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Resumen

El presente trabajo pretende establecer los puntos capitales sobre los que Kant basa su proyecto de

fundamentar un ética pura, en el devenir dialéctico de extraer los puntos comunes en la comprensión

moral del vulgo y seguidamente pasar a la determinación del principio supremo del mismo y desde este

punto volver al conocimiento práctico donde se concreta la moral en las acciones.

Así pues este trabajo, seguirá el hilo conductor propuesto por Kant en su obra y analíticamente

establecerá los conceptos que hacen posible su fundamentación, conceptos que representan los

cimientos de la comprensión de la obra, sin los cuales, no se podrá llegar a comprender el proyecto

ético del autor.

La obra está estructurada en un prólogo y tres capítulos, desde este análisis, tal como se mencionó en

el párrafo anterior, se establecerá el marco definicional de los conceptos claves, desde la interpretación

de Kant, desde la interpretación de autores de amplio prestigio filosófico, y finalmente desde nuestra

comprensión, adicionalmente se presenta un breve resumen de los puntos vulnerables de esos

conceptos, de cara a la comprensión general de la obra y sus críticas

Palabras claves: ética, voluntad, libertad, deber, autonomía.

Prólogo

Inicia Kant el prologo del su obra estableciendo la diferentes divisiones del saber filosófico, buscando

por medio del ancestral método de la división, ir descubriendo, cartesianamente hablando, la definición

clara y distinta de lo que él llamó la metafísica de las costumbres.

Así pues se presenta un diagrama que ilustra la manera en que Kant establece las divisiones del

conocimiento filosófico.
Desde este punto una vez logrado definir, de manera clara y distinta la metafísica de las costumbres,

se propone establecer por qué la necesidad de una ética pura, antes de una antropología práctica, una

metafísica de las costumbres, una ética que no tuviera origen en lo práctico, esto constituye un punto

revolucionario en la visión ética kantiana, pensar la ética desde la razón pura, libre del influjo de la

experiencia y de todo lo empírico, a pesar de que la ética logra su concreción en el hecho práctico.

Así pues, la invitación que nos hace Kant es pensar en la metafísica de las costumbres como necesario

para descubrir las estructuras a priori que rigen nuestras conductas, es decir establecer desde la razón

pura las bases de nuestra conducta moral.

Debe entenderse que el conocimiento a priori representa uno de los puntos fundamentales en el

pensamiento Kantiano, no sólo en esta fundamentación de la metafísica de las costumbres, sino en toda

su obra en general, así pues el concepto a priori representa uno de los puntos capitales, para la

comprensión de esta obra.

Ahora bien, ¿Qué significa conocer a priori? , desde Kant (1) :

En lo que sigue entenderemos, pues, por conocimiento a priori el que es absolutamente independiente

de toda experiencia, no el que es independiente de ésta o aquella experiencia. A él se opone el

conocimiento empírico, el que sólo es posible a posteriori, es decir, mediante la experiencia. Entre

los conocimientos a priori reciben el nombre de puros aquellos a los que no se ha añadido nada empírico.

Por ejemplo, la proposición «Todo cambio tiene su causa» es a priori, pero no pura, ya que el cambio

es un concepto que sólo puede extraerse de la experiencia.

Seguidamente presentamos la definición a priori desde Belandria (2) :

El término a priori, aparte de otros significados que ha tenido en la historia de la filosofía, se ha

entendido generalmente en relación con la experiencia. El conocimiento a priori es para Kant un

conocimiento independiente de la experiencia y anterior a ella. Pero determinar qué es ―anterior a

la experiencia ― comporta un problema que la tradición filosófica ha tratado de aclarar. Platón, quien,

al parecer, fue el primero en plantearlo, lo resuelve recurriendo a la doctrina órfica de la transmigración

de las almas y a la reminiscencia: en efecto, el alma, antes de nacer en este mundo sensible,

ha contemplado directamente las Ideas, y como las cosas de este mundo son copias de ellas, el hombre

al entrar en contacto con esas cosas recuerda las Ideas. En consecuencia, para Platón, conocer es

recordar. De modo que él concibe ―lo anterior a la experiencia― en un sentido cronológico. En la

escolástica medieval y algunos pensadores modernos el conocimiento a priori está referido a las ideas

innatas, cuyo origen y verdad ellos fundan en Dios.


