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LAS PRÁCTICAS DEL PSICODIAGNOSTICAR Y DEL ANALIZAR ¿SON COMPATIBLES O

CONTRAPUESTAS?

La pregunta acerca de si las prácticas.del Psicodiagnosticar y Analizar son compatibles o

contrapuestas, dentro del marco teórico del psicoanálisis, tiene su razón de ser en la crítica

formulada por algunos profesionales colegas que no admiten que las dos tareas sean realizadas por

el mismo profesional, renunciando la mayoría de las veces a la utilización de una herramienta

probadamente eficaz en cuando al diagnóstico y principalmente al pronóstico. Es decir que, si por

acaso consideran pertinente administrarlo, lo hacen solicitándolo a otro profesional pensando que

tal práctica afectará de algún modo el desarrollo del tratamiento considerándolo una variable

interviniente de efectos negativos.

Cristina Weigle (2008) alude a la manera en que el Psicodiagnóstico y el Tratamiento se

emparentan. La cuestión es si ambos pueden ser instrumentados por el mismo profesional.

El Lic. Fernando Castro (2009) en un artículo publicado en la misma revista realiza un análisis

detallado de la búsqueda del sujeto en su producción discursiva a través del psicodiagnóstico de

Rorschach , evidenciando desde el marco teorico lacaniano la riqueza posible que esta herramienta

nos brinda para acceder a la subjetividad que se manifiesta en la verbalización del examinado.

A partir de la amplia producción teórica y empírica que una y otra vez parecería indicar los valiosos

aportes del Rorschach para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento ¿cuál sería la incompatibilidad

de que el mismo profesional realice ambas tareas?

Otras preguntas que derivan de esta son:

¿Para qué un analista incluiría esta técnica en un tratamiento?, para ayudarse en un diagnóstico,

como pronóstico, para posibilitarle al paciente vías de expresión genuinas, para avanzar en el

recorrido incierto de una terapia?

¿En qué momento administrarlo?, ¿al comenzar las entrevistas preliminares, al inicio del

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tratamiento, cuando surgen dudas?

Para abrir el debate comienzo con el planteo de ciertas nociones psicoanalíticas que rozan desde

alguna arista el problema que abordo.

El trabajo de análisis transcurre en un contexto en el que se tiene en cuenta la palabra del paciente.

Su decir, en ocasiones, sorprende tanto al analista como al mismo paciente que enuncia aquello que

desconoce de sí por provenir del Inconsciente. El analista conduce la cura, a partir de la neutralidad

sugerida por Freud, lo que ocurre en el contexto analítico, transferencia mediante, es analizado para

ponerlo a disposición del sujeto.

Llamado a correrse de un lugar en el que su presencia se delataría como tal, aquello que obstaculice

dicho movimiento produciría un efecto indeseado a la necesaria abstinencia que propicia el

tratamiento psicoanalítico. ¿Desde qué lugar entonces administrar la técnica? ¿Se trata de correrse

de algún lugar o de desaparecer?¿cómo no ubicarse en el lugar de todo saber si se muestra un

dominio?¿Es un planteo válido?

Hay cierta diferencia entre tomar a la técnica desde una posición crítica o tomarla desde una

posición de todo-verdad.¿Es lícito considerar que si el analista se ubica críticamente respecto de

ella, produce en el paciente un efecto similar? Entonces, tal vez la técnica considerada como un dato

más, y puesta a jugar como una producción más del paciente adquiriria un marco desde el cual

validarse.

Se dice que para no obturar la escucha, debe dejarse de lado la teoría, somos exploradores de un

reino que le pertenece al sujeto, su verdad será enunciada en las hiancias, los lapsus, los síntomas,

los actos fallidos. A medida que transcurre el análisis vamos elaborando alguna que otra hipótesis

sobre cuál es su posición como sujeto. ¿Intervendrían negativamente las hipótesis que se formulan a

partir del Rorschach? El analista tiene un rol activo, señala, aclara, interpreta; está presente para el

paciente que le adjudica posiciones que varían a lo largo del análisis. ¿Si el rol es activo desde un

inicio al igual que lo es cuando administra un Rorschach en qué se basan los obstáculos supuestos?

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¿No podrían considerarse momentos de un fluir temporal?

Dice R. Frank de Verthely (1989)

“Cuado las T.P son aplicadas de una manera no estereotipada ni superyoica, sino como un

instrumento que facilita la comprensión de las dificultades pero también los logros del sujeto, la

tarea diagnóstica se convierte en una exploración compartida, que enriquece a ambos, el

entrevistado y el entrevistador”.

