Está en la página 1de 7

Aldea global.

Mc Luhan
El principio que impera en este concepto es el de un mundo interrelacionado, con
estrechez de vínculos económicos, políticos y sociales, producto de las tecnologías de
la información y la comunicación (TIC), particularmente Internet.
Aldea global es un término que se refiere a la idea de que, debido a la velocidad de
las comunicaciones, toda la sociedad humana comenzaría a transformarse y su estilo
de vida se volvería similar al de una aldea. Debido al progreso tecnológico, todos los
habitantes del planeta empezarían a conocerse unos a otros y a comunicarse de
manera instantánea y directa.

El principio que impera en este concepto es el de un mundo interrelacionado, con


estrechez de vínculos económicos, políticos y sociales, producto de las tecnologías de
la información y la comunicación (TIC), particularmente Internet, como disminuidoras
de las distancias y de las incomprensiones entre las personas y como promotoras de
la emergencia de una conciencia global a escala planetaria, al menos en la teoría.
Esta profunda interrelación entre todas las regiones del mundo originaría una
poderosa red de dependencias mutuas y, de ese modo, se promovería tanto la
solidaridad como la lucha por los mismos ideales, al nivel, por ejemplo, de la ecología
y la economía, en pos del desarrollo sustentable de la Tierra, superficie y hábitat de
esta aldea global.

Por otro lado, no deja de ser verdad que, como ya evidenciaba la teoría del efecto
mariposa (teoría del caos), un acontecimiento en determinada parte del mundo puede
tener efectos a una escala global, como por ejemplo las fluctuaciones de los mercados
financieros mundiales. En este sentido, el adjetivo global tendría algún sentido, pero a
pesar de eso sería restringido.

Aldea global es un término dado por el sociólogo canadiense Marshall McLuhan en


1967, en su libro El Medio es el Mensaje.
Marshall McLuhan describe a la aldea global como un mundo conectado gracias a los
medios electrónicos.
Como núcleo de su teoría se encuentra el argumento de que los usuarios de la
tecnología están atrapados por dos formas diferentes de percibir el mundo:
“Espacio Vital” que es la forma de percepción lineal y cuantitativa y “El Espacio
Acústico” que es el razonamiento holístico y cualitativo. (libro la Aldea Global, Marshall
McLuhan y B.R. Powers)
Junto con Bruce R. Powers Mardhall sostienen que el medio impreso
estimula y conserva la percepción del espacio visual, sin embargo al igual que la
televisión, la tecnología, la base de datos, el satélite de comunicaciones y la red global
de medios de comunicación estan llevando a sus usuarios hacia una orientación mas
dinámica y con “muchos núcleos” del espacio acústico.
El teórico canadiense Marshall McLuhan "se equivocó", sentenció el hombre de
cabello blanco y mirada transparente que presidía el auditorio Jorge Luis Borges de la
Biblioteca Nacional. El investigador en comunicación e historiador español Roman
Gubern disfrutó de esa frase, que parecía impactar en el plexo de la concurrencia. "El
concepto de Aldea Global que propuso McLuhan –avanzó Gubern–, suponía flujos de
comunicación unidireccionales, en que, como en cualquier aldea, todos podían hablar
con todos." Eso no ocurrió así. Actualmente, a cuarenta años de la famosa idea de
McLuhan, uno de los profetas de la comunicación de masas, "asistimos a la
monodireccionalidad que impone el Norte frente al Sur. Somos parte de un mundo en
que se impone una monocultura que funciona en base a intereses mercantiles, antes
que políticos o sociales, cuantitativos antes que cualitativos, y en la que parecen no
tener cabida los elementos que pudieran desarrollarse por fuera de la lógica de
mercado".

Gubern –que integró el staff docente del Massachusetts Institute of Technology, la


Universidad de California, y el Institute of Technology de Pasadena, preside la
Asociación Española de Investigadores de cine y es titular de una cátedra de
Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma de Barcelona– explicó el
calibre del error de McLuhan ayer por la mañana, en el marco de la conferencia Las
comunicaciones en la Aldea Global, que inauguró un curso de posgrado en Gestión en
Cultura y Comunicación, organizado por el INDAC (Instituto Nacional de
Administración Cultural) y Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales).
Participaron de la presentación del curso, que se desarrollará a lo largo del año, el
secretario de Cultura y Comunicación, Darío Lopérfido, que destacó la necesidad de
jerarquizar el rol del Estado en tanto propulsor de políticas culturales, el antropólogo
argentino radicado en México Néstor García Canclini, que se refirió brevemente a la
reubicación de las problemáticas de cultura en tiempos de globalización, la directora
de la Flacso, Guillermina Tiramonti, y el sociólogo Luis Alberto Quevedo, que introdujo
al semiólogo español.

