Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Entre la gran variedad de hablas quechuas con las que se cuenta en la actualidad, el
quichua de la provincia argentina de Santiago del Estero ocupa la posición más austral 1 .
Muy probablemente, el territorio original de la familia lingüística quechua coincidió en el
algún momento con el centro de gravitación de la civilización centroandina. Gracias a los
trabajos dialectológicos y de reconstrucción lingüística iniciados por PARKER y TORERO
en los años 1960, se ha podido establecer que el foco de expansión quechua se situaba en
el Perú central, no lejos de la capital actual de aquella nación, Lima. Es precisamente en el
departamento de Lima en donde se ha encontrado la zona de mayor variedad dialectual
antigua que no es atribuible a la presencia de lenguas de substrato.
Desde aquel foco original y a partir del comienzo de nuestra era, el quechua fue
expandiéndose y diferenciándose internamente, en parte por cambios internos y en parte
debido al contacto con otras lenguas. Hablando en forma muy general, podemos distinguir
dos etapas de expansión. Primero se dio una expansión paulatina en la que el quechua
lllegó a ocupar una gran parte del Perú Central y algunas regiones del norte y del sur del
Perú. Esta primera expansión se sitúa antes del siglo XV. La segunda expansión, más
rápida y masiva, fue realizada a través de la ocupación militar de nuevos territorios por los
Incas y la política de transmigración estimulada por los mismos y, subsiguientemente, a
través de la acción evangelizadora y colonizadora de la administración española. Esta
segunda expansión se sitúa entre mediados del siglo XV y los años de la independencia,
con alguna continuación posterior en el oriente ecuatoriano y en las zonas de habla original
aymara, particularmente en el departamento de Puno, a oeste del lago Titicaca (Perú) y en
partes de los Andes bolivianos.
El quichua de Santiago del Estero es un producto de la seguna expansión. En su
exposición presentada durante las Primeras Jornadas de Lingüística Aborigen, el Profesor
BRAVO mencionó el año 1543 como fecha probable para el establecimiento de colonos
quechuahablantes en la zona de santiago del Estero (BRAVO 1993). Por lo tanto, la
situación de Santiago muestra cierto paralelismo con otras áreas donde el quechua fue
introducido en forma tardía. En este contexto, nos referiremos a dos zonas en
comparación: la región constituída por el Ecuador y el sur de Colombia, donde el quechua
también es de introducción relativamente reciente y la zona de los Andes bolivianos, cuya
quechuización se extendía alrededor del año 1600 apenas hasta los centros urbanos más
importantes. La lengua dominante en los Andes bolivianos fue el aymara, como lo muestra
un documento de la época que trata del uso de las lenguas en los curatos del Alto Perú 2 .
En este contexto es bueno señalar que la quechuización de Santiago del Estero puede haber
antecedido a la de Bolivia.
No cabe duda de que hubo diferencias significativas entre las condiciones bajo las
cuales se produjo la quechuización en las tres zonas mencionadas. En el Ecuador y en el
sur de Colombia, el quechua se impuso como elemento unificadr en una región multilingüe
de origen. En Bolivia el quechua reemplazó al aymara en su calidad de lengua regional. En
Santiago del Estero, el quechua llegó con colonos andinos que se establecieron en una
zona cultural y físicamente muy distinta de la del imperio incaico.
Pese a las diferencias, las tres zonas mencionadas tienen un aspecto común desde un
punto de vista lingüístico: el carácter híbrido o mixto de la variedad quechua utilizada. En
los dialectos quechuas hablados en estas zonas confluyen elementos de varios lugares, a
menudo muy dispersos y, al mismo tiempo, se encuentran influencias de las lenguas a las
que el quechua se impuso. Este último elemento es particularmente evidente en Ecuador-
Colombia y en Santiago del Estero. En Bolivia, fue el aymara el que dejó sus huellas en el
quechua regional.
Para determinar el origen de los dialectos quechuas de ubicación periférica se necesita
investigar los rasgos que los distinguen de los dialectos de la zona nuclear, productos de la
expansión inicial, o que, por el contrario, los unen con ellos. Lo que va a encontrarse es
una convergencia de rasgos atribuibles a las distintas variedades pertenecientes tanto a la
zona nuclear, como a la periferia. Esta convergencia de elementos heterogéneos y el
carácter híbrido de los dialectos en cuestión pueden constituir un problema cuando se trata
de elaborar un cuadro genealógico de las distintas variedades quechuas. Tal cuadro ha
existido desde los años 1960 y, además, ha llegado a ser aceptado por la mayoría de los
quechuólogos. A continuación, evaluaremos la viabilidad de las clasificaciones
genealógicas existentes, dando particular atención a la ubicación del quichua de Santiago
en las mismas.
