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VIENTOS DE CAMBIO

LA IGLESIA ANTE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

F. Javier Vitoria

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 3
1. EL CONCEPTO «SIGNOS DE LOS TIEMPOS» ............................................................. 5
1.1. El uso ................................................................................................................ 5
1.2. El significado ................................................................................................. 9
1.3. Los signos del Reinado de Dios
en «las experiencias de contraste» ................................................ 12
1.4. Los pobres y el discenimiento
de los signos de los tiempos ............................................................ 13
2. CUATRO SIGNOS ACTUALES DEL REINADO DE DIOS ............................................. 16
2.1. Las desigualdades del mundo .................................................................. 16
2.2. La emancipación de las mujeres ............................................................. 20
2.3. El pluralismo cultural ................................................................................. 23
2.4. La cultura democrática ............................................................................... 26
2.5. Punto final ........................................................................................................ 27
NOTAS .................................................................................................................................. 29
CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN ................................................................................. 31
A los quemados,
a los hartos,
a los cansados o simplemente aburridos
por los modos de proceder de la Iglesia institucional.
Con la ilusión de que la esperanza, suscitada por el Vaticano II,
pueda renacer pronto
desde las cenizas de su derrota.

F. Javier Vitoria, es sacerdote de la diócesis de Bilbao. Profesor jubilado de la Facultad de


Teología de Deusto. Profesor invitado en la UCA de El Salvador. Miembro del consejo de direc-
ción de la revista Iglesia Viva. Ha publicado con esta colección: Irak ¿guerra preventiva?
(Cuaderno nº 117); Cristianismo beligerante con la injusticia. Manifiesto a los 20 años de CJ
(Cuaderno nº 100); Un orden económico justo (Cuaderno nº 87). Es miembro del equipo de
Cristianisme i Justícia.

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INTRODUCCIÓN
«Es propio de todo el Pueblo de Dios, pero principalmente de
los pastores y de los teólogos, auscultar, discernir e interpretar,
con la ayuda del Espíritu Santo, las múltiples voces de nuestro
tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la
Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y
expresada en forma más adecuada» [GS 44a]

«El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde
viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu» (Jn 3,8). Con
estas palabras Jesús de Nazaret invita a Nicodemo a escuchar la voz
del Espíritu de Dios. Es su conditio sine que non para nacer de nuevo
y entrar en el Reino de Dios (cf. Jn 3,3.5). Una invitación semejante de
su Señor llega hasta la Iglesia del siglo XXI en estos tiempos tan exten-
sos de encrucijadas y tan aturdidos en las crisis. Pero con una particu-
laridad. El Soplo del Espíritu no es un viento poderoso que «arranca
matojos y limpia los caminos de siglos de destrozos» contra la justicia
y la libertad, como hemos cantado tantas veces gracias a la inspiración
de José Antonio Labordeta. Tampoco parece que sea verdad que «la
semilla de los nuevos tiempos llega con los vendavales», como canta-
ba Carlos Cano en memoria de aquel gigante de la solidaridad con los
pobres y testigo del Evangelio que fue Diamantino García. El Soplo del
Dios del Reino y de Jesús de Nazaret tiene más bien la intensidad so-
nora del susurro de aquella brisa suave, que el profeta Elías escuchó
en el monte Horeb (cf. 1Re 19,9-12). Si hacemos caso a Dolores Alei-
xandre, la Iglesia va a necesitar escuchar «la voz de un silencio tenue»1
en una época y en un espacio agitados por aires huracanados de todo
tipo. Tarea nada sencilla en medio de tanto barullo ensordecedor. Y sin
embargo de una importancia vital para ella.
Con sensibilidad evangélica y una sabiduría que recuerda a la de los
parapentistas, la Iglesia ha de saber identificar la voz del «Viento de
Dios», averiguar dónde sopla y en qué dirección para dejarse mover
por él, y no por “otros aires”, aunque soplen desde la curia vaticana.
Y si alguien se siente molesto por esta alusión a la curia, le invito a
recordar una lección de la historia reciente de la Iglesia: el concilio
Vaticano II, bajo la dirección del Espíritu Santo, salió adelante con la
oposición de los poderes fácticos de la curia vaticana y tras rechazar
algunos de los esquemas iniciales que los curiales habían preparado
para el debate y la aprobación conciliar. El Soplo de Dios es el único
3
aire capaz convertir el actual desmoronamiento de la institución ecle-
sial en el vuelo de la sacramentalidad salvífica para la humanidad [cf.
LG 1] y de impulsar a la Iglesia nuevamente rumbo a los espacios del
Reino para acogerlo y servirlo. Este cuaderno está escrito con la inten-
ción de compartir con los compañeros y las compañeras de mesa de
Jesús esta convicción: vientos de renovación recorren la Iglesia impul-
sados por la Voz de Dios.
El Soplo de Dios viene envuelto en los vientos recios de cambio que
hoy recorren nuestro mundo. Unas veces chocando, otras sorteando,
pero siempre pugnando con otras corrientes poderosísimas que pre-
tenden sofocarlos para perpetuar “el desorden establecido” en el que
vivimos. En este crucial contexto histórico el anuncio del Reino de Dios
no podrá ser anunciado si no va acompañado «del testimonio de la po-
tencia del Espíritu Santo, presente en la acción de la comunidad cris-
tiana al servicio de sus hermanos y hermanas, en los puntos donde se
juegan éstos su existencia y su porvenir» (Pablo VI, Octogesima Adve-
niens 51). Entendemos los signos de los tiempos como los ecos del
Soplido susurrante de Dios y subrayamos la importancia de su indaga-
ción y discernimiento para que una Iglesia, renacida de nuevo, pueda
dar testimonio de la potencia del Espíritu, cumpliendo hoy con su mi-
sión de anunciar e instaurar el Reino de Dios, siendo ella misma «en la
tierra el germen y el principio de ese reino» [LG 5].

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1. EL CONCEPTO «SIGNOS DE LOS TIEMPOS»

El uso del concepto «signo de los tiempos» es muy reciente en la Igle-


sia. Sólo tiene cincuenta años. El 25 de diciembre de 1961, Juan XXIII
lo introdujo en el lenguaje del magisterio, por primera vez y en un contex-
to histórico crucial para la Iglesia, mediante la Constitución Humanae
Salutis que convocaba el concilio Vaticano II. «Siguiendo la recomen-
dación de Jesús, cuando nos exhorta a distinguir claramente los sig-
nos... de los tiempos (Mt 16,3), –escribe el Papa Roncalli– Nos cree-
mos vislumbrar, en medio de tantas tinieblas, no pocos indicios que nos
hacen concebir tiempos mejores para la Iglesia y la humanidad.»2

