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El capítulo titulado “¿Qué son las revoluciones científicas?”, escrito por Thomas Kuhn,
comienza haciendo referencia a dos tipos de desarrollo científico, los cuales son, el normal y
el revolucionario. Para definir el primer tipo de ciencia, se hace una comparación entre un
edificio, el cual representa al conocimiento universal, y los ladrillos que van conformando al
mismo, haciendo crecer cada vez más al edificio, son los resultados que produce la
investigación científica.
De pronto, las piezas que antes no encajaban comenzaron a ordenarse por sí mismas, abriendo
paso a un modo completamente distinto de ver aquello que antes no se comprendía. Es así
como, este tipo de “epifanía” científica, logra ser la primera característica que define al
cambio revolucionario. En lo que refiere a este tipo de cambio, cabe mencionar que, algunos
aspectos no pueden ser considerados de manera individual, sino que, es necesario
reconocerlos como conjunto, de manera que, cuando estos se unan e interrelacionen formulen
un sentido propio.
El segundo ejemplo alude a la creación de la batería eléctrica, durante el año 1800, por
Alessandro Volta y, posteriormente, a la creación de la Ley de Ohm. Durante el texto se
menciona que, estos dos descubrimientos fueron, en un principio, rechazados o ignorados
debido a que la asimilación de conceptos de ambas invenciones implicaba un cambio no
acumulativo de conocimiento. Es decir que, las prenociones que se tenían hasta ese momento
no hicieron más que impedir la comprensión de los nuevos conceptos que implicaban estos
descubrimientos, por lo que la aceptación de estos no se otorgó de manera inmediata.
Ahora bien, el tercer ejemplo trata sobre el trabajo que hubo realizado Max Planck, en 1900,
sobre un problema conocido como “del cuerpo negro”. Este científico logró darle solución
por primera vez al problema utilizando un método clásico, previamente desarrollado por el
físico austríaco Ludwig Boltzmann. No obstante, pasado un tiempo de este descubrimiento,
varios científicos encontrarían un error durante la comprobación experimental del hallazgo,
el cual impedía que la práctica se realizara tal y como Planck lo había fijado previamente.
Por consiguiente, estos tres ejemplos marcan la pauta para comenzar con la definición de las
tres características principales que comparten los descubrimientos realizados dentro de la
ciencia revolucionaria. En primera instancia, los cambios revolucionarios son holistas, es
decir, que no pueden hacerse paso a paso, sino que, se debe revisar al mismo tiempo aquel
conjunto de generalizaciones que interactúan entre sí y que, por si mismas, no tendrían un
sentido propio.
Así, la lectura concluye describiendo la característica esencial que debe poseer todo
descubrimiento científico que se quiera llamar revolucionario: “la alteración del
conocimiento de la naturaleza intrínseco al lenguaje mismo […] anterior a todo lo que puede
ser completamente descriptible como una descripción o una generalización, científica o de la
vida diaria” (Kuhn, 2002, p. 45). Es así como, la distorsión o el cambio implicado dentro del
lenguaje mismo, es el elemento mínimo y fundamental dentro de cualquier cambio
revolucionario.