IIA
IIB
IIC
La división propuesta del Quechua II,A en tres subgrupos IIA, IIB y IIC es un tema
discutido. En cuanto a la distinción entre los subgrupos Quechua IIb y Quechua IIC,
consideramos que ésta constituye una realidad, aunque su aceptación no es general entre
los investigadores de la lingüística quechua. Por cierto, la distancia entre los subgrupos
IIB y IIC es poca, casi al nivel de dialectos mutuamente inteligibles en el caso de sus
representantes más conservadores 6 . En este contexto se puede mencionar el ejemplo de
la lengua utilizada en el manuscrito de Huarochirí que ha sido considerada sea como un
dialecto afín al Quechua IIC ayacuchano, sea como una variedad del Quechua IIC
cuzqueño. En estudio profundizado reveló que los rasgos distintivos de la variedad
huarochirana son más bien indicativos de una pertenencia del Grupo Quechua IIB
(ADELAAR 1994). Entre las características compartidas por los dialectos miembros del
Quechua IIB figuran:
(1) la ausencia de mutación vocálica (u/a) en las secuencias de sufijos
verbales 7 ;
(2) la ausencia de llapa- “todo”; el uso de tukuy en lugar de llapa-;
(3) la coincidencia de las oclusivas k y la uvular q;
(4) la presencia de determinados elementosléxicos, p.ej. kaya (*qaya)
“mañana”, tamya “lluvia”, etc.
Las principales variedades que pertenecen al grupo quechua IIB son las siguientes:
Colombia
Ecuador Sierra
Ecuador Oriente
Chachapoyas
San Martín
Quechua costeño del siglo XVI
Quechua del documento de Huarochirí
A diferencia de los subgrupos IIB y IIC, el propuesto Quechua IIA se ha revelado como
una construcción controvertida. Según TORERO (1964), incluiría los dialectos de
Ferreñafe y Lambayeque en el norte del Perú, el de Pacaraos en el alto valle de Chancay,
en el departamento de Lima (Perú) y varios dialectos de la provincia de Yauyos,
igualmente situados en el departamento de Lima (Laraos, Lincha, etc.). A nuestro
parecer, Pacaraos forma un caso separado, el resultao de una ramificación temprana del
Quechua I o, si no, directamente de la proto-lengua quechua (ADELAAR 1984). Los
demás dialectos atribuidos al grupo IIA exhiben una combinación de elementos de ambas
subdivisiones (Quechua I y Quechua II). El dialecto de Ferreñafe comparte algunos
elementos con el quechua de Pacaraos (cf. TORERO 1968, TAYLOR 1984) 8 ; el de
Cajamarca podría ser el resultado de una ramificación temprana del Quechua IIB, aunque
también tiene elementos en común con Ferreñafe.
Un tema que tiene relevancia directa para la clasificación del quechua de Santiago del
Estero es la constitución del subgrupo Quechua IIC. El subgrupo IIC se extiende hacia el
sur desde una línea que corresponde aproximadamente a la frontera departamental de Junín
y Huancavélica en el Perú. Comprende todos los dialectos quechuas situados en
Argentina, en Bolivia y en el sur del Perú, entre los que figuran los más hablados y más
prestigiosos de toda la familia quechua, sobre todo el cuzqueño. El sector nuclear del
Quechua IIC, también denominado “cuzqueño-boliviano”, se caracteriza por la presencia
de tres series de consonantes oclusivas: llanas, aspiradas y glotalizadas. Los dialectos de
Ayacucho y de Santiago del Estero no forman parte de ese sector nuclear y, por lo tanto,
desconocen la distinción en cuestión.
La situación que acabamos de delinear ha llevado a agrupar al quechua de Ayacucho con
el de Santiago del Estero en base a supuestos rasgos comunes (ver p.ej. HARTMANN
1979). En realidad, las variedades quechuas de Ayacucho y de Santiago del Estero no
tienen particularidades en común, salvo el hecho de carecer de una distinción que tampoco
presenta la mayoría de los demás dialectos quechuas. La presencia de la aspiración y de la
glotalización en el sector nuclear del Quechua IIC constituye un fenómeno areal
relacionado con la proximidad geográfica del aymara. Ayacucho y Santiago del Estero
perdieron la distinción entre las tres series consonánticas, si alguna vez la tuvieron. En
todo caso no sufrieron la influencia intensiva del aymara que se puede observar en el
sector nuclear del Quechua IIC.
