Está en la página 1de 4

Hola, hoy vamos a responder ¿Por qué es importante estudiar el escepticismo filosófico?

Lo
cierto es que el escepticismo nos enseña los recursos y prácticas sobre el pensamiento y el
lenguaje para liberarnos de las reglas de nuestro modo de pensar.

Abriendo de este modo un espacio para un nuevo pensamiento y conocimiento.

Una vez que comprendamos el escepticismo como corriente filosófica y momento del hacer
filosofía vamos a estar en condiciones de pensar como un escéptico y eso es medio camino
hacia la creación de un pensamiento propio.

***

Tomemos un ejemplo de hoy, para jugar el juego del escéptico y ver qué es lo que hace un
escéptico filosófico.

Ciertamente el pilar de las neurociencias es la afirmación que hay una relación de espejo entre
la conciencia y el cerebro. Es decir que ante determinada actividad de la conciencia le
corresponde determinada actividad electroquímica del cerebro.

La afirmación sería entonces, HAY UNA CORRESPONDENCIA ENTRE LA CONCIENCIA Y EL


CEREBRO. Lo contrario de dicha tesis es NO HAY UNA CORRESPONDENCIA ENTRE LA
CONCIENCIA Y EL CEREBRO.

***

Vamos a proceder por demostrar que hay buenas razones para afirmar el pilar neurocientífico
como para negarlo y que por lo tanto es necesario suspender el juicio. Comencemos con los
argumentos a favor de la tesis neurocientífica.

El primer argumento dice que NO SE HA DOCUMENTADO ACTIVIDAD CONSCIENTE LUEGO DE


LA MUERTE CEREBRAL. Por lo tanto hay correspondencia entre la conciencia y el cerebro.

Respecto a este argumento, podemos presentar un contraargumento del tipo epistemológico y


decir que NO ES POSIBLE MEDIR LA ACTIVIDAD CONSIENTE DE MANERA DIRECTA ya que nadie
puede vivenciar la conciencia del otro directamente y decir “aquí hay actividad”.

Para poder decir “aquí hay actividad” se asume una correspondencia y se realiza un salto con
un aspecto de la realidad que sí es posible medir, la actividad electroquímica del cerebro.

Por lo tanto el argumento utiliza como premisa lo que pretende demostrar, lo que es un
círculo vicioso.

El medio exclusivo que tiene un científico de medir actividad en la conciencia es el cuerpo,


porque el cuerpo es lo único público y accesible a la intersubjetividad.

Cuando hay muerte cerebral se pierden todos los medios para medir la actividad consiente
pero ello no es lo mismo a decir que no hay más actividad consiente. Simplemente no se
puede seguir midiendo con los recursos que tenemos.

***

El segundo argumento a favor de la correspondencia, por otro lado, dice que LAS LESIONES DE
CIERTAS PARTES DEL CEREBRO TIENEN CONSECUENCIAS DE MANERA ESPECÍFICA SOBRE LA
ACTIVIDAD CONSIENTE.
También vale para lo contrario: excesos de actividad de una zona del cerebro dan como
resultado alteraciones de la percepción como por ejemplo en la sinestesia.

El contrargumento para este segundo argumento resulta ser más simple porque implica la
existencia de un ser vivo que carece por completo de cerebro y sistema nervioso central y sin
embargo tiene conciencia: la medusa.

Si se asumen las lesiones en el cerebro como pérdida de capacidades del cerebro, entonces la
asuencia total de dichas capacidades a razón de ausencia del órgano deberían traer como
consecuencia, por la tesis neurocientífica, que no hay conciencia.

Sin embargo la medusa es un ejemplo vivo que no es así y por lo tanto NO HAY
CORRESPONDENCIA ENTRE LA CONCIENCIA Y EL CEREBRO.

***

Un neurocientífico podría apelar interrogando qué se entiende por conciencia. Podemos dudar
mucho que un neurocientífico quiera apoyar toda su actividad en una cuestión de definiciones
y se arriesgue a semejante apelación.

Pero en caso de que así sea, podemos responder que la conciencia es la capacidad para recibir
información del medio e intervenir a partir de dicha información.

Sin embargo definida de esa manera un virus tendría conciencia, una bacteria y hasta un robot.
Tal vez con esta definición demostramos demasiado y caemos en la idea de que todo tiene
conciencia, lo que no todo neurocientífico estaría dispuesto a afirmar.

***

Contra la afirmación que dice que NO HAY UNA CORRESPONDENCIA ENTRE EL CEREBRO Y LA
CONCIENCIA, un neurocientífico podría decir los siguientes contrargumentos.

