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Iñigo Fernandez Luis E - Breve Historia de La Ciencia Ficcion PDF
Iñigo Fernandez Luis E - Breve Historia de La Ciencia Ficcion PDF
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P rólogo
1. ¿ Q ué e s la ciencia ficción?
Un terreno resbaladizo
¿ Un arte de s e g unda?
2. En un p a s a d o m uy m uy rem oto
£1 viaie fantástico
La utopía
£1 futuro
Las m á q u in as
A- El a lu m b ra m ie n to (1 Q2 Q-1Q3 6 )
D o s c a m in o s para un género
El fandom
El círculo de C am pbell
N o v e la s inolvidables
El m u n d o de las revistas
M u n d o s nuevos
Irrum pe el fe m in ism o
7- La m a d u re z (19 70 -19 8 0 )
¿E q uilibrio o contrarrevolución?
El cyberyunk
9 . El presente... y el futuro
El p o s t s i r g uiarismo
R e co m e n d a cio n e s
G losario
Bibliog rafía
Webg rafía
PRÓLOGO
ciencia ficción se refiere. Y io es, sobre todo, por s u contenido, que abarca la h is
encontrar o, por el contrario, al tro p e za rse en ex c eso con lo qu e con sid era de
sobra co n ocid o y, por ende, su perfluo. ¿Cuál ha sido, pues, e s e criterio? El que,
un tratam iento am plio de a ciencia ficción de¡ siglo X IX , sin la cual nada se en ten
espacio.
E n ten d e m o s con eilo q u e el lector term inará la lectura de este libro con la s e g u
m agia.
A bordar el análisis del ca m in o seguido por la ciencia ficción a través dei tiem po
exige, c o m o condición in d ispen sab le, reflexionar prim ero so b re la propia natu
raleza del con cepto: ¿qu é es y qué no e s ciencia ficción? ¿C u áles son s u s límites?
rior de la obra que nos o cu pa, no por hum ilde po co rigurosa, que habrá de d e s a
la luz el día qu e ¡lega a los por en tonces po co nutridos a n aq u ele s de las librerías
una nueva e sp e cie literaria? ¿Por qué to d o s los e s tu d io s o s del gén ero coinciden en
afirmar q u e con elia nace la ciencia ficción? Dar re sp u e s ta cu m plida a esta pre
gunta. en apariencia sencilla, nos proporcion ará la clave para definir, siquiera de
fo rm a operativa, el f e n ó m e n o cuya historia está llam ada a ser protago nista de las
tante, a su m irlo a s í nos colocaría ante una parad oja irresoluble: quizá no se puede
definir lo que tiene historia, m a s ¿ c ó m o hacer historia de lo c u e no se pu ed e defi
nir? Q uizá la m ejor salid a de es ta ratonera s e a , precisam ente, escab u llirse de ella
c o m o lo harían los expertos, esto es, los ratones, a p o sta n d o sin rubor por un prag
m a t is m o lindante con el m á s puro cin ism o . Tal hicieron au tore s c o m o los muy
clopedia de !a ciencia ficció n (19 79 ), afirman sin a m b a g e s que «[...] no hay razones
«ciencia ficción es todo lo que los editores publican bajo la etiqueta de ciencia fic
reció darle a razón c u a n d o afirmó, con no poca arrogancia, que « cien cia ficción es
tenta y cinco a ñ o s an tes que el que p a sa por ser su inventor, el no rteam ericano de
acu erd o con su clasificación, por otra parte m uy cam b ian te a lo largo de la historia.
Salta a la vista, d ig a m o s a título de ejem plo, que si un viaje a la Luna podía ser,
Y e s que. en efecto, la ciencia ficción es. ante todo, esp e cu lac ió n . Cualquier
obra qu e asp ire a figurar en los anales de; gé n ero deb e responder, de un m o d o u
dentro de e s e casi infinito universo esp e cu lativo que constituye la ciencia ficción.
¿Algún día lo gra rem os construir la so ciedad perfecta? ¿Serán por fin ¡a violencia y
la guerra un triste y rem oto recuerdo para los h o m b r e s y las m u je re s del futuro?
la pregunta, explícita o no, deb e ser planteada. Es lo q u e los esp e cia listas de g é
p e rim e n tem o s en nuestra rea ¡dad in m ediata» (Diez y M oreno, 2 0 1 4 : 15). El autor
plo clásico de La m áqu ina del tiem po de H. G. Wells, cuya acción tran scu rre nada
lián May, en la q u e los o p rim id o s del siglo x x n viajan seis millones de a ñ o s atrás,
El hom bre en e! castillo, de Phi’ip K. Dick (19 6 2), en la que los nazis y su s aliados
é p o c a ahora lejana de los prim eros va híd os del género. Por ello, no nos sin/e ya la
elio, pero, forzan do todavía m á s el argu m e n to, la buena ciencia ficción ni siquiera
bajo a form a de literatura, de cine, de radio o de cóm ic, es arte, y el arte — otro
no ciencia ficción; no sin em o ció n . C o m o escrib iera Lester del Rey, otro célebre
autor y editor norteam erican o, la ciencia ficción e s «un intento de tratar las p o sib i
barniz de verosim ilitud a portad o antes por lo que era divino e in cuestion able y
nálisis. etcétera.
el sen tid o de la maravilla e s ciencia ficción? No, por d e sg ra cia no es tan sencilio.
Porque existe otro género, la fantasía, que co m p a rte con la ciencia ficción e s o s dos
hum ilde punto de vista de este autor, no d e b e con fu ndirse con ella, a u n q u e parece
En efecto. La ciencia ficción no solo deb e ser esp ecu lativa y m aravillosa; debe
O rson Scott Card, delimitan con claridad las fronteras del gén ero (Scott Card,
2 0 13 : 11). Naturalm en te, no la ciencia que c o n o c e m o s , p u es s u s límites serían
el tiem po, las cien cias s o cia les y la filosofía» (Barceló, 2 0 15 : 15 y siguientes).
cias naturales. Esa interpretación podría ser/irno s, quizá, para la ciencia ficción
hard. e s to es. aquel s u b g én ero que focaliza su atención en la esp e cu lació n cien-
tffica, salv a g u a rd a n d o a toda costa su coherencia con los d e scu b rim ie n to s m á s re
cientes e incluso, habría que decir, sacrificando en el altar del rigor científico as
las ob ras de Larry Niven (M undo Anillo. 1 9 7 0 ) , Arthur C. Clarke (Citó con Ram a.
1 9 9 6 ) . Pero, por fortuna, puesto que el gén ero sin duda s e enriquece con ello, exis
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S au ro n, e 1 S e ñ o r O scu ro , en un fo tog ra m a de El señor de los anillos {Peter
origen sobrenatural, nada tiene que ver con la perversión de índole científica
(1972) o Los desposeídos (19 74), to d a s ellas de la m agn ífica Ursula K. Le Guin. han
bre en s í es resultado de una m ala traducción del inglés Science f c iio n , que se
género. Y ento nces, quizá, cobraría sentido la definición por la que a p u esta, con no
d e m a s ia d o acierto, el diccionario de a RAE, que s e refiere a ¡a ciencia ficción de
¿ N o s atrevem o s en ton ces, para concluir este apartado, con una definición pro
con ocim ien to, con á n im o de d e spertar en quienes a ellas s e acercan el sentido de
En otras palabras, para com p le tar este prim er capítulo d a n d o por pre sen ta d o a
d e la ciencia ficción.
L O S T E M A S D E LA C I E N C I A F I C C I O N
autores del género, los t e m a s que abordan s u s o b ras, tanto en a literatura com o
en el cine, es preciso reco no cer q u e una reiación detal!ada cubriría con creces, e
A p e sa r de ello, resulta n ecesario e m p ren d er siquiera una sucinta apro xim ación,
El te m a por excelencia de las o b ras de ciencia ficción, sin duda el prim ero en
ias soap operas. Sin em b a rg o , a un qu e a ellas se deb e con toda probabilidad a fam a
buena parte del sentido de lo m aravilloso q u e logra excitar en tan tos de n oso tros.
s u b g é n e r o por otro lado m e n o s vivo en ios últimos a ñ o s que en ias prim eras d é c a
Otro tanto podría decirse de los viajes en el tie m p o , con la diferencia de que
terra de finaies del siglo X IX . Y son otras m u c h a s las po sib ilidades del tem a, d e sd e
ob ras co m o El libro del día d el ju ic io fin a l (19 9 2), de C onnie Willis. en el que la
tas g e n tes de¡ M edievo, para las que resulta tan extraña c o m o lo sería para n o s o
fin de la eternidad (1955), de Isaac Asimov. en la que una suerte de extraños via
je ros, los Eternos, c a p a c e s de entrar y salir a su gu sto dei continuo tem poral, velan
nero h u m an o .
veta explotada hasta a sacied ad por el cine n ortea m e rica n o de los a ñ o s cincuenta,
tam b ién ofrece no tab les posib ilidades para la reflexión acerca de un a su n to tan
tra scen d en te c o m o a relación con el otro, con e! distinto, cuya sola existencia nos
so cia les que está prod uciend o s u u so m a sivo . Su irrupción en la ciencia ficción,
R .U .R ., si bien fue la form ulación de las ficticias tres leyes de a robótica po r Isaac
flictos entre la razón y e! sentim iento, o la posibilidad de q u e existan algún día in
n ovela de Philip K. Dick ¿ S u eñ a n ios androides con ovejas eléctricas? (19 6 8), o la
cuento corto de Arthur C. Clarke El centinela (19 5 1), ofrecen b u e n o s eje m p lo s del
interés del género por el te m a , recientem ente explorado de nu evo por autores
co m o Dan S im m o n s (H yperion, 19 8 9 ).
nero. Es la llam ada hard Science fictio n o ciencia ficción dura, la cual, en s u s m a n i
clu so eí a rg u m e n to y ¡os posib les valores artísticos de ¡a obra en aras de: rigor
so ram ien to del físico Kip Th orn e para a se g u ra r la coh eren cia de su s plantea
m ientos científicos su b yacentes con el estado actual de n u estros con ocim ie n tos.
atención a otro s á m b ito s de^ co no cim iento, m á s propios de las ciencias sociales,
preciar los p lan te am ien to s clá sico s del gé n ero en favor de a experim entación lite
trarlos en ia polém ica obra de J. G. Ballard (El m undo sum ergido. 1 9 6 2 ) , Roger Ze-
N o obstante, sin fo rm a r parte de esta tan intensa c o m o fug az N e w Wave, han exis
ciencia ficción una amplitud de m iras que nunca habría alcanzado de haber p e rm a
rización de ios p e rso n a jes en beneficio del rigor científico. C o m o luego ve rem os,
solidó firm em ente con otras en a bsoluto d e sp rec ia b les c o m o M ercaderes d el espa
19 53). Los m o n s tru o s cin em a tográ ficos de los a ñ os cincuenta eran, por lo
m e ra, las historias narran los últimos días de la hum an id ad , que perece casi s ie m
los p e rson a jes ante la n ecesidad de e m p e z a r d e s d e cero, en fren tán d ose a senti
ta n d o el reto de organ izar una s o cie d a d nueva y ca paz de su perar los errores que
n alism o ético. E m p a ren ta d o con esta tem ática, aun q u e dotado de una fuerte p e r s o
la ciencia ficción.
F o tog ra m a de la película Blade R unner (Ridley Scott, 19 S 2 ) , cuya am bientación
distópica de un futuro d o m in a d o por a s gran des corp o rac io n es, sin iugar
alguno para las relaciones p e rson a ie s y los sen tim ien tos h u m a n o s .
borde del fin, nos e n c o n tra m o s e- s u b g é n e r o de las n aves gen era cio n a les, que ha
pionera de: género, agu d o retrato de una h um anid ad que. privada de referencias
logía de a u to e stop ista galáctico, cuya primera entrega fue llevada ai cine por Garth
je n n in g s en 2 0 0 5 .
¿U n arte de s e c u n d a ?
c o m o la del ruso Yevgueni Zam iatin, el c h ec o slo va co Karel (Üapek, o los británicos
en una so ciedad en la que el capital privado acu día raudo allí d o n d e surgían o p o r
e n se gu id a so b re él.
Así. en los a ñ o s treinta del sigio XX, a lg u n a s pulp co m en z aro n a incluir entre
cidad y erotism o. Escribir una novela por s e m a n a s e convirtió en algo habitual para
nim iento, fan tasía, diversión... pero ¿qué tenía que ver todo aquello con la ve rd a
dera literatura?
lein, A. E. van Vogt, Isaac A s im o v o T h eod ore Sturgeon cond u jeron a la ciencia fic
guían sin ser reco no cid as c o m o ve rdadera literatura, tal era el p e so de la herencia
tente, c o m o una vieja sem illa do rm ida qu e hubiera e s p e ra d o con silenciosa pacien
ble evolución científica y tecn ológica de a h um an id ad y en las rep erc u sio n e s que
esp a cio. Pero habían sido las historias que contaban s u s auto res, y no a form a
c o m o las con tab an, lo que había cau tivado a qu ien es s e acercaban a s u s p á g in a s y
tam b ién su correlato ai otro lado del Atlántico. M ientras en esta orilla del océan o el
( 19 6 4 -19 7 1) ofrecía un eficaz vehículo de difusión a los valientes ex perim en tos lite
relevantes para el futuro del gé n ero c o m o Philip K. Dick o Ursula K Le Guin sin
ticos a través del tie m p o y el esp a cio . Pero se escribían ya de otra form a, m u ch o
H u m b a b al
Mar>' She ley, c o m o su m anifestación prim era. Pero resuíta evidente que ninguna
turas: porque quien le dio vida es producto, en fin, de su ép oca y de a historia que
la a n tece d e y sin a cua no podría c o m p ren d erse . A s í su ced e con la ciencia ficción.
nidad, aún po r descu brir el frío lenguaje de la razón, no p o seía m á s h erram ientas
su ele creerse. El Poetna de G ilgam esh, escrito en el tercer milenio antes de nuestra
rarias m á s antiguas que se co n o cen , narra con todo detalle el viaje al infram undo
tras sobrevivir al diluvio universal. Allí corre e! héroe m aravillosas aventu ras, entre
león, dientes de dragón , e n o rm e s pies, una gru esa m elen a y un rugido tan potente
Londres.
populariza en el país del Nilo la Historio del m arinero náufrago, que cuenta las a v e n
turas de un viajero que z ozob ra en una isla m isteriosa cuya reina, una serpiente
brado visitante su propio futuro y el de su país an tes c e hundirse con su isla bajo
ficar su cu erpo y darle sepultura, preserván dolo a s í para la eternidad. Solo a ellos
podía a se g u ra r al m u erto la vida eterna o dictam inar para é! un final definitivo entre
M á s cerca ya de las raíces de la cultura occidental, los viajes fan tá stico s s e tor
nan aún m á s frecuen tes. La Biblia, sin ir m á s lejos, n o s ofrece un buen nú m ero de
ellos. En el Libro de los Reyes. Elias, un profeta hebreo del siglo IX a. C., a sc ien d e a
los cielos en un torbellino pro vo c ad o por un carro de fu e g o con caballos fo rm a d o s
tro cercano con extraterrestres, un viaje, en fin, por m á s que su protagon ista no ex
Y miré y he aquí, un viento t e m p e s tu o s o qu e venía del Norte, una gran nube, con
espíritu les im p u lsab a iban las ru ed as y tam b ién s e levantaban tras ellos, porque
sol derrite las alas de cera que él m is m o había d ise ñ ad o . Orfeo, uno de tan tos h é
n osa, a la qu e perdió por mirar hacia atrás an tes de lo permitido. En la O disea, Uli-
N o les van a la z a g a los r o m a n o s , cuya im agin ación viajera no parece con ocer
arrancan uvas, para luego ser lanzado a los cielos por un im p resion a nte huracán
nen ano, hilan los m etales y el vidrio para hacer trajes, beben z u m o de aire, s e qui
tan y ponen los ojo s y, por si esto fuera poco, hacen la guerra a los ca b alleros hor
suyas.
p u és. en la Europa cristiana. A finales del sigio X¡v. Dante Alighieri, uno de los pa
dres de la literatura italiana, d e scrib e en su Divina com edia uno de los viajes im a gi
a sc e n d e r por fin con ella a los cielos. Las n ueve e s fe ra s de firm a m en to sirven
¡os a m a n te s alcanzan prim ero la Luna; ’uego M ercurio, Venus, e Sol, Marte, Jú p i
Trinidad, que ilumina y ofu sc a a un tie m p o al poeta con su brillo d e slu m b rante.
Pero no son so lo los cristianos los que a m a n los viajes m a ra vi'lo so s. Las m il y
la boca de un p ozo».
te m a central de to d o s ellos no es otro en rea idad que el viaje del caballero, indu
vivir increíbles aven tu ras. Pero m ientras el héroe viajero de la Antigüedad solía
v isto s y m a ra villoso s q u e vive los que lo co n d u cen de un lugar a otro en una inter
Libro de Alexandre. que data del prim er tercio del siglo xi 11, Alejandro M ag n o s o b r e
tra sla d a a vario s de los p erson ajes de país en país, reales u n o s, im aginario s otros.
Y en la m á s popu lar de to d a s las aventuras del género, la protagon izad a por el rey
das. A s í su ced ió con el mítico im perio del preste Juan — en realidad una d e g e n e
zaron ¡as recónditas regiones del Africa oriental y entraron en las tierras regidas
por el n e g u s etíope, creyeron que habían d ad o por fin con la ubicación de: mítico
reino.
hasta la Luna en una silla p ro pu lsad a por cuarenta y siete co h etes, aun q u e nada
del célebre a str ó n o m o Jo h a n n e s Kepier, autor de ías leyes planetarias que llevan su
zar la superficie de satélite. Allí s e encuentra con los selenitas, seres extraños,
fueron otros relatos de viajes publicados por en to n ces. En E! hom bre en la Luna, de
nuestro satélite en una im probable balsa tirada por g a n s a s para hallar allí una ex
e u g e n e s ia con fruición envidiable incluso para los a n tigu os es p a rta n o s. Pero es sin
duda la obra del fran c és Cyrano de Bergerac la llam ada a erigirse en auténtico epí
una de as prim eras n ovelas de ciencia ficción, a u n q u e nunca podría serlo en puri
dad, p u es no so lo no hay rastro algun o de ciencia en ella, sino que tanto daría que
tiem po. Por lo d e m á s , el libro, q u e se divide en dos partes. Historia cóm ica de los
Estados e im perios de ¡a Luna (1657) e H istoria cóm ica de los Estados e im perios del
Sol (16 6 2), no carece de encanto, quizá por lo inverosímil de s u arg u m e n to, d e s
andan a cuatro patas y miran hacia abajo, co m en con el olfato, escu ch a n ¡os libros
tro protagonista
d e ser la prim era firm ada en Europa por una mujer, sin s e u d ó n im o , y con una
World, caíled the B lazin g World). En un viaje pletórico de aven tu ras, una joven s e
cu estrada por un com ercian te I eg a a las regiones polares, d o n d e halla una extraña
harían las delicias del do c to r M oreau, una tecno logía m u y a van z ad a y una form a
de gob ierno ideal que. sien d o la autora e s p o s a de un con ven cid o partidario de C ar
continentes aún m iste rio so s por inexplorados, sino u gares tan pin tore scos com o
N o por ello pierde la Luna interés c o m o de stin o de tales viajes fan tástico s. La
extenso que seria despilfarro de es p a cio con sig n arlo aquí, as a ven tu ras lunares de
un tal O n é s im o Dutalón, que había alc an z a d o nuestro satélite en una su erte de
avión primitivo d o ta d o de alas y tim ón. Otro españ ol, el a bate M archena, publica
en 178 7 en su efím era gacetilla ilustrada El O bservador la prim era parte de a narra
ción de s u propio viaje a la Luna, que no pudo cu lm inar por prohibir su periódico
ce n a s » .
que da a la pren sa entre 1735 y 173 7 su a rgu ísim a novela Lam ekis. en la cual un
aven tu rero egipcio, hijo a !a saz ó n de un s u m o sac erd o te de la edad de los fara o
h om b res g u s a n o y a gre siv a s abe jas, y del noru ego Ludvig Holberg, autor de Nico-
1ai Klimii iter subterraneum (El viaje subterráneo de Nicotai Klirni). en a q u e el prota
go nista ca e por una cueva al centro de la Tierra, d o n d e halla todo un un iverso inte
rior d o ta d o de su propio sol y s u s plan etas, en uno de los cu ales, al contrario que
historia de Eduardo e Isabel, que pasaron ochenta y un años entre los m egam icros,
m edio m etro de altura, con la piel de co lores v a ria d o s, telépatas e inm ortales. Su
perfecta, pero da pie al a g u d o c o n q u ista d o r ven e cia n o para, al igua que Cyrano
de Jonathan Svvift (1726), narra las peripecias por las que se ve obligad o a p a s a r el
playa para d e scu b rir q u e ha sido aprisio n ad o m ien tras dorm ía por u n o s s o rp re n
dentes hom breci los. los liliputienses, de a p e n a s quince cen tím etros de altura.