La tradicional subdivisión del Quechua IIC en cuatro dialectos (ayacuchano, boliviano,
cuzqueño, santiagueño), en tres (ayacuchano, cuzqueño-boliviano, santiagueño) o aun en
dos (ayacuchano-santiagueño, cuzqueño-boliviano) se ha revelado insuficiente. La
constitución interna del grupo Quechua IIC exige una subdivisión más refinada debido a la
diversidad dialectal contenida en el mismo. El conjunto cuzqueño-boliviano consiste en
realidad de varios dialectos, no siendo la presencia de consonantes aspiradas y glotalizadas
un factor decisivo para corroborar su unidad. En forma tentativa podemos afirmar que el
grupo nuclear contiene al menos cuatro dialectos: Cuzco, Puno-Arequipa, Bolivia norte y
Bolivia sur (con la posible inclusión de Jujuy). Una lista de los dialectos Quechua IIC
podría ser la siguiente:
Ayacucho
Cuzco
Puno-Arequipa
Bolivia norte
Bolivia sur (incl. Jujuy)
Santiago del Estero
Catamarca, La Rioja
El quechua de Puno-Arequipa es conservador desde el punto de vista fonológico en
relación con el quechua de Cuzco. Contiene muchos elementos prestados del aymara tanto
léxicos como morfológicos (ADELAAR 1987b). Para un hablante cuzqueño la mayor
parte de estos elementos prestados no es interpretable. Del quechua de Bolivia norte
tenemos noticias por el trabajo de STARK (1985a). Entre los elementos señalados para
este dialecto figuran la conservación de oclusivas en final de sílaba (STARK) y el uso
generalizado del pluralizador -chis en el sistema de referencia personal (van de KERKE,
comunicación personal). El quechua de Bolivia sur se caracteriza por una moderada
influencia del aymara (presencia del sufijo verbal -ra- separativo y distributivo,
morfosintaxis de los sufijos verbales, etc.) y por una serie de cambios que afectaron el
sistema de transiciones en la flexión verbal. La mayor parte de estos cambios se observa
igualmente en Santiago del Estero.
En el marco de este cuadro algo más variado que el tradicional, trataremos de
inventariar los rasgos más característicos del quichua santiagueño con el motivo de
redefinir su posición dentro de la totalidad de los dialectos quechuas.
Como cada dialecto quechua , el quichua santiagueño exhibe el resultado de una serie de
cambios fonológicos que marcan etapas de su desarrollo histórico. Algunos de esos
cambios son propios de la variedad argentina, como la pérdida de la semivocal *w entre
vocales (p.ej. *hawa > aa “afuera”). Otros cambios fonológicos han generado diferencias
entre el santiagueño y la proto-lengua pero son compartidos con uno o más dialectos de la
familia lingüística quechua. Son estos últimos cambios los que pueden aportar
información acerca de la posición del santiagueño dentro del cuadro clasificatorio de los
dialectos quechuas.
A continuación, discutiremos (1) el tratamiento de la *h inicial, (2) de la *ch en posición
final de sílaba, (3) de la *ll y (4) de las sibilantes.
El quichua santiagueño comparte este cambio con un subdialecto del Quechua IIC
ayacuchano (Coracora, Parinacochas; cf. PARKER 1969b: 17) y con todo el quechua IIB
a excepción de la rama ecuatoriana. La pérdida de *h también se dio en los dialectos
norperuanos de Cajamarca y Ferreñafe (Quechua IIA) y en la lengua del manuscrito de
Huarochirí. Este cambio afectó a todos los dialectos quechuas de la franja norandina del
Perú sin distinción de su pertenencia del grupo IIA (Cajamarca, Ferreñafe) o del grupo IIB
(Chachapoyas, San Martín).
La africada alveopalatal *ch del proto-quechua está sujeta a lenición 9 en Santiago del
Estero en posición final de sílaba. El fenómeno de lenición de consonantes oclusivas y
africadas en final de sílaba se encuentra en todo el Quechua IIC, a excepción de Ayacucho
y Bolivia norte. El tratamiento de la africada alveopalatal en Santiago del Estero es similar
al que recibe en el quechua de Puno. Ambos dialectos conservan el carácter alveopalatal
de la fricativa resultante del cambio.
