LA RECONCILIACIÓN CON DIOS recordar algunas de las grandes bendiciones
espirituales que tienen en Cristo.
TEXTO Efesios 2:13
Introducción
Algunas enfermedades son simples; el
tratamiento es simple. Otras enfermedades son
muy complejas. El tratamiento también es
complejo (controlar todos los síntomas).
La salvación de Dios es algo tan maravilloso que
los autores de la Biblia usan varias imágenes o
figuras para expresar la complejidad de nuestra
salvación.
- La resurrección de los muertos (Efe
2:1, 5).
- Un nuevo nacimiento (Juan 3).
- El perdón de los pecados (Efe 1:7).
- La limpieza de los pecados (1 Juan
1:7, 9).
- Ser trasladados de las tinieblas a la luz
(Efe 5:8).
Esta complejidad se debe a que el pecado es algo
MUY MUY serio, que hace estragos en nuestra
vida humana. Nos enceguece, nos ensucia, nos
esclaviza, nos entenebrece, nos mata.
En Efe 2:11-22, el cuadro que Pablo presenta es
el de la reconciliación. En la salvación, Dios
toma a personas que estaban lejos de Él, y las
acerca a Sí mismo, estableciendo la paz.
Dos preguntas surgen:
i. ¿Por qué necesitamos ser reconciliados
con Dios?
ii. ¿Qué hace Dios para reconciliarnos
con Él?
1. LA NECESIDAD DE LA RECONCILIACIÓN
Al escribir esta carta, lo que Pablo pretende hacer
es recordar a los creyentes en Éfeso su
experiencia espiritual, y en particular lo que Dios
hizo a favor de ellos. En Efe 1:3-14, les hace
En Efe 2:1-10, Pablo les hace ver la gran obra de
resurrección espiritual que Dios efectuó en sus
vidas.
Efe 2:12, Pablo les hace recordar cuál era su
condición espiritual antes de conocer a Dios.
Aquí en el v.13, Pablo continúa ese pensamiento,
y les hace recordar a los creyentes en Éfeso “que
en otro tiempo estabais lejos”. Lejos de Israel;
pero más importante, lejos de Dios.
¿Por qué estaban lejos de Dios, y por qué
necesitaban ser reconciliados con Él?
a. Por Su Pecado
Dios nos creó para conocerlo; pero el pecado nos
aleja de Dios (Is 59:1-2). Adán y Eva hallaron
eso; cuando pecaron, se escondieron de Dios
(Gén 3:8). Este es el resultado universal de
pecado - produce una separación entre Dios y
nosotros. Nuestras consciencias nos acusan, y
sentimos que no podemos acercarnos a Él.
Las leyes ceremoniales del Antiguo Testamento
enseñaban eso constantemente. Si tocaban cosas
que Dios no permitía, resultaban ‘impuros’. Igual
con la comida, con enfermedades, con ciertos
flujos corporales. Lo que Dios quería enseñarles
era que el pecado los rodeaba, y los contagiaba,
en tal manera que los mantenía lejos de Dios.
b. Por la Santidad de Dios
Dios es santo, y no tolera el pecado. Sus ojos
son demasiados limpios para ver el pecado (Hab
1:13).
Ordena a Moisés a no acercarse, porque la tierra
que pisaba era tierra santa (Éx 3).
Isaías tuvo miedo de morir, porque había visto a
Dios en Su gloria y santidad (Is 6).
Las leyes relacionadas con el tabernáculo y el
templo confirmaban eso. Dios estaba en el lugar
santísimo. Nadie podía entrar.
Los sacerdotes sólo podían acercarse hasta el
lugar santo.
Los varones judíos quedaban más lejos.
Las mujeres más lejos aún.
Y en la distancia, los gentiles. No se les permitía
acercarse a Lugar Santo. Estaban lejísimos de
Dios.
¿Por qué dio Dios todas estas leyes y
ceremonias, y un culto en el templo tan
complicado? Porque nos quería ayudar,
haciéndonos recordar constantemente que Él es
santo. Lamentablemente, nos olvidamos de ello
