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Europa y Su Percepción Del Nuevo Mundo PDF
Europa y Su Percepción Del Nuevo Mundo PDF
ISSN: 0073-2435
revhist@uc.cl
Pontificia Universidad Católica de Chile
Chile
*
Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico: olayas@vtr.net
The European encounter with the new American space and it species during
the sixteenth century, allows us to look at the European percepction of
superiority towards exotic worlds in a more complex way. European description
of American nature, the first visual images of the local species described with
the colors of paradise, exotism and beauty, fertility and abundance, help in
constructing a positive image of America. Despite the original disdain or
indifference towards the indigenous food, these percepctions will change over
time when many of these products become a solution to world wide hunger and
important ingredients for national gastronomies.
Key words: Discovery of America, food history, earthly paradise, New World.
Quizás podríamos, en cambio, decir que es a partir de esa fecha de 1492 que
los europeos comienzan a descubrir este Nuevo Mundo, proceso que creemos
todavía no ha terminado. Primero actuaron los mitos y las ideas preconcebidas
respecto a tierras lejanas y orientales que se creía haber encontrado. Pero
después del choque inicial, la convivencia con la alteridad trajo consigo un
conocimiento que dio, lentamente, paso a la verdadera identidad y
descubrimiento de la riqueza de estas tierras americanas. Las percepciones
europeas respecto a los mundos americanos fueron, por tanto, de variada
índole modificándose en el tiempo y en el espacio. No fue igual respecto a los
hombres que a la flora y fauna americana, como tampoco podemos inferir las
mismas características para un período inicial de asombro y para otro
intermedio de asentamiento.
Aquellas tan preciadas especies que condimentaban los platos de los ricos de
Europa, permitían la conservación de los alimentos que seguían el curso de la
putrefacción y estimulaban los sentidos, se convirtieron en un verdadero
aliciente de las exploraciones marítimas del siglo XV. Las especies tenían el
don de convertir el alimentarse en un placer4. En busca de estimulantes y
aderezos, medicinas para paliar dolores y excitar los sentidos, los europeos
que crecieron bajo la influencia de la ciencia árabe de Averroes y Avicena
buscaban esta flora oriental con poderes curativos y casi milagrosos.
Para el europeo del siglo XV y comienzos del XVI, existía una serie de
parámetros mentales a la hora de expresarse acerca de lo diferente y emitir
juicios de valor. Heredero de una tradición clásica y judeo cristiana, el europeo
de la época determinaba lo que era aceptable o no según la posibilidad de lo
cuestionado para dotar de un comportamiento civilizado, moralmente aceptado
y conducente a la salvación. En ese contexto, en la determinación de las
categorías de la otredad, convivían criterios tan disímiles como la religión, el
aspecto físico, la lengua, la vestimenta, las herramientas, las costumbres y, por
supuesto, el tipo de alimentación.
Al ají taíno lo confunde Colón con la pimienta en vaina. Fue así que adquirió el
nombre pimiento en España esta especie que no tiene parentesco alguno con
la pimienta oriental y que ha llegado a formar parte de la vida diaria del pueblo
ibérico10. Probablemente la expansión exitosa de su cultivo se debe a su sabor
picante, sustitutivo de la pimienta. En el México prehispánico se le conocía con
el nombre de chile, donde estuvo asociado a toda clase de rituales y comidas.
El doctor Monardes, más científico que Colón y menos requerido para hacer
calzar cada especie americana con un símil oriental, describe especies
autóctonas americanas con propiedades medicinales. Habla de la "canela de
nuestras Indias"13, un árbol de hoja perenne, como la del laurel y con el mismo
sabor y fragancia que la canela que traen de la India de Portugal. Se refiere
líneas más adelante al jengibre, "una planta que lleva hoja como lirio, algo más
angosta, con aquel mismo verdor"14. Algunas de las especies por él nombradas
van acompañadas de hermosos grabados, entre los que destacamos el de la
pimienta, la flor de Michoacán, el carlo santo y el azafrán.