EL primer contrargumento neurocientífico diría que la tesis de que hay correspondencia


habilita mejores medios de curación de las diferentes patologías que afectan la conciencia y
que por lo tanto debe ser verdadera.

Un escéptico podría apelar que el hecho de que una práctica funcione no quiere decir que la
teoría sobre la que está fundamentada dicha práctica sea verdadera, sólo quiere decir que la
práctica funciona.

Esta postura se la entiende como Instrumentalismo, es decir que para el instrumentalista la


teoría científica es una herramienta para poder hacer cosas, pero no es ni verdadera ni falsa.

Un segundo contrargumento contra la NEGACIÓN de la correspondencia dice que si fuese


verdadera entonces podemos afirmar la eternidad de la conciencia, las conciencias pasadas,
viajes astrales y todas las teorías que dependen de la autonomía de la conciencia.

Ciertamente no tener un criterio para medir la actividad consiente que esté anclada en la
experiencia intersubjetiva nos lleva a afirmar demasiado sobre la conciencia.

Aquellas afirmaciones recién citadas son las tradicionales y tienen sus siglos de afirmación,
pero bien podrían surgir otras menos deseables, como la posibilidad de pensar el secuestro de
conciencias.

***
Seguramente la experiencia de escuchar esta discusión entre ambas posturas te hizo inclinar
por una u otra cuando escuchabas los argumentos a favor de tu posición. Y por otro lado te
hizo rechazar los argumentos en contra.

La cuestión es que tanto si te encontrás en una posición como en la otra probablemente estés
bajos los efectos de la apelación a la autoridad.

Por un lado se puede apelar a la autoridad de la ciencia para defender HAY UNA
CORRESPONDENCIA ENTRE LA CONCIENCIA Y EL CEREBRO y por lo tanto la conciencia es
dependiente del cerebro.

Y por el otro se puede apelar a la autoridad de la religión y la espiritualidad para decir NO HAY
UNA CORRESONDENCIA ENTRE LA CONCIENCIA Y EL CEREBRO y por lo tanto la conciencia es
autónoma del cerebro.

Tanto la tradición y hábito positivista como la espiritual fundamentan dichas apelaciones.

Lo cierto es que ambas apelaciones son equivalentes y por lo tanto hay tantas buenas razones
para defender una tesis como su contraria.

En conclusión no se puede afirmar ni negar que haya una correspondencia, por lo tanto hay
que suspender el juicio al respecto.

***

Al aplicar los argumentos escépticos a una afirmación y su negación se deriva la suspensión de


juicio, lo que significa que no se puede decidir RACIONALMENTE sobre la verdad o falsedad de
una afirmación.

Pero ello abre la posibilidad de PODER DECIDIR por cualquier otra postura IRRACIONALMENTE
y argumentar de igual manera, respondiendo a los argumentos en contra, que siempre los hay.

Esta decisión y vértigo es el paso fundacional de todo hacer filosofía.

Pragmáticamente lo que hemos hecho recién es demostrar que ninguna postura es verdadera
y que ambas son verdaderas. Por la imposibilidad de decidir a favor de una u otra por medios
racionales, debemos abolir cualquier decisión.

Esto ciertamente es un problema y obstáculo para la creación de un pensamiento propio. Se


puede decir que sintomáticamente el escepticismo puro es un cansancio que produce una
pausa en el pensamiento.

Quedarse en la suspensión de juicio sin decidir ni a favor ni en contra de la verdad de una


afirmación es síntoma de la incapacidad para decirse por un camino.

Sin embargo, el escepticismo es más fértil de lo que se cree. Ya que cuando no existe la
verdad, todo PUEDE SER verdadero y depende de nosotros decidirnos IRRACIONALMENTE por
una afirmación o por otra.

Esta operación ya no depende ni de la tradición, el hábito o la razón. Depende de la voluntad.

La experiencia escéptica revela que toda afirmación depende de una decisión irracional, que
primero es el sí o el no y luego las razones por el cual defendemos nuestra postura. Revela que
cuando nada es verdadero o falso, cualquier cosa puede ser verdadera.
El corazón del hacer filosofía por ello es el ERROR y el VÉRTIGO, en la medida que en la
aplicación más extrema del escepticismo lleva a romper con todo antecedente y cualquier
afirmación que surja va a ser una anomalía. Este es el aspecto creativo del hacer filosofía.

Aquí lo que importa es arriesgarse a afirmar y utilizar todos los recursos retóricos para
defender nuestra postura. Quien dice tal vez otros terminen creyéndonos.

También podría gustarte