1.1. El uso cesor Juan XXIII, de feliz memoria,


la palabra aggiornamento, Nos la
Pablo VI también utilizará la noción
tendremos siempre presente como
como clave de la renovación de la Igle-
norma y programa; lo hemos confir-
sia:
mado como criterio directivo del
«Esto no significa que pretendamos Concilio Ecuménico, y lo recordare-
creer que la perfección consista en la mos como un estímulo para la siem-
inmovilidad de las formas, de que pre renaciente vitalidad de la Iglesia,
la Iglesia se ha revestido a lo largo para su siempre vigilante capacidad
de los siglos; ni tampoco en que se de estudiar los signos de los tiempos
haga refractaria a la adopción de for- y para su siempre joven agilidad de
mas hoy comunes y aceptables de “probar... todo y de apropiarse lo que
las costumbres y de la índole de nues- es bueno” (1Tes 5,21); y ello, siem-
tro tiempo. La palabra, hoy ya fa- pre y en todas partes.» [Ecclesiam
mosa, de nuestro venerable Prede- Suam 19]
5
Finalmente el Concilio Vaticano II, con la eclesiología de comunión del
no sin protagonizar un fuerte debate en Vaticano II, el consejo de pastoral de-
el aula conciliar,3 la consagrará definiti- biera ser el órgano principal de expre-
vamente para la vida eclesial.4 La Cons- sión de la comunión y la corresponsa-
titución Pastoral sobre la Iglesia en el bilidad de esa Iglesia local o diócesis.
mundo actual postulará la indagación de Ningún otro organismo diocesano re-
«los signos de los tiempos», como tarea presenta a «todo el Pueblo de Dios» me-
propia de todo el Pueblo de Dios, con jor que él. Consecuentemente parece
una trascendental triple finalidad: a) res- lógico que sea el lugar eclesial prefe-
ponder a los interrogantes de cada gene- rente donde esa porción del Pueblo de
ración;5 b) percibir la presencia y los Dios es convocada para de manera co-
planes de Dios en la historia;6 y c) hacer rresponsable auscultar, discernir e inter-
inteligible al hombre de hoy la verdad pretar los signos de los tiempos con el
revelada.7 fin de anunciar e instaurar el Reino de
Conviene detenerse y reflexionar so- Dios en aquel territorio, siendo él mis-
bre un par de afirmaciones del Concilio mo su germen y su principio [cf. LG 5].
que hoy corren el peligro de olvidarse e No parece, por tanto, de recibo ni
incluso negarse en la práctica. que la constitución del consejo de pas-
toral dependa del arbitrio del obispo y
1.1.1. Auscultar, discernir e interpretar no sea algo normativo en la vida de las
los signos de los tiempos Iglesias locales, como ocurre con la del
consejo del presbiterio, que sí lo es
El Vaticano II afirma taxativamente que
(c. 495); ni que el voto del consejo sea
es una tarea propia de «todo el Pueblo
meramente consultivo y no deliberativo
de Dios», auscultar, discernir e interpre-
(cf. CIC 511;514). El mismo despotis-
tar los signos de los tiempos, aunque les
mo y la misma calidad del voto se vuel-
reconozca a los obispos y a los teólogos
ven a repetir con ocasión de los conse-
un papel principal en esa tarea [cf. GS
jos de pastoral parroquiales (cf. c. 536).
44a]. Indirectamente el Concilio está re-
cordando que el discernimiento eclesial
de la voluntad de Dios (qué es lo bueno
para su Reino que Dios reclama de «to- Ante la imagen canónica
do el Pueblo de Dios» en unas circuns-
tancias históricas determinadas) es una
de una Iglesia piramidal,
exigencia intrínseca del seguimiento de no hay control jurídico
Jesús, que nadie en la Iglesia debe olvi- del ejercicio de su poder
dar, impedir o negar.
Consecuentemente hay que calificar
de impropias de la tradición conciliar al- Estamos ante la imagen canónica de
gunas de las afirmaciones del Código de una Iglesia piramidal, muy alejada de la
Derecho Canónico acerca de los conse- conciliar. La jerarquía en sus distintos
jos de pastoral diocesanos. De acuerdo niveles –desde el más elevado (el obis-
6
po) hasta el más bajo (encargado de la 1.1.2. «El principio de vida»
parroquia)– está en condiciones de ha- de la Iglesia
cer y deshacer a su antojo. Nada se lo Recientemente González Faus ha recor-
impide. Por una razón bien sencilla: no dado que el Vaticano II enseñó que
existen controles jurídicos del ejercicio «la verdadera Iglesia de Cristo “sub-
de su poder. La Iglesia se convierte así siste” en la Iglesia católica, pero no se
en un campo abonado para los desma- identifica con ella [LG 8]», y que «esa
nes de los ottavianis de turno, que «ha- enseñanza es precisamente, y significa-
berlos, hailos». tivamente, la que con más afán pre-
Los defensores de semejante desati- tenden desmontar los que no aceptan el
no suelen parapetarse tras la afirmación Vaticano II»8. Hoy quizás urja recordar
de que la Iglesia no es una democracia una enseñanza complementaria del
para a continuación largar una serie de ra- Concilio, que igualmente se pretende
zonamientos seudoteológicos. Cada día dejar de lado: la Iglesia católica-romana
que pasa este discurso me parece más te- no es el Reino de Dios, sino solamente
dioso, más extraño para la sensibilidad su anunciadora, su servidora, su germen
de los hombres y mujeres de hoy, más y su principio [cf. LG 5]. Como ha que-
inconsistente su justificación teológica dado dicho más arriba, nada de esto será
y menos evangélicos los intereses desde posible sin escuchar al Espíritu que es
los que se elabora y mantiene. La falta «el principio de vida o alma» de la
de entidad de los consejos de pastoral Iglesia [cf. LG 7g; 4] y sin escrutar los
debilita la comunión en la Iglesia, pues, signos de los tiempos. Pero nuevamente
como dice la Nota explicativa previa de debo insistir con el Concilio en algo que
la Lumen Gentium, el sentido de la co- se pretende ocultar: el Espíritu es el al-
munión «no es el de un afecto inde- ma del Cuerpo de Cristo que lo consti-
finido, sino el de una realidad orgánica, tuye el Pueblo de Dios y a quienes tie-
que exige una forma jurídica y que, a la nen autoridad en la Iglesia les «compete
vez, está animada por la caridad». ante todo no sofocar el Espíritu, sino
Mi larga experiencia como conse- probarlo todo y retener lo que es bueno
jero me dice que el decaimiento y la pér- (cf. 1Tes 5,12 y 19-21)» [LG 12].
dida progresiva de vitalidad de los con- La imagen pública de la Iglesia cató-
sejos de pastoral tienen su origen en una lica contradice y oculta esta enseñanza
certeza que de manera creciente se va conciliar. Quien la contemple desde fue-
abriendo paso entre sus miembros a me- ra no será capaz de sospechar esas pala-
dida que van trascurriendo las sesiones: bras del Concilio. Más bien parece que
son convocados por el obispo para un el Espíritu sólo es «principio de vida»
trámite sin entidad real para la vida de para la jerarquía y, si se me apura, sólo
la diócesis. Lo realmente importante lo para el Papa. Todo aquello que quede
deciden en otro lugar los mandamases fuera de las consignas oficiales es repri-
de siempre. Mucha gente buena y capaz mido o prohibido por los jerarcas, sin in-
se aburre, se cansa y abandona porque ya tentar probarlo todo para quedarse con
no cree que el consejo sirva para algo. lo bueno. El riesgo de sofocar el Espíri-
7
tu es creciente en la Iglesia católica- mecha humeante en contra del Espíritu
romana. Se ha renunciado al diálogo co- del Siervo (cf. Mt 12,20). Cuando se
mo único medio evangélico de buscar la actúa de semejante manera, siempre
verdad y de crear comunión y se ha op- se desobedece al Señor. Y más aún, si se
tado por la imposición con “el rodillo” traspasa su prohibición expresa de
del poder y de la amenaza, que nada tie- «arrancar la cizaña» (cf. Mt 13,29)9. En
ne que ver con Jesús (cf. Lc 22,24-27). estas circunstancias no queda más reme-
Las cuestiones debatidas en el interior dio que disentir para reformar la Iglesia.10
de la Iglesia (p.e., la moral de la vida, el
papel de la mujer, la elección y designa- 1.1.3. Dimensión pneumática
ción de obispos, la democratización de y carismática de la eclesiología
las estructuras eclesiales, la figura his-
Estoy convencido de que este modo de
tórica de los presbíteros, el modelo de
proceder se debe a un miedo polifacéti-
evangelización y de presencia pública
co que atenaza a la Iglesia oficial. Y no
de la Iglesia, etc.) pretenden zanjarse
olvidemos que, según el NT, lo contra-
por la fuerza de un poder despótico y la
rio a la fe es el miedo. Víctor Codina en
renuncia al ejercicio de la autoridad
un libro dedicado al Espíritu ha inven-
evangélica de la verdad. Con la imposi-
tariado los miedos eclesiales en dieci-
ción y el despotismo como procedimien-
séis apartados.11 El denominador común
tos no hay condiciones para el discerni-
de todos esos agentes que dan tanto mie-
miento de los signos de los tiempos, que
do es que su mera presencia cuestiona
pedía Jesús (cf. Mt 16,3). El riesgo de
el poder y los privilegios de los servi-
confundir espíritus ajenos a Jesús con
dores del aparato eclesiástico. Éstos, co-
señales del Reino de Dios es altísimo. mo los fariseos y los saduceos de la épo-
ca de Jesús, les reclaman una señal del
cielo –que muy probablemente confun-
Existe un alto riesgo den con «la Gloria de Bernini» para
poder confiar en ellos (cf. Mt 16,1-3).
de confundir espíritus ajenos Pero las señales de la novedad del Reino
a Jesús con señales del Reino y de su Espíritu que Dios nos ofrece
son siempre “terrenas” o humanas, pues
en caso contrario no serían para noso-
Quienes así actúan lo pueden hacer tros; necesariamente ambiguas, pues
–¡qué duda cabe!– con muy buena vo- desvelan y ocultan, al mismo tiempo,
luntad como Pedro reprimiendo a Jesús la presencia de Dios en la historia; con-
en el camino de Cesárea de Filipo (cf. trovertidas, pues no son las que los seres
Mc 8,27-33); o cegados por intereses humanos naturalmente esperamos; y fi-
