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Juangriego, 09 de noviembre de 2017.

DISCURSO PERIODÍSTICO IV

Alumna: Karina Aguilera


CI: 17.418.593

Tema I

LA OPINIÓN.

Conceptos fundamentales.

Opinión.

Su origen es la palabra latina “opinio” (formar juicio). Se trata de un género periodístico


fundamentado en la exposición argumentada del pensamiento de un individuo, colectivo o
medio de comunicación respecto a un tema de interés general.

Características.

Está compuesta por una estructura argumentativa.


Es de carácter subjetivo.
Su centro es el punto de vista del autor y no la noticia en sí.
Tiene por objetivo influir en el público desde una óptica particular.

Estructura.

Está conformada de la siguiente manera:

Tesis: posición asumida frente al tema abordado.


Argumentos: conjunto de pruebas o elementos que sustentan el punto de vista del autor.
Conclusión: argumento persuasivo final, considerado el más contundente en la idea de la
opinión principal planteada.

Orígenes histórico- filosóficos.

En la búsqueda del conocimiento y la verdad los filósofos de la Antigua Grecia


desarrollaron largos debates y teorías.

En sus inicios, lo que hoy conocemos como opinión formaba parte de la discusión sobre el
grado de verdad de las cosas, de tal forma se manejaban conceptos como la episteme y la
doxa, ambos relacionados a la certeza o no de una realidad.

Platón, por ejemplo, maneja la idea de tres etapas diferenciadas de conocimientos, las
cuales identifica de la siguiente manera:
El no-ser (ignorancia) que posee como centro la nada.
La episteme (ciencia) se trata del ser, lo concreto, la verdad.
La doxa (opinión) lo aparente, el tránsito entre el ser y el no-ser.

Aristóteles elabora una teoría basada en la percepción de la realidad y su asimilación


racional, de ahí resultan tres niveles:

La doxa, conocimiento adquirido por medio de los sentidos.


La experiencia: en el que la memoria complementa el conocimiento sensible.
La episteme: Son conceptos elaborados a partir de la experiencia.

Para Sócrates, el motor de la búsqueda de la verdad es permanente, partiendo de la doxa y


la experiencia, lo que hace – a su vez – que la “realidad” sea cambiante.

De este modo tenemos tres concepciones diferentes que, sin embargo, ofrecen elementos
importantes para dilucidar lo que es el conocimiento y la opinión.

Distinción entre conocimiento y opinión.

Si nos remitimos a las discusiones filosóficas de la antigüedad y buscamos similitudes y


concordancias, se pueden señalar diferencias importantes entre el conocimiento y la
opinión, como por ejemplo:

La opinión es una expresión subjetiva, influida por la óptica personal, adquirida por medio
de los sentidos, complementada por la experiencia. Por ello, el medio que rodea al
individuo: sociedad, cultura, religión imperante, entre otras, juega un papel determinante en
la concepción, en la idea expuesta sobre disímiles temas.

Para realizar una opinión no se requiere ser un experto en el área abordada, pero, como el
fin perseguido es la influencia en el público, los argumentos deben ser sólidos, por lo tanto,
no se trata de la plena “ignorancia”, en ese sentido, cabe el término empleado por Paltón,
cuando señala que la doxa es una etapa transitoria entre el ser y el no ser.

El conocimiento, por el contrario, se basa en una experiencia sistematizada, que permite la


elaboración de conceptos generales y comprobables, es decir, lo concreto, la certeza. Esto
no implica, como señala Sócrates, que no pueda ser cambiante, debido a que siempre se
parte de la duda, de la constante búsqueda de la verdad.

Otra diferencia notable entre el conocimiento y la opinión es el uso – en el primero – del


uso de un lenguaje lógico, mientras la segunda utiliza la persuasión.

Logos y doxa.

La persuasión en un discurso requiere de una argumentación, que desde la perspectiva de


los antiguos comporta tres elementos: el ethos, el pathos y el logos.
En el ethos – de donde deriva la palabra ética – el carácter del individuo, juega papel
preponderante. Se pudiera identificar con el estilo, si nos vamos al ejercicio comunicacional
actual, debido a que se encuentra impregnado de las costumbres que influyen directamente
en el autor de la opinión.

El pathos implica el uso de factores de orden sentimental. Con él se pretende causar


conmoción, impactar la fibra humana, sensibilizar y obtener la identificación con el punto
de vista planteado por quien opina.

El logos, en consecuencia, viene a ser una especie de amalgama entre los elementos
anteriores, pues, se trata del uso del verbo, de la palabra razonada, o para simplificar: la
convicción en el manejo del discurso, destinado a ganar afectos en la opinión pública.

Opinión pública.

La opinión pública es la preferencia mayoritaria de una sociedad respecto a determinados


temas y hechos de interés general. La influencia de individuos o grupos, puede generar que
ésta sea estimulada y no del todo real. En la actualidad, con la globalización y el
surgimiento de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) es
corriente que ello ocurra.

