

De la calificación de un bien como personal o social depende la eficacia o ineficacia de una serie de actos
jurídicos, la administración o disposición individual o común, la necesidad de la participación de ambos
cónyuges, la registración o no de determinados actos inscribibles, su comprensión o no dentro de la masa
patrimonial susceptible de garantizar el cumplimiento de una deuda personal o social.
El impacto de la calificación del bien es por consiguiente tremendo, tener regias que permitan en todos los
casos su definición con nitidez es imprescindible. Se requiere así, además de las calificaciones reguladas en
los artículos 302 Y 310, un sistema de presunciones que es el que establece el artículo 311.
Las presunciones establecidas en los incisos 1 y 3 son de carácter iuris tantum mientras que la del segundo
es iuris et de iure.
Con la presunción iuris tantum del inciso 1 se produce una regla general de presunción de ganancialidad.
Para contravenirla y reputar el bien como privativo no es suficiente acreditar que se ha hecho la adquisición
a nombre de uno de los cónyuges sino que se ha hecho a costa de caudal privativo.

ARTÍCULO 312
Los cónyuges no pueden celebrar contratos entre sí respecto de los bienes de la sociedad.

Tres son las razones por las que tradicionalmente se ha prohibido, tanto en el Derecho nacional como en el
extranjero, la contratación entre cónyuges: el peligro de colusión entre los cónyuges para defraudar a un
tercero acreedor, el posible aprovechamiento económico de uno de los cónyuges respecto del otro, y la
incompatibilidad entre el régimen económico conyugal y el régimen legal de los contratos, caracterizado este
último por su declarado carácter negocial. Sin embargo, siendo plenamente justificable la prohibición alojada
en el artículo 312 del Código Civil no debe perderse de vista que no es una prohibición absoluta y que en más
de una ocasión es justificable tal contratación, como comprobaremos en este comentario.
Adelantemos por de pronto lo siguiente: si bien el texto del referido artículo contiene la regla general de que
los cónyuges no pueden contratar cuando tales actos jurídicos generan obligaciones sobre bienes del
patrimonio conyugal, eso no quiere decir que la contratación entre esposos esté totalmente proscrita del
Derecho nacional, puesto que no existiría impedimento legal para que los cónyuges celebren contratos sobre
los bienes propios u otros contratos que no comprometan los bienes sociales.
Para comprender mejor esta norma es preciso revisar brevemente los alcances del régimen patrimonial del
matrimonio en nuestro Derecho. En primer término debemos tener presente que nuestro Código ha
establecido dos regímenes patrimoniales alternativos del matrimonio: sociedad de gananciales, que es en
realidad una comunidad de bienes y está compuesta por los bienes adquiridos por los cónyuges dentro del
matrimonio a título oneroso, permaneciendo fuera de él los bienes que tuviesen los cónyuges en propiedad
antes del matrimonio y aquellos adquiridos con posterioridad a título gratuito. Sin embargo, pese a que los
bienes propios no forman parte de los bienes sociales igual son de interés de la sociedad conyugal, pues los
frutos de estos bienes son sociales.
El otro régimen es el de separación de patrimonios. Se trata de una separación convencional, la misma que
en ocasiones puede ser judicial o legal, y que consiste en que los cónyuges pactan que no regirá entre ellos
la sociedad de gananciales. Tal convenio puede celebrarse antes del matrimonio o durante el mismo para
remplazar al régimen de gananciales.

ARTÍCULO 313

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Corresponde a ambos cónyuges la administración del patrimonio social. Sin embargo, cualquiera de ellos
puede facultar al otro para que asuma exclusivamente dicha administración respecto de todos o de algunos
de los bienes. En este caso, el cónyuge administrador indemnizará al otro por los daños y perjuicios que sufra
a consecuencia de actos dolosos o culposos.

La administración de un patrimonio -en un sentido lato- comprende la suma de la actividad de administración


y de disposición que un sujeto puede cumplir en relación a un patrimonio; en otros términos, los actos de
administración o de disposición constituyen la totalidad de la actividad susceptible de ser realizada por quien
tiene la administración del patrimonio. Pero en sentido restringido, el criterio clásico o tradicional ha sido
distinguirlos a partir de la función que aquél cumple en relación al patrimonio.
Así, el acto de administración es aquel que sin alterar la integridad del patrimonio, tiende a su mantenimiento,
mejoramiento o generación de frutos; mientras que el acto de disposición es aquel que altera la integridad del
patrimonio. De ese modo, la actividad de "administración" excluiría todo acto que pudiera afectar, directa o
indirectamente, los bienes singulares que lo componen: cualquier acto del que resulte la sustitución de un
bien por otro o un derecho por otro, aunque derivara, en los hechos, en una ventaja patrimonial, excedería el
concepto de "administración" así entendido. La idea central es, por lo tanto, la mantención del patrimonio en
un idéntico estado, conservando inalterable la individualidad de los bienes singulares que lo componen.

