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INTRODUCCIÓN

El problema de las drogas ilícitas es de alcance global. La evidencia empírica


muestra que los mercados ilícitos de estupefacientes producen consecuencias
nocivas sobre la salud pública y, en muchos contextos, generan control territorial y
niveles de violencia que socavan las bases de la institucionalidad democrática
(Dell, 2013; Collins, 2014 UNODC, 2015). La estabilidad en el tiempo de este
problema está asociada con la elasticidad de la demanda a nivel mundial, una
estabilidad que es reforzada en el contexto de globalización económica.
Actualmente las organizaciones de tráfico de estupefacientes funcionan como
redes acéfalas y multicéntricas; esto es, carecen de un ápice estratégico visible y
de un solo centro de operaciones estrategias: estas se hallan dispersas en
cadenas de producción y distribución global (López y Vizcarra, 2012; Reuter,
2014). Dada sus dimensiones globales, desde la década de 1980, la conciencia
jurídica internacional viene reconociendo la responsabilidad compartida de los
Estados frente al problema de las drogas, y que este conlleva consecuencias para
la seguridad de los Estados pero, también, para el desarrollo social y económico de
los países. (JIFE, 2014). El panorama internacional del tráfico ilícito de drogas
comprueba que el problema excede la capacidad de los Estados, en la medida que
–aún en los países con altos índices de desarrollo- aquel tiende a penetrar las
estructuras sociales, económicas y políticas. En ese sentido, las expresiones
nacionales del problema –por ejemplo, la cuestión de los cultivos ilícitos de coca en
el Perú- son inseparables, criminológicamente, de tendencias globales
relacionadas con una demanda que, al margen de sus eventuales o disminuciones,
muestra patrones de estabilidad regional. En esta sección se elabora una
descripción del panorama mundial de las drogas ilícitas, tomando como referencia
el Informe Mundial sobre las Drogas 2015.
MARCO HISTÓRICOS DE LAS DROGAS
Alrededor del año 3.000 a.C. ya se utilizaban algunos opiáceos: en Asia el cáñamo,
en América hojas de coca como analgésico o en la sociedad Azteca algunos
hongos como el peyote.
Aunque no se conozca con exactitud cuál fue la primera droga que se usó,
el alcohol está entre las primeras ya que es probable que cuando se almacenaba
la miel y ésta fermentaba se produjese el primer vino. Desde entonces, las bebidas
fermentadas han sido consumidas a lo largo de la historia convirtiéndose en un
importante comercio colonial.
El opio es el jugo de un tipo de amapola y hay registros de que sus funciones
psicotrópicas eran conocidas ya en el 3.000 a.C. Utilizado como alimento, forraje o
aceite, fue extendiéndose desde Oriente Medio hacia la India llegando en el siglo
IX a China. A Europa Occidental no llegó terapéuticamente hasta el siglo XVI
gracias al médico y alquimista suizo Paracelso que difundió el uso de la "piedra de
la inmortalidad" en forma de láudano o tintura. En el siglo XIX llega a ser un gran
problema sanitario en Occidente ya que la popularización en consumir opio para el
ocio incrementó su adicción.
De la amapola sale también la morfina que fue aislada del opio en el siglo XIX
para sustituirlo junto con la codeína en los tratamientos médicos. En 1874 se creó
el primer opiáceo semi sintético, la heroína, que fue comercializado por la fábrica
Bayer como sustitutivo del opio y la morfina en los tratamientos de deshabituación.
Su alta adicción hizo que en Estados Unidos y en Inglaterra generase una fuerte
adicción que fue extendiéndose por el resto del mundo.
Por su parte el cannabis fue originario de Asia Central. Gracias a los registros
arqueológicos podemos saber que el cannabis ya era empleado como fuente de
fibras textiles en el 4.000 a.C. Sus propiedades alucinógenas probablemente
fueron descubiertas por primera vez en Oriente, ya que algunos escritos chinos de
hace 3.000 años indicaban que el cáñamo tomado en exceso hace ver monstruos y
que si se usa largo tiempo puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo.
Actualmente el cannabis es una de las drogas más consumidas en todo el mundo
tanto en forma de marihuana, hachís y aceite de hachís.
En América el uso de la coca como estimulante se remonta hacia el 5.000 a.C. La
planta de la coca crecía de manera silvestre hasta que en el siglo X comenzó a ser
cultivada por los indios de Colombia que la difundieron hacia el sur. En la cultura
Inca era usada como planta sagrada en rituales. Además como poderoso
estimulante la hoja de coca era mascada por los trabajadores para mitigar los
efectos derivados de la altitud, el hambre o la fatiga y como medicina para las
molestias gastrointestinales, catarros o contusiones. La coca no se exportó a otros
lugares hasta que en el siglo XVI llegaron los españoles y se sorprendieron por sus
efectos.
En el caso del tabaco, las primeras pruebas de su existencia datan de la cultura
maya en el 2.000 a.C aproximadamente, aunque es probable que estuviese ya
presente en las antiguas organizaciones de Oriente. Cuando los conquistadores
españoles llegaron en 1492 a Haiti (Antiguamente Tabago) vieron sus posibles
virtudes terapéuticas y la trasladaron al viejo continente también en el siglo XVI
exportándolo a Prusia y Filipinas y de allí hacia China. Por su parte Portugal lo
exportó a Italia, África, Java, India, Japón e Irán.
Pero la droga con más adicción a lo largo y ancho del planeta es la cafeína.
Aunque la planta existía hace miles de años en Etiopía, su difusión empezó en
Arabia en el siglo X. Cuenta la leyenda que un monje al observar cómo quedaban
de excitados los animales después de comer sus frutos decidió probarlos. En el
siglo XVIII el café se propagó por Europa llegando a producir el 70% de la
producción mundial.

