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DERECHO CIVIL

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NATURALEZA Y ELEMENTOS DE LA OBLIGACIÓN.
Teoría general de las obligaciones.
1.1. Nociones generales: caracteres.
1.2. Transformaciones: influencia del derecho romano y del canónico, tendencia
socializadora.
1.3. Técnica legislativa: el código civil argentino, derecho comparado.
El código civil argentino, bajo el rubro “De las obligaciones en general”, ha dedicado la
sección 1ª del libro II (desde el articulo 495 al 895) a la elaboración de una teoría general
de las obligaciones, con independencia de las fuentes que la originan.
Para valorar el plan seguido por Vélez es preciso detenerse un poco en los dos métodos
usados en el derecho comparado en esta materia.
1) Hay códigos y obras de derecho, que tratan las obligaciones junto con los contratos,
formando un solo cuerpo.
El defecto de este método consiste en que engloba el tratamiento de las
obligaciones con los contratos, como si las únicas obligaciones que existieran fueran
las convencionales. Pero, como los contratos no son nada más que una de las
fuentes de las obligaciones, al amalgamar la legislación de estas con aquellos se da
la falsa idea de que todo lo que se incluye en el titulo respectivo es aplicable
solamente a las obligaciones contractuales.
2) El otro método consiste en hacer el ordenamiento de una teoría general de las
obligaciones, sin distinción de las fuentes de las mismas, y, por lo tanto, con
principios aplicables tanto a las emanadas de los contratos, como a las surgidas de
los actos ilícitos, de la ley, etc.
Esta es la metodología recomendable y es la que ha seguido nuestro código civil.
La doctrina le ha hecho unánime elogio. Se le ha objetado que en vez de continuar
con la reglamentación de las fuentes en particular, se ha interpuesto la teoría de los
hechos y cactos jurídicos.
Se le ha censurado haber incurrido en:
 Una generalización inadecuada, incluyendo materias privativas de las obligaciones
de fuente contractual, materias que no son exclusivas de las obligaciones, sino que
se relacionan con los actos jurídicos.
 La omisión de un capitulo referente a la asunción de deuda. Se trata de un cargo
injusto, pues en la época en que Vélez redacto el código civil, la teoría de la
Asunción de deuda estaba en embrión.
1.4. Unificación interna e internacional.
La materia que nos ocupa, se distingue por su carácter abstracto, teórico, casi matemático,
que pareciera colocarla por encima de los particularismos locales y de la idiosincrasia de los
distintos pueblos. Tan es así que se ha tratado de llegar a principios omnicomprensivos,
sintetizados en tres axiomas:
o Cumplirás tus promesas.
o Repararas el daño que causes.
o No te enriquecerás injustamente a expensas de otro.
Procurando, partiendo de esas bases, una solución adecuada a todos los casos posibles, a
través de una especie de deducción matemática. Esto ha hecho pensar en la posibilidad de
unificar la legislación del derecho de las obligaciones entre los distintos países y proceder
de la misma manera, dentro de cada nación, con el régimen de las obligaciones civiles y las
obligaciones comerciales.
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a. Algunos, han inatentado nada menos que la unificación internacional del derecho de
las obligaciones.
b. Otros, han buscando la unificación de esta rama del derecho, entre naciones vecinas
(unificación zonal).
c. Otras tentativas unificadoras se han reducido al ámbito local, tratando de alcanzar
esa meta en lo que concierne a las obligaciones civiles y comerciales.
Concepto de obligación.
1.5. Definición.
La palabra obligación, en un sentido lato, implica una idea de sometimiento, de sujeción,
de restricción de la libertad. En la misma medida en que estamos obligados, tenemos
disminuida nuestra libertad.
La mayor parte de los autores emplean la formula de las institutas de Gayo: “La obligación
es un vinculo jurídico que nos constriñe a pagar algo a otro”.
Elementos:
El vínculo: la relación jurídica que une al deudor con el acreedor.
Los sujetos: el que debe pagar (deudor), y el que tiene derecho al pago (acreedor).
La prestación: lo que debe pagar el deudor al acreedor.
1.6. Obligaciones y deberes jurídicos.
Deber jurídico: “La necesidad de ajustar una conducta a los mandatos contenidos en una
norma jurídica”.
En el deber jurídico se impone la observancia de cierta conducta, pero no se hace especial
determinación de los destinatarios de la misma. Ej.: el deber general de respetar los
derechos ajenos.
Categorías:
Los deberes jurídicos individuales: la conducta que debe observarse es impuesta a sujetos
determinados, pero el contenido de cuya prestación no es valorable económicamente.
La obligación (deber jurídico calificado, Busso): hay también sujetos determinados que
tienen que observar una conducta, pero a diferencia del deber jurídico individual, ha de
consistir en una prestación pecuniariamente valorable, aunque el interés que en ella tenga
el acreedor, pueda ser de índole moral o intelectual.
La diferencia entre los conceptos de deber jurídico general, deber jurídico particular y
obligación, queda así a la vista: “Toda obligación importa un deber jurídico, pero no todo
deber jurídico es una obligación”
1.7. Derechos creditorios y derechos reales: criterios tradicionales, tesis
negativas, las obligaciones y los derechos reales desde el punto de vista de la
función económica y la tutela jurídica.
El vinculo.
1.8. Noción.
1.9. Objeto del vínculo.
1.10. Estructura:
1.10.1. Deuda y responsabilidad, concepto.
1.10.2. Deuda sin responsabilidad.
Deuda sin responsabilidad: Admitida la obligación natural.
Responsabilidad sin deuda: No se concibe la responsabilidad sin que esté
respaldada por la deuda

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Responsabilidad limitada: puede estar circunscripta a determinados bienes del
patrimonio del deudor.
1.10.3. Deuda con responsabilidad limitada.
1.10.4. Responsabilidad sin deuda propia.
La prestación.
1.11. Concepto.
1.12. Objeto de la obligación y objeto de la prestación.
1.13. El objeto de la prestación como acto y como bien debido.
1.14. Requisitos de la prestación:
1.14.1. Momento al que se refiere.
1.14.2. Imposibilidad objetiva y subjetiva.
1.15. Efectos, ilicitud: efectos de la ilicitud.
1.16. Determinación: casos.
1.17. Determinación por terceros: patrimonialidad. Interés.
Los sujetos.
1.18. Su necesidad.
1.19. Determinación:
1.19.1. Diversos supuestos.
1.19.2. Obligaciones disjuntas.
1.19.3. Obligaciones ambulatorias o “propter rem”: concepto.
1.20. Títulos al portador: caracteres y naturaleza.
1.21. Promesa al público: concepto.
1.22. Actos por cuenta de terceros.
1.23. Pluralidad: casos.
Fuentes.
1.24. Concepto.
1.25. Clasificaciones antiguas:
1.25.1. Gayo.
1.25.2. Las institutas.
1.25.3. Pothier.
1.26. Clasificaciones modernas: El código civil argentino.
La causa.
1.27. La causa de las obligaciones en el código civil argentino
1.28. La causa fin en los actos jurídicos:
1.28.1. Causa en sentido subjetivo: el fin abstracto y el fin concreto.
1.28.2. Causa en sentido objetivo.
1.29. Función del acto: Actos causados y abstractos: concepto. Régimen de
ambos.
1.30. Derecho comparado: causa y “consideration”, semejanzas y diferencias.
1.31. Los móviles: influencia sobre las obligaciones.

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FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.


Contratos.
Concepto.
Es el acto jurídico de contenido obligacional. El acuerdo de varias personas manifestado de
conformidad a la ley "sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar sus
derechos".
Aquí interesa el contrato solo como fuente de obligaciones y, bajo ese enfoque tiene la mayor
importancia, porque la trama de las relaciones jurídicas de orden privado, anudadas entre los
hombres, proviene en su mayor parte de los contratos.
Son requisitos esenciales para la validez de un contrato: a) el consentimiento de las partes; b)
su capacidad para contratar; c) una cosa cierta que forme la materia de la obligación; d) una
causa lícita.
El consentimiento debe ser dado libremente.
Y no por efecto de error, dolo o violencia.
En los contratos hay circunstancias esenciales, sin las cuales no subsistirían; hay naturales: las
cuales se suponen aunque no se expresen y finalmente, hay circunstancias accidentales. Así,
en la venta, es circunstancia esencial el precio; natural: la evicción, y accidental:
Al contado o a plazos. Es circunstancia esencial el precio, porque si este falta ya no hay venta
sino donación, aunque se use la palabra venta; es circunstancia natural la evicción, porque
siempre se entiende, a no ser que se excluya expresamente por voluntad de las partes; es
accidental, la de pagar al contado o a plazo, porque no depende de la naturaleza del contrato,
el cual permanece siempre el mismo aunque se adopte una u otra forma de pago.
Los contratos pueden celebrarse verbalmente o por escritura pública o privada, así entre
presentes como entre ausentes, por los mismos interesados o por medio de mandatarios; y
siempre tendrán igual valor, mientras la ley no exija alguna forma o solemnidad particular.
Los contratos tienen fuerza de ley para las personas que los han hecho, y no pueden revocarse
sino por el mutuo consentimiento de éstas o por las causan que las leyes designan. Los
contratos, no solamente obligan a lo que en ellos se expresa, sino también a todas las
consecuencias que según su naturaleza les da la equidad, el uso o la ley.
Declaración unilateral de la voluntad.
Concepto.
El origen de esta teoría aparece como consecuencia de la ineficacia de la teoría clásica del
contrato para explicar ciertas situaciones de derecho en las cuales el concurso de
voluntades, de existir, se manifestaba con poca claridad; o para sancionar algunos efectos
jurídicos que el contrato no era idóneo para producir y que sin embargo se producía.
Declaración unilateral de la voluntad: Es el poder de la sola voluntad del deudor, para
crearse obligaciones a su cargo perfectamente validas y exigibles, antes de la concurrencia
de la voluntad del acreedor; y cuyo apartamiento, le impondrá responsabilidad civil por los
perjuicios ocasionados.
Discusión sobre su admisibilidad.
La objeción más fundamental que se ha formulado a la tesis de la “declaración unilateral de
la voluntad”, es la de que no basta la mera manifestación del deudor para que el vínculo
obligatorio nazca, sino que se requiere también la aceptación de la promesa por parte del
acreedor.
La aceptación del beneficiario, indispensable para el nacimiento del derecho de crédito, no
es necesaria para la formación de la obligación. Vale decir, en suma, que se discrimina y
disocian dos aspectos de la relación obligatoria: la obligación o debitum, que puede existir
plena de eficacia por la sola voluntad del deudor; y el derecho de crédito que en cambio no
nace, o no se incorpora al patrimonio del acreedor, sin el concurso de la voluntad de este.

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Historia.
La declaración unilateral de la voluntad encuentra sus raíces en el derecho romano y en el
antiguo derecho germánico.
En Roma se hallan dos figuras: el votum (o voto religioso), y la pollicitatio (policitación o
promesa). El votum consistía en una promesa a la divinidad, que era obligatoria por si
misma. La pollicitatio era una promesa a la ciudad, también por si sola obligatoria en el
derecho imperial, si se había hecho con justa causa o tenido principio de ejecución.
En el antiguo derecho germánico, uno de los antecedentes mas remotos es el uso del
salman, ente ficticio al que se recurría cuando una persona deseaba transferir un beneficio
a otra y esta ultima se encontraba ausente o era incapaz; el contrato se concluía entre el
promitente y el salman, y el primero resultaba así obligado sin la efectiva aceptación del
beneficiario y conociendo perfectamente que el salman no era un contratante real sino
figurado.
Derecho comparado.
El código civil francés y los inspirados en su régimen, no tratan esta materia, aunque
contienen ciertas disposiciones jurídicas que no logran cabal explicación sino a la luz de
esta doctrina.
Existe otro grupo de legislaciones que admiten solo ciertas y determinadas soluciones
inspiradas en la declaración unilateral de voluntad. (Código alemán, suizo).
Finalmente una tercera corriente iniciada en Latinoamérica, consagra expresamente esta
nueva fuente obligacional. (Código de brasil, mejicano, peruano, italiano, portugués,
boliviano).
Elementos:
1) declaración de voluntad.
Como todo acto voluntario, debe reunir los requisitos intrínsecos del artículo 897 del
código civil: discernimiento, intención y libertad y contar asimismo con la
exteriorización o manifestación que lo haga perceptible frente a terceros, sin lo cual
ningún hecho se tiene por voluntario. Deberá ser además lícito y tener por fin
inmediato crear relaciones jurídicas, con lo cual se contempla su configuración en la
categoría de los “actos jurídicos”.
2) capacidad.
Es necesario que quien la formule no este alcanzado por algunas de las
incapacidades de hecho de los artículos 54 y 55 del código civil, ni tampoco por
alguna de las incapacidades para contratar (de derecho) del articulo 1160 u otras
disposiciones especiales del código civil.
3) objeto.
El objeto debe reunir los requisitos de posibilidad material o jurídica, licitud,
determinación o determinabilidad sobre la base de elementos o presupuestos ya
establecidos ab initio, y patrimonialidad; a los que aluden los articulo 953, 1167-
1175.
4) causa.
Entendido como causa-fin o finalidad perseguida por el autor de la declaración
unilateral de la voluntad de obligarse.
En esta materia resulta fundamental la licitud de la finalidad perseguida por quien
declara unilateralmente su voluntad de obligarse.
Examen de casos particulares:
1) Oferta de contrato.
El articulo 1150, luego de establecer que las ofertas pueden ser retractadas
mientras no hayan sido aceptadas, agrega que no pueden serlo si “el que las
hubiese hecho, hubiese renunciado a la facultad de retirarlas, o se hubiese obligado
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al hacerlas, a permanecer en ellas hasta una época determinada”. En cualquiera de
las dos hipótesis, sea que medie renuncia anticipada al derecho de retractarse o un
plazo fijado para el mantenimiento de la propuesta, el oferente queda obligado a no
hacer: no ejercitar la facultad de retractarse.
El artículo 1156, establece que la obligación de indemnizar daños y perjuicios a la
parte que hubiere aceptado la oferta ignorando la retractación del proponente, su
muerte o incapacidad sobreviniente y que a consecuencia de su aceptación hubiese
hecho gastos o sufrido pérdidas. Si no hay contrato en razón de haber caducado la
oferta antes de su aceptación por el destinatario la obligación resarcitoria no puede
fundarse en un contrato que nunca llego a existir, sino en la circunstancia de que la
propia oferta tenía de por si fuerza obligatoria como declaración unilateral de la
voluntad.
2) Oferta a persona indeterminada.
En nuestro derecho vigente este supuesto no encuadra dentro de la teoría de la
declaración unilateral de la voluntad.
El artículo 1148 establece que: “Para que haya promesa, esta debe ser a persona o
personas determinadas, sobre un contrato especial, con todos los antecedentes
constitutivos de los contratos”. Y coincidentemente el articulo 454 del código de
comercio dispones que: “Las ofertas indeterminadas, contenidas en un prospecto o
en una circular, no obligan al que las ha hecho”.
O sea, que ambos preceptos constituyen una síntesis del principio opuesto a la
fuerza vinculante de la declaración unilateral de la voluntad de obligarse.
Sin embargo, el articulo 117 del código mercantil, al legislar sobre el remate,
instituye un supuesto de oferta vinculante pese a estar dirigida a persona
indeterminada.
3) Promesa de recompensa.
La promesa pública de recompensa es uno de los supuestos generalmente admitidos
como típicos de voluntad unilateral.
Busso, ha destacado la enorme importancia y utilidad que ha ido adquiriendo esta
figura, al irse adaptando a los nuevos modos de vida social; su divulgación, dice, se
justifica plenamente, por cuanto constituye un modo de concitar la cooperación de
grandes masas de población en cuanto a la realización de determinados resultados.
En ese sentido es un instituto de colaboración y de solidaridad. Permite un mejor
aprovechamiento de las fuerzas sociales, y ello abona su utilidad intrínseca; excita
el interés de los aspirantes al premio y los induce a aplicar su actividad a la
realización del hecho premiado. Su utilidad es muy apreciable cuando se la pone al
servicio de directivas de interés general.
En nuestra legislación positiva, la promesa de recompensa es considerada solo en
forma incidental, al tratar el código civil de las cosas perdidas en el capitulo
dedicado a la apropiación como uno de los modos de adquirir el derecho real de
dominio.
4) Promesa de fundación.
En la promesa de fundación, una persona por actos entre vivos o disposición de
última voluntad, afecta un bien de su propiedad a un destino especial de interés y
utilidad colectivo.
Se dirá que la donación es un contrato que requiere la aceptación del donatario para
producir sus efectos legales, pues hasta entonces el donante puede revocarla
expresa o tácitamente. Pero lo cierto es que en la hipótesis de los artículos 1806 y
3735 no aparece ninguna otra voluntad, ninguna otra persona existente civil o
naturalmente, frente al donante o testador; por lo cual resulta forzoso concluir que
la única voluntad esencial y vivificante es la de este ultimo.
Cabe insistir en que es la sola voluntad unilateral del promitente, la que lo liga o ata
para con la fundación que es asimismo creada por esa manifestación de voluntad.
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5) Contrato a favor de terceros.
La estipulación para otro es un contrato, en el cual uno de los contratantes acuerda
con la otra parte que esta ultima dará o hará algo en provecho de un tercero
extraño a la convención y que no esta representado en ella. Se trata pues, de un
supuesto donde las consecuencias contractuales se extienden y alcanzan a terceros.
La fuente de donde nace la obligación del promitente hacia el tercero, seria la sola
declaración unilateral de voluntad del primero, ya que el tercero extraño es
solamente el beneficiario de la obligación.
Buena parte de la doctrina rechaza como inaceptable aquella postura, entendiendo
que la estipulación para un tercero es bilateral, por cuanto se forma sobre la base
de la conjunción de dos voluntades: la del promitente y la del estipulante; ya que
aquel queda obligado frente al tercero beneficiario, no porque su promesa sea
unilateralmente vinculativa, sino porque ha concluido con el estipulante un contrato
a ese fin, cuya incidencia recaerá en el tercero.
Artículo 50: “Si en la obligación se hubiere estipulado alguna ventaja a favor de un tercero, éste podrá
exigir el cumplimiento de la obligación, si la hubiese aceptado y hécholo saber al obligado antes de ser
revocada”.

Esta exigencia, impide la aplicación de la doctrina de la declaración unilateral de la


voluntad a la estipulación a favor de otro.
6) Letra de cambio y obligaciones al portador.
Los títulos a la orden o al portador, una vez lanzados al público y puestos en
circulación, dan derecho al endosatario o al tenedor, según el caso, para reclamar el
pago del importe consignado o ventajas expresadas en tales títulos.
Existen entre ambos una diferencia muy importante en lo que hace a su
transmisión. El titulo a la orden, cuyo modelo es la letra de cambio, lleva escrito el
nombre del acreedor, por lo que las sucesivas transmisiones dejan huella en el
titulo.
Los documentos al portador son títulos de crédito en los cuales si bien figura la
persona del deudor, no se indica en cambio la del acreedor, y este resultará ser
quien posea el instrumento y lo presente para su cobro al tiempo de su exigibilidad.
Por ello estos títulos se transmiten por simple tradición manual, y sin que los
sucesivos traspasos dejen en el huella alguna.
Algunos autores ven en estos títulos a la orden y al portador, la consecuencia de
una manifestación unilateral de voluntad del emisor, quien se obligaría por si y ante
si, creando un derecho cabal y exigible por quien posea el titulo, que puede ser
considerado como el destinatario de aquella declaración.
Cuasicontratos.
Concepto.
Se denomina cuasicontrato al hecho voluntario lícito, no encaminado a la producción de un
efecto jurídico, del cual la ley deriva obligaciones. Se suele enunciar como cuasicontrato: la
gestión de negocios, el pago indebido y el empleo útil. Los romanos agregaban la tutela, el
estado de indivisión, la sucesión originaria del pago de legados.
La ciencia jurídica de nuestro tiempo ha pulverizado la noción del cuasicontrato, que se aplica
a hechos que no tienen una naturaleza común. Su afinidad es puramente accidental, y por
aspectos negativos. Planiol dice que es un concepto falso, con el cual ningún otro del derecho
positivo puede rivalizar en impropiedad. No obstante, algunos autores continúan empleándolo.
El código napoleón regula en el Art. 1371: "los cuasicontratos son los hechos puramente
voluntarios del hombre, de los cuales resulta una obligación hacia un tercero y algunas veces
una obligación recíproca entre dos partes".
El código italiano de 1865 le agregó el elemento licitud:... "hecho voluntario y licito".
Estos códigos fueron seguidos por legislaciones de numerosos países: la argentina, Bolivia,
Colombia, chile, ecuador, España, Perú, etcétera.
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Códigos mas modernos, como el alemán y el suizo, desconocen la expresión "cuasicontrato".
Enriquecimiento sin causa.
I. Teoría general.
Noción.
El patrimonio de las personas esta sometido a continuas mutaciones, por efecto de los
distintos medios legales de adquirir derechos y contraer obligaciones. Ahora bien, mientras
tales variaciones tienen un antecedente (causa) jurídico licito, la ley los autoriza y
determina las consecuencias legales inherentes a cada una de ellas. Pero puede suceder
que un desplazamiento patrimonial verificado externamente de conformidad con el
derecho, carezca sin embargo de una “causa jurídica”, o sea de una de las fuentes
obligacionales mencionadas en el articulo 499 del código civil; entonces se produce un
“enriquecimiento sin causa” en beneficio de una persona y correlativo empobrecimiento de
otra. El orden jurídico no evita que esto ocurra, pero en cambio da los medios para impedir
que ese status se consolide definitivamente, estableciendo un deber jurídico de restitución
a cargo del enriquecido y acordando al empobrecido una acción o pretensión restitutoria
para procurar el reestablecimiento del equilibrio patrimonial alterado sin causa, mediante
un nuevo emplazamiento de sentido inverso: la denominada acción in rem verso.
Historia.
El principio del enriquecimiento sin causa no se conoció en las sociedades primitivas.
La jurisprudencia romana fue sin embargo sancionando poco a poco ciertos casos de
enriquecimiento sin causa, aunque sin llegar a formular nunca un criterio general.
Luego, se sancionan las leyes Silia y Calpurnia, creando las conditio certa pecunia y certa
res, tendientes a lograr en justicia respectivamente la restitución de una suma de dinero o
de una cosa cierta retenidas sin derecho.
Así aparecen las conditios, instrumentos jurídicos con caracteres propios, que reconocen
como base un principio puramente objetivo: que no es conforme a la equidad retener sin
autorización la cosa de otro.
Derecho comparado.
El código civil de Austria de 1811, es la primera legislación que contempla específicamente
el enriquecimiento sin causa.
El código civil Francés y los que lo siguieran no organizaron metódicamente el régimen de
este instituto.
En cambio, en el derecho contemporáneo se recepta y legisla con disposiciones expresas la
figura del enriquecimiento sin causa.
Naturaleza y fundamento.
La doctrina coincide en general en que la actio in rem verso es de carácter “personal” o
“creditoria” atento que con ella se procura obtener un valor y no la restitución de una cosa.
En cambio son varias las teorías propiciadas para explicar el fundamento jurídico de esta
acción:
La equidad: El fundamento de dicha acción reposa en un deber moral o de conciencia. Lo
que esta prohibido por la moral no es enriquecerse a costa de otro, sino enriquecerse
injustamente.
Gestión de negocios anormal: El fundamento de este instituto reside en una gestión de
negocios anormal o imperfecta, por ausencia de alguno de los elementos propios y
esenciales para que esta se configure.
Hecho ilícito involuntario: Si se reflexiona que lo que obliga a restituir es el principio según
el cual no esta permitido conservar un enriquecimiento obtenido sin causa a expensas de
otro, se convendrá en que esta acción pertenece a la familia de las acciones nacidas de
hechos ilícitos. La culpa no consiste en retener, puesto que nada se ha hecho para procurar
el enriquecimiento, pero hay injusticia en enriquecerse a costa de otro.

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Concepción objetiva del provecho creado: Así como en cuanto a la responsabilidad civil
quien procura un riesgo debe soportar sus consecuencias dañosas, a la inversa el que ha
creado un provecho debe beneficiarse con el mismo.
Equilibrio patrimonial automático: El principio prohibitivo del enriquecimiento sin causa,
solo seria una norma destinada a restablecer el equilibrio entre dos patrimonios, cuando el
mismo ha sido alterado sin causa en perjuicio de uno de ellos y en beneficio del otro.
Obligación legal: El deber a cargo de quien hubiere acrecentado sus bienes no emana entre
nosotros del contrato, ni siquiera de ningún acto voluntario, producido por dolo o culpa,
esto es, de aquellas fuentes que en la terminología clásica eran conocidas como delitos o
cuasidelitos. El enriquecimiento sin causa debe comprenderse dentro de la categoría de las
obligaciones legales.
El principio en el código civil.
Nuestro código civil no contiene ningún texto que consagre expresamente, con carácter
general, el principio del enriquecimiento sin causa; pero sin embargo, a través de
abundantes notas y artículos, resulta fácil colegir que el mismo esta implícitamente
receptado.
Aparte de las notas, nuestro código civil contiene en su articulado numerosas aplicaciones
del enriquecimiento sin causa.
El principio en la jurisprudencia.
La jurisprudencia de nuestros tribunales también ha reconocido y aplicado reiteradamente
el principio del enriquecimiento sin causa.
Requisitos.
En general en doctrina y jurisprudencia se sostiene que deben concurrir cinco requisitos
para la procedencia de la acción in rem verso: enriquecimiento del demandado;
empobrecimiento del accionante; relación o nexo causal entre el empobrecimiento y el
enriquecimiento; ausencia de causa que justifique el desplazamiento patrimonial; y
carencia de toda otra acción.
Enriquecimiento del demandado:
1) Concepto.
El enriquecimiento consiste en la diferencia resultante entre el estado actual del
patrimonio y el que presentaría si no hubiese ocurrido el desplazamiento de valores.
Este enriquecimiento tanto puede producirse por un incremento patrimonial, como
evitando una disminución del mismo.
A su vez el aumento patrimonial puede manifestarse tanto con relación al “activo”,
si se hace ingresar en el patrimonio algún nuevo derecho o se incrementa el valor
de los derechos que ya lo integraban; con respecto del “pasivo”, si se disminuye el
mismo por cancelación sin fundamento jurídico de deudas que pesaban sobre el
patrimonio.
2) Momento en que debe existir.
El enriquecimiento debe ser actual, en el sentido de que debe existir en el momento
de promoverse la acción de in rem verso.
3) Enriquecimiento por el hecho del enriquecido.
Quien por un hecho suyo causare a otro algún daño en su persona y bienes, solo
responderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se enriqueció y en
tanto, en cuanto se hubiere enriquecido.
4) Enriquecimiento por el hecho del empobrecido.
Quien sin ser gestor de negocios ni mandatario hiciese gastos en utilidad de otra
persona y puede por lo tanto repetirlos a aquellos en cuya utilidad se convirtieron.
5) Enriquecimiento por el hecho de terceros.

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Sucedería por ejemplo, si un insano, con semillas no pagadas efectuara una siembra
en terreno ajeno que había tomado en arriendo, enriqueciendo así sin causa al
propietario del fundo que luego lo recupera por ser nulo el contrato, en perjuicio del
proveedor impago.
6) Enriquecimiento por otros hechos.
Puede operarse por hechos naturales o accidentales, que comporten ventajas o
provechos para un patrimonio en desmedro de otro.
Empobrecimiento del accionante:
Constituye este, la razón misma de ser del instituto. En efecto, la acción de in rem verso no
procede cuando se provoca el enriquecimiento de alguien, pero sin detrimento correlativo
alguno.
Puede concluirse que la mera existencia del enriquecimiento de una persona procurado por
otra, no resulta suficiente para fundar una pretensión accionable por enriquecimiento sin
causa; sino que es imprescindible un empobrecimiento.
1) La relación causal.
La necesidad de esta conexión es, por lo demás, fácilmente justificable, por cuanto
mal podría acordarse la acción de in rem verso, si empobrecimiento y
enriquecimiento fueran independientes y distintos.
Buena parte de la doctrina sostiene que la transmisión de valores debe producirse
directamente del patrimonio del empobrecido al del enriquecido, o sea que no
admite la posibilidad de que exista un patrimonio intermediario.
2) Ausencia de causa.
Para una tendencia, la palabra causa del enriquecimiento corresponde a la causa-fin
o finalidad del agente que otorgo el acto productor de la situación de
enriquecimiento; o bien se identifica con la télesis de la ley al convalidar un
desplazamiento patrimonial surgido de determinados hechos. Ergo, el
enriquecimiento seria sin causa, en todo lo que exceda de esas finalidades
perseguidas por el agente o por la norma legal.
No obstante prevalece en la actualidad el criterio opuesto, que entiende que la
palabra causa debe tomarse acá en un sentido tradicional de causa fuente o
eficiente; de manera que el enriquecimiento será sin causa cuando no medie inter-
partes en la relación contractual, un hecho ilícito u otra fuente de las obligaciones,
que legitime el traspaso patrimonial de valores.
3) Carácter subsidiario.
El principio del enriquecimiento sin causa funciona solo subsidiariamente, cuando no
existe ninguna otra disposición que proteja un interés legitimo u obste a la
consumación de un daño injustificado; mas no como un medio de rectificar casos
que la ley ha contemplado y reglamentado en la forma que el legislador considero
justa y conveniente para los intereses sociales, pues en estos supuestos no es
posible utilizar otra vía que altere la regulación legal.
La acción de in rem verso, por no tener ningún termino especial se prescribe a los
diez años; mientras que en otras muchas, las derivadas de hechos ilícitos,
honorarios, deudas con proveedores, etc., ella se opera en plazos mas breves.
Para terminar conviene recalcar que este requisito no debe confundirse con el de
ausencia de causa, aunque prima facie pueda parecérsele. Es claro que cuando el
enriquecimiento tiene una causa jurídica, el principio de la subsidiariedad lo duplica;
pero este puede aplicarse igualmente cuando el enriquecimiento carece de causa;
posibilitando entonces el rechazo de una acción de in rem verso que el exclusivo
análisis de la causa quizás no permitiera desestimar.
Efectos: limites de la restitución

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Como ya se anticipara, la acción de enriquecimiento sin causa más que una finalidad
indemnizatoria, persigue el restablecimiento de un equilibrio patrimonial alterado.
La acción se acuerda únicamente por el quantum del empobrecimiento sufrido por el
demandante, aunque el enriquecimiento provocado pudiera ser superior, porque a la
inversa, si el empobrecimiento fuera mayor que el provecho producido, la acción solo
prosperara en los límites de este ultimo.
El limite de la restitución siempre estará dado por el monto menor, cualquiera sea este, el
del empobrecimiento o el del enriquecimiento.
II. Pago de lo indebido.
Concepto y casos: Pago indebido es el que no habilita al accipiens para retener lo
percibido; sino que por el contrario faculta al solvens para promover una acción de
repetición tendiente a la restitución de lo dado en pago.
Fundamento: El fundamento de la acción de repetición de lo pagado indebidamente
reposa, sin lugar a dudas, en el principio de que nadie debe enriquecerse
injustificadamente en perjuicio ajeno.
A. Pago por error:
1) Elementos sobre los que puede recaer.
El articulo 784 del código civil establece que: “el que por error de hecho o de
derecho, se creyere deudor, y entregare alguna cosa o cantidad en pago, tiene
derecho a repetirla del que la recibió”.
Requisitos:
1. Existencia de un verdadero pago: todo cumplimiento de la prestación que
constituya el objeto de la obligación, sea esta de dar, hacer o no hacer.
2. Que el pago sea indebido: el pago puede ser indebido, necesariamente,
son en tres supuestos: o se paga una deuda inexistente porque no se
debía a nadie; o se cumple una obligación que se tenía con otra u otras
personas distintas del accipiens; o se da en pago al acreedor una
prestación diferente de la debida.
3. Que haya mediado error: el ultimo requisito es la existencia de un error o
falso conocimiento, el cual se tipifica precisamente por la falta de
conciencia entre la noción que se tiene y la realidad a que dicha noción
debía corresponder.
Pero el único error que cuenta para la acción de repetición es el del
solvens; mientras que el error de quien recibe el pago puede interesar
para determinar su buena o mala fe y precisar así las consecuencias
accesorias de la repetición, pero no incide en la procedencia de esta.
2) Naturaleza del error.
3) Errores que autorizan y que no autorizan la repetición.
El error idóneo para fundar una acción de repetición puede ser de hecho o de
derecho, pero debe ser esencial.
Error de hecho o de derecho: El artículo 784 del código civil expresamente prevé
que el error que da lugar a repetición puede ser tanto de hecho como de derecho.
Ello significa que en esta materia el código se aparta de los principios generales
sentados en lo que respecta a la eficiencia del error, dado que conforme al articulo
923 del mismo: “La ignorancia de las leyes, o el error de derecho en ningún caso
impedirá los efectos legales de los actos lícitos, ni excusara la responsabilidad por
los actos ilícitos”.
Error esencial: El error debe ser esencial, según surge del artículo 790 para acordar
la repetición y lo descarta el artículo 791 para negarla.

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DERECHO CIVIL
Es verdaderamente pago por error el que se cumplimenta entre partes ligadas
obligacionalmente, pero con una prestación distinta a la debida o con equivocación
en cuanto a ciertas modalidades circunstanciales.
4) Excusabilidad.
El código no aclara tampoco si el error base de la repetición debe o no ser
excusable.
Para una opinión muy difundida en nuestra doctrina y jurisprudencia, el requisito de
la excusabilidad del error del artículo 929 del código civil rige también para la
repetición del pago de lo no debido.
Otra tesis, que compartimos, sostiene en cambio lo contrario, la ley debió extremar
los recaudos y no permitir el reclamo sino cuando hubo razón para errar.
5) Duda sobre la existencia de la obligación.
Si el solvens abrigaba dudas sobre la existencia de la obligación, no puede
sostenerse estrictamente que su pago lo haya sido por error. Pero de todas maneras
la repetición debe ser procedente, por cuanto si se constata a posteriori que la
deuda era inexistente, ello solo estaría demostrando el error incurrido por el
pagador y, además, que tal pago fue hecho sin causa.
6) Destrucción del titulo.
Pese a la concurrencia de todos los requisitos condicionantes de la acción de
repetición, esta no procede cuando el acreedor se ha despojado de la
documentación justificativa de su derecho.
Se admite uniformemente que la caducidad de la acción repetitoria solo funciona
cuando el acreedor inutiliza o deja perjudicar su titulo de buena fe; y no cuando se
apuro a hacerlo a sabiendas del error incurrido por el solvens procurando así
consolidar el pago para aprovecharse indebidamente de esa situación.
Legitimación activa: pago hecho al mandatario y por terceros.
Se trata de estudiar acá, quien puede ejercitar la acción de repetición, y la respuesta es
obvia: el solvens o sea quien realizo el pago.
La acción de repetición no corresponderá a quien materialmente efectuó el pago, si lo hizo
como mandatario o representante. Se admite en general, que el propio mandatario o
representante esta legitimado para intentar la repetición, cuando lo realizó con bienes
suyos propios.
Legitimación pasiva: pago hecho al mandatario y al tercero no autorizado.
La acción de repetición debe intentarse contra el accipiens, o sea contra quien recibió el
pago.
En el caso de haber sido recibido el pago por un mandatario, la acción es igualmente
procedente contra el mandante.
La situación es la misma si el pago se efectuó a un tercero, pero fue luego ratificado por el
verdadero acreedor; mientras que si no media tal ratificación, la acción solo procede contra
el tercero accipiens.
Ejercicio de la acción: prueba del error.
Quien promueve la acción de repetición debe acreditar la concurrencia de los tres requisitos
para su procedencia antes señalados: la existencia del pago, que este fue indebido, y que
fue realizado por error.
Efectos: “accipiens” de buena y mala fe: concepto.
La procedencia de la acción repetitoria trae apareadas distintas consecuencias, según que
el accipiens hubiese recibido el pago de buena o mala fe, y atendiendo también al objeto
de la prestación.