ARTÍCULO 314
La administración de los bienes de la sociedad y de los propios de uno de los cónyuges corresponde al otro
en los casos del artículo 294, incisos 1 y 2. Si uno de los cónyuges ha abandonado el hogar, corresponde al
otro la administración de los bienes sociales.

En lo que se refiere a la administración de los bienes sociales, nuestro Código Civil ha adoptado el sistema
de administración unilateral transferida para permitir que el otro cónyuge asuma la misma en casos de
excepción y destine sus rendimientos al sostenimiento de la familia. Esta transferencia tiene tres modalidades
diversas según opere por facultarse al cónyuge, por resolución judicial y por ministerio de la ley.
a) La administración transferida por facultarse al cónyuge se presenta cuando el otro otorga un poder para
que los bienes sociales sean administrados en todo o en parte (artículo 313 del Código Civil).
b) La administración transferida por vía judicial ocurre por ignorarse el paradero del mismo o se encuentre en
lugar remoto, y por haber abandonado el domicilio conyugal (artículo 314 del Código Civil).
c) La administración transferida por ministerio de la ley funciona cuando uno de los cónyuges está impedido
por interdicción u otra causa (artículo 314 del Código Civil).
Sustentándose el régimen de sociedad de gananciales en la comunidad de intereses de los cónyuges, está
implícito en nuestro sistema jurídico el deber conyugal de informarse recíproca y periódicamente sobre la
situación de la administración y de los rendimientos de cualquier actividad económica.

ARTÍCULO 315
Para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere la intervención del marido y la mujer. Empero,
cualquiera de ellos puede ejercitar tal facultad, si tiene poder especial del otro.
Lo dispuesto en el párrafo anterior no rige para los actos de adquisición de bienes muebles, los cuales pueden
ser efectuados por cualquiera de los cónyuges. Tampoco rige en los casos considerados en las leyes
especiales.

La presente norma se refiere a los actos de disposición que exceden la potestad doméstica, que corresponde
realizar conjuntamente a ambos consortes y que implica el ejercicio de una facultad compartida por ambos
consortes, de tal forma que se requiere la voluntad concorde de los esposos como elemento constitutivo
necesario para la validez de los actos. Se trata, pues, de una coparticipación en la disposición de bienes
sociales.
Por ello, este sistema requiere que ambos cónyuges puedan y quieran actuar de común acuerdo, situación
normal en el matrimonio.

ARTÍCULO 316
Son de cargo de la sociedad:
1. El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes.
2. Los alimentos que uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3. El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges.

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4. Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento hechas en los predios
propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten.
5. Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de uno de los cónyuges
con consentimiento de éste.
6. Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y retribuciones que
los afecten.
7. Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto los bienes propios
como los sociales, cualquiera que sea la época a que correspondan.
8. Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de cada cónyuge.
9. Los gastos que cause la administración de la sociedad.
(*) Rectificado por Fe de Erratas, publicada el 24-07-84.

Son obligaciones sociales las asumidas por cualquiera de los cónyuges en el ejercicio del poder doméstico
(artículo 292 del Código Civil) y también las contraídas por ambos por actos de administración y disposición
que exceden de tal potestad (artículo 315 del Código Civil). Debemos precisar que, en el régimen de sociedad
de gananciales, el poder doméstico se circunscribe a las cargas sociales; por tanto, las obligaciones
contraídas por ambos cónyuges por actos que sobrepasan tal potestad, son las deudas sociales propiamente.
Vale decir, que en nuestro régimen se distinguen las cargas y las deudas sociales propiamente dichas.

