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DOCTORA
MABEL BERGES
CC. 15352827
TERCERA COHORTE
BELLO COLOMBIA
2016
INTRODUCCIÓN
“¿Qué dice el currículo en el lugar de los procesos de evaluación?”, con esta pregunta
inicio el seminario la Doctora Mabel, logrando movilizar un particular interés por lo que
vendría en los siguientes encuentros. Con una delicada sutileza logró instalar el desequilibrio
cognitivo, pues hasta ese momento la evaluación se tenía entendida como una cuestión
independiente, aislada, casi que foránea, desconociendo la necesidad de concebirla
integradamente, y reconocerla como parte del diseño curricular, el cual entre otras cosas
determina su naturaleza y sus procesos.
1. Es el componente curricular que define y orienta todo aquello que tiene que ver con el proceso de evaluación de los
aprendizajes y la acreditación de grado.
La siguiente etapa se enfoca en la revisión de la estructura del Sistema de Evaluación y
Promoción (SIEP). Este análisis se basa en la “lógica de traducción” expuesta por Ruíz
Larraguivel, con la cual se pretende guiar la caracterización de lo que ella llama “consistencia
interna”, en este caso las relaciones programáticas que guardan los componentes estructurales
del SIEP entre ellos mismos, de estos con los mandatos legales y también con los demás
componentes estructurales del currículo que rige la institución (Ruiz, 2016). Se termina con
un apartado en el cual se hace la discusión de los hallazgos y se dan algunas conclusiones.
En todo caso en el presente trabajo se revisan los documentos legales que sostienen el
componente evaluativo de la institución, el componente teleológico del proyecto educativo
institucional y el documento que sostiene el Sistema Institucional de Evaluación y Promoción
de los estudiantes; elementos con los cuales se esboza un análisis estructural del componente
evaluativo del currículo en cuestión, teniendo presente la correlación de cuatro variables
importantes: políticas educativas contempladas en la ley, principios teleológicos
institucionales, teoría curricular que subyace y modelo pedagógico que orienta la labor
pedagógica en esta institución.
El interés por mejorar los procesos de evaluación siempre han sido una preocupación
de profesores, instituciones y del estado. Lograr un buen ejercicio de deconstrucción de los
componentes del sistema evaluativo, representa un acercamiento a entenderlo desde sus
mismas bases teóricas, normativas y prácticas. Este ejercicio pretende desglosar cada uno de
los componentes estructurales del SIEP, para entenderlo mejor, para develar sus líneas de
enlace con los demás componentes curriculares y para hacer emerger las posibles rupturas con
estos. Un análisis indispensable si se quiere contribuir con la optimización de los procesos
evaluativos en nuestras instituciones.
Por su parte, el Decreto 0230 de 2002, trajo consigo adiciones como la determinación
de cuatro periodos académicos durante el año escolar, mismos que al culminar sirven de
referente para el informe final integral de evaluación de cada año lectivo, ya no solamente
descriptivo sobre logros y dificultades sino también expresados en una escala cualitativa de
valoración: excelente, sobresaliente, aceptable, insuficiente y deficiente. Por su parte, el
Decreto 3055 de 2002, modificó el artículo 9º del Decreto 0230 del mismo año, en el sentido
de que Los establecimientos educativos tenían que garantizar un mínimo de promoción del
95% del total de los educandos que finalizasen el año escolar en la institución educativa.
El criterio de promoción del 95% de los educandos por grado, hizo que muchos
estudiantes optaran por el mínimo esfuerzo, las instituciones debían promover estudiantes
hasta con seis y siete áreas perdidas, en las instituciones imperó la mediocridad y la
irresponsabilidad, además los alumnos quedaban con grandes vacíos conceptuales y
procedimentales que se veían reflejados cuando se sometían a exámenes externos como las
pruebas ICFES o de ingreso a instituciones de educación superior. La educación básica y
media del país vivió una época negra a la sombra de este decreto, de la cual aún quedan
significativas secuelas.
Ante esta situación fueron las universidades públicas las que tomaron la vocería para
iniciar y mantener un movimiento social y pedagógico que demandó con ahínco el daño que
estaba sufriendo la educación en términos de calidad.
El nuevo decreto que modifico la forma en que venían siendo evaluados y promovidos
los estudiantes de educación básica y media en Colombia, y que rige en la actualidad, fue el
1290 de 2009, mismo que entró en vigencia a partir del 01 de enero de 2010. Este decreto se
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plantea dar mayor autonomía e independencia a las instituciones para que establezcan cómo y
cuáles son los parámetros ideales para evaluar a sus estudiantes.