Gubern se refirió, en el marco de la ponencia, al "nuevo escenario tecno-cultural" que


sobrevino a las mega fusiones empresariales que se concretaron en las últimas dos
décadas, tanto entre las grandes compañías de comunicación estadounidenses, como
entre algunas importantísimas empresas norteamericanas de comunicación y
entretenimiento con firmas japonesas. Esta integración en el campo de la producción
cultural dio origen a lo que el denomina "el nuevo eje Los Angeles-Tokio", y que
supone "una expropiación del imaginario norteamericano" por parte de los japoneses,
que así se propaga y se consume sin aparentes obstáculos, en el resto del mundo. "El
80 por ciento del material audiovisual que se consume en Europa, es estadounidense,
mientras que sólo el 2% de lo que se consume en Estados Unidos es producido en
Europa", ilustró Gubern, para quien el peligro reside en que "todo aquello que no se
inserta en la lógica de la ganancia y que puede ser redituable para los empresarios
que lideran el campo de las comunicaciones, queda por fuera, para ser desechado".
La posibilidad de escaparle a esa "monodireccionalidad y estandarización" de
contenidos y de tecnología, "que se produce en el Norte y se consume en el Norte y
en el Sur", reside en la capacidad de encontrar "brechas, intersticios" que permitan
una suerte de marginalidad del sistema dominante. A eso alude el concepto de "cultura
intersticial", al que el investigador dio especial importancia. "Tiene conexión con el
orgullo que en los años 60 acarreaba el hecho de quedar fuera del sistema, aunque a
su vez se diferencia mucho de aquella filosofía, porque los tiempos son otros", explicó.
La producción independiente en el campo del cine y la televisión, por ejemplo, significa
la posibilidad de escaparle a uno de los mayores peligros que a su entender supone
esta monodireccionalidad, y es que "los países del sur del mundo, subdesarrollados o
en vías de desarrollo, ven su realidad a través de los ojos del norte, lo que supone una
colonización vía satélite de la mirada de estos países, y su sumisión a la visión de los
países más poderosos". A la hora de ampliar su concepto de Cultura Intersticial,
Gubern explicó: "es lo que queda por fuera de la 'Cultura Spielbergiana' (por Steven
Spielberg), lo que no se somete al sistema de contenidos que proponen la televisión
estadounidense y el imaginario de Hollywood, las posibilidades de consumo cultural
que sobreviven por fuera de la lógica de mercado. En ese sentido –dijo– considero que
Internet, un medio que algunos se empeñan en demonizar injustamente, es una buena
herramienta para acceder, producir y difundir, contenidos distintos, de producción
artesanal o alternativa".

En referencia a la posible utilidad de la red de redes, Gubern citó al semiólogo italiano


Umberto Eco: "La red es como una gran librería desordenada, es útil, pero su utilidad
es limitada", objetó.

Y la enmarcó en lo que llamó "la pantallización" de la sociedad. "Un empleado


promedio puede llegar a pasar más de doce horas diarias frente a una pantalla, si
sumamos las que pasa frente a la computadora en el trabajo más las que en su casa
dedica a ver televisión. Eso supone un reemplazo de la experiencia física real por la
experiencia filtrada, mediatizada, que esconde el riesgo de confundir el mundo real
con la virtualidad e irrealidad de las imágenes. No olvidemos que la experiencia del
cara cara es fundamental para el ser humano, y sobre todo para los niños y los
jóvenes", alertó. "La sobreoferta de información, a su vez, supone un empobrecimiento
de la comunicación y de la posibilidad real de estar en contacto con lo que ocurre a
nuestro alrededor. En otras palabras: más oferta es igual a mayor desinformación e
incomunicación", puntualizó frente a un auditorio que seguía atentamente sus
palabras, y que tras su exposición se animó tímidamente a las preguntas.