No fue hasta la última mitad del siglo XVI que no se hizo un estudio más
acucioso del tomate. Francisco Hernández, médico personal de Felipe II, fue
encargado por el rey para hacer un catálogo de las plantas medicinales
utilizadas en la Nueva España. Del tomate otorga información poco confiable
porque confunde algunas especies. Cuenta de algunos usos medicinales del
tomate, como el tratamiento de dolores de garganta, de cabeza y de oídos.
Las diferencias con las especies europeas explican la dificultad para nombrar
los productos recién descubiertos. Cuando esta fruta llega a Italia, se le
llamaba en un principio mela peruviana. Luego se le menciona con el nombre
de pomi d'oro.
La patata, originaria de los altos valles cordilleranos del Perú, fue descubierta
por Francisco Pizarro, mencionada por Juan de Castellanos24 y llevada a
Europa por los españoles. Fernando Cabieses, no obstante, argumenta que el
primer europeo que la habría visto fue Antonio Pigafetta, en las costas del sur
de Chile en 152025. Cabieses dice que Pigafetta era portugués, siendo que en
realidad era italiano, por lo que habría que tener una actitud crítica frente a
algunos de sus datos.
No es sino con Pedro Cieza de León, en su Crónica del Perú (1541), que
contamos con detalles sobre el aspecto y la forma de consumo de la papa en la
zona andina.
"El cereal de esta gente31", como bautiza Benzoni al maíz, era la base del
sustento de las culturas mesoamericanas y tenía, asimismo, un importante
papel en la dieta de las culturas andinas. En el México azteca, el maíz era la
base de la alimentación, al mismo tiempo que estaba presente en los relatos de
origen y sistemas religiosos32. Especialmente versátil, el maíz era la base para
la preparación azteca de tortillas de todos los tamaños y colores. Se rellenaban
con pescado o ave y se condimentaban con chile y otras hierbas. El maíz
servía asimismo para la preparación de guisos y sopas, sazonados y dulces.
En la zona del Perú, había varias formas de consumir el maíz: cocido en agua
le llamaban Muti, que ahora traducimos como Mote; tostado le llamaban
camcha, que ahora se dice cancha; a medio cocer en agua y secado después
al sol le llamaban chochoca. Con la harina se preparaban pancitos o tortillas;
con el maíz molido se preparaban humitas que se envolvían en hojas -como los
tamales mexicanos- o se comía con especies en mazamorra. Cuando se comía
la mazorca se hablaba del choclo, análogo al elote mexicano.
La suerte que corrió este grano americano en territorio europeo fue diferente a
su importancia absoluta en el continente americano: desde un principio se
introdujo en las capas más bajas de la población europea. Los indios
americanos, que adoraban el maíz, nunca lo comían solo, y lo utilizaban como
complemento de un plato de carne, o lo guisaban junto a unas alubias,
pimientos verdes y pescado la receta original de la tarta de maíz tierno con
alubias. Estos complementos proporcionaban las vitaminas y proteínas que le
faltaban al maíz. Los pobres que comían en Europa el maíz como si fuese trigo,
sin acompañarlo de carne, empezaron a sufrir de la pelagra, `piel áspera', una
enfermedad carencial producida por la falta de proteínas.36
El maíz aparecerá representado en los comienzos del siglo XVI entre los
productos que llevan los americanos en el desfile triunfal del emperador
Maximiliano hecho por el artista alemán Hans Burgkmair y en una litografía del
año 1542, la primera representación individual de esta especie vegetal. La talla
y fama del gran artista Burgkmair contribuyeron en la alimentación de una
imagen positiva del producto, al menos en su aspecto visual, representado
estéticamente y con un cierto sabor exótico.
Los cereales o granos que los europeos conocían antes de venir a América
eran las lentejas, los garbanzos, las habas y las arvejas. La adopción de los
frijoles y el maní americanos significó un enriquecimiento proteico considerable
de la dieta occidental. Encontraron frijoles en México y el Caribe y pallares y
vainas de maní en el Perú.
"El árbol del cacao y manera que tienen los indígenas de obtener fuego" es el
título que acompaña un dibujo de la obra de Girolamo Benzoni. El texto alude al
árbol que lo produce, que es descrito a través del hábitat donde se desarrolla y
las técnicas para que crezca sin que el sol le haga daño. Su fruto tiene forma
de almendra y nace en unas calabazas de una longitud y grosor parecidos a los
del pepino, son las comparaciones de las que echa mano el cronista para
poder compartir con otros este producto nunca antes visto por los europeos.