Una gran parte de los dialectos quechuas conserva la oposición entre las sibilantes
alveolar (s) y alveopalatal (sh) que se remonta a la proto-lengua quechua. Esta distinción
se ha mantenido en la mayoría de las variedades I, IIA y IIB, pero se ha perdido en el
quechua IIC a excepción del quechua argentino 12 . El desarrollo histórico de las
sibilantes en el quichua de Santiago ha sido estudiado por De REUSE (1986). Según él, la
sibilante alveopalatal del proto-quechua como regla general, perdió su carácter palatal (por
ejemplo, en *shimi > simi “boca”), salvo en las situaciones siguientes:
- entre vocales anteriores altas (*i_i),
- después de una vocal anterior alta cuando ésta va seguida por una consonante
(*i_C)
Además de eso, algunos casos de sibilantes alveopalatales reflejan el uso simbólico del
sonido (sound-symbolism) y, por lo tanto, son de origen reciente y secundario.
El caso de la sibilante alveopalatal sh colocada entre vocales anteriores altas resulta
problemático debido a la escasez de ejemplos conclusivos y a la existencia de casos que no
confirman la regla formulada arriba.
*chishi > chisi “tarde”
*pishi > pishi “poco”
*wisi- > huishi- “sacar líquido”
De las raíces que acabamos de enumerar, sólo pishi parece mantener la distinción
antigua, huishi- exhibe una palatalización innovativa y chisi ilustra una despalatalización
inesperada. No se han encontrado casos de una secuencia isi en los que la sibilante
alveolar se corresponda a la alveolar proto-quechua. El poco material disponible no
permite la extracción de una regla de cambio regular.
Por otro lado, las raíces que contienen una sibilante precedida por una vocal anterior alta y
seguida poruna consonante sí parecen reflejar la distinción original heredada del proto-
quechua:
*ishkay > ishcay “dos”
*pishqu > pishcko “ave”
*ismu- > ismu- “pudrir”
*isqun > esckon “nueve” 13
El hecho de conservar la oposición entre las sibilantes alveopalatal y alveolar del proto-
quechua no se puede interpretar como un simple arcaísmo del quichua santiagueño dentro
del grupo Quechua IIC. LANDERMAN (1983) notó la existencia de dos sibilantes en el
quechua surperuano cuzqueño, distinción que fue conservada hasta el siglo XVIII
(MANNHEIM 1991: 153-176). Estas dos sibilantes se distinguían por las grafías ç, z, y s,
ss. La primera opción (ç, z) correspondía a la sibilante alveodental (s) del protoquechua y
de otros dialectos tanto historicamente como, según parece, desde el punto de vista
fonético. La segunda opción (s, ss) no pudo ser fonéticamente idéntica a la sibilante
alveopalatal (sh) del santiagueño y de los dialectos de los grupos Quechua I, IIA y IIB,
aunque sí lo fue desde el punto de vista histórico. Se supone que el sonido escrito s, ss en
las fuentes coloniales ha sido una sibilante apical como en el español de Castilla o, si no,
una retrofleja como se encuentra actualmente en el dialecto Quechua I de la región de
Huancayo. Si el quechua cuzqueño hubiera conocido una sibilante alveopalatal, ésta
habría sido escrita mediante el símbolo “x”, reservado para este fin en los trabajos
lingüísticos de la época. 14
Si aceptamos el escenario delineado por LANDERMAN y MANNHEIM, tenemos que
concluir que el quichua de Santiago del Estero siguió un rumbo muy propio en cuanto al
desarrollo de las sibilantes. Este hecho podría unir al santiagueño con los dialectos
norteños que integran los subgrupos IIA y IIB, pero al mismo tiempo lo pone al margen de
los desarrollos ocurridos en los demás dialectos del Quechua IIC (al menos en el
cuzqueño). Ninguna de las clasificaciones existentes toma en cuenta esta diferencia
destacable entre el santiagueño y el quechua surperuano (que en este caso también
abarcaría el quechua boliviano).
El quichua santiagueño es conservador en su tratamiento de la sibilante alveolar (s) en
inicial de palabra. La s inicial en Santiago se conserva en algunas raíces en las que otros
dialectos Quechua IIC tienen una fricativa glotal (h). La situación se asemeja a la que
encontramos en el Quechua IIB y, en particular, en la lengua del manuscrito de Huarochirí.