ARTÍCULO 317
Los bienes sociales y, a falta o por insuficiencia de éstos, los propios de ambos cónyuges, responden a
prorrata de las deudas que son de cargo de la sociedad.
El artículo en mención se encarga de desarrollar las condiciones en las que se hace efectiva la responsabilidad
patrimonial del o de los cónyuges por las denominadas deudas comunes, estableciendo que en tales casos,
de manera principal, esa responsabilidad se hace efectiva con cargo a los bienes comunes, y de manera
subsidiaria y limitada sobre los bienes propios de cada uno de los cónyuges.
Conviene advertir prontamente que aun cuando el artículo en comentario se refiere a "las deudas que son de
cargo de la sociedad" (la de gananciales) y a que son los bienes sociales o, en su caso, los propios los que
responden por dichas deudas, lo cierto es que ni existe una sociedad deudora ni puede predicarse respecto
de los bienes una condición: la de responsables, que solo puede ser atribuida a las personas. En efecto, la
sociedad de gananciales "no puede ser propiamente deudora por carecer de personalidad jurídica. Deudores
personales lo son siempre los cónyuges, aislada o conjuntamente, como personas individuales, y lo que
importa es saber si de la deuda de uno o de los dos cónyuges puede nacer responsabilidad directa sobre los
bienes legalmente calificados de gananciales"
Interpuesta la demanda, puede el juez dictar, a pedido del demandante o de oficio, las providencias
concernientes a la seguridad de los intereses de aquél. Dichas medidas, así como la sentencia, deben ser
inscritas en el registro personal para que surtan efecto frente a terceros. La separación surte efecto entre los
cónyuges desde la fecha de la notificación con la demanda.
En nuestro Código Civil, se han previsto los mecanismos de la variabilidad con aprobación judicial y por
ministerio de la ley. En estas dos últimas circunstancias solo se permite la modificación del régimen de
sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios. Esto responde al criterio de eliminar los
mayores perjuicios económicos entre los cónyuges, que subsistirían si continuase la comunidad de
adquisiciones a título oneroso.
La sustitución judicial se producirá cuando, a pedido del cónyuge agraviado, el juez considere que se ha
acreditado abuso de facultades, dolo o culpa en la gestión de los bienes, imputable al otro.

ARTÍCULO 318
Fenece el régimen de la sociedad de gananciales:
1. Por invalidación del matrimonio.
2. Por separación de cuerpos.
3. Por divorcio.
4. Por declaración de ausencia.
5. Por muerte de uno de los cónyuges.
6. Por cambio de régimen patrimonial.

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El fenecimiento de la sociedad de gananciales tiene un doble objeto. Por un lado pone fin a la sociedad de
gananciales y repartir sus ganancias, si las hubiere.
El fenecimiento de la sociedad de gananciales se produce, en términos generales, con la disolución del vínculo
matrimonial, y aun estando vigente, cuando cesa la vida en común; y, también en los casos en que procede
la sustitución del régimen por el de separación de patrimonios.

ARTÍCULO 319
Para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad de gananciales se
produce en la fecha de la muerte o de la declaración de muerte presunta o de ausencia; en la de notificación
con la demanda de
Invalidez del matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de separación judicial de bienes; y en la
fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se establece de común acuerdo.
Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera fenecido en la fecha de la
inscripción correspondiente en el registro personal. (*) (*) Artículo modificado por el Artículo 1 de la Ley
Nº 27495, publicada el 07-07-2001, cuyo texto es el siguiente:
ARTÍCULO 319
Para las relaciones entre los cónyuges se considera que el fenecimiento de la sociedad de gananciales se
produce en la fecha de la muerte o de la declaración de muerte presunta o de ausencia; en la de notificación
con la demanda de invalidez del matrimonio, de divorcio, de separación de cuerpos o de separación judicial
de bienes; y en la fecha de la escritura pública, cuando la separación de bienes se establece de común
acuerdo. En los casos previstos en los incisos 5 y 12 del Artículo 333, la sociedad de gananciales fenece
desde el momento en que se produce la separación de hecho.
Respecto a terceros, el régimen de sociedad de gananciales se considera fenecido en la fecha de la
inscripción correspondiente en el registro personal.

El contenido de este artículo establece los momentos a partir de los cuales el fenecimiento de la sociedad de
gananciales produce efectos entre los cónyuges y frente a terceros. Para efectos de terceros el fenecimiento
se produce en el momento de la inscripción en el Registro de Personal.

ARTÍCULO 320
Fenecida la sociedad de gananciales, se procede de inmediato a la formación del inventario valorizado de
todos los bienes. El inventario puede formularse en documento privado con firmas legalizadas, si ambos
cónyuges o sus herederos están de acuerdo. En caso contrario el inventario se hace judicialmente. No se
incluye en el inventario el menaje ordinario del hogar en los casos del artículo 318, incisos 4 y 5, en que
corresponde al cónyuge del ausente o al sobreviviente.