PANORAMA ACTUAL DE LAS DROGAS


El Informe Mundial sobre las Drogas 2015 brinda elementos para comprender el
contexto internacional. Según UNODC (2015c: 1) aproximadamente 246 millones
de personas -es decir, una de cada 20 personas de entre 15 y 64 años-
consumieron drogas ilícitas en el año 2013. La cifra indicada representa un
aumento de 1.23% con relación al año 2012. Para comprender este fenómeno, se
debe tener en cuenta que la población mundial también aumentó en el último año.
Del total de consumidores, los denominados “consumidores problemáticos”
representan el grupo cuya situación es la más grave (UNODC, 2015c: ix).
El registro internacional informa sobre 27 millones consumidores problemáticos a
nivel mundial (UNODC, 2015c: ix). Traduciendo a términos comparados:
aproximadamente 1 de cada 10 consumidores de drogas es un consumidor
problemático, de los cuales el 50% (12.19 millones) utiliza drogas inyectables. Se
estima también que 1.65 millones (6.1%) de la población identificada por consumo
problemático contrajo VIH en el 2013. En total, el número promedio de muertes
anual vinculadas al consumo de drogas es de 187 100 personas en el 2013.

Figura 1. Tendencia mundial del número estimado de consumidores


de drogas 2006-2013

Millones

246 243
226

250

Número de
consumidores de
100 drogas ilícitas
26 28

Número de
2006 2007 2008 2009 2010 2011 consumidores de
2012
drogas problemáticos

Fuente: Informe Mundial sobre las Drogas 2015. UNODC.


Elaboración: DEVIDA

Figura 2. Tendencia mundial de la prevalencia estimada del consumo de


drogas 2006-2013

Porcentaje

4,9 4,9 4,6 4,8 5,0

Prevalencia del consumo


de drogas ilícitas (%)
0,61 0,64 0,62 0,62 0,60 0,60 0,59 0,59

Prevalencia del consumo

Fuente: Informe Mundial sobre las Drogas 2015. UNODC.