Desde el punto de vista morfológico, el quichua de Santiago del Estero se parece a los
dialectos Quechua IIC y a representantes conservadores de Quechua IIB (Huarochirí,
quechua costeño) por su uso de los pluralizadores externos -cu y -chis en el sistema de
referencia personal (nominal y verbal). Hay una similitud aparente con el quechua
cuzqueño que consiste en el uso en ambos dialectos de formas que terminan en s para el
pluralizador externo de segunda persona -chis y para la marca de primera persona
inclusiva -nchis. Sin embargo, las descripciones gramaticales del quechua boliviano sur
(LASTRA 1968: 24) mencionan el uso de formas en s (-chis, -nchis) en variación con
formas en q. Por eso, debemos concluir que el uso de las formas en s no constituye una
particularidad exclusiva del cuzqueño y del santiagueño.
Santiago del Bolivia Cuzco Ayacucho,
Estero QIIB
-(n)chis -(n)chis -(n)chis -(n)chik
-(n)chiq
-(n)chaq
Esquema 4
Esquema 5
Esquema 6
En ambos dialectos, la “regularización” del uso de -shu- afecta al paradigma del tiempo
futuro, eliminando de paso la ambigüedad resultante de la homofonía de la marca de
segunda persona que es -nki tanto en el paradigma del tiempo futuro, como en el del
presente. La extensión del uso de -shu- abarca también el tiempo presente en Ferreñafe,
pero no en Cajamarca.
La flexión verbal del quechua de Bolivia sur se encuentra más avanzada aún en el
camino del cambio estructural con respecto a los dialectos conservadores de la zona
nuclear. La ampliación del uso de -su- (el equivalente de -shu- de Cajamarca y Ferreñafe)
se da también en Bolivia, pero en una forma restringida. Una característica del quechua
boliviano es el alto grado de fusión que se da entre las categorías de persona y número. La
marca de pluralidad ya no puede ser considerada como una categoría opcional agregada a
un sistema autónomo de referencia personal. Este hecho se observa, por ejemplo, en el uso
de las secuencias -nku (tercera persona del plural), -nkichis (segunda persona del plural) y
en el trato paralelo de las primeras personas de plural exclusiva e inclusiva.
La flexión verbal del quechua boliviano está tratada en detalle en estudios gramaticales
dedicados a dicha unidad dialectal (entre otros, BILLS, TROIKE & VALLEJO 1969).
Debido a la complejidad de la flexión verbal boliviana que, además, exhibe cierta
variación interna, nos limitaremos a presentar una lista de los principales cambios
ocurridos (ejemplos tomados de BILLS, TROIKE & VALLEJO 1969: 168).
b) Expansión del uso de la terminación -sqay-ku del tiempo futuro a formas que no
necesariamente llevan un objeto de segunda persona:
Este cambio aparentemente tuvo por modelo la coincidencia de formas ocurridas en el
tiempo presente que hemos delineado arriba (en a.). Las distintas formas que indican un
sujeto de primera persona de plural exclusiva coincidieron escogiendo como punto de
partida la forma de la transición 1 > 2.
Para realizar esta extensión se ha utilizado el equivalente futural de -y-ku que es -sqay-
ku (ver arriba en b.).
maqa-wa-sqay-ku “nos [excl.] pegará(s) “ (2,3 > 1p ex; tiempo futuro)
El quichua de Santiago del Estero presenta la particularidad de combinar elementos
propios de los paradigmas verbales del quechua boliviano, por un lado, y de las variedades
dialectales de la franja norandina peruana, por el otro.
La generalización del uso de -su- en la función de marca de objeto de segunda persona
es el rasgo norteño que más llama la atención. El proceso de generalización de -su se
encuentra en Santiago del Estero en un estado de desarrollo intermedio entre éste que se da
en el quechua de Ferreñafe y en el de Cajamarca. No sólo se extiende al tiempo futuro
(como en Cajamarca), sino también al tiempo presente y a los otros tiempos del paradigma
verbal. Las fuentes pertinentes (BRAVO 1956, ULLOA y ALDERETES 1988,
ALDERETES 1994) indican para Santiago del Estero la coexistencia de formas
alternativas representativas de ambos modelos, tanto del modificado como del original. El
quechua boliviano, por su lado, sólo presenta un caso de “regularización, el uso de -su en
la transición que indica un sujeto de tercera persona con objeto de segunda en los
paradigmas de los tiempos pasado y futuro (cambio c. en la precedente exposición). Es
posible visualizar este cambio ocurrido en el quechua de Bolivia como el primer paso en
un proceso de reestructuración y de reinterpretación de -su que alcanzó su mayor extensión
en Santiago del Estero y en la franja norandina del Perú.
