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“IDENTIFICACIÓN Y ATENCIÓN A
ESTUDIANTES
CON TALENTO Y SUPERDOTACIÓN”
MÓDULO I
SUPERDOTACIÓN Y TALENTO
Anexo 1
ANEXO
A fines de los años setenta y principios de los ochenta se produjo un cambio profundo
en la concepción de la educación especial. Hasta ese momento, nos relatan Gutiérrez y
Maz (2004), el desarrollo de la educación especial tuvo una concepción reduccionista
de tipo biológico (organismo), psicológico (cociente intelectual) y sociológico (relación
social).
Este cambio surge en Inglaterra con el informe Warnock en 1978, el cual supuso un
punto de inflexión importante en la forma de concebir la educación especial y las
personas tradicionalmente destinatarias de ésta. En él se acuñó el término
“necesidades educativas especiales” para hacer referencia a aquellos alumnos
que precisan una o varias de las siguientes prestaciones educativas especiales a lo
largo de su escolaridad (p. 41).
Desde este concepto, no sólo los niños con discapacidad requieren las ayudas
señaladas; hay otros muchos que, por diferentes causas, pueden requerirlas a lo largo
de su escolaridad de forma temporal o permanente. En el caso de los alumnos con
talento, estas ayudas adicionales son fundamentales para optimizar el desarrollo de
sus capacidades y evitar que experimenten dificultades de aprendizaje o de
adaptación, como consecuencia de una enseñanza que no tiene en cuenta sus
necesidades educativas.
En dicho informe también se plantea que los grandes fines de la educación son los
mismos para todos los niños y niñas, sean cuales fueren los problemas que enfrentan
en su proceso de desarrollo y de aprendizaje.
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La educación se concibe, en este caso, como un continuo de prestaciones y esfuerzos
para dar respuesta a las diversas necesidades de los estudiantes, de forma que puedan
alcanzar los fines de la educación. Dentro de este continuo, algunas ayudas son
brindadas por la educación especial.
Por todo esto, por lo que la escuela debe dar respuesta a las necesidades individuales y
grupales de los sujetos respetando sus características, pero que al mismo tiempo
permita adaptarles a la sociedad en la que se desarrollan; es decir, ha de ser una
escuela que responda a la diversidad que caracteriza a todo grupo humano.
Por ello, actualmente los esfuerzos están orientados a desarrollar una escuela para
todos, o “escuela inclusiva”, que acoja a la totalidad de niños y niñas de la comunidad,
independientemente de su origen social y cultural y de sus características individuales,
y que atienda las necesidades educativas de todos y cada uno.
El desafío es mayor, como nos lo explica Lobato (2001), la educación inclusiva nos
exige abandonar, en nuestra mente y forma de actuar, los modelos competitivos y
clasificatorios tradicionales, para adoptar, en cambio, modelos de cooperación, apoyo y
valoración de las cualidades únicas y propias de cada individuo, enfatizando el papel
social que desempeña la escuela.
Incluir
no es dejar
entrar,
es
dar la bienvenida !
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En muchas ocasiones, los maestros buscan el apoyo de especialistas en la misma escuela o en
servicios educativos externos para solucionar y encontrar apoyo a las necesidades y
dificultades emocionales y de conducta de los niños (Hanko, 1990); sin embargo, no se da esa
misma búsqueda de ayuda en situaciones de dificultades de tipo social o cultural.
Los SAANEE deben prepararse para este tipo de requerimientos, especialmente en lo que
concierne a la integración, educación y desarrollo integral de los estudiantes identificados con
rasgos de talento y/o superdotación.
Los gobiernos han de proporcionar a cada uno las ayudas que requiere para asegurar
su pleno aprendizaje y participación.
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Incluir no es dejar entrar.
Es dar la bienvenida
y disfrutar la alegría de
aprender juntos
DIGEBE