Una vez fenecida la sociedad de gananciales se liquida el patrimonio: La primera operación es realizar un
inventario valorizado que comprende los bienes propios y sociales, como activo, y las obligaciones sociales,
cargas y deudas comunes, como pasivo. Conforme al artículo 302 del Código Civil, son bienes propios los
que cada cónyuge aporte al iniciarse el régimen de sociedad de gananciales; los que adquiera durante la
vigencia de dicho régimen a título oneroso, cuando la causa de adquisición ha precedido a aquélla; los que
adquiera durante la vigencia del régimen a título gratuito; la indemnización por accidentes o por seguros de
vida, de daños personales o de enfermedades, deducidas las primas pagadas con bienes de la sociedad; los
derechos de autor e inventor; los libros, instrumentos y útiles para el ejercicio de la profesión o trabajo, salvo
que sean accesorios de una empresa que no tenga la calidad de bien propio; las acciones y las participaciones
de sociedades que se distribuyan gratuitamente entre los socios por revaluación del patrimonio social, cuando
esas acciones o participaciones sean bien propio; la renta vitalicia a título gratuito y la convenida a título
oneroso cuando la contraprestación constituye bien propio; y los vestidos y objetos de uso personal; así como
los diplomas, condecoraciones, correspondencia y recuerdos de familia.
A su vez el artículo 310 del Código Civil refiere que son bienes sociales todos los no comprendidos en artículo
302, incluso los que cualquiera de los cónyuges adquiera por su trabajo, industria o profesión, así como los
frutos y productos de todos los bienes propios y de la sociedad y las rentas de los derechos de autor y de
inventor. Una vez fenecido la sociedad de gananciales se debe efectuar la liquidación del patrimonio,
procediéndose a la facción de un inventario valorizado del patrimonio, en el que se comprende los bienes
propios y sociales como activo, y las obligaciones sociales, cargas y deudas comunes como pasivo. El
inventario puede efectuarse extrajudicialmente si los cónyuges están de acuerdo, así como también mediante
documento privado con firmas legalizadas. Si los cónyuges no están de acuerdo sobre la naturaleza de los

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bienes o el valor de los mismos, el inventario se efectúa en la vía judicial, donde se podrá litigar sobre la
calidad de los bienes y su valorización.
Deben comprenderse en el inventario los bienes de uso doméstico, salvo que el fenecimiento de la sociedad
de gananciales se produzca por declaración de ausencia o por muerte de uno de los cónyuges. En los dos
casos en mención, el menaje ordinario del hogar no se incluye en el inventario y debe entregarse al cónyuge
del ausente o al sobreviviente.

ARTÍCULO 321
El menaje ordinario del hogar no comprende:
1. Los vestidos y objetos de uso personal.
2. El dinero.
3. Los títulos valores y otros documentos de carácter patrimonial.
4. Las joyas.
5. Las medallas, condecoraciones, diplomas y otras distinciones.
6. Las armas.
7. Los instrumentos de uso profesional u ocupacional.
8. Las colecciones científicas o artísticas.
9. Los bienes culturales-históricos.
10. Los libros, archivos y sus contenedores.
11. Los vehículos motorizados.
12. En general, los objetos que no son de uso doméstico.

Hay que referir que el menaje ordinario del hogar está referido a todos los bienes muebles de uso doméstico,
destinados a satisfacer las necesidades inmediatas de la familia, Pero el Código Civil precisa que bienes no
conforman el menaje ordinario del hogar, a partir de observar que no están dirigidos a la finalidad indicada, y
por el carácter personal de los mismos.
El precitado artículo 321 ha optado por el sentido negativo, es decir por indicar que bienes no integran el
menaje ordinario del hogar, en lugar de señalar cuáles lo conforman. La precisión de carácter negativo supone
la determinación de los bienes que no están dirigidos a la finalidad antes indicada-que es de servir de medio
directo o indirecto para satisfacer las necesidades inmediatas y ordinarias de la familia-, no obstante que
muchos de los bienes contenidos en la relación del artículo 321 suelen encontrarse dentro del hogar, y algunos
de ellos son utilizados por los miembros de la familia en su vida cotidiana.
El artículo 321 del Código Civil ha sido redactado con la finalidad de defender a los herederos del cónyuge
fallecido o ausente. En efecto, es un supuesto muy común que durante la vigencia de la sociedad de
gananciales los cónyuges solo adquieran bienes de uso común, los mismos que de ser considerados como
parte del menaje ordinario del hogar, podrían quedarse en propiedad del cónyuge sobreviviente, afectándose
de este modo los derechos de los demás herederos.
Entre los bienes excluidos del menaje ordinario del hogar se hallan bienes propios de cada cónyuge y bienes
sociales, los mismos que al formar parte del inventario deberán considerarse cada cual de acuerdo con su
naturaleza. Así tenemos los vestidos y objetos de uso personal, las medallas, condecoraciones, diplomas, los
instrumentos de uso profesional u ocupacional, entre otros, sueles ser bienes propios de cada cónyuge;
mientras que el dinero, joyas, vehículos motorizados, entre otros, sueles ser bienes sociales, salvo que se
demuestre lo contrario.

ARTÍCULO 322
Realizado el inventario, se pagan las obligaciones sociales y las cargas y después se reintegra a cada
cónyuge los bienes propios que quedaren.