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DERECHO CIVIL
Concepto de buena y mala fe del accipiens: el accipiens es de buena fe, cuando no siendo
acreedor esta sin embargo persuadido, por error, de que verdaderamente lo es, o cuando
siendo acreedor cree que la prestación que recibe es la que realmente se le adeudaba. Por
el contrario el accipiens será de mala fe si tiene conciencia de no ser titular de la prestación
que se cumple, o de que era otro distinto el objeto debido.
Prestación de cosas ciertas fungibles:
Cuando el pago lo fue de una obligación de dar cosas inciertas y fungibles, el
accipiens esta ante todo obligado a restituir igual cantidad que la recibida, bien
entendido que sea de la misma especie.
1) Intereses.
Siendo de buena fe no debe nada más; con excepción de los intereses que se
devenguen a partir del momento en que se pierde su buena fe y queda constituido
en mora.
Si el accipiens era de mala fe debe en cambio restituir la cantidad percibida con los
intereses que hubiese producido o podido producir desde el día del pago; o, a
elección del solvens, su valor, según el valor corriente en el lugar y día de la
restitución, con mas sus intereses.
2) Costas del juicio ejecutivo.
Un caso particular es el de la repetición de una suma abonada en juicio ejecutivo,
pues entonces se controvierte si se comprenden o no los importes pagados en
concepto de costas. La jurisprudencia se ha expedido uniformemente en sentido
negativo, por considerar que las costas tienen su causa en la ley y que su pago por
lo tanto es indebido.
Prestación de cosas ciertas:
1) Frutos.
Cuando el accipiens ha recibido el pago de buena fe, esta obligado a restituir la cosa
que se le entrego con los frutos pendientes, pero no los consumidos.
Si el acreedor recibió el pago de mala fe, debe restituir la cosa, con los frutos que
hubiese producido o podido producir desde el día del pago.
2) Destrucción o deterioro.
Si la cosa se ha deteriorado o destruido, aunque sea por caso fortuito, el que la
recibió de mala fe en pago, debe reparar su deterioro o su valor, a no ser que el
deterioro o pérdida de ella hubiera también de haber sucedido, estando en poder del
que la entrego.
3) Enajenación de la cosa mueble o inmueble recibida en pago.
Cuando el accipiens enajena a su vez la cosa recibida en pago a un tercero, el
solvens tiene a su elección dos acciones diferentes: una indemnizatoria contra el
propio accipiens y otra de reivindicación contra el tercero adquiriente.
Asimismo el solvens tiene acción de reivindicación contra el tercero adquiriente.
Cuando ser trata de cosas muebles, la procedencia de la acción reivindicatoria
depende de la buena o mala fe del tercero adquiriente.
Prestación de hacer y de no hacer.
En las obligaciones de hacer, si se cumplió un hecho distinto al debido, el deudor solo
podrá reclamar una indemnización proporcional al valor del servicio prestado; y en las
obligaciones de no hacer toda hipótesis debe descartarse lisa y llanamente, por resultar
impracticable
Pago sin causa y pago por error: casos y efectos.
En su articulo 792 el código civil prevé que el pago efectuado sin causa, puede ser
repetido, haya sido o no hecho por error; y a continuación el articulo 793 establece que el

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DERECHO CIVIL
pago debe ser considerado hecho sin causa, cuando ha tenido lugar en consideración a una
causa futura, a cuya realización se oponía un obstáculo legal, o que de hecho no se hubiese
realizado, o que fuese en consideración de una causa existente que hubiese cesado de
existir.
Pago sin causa es todo aquel que se efectúe con respecto una obligación que no exista
validamente y que estas no existen cuando carecen del elemento causa (fuente o fin)
indispensable para que medie una obligación.
Otros autores, sostienen que pago sin causa es el realizado por quien o era deudor con
relación al accipiens; es decir todo pago cumplido entre personas que no estaban ligadas
entre si por un vinculo obligacional, lo cual involucra incluso al pago realizado por un
tercero de una deuda ajena como si fuese propia.
Casos:
Art. 793: El pago debe ser considerado hecho sin causa, cuando ha tenido lugar en consideración a una causa futura,
a cuya realización se oponía un obstáculo legal, o que de hecho no se hubiese realizado, o que fuese en consideración
de una causa existente pero que hubiese cesado de existir.

Efectos:
Aunque el código nada prevé sobre las consecuencias de la ausencia de causa en el pago, es
obvio que esta situación se rige también por lo dispuesto en los artículos 786-789 del código
civil.
Pago por causa ilícita: concepto.
El código considera asimismo sin causa el pago efectuado en razón de una causa ilícita o
inmoral según lo previene el artículo 792. El primer supuesto de causa ilícita esta
contemplado en el artículo 794.
Torpeza bilateral.
Si el que paga ha obrado también en forma inmoral o contraria a la ley, entonces no puede
pretender la repetición, aunque el pago constituya a la vez para el accipiens un titulo
ilegitimo de adquisición.
De esta solución se deriva, como consecuencia, que en el caso de torpeza de ambas el
rechazo de la acción favorece al accipiens; o que sin ser muy equitativo resulta sin
embargo preferible a dar curso a una repetición fundada en la ilicitud o inmoralidad de un
negocio. La ventaja que aprovecha a esa parte es un fin no querido por la ley, pero
inevitable.
Impuestos ilegales: protesta, jurisprudencia y requisitos.
Pago obtenido por medios ilícitos: efectos.
El pago que se hubiese obtenido por medios ilícitos, puede ser repetido, haya
sido o no hecho por error.
Por ello es que, en principio, corresponde admitir que en estos casos el pago es
irrepetible; sin perjuicio de que el accipiens pueda quedar obligado frente al
solvens por los daños ocasionados al mismo con su delito civil, e incluso de la
responsabilidad penal en que pudiera haber incurrido.
A. Obligaciones putativas: concepto, prueba y efectos.
Obligación putativa es la que se funda únicamente en la creencia del deudor,
pero que en verdad no existe.
Art. 796:Lo dispuesto en este capítulo es extensivo a las obligaciones putativas, aunque el pago no se
haya verificado; y así, el que por error se constituyó acreedor de otro que también por error se
constituyó deudor, queda obligado a restituírle el respectivo instrumento de crédito, y a darle
liberación por otro instrumento de la misma naturaleza.

B. Liberación putativa: concepto, prueba y efectos.


Se presenta cuando un acreedor efectivo exonera a su deudor, por creer
erróneamente que ha recibido el pago. También entonces debe restablecerse la
verdadera situación entre las partes.

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DERECHO CIVIL
Art. 797: El que por error aceptó una liberación de su acreedor, que también por error se la dio,
queda obligado a reconocerlo nuevamente como a su acreedor por la misma deuda, con las mismas
garantías y por instrumento de igual naturaleza.

III. Empleo útil: concepto.


Ubicado entre la gestión de negocios y el enriquecimiento sin causa -aunque sin
duda más vecino a este- el empleo útil existe cuando alguien, sin ser mandatario
ni gestor de negocios, hiciese gastos en utilidad de otra persona. Para precisar el
concepto, conviene deslindarlo cuidadosamente de las instituciones antes
aludidas.
Abuso del derecho.
Concepto.
Si de dicho ejercicio abusivo deriva un daño a tercero la obligación de repararlo no
encontraría ubicación adecuada en ninguna de las fuentes tradicionales: la fuente seria
entonces propiamente el abuso del derecho.
Su sentido literal seria el de uso contrario o mal uso, o si se prefiere obrar excesivo o
anormal.
La teoría del abuso del derecho sostiene en cambio que toda institución tiene un destino, el
que constituye su razón de ser y contra el cual no es licito rebelarse; cada derecho esta
entonces llamado a seguir una determinada dirección y los particulares no pueden
cambiarla a su antojo por otra diferente, pues de lo contrario habría no uso sino abuso de
ese derecho, el cual puede generar la responsabilidad de su autor.
De lo expuesto puede concluirse, que acto abusivo, es el acto antifuncional, el acto
contrario al espíritu de un derecho determinado.
Discusión sobre su admisibilidad y naturaleza.
Planiol: el derecho cesa donde comienza el abuso.
Un solo y mismo acto no puede ser a la vez conforme al derecho y contrario al derecho.
Criterios de caracterización.
Sistema subjetivo de la intención de perjudicar: cuando alguien ejerce su derecho sin
salirse de los límites y condiciones del mismo, pero con la finalidad de perjudicar a otro,
hay abuso del derecho.
Sistema de la culpa: existe abuso si el ejercicio del derecho por su titular perjudica a un
tercero, debido a culpa delictual si medio intención maligna, o aun cuasidelictual si solo
existió negligencia o imprudencia.
Sistema de la falta de interés legítimo o utilidad: los derechos son intereses jurídicamente
protegidos, para llegar así a afirmar el carácter abusivo del ejercicio de un derecho sin un
interés serio y legítimo por parte de quien cumplió el acto.
Un acto cuyo efecto no puede ser nada más que perjudicar a otro, sin interés apreciable y
legítimo para el que lo cumplió, no puede jamás constituir un ejercicio licito de un derecho.
Teoría objetiva de la ruptura del equilibrio de intereses: cuando dos intereses, el del titular
del derecho y el de la víctima de su ejercicio, se contraponen, pese a que seria útil y
conveniente proteger a ambos, resulta sin embargo imposible mantener a los dos
incólumes, y de ahí la necesidad de equilibrarlos; ahora bien, si en determinado momento
la lesión del interés del sujeto de derecho, se produce la ruptura del equilibrio de intereses
que determina la intervención de la justicia en pro de aquel interés mas amenazado; o sea,
que teniendo que elegir entre uno u otro, la sociedad considera mas útil evitar el daño que
iba a sufrir la victima del ejercicio del derecho, exigiendo la reparación que conserve
intacto su interés.
Teoría funcionalista: este sistema parte de la relatividad de los derechos subjetivos, que no
son incausados ni absolutos, sino que se acuerdan por el ordenamiento jurídico y deben
ejercerse para merecer su amparo, sin desviación o apartamiento de los fines sociales o
económicos perseguidos por el derecho objetivo al concederlos.

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DERECHO CIVIL
La verdadera fórmula sería la que viese al abuso del derecho en el ejercicio anormal del
derecho, ejercicio contrario al destino económico o social del derecho subjetivo, ejercicio
reprobado por la conciencia publica, y que traspasa, por consiguiente, el contenido del
derecho, desde que todo derecho, del punto de vista social, es relativo, y no hay derechos
absolutos, ni aun la propiedad.
Sistema del ejercicio incompatible con la regla moral: existe abuso del derecho todas las
veces que el titular de un derecho subjetivo pretende ejercerlo para que sirva a propósitos
inmorales o reñidos con las buenas costumbres, o con la buena fe-lealtad, o con la buena
fe-creencia, o con la reciproca confianza o colaboración entre contratantes.
Criterios mixtos: para algunos autores el abuso del derecho existe siempre que concurran
cualquiera de los elementos caracterizantes señalados por todas las doctrinas
precedentemente consideradas: ausencia de interés legitimo; intención de dañar; elección
del modo de ejercicio mas perjudicial, habiéndose podido utilizar otro; anormalidad o
magnitud desmesurada o excesivo del perjuicio; conducta contraria a la moral y las buenas
costumbres; proceder irrazonable, desleal, inoportuno, adverso a la reciproca confianza o
buena fe-lealtad, etc.
Libre apreciación judicial: no es deseable una formula única sino mas bien la adopción de
una norma genérica que deje a los jueces libertad de apreciación para decidir en cada caso
que se presente, si existe o no abuso del derecho.
Derechos susceptibles de abuso: jurisprudencia. Derecho comparado.
Obligaciones “ex lege” o legales “stricto sensu”.
Concepto, caracteres y casos.
La ley puede ser fuente mediata o inmediata de las relaciones obligacionales, aunque
generalmente solo lo sea de la primera forma.
Pero en todos estos supuestos se trata de normas genéricas que regulan en forma mediata
el nacimiento de las obligaciones, que recién se operara cuando se produzcan los diversos
hechos o circunstancias concretas que dentro del marco permisivo señalado por la ley,
sirva a aquellas de causa próxima e inmediata.
Acá nos interesa la ley como fuente inmediata o especifica de obligaciones; o sea, cuando
por su sola autoridad da nacimiento a una relación obligacional concreta, deudor y
prestación debida, con independencia de todo acto voluntario o del comportamiento del
sujeto.
Casos:
La prestación de alimentos por razón de parentesco o del vínculo matrimonial.
Las obligaciones emergentes de la tutela y la curatela, sobre representación del incapaz,
administración de sus bienes y rendición de cuentas.
La obligación de exigir determinadas cosas.
Y ya entre los derechos de origen exclusivamente legal, se puede mencionar el del
descubridor de un tesoro en predio ajeno, a quien corresponde la mitad del mismo.

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DERECHO CIVIL

EFECTOS DE LAS OBLIGACIONES.


Cumplimiento.
Pago: acepciones, concepto.
El pago es el cumplimiento de la prestación debida como efecto de la obligación; es por lo
tanto un efecto, y el mas fundamental, de las obligaciones ya que importa la culminación o
realización del fin en miras del cual la obligación se constituyo: la obligación se forma
teniendo en vista el pago y con el se realiza en toda su plenitud, completamente; luego de
lo cual se extingue y deja de producir efectos.
Diversas acepciones:
En un sentido amplio, el pago seria cualquier medio de extinción de las obligaciones que
importe la liberación del deudor, aunque no necesariamente la satisfacción del acreedor.
En un sentido estricto, que es el adoptado por nuestro código civil, el pago es el
cumplimiento de la prestación, cualquiera fuese su naturaleza: de dar, hacer o no hacer.
En forma más circunscripta, se considera que el pago solo existe en las obligaciones de
dar.
Por ultimo, en un sentido todavía mas restricto, pero también vulgar o corriente, se
entiende por pago el cumplimiento de una obligación de dar sumas de dinero.
Naturaleza jurídica: el pago como acto jurídico, acto debido y hecho jurídico.
Teoría del acto jurídico:
La opinión mayoritaria, tanto en nuestro país como en el extranjero, afirma que el pago es
un acto jurídico. Basta tener en cuenta, se dice, que se trata de un hecho humano,
voluntario y lícito, que tiene por fin inmediato “aniquilar derechos” o sea extinguir
obligaciones.
Para algunos el pago es un acto jurídico unilateral, desde que no resulta necesaria la
voluntad del acreedor.
Otros autores piensan en cambio que el pago es un acto jurídico bilateral.
Por ultimo, no faltan quienes sostienen una postura ecléctica: tratándose de obligaciones
de dar el pago seria siempre un acto jurídico bilateral, pero en las obligaciones de hacer y
de no hacer, no hay duda de que el cumplimiento siempre se efectúa, merced a la sola
voluntad del deudor, ya que la utilidad inherente a la prestación correlativa es ostensible
por el acreedor, sin que se necesite ninguna declaración de voluntad suya tendiente a
realizarla.
Es mas, entre quienes entienden que el pago es un acto jurídico bilateral, hay autores que
estiman que es un contrato.
El pago es el término de la relación obligacional. No es una nueva relación jurídica. Esta
dentro del contrato que origino la obligación.
Teoría del acto debido:
Existen tres categorías de actos que el denomina jurídicos, y que para nosotros serian
voluntarios: el negocio jurídico, que es un acto que la ley permite realizar; el acto ilícito,
que es lo que la ley prohíbe hacer; y el acto debido, que es obligatorio porque la ley lo
ordena, de forma tal que el sujeto no es libre de dejar de hacer dicho acto.
Ahora bien, el pago seria un acto debido, porque el deudor no es jurídicamente libre de
cumplir o no cumplir, sino que tiene el deber de pagar.
Teoría del hecho jurídico:
El pago es un hecho jurídico, pero no un acto jurídico, por cuanto la producción de sus
efectos no requiere ni que la actividad del deudor sea voluntaria ni calificada por su
destino. Lo esencial en el pago es la conducta del deudor y su adecuación objetiva a los
términos o contenido de la obligación.

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DERECHO CIVIL
I. Legitimación activa. El deudor:
1) Capacidad requerida.
Art. 726: Pueden hacer el pago todos los deudores que no se hallen en estado de ser tenidos como
personas incapaces, y todos los que tengan algún interés en el cumplimiento de la obligación.

2) El pago del incapaz.


El pago es una transferencia de valores determinada por una causa que la precede
(obligación preexistente), y por tal causa la transferencia implicada en el pago
puede quedar firme aunque la otorgue un incapaz, si corresponde a una obligación
válida y si hay adecuación entre el objeto pagado y el objeto debido.
3) El pago con cosa ajena: situación del acreedor, del deudor y del tercero
propietario.
Art. 738: cuando por el pago deba transferirse la propiedad de la cosa, es preciso para su validez, que el
que lo hace sea propietario de ella y tenga capacidad de enajenarla. Si el pago fuese de una suma de
dinero o de otra cosa que se consuma por el uso, no puede ser repetido contra el acreedor que la haya
consumido de buena fe.

Cuando se trata de obligaciones de dar cosas ciertas para transferir su dominio, el


código agrega un nuevo requisito para la validez del pago: “que el que lo hace sea
propietario de ella y tenga capacidad de enajenarla”.
Pero el verdadero problema se suscita con posterioridad al pago efectuado con cosa
ajena, en cuyo supuesto habrá que estudiar separadamente las respectivas
situaciones.
Situación del acreedor:
Nuestra doctrina de manera uniforme sostiene que el acreedor de buena fe, es decir
el que desconocía que la cosa recibida no era propiedad del deudor, tiene acción
para obtener la nulidad del pago así efectuado.
Situación del deudor:
Buena parte de la doctrina francesa sostiene que el deudor que pago con una cosa
ajena puede demandar la restitución de la misma, a condición de ofrecer otra de su
propiedad en sustitución de la entregada primeramente.
Nosotros participamos de la opinión, mayoritaria en nuestro país, que rechaza la
acción restitutoria del deudor.
Situación del tercero propietario de la cosa:
El pago hecho con una cosa ajena resulta inoponible al verdadero dueño, pudiendo
ejercer la acción reivindicatoria.
4) El pago del insolvente.
Art. 737: El pago hecho por el deudor insolvente en fraude de otros acreedores es de ningún valor.

En consecuencia, los requisitos que deben cumplirse son: que el pago hecho por el
deudor agrave su insolvencia; que los acreedores que se pretendan perjudicados
sean de fecha anterior al acto del pago; que el deudor haya procedido con intención
de perjudicar a sus otros acreedores; y que el acreedor accipiens haya sido cómplice
en el fraude.
Coincidimos con Llambias, en que la noción de pago fraudulento hay que elaborarla
en conexión con la idea de abuso del derecho de pagar por parte del deudor, y de
complicidad en ese abuso por parte del acreedor que recibe el pago. En términos
generales podría afirmarse entonces que el pago será fraudulento, cuando emane de
un deudor insolvente y no revista el carácter de necesario o forzoso que pueda
justificarlo.
Vinculado a este tema, interesa conocer también cual es la sanción que recae sobre
el pago fraudulento. Según algunos seria un acto anulable, mientras que para otros
seria un acto nulo. En nuestro entender el pago fraudulento, como cualquier otro
acto realizado en fraude de los acreedores, es inoponible respecto de estos últimos.

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DERECHO CIVIL
5) Crédito no expedito.
Para que el pago sea eficaz, también se requiere que el crédito que se pretenda
cancelar este disponible por parte del acreedor; en caso contrario el pago no será
valido.
Art. 736: Si la deuda estuviese pignorada o embargada judicialmente, el pago hecho al acreedor no será
válido. En este caso la nulidad del pago aprovechará solamente a los acreedores ejecutantes o
demandantes, o a los que hubiesen constituido la prenda, a quienes el deudor estará obligado a pagar de
nuevo, salvo su derecho a repetir contra el acreedor a quien pagó.

6) Obligaciones de hacer y de no hacer.


Mientras que en algunas obligaciones de hacer se requiere en el solvens la
capacidad de determinarse en el tipo de actividad que la prestación presuponga; en
otras puede no ser necesaria tal capacidad si la ejecución del hecho material
adecuado le esta permitida a un incapaz, e incluso podría asimismo faltar el animus
solvendi o finalidad de extinguir la obligación, como sucede en el supuesto de la
mucama que cumple su quehacer doméstico ignorando quizás el sentido
cancelatorio de su proceder.
7) Representante voluntario.
El pago también puede ser realizado por un representante del deudor en cuyo caso
se considera como si hubiese sido cumplido directamente por este último.
El llamado pago por tercero:
1) Concepto. Naturaleza jurídica.
La negativa del acreedor a recibir el pago de un tercero, podría colocarlo en
situación de mora creditoria, acordando correlativamente al tercero el derecho de
consignar.
Para nosotros, solo puede haber pago o cumplimiento, cuando la prestación se
realizada por el propio deudor, lo cual excluye el concepto de pago al efectuado por
un tercero.
La ley considera al acreedor como obligado a aceptar el pago hecho por un tercero.
El factum del pago por tercero consiste en que un tercero no parte en la obligación,
asume en el momento del pago el rol de solvens o sujeto activo del pago.
Se ha señalado que, mientras el pago por el deudor constituye una conducta
predeterminada por la relación obligatoria que restringe la libertad jurídica del
obligado, el pago del tercero en cambio es un acto librado a la espontánea iniciativa
del pagador. O, dicho de otra manera, que mientras que el tercero “nada adeuda ni
lo vincula jurídicamente al acreedor”, el deudor “forma parte de una estructura
jurídica completa como titular del deber”, es decir que el tercero penetra en la
prestación a los solos efectos de su actuación, pero de ninguna manera se adapta
ontológicamente al debito.
Lo que sucede es, en definitiva, que como ya se dijera anteriormente, satisfacción y
cumplimiento no son el anverso y el reverso de la misma medalla, y que el
cumplimiento no es mas que uno de los modos, aunque sea el principal, de procurar
la satisfacción del crédito, el que se logra siempre que el acreedor consigue el
objeto debido, como ocurre precisamente con el llamado pago por tercero.
El llamado pago por tercero, que no es verdaderamente un pago, constituye un acto
jurídico, que en nuestro entender es unilateral, puesto que puede realizarse, incluso,
contra la voluntad del acreedor.
2) Casos en que es posible.
El pago debe consistir en la prestación debida y adecuarse a la circunstancia de
tiempo, modo y lugar correspondientes.
El tercero pagador debe ser una persona capaz, pues de lo contrario la aceptación
del pago expondría eventualmente al accipiens a futuras acciones de repetición.

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DERECHO CIVIL
El acreedor tendrá a su vez derecho a dejar constancia en el recibo que otorgue,
que el tercero solvens paga voluntariamente y teniendo conocimiento de no estar
obligado, para quedar así a resguardo de cualquier posible repetición. Y si el tercero
pagador no admitiese tal constancia, el acreedor podría entonces válidamente
negarse a recibir el pago.
3) Terceros interesados.
El código no nos da el concepto de tercero interesado, por lo cual su determinación
ha quedado en manos de la doctrina. Laurent y Llerena circunscriben esa noción a
todo individuo que no siendo deudor, pueda sin embargo ser requerido por el
acreedor para el pago; situación esta en que se encontrarían, por ejemplo, el fiador
y el tercero poseedor de un inmueble hipotecado. Un concepto mas amplio lo brinda
Lafaille, para quine terceros interesados son aquellos que obtienen un beneficio licito
como consecuencia del pago. Por ultimo, muchos autores eluden la definición,
limitándose algunos a señalar con el criterio causista que son terceros interesados
los mencionados en los incisos 1, 2, 4 y 5 del articulo 768 del código civil. Por
nuestra parte pensamos que una formula bastante acertada es la que utiliza el
articulo 268 del código civil alemán, para el cual tercero interesado es “cualquiera
que corra el peligro de perder un derecho constituido a su favor como consecuencia
de la ejecución forzada” seguida contra un objeto de pertenencia del deudor; criterio
este que ha sido perfeccionado por Llambias al exponer: “que es tercero interesado
quien no siendo deudor, puede sufrir un menoscabo en un derecho propio si no se
paga la deuda”. O sea, utilizando ya nuestras propias palabras, que tercero
interesado será todo aquel en quien eventualmente puedan repercutir, con
detrimento para sus propios derechos, las consecuencias del incumplimiento del
deudor.
La diferenciación solo reviste importancia para el supuesto de que el acreedor y
deudor conjuntamente se opusiesen al pago ofrecido por el tercero, ya que entonces
mientras el tercero interesado puede pagar pese a tal rechazo, en cambio el simple
tercero no interesado no podrá hacerlo.
4) Formas en que puede pagarse. Hipótesis diversas: acciones que nacen
en los distintos supuestos, posición del acreedor.
El pago por tercero puede efectuarse de distintas maneras. Atendiendo a la posición
asumida por el tercero pagador, puede ser hecho por este en su propio nombre o en
nombre del deudor, y según la posición del deudor, el pago puede ser realizado: con
su asentimiento, en su ignorancia y contra su voluntad.
Según la posición del tercero solvens: El tercero que paga puede hacerlo en
nombre propio o en nombre del deudor.
Este distingo viene del derecho francés y se basa en la presunta intención del
tercero pagador: si paga en nombre del deudor, el tercero lo hace en interés de
aquel, para mejorar su situación de obligado respecto de un acreedor riguroso; si en
cambio paga en nombre propio, es el interés del tercero el que esta en juego, quien
por esa vía procura colocarse en el lugar del acreedor.
Según la situación del deudor:
Pago hecho con asentimiento del deudor: El tercero se comporta como un
representante del deudor.
Pago hecho en ignorancia del deudor: La situación del tercero pagador es
prácticamente idéntica a la de un gestor de negocios. En su virtud, el tercero
podrá repetir del dueño del negocio todos los gastos que la gestión haya
ocasionado, con los intereses desde el día que los hizo.
Asimismo, como en el caso de pago con conocimiento del deudor, el tercero
pagador queda igualmente subrogado por ley en todos los derechos y acciones
del acreedor satisfecho, aunque únicamente en la medida del importe realmente
desembolsado.

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DERECHO CIVIL
Pago contra la voluntad del deudor: La conformidad o disconformidad del deudor
no influye para nada sobre la validez del pago efectuado por un tercero.
En cuanto al acreedor, la oposición del deudor no lo inhibe en lo mas mínimo
para recibir el pago ofrecido por un tercero, e incluso esta obligado a aceptarlo si
el tercero es interesado. Si el tercero no es interesado, al mediar la oposición del
verdadero deudor, el acreedor podrá también negarse a recibir tal pago, sin que
su actitud pueda hacerlo incurrir en mora accipiendi.
En este ultimo supuesto, si bien el código civil concede una acción de reembolso
al solvens, lo hace solo en la medida en que el pago “le hubiese sido útil” al
deudor.
En este caso se presenta, pues, un supuesto de enriquecimiento sin causa que
favorece al deudor bajo la forma de una disminución de su pasivo (liberación de
una deuda), y esto es lo que justifica el derecho al reintegro acordado en el
limite de dicho beneficio.
Relaciones entre el tercero solvens y el acreedor: Ese pago efectuado por el
tercero resulta definitivo, y este no podría pretender volver sobre sus pasos so
pretexto de no ser deudor: tal pago lo ha sido con causa, y por ello resulta
irrepetible, atento que el acreedor tenia titulo para recibirla y, aun mas, estaba en
principio obligado a ello. Sin embargo cabe la posibilidad de repetición por parte del
tercero solvens, en algunos supuestos especiales: si era incapaz de hecho, o si el
tercero por error creyéndose deudor de la obligación; o cuando el tercero no dio
aviso al verdadero deudor del pago efectuado y este ultimo vuelve a pagar, en cuyo
caso según se viera el primer pago quedaría sin causa.
Fuera de los supuestos analizados supra, se pueden dar casos de ineficacia del pago
cumplido por un tercero, si se opera la evicción de la cosa entregada o si la misma
tiene vicios ocultos que den lugar a la resolución del pago por el juego de la acción
redhibitoria.
Relaciones entre el deudor y el acreedor: Siempre que el pago hecho por un
tercero sea satisfactivo para el acreedor, el mismo es cancelatorio de su crédito;
pese a lo cual el deudor no queda realmente liberado, pues desde entonces esta
obligado frente al tercero solvens.
II. Legitimación pasiva. El acreedor:
1) Capacidad.
Para poder recibir un pago, el acreedor debe ser persona capaz.
Art. 739: Lo que está dispuesto sobre las personas que no pueden hacer pagos, es aplicable a las que no
pueden recibirlos.

En todos los casos en que el pago puede realizarse sin necesidad de la colaboración
del acreedor, la incapacidad de este no afecta para nada a la validez del pago.
A tenor de lo expuesto, tienen impedimento para recibir pagos, las siguientes
personas:
Los concursados y fallidos, que sufren el desapoderamiento de sus bienes y los
inhabilitados judicialmente. En cambio la interdicción será solo relativa, para ciertos
pagos;
En los casos de menores adultos, con relación a pagos para los que carezcan de
capacidad;
Los menores de 18 a 21 años, en cuanto pagos ajenos a su capacidad laboral o
profesional;
Los menores emancipados por matrimonio, para el cobro del precio o
contraprestación por la enajenación de bienes adquiridos a titulo gratuito; y
Los inhabilitados judicialmente, con relación a pagos que sean consecuencia de
actos de disposición de sus bienes.

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2) Obligaciones de hacer y de no hacer.
3) Pago al incapaz: efectos, situación del deudor.
Mientras la inoponibilidad del pago hecho a un acreedor desapoderado de sus bienes
en razón de su concurso o quiebra, es absoluta, en cambio el principio de la nulidad
del pago cumplido a un incapaz admite dos excepciones: cuando el mismo se
hubiese convertido en utilidad del acreedor; y cuando siendo la incapacidad
sobreviniente al nacimiento de la obligación, el deudor hubiese desconocido esa
circunstancia.
Cuando el pago hubiese redundado en beneficio del acreedor incapaz: Según ha
quedado dicho, el fundamento de la nulidad del articulo 734 del código civil, es la
suposición legislativa de que si el incapaz recibe per se el pago puede hacer una
mala inversión de lo cobrado, o aun mas, derrocharlo. Por ello es que la nulidad no
tiene razón de ser si, contra lo que podía esperarse, el pago resulta útil para el
accipiens incapaz; pues de lo contrario se estaría sancionando un enriquecimiento
injustificado del acreedor, que en definitiva, pese haber aprovechado el primer
pago, vendría a cobrar por segunda vez el mismo crédito.
Ignorancia por el deudor de la incapacidad sobreviniente del acreedor:
Art. 735: Si el acreedor capaz de contraer la obligación se hubiese hecho incapaz de recibir el pago, el
deudor que sabiendo la incapacidad sobreviniente se lo hubiese hecho, no extingue la obligación.

Literalmente, lo que la norma establece es que si el deudor conoce la incapacidad


sobrevenida del acreedor, su pago no es liberatorio.
Cuando hay incapacidad sobreviniente del acreedor, para que el pago resulte viciado
se requiere que el solvens tenga conocimiento de dicha incapacidad; o sea que si lo
ignoraba el pago es valido.
La aplicabilidad de esta excepción a la invalidez del pago hecho a un incapaz exige
dos condiciones: que el solvens pague de buena fe, es decir creyendo que el
acreedor es todavía capaz; y que la incapacidad sea sobreviniente al nacimiento de
la obligación, siendo este requisito fundamental pues confiere al pago una nota
peculiar: como el acreedor era capaz ab initio, el deudor pudo verosímilmente
pensar que lo seguía siendo al tiempo del pago.
4) Representante legal, convencional, “adiectus solutionis causa”.
El pago al representante, es, en definitiva, una variante del pago al propio acreedor,
ya que a este se habrán de imputar los actos de aquel.
Representación legal: es la establecida por la ley para protección de quienes se
hallan imposibilitados de obrar por si mismos o en inferioridad de condiciones por su
inmadurez o insanidad mental.
Los representantes legales son tres: padres, tutores y curadores.
Además de esos sujetos, están lo curadores a los bienes: se los designa en el caso
de ausentes declarados en juicio.
Representación convencional: es la que surge del contrato de mandato en cuya
virtud una persona da a otra un poder, que esta acepta, para representarla al efecto
de ejecutar en su nombre y de su cuenta un acto jurídico, o una serie de actos de
esa naturaleza.
Desde otro punto de vista el mandato puede ser expreso o tácito.
Representante judicial: se da cuando el poder para recibir el pago por otro emana
directamente de la autoridad judicial.
Adjectus solutionis causa:
Art. 731: El pago debe hacerse:
7) al tercero indicado para poder hacerse el pago, aunque lo resista el acreedor, y aunque a éste se le
hubiese pagado una parte de la deuda.

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Por esta vía, en el derecho romano, se incorporaba al contrato por el cual una
persona se obligaba frente a otra “a una tercera persona que podía cobrar como si
fuera el propio acreedor”, que “tiene cualidad por el mismo convenio para recibir por
el acreedor, y por consiguiente el pago que se le haga es tan valido como si se
hubiese hecho al mismo acreedor”.
Efectos: la nota característica de la designación del adjectus es su irrevocabilidad
por decisión unilateral de alguna de las partes.
Al ser su nombramiento una cláusula contractual, va de suyo que son ambas partes
quienes deben acatarlo.
5) Títulos al portador.
El pago debe efectuarse al que presentare el titulo de crédito.
6) Pago a tercero: principio general, excepciones.
El pago realizado a un tercero, que tampoco es apoderado del acreedor, no resulta
oponible a este último, o sea, que un pago en tales condiciones no extingue la
obligación y no libera por lo tanto al deudor, aun cuando el accipiens se hubiese
valido de maniobras engañosas para conseguir el pago del solvens. Pero a su turno
el solvens tendría acción de repetir el pago hecho al tercero no autorizado, puesto
que el mismo seria indudablemente un pago realizado sin causa.
Excepciones: nuestro código prevé tres casos de excepción:
Cuando el pago se convierte en utilidad del acreedor.
Cuando media una ratificación de este ultimo.
Cuando el tercero era un acreedor aparente o poseedor del crédito.
7) Poseedor del crédito: concepto, requisitos para su eficacia, pago por
tercero.
Art. 732: El pago hecho al que está en posesión del crédito es válido, aunque el poseedor sea después
vencido en juicio sobre la propiedad de la deuda.
Art. 732.
Cód. francés, art. 1240; sardo, 1330. Estar en posesión de un crédito no es tener el acto escrito que lo
pruebe, sino gozar pacíficamente de la calidad de acreedor. Así, un heredero aparente está en posesión
de los créditos hereditarios, y son válidos los pagos que le hacen los deudores de la sucesión, aunque
después sea vencido en juicio y declarado no ser heredero. Por lo demás, tener el documento del crédito
constituye la posesión, cuando se trata de documentos pagaderos al portador.
Véase MARCADÉ, sobre el art. 1240.
Conc.: 731, 1456, 1457, 3543.