con demasiada facilidad.
Pero los gentiles – personas como los ciudadanos
de Éfeso, no entendían la santidad de Dios. Ellos
creían en dioses que eran tan o más pecaminosos
que ellos mismos.
Por ejemplo, la diosa Diana (una diosa cruel,
vengativa, destructora, sembraba epidemias para
castigar a las personas que no la consideraban).
Esos dioses, lejos de animarlos a vivir una vida
santa, les daban una excusa para seguir
pecando.
Su pecado los mantenía lejos de Dios.
c. Por Su Enemistad con Dios
El problema no era sólo que sentían temor por
sus pecados, y que no podían acercarse a Dios
por ser santo, el problema fundamental era la
enemistad entre Dios y el pecador.
Desde el momento que Adán y Eva
desobedecieron a Dios, el ser humano ha sido un
enemigo de Dios.
El pecador no se somete a la ley de Dios.
El pecador no quiere hacerlo.
El pecador odia la ley.
El pecador se molesta con Dios por Su ley.
EJEMPLO: Indicar a los jóvenes que no deben
tener relaciones sexuales antes del
matrimonio.
Dios por Su parte también está enojado con los
pecadores. Su santidad es ofendida por sus
pecados; Su dignidad es ofendida por su
rebelión y falta de obediencia. Su amor es
herido por su indiferencia.
Todo esto genera una enorme distancia entre
Dios y los hombres, y hace necesaria la
reconciliación.
2. LA MANERA DE LA RECONCILIACIÓN
Hay dos cosas preliminares que debemos
enfatizar:
i. No es el ser humano quien busca la
reconciliación…
ii. No es el ser humano quien efectúa la
reconciliación…
Es Dios quien obra la reconciliación. Pero, ¿cómo
lo hace? Pablo indica dos maneras o
instrumentos de la reconciliación.
a. “en Cristo” (v.13a)
La reconciliación se obra por medio de Cristo,
porque Él fue enviado por el Padre a buscar a los
que se habían perdido (Lucas 19:10). Él es el
Buen Pastor. Él es el Mediador entre Dios y los
hombres. Lo es, porque es a la vez Dios y
hombre. El propósito de la encarnación no fue
simplemente revelar al Padre, sino reconciliarnos
con el Padre.
Por eso Pablo afirma, en 2 Cor 5:18 que Dios
“nos reconcilió consigo mismo por Cristo”. Es
más, que “Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo” (2 Cor 5:19).
Es por eso que Cristo afirmó que nadie puede
acercarse al Padre si o lo hace por medio de
Cristo. Él es nuestro Abogado celestial ante el
Padre (1 Juan 2:1). Es sólo en Él que somos
aceptos ante Dios (Efe 1:6).
b. “por la sangre de Cristo” (v.13b)
En el Antiguo Testamento Dios estableció que la
única forma en que el pecador podía acercarse a
Dios era por medio de la sangre derramada.
Todo el sistema de sacrificios se basaba sobre
este principio. Sin el derramamiento de sangre
no hay la expiación de los pecados; y sin la
expiación, nadie puede acercarse a Dios.

En el AT los judíos se acercaban a Dios por la

sangre de los animales. En particular, la sangre
del macho cabrío, sacrificado el día de la
expiación. Llevando esa sangre, el sumo
sacerdote ingresaba al Lugar Santísimo. El autor
de Hebreos lo aplica a los creyentes (Heb 10:19-
22a). Cuando Cristo murió en la cruz, el velo
que separaba el Lugar Santísimo fue roto en dos,
abriendo el camino para que le pecador se
acercara a Dios.

Cristo nos reconcilia con el Padre, no por fuerza

propia, sino por Su sacrificio.

Conclusión

¡Qué tremenda es la salvación! Hombres y

mujeres que antes estaban lejos de Dios, pueden
acercarse a Él, por la obra de Cristo.