Prosigue relatando que el cacao tarda un año en madurar y cuando está listo
se recolecta, se coloca el fruto sobre unas esteras, lo ponen a secar al sol y
cuando lo quieren beber, lo secan al fuego en una olla. Lo muelen con piedras
y disolviéndolo un poco en agua y a veces con un pellizco de pimienta, lo
beben, "siendo un brebaje que a mí me parece más de cerdos que de
hombres"41. Tal como lo consumieron Moctezuma y Cortés, el chocolate era
una bebida fría y con la consistencia de la miel, por lo que se tomaba con
cuchara. Se preparaba con ají, vainilla y maíz molido. Hay quienes creen que
los aztecas le incluían afrodisíacos naturales42.
Junto con todas estas bondades descritas, el chocolate, por ser un líquido,
tenía la propiedad de no romper con el ayuno católico, lo que la convirtió en
una bebida popular en todas las tierras del catolicismo mediterráneo46.
La yerba mate, oriunda de los litorales fluviales del Río de la Plata tuvo una
difusión interesante en gran parte de Sudamérica en la era colonial, aunque no
llegó a traspasar las fronteras del Nuevo Mundo. Entre los guaraníes
prehispánicos era indispensable como complemento de sus prácticas
ceremoniales. Se extendió luego entre las poblaciones blancas y mestizas
surgidas de la conquista de Brasil, Chile y Argentina, donde suele tomarse
caliente en una vasija en forma de calabaza y con una bombilla para sorber el
líquido. "Desde sus comienzos indígenas, el mate ha sido una bebida
comunitaria que favorece la intensa convivencia"48 en ambientes privados.
Aguacate, palta o avocado son los nombres con que llamamos a ese especial
fruto de carne verde que se encontraba extendido por todo el continente
americano cuando llegaron los europeos. No se le representó mucho ni en los
registros indígenas ni en los europeos. Se le menciona en la obra de Gonzalo
Fernández de Oviedo, el año 1526, pero asociado a las peras: "En tierra firme
hay unos árboles que se llaman perales, pero no son perales como los de
España, mas son otros de no menos estimación… Echa este árbol unas peras
de peso de una libra, y muy mayores, y algunas de menos; pero comúnmente
son de a libra, poco más o menos; y la color y el talle es de verdaderas peras, y
la corteza algo más gruesa, pero más blanda, y en el medio tiene una pepita
como castaña injerta, mondada"49.
Se dice que el primer árbol de palta que floreció en Europa fue en un jardín
botánico en Holanda al comienzo del siglo XVIII50.
La piña aparece en las crónicas desde los primeros años del descubrimiento y
llega a ser considerada la reina de la frutas51: "nace en unas plantas como
carcos a manera de las sabrías, de muchas pencas, pero más delgadas que
las de las sabría, y mayores y espinosas; y de en medio de la mata nace un
tallo tan alto como medio estado, poco más o menos, y grueso como los dos
dedos, y encima de él una piña gruesa poco menos que la cabeza de un niño
algunas, pero por la mayor parte menores, y llena de escamas por encima, más
latas unas que otras, como las tienen las de los piñones; pero no se dividen ni
se abren, sino estánse enteras estas escamas en una corteza del grosor de la
del melón; y cuando están amarillas, que es desde a un año que se sembraron,
están maduras y para comer, y algunas antes… y es tan suave fruta, que creo
es una de las mejores del mundo, y de más lindo y suave color y vista, y
parecen en el gusto como los melocotones, que mucho sabor tengan de
duraznos, y es carnosa como el durazno", relata Fernández de Oviedo52.
Piña. Crónica
de las Indias de
Gonzalo
Fernández de
Oviedo,
Salamanca, en
casa de Juan
de Junta, 1547.
Biblioteca
Nacional.
Al cronista, como a muchos otros, le faltaban las palabras para poder describir
la maravilla y la novedad de lo que veía y probaba. Compara tanto su aspecto
como su sabor con las frutas que conoce de Europa, pero así y todo, se queda
corto de calificativos. Ante la original comparación con el fruto de los pinos
europeos es bautizada como piña, aunque también se recogió el vocablo usado
por los indígenas: "naná" o Ananaá"53.