Al margen del uso generalizado de -su como marca de objeto de segunda persona, el
quechua de Santiago del Estero comparte una serie de cambios bien específicos con el
Quechua IIC de Bolivia. De los seis cambios que hemos tratado arriba en conexión con el
quechua boliviano, sólo el cambio b. (*-saq-ku > -sqay-ku) parece ser una exclusividad de
aquel conjunto dialectal. Vimos que el cambio c. se inscribe dentro del marco de la
ampliación del uso de -su-. Los cambios a., d., e., f. se encuentran también en Santiago del
Estero, como veremos a continuación (ejemplos de ULLOA & ALDERETES 1988).
*qu-wa-saq-ku > cko-a-saj-cu “nos dará(s)” (2,3 > 1pl ex.; tiempo futuro)
En materia de léxico, el quichua de Santiago del Estero muestra una gran unidad con los
dialectos Quechua IIC, especialmente con la variedad boliviana. No se nota la presencia
de un vocabulario típicamente norteño. Sin embargo, hay algunas semejanzas que parecen
relacionar el quichua santiagueño con el grupo Quechua IIB y que podrían ser
significativas:
Se observa la coexistencia de saa (< *sawa) “encima” y aa (< hawa) “afuera”. Estas
dos palabras remontan a una misma raíz (*sawa) pero han llegado a distinguirse no sólo
por la forma, sino también por el significado. La presencia simultánea de sawa y (h)awa
se encuentra sobre todo en el Quechua IIB: más precisamente, en el dialecto de
Chachapoyas, en el quechua del manuscrito de Huarochirí y en la variedad costeña
descrita por Domingo de SANTO TOMÁS (1560).
Para expresar el sentido de “todo”se utiliza principalmente el vocablo tukuy, mientras
que los dialectos más conservadores del Quechua I y del Quechua IIC utilizan tanto tukuy
como llapa-n y sus derivados (llipi-n, lliw, etc.). La ausencia de llapa-n es una
característica del Quechua IIB y de muchas variedades del conjunto dialectal boliviano.
La diferencia de significado que corresponde con tukuy y llapa-n (exhaustividad contra
integridad) en otras variedades quechuas, al parecer no surge en los dialectos que
desconocen el uso de dos términos diferentes y entre los que figura Santiago del Estero.
El uso de ckaya para “mañana”y de ckanimpa para “días atrás” también aporta una
reminiscencia del Quechua IIB.
Conclusiones
Como anticipamos al inicio de esta exposición, el quichua de Santiago del Estero exhibe
los rasgos de un dialecto de origen mixto al igual que el quichua ecuatoriano (Quechua IIB
con adstrato cuzqueño) y, tal vez, el quechua boliviano. Por sus características
fonológicas, en particular la situación de las sibilantes, el quechua de Santiago del Estero
se relaciona con el Grupo Quechua IIB y con los dialectos IIA de la franja norandina del
Perú (Cajamarca y Ferrañafe). Algunos elementos léxicos también apuntan hacia un origen
norteño (Quechua IIB o Cajamarca).
La conservación de la distinción entre consonantes postvelares y velares en Santiago del
Estero sin duda fue posibilitada por la existencia de consonantes postvelares en lenguas de
substrato que antecedieron al quichua en la provincia. La existencia de fricativas
postvelares en palabras ajenas al proto-léxico quechua (mishoggo, wajjalu; cf. NARDI,
s.f.) subraya esta probabilidad. Los dialectos Quechua IIB (inclusive el quechua del
manuscrito de Huarochirí) carecen de una distinción entre consonantes postvelares y
velares, carencia que, en general es considerada como una de las principales características
de aquel conjunto dialectal. Por otra parte, los dialectos Quechua IIA de Cajamarca y
Ferreñafe conservan la distinción entre postvelares y velares y CERRON-PALOMINO
(1990) señala la posibilidad de su presencia en el quechua costeño (Quechua IIB) descrito
por Domingo de SANTO TOMAS en 1560.
Desde el punto de vista de la morfología verbal y del léxico en general, el quichua de
Santiago del Estero muestras semejanzas sumamente específicas con el Quechua IIC, en
particular, con el dialecto Bolivia sur. No se han presentado indicaciones de un lazo
exclusivo del quichua santiagueño con las variedades dialectales de Ayacucho o Cuzco,
fuera del hecho, desde luego, de ocupar una posición cercana dentro del árbol genealógico
de la familia lingüística quechua.
