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Vázquez Rodríguez Daniela

7 de marzo del 2019


Kuhn, Thomas, “¿Qué son las revoluciones científicas?,
en Kuhn, Thomas, El camino desde la estructura.
Argentina, Paidós, 2002.

El capítulo titulado “¿Qué son las revoluciones científicas?”, escrito por Thomas Kuhn,
comienza haciendo referencia a dos tipos de desarrollo científico, los cuales son, el normal y
el revolucionario. Para definir el primer tipo de ciencia, se hace una comparación entre un
edificio, el cual representa al conocimiento universal, y los ladrillos que van conformando al
mismo, haciendo crecer cada vez más al edificio, son los resultados que produce la
investigación científica.

Este tipo de conocimiento se dice, es acumulativo, ya que ha ayudado a estructurar diversos


tipos de obras dentro del ámbito metodológico lo cual ha marcado la pauta decisiva para que
las investigaciones científicas sigan aportando ladrillos a la gran edificación del saber en
general. Por otro lado, la ciencia revolucionaria es aquella que descubre cierto tipo de
conocimiento que no encaja meramente con aquellos conceptos que se habían postulado
previamente.

Para explicar mejor lo que es el conocimiento de tipo revolucionario, Thomas Kuhn


ejemplifica, mediante tres invenciones científicas, tres elementos que estas mismas
comparten y que, por lo tanto, las diferencian de cualquier otra clase de conocimiento (2002,
p. 24). Para empezar, se toma como ilustración la transición de la física aristotélica a la
newtoniana, en la cual el autor menciona que tuvo ciertos problemas para lograr comprender
y aprehender aquello a lo que Aristóteles hacía mención en sus escritos sobre física. En un
principio, estos textos no lograban acoplarse a los conceptos previamente abstraídos por la
mente del autor, sin embargo, no fue hasta que él mismo comenzó a comprender los
conceptos desde la mirada de Aristóteles, cuando todo empezó a cobrar sentido.

De pronto, las piezas que antes no encajaban comenzaron a ordenarse por sí mismas, abriendo
paso a un modo completamente distinto de ver aquello que antes no se comprendía. Es así
como, este tipo de “epifanía” científica, logra ser la primera característica que define al
cambio revolucionario. En lo que refiere a este tipo de cambio, cabe mencionar que, algunos
aspectos no pueden ser considerados de manera individual, sino que, es necesario
reconocerlos como conjunto, de manera que, cuando estos se unan e interrelacionen formulen
un sentido propio.

El segundo ejemplo alude a la creación de la batería eléctrica, durante el año 1800, por
Alessandro Volta y, posteriormente, a la creación de la Ley de Ohm. Durante el texto se
menciona que, estos dos descubrimientos fueron, en un principio, rechazados o ignorados
debido a que la asimilación de conceptos de ambas invenciones implicaba un cambio no
acumulativo de conocimiento. Es decir que, las prenociones que se tenían hasta ese momento
no hicieron más que impedir la comprensión de los nuevos conceptos que implicaban estos
descubrimientos, por lo que la aceptación de estos no se otorgó de manera inmediata.

Ahora bien, el tercer ejemplo trata sobre el trabajo que hubo realizado Max Planck, en 1900,
sobre un problema conocido como “del cuerpo negro”. Este científico logró darle solución
por primera vez al problema utilizando un método clásico, previamente desarrollado por el
físico austríaco Ludwig Boltzmann. No obstante, pasado un tiempo de este descubrimiento,
varios científicos encontrarían un error durante la comprobación experimental del hallazgo,
el cual impedía que la práctica se realizara tal y como Planck lo había fijado previamente.

Esta situación logró resolverse, posteriormente, mediante un cambio en el vocabulario de los


elementos del experimento. La importancia de esta variación de palabras tuvo como
consecuencias, no sólo la resolución del problema localizado en la comprobación, sino que
también logró realizar cambios en la terminología utilizada, hasta ese entonces, dentro de la
física como disciplina, tanto en su teoría como en su praxis.

Por consiguiente, estos tres ejemplos marcan la pauta para comenzar con la definición de las
tres características principales que comparten los descubrimientos realizados dentro de la
ciencia revolucionaria. En primera instancia, los cambios revolucionarios son holistas, es
decir, que no pueden hacerse paso a paso, sino que, se debe revisar al mismo tiempo aquel
conjunto de generalizaciones que interactúan entre sí y que, por si mismas, no tendrían un
sentido propio.

Como segunda característica se tiene el cambio de significado que adquieren ciertos


conceptos al conectarse con la naturaleza, es decir, con sus referentes. Sin embargo, en este
apartado se puede decir que también la ciencia normal es afectada por la variación en el
vocabulario, es por esto que, hablando en “[…] el carácter distintivo del cambio
revolucionario en el lenguaje es que altera no sólo los criterios con los que los términos se
conectan con la naturaleza; altera además, […] el conjunto de objetos o situaciones con los
que se conectan esos términos” (Kuhn, 2002, p. 42).

Finalmente, la tercera característica que identifica al conocimiento revolucionario es que


implica, necesariamente, un cambio en las categorías taxonómicas previamente instauradas
por la ciencia. Esto implica un ajuste, no sólo en los cambios de categorías, sino también en
la forma en las cual los conceptos utilizados son distribuidos dentro de las mismas. Este
cambio es también holista, debido a la interdefinición que se da dentro de las categorías al
ser reorganizadas y, del mismo modo, a que siempre se termina a afectando a más de una
sola categoría.

Así, la lectura concluye describiendo la característica esencial que debe poseer todo
descubrimiento científico que se quiera llamar revolucionario: “la alteración del
conocimiento de la naturaleza intrínseco al lenguaje mismo […] anterior a todo lo que puede
ser completamente descriptible como una descripción o una generalización, científica o de la
vida diaria” (Kuhn, 2002, p. 45). Es así como, la distorsión o el cambio implicado dentro del
lenguaje mismo, es el elemento mínimo y fundamental dentro de cualquier cambio
revolucionario.

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