Sabemos que el Sujeto nos ubica rápidamente en el lugar de supuesto saber y que por un breve

tiempo sostenemos esa ilusión que posibilita la Transferencia. ¿Hemos de creer que la utilización de

nuestra técnica, en el contexto del tratamiento coadyuva y aumenta la sustentación de esa ilusión,

obstaculizando el análisis ?

En Transferencia, si bien es cierto que existe un momento en que el analista se constituye en SSS

parecería lícito adjudicar los obstáculos ligados a la utilización de las técnicas a la manera en que el

analista se posiciona frente a ellas y frente al paciente más allá de los instrumentos que utilice para

realizar su trabajo lo mejor posible.

Parecería entonces que no se trata de la técnica sino del posicionamiento que el analista ostente.

Recordemos lo que dice Schafer,(1954) citando a Fromm-Reichmann respecto del examinador en la

Dinámica de la situación de Test:

“Hay ciertas gratificaciones y seguridades que el terapeuta busca a través de su trabajo y a traves

de su relacion con los pacienes. Lo mismo se puede decir del examinador.[...]Hay razones para

suponer que el paciente tiene resistencias para hacer los tests […] el examinador tiene que estar

alerta respecto al monto de ansiedad, la exigencia y el resentimiento entre él y el paciente en el

transcurso de las pruebas. […] Más grave aún es cuando el examinador toma su tarea como la

puerta de entrada para empezar su entrenamiento como terapeuta.

Es interesante este párrafo porque por un lado se pregunta qué es lo que busca el profesional cuando

administra un psicodiagnóstico, es decir, cuál es el pedido que el analista le hace a la técnica, y creo

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que aquí podemos incluir todos los motivos por los cuales un terapeuta experto en Rorschach

tendría para justificar su inclusión en una terapia. Por otra parte, permite situar en el centro del

debate las características del examinador y entre ellas resalta específicamente la formación y la

experiencia profesional.

Desde una línea psicoanalítica basada en las relaciones objetales Bleger (1973)se refiere al tema

considerando que no se puede hablar de criterios de diagnósticos sin preguntarse:

“diagnóstico para qué tipo de terapia y para qué acepción de enfermedad y curación”. Continúa

afirmando que en el caso del tratamiento psicoanalitico “el diagnóstico en sí no tiene importancia

si estamos dispuestos a realizarlo”, enfatizando que el objetivo no es la curación de los síntomas

sino el efecto mayéutico ligado al crecimiento mental que todo psicoanálisis bien llevado tiene

como meta final. Pero agrega inmediatamente que esto sería diferente y el diagnóstico cobraría

vigencia si “queremos descartar psicosis o problemas psicopáticos”

El problema, siguiendo esta línea de pensamiento, es cómo detectamos desde el inicio que no se

trata de un caso de riesgo, para sí mismo o para los demás; suponiendo que sea lo que interese

realmente, y digo esto porque rescato el caso tratado por la Prof.. Ofelia Vázquez (1994) de “¿Un

cáncer detectado con tres años de anticipación?”.

Otro caso tratado por la Lic. María Teresa Herrera, mencionado por la Prof. Lic. Alicia Passalacqua

(1998) permitió no sólo reformular el diagnóstico sino contribuir a la prevención, tratamiento por

medio.

Creo que no sería un tema menor, la manera en la que se ofrece al paciente la posibilidad de incluir

un Rorschach, y en esto tiene que estar claro para el terapeuta por qué motivos lo solicita y qué hará

posteriormente con el material relevado, en el sentido de si promete o no una devolución, etc...

Utilicé la palabra promete con toda la intención, considerando la abstinencia que aconseja Freud en

la cura analítica, dice Freud (1913):

“En épocas pasadas he tenido frecuente ocasión de comprobar que la comunicación prematura de

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una solución ponia un término, también prematuro, a la cura, tanto a consecuencia de las

resistencias que de pronto despertaba como por el alivio concomitante a la solución”.

¿No es acaso el terapeuta el que en mejores condiciones está para evaluar si es pertinente o no

comunicar algo del psicodiagnóstico al sujeto?¿Cómo podría el terapeuta rescatar las asociaciones

que el paciente efectúa cuando responde al estímulo de las manchas, asociaciones ligadas a su

subjetividad, si la administración la realiza otro profesional?