En idioma indígena tuna o en el latín Opuntia Picus indica (higo de las Indias),
casi todos los expertos están de acuerdo que su origen es mesoamericano,
como lo vemos en los antiguos códices.
Benzoni aporta con dibujos de algunas de las especies autóctonas. Así como
López de Gómara agrega a su descripción ilustraciones de las hojas de
algunas especies citadas, Benzoni, en cambio, dibuja los árboles de aquellas.
El mamey, la guayaba, el guanábano y el plátano son algunas de las plantas
que coinciden en ambas crónicas.
Una especie totalmente desconocida por los europeos fueron los auquénidos o
camélidos americanos. Para los pueblos andinos, no obstante, llamas, alpacas,
guanacos y pacos eran una fuente de proteínas fundamental, así como medio
de transporte y de carga. Antes de la llegada de los europeos, el manejo de los
camélidos como fuente alimenticia estaba cuidadosamente controlado por el
imperio inka, pero con la Conquista se produjo el descalabro.
Fernando Cabieses nos cuenta que más de mil años antes de la llegada de los
españoles al Perú, este roedor había sido ya domesticado por los peruanos
para su alimentación. En los países europeos del siglo XVI no tuvo mayor éxito
como alimento porque el occidental tenía serios prejuicios acerca de la ingesta
de roedores.
Guajalote era el exótico nombre con que los mexicas llamaban a un ave
comestible parecida a la gallina. Los españoles le pusieron el explícito nombre
de "gallo de papada" y debe de haber sido bien considerado entre los
extranjeros porque hay registro de que se incluyó en los primeros y más
grandiosos banquetes en el Nuevo Mundo. El año 1538, en la plaza central de
Tenochtitlán, los colonizadores españoles, en un despliegue sin parangones,
degustaron ensaladas, jamones ahumados, pasteles de codorniz, pollo relleno
y perdices traídas de la península, junto con guajalote local65. Se sirvió,
asimismo, chocolate en tazones con desbordante espuma.
Una hermosa representación del pavo hecha en la época que nos interesa es
la que presentamos a continuación: una escultura en bronce realizada por
Giovanni de Bologne, aproximadamente del año 1567 y que hoy alberga el
Museo Nazionale de Florencia. En su Histoire de la Nature des Oyseaux, Paris,
1555, P. Belon (Bellonius), ya informado de las noticias sobre tierras
americanas y su fauna, incluye asimismo un grabado en que aparecen tres
pavos.
Pavo.
Escultura
de
Bronce.
Giovanni
de
Bologna,
circa
1567.
Museo
Nazionale,
Florencia.
Sin embargo, no solamente la suma de cada uno de los alimentos que América
aportó a la gastronomía mundial complejiza y enriquece la imagen de América
durante el siglo XVI, sino también la percepción de la naturaleza como un todo,
una naturaleza dadivosa, generosa y que prometía el sustento diario. América
estaba ahí, al alcance de la mano para sacar provecho de ella.
Esta fertilidad de las tierras del Nuevo Mundo era percibida, asimismo, como
una nueva posibilidad de obtener los propios productos que se utilizaban en
Europa en tierras americanas, por cierto más fértiles y cuyo clima aseguraba
cosechas todo el año. Se trajeron entonces naranjos, limones, uvas, plátanos y
caña de azúcar, que revolucionarían la economía mundial hacia el siglo XVI.
Granos tan importantes como el trigo y la cebada, se difundieron también
ampliamente. Los animales también se aclimataron muy bien en estas tierras
de favorables pastos y clima benigno. Durante los primeros años del siglo XVI
casi todos los pobladores en el Nuevo Mundo comían carne y bastante75. La
tierra americana fue generosa con el europeo. Lo que en Europa era escasez,
en América era abundancia.
