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Bourdieu
Bourdieu
PIERRE BOURDIEU
Las condiciones sociales de la circulación
internacional de las ideas
Resumen
Los textos circulan desprovistos de contexto. Los que se importan no llevan consigo el campo de
producción del que son producto; por su lado, los receptores, al estar ellos mismos insertos en
un campo de producción diferente, reinterpretan los textos en fun ción de su propia posición el
campo de recepción. Una ciencia de las relaciones internacionales en materia de cultura
debería tomar como objeto de estudio la serie de operaciones sociales que intervienen en cada
caso, principalmente el proceso de selección (¿qué se publica?, ¿quién traduce?, ¿quién
publica?) e identificación (editorial, colección, prefacio, etc.). Tales análisis constituirán un
instrumento indispensable para combatir los malentendidos de la importación y favorecer una
verdadera internacionalización de la vida intelectual.
Deseo este día proponerles algunas reflexiones que quisieran escapar al ritual de la
celebración de la amistad franco-alemana y de las consideraciones obligadas sobre la
identidad y la alteridad. Pienso que en materia de amistad, como en toda materia, la
lucidez no es para nada el antinómico de la afección, muy al contrario. Quisiera pues
intentar proponer algunas reflexiones sobre las condiciones sociales de la circulación
internacional de las ideas; o, para emplear un vocabulario económico que produce
siempre un efecto de ruptura, sobre aquello que podríamos llamar la importación -
exportación intelectual. Quisiera intentar describir sino las leyes – porque no he
trabajado lo suficiente para poder utilizar un lenguaje tan pr etencioso- al menos las
tendencias de estos intercambios internacionales que describimos comúnmente en un
lenguaje que debe más a la mística que a la razón. En resumen, voy a intentar este día
presentar un programa para una ciencia de las relaciones intern acionales en materia de
cultura.
En otro tiempo, hubiera podido evocar la historia de las relaciones entre Francia y
Alemania desde la Segunda Guerra mundial, y más precisamente todo el trabajo que, a
nivel del campo político particularmente, ha podido hacerse para favorecer la
comunicación y la comprensión entre los dos países. Se tendría que llevar un análisis
histórico sin complacencia del trabajo simbólico que ha sido necesario para exorcizar, al
menos en una cierta fracción de las poblaciones de los dos países, todos los fantasmas
del pasado. Sería necesario analizar, además del trabajo oficial de las instancias
oficiales en su dimensión simbólica y práctica, las acciones diversas que han podido
favorecer a la transformación de las actitudes de los fr anceses y de los alemanes,
consideradas en su diversidad social. Podríamos por ejemplo, situándonos a nivel del
campo intelectual, describir las etapas de ese trabajo de conversión colectiva; con, en el
1
Citar este documento:
Bourdieu Pierre. Las condiciones sociales de la circulación internacional de las ideas. En: Actas de la
investigación en ciencias sociales. Vol. 145, diciembre 2002, pp.3-8.
Identificación de objeto numérico: 10.3406/arss.2002.2793
http://www.persee.fr/web/revues/home/prescript/articl e/arss_0335-5322_2002_num_145_1_2793
Texto para uso académico del Dr. David Velasco Yáñez, sj – ITESO 1
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¿Qué podemos hacer ahora, si tenemos una real preocupación por favorecer la
internacionalización de la vida intelectual? A menudo creemos que la vida intelectual es
espontáneamente internacional. Nada es más falso. La vida intelectual es el lugar, como
todos los demás espacios sociales, de nacionalismos y de imperialismos, y los
intelectuales vehiculan, casi tanto como los demás, prejuicios, estereotipos, ideas
recibidas, representaciones demasiado someras, demasiado elementales, que se nutren de
los accidentes de la vida cotidiana, de las incomprensiones, de los malentendidos, de las
heridas (aquellas por ejemplo que puede infligir al narcisismo el hecho de ser
desconocido en un país extranjero). Todo esto me hace pensar que la instauración de un
verdadero internacionalismo científico, que, a mis ojos, es el principio de un
internacionalismo a secas, no puede hacerse sola. En materia de cultura como en otras,
no creo en el laissez-faire y la intención de mi propósito es el mostrar cómo, en los
intercambios internacionales, la lógica del laissez-faire conduce a menudo a hacer
circular lo peor y a impedir que lo mejor circule. Me inspiro, en esos motivos como en
otros, de una convicción cientista que no está de moda hoy en día, porque somos
posmodernos… Esta convicción cientista me lleva a pensar que si se conocen los
mecanismos sociales, no se es un experto, sin embargo se aumentan, aunque sea un
poco, las posibilidades de dominarlos, sobre todo si los mecanismos sociales reposan
sobre la ignorancia. Hay una fuerza autónoma del conocimiento que puede destruir, en
una cierta medida, a la ignorancia.
