«Cine y Anticine»

colección

miradas en la oscuridad

centro universitario de estudios cinematográficos

dirección general de publicaciones y fomento editorial

 Efraín
Huerta
«Cine y Anticine»
las cuarenta y nueve entregas

Universidad Nacional Autónoma de México

México, 2014
© «Cine y Anticine»: las cuarenta y nueve entregas
Universidad Nacional Autónoma de México

Centro Universitario de Estudios Cinematográficos

Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria,
Coyoacán, México, 04510, DF

Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial

Avenida del Iman 5, Ciudad Universitaria, México, 04510, DF

Primera edición, 2014

Fecha de edición, 16 de octubre de 2014

D.R.©Efraín Huerta, 1950-1951

D.R.©Raquel Huerta-Nava, edición, compilación y prólogo
«Cine y Anticine»: las cuarenta y nueve entregas, 2014

Huerta, Efraín, 1914-1982 autor

«Cine y Anticine»: las cuarenta y nueve entregas / Efraín
Huerta; edición, compilación y prólogo de Raquel
Huerta-Nava. -- Primera edición
120 páginas. -- (Colección Miradas en la oscuridad)
ISBN: 978-607-02-4798-9 (Colección)
ISBN: 978-607-02-6026-1

1. Cine -- México -- Historia -- Siglo XX.

I. Huerta-Nava, Raquel, 1963- , editor, compilador,
prologuista. II. Título. III. Serie
PN1993.5.M4. H84 2014

Diseño de portada: Rodolfo Peláez

Fotografía de portada: Los olvidados (Luis Buñuel, 1950)

D.R.© 2014, U niversidad N acional A utónoma de M éxico

Ciudad Universitaria, Coyoacán, México, 04510, DF

Centro Universitario de Estudios Cinematográficos

Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial

Colección Miradas en la oscuridad

ISBN de la colección: 978-607-02-4798-9

ISBN: 978-607-02-6026-1

Esta edición y sus características son propiedad

de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en México

Contenido

Prólogo, Raquel Hueta-Nava 9

1. Arroz amargo, en París 13

2. “Confusionismo“ 15
3. Sensualidad 17
4. Compases 19
5. Academus González 21
6. La Coquis 23
7. Lo genial 25
8. Manolo 27
9. Esclavitud 29
10. Gramática tintanesca 31
11. Ser o no ser 33
12. Teoría general del manganismo 35
13. Paso a Rosaura 37
14. Nada de nada 39
15. Reto 41
16. Unos cuantos 43
17. Ideal 45
18. La Aguirre 47
19. Julio y Rocío 49
20. Respeto 51
21. [El león] 53
22. “Crisis“, S. A. 55
23. Caro Ferruccio 57
24. No ha habido nada 59
25. Buenos deseos 61
26. Don Mguel Contreras Torres 63
27. Lo digno de ser enmarcado 65

7
 28. No va a Cannes 67
29. Diego, el grande 69
30. Gustos 71
31. Definición 73
32. Harvey 75
33. Clarinero 77
34. Karol, otra vez 79
35. “Festejos“ académicos 81
36. Un plan 83
37. Los tres pesos 85
38. La gran cena 87
39. Los candilejos 89
40. Declaración 91
41. La frase 93
42. Querétaro 95
43. Ensayo 97
44. Le preguntaron a Marilú 99
45. El Indio debe estar fuera 101
46. Siempre el Indio 103
47. Revueltas 105
48. El Mezquital 107
49. El gran interés 109