La posesión del crédito no se refiere a la detentación material del titulo respectivo


en el momento del cobro, sino a aquellos supuestos en que durante un cierto tiempo
anterior al pago alguien ha gozado pacífica y públicamente de la calidad de
acreedor, con prescindencia de que lo fuese o no verdaderamente.
Requisitos de validez: la sola existencia de un acreedor aparente, no resulta
suficiente por si sola para convalidar un pago hecho al mismo sino que exigen
además otros requisitos:
Buena fe del solvens: o sea, en la creencia de que el poseedor del crédito era el
verdadero titular del mismo.
Que haya padecido un error de hecho excusable: debe ser inducido y provocado por
razones suficientes para errar.
Pago efectuado por un tercero al acreedor aparente: se liquidara igualmente el
vínculo acreedor-deudor, debiendo este revocar al tercero pagador y pudiendo aquel
reclamar del accipiens lo que el mismo habría recibido sin derecho del solvens.
8) Crédito embargado o pignorado.

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El embargo es la medida judicial cuyo objeto es la individualización e
indisponibilidad del bien afectado.
Ni el embargo ni la prenda transmiten la titularidad del crédito embargado o
pignorado que continua perteneciendo a su acreedor originario. Tampoco modifica la
exigibilidad del crédito afectado. El efecto primordial del embargo o prenda en un
crédito, se traduce en un orden puramente negativo dirigido a su deudor.
Llegado el vencimiento de la obligación el deudor puede ser intimado al depósito
judicial de lo debido tanto a instancia del acreedor embargante o pignoraticio, como
de su propio acreedor. Y a la vez, si quiere liberarse el deudor del crédito
embargado o dado en prenda debe proceder a consignar judicialmente lo adeudado.
9) Inoponibilidad del pago.
No cabe hablar acá de nulidad propiamente dicha, que producirá efectos erga
ommes; sino de inoponibilidad, que es la categoría que designa la inoperancia de un
acto con relación a ciertas personas que pueden comportarse como si tal acto no se
hubiese realizado, sin `perjuicio de que el mismo produzca plenamente sus efectos
respecto de todos los demás.
10) Extensión de la indisponibilidad.
Busso y Llambias, consideran que la indisponibilidad debe ser total.
Otros autores en cambio conceptúan que la indisponibilidad es solo parcial,
circunscripta hasta el monto del crédito que se ha querido garantizar.
Salvat, piensa que la indisponibilidad es parcial cuando el embargo se traba por una
suma determinada y será total si la orden de embargo no precisa ningún importe.
III. Objeto. Requisitos:
1) Identidad.
Art. 740: El deudor debe entregar al acreedor la misma cosa a cuya entrega se obligó. El acreedor no
puede ser obligado a recibir una cosa por otra, aunque sea de igual o mayor valor.
Art. 741: Si la obligación fuere de hacer, el acreedor tampoco podrá ser obligado a recibir en pago la
ejecución de otro hecho, que no sea el de la obligación.
Art. 741.

La ley de Partida antes citada que pone la excepción, cuando el deudor no puede ejecutar el hecho, en cuyo caso debe cumplir la obligación
según lo ordene el juez.

Conc.: 625, 626, 643, 730.

Lo expuesto rige para ambas partes, de forma tal que ni el deudor puede pretender
unilateralmente desobligarse cumpliendo una prestación distinta de la debida,
aunque fuese de mayor valor; ni tampoco el acreedor exigir el pago de algo
diferente de lo adeudado, aunque fuese de menor monto y pudiera significar por
ende una ventaja para el obligado.
2) Pago con cheques.
En cuanto al pago mediante cheque, no cabe ninguna duda de que este es un
instrumento de pago. Pero, el cheque no equivale al dinero, pues en esencia no es
más que una orden de pago impartida a un banco, y presenta para el acreedor el
peligro de la falta de fondos del girante.
El rechazo del pago ofrecido mediante cheque certificado en lugar de dinero
efectivo, por no mediar “identidad” en el objeto del pago, es siempre posible si de
las circunstancias del caso resulta que ello obedece a motivos serios y justificados, y
no a una mera actitud abusiva, de falta de cooperación al recibo del pago por parte
del acreedor.
Ahora bien, que se acepte una u otra postura lo cierto es que en ningún caso con el
llamado pago mediante cheque se configura verdaderamente un pago o
cumplimiento de la obligación; razón por la cual el acreedor no se halla en el deber
jurídico de aceptarlo.

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3) Deposito en cuenta bancaria.
En lo que respecta al depósito en una cuenta bancaria del acreedor, sin la
conformidad de este, el mismo tampoco seria liberatorio para el deudor, por falta
del requisito de identidad.
En síntesis, el depósito en cuenta bancaria del acreedor no le confiere a este
directamente el dinero adeudado, sino un nuevo crédito contra su banco. Con esta
forma tampoco se cumplimenta el requisito de identidad.
4) Integridad.
El pago debe también ser completo, barajar todo lo debido. Por ello, ni el deudor
puede fraccionar la prestación par ir desobligándose por partes; ni el acreedor
podría pretender aceptar solo un parte de la deuda y postergar el cobro de la
restante dejando así subsistente la obligación y responsabilidades del deudor por el
saldo insoluto.
5) Pago parcial.
Las partes pueden acordar pagos parciales, valiéndose del principio de la autonomía
de la voluntad.
6) Deuda con interés.
Art. 744: Si se debiese sumas de dinero con intereses, el pago no se estimará íntegro sino pagándose
todos los intereses con el capital.

7) Parcialmente liquida.
Art. 743: Si la deuda fuese en parte líquida y en parte ilíquida, podrá exigirse por el acreedor, y deberá
hacerse el pago por el deudor de la parte líquida, aun antes de que pueda tener lugar el pago de la que
no lo sea.

8) Pluralidad de obligaciones.
Si entre los mismos acreedor y deudor existen varias deudas independientes y
distintas, no se aplica el artículo 742.
9) Prestaciones periódicas.
Cada deuda tiene vida propia, aunque se acumulen varios periodos impagos no se
aplica el articulo 742, pudiendo pagar el deudor un periodo dejando insolutos otros.
10) Pluralidad de cofiadores.
Art. 2024: Si hubiese dos o más fiadores de una misma deuda, que no se hayan obligado solidariamente
al pago, se entenderá dividida la deuda entre ellos por partes iguales, y no podrá el acreedor exigir a
ninguno de ellos sino la cuota que le corresponda. Todo lo dispuesto en el tít. XII, secc. 1ª, parte 1ª, de
este libro, es aplicable a los fiadores simplemente mancomunados.

11) Herederos del deudor.


12) Relatividad de ambos principios.
IV. Lugar designado:
Art. 747: El pago debe ser hecho en el lugar designado en la obligación. Si no hubiese lugar designado, y
se tratase de un cuerpo cierto y determinado, deberá hacerse donde éste existía al tiempo de contraerse la
obligación. En cualquier otro caso, el lugar del pago será el del domicilio del deudor al tiempo del
cumplimiento de la obligación.
Art. 748: Si el deudor mudase de domicilio, en los casos en que el lugar de éste fuese el designado para el
pago, el acreedor podrá exigirlo, o en el lugar del primer domicilio, o en el del nuevo del deudor.
Art. 749: Si el pago consistiese en una suma de dinero, como precio de alguna cosa enajenada por el
acreedor, debe ser hecho en el lugar de la tradición de la cosa, no habiendo lugar designado, salvo si el
pago fuese a plazos.

1) Forma de designación.
Puede hacerse simultáneamente con el nacimiento de la obligación o en un
momento posterior.
La mención expresa no requiere la utilización de términos sacramentales, sino que
los empleados sean claros y precisos. La designación tacita es la que resulta de la

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naturaleza y circunstancias de la obligación, que permiten conocer con certidumbre
la existencia de la voluntad de fijar un determinado lugar de cumplimiento.
2) Domicilio del deudor y del acreedor.
A la luz de la buena fe en la ejecución de las obligaciones, resultaría arbitraria una
oposición al pago en un domicilio actual, si el mismo solo dista pocas cuadras del
que tenia la parte al tiempo de la contratación; y a la inversa, aunque se hubiese
acordado el pago en el domicilio actual del acreedor o deudor, si dicha parte se
traslada a un país lejano o a un sitio de difícil acceso, no podría agravar la situación
del otro contratante, imponiéndole las molestias o inconvenientes extraordinarios y
los correspondientes gastos, del pago o cobro en el nuevo domicilio.
Lugar no designado:
1) Cuerpo cierto.
Frente al silencio de las partes, la ley presume que ellas han elegido el sitio donde
se hallaba la cosa cierta al tiempo del nacimiento de la obligación como lugar de
pago.
2) Obligaciones de dar sumas de dinero.
Art. 618: Si no estuviere determinado en el acto por el que se ha constituído la obligación, el día en que
debe hacerse la entrega del dinero, el juez señalará el tiempo en que el deudor deba hacerlo. Si no
estuviere designado el lugar en que se ha de cumplir la obligación, ella debe cumplirse en el lugar en que
se ha contraído. En cualquier otro caso la entrega de la suma de dinero debe hacerse en el lugar del
domicilio del deudor al tiempo del vencimiento de la obligación.

3) Otros supuestos.
No mediando designación expresa o tacita del lugar del pago, ni tratándose de
ninguna de las hipótesis de solución especial consideradas precedentemente, resulta
entonces de aplicación la regla supletoria general de que el pago debe efectuarse en
el domicilio del deudor, al tiempo del cumplimiento de la obligación.
4) Contratos bilaterales de ejecución simultanea.
Cuando en las obligaciones bilaterales ambas prestaciones deben cumplirse
simultáneamente, se tratara de un intercambio en el cual las dos partes resultaran a
la vez deudoras y acreedoras. Tal intercambio debe tener lugar en donde deba
cumplirse la prestación considerada principal.
No siendo simultáneo el cumplimiento de ambas prestaciones, recobran ellas su
autonomía, rigiéndose cada una por los principios respectivos.
5) Efectos sobre la competencia.
Las reglas sobre el lugar del pago del código civil, no se confunden con las de los
códigos procesales referentes a la competencia de los jueces que deben conocer en
las acciones personales; una cosa es el sitio donde debe cumplirse una obligación,
regida por el primero, y otra distinta el juez ante el cual deba promoverse la acción
en el supuesto de incumplimiento, que es materia de los códigos de procedimientos.
Cuando se ejerciten acciones personales, será juez competente, el del lugar en que
deba cumplirse la obligación, o sea, que la designación de un lugar de pago
paralelamente hace exigible allí la deuda y fija la competencia de los jueces que en
el tengan su asiento.
6) El lugar del pago y el domicilio especial.
Se trata pues de un domicilio que se consigna al celebrarse un contrato, para que
surta efecto para todas las situaciones jurídicas emergentes del mismo, con
exclusión del domicilio general que pudiera tener la parte.
La sola constitución de un domicilio especial en un contrato, no significa una tacita
designación del lugar de cumplimiento de la obligación.
V. Tiempo.
Existencia de plazo: perdida del beneficio.
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En principio, el momento del pago debe coincidir con el vencimiento del plazo a que puede
estar sujeta la obligación, y el régimen sobre este punto puede sintetizarse así: quien
cumple tardíamente no paga con exactitud.
Perdida del beneficio del plazo: en determinados supuestos, pese a existir un plazo, se
produce la caducidad o descaecimiento del mismo, lo que trae como consecuencia la
privación de los beneficios del termino y la inmediata exigibilidad de la obligación; o sea,
que se anticipan los efectos del vencimiento.
Pago anticipado:
1) Repetición.
Art. 791: No habrá error esencial, ni se puede repetir lo que se hubiese pagado, en los casos siguientes:
1) cuando la obligación fuere a plazo y el deudor pagase antes del vencimiento del plazo;
2) cuando se hubiere pagado una deuda que ya se hallaba prescrita;
3) cuando se hubiere pagado una deuda cuyo título era nulo, o anulable por falta de forma, o vicio en la
forma;
4) cuando se pagare una deuda que no hubiese sido reconocida en juicio por falta de prueba;
5) cuando se pagare una deuda, cuyo pago no tuviese derecho el acreedor a demandar en juicio, según
este Código;
6) cuando con pleno conocimiento se hubiere pagado la deuda de otro.

2) Plazo de gracia.
La prorroga judicial se da a través de la figura del plazo de gracia.
3) Moratoria legal.
Es la que dispone el legislador con carácter general, frente a especiales
circunstancias económicas críticas, debiendo caracterizarse por su índole
circunstancial y transitoria.
VI. Gastos: principios generales, aplicaciones.
En el derecho comparado, por lo general se contempla el problema de los gastos del
pago, los que se ponen a cargo de deudor.
En materia de compra-venta, los gastos de entrega de la cosa debe satisfacerlos el
vendedor que es el deudor de esta obligación; los gastos de transporte de una cosa que
se halle en otro lugar que aquel donde debía ser entregada, son a cargo del deudor; los
gastos de conservación son a cargo del locador, que es el deudor de la obligación de
mantener al locatario en el uso y goce pacifico de aquella.
A falta de una disposición en contrario es el deudor quien debe soportar las expensas
del pago.
VII. Efectos. Liberación del deudor:
1) Irrevocabilidad.
Consecuencia del carácter definitivo de la cancelación es la irrevocabilidad del pago,
que ya no podrá deshacerse ni por el deudor, pretendiendo volver sobre sus pasos
para restablecer la obligación; ni por el acreedor, revocando su aceptación anterior,
y ni siquiera, por común acuerdo de partes, si ello pudiese menoscabar derechos de
terceros constituidos ínterin respecto del patrimonio del deudor.
2) La liberación como derecho adquirido.
La liberación del deudor tiene igualmente carácter definitivo, constituyendo para
este un derecho adquirido, que esta incorporado a su patrimonio y del que no podrá
ya ser privado sin afectarse la garantía constitucional de la propiedad.
Efectos secundarios del pago:
1) El pago como reconocimiento.
Art. 721: El reconocimiento tácito resultará de pagos hechos por el deudor.

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Es que quien paga, si lo hace voluntariamente, esta admitiendo que existe la
obligación que el extingue: hay, pues, un reconocimiento tácito.
La importancia del reconocimiento estriba en la circunstancia de que aquel tiene
efecto interruptivo de la prescripción liberatoria.
2) Convalidación.
Si la obligación tenía algún vicio de nulidad relativa susceptible de provocar su
invalidez, el ulterior pago voluntario practicado por el deudor importaría su
confirmación tacita.
3) Consolidación del contrato con arras.
La facultad de arrepentimiento solo puede ejercitarse mientras no haya habido un
comienzo de cumplimiento por alguna de las partes, por cuanto este vendría a
generar una suerte de consolidación definitiva del convenio. Y en este sentido el
pago, aunque sea parcial, posterior a la celebración del contrato, importa ese
principio de ejecución consolidatorio de la convención, que descarta toda posibilidad
de desistimiento para lo futuro.
VIII. Prueba.
1) Carga.
El pago no se presume, y por ello el deudor que alega su liberación es quien debe
probarlo; así como el acreedor que pretenda hacer valer su calidad de tal, debe
acreditar la existencia de la obligación.
2) Medios admisibles.
Para una primera postura, restrictiva, es posible acreditar el pago por todos los
medios probatorios de los contratos; pero también serán de aplicación las mismas
limitaciones que rigen para estos y muy especialmente en lo que respecta a la
prueba testimonial.
Otro criterio ecléctico, pretende que el pago es a veces un mero hecho y otra un
acto jurídico y que su régimen probatorio es igualmente variable según los casos:
“el pago que sea un simple hecho podrá ser acreditado mediante cualquier medio
probatorio, el pago que sea un acto jurídico estará sujeto a las trabas de los
artículos 1190 a 1194.
Por ultimo, una tercera tendencia amplia, afirma que el pago puede probarse por
cualquier medio.
3) El recibo: Naturaleza.
El medio corriente y normal de prueba del cumplimiento es el recibo.
El recibo es una constancia emanada del acreedor, sea en instrumento privado o
publico, de haber recibido el pago de la misma obligación que le era debida.
El recibo para ser valido debe emanar de una persona capaz.
4) Exigibilidad.
El deudor que cumple con su prestación tiene derecho a que se le de recibo.
5) Contrarecibo.
En los supuestos en que fuese el acreedor quien tuviera interés en que se
documentara el pago realizado por el deudor, en razón de su valor como
reconocimiento, confirmación o consolidación, tan bien tendría el mismo derecho al
otorgamiento de un contrarecibo, o a que el recibo se extienda en doble ejemplar.
6) Forma y contenido.
El otorgamiento de un recibo es un acto no formal, por lo que, dentro de la
modalidad escrita que hace a su esencia, puede adoptarse cualquier forma: el
instrumento público o el privado.

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Valor probatorio:
1) Oponibilidad a terceros.
Los instrumentos privados, aun después de reconocidos no prueban contra terceros
o contra los sucesores por titulo singular, la verdad de la fecha expresada en ellos.
2) Recibo por saldo.
Es el que cancela todas las obligaciones existentes entre las mismas partes, a la
fecha en que se lo extiende.
El recibo resulta ineficaz para demostrar la extinción del crédito, si el importe que se
reconoce pagado es inferior el que resulta del contrato fuente de la obligación.
3) Efectos de la posesión del recibo.
La posesión del recibo presume que quien lo tiene en su poder, sea el propio deudor
o un tercero, ha efectuado el pago que el mismo constata; aunque dicha presunción,
sin embargo, es susceptible de prueba en contrario.
Si por el contrario el recibo lo retuviese el acreedor, esa circunstancia hace presumir
que el pago no fue realizado y que se lo había emitido a la espera de que ello
sucediese.
4) Recibo por capital.
Art. 624: El recibo del capital por el acreedor sin reserva alguna sobre los intereses, extingue la
obligación del deudor respecto de ellos.

5) Prestaciones periódicas.
Art. 746: Cuando el pago deba ser hecho en prestaciones parciales, y en períodos determinados, el pago
hecho por el último período hace presumir el pago de los anteriores, salvo la prueba en contrario.

El pago acreditado en un periodo hace presumir que se abonaron también todos los
precedentes.
IX. Imputación:
1) Concepto.
La teoría de la imputación del pago procura dar solución a los problemas que se
pueden suscitar cuando, existiendo varias obligaciones de idéntica naturaleza entre
los mismos deudor y acreedor, el pago no alcanza a solventar las deudas pendientes
entre ellos.
2) Imputación del deudor: oportunidad, limitaciones.
Art. 773: Si las obligaciones para con un solo acreedor, tuviesen prestaciones de la misma naturaleza, el
deudor tiene la facultad de declarar al tiempo de hacer el pago, por cuál de ellas debe entenderse que lo
hace.

Después del pago el deudor ya no puede pretender efectuar la imputación.


Art. 774: La elección del deudor no podrá ser sobre deuda ilíquida, ni sobre la que no sea de plazo
vencido.
Art. 775: Cuando el deudor no ha escogido una de las deudas líquidas y vencidas para la imputación del
pago, y hubiese aceptado recibo del acreedor, imputando el pago a alguna de ellas especialmente, no
puede pedir se impute en cuenta de otra, a menos que haya mediado dolo, violencia o sorpresa por parte
del acreedor.
Art. 776: Si el deudor debiese capital con intereses, no puede, sin consentimiento del acreedor, imputar
el pago al principal.
Art. 777: El pago hecho por cuenta de capital e intereses, se imputará primero a los intereses, a no ser
que el acreedor diese recibo por cuenta del capital.

3) Imputación por el acreedor: oportunidad, vicios.


Si el deudor no ejercita su facultad de imputar temporáneamente el pago que
efectúa, esa atribución se traslada en forma automática al acreedor, quien que
pueda ya aquel pretender una imputación distinta.

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El tiempo para formular la imputación es el momento de verificarse el pago, porque
hasta entonces el deudor habría podido ejercer útilmente la misma facultad y
después del pago la imputación resulta impuesta por la ley.
La imputación hecha por el acreedor no será valida, cuando hubiese mediado dolo,
violencia o sorpresa por parte del mismo.
4) Imputación legal: reglas, deudas de plazo no vencido.
Si ni el tenedor ni el acreedor hubiesen practicado la imputación del pago,
subsidiariamente habrá de estarse a lo dispuesto en la ley, para determinar cual o
cuales son las deudas que se extinguen.
Art. 778: No expresándose en el recibo del acreedor a qué deuda se hubiese hecho la imputación del
pago, debe imputarse entre las de plazo vencido, a la más onerosa al deudor, o porque llevara intereses,
o porque hubiera pena constituída por falta de cumplimiento de la obligación, o por mediar prenda o
hipoteca, o por otra razón semejante. Si las deudas fuesen de igual naturaleza, se imputará a todas a
prorrata.

5) Modificaciones.
Efectuada una imputación por el deudor, el acreedor o legalmente, la misma no
podría ser modificada por quien oportunamente realiza tal imputación.
Si ambas partes de común acuerdo quisieran dejar sin efecto una imputación, dicho
acuerdo no podría alterar derechos de terceros.

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Incumplimiento imputable.
I. Hecho determinante. Culpa civil:
1) Concepto.
En un sentido lato, la culpa puede significar el quebrantamiento de un deber
jurídico. Hay, sin embargo, un concepto más estricto de la culpa y es a este al que
vamos a referirnos: la culpa en el sentido de negligencia, descuido, imprudencia,
desidia, falta de precaución, cometidos sin intención. En la culpa así entendida no
existe el propósito deliberado de incumplir. No se cumple simplemente por
imprevisión, por no haber tenido el cuidado de adoptar las medidas necesarias para
ejecutar la prestación.
En doctrina hay una subdivisión de este concepto de culpa:
La culpa consciente: entendida como la incurrida por el autor del hecho que ha
previsto las posibles consecuencias dañosas, pero actúa igualmente con la
esperanza de que alguna casualidad ajena a su hacer, determine que el daño no
acontezca.
La culpa con previsión: el autor ha previsto también las posibles consecuencias
dañosas, pero a diferencia de la especie anterior, espera evitar tales consecuencias
con su habilidad.
La culpa inconsciente: no media previsión de las posibles consecuencias, por no
haber empleado la debida atención.
2) Evolución histórica. Teorías.
En el derecho romano se había concebido un sistema rígido de la culpa, haciendo
una tipificación predeterminada de todas las posibles situaciones.
La culpa lata o grave: es la magna culpa, la gruesa falta de prudencia, la culpa
desmesuradamente grade.
Culpa leve:
La culpa leve in abstracto consistía en no observar los cuidados de un buen padre de
familia.
La culpa leve in concreto consistía en no poner los cuidados que cada cual presta a
sus propios asuntos.
Los glosadores hicieron un replanteo de este esquema original, agregando un grado
más:
La culpa levísima: se caracterizaba por la omisión de los cuidados de un muy buen
padre de familia.
3) Obligaciones de medios y de fines.
Obligación de resultado: consiste en el compromiso asumido por el deudor de
conseguir un objetivo o efecto determinado.
Obligación de medio: el deudor solo se obliga a la realización de una actividad que
normalmente conduce al resultado por el acreedor, si bien tal resultado es
extrínseco a la obligación y no integra su objeto.
4) Culpa en sentido subjetivo (obligaciones de medios).
5) Apreciación.
Para preciar la culpa del deudor hay que comparar la conducta practicada con la que
debió realizar.
Si se adopta un criterio abstracto, se compara la actuación del deudor con la que
habría cumplido el ente de razón que se tiene como cartabón en la mente: el buen

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DERECHO CIVIL
padre de familia de los romanos, o el hombre capaz que actúa con la diligencia
exigible en el tráfico, de los alemanes.
Si se adopta un criterio concreto y circunstancial la comparación no se hace con
relación a un ente de razón, sino con la propia persona del deudor, tomando en
cuenta sus aptitudes y flaquezas y lo que le era exigible en función de la naturaleza
de la obligación y de las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar.
6) Graduaciones.
Los romanos efectuaron una clasificaron de la culpa en grados. Distinguían la culpa
grave u omisión de cuidados elementales, de la culpa leve.
El deudor respondía de su culpa grave, en cambio solo respondía de la culpa leve si
obtenía algún provecho del contrato originario, y según los casos se media su
conducta conforme al criterio abstracto o concreto.
Dolo:
1) Concepto.
El dolo en un sentido lato, implica una idea de mala fe, de conducta deliberada
contraria al derecho.
2) Diversas acepciones.
El dolo como vicio de la voluntad: es el ardid, la astucia, la maquinación, el artificio,
por medio de los cuales alguien se propone sorprender, defraudar, engañar a otro.
El dolo como elemento del acto ilícito denominado delito: el acto ilícito ejecutado a
sabiendas y con la intención de dañar la persona o los derechos de otro,
El dolo en la inejecución de las obligaciones: es el aspecto del dolo, que por el
momento nos interesa. En este sentido, el dolo significa el incumplimiento
deliberado de la obligación. El deudor no cumple porque no quiere. En el dolo así
considerado, el deudor se representa mentalmente la conducta que va a observar y
sus resultados, y los acepta.
3) La culpa grave y el dolo.
Es la gruesa falta de prudencia.
Representantes y auxiliares.
No solo el obligado y el acreedor tienen la posibilidad de incurrir en dolo sino que ello
puede ocurrir en sus respectivos representantes,
Del principio de la identidad que jurídicamente se reconoce entre representante y
representado, fluye la conclusión de que el dolo de aquel repercute sobre este.
Prevalece entre los autores la opinión de que el dolo de representante puede ser
dispensado por los contratantes, al convenir la obligación.
Dispensa de la culpa y del dolo.
Art. 507: El dolo del deudor no podrá ser dispensado al contraerse la obligación.
Art. 507.

1. Dispensa del dolo.


El art. 507 se refiere a la dispensa del dolo efectuada por anticipado, no a las
consecuencias del ya cometido; por ello es nula la cláusula de un contrato en que se
establece que si el deudor no cumple intencionalmente la prestación, no habrá obligación
alguna.
La prohibición legal se aplica tanto a la dispensa del dolo como a la de la culpa grave, sea
que haya incurrido en él el propio deudor o sus dependientes.
La cláusula limitativa de la responsabilidad es inaplicable cuando el incumplimiento es
doloso.

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DERECHO CIVIL
El establecimiento de una pena ínfima para el caso de incumplimiento, importa una suerte
de dispensa del dolo, por lo que aquélla no limita a su importe la reparación del daño.
2. Dispensa de la culpa.
Es válida la cláusula por la cual se dispensa al deudor de su responsabilidad por culpa,
siempre que ésta no sea grave, que el deudor no ejerza un comercio en forma de
monopolio, que no se trate de una cláusula de estilo, que no se refiera a una
responsabilidad impuesta por la ley, que no se trate de la prestación principal debida por el
deudor, ni se refiera a la responsabilidad extracontractual.
Las cláusulas de irresponsabilidad deben interpretarse estrictamente; así, la cláusula según
la cual la empresa ferroviaria excluye su responsabilidad por los incendios que ocurrieran
en un terreno aledaño a las vías que había dado en locación a un particular, alcanza a los
que suelen originarse por chispas o brasas desprendidas de las locomotoras, pero no al
producido por la quemazón de malezas que se extendió a aquel lugar por inexcusable
descuido de quien la realizaba.
Las limitaciones a la responsabilidad no pueden resultar del letrero colocado en un garaje,
sino de un contrato regularmente celebrado.
El dolo no puede dispensarse anticipada o contemporáneamente a la formación de la
obligación, pero después de que esta se ha constituido y una vez que el incumplimiento ha
sucedido, el acreedor puede renunciar a los daños que el comportamiento doloso del
deudor le hubiese causado.
La doctrina nacional sostiene que al no existir mención en el código respecto de la dispensa
anticipada de la culpa, esta es posible.
La dispensa de la culpa solo puede tener efectos validos, en el caso de la falta leve, de
acuerdo a las circunstancias del hecho.
Limitaciones:
Cuando esta de por medio el interés publico.
En el contrato de trabajo.
Cuando estas cláusulas no están convenidas en un pie de igualdad.
La negligencia lucrativa.
II. Riesgo creado:
1) Idea del riesgo en la teoría de la responsabilidad.
Se piensa que el dueño de la cosa que ha causado el daño, a la par que obtiene el
provecho derivado de la cosa, crea con su uso un riesgo que se transforma en causa
de responsabilidad cada vez que la cosa produce un daño.
2) Evolución histórica.
En el derecho primitivo las transgresiones al derecho ajeno eran sancionadas con
penas, no con indemnizaciones.
Esta concepción que ha ostentado el doble merito de ajustarse a la moral y a la
sana lógica, fue quebrada por obra de la jurisprudencia francesa, que introdujo en el
régimen de la responsabilidad la teoría del riesgo.
Pensaron que la regla de la culpa era insuficiente. Mirando solo a la victima, llegaron
a la conclusión de que para condenar a la reparación de un daño, no es necesaria la
culpa del agente. Basta que este con su actividad cree un riesgo.
3) Accidentes industriales y transportes mecánicos.
Se piensa que dentro de las obligaciones del empleador entra la de asegurar la
integridad física de sus dependientes, prescindiendo por completo de que aquel no
sea culpable de los accidentes que la menoscaban. Esta recepción legislativa habituó
los espíritus a la idea del riesgo que la jurisprudencia francesa aplico luego a los
accidentes causados por transportes mecánicos.

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DERECHO CIVIL
4) Responsabilidad objetiva.
Lo expuesto anteriormente explica pero no justifica que se termine por hablar de
responsabilidad objetiva; es decir, de una forma de responsabilidad que atiende solo
al elemento objetivo del daño, y prescinde por completo del aspecto subjetivo: la
culpa del agente.
5) Reacción doctrinaria.
La doctrina moderna desaprueba la teoría del riesgo que implica un análisis
superficial y sentimental del problema. La regla según la cual el que causa un daño
por su culpa debe repararlo, es una regla eficaz. Por otra parte, los hechos
presentan habitualmente una gran complejidad, por lo que, si solo se atiende a las
causas materiales, es a menudo imposible determinar cual de las concausas ha sido
decisiva para la producción del daño. Por ello la doctrina moderna considera que
aunque el legislador establezca en ciertos sectores responsabilidades muy especiales
ajenas a la culpa, es imposible no mantener como regla general la responsabilidad
basada en al culpa.
6) Tentativa de soluciones intermedias.
Numerosas legislaciones recogen esta sensata proposición de la doctrina actual y
establecen como regla general la responsabilidad fundada en la culpa, sin perjuicio
de aceptar responsabilidades especiales en sectores determinados.
7) El código civil.
El código de Vélez baso el fundamento de la responsabilidad en la idea de culpa.
Art. 1067: No habrá acto ilícito punible para los efectos de este Código, si no hubiese daño causado, u
otro acto exterior que lo pueda causar, y sin que a sus agentes se les pueda imputar dolo, culpa o
negligencia.

8) La ley 17711.
La reforma introducida al artículo 1113 consagra la teoría del riesgo no para casos
especificas, delimitados y tarifados, sino en forma genérica y sin tope alguno.
Art. 1113: La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que están
bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado.
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido causado
por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la
culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será
responsable.

9) La indemnización de equidad.
El legislador puede, por razones de equidad, autorizar al juez a fijar una
compensación que no se funda en la culpa del agente.
Art. 907: Cuando por los hechos involuntarios se causare a otro algún daño en su persona y bienes, sólo
se responderá con la indemnización correspondiente, si con el daño se enriqueció el autor del hecho, y en
tanto, en cuanto se hubiere enriquecido.
Los jueces podrán también disponer un resarcimiento a favor de la víctima del daño, fundados en razones
de equidad, teniendo en cuenta la importancia del patrimonio del autor del hecho y la situación personal
de la víctima.

Se trata de una indemnización que cae en la prudencia y discreción del juez que se
funda en puras razones de equidad, y que difiere por completo de una
indemnización común de daños y perjuicios.
10) Insuficiencia ante nuevos riesgos. Tendencias actuales.
III. Daños e intereses:
1) Concepto.

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Expresión corriente con la que se indica la acción por indemnización de los daños y
perjuicios derivados de un hecho ilícito. Dicha acción corresponde a las personas
siguientes:
A) ante todo, el damnificado mismo, sea directo o indirecto.
Si el daño fue ocasionado a las cosas, puede reclamar la indemnización no sólo el
propietario, sino también los que tuvieren su posesión y aun su simple tenencia,
como el locatario, el comodatario, el depositario, el usufructuario, el usuario, si el
daño irrogase perjuicio a su derecho. De igual modo, se reconoce la acción a la
persona que tiene la cosa con obligación de responder de ella, pero sólo en caso de
que el dueño no ejerza la acción. Finalmente, también la tiene el acreedor
hipotecario contra cualquiera que haya dañado la cosa gravada, siempre, claro ésta,
que el daño le haya irrigado perjuicio; pues si su crédito esta suficientemente
garantizado a pesar del daño, carecería del interés que es el fundamento de toda
acción en justicia.
B) a los sucesores universales del damnificado. Sin embargo, no hay transmisión
hereditaria de la acción para reclamar el daño moral, a menos que la propia víctima
la hubiera ya entablado antes de su fallecimiento.
C) a los acreedores de la víctima, en ejercicio de la acción oblicua; salvo el caso del
daño moral que no puede dar lugar al ejercicio de la acción subrogatoria, dado su
carácter personalísimo.
D) a los cesionarios de la acción de daños. Ver resarcimiento de daños y perjuicios
provenientes de actos inválidos.
2) Clases. Clasificación.
Daño material: es el que afecta a bienes del acreedor susceptibles de apreciación
pecuniaria.
Daño moral: es el que hiere o menoscaba los sentimientos, la integridad física o
moral, las afecciones legítimas de una persona.
Daño contractual: es el que se causa con motivo de la violación de un contrato.
Daño extra-contractual: es el que resulta de la conducta ilegitima del agente,
independientemente de toda relación jurídica contractual previa entre las partes.
Daño compensatorio: es el que adviene a raíz del incumplimiento total y definitivo
de la prestación. La indemnización de este daño es el equivalente de la prestación
incumplida.
Daño moratorio: es el que corresponde al retardo en el cumplimiento de la
prestación, cuando se han dado las condiciones que la ley exige para tener por
constituido en mora al obligado.
Daño directo e inmediato: es el que tienen por causa exclusiva la inejecución de la
obligación o la comisión de un hecho dañoso.
Daño indirecto o mediato: es el que resulta de la conjunción del incumplimiento de
la prestación o de la comisión del hecho dañoso con otra causa independiente.
Daño intrínseco: es el que afecta al bien objeto de la obligación.
Daño extrínseco: es el que repercute en los demás bienes del deudor.
Daño previsible: es el que el deudor ha debido tener en cuenta de acuerdo al curso
normal de las cosas.
Daño imprevisible: es el que ocurre sin que el deudor haya tenido ninguna razón
especial para suponer que sobrevendría, dentro del acontecer ordinario y natural.
Daño común: es el que pude afectar al acreedor, cualquiera sea la persona que
invista tal carácter.
Daño particular: es el que perjudica al acreedor por sus condiciones especiales.