El hecho de que los textos circulan sin su contexto, que no llevan con ellos el campo de
producción – para emplear mi jerga- del que son el producto y que los receptores,
estando ellos mismos insertos en un campo de producción diferentes, los reinterpretan
en función de la estructura del campo de recepción, es generador de formidables
malentendidos. Evidentemente, de mi descripción, que yo creo objetiva, se pueden sacar
conclusiones optimistas o pesimistas: por ejemplo del hecho de que alguien que es una
autoridad en su país no lleve su autoridad con él, la lectura extranjera puede a veces
tener una libertad que no tiene la lectura nacional, sometida a efectos de imposición
simbólica, de dominación o incluso de tensión. Es lo que hace pensar que el juicio del
extranjero es un poco como el juicio de la posteridad. Sí, en general, la posteridad juzga
mejor, es porque los contemporáneos son competidores y que tienen intereses
escondidos para no comprender e incluso impedir comprender. Los extranjeros, como la
posteridad, tienen, en ciertos casos, una distancia, una autonomía con relación a las
obligaciones sociales del campo. En realidad, este efecto es mucho más aparente que
real y, muy a menudo, las autoridades de institución, lo que Pascal llama las
<<grandezas de establecimiento>>, pasan las fronteras bastante bien, porque hay una
internacional de intelectuales que funciona muy bien.
Así, el sentido y la función de una obra extranjera están determinados al menos tanto
por el campo de recepción como por el campo de origen. Primeramente, porque el
sentido y la función en el campo originario son a menudo completamente ignoradas. Y
también porque el traslado de un campo nacional a otro se hace a través de una serie d e
operaciones sociales: una operación de selección (¿qué se traduce? ¿qué se publica?
¿quién traduce? ¿quién publica?); una operación de marcación (de un producto
previamente <<sin marca>>) a través de la casa de edición, la colección, el traductor y
el prologuista (que presenta la obra apropiándosela y anexándola a su propia visión y, en
todo caso, a una problemática inscrita en el campo de recepción y que muy raramente
hace el trabajo de reconstrucción del campo de origen, en primeras porque es demasiado
difícil); finalmente una operación de lectura, los lectores aplicando a la obra categorías
de percepción y problemáticas que son el producto de un campo de producción
diferente.
Al lado de afinidades electivas entre <<creadores>>, para los cuales, ustedes lo sienten,
tengo una cierta indulgencia, están los clubs de admiración mutua, que me parecen
menos legítimos porque ejercen un poder de tipo temporal en el orden cultural o, si se
quiere, espiritual- lo que es la definición misma de la tiranía según Pascal. Pienso por
ejemplo en la Internacional del establecimiento, es decir en todos los intercambios que
se instauran entre poseedores de posiciones académicas importantes: una buena parte de
las traducciones no pueden ser comprendidas más que si se les contextualiza dentro de
la red compleja de intercambios internacionales entre poseedores de posiciones
académicas dominantes, intercambios de invitaciones, títulos de doctor honoris causa,
etc. Es necesario entonces preguntarse cuál es la lógica de las posibilidades que hacen
que tal editor o tal autor se designen para volverse el importador de tal o tal otro
pensamiento. ¿Porqué fulano de tal publicó a fulano de tal? Están evidentemente los
beneficios de apropiación. Las importaciones heréticas son a menudo el hecho de
marginados en el campo, que importan un mensaje, una posición que tiene fuerza en otro
campo, para efecto de reforzar su posición de dominados en el campo. Los autores
extranjeros son a menudo el objeto de usos muy instrumentalistas; son a menudo
utilizados para causas que tal vez reprobarían o recusarían en su propio país.
Podríamos por ejemplo servirnos de un extranjero para reducir a los nacionales. Tomo el
ejemplo de Heidegger. Todo el mundo aquí se pregunta cómo los franceses han podido
interesarse de tal forma en Heidegger. De hecho, hay muchas, muchas razones, casi
demasiadas… Pero hay una explicación que salta a la vista, es el hecho de que, como lo
ha mostrado Anna Boschetti en su libro sobre Sartre y los Tiempos modernos, el campo
intelectual de los años 1950 estaba dominado de manera aplastante por Sartre. Y una de
las funciones mayores de Heidegger, era servir para descalificar a Sartre (los profesores
decían: <<Todo Sartre está en Heidegger y mejor>>). Tienen así, de un lado, a Beaufret,
que ha debido ser un contemporáneo de Sartre en la Escuela normal, en una posición de
rivalidad con él y que, profesor en una khâgne de Henri-IV, se hizo una estatura de casi
filósofo importando a Heidegger a Francia. Del otro lado, del lado del campo literario,
Blanchot. Tienen una tercera categoría: las personas de Argumentos, especie de herejía
marxista menor. Como el marxismo remitía muy visiblemente al lado de lo vulgar,
realizaron una combinación chic del marxismo y de Heidegger.