La escala de evaluación del desempeño del estudiante, debe tener equivalencia con la
escala de valoración nacional. El objetivo es permitir la movilidad de los estudiantes entre las
instituciones educativas. Esta escala corresponde a: desempeño superior, desempeño alto,
desempeño básico y desempeño bajo. Al mismo tiempo el decreto establece que es obligación
de cada Institución Educativa, divulgar a los padres de familia, al inicio de cada año lectivo o
al ingreso del alumno a la institución, el funcionamiento de este sistema de evaluación.
El decreto 1290 establece que cada institución deberá determinar los criterios de
promoción escolar, de acuerdo con el sistema institucional de evaluación de los estudiantes,
así como el porcentaje de asistencia mínimo requerido para que el alumno pueda ser
promovido al siguiente grado. Si la institución determina que el estudiante, por su bajo
desempeño académico, no puede ser promovido al siguiente grado, ésta deberá garantizarle, en
todos los casos, el cupo para que en el siguiente año escolar continúe con su proceso
formativo.
Los componentes básicos que debe tener el documento que soporta el Sistema
Institucional de Evaluación y promoción, está estipulado en el artículo 04 del decreto 1290 de
2009 y son:
1. Los criterios de evaluación y promoción.
2. La escala de valoración institucional y su respectiva equivalencia con la escala
nacional.
3. Las estrategias de valoración integral de los desempeños de los estudiantes.
4. Las acciones de seguimiento para el mejoramiento de los desempeños de los
estudiantes durante el año escolar.
5. Los procesos de autoevaluación de los estudiantes.
6. Las estrategias de apoyo necesarias para resolver situaciones pedagógicas pendientes
de los estudiantes.
7. Las acciones para garantizar que los directivos docentes y docentes del
establecimiento educativo cumplan con los procesos evaluativos estipulados en el
sistema institucional de evaluación.
8. La periodicidad de entrega de informes a los padres de familia.
9. La estructura de los informes de los estudiantes, para que sean claros, comprensibles y
den información integral del avance en la formación.
10. Las instancias, procedimientos y mecanismos de atención y resolución de
reclamaciones de padres de familia y estudiantes sobre la evaluación y promoción.
11. Los mecanismos de participación de la comunidad educativa en la construcción del
sistema institucional de evaluación de los estudiantes (Ministerio de Educación
Nacional, 2009)
Por otro lado la teoría curricular asumida por la institución, está basada en la racionalidad
práctica, en la cual se considera el currículo como un intento deliberado y explícito, pero
abierto, que prescribe con flexibilidad principios claros para orientar de manera integrada y
coherente la práctica educativa. En términos de Stenhouse, un currículo orientado desde el
interés práctico es una tentativa para comunicar los principios y los rasgos esenciales de un
propósito educativo, permanece abierto a discusión crítica y puede ser trasladado
efectivamente a la práctica (Stenhouse, 1991). El interés práctico del currículo está anclado
entonces a un imperativo de la vida sociocultural, en el caso de la institución que nos convoca,
con raíces antropológicas fuertes, toda vez que se trata de la posibilidad de sobrevivencia de
sujetos socialmente abandonados.
La teoría práctica del currículo nos permite como institución, partir de hipótesis y no de
contenidos fríos, estandarizados y ajenos a las realidades de quienes los padecen, esta teoría
cuya mayor preocupación son los procesos y vínculo con la realidad, exige una continua
valoración de los avances y reorganización permanente del currículo y por ende de su
componente evaluativo, teniendo presente que son las realidades y sus dinámicas las que los
determinan y no las necesidades externas, ni la imposición de cánones y estándares. Dentro de
lo que tiene que ver con el diseño curricular, es importante aclarar que en esta institución se
tiene un currículo basado en competencias desde la perspectiva de Sergio Tobón, este autor
define las competencias como una actuación integral que recoge los componentes de saber
conocer, saber hacer, saber ser y saber convivir y la enfoca en la construcción de un proyecto
ético de vida (Tobón, 2013). La metodología propuesta por Tobón y asumida por la
institución, es la de los Proyectos Formativos, los cuales se entienden como un conjunto de
actividades articuladas, orientadas a resolver uno o varios problemas del contexto, con el fin
de favorecer la formación integral (Tobón, 2013).
Entre tanto el docente realiza labores de mediación, propicia el desarrollo de las aptitudes
de los estudiantes y el desarrollo de las capacidades aún no desarrolladas, pero cuyas
potencialidades para lograrlas están presentes en ello, Plantea a los estudiantes retos que
desafíen sus aptitudes y capacidades (Antunes, 2007).
En el componente de evaluación el modelo vygotskiano habla de la valoración de los
avances, detallando en esta las siguientes características o condiciones:
A groso modo quedan pues descritas todas las líneas curriculares y pedagógicas con las
que la institución pone en marcha sus procesos formativos. En todo caso la cultura
institucional se deriva del diario vivir y se inspira en sus propios principios, los cuales la hacen
una institución abierta a la diversidad, que trabaja por cerrar la brecha entre el mundo ideal
que se plantea en la escuela y las realidades contextuales de los jóvenes que se atienden.