Índice filmográfico 111
Índice onomástico 115

8
 Prólogo
El presente volumen compila en su totali-
dad los artículos publicados en la columna
«Cine y Anticine», en el diario D.F.: La Ciu-
dad al Pie de la Letra en la que Huerta, en ese
momento presidente de Periodistas Cine-
matográficos de México (Pecime), y uno de
los periodistas cinematográficos más con-
notados, se afirma como uno de los prin-
cipales protagonistas de la cinematografía
nacional. Esta importante compilación se
da a conocer en el marco del centenario
del nacimiento del escritor, cronista y crí-
tico, considerado por sus contemporáneos
y colegas como una de las mejores plumas
en la industria. Las crónicas de Huerta son
imprescindibles para la cabal comprensión
de la historia del cine mexicano.
Efraín Huerta comenzó a publicar ar-
tículos sueltos sobre cine en 1937, en las
páginas de El Diario del Sureste y de El Na-
cional. Cuando Alberto Quintero Álvarez,
miembro fundador de la revista Taller, ob-
tuvo el puesto de director gerente de Mun-
do Cinematográfico: Revista Profesional de Ci-
nematografía —considerada «decano de los
periódicos cinematográficos de México»—,
invitó a Efraín a colaborar con él como jefe
de Redacción a partir de julio de 1938. Efraín
se sumergió de lleno en el conocimiento de
la industria cinematográfica y, en 1943, ini-
ció su primera columna profesional como
periodista cinematográfico en las páginas
de Esto.
A partir de entonces publicó sus co-
lumnas sobre cine en una gran cantidad
de periódicos, suplementos y revistas uti-
lizando su nombre o algunos de sus seu-
dónimos. Cada columna tenía su propio
carácter y objetivo, algunas eran de tono
ligero y otras, como la que ahora nos ocu-
pa, analizan a fondo algunas cuestiones
vitales de la industria, no sin agregar el
tono irónico y algunas menciones de corte
surrealista con alguna alusión ocasional a
temas sobre cocodrilos, más tarde un tema
recurrente en su obra...
En una reunión en 1945, en casa de
Efraín, en donde se encontraban varios
amigos periodistas como Marta Elba, Ed-
mundo Valadés, Elda Ortiz Villacorta, En-
rique Rosado y Carlos Bravo y Fernández,
conocido como Carl-Hillos, deciden fundar
Pecime, a raíz de un incidente sufrido por
este último prpiciado por el Indio Fernán-
dez. Conformar una organización era una
forma de profesionalizar al gremio; me-
diante su asociación podrían actuar en con-
junto frente a situaciones como las sucedi-
das a su colega. Posteriormente se fundó
la Academia Mexicana de Ciencias y Artes
Cinematográficas en 1946 y el premio Ariel,
que se otorga como un reconocimiento a lo
9
 Efraín Huerta
más destacado del cine nacional, inspirado
en la obra de José Enrique Rodó y que es
un símbolo de la riqueza cultural y de la
excelencia en el arte.
Efraín Huerta expresó en varios textos
la necesidad de la industria fílmica de ven-
der sus productos e incrementar el dinero
que producían en las taquillas nacionales
e internacionales, pues era claro que para
él esto no estaba reñido con la calidad de
las películas, opinión que defendían varias
personas de la industria. Sin embargo, ha-
bía muchos intereses encontrados en el gre-
mio y su propuesta no era compartida por
otros grupos y personajes de la cinemato-
grafía nacional. Para los años 1950 y 1951, las
malas películas disputaban el terreno con
las películas de calidad. Era un claro con-
flicto de intereses donde las ganancias eran
el punto de referencia para los numerosos
estudios de cine.
Huerta perteneció a una generación de
escritores que se vieron inmersos en el de-
sarrollo del cine mexicano; junto con Xa-
vier Villaurrutia, José Revueltas, Luis Spo-
ta, Juan de la Cabada, León Felipe y Andrés
Henestrosa, entre otros, deseaba hacer un
cine mexicano de gran calidad y que fuera
comercialmente rentable. En «Cine y Anti-
cine» se relatan anécdotas muy importan-
tes que enriquecen el panorama de la vida
cultural del siglo XX, así como una perspec-
tiva de primera mano para comprender la
historia del cine mexicano en sus distintos
ámbitos y de los vasos comunicantes que
algunos destacados escritores que partici-
paron en ella establecieron a través de la
palabra, tanto en los guiones, las adapta-
ciones y las crónica de cine, en particular
la de Huerta, que da cuenta de las polémi-
cas entre los distintos intereses del gremio,
conformado por productores, directores,
actores (mujeres y hombres), censores y,
desde luego, los críticos cinematográficos.
Como presidente de Pecime, Efraín
Huerta llevó a cabo diversos homenajes,
entre otros a Carmen Toscano, por la rea-
10
lización del documental Memorias de un
mexicano, que le parecía uno de los mejo-
res documentales de nuestra historia. Es
interesante recordar que fue precisamente
Carmen Toscano quien bautizó a la revista
Taller, cuando en alguna reunión estudian-
til comentó que acababa de visitar un Taller
de Lunas y los jóvenes escritores adoptaron
el nombre para su publicación que llegaría
a dar nombre a una de las generaciones li-
terarias más importantes del siglo pasado.
Cuando Los olvidados de Buñuel, una
cinta que entusiasmó profundamente a
Huerta, éste viajó al Festival Internacional
de Cine de Cannes como parte de la dele-
gación mexicana; la cinta corría el riesgo de
verse relegada a causa de Wilheim Karol,
quien encabezaba la delegación nacional y
al que Huerta, como presidente de Pecime,
no le tenía ninguna confianza. Tengo la cer-
teza de que se comunicó con su amigo Oc-
tavio Paz, quien trabajaba en la embajada
de Francia en ese momento, explicándole
la situación y la importancia de presentar
Los olvidados ante el público del festival.
Paz, quien conocía la cinta por haberla vis-
to en la première de París, hizo varias copias
de su texto «El poeta Buñuel» que repartió
junto con un poema de Benjamin Péret a la
entrada del cine donde se llevaría a cabo el
estreno. La cinta arrasó con los premios por
su indiscutible calidad y la participación
de Paz fue vital para que esto sucediera.
En «Cine y Anticine», Huerta debate con
algunos periodistas cinematográficos como
Martha Elba, Arturo Perucho, Mario Calvet,
Juan Tomás o Álvaro Custodio, con quienes
muchas veces compartió las planas de dia-
rios y revistas especializadas. Las numero-
sas polémicas son el día a día de la vida del
cine, sin la participación de sus cronistas no
se podría comprender la misma. «Cine y An-
ticine» es la crónica vital de lo que sucedía
en los escritorios de los productores, direc-
tores, actores y guionistas del gremio y, por
supuesto, en los estudios cinematográficos;
los numerosos conflictos entre la Asociación
 Prólogo
Nacional de Actores, la Academia Mexicana
de Ciencias y Artes Cinematográficas, los
sindicatos, los productores, los exhibidores
—que eran los dueños de los imponentes y
legendarios cines como el Roble, el Alame-
da, el Mariscala o el Arcadia—, así como de
la reciente instauración del poderoso Banco
Cinematográfico Nacional destinado a for-
talecer la industria para convertirla en un
rentable producto nacional.
En las crónicas de Efraín Huerta, escri-
tas en plena Guerra Fría, se da cuenta de
algunos hechos del macartismo, cuando en
Hollywood se persiguió a los cineastas es-
tadunidenses (mejor conocidos como Los
Diez de Hollywood), acusándolos de “co-
munistas”, a partir de la la presentación del
libro de Gordon Kahn, autor de Hollywood
on Trial, con prefacio de Thomas Mann.
Kahn llegó a México en calidad de exiliado
político, dispuesto a radicar en nuestro país.
Por supuesto, no podía faltar uno de los
temas favoritos de Efraín: las mujeres. Des-
filan por esta columna Rosaura Revueltas,
Lilia Prado, Silvana Mangano, quien le ins-
pira la “Teoría general del manganismo“,
tan intensa que casi compite con el Coco-
drilismo, fundado pocos años antes y que
será un tópico en varias de sus columnas.
La columna «Cine y Anticine», apa-
reció en el periódico D.F.: La Ciudad al Pie
de la Letra, dirigido por José Alameda. La
colaboración de Efraín fue exactamente
de 49 artículos, ni uno más, ni uno menos.
11
Huerta era entonces presidente de Pecime
a partir del 10 de junio de 1951; al lado de
su columna, apareció la siguiente nota:
«Nuestro colaborador, el querido compa-
ñero Efraín Huerta acaba de ser designado
Secretario General del Movimiento Nacio-
nal de Partidarios de la Paz, antes Comité
Mexicano por la Paz, del que es presidente
el gran poeta don Enrique González Martí-
nez. Deseamos muchos éxitos en su labor
al compañero Efraín Huerta». El 29 de julio,
Huerta dejó el cargo en Pecime, y su lugar
sería ocupado por su amigo Jaime Valdés.
En agosto es su colega Jorge Vidal quien
ocupa el cargo.
«Cine y Anticine» es una fuente y refe-
rencia para toda persona interesada en el
tema y forma parte del proyecto de rescate
de la obra de Efraín Huerta que emprendí
hace algunos años. Agradezco el entusias-
mo de los historiadores Héctor Olivares
Aguilar, quien registró, digitalizó y trans-
cribió estos artículos, así como a Carla Xó-
chitl León Cortés y Patricia Soto Sánchez,
por apoyarme con sus conocimientos y en-
tusiasmo en la ardua labor hemerográfica.
Agradezco a mi padre su paciencia y en-
señanzas gracias a las cuales puedo tener
una mayor comprensión de su pensamiento
y escritura. Suya es la palabra en estas cró-
nicas donde las entretelas, conflictos y des-
aguisados constituyen el Anticine, el lodo en
que descansa el verdadero Séptimo Arte, el
Cine al que tanto amó.
Ciudad de México, Chapultepec,
29 de junio de 2014
Raquel Huerta-Nava