Elaboración: DEVIDA
Las políticas que atienden la temática de drogas distinguen entre las
intervenciones destinadas a prevenir, reducir o tratar el consumo de drogas y
aquellas que buscan controlar la oferta de drogas ilícitas. En América Latina se
viene desarrollando un debate sobre “las mejores formas” de atender el consumo
de drogas ilegales y la reducción de la demanda. Los datos sobre consumo de
drogas en el hemisferio reportan resultados diversos en los últimos años; no
obstante persisten ligeras tendencias incrementales en Mayoría de países (CICAD,
2015).
Algunos Estados han emprendido políticas de despenalización del consumo y
venta controlada de marihuana, realidad que ha colocado en el centro de la agenda
política sobre drogas la viabilidad de expandir el alcance de estas políticas,
aunque todavía no se dispone de información pública disponible sobre los
procesos de implementación y balance de resultados. La mayoría de países
implementan programas –entre otros dispositivos- orientados a evitar, disminuir o
retardar el consumo de drogas legales e ilegales por la población más joven.
Aunque no sólo las drogas legales o ilegales de tipo convencional son de
preocupación entre la población más joven, ya que la difusión de drogas sintéticas
(de tipo anfetamínico, cannabinoides, entre otras) se destinan, principalmente, a
este segmento.
ACCIONES DE REDUCCIÓN DE LA OFERTA
Las acciones de control de oferta de drogas son particularmente relevantes para
América Latina, dada la magnitud del cultivo y tráfico ilícito de drogas. No
obstante concentrada en derivados cocaínicos, la oferta de drogas ilícitas en la
región comprende también a la marihuana, derivados de adormidera y otras de
composición sintética. El continente americano es tanto escenario de distribución
de drogas entre sus regiones como punto de ingreso y salida de drogas ilícitas
hacia otras regiones del mundo. A través de complejos desplazamientos que
involucran vías terrestres, acuáticas y aéreas, las redes de tráfico ilícito de drogas
logran movilizar grandes cantidades de drogas ilegales al interior de la región y
hacia otros mercados de consumo como Europa o Asia.
La experiencia de control de drogas en América es vasta. Han transcurrido
muchos años de aplicación de medidas de control de oferta y los resultados han
sido diversos; ciertamente, el control de la oferta no ha logrado disminuir el flujo
de sustancias que se distribuyen, pero sí se han registrado perturbaciones en las
zonas de producción o en los mercados de consumo final. Estos resultados han
sido sensibles a contextos específicos, pero han contribuido a evidenciar la
capacidad de desestabilización y desarticulación de las organizaciones
relacionadas al tráfico ilícito de drogas.
El control de oferta abarca también acciones destinadas a limitar la producción
y desvío de insumos para fabricación de drogas y el funcionamiento de las
cadenas de distribución y comercialización ulterior. También abarca acciones
dirigidas sobre el control de fenómenos conexos al tráfico ilícito de drogas como
el lavado de activos. La fabricación de drogas ilícitas, por lo general, requiere de
procesos de transformación química. En el caso de las drogas de síntesis solo se
requiere la combinación de elementos químicos (también llamados precursores)
para su producción, por lo que existe una cadena menos compleja desde su
elaboración hasta los mercados de consumo. En relación con el crecimiento de la
prevalencia de consumo de este tipo de drogas, se vuelve fundamental el control
de los precursores químicos por parte de los Estados. El uso de precursores
viene en aumento pues la industria química ha experimentado una notable
expansión en la última década y media
Delitos conexos.
El tráfico ilícito de drogas conlleva consecuencias perjudiciales para la integración
social. Además de la producción y distribución de drogas y sus consecuencias
para la salud pública o la expansión de violencia “sistémica”, las organizaciones
criminales alientan la corrupción de funcionarios, entablan relaciones con grupos
subversivos o paramilitares, a menudo crean empresas falsas para el lavado de
activos y parasitan cargas de exportación legal para la distribución de drogas a