Se podría pensar en un proceso de relexificación en el que un léxico Quechua IIC
(sureño) ha ido reemplazando poco a poco un léxico anterior procedente tal vez de una
variedad norteña (Quechua IIB, Cajamarca o Ferreñafe). Lo mismo habría sucedido con la
morfología verbal en la que la generalización de la marca del objeto de segunda persona (-
su-) hubiera permanecido como vestigio de la situación original. Desde ese punto de vista,
los primeros colonos habrían llegado desde el norte o centro del Perú y podrían haber sido
complementados por nuevos aportes desde los centros quechuizados del AltoPerú
(Bolivia).
Willem Adelaar
Referencias:
ALDERETES , Jorge R.
1990 Algunos aspectos morfológicos del quichua santiagueño. San Miguel de Tucumán.
1994 El quechua de Santiago del Estero. Tucumán
BILLS, Garland D.; Bernardo VALLEJO C.; Rudolph C.TROIKE
1969 An introduction to spoken Bolivian Quechua. Austin, Londres.
BOUYSSE-CASSAGNE, Thérèse
1975 “Pertenencia étnica, status económico y lenguas en Charcas a fines del siglo XVI”.
En: Noble David COOK, Tasa de la Visita General de Francisco de Toledo, 312-328. Lima
BRAVO, Domingo A.
1956 El quichua santiagueño (reducto idiomático argentino). Tucumán.
1967 Diccionario quichua santiagueño-castellano. 2ª edición. Buenos Aires.
1976 Diccionario castellano-quichua santiagueño. Buenos Aires
1993 “El quichua santiagueño es el quichua argentino”. En: Pedro VIEGAS BARROS
y Nélida N. STELL eds. Actas de las Primeras Jornadas de Lingüística Aborigen (6 y 7 de
octubre de 1992), 35-46. Buenos Aires.
CERRON-PALOMINO, Rodolfo
1987 Lingüística Quechua. Cuzco.
1990 “Reconsideración del llamado <quechua costeño>”. Revista Andina, 8, 2: 335-409.
Cuzco.
CHRISTENSEN, Emilio A.
1970 El quichua santiagueño, lengua supérstite del Tucumán incaico. Buenos Aires.
KIRTCHUK, Pablo
1987 “Le parler quechua de Santiago del Estero (Argentine): quelques particularités”.
Amerindia 12: 95-110. París.
LANDERMAN, Peter
1983 “Las sibilantes castellanes, quechuas y aymaras (un enigma tridimensional)”. En:
Rodolfo CERRON-PALOMINO, ed. Aula Quechua, 203-234. Lima.
LASTRA, Yolanda
1968 Cochabamba Quechua Syntax. La Haya. París.
MANERA, Edith
1994 “El Quichua de Argentina, su relativa mutación lingüística”. Contribución al
simposio Lenguas Indígenas de Sudamérica: Aspectos Sincrónicos y Diacrónicos. 48º
Congreso Internacional de Americanistas, Estocolmo-Uppsala, 4-9 de julio de 1994.
MANNHEIM, Bruce
1991 The Language of the Inka since the European Invasion. Austin.
PARKER, Gary J.
1963 “La clasificación genética de los dialectos quechuas”. Revista del Museo Nacional,
32: 241-252.
1969a “Comparative Quechua Phonology and Grammar IV: The evolution of Quechua
A”. University of Hawaii. Working Papers in Linguistics, 9: 149-204. Honololu.
1969b Ayacucho Quechua Grammar an Dictionary. La Haya y París.
STARK, Louisa R.
1985a “The Quechua Language in Bolivia”. En: Harriet E.MANELIS KLEIN y
Louisa STARK, eds. South American Indian Languages. Retrospect and Prospect, 516-
545. Austin.
1985b “History of the Quichua of Santiago del Estero”. En: Harriet E.MANELIS
KLEIN y Louisa STARK, eds. South American Indian Languages, Retrospect and
Prospect, 732-752. Austin.
TAYLOR, Gerald
1978 Diccionario normalizado y comparativo quechua: Chachapoyas-Lamas. París.
1984 “Yauyos: un microcosmo dialectal quechua”. Revista Andina 2:1, 121-146.
1995 Estudios de dialectología quechua (Chachapoyas, Ferreñafe, Yauyos). Lima
TORERO, Alfredo
1964 “Los dialectos quechuas”. Anales Científicos de la Universidad Agraria, 2: 446-
478. Lima
1969 “Procedencia geográfica de los dialectos quechuas de Ferreñafe y Cajamarca”.