de dominación religiosa como quienes nalmente impuras, pues invariablemen-
acusaron a Jesús de echar demonios con te están manchadas por el barro de la
el poder de Beelzebul (cf. Mt 12,22-28). historia humana.
El resultado final siempre es el mismo: La institución eclesial necesita recu-
quiebran la caña cascada y apagan la perar prácticamente la fe en la acción vi-
8
vificadora, animadora y orientadora del 1.2. El significado
Espíritu en todo el Pueblo de Dios. En
Desde el Vaticano II hasta hoy la expre-
una palabra, la dimensión pneumática y
sión «signos de los tiempos» se ha con-
carismática de la eclesiología. «El pun-
vertido tendencialmente en una de las
to de partida de la doctrina de la Iglesia
categorías fundamentales de la teología
ha de ser la doctrina del Espíritu Santo
emergente postconciliar, para definir
y de sus dones.» Así escribía J. Ratzin-
particularmente las relaciones de la Igle-
ger hace cuarenta y tres años, saliendo
sia y del mundo. Sin embargo no siem-
al paso del riesgo de una eclesiología
pre se utiliza con el mismo significado.
elaborada exclusivamente a partir de la
humanidad de Cristo. Y añadía: Generalmente se consideran signos
de los tiempos a aquellos fenómenos
«Cristo sigue presente mediante el sociales y culturales que, como conse-
Espíritu Santo con su apertura, am- cuencia de su generalización y gran fre-
plitud y libertad que no excluye en cuencia, caracterizan una época deter-
modo alguno la forma institucional, minada y expresan las necesidades y las
pero que sí limita sus pretensiones y aspiraciones de la humanidad. Son fe-
que no la equipara con las institu- nómenos impactantes que dan señales
ciones mundanas.»12 de formas de existencia humana más
justas y más dignas. Su significatividad
Los síntomas de la negación prácti- no está sobreañadida desde fuera por
ca de la dimensión pneumática de la quienes los leen como tales, sino encar-
Iglesia son la unilateralidad en la toma nada en la realidad histórica. La tipici-
de decisiones, el silenciamiento de los dad, los indicios de tiempos mejores que
discrepantes, la represión de toda nove- señalan, el consenso colectivo que des-
dad, la prohibición del ensayo en la ac- piertan y su irreversibilidad constituyen
ción pastoral y evangelizadora, el aco- algunos criterios para identificarlos.13
tamiento de los espacios de libertad, etc.
Todos ellos son indicadores de una
Iglesia institucional sin límites en sus
pretensiones y que se equipara en su Los signos del tiempo
funcionamiento con las instituciones caracterizan una época,
mundanas de cuño autocrático. expresan las necesidades
En fidelidad a su dimensión pneu- y las aspiraciones
mática la Iglesia católica necesita ur-
gentemente establecer, en todos sus es- de la humanidad
tamentos, medios verdaderos y eficaces
de indagación y discernimiento comu-
nitario de los signos de los tiempos, que Éste es el significado más habitual
abran en ella el camino de una reforma que la noción tiene en los textos del
que, en cuanto institución terrena y Vaticano II. Sobre todo en la Gaudium
humana, necesita constantemente (cf. et Spes. Hasta el momento conciliar la
UR 6). Iglesia había permanecido enfrentada
9
con la modernidad. Insensible e inmu- 1.2.1. El discernimiento
table ante los cambios experimentados En consecuencia, en el discernimiento
en el mundo, vivía encerrada en sí mis- de los signos de los tiempos, la Iglesia
ma para no contaminarse y no caer en la busca «saber qué hacer en el momento
tentación del cambio. La cuestión de los
actual para que se realicen los tiempos
signos de la época tuvo dos efectos muy
anunciados por Jesús»16. El Pueblo de
saludables para la Iglesia:
Dios indaga y discierne los signos de los
1) Se percibió como una llamada de tiempos para saber cómo va esta histo-
atención y, si se me apura, como una ria respecto del Reinado de Dios que
señal de alarma. Algo no marchaba bien
Jesús anunció e hizo presente. Es decir,
en la Iglesia. Los cambios del mundo
para vislumbrar cuál es el estado de
moderno eran una demanda implícita de
la justicia y el derecho en el mundo
cambios en la Iglesia.
(cf. Jer 23,5;33,15; Is 11,4-5); para eva-
2) Se aceptó como una indicación luar si hay buenas noticias para los po-
para el reconocimiento favorable de los bres en esta tierra (cf. Lc 4,16-19); para
valores de la modernidad (p.e., demo- verificar si en el siglo XXI Dios derriba
cracia, derechos humanos, desarrollo
a los poderosos de sus tronos y exalta a
económico, transformaciones sociales
los humildes, si a los hambrientos col-
socialdemócratas, racionalidad científi-
ma de bienes y despide a los ricos con
ca, etc.), y como un impulso para una
las manos vacías (cf. Lc 1,51-53); para
mejor adaptación eclesial a las socieda-
comprobar si la fraternidad humana
des modernas.14 Implícitamente la cues-
tión de los signos de los tiempos se con- marcha según lo previsto por el Dios del
virtió en un antídoto contra el miedo a Reino, «Padre/ Cabeza de la familia del
«los vientos de cambio», que siempre mundo»17.
conduce indefectiblemente a sofocar el La mística de ojos abiertos, de la que
Espíritu. tanto hemos hablado en los últimos
Pero hay otro uso de la noción que años, necesita el alimento del discerni-
me parece más decisivo para la vida de miento de los signos de los tiempos por
la Iglesia. De acuerdo con el significa- medio del Evangelio. Sin embargo he-
do de Mt 16,1-3, la expresión «signos mos de reconocer que con frecuencia en
de los tiempos» debería reservarse para la Iglesia y las comunidades eclesiales
los signos del Reinado de Dios. Coin- damos la impresión de estar en la hi-
cido con Luis González-Carvajal, cuan- guera, pero no en la de Zaqueo (cf. Lc
do afirma que los signos de los tiempos 19,1-10), y el Señor pasa por delante
«no son, por tanto, signos de los tiem- sin verlo. La ingente tarea de responder
pos actuales, sino signos de los últimos a «los perennes interrogantes de la hu-
tiempos. En consecuencia, no todos los manidad sobre el sentido de la vida pre-
rasgos característicos de una época son sente y futura y sobre la mutua relación
“signos de los tiempos”, sino únicamen- entre ambas» [cf. GS 4 y 11], reclama
te aquellos en los que se manifiesta la una Iglesia experta en las señales indi-
salvación»15. cadoras de la vigencia del Reino de Dios
10
entre nosotros hasta convertirlas en su- Dios por la historia, ya que, como re-
yas propias. El ejercicio del discerni- cordó el Vaticano II, su Reino ya está
miento conciliar de los signos de los presente parcialmente entre nosotros
tiempos “abrió los ojos” a la Iglesia que [cf. GS 39].
pasó de condenar al mundo moderno
a bendecirlo. Este cambio de práctica 1.2.2. El Reinado de Dios
eclesial me evoca la historia de Balaán
De ningún modo pretendo confundir el
que, contratado por el rey moabita para
Reinado actual de Dios en el mundo con
maldecir a Israel, terminó bendiciéndo-
su meta universal. Sería unilateral con-
lo, no sin antes haberse visto obligado
templar el Reinado de Dios únicamente
por Dios a «bajarse de la burra» (cf. Nm
en su consumación escatológica. De la
22-24)18.
misma manera, es erróneo identificar el
Reinado de Dios con sus anticipaciones
históricas. El Reinado de Dios actúa en
La capacidad para detectar la historia de manera oculta y conflic-
señales del Reino tiva. Sus anticipaciones son la inma-
nencia del Reinado escatológico de
en medio de las ambigüedades Dios y el Reinado venidero es la tras-
debe empapar la vida eclesial cendencia de esas anticipaciones que
de abajo arriba son objeto de fe y experiencia. Esta
comprensión prohíbe tanto situar el
Reinado de Dios en un más allá que no
La capacidad para detectar señales tenga relación con la vida terrestre co-
del Reino en medio de las ambigüeda- mo identificarlo con una situación de-
des de nuestro presente debe empapar la terminada de la historia. Sin la contrafi-
vida eclesial de abajo arriba. La Iglesia gura transcendente del Reinado de Dios
no es el recinto donde el Espíritu se ma- sus anticipaciones pierden su punto de
nifiesta de manera exclusiva y donde en orientación. Sin las anticipaciones in-
consecuencia es administrado burocrá- manentes del Reinado su futuro tras-
ticamente. La Iglesia de «los signos» es cendente se convertiría en una mera ilu-
como un “radar” que descubre y señala sión “utopista”. Por eso la Iglesia en su
aquellas realidades de nuestro mundo servicio al Reinado de Dios debe poner
donde el Espíritu de Reino se está ma- en práctica la obediencia a la voluntad
nifestando, muchas veces sin que sus de Dios, que transforma el mundo, y la
propios protagonistas sean muy cons- oración por la venida del Reino. Así lo
cientes de ello. Los comportamientos hacemos cada vez que oramos con el
eclesiales no debieran volver a reflejar «Padre nuestro»19. Y así lo hicieron los
una eclesiología de “la ciudadela amu- primeros cristianos cuando suplicaban
rallada”, protegida del mundo y enfren- con la petición ¡maranatha! la segunda
tada con él. Sino irradiar una eclesio- venida del Señor para que interrumpie-
logía del “dedo que señala” el paso de ra su sufrimiento.20
11
1.3. Los signos del Reinado lan lo que Dios no quiere21 o lo diabólico
de Dios en «las experiencias de nuestro mundo que se opone al Rei-
de contraste» nado de Dios. La luz del Crucificado de-
Esta concepción cualitativa o kairológi- senmascara lo que las fuerzas dominan-
ca del tiempo no debe significar que la tes de nuestro mundo niegan o esconden
indagación y el discernimiento de los sig- de la realidad, recurriendo a discursos
nos de los tiempos hayan de realizarse “sensatos y razonables” para justificar
exclusivamente en las cualidades positi- y consolidar su dominio. Desvela lo que
vas de cada época. Semejante compor- realmente está ocurriendo en el mundo
