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Si mantenemos la válvula EGR limpia y en buen estado no

afectará a la potencia ni al rendimiento del motor.

Sean mecánicas o electrónicas las válvulas EGR se abren o cierran según la presión que ejerza el aire,
que a su vez dependerá de lo mucho o poco que esté trabajando el motor.
Tal como explicamos en artículos anteriores, la válvula EGR permanece abierta cuando circulamos a
bajas revoluciones para redirigir parte de los gases de escape de nuevo a los cilindros, suponiendo un
ahorro de combustible y una recombustión de dichos gases para disminuir la cantidad de NOx vertido a
la atmósfera.
Sin embargo, cuando necesitamos más potencia y aceleramos la válvula se cierra, y solo entra aire
“limpio” para optimizar la combustión con mayores niveles de oxígeno, provocando así un aumento de
potencia que a menudo se relaciona con el turbo erróneamente.
Podríamos decir, por tanto, que la válvula EGR está relacionada en cierto grado con la potencia de
nuestro motor, pero debemos tener claro que cuando funciona perfectamente, la EGR no impide
obtener los niveles de potencia deseados a nuestro automóvil.
Cuando la válvula se rompe, o se atasca a causa de la suciedad acumulada, es cuando pueden tener
lugar dos supuestos que afectarán al rendimiento de nuestro motor:

 La válvula EGR permanece abierta: si se atora en esta posición, la combustión será ineficiente,
puesto que los gases de escape entran continuamente en la cámara de combustión y no habrá
cantidad suficiente de oxígeno para que la combustión sea adecuada y se regule.

 La válvula EGR permanece cerrada: Al permanecer en esta posición, subirán los niveles de
NOx (óxido de nitrógeno) y las emisiones de humo con gases contaminantes se disparará.

¿Cómo comprobar si la válvula EGR está averiada?


Entre los síntomas más habituales que podemos encontrar en una válvula EGR que está fallando, se
encuentra la perdida acusada del rendimiento de motor, los tirones, un aumento del consumo de
combustible, sobrecalentamiento del motor, ralentí inestable, arranque defectuoso, el tubo de escape
desprenderá un humo más oscuro, y en muchos modelos, se iluminará el testigo de fallo de EGR en el
cuadro de mandos.
Una diagnosis eléctrica nos puede indicar si es correcto su funcionamiento, pero si no disponemos
de esta opción, es posible averiguar si la válvula EGR se ha quedado abierta podemos arrancar el
vehículo y manteniendo el freno de mano puesto miraremos si el émbolo permanece abierto. Mientras
que si queremos comprobar si se ha quedado cerrada, aceleraremos y calentaremos el motor para ver si
se abre. Si quieres saber más sobre las posibles averías de la EGR, puedes visitar el siguiente artículo
relacionado: Averías frecuentes de la válvula EGR

¿Cómo prevenir fallos en la válvula EGR?


Para saber que la válvula no está rota podemos “agitarla” y comprobar así que el diafragma se
mueve en su interior. Recuerda que la EGR es una pieza cara de sustituir, por ello es importante
realizar una correcta limpieza de la EGR al menos una vez al año o cada 7000 kilómetros.

Mantener el sistema de inyección limpio y cuidado, ayudará a eliminar el exceso de suciedad que
posteriormente se puede depositar en la válvula EGR, aunque el método más sencillo y eficaz para que
la carbonilla se acumule y tengamos que proceder a su limpieza con una frecuencia mayor de la
deseada, consiste en subir de revoluciones el motor en velocidades cortas provocando que “respire”
mejor y expulse los restos que se quedan en su interior, eso sí, siempre con el motor en caliente.
No es necesario someter el vehículo a este proceso durante un tiempo prolongado, para no forzarlo ni
elevar el consumo de carburante, pero si es ideal hacerlo durante unos segundos cada vez que
utilizamos el automóvil.

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