"¿Qué opina de los reality shows, como 'Gran Hermano'?, inquirió una mujer de
mediana edad, acaso con la esperanza de que la reflexión de Gubern pudiese iluminar
algún aspecto de este presente en que, aparentemente, pocos se salvan de querer
mirar o ser mirados. "Para mí, los reality shows son la continuación directa de las
telenovelas que hicieron furor en los 70 y los 80", analizó el semiólogo, que confesó
haber "pasado dos minutos" en la mañana por los canales de Direct TV que transmiten
en directo desde la casa. "La efectividad de las telenovelas, se basaba en la seducción
que implica el poder espiar las pasiones ajenas. Lo que ocurre ahora es que esas
pasiones ficcionales fueron reemplazadas en la actualidad por las pasiones de la vida
real, en que las lágrimas y el semen son de verdad". El alcance de este juego en que
"muchos pagan el derecho de espiar por el ojo de la cerradura a unos pocos, porque
suponen que ese mundo es más auténtico que el que veían antes" son imprecisos.
"¿Llegará el momento en que el público argentino espere que hasta la muerte de la
televisión sea una muerte de verdad?", preguntó, y nadie se atrevió a contestar.
Desde que el hombre habita sobre la faz de la tierra ha sentido la necesidad de
transformar el mundo que le rodea… de mejorar su condición existencial haciéndolo
más habitable, más seguro y también más confortable. De aprovechar los recursos de
la Naturaleza en aras del bien común...

Pero hay algo más… desde el principio de los tiempos el hombre sintió también la
necesidad de embellecer su entorno vital, tal y como hacía la Madre naturaleza…
entonces el hombre quiso también crear belleza, expresar belleza y sentir dentro de sí
mismo esa belleza y esa armonía que veía por doquier reflejada en el Universo… y así
nació el arte. Igualmente, el hombre sintió la necesidad de indagar y comprender los
grandes misterios de la creación y las leyes que rigen ese cosmos fascinante que
extendía su manto estrellado sobre sus cabezas… y así nació la ciencia… Pero al
contemplar el cielo infinito, lo que había de eterno en las estrellas despertó en si
mismo el sentimiento de la inmortalidad, y el hombre comenzó a preguntarse cual era
su origen y su destino, y cual era el papel que tenia que cumplir en la gran sinfonía
cósmica de la creación… y así nació la filosofía, la Mística espiritual y el sentimiento
religioso de unión con el Todo… Pero es evidente que todos estos sentimientos iban
mas allá de su lucha por la supervivencia… más allá de la mera satisfacción de sus
necesidades biológicas, mas allá de la obtención de recursos naturales y bienes
materiales… pues estamos hablando de bienes intangibles… de la necesidad que
tiene el ser humano de conquistar y compartir esos otros bienes éticos y estéticos que
permitieron al hombre, merced a su propio impulso espiritual, el extraordinario
desarrollo del lenguaje hablado y escrito… del arte, la ciencia, la filosofía, el
conocimiento y la espiritualidad… y con ellas al florecimiento de la cultura y la
civilización… Por lo tanto, no cabe duda que todas estas necesidades éticas y
estéticas son inherentes al espíritu humano desde el mismo origen de su existencia.

Por eso Platón y los demás filósofos griegos coincidían al afirmar que el hombre
es un “ser social” por naturaleza y que como tal era esencial para su evolución y para
su desarrollo, poder compartir el fruto de sus trabajos, sus ideas, y sus creaciones y
transmitir sus conocimientos y sus experiencias a los demás hombres... Y esto nos
lleva a ese principio intrínseco de la naturaleza humana que constituye la base y la
esencia de la civilización, que es “la Educación”… esa divina ciencia de la conciencia
que a lo largo de los tiempos ha sabido mover con brazos de gigante la rueda de la
historia… Pero al hablar de educación no podemos ni debemos referirnos tan solo a la
simple transmisión mas o menos metódica y sistemática de unos determinados
conocimientos específicos, sino a la transmisión y a la enseñanza, tanto oral como
escrita de todos aquellos valores éticos fundamentales que conforman la columna
vertebral y el cimiento moral de la verdadera educación… Una educación integral que
permita educir lo mejor de cada individuo, para que pueda expresarlo y compartirlo en
el seno de lo que hoy llamamos la Aldea Global del Siglo XXI.