Más aún, todos los aspectos culturales que rodeaban a las prácticas
alimenticias indígenas no pueden sino haber colaborado a la formación de una
imagen positiva de las culturas americanas: tanto en el área de influencia
mesoamericana como en la andina, sendos imperios habían constituido
sistemas inteligentes y eficientes de trabajo de la tierra, sofisticado manejo de
las técnicas de irrigación, almacenamiento de los alimentos y distribución de los
mismos que permitieron que las poblaciones aborígenes americanas no
conocieran el hambre. A diferencia del europeo que viene a estas latitudes a
finales del siglo XV, el indígena de esa época tenía asegurado su sustento y
equilibrada alimentación. El hecho no pasó desapercibido para el
78
conquistador . Bernal Díaz del Castillo describe el sistema de almacenes que
manejaba el soberano azteca. Ahí se guardaban alimentos en caso de que las
futuras cosechas no fueran tan buenas. Cuando amenazaba el hambre, los
monarcas aztecas abrían sus almacenes y distribuían su contenido a la
población para que pudiese sobrevivir o para que sembraran para el año
siguiente79.
Entre los elementos culturales que rodean la función culinaria, buena impresión
debe de haber causado entre los europeos la variedad de vasijas con que
contaban los americanos para preparar y servir sus alimentos. Quizás esto
explica por qué la tradición artesana de la fabricación de estas se ha mantenido
intacta durante tantos años.
Las descripciones de los cronistas respecto al buen aspecto de los indios, con
sus cuerpos bellos, bien formados, sin barriga no hacen más que hablar de una
buena alimentación al momento de la llegada de los europeos. Por otra parte,
la complexión robusta de un pueblo belicoso y expansionista como los aztecas,
puede ser explicado por una alimentación equilibrada y una gran cantidad de
proteínas84.
CONCLUSIONES
NOTAS
**
Este artículo forma parte del proyecto Fondecyt Nº 1030862.
1
Regueiro y González Barros, Antonio M., "La Flora americana en la España
del siglo XVI", en América y la España del siglo XVI, Ediciones de Francisco de
Solano y Fernández del Pino, CSIC, Instituto Fernández de Oviedo, Madrid,
1982, 217.
2
López Piñeiro, José María, Las Plantas del Mundo en la Historia, Fundación
Bancaza, Valencia, 1996, 22.
3
El proceso de introducción de alimentos europeos a América fue, en cambio,
mucho más rápido. Antonio Garrido Aranda sostiene que "la auténtica
revolución "nominada" temprana, siglo XVI, tuvo lugar en América y afectó de
manera desigual a los cuerpos sociales configurados por el sistema colonial,
mientras que la contraparte europea, y mundial, fue más tardía y anónima",
Garrido Aranda, Antonio, "La revolución alimentaria del siglo XVI en América y
Europa en Garrido Aranda (comp.), Los sabores de España y América. Cultura
y Alimentación. La Val de Onsera, Huesca, 1999, 199.
4
Díaz González, Daniela, Recetario Colonial: El comer como símbolo Vital,
trabajo de seminario con la profesora Isabel Cruz, Pontificia Universidad
Católica de Chile, Instituto de Historia, diciembre, 2002, 3.
5
Izzi, Massimo, Diccionario Ilustrado de los monstruos, Gremese Editore,
Roma, 1989, 50.
6
Block Friedman, John, The Monstrous Races in Medieval Art and Thought,
Harvard University Press, 1981.
7
Kappler, Claude, Monstruos, demonios y maravillas a fines de la Edad Media;
Akal Universitaria, 1986, 153.
8
Garrido Aranda, Antonio, op. cit., 205.
9
De Acosta, José, Historia Natural y Moral de Las Indias. Fondo de Cultura
Económica, México, 1962, 177.
10
Gispert Cruells, Montserrat, "Las plantas americanas que revolucionaron los
guisos", en Garrido Aranda, Antonio, Los sabores de España y América, op.
cit., 218.
11
Bauer, Arnold J, Somos lo que compramos. Historia de la Cultura material en
América Latina; Editorial Taurus, 83.
12
Cabieses, Fernando, Cien Siglos de pan. Diez años de alimentación en el
Perú. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Lima, Perú, 1995, 174.
13
Monardes, Nicolás, Primera y Segunda y tercera partes de la historia
medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven
en medicina. Sevilla, en casa de Alonso de Escribano, 1571, 97.
14
Monardes, op. cit., 98
15
Cabieses, Fernando, op. cit., 88.