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DERECHO CIVIL
Daño actual: es el que ha producido ya todas sus consecuencias bien definidas y
perfiladas al momento de reclamarse la indemnización.
Daño futuro: Cuando se trata de un hecho ocurrido, pero cuyas consecuencias
dañosas no han cerrado aun todo su ciclo y se sabe, de acuerdo al curso natural y
ordinario de los acontecimientos que en el futuro aumentaran sus repercusiones
perjudiciales, estas consecuencias futuras de ese hecho ya acontecido son
indemnizables y en este caso le es permitido al juez extender las miradas a las
posibilidades del porvenir.
Daño hipotético: cuando se trata, en cambio, del llamado daño hipotético o
eventual, en el cual, al momento de reclamarse la indemnización, aun no ha
ocurrido el hecho dañoso, y solo se prevé la posibilidad de padecerlo, no hay
derecho de demandar indemnización alguna.
Daño positivo: es el que se origina a raíz del incumplimiento de un contrato
validamente constituido.
Daño negativo: es el ocasionado a consecuencia de un contrato frustrado, en su
etapa preparatoria o de un contrato viciado de nulidad. La indemnización en este
caso abarca el llamado interés de confianza, consistente en el daño sufrido a raíz de
haber creído en la conclusión o validez del negocio y que por tanto, no se hubiera
padecido si se hubiese sabido que el contrato se frustraría o resultaría inválido.
Dentro de este interés negativo queda comprendido no solo el daño emergente sino
también el lucro cesante.
3) Requisitos.
Cierto: el daño debe ser cierto y no puramente eventual o hipotético. Esto significa
que debe haber certidumbre en cuanto a su existencia misma, presente o futura,
aunque pueda no ser todavía determinable su monto; a la inversa, el daño es
incierto, y por ello no resarcible, cuando no se tiene ninguna seguridad de que vaya
a existir en alguna medida, no ofreciéndose más que como una mera posibilidad. El
simple peligro o la sola amenaza o perspectiva de un daño, no basta.
Personal: quiere decir que nadie puede pretender sino la reparación de un daño que
le es propio, no pudiendo incluir en su pretensión los daños sufridos por terceros,
aunque todos estos hayan derivado del mismo acto ilícito. A la inversa puede
suceder también que alguien sufra un daño de rebote o como resultado del perjuicio
sufrido en primer lugar y directamente por otro. Son los casos de los damnificados
indirectos, respecto de los cuales se cumple el principio de la personalidad del daño.
Lesión de un derecho subjetivo o bien jurídicamente protegido: el tema se vincula
con el problema de la extensión del deber de indemnizar y se circunscribe a la
determinación de quien o quienes pueden reclamar reparación por el daño que
afecta a otra persona; es decir, invocar la calidad jurídica de damnificado a los fines
indemnizatorios.
En materia de contratos, rige el principio de la relatividad y el incumplimiento no
puede, por consiguiente, dar motivo para que terceros invoquen derecho a
reclamar, para si, indemnización de perjuicios. El problema, en cambio, presenta
aspectos distintos en los actos ilícitos. Según Orgaz, hay que distinguir entre
quienes sufren un perjuicio meramente de hecho y por lo tanto no pueden pretender
indemnización, y los que sufren un perjuicio de derecho, que tienen acción.
4) Existencia y prueba del daño. Entidad del daño.
Incumbe al acreedor probar:
La existencia del daño y su monto.
El nexo causal entre la violación de la obligación o el acto ilícito y el daño
experimentado.
No se presume en principio general, ninguno de estos extremos.

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DERECHO CIVIL
Pueden utilizarse para ello, todos los medios de prueba, incluso testigos e indicios.
En cuanto al monto de los daños, la prueba de peritos suele ser muy eficaz. En los
casos en que razonablemente sea difícil determinar su monto, el juez puede deferir
la fijación del mismo al juramento estimatorio del acreedor. Otras veces, lisa y
llanamente señala el monto de la indemnización.
5) Reparación del daño moral.
6) Comparación con el daño patrimonial.
El daño moral es una lesión en los sentimientos, por el sufrimiento o dolor que
padece la persona, que no es susceptible de apreciación pecuniaria.
Comparación con el daño patrimonial:
Por su naturaleza: el daño patrimonial consiste en un menoscabo pecuniario; en
cambio el daño moral consiste en un detrimento de orden espiritual: es un
sentimiento lastimado, un dolor sufrido.
Por su avaluación en dinero: el daño patrimonial es susceptible de estimación en
dinero; todos los bienes económicos tienen un común denominador que es el
dinero; por el contrario, los bienes espirituales no son mensurables en dinero: no es
posible valuar el dolor de una esposa por la pérdida de su marido.
Por el diferente criterio de reparación del daño: frente a un daño patrimonial, la
indemnización se integra con la suma de los valores pecuniarios, que equivalen al
menoscabo sufrido por el damnificado. Pero frente al daño moral no es posible
emplear el mismo criterio, porque aquí no hay valores económicos en juego ni
mermas en el patrimonio del lesionado: de ahí que su reparación tenga que
adaptarse a módulos distintos. No se podría medir un daño, que es por si mismo
inconmensurable, sino que habrá que atender a la gravedad de la falta cometida y a
las posibilidades del responsable, para adecuar prudencialmente a todo ello la
medida de la sanción.
7) El daño moral en el incumplimiento contractual.
En esta hipótesis de inejecución la ley faculta al juez para acordar o no el
resarcimiento del daño moral, según que la índole del hecho y de las circunstancias
concurrentes resulte justificada la reclamación del damnificado.
8) Fundamentos de la reparación.
La mayoría de los autores dan como fundamento jurídico de la indemnización de los
daños y perjuicios, la existencia de un pacto accesorio tácito entre el acreedor y el
deudor que confiere a aquel el derecho de perseguir el patrimonio de este, cuando
media incumplimiento de la obligación, procurando con ello la reparación del daño
causado.
9) Tesis resarcitorias y punitivas.
Criterio subjetivo:
Este sistema toma como dato básico para medir la extensión del resarcimiento
debido, el comportamiento del obligado. Se distingue en el, el daño causado por
inejecución de una obligación contractual y el derivado de un acto ilícito; y también
entre el incumplimiento doloso y el incumplimiento culposo, asignando en los actos
ilícitos o cuando media dolo, una mayor medida de reparación.
Criterio objetivo:
En este sistema el punto de vista para la reparación es la situación en que ha
quedado el damnificado a raíz del daño que le ha sido causado.
El acreedor debe ser indemnizado íntegramente del daño sufrido, colocándolo en el
mismo estado que tenia antes de la violación de su derecho.
No se distingue, pues, aquí, ni la clase de obligación violada ni la mayor o menor
gravedad de la conducta imputable: el deudor debe reparar todas las consecuencias
que estén vinculadas por un nexo causal al hecho del incumplimiento.
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El principio de reparación integral, no significa por tanto lo que literalmente podría
entenderse, sino de un modo más estricto y preciso: que la responsabilidad se
extiende a todo daño, pero dentro de ciertos límites.
IV. Relación causal:
1) Concepto.
Corresponde considerar ahora el último presupuesto de la responsabilidad civil, esto
es, la relación de causalidad entre el hecho obrado por la persona a quien se intenta
responsabilizar y el daño sufrido por quien pretende ser acreedor a una
indemnización.
2) Diversas teorías.
Teoría de la equivalencia de condiciones:
Es causa de un daño determinado cualquier condición sine qua non del mismo.
Basta que el daño no se hubiera efectuado sin la existencia de cierto hecho para que
ese hecho pase al rango de causa suya.
Teoría de la causa próxima:
La causa es el antecedente o factor temporalmente inmediato de un resultado. Los
demás hechos que influyen mas lejanamente en la producción de ese resultado, son
sus “condiciones”, pero no su causa.
Teoría de la condición preponderante:
Varios autores alemanes identifican como la causa de un resultado dañoso, a la
condición que rompe el equilibrio entre los factores favorables y adversos para la
producción del daño. Es ciertamente una condición sine qua non, pero no
cualquiera, sino la que entre todas las que concurren, ha influido decisivamente en
la dirección del resultado operado.
Teoría de la causa eficiente:
Entre las condiciones necesarias de un resultado no son todas equivalentes, sino al
contrario, de eficacia distinta. Solo cabe denominar causa a la condición más eficaz
o más activa para la producción del evento en cuestión, o sea la dotada de mayor
fuerza productiva.
Teoría de la causa adecuada:
La relación de causalidad jurídicamente relevante es la que existe entre el daño
ocasionado y el antecedente que lo produce normalmente, conforme al curso normal
y ordinario de las cosas. No todas la condiciones sine qua non del daño son
equivalentes: solo la condición que típicamente origina esa consecuencia dañosa
puede ser retenida por nuestra mente en el carácter de causa adecuada del daño.
3) Casos de culpa y dolo.
Cocausación:
1) Por tercero.
2) Por el acreedor.
V. Reparación del daño:
Contractual:
1) Cláusula penal.
Aquélla que se inserta en un contrato para asegurar el cumplimiento de las
obligaciones emergentes del mismo, en virtud de la cual el retardo o la negativa
por parte del deudor lo hacen pasible de una pena o multa.
La cláusula penal puede consistir en el pago de una suma de dinero o de
cualquier otra prestación que pueda ser objeto de las obligaciones. En general,
sustituye la indemnización por daño emergente y lucro cesante que corresponde

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DERECHO CIVIL
al acreedor en caso de incumplimiento por parte del deudor, a punto tal que
puede decirse que la cláusula penal es una evaluación anticipada de los mismos.
El cumplimiento de la cláusula penal es independiente del perjuicio sufrido por el
acreedor, es decir que aun cuando éste no hubiera sufrido perjuicio alguno el
deudor moroso igual debe cumplirla.
La cláusula penal tiene los siguientes caracteres:
A) es accesoria de una obligación principal, puesto que es acordada para
asegurar su cumplimiento. De donde se desprenden las siguientes
consecuencias:
1) la nulidad o extinción de la obligación principal causa la nulidad o extinción de
la cláusula penal.
2) en cambio, la nulidad o extinción de la cláusula penal deja subsistente la
obligación principal.
Sin embargo, la cláusula penal subsiste aunque la obligación principal no tenga
efecto porque no pueda exigirse judicialmente su cumplimiento.
Es el caso de las obligaciones naturales.
Supóngase una obligación contraída por un menor de edad; sabiendo el acreedor
que no tendrá medios de obtener el cumplimiento compulsivo, agrega en el
contrato una cláusula por la cual un tercero se compromete a pagar cierta suma
de dinero en caso de inejecución. Esta obligación mantiene su validez.
B) es subsidiaria, pues el objeto principal del contrato sigue siendo siempre la
obligación principal. De este carácter surgen las siguientes consecuencias:
1) el deudor no puede eximirse de cumplir la obligación pagando la pena: el
acreedor tiene siempre el derecho a pedir el cumplimiento en especie, a menos
que el contrato reconociese expresamente al deudor la facultad de no pagar la
obligación principal o que se tratare de una obligación de hacer: en estas dos
hipótesis excepcionales el deudor puede liberarse pagando la pena.
2) el acreedor no puede pedir el cumplimiento de la obligación y al mismo
tiempo la pena, sino una de las dos cosas a su arbitrio; a menos, claro ésta, que
la pena se hubiere impuesto a la mora o que se haya estipulado expresamente
que el pago de la pena no extingue la obligación principal.
C) es condicional, pues no funciona sino en caso de mora o inejecución del
deudor.
D) es inmutable en cuanto el importe de la pena no es susceptible de alteración,
en principio, por no haber sufrido el acreedor perjuicio alguno o por no ser
suficientemente compensatorio del daño sufrido por aquel.
E) tiene una función resarcitoria.
Porque importa una liquidación convencional, por anticipado, de los daños y
perjuicios que el incumplimiento de la obligación causa al acreedor.
F) la cláusula penal tiene también una función compulsiva, en cuanto agrega un
estímulo que mueve psicológicamente al deudor a cumplir la prestación principal
para eludir la pena, que suele ser harto gravosa; dice savigny que la cláusula
penal incita al cumplimiento por el temor de la pena, con lo cual viene a reforzar
la sanción del contrato principal.
2) Seña penitencial o judicial.
Seña: Entrega de una suma de dinero (generalmente una parte del precio, no
menor del 10%), que significa una medida reforzada de seguridad relativa al
cumplimiento de las prestaciones convenidas.
Consiste en dar una suma en confirmación del propósito de ejecutar el contrato
que se supone ya perfeccionado.

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DERECHO CIVIL
En la práctica de los negocios es frecuente que los contratantes exijan una
garantía de la seriedad de las intenciones de la otra parte. Un recurso muy
empleado es la entrega de una suma de dinero, en concepto de seña; es verdad
que no hay inconveniente legal alguno en que la seña consista en otra cosa que
no sea dinero, pero en la práctica esto es muy poco frecuente.
La seña desempeña un doble papel:
Es una garantía de la seriedad del acto y tiene el carácter de un adelanto del
pago del precio.
Se trata de una cláusula que puede insertarse en todo contrato en el que queden
pendientes de cumplimiento ciertas obligaciones; pero es sobre todo en la
compraventa en donde desempeña un papel de primera importancia.
Seña confirmatoria: En materia civil, en general, desde que las partes califican
de seña la suma de dinero entregada por una de ellas, debe entenderse que
ambas tienen el derecho de arrepentirse. Puede ocurrir, sin embargo, que los
contratantes, no obstante usar esta palabra, hayan entendido atribuirle tan sólo
carácter confirmatorio del acto, en cuyo caso el arrepentimiento sería imposible.
Seña penitencial: El derecho de arrepentimiento debe distinguirse
cuidadosamente del que tiene la parte no culpable de pedir la resolución del
contrato, por incumplimiento de la otra, quedándose con la seña en concepto de
indemnización de daños. El primero es un derecho reconocido a quien no quiere
cumplir el trato; el segundo, es una facultad que tiene solamente quien ha
cumplido sus obligaciones.
Cabe agregar que la parte que cumplió tiene derecho en actos civiles, ante el
incumplimiento de la contraria:
a) A quedarse con la seña o, en su caso, reclamar la devolución de la seña
doblada; si la contraria ha manifestado oportunamente su arrepentimiento, esta
será la única acción viable; b) a reclamar los daños y perjuicios mayores que la
seña que se le hayan producido.
Formas:
1) En especie.
2) En dinero.
3) En equivalente no pecuniario.
4) Determinación de la indemnización.
5) Tiempo y lugar.
6) Limites de la reparación.
Legal:
1) Indemnización tarifada.
2) Intereses.
3) Daño superior.
Retardo imputable.
Mora del deudor:
1) Concepto.
Art. 508: El deudor es igualmente responsable por los daños e intereses que su morosidad causare al
acreedor en el cumplimiento de la obligación.

Busso: es el retraso contrario a derecho, en el cumplimiento de las obligaciones.


Plianol: es el retardo en el cumplimiento de la obligación, cuado se incurre en el en
las condiciones que la ley determina para asignarle consecuencias jurídicas.

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Puig Peña: es el retraso culpable en el cumplimiento de una obligación, que debido a
su naturaleza o a requerimiento del acreedor, debe ser satisfecha, siempre que la
tardanza no sea obstáculo para que pueda cumplirse después del vencimiento con
interés y utilidad para aquel.
2) Mora “ex re” y “ex persona”.
Es la que se refiere a la propia naturaleza y circunstancias de la obligación.
Art. 509: En las obligaciones a plazo, la mora se produce por su solo vencimiento.
Si el plazo no estuviere expresamente convenido, pero resultare tácitamente de la naturaleza y
circunstancias de la obligación, el acreedor deberá interpelar al deudor para constituírlo en mora.
Si no hubiere plazo, el juez a pedido de parte, lo fijará en procedimiento sumario, a menos que el
acreedor opte por acumular las acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor
quedará constituído en mora en la fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la obligación.
Para eximirse de las responsabilidades de la mora, el deudor debe probar que no le es imputable.

Explica la doctrina que en estos casos hay una convención tacita acerca de que es
innecesaria la intimación previa.
En la mora ex persona se rige el requerimiento previo.
3) Requisitos.
Elementos:
1. El retardo en el cumplimiento de la obligación.
2. La imputabilidad de ese retardo.
3. En algunos regímenes jurídicos, la constitución en mora.
Efectos:
1) Resarcimiento.
Obliga al deudor a indemnizar los daños causados al acreedor por el retardo
incurrido en las obligaciones que no tengan por objeto sumas de dinero. Si la
obligación es de dar sumas de dinero, comienza el curso de los intereses.
2) “Perpetuatio obligationis”.
Pone a cargo del deudor los riesgos del contrato. Es lo que se llama perpetuatio
obligationis, de tal manera que aun cuando la prestación se torne de cumplimiento
imposible por caso fortuito o fuerza mayor, el deudor no queda liberado de
responsabilidad.
Mora de las obligaciones bilaterales.
Art. 510: En las obligaciones recíprocas, el uno de los obligados no incurre en mora si el otro no cumple o no se
allana a cumplir la obligación que le es respectiva.

Cesación: efectos.
Cuando el deudor cumple la prestación, cesa su estado de mora, pero debe pagar los daños
e intereses moratorios hasta ese momento.
En el supuesto de que sobrevenga la imposibilidad de cumplir la prestación, cesan los
efectos de la mora, pero el obligado debe los daños e intereses moratorios hasta el día de
ocurrir la imposibilidad y además los daños e intereses compensatorios.
En el caso de que el acreedor renuncie a los derechos que le asisten por la mora incurrida,
tal renuncia puede ser total o parcial, pero entonces la cesación de la mora esta
supeditada, en sus alcances, a la medida de la renuncia.
Cuando el estado de mora se ha constituido a raíz de una demanda judicial del acreedor,
una parte de la doctrina ha entendido que si se opera la perención de la instancia por la
inactividad de las partes, se extinguen los efectos de la mora producida a consecuencia de
la acción promovida. Borda, por el contrario, opina que la perención de la instancia borra
los efectos de los actos procesales, pero no la declaración de voluntad destinada a poner de
relieve la intención de exigir el cumplimiento y este, justamente, el carácter que reviste la

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DERECHO CIVIL
constitución en mora, por lo que concluye sosteniendo que la perención de la instancia no
hace desaparecer los efectos de la mora provocados por la iniciación del juicio. Llambias es
del mismo parecer, y hace notar que la interpelación constitutiva de la mora puede hacerse
judicial o extrajudicialmente, con lo que queda de relieve que lo importante es la
manifestación de voluntad del acreedor y no el medio usado para hacerla valer, de ahí que
la deserción de la instancia pueda frustrar las consecuencias procesales de la acción
incoada, pero no hacer que la voluntad del acreedor no se haya manifestado.
Incumplimiento inimputable.
I. Caso fortuito y de fuerza mayor:
1) Concepto.
Puede ocurrir que tal incumplimiento le sea impuesto al deudor por un hecho ajeno
a el. En esa hipótesis quedara configurado un supuesto de inimputabilidad y
consiguientemente estará fuera de cuestión la responsabilidad del deudor por las
consecuencias derivadas del incumplimiento de la obligación. Es que entonces falla
la razón de ser de tal responsabilidad, porque a causa del hecho que ha impuesto la
obligación, el deudor no es el autor moral del incumplimiento obrado y por tanto, no
puede serle atribuido para requerirle el resarcimiento del daño consiguiente.
Art. 514: Caso fortuito es el que no ha podido preverse, o que previsto, no ha podido evitarse.

2) Unidad y pluralidad.
3) Caso fortuito ordinario y extraordinario.
4) Requisitos para su existencia.
Hecho imprevisible: esta calidad se refiere a la aptitud del deudor para prever el
hecho que obsta al cumplimiento de la obligación. Será imprevisible el hecho cuando
supere la aptitud normal de previsión que sea dable exigirle al deudor.
Hecho inevitable: esta característica se refiere a la impotencia del hombre para
impedir la ocurrencia del evento. Por tanto, el hecho es inevitable cuando acaece no
obstante toda acción contraria al deudor.
Hecho ajeno al deudor: no hay caso fortuito si el hecho que obsta al incumplimiento
se relaciona con la persona del deudor, ya que habría culpa y no caso fortuito si el
deudor crease con su propia actividad el hecho obstativo del cumplimiento de la
obligación.
Hecho actual: el hecho que configura el caso fortuito debe ser actual, es decir, que
debe ocurrir al tiempo en que debería cumplirse la obligación.
Hecho sobreviniente a la constitución de la obligación: el impedimento de la
ejecución de la obligación ha de acontecer con posterioridad a la constitución de la
obligación.
Obstáculo insuperable para el cumplimiento de la obligación: si ya no se mira al
hecho, en si mismo considerado, sino a su incidencia en la inejecución de la
obligación, el caso fortuito, para ser tal, aparece como un obstáculo absoluto que
impide el cumplimiento del deudor.
5) Prueba.
Incumbe al deudor que aduce el caso fortuito eximente de su responsabilidad,
probar la existencia de ese hecho y que reúne todos los caracteres del casus. Si
admitido el casus el acreedor persiste en la pretensión originaria debe suministrar la
prueba del hecho que mantiene en tal hipótesis la discutida responsabilidad del
deudor.
El deudor no esta obligado a probar los hechos notorios pero si la relación
impeditiva que media entre esos hechos y la posibilidad de ejecutar la obligación.
Casos:
1) Huelga.

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En principio la huelga no es un caso fortuito, pero puede llegar a serlo cuando reúna
todos los caracteres de tal, es decir cuando cierra al deudor toda perspectiva de
cumplimiento. Solo la huelga ilegal puede constituir caso fortuito; la huelga legal
prueba que la actitud de resistencia del empleador ha sido irrazonable frente a los
terceros con quienes hubiera contratado.
2) Incendio.
El incendio no constituye caso fortuito si la prueba demuestra que era en alguna
medida previsible, según las circunstancias del caso.
3) Robo.
El hecho de tercero es el acto emanado de una persona extraña al deudor, que
constituye un caso fortuito o fuerza mayor si reúne los requisitos ya estudiados.
Entre los supuestos que han sido considerados casos fortuitos por al doctrina y la
jurisprudencia, cabe señalar: el robo, los atentados criminales, el accidente que
sufre el deudor cuando viaja en un vehículo de transporte publico, sin que promedie
culpa del deudor o del conductor, y en general aquellos accidentes en los que tanto
el deudor como el autor material del hecho son meros instrumentos pasivos de un
hecho realizado por un tercero en que radica, en verdad, la causa del daño.
4) Guerra.
La sola demostración de la existencia del estado de guerra no exime de
responsabilidad al deudor, si este no demuestra que concurren en el caso concreto
todos los elementos de la fuerza mayor.
Efectos:
El caso fortuito exime de responsabilidad al deudor por los daños y perjuicios que el
incumplimiento de la obligación provocara al acreedor. El principio es de toda justicia
puesto que el incumplimiento no puede ser imputado al deudor por cuanto no es el autor
moral de esa falta de ejecución en la prestación.
Extinción:
1) Alcance de la misma.
2) Supuestos de mora y culpa del acreedor.
3) Excepciones.
Art. 513: El deudor no será responsable de los daños e intereses que se originen al acreedor por falta de
cumplimiento de la obligación, cuanto éstos resultaren de caso fortuito o fuerza mayor, a no ser que el
deudor hubiera tomado a su cargo las consecuencias del caso fortuito, o éste hubiere ocurrido por su
culpa, o hubiese ya sido aquel constituido en mora, que no fuese motivada por caso fortuito, o fuerza
mayor.

Cláusula de responsabilidad y pacto de garantía:


La convención de las partes puede alterar el régimen legal y poner a cargo del
deudor las consecuencias del caso fortuito.
La asunción del caso fortuito puede hacerse de dos maneras:
Incluyendo en la convención una cláusula de responsabilidad por ciertos y
determinados casos fortuitos.
Acompañando a la constitución de la obligación de un pacto de garantía.
Casus dolo vel culpa determinatus:
La responsabilidad del deudor subsiste cuando el incumplimiento proviene de un
caso fortuito ocurrido por su culpa.
Una cuestión que tiene afinidad con la precedente se plantea cuando el
incumplimiento del deudor se conjuga su culpa con un caso fortuito. La sola culpa
del deudor no habría sido suficiente para impedirle cumplir si no hubiera acontecido
el caso fortuito; y a su vez este no hubiera sido un obstáculo por si solo, si no
hubiese mediado culpa del obligado.
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Caso fortuito posterior a la mora:
Según el artículo 513 el caso fortuito no exime de responsabilidad al deudor cuando
este hubiese sido ya constituido en mora que no fuera motivada por caso fortuito o
fuerza mayor.
Cláusula de irresponsabilidad.
Tal convención especial de irresponsabilidad significa que las partes entienden que
el obligado queda exonerado de responsabilidad hasta por ese tipo de situaciones
fortuitas que son objeto de discusión: guerras, huelgas, etc.
Teoría de Exner.
Exner distingue el caso fortuito de la fuerza mayor: esta es causal de exoneración de
responsabilidad, no así el primero. Para que haya fuerza mayor y por consiguiente
liberación de responsabilidad, se requieren tres requisitos: uno cualitativo y dos
cuantitativos.
Exterioridad del hecho: es el elemento cualitativo. Para que se de la situación de fuerza
mayor, el evento dañoso debe originarse fuera del ámbito de la empresa, del negocio, de
las actividades del deudor, en otras palabras, debe irrumpir desde el exterior.
En cambio el hecho que tiene su origen dentro de la esfera de acción del obligado, es caso
fortuito, el cual carece de efectos liberadores de responsabilidad.
Hecho extraordinario: para que concurra la causal de fuerza mayor, debe tratarse de un
hecho extraordinario, excepcional. Un acontecimiento corriente, común, habitual, no puede
constituir este tipo de causal de excusabilidad.
Notoriedad del hecho: debe tratarse de un hecho público y notorio, vale decir, conocido por
todo el mundo.
Exner en su teoría no parte del principio de la culpa, sino del principio objetivo del riesgo:
“lo que ha tenido su origen dentro de la empresa, no libera al deudor, aunque no haya
mediado culpa suya”.
II. Teoría de la imprevisión:
1) Concepto. Diferencia con la fuerza mayor.
La teoría de la imprevisión que enfrenta hechos que por su índole son idénticos a los
constitutivos de caso fortuito o fuerza mayor, solo difieren en que mientras estos
impiden absolutamente el cumplimiento de la obligación, aquellos otros no lo
impiden pero hacen a la ejecución debida, excesivamente onerosa para el deudor.
2) Historia.
Fue insinuada por los jurisconsultos romanos que la entrevieron en algunas
soluciones particulares.
Los glosadores en cambio, no se ocuparon de esta materia que si suscito la atención
de los post-glosadores.
Los grandes jurisconsultos clásicos franceses, no contemplaron el problema. En
cambio la jurisprudencia italiana de fines del siglo XVI y comienzos del XVII,
especialmente en los comentarios del cardenal De Luca, a las sentencias del tribunal
de la Rota, desenvuelven la teoría con toda precisión.
En el pensamiento germánico, dedican su atención a esta teoría, que luego en el
siglo XIX, por influencia del pensamiento individualista liberal, parece perder el favor
de la doctrina. Hacia fines del siglo XIX, la doctrina vuelve a prestar su atención a la
teoría de la imprevisión, que en el siglo XX llega a una formulación que puede
considerarse definitiva.
3) Fundamentos.
Teoría de la presuposición: hay siempre expectativas o creencias, sin las cuales el
que emite una declaración de voluntad no la hubiera emitido. Estas expectativas
forman la base del negocio.
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Teoría de la situación extra-contractual: el contrato obliga a las partes salvo cuando
cambios sobrevivientes traen en la ejecución consecuencias que sobrepasan las
previsiones de las partes al contratar, creándose entonces una situación extra-
contractual.
Teoría del equilibrio de las prestaciones: la equidad y la justicia requieren que el
juez restablezca el equilibrio de las partes, cortando toda desigualdad y buscando la
utilidad común que las partes tuvieron en mira al contratar.
Teoría del fundamento moral: la actitud del acreedor que pretende del deudor una
prestación que se ha vuelto desmesuradamente onerosa es reprochable pero, según
el, por razones morales, no jurídicas. Por ello aconseja que el juez solo intervenga
en circunstancias extraordinarias que afecten a toda una categoría de deudores.
Teoría de la buena fe: aplicar literalmente el contrato luego de un cambio radical de
las circunstancias originarias atenta contra la buena fe.
Teoría del medio económico jurídico: todo contrato se celebra en un medio
económico-jurídico determinado. Cuando un hecho imprevisible altera este medio
nos encontramos ante un nuevo contrato, y no cabe exigir la estricta ejecución del
contrato primitivo.
Teoría de Orgaz: además de lo que las partes ponen en su contrato, esta lo que
presuponen. Aunque lo presupuesto no este expresado, esta en la base y raíz del
consentimiento y no puede prescindirse de este elemento sin mutilar la verdadera
esencia del contrato.
Teoría del abuso del derecho: el acreedor que exige el cumplimiento estricto de la
prestación incurre en abuso del derecho, ya que no lo ejerce en forma funcional.
4) Requisitos para su aplicación.
a. Es aplicable únicamente a los actos jurídicos.
b. Debe tratarse de contratos conmutativos.
c. Tiene que mediar el acaecimiento de un hecho exterior.
d. Debe tratarse de hechos imprevisibles.
e. Es menester que se trate de actos jurídicos a largo plazo.
f. La dificultad de cumplimiento creada debe ser de una onerosidad
excesiva.
5) Efectos.
Producido el hecho contemplado por la teoría de la imprevisión el deudor cuya
obligación se ha tornado excesivamente onerosa puede aducir la rescisión del
contrato respectivo, pero esta rescisión solo disuelve el vínculo obligacional para el
futuro, dejando intactos los efectos producidos hasta entonces. Sin embargo, la
rescisión no es ineludible, pues si la parte a quien el cambio de circunstancias
favorece desmesuradamente, se aviene a modificar los términos del contrato, puede
imponer al otro contratante la subsistencia de la obligación, ya que queda
subsanada la injusticia que es la razón de ser de la ruptura del contrato.
6) La imprevisión en el derecho argentino.
Art. 1198: Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de buena fe y de acuerdo con lo
que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión.
En los contratos bilaterales conmutativos y en los unilaterales onerosos y conmutativos de ejecución
diferida o continuada, si la prestación a cargo de una de las partes se tornara excesivamente onerosa,
por acontecimientos extraordinarios e imprevisibles, la parte perjudicada podrá demandar la resolución
del contrato. El mismo principio se aplicará a los contratos aleatorios cuando la excesiva onerosidad se
produzca por causas extrañas al riesgo propio del contrato.
En los contratos de ejecución continuada la resolución no alcanzará a los efectos ya cumplidos.
No procederá la resolución, si el perjudicado hubiese obrado con culpa o estuviese en mora.
La otra parte podrá impedir la resolución ofreciendo mejorar equitativamente los efectos del contrato.

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DERECHO CIVIL
7) Derecho comparado.
III. Estado de necesidad:
1) Concepto.
2) Caracterización.
3) Requisitos.
4) Efectos.
Estado de necesidad:
Podemos definirlo como una situación de peligro actual para intereses protegidos
por el derecho, solo evitable violando los intereses jurídicamente protegidos de otro.
El derecho de necesidad resulta siempre de una situación de necesidad, pero esta
última, para erigirse en derecho, debe reunir determinados requisitos objetivos. En
otras palabras:
Una situación de necesidad es siempre el fundamento, pero no todas las situaciones
de necesidad confieren ese derecho.
Es el que se origina, según la doctrina alemana, a raíz de hechos, situaciones o
circunstancias anormales y excepcionales, que representan un peligro real e
inminente de conmoción pública, por graves emergencias como sedición, guerra
civil, ataque exterior, u otro peligro colectivo.
Es sustitutiva de la razón de estado:
Legítima la actuación de los órganos del poder en el estado para conjurar el peligro;
asimilando la situación a la del individuo que se defiende ante la amenaza de un
peligro real e inminente en su persona o en sus bienes.
Se trata de saber si cuando el agente ha obrado bajo la coerción de necesidades
apremiantes, cuya satisfacción es impostergable, resulta admisible la invocación de
esos factores extraños al sujeto, como determinantes de un vicio de la voluntad
para invalidar el acto obrado.
El punto ha sido examinado por lo general en orden a la responsabilidad del agente,
a cuyo respecto se ha sostenido que el acto necesario no el ilícito y por lo tanto no
compromete la responsabilidad de su autor, el cual solo estaría obligado a reparar el
daño derivado del hecho necesario en la medida de su enriquecimiento (aplicación
del principio vigente en nuestro derecho, del enriquecimiento sin causa).
Con todo, se ha observado que esa solución no sería viable sino cuando el sacrificio
del bien ajeno produjese la conservación del bien propio salvado.
De ahí que se aconseje la distribución del daño por vía legal entre el causante
material del mismo y aquel en cuyo interés el daño hubiera sido cometido.
Pero éste no es nuestro problema.
No interesa, ahora, considerar al estado de necesidad como supuesto de
irresponsabilidad del agente sino como posible vicio de la voluntad para anular el
acto jurídico obrado en su consecuencia.
La postura tradicional a este respecto fue terminantemente negativa.
Si no mediaban acciones imputables a alguien, dirigidas a provocar la coacción
moral de la persona cuyo consentimiento se deseaba arrancar, no había vicio de
violencia. Así, en el derecho romano, se afirmaba la validez del convenio por el cual
alguien detenido por los ladrones o en poder del enemigo hubiese prometido a un
tercero, ajeno, por cierto, al secuestro, un elevado precio por su rescate: se
entendía que la violencia (privación de la libertad) no era causa sino ocasión del
contrato.
Esta solución que, como dice de gasperi, denotaba "una concepción estrecha de la
violencia, limitada al dominio de los vicios del consentimiento, cuando se la ejerce

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por una voluntad humana con el designio de arrancar el consentimiento", pasó al
derecho francés. En efecto, si bien el código napoleón no consideró explícitamente el
punto, los comentaristas siguieron el cauce romanista para lo cual sin duda gravitó
la opinión concordante de pothier.
Cabe hacer notar, sin embargo, que el mismo pothier y algunos de los juristas del
siglo pasado insinuaron variantes en la decisión del caso, que no se conciliaban con
la admitida validez del acto celebrado. Así pothier concedía que si el precio era
excesivo cabía su reducción a una justa recompensa. Duvergier, sin dejar de
inclinarse ante el parecer de pothier, insinúa que en rigor nada se debe, y por su
parte marcade llegaba hasta admitir la posibilidad de anular el contrato cuando la
deuda fuere excesiva, sin perjuicio de fijar una suma en pago del servicio prestado,
según decía por efecto del cuasicontrato de gestión de negocios, hipótesis esta
última a todas luces inaplicables.
Pero, con todo, la opinión general se negaba a ver allí un vicio de violencia.
La situación varió en el año 1887 a raíz de un fallo dictado por la corte de casación
francesa. Se trataba de la impugnación de un contrato de salvamento de un buque
en riesgo de naufragio por un precio muy elevado, en el que la corte decidió que
"cuando el consentimiento no es libre, cuando se presta bajo el imperio del temor
inspirado por un mal considerable y presente, el contrato celebrado queda viciado y
es anulable".
Esta solución ha sido aprobada por todos los autores. Según ella, la violencia
objetiva constituye vicio de la voluntad, cuando se ha abusado del peligro exterior
en que se encuentra la víctima, para obtener de ella un lucro desmesurado. Hay
entonces una asociación del beneficiario a las circunstancias externas que justifica
que se lo haga responsable del daño que su abuso ha contribuido a causar. Se
piensa que "existe la presión o coacción desde el momento en que se ofrecen los
servicios necesitados o cuando ante la solicitud de ellos, se muestra disposición o
aptitud a prestarlos, pero se exige un precio que el obligado a pagarlo no acepta de
buen grado y sin resistencia. Con mayor motivo será así cuando, habiendo aceptado
un encargo, se amenaza con no cumplirlo y con abandonar al interesado a un riesgo
aumentado por ese abandono".
Josserand va aun más lejos. Este autor enseña que así como el error es causa de
nulidad de los contratos, cualquiera sea su origen, de igual modo, tratándose de la
violencia, no hay por que distinguir la que es intencional de la que proviene de un
estado de necesidad, ya que ella debe ser estimada por el temor que inspira, o sea
por un vicio que esta en el consentimiento de la víctima. De ahí que corresponda en
ambos casos admitir la nulidad del contrato.
Estado de necesidad como eximente de responsabilidad:
Hay estado de necesidad, como causa eximente de responsabilidad, cuando alguien
para evitar un mal grave e inminente al que ha sido extraño, causa un daño a otro:
en tal caso el no incurre en responsabilidad si el perjuicio ocasionado es
incomparablemente inferior al evitado y no ha habido otro medio para impedir éste
último.
Esta situación tiene un punto de contacto con la legítima defensa: en ambas
hipótesis se cierne sobre el agente un mal grave e inminente. Pero media una
diferencia fundamental entre ambas figuras que se traduce en un tratamiento
jurídico muy distinto de la actividad dañosa del agente. Mientras en la legítima
defensa, la inminencia del mal tiene un autor definido que es el injusto agresor, lo
que justifica la reacción contra el; en el estado de necesidad el mal se origina en el
apremio y dureza de las anónimas circunstancias exteriores,-la violencia objetiva-, y
la reacción frente a ellas se descarga sobre un damnificado inocente, lo que torna
mas incierta la búsqueda de una solución justa. En esa indagación es fundamental el
esclarecimiento acerca de la naturaleza jurídica del acto obrado en estado de
necesidad, pues en función de ella deberán elaborarse los principios que rijan con
justicia la situación del autor material del daño y de la víctima inocente del daño.