No cabe duda que paralelo al avance de los medios de comunicación, nuestro


mundo se ha ido convirtiendo cada vez más en una auténtica "aldea global" en la que
hoy es prácticamente imposible permanecer ignorante de los conflictos y sufrimientos
ajenos, por muy lejanos que estén. La prueba más evidente de ello la tenemos en la
red de Internet, cuyo flujo y reflujo de información es tan veloz y continuo que nos
mantiene conectados los unos con los otros en todo el globo más allá de cualquier
condición, nacionalidad o frontera ayudándonos a intercambiar información y
conocimientos y permitiéndonos saber lo que está ocurriendo en cualquier lugar del
mundo de forma instantánea.
Es obvio pues que caminamos a pasos acelerados hacia un nuevo modelo de
sociedad en el que los problemas y las necesidades de unos pocos, estén donde
estén nos afectan cada vez más a todos desde el momento en que tenemos
conocimiento de ello, y eso nos plantea todo un desafío a nuestra inteligencia si
queremos perfilar de forma coherente un nuevo modelo de educación que responda a
las expectativas de la nueva sociedad global del siglo XXI.

Así pues, la “Aldea Global” es un término recientemente acuñado por los


sociólogos de vanguardia para definir la realidad pluricultural que vivimos hoy los
millones de seres humanos que habitamos el planeta tierra. Un término que tiene
connotaciones sociales, políticas, económicas, científicas, filosóficas y espirituales, y
que adquirirá, posiblemente, una mayor relevancia en el ámbito de la educación, a
medida que avance el S. XXI.

Desde el punto de vista social, si tomamos la idea de sociedad, entendida como


un espacio vital en el que conviven individuos que se hallan unidos bajo unas mismas
siglas de identidad, y lo ampliamos a escala planetaria, obtenemos como resultado el
concepto de “Aldea Global” como "Sociedad Humana", en cuyo tejido pluricultural se
mezclan tanto igualdades como diferencias. Al ampliar el concepto de sociedad a
escala mundial, la relación de convivencia se establece ya no sólo entre individuos de
una misma comunidad determinada sino entre los diversos pueblos, etnias y culturas
que habitan nuestra aldea global. En este sentido, podríamos decir que el sensor
instantáneo que mejor refleja el flujo y reflujo de comunicación e intercambio de
información en todo el planeta es sin duda la Red de Internet.

Desde una perspectiva económica el concepto de “Aldea global” se transforma


fácilmente en sinónimo de "Gran Mercado Mundial", un mercado virtual en el que se
barajan las grandes cifras macroeconómicas que rigen los convenios, acuerdos y
alianzas comerciales, tanto entre distintos gobiernos como entre los grandes Holdings
y compañías internacionales. El Barómetro que mide el grado de presión y
temperatura de la economía mundial es “la Bolsa”.

Desde el ámbito político la Aldea Global es el marco natural del Derecho


Internacional que rige tanto los acuerdos como los desacuerdos internacionales, es
decir desde los pactos multilaterales entre diversos países, los convenios de ayuda y
cooperación mutua, las alianzas estratégicas y los tratados militares de no agresión;
hasta la retirada de ayudas económicas, los bloqueos políticos y embargos
comerciales, el cese de la diplomacia y la declaración de conflicto armado. El síntoma
inequívoco que señala si nuestra aldea global tiene fiebre es el volumen de
guerras y conflictos armados sobre el planeta