Las d e scrip cio n es técn icas de los m e c a n is m o s que permiten volar a la isla, a sí
c o m o de la tecn ología de c u e d isp on e n sus habitantes, que les deja incluso saber
ya a h í y no p u ed e obviarse.
Otro destin o poco visitado con anterioridad que alcan za cierta popularidad en
Tip haign e de la Roche publica en 175.4 Am ilec, o La sem illa de hom bres para poblar
los planetas; Marie-Anne de R oum ier escribe en 176 5 Viajes de M llord Ceton a los
centuria.
c o m o era habitual, s e vale el autor para llevar a ca b o una sátira moral de las c o s
pias dei ob servador. Al igual que Gulliver e s un gigante en Liiiput, el país de los
habitantes de la Tierra; tam b ién él es, c o m o to d o s los s ere s vivientes, una especie
su obra De Telluribus (1758): inn u m erab les m u n d o s hab itados en un un iverso infi
m arch a (Calderón, 2 0 1 2 ) .
LA U TO P IA
en las ob ras del género. E n ten d e m o s por utopía, de a cu erd o con la definición de
[...] en e¡ m arco de un relato (lo que excluye a los tra tad os políticos), figure d e s
crita una c o m u n id a d (lo que excluye la rob in son ad a), o rga n iz ad a s e g ú n ciertos
viene de las v o c e s griega s oti 'n o ’ y l ó n o c 'lugar', es decir, nos e sta ría m o s
sig o x v i por el inglés T o m á s M oro para referirse a una so ciedad ideal, y por lo
b lem ente unos mil q uinientos a ñ o s an tes de nuestra era que narra ias aventuras de
un típico héroe su m erio, Enmerkar. se lee:
En aquellos tie m p o s no había serp ientes, no había esc o rp io n es, no había hienas.
N o había m ie d o ni terror.
por e! profeta Zaratu stra, desarrolla la idea del pa raíso perdido, tradición luego
m uerte. No e s la única alu sión; de hecho, la Biblia está colm ada de ellas, tan to en
Libro de los H e c h o s de los A po sto es, que d e scrib e la vida cotidiana de una c o m u
de c o ra z ó n » (H e ch os 2:44-46).
[...] c o m o d iose s, con el corazón libre de pre o cu p a cio n es, sin fatigas ni miseria;
no s e cernía sobre ellos !a vejez despreciable, sino que, s ie m p re con igual vita
R epública, una detallada descripción del régim en político ideal. De acu erd o con el
gob ernan tes, los guerreros y los productores. C ad a uno de ellos quedaría limitado
por fronteras rígidas y bien definidas, y tam bién lo serían su ed u cación , s u s vir
estaría reservada la gestión del p o d e r político, p u es para ello s e >es habría for
m a d o, y no serían otros que los filósofos, lo que a se gu ra ría e! gob ierno de los m á s
to d a s las querellas a que el dinero, los niños y los familiares dan lugar». En cuanto
N o habrá, mi querido G lau cón, dism in u ción de los ma es que a sola n o s E sta
sean reyes de ios Estados, o que los que ahora se dicen reyes y s o b e ra n o s pasen
potencia política y la filosofía, ju nto con una ley rigurosa que aparte de ¡os a s u n
Critias. En ellos d e scrib e el filósofo aten ien se la mítica isla de la Atlántida, que
aparece ante n u estro s o jo s c o m o e p ito m e de a abu n d a n cia y la justicia, pero ta m
platónico.
p erfectam ente arm ón ica, sin policía ni violencia, en !a qu e solo los s a c erd o tes que
en c o n tra m o s ya, c o m o d e stac a Rafael Herrera (20 13: 62), to d o s los ele m e n to s de
la utopía ta c o m o llegará al Renacim iento: una filosofía social y política bajo form a
literaria q u e ubica al protagonista en una tierra ejan.a, por lo general una isla de tie
logos, la razón u n iversa 1', se habrá incluido el esla b ó n necesario para unir los do s
P ues el cristian ism o heredará las utopías clásicas, filtradas por ei tam iz estoico de
Por ello e s tan distinta de la utopía platónica la id eada por A gustín de Hipona
pa raíso terrenal, que existe ya en la realidad fo rm ada por aquellos que creen en
fu n d id a s en esta vida terrestre, hasta qu e !as separe el juicio final». Regida por el
sin du d a tan influido por su estrecha relación con el h u m an ista E rasm o de Rotter
tiem po, genuina distopía qu e nos d e scrib e en la prim era parte del libro, concibe
justicia y s e viva con p ro speridad». Y por ello, en e s a so ciedad sin cla s e s , a igual
a s u n to s im portantes han de s e r co n su ltad o s por ellos con las ge n tes a las que
cu entes; la tecn ología, muy a v a n z a d a — en las granjas de pollos existen inclu so in
que se limita a seis horas al día; el m atrim on io e s indisoluble, pero s o lo porque los
Doni (1552); La ciudad fe liz (1553), de Francesco Patrizi de C h e rso; Form a de una
La primera de ellas es La C iudad del Sol. escrita por el dom in ico italiano Tom-
cum plía co n d en a por haber liderado una su blev ación en Calabria contra la Corona
b asa d o en un notable desarrollo tecn ológico orientado a la dism in u ción del trabajo
en a Ciu dad del Sol el e g o ís m o no tiene cab ida bajo ninguna de s u s form as. El E s
deben en tregarse a la procreación, e incluso las adiestra para ello, a un qu e las rela
cion es sexu ales son libres. Por último, no existe otra religión que la cívica, una
suerte de d e ís m o qu e rinde culto al Creador, sin iglesia ni clero distinto de ios fun
cionarios m is m o s .
Cristianópolis. prim era utopía cristiana de inspiración protestante que p lasm a bajo
la fo rm a de so ciedad idea las a sp irac io n es p rog ram áticas del m ovim iento ilumi-
nista de los rosac ru ce s. de cuyos tres textos fu n d acion ale s — Fam a Fratem itatis
( 16 14 ) , Confessio Fratem itatis (1615) y Las bodas quím icas de Cristian Rosencruzt
ginal de las tres, el propio escritor se topa por casu alid ad , tras un naufragio s im b ó
lico de su barco Fantasía, hundido por los vientos de la Envidia y la C alum nia, con
con goz o una so ciedad cristiana ideal, una c o m u n id a d pequeña, de unos cu a tro
cientos habitantes, en rea idad una suerte de gran m o n a sterio mixto d edicado a ia
en se ñ an z a, en el que conviven en perfecta arm onía h om b res, m u je res y niños.
m in ación hacía los sex o s ni los oficios. Por otra parte, las leyes son e s c a s a s y
sencillas; los c a s tig o s , leves, y el con ocim ien to, el anheio s u p re m o que dota de
tam bién científico. N o por casu alid ad , el laboratorio, co n c eb id o de acu erd o con
C o m o el m is m o autor s e ñ a ^ :
de una ciudad.
prod uciend o los principios y con stru yen d o de acu erd o con las huellas de la gran
otros que los su p ervivien tes de la antigua utopía platónica. In stalad os en un re
m oto ¡ugar de! Pacífico, los a fo rtu n a d o s pob la d ores hacen com patib le el progreso
té cn ico con el resp eto a la naturaleza; arm onizan la b ú sq u e d a del propio interés y
d a d e s de B a c o r .
pías, con trazo m uy gru eso, en s o cia les y científicas. Las prim eras serían aquel as
Francis Bacon. Pero esta división resulta un tanto artificiosa, p u es a partir del siglo
De hecho, es quizá por e s a razón por la cual son las o b ras de este siglo las que,
sin solución de continuidad, entroncarán con las prim eras n ovelas de ciencia fic
cional del gru po de n á u fra go s que fundan una so ciedad ideal en una is!a desierta.
pafs de los caba los inteligentes, los h ou yh n hn m s, una ve rdadera utopía e incluso
so t de Patot, cuyo Viaje a G roenlandia de Pierre de M ésange { 1720 ) nos describe una
cial. De 178 1 data El descubrim iento austral por un hom bre volador, de Restif de la
Bretonne. en ia cual el protagonista viaja hasta las a n típo das por m edio de un inge
nioso artefacto vo lan te y allí, c o m o una suerte de doctor M oreau avan t ia leitre,
dad , ¡e sirve de b ase para convertir la ed u cación del niño, en cuya m en te pura no
con la naturaleza h u m a r a.
m inistro de C arlos III, dieron en cultivar un gé n ero que llegó a ser m uy popular
tan so lo qu ien es por mérito lo m erezcan y sin/an con celo al bien com ú n . Así,
entre los Ayparchontes, los plebeyos son los a rte s a n o s , labradores y com erciantes,
acciones. Existe a s i m is m o una cla s e aún m á s baja, los infam es, que lo son por su s
hace nada por recuperar o. los d e sce n d ie n te s de un noble en cuarta generación ter
minan por convertirse en pleb eyos. Los clérigos, por su parte, son p e rs o n a s de
Sin apia, de la que se ignora no solo el autor, sino la fecha en !a o u e fue escrita, los
últim os a ñ o s del siglo x v ii para alg uno s, en torno a 17 3 0 para otros, e incluso
finases del x v m en opinión de un tercero y quizá m á s atin ad o gru po de investi
tina y 3 rasil. Allí, bajo la adm inistración y la dirección espiritual de los jesu ítas,
a siste n cia social a los d e svalid o s y, en una palabra, el con ju nto de los p o stu lados
doctrinales pro pio s del cristian ism o primitivo. Su fina! trágico, resultado de la
Tras ellos, el s o c ia lis m o utópico de los p rim eros p e n sa d o re s d e sco n ten to s con
bían renunciado a cambiar. M ás que utopías pro g resistas, constituían una co n fe
detener.
fe, casi de apropiársela, una vez estab lecid a la creencia de qu e so lo la ciencia daría
halló en él el prim ero de s u s filones a rgu m é n tales. Pero cu a n d o e viaje cobra toda
Pero es. una vez m á s, el racionalista siglo x v ili el m o m e n to que m a rca la eclo
muel M adden. en s u s M em orias del siglo XX, de scrib e el m u n do de esa ép oca por
preocu pación es la so ciedad y la política, en esp e cia l ios a v a n c e s del cato icismo,
tropas selen itas por la orgullosa a rm a d a esp a cia! inglesa y la ulterior colonización
reció veinte ediciones en doce a ñ o s con s u s intuiciones gen iales acerca de la Revo
W essel, escrita en 17 8 1. En es ta historia, un hada tran spo rta a una pareja al año que
que los roles sexu ales han sido invertidos hasta el punto en q u e son las m u jeres
m u y m e d iocre d e s d e el punto de vista literario, tanto que nunca fue represen tad a
en un teatro, ha llegado a convertirse en un libro de culto por ser uno de los pri
ción de la sociedad.
y uno de los pioneros del ev o lu cion ism o, d e scrib e en El Templo de N atura (1802)
ticas de julius von V o ss. quien en Ini. N ovela del siglo x x i. publicada ya en 18 10 .
nos m u estra una Europa unida con capital en R o m a, tribunal de justicia en Berlín y
los ó rg a n o s artificiales.
LAS M A Q U IN A S
ción previa en la literatura, no so lo occidental, sino tam bién de otras partes del
para en con trar los prim eros e jem p lo s, a lg u n o s de sorp re n d en te capacidad antici-
pativa. Así. en la m is m a llíadar la célebre obra del poeta griego H o m e ro que narra
prendente c o m o este, qu e n os recuerda con acierto Pollux Hernúñez (20 12: 18):
cada pata había insta ado unas ru ed as de oro. de m a n era c u e las m e s a s podían
articular palab ras y m ove r brazos y piernas, sino que poseía n inteligencia y p o
tan perfecta que cob ró vida, hiriendo de a m o r al escultor, y Talos, un gigante móvil
de Creta.
culturas. Las leyendas de ios inuits describen al Tupilaq, un ente artificial creado
g u o s, nos deja una buena c o s e c h a de ellos. Los ve h ícu los vo lad o res, d e n o m i
trucción tan im p resion ante que parece t o m a d o de una m od ern a novela de ciencia
ficción.
de ver a través de las pa red es, sino tam b ién en el interior del cu erpo h u m an o , cual
d e scrip cio n es de artefactos m a ra villoso s resulta, una vez m á s . el libro árabe de ori
gen persa Las m il y una noches. En él en c o n tra m o s d e s d e la célebre lám para de Ala-
dino, de la cual brota c o m o por arte de m a gia un gen io om n ipo tente, al caballo de
robot de oro ca paz de servir de eficaz guardián a una ciudad entera, m a tan d o a
co m b in a ción de ciertas s u sta n cias en p ro p o rcio n es tan exactas c o m o m iste rio sas.
Parece que fue Paracelso, el célebre m édico y alquim ista suizo del siglo x v i, quien
renta días, tras los cu ales el ser quedaría fo rm a d o y cobraría vida. De acu erd o con
seg ú n a tradición hebraica, por ju dah Loew, un con o cid o rabino del s ig o x v i al
que s e atribuye su con strucción para defen der el gueto de Praga de a ta q u e s a ntise
cribe El hom bre de ¡a arena, la historia de O limpia, una m u ñ ec a m e cá n ica obra del
Pero no fue la ú nica tradición que logró su perar la barrera de los siglos para
m a n te — que perm ite m a n ten e rse en el aire a a isla volad ora de Laputa. Y no e s va
a a z a g a Tip haign e de la Roche, que en su G iph an tia (1760 ) no solo d e scrib e con
águila m e cá n ica ideada por Ralph M orris en su novela La vida y asom brosas aven
turas de Jo h n D aniel (1751) para el viaje a nuestro satélite. Y qu é decir del prota
Luna en una ligerísim a nave de corcho im p u lsad a por vejigas, a b a n ico s y co m eta s,
eléctrico con la que se estrella en n u estro planeta el extraterrestre pro ced ente de
M ercurio que protagoniza El filósofo sin pretensiones o el hom bre raro (1775), ° ^ ra
francés Louis-Guil a u m e de la Folie.
Precursores del futuro
dario el nacim ien to de ¡a ciencia ficción m o d ern a . ¿Por qué en to n c e s ? ¿Por qué
con anterioridad?
de precisión que alcan za en su descrip ción del futuro, sino en el cu m p lim ien to de
hasta ia Luna, pero aun a s í escribe una historia en la que o hace, no e s t a m o s ante
una obra de ciencia ficción, sin o ante otra cosa, pues e autor s a b e qu e el m u n d o
real y e s e viaje a la Luna son dos c o s a s del to do distintas. Si, por el contrario, e s e
los im agin ativo s relatos de Cyrano de B ergerac. La fecha, en todo caso , debería
adelan tarse al siglo XVill. Pero un criterio tan limitado desvirtú a el problem a, que
convierte en una m era cuestión formal c u a n d o la resp u e sta última hay que b u s
carla en el contexto, en lo que e sta b a p a s a n d o en aquel tiem po , pues esto era algo
otra cosa, e s lo que ocurre en el tránsito entre los siglos x v m y x ix . Y eso es lo que
d e b e m o s explicar a continuación.
tido; la historia era cíclica, s e repetía una y otra v e z en lo esencial hasta el fin de los
tiva. Aquella ép oc a, a un tie m p o con vu lsa y form idable, m o stra b a ante s u s ojos
las revolu ciones en las colon ias in gle sa s de N o rteam érica, la orgullosa cab ez a de
un m o n a rca cayendo al ce sto del verdu go, el pueblo reclam and o s u lugar junto a
cida. D urante el frío veran o de i S i o , Mary Shelley y su m arid o Percy Shelley hicie
logró concluirlo, pero Man/ salió de allí con una idea ro ndándo le el cerebro, la
cual, una vez desarrollada, daría !ugar a ia prim era historia m o d e rn a de ciencia
ficción. Se trataba de una idea sencilla, pero estab a preñ ad a de futuro. ¿ A ca so no
llegará el día en que la ciencia s e a c a p a z de crear vida?, s e preguntó aquel día Mary
Shelley. Y de su resp u e sta nació una novela y, con ella, todo un género.
idea genial. M ary Shelley había hecho algo tan simple, y a !a vez tan original, co m o
s u s no velas una fórmula similar. Lo hizo Robert L. Steve n so n con su novela E l ex
traño caso del Dr. Je k y ll y Mr. H yae (lS86). Lo hizo M ark Twain con su Un yanqui en
la corte del rey Arturo (1889). También Jack London con El talón de hierro (19 07) y El
vagabundo de las estrellas (19 14 ) . Y d e s d e luego lo hizo Arthur C onan Doyle, célebre
fueron cinco los autores que a lo largo del siglo X IX y los p rim eros a ñ o s del XX
m arcaron las direcciones que habría de seguir en adelante el género: uno era fran
cés. otro era in glés y tres eran n o rtea m e rica n o s. O c u p a rn o s siquiera brevem ente
que ha ló en Edgar Alian Poe (18 0 9 -18 4 9 ) su prim er m aestro. C o nocido por s u s e s
bién otro tipo de narraciones, de cuño bien distinto, en las que el factor c o m ú n no
ral, filosóficas que trascend ían e s e con o cim ien to para aden trarse en los terrenos
mienta para a preh en d er la rea idad, la inmortalidad, el fin del m u n d o , los universos
Pyrn (1837), novela dram ática, plagada de dig re sio n e s científicas, que refiere el
de a antigua presen cia de una civilización alienígena. Esta obra inspiró direc
lento. La esfinge de los hielos, de Julio Verne. Pero el relato qu e m e jo r refleja las c a
ración del aire que respira, experim enta s u c e s iv a m e n te alegría, dolor y delirio.
