tán hechos los pensamientos, es decir,
de substancia etérica". En concordancia
aplastado como un platillo, con su
parte inferior de color rojizo, y se de-
tuvo a sólo 10 metros del grupo. Pa-,,
recia -dijo- un animal extraño que es-
tuviera herido y presentaba en la
parte superior un agujero de unos 15
centímetros que se abría y se cerraba.
Cuando el "intruso" detectó la pre-
sencia de los humanos, trató repeti-
das veces de elevarse, pero sólo pudo
hacerlo unos centímetros para
volver a caer de nuevo. No tenía ojos
ni patas. En un determinado momen-
to, la cosa empezó a pulsar y, de
pronto, se puso intensamente brillante,
excepto por donde parecía haber sido
herido. El cuerpo, añadiría Wood,
parecía de fórmica.
Transcurridos unos minutos, se
acercó otra criatura de unos 10 metros
de diámetro. Y, sin prestarles atención,
se posó sobre el más pequeño po-
niéndole encima cuatro tentáculos co-
mo ventosas. Luego, cuando el critter
"herido" se puso tan brillante que no
se podía casi ni mirar, ambos levanta-
ron el vuelo juntos y desaparecieron
vertiginosamente. Cuando Wood y sus
acompañantes se acercaron, el olor
era horrible y la espuma que el critter
pequeño había secretado parecía un
alambre de aluminio muy fino. Momen-
tos después esta substancia se disol-
vió con el calor del sol.
No es un caso excepcional. Las in-
vestigaciones realizadas sobre estas
criaturas recogen múltiples referencias
a substancias gelatinosas caídas del
cielo que se disolvían con el calor. Por
ejemplo, el 4 de Septiembre de 1891
Vincent Gaddis, de Crawfordsville, In-
diana, tuvo la oportunidad de observar
86
un "monstruo del espacio" -como des-
pués lo bautizó-, de 6 a 7 metros de
largo, sin cabeza ni cola. Emitía un so-
nido plañidero mientras se deslizaba a
una altura de 30 a 100 metros. Tenía la
forma de un "ojo" rojo y emitía ruidos
agónicos. En un determinado momento
pasó por encima de un grupo de testi-
gos, quienes aseguraron haber sentido
un aliento caliente. Aquella primera no-
che, entre los testigos, estaba el reve-
rendo de la iglesia metodista local con
su esposa, y en la segunda noche cien-
tos de residentes presenciaron las idas
y venidas del monstruo, durante dos
horas, por encima de la ciudad.
EL FACTOR ÉTER
La controvertida noción de éter,
que estuvo de moda en la electrodiná-
mica de finales de siglo, para luego
ser descartada por Einstein, es, sin
embargo, para investigadores como
Constable, la clave de este misterio.
En cuanto a la confusión reinante en-
tre las teorías que defienden la existen-
cia de critters y la que afirma que sólo
se trata de aeronaves interplanetarias, el
investigador Meade Layne, creador de
la Fundación para el Estudio de las
Ciencias Imponderables (Borderland
Sciences Research Foundation) señala
que, aunque ambas hipótesis se cen-
tran alrededor de un mismo plano de
manifestación -el éter-, en realidad es-
tamos ante realidades distintas. En su
monografía de 1950 The Ether Mystery
Ship and its Solution, Layne aseguraba
que las formas observadas en el cielo
son "construcciones mentales hechas
de la misma materia prima de la que es-
con esta perspectiva, recordemos que
más tarde Cari G. Jung, en su libro So-
bre cosas que se ven en el cielo, señala-
ba que los platillos volantes "no se
comportan como si fueran objetos, sino
como pensamientos ingrávidos". Y así,
del mismo modo que nuestras mentes
terrenales se identifican con nuestros
cuerpos, las entidades del mundo etéri-
co podrían fabricarse un cuerpo o vehí-
culo hecho de substancia etérica. Des-
de esa perspectiva, y siempre según
Constable, las naves y las entidades
que las operan forman un solo ser, del
mismo modo que un ser humano cons-
tituye una unidad cuerpo/mente de ca-
racterísticas psicofísicas. El cuerpo de
esta entidad etérica seria, pues, una for-
ma de pensamiento, teniendo la capa-
cidad de ir a cualquier lugar y penetrar
la tierra y el mar tan fácilmente como se
desplaza por el aire.
LAS INVESTIGACIONES
DE CONSTABLE
La Física del Éter de Rudolph Stei-
ner y la Teoría del Orgón de Wilhelm
Reich fueron los fundamentos que
permitieron a Trevor Constable hacer
un análisis de la copiosa fenomenolo-
gía que descubrió. De hecho, Consta-
ble logró lo que muchos astrónomos y
exobiólogos han buscado siempre. Es
decir, constancia gráfica de la existen-
cia de una forma de vida que ofrece
nuevas perspectivas en estos y otros
campos más.
Desde 1957, y durante veinte años,
este viejo lobo de mar ayudado por sus
colegas, James O. Wood y Robert
McCullough, ex asistente de Wilhelm
Reích, reunió cientos de fotografías y de
películas de critters tomadas con pelí-
cula infrarroja o con filtros en una cáma-
ra de 35 mm estándar y con una Rolex
de 16 mm o Super Minolta XL400 de 8
mm en el caso de las películas.
 Desde la obtención de aquel mate-
rial, Constable ha sido acusado de ig-
norancia y fraude debido a sus fotos.
Sus críticos las rechazan alegando
que son fruto de errores, de la mani-
pulación indebida de los filmes y otras
falacias semejantes. Él ha desmentido
todas estas acusaciones y afirma ha-
ber sido el mayor consumidor de pelí-
cula infrarroja de Chicago durante
años. En 1975 el popular investigador
y escritor John White sometió a prue-
ba las fotos haciéndolas analizar elec-
trónicamente por William Spaulding.
del Ground Saucer Watch, que dicta-
minó a favor de su autenticidad.