1. Arroz amargo, en París
El caso era verla. Varias veces habíamos
pasado frente al cine en que se exhibía la pe-
lícula, de paso hacia la Rue Gaillon, donde
el señor Salles, gran vendedor de la fábri-
ca Eclair, tenía a diario tremendas y áridas
—para mí— entrevistas de carácter técnico
con Gabriel Figueroa. Como se sabe, Gaby
trabaja con la Eclair desde hace 15 años, cosa
que asombra a Salles: «¡Sería maravilloso
si un avión pudiese durar lo que su cáma-
ra!», le decían. Y más se asombraba cuando
Figueroa le explicaba que, aparte del “fin-
der” normal, Daniel López, Darío y Firpo, le
habían adaptado un “finder” de la nortea-
mericana cámara Mitchell.
Por fin un día nos metimos en el cine, a
ver el Arroz amargo, con la espectacular,
bien dada y mejor ofrecida publicitaria-
mente, Silvana Mangano. Ya el señor Salles
había puesto en manos de Gabriel un pris-
ma maravilloso y unas cuerdas que sirven
para que dé vueltas y no sé qué cosa. Y, cla-
ro, le había rogado que le enviase por favor
una foto con él manejando su cámara, pero
que se viera el extraño aditamento nortea-
mericano. Prometido.
¿Cines o taxis?
Los cines son cuevas, pero, por fortuna, sin
existencialistas. París no tiene por qué enor-
gullecerse de ellos, de los existencialistas y
13
20 de agosto, 1950
de los cines, como, supongo, tampoco tie-
nen por qué enorgullecerse de sus taxis ni
del servilismo que impera en los restauran-
tes. Es penoso exponer esta impresión, pero
no faltaba más: París no es una ciudad; es
un negocio.
Silvana Mangano también es un negocio.
Un hermoso negocio. El film se hizo para
lucirla, para mostrarla, para exponerla y ex-
hibirla a todas las furias, incluyendo la furia
admirativa. Mucho más joven que las estre-
llas de Hollywood y de México, se la mira
más jugosa y muchísimo menos estropeada.
El estropicio es el de la película, que tiene
situaciones de cierta emoción gangsteril y
situaciones de graciosa ingenuidad coreana
del sur.
Hace falta
No es necesario que Silvana trabaje en el
cine, aunque ahora se dice que ha engor-
dado demasiado. Con sus fotografías nos
basta. Pero en fin, la mujer hizo su pelícu-
la, se retiró más tarde a una maternidad y
hoy es toda una madre feliz. Una matrona
ideal. De todas formas, donde se me ocurre
que Silvana hace falta es como elemento
decorativo de una de las maravillosas fon-
tanas romanas, que es lo único respirable
en la eterna capital de los 35,000 peregrinos
diarios.
 Efraín Huerta
Sería el magnífico toque pagano en aquel
tumultuoso paisaje de mármoles carcomi-
dos y de basílicas partenónicas. Pero no. No
creo que tan bello sueño llegue a cumplirse.
Así que la Fontana de Trevi continuará con
su murmullo que aspira a canción, pero que
siempre se quedará en murmullo.
La sorpresa
En México es muy popular el fácil y frívolo
libro de sátira llamado Clochermerle, escrito
por Gabriel Chevalier expresamente para
decir sobre la provincia francesa lo que
otros apenas se atreven a decir sobre la ca-
pital. El libro tiene derecho a ser más popu-
lar porque en Francia se hizo una versión
cinematográfica. La hizo Pierre Chenal, un
gran cineasta francés a quien los directores
de México se negaron a admitir en su tibio
y egoísta seno sindical.
El film estuvo prohibido en París duran-
te un año. Por fin lo han permitido. Pero
no fue en París donde lo vimos, sino en
una misteriosa salita de Praga, a la que nos
llevaron los miembros de la delegación so-
viética.
Ferocidad
El film no pierde nada del libro. La feroci-
dad de la sátira está más redondeada que
en la novela. El instante cumbre, que es la
inauguración, a cargo del señor alcalde,
del flamante urinario, está dado por Pierre
Chenal con una gracia indescriptible. Y si
a México vino Maneges, ¿por qué no ha de
venir Clochemerle? Y “clochermerles” les
llamábamos en París a esos sitios poco dis-
cretos que a los caballeros sirven, a media
banqueta, para sentirse más desahogados.
Otras latitudes
El próximo miércoles, la directiva de Perio-
distas Cinematográficos Mexicanos se acer-
14
cará al señor Pedro Téllez Vargas, popular
líder cinematografista, para exponerle, otra
vez, un pequeño problema que se ha pre-
sentado. Se espera que Téllez Vargas acceda
a la petición de los colegas.
Homenaje
Con el mayor tino del mundo, Pecime está
organizando un fervoroso homenaje —será
fervoroso, sin duda alguna— a la señora
Carmen Toscano.
Después de largos años de intensísimo
y fatigoso trabajo, Carmen Toscano logró
terminar la película más importante, desde
todos los puntos de vista, de la cinemato-
grafía nacional: Memorias de un mexicano,
basada toda en el material que el ingeniero
Salvador Toscano tomó desde los últimos
años del siglo pasado. Es decir, casi pocos
meses después de que los hermanos Lu-
mière comenzaran hacer en París su clásico
cine comercial.
Es el documental más valioso de nuestra
historia moderna. Ignoro en qué forma pre-
cisa irán a lanzar el film, pero es seguro que
el público, este inteligente público mexica-
no —¿dije algo?—, sabrá entender qué sig-
nifica el maravilloso esfuerzo realizado por
Carmen Toscano.
Secreto
Aún no se sabe quién dirigirá El cadáver
viviente. Si le dan permiso a un director
argentino, la hará el director argentino. Si
no, la hará cualquiera de estos dos mexica-
nos: Fernando de Fuentes o Juan Bustillo
Oro. Estrellas: el galán Arturo de Córdova
y dos terribles robadoras de cámara: Susa-
na Freyre, argentina, y la cubana Carmen
Montejo.