Luego, cu an do resta tan s o lo oxígen o y el co m e ta im pacta contra nuestro planeta,
por su clarividencia:
riales de resultas del tem ib le contacto perdía diariam ente fuerza entre ios sab io s,
tro g a s m á s raro; el inofen sivo pasaje de un visitante sim ilar entre los satélites de
Los teó lo g o s , con un celo in flam ado por el m iedo, insistían en la profecía bí
había visto an tes. La destru cción final de ia Tierra se operaría por inter/ención
calam idad predicha. Es de hacer notar que los preju icios p o pu lares y los errores
del vulgo co n cern ie n tes a las p e ste s y a ias g u e rra s — errores que an tes p reva
a p e sa r de cuanto acon teció luego en la historia del género, que tanto contribuyó a
creatividad h um ana.
EL P O E T A D E LA T E C N O L O G Í A : I U L I O V E R N E
Julio Verne (1828-1905) fue en todo el reverso de Poe. M ientras el torturado autor
grad o con el m u n d o qu e delim itan, incluso se em b riag a con él, p alad ean d o con
sobre ellos s u s narraciones, hen ch idas de un profundo o p tim ism o b urgu és acerca
de s u s posib ilidades, sin percibir riesgo alguno para la iibertad del h om bre en su
de imitadores o a d m irad o res en las d é c a d a s sigu ien tes. S u s novelas exam inan una
que el aire (Robur el Conquistador, de 1886) e incluso el fin del m u n d o (El eterno
A dán , de 1 9 1 0 ) .
por ser la última que escribió, sino porque en ella la visión optim ista del pro g reso
vaya m á s allá de lo que a so ciedad de los h o m b res pueda asimilar, tra sto c a n d o
fianza en otra de sus no velas de m adu rez. Los quinientos m illones de la begúr,. de
iS79» en ia ^ ue ¿e s c rib e con acida plum a una distopía industrial totalitaria y beli
cista, la llam ada Stahlstadt o Ciu dad del acero, qu e Ha convertido a los s ere s
original de Verne. sino de la reelaboración de una obra previa escrita por Pascal
Nautilus.
N o obstante, quizá re gre sa b a con ello e autor fran cés a la visión de las c o s a s
había escrito una novela llam ada París en el siglo XX, cuyo p e s im is m o d isg u stó
cu a n d o su original fue d e scu b ierto por su bisnieto. E! Verne de esta obra es, quizá,
quizá m a y or por el h ech o de que se deb e a una sola obra: Looking backw ard (1888),
cuyo éxito de ve n ta s fue tan g ran de y tan in m ediato qu e m ereció ser traducida nada
m e n o s que a veinte id iom as, ge n eró to d a una ¡egión de im itad ores y provocó una
ta m en te p o s t e r i o r a su publicación.
hipnótico para encon trarse una utopía so cia ista. Porque, en efecto. Looking ba-
m o n ta este gén ero en la tradición literaria occiden ta y cuán nutridas son las filas
Boston, y no s e preocu pa por delim itar para ella unos pa rám etros tem porales
que é! lo habían hecho Cyrano de Bergerac y las u topias d iecio ch escas, tan p ró
d iga s c o m o in genu as. Eso es lo que interesa en realidad a Bellamy, que no presta
cerraría, es obvio qu e no era eso lo que pretendía, y quizá por elio su vigencia no
Lo que a Bellamy le faltaba, otro autor norteam ericano lo p o seía en cantidad casi
luego se le conocería, no era sino uno de tan tos trabajado res mal p a g a d o s c o n d e
por e aburrimiento en ávido lector de las historias de aventuras que poblaban por
elias. Por otra parte, su propia vida podía su m inistrarle inspiración a raudales. B u
con leves c a m b io s superficiales en los p e rso n a jes y e am bien te. Por lo genera!,
escribió tam b ién otras independ ientes, entre ellas La Tierra olvidada del tiem po, de
d e scrip cio n es de tipos sociales ni profu n das reflexiones filosóficas. Su m a n ejo del
física con Poe; la revolución tecn ológica con Verne; la crítica social con Bellamy;
las a ven tu ras exóticas con B urro ughs... C o m o un niño que, a p e n a s ha ap ren d id o a
s o la s co m ie n z o a una época, sen tara por fin las b a s e s de a ciencia ficción. Reu
crito. Mary Shelley de scu b rió un territorio nuevo, pero fue él s u explorador, su c o n
tente que siem p re fue y sin duda hizo arraigar en él la profunda preocu pación s o
cial que io caracterizó. Con m u ch o esfu erz o logró g ra d u a rse en Biología en a Uni
versid a d de Londres, tras haber estu d iad o con T. H. Huxley, una de las pe rson a s
gran escritor de género que poseía a un tie m p o una sólida form ació n en el c a m p o
cu pación principal de Wells, y prevenir al ector del peligro que entraña su pérdida
(1895), ro m p e con la tradición anterior del viaje tem poral al hacer de una m áqu in a,
ciento s mil a ñ os en el futuro, que ha de m e d irse en tie m p o geo lógico antes que
histórico, idea que a finales del siglo x ; x habría sido del todo ajena a un autor sin
form ación científica. Pero, al igual qu e Bellamy, no por ello desperd icia Wells la
m e n to una m o rd az crítica s o b r e la propia. Los elois y los morlocks, las dos razas
las e s c e n a s que el protago nista co m p arte con Weena, la h em bra eloi a la que salva
nuevo, por la biología. En su isla sin nom b re, el científico loco experim enta con
que m ayor polém ica d e s a tó entre los críticos. Pero no por ello dejó el a g u d o n o v e
lista británico de atacar con su pluma la ciencia sin co nciencia y s u s tem ibles
peligros. En El hom bre invisible (1897), e! protagonista, que ha hallado la fórmula
ciano s dan pie a una feroz crítica del imperia ism o británico, del qu e son una evi
ciada la novela:
En C uando el durm iente despierta (189 9 ), dibuja con trazo a m a r g o una distopía
m e s ia n is m o m á s de sca rad o , aviso in d isim ulado del W e'ls socialista del resultado
alim ento de los dioses (19 04) va aún m á s allá al describir una sociedad futura en a
pie a Wells para satirizar a la b urgu esía atem orizada por el desarrollo de la ciase
m edia, sin olvidar su característico te m o r a los avan ces de una ciencia sin c o n
ciencia. Pero es En los días del com eta ( 19 0 6 ) d o n d e Wells parece ya tan o b s e
aire (1908) retom ará con veh em en cia el tem a, al describir un conflicto bélico del
futuro con una clarividencia tan p o rte n tosa que son in contables los a v a n c e s te c n o
u n a s d é ca d a s.
Ilustración de Alvin Correa para la edición fran c esa de La guerra de los m undos
de 19 0 6 .
H. G. Wells es. en fin, un ve rd a d e ro m aestro , no solo del género cuyos cim ien
ciencias natura es. la biología so b re todo, y la técnica o cu pan en todo ello un lugar
s u evolución futura reclam aría un lugar fun dam ental c o m o factor con d icionante en
se pu ed e decir :o m ism o .
EL C I N E D E S C U B R E LA C I E N C I A FIC C IO N
H e m o s hab lad o hasta ahora de literatura, porque no era otra la vía de expresión de
aprovechado.
s u s gra n d e s n ovelas de ciencia ficción. La m áquina del tiem po, ocurría al otro lado
d o s fo tóg ra fo s fran c eses, los h erm a n o s A u g u ste M arie y Louis Jean Lumiére, or
gráfica de la historia: Salida de los obreros de ¡a fá b ric a Lum iére en Lyon M onplaisir.
Pero a nadie s e le e s c a p a b a que la im agen en m o vim ien to podía servir tam bién de
las revistas. A hora era posible verlo con los propio s ojos. Ante la ciencia ficción se
e s t a s em p e z a ron a existir. El prim er cineasta con o cid o de a historia fue tam b ién el
había asistid o a la prim era proyección en el Gran Café de Voipini y salió tan m a
del nu evo invento. Tras frac asa r en su intento de que los Lumiére le vendieran uno
abu ndan os t e m a s extraídos de la ciencia ficción. Gugusse et ¡’a uto m ate, de 1S9 7,
y, en fin, en 18 9 9 , el director fran cés adapta con el título de Ella la célebre novela
de Henry Rider H a gg ard . Parecía tratarse de tentativas, de p ru ebas de en sa y o de la
que sería la prim era película de ciencia ficción de la historia: Viaje a ¡a Luna ( 19 0 2 ),
un largom etraje de veintidós m in u tos fruto de la adaptación a cine de as ob ras
rra a la Luna, de Julio Verne, y Los prim eros hom bres en la Lun a, de H. G. Wells.
El a rgu m e n to es bastante sencillo. Los inquietos m ie m b ro s de Club de ios
N o fue ia última película de ciencia ficción de M éliés. Tras ella vinieron Viaje a
presa del cin ea sta francés se antojaba difícil. N o so io esta b a n a p are cie n d o en Fran
podía co m p etir una firma pequeña c o m o la suya, sino que al otro lado del Atlántico
c o m o El hotel eléctrico, prim era película e sp a ñ o la del gén ero (1905), m arch ó a
Francia contratado por la Pathé, para la que filmó alrededor de quinientas obras,
m u c h a s de ellas tam bién de ciencia ficción. M ientras, en Gran Bretaña Robert Wi-
lliam Paul, inventor de la m á q u in a adquirida por M éliés, rod ab a cintas tan su ge-
o The M otorist (19 0 6 ) , que narra e! viaje a a Luna y a S aturno de una suerte de
autom óvil volador. N o faltan p ion ero s en otros p a íses. En Italia. André Deed rueda
caso de! D octorJekyll y Mr. H yde. de Robert L. S teve n so n . pero d e stac a por su origi
Por su parte. A lem ania da s u s p rim ero s p a s o s con Otto Rippert, qu e rueda en ese
cidad para amar, tem a tam bién e s c o g id o por el norteam ericano Edison, qu e había
rod ad o su Frankenstein en 1 9 1 0 .
c in e a sta s freela n ce h a b ía t e r m i n a d o ; lo s a u t o r e s de o b r a s de l g é n e r o t r a b a ja r á n ya
al a m p a ro de los gra n d e s estu d io s en ciernes, y las cintas de corta duración d e ja
vivir su primera Edad de Oro, y con ella tam bién lo hará el cine de ciencia ficción. Y
que a ia materia, vea en el género una herram ienta inm ejorable para viviseccio nar
ca d a po co antes. Pero e s sin duda la figura del cin ea sta austríaco Fritz Lan g la que
Luis C arci, fue él quien llenó la caja de h erram ien tas con las que m on tar algunas
m e ra s r.o son sin o una sola película que en E sp añ a s e estre n ó en d o s partes y que
don para c o m e te r crím en e s y llevar a a locura a cualquiera que ten g a la de sgra cia
de obstacu lizar s u s d e sig n io s. Pero es, sin duda, la s e g u n d a de las cintas relacio
riencia idéntica a la de M aría para h acerse con el poder d e sp erta n d o los instintos
n a d o s a: frac aso , o por su abierto rechazo del pa rad igm a marxista de la lucha de
tivistas del n a z is m o alem án , con el que parece que Thea von Harbou, e s p o s a de
una obra m a e s tra y a s í deb e ser reconocida con independ en cia de !o repulsivo que
veinte, el ingeniero aeron áutico W olf Helius planea en secreto una m isión para via
C o m o Adán y Eva lo fueron una vez sobre la Tierra, ellos son ahora la prim era p a
reja h u m a n a so b re la Luna.
C om o obra de arte, a película no e s muy b uena. Los d iálo gos son lentos y
tible líquido para co h etes. :a g ravedad cero en e es p a cio y el co n cep to de una nave
O tras c in em a to gra fías realizan tam b ién relevantes a p o rtacio n es a cine de cien
cia ficción por aquellos a ñ o s . En los E s ta d o s U nidos, las prim eras cintas de cierta
m arcan por en to n c es a pauta de cine de ciencia ficción al otro lado del Atlántico.
A lg u n a s de ellas, c o m o El extraño caso del d o c to rJek yll y Mr. H yde. conocieron in
cluso varias, hasta m edia d o c e n a en una sola década, sin qu e a mayoría de ellas
m erezcan siquiera m e n cio n a rse. S o lo una película original aporta a las pantallas e
cine n orteam erican o de los a ñ os veinte, The W izard (E! m ago), de Richard R o sso n ,
jaba m uy po co terreno abierto a algo que le era tan ajeno c o m o la ciencia ficción, o
Solo en la Unión Soviética la ciencia ficción cin em ato gráfica alcan za por en to n
c e s alguna relevancia, sin duda porque en ella vefa e! flam ante régim en co m u n ista
ru sos viajan a Marte llam ado s por una princesa q u e les ha visto a través de un
telesco pio y ponen allí en m arch a una revolución socia ista q u e luego resulta ser
E s tá b a m o s s ie m p re a tare ad o s en c o s a s urgentes e in s ig n if c a n te s : y
profundidad, de significado?
tu ras galácticas a estilo de Edgar Rice B urroughs, sin m á s preocu pación que el e n
la catástrofe que s e prepara será aún m ayor que la anterior, previniendo al m undo
de a perversión contenida en las n u eva s id eo logías que tan s e d u c to ra s s e m u e s
a utor del género con una sola obra, una terrible distopía publicada en in glés en
en estrictos horarios fijados por el Estado, que s e apropia de los hijos para po n er
para la h u m an id ad ? Zam iatin parece su gerir que sí. pero está fuera, en los salvajes
que habitan al otro lado de los m u ro s de las ciu d ad es de cristal y a cero pob lad as
a utor con casi m edio cen tenar de libros en su haber, de los cu ales so lo cinco p u e
den c o n sid era rse de ciencia ficción. Sin e m b a rg o , entre ellos de stacan d os que
d eben figurar entre las o b ras de obligada lectura para los aficion ad os: una obra
teatral, Robots Universales Rossum ( 19 21). el prim er texto en el que ap are ce la p a la
bra robot, y una novela. La G uerra de las salam andras ( 19 36 ). Esta última es, sin
los d e sp ierto s y d óciles a n im ales en b u sc ad o res de perlas sin otro p a g o que unas
los puertos y las a g u as p o co profu n das. Con su ayuda, la h um anid ad coloniza los
hasta de stru irser El final de la obra queda abierto, pero no resulta difícil intuirlo.
Robot de la obra teatral R . U . R . . de Karel (íapek. En elía, los ob reros artificiales
d om in io s o b re la hum anid ad .
La novela, ca rg ad a de acción y narrada en un estilo tan irónico que roza con fre
cu encia la m ord acidad, cautiva a'- lector d e s d e las prim eras págin as, teñidas de cla
ras rem in iscen cias de Jo s e p h Conrad y Jon athan Swift. Las s a la m a n d ra s so n , com o
sión contra una p erson a ajena a n o sotro s, por distinta que n os parezca, es una
M ientras, entre las b ru m a s del otro lado del canal de La M an cha, la literatura
relevante e influyente para el futuro. Su gran aportación fue llevar a filosofía a las
protago nista casi única; si CÜapek huye de las a n g u stia s del presen te por m e d io del
m era novela de ciencia ficción Los prim eros y los últim os hom bres: historia del fu turo
(1937), de la que dijo B orges que « a d e m á s de una prod igiosa novela, [es] un s is
y la clonación hallan por prim era vez lugar en s u s o b ras— y m e n o s aún elevar a la
S tan isfaw Lem adoptaron ideas propias del autor inglés y hubieron de reconocer
del género.
(1932), quizá la visión del futuro m á s verosím il, inspirada y terrible qu e haya c rea
la organ ización política, la herram ienta que oprim e al individuo. Y esta opresión es
tanto m á s terrib!e y eficaz porque los que la sufren no solo no ¡a rechazan, sino
función y son m a n ten id o s en su inconsciente sen/idum bre por m edio de las dro
gas, la diversión y el placer sexua sin límites, que presiden s u s días hasta el final
en fin, de la historia. Pero los individuos de Huxley y los de Orwell son igu alm en te
¡os eleve, que los h aga en verdad h u m a n o s ; los otros porque no se les deja hacer
tencia, m á s qu e vivir. Pero s u s vid as, las de u n o s y las de otros, carecen de pro
británico Clive Staples Lewis (15 0 8 -19 6 3), cu iz á e m á s extraño autor de ciencia fic
la ciencia, una form a, en fin, de entender la realidad sin recurrir a la fe. Y ante la
E so y no otra cosa, un pron unciam ien to, son las tres n ovelas q u e co m p o n e n su
trilogía de esp a cio : M ás allá d el planeta silencioso (1938), Perelandra (19 43 ), y Esa
trañar e origen del c o s m o s para hacer innecesario a Dios, ni explicar, para luego
pronóstico, fund am ental. A utores clá sico s com o Jam es Blish (Un caso de
conciencia. 1958) y, sobre todo, Walter Miller (Cántico p o r Leibow itz. 1959) deben
prod ucto cultural marginal dirigido a lectores poco inclinados a la reflexión. Todos
q u e debieron de pe n sa r los autores que, en los E stad os U nidos de las prim eras
cerían el cine de m a s a s y la televisión. Por ello, entre finales del siglo X I X y las pri
ocasión relatos de ciencia ficción. Los títulos eran efectistas; las portadas, muy
prim era revista de e s a s características, y su éxito fue tan gran de que pronto la s i
guieron m u c h a s otras.
revistas pulp. pu b licaciones periódicas cu yas págin as no con tenían relatos de fic
que un h om bre tuvo ia idea genial de unirlos en uno solo. No fue c o s a de un solo
logró un éxito casi inm ediato con s u s historias m arcianas. Y un nuevo género, el
por su director. Edwin Baird, prom etía «re la to s distintos de los que pueden u ste
en la vieja Europa.
peño el ten a z inm igrante lu xem burgués. Ese m is m o año c o m e n z ó a p u b 'icar Eléc
siva a los relatos de ciencia ficción. La historia del gén ero había d a d o un p a s o deci
sivo.
Portada de la prim era edición de Arnazing Stories, de abril de 19 2 6 , realizada
U r p o co m á s grande que los pulps al uso, con un form ato de 2 1 x 2 9 cm . y con los
neta S atu rn o d e s d e a superficie de un c o m eta . Tres eran los autores que copab an
las p á g in a s de aquel prim er nú m ero: H. G . Wells, Julio Verne y E. A. Poe; habrá que
es perar al tercero para que a p a re z ca por fin un reiato original, The co m in g o f the lce;
Pero :o interesante de aquel prim er nú m ero es el editorial del propio G ern so ack,
[...] esta no será otra revista de ficción. \Amazir,g Stories será una nueva especie
cion es eróticas, las revistas de aventuras, etc., pero una revista de scientifction es
tipo de las qu e escrib ían Ju lio Verne, H. G. Wells, Edgar Alian Poe, es decir,
del nu evo gén ero, ya fuera de Verne, Wells o Poe, ya de los nuevos talentos q u e se
d o s e durante och enta a ñ o s , fue todo un s ím b o lo, pero no fue la única. El propio
g e n e s de la ciencia ficción no rteam ericana con los colo res de la ilusión por e¡ por
venir.
Entre ellos, el prim ero fue quizá Edward Elm er Sm ith, m uy pronto co n o c id o co m o
novela The Skylark o f Space ('La alondra del e sp a cio '), publicada en tres en tregas
luz en pos de planetas tan rem o to s c o m o im p ro bab les. Por lo d e m á s , poco hay de
n o s, que transcurren a un ritmo vertiginoso, en una onírica esc en o gra fía plagad a
de pistolas de rayos y criaturas de fábula que sin duda hacían las delicias de un p ú
a bord ar la reflexión sobre los efectos, positivo s o no, que su desarrollo podría
fuerza de un martinete.