tamiento sería un gravísimo error, fruto pero queda oculto por deseo de los po-
de una concepción fundamentalista de derosos.
«los vientos de cambio» y optimista del
progreso, tan denostada por W. Benja-
min o por J. B. Metz. La Iglesia necesita El discernimiento
aprender a descifrar lo que en la negati-
vidad de nuestro mundo hay de signo de los signos de los tiempos
(en peligro o negado, [aparentemente] es una tarea peligrosa
vencido o crucificado) del Reinado de y al mismo tiempo salvadora
Dios. Para desvelarlo y defenderlo. Se- para la Iglesia
mejante ejercicio viene demandado por
la sabiduría de la cruz.
Jesús de Nazaret es el Signo Primor-
Precisamente esta sabiduría de la
dial del Reino, que hace inteligibles a
cruz impide que el discernimiento de los
los ojos de la fe los signos de Dios. Pero
signos de los tiempos sea una tarea ino-
el Signo de los signos fue en su tiempo
cua para la Iglesia, convirtiéndola en pe-
signo de contradicción (cf. Lc 2,34)
ligrosa y al mismo tiempo en salvadora
y tuvo a la gente dividida (cf. Jn 7,43).
para ella. Según la sentencia del extra-
No soportaron ni que señalara lo que el
canónico Evangelio de Tomás (Logion
Dios del Reino no quería –una religión
82), Jesús dice: «Quien esté cerca de mí,
encubridora de la injusticia (cf. Mt 9,10-
está cerca del fuego; quien esté lejos de
13)– ni que se enfrentara con los demo-
mí, está lejos del Reino». El peligro y la
nios en nombre del Reinado de Dios
amenaza constituyen, recuerda J. B.
(cf. Mc 1,24;5,7). Lo eliminaron en una
Metz, la situación básica de la Iglesia en
cruz. Tras su resurrección la figura hu-
el mundo:
mana del Signo Primordial será para
siempre el Cristo crucificado, fuerza y «Allí donde el cristianismo está ca-
sabiduría de Dios (cf. 1Cor 1,18-25). da vez más arraigado y se hace más
Esa sabiduría invita constantemente llevadero; allí donde resulta más fá-
a la Iglesia a indagar y discernir signos cil de vivir y se convierte para mu-
de los últimos tiempos en esas expe- chos en una sublimación simbólica
riencias humanas que se han llamado de lo que, de todas formas, ocurre y
«experiencias de contraste» y que seña- de lo que, en esa medida, determina
12
el mundo, allí su futuro mesiánico nuestras sociedades de siervos se inven-
es débil. Por el contrario allí donde tan redes de libertad; en las barriadas de
resulta difícil de soportar y se mues- la periferia de la cultura satisfecha se
tra rebelde; allí, por tanto, donde promueven prácticas alternativas para la
promete más peligro que seguridad, aldea global... Todas estas realidades
más desarraigo que protección, allí son anticipaciones históricas del Reino
se encuentra a todas luces más pró- de Dios. Toparse con ellas facilita seguir
ximo a aquel que parece haber di- en la brecha sin echar la toalla o que-
cho: “Quien esté cerca de mí, está marse. Ese encuentro renueva energías.
cerca del fuego; quien esté lejos de Justamente permite seguir apostando,
mí, está lejos del Reino.”»22 ya en el presente, por un futuro que tie-
ne toda la fragilidad de lo que aún no
1.3.1. Anticipaciones históricas existe y de lo que no es demostrable ni
del Reino de Dios manipulable. Ese encuentro nos permi-
La sabiduría crucificada de las señales te seguir esperando la llegada de un
del Reino no evita el sentimiento de per- Reinado de Dios que siempre se retra-
plejidad que tantas veces causa la cons- sa; nos impulsa a negarnos a dejar a na-
tatación de la aparente inevitabilidad de die por imposible; a aguardar con una
lo que ocurre y la persistencia de las confianza terca y activa de que en uno
injusticias estructurales, que tantísimas mismo y en los otros sigue actuando la
víctimas humanas y destrozos ecológi- semilla del Reinado de Dios.
cos produce. Pero otorga su energía di-
vina para la superación de ese estado de
1.4. Los pobres y el discernimiento
ánimo en cuanto que descubre las posi-
de los signos de los tiempos
bilidades viables de un futuro todavía
inédito, que cada momento histórico Luís González-Carvajal propone tres
encierra para el futuro de la humanidad. criterios hermenéuticos para el proceso
Esta sabiduría identifica señales de de discernimiento del presunto signo de
vida del Crucificado en los “corredores los tiempos: el análisis sociológico, el
de la muerte” de nuestro mundo, y ca- análisis teológico y la indagación de su
pacita para el descubrimiento mayor: capacidad significativa en nuestro uni-
en las grietas de este sistema de muerte verso espiritual o, al menos, para aque-
hay signos de vida; en este inmenso mar llos hombres y mujeres que no aprisio-
lleno náufragos hay gentes que se las in- nan la verdad con la injusticia (Cf. Rom
1,18)23.
genian y se organizan para navegar; en
pleno ojo del huracán ya se avistan
“islas de esperanza” hacia donde dirigir 1.4.1. Análisis sociológico
el rumbo; en el interior del cautiverio La teoría del conocimiento nos ha en-
surgen “zonas liberadas”; en medio de señado que no existen lecturas neutrales
la apatía generalizada hay todavía ca- o inocentes de la realidad. Tampoco, de
pacidad de indignación ciudadana; en los signos de los tiempos. Todo es según
13
el color del cristal con que se mira, di- Cañada Real; una sentencia judicial de
ce el aforismo castellano. Todo es según desahucio no se reconoce de la misma
el dolor con que se mira, rectificará con forma en la oficina bancaria que en la
mucha razón Mario Benedetti. Todas vivienda embargada.
nuestras miradas van precedidas de una
lente de contacto llamada precompren- 1.4.2. Análisis teológico
sión, “fabricada” con materiales diver-
sos: nuestros intereses vitales y grupales Todo este tipo de condicionamientos
(sin interés no hay posibilidad alguna de afectan al discernimiento de los signos
conocimiento), nuestro bagaje cultural de los tiempos. Seguramente la mirada
e ideológico, nuestra situación social e del Vaticano II sobre el mundo moder-
incluso nuestra propia psicología. no y su búsqueda de los signos de los
tiempos estuvo condicionada por una
gran empatía consciente hacia la mo-
dernidad, pero además y de manera más
No existen lecturas inconsciente por el eurocentrismo, la
neutrales o inocentes mentalidad burguesa y la visión demo-
de los signos de los tiempos cristiana de la realidad. La historia pos-
terior muestra claramente cómo la re-
cepción del concilio se ha realizado
–para alentar o sofocar el espíritu con-
La clave del éxito de la mirada con- ciliar– desde otros condicionamientos.
siste en conseguir que esta inevitable En este sentido escribía hace unos años
precomprensión no se convierta en pre- Gustavo Gutiérrez:
juicio que domestique nuestra la lectura.
Y para este fin resulta imprescindible «La recepción [del concilio] supone
tomar conciencia de la posible existen- una cierta alteridad, que en este ca-
cia de presupuestos no concienciados so se da entre el contexto histórico
que nos pueden volver ciegos, que co- de la iglesia en América Latina y el
lamos el mosquito y nos tragamos el mundo europeo, desde el cual parte
camello (cf. Mt 23,24). Pero además, la mirada universal del Concilio [...]
siempre se mira la realidad desde algún No es posible olvidar, sin embargo,
lugar territorial o social. En este sentido que esa recepción tiene una clara y
se puede afirmar que no hay una mira- necesaria mediación. Ella pasa por
da ideal extraterritorial desde la que ob- la aceptación de la exigencia conci-
servamos lo que ocurre a nuestro alre- liar de estar atentos a los signos de
dedor. No hay, por tanto, mirada sin los tiempos. En el caso de la iglesia
condicionamientos. La actual crisis eco- latinoamericana, eso supone mirar
nómica no se contempla de la misma cara a cara la inhumana situación de
manera desde Alemania que desde Gre- la pobreza y opresión en que vive la
cia; al Ibex 35 no se le presta la misma inmensa mayoría del pueblo de este
atención desde el edificio de la Bolsa continente y ser sensible a su aspira-
de Madrid que desde los tugurios de la ción de liberación. Pero esto no po-
14
drá ser hecho verdaderamente si esas giada”, aunque no sea «exclusiva, por-
realidades no son confrontadas con que es la que más necesidad tiene de es-
el mensaje del Reino de Dios.»24 cuchar la Iglesia».
Desde este asentimiento es relativa-
1.4.3. Indagación mente fácil deducir este otro: la Iglesia
de hoy precisa inexcusablemente elegir
¿Recomienda el Evangelio alguna pers-
la situación de las víctimas generadas
pectiva para la indagación y el discerni-
por la globalización capitalista para el
miento de los signos de los tiempos? Me ejercicio del discernimiento de los sig-
parece que indirectamente sí. Según nos de los tiempos. En ese lugar se le
constató el mismo Jesús histórico (cf. “abrirán los ojos” y encontrará un acce-
Mt 11,25), la situación de los pobres so inmejorable a la revelación de las se-
ofrece una perspectiva privilegiada pa- ñales del Reinado de Dios. Todas ellas
ra la percepción y discernimiento de los preludian vientos de cambio, que atra-
signos del Reino. Cornie expresó este viesan fronteras religiosas y culturales
dato evangélico con la fórmula «el pri- buscando que otro mundo sea posible y
vilegio hermenéutico de la personas y no sólo necesario; que “la aldea global”
de los pueblos oprimidos», que ha sido alcance en todas sus barriadas un esta-
tachada de ambigua25. Seguramente no dio superior de desarrollo humano inte-
es posible resolver teóricamente el con- gral, un despliegue global de la justicia,
tencioso que plantea la crítica de la fór- de la libertad, de la fraternidad y de la
mula. Pero sería muy importante alcan- paz; que los seres humanos seamos de
zar, al menos, el siguiente consenso: la otra manera, viviendo a un nivel más
hermenéutica de los pobres es “privile- humano.