2. «Confusionismo»
«Estoy positivamente enfermo», dijo Pe-
rucho. Ayer vi Strómboli y después estuve
platicando con el ingeniero Palacios… «Y
a continuación Perucho declaró que con-
sideraba el film de Rossellini como una
magistral equivocación. Anticine por ex-
celencia». Por otra parte, hago hincapié en
que esa película hizo el milagro de haber
puesto de acuerdo a dos famosos irreconci-
liables: Juan Tomás y Álvaro Custodio.
Juan está casi solo en la lucha en defensa
del film italiano. Se sentirá más solo cuando
Custodio vea de nuevo la cinta y, posible-
mente, rectifique. De todas formas, la confu-
sión continuará: Stromboli, ¿es mala pelícu-
la? ¿Es una grandiosa película? ¿Marca una
ruta para el buen cine? ¿Es el camino ideal
para un cine solemnemente aburrido?
Que se discuta en mesa redonda de
Cine-club, como propone el propio Tomás.
Serra roja lo dijo
No era ése, El Patio, el sitio ideal para rendir
homenaje a Gabriel. Para eso se construyó
Bellas Artes, donde un público homenaje
a Figueroa constituiría la culminación de
una serie de actos privados y semiprivados
que se inició cuando el gran camarógrafo
ganó el primero de sus triunfos nacionales,
en 1936. Su récord es: 13 trofeos nacionales
y 13 trofeos internacionales.
15
27 de agosto, 1950
Sabroso ambiente el de El Patio. Pero
no puede uno evitar el recuerdo de lo que
contestó Orson Wells cuando le pregunta-
ron que qué era lo que le molestaba más de
París: Los otros americanos.
(Por otro lado, querido don Vicente, in-
sistió en que los XEY siguen siendo una
invitación al fusilamiento, sobre todo des-
de que han dado por vociferar eso de que
«Si hay novedad, señora baronesa».)
¿Quién es?
Tres días después de haber empezado a de-
jarse crecer las barbas con serias intenciones
cristiano-cinematográficas, Rogelio A. Gon-
zález se presentó ante Óscar J. Brooks para
hacerle entrega del argumento que le encar-
garon especialmente para Antonio Badú y
Pedro Infante.
Pero un poco antes de que Brooks lo re-
cibiera, se apareció por el rumbo Pedro Ar-
mendáriz, con su habitual tipo de político
enriquecido. Y Rogelio comentó:
«Cuando veo a Pedro, no sé si es Pedro
Armendáriz que llega o el coronel Serrano
que acaba de pasar…»
(Brooks aceptó que Rogelio dirija esa pe-
lícula, que habla de la gran amistad y de los
chanchullos que hacen y se hacen dos bue-
nos amigos. Pero espera el consentimiento
de Wallerstein, para quien se ha compro-
 Efraín Huerta
metido a hacer otro argumento propio: Eu-
genia.)
Exhibiciones
Día 31 de agosto, en la sala de los actores,
Memorias de un mexicano, la admirable y sa-
boteadísima película de Carmen Toscano.
La misma noche, a las 10, homenaje a Car-
men en el restaurante Chapultepec. Todo
organizado por Periodistas Cinematográfi-
cos Mexicanos, Pecime.
Si, saboteadísima película, don Eduardo
Sáenz, alto jefe de la Operadora de Teatros,
S. A., se encargó, el día del estreno, de pro-
curar decir a todo el que quería escucharle
que Memorias de un mexicano era un “mama-
rracho”. Y en el cine Chapultepec, donde se
estrenó la gran película es, casualmente, un
cine de la Operadora o Trituradora de Tea-
tros, S. A. ¿Se explica usted semejante multi-
tud comercial, sobre todo viniendo de una
persona cuyo máximo interés debería estar
en las entradas de taquilla?
Ocho días después, Alfredo Holguín R.
exhibirá en el ya citado Chapultepec la pe-
lícula que será la verdadera sensación: El
tercer hombre, cuya fina y delicada música ha
venido a parar en seco la furia de mambo.
16
Lo dijo Gavaldón
Un día, en los estudios, los laboratoristas
invitaron a Roberto Gavaldón a ver El ter-
cer hombre, en una de las numerosas copias
que se mandaron hacer. Gavaldón vio la
cinta. Después tuvo que ver una suya, Ro-
sauro Castro.
«Y francamente me dio mucha pena»,
confesó el excelente director, cuya fama en
Europa es bastante sólida como resultado
de La barraca y de La otra.
En fin, que el señor Carol Reed se ha con-
vertido en el primer cineasta del mundo.
Se la disputarán
La Montejona llegará a México dentro de
ocho días, a ponerse entre la espada y la
pared. Es decir, entre El cadáver viviente y
Entre abogados te veas. Esta última, del Güero
Bustamante, a quien le urge empezar y ter-
minar. La urgencia es el aprovechamiento
inmediato del éxito de Médico de guardia.
Pero también quieren a la actriz cubana
para que trabaje al lado de Arturo de Cór-
dova. Ella sabrá hacer lo conveniente, de-
bidamente asesorada por su apoderado en
México. Un consejo a los dos, al apoderado
y a la actriz: que se contrate para trabajar
con Arturo, y que el licenciado Bustamante
reprima sus ansias de taquillero y la espere.