Desde un enfoque científico la Aldea Global no es otra cosa que nuestra


"Ecosistema Planetario"... la tierra, recientemente rebautizada como "GAYA, el planeta
vivo" por el afamado biólogo James Loveloock. Un extraordinario espacio vital en el
que coexisten y evolucionan millones de especies vivas, que si bien son muy distintas
entre si, tienen en común un mismo hábitat natural. Lo cual significa que todos
respiran el mismo aire, beben la misma agua, se alimentan de los mismos frutos, pisan
la misma tierra y les ilumina una misma fuente de energía vital… el sol.
Es por ello que en el ámbito de la moderna investigación científica, cabe destacar los
grandes logros aportados por la Ecología, esta joven de ciencia multidisciplinar que se
ocupa de estudiar las relaciones de interdependencia mutua que existen entre el
hombre y las demás especies vivas que habitan nuestro planeta y que cómo afecta la
acción del hombre al ecosistema natural del cual formamos parte. Tal vez, el gran
mérito de la Ecología es haber puesto sobre el tapete de la actualidad mundial el
devastador efecto que está provocando sobre nuestro medio ambiente y nuestro clima
la explotación indiscriminada de los recursos naturales y la contaminación provocada
por el abuso de las tecnologías duras. De esta forma, la Ecología nos ha hecho más
conscientes de la necesidad de cuidar y mantener el equilibrio vital de la naturaleza,
de la cual somos mucho más responsables de lo que se creía hasta ahora. Así pues,
desde la perspectiva de la nueva ciencia de vanguardia nuestra "Aldea Global" es
entonces “la Tierra”… y el termómetro que nosotros mismos hemos diseñado
para medir el grado de salud o enfermedad que tiene nuestro planeta no es otro
que la joven ciencia de la Ecología.

Filosóficamente hablando el término Aldea Global fundamenta nuestra


conciencia la idea del hombre como "Cosmopolita o Ciudadano del Mundo”.
Facilitándonos así el marco conceptual idóneo para desarrollar los principios de "una
Nueva Ética y una Nueva Educación" que prioricen lo humano sobre lo tecnológico, lo
natural sobre lo artificial, el respeto a la vida y la naturaleza por encima de la ambición
política y económica y, en suma, que sea capaz de situar los valores espirituales que
son inherentes al ser humano de ayer, de hoy y de siempre, por encima de los valores
económicos y mercantiles, propio del mundo materialista.

"Una Nueva Ética" que sea capaz de armonizar en su seno las distintas
necesidades sociales, políticas, económicas, científicas, culturales y espirituales de
nuestro tiempo. Una ética sin fronteras que trace con claridad el eje deontológico de
una “Nueva Educación” mucho más humana que sepa inculcar en las generaciones
del mañana el valor de la cooperación, la solidaridad, la empatía, el trabajo en equipo,
la integración, la tolerancia y el respeto a las diferencias. Que sea capaz de destacar
lo que nos une por encima de lo que nos separa, de priorizar el diálogo siempre por
encima de la discusión, la descalificación y la ofensa; y que nos recuerde que todos
estamos en el mismo barco, ya que todos formamos parte de un mismo ecosistema
vivo y por tanto o aprendemos a navegar juntos o nos hundimos todos.

En ese sentido, cada vez que hablamos de nobles valores y de elevados


principios, porque sin duda muchos de nosotros creemos en ellos, estamos dibujando
de alguna manera un “Ideal de Excelencia Educativa". Pero en esa Sagrada
Ciencia que es ”La Educación”, hay algo que los líderes responsables de
Instituciones Docentes y Centros Educativos, y los profesionales de la enseñanza
general, no podemos ni debemos olvidar, aunque ello conlleve aparejado un gran
esfuerzo por nuestra parte, y es el "Ejemplo Moral" como columna fundamental de la
enseñanza. Pues no cabe duda que los sueños, actitudes y expectativas que
sembramos en el corazón de los jóvenes con nuestras palabras y nuestro ejemplo,...
florecerán más adelante, para bien o para mal, como aptitudes, conductas y
cualidades del carácter, en los hombres que dirigirán el día de mañana los destinos de
nuestra "Aldea Global", y eso debe hacernos, si cabe, mucho más conscientes
todavía de la gran responsabilidad que tenemos entre manos al haber elegido el "rol"
de educadores de hombres.
Es obvio entonces que la idea de Aldea Global constituye en sí mismo todo un
reto para nuestra voluntad y un gran desafío para nuestra inteligencia, ya que nos abre
de par en par las puertas de la conciencia a la urgente necesidad que tenemos de
desarrollar “Una Nueva Ética para el S. XXI”. Una Ética cuyos principios sean lo
bastante universales, sólidos y coherentes, como para poder facilitar la convivencia
pacífica del hombre con el hombre no sólo a nivel individual, como miembros de una
misma ciudad o país, sino entre todos los pueblos, etnias y culturas que convivimos
juntos en un mismo espacio vital planetario… una misma Aldea Global, compartiendo
por tanto un mismo destino existencial en el gran océano de la eternidad.

También podría gustarte