escala global. Dentro de este conglomerado fenoménico, el lavado de activos es
uno de los fenómenos de mayor impacto socioeconómico.
Este fenómeno, ampliamente reconocido y, a la vez, uno de aquellos con los que
contamos con menor información, presenta serios retos a las entidades de
control. El lavado de activos sirve a las organizaciones delictivas para incorporar
al sistema financiero ganancias provenientes de diversos ilícitos. Los informes
realizados sobre el flujo mundial de dinero ilícito han concluido que el mayor
porcentaje de este dinero proviene del tráfico ilícito de drogas, y este representa
por lo menos la quinta parte del total del volumen de dinero ilícito.

ESTRATEGIA HEMISFÉRICA CICAD.


El problema mundial de las drogas, incluidos sus costos políticos, económicos,
sociales y ambientales, constituye un fenómeno complejo, dinámico y multicausal
que impone un desafío a los Estados y a sus gobiernos. Lejos de constituir una
preocupación local o regional, este problema exige ser abordado de forma
integral, equilibrada y multidisciplinaria y requiere, al hacerlo, la responsabilidad
común y compartida de todos los Estados.
Asimismo, este problema constituye un reto de alcance global que incide
negativamente en la salud pública, la seguridad y el bienestar de toda la
humanidad. También debilita las bases del desarrollo sostenible, de los sistemas
jurídicos, de la estabilidad política y económica, y de las instituciones
democráticas, lo que constituye una amenaza para la seguridad, la democracia,
la gobernabilidad y el Estado de Derecho.
En este contexto, los Estados miembros reconocen la importancia de los
esfuerzos realizados para hacer frente al problema mundial de las drogas,
admitiendo al mismo tiempo la necesidad de fortalecer y mejorar las estrategias y
acciones relacionadas con esta materia y, teniendo en cuenta los resultados de
los diferentes informes del Mecanismo de Evaluación Multilateral (MEM) de la
Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), así como el Proceso de
Revisión de las Metas de la Sesión Especial de la Asamblea General de las
Naciones Unidas, adoptan la presente Estrategia, la cual se basa y aplica sobre
los siguientes principios:
1. El pleno respeto al Derecho Internacional y a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, observando los principios de soberanía e integridad
territorial de los Estados, la no intervención en los asuntos internos de los
Estados, las libertades fundamentales y la dignidad inherente a las personas y
de igualdad de derechos y respeto mutuo entre Estados.
2. Al enfrentar el problema mundial de las drogas, debe hacerse especial énfasis
en su impacto sobre la pobreza y la marginalización, e impulsar la
implementación de políticas y acciones que favorezcan la inclusión social y la
reducción de esas vulnerabilidades.
3. Las políticas, medidas e intervenciones para enfrentar el problema mundial de
las drogas deben tener en cuenta el componente de género.
4. Los Estados miembros son responsables de proveer los recursos requeridos
para la efectiva implementación de las políticas nacionales sobre drogas, y
mantener un balance apropiado entre las actividades de reducción de la
demanda y de la oferta, de acuerdo a las características que el problema
tenga en cada uno de ellos.
5. El principio de responsabilidad común y compartida es fundamental para
fortalecer la cooperación hemisférica y regional en todas sus formas. Ésta
deberá basarse en los esfuerzos colectivos y coordinados para enfrentar el
problema mundial de las drogas, con el objetivo de perfeccionar
continuamente las políticas sobre drogas de los Estados miembros.
6. La participación de la sociedad civil es de gran importancia, ya que puede
ofrecer, según sea el caso, experiencia y conocimiento para el desarrollo y la
implementación de políticas y programas para enfrentar el problema mundial
de las drogas. Al respecto, los Estados miembros deben alentar un amplio y
abierto debate para que todos los sectores de la sociedad tomen conocimiento
de los diversos aspectos del fenómeno y contribuyan así al fortalecimiento de
las estrategias nacionales.