Sabemos que hay efecto a partir de la administración del Rorschach, tanto en el profesional que lo

administra como en el administrado, estos son de distinta envergadura, en el administrado

posibilitan cierto registro devenido a partir de las preguntas del interrogatorio e incluso cuando se

realiza el Test de Límites, a veces no hay registro ninguno de los conflictos. En el profesional los

efectos devendrían en la mirada crítica de quien trata de indagar hasta qué punto se vio involucrada

su subjetividad, y cómo elaborar e incluir lo que emergió en el transcurso del psicodiagnóstico,

incluido lo transferencial.

Teniendo en cuenta la formación, supervisión y análisis del analista ¿qué riesgo habría en la

utilización del psicodiagnóstico por parte del terapeuta?

Cito un párrafo de Piera Aulagnier (2003)

“El tiempo de que disponemos para hacer una indicación de análisis […] lo tenemos contado.

[...]Cuando se trata de pronunciarse sobre la analizabilidad o la no analizabilidad de un sujeto

“abstracto”, es posible recurrir a conceptos teóricos y generales sobre los que se puede llegar a un

acuerdo. Pero cuando dejamos al sujeto abstracto para encontrarnos con un sujeto viviente, las

cosas se complican: la experiencia analítica, mucho más que la experiencia psiquiátrica, enseña

por sí misma cuán difícil es formarse una idea sobre lo que puede esconder el cuadro sintomático

que ocupa el primer plano y los riesgos que eso no visto y eso no oído pueden traer para el sujeto

que se empeña en un itinerario analítico […] De ahí la importancia que la mayoría de los analistas

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conceden con razón , a esas entrevistas preliminares en las que esperan encontrar los elementos

que les permitan establecer un “diagnóstico”; término que cobra, en este caso, una significación

muy particular: ¿se debe o no se debe proponer al sujeto iniciar una relación analítica?

A esta reflexión de Piera Aulagnier, agrego unas preguntas ¿cómo diferenciamos “de entrada” si el

paciente será “nuestro paciente o no”? Las entrevistas como único instrumento ¿no parecen un poco

acotadas? ¿Qué se gana y qué se pierde al complementar las entrevistas con la administración de un

Rorschach?

Dice Sergio Rodríguez, psicoanalista de corte lacaniano (1995)

“El Diagnóstico se pone en juego desde el llamado telefónico pidiendo una consulta […] lo que

hay que distinguir en psicoanálisis […] es como está posicionado el consultante singular. Ello

implica la vinculación con el analista , o sea la transferencia. De ello deriva que no resulta

indiferente para el diagnóstico, la apariencia, el estilo y la subjetividad del analista en cuestión

[…] Otra particularidad que diferencia al diagnóstico en psicoanálisis es la de que el mismo es

una función no sólo del inicio del tratamiento […] Es una función que se mantiene vigente hasta el

final del análisis. Durante él, en razón de las vicisitudes del mismo, del sujeto que lo trabaja y de

sus variaciones de posicionamiento, las preguntas orientadoras no pierden actualidad hasta la

caída del analista. [...]mejor que hablar de diagnóstico, sería hacerlo de conjeturas clínicas en la

lógica transferencial de la relación al Otro, ordenada en discurso con efectos inconscientes”.

Es decir que para él en el diagnóstico, que se realiza desde un primer momento tratándose de

entrevistas preliminares, no habría de parte del analista necesidad de aclarar que se está realizando

un diagnóstico, pero es lo que se hace. ¿Por qué no aclararlo? ¿Porqué no diferenciar los

momentos?

¿Habrá que pensar en términos de ventajas y desventajas de incluir la técnica?

Hay instituciones en las que el paciente ya viene con un diagnóstico elaborado. ¿en este caso, qué

aportaría al terapeuta que tiene a su cargo ese paciente?¿la información podría incluirse en el

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tratamiento analítico? y si fuese así, ¿qué diferencia existiría respecto del profesional, que teniendo

a cargo el tratamiento, realice un psicodiagnóstico?¿cómo influiría en el tratamiento la información

que el paciente piensa que posee su analista?¿cómo influyen estos datos en la transferencia?

Hay en esta cuestión un tema a resolver y es en qué situación se coloca el terapeuta cuando se

involucra en un psicodiagnóstico y cuál es su situación cuando recibe la información “desde

afuera”.

Me parece válido en este momento retomar la pregunta acerca del modo de inclusión del

Rorschach ¿formando parte del encuadre inicial o fuera de él? ¿y el retest también se consignaría en

un inicio? ¿Como consigna inicial formando parte de nuestra forma de trabajar o sugiriendo al

paciente la posibilidad de incluir la técnica si es que está de acuerdo?