16
Long-Solís, Janet, "El tomate: de hierba silvestre de las Américas a
denominador común en las cocinas mediterráneas", en Garrido Aranda
(compilador), Cultura alimentaria de España y América. La Val de Onsera, 1995
17
Long-Solís, Janet, op. cit., 227.
18
Benzoni, Girolamo, Historia del Nuevo Mundo, Alianza Editorial, Madrid,
1989, 149.
19
Yuste Molina, Francisco, "Agricultura y Alimentación", en Huella de América
en España, Generalitat Valenciana, 1993, 140.
20
Mártir de Anglería, Pedro, Década primera, capítulo IX, en Décadas del
Nuevo Mundo; Madrid, 1989, 79.
21
Grafton, Anthony, New Worlds, Ancient texts. The power of tradition and the
shock of discovery., Harvard University Press, Inglaterra, 1992, 176.
22
Bray, Warwick, editor, The meeting of two worlds. Europe and the Americas,
1492-1650. Oxford University Press, 1993, 296.
23
Monardes, Nicolás, Primera y Segunda y tercera partes de la historia
medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven
en medicina. Sevilla, en casa de Alonso de Escribano, 1571, 41.
24
Yuste Molina, Francisco, "Agricultura y Alimentación", en Huella de América
en España, Generalitat Valenciana, 1993, 134.
25
Cabieses, Fernando, op. cit., 77.
26
Toussaint-Samat, Maguelonne, Historia natural y Moral de los alimentos,
"Las frutas y verduras", Alianza Editorial, Madrid, 1991, Tomo 8, 165-166.
27
Molina, Juan Ignacio, Ensayo de la Historia Geográfica, Militar y Civil del
reyno de Chile. Traducida por Domingo José de Arguellada Mendoza.
Colección de Historiadores de Chile y documentos relativos a la historia
nacional. Imprenta de la Librería del Mercurio, Santiago, 1878, 136.
28
Yuste Molina, Francisco, op. cit., 134.
29
Gispert Cruells, Montserrat, op. cit., 222.
30
Cabieses, Fernando, op. cit., 65.
31
Benzoni, Girolamo, op. cit., 151.
32
León Portilla, Miguel, "El maíz: nuestro sustento, su realidad divina y humana
en Mesoamérica", en América Indígena, Volumen 48 Nº 3 (julio-septiembre
1988), 477-502.
33
López Medel, Tomás, De los Cuatro elementos. Tratado sobre la naturaleza
y el hombre del Nuevo Mundo., Edición de Berta Ares de Queija, Alianza
Editorial, Madrid, 1990, 150.
34
Fernández de Oviedo, Gonzalo, Sumario de la Natural Historia de las Indias.,
Ediciones de Manuel Ballesteros, Historia 16, Madrid, 1986, 59.
35
Staden, Hans, Verdadera Historia y descripción de un país de salvajes
desnudos. Editorial Argos Vergara, Barcelona, 1983, 76.
36
Ritchie, Carson I.A, Comida y Civilización., Alianza Editorial, Madrid, 1996,
147.
37
Montanari, Máximo, El hambre y la abundancia. Historia y cultura de la
alimentación en Europa. Editorial Crítica, Barcelona, 1993, 104.
38
Cabieses, Fernando, op. cit., 135.
39
López Medel, op. cit., 153.
40
Mártir, Pedro, op. cit., Década Octava, capítulo III, 499.
41
Benzoni, Girolamo, op. cit., 216-217.
42
Ritchie, Carson, op. cit., 150.
43
Zúñiga Avendaño, Pilar, América, un aporte a la alimentación y cocina
mundial, tesis de Licenciatura, Pontificia Universidad Católica, Facultad de
Historia, Geografía y Ciencia Política, Instituto de Historia, 2004.
44
Harwich, Nikita, Histoire du Chocolat, Editions Desjonquères, Paris, 1992, 71.
45
Montanari, Massimo, op. cit., 125.
46
Bauer, Arnold J, op. cit., 134.
47
Gispert Cruells, Montserrat, op. cit., 228.
48
Bauer, op. cit., 135.
49
Bauer, Arnold, op. cit., 131.
50
Cabieses, Fernando, op. cit., 93.