15
2. CUATRO SIGNOS ACTUALES DEL REINADO DE DIOS

A la luz poderosa que, proveniente de los pobres, ilumina las tinieblas


de nuestro mundo,26 me permito proponer cuatro signos actuales de los
nuevos tiempos inaugurados por Jesús de Nazaret: las desigualdades
del mundo, la emancipación de las mujeres, el pluralismo cultural y la
democracia. Seguramente no son los únicos. Hay otros. Sin duda. Pero
los propuestos me parecen los que la Iglesia tiene hoy más necesidad
de atender y obedecer. Cada uno de ellos es una oportunidad para
renacer del Espíritu, que se le presenta a todo el Pueblo de Dios y no
solamente a la jerarquía de la Iglesia, aunque ésta obviamente esté
más urgida en su responsabilidad por el Soplo de Dios que contienen
los vientos de cambio.

2.1. Las desigualdades el signo mayor de Reinado crucificado


del mundo de Dios. Nada comparable con la desi-
«La crisis económica que golpea nues- gualdad estructural y obscena de nues-
tros países después de tiempos de creci- tro mundo pone más en evidencia que el
miento y bienestar pueden volvernos Reinado de Dios no marcha de ninguna
más ciegos de lo que ya estábamos.» manera según lo previsto.28 Nada, ni si-
Con estas palabras Rafael Díaz-Salazar quiera el relativismo moral, por mucho
inicia un pequeño libro sobre las desi- empeño que se ponga en denunciarlo a
gualdades internacionales.27 Su alusión tiempo y a destiempo. Nada semejante,
a nuestra ceguera crónica y su grito lo diré con palabras de Jaime Gil de
–¡justicia ya!– confirman mi vieja con- Biedma, al «dolor de tantos seres inju-
vicción de que la pobreza del mundo es riados, rechazados, retrocedidos al últi-
16
mo escalón, pobres bestias que avanzan patronal, los banqueros, los directivos
derrengándose por un camino hostil, sin de los bancos centrales y los políticos
saber dónde van y quién les manda, que comparten con ellos la ideología ne-
sintiendo a cada paso detrás suyo ese oliberal, tratan de ocultar a toda costa:
ahogado resuello y en la nuca ese vaho el ídolo de muerte que el capitalismo ha
caliente que es el vértigo del instinto, el generado.
miedo a la estampida, animal adelante,
hacia delante, levantándose para caer 2.1.1. El Capitalismo:
aún, para rendirse al fin, de bruces y en- «realidad fundamental»
tregar el alma porque ya no pueden más La advertencia de Juan Pablo II sobre el
con ella». Nada, como la brutal injusti- peligro de caer en «una idolatría del
cia de nuestro mundo, certifica mejor la mercado» cayó en saco roto hace vein-
conclusión del poeta barcelonés: «Así te años. Otros intereses y preocupacio-
es el mundo y así los hombres.» nes eclesiásticas pusieron sordina a es-
Para todo el pueblo de Dios esa des- tas palabras proféticas del Papa. Ahora
comunal ecumene de dolor debiera ser, ha llegado el momento de hablar alto y
por contraste, signo de la permanente sin tapujos del capitalismo como una de
anonadación histórica del misterio de las máximas referencias religiosas de la
la piedad de Dios (cf. 1Tim 3,16). Y los cultura occidental de nuestro tiempo. La
pastores y los teólogos debiéramos crisis económica que padecemos ha
contribuir a su discernimiento. En esa puesto de manifiesto, por si todavía ha-
comunidad de sufrientes se prolonga bía alguna duda, que el verdadero abso-
privilegiadamente para la Iglesia la co- luto de nuestro mundo globalizado es el
municación silenciada del Dios/Amor Capital. El poder de unión y relación del
que desciende hasta nosotros. En esa dinero ha sustituido funcionalmente al
multitud de seres humanos, puestos co- de la religión. La «realidad fundamen-
mo un cristo, se activa la memoria y la tal» que lo determina todo ya no es Dios,
actualización históricas del aconteci- sino el capitalismo. Mammón ha vuelto
miento del Calvario. En los «conmove- en versión capitalista y hoy más que
dores llantos inaudibles de los que nada nunca es el antagonista por antonoma-
esperan ya de nadie...» la Iglesia puede
sia del Dios cristiano (cf. Mt 6,24).
identificar ecos de los gemidos y los do-
lores de parto de la nueva creación na-
cida de la matriz divina del Espíritu (cf.
Rom 8,14-27). La crisis económica ha puesto
«Ese inmenso depósito de sufri- de manifiesto que el verdadero
miento humano» es metáfora viviente
de Jesús crucificado y, al mismo tiem- absoluto es el Capital
po, signo del misterio de la impiedad y
de la injusticia de los hombres (cf. Rom
1,18). Señala exactamente aquello que Si la Iglesia del siglo XXI hace suyo
los poderosos del mundo, es decir, la este signo del Reinado de Dios, los dis-
17
cursos sobre la necesidad de una eco- y principio» del quinto reino de la visión
nomía al servicio de las personas, como del profeta, un reino «antropomorfiza-
han hecho recientemente los obispos do» como «hijo de hombre» que proce-
vascos en una impecable pastoral colec- de de Dios (7,13-14), y cuyo «estilo de
tiva, no le serán suficientes. Tampoco le gobierno» busca un programa mundial
bastará con exigir «una nueva y más de justicia global.30
profunda reflexión sobre el sentido de la
economía y de sus fines, además de una
honda revisión con amplitud de miras
del modelo de desarrollo, para corregir El signo de las desigualdades
sus disfunciones y desviaciones», como obliga a la Iglesia a mirar
hace Benedicto XVI en su encíclica hacia su interior
Caritas in veritate [32]. Para cumplir
con su vocación de «germen y principio
del Reino de Dios» la Iglesia necesita
forzosamente mirar hacia su interior. El Si el Pueblo de Dios hace suyo este
Pueblo de Dios precisa defender o puri- signo, sus miembros se sentirán invita-
ficar su fe en el Dios del Reino ante el dos a “antropomorfizar” más y más su
riesgo que corre de ofrecer al “empera- estilo de vida alejándose de los estilos
dor” divinizado, sin resistencia y bajo “zoomorfizados” patrocinados por el
nuevos ropajes, el sacrificio prescrito.29 capitalismo. Así nos contemplan: «Los
El signo de las desigualdades humanas cristianos quieren transformar nuestros
sitúa a la Iglesia ante la tarea de rastrear respetables hogares musulmanes en
la idolatría en sus propias filas e institu- mercados. [...] Quieren que compremos
ciones, pues desde hace mucho también esos venenosos productos suyos que no
ella está sometida al poder del dinero y tienen propósito real, para que nos con-
en su seno habita una apostasía encu- virtamos en una nación de rumiantes. La
bierta. No tiene otra forma de comenzar gente se pasa el día metiéndose porque-
a deshacerse de sus complicidades en la ría en la boca en vez de rezar a Alá.»31
barbarie de la pobreza del mundo.
El discernimiento del signo de las 2.1.2. Igualdad y fraternidad universal
desigualdades del mundo sugiere la vi- Una igualdad y una fraternidad univer-
sión del capitalismo de mercado como sal sin consecuencias para los miembros
la versión actualizada del cuarto reino de las iglesias ricas es literalmente una
imperial del libro de Daniel. El capita- estafa para las expectativas de las vícti-
lismo actual no se “antropomorfiza”, si- mas de las desigualdades del mundo. El
no se “zoomorfiza” como una bestia te- mero sentimiento favorable a la libera-
rrible, espantosa y muy fuerte, que con ción de las situaciones endiabladas de la
enormes dientes de hierro come, tritura exclusión y de la marginación no es su-
y pisotea las sobras con sus pezuñas ficiente. También los gerasenos fueron
(cf. 7,7). Pero, al mismo tiempo, recuer- partidarios de que Jesús librara al ende-
da a la Iglesia la llamada a ser «germen moniado de su espíritu inmundo, pues
18
ya nadie podía tenerlo atado ni siquiera tólicas. En la medida en que hagan suyo
con cadenas. Su error fue creer que la este signo, es decir, lo conviertan en san-
victoria sobre el demonio no iba a tener gre de su sangre y carne de su carne,
consecuencias para ellos. Cuando com- descubrirán que la existencia de depar-
probaron que habían recuperado un ve- tamentos de ética bien dotados no va ser
cino, pero se habían quedado sin sus suficiente para garantizar el servicio
puercos, le rogaron a Jesús que se lar- de la institución universitaria al Reino de
gara del país (cf. Mc 5,1-20). Alguna Dios. A no ser que se asuma institucio-
vez con unos granitos de ironía he apos- nalmente que «no hay ética porque se-
trofado: y es que, ya se sabe, los cerdos pamos qué es el “bien”, sino porque he-
como nuestra calidad de vida no tienen mos vivido y hemos sido testigos de la
desperdicio. El sentimiento no basta. experiencia del mal. No hay ética por-
Necesitamos estilos intempestivos de que uno cumpla con su “deber”, sino
vida austera y solidaria que propicien porque nuestra respuesta ha sido ade-
una civilización alternativa, fraterna, cuada, aunque nunca pueda ser suficien-
igualitaria y libre. Y el cristianismo pro- temente adecuada. No hay ética porque
porciona energía y sabiduría para inten- seamos “dignos”, porque tengamos dig-
tarlo y esperanza en lograrlo.32 nidad, porque seamos personas, sino
Además el signo de la desigualdad porque somos sensibles a lo indigno, a
remite a una actuación alternativa en el la indignidad, a los excluidos de la con-
mercado. Hay muchas cosas que los dición humana, a los infrahumanos, a
miembros del Pueblo de Dios podemos los que no son personas»34.
hacer –y de hecho estamos haciendo–
para propiciar cambios en el ámbito de
2.1.3. Gestos simbólicos
la economía: defender la existencia de
alternativas para salir de la crisis,33 pro- Finalmente el signo de la desigualdad
mocionar el comercio justo, discriminar es una invitación a la realización de
a las empresas que trafican con las per- gestos simbólicos que den que pensar
sonas para abaratar costos, fomentar em- y generen visiones de otro futuro. Prác-
presas de economía social, posibilitar la ticas que evoquen la devolución del mer-
responsabilidad social corporativa de las cado a Dios y su no pertenencia al Ca-
empresas, promover bancas éticas, etc. pital. De manera semejante a cómo la
Pero quisiera insistir en algo que he pesca milagrosa de Jesús (cf. Jn 21,1-11)
defendido en otras ocasiones. El Soplo pretendió significar la devolución del
de Dios busca hoy expertos de la econo- lago a Dios, al proclamar que el mar de
mía que, sin miedo a los descensos pro- Tiberiades no era de Roma sino de Dios,
fesionales, se dejen mover y dirigir por y el lago no era de Antipas sino de Je-
su fuerza a la búsqueda de alternativas sús.35
al modelo económico actual. Deberían Para cerrar este punto propondré un
tenerlo muy en cuenta las Business gesto simbólico que me ha sugerido una
School que tanto proliferan últimamen- noticia de prensa. La monja Nora Nash
te en las instituciones universitarias ca- se ha convertido en los últimos años en
19
la visitante más chocante de los despa- católica, etc.) debería hacer pública su
chos de grandes corporaciones. Los di- participación accionarial en las empre-
rectivos de Goldman Sachs, British sas que cotizan en el mercado bursátil.
Petroleum y Lockheed Martin, entre Una vez que las cuentas del Pueblo de
otros, se han visto obligados a escuchar Dios se han dejado claras, el máximo
sus suaves pero implacables reproches. responsable de cada institución eclesial
Ella y sus hermanas franciscanas han (el Papa, el obispo, el superior provin-
optado, para abrirse camino hasta las al- cial o general, etc.) se convertiría en un
tas instancias, por el activismo acciona- activista en las juntas de accionistas,
rial, una práctica que consiste en adqui- recordando en ellas, por ejemplo, algu-