CÓMO ATRAER CRITTERS

Es más: en su libro The Cosmic Pul-
se of Life, brinda indicaciones precisas
sobre cómo atraer a los critters. Me-
diante un método que llama "espectro
invertido", y con la película Ektachro-
me de Super 8 mm y un filtro A18 para
objetivar la porción del espectro en la
que los critters se encuentran, Consta-
ble asegura haber obtenido películas
en movimiento donde los OVNIs apa-
recen en colores contra un fondo os-
curo ¡a plena luz del día!
Y conste que Constable no ha sido el
único que ha obtenido ese tipo de fo-
tos, aunque sí fuera el primero en pos-
tular una explicación alternativa sobre la
naturaleza de esos objetos y su impor-
tancia. Pronto encontraría apoyos.
En los años ochenta, un ingeniero
rumano, director de un grupo de in-
vestigaciones, publicó una copiosa
colección de fotografías inéditas de
critters en su libro Strannile Inteligentie
Invisible. Gheorghita, el ingeniero en
cuestión, y sus colaboradores emple-
aron películas infrarrojas y también
pancromáticas para detectar "formas
globulares o ameboides de vida". Se-
gún declaró Gheorghita a MÁS ALLÁ
DE LA CIENCIA, "hay personas que
'sienten' esas formas de vida, otras
'las ven'a colores". En su opinión, "es-
tas entidades, a su vez, conocen nues-
tros pensamientos y se manifiestan, a
veces, de acuerdo a nuestros deseos".
Otra corroboración a las ideas de
Constable le llegó del hoy desaparecido
Luciano Boccone, director de una fá-
brica de metales y del Gruppo di Ricer-
ca Clipeologiche ed Ufologiche (GRCU)

de Genova, Italia, quien con la ayuda de

un grupo de ingenieros, y siguiendo ins-
trucciones de Gheorghita sobre cómo
obtener fotos de los habitantes invisi-
bles de la atmósfera, obtuvo una colec-
ción de cerca de 200 instantáneas, mu-
chas en colores, publicadas en un
lujoso libro titulado La Realta Nascosta.
En su obra, Boccone define a los crít-
ters como seres unicelulares de natura-
leza plasmoide. Como le escribiera
Boccone a Constable en 1979, "...tene-
mos evidencia documental irrefutable
87

