Está en la página 1de 2

EVANGELIZAR A UNA PERSONA

Sabemos que el evangelismo es el acto de compartirle el evangelio a otras personas


que no conocen o no tienen a Jesús para que la luz del mismo llegue hasta ellos y
transforme su diario vivir. Es sentir esa pasión para que otra gente establezca la
relación que Dios quiere establecer entre el ser humano y él. Más que una pasión
es un mandato que Jesús le dejó a todos los que había de ser sus discípulos, esto
comprende la Gran Comisión establecida por el Cristo antes de ascender a los
cielos.

Respecto a la misión de esta clase sobre evangelizar a alguien mi experiencia fue


la siguiente:

Yo me encontré con un joven que aproximaba los 23 años de edad llamado Luis, de
la colonia Santa Lucía de nuestro municipio. Este chico me comentaba que ya había
conocido a Jesús, pues él hace un tiempo era miembro activo de una iglesia
cristiana, la Iglesia de Dios; inclusive fue capitán del ministerio de Jóvenes de su
iglesia.

No quise preguntar los motivos que le llevaron a apartarse del camino de Dios,
porque hasta que el mismo tuviese la confianza de abrir su corazón y poder entablar
una conversación amena en un ambiente plácido, ya que al hacerlo se podía
interpretar que yo le estaba juzgando y mi intención no era en lo más mínimo esa.

Lo que si le consulté es por qué no continuaba en el camino recto del Señor -esto
porque la Biblia dice que los que es imposible que los que una vez gustaron el don
de Dios retrocedan- si él ya sabía lo bueno que es andar en luz. El respondió: “Es
que es duro”. Yo argumenté que es verdad que la vida cristiana a veces suele
sentirse dura asimismo la palabra de él, el añadió que el mismo apóstol Pedro le
dijo a su señor que dura era su palabra y que quien la podía oír. En tal caso yo
aproveché para decirle que Pedro terminó esa misma palabra textualmente así: “…
pero a quien iremos, si solo tú tienes palabras de vida eterna”. El chico se quedó
pensativo, sonrió y me dijo que era cierto. Entre tanto yo le mencionaba aquel
versículo que está en el libro de Hebreos 3:7-8 Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.

El joven entendía que cuando uno es joven, cuesta ser cristiano por los deseos del
mundo. Me confesó que su debilidad actualmente son las chicas, esto según le
impide concentrarse plenamente en caminar con Cristo. Antes de terminar lo que
se convirtió en una mediana charla, le hice una última pregunta, esa que hizo el
escrito de los hebreros: ¿Qué pasa si descuidamos una salvación tan grande?
¿Vale más darle rienda suelta a nuestra concupiscencia que la salvación?

Hablamos de muchos más detalles que me serían difícil plasmar en este texto, pero
en conclusión el me finiquitó que valía más la salvación que cualquier cosa además
pronto iba a regresar a Dios. Yo espero que si, claro que si.

También podría gustarte