De esta manera, podemos aproximarnos a entender el conocimiento a priori como todo aquel

conocimiento que tienen su fundamento en la razón, no en los sentidos, lo sensible, la experiencia. Pero,

¿existe conocimiento antes de la experiencia?, según Kant el conocimiento tiene como punto de partida

la experiencia, sin embargo llega a ser conocimiento porque existe el conocimiento a priori, es decir la

experiencia activa lo a priori (universal y necesario) y se funda el conocimiento. Se observa más

claramente explicando que sino existiese el conocimiento a priori no podríamos establecer elementos

comunes en la experiencia de tal manera que sean universales y necesarios para todos, es decir el

conocimiento a priori aporta lo necesario por oposición a lo contingente y es necesario para todo otro

conocimiento, es decir es la condición de universalidad de nuestras representación de las realidades.

Seguidamente pretendemos abordar otro punto estructural que menciona en el prólogo y que

constituye parte de los núcleos fundamentales de la obra, para tal fin citamos directamente desde la

obra (3) :

Pues la Metafísica de las costumbres debe investigar la idea y los principios de una voluntad pura posible,

y no las acciones y condiciones del querer humano en general, las cuales, en su mayor parte, se toman

de la psicología.

Evidentemente, nos referimos a la voluntad, sin embargo aquí se refiere a ella como parte de la

explicación del por qué de la metafísica de las costumbres, en tal sentido no la abordaremos en este

momento, pero si ampliamente en los capítulos posteriores.

Así ya culminando el prólogo deja Kant claro el propósito de la fundamentación, y no es otro que

establecer las bases de su investigación moral, que persigue fundar la crítica de la razón práctica y la

metafísica de las costumbres. Es decir la fundamentación debe conducir al lector en la iniciación del

gran proyecto ético de Kant, al que seguidamente aparecerán las obras Crítica de la Razón Práctica y

finalmente la metafísica de las costumbres.

Por último expone el método que seguirá en la obra, directamente citamos el

orden que propone :

1.- Primer capítulo.- Tránsito del conocimiento moral vulgar de la razón al conocimiento filosófico.

2.- Segundo capítulo.- Tránsito de la filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres.

3.- Tercer capítulo.- Último paso de la metafísica de las costumbres a la crítica de la razón pura práctica.

Capítulo I.

Tránsito del conocimiento moral vulgar de la razón al conocimiento filosófico.


Comienza este primer capítulo con la frase “Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo,

es posible pensar nada que pueda considerar como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena

voluntad”, en tal sentido uno de los puntos capitales de este primer capítulo y de la obra en general es

la buena voluntad, definición que pretendemos abordar.

Intentaremos abordar el término de voluntad en el ámbito filosófico, remontándonos a la filosofía clásica

la voluntad es la apetencia racional o conforme a la razón , y es claramente diferente al deseo que es

la apetencia sensible, en tal sentido la voluntad está asociada a la razón, según Aristóteles, obrar en

conformidad con lo racional.

Ahora bien desde Kant, la voluntad, es buena, en tanto valor absoluto, buena en si misma, con total

independencia de los resultados obtenidos, una voluntad buena o voluntad pura es tal cuando no está

fundada en motivos empíricos . Cuando racionalmente se actúa conforme al deber.

Pretender establecer un marco definicional resulta complicado con lo intrincado de elementos complejos

a definir, hablar de voluntad implica, en Kant, hablar del deber, de la libertad, libre albedrío,

intentaremos abordar estos conceptos de acuerdo a la estructura organizativa de la obra.