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Requisitos del acto necesario. Para que resulte configurado el estado de necesidad
como causa de irresponsabilidad es menester que concurran los siguientes
requisitos:
A) que el agente sienta el "temor fundado de sufrir un mal inminente y grave".
La inminencia alude a la ocurrencia del mal en un lapso muy próximo, casi
inmediato, lo que impide al sujeto recabar el auxilio de la autoridad pública para
conjurar el peligro que se cierne sobre el; excluye el daño futuro, con mayor razón
si es incierto, como inepto para provocar un sentimiento de temor actual.
La gravedad del mal se refiere a la magnitud del valor que para el agente tiene el
bien en peligro. Puede ser su propia persona el bien en peligro, o algún bien suyo
que para el reviste suma importancia, al extremo de que su pérdida pueda
considerarse vital. Un mal que incide sobre personas distintas del agente, pero que
deben entenderse moralmente identificadas con el, como su cónyuge y sus
descendientes o ascendientes, es asimilado a un mal que puede sufrir el mismo
sujeto que obra.
B) que el agente no sea culpable del peligro que lo amenaza. Si ha sido por su
negligencia o imprudencia que se ve expuesto a ese peligro no puede alegar ahora
que obra privado de libertad, porque era libre en el momento inicial de la actividad:
actio libera in causa.
C) que el daño ajeno sea el único modo de evitar el peligro que amenaza al agente.
D) que el daño ajeno sea incomparablemente menor al evitado. Tiene que existir
total desproporción entre los intereses en juego. Existe esa desproporción de
importancias cuando se salva la vida a expensas de la pérdida de los bienes ajenos
(diferencia cualitativa), pero no la hay si para lograr aquel resultado hay que causar
la muerte del prójimo: una vida humana, en si misma considerada, no es más
valiosa que otra. Cualquier hombre es un fin en si mismo y no puede ser utilizado
como medio por otro hombre.
E) que, finalmente, el daño ajeno sea de carácter patrimonial. A este respecto hay
una deferencia fundamental en el régimen civil o penal del estado de necesidad,
pues mientras los penalistas conceptúan que no es punible quien atenta contra la
vida del prójimo como único medio de salvar la vida propia, es difundida la doctrina
de los civilistas en el sentido de que aquel estado sólo comprende los ataques a los
bienes ajenos pero no los atentados personales que siguen siendo ilícitos en orden a
la responsabilidad civil del agente. Ello es así porque "jamás se podría admitir un
daño a la persona y menos a la vida de la persona".

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TEORÍA GENERAL DE LA RESPONSABILIDAD.


Actos ilícitos.
I. Nociones generales.
Ilicitud: Concepto.
El poder del hombre puede provocar efectos jurídicos, tanto por ajustarse al ordenamiento del
derecho, como por ir en contra de el. Así, la conducta ilícita del sujeto produce efectos en
perjuicio de quien obra contra derecho: obligaciones de resarcir el daño, penalidades, etc.;
efectos estos que se producen, no porque el sujeto los quiera, sino porque los establece el
ordenamiento jurídico, a fin de corregir su voluntad contraria a derecho y para combatir los
efectos antisociales de aquella actividad ilícita.
El derecho objetivo o conjunto de normas jurídicas de cada estado, sirve de pauta par la
definición de lo ilícito en cualquier orden del derecho; de manera tal que acto ilícito es todo
acto contrario al ordenamiento jurídico, considerado este en su totalidad. Pero conviene
recalcar que, cuando se afirma esto, se quiere aludir al principio de la unidad del ordenamiento
jurídico, que hace que cada norma no pueda considerarse como una unidad estanca o aislada,
sino, muy por el contrario, como elemento conceptualmente inseparable de un complejo
jurídico pleno o integral y de ahí que solo sea ilícito lo contrario al ordenamiento jurídico todo,
y no lo opuesto a una norma aislada, en cuyo caso la violación podría estar justificada por otra
regla que prevalezca y le de el signo de la licitud. El homicidio, por ejemplo, no siempre
comporta un acto ilícito, desde que en ciertas circunstancias (legítima defensa), el propio
ordenamiento jurídico lo justifica.
Ilicitud subjetiva y objetiva.
La ilicitud de un acto es independiente de las circunstancias concernientes a los sujetos que
realizan la acción; o sea, que el acto contrario a derecho es siempre y por esto solo ilícito,
aunque haya sido practicado por un sujeto sin voluntad. Lo que no habrá en estos casos es
punibilidad para el agente, sea en el orden penal para la aplicación de la pena, sea en el civil
para la indemnización de los daños; pero la aplicación de la pena o la obligación de resarcir no
son elementos de la ilicitud, sino solo dos de sus eventuales consecuencias, de manera que la
falta de imputabilidad no excluye el carácter objetivamente ilícito de la acción, sino únicamente
la responsabilidad de su autor.
Cuando el hecho es contrario entonces al derecho objetivo, al margen de la imputabilidad del
agente, se dice pues que la ilicitud es objetiva. Y frente a aquellos actos se contraponen los
casos de ilicitud subjetiva, en los cuales el autor conoce o ha debido conocer la naturaleza
antijurídica, o por lo menos lesiva, de su actuación; que son los que realmente interesan a los
efectos de la imputabilidad y, por consiguiente, de las consecuentes responsabilidades. En
síntesis, la distinción entre la ilicitud objetiva y subjetiva es pues diferenciación entre la
violación de la norma jurídica considerada en si misma, y la violación que realiza un sujeto que
además es culpable.
Responsabilidad civil:
1) Concepto.
Se suele definir la responsabilidad civil, diciendo que es la que consiste en reparar por
medio de una indemnización pecuniaria, el daño que se ha causado a otros, de manera
que ser civilmente responsable significa estar obligado a reparar por medio de una
indemnización, un perjuicio sufrido por otras personas.
2) Aproximaciones y diferencias con la responsabilidad moral.
No han faltado autores que han sostenido que no existe en realidad, ninguna diferencia
de dominio de naturaleza y de fin, entre la regla moral y la regla jurídica; y no puede
haberla puesto que el derecho debe realizar la justicia y la idea de lo justo es una idea
moral. Por esta razón, la responsabilidad civil, no seria mas que la organización jurídico
técnica de la responsabilidad moral, o, si se quiere, la determinación y sanción legal de
esta responsabilidad.

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DERECHO CIVIL
Las diferencias que dejamos señaladas entere las reglas jurídicas y las morales, han
llevado a los autores la necesidad de admitir un distinto tipo de responsabilidad.
Para la primera tendencia, el campo de la moral es mucho mas amplio que el del
derecho, por estar libre de todo fin puramente utilitario.
La otra postura afirma que la noción jurídica de responsabilidad nace, entre otras
razones, de la necesidad de ampliar la obligación de reparación mas allá de la regla
moral, la que aun respetada no basta para asegurar el orden social; y de allí que no
solo sea mas severa que la obligación moral de reparación, sino de dominio mucho mas
vasto que el de esta.
3) Ilícito civil y penal.
Según una primera postura, existiría delito civil si el derecho violado es un derecho
subjetivo y delito penal si lo violado es el derecho objetivo.
Una segunda opinión considera que la diferencia debe buscarse en la naturaleza de la
norma violada o del interés protegido por la misma: si aquella es de orden público y
este es social, el delito es penal; si la norma es de orden privado y el interés individual,
el delito es civil.
Hay quienes añaden también, que son asimismo distintas las finalidades perseguidas
por los respectivos ordenamientos al establecer la ilicitud, y de ahí las diferentes
sanciones: en lo penal el hecho prohibido es nocivo para la sociedad entera, y porque
afecta a esta es que le aplica una pena, que incluso puede ser privativa de la libertad;
en lo civil la victima no es ya toda la sociedad sino un particular, y por eso sus
consecuencias se limitan generalmente a la reparación del daño causado. De lo cual se
deriva otra diferencia: en el ilícito civil la reparación se fija por la extensión el daño
ocasionado a la victima, con prescindencia de la mayor o menor culpabilidad del autor;
mientras que en el ilícito penal, la pena estará en función de la gravedad del hecho y de
acuerdo a la peligrosidad evidenciada por el sujeto.
Conforme a una tercera postura, el distingo que nos ocupa derivaría de la calidad de la
sanción que pune al mismo acto: habrá ilicitud civil cuando el acto este castigado con
sanciones diversas de la pena, y viceversa, la ilicitud será penal cuando también se
aplique contra ella la pena. Pero, la sanción no puede ser índice idóneo, pues no es un
elemento de los actos ilícitos, sino su efecto; “un acto no constituye ilícito penal por
estar castigado con una pena, sino que se aplica esta por presentar aquel carácter”.
La diferencia es extrínseca, legal o de tipificación y pertenece a la actividad pre-jurídica;
es el criterio político que preside la formación de las normas, lo que determina y decide
entre el delito y lo que no tiene se carácter, o entre el delito penal y el civil.
Así, el derecho penal y el civil recogen el concepto de ilicitud teniendo en vista
preferentemente una de las consecuencias eventuales de ella: la punibilidad o
condenación a sufrir una pena en el ámbito penal, el resarcimiento del daño en el orden
civil. Con este fin concreto de la responsabilidad del agente, tanto el derecho penal
como el civil, agregan a la violación del ordenamiento jurídico el requisito subjetivo de
la culpabilidad; en cuanto-para que sea posible jurídicamente la aplicación de la pena o
la obligación de resarcir se necesita en principio que el sujeto haya obrado con una
cierta conciencia de la antijuridicidad de su acto. Pero, además, cada uno de estos
órdenes parciales del derecho requiere un tercer elemento particular a cada uno de
ellos y que los distingue y separa: el ilícito penal exige además la tipicidad, el civil el
daño causado.
De lo expuesto, se desprende en suma, que puede haber delito penal que no sea
civilmente ilícito, por no existir daño causado; o bien puede haber ilícito civil que no lo
sea desde el punto de vista penal, por falta de tipicidad.
Responsabilidad civil contractual y extracontractual:
1) Teorías de la unidad y de la dualidad. Diferencias técnicas entre ambas.
Delimitación.

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DERECHO CIVIL
Los jurisconsultos romanos no distinguieron dos ordenes de responsabilidad, y habrían
sido los glosadores y post-glosadores, quienes iniciaron esta labor de diferenciación que
a la postre habría sido receptada por el código Napoleón, para culminar en las obras de
los juristas clásicos franceses.
En el código civil francés la responsabilidad del deudor en los contratos, es regida por el
articulo 1137 que “somete a quien tiene la carga de ella (de la obligación de dar) a
prestarle todos los cuidados de un buen padre de familia”; es decir la “culpa leve” in
abstracto del derecho romano. En cambio, la responsabilidad del autor de un hecho
ilícito seria más severa, ya que basta la negligencia o imprudencia para que sea
responsable del daño que haya causado. De esta forma, la apreciación por los jueces de
la culpa contractual, estaría encerrada dentro de los limites estrictos del concepto del
bonus pater familia; mientras que en materia cuasidelictual, el juez tendría una mas
amplia libertad de criterio, para apreciar las diversas circunstancias de las cuales
dependerá la existencia o inexistencia de la culpa. Y al lado de esta concepción teórica
diferente, se agrega que cada una de esas culpas se encuentra regida por reglas
prácticas dispares.
Frente a la teoría dualista se alzo mas luego la de la unidad de culpas.
Entre nosotros se puede afirmar que el código civil, siguiendo las enseñanzas de Aubry
y Rau, ha consagrado la tesis de la dualidad de las responsabilidades, lo cual se
manifiesta en su artículo 1107.
Art. 1107: Los hechos o las omisiones en el cumplimiento de las obligaciones convencionales, no están
comprendidos en los artículos de este título, si no degeneran en delitos del derecho criminal.

Si se trata de responsabilidad contractual, se puede afirmar en líneas generales, que si


el incumplimiento es culposo, el deber de reparar se limita a los daños que fuesen
consecuencia inmediata y necesaria del incumplimiento de la obligación; y si es doloso,
el deber se agrava y alcanza también a las consecuencias mediatas. En cambio cuando
la responsabilidad es extra-contractual, la obligación podría extenderse hasta las
consecuencias casuales del hecho.
Finalmente, también difiere la reglamentación de la responsabilidad delictual y
contractual, la materia de la prescripción.
2) Contenido del contrato.
La circunstancia de que un perjuicio se haya producido entre personas unidas por un
lazo convencional de derecho, no basta para que la responsabilidad emergente se
considere contractual si el acto reprensible es extraño al contrato, o solo se produjo en
ocasión del mismo. Lo que la ley exige es que entre el hecho imputable y la prestación
debida medie una relación de causalidad, es decir, que la culpa del deudor resulte del
incumplimiento de una obligación realmente contenida en el contrato.
En la tarea de delimitación del contenido del contrato, el punto de partida de la
investigación se centra en la interpretación de la voluntad de las partes: hay que
indagar, ante todo, si las partes han querido poner a cargo de cada una de ellas tal o
cual obligación. Cuando aquellas no han manifestado expresamente su voluntad;
cuando no han trazado, desde el punto de vista que nos interesa, el circulo del contrato.
Entonces corresponderá a los jueces, a sus conocimientos y sana critica, el descubrir
esa voluntad insita y determinar el contenido del contrato.
3) Transporte oneroso.
Se trata de estudiar aquí si es contractual o extracontractual la responsabilidad del
tranportista o porteador, cuando la persona transportada en forma onerosa resulta
lesionada o muerta en un accidente ocurrido durante el viaje.
Jurisprudencia y doctrina francesas:
El porteador es puesto en posesión de los objetos, cosas inanimadas, incapaces de
vigilarse a si mismas; el expedidor es obligado a desprenderse de ello y a abdicar toda
vigilancia; desde la entrega de un objeto al entrar a una estación, hasta su restitución
al salir de otra, solo la compañía puede vigilar su seguridad.

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DERECHO CIVIL
Finalmente, la corte de casación se expidió: diciendo entonces que la responsabilidad
era de carácter contractual y que la ejecución del contrato de transporte comporta para
el transportista la obligación de conducir al viajero, sano y salvo, a destino.
Desde entonces, la jurisprudencia de la corte de casación francesa no vario y fue
acogida sin resistencia por los tribunales inferiores.
Jurisprudencia y doctrina nacionales:
Nuestro derecho positivo ha escapado a ese largo y difícil proceso de gestación de la
teoría de la responsabilidad contractual del porteador; por existir normas expresas que
así lo resuelven.
Tan claras y expresas son esas normas, que la jurisprudencia no ha vacilado en
declarar, por aplicación de las mismas, que las empresas de transporte contraen para
con los viajeros una obligación de seguridad, y que la responsabilidad en caso de
siniestros es, por lo tanto, la sanción de una obligación contractual.
El articulo 184 del código de comercio se aplica, cualquiera sea el medio de transporte
utilizado, tales como aeronaves, buques, automóviles de alquiler y todo transporte en
automóvil con o sin taxímetro; aplicándose siempre que exista un contrato de
transporte, aunque quien lo realice no lo haga habitualmente y no tenga, por ello, la
calidad de empresario comercial. Y, aun mas, el juez puede aplicarlo, aun sin mediar
invocación de parte, por el juego del principio iura novit curia.
Para mayor abundamiento, cabe señalar que la obligación del transportista es una
obligación de resultado, ya que debe trasladar al viajero de un lugar a otro sano y
salvo; de modo tal que cualquier menoscabo que sufra durante el viaje, configura pues,
en principio, el incumplimiento de la prestación a cargo del porteador y da nacimiento a
su responsabilidad.
4) Transporte benévolo de las personas.
A nuestro entender, existe transporte benévolo, gracioso o de complacencia, cuando el
conductor (dueño o guardián) del vehículo consiente en llevar a otra persona por acto
de mera cortesía, con la intención de hacer un favor y sin que el viajero se encuentre
obligado a efectuar contraprestación alguna por dicho transporte.
Responsabilidad por daños producidos durante el transporte benévolo:
Teorías negativistas: una primera tendencia, ha considerado que ese tipo de transporte
no da nacimiento a vínculo jurídico.
Teorías contractualistas: para algunos autores, el transporte benévolo configura un
verdadero contrato. Se trataría de un contrato innominado, con similitudes o
semejanzas con el mandato.
Otra variante, dentro de la misa corriente contractualista, es la que pretende que el
transporte gracioso no es mas que un tipo del transporte reglamentado en la legislación
nacional.
Teorías de la responsabilidad extracontractual: las normas comunes atinentes a la
responsabilidad extracontractual resultan de aplicación, y entre nosotros muy
especialmente el articulo 1109 del código civil, en cuanto sanciona la obligación de
reparar el perjuicio, a cargo de todo el que ejecute un hecho que, por su culpa o
negligencia, ocasione u daño a otro.
Atenuación de la responsabilidad del transportista benévolo, dentro de las tesis extra-
contractuales:
Así, para eximir o atenuar la responsabilidad del transportador benévolo, se ha llegado
a sostener la “aceptación del riesgo”, por parte de quien aprovecha del transporte; tesis
esta que ha sido también acogida por la corte de casación francesa.
En contra del guardián de una cosa sometida a la necesidad de una guarda en razón del
peligro que pueda hacer correr a otro, no puede ser invocada por aquellos que,
habiendo aceptado o solicitado participar a titulo gracioso en el uso de un automóvil,
conocían los peligros a que voluntariamente se exponían. Y de tal suerte, el que viaje
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DERECHO CIVIL
en tales condiciones, dada su utilización del vehículo, tendrá que probar la culpa del
transportador en caso de accidente, volviéndose así al campo tradicional de la
responsabilidad aquilina.
Doctrina y jurisprudencia nacionales:
En el transporte benévolo no existe relación contractual y, en consecuencia, deben
aplicarse las normas comunes que rigen la responsabilidad extracontractual. Sin
embargo, algunos autores y fallos judiciales aclaran que ellos solo tiene lugar en la
hipótesis de que el accidente configure un hecho del hombre, pues en el supuesto de
hecho de la cosa, entonces entra a funcionar la presunción de responsabilidad contra el
dueño o guardián. Llambias comparte este criterio cuando el daño es producido
propiamente por un vicio del vehículo transportador; mas no si el daño es causado por
el riesgo de la cosa, en cuyo supuesto la reparación no tiene base en la culpa del dueño
o guardián de la cosa por la cual provino el daño, sino en el hecho de la creación del
riesgo, en cuyo caso ha participado conjuntamente con el transportador el propio
transportado.
Por lo demás, la atenuación de la responsabilidad del transportador puede lograrse
entre nosotros por aplicación de las reglas que rigen en materia de culpa concurrente.
5) Responsabilidad pre-contractual e “in contrahendo”.
La culpa que analizamos hasta aquí, supone la existencia de un contrato valido entre el
acreedor y el deudor.
La culpa in contrahendo alude a la omisión de diligencias apropiadas para acceder al
perfeccionamiento de un contrato en vías de formación.
Hay, en ese comportamiento un abuso de la libertad de no contratar, que es una
especie del genero abuso del derecho.
Algunos autores distinguen la culpa pre-contractual de la culpa in contrahendo. Aquella
se produciría en el periodo previo de los tramites preparatorios con anterioridad a una
oferta concreta después de lo cual ya seria culpa in contrahendo, en ambos casos se
trata de la violación del deber general de obrar con diligencia y prudencia a fin de evitar
el mal ajeno.
No se trata de responsabilidad contractual porque aun no hay contrato formado. La
responsabilidad que analizamos es extracontractual o aquiliana, y la obligación de
indemnizar existe porque se dan todos los elementos constitutivos del hecho ilícito:
1) hay un hecho reprobado por la ley, que no permite que se cause daño a
otro;
2) hay daño;
3) hay relación de causalidad material entre el hecho y el daño, y;
4) hay una relación de causalidad moral o imputabilidad entre el agente y
el hecho obrado.
5) El responsable debe resarcir el interés negativo del acreedor. Debe
reintegrar al acreedor los gastos efectuados (daño emergente), como
asimismo compensarle la perdida de la probabilidad (chance) de
ganancia (lucro cesante), que habría podido concretar si hubiese
encarado otro negocio, lo que dejo de lado con motivo del que estaba
pendiente de conclusión y que se frustró.
6) Contrato nulo, anulable e inoponible.
Contratos nulos y anulables:
El fundamento legal de la obligación de indemnizar nacida a favor del contratante
damnificado a raíz de la anulación de un contrato, se haya en la culpa aquiliana del
responsable de la declaración de invalidez.
Art. 1056: Los actos anulados, aunque no produzcan los efectos de actos jurídicos, producen sin embargo,
los efectos de los actos ilícitos, o de los hechos en general, cuyas consecuencias deben ser reparadas.

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DERECHO CIVIL
Lo dicho vale, sin dudad alguna, para los contratos nulos. Y también respecto de los
anulables, una vez que su anulación haya sido dispuesta jurídicamente.
Contratos inoponibles:
Finalmente, esta la categoría de los actos inoponibles, distinta de los inválidos (nulos o
anulados), que comprende a aquellos actos que siendo en si validos, resultan sin
embargo ineficaces (inoponibles) respecto de terceros.
El tercero a quien se oponen actos pasados entre otras partes, que no han tenido titulo
legal para representarlo, no tiene necesidad de atacarlos por vía de nulidad. Le basta
responder que la cosa hecha entre terceros no le concierne.
La diferencia entre los contratos nulos y los inoponibles, son, por lo demás, notorias:
1) el contrato nulo o anulado es ineficaz sea entre las partes, sea respecto de
terceros; el acto inoponible es ineficaz solo respecto de determinadas personas
que pueden comportarse como si el acto no existiese, pero en cambio conserva
su eficacia entre las partes.
2) La acción de nulidad es prescriptible, por lo que, transcurrido el plazo legal, la
parte afectada no puede hacer valer los vicios que inciden sobre el acto, por
tornarlo ineficaz; mientras que si el acto es inoponible, cualquiera que sea el
tiempo transcurrido el mismo no adquiere eficacia respecto del tercero, y
3) Por ultimo, mientras el acto anulable puede ser confirmado, los celebrados por
quien no tenía título legal para representar a otro solo se purgan, mediante la
ratificación de este último.
7) Responsabilidad profesional.
Cuando ha existido un contrato entre el profesional y la victima, para la prestación de
servicios por parte de aquel, la responsabilidad en que pueda incurrir no puede ser sino
contractual; quedan por tanto excluidos del presente planteo, aquellos supuestos
especiales en que no media convención ente profesional y victima.
Sin embargo, tanto en Francia como en nuestro país, existen distintos
pronunciamientos para apreciar la responsabilidad de esos médicos, abogados,
arquitectos, etc. Frente a sus clientes. Ello ha sido explicado, sosteniéndose por algunos
autores que el profesional goza de independencia en la ejecución de los contratos, que
le da simplemente la posibilidad de emplear su libertad en cierta forma, de manera que,
habiendo mal uso surge la culpa aquiliana.
Hoy aquella dificultad se encuentra superada, con la admisión de que existen también
obligaciones de medios de fuente contractual, en las que como de ordinario ocurre en
las obligaciones extra-contractuales, que normalmente importan la violación del deber
jurídico de no dañar, el deudor solo se compromete a poner de su parte los medios
razonablemente conducentes para llegar a un resultado; pero que, se obtenga o no
este, queda liberado de responsabilidad, si por su parte cumplió con sus conocimientos,
aptitudes, diligencia, etc., en procurar tales medios. Por ello es que la doctrina y
jurisprudencialas reciente, se inclinan hoy en forma casi unánime, por admitir el
carácter contractual de la responsabilidad profesional
8) El problema de la opción: inejecución del contrato y acto ilícito.
9) El contrato de hospedaje.
Por un lado tenemos el CONTRATO DE HOSPEDAJE que el CC no lo regula. En cambio lo
vincula con el depósito necesario (1120) (2182, 2230). El artículo 2227 hace mención al
depósito necesario y establece efectos introducidos en las posadas por los viajeros.
Un contrato de hospedaje: Es una “convención consensual en virtud de la cual una
persona se obliga a prestar a otra alojamiento, suministrando o no alimentación
mediante un precio en dinero “:
-Por un lado se regula por el depósito (2229)

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-Por otro lado el CC lo trata dentro de la responsabilidad extracontractual (art 1118 y
1120 cuasidelito).
Entonces existe una duplicidad normativa (2227 al 9) y por otro lado el (1118 y 1120)
entonces se puede optar por buscarlo por responsabilidad contractual o
extracontractual.
El contrato de hospedaje es un contrato complejo mixto e innominado porque surge en
base a las formas del depósito necesario.
El fundamento de la responsabilidad del hotelero ¿porque va a responder? Es una
responsabilidad objetiva, es una obligación de resultado y si el damnificado es el viajero
basta con acreditar que no se logro el resultado querido.
Los legitimados pasivos, son los dueños de los hoteles o el titular del establecimiento,
ahora si dos o mas personas son dueños, responden mancomunadamente por que la ley
no lo modifico con la reforma de la ley 17711. Y otro supuesto de excepción es el caso
del 1131 que es el supuesto de una casa que se esta por derrumbar van a responder en
forma mancomunadamente.
Los legitimados activos, son los pasajeros que se han alojado en el lugar que han
sufrido un DAÑO sino no pueden demandar.
Las cosas de valor que tiene el pasajero las tiene que denunciar o declararlas o
guardarlas en cajas de valor.
El dueño del hotel no se exime dejando anuncios que no se hace responsable. Porque
se trata de un contrato de hospedaje el cartel seria la voluntad de una de las partes. Al
igual que en las plazas de estacionamiento cuando hay carteles.
Cuando hay culpa del viajero si se exime o cuando los autores son miembros de la
familia de que visitan a los viajeros, o de visitantes y se eximen en caso de fuerza
mayor o caso fortuito. También se eximen en el supuesto de pérdida de cosas valiosas
no denunciadas por los pasajeros. Se eximen en caso de robo con armas o
escalamiento pero no se eximen en el hurto.
En las playas de estacionamiento no se eximen porque uno lo deja en la playa porque
hay seguridad si es gratuito (habría un contrato tácito en vez de escrito)
Cuando uno deja al hijo en la escuela “delega la guarda”a las autoridades de la escuela
y el responsable el director y los maestros no eximiéndose de responsabilidad ya que
están bajo su cuidado:
10) Inejecución del contrato y delito criminal.
II. Responsabilidad civil extracontractual:
B. Nociones generales:
1) Evolución histórica.
La primera gran fuente de las obligaciones estuvo constituida por los actos
ilícitos.
Primitivamente el problema quedo en realidad al margen del derecho.
Poco a poco esta concepción se fue introduciendo en la esfera jurídica y el
Talien se convirtió en una regla. Luego aparece la composición.
Al generalizarse la practica de las composiciones voluntarias, llega el día en
que la autoridad sanciona ese uso y lo impone obligatoriamente y a partir
de entonces, la victima ya no podrá hacer justicia por si misma, sino que
estará obligada a aceptar la composición, cuya cuantía, por lo demás,
estará fiada por anticipado por la propia autoridad. Se ha llegado a la etapa
de la composición legal u obligatoria.
En el derecho romano:
El derecho romano del tiempo de las XII tablas representa una época de
transición entre la fase voluntaria y la de la composición legal obligatoria.
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DERECHO CIVIL
La ley aquilia innovo sobre diversos puntos de vista aceptados por la
legislación precedente; siendo su aporte fundamental el reemplazo de las
penas fijas impuestas hasta entonces, por la reparación pecuniaria del
daño individualizada y distinta según las circunstancias de cada caso.
De todas formas, la ley aquilia resultó insuficiente, por cuanto no
comprendió, ni podía comprender, todos los casos de la vida real.
No obstante, se ha afirmado que en el derecho romano nunca se llego a
precisar claramente el distingo entre las acciones civiles por reparación de
daños y perjuicios, y las acciones penales que conducían a pronunciar una
pena o castigo.
En el derecho francés:
Las leyes bárbaras constituían, esencialmente, tarifas que señalaban la
suma debida por el autor del daño y que imponían a la victima la
aceptación del rescate. En la segunda mitad del siglo XII, fue cuando se
puso en claro la separación de la reparación y la pena.
2) Elementos del acto ilícito.
Habitualmente se mencionan como constitutivos solo tres requisitos:
El perjuicio o daño causado;
La imputabilidad; y la existencia de una relación de causalidad entre la
culpa y el daño.
Pero otros autores, aun dentro del mismo número, difieren en cambio en
cuanto a cuales son los elementos, exigiendo que concurran: un daño
causado, que lo sea ilegalmente (hecho ilícito); y que hay imputabilidad.
Aunque esas tendencias pueden considerarse dominantes en la actualidad,
existen otras posturas mas extremas de sentido opuesto: una restrictiva y
otra extensiva, en cuanto al número de elementos. La primera de estas
corrientes intenta reducir al mínimo los elementos constitutivos de la
responsabilidad extracontractual, y así se afirma que aquellos pueden
sintetizarse en dos fundamentales: el hecho ilícito y la culpa.
Pero, buena parte de la doctrina contemporánea, elaborada sobre la base
del código civil Francés, tiende sin embargo a ampliar el número de
elementos básicos de la responsabilidad civil extra-contractual. Dentro de
esta línea, algunos de los primeros comentadores del código Napoleón
exigieron cuatro requisitos básicos: hecho humano; violación del derecho
ajeno; daño causado; nexo causal entre el acto y sus consecuencias; e
imputabilidad; y aun se han enunciado hasta seis condicionantes: hecho
positivo o negativo; violación de la ley; haber procedido el agente
voluntariamente con dolo o culpa; daño causado; nexo causal e
imputabilidad. No obstante, la mayoría de los partidarios de las posturas
extensivas solo mencionan cuatro elementos: el daño causado a un
tercero; la antijuridicidad o, mejor dicho, la violación de un deber jurídico
de conducta impuesto por la ley; la relación de causalidad entre el hecho y
el daño; y un factor de atribución de la responsabilidad, subjetivo u
objetivo, que la ley repute idóneo para sindicar a quien habrá de ser el
sujeto responsable.
Y es a esta última tendencia a la que, por nuestra parte, adherimos, por
considerar que es la que mejor define las condiciones necesarias para la
existencia de la responsabilidad civil extracontractual.
C. Daño:
1) Concepto.
2) Clases:
a. Patrimonial.
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b. Extramatrimonial.
c. Directo.
d. Indirecto.
3) Daño patrimonial:
a. Concepto.
b. Requisitos:
i. Cierto.
ii. Personal.
iii. Lesión jurídica.
iv. Daño emergente.
v. Lucro cesante.
c. Actual y futuro.
d. Interés positivo y negativo.
4) Daño extrapatrimonial:
a. Concepto.
b. Discusión sobre su admisibilidad.
c. El problema en el código civil argentino.
d. Consideración de ciertos supuestos particulares:
i. Homicidio.
Quedan comprendidos es esta figura, el homicidio simple, culposo, doloso,
preterintencional, parricidio, uxoricidio, etc.
Art. 1077: Todo delito hace nacer la obligación de reparar el perjuicio que por él resultare a
otra persona.
Art. 1079: La obligación de reparar el daño causado por un delito existe, no sólo respecto de
aquel a quien el delito ha damnificado directamente, sino respecto de toda persona, que por él
hubiese sufrido, aunque sea de una manera indirecta.
Art. 1084: Si el delito fuere de homicidio, el delincuente tiene la obligación de pagar todos los
gastos hechos en la asistencia del muerto y en su funeral; además lo que fuere necesario para
la subsistencia de la viuda e hijos del muerto, quedando a la prudencia de los jueces, fijar el
monto de la indemnización y el modo de satisfacerla.
Art. 1085: El derecho de exigir la indemnización de la primera parte del artículo anterior,
compete a cualquiera que hubiere hecho los gastos de que allí se trata. La indemnización de la
segunda parte del artículo, sólo podrá ser exigida por el cónyuge sobreviviente, y por los
herederos necesarios del muerto, si no fueren culpados del delito como autores o cómplices, o
si no lo impidieron pudiendo hacerlo.

El articulo 1084. sienta la presunción de daño por el homicidio de una


persona, a favor de la viuda e hijos del muerto.
ii. Lesiones.
iii. Daños comprendidos.
iv. Determinación de la indemnización.
Art. 1086: Si el delito fuere por heridas u ofensas físicas, la indemnización consistirá en el
pago de todos los gastos de la curación y convalecencia del ofendido, y de todas las ganancias
que éste dejó de hacer hasta el día de su completo restablecimiento.

e. Delitos contra la libertad individual:


i. Daños comprendidos.
ii. Estupro.
iii. Violación.

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iv. Rapto.
v. Seducción:
i. Concepto.
ii. Matrimonio subsiguiente.
Art. 1088: Si el delito fuere de estupro o de rapto, la indemnización consistirá en el pago de
una suma de dinero a la ofendida, si no hubiese contraído matrimonio con el delincuente. Esta
disposición es extensiva cuando el delito fuere de cópula carnal por medio de violencias o
amenazas a cualquier mujer honesta, o de seducción de mujer honesta, menor de dieciocho
años.

f. Calumnia e injurias:
i. Retractación.
ii. Utilización de la prensa.
iii. Daños comprendidos.
Art. 1089: Si el delito fuere de calumnia o de injuria de cualquier especie, el ofendido sólo
tendrá derecho a exigir una indemnización pecuniaria, si probase que por la calumnia o injuria
le resultó algún daño efectivo o cesación de ganancia apreciable en dinero, siempre que el
delincuente no probare la verdad de la imputación.
Art. 1090: Si el delito fuere de acusación calumniosa, el delincuente, además de la
indemnización del artículo anterior, pagará al ofendido todo lo que hubiese gastado en su
defensa, y todas las ganancias que dejó de tener por motivo de la acusación calumniosa, sin
perjuicio de las multas o penas que el derecho criminal estableciere, tanto sobre el delito de
este artículo como sobre los demás de este capítulo.

g. Hurto:
i. Daños comprendidos.
ii. Destrucción o deterioro.
iii. Mejoras.
iv. Imposibilidad de restituir.
Art. 1091: Si el delito fuere de hurto, la cosa hurtada será restituida al propietario con todos
sus accesorios, y con indemnización de los deterioros que tuviere, aunque sean causados por
caso fortuito o fuerza mayor.
Art. 1092: Si no fuere posible la restitución de la cosa hurtada, se aplicarán las disposiciones de
este capítulo sobre la indemnización del daño por destrucción total de la cosa ajena.

h. Usurpación de dinero:
i. Concepto.
ii. Daño indemnizable.
Art. 1093: Si el delito fuere de usurpación de dinero, el delincuente pagará los intereses de
plaza desde el día del delito.

i. Destrucción de cosa ajena:


i. Valor indemnnizable.
ii. Deterioro.
iii. Destrucción parcial.
Art. 1094: Si el delito fuere de daño por destrucción de la cosa ajena, la indemnización
consistirá en el pago de la cosa destruida; si la destrucción de la cosa fuere parcial, la
indemnización consistirá en el pago de la diferencia de su valor actual y el valor primitivo.
Art. 1095: El derecho de exigir la indemnización del daño causado por delitos contra la
propiedad, corresponde al dueño de la cosa, al que tuviese el derecho de posesión de ella o la
simple posesión como el locatario, comodatario o depositario; y al acreedor hipotecario, aun
contra el dueño mismo de la cosa hipotecada, si éste hubiese sido autor del daño.