Por en ton ces, la ciencia ficción a d o p tó tam b ién una nueva form a de expresión,
distinta de relato escrito o la novela por en tregas: el cóm ic. Fue en 19 2 9 cu ando
vio la luz la prim era tira de Buck Rogers. de Philip Now lan. con s u s aventuras del
N ation al Periodicals, que p a s ó a llam arse DC. Y fue DC la prim era en publicar una
m uy antigua qu e s e rem o ntab a al siglo XIX . pero el qu e suele co n sid era rse m a n ga
breza de la po sgu erra íimitaba los en tretenim ientos disp onibles a la radio y los
ordinaria.
m is m o s E stad os Unidos.
esto pionera— pronto halló a c o m o d o una sección, Discussions, en la que los lec
carse entre sf. G e rm in ó así, poco a poco, una pequeñ a pero entu sia sta y activa
expresión creada por contracción de las palab ras inglesas fa n a tic kingdom , esto es.
el ‘ reino de los fanáticos', que d e sig n a aún hoy a los aficion ad os a la ciencia fic
ción.
concretas, sin o que pronto em p e z a ron tam bién a publicar su s propias revistas en
las que. junto a ia crítica, las re se ñ a s o el m e ro ch ism o rreo, tenían cabida historias
ceíó ( 2 0 15:12 5 ), los llam ados newszines se limitan a publicar noticias relacionadas
con la ciencia ficción; los critizines incluyen co m e n ta rio s y críticas, y los newsletters,
vertirse en un prozine, esto es, una revista profesional, pues esto e s en lo qu e han
p o s no soio en los E stad os U n idos, sino ta m b ién en Australia y Gran Bretaña. Sin
de a iniciativa de los a ficion ad o s fue The C om et, creado po r Raym ond Palmer, edi
tor del fa n z in e del m is m o nom b re, tam bién el prim ero de la historia. Pero el que
futurianos, creado en nueva York en 1938, en el que militaron au tore s de tanta rele
van cia posterior c o m o Ja m e s Biish, Cyril M. Kornbluth, Judith Merril, Frederik Poní
e incluso Isaac A sim ov. aun q u e él m is m o s e co n sid era b a s o lo sim patizan te, y
deres del espacio, publicada a ñ os m á s tarde por Pohl y Korr.biuth, p a sa por s e r una
nero. Y tal era la fam a de radicales que arrastraban que incluso se les prohibió :a
del gén ero estab an ed itadas por futurianos: Frederik Pohl editaba Astonishing Sio-
ries y S u p er Science Stories. Robert Low n d e s hacía lo propio con Science Fiction y Fu-
tructiva», de aficion ado a la producción literaria y cin em atográfica del género. Los
(del inglés letter o f com m ent) e s una carta dirigida a un periódico o fa n z in e para
co m en ta r algo de interés; con, una convención de aficion ad os; egoboo (de¡ inglés
boost to the ego), cualquier actividad orientada a m ejorar !a propia im agen en lugar
del interés genera!; goh {de! inglés guest o f honor) el invitado de h onor en una c o n
autores, un e n riq u ece co r p a s o previo a s u salto a las revistas p rofesio n ales. Con el
de la ciencia ficción, pues la p erm an encia en nu estro s días de una fuerte, extensa y
Las prim eras fueron ei fruto de la rara convivencia entre o b ras de notable caiidad y
rarse. Las últim as cintas film a d a s sin otro sonido qu e la m ú s ica de fon d o habían
recoge el ruido de fondo, fuerza a los realizadores a regresar a los e stu d io s. Los
d a m n ificad o s y favo re cid os. Entre e s to s últim os, por s u p u e s to , el m usical y e cine
aprovecha d e m a s ia d o ; an tes bien, los directores parecen d e ja rse sed ucir por el
éxito fácil que ofrece ei cine de terror y difum inan, sin duda voluntariam ente, la
cen un buen e jem p lo de ello. Pero la gran deza indiscutible de esta s ob ras de Ja m e s
W hale difum ina su o p ortu n ism o. Las tres se adentran sin te m o r en el terreno de la
d e m o n io , parece d ecirnos Whale. Pero los sutiles m atices que contienen van m ás
N o son los únicos que ofrece la gran pantalla en esta é p oc a co nvu lsa. N o son
aún que el terror científico de los m a d doctors. la utopía parecía e! gé n ero ideal para
contentar a todos.
de las so cie d a d e s alternativas. Y por ello tam bién fueron revisitadas con frecuencia
por el cine las no velas qu e habían explorado ya con éxito este terreno. D estacan
por ello, una vez m á s , las películas inspiradas en relatos de H. G . Wells; en este
ta m en te de The shape o f things to com e, escrita por e! británico tan solo tres años
dad s u p erte cn o ió gica que M enzies, fo rzado por Wells, im agina de fo rm a radical
incursiones p o r e te m a en a ñ o s posteriores.
m áxim o 'as posibilidades que ofrecía el cine sonoro. Es el c a s o de Una fa n ta sía deI
rrollan en esc e n a rio s tan im p ro bab les c o m o Marte. O tras, c o m o la fran cesa La
turas que reflexiones so b re !a so ciedad del futuro. Por último, se rodarán tam bién
criben, sin m á s pretensio nes, la con strucción de un aeropu erto flotante en mitad
del Atlántico, la prim era, y la de un túnel su b m a rin o entre Francia y Gran Bretaña,
la seg u n d a.
ca m in o no era sino la m igración a la gran pantalla de los seriales por en tregas que
bién los a rgu m e n tos, los escen ario s y los p e rso n a jes, y lo fue tam b ién la c o s
ciencia ficción, ¡os extraterrestres, las n aves esp a cia le s , los planetas exóticos, los
robots... exigen ser vistos, no oídos. Por eilo, Ja célebre Em isión del pánico del 30
de octubre de 19 38. con ser un hito indeleble en la historia de la radio, fue también
los m undos. La e m isió n a d o p tó la form a de pro g ram a m usical interrum pido por v a
guieron la em isió n d e s d e el principio sab ían que se trataba de una dram atización, y
aun a s í fueron c o n ta g ia d o s en cierta m edid a por lo realista del guión. Pero quienes
presa del pánico, p u es pe n sa ron que lo que oían era un ve rd a d e ro noticiero y que,
por tanto, los m a rcian o s habían invadido de verdad la Tierra. Pero s e trata, c o m o
q u e hacerla.
de Plata e incluso Época Clásica, que co m p ren d ería los a ñ os tran scu rrid os entre
influyente figura del editor norteam ericano John W. C a m p s e ll, «ia ciencia ficción
Oro es típico d e : escen ario de la ciencia ficción norteam ericana: exagerado, auto-
hom bre dem olido, de Alfred Bester. o El fin de la infancia, de Arthur C. Ciarke. Para
Realm ente a ciencia ficción no rteam ericana no habría llegado m uy lejos de ha
b erse m antenid o dentro de los pa rám etro s que la definían en el período de entre-
guerras. Las portadas llam ativas, las ch icas ligeras de ropa siem p re en peligro, los
esc e n a rio s exóticos, la tecn ociencia imaginativa, los planetas lejanos y los viajes
Pero si la ciencia ficción escrita al otro lado del Atlántico s e convirtió en el género
e s a s p e rson a s.
de repente ni por casu alid ad . Con m u ch a frecuencia, una sutil corriente agita lo
an tes de q u e su ced a n.
N o iba a s e r una revista m á s; quería ser la revista por excelencia. Y para ello, su fla
m an te editor. Harry Bates, sabía que había que lograr d o s co s a s : la prim era, h a
tenían puips c o m o A m azin g, hasta enton ces la revista de referencia de la ciencia fic
ción: la m agia.
prim era portada era tan colorista y llamativa c o m o ias de su co m petid ora. En ella
podía ve rs e un gig an te sco e sc ara b ajo en lucha con un piioto m ientras una
h e rm o s a joven con m u y poca ropa c o n te m p lab a la esc en a horrorizada. So lo ei for
m ato era distinto, p u es regresab a al ta m a ñ o de ios pulps clá sicos que las revistas
otros. Y las c o s a s no cam biarían en ex c eso en los n ú m e ros siguientes. Solo un re
ría contar con los m e jores autores, había q u e coste arlo s. Se trataba, en s u m a , de
p a ga r m e jo r y de exigir m á s. D os centavos por página escrita, el doble de lo habi
tual por en to nces, seria a rem uneración qu e podían e s p e ra r los escritores que
¿quién iba a preferir cobrar la mitad por s u s h istorias? El resto de ¡as revistas,
mino que seguirá la ciencia ficción d e s d e aquel instante. Y en ton ces, a ñ o s antes de
nidad. Tremaine recibía los relatos y los apilaba. D os días an tes de c o m e n z a r con
ni perdía su oportunidad.
nos que sufren s u s a m e n a z a s . Los extraterrestres dejan de ser objetos para ser
tam b ién su jeto s; ias historias se narran tam b ién d e s d e su punto de vista; su s
m otivos no son s ie m p re inicuos; pueden resultar incluso m á s ele v a d o s qu e los de
m e n o s es tá en c a m in o de merecerlo.
po pu lares del género. Era joven, pero sabía m u y bien lo que quería hacer. Quería,
opinión, era con ven ien te rem arcar el carácter de ciencia ficción de los relatos que
xión, publicar con te n id o s m á s serios. La ciencia ficción debía, ante todo, especu lar
sobre los efectos que la ciencia y la tecno logía podían ten er s o b re el individuo y la
de s c a fe in a d o sin otro afán que la evasión . Así, la revista p a s ó a llam arse desde
d e intenciones.
Q uería tam bién contar con los m ejores, pero ello planteaba un problem a: quizá
el tiem po el Círculo de Cam pbell, fueron nada m e n o s que Isaac Asimov, A. E van
Vogt. Robert A . Heinlein, Clifford D Sim ak, Lester del Rey, Hal Clem ent. Jack Wi-
lo que s e publicaba: él pom'a las ideas y los escrito res las materializaban. Este m é
19 3 8 bajo el título Who goes th ere? (¿Quién anda ahí?). Se trata de una historia lla
lícula, The th in g fro m an oth er ivorld, titulada en los p a ís e s de habla hisp ana El Enig
m a de otro m undo, dirigida por Christian Nyby y producida por Howard Hawks. un
cual, uno tras otro, v a a s e s in a d o a los habitantes de la b a s e hasta que los supervi
interés, pero no constituyen, con todo, lo m á s relevante de este relato. Lo es, por el
contrario, el tratam iento de los person a jes, cuya psicología y s u s reaccion es ante
biado para siem pre. N o es una exageración decir que, de su m an o, había entrado
en la Edad de Oro.
EL CIRC U LO DE C A M P BE LL
Vogt. Robert E. Heinlein, T h eo d o re Sturgeon e Isaac Asim ov. M erece la pena que
clásica. S lan, su prim era novela, publicada por en tregas en la m is m a revista, ofrece
nos c o m o era habitual en los relatos de D oc Smith y los otros autores de! pulp de
rece atrap a d o por su com plejid ad argu m ental hasta el punto de resultar in cap a z de
salir airoso de ella por m edio de un final coherente. S u s id eas, por otra parte, no
la intensidad con q u e las abord a pudiera hacer pen sarlo así. Tan o b se s iv a era su
de relatos ind epend ientes para constru ir con ellos una novela, una práctica qu e lle
lo ofrece la célebre Fundación de Isaa c Asimov. Una b uena m u estra de todo ello la
escribiría m á s tarde:
Las distintas partes de e s e libro no encajab an; to d o s los ingredientes no co nsti
Piensan que es algo torpe, mal hecho, pero lo q u e m e fascin ab a tanto era que
del género.
M e n o s benévolo con Van Vogt s e m u estra Miquel Barceno, para quien la obra,
suya, es « u n a space opera 'lena de p seu d ociencia. p e rso n a jes sin ninguna profun
c e s o la historia y termina por robarle la coh erencia necesaria para hacer de ella una
Y que aquel sim ple encuentro con uno de s u s ve cin o s de C ress Village haría
1988) p o s e e to das las virtudes que se echan en falta en Van Vogt. M ientras el autor
ticas. Y no se limita a las cien cias físicas; tam b ién as ciencias so ciales y las disci
de su propio tiem po y forzán dolo a m irarse en él, a v e c e s con notable d isg u sto .
Forastero en tierra extraña (19 6 1) , que plantea una con cepció n diferente y p rovo
cativa de las relaciones sexu ales, es un buen ejem plo de ello. Pero no por ello
límites, pero sin ayuda. Una filosofía m uy próxim a a la de Ayn Rand, a quien parece
que adm iraba pro fu ndam en te. Sin em b a rg o , resulta difícil de entender c ó m o puede
alguien tan rebelde sentirse tan identificado con la institución militar. Para Hein-
nidad libra contra una agresiva e sp e cie de in sec to s inteligentes. En La Luna es una
m etrópoli, que les explota tal c o m o los británicos hacían con los habitantes de las
trece coionias de las q u e habrían de n a cer a finales del sigio x v m los E s ta d o s Uni
guien ofrece algo sin cargo sie m p re hay un tercero que ha de pagarlo. Pero es
no, para alzarse con la victoria. A n tico m u n is m o militante — la novela podría sen/ir
las ideas fuerza, en fin, de a narrativa heinleiniana brillan sin n u bes que las ocul
lon gevo Lazarus Long, q u e ap are ce en siete de s u s no velas, no solo es un hom bre
m e n cio n a r tam bién al protagonista de Estrella doble (1956), el actor Lavvrence Smy-
the, llam ado El Gran Lorenzo, quien, co ntratado por un piloto espacial para servir
tra za d o con p in celad as tan g ru e sas que parece m e n o s un p erson aje real que un
su facundia militarista.
T h eod ore Sturgeon (1918-1985) dio su s p rim eros p a s o s c o m o autor del gé n ero
su form ato preferido fueron, sin duda, las historias cortas, publicadas casi siem pre
para capítulos de series televisivas c o m o S tar Trek, Land o f the Lost o The N ew Twi-
ser, d e s d e la perspectiva de! estilo, uno de los m e jores escritores del género. Su
debía de ser bien co nscien te de ello, c o m o revela su célebre frase, llamada con fre
ratura. N o se trata de una exageración. A unqu e nunca fue tan p o p u lar c o m o Asi-
m o v o Heinlein, sin duda fue tan influyente o m á s que ellos en la ciencia ficción
han reconocido así, y clá sicos de ia historiografía de! gé n ero c o m o John Clute d e s
de la posgu erra.
Q uizá por eilo no fue un escritor d e m a s ia d o proh'fico. Dejando de lado los rela
to s cortos y a lg u n a s ob ras m e n o res. Sturgeo n deb e su recon ocim ien to a una sola
novela digna de figurar en los a nales del género. M ás que h u m an o (1953), la única
de las su ya s incluida por David Pringle en su iibro Ciencia Ficción: Las 1 0 c m ejores
novelas, y s elec cio n a d a por e! crítico D am o n Knight entre ¡os diez m e jo re s libros de
pero Sturgeon fue el prim ero en form ularla de m a n era filosófica, convirtiéndola en
integran deian de serlo para convertirse en una entidad única y superior, sino p o r
ciencia
grande a la obra de Sturgeon, lo m is m o que hace g rande a cua quier otra obra lite
del ham b re y las llam as vacilan tes del m iedo. Llevaba ro p a s g a s t a d a s y rotas.
Hay otra novela suya qu e goza tam b ién de cierta fam a entre los aficionad os al
dicho, el género. Sturgeon d e scrib e en ella una s o cie d a d futura en la qu e los roles
de ¡a oscuridad, 19 6 9 ) o jo a n n a R u ss (El hom bre h em bra. 19 73), que. sin duda influi
en todo ca s o , s e r reconocido.
Isaac A s im o v ( 19 2 0 -19 9 2 ) , el último y quizá el m á s popular de e s to s cuatro pri
robótica.
a las novelas sobre el im perio galáctico qu e son co h erentes con elias. aun q u e argu-
A unqu e el pionero había sido el inglés Stap.ed on en su prim era novela. Los pri
m eros y los últim os hom bres: historio del fu tu ro próxim o y rem oto (19 30 ), en la que,
nación m illones de a ñ o s , los p lan team ien tos de A sim ov, m e n o s a m b ic io s o s , son
1953), a un qu e con el tie m p o llegaría a contar con siete, publicada al principio por
con ello la creación del nu evo Imperio, que, a s i l a s c o s a s , podría llevar tan s o lo un
milenio.
A s im o v com ien z a po r narrar las vicisitu des por las que atraviesa la prim era de
ellas hasta su con solid a ció n . A lo largo de tre sc ien to s añ os, la Fundación c o n
quista los p lan etas b árbaros que la rod eaban en a periferia de la galaxia y, po r fin,
del viejo Imperio, precisa para erigir s o b re s u s ruinas ios cim ientos del nuevo, p a
rece a s í acelerarse, acerca n d o a su culm inación los viejos p lan es de S eldon. Pero
ción, que perm a n ece a salvo, oculta en el otro extrem o de la Galaxia. El M ulo debe
cuatro ob ras {Preludio a lc¡ Fundación. 19 88 ; H acia la Fundación. 19 9 3 ; Los lím ites de
pre ten sion es, e incluso con m ayor recon ocim ien to literario, no poseen .
form ulación de s u s célebres Tres Leyes de la Robótica. Pero no hizo solo eso. Sus
m a n era inexorable por tres leyes que. a m o d o de principios fun d acio n ale s de todo
o la S e g u n d a Ley.