Así pues, desde nuestra comprensión, la buena voluntad está referida al obrar de conformidad con la

razón, lejos del influjo de la motivación sensible y lejos de la consecución de un fin particular, podemos

aproximarnos a decir que la voluntad es buena cuando el obrar solo es impulsado por el deseo de

actuar conforme al deber moral, por ejemplo, yo haré esta acción particular porque considero que es lo

correcto, independientemente que los resultados sean contrarios a mis deseos o placeres. Obrar sin

esperar nada a cambio, sólo la satisfacción racional de actuar conforme al deber.

Esto nos lleva al otro elemento que debemos estudiar y que representa junto a la buena voluntad el

otro complemento del par conceptual de la ley moral, nos referimos al deber.

Kant recurre a tres proposiciones con las que persigue establecer claramente el concepto del deber, y

establecer diferencias con argumentos ambiguos en torno a la felicidad, así citamos desde la obra:

Pero aun en este caso, aunque la universal tendencia a la felicidad no determine su voluntad, aunque

la salud no entre para él tan necesariamente en los términos de su apreciación, queda, sin embargo,

aquí, como en todos los demás casos, una ley, a saber:

1.- La de procurar cada cual su propia felicidad, no por inclinación, sino por deber, y sólo entonces tiene

su conducta un verdadero valor moral.


Seguidamente, establece su segunda proposición:

2.- Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que por medio de ella se quiere

alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta; no depende, pues, de la realidad del objeto de

la acción, sino meramente del principio del querer, según el cual ha sucedido la acción, prescindiendo

de todos los objetos de la facultad de desear.

Y finalmente la tercera y última proposición:

3.- El deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley.

Para complementar la comprensión del término, citamos desde la comprensión de Abbagnano (4):

Para Kant, Deber es la acción cumplida únicamente en vista de la ley y por respeto a ella y es, por lo

tanto, la única autentica acción racional, es decir, determinada exclusivamente por la forma universal

de la razón… En este sentido, Kant denomina Deber a la acción “objetivamente práctica”, o sea, a

la acción en la cual coinciden la máxima que determina la voluntad y la ley moral.

Así, entonces definimos el deber, como la acción racional que se realiza conforme a la ley moral y su

vinculo con la buena voluntad es que actúan conforme al querer, sin expectativas en los resultados,

simplemente apartando todo influjo del deseo.

Capítulo II.

Tránsito de la filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres.

Siguiendo el hilo conductor de la obra, a continuación del desarrollo del concepto de deber, nos trae al

punto central de la obra : los imperativos.

En tal sentido Kant, plantea que la moral esta fundamentada en mandatos, ordenes, un <<debe ser>>,

en otras palabras un imperativo,este representa el punto de partida de la fundamentación de la moral.

Citamos (5) :

<< La representación de un principio objetivo, en tanto que es constructivo para una voluntad, llamase

mandato (de la razón), y la formula del mandato llamase imperativo >>

Ahora bien, aclarado el termino imperativo, debemos necesariamente distinguir los dos tipos de

imperativos que Kant definió : imperativo hipotético y el imperativo categórico. Los imperativos

hipotéticos son mandatos condicionales, es decir su cumplimiento obedece a la consecución de un

objetivo final , obedecen a principios instrumentales, nos exige que hagamos ciertas cosas bajo el

supuesto de alguna condición; v.g , si deseo tomar un avión debo levantarme temprano, vemos
claramente que pararse temprano obedece a la consecución de un objetivo final que es para este caso

tomar el avión. Lo que Kant busca como base moral, es qué imperativos existen que no posean

condiciones , que sean de cumplimento incondicional, inexorable, no producto de la consecución de

algún objetivo sino porque somos seres humanos racionales.