D. Infracción a un deber jurídico:


1) Delitos y cuasidelitos:

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a. Historia.
La distinción entre delitos y cuasidelitos nos viene del derecho
romano.
En ese derecho, las fuentes consignaban la existencia de solo cuatro
delitos privados: el hurto; el robo o rapiña; el daño ilícito y la
injuria.
Para extender la esfera de tal responsabilidad, los jurisconsultos
romanos fueron llevados a declarar que al lado de aquellos casos,
había otros en la que se estaba obligado a reparar como si hubiera
habido delito.
b. Derecho comparado.
Unos códigos, consagran principios y disposiciones de carácter
general comunes a los delitos y cuasidelitos.
Otro códigos efectúan el distingo, pero determinando los elementos
que caracterizan a cada una de esas categorías de actos ilícitos y
estableciendo su especifico régimen legal.
2) Infracción no intencional:
Ya hemos dicho anteriormente, que cuando se trata de
responsabilidad por el hecho propio, el deber jurídico violado es de
medios, estando constituido por la obligación de conducirse en la
vida en sociedad, en forma adecuada y razonable, para no causar
daños a terceros, de manera que, para efectivizar la responsabilidad
civil debe probarse, no solo la violación del deber jurídico (acto
contrario a derecho), sino también que este se produjo por culpa o
imprudencia (falta de diligencia o de cuidado), por parte de su
autor.
Pero, también existen en el campo extra-contractual deberes
jurídicos de resultado, en los casos de culpa presumida por la ley
contra el dueño o guardián de animales y cosas, en los cuales le
basta a la victima con demostrar la existencia del hecho ilícito, para
que se genere la responsabilidad del autor del daño, quedando a
cargo de este la prueba eximitoria.
a. Contenido del deber violado:
i. Deber de medios y de fines.
ii. Apreciación de la conducta en el deber de medios:
1. Responsabilidad profesional.
Debe aclararse, ante todo, que nos referiremos acá únicamente a
aquellos casos en que, por no mediar un contrato entre el profesional
y la persona asistida, la responsabilidad que pueda surgir es por lo
tanto extra-contractual.
En general se trata de obligaciones de prudencia o diligencia y no de
resultado.
Tesis que distingue las faltas comunes, de las de orden científico:
Son numerosos los autores que han pretendido que al tratar de la
responsabilidad profesional debe hacerse un distingo: si el profesional
ha faltado a las reglas de prudencia que se imponen a cualquier
persona rige el derecho común y toda la culpa en que haya incurrido
lo obliga a la reparación; pero si se trata de no ajustarse o faltar a las
reglas de orden científico impuestas por el arte de la profesión de que
se trate entonces la culpa se denomina “profesional”, y solo se
responderá en caso de culpa lata o grave.

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Refutación de la doctrina:
Sin embargo se puede afirmar que el distingo entre la responsabilidad
de derecho común y la profesional, salvo casos muy extremos como
los de los ejemplos propuestos supra, resultara muy difícil de aplicar a
los sucesos del diario acontecer.
Responsabilidad deportiva.
Corresponde ahora, ante todo, precisar que se entiende por deporte o
actividad deportiva, y que por accidente deportivo o por daño sufrido
a raíz de la intervención en una competición deportiva.
Respecto de lo primero, serían tres las notas especiales para
caracterizar tal actividad:
1) el ajuste de la misma a reglas preestablecidas.
2) El despliegue de un esfuerzo o destreza (físico o mental), por encima
del nivel de actividad habitual.
3) Persecución en forma mediata o inmediata de un fin salutífero de
carácter personal.
En cuanto a lo segundo, se considera daño causado en un accidente
deportivo, al perjuicio no intencional ocasionado por uno de los
participantes en el juego o certamen, durante su realización, a otra
persona que puede ser: otro contenedor, el árbitro, un espectador, etc.
Responsabilidad del deportista respecto de los demás participantes del
juego:
Existen en la actualidad “usos” recogidos, normalmente concretados y
mejorados en reglamentos redactados por las grandes federaciones
deportivas, que trazan una serie de reglas que deben ser observadas en la
practica de cada deporte, y que tienen por finalidad evitar que este pierda
su verdadero carácter y pueda, eventualmente, degenerar en una lucha
brutal.
Teorías absolutorias: una se pronuncia por la irresponsabilidad del autor
del perjuicio, siempre que este sea mera consecuencia de la aplicación de
las reglas del juego; incurriendo en cambio el deportista en
responsabilidad, por cualquier daño resultante de una infracción de las
reglas del deporte practicado, o por su conducta viciada de imprudencia,
impericia, brutalidad, etc.
En síntesis, la irresponsabilidad de los accidentes deportivos, resulta de la
concurrencia de diversos elementos: la licitud del juego o deporte mismo,
el consentimiento de la victima para exponerse y someterse a los riegos
inherentes al deporte que practica, la ausencia de dolo, culpa u otra
circunstancia que comporte la responsabilidad del autor del daño, y,
finalmente, la observancia de las reglas, pragmáticas o cánones del juego o
deporte de que se trate.
Teorías de la responsabilidad: otra tendencia, hace responsable a los
deportistas que causa un daño, sosteniendo que las violencias deportivas
deben ser consideradas como hechos ilícitos, que determinan la
responsabilidad civil y penal del agente.
Naturaleza jurídica de la responsabilidad: para algunos autores dicha
responsabilidad es aquiliana o extra-contractual. Para otros se trata de
responsabilidad contractual, por cuanto el deportista culpable infringe el
deber preestablecido configurado por las reglas del juego, y que el
adversario había aceptado convencionalmente. En una postura ecléctica se
ha afirmado también que si los jugadores son aficionados la
responsabilidad es extra-contractual y si son profesionales contractual.

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DERECHO CIVIL
Responsabilidad del deportista frente al público espectador o terceros:
En este tema, son aplicables las mismas reglas que rigen la responsabilidad
del deportista por daños ocasionados a sus contendientes. Es decir, que en
tanto los jugadores se hayan ajustado al ejercicio normal de la práctica
deportiva, según las reglas o usos del juego, y guardando el nivel habitual
de conducta propio del deporte en cuestión, los mismos no incurrirán en
responsabilidad civil alguna.
Responsabilidad del organizador por daños causados al público:
Si analizáramos el problema desde el punto de vista de la responsabilidad
extra-contractual, tendríamos que decir que el organizador o empresario
no responde indirectamente por los daños que son consecuencia normal y
corriente de la práctica del deporte; puesto que si hay responsabilidad
directa del deportista que produjo el daño. Tampoco puede haber
responsabilidad refleja de aquellos.
Responsabilidad del empresario u organizador ante el propio deportista que
sufre un menoscabo en su persona o bienes:
Salvo manifestación expresa en contrario: el organizador o empresario no
garantiza al deportista que se vera libre de accidentes, y por tanto solo
será responsable, si se demuestra que el mismo o sus dependientes han
incurrido en culpa, por no haber adoptado las diligencias exigidas por la
naturaleza de la obligación y que correspondiesen a las circunstancias de
las personas, tiempo y lugar.
2. Vinculación con la llamada responsabilidad objetiva.
b. Acto ilícito por omisión.
Los actos ilícitos pueden consistir en un hecho positivo o en uno
negativo u omisión. Pero, para que una omisión que ocasione un
perjuicio a otro, genere responsabilidad civil, es necesario que una
disposición de la ley…impusiere la obligación de cumplir el hecho
omitido.
De igual manera que el hecho positivo puede traducirse en delito o
en cuasidelito, según que al agente pueda imputársele dolo, culpa o
negligencia, así también el hecho negativo o de omisión adquirirá
una u otra forma de ilicitud, según que a la persona que se abstiene
le sea imputable dolo, culpa o negligencia.
3) Régimen legal de los delitos y cuasidelitos:
a. El problema de la solidaridad:
i. Recursos contra el coautor.
ii. Derecho comparado.
b. Exclusión de la ilicitud:
Un acto aparentemente ilícito puede no serlo cuando las circunstancias de su
realización justifican el proceder del agente. Por suscitarse un conflicto de
deberes o de intereses legítimos, el agente no resulta responsable por
haberse atenido al deber de jerarquía preeminente, o por haber resguardado
sin abuso un interés legitimo.
i. Legitima defensa.
Cuando alguien frente a una agresión ilegitima y no provocada,
emplea un medio racional y suficiente para impedirla o repelerla, no
responde por el daño que pueda causar al agresor.
Las condiciones del ejercicio regular del derecho de defensa propia
son las siguientes:

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DERECHO CIVIL
Agresión ilegitima: es el ataque injusto llevado contra la persona o
los bienes de otro.
Agresión actual y no potencial: para que el proceder del amenazado
resulte justificado es menester que el ataque que se le lleva sea
actual, es decir que produzca su eficacia nociva en el momento de la
defensa del agredido.
Agresión contra la persona o los bienes: esta igualmente justificado
en su reacción violenta el agredido, sea que se lo amenace en su
persona o en sus bienes, o en la persona o los bienes de otro que
puede ser moralmente identificado con el, como su cónyuge,
ascendiente o descendiente.
Falta de provocación suficiente por parte del agredido: para que
juegue esta causa de justificación es menester que el agredido no
haya provocado la agresión.
Necesidad racional del medio empleado para repelar la agresión:
este es un requisito clave para asegurar la exención de
responsabilidad de quien alega esta causa de justificación, sea el
propio agredido o un tercero. La defensa violenta de los derechos
solo es legítima cuando el medio que se emplea es proporcionado al
ataque recibido, y suficiente para detenerlo.
ii. Estado de necesidad.
Hay estado de necesidad, como causa eximente de responsabilidad,
cuando alguien para evitar un mal grave e inminente al que ha sido
extraño, causa un daño a otro: en tal caso el no incurre en
responsabilidad si el perjuicio ocasionado es incomparablemente
inferior al evitado y no ha habido otro medio para impedir esta
ultimo.
Requisitos:
Que el agente sienta el temor fundado de sufrir un mal grave e
inminente.
Que el agente no sea culpable del peligro que lo amenaza.
Que el daño ajeno sea el único modo de evitar el peligro que
amenaza al agente.
Que el daño ajeno sea incomparablemente menor al evitado.
Que, finalmente, el daño ajeno sea de carácter patrimonial.
iii. Ejercicio de un derecho propio.
iv. Cumplimiento de deberes legales.
v. Justicia personal.
En caso de urgencia, el titular puede proveer por si a la tutela de su
derecho y aun imponer su acatamiento con violencia, siempre que
no sea posible obtener en tiempo útil la intervención de la autoridad
publica y cuando toda dilación pueda redundar en la perdida o
frustración de su derecho.
No funciona en el ámbito de la responsabilidad civil, pues queda
absorbida por la legítima defensa, o bien por el estado de necesidad.
E. Imputabilidad:
1) Concepto.
La imputabilidad es la calidad o propiedad de un acto en virtud de la cual
es dable atribuirlo a la persona de quien emana. Imputar equivale a poner

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DERECHO CIVIL
lo obrado en la cuenta del agente para exigirle la consiguiente
responsabilidad.
Un acto es imputable al agente cuando se le puede atribuir como obra
suya, es decir, cuando hay razón suficiente para considerar que el agente
es el autor moral de la conducta obrada, como causa inteligente y libre de
dicha conducta. La noción de imputabilidad va unida a la idea de autoría
del hecho obrado, de manera que de no resultar imputable ese hecho a una
persona que no pueda ser calificada como autor del hecho.
2) Menores.
Los niños que no han alcanzado los diez años carecen de discernimiento y
por consiguiente no es voluntario el acto dañoso que obraren: el menor de
diez años no es responsable del perjuicio que causare.
El acto del niño inimputable que no es idóneo para originar la
responsabilidad del sujeto carente de discernimiento es eficiente para
generar la responsabilidad refleja de su padre, tutor o guardador.
3) Dementes.
Los insanos o personas que actúan en estado de enajenación mental se
encuentran en la misma situación de carencia de discernimiento que los
niños menores de diez años.
Como en el caso del menor, el acto del insano inidóneo para comprometer
su responsabilidad es idóneo para generar la responsabilidad refleja de
quien tiene al enfermo bajo su cuidado, sea el curador, el medico, el
enfermero, etc.
4) Sordomudos.
La declaración de incapacidad del sordomudo no proyecta su influencia sino
sobre los actos jurídicos que le quedan impedidos a su incapaz que adolece
de incapacidad absoluta. Su ausencia de discernimiento no esta prefijada
de antemano sino que depende de la apreciación circunstancial de cada
caso.
5) Derecho comparado.
1) Limitaciones a la irresponsabilidad:
a. Ebriedad.
Art. 1070: No se reputa involuntario el acto ilícito practicado por dementes en
lúcidos intervalos, aunque ellos hubiesen sido declarados tales en juicio; ni los
practicados en estado de embriaguez, si no se probare que ésta fue involuntaria.

b. Perturbaciones accidentales.
Hay ausencia de discernimiento y consiguiente irresponsabilidad,
cuando el agente ha obrado por cualquier accidente…sin uso de
razón.
En este supuesto esa situación deriva de una causa externa, como
puede ser la intoxicación, el traumatismo, la hipnosis, la ebriedad,
etc.
F. Relación causal:
1) Concepto.
2) Diversas teorías.
Causalidad adecuada: es la que vincula a un hecho antecedente con otro
consecuente, si el primero tiene la virtualidad de originar el segundo,
según el curso natural y ordinario de las cosas.

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DERECHO CIVIL
Causalidad mediata previsible: es la que vincula a un hecho antecedente
con otro consecuente, que deriva de la conexión del primero con un
acontecimiento distinto.
Causalidad fortuita o casual: es la que conecta a un hecho antecedente con
otro consecuente, que deriva imprevisiblemente del primero.
Causalidad remota: impropiamente llamada causalidad, es la que vincula
lejanamente a un hecho con una derivación con la cual no tiene eficiencia
causal.
3) Casos de culpa y dolo.
Cuando en la realización del hecho dañoso se conjuga el dolo delictual de
alguno de los intervinientes con la culpa del otro, esta última resulta
irrelevante; el dolo absorbe a la culpa y la situación resultante se regula
exclusivamente en función de aquella intención dañosa.
Si el autor es el damnificado, este no puede alegar la culpa del agente para
procurar, ahora arrepentido, un resarcimiento del daño que quiso inferirse
a si mismo.
Si el autor del dolo es el demandado, no puede este excusar o limitar su
responsabilidad alegando la culpa concomitante del damnificado.
Pero si el daño ha sido magnificado por la culpa sobreviviente del
damnificado, el agente doloso puede alegar esa circunstancia para que la
reparación se ajuste al daño que el ha causado, sin comprender el exceso
imputable a aquella culpa.
1) Cocausacion:
a. Por terceros.
b. Por el damnificado.
c. El acto de abnegación.

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DERECHO CIVIL

III. Responsabilidad por el hecho de otro:


A. Del comitente:
a. Historia.
En Roma existían dos categorías de comerciantes: los armadores y los
posaderos, que celebraban con sus clientes un contrato denominado receptum,
por el cual quedaban sujetos a una obligación de “custodia” cuyo objeto
consistía en guardar las cosas que se les confiaban.
Por efecto de tal convención, los barqueros y posaderos respondían por las
perdidas, aun cuando estuviesen libres de toda responsabilidad personal. Solo
podían exonerarse de la pena, demostrando que el perjuicio había obedecido a la
vis mayor.
b. Requisitos.
1) Hecho ilícito imputable al dependiente: es menester que se haya
cometido un hecho ilícito y que este sea imputable al dependiente.
2) Relación de dependencia entre el autor del hecho y el tercero civilmente
responsable: consiste en que el civilmente responsable tenga el derecho
de dar al autor materia órdenes o instrucciones en cuanto a la manera de
cumplir las funciones que le ha confiado.
3) Daño sufrido por un tercero: es condición, que el daño deba sufrirlo un
tercero y no el propio dependiente.
4) Vinculación entre las tareas y el hecho del dependiente: se exige que el
dependiente haya obrado al tiempo de cometer el hecho ilícito dentro de
las funciones que le habían sido encomendadas.
Ejercicio de la función propiamente dicho: el acto ilícito se realiza
actuando el agente dentro de la esfera real de incumbencia o
función.
Mala ejecución de las funciones: se da cuando el dependiente
realiza el encargo o comisión, pero con menosprecio, olvido o
violación de las instrucción o lineamientos a que debía atenerse al
ejecutar la función.
Ejercicio aparente de las funciones: existe cuando el agente
comete el hecho ilícito actuando en forma manifiesta u ostensible,
dentro de la esfera de la incumbencia o función que le atañe, o con
los elementos propios de tal función.
Ocasión de las funciones: quedan comprendidos no solo aquellos
actos que corresponden por su naturaleza a la función
encomendada, sino también los ajenos extraños a esta, pero que
solo han podido ser llevados a cabo por el dependiente en tal
carácter y con motivo de sus funciones.
No existiría responsabilidad del comitente, si la función del
dependiente solo ha facilitado el delito, pero no resultaba
indispensable para su comisión.
c. Fundamento.
1) Teoría de la culpa in eligendo: el fundamento de la responsabilidad del
comitente radicaría en la presunción de culpa contra el mismo: el patrono
esta en culpa por mala elección de la persona del dependiente, y por ello
debe responder de los perjuicios que este ha causado.
2) Teoría de la culpa in vigilando: es la idea de la falta de cuidado y
vigilancia debida por parte del patrono, para evitar que el hecho
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DERECHO CIVIL
perjudicial se produjese, la que fundamenta la responsabilidad indirecta
del mismo.
3) Teoría de la culpa en la elección y en la vigilancia, acumuladas: la
responsabilidad civil indirecta se funda en una doble idea de elección y
vigilancia; o sea por una elección defectuosa del encargado a quien se
confía la relación de un trabajo, unida a la falta de vigilancia de parte del
comitente ante el desempeño de esa incumbencia.
4) Teoría de la representación de la situación: por efecto de la
representación “se tiene una aparente confusión jurídica entre la persona
del representado o la del representante en modo que esta aparece
absorbida por aquella, y los actos del representante, como tales, están en
relación con los terceros, considerados como si fueran del representado.
5) Teoría del riesgo: como el dependiente cumple un encargo en provecho o
beneficio del comitente o patrón, es justo que este, por razones de
equidad, soporte el riesgo de los daños que resulten de la actividad o
servicio que presta.
6) Teoría de la presunción legal de culpa: la responsabilidad del comitente
se justifica por una presunción legal de culpa en su contra, que se asienta
en los dos elementos de elección y vigilancia, o en uno u otro de ellos.
7) Teoría de la obligación legal de garantía: el verdadero fundamento de la
responsabilidad del comitente, estaría en la idea de garantía hacia los
terceros: se trataría de una obligación legal de garantía, impuesta por
consideraciones de justicia y de interés social, y como medio de brindar
una mas eficaz protección a la victima, ante la posible insolvencia del
autor directo del daño. Con esta teoría se explica el carácter inexcusable
de la responsabilidad y la acción recursoria admitida contra el autor
directo del daño.
8) Teorías eclécticas: finalmente, están autores que combinan dos de
algunos de los fundamentos.
Corenjo: la mayoría de las veces es la mala elección o la vigilancia
deficiente del patrón el factor determinante del daño, pero en los casos
en los que no se puede imputar al patrón culpa alguna podría tener
cabida la teoría del riesgo.
Dassen: respondemos por los daños que causa nuestro dependiente
como si fueran propios.
B. De los padres:
Art. 1114: El padre y la madre son solidariamente responsables de los daños causados por sus hijos
menores que habiten con ellos, sin perjuicio de la responsabilidad de los hijos si fueran mayores de diez años.
En caso de que los padres no convivan, será responsable el que ejerza la tenencia del menor, salvo que al
producirse el evento dañoso el hijo estuviere al cuidado del otro progenitor.
Lo establecido sobre los padres rige respecto de los tutores y curadores, por los hechos de las personas que
están a su cargo.

a. Historia.
En el derecho romano: En el derecho romano, cuando un hijo de familia, o
también un esclavo, ocasionaban un perjuicio obrando espontáneamente por si,
quedaban civilmente obligados hacia la victima. Pero, esta última se hallaba
imposibilitada de obtener la reparación, por cuanto el hijo estaba incapacitado,
por carecer de bienes, para abonar el monto de la condena. Por ello, el
damnificado podía demandar al pater familiae, quien sin embargo no resultaba
directamente obligado: su deber se limitaba a entregar al culpable, aunque
podía liberarse pagando a la victima la indemnización pecuniaria pertinente. Esta
acción se denominaba noxal, porque aquel contra quien se dirigía estaba
habilitado para dejar en poder del ofendido, al autor del damnum.

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DERECHO CIVIL
El droit coutumier en Francia: algunos autores sostienen que los redactores del
código napoleón se habrían inspirado en el articulo 656 de la “costumbre de
bretaña”, que disponía: “si el hijo causa un mal a otro, mientras que se
encuentren en la potestad de su padre, el padre debe pagar la multa civil, por
cuanto debe castigar a sus hijos”.
b. Fundamento.
Teoría de la culpa in vigilando: el fundamento de la ley radica aquí en una
presunción de falta de cuidados: el legislador ha supuesto que los padres,
valiéndose de los poderes de dirección que la ley les confiere, han podido
encauzar la conducta de sus hijos en condiciones regulares, de suerte que los
hechos ilícitos cometidos por estos, son el resultado de la omisión de esos
cuidados; ha habido, pues, falta de vigilancia.
Teoría del defecto en la educación: el fundamento que nos ocupa residiría en los
deberes de buena educación y vigilancia que corresponden a los padres
ministerio legis, a merito de la patria potestad que ejercen sobre sus hijos
menores; puesto que, en efecto, en virtud de esta institución los padres tienen
el derecho y el deber de educar a sus hijos conforme a su condición y fortuna.
Fundamento económico: la razón de la responsabilidad de los padres estriba
igualmente en una preocupación de carácter económico: la de encontrar un
responsable solvente, frente a quien ha sufrido un daño injusto.
c. Requisitos.
1) Minoridad:
Personas por las que se responde: el padre siempre responde frente a terceros,
por los daños causados por sus hijos menores, cualquiera fuese su edad; siendo
el único responsable si estos no hubieran cumplido todavía 10 años, mientras
que si el menor tuviese esa edad o mas, habrá entonces dos responsables frente
al tercero víctima: el menor, como autor directo del hecho ilícito, y el padre por
su responsabilidad refleja, que eventualmente lo autorizaría, a su vez, por lo
pagado, al ejercicio de una acción recursoria contra aquel.
Cesación del requisito:
Mayoría de edad.
Emancipación por matrimonio.
Emancipación por habilitación de edad.
Autorización para ejercer el comercio.
Menores con capacidad laboral y profesional.
Hijos comprendidos, atendiendo a la naturaleza del vínculo familiar: la
presunción de la culpa, corresponde a los hechos dañosos de sus hijos legítimos
o naturales.
2) Patria potestad:
Concepto: se exige que el hijo se encuentre bajo la dependencia del padre o de
la madre y que estos conserven su autoridad legal sobre él.
Muerte de uno de los padres: trae aparejado que concluya la pluralidad de
obligados indispensable para el juego de la responsabilidad solidaria.
Divorcio y separación de hecho: el nuevo texto del artículo 1114 hace cesar la
responsabilidad solidaria de los padres, en caso de que ellos no convivan,
atribuyéndola solo a aquel que ejerza la tenencia del menor.
3) Habitación:
Concepto: el artículo 114, expresamente exige como recaudo de la
responsabilidad refleja de los padres, que sus hijos habiten con ellos.

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DERECHO CIVIL
La no cohabitación como eximente:
Para algunos, basta que el alejamiento del lugar obedezca a un motivo legitimo,
para eximirse de responsabilidad.
Para otros, solo cesa la responsabilidad cuando la guarda se transfiere a alguna
de las personas legalmente responsables.
4) Que el hecho dañoso del menor sea ilícito:
El hecho del menor debe ser ilícito.
Cuando es menor de 10 años la culpa se imputa al padre, por no haber tomado
las precauciones aconsejadas por la edad del menor.
Cuando es mayor de 10 años y menor de 21 años, la culpa se reputará al
menor.
5) Daño a un tercero:
El daño irrogado por el menor a si mismo, no tiene cabida en el articulo 1114.
d. Relación de causalidad:
El tema a tratar acá versa sobre lo siguiente: si probado el hecho ilícito del
menor, se presume también o no, la relación de causalidad entre el mismo y el
defecto de educación y vigilancia de los padres.
La respuesta debe ser afirmativa. Para la ley, la negligencia del padre en la
educación y vigilancia del hijo, ha originado el acto ilícito de este último, causa
inmediata del daño. El examen del nexo causal debe determinar pues, en primer
término, si el daño de que se queja el perjudicado fue realmente ocasionado por
el menor y no obedece a otra causa; pero resuelta afirmativamente esa primera
cuestión, se presume la relación causal entre la acción u omisión culpable del
padre progenitor y el acto ilícito de su hijo.
Esta presunción admite prueba en contrario, más no producida la misma puede
concluirse que hay vinculación causal culpable del padre y el daño, a través del
hecho del hijo menor de edad.
e. Exención de la responsabilidad.
La presunción de culpa en contra del padre de un menor que ha causado un
daño, es solo iuris tantum y admite prueba en contrario. Pero, las posibilidades
de exención de esta responsabilidad no son amplias, sino que la propia ley prevé
y circunscribe taxativamente los supuestos en que cesa la misma.
Transferencia de la guarda del menor: la responsabilidad de los padres cesa
cuando ha mediado una transferencia legítima de la guarda del menor; o sea,
cuando un tercero asume legalmente la responsabilidad de los actos del menor.
Imposibilidad de impedir el daño: los padres se liberan de responsabilidad
acreditando que no cometieron culpa alguna, sea en la vigilancia, sea en la
educación moral del hijo.
Falta de presencia: Para algunos autores, la ley no admite la excusa de la falta
de presencia.
Otra corriente admite la excusa de falta de presencia, si no se apreciase que
hubo falte de vigilancia activa.
C. Del tutor o curador:
a. Fundamento.
Los tutores, ejercen derechos análogos a los que derivan de la patria potestad y
sus deberes son similares u ocupan, en una palabra, el lugar del padre y de la
madre.
Los autores, señalan, sin embargo, que existe una diferencia de no poca
importancia entre la situación de los padres y la de los tutores: cual es el
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DERECHO CIVIL
ascendiente moral que suelen tiene los progenitores sobre sus hijos, sobre el
cual reposa en buena medida la eficacia de los cuidados puestos en la vigilancia
y educación de los hijos menores.
Las distintas situaciones de hecho deben gravitar en la practica, en la
consideración de las circunstancias alegadas por el tutor para demostrar la
imposibilidad que tuvo para impedir el hecho ilícito; o sea, que se debe
contemplar con criterio menos riguroso la excusa invocada por el tutor, que la
que en igual ocasión habría hecho valer el padre, aunque la ley parezca disponer
una responsabilidad idéntica.
b. Dementes.
Quien tiene consigo bajo curatela a un enfermo mental, aun cuando no fuese
considerado peligroso, debe extremar los cuidados y vigilancia para evitar que
dañe a los demás.
La falta de oportuna adopción de tal medida, puede constituirse en suficiente
causal para imputar al curador, directamente, el perjuicio que haya originado el
demente, por ser trasunto de una mala o deficiente vigilancia.
c. Sordomudos.
Hay autores que opinan que en caso de sordomudos debe probarse la culpa o el
dolo del autor.
Para otros, la responsabilidad de los curadores, no funciona en estos casos.
d. Requisitos.
1. Que el autor del daño sea un menor.
2. Que se encuentre bajo tutuela: otorgada judicialmente.
3. Que habite con su tutor.
4. Que el acto del menor sea objetivamente ilícito.
e. Tutela y curatela de hecho.
Una mera situación de hecho no puede dar nacimiento a este tipo de
responsabilidad indirecta; siendo necesario que se haya dispuesto judicialmente.
En sentido contrario, se manifiesta Cammarota, sosteniendo que no debe
formularse distinción entre el desempeño legal y el que se ejerce por
determinación propia.
D. De los propietarios de colegios, directores y maestros artesanos:
Art. 1117: Los propietarios de establecimientos educativos privados o estatales serán responsables por los
daños causados o sufridos por sus alumnos menores cuando se hallen bajo el control de la autoridad
educativa, salvo que probaren el caso fortuito.
Los establecimientos educativos deberán contratar un seguro de responsabilidad civil. A tales efectos, las
autoridades jurisdiccionales, dispondrán las medidas para el cumplimiento de la obligación precedente.
La presente norma no se aplicará a los establecimientos de nivel terciario o universitario.

a. Fundamento.
Lo establecido sobre los padres rige igualmente respecto de los directores de
colegio, maestros artesanos, por el daño causado por sus alumnos o aprendices,
mayores de diez años, y serán exentos de toda responsabilidad si probaren que
no pudieron impedir el daño con la autoridad que su calidad les confería, y con el
cuidado que era de su deber poner.
El fundamento de esta responsabilidad se encuentra en una presunción de culpa
in vigilando de parte de los directores o maestros artesanos: la vigilancia y
cuidado de los menores, mientras permanecen en la escuela, colegio, taller, etc.
Lo que la ley delega en directores de colegio y maestros artesanos no es la
patria potestad, sino solo una parte de autoridad suficiente para mantener a los

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menores que se encuentren bajo su vigilancia en los límites de la circunspección
y del deber; y de ahí que queden sometidos a las responsabilidades
consiguientes que tal autoridad comporta.
b. Director.
Por director de colegio, debe entenderse toda clase de personas que tengan a su
cargo un establecimiento de enseñanza, cualquiera fuese su clase o tipo. Deben
concurrir los elementos: a) que se trate de establecimientos donde el director
tenga la vigilancia de los alumnos. b) que se trate de un establecimiento de
educación o de enseñanza, cualquiera sea su índole, que sea gratuito o pago;
público o privado; científico, artístico, religioso, militar, etc.
c. Maestro y maestro artesano.
Por maestros artesanos, la doctrina alude a aquellas personas que, como dueños
o jefes de taller, instruyen a otras, les enseñan un arte u oficio; mientras que el
aprendiz es quien recibe esa enseñanza.
d. Requisitos.
La responsabilidad no difiere en esencia de la exigida para el comitente o
principal.
Requisitos:
a) que los directores o maestros artesanos ejerzan una autoridad
sobre sus alumnos o aprendices.
b) Que el perjuicio se haya ocasionado durante el tiempo en que el
alumno o aprendiz estaba bajo la vigilancia del director o maestro
artesano.
c) El daño debe haber sido causado por el alumno o aprendiz a un
tercero.
d) El acto que origino el perjuicio debe ser ilícito en sentido subjetivo.
e. Exención de responsabilidad.
Pueden exonerarse de la responsabilidad, si probaren que no pudieron impedir el
daño con la autoridad que su calidad les confería, y con el cuidado que era su
deber poner.
E. De los capitanes de buques:
Art. 1118: Los dueños de hoteles, casas públicas de hospedaje y de establecimientos públicos de todo
género, son responsables del daño causado por sus agentes o empleados en los efectos de los que habiten en
ellas, o cuando tales efectos desapareciesen, aunque prueben que les ha sido imposible impedir el daño.
Art. 1119: El artículo anterior es aplicable a los capitanes de buques y patrones de embarcaciones, respecto
del daño causado por la gente de la tripulación en los efectos embarcados, cuando esos efectos se extravían:
A los agentes de transportes terrestres, respecto del daño o extravío de los efectos que recibiesen para
transportar.
A los padres de familia, inquilinos de la casa, en todo o en parte de ella, en cuanto al daño causado a los que
transiten, por cosas arrojadas a la calle, o en terreno ajeno, o en terreno propio sujeto a servidumbre de
tránsito, o por cosas suspendidas o puestas de un modo peligroso que lleguen a caer; pero no cuando el
terreno fuese propio y no se hallase sujeto a servidumbre el tránsito. Cuando dos o más son los que habitan
la casa, y se ignora la habitación de donde procede, responderán todos del daño causado. Si se supiere cuál
fue el que arrojó la cosa, él sólo será responsable.

a. Régimen legal.
Son responsables respecto del daño causado por la gente de su tripulación en
los efectos embarcados, cuando esos efectos se extravían.
Se aplica únicamente en dos supuestos:
a) daños causados a los efectos de los viajeros por el hecho de la tripulación o
del personal del transportista terrestre.
b) Extravío o desaparición de los mismos efectos, cualquiera fuese su causa.

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DERECHO CIVIL
F. De los padres de familia por las cosas arrojadas a la calle:
a. Origen y fundamentos.
Se trata pues, sintetizando, de dos responsabilidades distintas:
a) por las cosas arrojadas de una casa o departamento, que causen daño a
otro.
b) Por las cosas suspendidas de manera tal que puedan caer y provocar,
igualmente, perjuicios.
Ambas figuras tienen su origen en el derecho romano, que las trataba como
supuestos de cuasidelitos: “aquel que habita alguna casa propia o alquilada, o
de balde, si hecho o vertió desde ella alguna cosa de modo que cause daño a
alguno, parece que se obliga por cuasidelito; lo mismo se dice del que tiene
puesta o colgada alguna cosa por donde suele pasar gente, si cayere o causare
dañó a alguno.
El fundamento de esta responsabilidad sería para nuestros autores la culpa in
vigilando; no obstante lo cual se trata de una presunción iuris et de iure, que no
admite prueba en contrario exculpatoria.
A nuestro entender, se trata de una responsabilidad objetiva o sin culpa, que
encuentra su razón de ser en la necesidad de amparar a los transeúntes, contra
las agresiones torpes o negligentes que pueden emanar de los edificios frente a
los cuales transitan.
b. Requisitos.
La responsabilidad por el hecho de las cosas suspendidas peligrosamente o
arrojadas, solo existe en los siguientes supuestos:
a) cosas arrojadas o suspendidas sobre calle pública.
b) cosas arrojadas o suspendidas sobre terreno ajeno.
c) cosas arrojadas o suspendidas sobre terreno propio, sujeto a servidumbre de
transito.
c. Pluralidad de responsables.
a) responsabilidad exclusiva y excluyente del jefe de familia que habita en el
lugar, si se puede demostrar que la cosa fue arrojada o cayó de una de las
habitaciones correspondientes a su casa o departamento.
b) Responsabilidad de todos los jefes de familia que habiten en el inmueble, si
se desconoce de que habitación procedió la cosa dañosa; aunque no en
forma solidaria, sino simplemente mancomunada.
G. Reglas comunes:
a. Acción contra el civilmente responsable:
La ley consagra la responsabilidad del patrón o comitente, padres, tutores y
curadores, directores de colegio y maestros artesanos, dueños de hoteles y
establecimientos similares, capitanes o patrones de buques, transportadores
terrestres y padres de familia por cosas arrojadas o suspendidas
peligrosamente. Dicha responsabilidad incumbe a los mismos a titulo personal, y
es por ello que el código establece que: “las personas damnificadas por los
dependientes o domésticos, pueden perseguir directamente ante los tribunales
civiles a los que son civilmente responsables del daño, sin estar obligados a
llevar a juicio a los autores del hecho”.
i. Acción recursoria.
Art. 1123: El que paga el daño causado por sus dependientes o domésticos, puede repetir
lo que hubiese pagado, del dependiente o doméstico que lo causó por su culpa o
negligencia.