B a s á n d o s e en esta s leyes, A sim o v escribió n u m e r o s o s relatos de robots que
treinta y una. pronto dejaron lugar a las novelas p ro ta go n iz ad as por robots: B óve
das de acero (1953), El sol desnudo (1957), Los robots del a m a n ecer (1983) y Robots e
Fundación y con otras cuyo tem a es la form ación del Imperio galáctico (En la arena
no p u ed e t a m p o c o n eg arse que las no velas dei autor de origen ruso están llenas de
y Alfred Bester.
bre a un asteroide.
tía m á s orgu lloso, al punto de que a s í lo hizo grab ar en su lápida en ei cem en terio
serie de vein tiséis relatos cortos que narran la legada a Marte y su colonización
s u s pa isaje s parecen extraídos dei M edio O este norteam erican o; el reto qu e plan
topía sobre una sociedad futura q u e rinde culto a los m e d io s a u d iovisu ales, en la
la tem p era tu ra a a que arde el papeí— , cuya versión cinem atográfica dirigió en
n os resulte hoy tan disp ara ta d o d e s p u é s de todo, de acu erd o con la fiiosofía d o m i
nante. leer im pide ser felices porque los libros m u even a las p e rs o n a s a p e n sa r y a
m ayor tran sgresión , pero hacerlo resulta ca d a vez m á s difícil, de m o d o que cada
palabras, si bien es cierto q u e se sintió atraído por el gén ero c o m o tal, no por ello
a d m irad o Poe, y p a s a d o por el tam iz de Lovecraft. Con razón s e ha dicho que Bra
N ada tiene q u e ve r con ello el estilo de otro de ios gra n d e s au tore s de ciencia
ficción de a Edad de Oro. Arthur C h arles C a r k e ( 19 17 -2 0 0 8 ) , cuya form a de escri
lon din ense King’s College en Física y M atem á tica s, científico y periodista, c o
por S tapledo n , pero tam b ién de algún m o d o por los relatos de las revistas pulp
del gé n ero hacia su m adu rez, q u e parece situar en una equilibrada com bin ación
Su prim er relato publicado fue Partida de Rescate, que vio la luz en Astounding
a la película de Stanley Kubrick 2Q 01: U na odisea del espacio (1968), a la que debe
magia.
que huye de ella para b usc ar las re s p u e s ta s qu e anhela su espíritu inquieto. Y e sta s
del h o m b re? Clarke no obvia ninguna de ellas, y logra en cada página e : dificii mila
rece una en o rm e nave espacial, y. sobre todo. Las fu e n te s del paraíso (1979). en la
creo en Dios, pero estoy m uy interesado en él», parece que dijo una vez, y no cabe
Poco o nada tiene qu e ver con todo ello el Clarke de los ú ltim os tie m p o s , que
de rastrear. Es el c a s o de Gentry Lee. con quien escribió as d ign as con tin u acion es
de analizar m á s adelante.
autor de gran calado sin el que la ciencia ficción no habría sido nunca lo que. por
d in ám ico editor d e fan zin es, libros, coleccion es y revistas, entre elias las célebres
tico tenaz, pro m o to r c o m p ro m etid o , profesor in can sab le y entu sia sta con feren
Por si fuera poco, quizá en una su erte de m á s difícil to davía qu e haría las deli
cias de los aficionados al circo, tam bién nos ofrece Pohl un raro e jem p lo de obra
blicó con su a m igo , tam bién futuriano, Cyril M. Kornbluth, una de las m á s ácidas,
profu n das y no por ello m e n o s en can ta d ora s d isto pías anticapitalistas que se
han convertido en algo m á s barato y fáci• de obten er que los p rod uctos de primera
a la crítica social antes que al im p acto de ios a v a n c e s técnicos sobre ia vida de los
h o m b res.
Frederik Pohl en la Universidad de California durante u n a s jo rn a d a s de ciencia
Otras n ovelas de Pohl que merecen m e n cio n a rse a q u í son H om o Plus (1976),
les de los H eechee. vio la luz en 1987. La que en apariencia constituye poco m á s que
una ópera espacial m ejo rad a, con p e rson a jes a go m á s p rofu n dos y t e m a s de
m ayor calado, resulta ser m u ch o m á s que e s o . En las dos prim eras entregas, que
elias. la a tm ósfera de m isterio dota a la narración de una m a gia que. sin duda, se
en interés: los H e ech e e no se han extinguido, sino que s e han refugiado en el inte
rior de un agujero n egro para p rote gerse de una raza de en tes inmateriales que
tintos. Un futuro de ¡nm orta idad se abre a s í ante las tres es p e cie s inteligentes del
c o s m o s , cuyas m e n tes pervivirán por s ie m p re libres de cu erpo aiguno. Un final,
por s u p u e s to , que recuerda a 2 0 0 1: Una odisea del espacio, pero que. fuerza es d e
ob ras son El hom bre dem olido (1952) y Las estrellas, m i destino (19 56 ); los tem as,
pod e res pa ran orm ales conviven con otras q u e no los tienen. El a rg u m e n to es
objetivo sin incurrir en resp on sabilidad alguna. P ersegu ido por un policía con
co m etió el crimen.
El person aje principal de Las estrellas, m i destino e s tam b ién un h om bre con
pod e res paran o rm ales, Gully Foyle, pero la tra m a oue protagoniza dista m u ch o de
espacial clásica plagad a de acción y aven tu ras, narrada con fino h um or y pletórica
de a lu s io n e s literarias a autores tan c o m p le jo s c o m o Rim baud o Blake, un cóctel
de ciencia ficción afe cta d o por una in vasión alienígena. De estilo rápido y directo,
o c a s io n e s el m a estro term ina eclipsad o por a lu m n o s peores que é¡ pero a ue. por
El día de los trífidos, del británico john W indham (19 5 1), que sería llevada al cine
dinám ica reflexión acerca de las diversas po sib ilidades de organ ización de una
dial, u nas e n o rm e s plantas a m b u la n te s y m u y a gre siv as, los trífidos, parecen d e s ti
su perar el reto y dar a luz una nueva socie d a d , aun q u e deban explorar para ello
c o n s e n s o otros.
nidad, y la posterior extinción y sustitución de aqueila por una raza de perros inteli
greso h u m an o, esta obra de Sim ak cautiva so b re todo por su tono, cuya bucólica
rior, Philip J o s é Farmer: Los am antes. En elia. el enviado del gobierno teocrático de
tam bién quiza' por ia feroz crítica implícita que contenían s u s páginas hacia una
llaba h on d am en te arraigado.
en A stounding entre 19 4 5 y 19 5 1. retom a el tem a de los m u tan tes. ya tratado por Van
h u m a n o s n o rm a les y su preocu pación por el de stin o de esto s, que con sid eran in
Por aquello s a ñ o s ve tam b ién la luz M isión de gravedad (1953), de Hal Clement,
uno de ¡os p rim ero s eje m p lo s de ciencia ficción hard q u e co n o c ió el género. Tam
cripción de una so ciedad y una m entalidad acord e con e s a s extrañas con d icio nes
side en e rigor con qu e abord a las cu e stio n e s relacionadas con la ciencia, tedioso
an tes por una novela que, parad ójicam en te, a lcan zó m a y or renom bre, quizá por ia
nidad ha logrado por fin viajar en el tiem po. Se trata en este c a s o de El fin de la
Eternidad, de Isaac A sim ov, publicada un poco an tes en el m is m o año. Sin duda, el
virtud que convierte la nove a de este autor en un origina y sed u c to r híbrido entre
Es n ecesario m e n cio n a r tam b ién a q u í los prim eros eje m p lo s de no velas del g é
nero que encuentran en la religión s u tem a principal. Q uizá la prim era de ellas sea
contacto con una civilización de reptiles ateos que d e s c o n o c e n por com pleto el
con cep to de pecado, pero han sido c a p a c e s de crear una so ciedad ju sta en la que
no existe ni la violencia ni la d e sigu ald ad . Pero, sin duda, el m á s célebre ejem plo
bién una noveia posap ocalíp tica de las m u ch a s nacidas del m iedo a la guerra nu
el fin de a guerra nuclear con el objeto de rescatar los textos del sab er que d e s a p a
los cincuenta a p arecen otras n u eva s c o m o las ya citadas Galaxy Science Fiction y
The M agazine o f Fantasy and Science Fiction, cuya aportación al gé n ero es tan rele
de Oro que los precedentes, aun q u e la tradición ha ten d id o a reservarlo para ellos.
The M agazine o f Fantasy and Science Fiction (F&ISF) abrió s u s puertas en 194.9
evolución dei gén ero en los E s ta d o s U nidos, la crítica y tam b ién autora Judith Me-
rril, al prim ero co rre s p o n d e el mérito de llevar al gé n ero por el c a m in o del precio
cu pab a por la form a, habría q u e reconocerle s u habilidad para cond u cir a la ciencia
Qalaxy
S C IE N C E F IC T IO N
-s -
aun qu e fueran C alaxy Science Fiction, A stounding Science Fiction, que ca m b ió su tí
Fiction publicaron n ada m e n o s qu e Isaac A sim ov, Fredric Brown, Fritz Leiber, Ri
chard M ath eso n o Alfred B ester (El hom bre dem olido). En Fe[SF escribieron relatos
a utores de la talla de Daniel Keyes (Flores para Algernon), Kurt Vonnegut, Walter M.
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SC IEN C E FICTIO N ~
con el to s c o pulp de entregu erras y s u s historias para a d o lesce n tes. Los lectores ya
g ran des. Capek, Zam iatin, Stapledon y H uxey no les resultaban ajenos, y
e s p e ra b a n relatos de una calidad cercan a a s u s n ovelas. Por otra parte, las revistas
solo historias cortas o n ovelas por en tregas, sino tam b ién e n s a y o s y re se ñ a s que
m en tación que presionab a a los n u e v o s autores para escribir m ejor al tiem po que
capacitación en ias que los jó ven e s au tore s podían gan ar un poco de dinero m ie n
una verdadera criba de ca idad de ios relatos que s e publicaban y, con s u s críticas,
con sid era b a d e m a s ia d o juvenil para la ép oc a, pero o Hizo poco a poco: entre
febrero y octubre de 1 9 6 0 a revista salió cor. a m b o s títulos, si bien Asiour.ding
Otra noved ad de la Edad de O ro fueron los prem ios. E prim ero en ver ia luz
que co nced en por votación los lectores de la revista Locus M agazine con doble
ponderación para los su sc rip to re s entre las o b ras pu b lica d a s el añ o anterior. Por
John \V. C am pbell. O to rga d o por un jurado, prem ia la m ejor novela del a ñ o prece
Parad ójicam ente, m ientras esto su ced ía en la literatura., para a lg u n o s autores los
m o stra b a su faz m á s h orrib:e. Pero no fue eso lo que hicieron. Hollywood s e erigió
los a rg u m e n to s cam biaron para adoptar una tem ática patriótica y unos tonos
trataba del m ejor caldo de cultivo para la ciencia ficción. Las b u e n a s películas eran
vidad del género en la gran pantalla es casi nula; las sec u e la s copan la m a y or parte
1 9 4 1 ) , Frankenstein y el hom bre lobo (Roy William Ney, 1 9 4 1 ) . o Vuelve el hom bre
invisible (joe May, 19 4 0 ) , única que destaca por su calidad en un contexto de fil
talla sino acto res mal disfra za d o s con una bata su cia que viven s u s d e s v a rio s en
ficción; para los del cine de terror e s otra co s a : las películas de a Universal se d e s
Hay, eso sí, o m e jo r dicho, no deja de haber, seriaies. Los héroes del c ó m ic no
dejan de saitar a la gran pantaHa Dajo la form a de a ventu ras por entregas. En 19 4 3
m arzo de 19 4 6 , en un d iscu rso pron u n ciado en Fu'ton, M isso u ri, Winston Chur-
chill, hacien d o gala una vez m á s de su prob ad a habilidad para a cu ñ ar frase s histó
a rm a s ató m ica s, su estallido podía con d u cir ai fin de la hum anid ad . Se había
Uno de los terrenos en qu e aquella guerra terrible iba a ibrarse era, sin duda, e
cial narró trágicas historias de d isiden tes que trataban de e s c a p a r del terror rojo; el
C u itar (N icholas Ray, 1954). Pero es, sin duda, el cine de ciencia ficción el que p a
rra s u s naves. La carrera espacial, por otra parte, s e hallaba en pleno auge. En 1957
Oro.
expedición rum bo a la Luna s e d e svía de su de stin o y term ina por llegar a Marte,
bre de n eg o cio s, preparan el prim er viaje tripulado a nuestro satélite. Tan an tico
las d é c a d a s posteriores: el ap oca lip sis nuclear, las invasiones a lenígenas, los via
d u c cio n e s fueron lo habitual. Con destino a la Luna fue la excepción an tes que la
regla. La mayoría de los filmes del gé n ero se con cebían aún c o m o películas de
serie B d e stin ad as a los cines de barrio, los autocin es y los p ro g ra m a s dob les que
9 fro m ih e O u ter Space. fue tam b ién el m á s prolífico director de ciencia ficción de
la década. Pero, con todo, el cine de la é p oc a resulta una ve rdadera delicia para los
de tanto amor.
El a p o c a lip sis nu clear fue uno de los prim eros t e m a s de los qu e s e ocu p ó la
ciencia ficción cin em ato gráfica en los a ñ o s cincuenta, y tam bién el que dio c o m o
h olo ca u sto que, poco a poco, van desarrol a n d o p u lsion e s de m iedo, violencia y
q u e deb e su propia destrucción. El arqu etipo del gén ero , a s í definido, n o s lo ofrece
p e rson a es y los preju icios raciales, terminan por q u ed arse en d o s, la pareja, tra
el de Pánico infinito, de Ray Milland (19 62), en ia que el cab ez a de familia exhibe un
cercana al fascism o .
cine !o trivializa.
no duda en valerse de su posición para forzar su presen cia entre ios elegid os para
co m p ren sió n .
se con sid era al m is m o tie m p o un patrón cronológico. Las prim eras películas de
q u e llegan a la Tierra con el fin de som etería o destruirla, a igual que la Unión
Soviética haría, si se le permitiera, con e! libre pueblo norteam erican o. Bien al c o n
trario. el típico alienígena que protago niza las prim eras cintas s o b re el tem a, hasta
1952. es un ser en ese n cia ben évolo cuyas intenciones respecto a nuestro planeta
riores tecn oló g ica y m o ra lm en te que vienen a a v isarn o s del destino fatal qu e nos
rios fines o destruirlo sin reparos cu a n d o dudan de él. R especto al ser, s u s inten
espera, no s u m isió n .
M á s claras son las intenciones del alienígena pro tagon ista de U ltim átum a la
tacto con los líderes del planeta para advertirles de s u fin si no cejan en su e m p e ñ o
de valerse de la energía a tóm ica con fines a r m a m e n tís tic o s . Una vez m á s, la m a l
d ecirn os W ise; pero pu ed e serio el uso qu e se h aga de ella. En todo ca s o , son los
1951 se estrena tam bién en la gran pantalla El enigm a de otro m undo, dirigida por
historia corta Who goes there?, de John W. Cam pbell, pero el tratam ien to del tem a
ha variado por com pleto. El alienígena es un ser am enazador, violento, para ei que
com unista. La guerra de los m undos se presenta, sin a m b a g e s , d e s d e los prim eros
Mundial sino la que estallara entre la U R SS y los EE. UU.? M arcia n os y terrestres
nave se abre, el m á s tonto de los testig o s e s el mexicano: el sacerd o te, que pre
ten d e c o m u n ic a rse con los m arcian os, es fulm inad o sin co n te m p lac io n es; -as
te. no llega al extrem o de perjudicar el arte: La guerra de los m undos es una gran p e
nes de cuerpos (Don Siegel, 1956) describe una verdadera quinta co lu m n a de inva
sim ple vista de n oso tros, lo que justifica la caza de brujas c o m o la dei s e n a d o r Jo-
seph McCarthy. Por otra parte, tam b ién a q u í los a ier.ígenas, trasunto, co m o es
ciones.
ses. En Gran Bretaña. El experim ento del doctor Q uaterm ass (Va G u e s t, 1955), pri
rror, m u estra a un circu n specto científico g u iado por el afán de con ocim iento, pero
serie, una trilogía. Q uaterm ass II (Val G u est, 19 57), se nos antoja, e m p ero , m e n o s
nico.
Hay, no obstante, excepcion es, incluso en la s e g u n d a mitad de los cincuenta.
En ¡a deliciosa La Tierra contra los platillos volantes {Fred F. S ea rs. 19 56), los extrate
rrestres iavan el cerebro a uno de los person a jes, el general Haniey, pero son los
terrestres, no ellos, los prim eros en u s a r la violencia, y atacan sin previo a viso a los
pon en, los in va sores son ¡os m á s violentos de to do s, pero es la ciencia, y no las
bacterias o la fe, la q u e está tras el arm a qu e ios derrota. U n a m ezcla, en fin, que
hace de esta pequ e ñ a joya una de las m á s interesantes del s u b g é n e r o de las inva
Los viajes e s p a c ia le s constituyen la tercera gran corriente tem ática del cine de
ving Pichel. Pero no fueron sino las prim eras de una larga lista, entre las que se
los film es sobre invasiones extraterrestres. Ayudó a ello, d e s d e luego, que los de re
Son m u c h a s las cintas sobre el tem a que p o d ríam o s citar, entre ellas Vuelo a
M arte (Lesley Selander, 19 5 1) ; M arte, el p lan eta rojo (Harry Horner, 19 5 2); A bbott y
Costello van a M arte (Charles Lam ont. 1953); Las m ujeres gato de la Luna (Arthur
lícula sobre viajes interplanetarios de ios a ñ o s cincuenta es. sin duda. Planeta
con sciente... y todo ello sin que d e caiga la acción, trepidante, ni la atención de
El cuarto de !o s gran des t e m a s de a ciencia ficción cinem ato gráfica de los años
destrucción, frente a los militares que. en una cu riosa paradoja, aparecían siem p re
a tad a por la ciencia. En el cine, e m p ero , no fueron tanto las m u ta cio n e s p rovo
p osibilidades del cine de m o n s tru o s q u e tan brillantemente había in augu rad o King
Kong en los a ñ os treinta, pero, eso sí, sin co n se rvar un ápice del poético d r a m a
z a d o s c o m o agre siv os. En Tarántula (Jack Arnold, 1955) serán e s t a s letales arañas,
tan te m id a s por to d o s , las que encarnarán a a m e n a z a globa contra el gén ero hu
H eli, Kenneth Crane. 1957) o incluso a s d e s c o n o c id a s san g u iju e las (Attack o f the
espe cta cu lares, o s p rotago n istas preferidos de este género. En El m onstruo de los
tiem pos rem otos (Eugéne Lourié. 1953), N u eva York sufre el ataque brutal de un
im p resion a nte sau rio m e s o z o ic o que una prueba a tó m ica del Ejército nortea
saje pacifista del todo o p u e s to a! belicism o militante del cine n o rteam ericano de la
época.
idea! para añadir una co n d e n a m á s a la actitud de los científicos locos que m ueren
portar o b jeto s y s ere s vivos, sufre en s u s propias carnes los efectos de uno de su s
experim en tos cu a n d o al s e r tra n sp o rtad o de una a otra de las ca b in as de su m á
quina s u cu erpo s e cruza con el de una m o s c a que había entrado en ella por error,
que m e rece a pena transitar por el bien de la hum anid ad , c o m o prueba la última
secu e n cia del filme en la que el propio hijo del protago nista anuncia q u e ha d eci
dido seg u ir ¡os p a s o s de su padre. Por otra parte, ios gu iñ o s críticos con la moral
im perante son tan co n tin u o s c o m o sutiles. E niño bebe con toda naturalidad vino
Video, qu e s e em itió entre 19 4 9 y 1952. y no era sino una serie de aventuras para
apareció m á s tarde The O uter Lim its (Lím ites exteriores). Sería, sin em b a rg o , a fina
ción dirigida a los adultos, con series c o m o Tierra de gigantes. Los invasores y, s o b re
pantal a D octor V/ho. que se emitiría hasta 19 S 9 e incluso con ocería un rerr.ake d e s
em p ero , e s m u y sencillo, p u es narra las a ven tu ras de el Doctor, un viajero que ex
m u n d o , co n se rvad o ra, ingenua, optim ista y confiada, que tan bien habían en c a r
gra n d e s b o lsa s de pobreza y generab a una m argin ación de la que nadie parecía
cualificadas, veían su vida ¡imitada al h ogar y los hijos, sin vida profesional propia
ción a ia energía nuclear o la ucha por los de rech os de los gays nacieron o se in
po rqu e de hecho todavía lo era — los coh etes, ios viajes e s p a c ia es, ios rayos láser,
cribía en los libros de ciencia ficción, y se trataba de una tecnología aburrida y, por
si fuera poco, utilizada con fines casi s ie m p re e s p u rio s por go b erna n tes sin e s c rú
pada y brujería, cuyos límites con la ciencia ficción em p e z a ron a desd ib u jarse . Los
nuevo, tan tean do sin rubor los s ie m p re im p re c is o s límites del gén ero . Por fin,
bién lo hace G alaxy. que co m p arte con ella director. En m a rz o de 1958. The big
tim e, de Fritz Leiber. que com ien z a a publicar esta última, e s ya un relato ucrónico
dejar esp a cio a las m o d e rn a s téc n ica s narrativas. C o m o recuerda Isaac Asim ov,
n o rteam ericano Philip K. Dick ( 19 2 8 -19 8 2 ) , uno de ios escritores m á s d ifie res de
con ovejas eléctricas? (1968), U bik (1969) o Fluyan mis lágrim as, dijo el policía
(19 74), que iría alternan d o con otras m u c h a s o b ras de m e n o r calidad, sin ninguna
1 9 7 0 , y una tercera m e sián ica o religiosa, hasta el final de s u s días. Pero lo cierto
es que, si hay un tem a característico de ¡as n ovelas de Dick, influido sin duda por
distinguir entre ilusión y realidad no está a nuestro alcance, quizá porque s e trata
to d o por su obra Dune {19 65), éxito inm ediato qu e m ereció los P rem ios H u g o y
la novela un punto de ciencia ficción hard, que pu ed e o b se rva rse tanto en la tec n o
logía utilizada para los viajes a través del hiperespacio, b a s a d o s en una extraña
e s p e c ia que solo s e produce en el propio p aneta Dune. tam bién llam ado Arrakis,
S tan isla w Lem { 19 2 1- 2 0 0 6 ) . que dio a la luz en 1 9 6 1 su obra m á s con ocida: Solaris.
