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Sujeto líquido

Sebastián Gutiérrez
Febrero 2018.

Colegio de la
Universidad Pontificia Bolivariana.

Filosofía & Ética.


¿Cuáles son las condiciones del sujeto moderno y posmoderno en el contexto filosófico-ético

frente a las diferentes manifestaciones sociales y culturales?

El objetivo de este escrito es, principalmente, contestar satisfactoriamente a la pregunta

expresada en el título anterior. Desde luego analizando algunas posturas antropológicas de la

filosofía moderna y las abordadas en clase. En cuanto a la justificación del título del trabajo, me

pareció pertinente usar el término “líquido”, para describir al hombre como una criatura

cambiante, inestable, impredecible, el resultado de su entorno con tendencia al cambio y de su

angustia en relación a su condena de libertad.

Antes de establecer como se relacionan las condiciones del hombre moderno con su

contexto socio-cultural, me siento obligado a aclarar dichas condiciones. En los últimos años se

han dado muchas vueltas respecto al tema de las condiciones de la realidad humana, pero para

establecer las que enfocaré en este escrito, me basaré en el humanismo existencial trabajado por

Sartre (2017) en El existencialismo es un humanismo (p. 3).

El hombre según Sartre, es, a mi parecer, la definición más acertada en cuanto a la

realidad humana. Desarrollada en base a tres principales conceptos: angustia, desesperación y

desamparo, con los cuales se refiere al peso que conlleva elegir, el miedo a las consecuencias de

los propios actos y la inexistencia de un dios, respectivamente. También declara que toda verdad

y toda acción implican un medio y una subjetividad humana. Dentro de lo existencial, el

humanismo no se reduce a doctrina que tiene al hombre como fin, lo contrario, el hombre nunca

será el fin porque siempre está proyectándose. “El hombre no es otra cosa que lo que él se hace”

(Sartre, 2017, p. 4).


Aunque se ha tachado el existencialismo por su naturaleza dura y realista, me parece

que lo que dice Sartre es acertado, principalmente porque se basa en la realidad, un mundo lleno

de cobardes que sumidos en la angustia, se resisten a reconocer que están completamente solos y,

al mismo tiempo, comprometidos con toda la humanidad, pues cómo lo expresa Siegfried

Kracauer (1995) en Das Ornament der Masse, recaen en ellos unos Sollen (deberes) que

responden modelos de “buena sociedad” fabricados durante la modernidad (p. 143). Así, el

hombre tiene, no sólo la libertad, también la responsabilidad de una elección que al

comprometerse, compromete a la humanidad entera (Sartre, 2017, p. 15).

Ahora, para discutir las manifestaciones socio-culturales modernas, me he apoyado en el

concepto de “Modernidad Líquida” propuesta por Zygmunt Bauman (2005) en Vidas

desperdiciadas (p. 22). Este concepto se refiere a como la época moderna, posee características

similares a las de un líquido como la inestabilidad, la falta de cohesión y la carencia de una

forma definida. Estas características repercutieron en 4 aspectos fundamentales: el trabajo, el

consumo, la identidad y las relaciones. La estabilidad laboral se ha convertido en un mito, pues

las personas evaden atarse a un solo trabajo y buscan nuevas experiencias laborales, el

consumismo traduce la necesidad del hombre de expresar su individualidad, la identidad es

fluida y cambiante por lo que nunca terminamos de definirnos y el cambio se vuelve la norma.

Considero que el sujeto y las manifestaciones socio-culturales de su entorno acaban por

retroalimentarse en un círculo vicioso interminable. El hombre es líquido, como la modernidad

que lo acoge. Atormentado por la responsabilidad de elegir a la que está condenado, influenciado

por una sociedad líquida y sin una entidad divina en donde pueda justificar sus decisiones, ve

dificultada su tarea de proyectarse y de darle un significado a su propia existencia, por lo tanto la

condición del hombre en el contexto moderno y posmoderno es: Un ser arrojado a existir sin
ningún propósito, es él mismo quien es libre de darse uno. Sin embargo, en una sociedad que se

deforma con velocidad se le dificulta al sujeto la libertad de la elección, un ejemplo oportuno

para explicar el porqué de esto es: digamos que vas a comprar un helado, pero solo hay de un

sabor, sencillo, eliges ese sabor y te vas tranquilo porque fue la mejor decisión. Pero, si el caso

variara, de manera tal que al llegar mostrador te dieran a elegir entre unos 50 sabores, te

abrumarías por la angustia de escoger lo mejor.

Algo parecido sucede con el hombre cuando intenta encontrar su esencia, en una modernidad

líquida las opciones para elegir “cómo ser”, son tan amplias que el sujeto nunca termina por

decidirse abrumado por la noción de que realmente no puede saber cuál es la mejor elección y

que desencadena en un sujeto líquido cuya esencia se define en más de una ocasión, y en mi

opinión, es esta la razón de que definir completamente la naturaleza humana es una de las tareas

más complejas de la filosofía.

Referencias Bibliográficas
 Sartre, J. (2017). El humanismo es un existencialismo. Recuperado de:

http://www.angelfire.com/la2/pnascimento/ensayos.html

 Kracauer, S. (1963). Das Ornament der Masse (como es citado en Levin, 1995, The Mass

Ornament: Weimar Essays).

 Bauman, Z. (2005) Vidas desperdiciadas. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.

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