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DERECHO CIVIL
El fundamento de esta disposición estriba en la circunstancia de que el
civilmente responsable que paga, lo hace como tercero, por cuanto su
responsabilidad lo es por deuda ajena; quien en realidad ha violado el
deber legal de no dañar a los demás es el dependiente, y el principal
responde aunque su conducta no merezca reproche alguno.
ii. Acción contra el autor directo del daño.
El damnificado puede dirigir su acción contra el autor material del daño,
prescindiendo del tercero civilmente responsable.
La victima del hecho dañoso puede demandar por separado o
conjuntamente; sin que en este último supuesto, el desistimiento de la
acción contra uno de ellos obste para nada al progreso de la deducida
contra el otro.
El autor directo del daño y el civilmente responsable, frente a la víctima
quedan obligados in solidum y por la totalidad de la indemnización; de
manera tal que este podría exigir y obtener de uno cualquiera de ellos
la reparación integra de su perjuicio.
IV. Responsabilidad por los daños causados por las cosas:
Art. 1124: El propietario de un animal, doméstico o feroz, es responsable del daño que causare. La misma
responsabilidad pesa sobre la persona a la cual se hubiere mandado el animal para servirse de él, salvo su recurso
contra el propietario.

A. Animales:
a. Historia.
El animal es una cosa viva, que obra fuera del hombre y no como un simple
instrumento, y que por tanto puede ser verdadero autor de un perjuicio.
En Roma se denominaba puperie al perjuicio causado por los semovientes, por
cuanto estos carecían de razón y no podía haberlo provocado por injuria.
Requisitos:
La lesión debía causarla un cuadrúpedo.
Debía tratarse de un animal domestico y el hecho debía ser contrario a las
costumbres de la especie.
El dueño estaba obligado a vigilar y cuidar de las bestias, para que nadie
sufriese sus ataques. El demandado tenía la facultad de abandonar el animal al
perjudicado o pagarle la respectiva indemnización.
Mas adelante, los ediles concedieron otra acción por los daños ocasionados por
animales que pastaban en terreno ajeno o en la vía pública: actio de pastu
pecorum por medio de la cual se obtenía una indemnización duplicada.
Los romanos, sin embargo, distinguían claramente el caso de la injuria cometida
por el propio ser irracional, que hiere llevado por sus impulsos ingénitos, y la
injuria producida por la persona libre o su esclavo, al azuzar al animal; y en este
ultimo caso no se daba la acción de papiere, sino la actio legis aquiliae directa
contra el sui iuris y noxal contra el dominus del siervo.
b. Fundamento.
La postura clásica, que es la sostenida por la mayoría de nuestra doctrina y
jurisprudencia, encuentra el fundamento de esta responsabilidad, en la idea de
la presunción de culpa: quien posee un animal, debe tener todos los cuidados o
vigilancia necesarios para que no pueda dañar a terceros; y si el daño se
produce, la presunción es de que tales cuidados o vigilancia han sido omitidos o
resultaron insuficientes.
Una orientación mas reciente no abandona la idea de la culpa, pero no obstante
varia la formula tradicional: existiría respecto de ciertas personas (propietario,
guardián etc.), una obligación particular determinada o de resultado: la
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DERECHO CIVIL
obligación legal de custodiar o guardar los animales. La violación de tal
obligación, como toda infracción de un deber legal de resultado, constituye una
culpa: la culpa en la guarda; evidenciada por el solo hecho de la existencia del
daño.
Finalmente, la tendencia más moderna considera que esta responsabilidad se
funda en la idea del riesgo: el dueño de un animal aprovecha de sus servicios, y
por lo tanto, como justa compensación del provecho, debe cargar con los
perjuicios causados por el mismo.
c. Legitimación. Pasiva:
i. Propietario.
La responsabilidad pesa primeramente sobre el propietario del animal.
Por ello es que se ha resuelto que aunque no este indudablemente
acreditada la propiedad de un animal evadido que causo un daño, basta
con que este acreditado que al menos estaba al cuidado del demandado
para que esta resulte responsable, máxime si se tiene en cuenta que la
tenencia presupone también la propiedad.
ii. Guardián. Tercero que se sirve del animal.
El concepto de guardián, tiene acá un sentido especial, referido a la
circunstancia de que el individuo que lo tenga consigo, haya recibido al
animal para servirse de el.
iii. Tercero que lo excita.
Art. 1125: Si el animal que hubiere causado el daño, fue excitado por un tercero, la
responsabilidad es de éste, y no del dueño del animal.

No exime de responsabilidad al dueño del animal, la circunstancia de


haber sido excitado como consecuencia de un hecho común de la vida
moderna; tal como sucede, por el ruido de un camión, etc.
d. Animales comprendidos:
1. Domésticos.
Es el que se cría en una casa, y se adapta a la vida y costumbres del
hombre.
La ley establece una presunción de culpa contra el dueño o guardián,
que admite prueba en contrario.
2. Feroces.
Es el de instintos crueles y sanguinarios. La responsabilidad por un
daño es siempre del que lo tenga, aunque no hubiera culpa de quienes
lo guardaban; la responsabilidad no se funda en la vigilancia, sino en la
circunstancia objetiva de que tener este tipo de animales significa una
gran imprudencia.
e. Daños causados entre animales.
Art. 1130: El daño causado por un animal a otro, será indemnizado por el dueño del animal ofensor
si éste provocó al animal ofendido.
Si el animal ofendido provocó al ofensor, el dueño de aquél no tendrá derecho a indemnización
alguna.

Todo se reduce a determinar cual es el animal que provoco el incidente del que
una o mas bestias resultaron lesionadas, para atribuir siempre la responsabilidad
al dueño del provocador.
Si no se logra establecer cual fue el animal provocador, la solución no resulta
tan sencilla. Para algunos autores, si en estos casos existe un solo animal
lesionado, debe indemnizar el propietario o guardián del otro animal. Mientras
para la mayoría de la doctrina, a la que adherimos, de no poderse determinar

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DERECHO CIVIL
cual fue el animal ofensor, no habría lugar a indemnización, por faltar el
fundamento de la disposición legal que es, precisamente, la provocación.
f. Exención de responsabilidad:
1. Soltura y extravío.
Art. 1127: Si el animal que causó el daño, se hubiese soltado o extraviado sin culpa de
la persona encargada de guardarlo, cesa la responsabilidad del dueño.

Será necesario ante todo que el propietario acredite que se habían


puesto en práctica y existían los medios necesarios para que el animal
no pudiese soltarse o extraviarse.
2. Fuerza mayor y culpa de la victima.
Art. 1128: Cesa también la responsabilidad del dueño, en el caso en que el daño
causado por el animal hubiese provenido de fuerza mayor o de una culpa imputable al
que lo hubiese sufrido.

Nadie puede ser responsable de daños provocados por una causa


extraña, independiente de su voluntad y que no pudo prever ni evitar.
La fuerza mayor también puede funcionar como causal liberatoria de la
obligación de resarcir los daños y perjuicios derivados de hechos ilícitos.
Cesa asimismo la responsabilidad del dueño o guardián, si el daño
causado por el animal hubiese provenido de una culpa imputable al
propio individuo que lo sufre.
B. Cosas inanimadas:
a. Enumeración legal.
Art. 1113: La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que
están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado.
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido
causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad
acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será
responsable.
Art. 1132: El propietario de una heredad contigua a un edificio que amenace ruina, no puede pedir
al dueño de éste garantía alguna por el perjuicio eventual que podrá causarle su ruina. Tampoco
puede exigirle que repare o haga demoler el edificio.
Art. 1133: Derogado por la ley 17711.
Art. 1134: Derogado por la ley 17711.
Art. 1135: Si la construcción arruinada estaba arrendada o dada en usufructo, el perjudicado sólo
tendrá derecho contra el dueño de ella.
Si perteneciese a varios condóminos indivisos, la indemnización debe hacerla cada uno de ellos,
según la parte que tuviese en la propiedad
Art. 1136: La indemnización del daño puede ser demandada como accesoria de las denuncias de
obras nuevas, acabadas o no acabadas.

b. Criterio de aplicación.
La nueva redacción del articulo 1113, contempla dos hipótesis distintas: el daño
causado “con” las cosas, y el provocado “por” las cosas o, como reza el texto
legal “por su vicio o riesgo”: pero como en ambos casos existe una presunción
de culpa contra su dueño o guardián, desde el punto de vista de la victima del
hecho dañoso la situación no difiere, pues a ella le basta con la acreditación del
perjuicio sufrido y la intervención de la cosa que lo produjera, o del contacto con
la misma, y nada mas.
a) Daño causado con o por la cosa:
Una importante corriente sostiene que en dicha norma se habría receptado el
distingo entre cosas que normal o habitualmente no son peligrosas, y entonces

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DERECHO CIVIL
el daño se considera ocasionado “con” la cosa; y de cosas que si son peligrosas,
que por si mismas son aptas para provocar la contingencia de un daño o implicar
un riesgo, en cuya hipótesis se trata de daño “por riesgo o vicio de la cosa”.
Nosotros discrepamos y objetamos dicho criterio, por considerar que si nos
atenemos a la naturaleza intrínseca de las cosas, ninguna es en si misma
peligrosa o inofensiva, sino que son o no peligrosas según las circunstancias del
caso.
Como lo conjeturara Alterini y se ha llegado ya a sostener en algún fallo, la
responsabilidad del titular de la cosa ha de existir “cuando el riesgo que de ella
dimana se actualiza en el siniestro”; o sea que “el simple hecho de haber
causado el daño constituye demostración cabal de que la cosa es riesgosa, en
una petición que de por probado lo que debió comenzar por probarse”.
Otra tendencia menos importante, considera que en el nuevo articulo 1113
subsisten las dos categorías tradicionales del daño causado por el hecho del
hombre “con” una cosa, es decir, valiéndose o utilizando aquel a esta ultima; y
de daño propiamente provocado “por” la cosa, o sea por su vicio o riesgo.
No interesando entonces, se ha señalado, “como” es la cosa sino más bien
“como” se produjo el daño, “que” fue lo que lo causo, para determinar el rol que
le cupo en ello a la cosa y, en consecuencia, decidir si el daño se ocasiono “con”
o “por” ella.
Cuando el daño es provocado “con” la cosa, solo existe una presunción de culpa
en contra del dueño o guardián de la misma.
Cuando en cambio se trata de daños “por el riesgo o vicio de la cosa” su
intervención solo habrá de jugar en función de mediatez.
b) Régimen del daño provocado “con” la cosa:
Cuando el daño se provoca por el hecho del hombre “con” la cosa, la presunción
de culpa instaurada contra el dueño o guardián, según se ha visto, puede ser
salvada con la prueba de que en realidad no existió tal culpa de su parte, de que
se comporto con la diligencia y prudencia adecuadas para evitar el daño.
La prueba de la falta de culpa no consiste en la acreditación de hechos
negativos, sino muy por el contrario en la del o de los hechos positivos inversos
que son su contrapartida.
Y tratándose del propietario que ha transferido la guarda de la cosa, entendemos
que también podrá eximirse de responsabilidad acreditando que en la elección
del guardián adoptó todas las precauciones exigidas por la naturaleza de la cosa
y que correspondían a las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar;
en cambio esta forma de exoneración no será posible para el guardián, puesto
que él conserva por su miso carácter de tal el control material de la cosa.
c) Daño causado “por” riesgo o vicio de la cosa:
La mayoría de nuestra doctrina y jurisprudencia ha entendido que la admisión de
la responsabilidad por el daño “causado por el riesgo de la cosa”, ha significado
acoger en el ordenamiento argentino la teoría de la responsabilidad objetiva o
sin culpa, conocida desde fines del siglo pasado como “teoría del riesgo creado”;
conforme a la cual se habrá de responder no porque haya merito para sancionar
una conducta reprochable, sino porque se ha originado el factor material de cual,
como condición sine qua non, provino el daño, bastando que la transgresión
objetiva que importa la lesión del derecho ajeno (resultado dañoso) y sin que
sea necesaria la configuración de un acto ilícito a través de la sucesión de sus
elementos tradicionales, es decir que se responderá aun por actividades licitas o
por el empleo licito de cosas que entrañen peligro para otras personas.
Riesgo es la contingencia o proximidad de un daño.
Vicio es un defecto, imperfección o anomalía, que a su vez puede ser de
fabricación, funcionamiento o conservación, que presenta una cosa y que la
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DERECHO CIVIL
torna inapta o impropia para su destino o utilización de acuerdo con su
naturaleza.
Requisitos:
La ausencia de autoría humana con respecto a la acción de una cierta cosa que
no es dable calificar como hecho del hombre;
El daño sufrido por el pretensor de la indemnización;
La relación de cualidad entre la acción de la cosa y el daño;
La calidad de dueño o guardián de la cosa en el demandado.
c. Causales de exención de la responsabilidad.
Culpa de la victima o de un tercero extraño:
Cuando el daño obedece al riesgo o vicio de la cosa. Nos encontramos frente a
una responsabilidad objetiva del dueño o guardián, generadora per se del deber
de resarcir, salvo que se demuestre la culpa propia de la victima o de un tercero
extraño. Por quien aquellos no deban responder; aunque se decidió que la culpa
de la victima solo exime de responsabilidad si es imprevisible o irresistible. De lo
contrario subsiste el deber de indemnizar, aunque pueda resultar atenuado por
la concurrencia de la culpa del damnificado; y lo mismo se ha dicho respecto de
la culpa de un tercero extraño.
Para nosotros la existencia del riesgo de la cosa bastara por si misma para
configurar el supuesto de daño causado por la cosa; con la consecuente mayor
exigencia de la prueba excusante de la responsabilidad.
Caso fortuito o fuerza mayor:
La norma legal nada dice en cambio sobre el caso fortuito o fuerza mayor.
Una corriente minoritaria ha afirmado entre nosostros que la no mención del
caso fortuito en el nuevo texto del artículo 1113, importa su exclusión como
causal eximitoria de responsabilidad en las hipótesis reguladas en dicha
preceptiva.
El nuevo texto legal se refiere concretamente a los daños causados por vicio de
la cosa, y en estos supuestos, la fuerza mayor, para servir de excusación, debe
residir en circunstancias exteriores a la cosa; y si la fuerza mayor es exterior, ya
no se esta propiamente en el caso de daño causado por vicios de la cosa, que es
el específicamente contemplado en esta parte del nuevo articulo 1113.
Dentro de tales lineamientos se ha considerado que no constituyen caso fortuito
los desperfectos de los vehículos automotores, ni los inconvenientes mecánicos
que pudieron evitarse con una adecuada revisión, como la rotura de la caja de
dirección que además no impide aplicar los frenos, o el desprendimiento del
flexible del freno; ni tampoco la muerte del conductor por un paro cardiaco, que
deja al mismo fuera de control. Pero si lo configura un proyectil arrojado desde
afuera que irrumpe en el vehículo dañado a un pasajero, por tratarse de una
situación que no esta bajo el control del chofer, ni de quien proporciona la cosa
para alquilar su uso en el transporte.
Distinto será si el daño deriva del hecho de la cosa en conjunción con un caso
fortuito. En esta situación en que subsiste el nexo causal entre la cosa y el daño,
la solución justa, cual seria la de atenuar la responsabilidad del guardián en la
medida en que el daño provino del casus, podría verse dificultada por la omisión
del caso fortuito en el nuevo texto agregado al articulo 1113.
Uso contra la voluntad del dueño:
El dueño o guardián habrán de resultar exentos de responsabilidad si se uso la
cosa causante del daño contra su voluntad expresa o presunta.
Cuando se trata de un uso no autorizado de la cosa por parte de un
dependiente, aunque el dueño o guardián no resultasen obligados al
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DERECHO CIVIL
resarcimiento por aplicación del régimen de la responsabilidad por daños
causados por las cosas, si podrán serlo, independientemente, por el sistema de
la responsabilidad refleja o indirecta del principal o comitente por el hecho de
sus dependiente, si concurriesen los requisito propios de esta ultima.
El que en verdad funciona como exonerativo de la responsabilidad del dueño o
guardián, es el caso de uso de la cosa por un tercero no dependiente.
Coincidiendo con Orgaz, pensamos sin embargo que lo que en realidad sucede
es que, desde el momento que otra persona esta usando la cosa contra la
voluntad del dueño o guardián, estos se ven privados por tal motivo de la
posibilidad de servirse y aprovechar de dicha cosa; por lo que entonces stricto
sensu dejan de revestir la calidad de guardianes de la misma en el sentido del
texto legal, siendo por eso que cesa su responsabilidad por los daños que la cosa
pudiese ocasionar.
Se pueden imaginar tres hipótesis distintas: uso sin autorización del propietario;
uso contra la voluntad del dueño y hurto de la cosa, en cuyo caso en general se
aceptaba la irresponsabilidad del dueño o guardián, salvo que por su culpa o
negligencia hubiese facilitado la sustracción de la cosa.
d. Sujetos responsables.
Art. 1113: La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que
están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado.
En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido
causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad
acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será
responsable.
Dueño:
Dueño o propietario es el titular del derecho real de dominio sobre la cosa.
Guardián:
Guarda material: para la primera postura, guardián tiene el mismo sentido que en el lenguaje
corriente, de forma tal que lo es quien tiene materialmente la cosa en su poder y
puede por lo tanto ejercer de hecho su vigilancia y dirección: el solo tener la
cosa en una mera relación fáctica, de por si convierte al detentador en guardián.
El guardián responsable es el que materialmente se sirve de la cosa, como
sucede con los automotores, los animales y otras cosas con las que
materialmente se puede causar un daño a otro cuando están al servicio material
de determinada persona.
Guarda provecho: una tendencia doctrinaria nada despreciable, sostiene que
guardián es quien aprovecha, usa y obtiene de la cosa, un beneficio económico o
personal, de placer o salvaguarda de sus intereses; aunque algunos combinan
ese elemento con el poder jurídico de dirección.
Guarda jurídica: es sujeto de la obligación de guarda quien, en virtud de su
vinculación jurídica con la cosa, tuviese sobre el un derecho o poder jurídico de
dirección; siendo indiferente en cambio que lo ejercite por si miso o por
intermedio de sus dependientes, o no lo usare, y ni siquiera que tuviese la cosa
efectivamente bajo su mando.
Quien usa de la cosa a través de sus dependientes, o lo facilita a otra persona
para su disfrute temporario, o permite su utilización por terceros, continua no
obstante siendo su guardián.
Guarda poder de mando o intelectual: el hecho de no tener mas el uso, control y
dirección de la cosa, entrañaba la pérdida de la calidad de guardián; lo cual se
infiere a contrario sensu, que la circunstancia de tener en uso, control y
dirección, confiere la guarda a quien ostenta el señorío sobre la cosa; enfoque
con el cual el ladrón pasa también a ser guardián jurídico.

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DERECHO CIVIL
Para esta posición, guardián es el propietario o quien de hecho ejerza un poder
de mando con relación a la cosa, sin que interese que tal poder derive o no de
un derecho sobre la misma.
Posiciones eclécticas: hay autores que niegan todo sentido preciso al vocablo
“guardián” afirmando que según las circunstancias podrá serlo: el tenedor latu
sensu, o el que utiliza y aprovecha económicamente la cosa, o el guardián
jurídico, etc.; o bien, que se deben tomar en consideración las facultades de
disposición jurídica, dirección, y aun el aprovechamiento económico.
Nuestra posición: el artículo 1113 hace responsable de daño causado con
intervención de cosas, a quien se sirve de ellas o a quien las tiene a su cuidado.
Se trata pues de dos directivas: ante todo la del “provecho”, mencionada
primeramente en el texto, ya que servirse es valerse de una cosa para el uso de
ella o sea aprovechar de la misma; y en segundo lugar, subsidiariamente, la de
dirección o cuidado, para cuando el primer criterio resulte por si solo
insuficiente, porque, verbigracia, mas de una persona obtiene beneficios por
distintos títulos de la misma cosa, como ocurre en el recordado caso del locador
y locatario, o por cualquier otro motivo.
Determinación del responsable.
Responsabilidad exclusiva y excluyente del propietario: para esta tendencia,
propietario y guardián venían a ser, en realidad, expresiones sinónimas; por
cuanto aquel debía siempre ser considerado tenedor jurídico de la cosa, ya que
en todo momento, directa o indirectamente, se servia de ella o la tenia a su
cuidado.
Nosotros pensamos que esta es, la única solución que ha quedado
definitivamente descartada; pues aunque pudiera afirmarse que el dueño es
siempre el guardián jurídico de la cosa, lo que nunca podría pretenderse es que
las voces dueño y guardián puedan tener la misma significación: propietario es
el titular del dominio de una cosa, y guardián es quien la cuida o se sirve de ella,
sea o no su dueño.
Responsabilidad en principio del dueño, desplazable al guardián mediante la
transferencia de la guarda de la cosa: actualmente también puede interpretarse,
que cuando el articulo 1113 habla de “dueño o guardián”, lo hace aludiendo
indiscriminadamente a los posibles responsables según el caso dado; o sea que
cuando menciona al propietario se refiere al supuesto en que este conserva la
guarda de la cosa, y que cuando nombra al guardián lo hace para la hipótesis en
que la guarda y el dominio se encuentran disociados.
Se presume, salvo prueba en contrario, que el dueño es el que se sirve de la
cosa; a el incumbe, para excusar su responsabilidad, la prueba de que el servicio
autónomo paso a otra persona, sea de hecho (ladrón, etc.), sea de derecho
(comodatario, locatario, etc.)
Responsabilidad de uno u otro, o conjunta de ambos, según las circunstancias
de cada caso: la cámara nacional civil en cada caso y según las circunstancias
fácticas debe determinarse si responde el dueño, o el guardián, o ambos
conjuntamente.
Responsabilidad indistinta del dueño o el guardián frente a la victima:
finalmente, el entendimiento que, en nuestro parecer, mejor se compadece con
la nueva redacción del artículo 1113, es la de la responsabilidad indistinta frente
a la victima del dueño o del guardián; lo cual posibilita a aquella dirigir su acción
por el todo contra cualquiera de estos.
La victima queda facultada para peticionar la totalidad de la indemnización
indistintamente del dueño o del guardián, la responsabilidad de estos resulta ser
plena o in totum, de manera similar a lo que ocurre con la solidaridad; siendo
este tipo de obligaciones “concurrentes” o in solidum.
e. Ruina de edificios:

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i. “cautio damni infecti”.
En el derecho romano, el vecino de un edifico que amenazara
derrumbarse, tenia derecho de exigir del propietario de este la cautio
damni infecti, en cuya virtud el dueño del edifico ruinoso debía asegurar
el pago de los daños y perjuicios de su caída si este se produjese, y
emplazado a otorgarla si no la daba, se entregaba al presunto
perjudicado la posesión de la cosa que amenazaba producir el daño.
Esta acción, preventiva antes que represiva, tenía dos finalidades
claramente establecidas:
La de prevenir el daño posible por la ruina de un edificio.
Asegurar el resarcimiento de ese daño, una vez producido el mismo.

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DERECHO CIVIL

V. Casos especiales de responsabilidad:


a. Responsabilidad precontractual.
A) si a una propuesta (oferta) contractual no sigue la aceptación, pero no sigue tampoco un
rechazo que significa la voluntad de no acceder al negocio, o si el acercamiento de las partes
no ocurre mediante una iniciativa que ofrezca los caracteres de verdadera oferta en firme,
tiene comienzo una fase preparatoria del contrato, en que cada una de las partes elabora en
su propio interés la materia negocial, haciendo y recibiendo propuestas parciales, discutiendo
cláusulas, fijando puntos, etcétera...
Estas negociaciones pueden desembocar en el contrato definitivo, pueden dar lugar a
acuerdos preliminares y pueden suspenderse o interrumpirse. No comprometen en modo
alguno a concluir el contrato.
En cambio, puede afirmarse que las negociaciones descriptas obligan a las partes
intervinientes a una conducta recíproca regida por el "principio de buena fe”.
B) el código civil argentino contempla en forma expresa (lo ha incorporado al derecho
objetivo) este principio, a partir de la reforma introducida por la ley 17711, en la nueva
redacción del artículo 1198: "los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse de
buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender
obrando con cuidado y previsión".
C) la inobservancia del deber de comportarse según el principio de buena fe se aprecia en la
responsabilidad de naturaleza extra-contractual a que da lugar la culpa in contrahendo:
cuando una parte que, por su comportamiento, dio a la otra fundadas razones para confiar
en la conclusión del contrato, rompe las negociaciones sin justo motivo.
El trasgresor debe resarcir los daños (interés negativo) que se concretan con certeza en los
gastos a que razonablemente se ha inducido a realizar a la parte en miras al contrato y
conducción de las negociaciones. Mas complejo es aceptar que el interés negativo cubre
también el daño que le sigue a la parte lesionada, por haber perdido la posibilidad de concluir
con otros el mismo contrato malogrado. En este supuesto, para inferir un daño, se está
manejando una mera suposición: a posse ad esse non currit illatio (del poder ser al ser, no
hay diferencia).
D) casos. Serían situaciones abarcadas por la idea de responsabilidad precontractual:
1) El tiempo de las tratativas preliminares que-cabe señalar- fue abarcado en sus
virtualidades generadoras de responsabilidad a partir de las enseñanzas de faggella;
2) el de la elaboración de la oferta, antes de su emisión efectiva;
3) el de la oferta ya emitida, pero antes de que, mediante la cabal aceptación, se concluya el
contrato.
4) ciertos accidentes que pueden suceder a propósito del ensayo o prueba antes de
concretarse el convenio;
5) el del contrato viciado de nulidad (responsabilidad in contrahendo conforme a la
terminología de ihering).
b. Responsabilidad extracontractual de las personas jurídicas.
Art. 42: Las personas jurídicas pueden ser demandadas por acciones civiles, y puede hacerse ejecución en sus
bienes.
Art. 43: Las personas jurídicas responden por los daños que causen quienes las dirijan o administren, en ejercicio o
con ocasión de sus funciones. Responden también por los daños que causen sus dependientes o las cosas, en las
condiciones establecidas en el título:
"De las obligaciones que nacen de los hechos ilícitos que no son delitos".
Art. 1720: En el caso de los daños causados por los administradores son aplicables a las sociedades las
disposiciones del título "De las personas jurídicas".

c. Responsabilidad del estado.

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DERECHO CIVIL
Luego de la 17711, en donde el Estado es una persona jurídica, se debe aplicar el Art. 43.
Para llegar a éste resultado, hubo amplio debate y trabajo doctrinario.
Antes se aplicaba al pie de la letra el Art. 43, declarando la irresponsabilidad del Estado.
Hacia 1933, se hizo lugar a una demanda por indemnización, (caso Devoto), por daños
ocasionados por empleados de telégrafos de la Nación, y se consideró que el Estado había
actuado como persona jurídica y no como poder público.
Ya a partir de 1938, (caso ferrocarril Oeste), se eliminó la distinción entre la actuación del
Estado como persona jurídica y como poder público, al llevarse adelante una demanda contra
la Pca. De Buenos Aires por un informe erróneo del Registro de la Propiedad.
Finalmente la jurisprudencia de la Corte, se completa en 1941, (caso Etchegaray), al admitir
una demanda de indemnización, por una imprudencia de un policía que produjo una muerte,
excediéndose en los medios para su captura.
d. Responsabilidad de los funcionarios públicos.
Esta consagrada en el Art. 1112
Artículo 1112
“Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus
funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que
les están impuestas, son comprendidos en las disposiciones de este título”
Hay varios tipos de responsabilidad de los funcionarios públicos; una es la responsabilidad
penal, en caso de que cometa un ilícito tipificado por el código penal, será sancionado
conforme lo establece el código penal. Otra es la responsabilidad administrativa, que cabria
el sumario que se le hará que llegaría hasta la exoneración del funcionario público. Otra es la
responsabilidad civil, y por último la responsabilidad política:
LA RESPONSABILIDAD CIVIL: Concretamente habla de no cumplir sino de una manera
irregular las funciones que le encomendaron y esta palabra el incumplimiento irregular de las
funciones encomendadas entra dentro de la orbita del Art. 1112 lo que implica es que el
funcionario se aparte de las funciones encomendadas, porque si él cumple con una orden
encomendada ahí no habría responsabilidad de él porque no se estarían cumpliendo en forma
irregular las funciones encomendadas. Siempre que hablamos de la responsabilidad del
funcionario público nos vamos a encontrar ante dos supuestos de responsabilidad, una es la
responsabilidad del funcionario público, en función del Art. 1112 y otro será la
responsabilidad del estado en función de lo dispuesto del 1113 primera parte. El patrón por
el hecho del dependiente, o sea también hay que demandar al estado. Lo que ocurre es que
con la responsabilidad del Estado es muy difícil probar la omisión o la culpabilidad de este.
Como aquí todo el sistema de responsabilidad se basa en función de la culpabilidad es muy
difícil probar la responsabilidad del estado, porque ¿como pruebo yo que el estado no
cumplió con la debida diligencia? Este el criterio imperante, pero podría cambiar podría ser
mucho más amplio en cuanto a la responsabilidad del estado, porque hay que probar la
culpabilidad. En caso de un accidente o muerte de una persona, ¿cual es la responsabilidad
del estado? Es dar seguridad, y aunque el estado puede hacer todo lo posible, no hay
seguridad. Ahí esta la dificultad de probar la culpabilidad que le cabría al estado. Distinto es
ante una orden determinada o si un funcionario tiene que hacer una función y directamente
no la hace, ahí si, si el no lo hace le cabe la responsabilidad al estado, porque es más fácil
probarlo:
La responsabilidad del funcionario público por no cumplir sino de una manera irregular las
funciones encomendadas, las cumple desvirtuando el contenido de la norma que fue dada
para el, por eso va a responder:
e. Responsabilidad por infortunios laborales.
La primera ley de accidentes de trabajo que existió en nuestro país fue la ley 9688 esta ley
fue sancionada en septiembre del año 1915, fue tomada del proyecto de los comentaristas
de la corte de casación francesa fundamentalmente de Adrián Fachet, la ley 9688 tuvo
muchísimas reformas y estas reformas se fueron dando en función de la labor que hacía la
jurisprudencia en materia de accidentes de trabajo, de esta manera en el año 1957 se
81
DERECHO CIVIL
incorporó el fondo de garantía, y el año 1960 se incorporó el concepto de accidente initinere,
¿que significa esto de la ley initinere? Porque la ley 9688 estableció el concepto de accidente
de trabajo, enfermedad accidente y accidente initinere.
Accidente de trabajo es todo hecho violento súbito extraño al individuo que le provoca un
daño, enfermedad accidente es aquella que provoca una incapacidad pero es un proceso
lento progresivo y los comentaristas de la ley, la explicaban de la siguiente manera, si una
persona trabaja con ácido en un momento le cae ácido en el cuerpo, eso es un accidente de
trabajo un hecho violento súbito, ahora si como consecuencia de este trabajo con ácido, va
tomando una enfermedad con el transcurso del tiempo, eso es una enfermedad accidente,
una es un hecho violento súbito y la otra es progresiva:
Accidente initinere es aquel que se produce en el trayecto del domicilio al lugar de trabajo
y viceversa, siempre que ese trayecto no sea alterado por alguna cuestión particular:
La ley de accidente de trabajo la 9688 fue modificada en el año 1976 por la ley 23643 y esta
ley fue la que mayores beneficios a la parte obrera le dio, pero como estamos hablando de
responsabilidad civil vamos a ir atrás en el tiempo al año 1968 la ley 17711, porque cuando
se sancionó la ley 17711 que se modifica el Art. 1113 del CC donde se establecen los daños
que se produzcan por las cosas riesgosas o viciosas, el trabajador que sufría un accidente de
trabajo tenía dos opciones, o reclamar por la ley especial, la ley de accidentes de trabajo o
hacer uso de la opción y reclamar invocando las normas del código civil Art. 1109 y 1103
Artículo 1109
“Todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a
otro, está obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las
mismas disposiciones relativas a los delitos del derecho civil.
Cuando por efecto de la solidaridad derivada del hecho uno de los coautores
hubiere indemnizado una parte mayor que la que le corresponde, podrá ejercer la
acción de reintegro”
Artículo 1113
“La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los
que están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su
cuidado. En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián,
para eximirse de responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa;
pero si el daño hubiere sido causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá
total o parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un
tercero por quien no debe responder.
Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o
guardián, no será responsable”
Cual era la diferencia entre un reclamo y el otro, primero que si optaba uno no podía optar
por el otro, si elegía una vía no podía elegir la otra, la diferencia radicaba en los primero con
la ley especial, en la ley de accidentes de trabajo, la indemnización era tarifada, estaba
establecido de antemano que es lo que iba a cobrar, era una forma de avaluar de antemano
el daño, en cambio si reclamaba por las normas del código civil la reparación era integral, se
iba a indemnizar daño emergente, lucro cesante, daño moral, daño psicológico, perdida de
chance bueno, todos los rubros que hacen a una reparación integral, pero el otro
inconveniente radicaba en que si el empleador era insolvente si había optado por la vía
especial le pagaba el fondo de garantía, lo único que no le pagaba los honorarios al abogado,
pero si le pagaba al trabajador, en cambio si optaba por las normas del código civil la
indemnización era mucho mayor, era mucho mas abultada, pero en caso que el empleador
fuera insolvente, nadie le pagaba y siempre lo que se indemnizaba y lo que se indemniza son
las incapacidades que genera las enfermedades o los accidentes: Se va a indemnizar si dejó
secuelas incapacitantes, no el accidente en si ni la enfermedad:
Año 1991 precisamente diciembre del año 91 se sanciona la ley 24028 que modifica la ley de
accidentes de trabajo y fue el primer indicio de lo que vino después, no obstante según mi
criterio creo que era la ley más justa en cuanto a las consecuencias, porque cuando se habla
de la industria del juicio existió, en cambio esa ley en cierta medida sin decir que tenia