PLAN HEMISFÉRICO DE ACCIÓN SOBRE DROGAS 2011 – 2015.


Propósito:
El presente Plan de Acción tiene como propósito principal apoyar la
implementación de la Estrategia Hemisférica sobre Drogas. Basado en los
principios y postulados de la Estrategia Hemisférica sobre Drogas, en el Plan se
identifican los objetivos y priorizan las actividades a ser desarrolladas durante el
período 2011-2015.
Los Estados Miembros de la CICAD reconocen en este Plan la guía de referencia
para el desarrollo de proyectos y programas nacionales orientados a la
instrumentación de la Estrategia Hemisférica. Asimismo, el Plan de Acción
constituye la herramienta para la integración de la agenda hemisférica de la
Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) y sus
órganos subsidiarios, con el fin de alinearlos y generar sinergias. Asimismo,
reconocen que en múltiples casos los objetivos y acciones identificadas en el Plan
están orientados a generar capacidades básicas a partir de las cuales se logrará
un avance gradual en el cumplimiento e implementación plena de la Estrategia,
por lo que se prevé su revisión y actualización al final de su período de vigencia.

Generalidades:
El Plan de Acción se compone de objetivos y acciones. Los objetivos constituyen la
orientación que emana de la Estrategia Hemisférica. Las acciones representan las
actividades concretas, conjuntas o individuales, orientadas a alcanzar cada
objetivo; éstas son priorizadas de conformidad con el nivel de desarrollo requerido
y tomando en consideración las diferencias en la dimensión y problemática en los
Estados Miembros. En ocasiones se orientan a una base o etapa inicial, para
avanzar de manera escalonada en la implementación plena de la Estrategia.

Temas transversales:
Los Estados Miembros de la CICAD reconocen que el financiamiento y la
capacitación constituyen ejes transversales a lo largo de todos los capítulos de
este Plan de Acción, cuya relevancia exige un adecuado tratamiento para
desarrollar las acciones que permitan alcanzar los objetivos planteados.

Coordinación:
Con el fin de potenciar el alcance de las actividades incluidas en el Plan de Acción,
la Secretaría Ejecutiva de la CICAD, promoverá una adecuada coordinación con
las áreas pertinentes de la Secretaría General de la OEA.

Seguimiento:
La Comisión será la encargada de la evaluación y monitoreo del cumplimiento del
Plan de Acción a través de instrumentos ad hoc, el MEM y otras herramientas que
identifique. Para ello la Presidencia de la CICAD, con el apoyo de la Secretaría
Ejecutiva, integrará un informe anual, a ser presentado en la sesión de primavera
de la Comisión sobre el progreso de la CICAD en el desarrollo de las acciones
prioritarias y el logro de los objetivos trazados en el Plan.
Adicionalmente, como herramienta de monitoreo, se mantendrá habilitado un foro
virtual con toda la información relacionada sobre las actividades organizadas por la
Secretaría Ejecutiva y Grupos de Expertos vinculadas a la implementación del
Plan. Asimismo, se intercambiará, por este medio, información relevante, se
ofertarán capacitaciones virtuales, y se establecerán bases de datos seguras, entre
otros.