Muy a menudo, con los autores extranjeros, no es lo que dicen lo que cuenta, sino lo que
se puede hacerlos decir. Es por eso que ciertos autores particularmente elásticos circulan
muy bien. Las grandes profecías son polisémicas. Es una de sus virtudes y es por ello
que atraviesan los lugares, los momentos, las generaciones, etc. Por lo tanto, los
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pensadores de gran elasticidad son pan bendito, si puedo decirlo, para una interpretación
anexionista y para los usos estratégicos.
Después de la selección, hay una marcación que, de cierta forma, acaba el trab ajo. No
entregamos solamente a Simmel; entregamos a Simmel con el prefacio de X. Se
necesitaría hacer una sociología comparada de los prefacios: son actos típicos de
transferencia del capital simbólico, al menos en el caso más frecuente, por ejemplo
Mauriac escribiendo un prefacio en un libro de Sollers: el mayor célebre escribe un
prefacio y transmite capital simbólico, y al mismo tiempo manifiesta su capacidad de
descubridor y su generosidad de protector de la juventud que reconoce y que se
reconoce en él. Hay un montón de intercambios, en los que la mala fe juega un rol
enorme, y que la sociología un poco objetivamente vuelve más difíciles. Pero el sentido
en el cual circula el capital simbólico no es siempre el mismo. Es así como, apoyándose
sobre la regla del género que quiere que el prologuista se identifique con el autor, Lévi-
Strauss escribe un prefacio en la obra de Mauss por el cual se apropia el capital
simbólico del autor del Ensayo sobre el don. Los dejo reflexionar sobre todo esto. (Las
personas tienen a menudo una lectura dramática de ese género de análisis: quisiera
entonces aprovechar las situaciones orales para mostrar que de hecho es muy
entretenido, y que en todo caso yo me divierto mucho…)
A término de todo esto, el texto importado recibe una nueva marca. Estaba marcado por
la cubierta: se tiene una intuición de las cubiertas de diferentes editores e incluso de
diferentes colecciones de cada editor y se sabe lo que cada una significa con referencia
al especio de los editores alemanes que se tienen en mente. Si, por ejemplo, reemplazan
la cubierta Seuil, el sentido de la marca impuesta en la obra cambia completamente. Si
hay una homología estructural, la transferencia puede hacerse muy bien, pero a menudo
hay errores; hay personas que <<no entienden nada de nada>>: Sea por el efecto del
azar o de la ignorancia, pero a menudo también porque son el objeto de actos de
anexión, de apropiación. En ese caso, el simple efecto de la cubierta es ya una
imposición simbólica. Tomo el ejemplo muy bello, el de Chomsky que fue publicado en
Seuil en una colección de filosofía. Para mí, Seuil, es <<católica de izquierda>> y,
primordialmente, personalista. Chomsky se encontró en seguida marcado, a través de
una estrategia de anexión típica. Publicar a Chomsky en Seuil, en un ambiente marcado
por Ricouer, era oponer al estructuralismo <<sin sujeto>>, como se decía en la época,
un sujeto generador, creador, etc. Así, con la inserción en una colección, la añadidura de
un prólogo, del hecho del contenido del prólogo, pero también del hecho de la posición
del prologuista en el espacio, es toda una serie de transformaciones, ver de
deformaciones del mensaje original, que se encuentran operadas.
