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INSTITUTO POLITÉCNICO

NACIONAL
ESCUELA SUPERIOR DE
MEDICINA

BERENICE GONZÁLEZ LÓPEZ


ACM4

SALUD PÚBLICA
PROFESOR: DR. CARDIEL SIERRA
ARTURO

TEMA: IMPORTANCIA DE LA
CIRROSIS HEPÁTICA COMO UNA DE
LAS 10 PATOLOGIAS MÁS COMUNES
EN MÉXICO Y SU EVOLUCIÓN EN EL
TIEMPO.
s resultado de agresiones continuas al
hígado, como puede ser el consumo
reiterado de alcohol, infecciones virales o la
presencia del denominado hígado graso.
Como resultado de las lesiones producidas,
el tejido normal de este órgano comienza a
ser sustituido paulatinamente por tejido fibroso (cicatrices), hasta que la
funcionalidad del hígado se ve mermada. Aunque puede diagnosticarse a
tiempo para evitar un mayor deterioro y la muerte temprana, lo habitual
es que se diagnostique cuando el cuadro ha llegado a etapas avanzadas
y el tratamiento es más complicado. 1
Es de etiología múltiple y se asocia al consumo de alcohol, pero también
es una secuela de una enfermedad infecciosa, ya sea hepatitis B o
hepatitis C.
En México, la cirrosis hepática es la cuarta causa de pérdidas de salud;
se ubica en el quinto lugar de la mortalidad general y en el cuarto de las
muertes prematuras. Al observar su
distribución geográfica en el país, es
evidente que el mayor riesgo se
concentra en las entidades del sur del
país con excepción de Tabasco;
menores tasas de AVISA perdidos se
observan en el norte del país. A nivel
nacional, 46% de la carga por cirros se
asocia con el consumo de alcohol y 35%
con hepatitis C.
Aunque la tendencia de la carga atribuible al
consumo de alcohol disminuyó en México de 1990 a 2013, este factor se ubica en
el quinto lugar a nivel nacional con 6.5% de la carga atribuible (cuadro 6.2). A
diferencia de los otros factores de riesgo, se insinúa cierto patrón geográfico,
concentrando mayor carga atribuible las entidades del centro y del sur del país. La
magnitud de la diferencia entre Querétaro (7.7%) y Nuevo León (5.3%), entidades

1
Informe de salud de los mexicanos 2015….
con mayor y menor AVISA atribuible al consumo de alcohol, respectivamente, es
estadísticamente significativa.

En 2013, más de 23,000 personas murieron por cirrosis en México, casi tres cuartas
partes de las cuales eran del sexo masculino. Esto se refleja en una tasa en 2013
de 19.6 para el total de la población, de 30.2 para hombres y de 9.6 para mujeres.
Además, mientras que para los hombres la tasa ha disminuido de 34.1 en 2000,
para las mujeres se ha mantenido casi sin cambios, pues en 2000 fue de 9.9; lo que
ubicó la tasa general en 21.8 en 2000. También hay un patrón diferencial en el tipo
de cirrosis. Las de origen alcohólico son más frecuentes en hombres que en mujeres,
entre quienes predominan las de origen infeccioso.
Aunque existen algunas muertes por cirrosis en recién nacidos (a consecuencia de
una obstrucción congénita del flujo biliar), las defunciones por esta causa se
presentan con mayor frecuencia a partir de los 30 años y en su mayoría se
concentran en personas mayores de 50 años. La tasa casi se duplica entre decenios
de edad a partir de los 30 años. En nuestro país, en 2013, una de cada mil personas
de 60 años o más murió por esta causa.

El análisis por estados en 2013 muestra a tres entidades con cifras claramente
superiores a las del resto del país: Veracruz, Puebla y Yucatán, con tasas superiores
a 30 defunciones por 100,000 habitantes. Esta cifra es de casi el triple de la que se
observó en Sinaloa (9.8). Entre 2000 y 2013, el mayor descenso en este indicador
se registró en el Distrito Federal, que disminuyó su mortalidad por cirrosis en 41%,
descenso similar al observado en Querétaro e Hidalgo. Por el contrario, Michoacán
y Tabasco tuvieron incrementos de más de 45% en este mismo periodo
El siguiente cuadro presenta las 15 primeras causas en las que se debería prestar
atención de acuerdo a mortalidad, APMP, AVD y AVISA. En la primera columna se
observa el típico panorama de un país de ingresos medios.