En tal sentido, es común escuchar – por ejemplo – opiniones bastante destempladas sobre
la realidad político-social venezolana emitidas por personeros de gobiernos extranjeros,
políticos y personajes de la farándula, sin que tengan, a veces, el más mínimo contacto o
relación con el país. Ello ocurre en un proceso de dos vertientes que confluyen: primero,
porque estos actores suelen ser parte de la opinión pública y son influenciados por el
contenido de las Grandes Cadenas de Comunicación (Empresas Transnacionales que
producen, distribuyen y transmiten contenido), pero a su vez – y en segunda instancia – son
difundidos porque su postura “particular” tiene prestigio y ascendencia en la opinión
general de la sociedad.

Poder y opinión: líderes y voceros.

El poder es la fuerza o capacidad de dominio de un sujeto sobre otro u otros, y en la


sociedad actual existente estratificaciones que pudiéramos simplificar utilizando dos
conceptos: el de clase propietaria y clase trabajadora.

La clase propietaria posee el poder del Estado, entendiendo este como todas las
instituciones que establecen las reglas de convivencias, controlan la economía y los medios
de influencia ideológica: bien sean medios de comunicación o institutos educativos y
religiosos. Acá, para efectos de orden esquemáticos dentro de la exposición, incluiremos
además al poder económico privado.

La teoría marxista plantea que la ideología dominante dentro de la sociedad es la de la


clase dominante, y para ello hace uso de varias formas para el manejo de la conciencia. Ya
se ha mencionado, de hecho, a los medios de comunicación y a la institucionalidad, en
consecuencia, es corriente que la opinión pública sufra la influencia de determinados
líderes y voceros que apuntalan el poder de la minoría dominante, es decir, la clase
propietaria.

Por ejemplo, la opinión de la Conferencia Episcopal, las Cámaras Empresariales, o ciertos


académicos, suele tener eco en el seno de la sociedad en general, más aún, en el mundo
actual con tan poco tiempo para informarse, escudriñar y cuestionar lo que se lee, escucha o
mira en las cadenas de comunicación y redes sociales.

Sin embargo, dentro de la clase trabajadora, activa o no, surgen vanguardias y liderazgos
consientes, capaces - en momentos o ciclos históricos – de propiciar impactos en la opinión
pública y construir poder.

Las manifestaciones de estafados por los créditos inmobiliarios indexados y los


ciudadanos sin viviendas, produjo no sólo vocerías válidas y liderazgos sólidos en algunas
comunidades, cimentados en argumentos aceptados por la opinión pública, sino, que a su
vez constituyeron organizaciones capaces de impulsar la determinación, desde el gobierno
nacional, para la creación de la Gran Misión Vivienda Venezuela y los Órganos Estadales
para la Vivienda, desde los cuales se planifican las políticas públicas al respecto.

¿Opinar sobre qué? ¿Opinar para qué?

Estos hechos sustentan, lógicamente, que la opinión no puede ser coto exclusivo de los
funcionarios, empresarios o académicos, puesto que ellos representan apenas una mínima
parte del orbe.

Se requiere un usuario de medios cada vez más crítico, capaz de cotejar diversas fuentes
informativas y establecer su propio criterio en relación con el mundo que le circunda.

En tal sentido, se hace necesario opinar sobre todas las materias o hechos que afectan la
realidad de las mayorías, sobre los problemas de mayor importancia e impacto colectivo,
puesto que ello puede significar transformaciones importantes dentro de la sociedad, sea a
escala local, regional, nacional e incluso global.

La ética en la opinión. La opinión en Venezuela.

La característica subjetiva de la opinión en ningún aspecto la despoja del elemento ético.


Por el contrario, la subjetividad de individuos o colectivos apareja consigo una carga ética.
Por ejemplo, el sacerdote no debería emitir una opinión sin que esta se encuentre apegada a
su ética como hombre de fe, como cristiano.

Sin embargo, desde hace ya casi dos décadas, la polarización política en Venezuela ha
hecho evidente el abuso de la libertad de expresión y una abierta ausencia de ética. Más de
un caso pudiera presentarse para ejemplificar, pero, siguiendo con el expuesto antes,
podemos recordar las frases de alegría publicadas por el sacerdote católico, Pedro José
Palmar, durante la enfermedad y posterior fallecimiento del Presidente Chávez,
contraviniendo la ética cristiana, cuyo centro es el humanismo.
En nombre de la libertad de expresión y como opinión se han espetado desde insultos a la
madre del Jefe de Estado hasta llamados a la violencia, propiciando víctimas de todas las
tendencias políticas y edades.

Este fenómeno, no exclusivo, pero sí exacerbado por el antagonismo político en


Venezuela, ha motivado un sin fin de análisis y cuestionamientos al ejercicio de la
comunicación y su relación con la ética.

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