RESOLUCIONES DE LA ASAMBLEA GENERAL OEA (PERIODOS


ORDINARIOS).
Recordando los compromisos contenidos en la “Declaración de Antigua
Guatemala: Hacia una política integral frente al problema mundial de las drogas en
las Américas” [AG/DEC. 73 (XLIII-O/13)], adoptada durante el Cuadragésimo
Tercer Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA el 6 de
junio de 2013 y el mandato al Consejo Permanente mediante resolución CP/RES.
1028 (1960/14) del 28 de marzo de 2014 para convocar a un período extraordinario
de sesiones de la Asamblea General para dar seguimiento al tema;
Recordando también la resolución AG/RES. 2868 (XLIV-O/14) del 5 de junio de
2014 sobre “La promoción y protección de los derechos humanos en la búsqueda
de nuevos enfoques y soluciones efectivas, en el desarrollo e implementación de
políticas para atender el problema mundial de las drogas en las Américas”,
adoptada en ocasión del cuadragésimo cuarto período ordinario de sesiones de la
Asamblea General de la OEA;
Reafirmando los compromisos de los Estados Miembros en el marco del sistema
de fiscalización internacional de drogas, constituido por la Convención Única sobre
Estupefacientes de 1961, enmendada por el Protocolo de 1972, el Convenio sobre
Sustancias Sicotrópicas de 1971 y la Convención de las Naciones Unidas contra el
Tráfico ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988 y tomando en
cuenta las obligaciones internacionales, asumidas por cada Estado;
Reafirmando que el problema mundial de las drogas debe ser abordado desde una
perspectiva transversal de derechos humanos, consistente con las obligaciones de
las partes conforme al derecho internacional, y para poder promover y lograr el
bienestar de la persona, su inclusión social, el acceso a la justicia y a la salud, con
un enfoque de género;
Reconociendo la importancia de mejorar los esfuerzos para contrarrestar los
efectos que el problema mundial de las drogas tiene sobre la sociedad, el
desarrollo y la salud, así como para prevenir que esos efectos se desarrollen;
Reconociendo que pese a los esfuerzos realizados por los Estados para abordar el
problema mundial de las drogas, la dimensión del problema es considerablemente
mayor en algunos países del hemisferio, a lo que era hace una década;
Conscientes de la complejidad del problema mundial de las drogas y que éste
debe abordarse de manera integral y equilibrada, reconociendo los diferentes
impactos, manifestaciones y realidades de este problema en cada Estado
Miembro, respetando plenamente los principios de soberanía nacional e integridad
territorial, la no intervención en los asuntos internos o externos de los Estados y
teniendo en cuenta el principio de responsabilidad común y compartida;
Reconociendo la necesidad de la rehabilitación y de la reintegración social y
laboral de las personas afectadas por uso indebido de drogas a fin de evitar su
marginalización, estigmatización y discriminación. Reconociendo también la
necesidad de atender las consecuencias sociales, tales como, la delincuencia y la
violencia, y que la ruptura de los lazos sociales y la desintegración familiar
obstaculizan que las personas desarrollen su proyecto de vida, con capacitación y
reinserción laboral;
Resaltando los avances en el debate hemisférico sobre el problema mundial de
drogas en las Américas y el compromiso de la región de enfrentarlo a través de
políticas integrales que aborden todas sus causas y componentes de manera
equilibrada y multidisciplinaria. Dicho compromiso se sustenta en la visión común
que las personas, su dignidad y su inclusión social, constituyen el centro de las
políticas públicas, a fin que éstas coadyuven a fortalecer el tejido social, la justicia,
los derechos humanos, la salud, el desarrollo local y nacional, y la seguridad
ciudadana que incluyan, entre otras, acciones preventivas contra la violencia sobre
la base de un mejor entendimiento de los elementos determinantes de este
problema;
Resaltando también los avances en el debate hemisférico y los compromisos
contenidos en la Estrategia Hemisférica sobre Drogas y el Plan de Acción
Hemisférico sobre Drogas 2011-2015 de la OEA y la importancia del Mecanismo
de Evaluación Multilateral (MEM) como su mecanismo de evaluación, el Plan de
Acción sobre el Consumo de Sustancias Psicoactivas y la Salud Pública de la
Organización Panamericana de la Salud adoptado en el 2011, y reconociendo la
necesidad de continuar avanzando para hacer frente a los nuevos retos y
responder a las nuevas realidades;
Reiterando la importancia de avanzar de manera coordinada en el hemisferio, para
hacer frente al problema mundial de las drogas, considerando nuevos enfoques
que basados en el conocimiento y la evidencia científica, contribuyan al
fortalecimiento de las estrategias nacionales como un esfuerzo para buscar
soluciones efectivas y alcanzar mejores resultados en torno a los desafíos que han
surgido en los últimos años;
Tomando nota de las reflexiones derivadas de la Cumbre del Sistema de
Integración Centroamericana en Antigua, Guatemala de 2012, y de la Cumbre de
las Américas de Cartagena de 2012; i/ ii/
Tomando nota del Informe sobre el Problema de las Drogas en las Américas del
Secretario General de la Organización de Estados Americanos;
Considerando la necesidad de iniciar el proceso de elaboración del Plan de Acción
2016-2020 de la Estrategia Hemisférica sobre Drogas notando la importancia de
una visión que atienda las causas del problema mundial de las drogas, los nuevos
retos y las diferentes realidades de los Estados miembros a fin de reducir los
diferentes costos y efectos dañinos en nuestras sociedades y afianzar el tejido
social, promoviendo, entre otros, políticas públicas integrales con énfasis en la
salud pública, la educación, la justicia, el desarrollo social, el estado de derecho, la
seguridad ciudadana, las instituciones democráticas y los derechos humanos; y
Reconociendo la importancia de que los Estados Miembros compartan sus
experiencias y nuevos enfoques para abordar el problema mundial de las drogas,
lo que puede aportar evidencia para mejorar las políticas actuales de drogas
especialmente cuando se enfoquen en el individuo y su entorno como centro de
tales políticas,