Este apartado busca esclarecer las relaciones programáticas que guardan los
componentes estructurales del sistema de evaluación de la Institución Educativa Campo
Valdés. De acuerdo a lo expuesto por Estela Ruíz Larraguivel, este ejercicio hace parte de la
“lógica de traducción”, dentro de la cual se describe la “consistencia interna” (Ruiz, 2016),
Para este caso se procede al análisis de correspondencia entre la normatividad vigente y todos
y cada uno de los componentes del modelo educativo construido y asumido por la institución.
Para tal efecto se diseñó una matriz de análisis con la cual se revisan los componentes
fundamentales de cada módulo. Para el componente legal se tomó como base el Decreto 1290
de 2009 emitido por el Ministerio de Educación Nacional de la Republica de Colombia, del
cual se analiza el cumplimiento del artículo cuatro en relación a los contenidos mínimos que
debe tener todo SIEP, y cada uno de los “propósitos de la evaluación” estipulados en el
artículo tres.
En referencia a los componentes del modelo educativo, los ítems fueron obtenidos de
los principios misionales expuestos en el horizonte institucional, las características que
distinguen la teoría práctica del currículo, asumida por la institución, las nociones básicas de la
teoría socioformativa de Sergio Tobón, que alimentan la concepción de competencias y de
proyectos formativos, y los elementos estructurantes de la evaluación derivados del modelo
vygotskiano.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En esta misma línea de análisis, el currículo es un elemento político que cumple una
función reproductora de las ideologías dominantes. Toda la influencia ejercida por el
currículo entendido como un espacio de poder, tiene como objetivo condicionar las masas,
direccionar su pensamiento y su actuar en función de la creencia de que la organización de la
sociedad, tal y como esta, es buena y deseable” (DaSilva, 2001), la evaluación como
componente fundamental del currículo es el elemento de mayor capacidad coercitiva dentro de
este, cuando se ejerce como un objeto de poder.
El trasfondo político del currículo, y con este la evaluación, esta sostenido por un
principio mediante el cual de una manera subrepticia, se logra que los profesores sean simples
ejecutores de lo que otros ya pensaron y diseñaron. Los “mínimos exigibles para todos”
(Sacristán, 2002), en el caso Colombiano los estándares de calidad y los lineamientos
curriculares, representan un mecanismo de control instaurado por los sectores políticos al
servicio del capitalismo, al convertirse en elementos invariantes de la planeación curricular, y
una estrategia para el sometimiento de la autonomía del profesorado, que accede con
demasiada facilidad a desempeñar un rol de dependencia bien sea por ingenuidad, por
conveniencia, por comodidad, en todo caso por tener una conciencia social débil y mal
configurada.
Rafael Ferro desarrolla una idea en la cual da a entender que los documentos legales
establecen con claridad los objetivos y contenidos, pero en cambio las metodologías las deja
en el plano de la generalidad (Ferro, 2010). De acuerdo a lo observado en Sistema
Institucional de Evaluación y promoción, de la Institución Educativa Campo Valdés, se
encontró que en términos generales dicho documento tiene en cuenta todos los mandatos
legales, muestra coherencia con la teoría curricular elegida y es pleno reflejo de los principios
acotados en su modelo pedagógico. Es decir los procesos son direccionados en coherencia con
las teorías elegidas, este factor garantiza unidad de criterio y además favorece
significativamente los asuntos metodológicos.
Liliana Sanjurjo y Teresita Vera explican como la evaluación depende en gran medida
de las concepciones que se tengan de sujeto, de aprendizaje, de sociedad, de la función que
cumple la escuela (Sanjurjo & Vera, 1998), es decir se resalta la importancia de tener claro
cuál es el modelo pedagógico sobre el cual gira la enseñanza, para que a la evaluación también
se le dé significado sobre estos mismos principios. En relación a este aspecto el documento
analizado da buena cuenta de la coherencia del proceso de evaluación con los principios del
modelo pedagógico adoptado.
De Alba, A. (1992). Evaluación curricular. Conformación conceptual del campo. Mexico: UNAM - CESU.
Ruiz, L. E. (2016). Propuesta de un modelo de evaluación curricular para el nivel superior. Una
orientación cualitativa. Mexico: www.iisue.unam.mx.
Sacristán, J. G. (2002). Diseño del curriculo, diseño de la enseñanza. El papel de los profesores. En J. G.
Sacristan, Comprender y Transformar la Educación (pág. Capitulo VIII). Madrid: MORATA.
Sanjurjo, L., & Vera, T. (1998). Evaluación: ¿Diálogo o conflicto? En L. Sanjurjo, & T. Vera, Aprendisaje
significativo y enseñanza en los niveles medio y superior (págs. 125 - 131). Rosario: HOMO
SAPIENS.