3. Sensualidad
Todos los hermanos Soler, menos los pru-
dentes Mercedes y Julián, intervendrán en
Sensualidad. Película calderoniana de Tito
Gout cuya publicidad tendrá que girar en
torno a la figura de Ninón Sevilla. A los So-
ler se unirán Gustavo Rojo, Rodolfo Acosta
y una guapa joven que se inició estelar-
mente, pero que ahora se resigna (¿o es que
la obliga alguien?) a hacer tristes segundas
partes: Lilia del Valle.
Los títulos de las películas de Perico y
Pepe Luis no importan. En un arranque
de buen humor, Raúl de Anda intentó una
reacción contra los títulos de carácter diga-
mos morboso. Y produjo, con Elsa Agui-
rre, Una mujer decente (¿qué obra de Jardiel
Poncela tendrá don Raúl de Anda como
libro de cabecera?).
DLS
Ya puede la gente decir lo que quiera so-
bre los filmes comerciales de Perico y de
Pepe Luis. El caso es que no es nada des-
agradable saber que la Columbia les acaba
de liquidar dls. 150,000 por la explotación
mundial de Pecadora. Y que esa misma
Pecadora está siendo doblada al japonés,
esperándose que la primera exhibición pri-
vada se efectúe con la presencia del general
MacArthur, ese héroe de los repliegues del
Veracruz 1950: Corea.
17
3 de septiembre, 1950
Sensualidad comenzará a filmarse en los
días finales de septiembre. Pero no hay for-
ma de concluir la nota sin volver sobre Li-
lia del Valle: ahora secunda a Guillermina
Green en Burlada, con un sueldo de cinco
mil pesos. Y pierde Entre abogados te veas,
con Fernández Bustamante y con un suel-
do mayor y un crédito absolutamente este-
lar. ¿Quién entiende a las llamadas estrellas
del llamado cine mexicano?
Síntesis
El título de una próxima película de Ga-
valdón sintetiza todo el drama literario de
títulos como Pecadora y Burlada: Amar fue
su pecado. Rogelio A. González y Gavaldón
terminan ya el “shooting-script” (Roge-
lio asegura que no fue él el que trabajó en
Anacleto se divorcia, sino un contemporáneo
suyo que también se llama Rogelio A. Gon-
zález y que se le parece hasta en la ya semi-
poblada barba).
Diálogo
Entre el médico y la señora Martínez, des-
pués del minucioso examen:
—Señora Martínez, tengo para usted una
buena noticia.
—Perdone, doctor, pero soy señorita.
—Ah, señorita Martínez, ¡tengo para us-
ted una ¡mala noticia!
 Efraín Huerta
Luchas
Por dos nobles causas: porque Gilberto Mar-
tínez Solares no dé a su próxima película el
título de Ay amor cómo me has puesto, y por-
que el cine proporcione a la hermosa joven
Liliana Durán más y más oportunidades.
(Tengo entendido que otra lucha se ganó
sin mayor esfuerzo: convencer a Leonora
Amar de que no pretendiera hacer Rosario,
la de Acuña. Hubiera sido el crimen más ho-
rripilante de la historia, sobre todo después
de que la pompaduresca brasilera acaba de
hacer su propia autobiografía: Curvas peli-
grosas.)
Cable
Hace ocho días, un colega publicó un cable
fechado en Roma el día 20, notificando que
se preparaba representación de una obra de
Tennessee Williams, el afortunado autor
de El tren que se llama Desiderio...
Realmente, hay cosas y cables que no
tienen nombre.
Un patiño cualquiera
Cuando Patiño Gómez le dijo a un cole-
ga que dejaría de dirigir para dedicarse a
la producción, el colega contestó: «¡Qué
bien!», en vez de «¡Qué bueno!»
Patiño ha demostrado que también en el
cine existen los cartuchos quemados. Des-
pués de poco reflexionarlo, se ha decidido
a darse a sí mismo el oropelesco título de
productor. Magnífico. Con el gordo Gómez
Muriel, el Juan Orol de los ricos producirá
18
Nosotras, las taquígrafas..., de Sarah Batiza,
novela premiada en el Certamen Cultural
(R. I. P.) de los Talleres Gráficos de la Nación.
(Párrafos de ofrecimiento: «¡Somos ta-
quígrafas! ¡Cuántas inquietantes preguntas
se hacen a nuestro alrededor! ¡Cómo se nos
critica y condena y qué poco se nos cono-
ce y comprende! Si obtenemos un triunfo,
se atribuye a la casualidad o a la coquete-
ría. Si fracasamos, la más cruel dureza e
incomprensión son nuestros implacables
jueces».)
Récord
Lo estableció Neto Cortázar al hacer la fa-
bulosa cantidad de cuarenta y seis escenas
el primer día de filmación de Corazón de fie-
ra; se supone, claro está, que el corazón de
tal manera clasificado pertenece a la pro-
tagonista del film, que lo es Rita Macedo,
¡Mujer cruel!
Pero lista, no aceptó volverse a juntar
con Fernando Fernández en la película que
producirá Alberto Zacarías. Hace bien. To-
davía debe dolerle la experiencia de Duelo
en las montañas. El film de Zacarías lo di-
rigió Cortázar y se titula de esta manera
macabra y romántica: La muerte enamorada.
¿Trabajará Miroslava con Fernando Fer-
nández? Tal vez. Pero seguro, seguro que
el Che Reyes, Rey sin corona del anticipo,
tendrá un buen papel.
Suerte a Alberto Zacarías en su bautizo
cinematográfico.