El régimen de sociedad de gananciales lo conforman tanto el activo como por el pasivo. La formación del
inventario en primer lugar las obligaciones sociales, que responden los bienes sociales y, subsidiariamente
los propios de cada cónyuge, a prorrata; y en segundo lugar, las obligaciones personales de cada cónyuge,
que serán pagadas por cada consorte directamente; en tal sentido, el presente dispositivo establece la regla
que aquéllas serán preferentemente atendidas respecto de éstas.
Según el Código Civil, son cargas de la sociedad:
1) El sostenimiento de la familia y la educación de los hijos comunes;
2) Los alimentos que cada uno de los cónyuges esté obligado por ley a dar a otras personas.
3) El importe de lo donado o prometido a los hijos comunes por ambos cónyuges;

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4) Las mejoras necesarias y las reparaciones de mera conservación o mantenimiento hechas en los predios
propios, así como las retribuciones y tributos que los afecten;
5) Las mejoras útiles y de recreo que la sociedad decida introducir en bienes propios de uno de los cónyuges
con consentimiento de éste;
6) Las mejoras y reparaciones realizadas en los bienes sociales, así como los tributos y retribuciones que
los afecten;
7) Los atrasos o réditos devengados de las obligaciones a que estuviesen afectos tanto los bienes propios
como los sociales, cualquiera sea la época que correspondan;
8) Las cargas que pesan sobre los usufructuarios respecto de los bienes propios de cada cónyuge;
9) Los gastos que cause la administración de la sociedad.
Las cargas sociales por tratarse de obligaciones contraídas para satisfacer las necesidades ordinarias de la
familia y proveer a la conservación de su patrimonio, deben ser pagadas antes de las deudas comunes, y los
bienes propios que queden deben entregarse a su propietario para que a partir de ese momento cumpla con
sus obligaciones personales.
Las obligaciones sociales son todas aquellas deudas asumidas por los cónyuges frente a terceros con el fin
de obtener un bienestar a favor de la sociedad conyugal. Al haberse asumido obligaciones con el consecuente
beneficio obtenido a favor de ambos cónyuges, este pago se hace efectivo con los bienes que conforman la
misma sociedad conyugal. En caso las deudas asumidas por la sociedad conyugal no alcancen a ser
canceladas con los bienes sociales, los cónyuges deberán cumplir con las obligaciones asumidas, con sus
correspondientes bienes propios.

ARTÍCULO 323
Son gananciales los bienes remanentes después de efectuados los actos indicados en
El artículo 322. Los gananciales se dividen por mitad entre ambos cónyuges o sus respectivos herederos.
Cuando la sociedad de gananciales ha fenecido por muerte o declaración de ausencia de uno de los
cónyuges, el otro tiene preferencia para la adjudicación de la casa en que habita la familia y del
establecimiento agrícola, artesanal, industrial o comercial de carácter familiar, con la obligación de reintegrar
el exceso de valor, si lo hubiera.

Este artículo establece la condición que corresponde al remanente de los bienes sociales que queda una vez
efectuada la liquidación del régimen. Los gananciales es el saldo patrimonial que los cónyuges se dividen por
mitad entre ambos o sus respectivos herederos.
Es decir, que se subordina esa relación patrimonial a un igual trato y a un mismo derecho para uno y otro
cónyuge atribuyéndoles igual participación. El último párrafo está referido al derecho preferencial para la
adjudicación de la casa en que habita la familia y del establecimiento empresarial de carácter familiar, con
cargo a sus gananciales y con la obligación de reintegrar el exceso de valor, si lo hubiera. En nuestro sistema
no gobierna un principio rector de orden económico basado en la proporcionalidad de los aportes de los
cónyuges para recibir los gananciales, por el contrario, se subordina esa relación patrimonial a un igual trato
y a un mismo derecho para uno u otro cónyuge, atribuyéndoles idéntica participación.
Se reconoce el derecho del cónyuge del ausente o del sobreviviente a ser preferido para la adjudicación de
la casa en que habita la familia y del establecimiento agrícola, artesanal, industrial o comercial de carácter
familiar; con la obligación de reintegrar el exceso de valor si lo hubiera.
La adjudicación se efectuará con cargo a los gananciales que le corresponderán de la liquidación, y, en caso
de muerte de uno de los cónyuges, respecto a sus derechos por concepto de legítima; por lo que el reintegro
del exceso de valor se realizará con bienes propios del beneficiado.

ARTÍCULO 324
En caso de separación de hecho, el cónyuge culpable pierde el derecho a gananciales proporcionalmente a
la duración de la separación.

Este dispositivo priva de una ventaja económica por vía de sanción al culpable de la separación para acrecer
la del otro, con prescindencia de que posteriormente se reanude la convivencia.
Para que proceda se efectúa una regla de tres para determinar la relación entre los gananciales obtenidos y
la duración total de la vigencia del régimen y aplicarla al tiempo de duración de la separación de hecho.