DECLARACIÓN DE ANTIGUA GUATEMALA POR UNA POLÍTICA INTEGRAL


FRENTE AL PROBLEMA MUNDIAL DE LAS DROGAS EN LAS AMÉRICAS.
Reconociendo que el problema mundial de las drogas, incluidos sus costos
políticos, económicos , sociales y ambientales, se ha convertido en un desafío
cada vez más complejo, dinámico y multicausal que genera efectos negativos en la
salud, en la convivencia social, seguridad ciudadana, en la integridad de las
instituciones democráticas, las políticas públicas, el desarrollo y las actividades
económicas y que, bajo el principio de responsabilidad común y compartida,
requiere un abordaje integral, equilibrado, multidisciplinario y construido sobre un
marco de pleno respeto de derechos humanos y libertades fundamentales;
Conscientes de la complejidad del problema mundial de las drogas y que el
abordaje del mismo debe tener en cuenta las diferentes realidades de los Estados
miembros;
Recordando que en las resoluciones AG/RES. 2556 (XL-O/10) y AG/RES. 2621
(XLI-O/11) la Asamblea General hizo suyos la Estrategia Hemisférica sobre Drogas
y el Plan de Acción Hemisférico sobre Drogas 2011-2015, en los que se ponen de
manifiesto importantes actualizaciones y reformas a documentos anteriores y sirve
como base y guía para nuestros esfuerzos conjuntos para el control de las drogas
en el continente;
Conmovidos por las numerosas vidas humanas perdidas y truncadas y el gran
sufrimiento causado por el problema mundial de las drogas;
Reiterando la necesidad de cooperar mediante un enfoque integral, basado en
evidencia y experiencia científica, tomando en cuenta las realidades y necesidades
de cada país a fin de enfrentar con mayor eficiencia y eficacia los desafíos,
amenazas, riesgos y vulnerabilidades generados por el problema mundial de las
drogas;
Reconociendo los esfuerzos realizados y avances alcanzados en los planos
nacional, subregional y hemisférico para hacer frente al problema mundial de
drogas y que los mismos continúan siendo desafiados por la persistencia de los
canales ilícitos de producción, distribución y tráfico de drogas, los cuales son
dominados por organizaciones criminales locales y transnacionales, y que tienden
a reproducirse y concentrarse en cada país con diferente intensidad;
Convencidos que las políticas sobre reducción de la demanda de drogas ilícitas
deben centrarse en el bienestar del individuo y su entorno, para que desde un
abordaje multisectorial y multidisciplinario, utilizando evidencia científica y mejores
prácticas disponibles, se basen en enfoques para mitigar los impactos negativos
del uso indebido de drogas, y afiancen el tejido social y fortalezcan la justicia, los
derechos humanos, la salud, el desarrollo, la inclusión social, la seguridad
ciudadana y el bienestar colectivo;
Reiterando la necesidad de fortalecer las instituciones del Estado y sus políticas
públicas y estrategias, en particular las de educación, salud y seguridad ciudadana,
para la mejor prevención del uso indebido de drogas, la violencia y los delitos
asociados a ella, con pleno respeto a los derechos humanos y libertades
fundamentales;
Reiterando, también, la importancia de una mayor asignación de recursos públicos
y privados para la implementación de programas de prevención, tratamiento,
rehabilitación y reinserción social orientados a las poblaciones más vulnerables;
Reiterando, asimismo, la importancia de la participación de la sociedad civil para
enfrentar el problema mundial de las drogas, incluyendo el diseño, ejecución y
evaluación de políticas públicas, en base a su experiencia y conocimiento;
Conscientes de la necesidad de reducir la delincuencia y la violencia asociadas
con las actividades de las organizaciones criminales involucradas en el tráfico
ilícito de drogas y los delitos conexos, fortaleciendo el papel del Estado como
garante de paz;
Reconociendo que las mujeres, niños, niñas y adolescentes pueden ser víctimas
de explotación por las redes de tráfico ilícito de drogas, lo que ocasiona daños en
el núcleo familiar y en la sociedad;
Preocupados porque la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego,
municiones, explosivos y otros materiales relacionados se han constituido como
aspectos que alimentan y fortalecen a los grupos delictivos organizados dedicados
al tráfico ilícito de drogas;
Reconociendo que el lavado de activos y la corrupción vinculados a las actividades
del tráfico ilícito de drogas impactan el estado de derecho, la institucionalidad
democrática, la gobernabilidad, y que pueden distorsionar el funcionamiento de las
economías;
Preocupados, también, por la prevalencia del consumo y uso indebido de drogas
en las Américas;
Reconociendo que las medidas de fiscalización para impedir la desviación de
sustancias químicas y precursores utilizados en la fabricación ilícita de
estupefacientes y sustancias psicotrópicas, constituyen una importante
herramienta para hacer frente al tráfico ilícito de drogas;
Reconociendo que las experiencias y nuevos enfoques que distintos gobiernos y
sociedades han desarrollado en relación al problema mundial de las drogas
pueden ser fuente de aprendizaje global para la evolución de las actuales políticas
de drogas, particularmente cuando consideran a la persona humana, su entorno, la
inclusión social y la dignidad humana, bajo criterios para mitigar los impactos
negativos del uso indebido de las drogas, tomando en cuenta los principios
contenidos en los instrumentos internacionales vigentes, incluidas las tres
convenciones sobre drogas de las Naciones Unidas y los instrumentos
internacionales de derechos humanos, consistente con las obligaciones de las
partes;
Reconociendo el rol de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de
Drogas (CICAD) en su condición de entidad de la OEA como cuerpo consultivo y
de asesoramiento sobre el uso indebido, la producción y el tráfico ilícito de drogas;
así como su contribución a la promoción de la cooperación multilateral entre los
Estados y el fortalecimiento de las capacidades de los Estados miembros para
abordar el problema de las drogas;
Recordando el mandato de los Jefes de Estado y de Gobierno, reunidos en
Cartagena, Colombia en la Sexta Cumbre de las Américas/, para analizar los
resultados de la actual política sobre drogas en las Américas y de explorar nuevos
enfoques para fortalecer esta lucha y para ser más efectivos;
TOMANDO NOTA del informe del Secretario General de la OEA sobre el “El
Problema de Drogas en las Américas” en seguimiento al mandato encomendado
por los Jefes de Estado y de Gobierno, reunidos en la Sexta Cumbre de las
Américas.