4. Compases
Después de ver El tercer hombre: También de
dolor se canta, pero También de cifras se mue-
re. En efecto Orson Wells, rey del mercado
negro de la penicilina en la Viena de hace
poco (Viena, A. M., que quiere decir Antes
de Marshall), cae abatido por dos certeros
balazos. Y el rasgueo de la cítara entra en su
apogeo. El tema es obsesionante. Y la dife-
rencia entre un cilindro y una cítara es la si-
guiente: un cilindro lo toca cualquiera, pero
no cualquiera lo carga. Una cítara la carga
cualquiera, pero no cualquiera la toca. En
el film, el ejecutante es Antón Karas. Pero
Holguín, distribuidor de Selznick en Méxi-
co, ha sacado de no se sabe dónde a la se-
ñora Trudi Bork, encargada de difundir en
entreactos y cabarets de lujo la música de la
gran película del señor Carol Reed.
(Una cítara es una guitarra hecha torti-
lla, y con más cuerdas.)
(A los primeros mexicanos que hagan
una película con fondo de cítara: Oyeron
tocar la cítara, pero no supieron dónde.)
(Freud no habló jamás del complejo de
cítara.)
Reed
A las primeras de cambio, Fausto Castillo
me soltó este torito:
Después de esto. Hitchoock debería ahor-
carse.
(Ya se ahorcó. Con La soga.)
19
10 de septiembre, 1950
En lo mismo
Mucho escándalo, mucha rebeldía y todo,
y todo quedó en lo mismo. En consecuen-
cia, hay que abonarle a los altos jefes de la
Asociación Nacional de Actores otro error.
Y cargarles los prejuicios económicos que
ya sufren varias decenas de sus socios. En
cambio, los productores triunfaron moral-
mente.
Es la pura verdad. Rodolfo Landa. No
debiste tomar tan es serio el cable que te
mandó Jorge Negrete. Jorge está muy lejos,
y los productores están demasiado cerca.
Más cerca que Seki Sano.
Insistencia
Le preguntaron a Orson Welles: ¿Cómo le
hizo usted para trabajar tan bien en el Ter-
cer hombre? Y contestó: Es que el señor Ca-
rol Reed y yo pudimos por fin llegar a un
acuerdo con Orson Wells.
(Este Orson Welles no tiene nada que ver
con el Orson Welles de The Stranger. Aquí es
simplemente el tercero en discordia y cuan-
do él aparece, desaparece todo. Menos Valli,
que por fin se decidió a actuar.)
Vendedores
En Larga es la noche, mientras el pobre Ja-
mes Mason se iba derrotando a sí mismo
y la policía de liberación de Irlanda queda-
ba en ridículo, triunfaba en el film el viejo
 Efraín Huerta
vendedor de pájaros. En El tercer hombre
hay un vendedor de globos y una vende-
dora de flores.
Nada extraño será que al rato se inaugu-
re una casa de cítaras.
Estreno
El importante Roble ha dispuesto estrenar el
20 de noviembre la película que Emilio Fer-
nández y Gabriel Figueroa hicieron para los
hermanos Calderón, Víctimas del pecado con
Ninón Sevilla como estrella.
Advertencia
A don Alfredo Holguín, distribuidor de El
tercer hombre:
Que suprima de los desplegados el pe-
queño aviso “Nulos todos los pases, sin ex-
cepción”, y que le pida al señor Sáenz que
no se pare en el vestíbulo la noche del 14
a decirle a la gente que «qué le ven a ese
mamarracho».
La lucha se entablará entre Ismael Ro-
dríguez, en esta esquina y con Sobre las olas,
y Carol Reed, en esta esquina y con su Ter-
cer hombre.
Bracho
Julio Bracho y don Chucho Grovas toma-
rán por su cuenta el Palacio Chino (Pagado
del cine Mexicano) para jugárselas con La
inmaculada en la que volveremos a ver a
Rosario Granados.
Bracho y don Chucho tendrán que apre-
tar muy fuerte para poder competir con los
tremendos rivales que tienen enfrente.
20
(Y si tarda más en aparecer el libro Unos
hombres, del fabuloso Otaola, habrá que
cambiarle el título por el de “unos inmacu-
lados”.)
Otro cambio
Después de mucho penarlo y de considerar
los obstáculos que podría ponerles la cen-
sura, Gilberto Martínez Solares y Juanito
García acordaron que su próxima película
no se llamará Ay, amor, cómo me has ponido,
sino, Ay, amor, cómo me has puesto.
Lo pensaron mucho, pero no lo conside-
raron suficientemente.
Buñuel
Y aquí viene lo bueno: Luis Buñuel acaba
de hacer en México, con un tema mexicano,
la película más tremenda de nuestra histo-
ria cinematográfica, Los olvidados.
Tema: La delincuencia infantil. Conce-
siones: ninguna. Los personajes son reales
y los hechos son auténticos. Fotografía: Ga-
briel Figueroa.
La narración inicial, a cargo de Ernesto
Alonso, explica que el problema planteado
podrá ser resuelto por «las fuerzas progre-
sivas del país».
(¿Qué opina usted de las fuerzas vivas
del país? Opino que todas las fuerzas vi-
vas están muertas.)
¡Qué película Los olvidados! ¡Y que ac-
tor está hecho Roberto Cobo! Allí resurge,
magnífica, Stella Inda.