ARTÍCULO 325
Siempre que haya de ejecutarse simultáneamente la liquidación de gananciales de dos o más matrimonios
contraídos sucesivamente por una misma persona, se admitirá, en defecto de inventarios previos a cada

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matrimonio, toda clase de pruebas para determinar los bienes de cada sociedad; y, en caso de duda, se
dividirán los gananciales entre las diferentes sociedades, teniendo en cuenta el tiempo de su duración y las
pruebas que se haya podido actuar acerca de los bienes propios de los respectivos cónyuges.

Si una persona contrae segundo matrimonio, y no ha realizado la liquidación de la sociedad de gananciales


de su primer matrimonio, entonces a la disolución del segundo matrimonio tiene que liquidarse
simultáneamente, para lo cual tiene que haber inventario o pruebas suficientes del momento en que se
incorporó cada uno de los bienes, para lo cual se separan los que correspondan a la primera sociedad y se
repartirán entre los primeros cónyuges, o entre uno de ellos y los herederos del otro, los gananciales del
primer matrimonio, y en relación al segundo matrimonio, cada uno de los cónyuges tomará los bienes que
integren la segunda sociedad, y se repartirán por mitades los gananciales de esta. En caso de duda del
carácter de determinados bienes, se dividirán entre las diferentes sociedades, en proporción al tiempo de su
duración y a los bienes propios de los respectivos cónyuges, en base al principio de equidad.

ARTÍCULO 326
La unión de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer, libres de impedimento
matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los del matrimonio, origina una
sociedad de bienes que se sujeta al régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere aplicable, siempre
que dicha unión haya durado por lo menos dos años continuos.
La posesión constante de
a tesis de la apariencia al estado matrimonial contemplado en el artículo materia de análisis, cuando señala
que con la unión de hecho se persigue “alcanzar finalidades y cumplir deberes semejantes a los del
matrimonio”. Es decir, que el Código Civil no ha adoptado la teoría de la equiparación al estado matrimonial,
según la cual la unión de hecho produce los mismos efectos que el matrimonio, el cual si está reconocido en
el artículo 5 de nuestra Constitución Política actual.
El problema sobre las uniones de hecho es el relacionado a la prueba de su existencia, la cual no va a constar
en un título de estado de estado a partir de fecha aproximada puede probarse con cualquiera de los medios
admitidos por la ley procesal, siempre que exista un principio de prueba escrita.
La unión de hecho termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisión unilateral. En este último caso, el
juez puede conceder, a elección del abandonado, una cantidad de dinero por concepto de indemnización o
una pensión de alimentos, además de los derechos que le correspondan de conformidad con el régimen de
sociedad de gananciales.
Tratándose de la unión de hecho que no reúna las condiciones señaladas en este artículo, el interesado tiene
expedita, en su caso, la acción de enriquecimiento indebido.

Lfamilia, como son las partidas del Registro del Estado Civil. Por tal motivo, la posesión constante de estado
de convivientes se constituye en el medio de prueba para acreditar su existencia, por lo que las pruebas están
dirigidas a demostrar que un hombre y una mujer sin estar casados entre sí hacen vida de tales, además se
debe probar el cumplimiento de los demás elementos configurativos de la unión de hecho: que no media
impedimento matrimonial y que ha durado por lo menos dos años continuos. La posesión constante de estado
de convivientes se prueba por cualquier medio probatorio admitido en el Código Procesal Civil, requiriendo el
Código Civil la concurrencia de un principio de prueba escrita.
Dicha unión de hecho termina por la muerte de uno de los convivientes o por su declaración de ausencia, por
mutuo acuerdo o por decisión unilateral de uno de ellos. Una vez producido el fenecimiento debe liquidarse
la comunidad de bienes de acuerdo a las normas del régimen de sociedad de gananciales.
Tratándose de la extinción de la unión de hecho por decisión unilateral de uno de los convivientes, el ex
conviviente abandonado puede exigir en primer lugar una cantidad de dinero por indemnización de daños,
para reparar los daños que pueda sufrir el abandonado como consecuencia de la frustración del proyecto de
vida, la aflicción de los sentimientos, etc., y en segundo lugar también podría exigir una pensión de alimentos
para contrarrestar las dificultades económicas que enfrente el abandonado para obtener los medios
requeridos y seguir atendiendo sus necesidades alimentarias al concluir la convivencia.
La unión de hecho impropia (no produce los efectos contemplados en la ley. Acá el interesado tiene expedita
la acción de enriquecimiento indebido.

ARTÍCULO 327
En el régimen de separación de patrimonios, cada cónyuge conserva a plenitud la propiedad, administración
y disposición de sus bienes presentes y futuros y le corresponden los frutos y productos de dichos bienes.