rir participaciones de empresas para nos de los criterios éticos de la doctrina
intervenir en sus juntas de accionistas. social de la Iglesia. No me cabe la me-
De esta manera se tiene la posibilidad nor duda de los efectos beneficiosos que
de hablar cara a cara con aquellos que este activismo, tan evocador del de Je-
toman las decisiones contra las que se sús en el templo de Jerusalem, tendría
quiere protestar. Es un tipo de protesta para los pobres del mundo. Ellos se me-
que practican en Estados Unidos los recen que tengamos la ilusión de que
diversos colectivos del movimiento este gesto simbólico se realice y multi-
Occupy Wall Street. Y que también ha plique, aunque no nos hagamos ilusio-
adquirido notoriedad en España por nes de que vaya a ser así.
medio de organizaciones que han alza-
do la voz en juntas de accionistas de
bancos y han lanzado campañas como 2.2. La emancipación
la llamada «BBVA sin armas», que con- de las mujeres
dena las inversiones del banco en arma- La larga lucha de las mujeres por su
mento.36 emancipación es otro importante signo
de los tiempos que la Iglesia debe hacer
suyo. Las mujeres han sido secular-
mente víctimas del patriarcado. Un sis-
Los gestos tema cultural de dominación en el que,
de activismo accionarial como escribe Manuel Castells:
deberían generalizarse entre
las autoridades «El hombre se reservó el poder, la
producción y la guerra, y la mujer
de la Iglesia católica tuvo que asumir todo lo demás. De
esa división histórica del trabajo sur-
gieron dos culturas, una dominante,
Me encantaría que este gesto de acti- otra dominada, que se convirtieron
vismo accionarial se generalizara entre en esencias a través de los mitos de
las autoridades de la Iglesia católica. lo masculino y de lo femenino, has-
Como paso previo cada institución ta parecernos lo natural. Claro que
(diócesis, orden religiosa, organización hubo constantes rebeliones, tanto
20
individuales, como colectivas. Por- de Cristo en nuestro mundo, puesto que
que la organización de la sociedad mayoritariamente los «conmovedores
no determina enteramente lo que llantos inaudibles de los que nada espe-
piensa y hace la gente. Pero el esta- ran ya de nadie...» son suyos.
do, en cualquiera de sus formas, in-
cluida la iglesia como parte de él, se
encargó de dejar las cosas en su sitio.
[...] Eso es el patriarcado. De ahí ve- El movimiento
nimos todos, nuestros prejuicios y de liberación de las mujeres
nuestra forma de ser. Y así se han trae consigo
hecho las mujeres como cultura co- vientos de cambio
lectiva y como personalidad indi-
vidual.»37
Las historias emancipatorias de las
2.2.1. El orden patriarcal mujeres son relatos de resistencia y
A pesar de que la vida de las mujeres ha transformación de ese poder inhumano
cambiado más en los últimos cien años que infrahumaniza la condición de las
que en los tres mil anteriores, el orden mujeres y deshumaniza la condición de
patriarcal sigue cubriendo con su alar- los varones. Sus conquistas son señales
gada sombra la historia que construi- de sus victorias parciales sobre «el po-
mos. Para corroborar esta afirmación nos der de lo inhumano»; anticipaciones
basta con la constatación empírica de históricas de la irrupción del Reinado
que las mujeres son las más empobreci- de Dios de manera semejante a como lo
das del mundo: el 67% de los pobres del fue la actividad liberadora y antidemo-
mundo son mujeres. Pero además con- níaca de Jesús de Nazaret o la victoria
viene no olvidar que en la mayor parte de Cristo resucitado sobre todos los po-
del mundo las mujeres salen perdiendo deres cósmicos de dominación, anun-
por ser mujeres: se las discrimina no so- ciada por la predicación paulina (cf. Ef
lamente en el acceso a los puestos de 1,20-22)39.
decisión económica y política, sino El movimiento de liberación de las
también a los bienes básicos como la mujeres trae consigo vientos de cambio
alimentación, la educación y la salud; y y provoca experiencias «del aliento del
asimismo una de cada tres mujeres es Espíritu» en la Iglesia para que nazca
maltratada física y/o sexualmente en el de nuevo como «germen y principio del
mundo.38 Reino». No le va a resultar nada fácil re-
El signo de la emancipación de las conocer este signo del Reino, que irra-
mujeres pone de manifiesto por con- dia desde los márgenes de la tradición
traste que el orden patriarcal es quizás dominante androcéntrica y patriarcal
la más vieja figura histórica del anti- que empapa a la institución eclesial. Ha-
rreino de Dios. Y nos precisa que las cerlo suyo le exige conversión, cambio
mujeres son mayormente las “vicarias” de prácticas y de mentalidad.
21
2.2.2. El patriarcado eclesial mano querido. Aquel gesto simbólico
El patriarcado eclesial es una de las más no terminó con la esclavitud en el mun-
consistentes formas de esa estructura de do, pero generó la visión de que otro
dominación cultural, pues se entiende a mundo de libertad universalizada era
sí mismo como divinamente estableci- posible. Hoy el signo de la emancipa-
do. Los varones del gobierno eclesial di- ción de las mujeres reclama de la Iglesia
cen que su poder ha sido delegado por institución una práctica simbólica seme-
Dios y que lo ejercen por mandato divi- jante, que reconozca el potencial eman-
no. Además hasta tiempos muy recien- cipador que la causa feminista tiene pa-
tes las mujeres han sido tenidas en la ra toda la humanidad, y genere la visión
Iglesia como inferiores a los varones de que es posible otro mundo en el que
mental, moral y físicamente, creadas só- la causa feminista se haya universaliza-
lo parcialmente a imagen de Dios, e in- do de facto.41
cluso como símbolo envilecido del mal.
Y en contraste con todo ello han sido 2.2.3. Una revision importante
despersonalizadas como un ideal ro- y urgente
mántico y asexuado, cuya plenitud radi- Esta nueva práctica eclesial sólo será
ca especialmente en la maternidad. posible, si va precedida de la revisión
Todavía hoy las mujeres ocupan un es- del androcentrismo inoculado en la tra-
pacio marginal en la vida oficial de dición católica. Con este fin el diálogo
la Iglesia católica, están excluidas de la con las aportaciones críticas y positivas
plena participación en el sistema sacra-
de la teología feminista resulta impres-
mental, de los centros eclesiales donde
cindible. Encerrarse a cal y canto tras
se toman las más importantes decisio-
una lectura fundamentalista de la doc-
nes, se establecen leyes y se elaboran
trina eclesiástica solamente conseguirá
símbolos, de los roles de liderazgo pú-
blico eclesial. Es decir, las mujeres es- retrasar algunos cambios que la Iglesia
tán mayoritaria y necesariamente en la católica necesariamente debe realizar, si
Iglesia, pero con un valor limitado.40 quiere actualizar su vocación sacramen-
La situación me parece insostenible. tal [cf. LG 1]. Las autoridades eclesiás-
En las actuales condiciones habremos ticas pueden aprender de su propia his-
de reconocer, al menos, que la Iglesia se toria con las mujeres. No en vano han
lo pone muy difícil a las mujeres para revisado y rechazado la propuesta de
que la contemplen como «germen y Tomás de Aquino sobre la naturaleza
principio del Reino». defectuosa de la mujer (cf. STI, q.92,
a.1, ad.1). O ¿me equivoco?
Muchas veces he pensado que la
Iglesia hizo mucho más por la abolición Señalo tres espacios teológicos, cu-
de la esclavitud el día que nombró pres- ya revisión me parece más importante y
bítero a un esclavo que cuando reco- urgente:
noció como palabra de Dios la carta a 1) Un lenguaje sobre Dios que usa
Filemón en la que Pablo le ruega que re- exclusiva, literal y patriarcalmente tér-
ciba al esclavo Onésimo como a un her- minos masculinos.42
22
2) Una teología de la cruz, que ha modelo cultural norteamericano por to-
servido para reforzar el sistema de so- do el mundo. El Norte rico pretende uni-
metimiento sufrido por las mujeres.43 versalizar con una inaudita incontinen-
3) Una utilización de imágenes ale- cia su modelo cultural. El encanto y la
góricas y simbólicas de la Escritura como riqueza de la diversidad van cediendo
normativas y arquetípicas de la esencia ante la fulminante ofensiva de la estan-
de la feminidad y la masculinidad, que darización, la homogeneización y la
oculta el rostro de las mujeres de carne uniformización. «Todo el mundo perci-
y hueso, su existencia cotidiana y la he- be a su alrededor que la coartada de la
rida lacerante de su discriminación.44 modernidad sirve para que todo se do-
blegue al nivel de una estéril uniformi-
Los vientos de cambio embeben el dad. De un extremo al otro del planeta
Soplo de Dios que empuja a la jerarquía se impone un estilo de vida parecido,
a ir más allá de la actual construcción expandido por los medias y prescrito
eclesiástica del ser mujer, que de ningu- machaconamente por la cultura de ma-
na manera es capaz de dar cuerpo en la sas. De la Paz a Uagadugú, de Kioto a
historia al flujo de liberación y justicia San Petersburgo, de Orán a Amsterdam,
que el Reinado de Dios ha introducido las mismas películas, las mismas series
en ella. televisadas, las mismas informaciones,
las mismas canciones, los mismos esló-
ganes publicitarios, los mismos objetos,
2.3. El pluralismo cultural
la misma ropa, los mismos coches, el
Una de las muchas paradojas que carac- mismo urbanismo, la misma arquitectu-
teriza a nuestro mundo es que la cre- ra, el mismo tipo de apartamentos, con
ciente globalización va acompañada de frecuencia amueblados y decorados de
nuevas diferenciaciones culturales y re- forma idéntica...»46. Esta clase de uni-
ligiosas. Cosmopolitismo y particulari- versalización cultural se ha ganado el
dad no son realidades opuestas, sino calificativo de “cocacolonización”.47
complementarias. Nos encontramos en
una época de diferencias entrelazadas.
Las diversas culturas presentes en nues- Urge orientar
tro mundo no solamente coexisten unas
junto a otras, sino que además mantie-
las relaciones interculturales
nen entre sí relaciones dinámicas que, hacia una coexistencia fecunda
como nos recuerda un informe de la y armónica
UNESCO, necesitamos y debemos
aprender a orientar no hacia una con-
frontación, sino hacia una coexistencia La interculturalidad como proyecto
fecunda y una armonía intercultural.45 sociopolítico en el que de manera inten-
Este desiderátum hoy se encuentra cionada y planificada se conjuguen: a)
muy amenazado. Occidente promueve el respeto por y la asunción de la diver-
tan pertinaz como avasalladoramente el sidad cultural preexistente; b) la recrea-
23
ción de todas y cada una de las culturas el riesgo del «choque de civilizaciones»
presentes; y c) la emergencia de una (S. P. Huntington) o de «choques entre
nueva síntesis, no ha abandonado toda- culturas» (F. Fernández Buey), cuyas
vía el estado de los ensayos teóricos de dimensiones pueden llegar a ser muy
laboratorio o de la reclamación de dere- considerables.
chos pendientes. Sin embargo resulta Desde la marginalidad de las cultu-
cada día más urgente y necesario cami- ras amenazadas, el pluralismo cultural
nar en esa dirección. se percibe como un signo del Reinado
de Dios, como una oportunidad históri-
2.3.1. Identidad cultural ca (como un kairós) para la actualiza-
Cada vez con mayor frecuencia Occi- ción en el siglo XXI de la inversión de la
dente recibe la negativa de las otras cul- lógica de Babel acontecida en Pente-
turas a identificar modernización con costés (cf. Act. 2,1-11). Un proyecto de