DECLARAN:
1. Que es fundamental que en el hemisferio se continúe avanzando de manera
coordinada en la búsqueda de soluciones efectivas al problema mundial de las
drogas bajo un enfoque integral, fortalecido, equilibrado y multidisciplinario, con
pleno respeto a los derechos humanos y libertades fundamentales, que
incorpore la salud pública, educación, e inclusión social, junto a acciones
preventivas para hacer frente a la delincuencia organizada transnacional y el
fortalecimiento de las instituciones democráticas, así como el impulso del
desarrollo local y nacional.
2. Que alientan el abordaje de nuevos enfoques sobre el problema mundial de
drogas en las Américas basado en el conocimiento y la evidencia científica.
3. Que es necesario, en base al principio de responsabilidad común y compartida,
fortalecer e impulsar la cooperación hemisférica, movilizando recursos en sus
distintas modalidades, para coordinar y consolidar un enfoque integral,
equilibrado y multidisciplinario, que, reconociendo, entre otros, los diferentes
impactos y manifestaciones en cada país, permita hacer frente de manera
eficaz a los desafíos, amenazas, riesgos y vulnerabilidades generados por el
problema mundial de las drogas, incluyendo mecanismos de intercambio de
información y experiencias entre países.
4. La importancia de implementar plenamente las tres convenciones
internacionales de fiscalización de drogas; a saber, la Convención Única de
1961 sobre Estupefacientes enmendada por el Protocolo de 1972, el Convenio
sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971 y la Convención de las Naciones Unidas
contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988,
que constituyen el marco del sistema internacional de fiscalización de drogas,
así como la importancia de ratificar o adherirse e implementar, según
corresponda, la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción de
2003, la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional de 2000 y sus tres protocolos el Protocolo contra el tráfico ilícito
de migrantes por tierra, mar y aire, el Protocolo para prevenir, reprimir y
sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños y el Protocolo
contra la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego, sus piezas y
componentes y municiones, la Convención Interamericana contra la Fabricación
y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y otros
Materiales Relacionados (CIFTA), la Convención Interamericana contra la
Corrupción y la Convención Interamericana sobre Asistencia Mutua en Materia
Penal.
5. Que reconocen al Mecanismo de Evaluación Multilateral (MEM) como el único
instrumento hemisférico válido para la evaluación de las políticas de control de
drogas en los países que componen el sistema interamericano.
6. Recuerdan que la evaluación de las políticas de control de drogas debe ser un
ejercicio multilateral.
7. Que alientan un amplio y abierto debate sobre el problema mundial de drogas
para que todos los sectores de la sociedad participen y continúen, según sea el
caso, ofreciendo su experiencia y conocimiento de los diversos aspectos del
fenómeno para contribuir así al fortalecimiento de las estrategias nacionales,
como elemento fundamental para la eficacia de las políticas públicas.
8. Su compromiso de fortalecer la capacidad de los Estados y sus instituciones,
fomentando su profesionalización y mejorando sus políticas y mecanismos de
coordinación, fiscalización y transparencia, a fin de enfrentar los desafíos
asociados con el problema mundial de las drogas, así como sus causas y
consecuencias.
9. Que el uso indebido de drogas es también un problema de salud pública por lo
que se hace necesario fortalecer los sistemas públicos de salud,
particularmente en las áreas de prevención, tratamiento, rehabilitación, y
desarrollar a la vez mecanismos de monitoreo nacionales de los mismos
basados en evidencia que nos permita identificar tendencias actuales del
consumo de drogas, demandas por y acceso a los servicios de salud pública y
capacidades institucionales para responder a este fenómeno.
10. Que las políticas de drogas deben contener una perspectiva transversal de
derechos humanos, consistente con las obligaciones de las partes de acuerdo
al derecho internacional, incluyendo la Convención Americana de Derechos
Humanos y demás instrumentos jurídicos de derechos humanos aplicables, así
como la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, con el
fin de promover y lograr el bienestar de la persona, su inclusión social, el
acceso a la justicia, a la salud, entre otros.
11. Que las políticas públicas relacionadas con el problema mundial de las drogas
necesariamente deben ser diseñadas e implementadas con un enfoque de
género, cuando corresponda.
12. Su compromiso de emprender mayores esfuerzos para reducir eficazmente la
demanda de drogas.
13. Su compromiso de fortalecer esfuerzos destinados a reducir la oferta ilícita de
drogas.
14. Que para reducir los niveles de violencia asociados al problema mundial de las
drogas y sus delitos conexos, resulta esencial aplicar y fortalecer medidas más
eficaces para prevenir la fabricación y el tráfico ilícitos de armas de fuego,
municiones, explosivos y otros materiales relacionados, así como su desvío,
hacia los grupos delictivos organizados, entre otras medidas de seguridad.
15. Su compromiso de incrementar, en el marco de las legislaciones internas de
cada Estado, los esfuerzos para prevenir, detectar y sancionar las operaciones
de lavado de activos provenientes de actividades delictivas, particularmente del
tráfico ilícito de drogas y la corrupción, y reforzar la cooperación internacional
para prevenir el ingreso, flujo y egreso de dichos activos a nuestros sistemas
financieros y otras actividades de intercambio de activos, siendo que pueden
distorsionar el funcionamiento de las economías y afectan otros ámbitos de la
sociedad.
CONCLUSIONES

 El tráfico ilícito de drogas constituye para los Estados americanos un


severo problema que se manifiesta en múltiples dimensiones. El análisis
del contexto muestra tendencias estables o crecientes en el consumo de
drogas, por lo que corresponde a los Estados implementar, reforzar o
evaluar sus intervenciones dirigidas a la reducción de la demanda al
interior de sus fronteras.
 La agenda para el control de la oferta de drogas en la región demanda
nuevos esfuerzos de coordinación para hacer frente a los problemas
nuevos y tradicionales de la producción, tráfico y comercialización de
drogas.
 Los esfuerzos por controlar y reducir los cultivos ilegales no han aminorado
y ya se ha incluido en la agenda regional temas como: el combate contra el
lavado de activos, control del desvío de insumos y precursores químicos, y
coordinación de agentes del control a nivel regional. Con estos elementos
en marcha, y destacando el trabajo individual y en colaboración que
realizan nuestros países, queda pendiente continuar el análisis de las
propuestas y sus resultados.

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