E jem plo claro de ciencia ficción filosófica, la novela narra el prim er contacto de a
g o b ern a d a por una m ente colectiva con la q u e resulta difícil to d a com unicación ,
conocim iento en los cincuenta por Ciudad, su novela Estación de tránsito (1963),
acción transcurre en una solitaria gran;.a de W isco n sin , narra c ó m o una investi
gación policial está a punto de provocar una crisis galáctica cuando interfiere en la
Wave.
N o suele a p are ce r en las historias del género una obra rusa de es to s a ñ o s titu
lada Que difícil es ser Dios ( 19 6 4 ). Escrita po r Arkadi y Boris Strugatski, deb e su m é
bres qu e d e s e a r sortearlo, entre ¡os qu e sin duda s e con tab an los pro pio s autores.
m is m a del poder se ha lan pre sen tes en otras o b ras de ios h erm a n o s Strugatski,
E stad os Unidos.
p á g in a s debían salir para siem p re los alienígen as y las n aves esp a cia le s . N e w Wori
provocación cultural que pretendiera no solo c a m b ia r las fo rm a s, sino tam b ién los
a ñ os sesen ta . La ciencia ficción era solo una parte de e s a renovación, pero lo cierto
e s que s e convirtió en una parte fun d am ental. Los nu evo s au tore s y las n u evas c o
p e rso n a idad para rehacer la historia de acu erd o con la tradición. S e trata, em pero,
reírse de s í m is m o a través de una continua a uto paro d ia, que s o io sien d o muy
Pero, por fortuna, otro s autores que s í escribían ciencia ficción fueron m u ch o
un a serie de novelas en las que m o stra rá su preocu pación por el efecto sobre el
vie n tos de no vecientos kilómetros por hora, q u izá provocad o por el a b u s o de^
íntimo. Tanto, que a lg u n a s de s u s ob ras sufrieron incluso el rech azo de los edi
tores m á s tim oratos. Fue el c a so de The Atrocity Exhibition (La exhibición de las
n ovelas c o m o Crash (1973), La isla de cem ento (1974) o Rascacielos (1975), describe
con d e sp ia d a d a crudeza individuos, m etáfora d e sca rn ad a de la h um anid ad c o n
recreando accid e nte s de coche, se ven ob lig ad os a sobrevivir, aisla dos e invisibles,
bajo ei puente de una autopista o se entregan a una cruenta guerra civil en el inte
rior de un edificio de viviendas de lujo. Sexo brutal, violento y deshu m an izad or.
m a s d é ca d a s.
las naves gen era cio n a les, ya explorado por Hein ein, a' narrar la peripecia de una
recrear una so ciedad posap ocalíptica nacida de una guerra librada con s u sta n cias
satu rada por un d ram a que nunca s e resuelve», c o m o diría el propio Aldiss.
opera y lo orientó con nitidez hacia la sociología, qu e se erige, con notoria y atinada
p erson a jes, la tram a e incluso la m agia. N o por ello carecen s u s ob ras de calidad
de com u n ica ció n ; El rebaño ciego (19 72), que d e scrib e un futuro cercano en e! que
periodicidad, una serie de libros de bolsillo que im itaban su estilo, los llam ados
M ientras esto hacía M o o rco c k a este ado de! o céan o , al otro lado las c o s a s t a m
el asu n to. Harían Ellison era por en to n c es un joven autor que había escrito ya
exterm inado al resto de la hum anid ad , y disfrutaba de cierto reco no cim iento por
su trabajo c o m o guionista en a popu lar serie Viaje a las estrellas. C on scien te de los
cada uno de los autores que él entendía que m e jo r los personificaban en s u s obras
escribir un relato para publicar con ellos una gran antología representativa de la
inéditos y tratar un tem a que rom piera del todo con la tradición del género.
El libro, titulado Visiones peligrosas y pro lo ga d o por el m uy resp eta d o Isaac Asi-
nos de gran t a :la. c o m o Lester del Rey, Robert Silverberg. Frederik Pohl, Philip Jo s é
Farmer. Brian Aldiss, Philip K. Dick, Fritz Leiber, Larry Niven, Poul A nderson,
británica.
joven , alcanzó p o co éxito con su s prim eras o b ras, todas ellas de corte clásico. E
recon ocim ien to, qu e !e llevaría a ser n o m b ra d o gran m aestro de la ciencia ficción,
portables su frim ientos m o ra les y físicos, en la línea del Crash de Ballard. Pero es
t e m a s tan tra scen d en ta les c o m o la soied ad , la religión, la culpa o a a ngu stia ante
la muerte.
tración (19 68). qu e describe, por m edio de una técnica muítiperspectivista. una pri
historia del género, e jem p lo de distopía socio ógica planteada c o m o una serie de
em ocio nales.
nio (19 77), El laberinto m ágico (1980) y Dioses del M undo del Río (1983). Pero lo que
hace de Farm er un escritor relevante de: gé n ero e s su d e s c a rn a d o tratam iento de
harto explícita, las relaciones entre un h om bre y una h em bra de una e s p e c ie alie
sio n es, discurrió siem p re en s u s o b ras por e s e resbaladizo terreno que com parten
va n tes, Tú. el inm ortal (1966) y El señor de la luz (19 67), a m b a s centradas en el
dad de prácticas s ex u ales que no iogran encubrir la soledad esencial del ser hu
ch os y g u star a otros, tal c o m o s u c e d e con a lg unas de ias o b ras de Hein ein o Hal-
Por último, Kurt V on n egut ( 19 2 2 - 2 0 0 7 ) p u ed e c o n sid era rse el m ejor ejem plo
título para una de s u s n ovelas m á s célebres. M atadero cinco o la cruzada de los ino
riencia, entrem ezc ada con pro fu n d a s reflexiones sobre lo m iserable de a con d i
hom bre hem bra (1975), para alcan zar cierta notoriedad. La obra cuenta la historia,
lelos en los que, resp ectivam en te, la Gran Depresión no ha concluido, las mujeres
sio n e s con los p re m io s H u g o y Nébula y prim era m u jer que recibió el título de
gran m aestra de a S cience Fiction and Fantasy Writers o f A m erica (SFWA), es,
reflexionar acerca de cu e stion e s tan relevantes c o m o la con stru cción social del g é
irrum pió en el gén ero con El m undo de Rocannon ( 19 6 6 ), que narra el viaje de
tam bién la acción de El nom bre del m undo es Bosque ( 19 72), en a que abord a el
p e q u e ñ o s s ere s de un m etro de altura con un nivel tecn ológico propio del neolítico
contacto con los h u m a n o s . Por fin. en la polém ica Los desposeídos O 974). que ganó
¡os prem io s H ugo, N ébula y Locus, Le Guin dibuja una utopía m od ern a, pero nada
resultado del ex c eso de organización, que nos presen ta en c o m p ara c ió n con una
aún vigente, al que s e enfrenta una h um anid ad tecn oló g ica entre dos o pcion e s
por el propio avan ce que la tecn ología de los vu elos e s p a ciales ex perim en tab a en
s u p e rp r o d u c c io n e s de ¡a época.
nim iento sin pretension es. Por s u p u esto , hay excepcio nes. Viaje alucinante (Ri
efectos e s p e cia les han sido su stituido s por recu rsos ordinarios, pero m a n e ja d o s
abord a e! c ásico tem a de las in vasion es alien ígen as de una m a n era que n os evoca
Wells de La guerra de los m undos, pues m u estra esa rea idad pa vo ro sa que a c e c h a a
presta a cond u cir al pánico o la locura a quien osa a cerca rse a ella.
De igual m o d o, El plan eta de los sim ios (Franklin J. SchafFner. 19 68) dista
lo que la cinta nos ofrece, m á s o m e n o s d isim u la d o tras las cu riosas peripecias del
atractivo superviviente de un coh ete estrellado en una futura tierra posap ocalíptica
inm ediato y s u s secu e las proíiferasen en los a ñ o s posteriores. Regreso al plan eta de
los sim ios (Ted Post. 19 7 0 ) y H uida del planeta de los sim ios (Don Taylor, 19 7 1) fu e
(19 6 8). Dirigida por Stanley Kubrick y con guión del propio director y de Arthur C.
cu encias es una invitación a la fusión con e s e un iverso que, por prim era vez. se
nos presenta en tod a su in con ceb ib e m agnitud y ante e! que el h om bre deb e con-
una inefable experiencia para los sentid os, constituye una reflexión filosófica en e s
ce s viuda del realizador. 2 0 0 1 no es sin o « u n grito agn ó stico ante un dios en oja d o
que precisar.
Anepic drama of
adven ture and explorafion
cine.
cuentran lejos de valor de las novelas originales. M ás interesante resulta sin duda
que el director francés Francois Truítaut se vale del tem a para lanzar un verdadero
alegato contra la persecución pro tagon izad a por e : C om ité de A ctividades A n tiam e
aparición, el re greso de un satélite en órbita del planeta V en u s, podría co n sid era rse
rior, tres gra n d e s series, Tierra de gigantes. Los invasores y, sobre todo, S ta r Trek,
coparon las pantal a s de O ccidente a lo largo de es to s años. La prim era de ellas na
N o es extraño que la serie vaya ya en n u estros días por la octava sec u e ia y haya
Por otro lado, la ciencia ficción arañab a sin c e s a r cuota de pantalla por aquellos
ricanas la pro g ram ac ió n en horario nocturno de viejas películas del g é n ero . M ien
tras, los niños se iban convirtiendo en los m a y o res aficio nad os gracias a ia re p o
su proyección en los cines, entre ellas Flash Goraon. a las que pronto s e su m aro n
arrollaron S up erm arion ation, una nueva técnica de anim ació n que consistía en el
nizarla con los d iálogos pre gra b ad os. La prim era serie de ciencia ficción en !a que
c o m o G uardianes d el espacio), una verdadera serie de culto dentro del género, las
ía iíla sfic »
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series. De ’a m a n o del editor Stan Lee y el dibujante Jack Kirby, vieron la luz p e r s o
najes tan ca rism á tic o s c o m o los Cuatro Fantásticos, los V en gadores, la Patrulla X.
aven tu ras de los distintos p e rs o n a je s s e crucen y sean co h ere n tes entre sí, de
Una evolución sim ilar se dio en DC C óm ics, ¡a gran co m petid ora de Marvel, edi
tora de S u p e rm a n y B atm a n , que creó tam b ién nu evo s pe rson a jes, entre e !los la
Por m u ch o que nos duela, a p e sa r de las a lab anzas sin tasa vertidas por tantos
las recetas p ro b ad a s y la sed u c ción p o d e ro sa, pero ahora tem p la d a , de ios nuevos
pu n k de los och enta. Puede qu e s e a cierto si lim itam os nuestro juicio a la inno
ta s pulp. Parecían q u ed ar atrás por fin los tie m p o s en que cualquier novela de cien
mática de co n sid era rse ciencia ficción. Son m u c h a s las eviden cias que parecen
resp aldar esta afirm ación, no por categórica m e n o s cierta, y to d a s e las requieren
convivencia con los deb idos a la m a n o de los clásico s, al tiem po q u e los estudios
Fiction (1977) la dirección q u e tom aría a partir de ¡os ochenta: evaluar, por fin, cada
creciente predom inio de a franja entre los treinta y los cuarenta añ os, lo cual era, a
nero, ya sin el an tes ind isp en sab le disfraz de un p s e u d ó n im o m ascu lin o, de toda
llis. En s u s obras, escritas bajo una perspectiva nueva que prestaba atención a
t e m a s distintos con una sensibiüdad tam b ién distinta, qu edaron por fin atrás los
solo que las m u je res s e conviertan por fin en activas y co n s c ie n te s pro tagon istas;
Por último, incluso los viejo s autores de space operas — Robert Silverberg, John
obras, c o m o !a s a g a de los H eechee, Los propios dioses o Cita con Ram a, respecti
Pero hay una cuestión a la que es n ecesario dar re sp u e sta: ¿ s e había logrado
W ave? ¿O, bien al contrario, la ciencia ficción solo gan ó respetabilid ad cu a n d o re
incierto o exagerado, pero tam b ién seria a justado a la verdad apu ntar que a lo largo
éxito sin incorporar en s u s ob ras elem ento a lg u n o de a que m o vim ien to. Y cu ando,
enta. optaron por un tipo de historias q u e parecía m á s próxim o a los parám etros
ficción s e m e ja b a de ca n tarse de nu evo por una m ezcla de sólida esp e cu lació n cien
son exactam en te los de la Edad de Oro; tras la ciencia hard y los viajes espaciales,
que retornan, hay ahora un es p a cio reservado para los conflictos existenciales, los
p e rso n a jes ni los d iverso s t e m a s que trata la serie — las inteligencias artificiales, !a
tecn ológ ica con reflexiones m á s profundas sobre la re-ación entre el m edio a m
la carcasa externa de una space opera sir/e de pretexto para un sentido alegato paci
g r a r belleza
pbeliana. Iniciada en 19 7 0 con M undo anillo e integrada en total por cuatro novelas,
riencia extinguida, pero no deja de ten er interés la relación entre los protago nistas,
ritmo narrativo en d iablado y un tratam iento tan po co habitual del sex o que nadie lo
bastante sin cero calificaría sin m á s esta alucinante s a g a co n o una space opera tradi-
cional. Parad ójicam ente, e s la tetralogía iniciada por Arthur C. Clarke en 19 7 2 con
tado. sin constituir en m o d o algun o una obra m aestra, se deja leer con agrado.
Se trata, tan solo, de las series. El nú m ero de n o ve;as ind epend ientes de gran
calidad que dejó la d é ca d a fue tam b ién considerable. M ientras autores c o m o Sil-
a ñ os resp on d en tam b ién al m o d elo de la aventura espacial clásica, con las caracte
rísticas s e ñ a la d a s con resp ecto a las series. Tau Cero, de Poul Ar.derson (19 70 ).
por ejem p lo , pura ciencia ficción dura, trata tam b ién t e m a s c o m o la voluntad de
su p erviven cia del ser h u m an o , y la form a en que este se aterra a los ritos so ciales
Bradley S heldon (19 15 -19 8 7 ). A la prim era d e b e m o s Serpiente d el sueño (1978), muy
pero llama la atención por a form a m agistral en la que se describen los senti
M ención especial requiere tam bién la prim era novela de un autor cuya fa m a re
él.
LA E X P L O S I O N DEL C I N E DE C I E N C I A F IC C IO N
Pero si la ciencia ficción literaria alcan zaba en los a ñ o s setenta su anhelado esta tu s
m a estra de Kubrick. 2 0 0 1: U na odisea del espacio (1968) había alc an z a d o tales cotas
de perfección que no parecía posible ya no solo igualarla, sino incluso aproxim arse
a ella. Y a s í las c o s a s , ¿qu é sentido tenía arriesg arse a hacerlo? Por otra parte, a lg u
Q uizá por ello, la m ayor parte de ías películas de los setenta, c o m o s u c e d e con
¡as nove as. son space operas, pero lo son tam b ién de una índole bien distinta de ia
el cine de ciencia ficción de los setenta ev o c a por v e z prim era el esp a cio en
S e acabó al fin, por otra parte, ser/ir de instrum ento p ropagan dístico a ios
detentadores del poder. Los directores de los setenta tienden, en este género c o m o
en los d e m á s , a co lo ca rse al otro lado, entre los que critican el orden establecido.
s io n ad a de: nuestro, explo tad ores y explotad os llevan vid as del todo a n tagó nicas,
retrato de una so ciedad h ed o n ista en la que las na cion es han d e jado p a s o a las
el que la dignidad del ser h u m an o s e sacrifica a diario en el altar de la com peten cia
son. 19 7 6 ) , que transcurre en un futuro sin ham bre, guerras ni e n ferm ed ad es, en el
sión con la inmortalidad desfilan por los fo to g r a m a s de una cinta que pone el dedo
a c o m o d a d o s y decadentes.
hon o r co rre s p o n d e sin duda a La Guerra de las galaxias (G eorg e Lucas, 19 7 7 ), !a pe
ras. Pero la película no habría sido lo que fue sin s u s efectos esp e cía le s . Lucas era
h acer creer que lo im p osible e s posible, y Lucas s u p o hacerlo de tal m a n era que
sine qua non del género d e s p u é s de la cinta de Lucas. A s í su ced ió, para empezar,
con el prim er largom etraje de ciencia ficción firm ado por el qu e llegaría a ser el rey
s u p erh éro e s, cuya evidente g ran dio sid ad y m a rca d o to n o épico, abusiones bíblicas
sin d u d a lo logró, co lo ca n d o bien firm es los cim ien tos de una franquicia qu e lleva
to s vis u a le s s o n tam b ién obra del inevitable Trumbull— pero sin duda con m a y o
la perfecta utopía futurista con las virtudes dei relato clásico de aventuras. La céle
Los a ñ o s setenta regalaron tam b ién al género una nueva co ncepción de ese hí
brido entre terror y ciencia ficción que había sido tan característico de s u s pri
m a lvad o que tanto éxito había c o s e c h a d o en el cine de los cincuenta y que las cin
bienin tencio nadas y un tanto s im p lo id es. Alien es, sin paliativo alguno, un ser per
ello tuvo el éxito suficiente para dar a luz no so lo a tres sec u e la s de gran calidad,
M ientras, c o m o venía sien d o habitúa;, la cinem atografía de; resto del m undo
gid os po r este y, tras vivir a lg unas peripecias sin interés, descu b ren por aza r una
isla en la que h o m b r e s prim itivos y d in osa u rio s conviven con tanta normalidad
s ap ocalípticas.
al borde del cam ino, de Arkadi y Boris Strugatski, d e scrib e el viaje de tres
Brian W. A 'd iss: Billion Year S pree: The True History o f Science Fiction,
L O S V I E IO S C L Á S I C O S N U N C A M U E R E N
edad de oro habían vuelto a im p on e rse, si bien con m ayores exigencias en cuanto
los m uertos (19 86), en la que el a su n to de !a s ie m p re difícil relación entre esp e cie s
2 0 15 : 22 9 ). Pero a p e sa r de ello tam b ién cuenta este autor con s u s detractores, que
19 8 6 con tres novelas. Fragm entos de honor. El aprendiz de guerrero y Ethan de Athos,
guida las carencias literarias, ev identes, que puedan tener las ob ras de la escritora
de Ohio.
estelar, el hito q u e hizo de esta serie una de las de m a y or éxito de las últim as d é c a
aún sin traducir a- e s p a ñ o l. Dotada de una a m p lís im a form ación qu e incluye tanto
distinto al tradicional, en fin, vertido en un continente sim ilar y sin perder en el ex
(1988), que explora, ta m b ién con protagon ista fem enina, e tem a de a clonación,
por Lilith, una m u jer de color o b lig ad a a vivir entre los extraños extraterrestres que
vela La puerta a! país de las m ujeres (1988), para algun os provocativa, d e scrib e una
la guerra. Las tres autoras, Cherryh, Butler y Tepper, permiten c o m p ro b a r hasta qué
extrañ as e sp e cie s, a m b ien te s exóticos... pero tam bién una tram a interesante y
cion a d a s cuyos p e rsonajes sirven al autor de vehículo para una interesante crítica
sobre las lim itaciones de una utopía cibersocial c o m o la q u e describe. De gran in
gura una space opera hará británica con evidentes inquietudes socia ies, bien d is
N o pueden e n m a rc a rse en esta línea., e m p ero , los trabajos qu e por enton ces
el Plioceno, de Julián May, o la pentalogía del Libro del Sol N u evo, de G e n e V/olfe.