Anales Científicos 6: 3-4, 291-316. Lima.
1970 “Lingüística e historia de la sociedad andina”. Anales Cientìficos 8: 3-4, 231-264.
Lima
1986 “ Lenguas y pueblos altiplánicos en torno al siglo XVI”, Revista >andina 5:2, 329-
405. Cuzco.
NOTAS:
1.- No hemos tomado en cuenta aquí la variedad anteriormente hablada en Catamarca y La Rioja que ha sido
tratada por NARDI en su estudio de 1962.
2.- Este documento fue dado a conocer por BOUYSSE-CASSAGNE en 1975; ver también TORERO
(1987).
3.- La división entre Quechua I y II ha sido puesta en duda por MANNHEIM (1991: 175-176) en base al
tratamiento de las sibilantes s² y s. Según este criterio, la variedad Huanca (Quechua I) compartiría la
situación del quechua surperuano del Cuzco, en el que la distinción mencionada se mantuvo hasta el siglo
XVIII, mientras que los otros dialectos Quechua I exhiben un tratamiento diferente de las sibilantes.
Opinamos que este criterio por sí sólo no basta para cuestionar la unidad Quechua I.
4.- El símbolo “:” representa un alargamiento de la vocal precedente.
5.- Las marcas de pluralidad externas aparecen después de los sufijos de persona y tiempo (p.ej. Ayacucho
wata-n-ku “atan”); las marcas internas se insertan entre éstos y la raíz (por ej. Pacaraos wata-rin-n “atan”).
6.- Entre las variedades no conservadoras del subgrupo IIB se encuentra el dialecto de Chachapoyas. El
quechua chachapoyano no es inteligible para los hablantes de otros dialectos a causa de los cambios
fonológicos que ha experimentado (cf. TAYLOR 1994).
7.- Un ejemplo de tal mutación vocálica tomado del dialecto Quechua I Tarma / Norte de Junín es qalayu-
ru-n “empezó”, qalaya-ra-mu-n “empezó (con movimiento hacia el hablante)”. La mutación de la vocal final
de la raíz qalayu- indica que ésta consta de una combinación petrificada de una raíz con un sufijo
derivacional ( < *qalla-yku-).
8.- Por ejemplo, por el uso de yara(:)- “esperar”, forma encontrada en Ferreñafe y Pacaraos.
9.- Para una definición del término “lenición” (lenition) véase MANNHEIM (1991: 241).
10.- Representamos los ejemplos del quichua santiagueño por medio de la ortografía desarrollada y
empleada en las obras de BRAVO.
11.- Quichua de Tungurahua y Cotopaxi (ver STARK y MUYSKEN 1977).
12.- Los casos de oposición entre s y sh que se encuentran ahora en el quechua IIC de Cuzco y de Puno, se
deben a desarrollos secundarios de carácter reciente.
13.- Eshckon o ishckon, según ALDERETES (1994).
14.- La ausencia del sonido representado por medio del símbolo “x” en el quechua cuzqueño del siglo XVII
fue observada por GONZALEZ HOLGUIN (MANNHEIM 1991: 156).
15.- El símbolo “4”refiere a la primera persona del plural inclusiva o “cuarta persona”.
16.- Abreviaturas: pl = plural; ex, excl. = exclusivo; incl. = inclusivo.
17.- La terminación -su-yqui (en munasuyqui “te quiero) refleja tanto el modelo original como el
modificado. El ejemplo es de BRAVO (1956: 182). ULLOA y ALDERETES (1988) sólo mencionan las
otras dos formas, salvo cuando la terminación en cuestión viene acompañada por el pluralizador -chis (en
munasuyquichis “os quiero”).
18.- Las alternancias -su-n y -su-nqui reflejan diferencias en los paradigmas presentados por BRAVO, por
un lado, y por ULLOA &ALDERETES por otro. BRAVO (1956) menciona ambas formas. Según ULLOA
& ALDERETES (1988), la forma “regularizada” -su-n es la normal en el caso de la transición de tercera
persona a segunda del tiempo presente. La agregación del sufijo pluralizador de segunda persona -chis
conlleva la conservación del componente -qui (tapu-su-nqui-chis “os pregunta”, ver más abajo). La
terminación -sunchis refiere invariablemente a un sujeto de primera persona de plural inclusiva del tiempo
futuro o del modo imperativo, tanto en Bolivia como en Santiago del Estero.