occidentalización. Una y otra vez le armonía intercultural para nuestro mun-
recuerdan que su pretensión de univer- do está siendo reclamado y posibilitado
salizar su cultura es falsa porque des- por la emergencia del Espíritu de Dios
precia el hecho de la diversidad cultu- en todas las culturas.
ral; inmoral porque oculta en su interior
la pretensión de un poder imperialista;
y peligrosa porque mantiene de manera La autoridad eclesial
fundamentalista el carácter innegociable
de su visión de valores como el progre-
debe reubicarse en el mundo
so, la tecnología, la democracia y, sobre como una Iglesia universal
todo, el mercado económico mundial. culturalmente policéntrica
La oposición a esta violencia cultural
está dando lugar a una recomposición
del mundo en el que particularmente la Si hace suyo este signo de los tiem-
conciencia de etnicidad juntamente con pos, la autoridad eclesial deberá afron-
la conciencia femenina son sus sujetos tar un cambio gigantesco en la propia
más activos. Una ola de indigenismo y configuración histórica de la Iglesia.
de resurgimiento de las culturas no oc- Habrá de transitar por nuevas rutas cul-
cidentales recorre nuestro planeta. Pero turales, dejar de ser una Iglesia de cultu-
con ella las banderas y otros símbolos ra excesivamente monocéntrica y euro-
de identidad cultural (como las cruces, céntrica y reubicarse en el mundo como
las medias lunas, los modos de cubrirse una Iglesia universal culturalmente po-
la cabeza, las religiones, etc.) han reco- licéntrica (J. B. Metz).
brado una inusitada importancia. Perso-
nas individuales y grupos humanos des-
cubren identidades nuevas o viejas, que 2.3.2. Una Iglesia de cultura
están dispuestos a defender incluso has- excesivamente monocéntrica
ta el extremo de hacer guerras contra El cristianismo sigue inculturado exclu-
enemigos nuevos o viejos. Es creciente sivamente en la cultura occidental. El
24
destino universal del Evangelio se en- superar este control opresivo, la incul-
cuentra seriamente comprometido des- turación de la fe48 en las culturas no oc-
de hacía siglos, como consecuencia de cidentales se hará inviable.
su (des-)encuentro con las culturas ame-
rindias, asiáticas y africanas. La tarea 2.3.3. Una Iglesia universal
misional, reiniciada en el siglo XVI, fue culturalmente policéntrica
incapaz de percibir o asumir conse-
Si hace suyo el signo de la diversidad
cuentemente la distinción entre fe y cul-
cultural, la Iglesia renacerá en un nuevo
tura. Los resultados finales fueron una
Pentecostés como «germen y principio
evangelización confundida con occi-
del Reino» para nuestro mundo. Su pro-
dentalización, una fe (propuesta o im-
pio pluralismo cultural mostrará que el
puesta) indivisiblemente unida a una
Evangelio no solamente puede llegar a
cultura ajena y yuxtapuesta a la propia,
expresarse con los elementos propios de
y, lo que es mucho más grave, innume-
las más diversas culturas, sino que, co-
rables víctimas humanas y destrozos
mo recordó Pedro Arrupe, posee un di-
culturales como consecuencia de seme-
namismo capaz de convertirlo en prin-
jante desatino. Cinco siglos más tarde la
cipio inspirador, normativo y unificante,
Curia romana sigue otorgando un ca-
que transforma y recrea las culturas,
rácter absoluto a la interpretación occi-
dando lugar a una nueva creación.
dental/romana del cristianismo, que
provoca la impermeabilidad de las otras
culturas al Evangelio. Este comporta-
miento cierra las puertas de esas cultu- Es necesario reconocer
ras “minorizadas” a Cristo, mientras el pluralismo cultural como
paradójicamente se las ruega con tonos
patéticos que las abran. En el siglo XXI signo del Reinado de Dios
en la Iglesia se sigue reproduciendo el
conflicto judaizante de la circuncisión:
hoy ya no se necesita ser judío para ser El Soplo de Dios la empuja en la
católico, pero es imprescindible ser cul- dirección de una apropiación de la di-
turalmente occidental y europeo. La versidad cultural, que la ponga más efi-
presión del poder central romano repri- cazmente al servicio de una cultura
me hasta la asfixia las legítimas preten- mundial de la fraternidad. Así la Iglesia
siones de inculturación del Evangelio de contribuirá, más decisivamente que con
las Iglesias locales periféricas. Hasta el toda su doctrina social, a alumbrar for-
punto de que todavía es más exacto ha- mas culturales de «seguir diciendo lo
blar de Iglesias europeas en África, en humano» (J. Muguerza) en la conviven-
Asia o en Altiplano andino que de Igle- cia, impregnadas con los talantes de la
sias africanas, asiáticas o andinas. Las fraternidad, del reconocimiento de los
causas que originaron la penosa historia derechos del otro, y del respeto y po-
de De Nobili y Ricci siguen vivas. Si las tenciación de la diversidad cultural. La
Iglesias de la periferia no son capaces de realización del viejo mito de la ciuda-
25
danía universal, cuya construcción se ha nas la institución eclesial lo ha acepta-
convertido hoy en una cuestión de su- do como una realidad fáctica con la que
pervivencia para toda la humanidad, pa- hay cargar y en la que hay que negociar
rece hacer más urgente el reconoci- cotas de poder con sus representantes.
miento del pluralismo cultural como Hoy más que nunca es urgente que
signo del Reinado de Dios. la jerarquía perciba la democracia como
un signo del Reino de Dios, lo haga su-
yo, y reconozca su cultura de la igual-
2.4. La cultura democrática dad, de la libertad y de los derechos hu-
La crisis económica mundial está dejan- manos como anticipación parcial de la
do meridianamente clara la gran ame- utopía del Reinado de Dios en la histo-
naza que se cierne sobre la democracia. ria. Obviamente, si asume el signo de la
El sistema democrático está en peligro, democracia, como forma de vida y talan-
en creciente riesgo de desvanecerse por te eclesial, la Iglesia entrará necesaria-
el impacto del mercado. Golpe a golpe mente en procesos de cambio y transfor-
la dictadura del capitalismo lo va des- mación de su figura histórica actual, que
truyendo, mientras promueve un fascis- en gran medida es hoy reflejo del anti-
mo social que criminaliza a los pobres guo régimen autocrático. Pero este cam-
y a los indignados del 15M. Todos los bio constituirá su mejor servicio a las
días nos desayunamos con la noticia de democracias actuales.
que las autoridades políticas europeas
actúan por “obediencia debida...” a los
mercaderes.
En plena incertidumbre se abre paso
Asumir la democracia como
la certeza de la necesidad del cambio. un signo del Reino de Dios
Como U. Beck declaraba recientemente facilitaría que la Iglesia entre en
en la prensa, «la crisis financiera mun- un proceso de cambio
dial es el Chernóbil de los neoliberales, y transformación
de todos los que creen que el mercado lo
arregla todo. Ha de haber algo más, una
visión de la democracia distinta, que no
se ve en los debates de los partidos, no Nuestras democracias demediadas
otras instituciones, sino procedimientos están demandando realidades simbóli-
para que la gente participe más...»49. cas que las ayuden a trascender y supe-
El sistema democrático nunca ha si- rar sus objetivos pragmáticos y romos
do reconocido por la Iglesia institucio- de utopía solidaria. Una realidad sim-
nal como un signo del Reinado de Dios, bólica es aquélla que tiene la capacidad
a pesar de haber sido un colosal progre- de provocar el anhelo y el deseo de la
so humanizador. Evidentemente está realidad significada, y de convocar a los
contaminado desde su origen, pero no hombres en el esfuerzo común por cons-
más que el antiguo régimen del gobier- truirla y vivirla. Lo simbólico da un
no autocrático de los reyes. A duras pe- qué-pensar (P. Ricoeur), pero también
26
provoca un qué-hacer. La jerarquía condenar; no es la potencia que rei-
eclesiástica no debiera contentarse con na en el mundo. Es más bien el dios
realizar llamadas a la regeneración mo- que espléndidamente se le aparece al
ral de las democracias reales. Su condi- profeta Elías en el monte Oreb (1 Re
ción de «germen y principio del Reino» 19,11-13), en un diálogo lleno de
emplaza a la Iglesia con la necesidad de respeto y libertad: “Entonces Yahvé
que la democratización de sus estructu- pasó y hubo un huracán tan violen-
ras y mecanismos de gestión haga pre- to que hendía las montañas y que-
sente y visible su condición de misterio braba las rocas ante Yahvé; pero en
de comunión a los ojos de los ciudada- el huracán no estaba Yahvé. Después
nos europeos de hoy. Un progreso en esa del huracán, un terremoto; pero en el
dirección supondrá una mayor conden- terremoto no estaba Yahvé. Después
sación de su potencial simbólico, y con- del terremoto, fuego; pero en el fue-
secuentemente una mejor oportunidad go no estaba Yahvé. Después del
de convertirse en referente utópico de fuego, el susurro de una brisa suave
un proyecto político de democracia in- [...] Al oírlo Elías, se tapó el rostro
tegral, que supere las deficiencias del con el manto” en señal de respeto.
modelo participativo de nuestras demo- No se marchó, lanza en ristre, ba-
cracias occidentales y capitalistas. jando la celada. También porque a la
El Soplo de Dios que promueve es- voz que los hombres reciben del
te cambio de dirección de la Iglesia ca- Señor de este modo discreto, se ajus-
tólica es la misma brisa suave que so- ta lo que dice el salmista: “Dios ha
porta y alimenta la democracia. Así lo hablado una vez; dos veces, lo he oí-
ha visto G. Zagrebelsky: do” (Sal 62,12), lo que significa la
duda, el apuro de no haber entendi-
«No es casual la propensión hacia do bien, que constituye la condición
formas autocráticas de gobierno [...] existencial de quien vive en la fe
propia de todas la concepciones po- (que sólo quien cree en algo puede
líticas basadas en la verdad y en la dudar). Frente a ello, la pretensión
lucha contra el error. Así ha sido pa- del hombre –cualquiera que sea su
ra el catolicismo. Sólo en la segun- posición en la sociedad de los cre-
da mitad del siglo XX se ha abierto yentes– de ostentar una verdad, sus-
un difícil debate que ha llevado al tituyendo la palabra susurrada por
Concilio Vaticano II a optar prefe- Dios por la suya, puede parecer in-
rentemente por la democracia como cluso blasfema. Y la obediencia pa-
el régimen más acorde con la igual siva que se presta a aquélla puede
dignidad de todos los seres huma- parecer incluso idolatría.»50
nos, de igual filiación divina [...]. El
dios que es compatible con la de-
2.5. Punto final
mocracia –que puede incluso ser su
soporte y alimento– no es el dios que La crisis de comunicación con la socie-
divide, que habla para ordenar y dad que padece la Iglesia la ha situado
27
en un punto crítico que algunos consi- abrir nuevos caminos al Reinado de
deran de “no-retorno”. Ni sospechar Dios. Su lectura y discernimiento serán
permanentemente de la novedad, ni expresión acabada de su fidelidad a
guarecerse numantinamente en el pasa- Aquel que viene por medio del Espíritu
do ante los “vientos” de cambio, jamás de Dios. Constituirán una forma excelsa
debieran ser las consignas eclesiales de mantener abierto permanentemente
para salir de semejante atolladero. Ése el diálogo de los hombres con las lla-
no es el clima para la siembra del Evan- madas de Dios, pues en ese discer-
gelio de Dios en el mundo. nimiento la Iglesia se mantiene en diá-
Los signos de los tiempos son, ante logo, al mismo tiempo, con los hom-
ella y para ella, llamadas del Espíritu a bres y con Dios.