No sería menor la cuestión de cómo incluir nuestra intervención considerando las posibles

dificultades en la transferencia a desplegar durante el tratamiento posterior.

Por otra parte en numerosas publicaciones y exposiciones hemos visto cómo prestigiosas

psicoanalistas han utilizado la técnica sin que por ello haya fracasado el análisis de sus pacientes,

todo lo contrario, no sólo han podido sacar provecho de los resultados en el sentido de que han

podido trabajar con ellos poniendo los mismos al servicio del tratamiento, sino que han tenido

también un método eficaz de comprobación del cambio psíquico.

Para terminar con esta introducción al debate, ¿podría tratarse de desconocimiento?

Desconocimiento de parte de los analistas respecto del Rorschach, desconocimiento por parte de los

Rorschaschistas de los argumentos reales que esgrimen los analistas para afirmar que seria

contraproducente administración y tratamiento a cargo del mismo profesional. Cuestiones de teoría


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y técnica que si nos conmueve es porque, parafraseando a Patrick Guyomard psicoanalista y

filósofo francés. Ex presidente de la Société de Psychanalyse Freudienne:

[...] estamos presionados, como siempre, para reinventar nuestra práctica, darle vida y sentido.

Por lo tanto hay que dedicarle más tiempo a las entrevistas preliminares, convencer de la

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necesidad de un análisis, trabajar sobre las indicaciones, no rechazar un trabajo más

psicoterapéutico con los efectos de alivio que produce en los casos en que alguien no está dispuesto

a iniciar un análisis. En síntesis, quedar firmes y abiertos con respecto a nuestra práctica. No ser

funcionarios del psicoanálisis y saber que, lo mismo que Freud y sus alumnos, debemos demostrar

lo fundado de nuestras posiciones y no quedar atrapados en certidumbres e intuiciones. El

sufrimiento psíquico y el pedido de escucha y palabra siguen siendo considerables.

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http://www.alhp.org/entrevista1.htm

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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8
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RESUMEN

LAS PRÁCTICAS DEL PSICODIAGNOSTICAR Y DEL ANALIZAR ¿SON COMPATIBLES O

CONTRAPUESTAS?

El objetivo del presente trabajo es abrir el debate acerca de la pertinencia de que sea el mismo

profesional el que administre el psicodiagnóstico y realice el tratamiento psicoanalítico de su

paciente.

Diversas posturas en el campo del psicoanálisis hacen pensar que hay razones teóricas justificadas

para rechazar la inclusión del psicodiagnóstico en el marco del tratamiento y más aún, para

oponerse rotundamente a que sea el mismo analista el que realice ambas prácticas.

Desde otras voces se escuchan las ventajas obtenidas cuando ambas prácticas son realizadas por el

mismo profesional ,los resultados están avalados por profesionales psicoanalistas con amplia

experiencia tanto en el área del psicodiagnóstico como en el de la práctica psicoanalítica.

La pregunta se dirige a despejar criterios válidos sustentados por profesionales que conozcan

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Rorschach y además se dediquen al Psicoanálisis, para evitar que la ignorancia y/o el

fundamentalismo estéril obstaculicen el pensar creativo.

Palabras clave: Psicodiagnóstico – Tratamiento psicoanalítico – Prácticas contrapuestas o

complementarias- Uno o varios profesionales.

ABSTRACT

THE PRACTICES OF THE PSYCHODIAGNOSTIC AND OF TO ANALYZE: ARE THEY

COMPATIBLE OR OPPOSITE?

The aim of this paper is to open the debate about the relevance of which is the same professional

who administers the psychodiagnostic and make the psychoanalytic treatment of a patient.

Various positions in the field of psychoanalysis suggest that there are theoretical reasons justified to

reject the inclusion of psychodiagnostic in the context of treatment and even more to object

strongly to be the same analyst who made both practices.

From other voices are heard the advantages obtained when the two practices are performed by the

same professional, the results are supported by professional analysts with extensive experience in

the area of psychodiagnostic as in psychoanalytic practice.

The question is aimed at clearing valid criteria supported by professionals who know Rorschach

and Psychoanalysis also engaged to prevent ignorance and / or fundamentalism sterile hinder

creative thinking.

Key words: Psychodiagnostic - psychoanalytic therapy - conflicting or complementary practices

One or more professionals.

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