5. Academus González
Lo acaban de nombrar, casi por aclama-
ción, compañero de fatigas de don Fer-
nando (El gran calavera) Soler. Y aceptó su
nombramiento en vista de que el siempre
batallador (¿y ahora por qué no?) Rodolfo
Usigli declinó su postulación. Sus primeras
palabras: «Me vieron cara de idiota: me eli-
gieron académico…» Buena puntería la de
los actores: fijarse en Usigli y en Rogelio A.
González. Mala táctica la de Rodolfo al no
aceptar sus candidaturas. Y muy grandes
planes los que tiene Rogelius para reforzar
en el aspecto moral a la prematuramente
envejecida Academia Mexicana de Cien-
cias y Artes Cinematográficas.
Libertad
Rogelio A. González, el de la barba superpo-
blada, pedirá que para llegar a la selección
de las ternas académicas intervengan, en
una preselección general, los exhibidores,
los productores-distribuidores y los perio-
distas especializados. Más tarde la academia
elegirá, en deliberaciones públicas y con vo-
tos razonados, a sus películas y a sus artistas
predilectos.
Me solidarizo con la idea del joven Ana-
cleto, ya que es ésa una de las únicas for-
mas que tiene la Academia para rescatar el
prestigio que se le comenzó a derrumbar
desde hace dos años.
21
17 de septiembre, 1950
Amadori
El excelente Luis César Amadori y la her-
mosa y fina Zully Moreno están ahorita
en Los Ángeles. Amadori es presidente de
la Academia Cinematográfica Argentina.
Pero la nuestra nunca se quiso dar por en-
terada. Amadori no fue siquiera invitado a
la entrega de los Arieles.
Pero don Fernando ha prometido que,
antes de que Amadori se regrese a Buenos
Aires, le organizará un acto especialísimo.
Magnífico.
Y para liquidar a Amadori: el gran di-
rector no ha visto su mejor película, Dios se
lo pague. Claro que la conoce. Pero jamás ha
podido ver una proyección con el film to-
talmente terminado. Habrá que contársela.
Y nuestro consejo: que no acepte ningu-
na clase de proposiciones de los produc-
tores de Hollywood. Que Hollywood se
quede con Fregonese. Pero la verdad es que
Amadori está mejor entre nosotros, los es-
casos millones de personas que todavía ha-
blamos y mal escribimos el idioma español.
No se casa
Rodolfo Lovendal (Muchachas de uniforme)
fue interrogado: «¿Es cierto que te casas
con Alicia Caro?» «¿Por qué?», replico él,
en vez de contestar simple y llanamente:
«¿Con qué objeto?»
 Efraín Huerta
Rudy traerá para sus “Muchachas” a una
chica que se llama Irazema Dillan. La hará
popular con sólo llamarla Irazema. Pero
como él asegura que es de una belleza ató-
mica, pues que la llame Hiroshima (Y que la
haga firmar el Llamamiento de Estocolmo,
que tanto ha enfadado a míster Thurston…
Thurston… Y viene a la memoria la melodía
de «Las golondrinas» y del muy mexicano
dicho: «Me saludas a nunca vuelvas».)
En Yucatán
En los desplegados yucatecos anunciando
Memorias de un mexicano: «Vea usted a don
Olegario Molina junto a don Porfirio Díaz»,
y «Vea usted las calles de Mérida antes de
ser adoquinadas».
Apaga fuegos
Como el carro rojo de Pedro Infante no es
convertible, los bomberos le pidieron pres-
tado el suyo a Rita Macedo. Y los nobles
tragahumo se lo llevaron desde el miérco-
les pasado. El gran desfile fue el sábado.
A los heroicos muchachos no hay que
negarles nada, aunque sus peticiones sean
positivamente incendiarias.
22
Las cosas de Neto
«Tuvieron que arreglar el conflicto antes
de que llegara Jorge, porque si no, nunca
se arregla…»
Tal dijo Ernesto Cortázar. Un día que
Neto filmaba alguna de sus películas, el In-
dio Fernández llegó al set a hacerle una visita
interesada: «Vengo a ver cómo le haces para
filmar una película en 13 semanas». «Pos
párate ahí», le contestó Neto, que ese día
estaba inspirado y rodó cerca de 62 escenas.
El Indio se despidió con estas amargas pala-
bras: «Pues, palabra que no lo entiendo…»
Ahora Ernesto quiere de nuevo a Rita
Macedo para Su Excelencia, el Gobernador.
A Rita la hemos de ver en Corazón de fiera,
vestidos como gente “decente”. Siempre
nos la habían dado de porfiriana o de cam-
pesina.
Olallito
Olallo Rubio II regresó de Los Ángeles. No
trae muchos proyectos. Digamos tan sólo
10 o 12. Todos confiamos en que, entre los
proyectos que trae, esté el de terminar, POR
FIN, Furia roja…
Y que la pueda estrenar el próximo di-
ciembre.
 Efraín Huerta