Realizando un análisis de las diez principales causas de muertes por sexo y edad
en comparación del año 2000 al 2013 podemos observar que:

En la población de 0-14 años tanto hombres como mujeres no figura la cirrosis


hepática dentro de las diez patologías (año 2000-2013)

Para la población de 15-29 años en el 2000, en los hombres ocupaba la sexta causa
de muerte y en mujeres no aparecía dentro de estas; en el 2013 tanto en hombres
como mujeres no aparecían dentro de las 10 causas de muerte.

En el 2000, en edades de 30-44 años, los hombres tenían a la cirrosis en la principal


causa de muerte y en mujeres ocupaba el quinto lugar, en la misma edad, pero en
el 2013 la cirrosis ocupó el tercer y noveno lugar en hombres y mujeres
respectivamente.
Para las edades de 45-64 años en hombres volvió a ocupar la primera posición en
hombres, mientras que en mujeres estaba en la posición cuarta en el año 2000, en
el 2013 se movieron las posiciones a tercero en hombres y quinto en mujeres.

Por ultimo en edades de 65 o más, para el año 2000, la cirrosis en hombres ocupaba
la posición quinta y en mujeres la novena y para el 2013 estaban en séptima y
octava posición (hombres y mujeres respectivamente). (VÉASE ANEXOS).
2000-2013
2000-2013
0-14 años
0-14 años
Hombres -
Hombres -
Mujeres -
Mujeres -
2000 2013
15-29 años 15-29 años
Hombres 6° Hombres -
Mujeres - Mujeres -

2000 2013
30-34 años 30-34 años
Hombres 1° Hombres 3°
Mujeres 5° Mujeres 9°

2000 2013
45-64 años 45-64 años
Hombres 1° Hombres 3°
Mujeres 4° Mujeres 5°

2000 2013
65 años o más 65 años o más
Hombres 5° Hombres 7°
Mujeres 9° Mujeres 8°

Con lo anterior podemos concluir que aunque la cirrosis no se ha mantenido estable


ocupando esos lugares, en la literatura nacional existe consenso en torno a la
importancia de la mortalidad por cirrosis hepática (MCH), como uno de los
problemas prioritarios de salud y como una de las manifestaciones más relevantes
del impacto de las bebidas alcohólicas sobre la salud pública. Considerando que en
el pasado, los datos de morbilidad y mortalidad por cirrosis hepática se utilizaron
como un indicador para estimar la prevalencia del alcoholismo.

En contraste con un panorama internacional, la cirrosis hepática ocupaba el lugar


17 dentro de las 20 primeras causas de muertes en hombres y mujeres en el año
2012.
Se estima que la cirrosis se halla detrás de 800.000 muertes anuales en todo el
mundo. En Europa y Estados Unidos tiene una prevalencia de alrededor de 250
casos anuales por cada 100.000 personas. En los varones la prevalencia es dos
veces mayor que en las mujeres. En España se estima una prevalencia de entre el
1 y el 2% de la población, y es más frecuente en varones a partir de los 50 años.

En el mundo occidental, es cierto que la causa más común de cirrosis es el


alcoholismo, seguido de las hepatitis virales. No obstante, conviene recalcar que
aproximadamente sólo un 12% de los pacientes alcohólicos evolucionan hasta
desarrollar cirrosis.