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La separación de patrimonios se constituye en un régimen general y autónomo, que se gobierna por el


principio de la independencia entre los cónyuges en la titularidad de los bienes y en la gestión de los mismos.
Los cónyuges contribuirán al levantamiento de la carga familiar con su patrimonio personal, en proporción a
la contribución que convengan o la que establezca el juez. Es decir, que las obligaciones contraídas en el
ejercicio de la potestad doméstica responderán ambos cónyuges.

ARTÍCULO 328
Cada cónyuge responde de sus deudas con sus propios bienes.

Las obligaciones que contraiga cada cónyuge por sí sólo serán atendidas con sus bienes propios, ello
obedece a la manifestación de la autonomía patrimonial de los cónyuges, así como son titulares del activo
también lo son del pasivo que les afecte. Si los cónyuges contraen obligaciones conjuntamente, la
responsabilidad patrimonial de ambos depende de que las deudas sean solidarias o mancomunadas.

ARTÍCULO 329
Además de los casos a que se refieren los artículos 295 y 296, el régimen de separación es establecido por
el juez, a pedido del cónyuge agraviado, cuando el otro abusa de las facultades que le corresponden o actúa
con dolo o culpa.
Interpuesta la demanda, puede el juez dictar, a pedido del demandante o de oficio, las providencias
concernientes a la seguridad de los intereses de aquél. Dichas medidas, así como la sentencia, deben ser
inscritas en el registro personal para que surtan efecto frente a terceros. La separación surte efecto entre los
cónyuges desde la fecha de la notificación con la demanda.

En el caso de separación de patrimonios fijada convencionalmente antes de la celebración del matrimonio,


los contrayentes optan por éste régimen ejerciendo su derecho de opción y observando la formalidad prescrita
ad solemnitatem.
En el caso de separación de patrimonios fijada convencionalmente durante la celebración del matrimonio, los
cónyuges varían el régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios haciendo uso
de su derecho y siguiendo la formalidad señalada bajo sanción de nulidad.
También se tiene el caso de que la separación de patrimonios durante el matrimonio puede ser impuesta vía
judicial a pedido del cónyuge agraviado, cuando el otro cónyuge abusa de las facultades que le corresponde
o actúa con dolo o culpa. En los casos mencionados se comprueba una conducta perjudicial en la gestión de
los bienes que justifica no mantener la comunidad económica que supone la sociedad de gananciales.
Resultando que en este proceso a pedido del cónyuge perjudicado se puede dictar todo tipo de medidas
cautelares para la seguridad de los intereses de aquel. La separación de patrimonios surte efecto desde la
notificación con la demanda, para las relaciones entre los cónyuges. Frente a terceros, su efecto surge desde
la fecha de inscripción en el registro persona.

ARTÍCULO 330
La declaración de insolvencia de uno de los cónyuges determina de pleno derecho la sustitución del régimen
de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios y, para que produzca efectos frente a
terceros, se inscribirá en el registro personal de oficio, a solicitud del insolvente, de su cónyuge o del
Administrador Especial. (*)
(*) Artículo modificado por la Quinta Disposición Final del Decreto Legislativo Nº 845, publicado el 21-09-96,
cuyo texto es el siguiente:
ARTÍCULO 330.
La declaración de insolvencia de uno de los cónyuges determina de pleno derecho la sustitución del régimen
de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios y, para que produzca efectos frente a
terceros, se inscribirá en el registro personal de oficio, a solicitud del insolvente, de su cónyuge o del
Administrador Especial. (*)
(*) Artículo modificado por la Quinta Disposición Final del Decreto Supremo N° 014-99-ITINCI, Texto Único
Ordenado de la Ley de Reestructuración Patrimonial, publicado el 01-11-99, cuyo texto es el siguiente:
ARTÍCULO 330
La declaración de insolvencia de uno de los cónyuges determina de pleno derecho la sustitución del régimen
de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios y, para que produzca efectos frente a
terceros, se inscribirá en el registro personal de oficio, a solicitud del insolvente, de su cónyuge o del
Administrador Especial. (*)

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(*) Artículo modificado por la Primera Disposición Modificatoria de la Ley N° 27809, publicada el 08-08-2002,
que entró en vigencia a los sesenta (60) días de su publicación Décimo Sexta Disposición Final), cuyo texto
es el siguiente:
ARTÍCULO 330
La declaración de inicio de Procedimiento Concursal Ordinario de uno de los cónyuges determina de pleno
derecho la sustitución del régimen de sociedad de gananciales por el de separación de patrimonios y, para
que produzca efectos frente a terceros, se inscribirá en el registro personal de oficio a solicitud de la Comisión
de Procedimientos Concursales competente, del deudor, de su cónyuge o del administrador o liquidador,
Presidente de la Junta de Acreedores o cualquier acreedor interesado.
No obstante lo anterior, en el supuesto de que al momento de iniciarse el procedimiento concursal de una
persona natural se encontrase vigente otro procedimiento de la misma naturaleza previamente difundido
conforme a la ley de la materia respecto de la sociedad conyugal que integra, no se producirá la consecuencia
prevista en el párrafo precedente en tanto se desarrolle el trámite de tal procedimiento.