En realidad, los efectos estructurales que, a favor de la ignorancia, rin den posibles todas
las transformaciones y las deformaciones ligadas a usos estratégicos de los textos y de
los autores, pueden ejercerse por fuera de toda intervención manipuladora. Las
diferencias son tan grandes entre las tradiciones históricas, tanto en el campo intelectual
propiamente dicho como en el campo social tomado en su conjunto, que la aplicación a
un producto cultural extranjero de las categorías de percepción y de apreciación
adquiridas a través de la experiencia de un campo nacional puede crear oposiciones
ficticias entre cosas semejantes y falsas semejanzas entre cosas diferentes. Para
mostrarlo, faltaría analizar en detalle el ejemplo de lo que fueron las relaciones entre los
filósofos franceses y los filósofos alemanas desde los años 1960 y mostrar cómo
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Es por eso que las discusiones que se instituyen ahora directamente (lo que constituye
ya un progreso con relación al periodo anterior, en el que los sabios europeos no se
comunicaban más que con la interferencia de América) tan a menudo permanecen
artificiales e irreales: los efectos de allodoxia que resultan del desajuste estructural
entre los contextos proporcionan recursos inagotables a las polémicas de la mala fe y a
las condenas mutuas del fariseísmo en las cuales destacan los ensayistas mediocres e
irresponsables tales como los inventores del mito del <<pensamiento 68>> o los
denunciadores virtuosos del <<cinismo>>. Basta con tener un poco de cultura histórica
para conocer la propensión de los pequeños intelectuales para instaurarse como
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Nada es más urgente que emprender una historia comparada de las diferentes disciplinas
sobre el modelo de lo que fue hecho, bajo la dirección de Isaac Chiva y Utz Jeggle, para
la etnología. En efecto sólo una historia social comparada de las ciencias sociales puede
liberar modos de pensamiento heredados de la historia dando los medios de asegurar un
dominio consciente de las formas escolares de clasificación, de las categorías de
pensamiento impensadas y de las problemáticas obligadas. Como lo vemos bien en el
caso de la antropología, la comparación hace parecer como arbitrario o como ligado a un
contexto de una tradición contingente todo lo que era tenido por necesario: las palabras
mismas, etnología o Volkskunde, que designan la disciplina, están cargadas de todo un
pasado de tradiciones implícitas que hace que esos dos términos teóricamente
equivalentes estén separados por toda la historia de dos campos. Comprender
adecuadamente los objetos y los programas de investigación comprometidos en esas dos
disciplinas, sería comprender toda la historia de la relación que han llevado con el
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Esos sistemas de oposición conllevan constantes (tales como las oposiciones que vengo
de citar por ejemplo y que, a través de una enseñanza filosófica profundamente
dominada por la tradición alemana, en la cual, si le creemos a Ringer, fueron
constituidas, han penetrado la enseñanza francesa); conllevan también variaciones
nacionales. O, más exactamente, las tradiciones dominantes en cada una de las naciones
pueden dar valores inversos a los términos de las mismas oposiciones. Pienso por
ejemplo en todas las oposiciones secundarias que gravitan alrededor de la oposición
central, tan importante en el pensamiento académico alemán, al menos hasta la Segunda
Guerra mundial, entre la Kultur y la Zivilisation y que sirven para distinguir la tradición
germánica, noble y auténtica, de la tradición francesa, adúltera y superficial: la
oposición, precisamente, entre lo profundo o lo serio y lo brillante o lo superficial, o la
oposición entre el fondo y la forma, entre el pensamiento o el sentimiento y el estilo o el
espíritu, entre la filosofía o la filología y la literatura, etc. Oposición que la tradición
dominante de Francia (que reconciliaba la hypokhagne de Henri-IV, corazón del sistema
escolar, y la NRF, Alain y Valéry) retomaba por su cuenta, pero invirtiendo los signos:
la profundidad se volvía la pesadez, el serio pedantismo escolar y la superficial claridad
francesa. Se debe tener todo esto en el espíritu- quiero decir, en la consciencia, y no en
el inconsciente- para comprender que Heidegger es un Alain en un sistema cercano - e
inversamente. Aunque el primero haya podido ser percibido y utilizado en Francia como
la antítesis perfecta del segundo…
Y de hecho, por una de esas estrategias de la razón histórica que vuelve tan difícil el
acceso a la libertad intelectual, la oposición mítica entre las dos tradiciones, la alemana
y la francesa, se ha impuesto tanto a aquellos que se rebelaban en contra de ella, en cada
uno de los países, como a aquellos que la retomaban ingenuamente por su cuenta, a
aquellos que consentían en encontrar una forma de libert ad con respecto de las formas
de pensamiento impuestas simplemente invirtiendo el signo de la oposición dominante,
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aceptado tal cual por los nacionalistas satisfechos. Es así como en Alemania, durante
todo el siglo XIX, y aún hoy en día (¿cómo explicar de otra forma el éxito de ciertos
postmodernos?...), un número de jóvenes intelectuales progresistas han buscado en el
pensamiento francés el antídoto a todo lo que detestaban en el pensamiento alemán.
Mientras que los jóvenes franceses progresistas hacían lo mismo a la inversa. Lo que no
deja ni a unos ni a otros más que muy pocas posibilidades de encontrarse en el camino…
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