Es una enfermedad que cursa de forma subclínica durante un largo período, y es


diagnosticada frecuente de forma accidental.
La mortalidad por cirrosis hepática (MCH) se ha ubicado en las últimas décadas
dentro de las 10 primeras causas de muerte, llegando a ocupar hasta la primera
posición en diferentes grupos de edades. Con ese propósito se publicaron en
nuestro país diversos trabajos sobre la mortalidad por esta causa, algunos de los
cuales se enfocaron primordialmente al análisis del alcoholismo y sus
consecuencias sociomédicas. Esos análisis, han permitido llegar a algunas
conclusiones de gran interés entre las que destacan las siguientes:

a) La cirrosis hepática es una importante causa de muerte, particularmente


entre los individuos del sexo masculino en edad productiva.
b) La magnitud de la mortalidad por esta causa presenta una distribución
regional desigual.
Las tasas de mortalidad por esta patología en nuestro país se encuentran
entre las más altas a nivel internacional.

En cuanto a trascendencia social y de salud de esas observaciones podemos


concluir que este es un tema relevante que merece ser revisado bibliográficamente,
teniendo como punto central del análisis, la historia natural de la enfermedad,
características clínicas, comportamiento epidemiológico (índices epidemiológicos),
con el propósito de lograr conocimiento de este fenómeno, que permita identificar
su tendencia histórica, caracterizar su distribución geográfica, y determinar otras
características relevantes de los individuos afectados y no afectados.

De igual manera, entender los elementos que ayuden a explicar las elevadas tasas
de MCH de nuestro país, evaluando de manera bibliográfica diferentes poblaciones
sujetas a distintas influencias y condiciones sociales, culturales, geográficas y
ambientales, entre otras. Esta información será de gran utilidad para orientar en la
búsqueda de este fenómeno y su relación con los patrones poblaciones de consumo
de alcohol, enfermedades virales, entre otras (solo por mencionar algunos que son
más significativos en la patología), para identificar grupos y subgrupos de riesgo,
así como para ayudar a autoridades sanitarias a promover medidas efectivas de
intervención para la protección de la salud pública.
Objetivos específicos.
Investigar cual es la etiología mas frecuente para el desarrollo de cirrosis hepática
en México y su contraste con la etiología mundial

Relación de la patología con las estrategias de salud pública, y evaluar


bibliográficamente si de verdad han sido lo suficientemente impactantes para influir
en su evolución.

Consultar los determinantes epidemiológicos de la enfermedad y su influencia en


la patología a estudiar.

Investigar cual es la complicación mas común de esta enfermedad en el panorama


internacional.

Es posible que no haya síntomas o los síntomas se puedan presentar lentamente,


según qué tan bien esté funcionando el hígado. A menudo, se descubren por
casualidad cuando se lleva a cabo una radiografía por otra razón.

Los síntomas iniciales incluyen:

 Fatiga y pérdida de energía

 Falta de apetito y pérdida de peso

 Náuseas o dolor abdominal

 Vasos sanguíneos pequeños, rojos con forma de araña en la piel

A medida que el funcionamiento del hígado empeora, los síntomas pueden incluir:

 Acumulación de líquido en las piernas (edema) y en el abdomen (ascitis)

 Coloración amarillenta en la piel, las membranas mucosas o los ojos (ictericia)

 Enrojecimiento en la palma de las manos

 En los hombres, impotencia, encogimiento de los testículos e hinchazón de las


mamas
 Tendencia a la formación de hematomas y sangrado anormal, casi siempre debido
a venas hinchadas en el tracto digestivo
 Confusión o problemas de concentración
 Heces de color pálido o color arcilla

 Sangrado del tracto intestinal superior o inferior

Complicaciones

Hipertensión portal. Se define como la presión venosa portal mayor de 10 mm Hg,


o bien, un gradiente de presión de la vena hepática mayor de 5 mm Hg. La
hemorragia variceal se presenta cuando el gradiente de presión es mayor de 12 mm
Hg. La patogenia de HP está dada por la relación entre el flujo sanguíneo venoso
portal y la resistencia a este flujo sanguíneo dentro del hígado y de los vasos
sanguíneos colaterales portosistémicos. Las várices esofagogástricas son una
respuesta a la HP para descomprimir la vena porta y regresar la sangre a la
circulación sistémica. El riesgo de hemorragia se relaciona con las dimensiones y
apariencia de las várices, así como con el grado de encefalopatía.