Pero, por s u p u e s to , no todo son s a g a s en esta década; ta m b ién hay n ovelas indivi
perspectiva de unos s e r e s inm ortales que viajar, en el tiem po, y ta m b ién de H uevo
del dragón, dei a s tr ó n o m o profesional Robert L. Forward (19 8 0 ), una novela hora
Lo cu rioso es que no sie m p re son las o b ras de los científicos recon ocid os las
ficción, que no deja de ser literaura an tes qu e cualquier otra co s a , el arte term ina
por im p on e rse so b re el m ero con ocim ien to, por profundo qu e este sea.
gico. lo an tropoló g ico e incluso lo p s icoló gico e s analizado e integrado con una
m aestría que sufriría sin rubor la co m p ara ción con el D une de Frank Herbert. Y no
resulta de m e n o r interés Las torres del olvido (1987). del australiano G e o r g e Turner.
c u a n d o m e n o s inquietantes.
EL C Y B E R P U N K
preservar e s e sen tid o de la maravilla sin el cual pierde s u razón de ser y, por ende,
N e w Wave lo había h ech o en los setenta con el m o v im ie n to hippie, las arm a s para
publicado la prim era novela por co m p le to cyberpunk, N eu rom an te, que gan ó en
19 85 ios p re m io s H u g o y Nebu a.
N eu rom an te e s la s a g a de Henry Dorrett C ase, un vaq u ero del cib e resp a cio que
real para él que la rea idad m is m a . Es tam bién una historia de aventuras, de b u e
torno urbano hipertecnoiógico, pero a un tie m p o o scu ro , sórdido y profu n dam ente
¿Son e s a s , quizá, ias características del cyberpunk c o m o m o vim ien to? D esde
Pero ¿cuál es la prioridad del m ovim ien to ? ¿La estética o la crítica? Es difícil de
dría p e n sa rs e que en verdad les importa m á s dibuiar con p in celad as p re cisa s y efi
m e n sa je , c o m o su ced e, por ejem plo, en las o b ras de Bellamy, Zam iatin . Orwell o
Huxley.
Esta crítica pu ed e aplicarse a to d a s las gran des o b ras del m o vim ien to, entre las
Sprawl (En sanch e), c o m p u e s ta po r N eu rom an te (1984), Conde Cero (1986) y M ona
Lisa acelerada (1988), y la trilogía de Yam azaki o trilogía del Puente, fo rm ada por
Luz virtual (19 9 3), Idoru (1996) y Todas las f estas del m añ an a (19 9 9 ), a s í c o m o las
del ya citado Bruce Sterling C ism airix (1985) e Islas en la red (1988). También cabría
tetralogía Ware, de Rudy Rucker, integrada por Softw are (1982), W etware (1988),
pudieran tener los logros del m ovim iento al objeto de integrarlos en el acer/o
días.
d e scrib e una s o cie d a d futura en la q u e los tratam ien tos de prolongación artificia
steam punk, que reúne en s u s novelas la estética propia de aquel, pero situ and o la
sigue siendo predom in an te, pero se aplica a in venciones futuristas, inspiradas por
cyberpunk, y dentro de lo qu e podría c o n sid era rse ucronfa retrofuturista, si bien pri
pero m á s profunda de lo que podría p e n sa rs e a prim era vista. Una versión algo
n.icos difieran en d e m a s ía de ¡os pre sen tes en el steam punk. a no ser en su versión
pe sim is ta y distópica, que no su ele en con trarse en este. Y p o d r ía m o s incluso oto r
atom pu n k, qu e actúa bajo s u p u e s to s sim ilares referidos a la energía atóm ica, tanto
en su u so pacífico c o m o bélico.
LA E R A DE L O S H I 8 R I D O S
la nueva fiebre p a s ó y regresó por fin a caim a a ¡as inquietas a g u a s del género,
la prim era gran serie que ve a luz en los noventa. La saga se inicia en 19 8 9 con
bre a la novela, h ogar del A lcau d ón, un s e r terrible al que los m ie m b ro s de la Igle
m on u m e n tal, reúne con rara m aestría to d a s las virtudes de la buena ciencia ficción
¡os límites y del control del propio ser h u m an o . Este t r a n s h u m a n is m o tam b ién lo
trata G re g Egan en su Ciudad Perm utación (19 9 4 ). en la que se plantea a posib i
lidad de tra scen d er los límites de la vida m edian te co p ias virtuales a lo ja d a s en una
en 19 9 5 El experim ento term inal, una parábola sobre a relación entre ética y m o rta
personalidad.
profunda y esp ecu lativa ha llegado a ser la ciencia ficción hard a partir de los a ñ o s
(1995), de S tephen Baxter, nos ofrece una inteligente continuación del libro de H.
en prim er lugar a Connie Willis, que a lcan zó la celebridad con su serie de los h isto
relevante de las cu ales e s la s e g u n d a . El libro del día del ju ic io fin a l (19 9 2 ), que
narran, en to n o s d iverso s y con j n a tem ática m uy variada, las peripecias de un
prom etida que la de Willis. Muy originales, aun q u e por razon es bien distintas, son
Sheri S. Tepper. una revisión del cuento c 'á s ic o de los h erm a n o s C rim m en clave
go nista e s una anciana que. por una vez. to m a su propia decisión y decide q u e
XIV, de ucronía centrada en las relaciones h u m an a s, vis ta s a través del ojo de una
El fervor por la ciencia ficción de los g ra n d e s estu d ios n ortem erican os y, por s u
El retorno del je d i (Richard M arquand. 1983), que elevan la cinta original a la ca te
goría de prim era aproxim ación a todo un universo que va d e sarro llá n d o se y c o m
pletá n d ose con e le m en to s eco lóg icos, so cio o gic o s, g e o grá fico s y estéticos para
sim ilar peripecia vital. 19 8 2 n os trae La ira de Khan (N icho las Meyer), que termina
busca de Spock (Leonard N im oy); 19 8 6 . M isión: salvar la Tierra, tam bién dirigida por
preparab a ya el recam b io con una nueva serie. S ta r Trek: la nueva generación, que
prim era s por Richard Lester y a tercera por Sidney J. Furie. no su pieron m antener
ta d o re s n u evas entregas.
d a d o definitivam ente proscrito tras e! frac aso de En algún lugar del tiem po (Jeannot
cobró en to n c es nueva vitalidad gra c ias al original en foqu e q u e le dio una cinta diri
salva a su padre de una banda de m acon es, pero pone en peligro su propia exis
tras las peripecias de: joven McFiy subyacía algo m á s, un ele m en to con el q u e a
viajan a a N u eva Z e anda del siglo XX. Pero el éxito de e sta s cintas no se aproxim ó
Por otra parte, la s o m b ra de Alien resultó ser tam b ién bastan te alargada. El
inicia con La Cosa, excelente rem ake del clásico de H o w ard s Hawks de 19 51 diri
gido po r John C arp enter en 19 8 2 . Pero la propia criatura de a cinta de Ridíey Scott
N o por elio d e sap a re ció en los ochenta e prototipo del alienígena bueno. Por
Pero había sido cinco a ñ o s antes cu an do la gran panta la nos había ofrecido el
lible rey M idas del cine norteam erican o. E. T„ el extraterrestre (Steven Spielberg,
cial. tenía por fuerza q u e tener im itadores. Cocoon (Ron How ard, 1985) c a m b ia a
actitud.
19 8 0 ) , por ejem plo, sitúa a acción en una b a s e ubicada bajo la superficie de Titán,
u no de los satélites del gran planeta anillado. A tm ósfera cero (Peter H yam s. 19 8 1),
en realidad antes un western q u e una ópera espacial, opta por una colonia minera
Enem igo mío (Wolfgang Petersen. 1985) la lucha prim ero y la cooperación d e s p u é s
se han estrellado en un planeta de a m b ien te hostil, tran scu rre tam b ién a m u ch a
distancia de la Tierra.
También c o n s e rv a su vitalidad en es to s a ñ o s el te m a del ap o ca lip sis, que ofre
Pero los a ñ o s och enta no p o see n gran im portancia para el cine de ciencia fic
ción tan solo por lo que ofrecen, sin o por lo que pro ponen . Anticipan, en prim er
lugar, a obra de un cin ea sta que term inará por ser uno de los m á s relevantes del
género. David C ronenberg, que trata uno tras otro, siem pre d e s d e su personal
Chris Waias.
Pero, en s e g u n d o lugar, los ochenta abren las puertas del cine al cyberpunk.
Para em pezar, se cu e stio n a la «re a lid a d » m ism a . Los replicantes quieren ser per
d o s precu rsoras. H ardware, program ado para m ata r (Richard Stanley. 19 9 0 ) nos
m uerte se han convertido en algo cotidiano. D ead M achin e: m áqu in a letal (Stephen
Virtuosity, de Brett Leonard; y Días extraños, de Kathryn Bigelow, de tem ática y am-
También hay sitio para los alien ígen as p erversos: El p ueblo de los m alditos (John
leita con su sép tim a entrega. La próxim a generación (David C arson , 19 9 4 ) , primera
protagon izad a por la nueva tripulación ya con ocida por la serie de televisión que se
venía em itien d o d e s d e 1987. y trata de hacerlo Stargate: puerta a las estrellas, ro
m e jo re s cintas de la década.
Por desgracia, los noventa tam b ién s o n una d é ca d a de rem akes. Franker.stein
h om bre invisible hace lo propio en M em orias de un hom bre invisible (John Car
penter. 19 9 2 ) y El hom bre sin som bra (Paul Verhoeven, 2 0 0 0 ) . Pero p o d e m o s per
ob servar la tem ática de las n ovelas g a lard o n ad as con los prem io s H u g o y Nébula
año tras a ñ o para c o m p ro b a r qu e esto era cierto, la fantasía iba co m ién d o le te
llas que, sin lugar a d u d a s , seg u ían sie n d o ve rd a d e ra ciencia ficción, se revelaban
tían los p o c o s au tore s que aún s e atrevían a afrontarlas. D esde luego, la ciencia fic
ción perdía vitalidad. ¿Q u izá e sta b a m urien do? Y si esto era así, ¿cuál era el ma
q u e la aquejaba?
otra esp e cu lación a cerca de: futuro, la que desarrollan no los escritores, sin o ¡os
futuro, pues en e s e instante s u ced erá algo q u e lo cam b iará todo para siem pre: ¡os
conferirá a los o rd en ad o res, de form a autom ática, el resto de las habilidades pro
z arse tam bién po r m edio de la ingeniería genética si esta lograse d ise ñ ar un supe-
tes en el propio cerebro que potenciaran su inte:igencia. Incluso si, con todo,
acu erd o con otra teoría m u ch o m á s difícil de rebatir, la Ley de ios rendim ientos
a cele rad o s de Raymond Kurzweil, ¡a ta sa de pro g reso tecno lógico y, por ende, s o
trabajo.
riesgo es, sin em bargo, evidente, pues una esp e cu lac ió n tan alicorta difícilmente
pu ed e sed ucir al lector, y aun así, no conjura del to d o el riesgo de resultar ob soleta
logías del todo im p ro bab les, incluso in c om p ren sib es. siem p re que p o sea n la sufi
tradicional, entreverada, e s o sí, de fina ironía y tra m a s d e tectivescas. les sigu e fun
cion ando sin pro b lem a, no en va n o cuentan con un público fie qu e no necesita de
cia ficción norteam ericana. A n n e Leckie. q u e se inició en 2 0 1 3 con la muy prem iada
d e cirse q u e las novelas exploten e s e p o stu lado con una finalidad especulativa, sino
publicado en esp a ñ o l el primero. S e trata de una space opera clásica, sin m á s pre
O tros autores, sin em b a rg o , han tratado de b usc ar solu c ion es m á s profu ndas o
las estrellas» (2003) ha logrado revitalizar el género, sin renunciar por ello al rigor
la e sp e cu lac ió n postsin gu larista, sin o antes bien, centrando la atención del lector
situación crítica.
sión. qu e se m an tiene tan fiel en su s n ovelas a la ciencia ficción hard que procura
escribir b uena ciencia ficción sin a rriesg arse en ex c eso con lo especulativo.
Pero no se trata sin d u d a de una ¡imitación dei autor, que ha sido c a p a z tam bién
Igu alm ente m agistral e s la trilogía del Paralaje neanderthal, de Robert J. Savvyer,
accidente ocurrido en el tra n scu rso de un experim ento p o ne en con tacto dos
u n iverso s para elos, el nuestro y otro en el que ios neandertales no solo no s e han
Adictiva y m uy original resulta tam bién la serie escrita por Dan S im m o n s inspirada
para crear una obra soberbia. El propio Michael Flynn ha exp-orado tam bién este
c o m o la Edad Media.
t u a n d o la acción entre las b ru m a s del m á s rem oto p a s a d o , sin imite alguno para
la especu lación tecn ológica aparte de su coh erencia, o incluso m á s a¡lá de los lími
n ovelas s o b re Halo toda una trilogía protago nizad a por los Forerunners, una
esp e cie inteligente extinguida hace cientos de miles de a ñ os que fundó el Ecú-
H alo: Cryptum ( 2 0 11) , H alo: Prim ordium (20 12) y H alo: Silentium (20 13) son los
dictorio: situar la acción fuera del continuo tem po ral, d e sd ib u jan d o los límites
entre p a s a d o y futuro, entre historia y leyenda, entre realidad y fantasía, entre este
cado de esta corriente es Robert J. Sawyer, que s e vale de esta estrategia en otras
a diez a ñ o s de nuestro presente, un experim ento con el a celerad or LHC del C ERN
hace que toda la h um anid ad pierda la con sciencia durante d o s m in u tos, en cuyo
s u s sen tid os. Otra nove a posterior. El cálculo de Dios ( 2 0 0 0 ), está am b ien ta d a aún
bación en el futuro cercan o de ten d en c ias que resultan ya perfectam ente visibles
ciona es. con la s o la diferencia de qu e as su tilezas aún vig en tes en nu estros días
del bioterrorismo.
un hecho singular del futuro q u e permite rom per a continuidad tecnológica con el
presente y p ro te gerse asi' de! riesgo de a esp e cu lación fallida. En este ca s o , el
to rno a ¡a Tierra, aislán dola del universo y prod ucien d o en ella una distorsión t e m
pu ed e a una crisis de m agnitud d e sco n o cid a . Pero en lugar de apro vec h a r este
a pocalíptico esc en a rio para la especu lació n , el autor lo usa tan solo c o m o fondo
los ochenta.
EL P O S T S I N G U L A R I S M O
tecn o log ías y, a partir de ellas, con feccion an el arm a zó n lógico que ha de servir de
so stén a a historia. Pero esta actitud presenta una dificultad bastante seria cuando
dad y s o b re los individuos. Es cierto que la psicología de los p erson ajes no tiene
por q u é resultarnos incom pren sib le, pero resulta m uy difícil desarrollar una cultura
entorno p o stsingu larista y co m p ren sib le para un lector que, c o m o e s obvio, limita
im agin ación, ideando tecn olo g ías v e rd a d e ram en te po rten tosas, incluso contra
dictorias con el m od elo e stá n d a r de la física. N o obstan te, es ta solución deja sin
singularidad (20 04) planteaba el contacto de la h um anidad con una civilización ex
p os y teletran spo rtarse a otros planetas, m ientras vive s u s vidas a m edio cam ino
m o m e n to sim ilar sitúa Vernor Vinge la acción de A l fin a l del arco iris ( 2 0 0 6 ), en la
que la m edicina del futuro cercano logra curar y rejuvenecer a un poeta con alzhéi-
por reflexionar acerca del im pacto social y político de la tecnología, incluso tra
n ológico para d a r lugar a una suerte de tecn ou top ía socialista. Ya en El torreón del
cosm onauta (19 9 9 ) experim entab a con una nueva form a de ópera esp a cial que
su última trilogía, The Corporation Wars, perm a n ece inédita en nuestro país.
raciones.
no solo porque logra crear un m u n d o coherente con p a rám etro s tan com plejos,
sino porque se atreve a reflexionar sobre las posib les s o c ie d a d e s que pueden s u r
Awlho» o l c D titr r H
GREB
EGAN
Edición inglesa de D iáspora. de G re g Egan. M atem ático y program ador, su
ciencia ficción hard tiene, sin em bargo , una d im en sió n filosófica m uy poco
la sen d a iniciada en C iudad Perm utación (19 9 4 ). ha ido quizá m á s allá que ningún
ficia!, o inciuso s e atreve a crear todo un nuevo universo en el q u e las ¡eyes de a fí
su m ejor novela en este sentido, y tal vez a m ejor novela p ostsin gu larista que se
rora (2015), que vueíve al tem a de la nave generacional, s í resultan in teresantes los
con scien tes que reclam an derecho s, m odificaciones corp orales a voluntad y chips
Habría que referirse por último a una corriente minoritaria pero tam b ién identi
Weird. literalmente ‘nueva rareza’, un híbrido entre fantasía, terror y ciencia ficción
p on der a una coh eren cia dictada tan s o lo por s u s propias y extrañas reglas, m e z
derM eer. en a que aparecían au tore s c o m o China Miévilie, Clive Barker, Hal Dun-
can, Paul Di Filippo o M. John Harrison. Entre ellos, e s sin duda el inglés China
pando en los cincuenta la capital fran cesa , pero no la ciudad que c o n o c e m o s , por
m á s s o rpreden te y paradójica, pero quizá por ello a m á s elocu en te, del lugar a
Steph en Baxter; fantasía pura y ciencia ficción hará reunidas en una sola obra. ¿Es
par q u e un cu e stio na m ie n to implícito a los límites entre los gén eros. La serie narra
hierro p u ed e viajar, por lo q u e las n u eva s civilizaciones que van su rgie n d o deben
ser, por definición, muy b ásic as en su tecn ología. Aventura, pues, en esta d o puro,
nero en a ñ os venideros.