sobre la presencia de esos 'plasmoides'
o ¡deoplasmas, a baja altitud sobre la
montaña, en el mar, cerca de nosotros
en tierra e incluso dentro de nuestras
casas...". Y agregaba: "estos organis-
mos etérícos han estado viviendo con
nosotros, permaneciendo indetectados
desde el principio de los tiempos".
AUTÉNTICOS OVNIS
Sea como fuere, de una cosa no
cabe duda: estas presencias fuga-
ces, a veces invisibles, otras intensa-
mente luminosas y otras tan impene-
trables como el acero mismo, a
veces estáticas y otras capaces de
desplazarse a miles de kilómetros
por hora, son verdaderos OVNIs... si
nos atenemos al significado de las
siglas de este acrónimo. Sin embar-
go, no deberían ser confundidas con
naves portadoras de una tripulación
ya que, de acuerdo con las rigurosas
observaciones de campo de Consta-
ble y sus asociados, tienen caracte-
rísticas típicas de un organismo vivo:
parecen formas biológicas unicelula-
res, a veces con núcleo, nucléolo,
vacuolas, etc.; además pulsan y ex-
hiben signos de una inteligencia ins-
tintiva -aunque, siempre según
Constable, primitiva-. Su presencia
ejerce una influencia psicotrópica so-
bre el observador muy parecida a la
del magnetismo animal, a veces sa-
turando los centros nerviosos de los
testigos. De hecho, hay razones de
peso para pensar que incluso lo que
tantas veces hemos observado, los
estados de ánimo generalizados -la
violencia y el caos, entre otros- que
asociamos con "algo que está en el
aire", se debería a la presencia invisi-
ble de estas ubicuas fuerzas vivas.
Pero, ¿desde cuándo están estas
entidades surcando nuestros cielos?
Constable plantea haber detectado in-
dicios suyos tan atrás en el tiempo que
pueden encontrarse sus huellas en
pinturas rupestres. Incluso, llega a su-
gerir que los critters serían "formas ele-
mentales de la evolución, proveniente
de una época en que el planeta era
más gaseoso que sólido". No sería de
extrañar, pues, que los critters fueran
tan elementales que hubieran surgido
al mismo tiempo que el planeta mismo
o que, incluso, lo hubieran precedido.
Los critters se presentan a veces
como formas de materia en estado de
plasma, es decir, como formas de vi-
da que habitan en condiciones extre-
mas de calor y carecen de substancia
sólida. Como confirma el biólogo Ivan
Sanderson en su libro Uninvited Visi-
tors, las fotos de Constable muestran
seres aéreos unicelulares "cuya subs-
tancia puede ser llamada fuego o calor
vivo", con capacidad para cambiar de
temperatura frecuentemente, confun-
diéndose con meteoros antes de de-
saparecer de nuevo.
Pero, ¿pueden existir seres vivos
de tales características? Como plan-
teó recientemente el columnista M¡-
chael Grant en la revista norteameri-
cana Science Digest, "algún día
podríamos descubrir organismos ba-
sados en una molécula que pueda ab-
sorber luz ultravioleta de alta energía y
expulsar el exceso de energía bajo la
forma de electricidad. Estas vidas
-añade-, que tendrían un aliento eléc-
trico, no necesitarían un sol central del
tipo del nuestro, y serían altamente in-
compatibles con nosotros".
Los critters, en suma, serían seres
proteicos en un estado de tangibilidad
distinto al humano, capaces de cam-
biar a voluntad su densidad, color,
forma y temperatura. El control sobre
esas dimensiones, además del de las
dimensiones clásicas del espacio -las
únicas que los humanos pueden con-
trolar-, haría de los critters criaturas
multidimensionales. En cuanto a la
posibilidad de que controlen o no el
tiempo, proviniendo de las profundi-
dades remotas del pasado plasmáti-
co de la Tierra y del Universo, o pro-
cediendo del futuro, la respuesta
sigue siendo un enigma.
Manuel Hgueroa