51
De Ulloa, Antonio, Viaje a la América meridional. Edición de Andrés Saumell,
Historia 16, Madrid, 1999, Libro I, capítulo VIII, 126.
52
Fernández de Oviedo, Gonzalo, op. cit., 153-154.
53
Cabieses, Fernando, op. cit., 100.
54
Mártir de Anglería, Pedro, op. cit., Década Segunda, capítulo IX, 150.
55
Benzoni, Girolamo, op. cit., 156.
56
Monardes, Nicolás, Primera y Segunda y tercera partes de la Historia
medicinal: de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que
sirven en medicina., Sevilla, en casa de Fernando Díaz, 1580, 101.
57
Fernández de Oviedo, Gonzalo, citado en Levenson, Jay A., ed, Circa 1492.
Art in the Age of Exploration; National Gallery of Art, Washington DC, Yale
University Press, New Haven y Londres, 1991.
58
Fernández de Oviedo, Gonzalo, Sumario de la natural Historia de las Indias,
op. cit., 156-157.
59
López de Gómara, Francisco, la Historia General de las Indias y el Nuevo
Mundo, Zaragoza, 1554, en la casa de Agustín Millán.
60
Pigafetta, Antonio, Primer Viaje alrededor del mundo, edición de Leoncio
Cabrero, Historia 16, España, 1985, 65.
61
Schmidel, Ulrico, relato de la Conquista del río de la Plata y Paraguay, 1534-
1554., Alianza Editorial, Madrid, 1986, 50.
62
Benzoni, Girolamo, op. cit., 231.
63
Girava Tarragonés, Hieronymo, Dos Libros de Cosmografía, Milán, 1555, 213
64
López Medel, Tomás, op. cit., 182.
65
Bauer, Arnold, op. cit., 102.
66
Keen, Benjamín, The Aztec Image in Western Thought, Rutgers University
Press, 1971, 17.
67
Tieffemberg, Silvia, "La Construcción del deseo. Cartas privadas de
emigrantes a Indias.1540-1616", en Memorias de JALLA Tucumán, Vol II, 377.
68
Ritchie, Carson I.A., op. cit., 143.
69
Vespucio, Américo, Carta a Lorenzo de Médicis, 1502, en Cartas de Viaje.
Alianza Editorial, Madrid, 1986, 76.
70
López Medel, Tomás, op. cit., 13.
71
López Medel, Tomás, op. cit., 163.
72
De Las Casas, Bartolomé, Obra Indigenista, Edición de José Alcina Franch,
Alianza Editorial, Madrid, 1985, 372.
73
De Las Casas, Bartolomé, Apologética Historia Sumaria I, en Obras
Completas, Tomo 6, Alianza Editorial, 1992, capítulo 20, 367.
74
Bauer, Arnold J., op. cit., 126.
75
Super, John C, Food, Conquest, and Colonization in Sixteenth-Century
Spanish America. University of New Mexico Press, Albuquerque, 1988, 29
76
Bauer, Arnold J.; op. cit., 129-130.
77
Super, John C, Food, Conquest, and Colonization in Sixteenth-Century
Spanish America., University of New Mexico Press, Albuquerque, 1988, 14
78
Guzmán Pinto, Zenón, "Perspectiva urbana y cultura alimentaria. Cusco
1545-1552", en Garrido Aranda, Antonio, op. cit., 241.
79
Ritchie., Carson I.A., op. cit., 145.
80
Salgado Gómez, Mireya, La llegada de un nuevo orden, Serie De
Documentos Museo de la Ciudad, Quito, 2004, 56
81
El chuño generalmente se consume en forma de harina molada. La morralla
se consume rehidratando los tubérculos, asándolos, tostándolos, cocinándolos
o moliéndolos en morteros de piedra. Cabieses, Fernando, op. cit., 35.
82
Salgado Gómez, Mireya, op. cit., 54
83
Cabieses, Fernando, Cien siglos de Pan. Diez años de alimentación en el
Perú. Consejo nacional de Ciencia y Tecnología, Lima, Perú, 1995, 20
84
Super, 69. "It is probable incorrect to argue that protein shortage caused
cannibalism, but it is undersatandable that victims of warfare and sacrifice might
end up in the pot".