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DISCURSO PERIODÍSTICO IV
Tema I
LA OPINIÓN.
Conceptos fundamentales.
Opinión.
Características.
Estructura.
En sus inicios, lo que hoy conocemos como opinión formaba parte de la discusión sobre el
grado de verdad de las cosas, de tal forma se manejaban conceptos como la episteme y la
doxa, ambos relacionados a la certeza o no de una realidad.
Platón, por ejemplo, maneja la idea de tres etapas diferenciadas de conocimientos, las
cuales identifica de la siguiente manera:
El no-ser (ignorancia) que posee como centro la nada.
La episteme (ciencia) se trata del ser, lo concreto, la verdad.
La doxa (opinión) lo aparente, el tránsito entre el ser y el no-ser.
De este modo tenemos tres concepciones diferentes que, sin embargo, ofrecen elementos
importantes para dilucidar lo que es el conocimiento y la opinión.
La opinión es una expresión subjetiva, influida por la óptica personal, adquirida por medio
de los sentidos, complementada por la experiencia. Por ello, el medio que rodea al
individuo: sociedad, cultura, religión imperante, entre otras, juega un papel determinante en
la concepción, en la idea expuesta sobre disímiles temas.
Para realizar una opinión no se requiere ser un experto en el área abordada, pero, como el
fin perseguido es la influencia en el público, los argumentos deben ser sólidos, por lo tanto,
no se trata de la plena “ignorancia”, en ese sentido, cabe el término empleado por Paltón,
cuando señala que la doxa es una etapa transitoria entre el ser y el no ser.
Logos y doxa.
El logos, en consecuencia, viene a ser una especie de amalgama entre los elementos
anteriores, pues, se trata del uso del verbo, de la palabra razonada, o para simplificar: la
convicción en el manejo del discurso, destinado a ganar afectos en la opinión pública.
Opinión pública.
En tal sentido, es común escuchar – por ejemplo – opiniones bastante destempladas sobre
la realidad político-social venezolana emitidas por personeros de gobiernos extranjeros,
políticos y personajes de la farándula, sin que tengan, a veces, el más mínimo contacto o
relación con el país. Ello ocurre en un proceso de dos vertientes que confluyen: primero,
porque estos actores suelen ser parte de la opinión pública y son influenciados por el
contenido de las Grandes Cadenas de Comunicación (Empresas Transnacionales que
producen, distribuyen y transmiten contenido), pero a su vez – y en segunda instancia – son
difundidos porque su postura “particular” tiene prestigio y ascendencia en la opinión
general de la sociedad.
La clase propietaria posee el poder del Estado, entendiendo este como todas las
instituciones que establecen las reglas de convivencias, controlan la economía y los medios
de influencia ideológica: bien sean medios de comunicación o institutos educativos y
religiosos. Acá, para efectos de orden esquemáticos dentro de la exposición, incluiremos
además al poder económico privado.
Sin embargo, dentro de la clase trabajadora, activa o no, surgen vanguardias y liderazgos
consientes, capaces - en momentos o ciclos históricos – de propiciar impactos en la opinión
pública y construir poder.
Estos hechos sustentan, lógicamente, que la opinión no puede ser coto exclusivo de los
funcionarios, empresarios o académicos, puesto que ellos representan apenas una mínima
parte del orbe.
Se requiere un usuario de medios cada vez más crítico, capaz de cotejar diversas fuentes
informativas y establecer su propio criterio en relación con el mundo que le circunda.
En tal sentido, se hace necesario opinar sobre todas las materias o hechos que afectan la
realidad de las mayorías, sobre los problemas de mayor importancia e impacto colectivo,
puesto que ello puede significar transformaciones importantes dentro de la sociedad, sea a
escala local, regional, nacional e incluso global.
Sin embargo, desde hace ya casi dos décadas, la polarización política en Venezuela ha
hecho evidente el abuso de la libertad de expresión y una abierta ausencia de ética. Más de
un caso pudiera presentarse para ejemplificar, pero, siguiendo con el expuesto antes,
podemos recordar las frases de alegría publicadas por el sacerdote católico, Pedro José
Palmar, durante la enfermedad y posterior fallecimiento del Presidente Chávez,
contraviniendo la ética cristiana, cuyo centro es el humanismo.
En nombre de la libertad de expresión y como opinión se han espetado desde insultos a la
madre del Jefe de Estado hasta llamados a la violencia, propiciando víctimas de todas las
tendencias políticas y edades.