Por otra parte, el cine de ciencia ficción parece disfrutar en nu estro s días de
excepción de a s a g a de P aneta de los sim ios, qu e parece superior a ias secu e las
im p u lso decisivo con los m u tantes de la Patrulla X, los Cuatro Fantásticos, Dare-
devil, Elektra, Hulk, Iron M an, el Capitán A m érica. Lobezno e incluso p e rsonajes
didad, prueba evidente de qu e no so lo la literatura, sino tam bién el cine del género,
pu ed e alcan zar de leño la razón del individuo. Tema que n os co n d u ce sin rodeos
sobre la identidad. Distrito 9, ó p era prim a de: su dafricano Neil Blomkam.p, nos re
Pero no por ello deb e huir el cine de ciencia ficción de ia e s p e c t a c u ’aridad. que
M u estra de ello son las cintas de Rc and E m m erich (El día de m añ an a. 2 0 0 4 ; 20 12.
nuación en 2 0 1 7 con Aíien: covenant, dirigida tam b ién por Scott; El ju e g o de Ender
ha hecho el viaje en el tiem po, que cu en ta entre s u s últim as realizaciones con cin
La distopía futurista cuenta tam b ién con eje m p lo s recientes. La isla (Michael
tada en e! sig o XXil, rem ake libre de La m áqu in a del tiem po, nos presen ta a ia
una mayoría qu e sobrevive a du ras pen as en una Tierra d e v a sta d a , y, en fin. Obli-
vidual.
apro xim a o no. eso e s algo sobre lo qu e no n os pron u n cia re m o s. Pero s í lo hare
sería».
La ciencia ficción en el mundo hispanoparlante
no i a evolu cion ado ; s u s p e rfe ccion am ien tos insisten en la prim era idea,
su labor fuera de la corriente principa de la literatura, sino que form aban parte de
nero.
G u erra Civil escribieron autores tan recon ocid os c o m o Ángel G anivet. Azorín, Ba-
citar tam b ién a Vicente B la sco Ibáñez, autor de El paraíso de las m ujeres, la novela
extrañar. Por un lado, ias tradu ccion es de Verne, Wells y Bellamy proliferaban en
aquellos añ os; por otro, la crisis social y política en la que vivía s u m id o el país invi
deb e so rp re n d ern os que los escrito res citad o s, regeneracio nistas m u c h o s de ellos,
lo entendieran así.
Q uizá por eilo, y por ia calidad de dich os autores, los t e m a s de a ciencia fic
turas esp a cia le s . En esto no cabe duda de que la ciencia ficción e s p a ñ o la era plen a
m e n te eu ropea.
p re ten sion es, pero logran ir m á s allá que e! autor francés, quien se resistía a d e
ja rs e ¡levar por las posibilidades de la tecn olo gía del futuro. Segu ían con ello el c a
och o a ñ o s an tes, pues, que el propio H. G . Wells, había im agin ado una m áquina
a s im is m o para producir de form a con stan te el fluido García, qu e hace que los
China del siglo lli, hasta q u e el inventor, en lo qu ecido de ce los por su sobrina, a c e
el británico H. G. Wells.
nópete es pura distracción, pero hay que reco nocer a su autor la inventiva su fi
ciente para hacer de una m áqu in a la herram ienta necesaria para v ia ja r e n e tie m p o,
g os anteriores (M oreno, 2 0 1 0 : 4 0 9 ).
Cabría citar tam b ién a Carlos M en d izá b a (18 6 4 -19 4 9 ) autor de n ovelas c o m o
Elois y M orlocks (19 0 9 ) , claram ente inspirada en la obra de Wells, de la que viene a
(18 4 3 -19 0 3), autor de Cuatro siglos de buen gobierno (1895), relato breve en la línea
de las ucronfas a las que tan aficio nad os son los autores e s p a ñ o le s del género por
aquel en tonces.
Las c o s a s no cam b ian d e m a s ia d o , si no es para em peorar, d e s p u é s de la fatí
parecía hallar tie m p o para seguir cultivando la buena ciencia ficción. E nú m ero de
qu ienes no hallaban en s u s n ovelas lugar para D ios y su Iglesia, y del otro lado, los
estrategia barata de: gran ca pita lism o n o rteam erican o para facilitar a la so ciedad
siguientes).
n u estro país, lo hace bajo una form a que la ciencia ficción norteam erican a ya había
d a d o tie m p o atrás por a m o rtizad a: el pulp. Al igual que las historias del O este, las
rom ánticas, as bélicas o las de e s p ía s , los relatos de ciencia ficción hallan enton
sión; quizá las que m á s necesitaba una s o cie d a d oprim ida a un tiem po por ia
seg uían escrib iend o por en to n c es, los m a e s tro s de la Edad de Oro. Sin duda, nin
ratura n orteam ericana, sin o su cine, las películas de serie B que, por s u p u e s t o
parám etro s, son no velas qu e s e dejan leer. No hay en eilas calidad artística alguna,
pero c o m o literatura de ev asió n no puede n egarse que están bien escritas. Sus
cion ales, pero adictivas; la coh erencia científica, nula; su ritmo, endiablado. Y su
éxito fue in m en so. Entre 19 5 0 y 1 9 9 0 s e publicaron, en tiradas nacion ales, mi es de
títulos que se leían una y otra vez, y a m e n u d o alcanzaban una nueva vida c o m o
cieron entre 19 53 y 1958, sino que fue galard onad a con un p rem io H u g o a la M ejor
raría.
y recibir po r prim era v e z el reco no cim iento de los a ficio nad os al gé n ero de
una vida.
sal nave generacional, el autopianeta Valera. Sin con o cim ien to científico alguno, y
(M ás a llá del Sol. H eredó un m undo. Finan, Intrusos siderales y Bevingtori), y otros
única novela larga escrita por el reconocido poeta Pedro Salinas: Lo bo m ba increí
ble (1950). S e trata de una distopía clásica en la que el poeta del a m o r refleja la
mal es, a d e m á s , una obra experim ental. N o hay en ella protago nista o p e rso n a jes
m u ch o los límites del género para hacer de a novela una gran obra literaria.
viajand o por el esp a cio, han olvidado a civilización a la que pertenecían para caer
ducción de un d isc u rso poético que penetra el novelístico. Una novela, en ñn, de
crítica y otras de noticias y cartas ai director, en la m ejor línea de las v ie jas publica
nio Prieto, que reescribe el C an cio n ero de Petrarca en un diálogo cantado a varias
patrios siguieran beb iend o de las m e jo re s fuen tes del género, algo que no tardaría
En los seten ta co m ien z a su a n dadu ra literaria en el gén ero C arlos Saiz Cidon-
cha, para los aficionados «el buen doctor», fie: a la ópera espacial d e s d e s u s pri
m e ra s crea cio n es (La caída del Im perio galáctico, 19 78), que aborda d e s d e una
n ovelas tan relevantes c o m o Viaje a un p lan eta Wu-V/ei y El señor de la rueda (1978),
dos. Quizá los experim en tos en nu estro país fueron m e n o s a rrie s g a d o s — un tra ta
gracias al boom de los fan zines. tan n u m e r o s o s c o m o rudim entarios, pero muy
útiles co m o e s c u e la y b an c o de p ru ebas de los futuros autores y foro de encuentro
veinte y cincuenta p á gin a s, fin anciados por m edio del esfu erz o titánico de su s
de ellos, esp e cia m ente tres: Artfiex. dirigido por Luis García Prado, luego editor de
z án d ose . Se su ced ían las H isp a C o n s y, por fin, en 19 9 1 veía ía luz la A sociación
E spañ ola de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, que sería de gran ayuda a los jó v e
Ignotus, co nced ido por votación popular. Las editoriales, por su parte, m antenían
Rafael Marín (1959), autor de Lágrim as de luz (19 8 2), una space opera dignificada
que, con un estilo literario de gran lirismo, introduce re cu rso s narrativos tan in
abism o, de Juan Miguel Aguilera y Miguel Recaí, tam b ién una space opera, pero
la co nstru cció n social del gén ero ; ju an Carlos Pianells (El enfrentam iento, 19 9 6 );
C é s a r M allo rq u í (£/ coleccionista de sellos. 1995; La casa del doctor Pétalo, 19 9 6 ) , que
Rodolfo Martínez (La sonrisa del gato. 19 9 5 ; El sueño del rey rojo. 2 0 0 4 ) , qu e c o m
narración.
en su planteam iento; la ten d en cia al lirismo, quizá c o m o resultado dei predom inio
ridad con ced ida al estilo sobre la tram a, que podría s e r atribuida a idéntica razón y,
por último, el g u s to por los p ersonajes in com p ren d id o s. torturados, que han de
C ab e pregu ntarse, para concluir este breve recorrido por la historia de la cien
explora la rea idad virtual, o ¡a reciente Cracatoan (20 15), en la que el planeta entero
Palma con su trilogía victoriana (El m a p a del tiem po. 2 0 0 8 ; Ei m apa del cielo. 2 0 1 2 .
y El M apa del caos, 2 0 14 ) que llevó al steam pu nk nacional a lo m á s alto del ranking
pocalípticas. cuya novela Panteón (20 13), en apariencia una space opera clásica,
en fin. Elio Q uiroga, con su novela Los q u e sueñan (2015), dibuja, con tra zo s híbri
nada es lo q u e parece y los límites de la rea idad se desdib u jan por com pleto.
feuda: pero con tecn olo gía a vapor, en el que el Imperio h ispán ico sig u e sien d o la
m ayor potencia m undial gra cias a que la muerte prem atura de Felipe II en 1571
llevó a trono a Juan de Austria, que aceptó el p ro te sta n tism o y libró al país de
conflictos religiosos. S u s continu acion es. M em orias de tinieblas (20 13) y Crónicas
q u e h e m o s tratado de describir a q u í sin unas pin celad as, siquiera breves, que ayu
ficción escrita en las n a cion es h erm a n a s del otro -ado de! Atlántico.
La tarea, em p ero , no es fácil. Los estu d ios g lob ales sobre e! tem a no abundan,
por no decir que a p e n a s existen. Q uizá porque son m u c h o s ¡os críticos que pien
Argentina, C u b a y C o lom b ia prin cipalm ente, pero la f a !ta de es p a cio nos impide
crito en lo que hoy e s H isp an o a m érica Las Sizigias y cuadraturas lunares, del fraile
Poco m á s h allam o s del género hasta la s e g u n d a mitad del siglo xtx. Pero cu a n
d o reaparece, lo hace con una calidad literaria que no tenía por en to n c es en otros
lugares. Al igua que sucedería en E sp añ a con los escritores noventayoch istas, los
autores h isp a n o a m e ric a n o s a d scrito s a! m o d e rn is m o — Rubén Darío, Leopoldo
Alian Poe. m ezcla de la que surgió una m anera particular de escribir ciencia ficción
en el su bcon tin en te, que ha pervivido hasta nu estro s días, en la que lo científico, lo
tarde. De L u gon es d e stac a Las fu erzas extrañas (19 0 6 ) , m ientras Q u iroga m erece un
Dos partidos en lucha, y ai año siguiente veía la luz El viaje m aravilloso del señor Nic-
N a c ai plan eta M arte, para a g u n o s la prim era novela que m e rece sin duda el califi
viaje la ciencia ficción chilena con Francisco Miliares, que publicaba en 18 7 7 Desde
Tan p ro m e ted o res inicios literarios qu edaron en s e g u id a tru n cado s por el auge
ciencia ficción n ortea m e rica n a del período de en treguerras, crecida al calor de las
revistas pulp, privó de prestigio literario a cuanto se escribía por en to n ces, con
para a lim e n t a r a la gente ham brienta pero m á s tarde s e tra n s fo rm a en un person aje
cada anterior.
paralelos, tecn olog ía de en su eñ o... pero s í h allare m o s t e m a s h eterod o xos que anti
q u e s e detiene; s ere s im aginarios que cobran vida... Por otra parte, nadie ignora
q u e B orges ado ra b a la ciencia ficción. La leyó con fruición; prologó incontables li
fluida por H. G. Wells, narra la historia de un fugitivo que huye a una isla infectada
por una en ferm ed ad mortal. En ella obseo/a p e rson a jes c r e a d o s por una máquina
q u e el prófu go termine casi loco. También am b ien ta d a en una isla rem ota, un pre
sidio ce rca d o por el Caribe. Plan de evasión (1945) describe una revolución s e n s o
igual qu e Los afanes (19 67), qu e narra la historia del inventor de una m áqu ina capaz
límites heredados.
Lo que el gén ero g a n ó en calidad en los cuarenta lo ganaría tam b ién en canti
dad en las d é c a d a s posteriores. Algo tuvieron que ver en ello las revistas, que
n a cion ales c o m o im p ortad as — en M éxico ven la luz Enigm as. Ciencia y Fantasía o
rés por las cien cias sociales y ias h u m an id ad es; !a co n solidación de editoriales
esp e cia liza d as; y, en fin, el pecu;iar contexto político del su bco ntinente actuaron
hacia un gén ero que tenía por in strum ento de im p en a ism o cultural n o rtea
m e rica n o. allí actu aron c o m o acicate de unas o b ras que sin/ieron de herramienta a
c u a n d o no im p osib le. Los au tore s de ren om bre proliferan en ton ces. Escriben en
México Alfredo Card on a. René Rebetez, y Carlos O lvera; en Argentina, Pablo Ca-
de M undo Anillo, de Larry Niven. alcanzaría incluso una cierta celebrid ad interna
m u ndial golpeó con m ayor fuerza a H isp an o a m érica , ge n e ra n d o vivas ten sio n e s
pero, no s e extinguió del todo y vivió un nu evo ren acim iento en la d é ca d a de los
(1983), Los ojos de un dios en celo (1996) o El libro de las roces ( 2 0 0 1) ; y en Chile
proiiferan, sin orden ni concierto, o b ras y au to re s sin excesivo ren om bre ni proyec
jodorow sky, cuyo polém ico n om b re s e encuentra detrás de co m ic s del gén ero tan
http:// w w w .a u g u s to u rib e .c o m .
R e co m e n d a cio n e s
1. Frankenstein o el m oderno Prom eteo, de Mary Sheliey (iSiS)
37. H uida del plan eta de ¡os sim ios, de Don Taylor (1971)
EN E U R O P A : A U T O R E S DE C I E N C I A F I C C I Ó N D E L M A I N S T R E A M LITE
RARIO
O la f S ta p le d o n (1886-1950)
C. S. Lewis (1898-1963)
EN E . E . U . U . DE A M É R I C A : A U T O R E S DE C I E N C I A F I C C I Ó N P U L P
La Edad de O ro ( 1 9 3 7 1 9 6 5 )
Frederik Pohl ( 19 19 -2 0 13 )
P o u lA n d e rs o n ( 19 2 6 -2 0 0 1)
S ta n is ia w Lem ( 19 2 1-2 0 0 6 )
J a m e s Gra'nam Ballard ( 19 30 -2 0 0 9 )
T h o m a s M. Disch (19 4 0 -2 0 0 8 )
Jo e H aldem an (1943)
D o u g ;a s A c a m s (19 5 2-20 0 1)
G e o r g e R. R. Martin (1948)
C. J. Cherr/h (1942)
Sheri S. Tepper ( 19 2 9 -2 0 16 )
G e o r g e Turner ( 19 16 -19 9 7 )
William G ib s o n (1948)
Dan S im m o n s (1948)
V e r n o r V in g e (1944)
G re g Bear (1951)
Elizabeth M o o n (1945)
Neal S te p h e n s o n (1959)
Kari S ch ro ed er {1962)
Jo s é C arlos S o m o z a (1959)
Carlos S is í (1971)
Je s ú s C a ñ a d a s (1980)
Ju an Cuadra (1978)
Leopoldo L u g on e s (1874-1938)
H u go Correa (19 26 -2 0 0 8 )
Jo rg e Baradit (1969)
tico.
Ciencia ficción pulp. Expresión pro ced en te del inglés que alude a -a pasta de papel
de ba^a ca'idad, material de: que estab an h ech as as revistas n o rteam erican as de
den adscribirse al m o vim ien to cintas c o m o B lade R unner (Ridley Scott, 19 82).
Tal era la fam a de radicales que arrastraban, qu e incluso se les prohibió la entrada
en a Worldcon de N u eva York de julio de 19 3 9 . ¡a prim era q u e se celebró. Sin e m
bargo, su influencia fue notoria. Hacia 194.0, la mitad de las revistas del género
lación.
fes ta c io n e s extrem as, llega a sacrificar el argu m e n to y o s posib les valores artís
ticos de la obra en aras de aquel. Por lo generai, d e sp rec ia las cien cias sociales en
ciencia ficción n orteam erican a de los a ñ o s treinta, por lo general un científico que
protagon ista de La isla de! doctor M oreau, de H. G. Wells (1S96 ), que experim enta
19 4 0 ) , cuyo afán de con ocim ien to lo ha en loqu ecido hasta el punto de miniaturizar
de radio.
ficial.
profesional en 1957.
N ovu m . Vocablo a cu ñ ad o por el crítico literario Darko Suvin para de scribir las in
novacio nes científicam ente pro b ab les que s e utilizan en la narrativa c e la ciencia
la ciencia ficción e novum deb e ser validado por lógica cognitiva, es decir, el hipo
tético nu evo objeto en e cual s e basa a historia podría existir a través de la ciencia
y no so lo por m agia.
nidad. Vernor Vinge sostien e que este punto s e alcanzará antes del 2 0 3 0 , mientras
Soft Science fc t io n . 'Ciencia ficción blanda’. Sin d e sprecia r la ciencia, presta a ten
ción a otros á m b ito s del con ocim ien to, en e s p e c ia la psicología o la antropología.
Space opera. Expresión a cu ñ ad a en 19 4 1 por Wilson Tucker con ánim o de asim ilar
gra n d io sos.
qu e la tecn olo gía a v a p o r sig u e sien d o la predom inante. Estas o b ras suelen a d o p
s e visten c o m o ios p e rson a jes de las series y m antienen una gran actividad social
Hawking
es, sin duda. El hom bre en el castillo, de Philip K. Dick (19 6 2 ), en la qu e la trama
a l d is s , B. TrHIion Year Spree: The Histor)< o f Science Fiction. Londres: Victor Go-
llancz Ltd. 19 8 6 .
A V ’ LES, M. Sin ap ia. Una utopía e sp a ñ o la de Siglo de ias Luces. M adrid: Editora
Nacional, 19 76.
Books, 19 9 9 .
co sta , J. H ay algo a h í afuera. Una historia del cine de ciencia ficción. Vol I ( i S95-
1 9 5 9 ). Barcelona: Glénat, 19 9 7 .
Cátedra. 2 0 14 .
2005.
drid.
2007.
m e m b a . J. La nueva era de! cine de ciencia ficción (19 7 1-2 0 11). Madrid: T & B Editores,
2011.
ROBERTS. A. The History o f Science Fiction. Londres: Palgrave M acM illan, 2006.
SAMBRICIO, C. « S in a p ia : utopía, territorio y ciudad a fin a le s de! siglo X V III». En: Scrip-
Taurus. 1982.
nero.
ria que contiene gran cantidad de información sobre el género. Muy reco
m en dable.
tem a.
n o v e d a d e s editoriales.
etcétera.