Ascitis. Es el acumulo excesivo de líquido dentro de la cavidad peritoneal y es la


complicación más común. La ascitis se debe al exceso de sodio y agua corporal.
Diversas teorías explican los mecanismos que la producen; una de ellas plantea
que el trastorno inicial es la retención de líquido en la circulación esplácnica. El riñón
detecta esta aparente disminución del volumen intravascular y su respuesta es la
retención de sodio y agua mediante la estimulación del sistema renina-angiotensina,
sistema nervioso simpático y hormona antidiurética. Otra teoría propone que el riñón
retiene inadecuadamente agua y sodio en ausencia de reducción del volumen; por
último, una tercera teoría es la de la vasodilatación arterial periférica; ésta sostiene
que la retención de sodio es secundaria al llenado arterial insuficiente, debido a
vasodilatación y no al menor volumen circulante.

Peritonitis bacteriana espontánea. Los pacientes con ascitis pueden sufrir PBE;
el líquido de ascitis puede tener concentraciones bajas de albúmina y otras
proteínas opsonizantes que favorecen la infección. Las bacterias que ocasionan la
PBE proceden del intestino y pasan hacia el líquido de ascitis por vía hematógena,
trasmigrar a través de la pared intestinal y de los linfáticos. Además, la presencia de
una gran cantidad de líquido peritoneal permite el crecimiento bacteriano. En estas
condiciones los macrófagos del hígado y del bazo son incapaces de eliminar la
bacteriemia. El diagnóstico se establece mediante el análisis del líquido en el que
se encuentra una cuenta de leucocitos mayor de 500 o más de 250
polimorfonucleares.

Síndrome hepatorrenal. Es una complicación grave que presentan los pacientes


cirróticos con ascitis y se caracteriza por azoemia progresiva por la retención de
sodio y oliguria, sin que exista alguna causa estructural de disfunción renal. Está
relacionado con alteraciones hemodinámicas renales y desequilibrio entre
prostaglandinas y tromboxanos. La función renal se encuentra íntegra y la biopsia
no muestra alteraciones. El SHR se clasifica en dos tipos: tipo 1 y tipo 2. El SHR
tipo 1 se observa con frecuencia en pacientes con cirrosis alcohólica con o sin
hepatitis alcohólica; se caracteriza por una insuficiencia renal progresiva, con
aumento al doble de la creatinina en menos de dos semanas. El pronóstico es muy
malo, con 80% de mortalidad en menos de dos semanas. En 30% de los pacientes
con PBE se desarrolla el SHR tipo 1. El SHR tipo 2 se caracteriza por insuficiencia
renal con disminución progresiva y constante de la creatinina (entre 1.5 y 2.5 mg/dL)
en ausencia de otras causas. El pronóstico es malo y la supervivencia es de 50% a
cinco meses y de 20% a un año.

Encefalopatía hepática. Es un síndrome neuropsiquiátrico reversible o progresivo


que se caracteriza por alteraciones de la conciencia y la conducta, cambios de la
personalidad, signos neurológicos fluctuantes, asterixis y anormalidades
electroencefalográficas características. Se presenta a menudo como un cuadro
agudo y reversible, pero en algunos pacientes es crónico y progresivo. Se sabe que
en este síndrome existe una alteración multiorgánica, disfunción hepatocelular
avanzada y cortocircuitos intrahepáticos o extrahepáticos de sangre venosa portal,
la cual ingresa a la circulación sistémica sin pasar por el hígado. En cuanto al
sistema nervioso central, se observa aumento en la permeabilidad de la barrera
hematoencefálica para algunas sustancias como benzodiacepinas endógenas. Por
otra parte, en la cirrosis existe una baja reserva hepática lo que disminuye la
depuración de amoníaco, incrementa su concentración plasmática y ocasiona
algunas de las manifestaciones clínicas de la EH; sin embargo, la concentración de
amoníaco no se relaciona en forma directa con la gravedad de la encefalopatía.
ANEXOS

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