28
NOTAS

1. Cf. Dolores ALEIXANDRE, «De Elías a Juan de la 8. Cf. «La Iglesia católica-romana no es la verda-
Cruz. Un itinerario de silencio», en Revista dera Iglesia de Cristo», Revista Latinoameri-
Catalana de Teología, XXV (2000), pág. 191- cana de Teología 83, mayo-agosto 2011, pág.
201. 255-265.
2. Concilio Vaticano II, Constituciones, Decretos y 9. Cf. J. I. GONZÁLEZ FAUS, La autoridad de la ver-
Declaraciones, Madrid, BAC, 1968, pág. 9. dad. Momentos oscuros del magisterio eclesiás-
3. Cf. M. D. CHENU, Los signos de la época en tico, Barcelona, Herder 1996, pág. 189-223.
AA., La Iglesia en el mundo actual. Constitu- 10. Cf. J. PEREA, «Disentir para reformar la Iglesia»,
ción «Gaudium et Spes». Comentarios al Es- Iglesia Viva, 245 2011/1, pág. 61-100.
quema XIII, Bilbao, DDB, 1968, pág. 95-102. 11. Cf. Víctor CODINA, Creo en el Espíritu Santo.
4. Cf. además de los textos aquí transcritos PO 9b; Pneumatología narrativa, Santander, Sal Te-
UR 4a; AA 14c. rrae 1994, pág. 155-159.
5. «Para cumplir esta misión es deber permanente 12. RATZINGER, Introducción al cristianismo, Sala-
de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la manca, Sígueme, 1969, pág.293-294.
época e interpretarlos a la luz del Evangelio, 13. Cf. V. R. AZCUY, «El Espíritu y los signos de
de forma que, acomodándose a cada genera- los tiempos. Legado, vigencia y porvenir de
ción, pueda la Iglesia responder a los perennes un discernimiento teológico», Concilium 342
interrogantes de la humanidad sobre el sentido (septiembre 2011), pág. 603.
de la vida presente y de la vida futura y sobre 14. Cf. J. COMBLIN, «Los signos de los tiempos»,
la mutua relación de ambas. Es necesario por Concilium 312 (septiembre 2005), pág. 530
ello conocer y comprender el mundo en que 15. Luis GONZÁLEZ-CARVAJAL. Los signos de los
vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el tiempos. El Reino de Dios está entre nosotros...
sesgo dramático que con frecuencia le caracte- Santander, Sal Terrae, 1987, pág. 231.
riza.» (GS 4) 16. J. COMBLIN, o.cit., pág. 532.
6. «El Pueblo de Dios, movido por la fe, que le im- 17. La fórmula «Padre/Cabeza de la familia del
pulsa a creer que quien lo conduce es el Espí- mundo» es de J. D. CROSSAN, Cuando oréis,
ritu del Señor, que llena el universo, procura decid: «Padre nuestro...» Santander, Sal Te-
discernir en los acontecimientos, exigencias y rrae, 2011, pág. 43-69.
deseos, de los cuales participa juntamente con 18. En Nm 24,4.16 se sugiere la mística de ojos
sus contemporáneos, los signos verdaderos de abiertos. El texto litúrgico del lunes de la ter-
la presencia o de los planes de Dios. La fe to- cera semana de Adviento traduce los versícu-
do lo ilumina con nueva luz y manifiesta el los de esta manera: «oráculo del que escucha
plan divino sobre la entera vocación del hom- palabras de Dios, que contempla visiones del
bre. Por ello orienta la mente hacia soluciones Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos.»
plenamente humanas.» (GS 11) 19. Cf. Ibid., pág. 93-117.
7. «Es propio de todo el Pueblo de Dios, pero prin- 20. Cf. J. MOLTMANN, La Iglesia, fuerza del Espíri-
cipalmente de los pastores y de los teólogos, tu, Salamanca, Sígueme, 1978, pág. 232-233.
auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda 21. Cf. J. L. SEGUNDO, «Revelación, fe, signos de
del Espíritu Santo, las múltiples voces de los tiempos», Revista Latinoamericana 14,
nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la pala- Mayo-Agosto 1988, pág. 139.
bra divina, a fin de que la Verdad revelada 22. J. B. METZ, Memoria passionis. Una evocación
pueda ser mejor percibida, mejor entendida y provocadora en una sociedad pluralista, San-
expresada en forma más adecuada.» (GS 44a) tander, Sal Terrae, 2007, pág. 146.
29
23. Cf. o. cit., pág. 57-101; 232-234. 37. M. CASTELLS - M. SUBIRATS, Mujeres y hom-
24. «La recepción del Vaticano II en Latinoaméri- bres: ¿Un amor imposible?, Madrid, Alianza
ca. El lugar teológico ‘la iglesia y los pobres’» Editorial, 2007, pág. 16-17.
en G. ALBERIGO-J. P. JOSSUA (eds.), La recep- 38. Cf. L. RAMÓN, Mujeres de cuidado. Justicia,
ción del Vaticano II, Madrid, Cristiandad, cuidado y transformación, Barcelona, Cristia-
1987, pág. 213-214. nisme i Justícia, Cuaderno 176, pág. 21-23.
25. Cf. D. TRACY, Pluralidad y ambigüedad. Her- 39. Cf. J. I. GONZÁLEZ FAUS, Otro mundo es posi-
menéutica, religión, esperanza, Madrid, Trotta, ble... desde Jesús, Santander, Sal Terrae, 2010,
1997, pág.156, n. 56. pág. 137-186.
26. Cf. Jon SOBRINO, Jesucristo Liberador. Lectura 40. Cf., E. A. JOHNSON, La que es. El misterio de
histórico-teológica de Jesús de Nazaret, Ma- de Dios en el discurso teológico feminista,
drid, Trotta, 1991, pág. 330. Barcelona, Herder, 1992, pág. 42-50.
27. Cf. R. DÍAZ-SALAZAR, Desigualdades interna- 41. Pueden encontrarse unas interesantes pautas
cionales. ¡Justicia ya!, Barcelona, Icaria, 2011. acerca de la universalización de la causa femi-
La cita en pág. 5. nista en L. RAMÓN, o.cit., pág. 18-19.
28. Por razones de edición del cuaderno omito 42. Cf. E. A. JOHNSON, o.cit., pág. 56-59.
datos cuantitativos de las desigualdades nacio- 43. Cf. E. SCHÜSSLER FIORENZA, Cristología femi-
nales e internacionales, que se pueden encon- nista crítica. Jesús, Hijo de Miriam, Profeta
trar con mucha facilidad. de la Sabiduría, Madrid, Trotta, 2000, pág.
29. Cf. T. RUSTER, El Dios falsificado. Una nueva 141-182.
teología desde la ruptura entre cristianismo 44. Cf. L. RAMÓN, Queremos el pan y las rosas.
y religión, Salamanca, Sígueme, 2011, pág. Emancipación de las mujeres y cristianismo,
13-14. Madrid, HOAC, 2011, pág. 150-151.
30. Cf. CROSSAN, o. cit. pág. 93-98. 45. Cf. UNESCO, Nuestra diversidad creativa. In-
31. F. MERNISSI, Sueños en el umbral. Memoria de forme de la Comisión Mundial de Cultura y
una niña del harén, Barcelona, Muchnik, Desarrollo, Madrid, Fundación Santa Ma-
1997, pág. 217. ría/SM, 1997, pág. 9.
32. Cf. F. J. VITORIA , «Al servicio de la fraternidad 46. I. RAMONET, Un mundo sin rumbo. Crisis de fin
humana. Profecía y sabiduría de la tradición de siglo, Madrid, Debate, 1997, pág. 63.
de Jesús de Nazaret», Iglesia Viva 244 (octu- 47. Cf. A. PIERIS, ¿Universalidad del cristianis-
bre-diciembre 2010), pág. 83-100. mo? en Cristianisme i Justícia, Universalidad
33. Cf. A. COMÍN I OLIVERES-L. GERVASONI I VILA de Cristo. Universalidad del pobre. Aporta-
(Coords.), Democràcia econòmica. Vers una ción al diálogo interreligioso, Santander, Sal
alternativa al capitalisme, Barcelona, Catalu- Terrae, 1995, pág. 162.
nya segle XXI, 2009; B. BASTIDA, Crisis, ¿un 48. Cf. A. TORRES QUEIRUGA, «Inculturación» en
final por escribir? Causas, consecuencias y C. FLORISTÁN-J.J. TAMAYO, (eds.), Conceptos
salida a una crisis de sistema, Barcelona, fundamentales de Pastoral, Madrid, Cristian-
Cristianisme i Justícia, Cuaderno 173; V. NA- dad, 1983 y en Id. Conceptos fundamentales
VARRO, J. TORRES LÓPEZ y A. GARZÓN ESPINO- del cristianismo, Madrid, Trotta, 1993, pág.
SA, Hay alternativas, Madrid, Sequitur 471-480 y 611- 619 respectivamente; P. Suess,
ATTAC, 2011. Inculturación, en I. ELLACURÍA-J. SOBRINO,
34. J.C. MÈLICH, Ética de la compasión, Barcelo- (eds.), Mysterium Liberationis. Conceptos
na, Herder, 2010, pág. 222. fundamentales de la Teología de la Liberación
35. Cf. J. D. CROSSAN, o.cit., pág. 143-168. II, Madrid, Trotta, 1990, pág. 377-422.
36. Promovida por SETEM, Justícia i Pau y 49. Cf. El Correo, 1/12/2011, pág.38.
Observatori del deute en la globalització 50. Cf. G. ZAGREBELSKY, Contra la ética de la ver-
(www.bbvasinarmas.org) dad, Madrid, Trotta, 2010, pág. 138-139.

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CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. El autor dedica el Cuaderno a una serie de personas. ¿Te situas en algún


grupo de los que enumera? ¿Cuáles son tus esperanzas y tus sueños?

2. ¿Qué vientos de cambio te parece que corren por la Iglesia en estos días
de encrucijadas y aturdimiento? ¿Es posible averiguar dónde sopla el Espíritu
y en qué dirección, para dejarnos mover por él, y no por “otros aires”, aunque
soplen desde la curia vaticana?

3. ¿Qué te parece que ayudaría a la Iglesia a detectar señales del Reino en


medio de las ambigüedades de nuestro presente? ¿Cuándo la Iglesia es
“radar” que descubre y señala el paso de Dios por la historia y cuándo se con-
vierte en “ciudadela amurallada” protegida del mundo y enfrentada con él?

4. El autor propone cuatro signos de los nuevos tiempos inaugurados por


Jesús de Nazaret: las desigualdades del mundo, la emancipación de las muje-
res, el pluralismo cultural y la democracia.

Ha llegado el momento de hablar alto y sin tapujos del capitalismo como una de las máximas
referencias religiosas de la cultura occidental de nuestro tiempo. La crisis económica que
padecemos ha puesto de manifiesto, por si todavía había alguna duda, que el verdadero
absoluto de nuestro mundo globalizado es el Capital. La «realidad fundamental» que lo
determina todo ya no es Dios, sino el capitalismo. Mammón ha vuelto en versión capitalista
y hoy más que nunca es el antagonista por antonomasia del Dios cristiano (cf. Mt 6, 24).

¿Crees que necesitamos estilos intempestivos de vida austera y solidaria que


propicien una civilización alternativa, fraterna, igualitaria y libre? ¿Proporciona
el cristianismo energía y sabiduría para intentarlo y esperanza en lograrlo?
¿Que te parece que es necesario reformar en la Iglesia para que haya mayor
igualdad entre el hombre y la mujer?
¿Dónde tendría que poner el acento en lo referente al pluralismo cultural?
¿Qué estructuras deberían ser transformadas para hacer visibles una cultura
de la democracia?
31
5. Si eres de los esperanzados, al final de la lectura te sentirás reforzado por:
El soplo de Dios viene envuelto en los vientos recios de cambio que hoy recorren nuestro
mundo. Unas veces chocando, otras sorteando, pero siempre pugnando con otras corrien-
tes poderosísimas que pretende sofocarlos para perpetuar “el desorden establecido” en el
que vivimos.

Y te sentirás llamado a discernir signos de los últimos tiempos en esas expe-


riencias humanas que se han llamado «experiencias de contraste» y que
señalan lo que Dios no quiere porque se opone al Reinado de Dios.

32

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