Toscano, Carmen, 14, 16, 24 Valdés, Jaime, 11, 25-26, 86

Toscano, Salvador, 14 Valle Inclán, Ramón del (citado también como
Toussaint, Carlos, 93 Ramón el de las barbas de chivo), 38, 88
Trejo Morales, Manuel, 60 Valle, Lilia del, 17
Trucios, Armando, 97 Vargas, Elvira, 40
Truman, Harry S. 52 Velo, Carlos, 67
Tuero, Emilio, 82, 91, 100 Vila, Vicente, 55, 72, 105
Villa, Pancho, 110
U Vincent, Juan, 104, 106
Ugarte y Pagés, Eduardo, 27, 87
Urruchúa, Víctor, 28 W
Urueta, Chano, 65, 102 Wallerstein, Gregorio, 15, 45, 65, 70, 80, 83, 93, 100,
Usigli, Rodolfo, 21, 38, 69-70, 87, 89, 108 104, 08
Wieck, Dorotea, 41
V Wilheim Karol, 28, 48, 79, 108-109
Vaca Gaona, Jesús, 95 Winchell, Walter, 52
Valadez, Carlos, 82
Valadés, Edmundo, 9 Z
Valdés Tin Tan, Germán, 31, 56, 58, 68, 109 Zacarías, Alberto, 18, 101, 106
Valdez, Edmundo, 31, 56, 58, 68, 109 Zacarías, Mario, 65, 83, 101, 106
Valdés Peza, Armando, 64

«Cine y Anticine»: las cuarenta y nueve entregas

de Efraín Huerta, fue editado por el
Centro Universitario de Estudios Cinematográficos
y la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial
de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Su diseño, corrección y composición tipográfica,
se realizaron en el Departamento de Publicaciones del Centro.
Se utilizaron familias Palatino, Calibri y Berkeley.
Se terminó de imprimir el 16 de noviembre de 2014,
en Programas Educativos, SA de CV, Calzada Chabacano 65, int. A ,
colonia Asturias, Cuauhtémoc, México, 06850, DF.
Se tiraron mil ejemplares, impresos en offset: interiores
sobre papel bond de 104 g. y forros en couché mate de 300 g.
Formación y diagramación de Gabriela García Jurado,
el cuidado editorial estuvo a cargo de Rodolfo Peláez.

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