El presente dispositivo regula el supuesto en que la separación de patrimonios sustituye a la sociedad de


gananciales por ministerio de la ley, ello obedece para evitar los efectos de la declaración de inicio de un
procedimiento concursal de un cónyuge alcance al otro en su patrimonio, conformado por sus bienes propios
y la parte de los de la sociedad que le corresponda en caso de darse la liquidación respectiva.

ARTÍCULO 331
El régimen de separación de patrimonios fenece en los casos del artículo 318, incisos 1, 3, 5 y 6.

El régimen de separación de patrimonios fenece cuando hay insubsistencia o disolución del matrimonio, que
se produce por la invalidación, por el divorcio o por la muerte de uno de los cónyuges, y cuando se cambia
convencionalmente el régimen por el de sociedad de gananciales; lo cual supone entregar a su propietario
los bienes que están en poder del otro cónyuge.

Conclusiones
1. El Código Civil de 1852 adoptó la sociedad de gananciales como régimen obligatorio, pasando todos los
bienes aportados a la sociedad de gananciales, administrados y bajo la disposición del marido; si bien el
Código Civil de 1936 mantuvo vigente dicho régimen, con la modificación introducida por la ley 17838, si bien
el varón se mantenía como administrador, requería la intervención de la mujer para disponer, gravar bienes
comunes a título gratuito u oneroso.
2. El matrimonio determina el surgimiento de relaciones de carácter personal entre los cónyuges, con los
consecuentes derechos y deberes recíprocos, pero además derivan de él consecuencias de índole
patrimonial, ya que la comunidad de vida crea la necesidad de atender las obligaciones que el hogar común
y la vida del grupo familiar van exigiendo; por ello es necesario organizar un régimen referido a la propiedad
y al manejo de los bienes que cada uno adquiere o que adquieren ambos. A ello se refieren los regímenes
patrimoniales del matrimonio.
3. Los regímenes patrimoniales del matrimonio determinan cómo contribuirá cada uno de los cónyuges en la
atención de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como la repercusión que el matrimonio tendrá
sobre la propiedad y administración de los bienes presentes o futuros de los cónyuges y, también, la medida
en que esos bienes responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los esposos.
4. En la doctrina existen diversos regímenes patrimoniales del matrimonio, como el de separación de bienes,
el régimen dotal, el régimen de comunidad, el régimen de comunidad de adquisiciones a título oneroso o el
régimen de participación en las ganancias; sin embargo, nuestra legislación ha considerado únicamente el
régimen de sociedad de gananciales y el de separación de patrimonios.
5. En atención a la diversidad de relaciones comerciales y posibilidades que se generan en el mercado
mundial, del cual nuestro país forma parte cada vez con mayor presencia, es necesario que se instituya al
matrimonio y sus integrantes de herramientas que brinden la posibilidad de actuar, disponer, negociar y con
- ello acrecentar con mayor libertad su patrimonio; lo que podría viabilizar se otorgando total libertad a los
contrayentes para que establezcan el contenido del régimen patrimonial de su matrimonio.

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 VEGA MERE, Yuri. Efectos de Uniones de Hecho. En Código Civil Comentado. Tomo II. Gaceta Jurídica.
Segunda Edición. Lima, 2007.

DEDICATORIA

Dedicamos la presente investigación:


A Dios por mostrarnos día a día que con humildad,
Paciencia y sabiduría toda es posible.
A nuestros padres y hermanos quienes con su amor,
Apoyo y comprensión incondicional están siempre
A lo largo de nuestra vida estudiantil; a ellos que
Siempre nos dan una palabra de aliento en los
Momentos difíciles y que han sido incentivos de
Nuestras vidas.

Autores:

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Quispe Condori Michael Johnatan


Rios Tafur Almendra Ines
almendra_cancer17@hotmail.com

Rodas Fernandez Ela Janeth


Shuña Valera Rusbel
Sanchez Sandaña Sandra
Vega Angulo Mariel
Vargas Jauregui Rubi Esther
Guerra Garcia Armando

AÑO DE LA PROMOCIÓN DE LA INDUSTRIA RESPONSABLE Y DEL COMPROMISO CLIMÁTICO”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE UCAYALI


FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TRABAJO MONOGRAFICO
CURSO : DERECHO FAMILIA
CICLO : VII - B
PUCALLPA – PERU
2014

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