Esto nos lleva a la pregunta ¿Cómo saber en cada caso lo que debo hacer?, ¿Cómo identificar los

imperativos categóricos?. Kant plantea que nuestra conducta se debe adecuar a una máxima racional

que podamos querer como ley universal. Citamos (6) :

<<Como he sustraído la voluntad a todos los afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de una

ley, no queda nada más que la universal legalidad de las acciones en general ―que debe ser el único

principio de la voluntad―; es decir, yo no debo obrar nunca más que de modo que pueda querer que

mi máxima deba convertirse en ley universal.>>

Seguidamente avanzando en la definición de cada termino, máximas son los principios prácticos que

describen el modo de conducirnos dadas tales o cuales circunstancias. Estas pueden ser buenas o malas.

Decir siempre la verdad constituye una máxima , de la misma manera que lo es mentir. La

evaluación para determinar el carácter moral de una máxima es someterla a la ley de universalización,

es decir universalizar la máxima y en segundo lugar revisar si hay un contradicción entre la máxima

inicial y su universalización. Citamos un ejemplo de Sabater para su mejor comprensión (7) :

<< Si cuando voy a hablar a alguien digo la verdad, puedo decir que deseo que todos los seres humanos

en las mismas condiciones digan la verdad. Si miento, en cambio, no puedo convertir ese principio en

ley universal. Porque yo no quiero que me mientan a mí. Yo deseo mentir para obtener una ventaja, pero

no quiero que los demás me mientan porque si no el diálogo sería imposible. La mentira no puede ser

base de moralidad porque es imposible que sea convertida en ley universal. Si todos mintieran, nadie

creería ninguna afirmación y entonces la mentira sería ineficaz. Como contrapartida, la verdad

sí puede serlo. El principio verdaderamente moral es aquel que puede convertirse en una ley universal

para todos los demás.>>

Finalmente Kant plantea tres formulaciones del imperativo categórico : La formulación de la ley

universal, que acabamos de explicar, la formulación de la humanidad y la formulación de la autonomía.

Ampliamente relacionadas entre ellas ya que actuar de acuerdo con máximas que podemos querer como

leyes universales es equivalente a la afirmación de tratar a la humanidad siempre como fin y nunca

como un mero medio o instrumento, lo cual a su vez, es equivalente a actuar de manera autónoma , es

decir actuar de acuerdo al mandato racional sin coacción de ningún tipo. Evidentemente actuando
de acuerdo a una coacción quizás se esté actuando rectamente, al menos en un

ámbito jurídico, pero no implica esto una rectitud ética. Citamos el siguiente ejemplo (8):

<< quien salda una deuda no es ya por ello un hombre honrado, pues puede hacerlo por miedo al

castigo, etc.; es sin duda un buen ciudadano cuya acción observa una rectitud jurídica, mas no ética;

por el contrario, si actúa por mor de la bondad intrínseca de la acción, su talante en moral y observa

una rectitud ética>>

En conclusión, las tres formulaciones de los imperativos categóricos plantean: actuar siempre de

acuerdo a máximas que queramos sean de aplicación universal, tratar a la humanidad siempre como un

fin en si mismo y nunca como un instrumento o medio y actuar siempre por elección libre y autónoma,

de acuerdo a nuestra razón , nunca por coacción.

Capítulo III.

Último paso de la metafísica de las costumbres a la crítica de la razón pura práctica.

Finalmente desarrolla Kant en este capítulo el concepto de libertad, como clave para explicar la

autonomía de la voluntad y para aclarar este concepto establece lo siguiente (9) :

¿Qué puede ser, pues, la libertad de la voluntad sino autonomía, esto es propiedad de la voluntad de

ser una ley para sí misma? Pero la proposición: <<la voluntad es, en todas las acciones, una ley de sí

misma>>, caracteriza tan sólo el principio de no obrar según ninguna otra máxima que la que pueda

ser objeto de sí misma, como ley universal. Ésta es justamente la fórmula del imperativo categórico y

el principio de moralidad; así pues, voluntad libre y voluntad sometida a leyes morales son una y la

misma cosa.

Así la libertad, en términos de silogismos, es el término medio que conecta la voluntad y moralidad,

estableciendo como conclusión que una voluntad libre es moral en tanto que actuar libre es intrínseco

a la voluntad buena.

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