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algunos defectos legislativos, era la mas acertada, la ley 24028 establece un tope
indemnizatorio de U$S 55.000 esa ley 24098 eliminó lo que se denominaba la teoría de la
indiferencia de la concausa significaba que si un trabajador realizaba continuamente un
movimiento, después de un proceso largo seguramente tenia una incapacidad entonces se
iba a indemnizar el porcentaje de incapacidad (diez por ciento de incapacidad había que
pagarlo).
Cuando se elimino la teoría de la indiferencia de la concausa se dijo se va a indemnizar el
porcentaje de la incapacidad, pero el porcentaje de incapacidad que se deba al trabajo, no a
la predisposición había que analizar que predisposición tenía el individuo y cuanto se debía al
trabajo, esa es la eliminación de la teoría de la concausa, se va a indemnizar solamente
aquello que se deba al trabajo, pero siempre estaba la opción de reclamar, si bien la ley
24098 para el ámbito de la capital federal establecía que el reclamo debía hacerse en la
justicia civil, en la provincia de Buenos Aires y otras provincias el reclamo por la reparación
integral, se hacia ante los juzgados laborales:
El trabajador que tenía un accidente, podía optar o reclamaba por la ley especial o a la forma
del Código Civil que es la reparación integral, sin perjuicio de sede laboral invocando las
normas del Código Civil 1113 una reparación integral. El empleador en esa época podía
pagar él o podía contratar una compañía de seguros que le cubría las consecuencias de algún
accidente, este fue el sistema en materia de accidentes laborales en nuestro país hasta el 1ro
de julio del año 1996, porque en esa fecha como consecuencia de un acuerdo marco que
realizó la CGT por un lado la Unión Industrial Argentina por otro lado, conjuntamente con la
Sociedad Rural, la Cámara Argentina de la Industria de la Construcción, la Asociación de
Bancos Privados, la Asociación de Bancos del Estado, Las confederaciones Rurales
Argentinas, establecieron determinadas pautas y una de las pautas que establecieron o
consensuaron o negociaron fue; vamos a prevenir los accidentes de trabajo esa era el
motivo, hacer una política de prevención a los accidentes de trabajo, ¡muy bien¡¡¡ cómo
consecuencia de eso se sancionó la ley 24557 que es la ley que rige actualmente en materia
de accidentes de trabajo, que es la denominada Ley de Riesgos de trabajo. Hay debate en
cuanto a esa ley. Van a ser prácticamente ocho años de su entrada en vigencia y todavía hay
debates sobre la ley de accidentes de trabajo, porque esa ley en su versión originaria fue
decretada inconstitucional por la mayoría de los tribunales laborales de Juzgados del país.
El tema es el siguiente, la ley riesgos de trabajo cambió todo el sistema. Ahora es obligatorio
para el empleador contratar una ART ya no es como antes, contrataba si quería ahora tiene
que tener una ART:
El objetivo de la ley de Riesgos de trabajo era prevenir la siniestralidad laboral, nada de esto
se logró, no obstante hay algunas cosas que están bien:
La ley de riesgos de trabajo vigente establece una terminología muy particular, se refiere a
contingencias y a situaciones cubiertas: ¿Cual son las contingencias que consagra la ley el
accidente de trabajo? La enfermedad profesional (no se llama mas enfermedad accidente), y
el accidente initinere:
Accidente de trabajo: Todo hecho violento súbito que provoca un daño en la salud
psicofísica del trabajador:
La enfermedad profesional: Son aquellas enfermedades que están consagradas en un
listado que al efecto elabora el poder ejecutivo, curiosamente en este listado no están las
enfermedades más comunes en materia laboral, por ejemplo hernia, artrosis, columna, no
están consagradas en el listado:
En cuanto al accidente initinere: Mejora el concepto; Es aquel que se produce en el
trayecto del domicilio al lugar del trabajo y viceversa, lo amplía desde dos puntos de vista lo
amplia si el trabajador comunicando con 72 hs. de anticipación altera dicho recorrido por
razones de estudio, por asistir a otro trabajo o por visitar a un familiar enfermo y no
conviviente:
En cuanto a las situaciones que cubre, tenemos la incapacidad laboral temporaria, en cuyo
caso durante los primeros diez días se hace cargo el empleador y después por un año se
hace cargo la ART. La incapacidad permanente hasta un 50 % y por algo recalco hasta un
cincuenta por ciento, porque originariamente la ley hablaba de hasta un 20 % esto fue

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introducido por un decreto 1278 del 1ro de mayo del 2001, hasta un 50 % se paga de una
sola vez, en pago único y ese pago único es tarifado, porque va a surgir de un calculo: Valor
mensual del ingreso base por 53 y eso se multiplica por el porcentaje de incapacidad y dicho
resultado se multiplica por el cociente que resulte de dividir 65 la edad del trabajador de esa
manera van a tener avaluado de antemano cuanto va a cobrar el trabajador como
consecuencia de un infortunio laboral, si se trata de una incapacidad laboral y permanente
hasta un cincuenta por ciento originariamente la ley establecía hasta un 20 por ciento, lo
demás se pagaba mediante la renta periódica, en caso de incapacidad laboral permanente,
superior al 50 % pero que no llegue hasta 66 % se va a pagar $ 30000 mas una renta
periódica y en el caso de incapacidad absoluta que es aquella que es superior al 66% se va a
pagar $ 40000 mas una renta periódica y en el caso de muerte o de gran invalidez se va a
pagar $ 50000 más una renta periódica, hasta que se este en condiciones de acceder a los
beneficios jubilatorios:
Pero esto no es lo fundamental con respecto a la responsabilidad civil de la ley de riesgos de
trabajo, lo que tiene que ver con la responsabilidad civil de la ley de riesgos de trabajo es
que el Art. 39 de la ley, dice que no van a responder por los supuestos de responsabilidad
civil ni la ART ni el empleador, salvo en el caso del Art. 1072 (el derecho de opción no se
puede hacer conforme a la ley de riesgos de trabajo) salvo que exista dolo del empleador,
pero el dolo del empleador esta hablando del Art. 1072, acto ejecutado a sabiendas y con
intención de dañar, lo cual es imposible, esto es el quit de la cuestión de la ley de riesgos de
trabajo, el Art. 39, entonces aquí esta el ejemplo muy claro, yo voy caminando y explota una
caldera yo como ciudadano común puedo invocar las normas del Código Civil y no lo puede
hacer el trabajador, esto llegó a la corte y el fallo de la corte del 1ro de febrero del 2002 fallo
Gorosito con Rivas que no es muy claro decreto que el Art. 39 es constitucional. Por lo tanto
elimina toda posibilidad de reparar un daño sufrido por un trabajador invocando las normas
del código civil, salvo que se tratase de un supuesto de dolo del empleador. La corte de la
provincia de Buenos Aires tenia otro criterio, pero ahora lo cambió y ahora apareció un fallo
en capital Federal que medio quiere cambiar el fallo Gorosito con Rivas, diciendo que se debe
adecuar, quiere decir que si yo sufro un accidente de trabajo y como consecuencia pierdo un
brazo conforme el calculo de la ART, me van a corresponder $ 30000. Si yo demuestro que si
era un juicio civil cobraría mucho más. En este caso yo puedo decretando la
inconstitucionalidad de este ARTÍCULO reclamarle al empleador que me pague el resto, pero
acá hay otro problema, yo empleador que culpa tengo si a mi me obligan a contratar una
ART encima tengo que terminar pagando, cuando en realidad la que tendría que pagar es la
ART, lo que pasa, esto parte del punto de vista lo que se denomino la teoría economicísta del
derecho, vamos a hacer un gran negocio con el tema de los accidentes de trabajo y esto fue
lo que ha ocurrido, el interrogante esta abierto:
En concreto Uds. no pueden hoy reclamar conforme el Art. 1113 ante un accidente de
trabajo, hasta hoy. Capaz que mañana si, porque el Art. 39 impide la posibilidad de reclamar
conforme las normas del Código Civil, salvo que se pruebe el dolo del empleador pero el dolo
del 1072 habla del acto a sabiendas y con intención de dañar, elemento tipificante de un
delito:
f. Responsabilidad por accidentes deportivos.
Daños a participantes (jugadores o competidores). Si un participante daña a otro,
respetando las reglas del juego, no hay responsabilidad, si ha violado las reglas del juego,
hay responsabilidad, si el hecho fuese doloso, intencional.
Se entiende que si la competencia es entre aficionados, la responsabilidad es
extracontractual, (por que no hay un contrato), por el contrario si es profesional, se entiende
que dicha responsabilidad es contractual.
La relación del jugador profesional con el club que lo contrata.
Se entiende, por jurisprudencia que existe entre ellos una relación laboral, un contrato de
trabajo, por lo que el jugador tiene derecho a pedir indemnización por los daños sufridos.
Daños a espectadores.
Si un espectador sufre un daño, por un pelotazo, resultado del juego, no hay
responsabilidad, sin perjuicio de la del organizador del juego.

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Responsabilidad del organizador del juego.
Debe asumir los daños de los asistentes, dado el contrato que él asume con el público en la
obligación, (dar seguridad), y se entiende que la víctima que sufra daño por su propia
imprudencia, no será responsabilidad del organizador.
g. Responsabilidad derivada de los espectáculos públicos.
h. Responsabilidades profesionales:
ii. Abogados.
Si bien de todas las ciencias, una de las ramas que más desarrollo ha tenido en este
siglo es la medicina, con los consiguientes riesgos que emergen del acrecentamiento
de la actividad médica y de la responsabilidad de los profesionales de esa área, decidí
conocer y analizar más profundamente la responsabilidad civil de los abogados, por la
carrera que elegí, y nada mejor para ello que comenzar por conocer y profundizar las
responsabilidades que en un futuro espero cercano puedan corresponderme.
En primera instancia, antes de hablar de las responsabilidades civiles que ellos tienen,
deberíamos conocer el verdadero sentido de la palabra “abogado”. Esta palabra
etimológicamente proviene del latín advocatus, que a su vez esta formada por ad y
vocatus que es la contracción de una frase “ad auxilium vocatus”: llamado para
auxiliar y esto es así puesto que entre los antiguos romanos se requería del auxilio de
quienes tenían estudios de derecho, para todo tipo de negocios que requirieran el
conocimiento de las leyes.
Todo esto es bastante afín al actual concepto que se tiene del abogado, que es el del
profesional al que se acude en busca de asesoramiento o consulta jurídica (el iure
consultus de los antiguos romanos, que iban conformando en función de las
consultas que evacuaban y donde tales “consultores” eran considerados como
personas de confianza familiar sin cuyo auxilio ningún negocio se concretaba) o legal
en materia de negocios, a la vez que de ayuda o de defensa para las contiendas
judiciales en la cual estén en juicio intereses de la parte que requiere en su consejo
(los causídicus o abogados que eran los oradores encargados de la defensa en
juicio).
En nuestro medio los abogados son tenidos hoy, incluso por disposición legal, como
colaboradores y auxiliares de la justicia (arts. 13 de la ley 19.649 hoy derogada “Foro
de la ciudad de Buenos Aires” y 59 inc. 1) de la ley 5177, t.o. por Decreto 180/87 de
la provincia de Buenos Aires) y acreedores en consecuencia del mismo respeto y
consideración debido a los magistrados judiciales (arts. 58 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación y del de la provincia de Buenos Aires; 5ª de la ley 23.187 y 57
in fine de la ley 5177 de la provincia de Buenos Aires).
Actualmente se considera abogado, según la definición de Escriche, al profesor de
jurisprudencia que con título legítimo defiende en juicio por escrito o de palabra los
intereses o causas de los litigantes. Así, se considera, para concluir, que la actuación
del abogado puede ser judicial, ejercitando la representación de una parte en el
desempeño de la procuración, o mediante el patrocinio en una causa, o bien
asumiendo la defensa de un procesado en el fuero penal; o extrajudicial, tanto a
través del mero consejo legal o asesoramiento jurídico, o en la redacción de contratos,
reglamentos, estatutos, etc. como en la concreción de arreglos o transacciones que
pongan término a cuestiones controvertidas o dudosas, para lo cual se requiere
indudablemente estar dotado de conocimientos, capacidad, ingenio, prudencia y
dedicación en la ponderación de los hechos y en su proceder.
Hay otra cuestión que no debe descartarse y es la del debate sobre si los abogados
cumplen una función privada o un ministerio público. Si bien el abogado defiende un
interés particular, trasciende en su acción ese interés privado para servir al interés de
la justicia que es público, por lo cual cumple un cometido quasi público, al cooperar
con el Estado para eliminar los conflictos entre los particulares. Es así como debe
considerárselos: como auxiliares del órgano jurisdiccional trabajando al servicio del
interés público y cumpliendo una función social, evitando en lo posible los pleitos entre
los miembros de una misma sociedad. Con ello, se transforman en más que un mero
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auxiliar de la justicia, y al ser paladines de la búsqueda de la verdad y el sentido de la
justicia, pasan a ser una figura relevante en el proceso y son considerados en el
mismo rango jerárquico que los jueces, al tener las mismas miras en los mismos
objetivos.
Para poder hablar de la responsabilidad civil de los abogados, debemos conocer cuáles
son sus deberes.
1. El juramento es el primer deber, pues el prestar juramento es el requisito
imprescindible para su inscripción en la matrícula profesional, que lo habilita a su vez
al ejercicio profesional, conforme las leyes que lo reglamentan, y que compromete al
abogado tanto a ser fieles a la Constitución Nacional y las leyes, así como a las reglas
de ética profesional en el ejercicio de la profesión.
2. Deber de patrocinio y defensa. En nuestra legislación -salvo excepciones- la
actuación en juicio del abogado no está equiparada a la un oficial público, como ocurre
en la legislación de otros países. En nuestro país sólo ocurre esto cuando la ley
expresamente así lo dispone, rigiendo únicamente la obligatoriedad cuando se trata de
patrocinar o defender a los pobres o en los casos de nombramientos efectuados por
los jueces o tribunales.
Dejando de lado la libertad profesional que el abogado tiene de aceptar o no defensas
y patrocinios, una vez que éste asume las mismas, empiezan a jugar una serie de
obligaciones del abogado para con su cliente, lo que se llama genéricamente “deber
de lealtad”, el que aparece expresamente enunciado en el art. 6º de la ley 23.187
que establece que debe “comportarse con lealtad, probidad y buena fe en el
desempeño profesional”.
Este deber es abarcativo de otros más concretos, a saber:
a) la obligación de no abandonar intempestivamente el patrocinio en los juicios en que
intervenga (art. 59, inc.7), 60 in fine y 90 inc. 3) de la ley provincial 5177; art. 50
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación y de la provincia de Buenos Aires);
b) la obligación de no patrocinar o asesorar a ambos litigantes en un mismo juicio,
simultánea o sucesivamente, o aceptar la defensa de una parte si ya hubiese
asesorado a la otra (arts. 61 inc.1 de la ley provincial 5177, y 10 inc. a) de la ley
23.187). En lo que se refiere a la actuación judicial del abogado como apoderado tiene
otros deberes, como:
c) interponer los recursos pertinentes contra toda regulación de honorarios que
corresponda abonar;
d) asistir los días asignados para las notificaciones en la oficina, a los juzgados o
tribunales donde tenga en trámite pleitos o procesos;
e) presentar y suscribir los escritos y activar el procedimiento en las condiciones de
ley;
f) asistir puntualmente a las audiencias que se celebren en los juicios en el que él
intervenga (arts. 11 de la Ley nacional 10.996 de Ejercicio de la procuración, y 59
incs. 8 y 90 de ley provincial 5177).
De todos estos deberes incluidos en el deber de lealtad, se desprende que la violación
del mismo puede llegar a configurar el delito de “prevaricato” contemplado en el art.
271 del Código Penal, que reprime al “abogado o mandatario judicial que defendiere o
representare partes contrarias en el mismo juicio, simultánea o sucesivamente o que
de cualquier otro modo, perjudicare deliberadamente la causa que le estuviere
confiada”.
3. Deber de guardar el secreto profesional. El secreto es para el abogado tanto un
deber como un derecho, según lo establece la ley 23.187 en sus arts. 6º inc. f) y 7º
inc. c). Es un deber respecto de sus clientes y, en ocasiones, también de la sociedad,
a la vez que es un derecho para hacer valer ante las autoridades (jueces), pues si el
abogado estuviese obligado a declarar lo que sabe en el ejercicio de su profesión, no
podría honradamente aceptar confidencias, de donde se desprende que violar el

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secreto es de esta manera contrario al derecho natural. Por ello, la transgresión del
deber de guardar el secreto profesional está castigada por el art. 156 del Código
Penal, que castiga a quien teniendo noticia por razón de su estado, oficio, empleo,
profesión o arte, de un secreto cuya divulgación pueda causar daño, lo revelare sin
causa justa. Esta obligación del secreto profesional sólo cede a las necesidades de
defensa personal del propio abogado cuando es objeto de persecuciones de su cliente.
En dicho caso, puede exhibir los documentos que aquél le hubiera confiado y revelar
entonces lo necesario para su defensa.
4. Deber de no inducir a engaño a los clientes. Tanto en la Capital Federal como
en la provincia de Buenos Aires, las leyes que regulan el ejercicio de la profesión de
abogado les prohíben toda publicidad que pueda inducir a engaño a los clientes o que
ofrezca ventajas contrarias a las leyes vigentes (art. 10 inc. e) de la ley 23.187).
De tal manera, el abogado infringe este deber si promete y anuncia resultados
exitosos seguros para determinadas acciones o planteamientos judiciales.
Ahora bien, pasando a la esfera de la responsabilidad civil, hay que tener en cuenta
que “responder” es dar cada uno cuenta de sus actos y responder civilmente, si nos
atenemos estrictamente al sentido literal de la palabra, es el deber de resarcir los
daños ocasionados a otros por una conducta lesiva antijurídica o contraria a derecho,
o lo que es lo mismo responder civilmente es dar cuenta a otro del daño que se le ha
causado.
Tratándose de la responsabilidad civil de los profesionales se podría definir como la
responsabilidad en la que pueden incurrir quienes ejercen una determinada profesión
al faltar a los deberes especiales que la misma les impone, pues se supone que toda
persona que practique una profesión debe poseer los conocimientos teóricos y
prácticos de la misma y obrar con la diligencia y previsión necesarias. Por ello no
existe nada en la responsabilidad profesional que sea diferente de la regla general de
la responsabilidad civil. Y si pasamos más específicamente a la responsabilidad civil de
los abogados, podemos decir que no se trata del tratamiento de un tema nuevo, sino
de vieja data.
Si bien existen diversas posturas en el tratamiento del tema de la responsabilidad de
los abogados, si bien algunos autores opinan que esta responsabilidad es sólo moral y
no jurídica, en la actualidad se sostiene que dichos profesionales deben responder por
los daños originados en su obrar con culpabilidad.
Pese a toda la doctrina existente respecto de la naturaleza de la responsabilidad de los
abogados y si esta es contractual o extracontractual, hoy la doctrina y jurisprudencia
mas recientes se inclinan de manera casi unánime por admitir la condición contractual
de la responsabilidad profesional (pronunciamiento de la Cámara Civil 2a. de Capital
Federal) que sentó la doctrina de que la responsabilidad emergente del ejercicio de la
medicina es de carácter contractual. A partir de allí la jurisprudencia argentina se
uniformó para sostener el carácter contractual de la responsabilidad profesional,
mientras que la doctrina con diferencias de matices también se inclinó hacia la misma
conclusión.
Si bien se aceptó casi unánimemente la índole contractual de la responsabilidad, no
ocurre lo mismo con el tipo de contrato que vincula al abogado con su cliente. Al
respecto, existen diferentes teorías.
a) Teoría del mandato.
Esta es una postura que se remonta hasta el derecho romano, donde las relaciones
que nacían del ejercicio profesional o de un arte liberal, eran consideradas un
verdadero “mandato”. Específicamente, se consideró que la relación jurídica entre
abogado y cliente fue en su concepción originaria la del mandato. Esta opinión que fue
receptada en algunos fallos, no cuenta con total aceptación en nuestra doctrina, que
entiende que la naturaleza del vínculo no puede determinarse sino en concordancia al
contenido de la relación profesional pactada o realizada por el abogado y que éste al
patrocinar no por ello necesariamente representa al cliente, sino que lo sirve, de
donde se desprende que hay un servicio profesional.

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b) Locación de servicios
Gran parte de la doctrina cree que en el ejercicio de las llamadas profesiones liberales
se configura una verdadera “locación de servicios”, con la única particularidad de que
el trabajo brindado es de orden intelectual y no manual. El abogado es quien presta
un servicio más o menos continuado de asistencia profesional, subordinado a las
contingencias del pleito, a cambio de una retribución.
c) Locación de obra
Hay quienes sostienen que se trata de una locación de obra intelectual, ya que el
abogado promete la ejecución de un trabajo mediante un precio calculado conforme la
importancia del mismo, sin que exista relación de dependencia alguna entre él como
locador y su cliente como locatario.
La jurisprudencia resolvió que el contrato de prestación de servicios profesionales de
un abogado sólo a veces puede consistir en una locación de obra, teniéndose como tal
al contrato por el que se le encargara a un letrado patrocinante la dirección jurídica de
un juicio, que lo obliga a atender integralmente todo el desenvolvimiento de la causa y
no sólo a la exposición de hechos y al planteo de cuestiones de derecho en la
demanda (caso Naumow c/Gutiérrez); lo cual es aceptado también por algunos
pronunciamientos que deciden que el abogado asume una obligación de resultado
hasta la total terminación del juicio (autos Hasperué Becerra c/Rebella), y en el caso
de la confección de una cuenta particionaria (caso Urioste de Argañandona) o de
redacción de un estatuto societario (autos Iturralde c/Andreoni), entre otros.
d) Contrato innominado o atípico
En opinión de otros, el contrato que vincula al profesional con su cliente no es de
trabajo, locación de obra, de servicios, ni de mandato, sino que se está en presencia
de un contrato atípico, al que no se le puede aplicar con propiedad ninguna de las
clásicas denominaciones.
e) Contrato multiforme o variable
La doctrina mayoritaria interpreta que la prestación de servicios profesionales asume a
veces el carácter de locación de servicios, otras la de locación de obra o la de
mandato, según las circunstancias de cada caso. Esto lleva a sostener que se trata de
un contrato multiforme, variable o proteiforme. Esta postura ha sido receptada de
manera expresa en un fallo de la Cámara Nacional en lo Civil Sala D del 12/12/79.
También se la ha recogido en un fallo más reciente de la Sala K del mismo Tribunal,
en el cual se alude en general a todas las profesiones liberales. E implícitamente se
enrolan también en ella varios fallos, que pese a sostener a priori que no se pueden
aplicar automática y genéricamente a las relaciones del profesional con su cliente las
reglas de los contratos clásicos como la locación de servicios, de obra, o el de
mandato.
En el caso particular de los abogados, los contratos que más habitualmente se
celebran son el mandato y la locación de servicios, según que representen a un cliente
o lo patrocinen en un juicio, o la locación de obra, en el caso de habérsele pedido un
dictamen o un documento contractual. Este contrato se puede denominar
genéricamente “contrato de prestación de servicios profesionales”, pues si existe un
contrato que relaciona al que daña y al damnificado, y si el perjuicio se produjo como
consecuencia de la inejecución de tal contrato y no por otras circunstancias ajenas al
mismo, la responsabilidad del abogado habrá de ser, necesariamente contractual. No
obstante pueden darse casos de responsabilidad profesional extracontractual. Ello
puede darse en determinados casos como:
1. Si no media un contrato previo entre el abogado y el cliente, lo que puede ocurrir si
el letrado debe cumplir sus funciones en virtud de nombramiento “de oficio” efectuado
por el juez, como tutor o curador especial o como partidor, o síndico de un concurso
civil o administrador, etc. o si debe patrocinar o representar a un declarado pobre.

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2. Si el contrato que liga a las partes no es válido, ya que conforme al art. 1056 del
Cod.Civil, los actos nulos o anulados no producen sus efectos propios, pero sí los de
los hechos ilícitos que deben ser reparados.
3. Si pese a existir un contrato, el daño resulta ajeno al mismo y no se produce como
consecuencia de su inejecución.
4. Cuando los damnificados son terceros extraños al contrato concluido entre el
abogado y su cliente, aunque el daño provenga de su ejecución.
En todos estos casos serán de aplicación los preceptos sobre responsabilidad
extracontractual del Código Civil.
Existen, no obstante, casos de superposición de ambas responsabilidades, contractual
y extracontractual. Ello ocurre cuando el incumplimiento de la obligación contractual
importa asimismo la comisión de un delito del derecho criminal, hipótesis
expresamente contemplada en el art. 1107 del Cod. Civil.
Lo mismo ocurre en los casos en que el incumplimiento de la obligación contractual
configura simultáneamente una infracción de un deber jurídico impuesto por las leyes.
En los casos arriba mencionados si bien no puede negarse el carácter esencialmente
contractual de dichas responsabilidades, tampoco es posible desconocer la existencia
paralela de deberes legales que resultan violados. Esto permite aseverar que frente a
la obligación contraída entre el profesional y su cliente, existe un deber legal de
características muy particulares, cuyo incumplimiento hace emerger la responsabilidad
aquiliana del autor, independientemente de la responsabilidad que también le
concierne.
Cuando la inejecución del contrato degenera en un delito del derecho criminal,
también aparece la responsabilidad extracontractual en razón de que tal delito
supone, por sí mismo, la infracción a un deber legal separado y distinto de la mera
inejecución de un contrato.
Siempre hablando de la responsabilidad profesional del abogado, esta responsabilidad
no es más que un simple ítem de la responsabilidad civil en general y sus elementos
son:
1. la antijuridicidad
2. el daño causado
3. la relación de causalidad; y
4. el factor de atribución
1. Antijuridicidad.
La antijuridicidad es el obrar contrario a derecho, o sea la conducta contraria a los
deberes impuestos por el ordenamiento jurídico considerado en su totalidad. La
responsabilidad civil del abogado es de naturaleza contractual, por resultar de la
trasgresión de obligaciones estipuladas en un contrato concluido con anterioridad
entre él mismo y su cliente. En los casos de responsabilidad civil extracontractual, la
antijuridicidad debe surgir de incumplimiento a la ley en sentido material. Igualmente,
la antijuridicidad puede producirse además por violación a las específicas normas
referentes al ejercicio de la profesión, y son las que surgen de los todos los deberes
específicos tales como el de patrocinio y defensa del cliente, obrando con lealtad,
probidad y buena fe profesional, etc.
En cuanto a la exclusión de la antijuridicidad es evidente que el consentimiento o
conformidad del cliente puede dar lugar a un eximente convencional de
responsabilidad, cuyo fin es el de circunscribir o evitar un deber de resarcir que, de no
haber mediado aquél, el contratante incumplidor habría tenido que asumir frente a la
contraparte. Queda claro que si entre los contratantes lo convenido tiene para las
partes fuerzas de ley, esto alcanza a las cláusulas exonerativas y de limitación de
responsabilidad que se pudiesen haber pactado. Igualmente claro queda que el
consentimiento del cliente nunca podría cubrir el dolo o la impericia, negligencia o

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imprudencia del profesional, para excluir totalmente su responsabilidad, aunque
podría sí ser eficaz una cláusula limitativa que le permitiera liberarse contractualmente
de ciertas consecuencias de un incumplimiento culposo, siempre que no exista culpa
grave de su parte.
Es obvio que si la función de la abogacía es la defensa de la vida, honor, libertad del
patrimonio, trascendiendo los límites del interés privado del cliente y apuntando al
interés público de la justicia, mal podría consentirse una dispensa convencional de la
responsabilidad civil del profesional.
2. Daño causado
En cuanto a la determinación del daño indemnizable, resulta muy difícil discernir
cuando la frustración de un negocio debida a un deficiente asesoramiento atribuible a
él, o la pérdida de un juicio por omisiones o errores también imputables, configuran
un daño cierto. Al no saberse a ciencia cierta si en otras condiciones el negocio
hubiera sido favorable o no, pues este resultado depende de otras circunstancias
ajenas al abogado. el resarcimiento en tal caso debe consistir más bien en la pérdida
de una “chance” o posibilidad de éxito en las gestiones, cuyo mayor o menor grado de
probabilidades dependerá en cada caso de sus especiales circunstancias.
Al respecto, la doctrina aconseja hacer un balance razonado de las perspectivas en pro
y en contra y del saldo de la misma debe surgir la proporción del resarcimiento.
Además, en primera instancia, debe estar demostrada la pérdida de la “chance”, lo
que obliga prima facie a acreditar la imposibilidad de volver a intentar nuevamente la
acción, lo que en principio sería factible si ésta no ha prescripto y si no media cosa
juzgada sobre la acción del litigio, pues si el pleito perdido puede volver a iniciarse, se
está frente a un daño emergente concreto, con relación al cual la indemnización no
deberá ir mucho más lejos del importe de las costas devengadas (y ocasionalmente,
los intereses).
De esta manera, si la expectativa fracasada era muy general y vaga, no cabría la
indemnización, por tratarse de un daño meramente eventual o hipotético. Por el
contrario, si la posibilidad es fundada y es una razonable probabilidad, su frustración
debe ser indemnizada. Más aún, puede ocurrir que de las circunstancias del casos,
aparezca como sumamente probable que el damnificado hubiese obtenido la ganancia
o evitado la pérdida de no haber mediado el acto del responsable, en cuyo caso,
procedería la indemnización, no ya de “chance” perdida, sino de la misma ganancia
frustrada o del perjuicio sufrido.
La diferenciación entre daño cierto indemnizable y daño hipotético no reparable si bien
de fácil lectura, resulta a veces en la práctica. Esto complica la aplicación de la
procedencia o no de la indemnización, y en su caso la determinación del monto de la
misma en proporción a la “chance” frustrada. Es por ello tal vez que, en algunos casos
conocidos, el resarcimiento a abonarse se fijo en aproximadamente sólo un 10% del
valor de la ganancia perdida.
3. Relación de causalidad
La vinculación causal adecuada entre el proceder del profesional y el perjuicio sufrido
por el damnificado es otro de los presupuestos ineludibles de la responsabilidad civil
en general y, por consiguiente, del abogado. El abogado es quien diseña la estrategia
jurídica del caso que presenta o defiende, conoce las opiniones doctrinales y
tendencias jurisprudenciales. El dominio del factum sindicado como dañoso pertenece
al profesional y no al cliente.
En general, se acepta que la prueba de la existencia de la relación causal adecuada
entre la conducta del profesional y el daño queda a cargo del damnificado, pero que
esto no es así en las llamadas “presunciones de causalidad”, en los que se invierte la
situación y es el sindicado como responsable quien debe demostrar la inexistencia del
vínculo causal, o sea demostrar que el daño provino de otra causa ajena. Esto importa
reconocer que si en tales supuestos no existe responsabilidad es porque no hay
relación de causalidad entre el hecho y el daño, tal como ocurre en la denominadas
“obligaciones de resultado”, las que encajan dentro del marco de aquel tipo de
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DERECHO CIVIL
responsabilidad y en ellas queda a cargo del deudor la demostración de que el
incumplimiento que ocasionara el daño provino en realidad de una causa ajena a su
órbita.
4. Factor de atribución
Igualmente, es necesario para que exista responsabilidad civil que exista un factor
atributivo de ella, que la ley considere idóneo o apto para sindicar en cada caso, quien
debe ser el sujeto responsable.
La responsabilidad del abogado es una responsabilidad por hecho propio o personal,
por lo cual el factor de atribución debe ser en principio, subjetivo: la inimputabilidad
por culpa o dolo del agente del daño. Sin embargo, es importante discernir la
prestación que va a dar el abogado, ya que esto vale sólo exclusivamente para las
obligaciones llamadas “de medios”, mientras que en las obligaciones de “resultado”, el
factor de atribución se torna objetivo.
Responsabilidad por culpa del abogado.
Las obligaciones se clasifican en: de medio y de fines.
Obligación de medios es la que sólo impone diligencia y aptitud para cumplir las
medidas que normalmente conducen a un resultado, pero sin asegurar la obtención,
pero sin asegurar la obtención del mismo. Ejemplo de obligación de medios son las
obligaciones que emergen en general de la locación de servicios, en materia
contractual y en el campo extracontractual, el deber de conducirse prudentemente en
la vida social, para no ocasionar daños a terceros.
Obligación de fines es, en cambio, la que compromete un resultado determinado.
Ej. en el sector de la obligaciones contractuales, el caso de una compraventa, en la
que tanto el vendedor como el comprador se comprometen a cumplir efectivamente
un determinado hecho: uno, la entrega de la cosa, y el otro el pago del precio. Otro
ejemplo, en el terreno de la responsabilidad extracontractual, podría ser el que pesa
sobre el dueño o guardián de una cosa o de un animal, quien debe asegurar el efecto
preciso que las cosas bajo su custodia no causen daño a terceros.
En las obligaciones determinadas, (“de resultado”) al acreedor le basta con establecer
que no se logró el resultado prometido y nada más, correspondiendo en todo caso al
deudor que quiera eximirse de responsabilidad acreditar que ello sucedió por caso
fortuito u otra causa ajena al mismo. En tanto, que en las obligaciones de “medios”,
no alcanza la simple obtención del fin perseguido, pero no asegurado -por ej. que el
juicio se perdió-, sino que también hay que demostrar que ocurrió por culpa o
negligencia del obligado.
Como ya dijimos, resulta simple comprobar que en el ejercicio de algunas profesiones
liberales, la obligación que en general asume el profesional es en realidad “de medios”
pues el abogado no está obligado a ganar el juicio, sino que únicamente se obliga a
cumplir una prestación eficiente e idónea, con ajuste a los procedimientos que las
técnicas señalen como más aptos para el logro de su fin, pero sin asegurar que se
pueda obtener la finalidad perseguida. Sin embargo, también los profesionales pueden
obligarse a un resultado, tal como ocurre por ej. si el abogado se compromete a
redactar un contrato o un estatuto de sociedad, o a realizar una partición, etc.
Todo esto lleva a que no pueda afirmarse en primera instancia y con carácter amplio
que las obligaciones de los profesionales sean de “medios” o de “resultado”, pues
depende en cada caso de la labor concreta a cumplir por el profesional.
Por ello, para determinar el contenido de la prestación asumida por el abogado frente
a su cliente, o de la que le es impuesta por la ley, se debe diferenciar la actuación que
él puede cumplir como letrado apoderado o procurador, o como abogado consultor o
patrocinante, o como defensor en un proceso penal.
En el papel de apoderado o procurador, se estima, en opinión de la mayoría, que el
abogado se encuentra obligado a una prestación de “resultado”, con relación a los
actos procesales de su específica incumbencia como: suscribir y presentar los escritos
correspondientes, concurrir a la Secretaría del Juzgado los días asignados para
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DERECHO CIVIL
“notificaciones en la oficina”, asistir a las audiencias que se celebren, interponer los
recursos legales contra cualquier sentencia definitiva adversa a su parte y, en general,
activar el procedimiento en la forma prevista por la ley.
Cuando el abogado actúa como consultor, asesor o patrocinante, o como defensor en
proceso penal, no tiene la representación de su cliente, consistiendo su misión por
ello, únicamente en conducir el litigio o causa bajo su dirección, o aconsejar las
cuestiones legales que considere más convenientes. Y en estos casos la obligación del
abogado no es de resultado sino de medios: sólo debe poner de su parte toda su
pericia, conocimientos, diligencia y prudencia, con el fin de obtener un resultado
favorable.
Gran parte de nuestra doctrina ya se pronunció respecto de que el régimen de la
responsabilidad civil de los abogados difiere según actúen como representantes de sus
clientes (letrado apoderado) o se limiten a ejercer el patrocinio o la dirección letrada
del juicio. Se hace señalar que en el primer caso el abogado está sujeto a las reglas
del mandato, siendo su responsabilidad frente al mandante la misma que corresponde
a los procuradores; en tanto que en el segundo caso, cualquiera fuese la naturaleza
del vínculo contractual entre el abogado y la parte, su responsabilidad no puede
configurarse sólo por no haber prosperado la pretensión u oposición del patrocinado,
siempre que la dirección de la causa tenga suficiente sustento en las fuentes del
derecho, comprometiéndose sólo la responsabilidad del mismo cuando el fracaso
obedezca a una actuación negligente o a errores jurídicos inexcusables.
En lo atinente a la culpa o negligencia del abogado, hay que hacer distinciones entre
las cuestiones de hecho y de derecho.
La responsabilidad del abogado puede nacer aún antes de que exponga en un escrito
judicial o en un tribunal oral, los hechos que le indique su cliente, pues primero debe
examinar y apreciar la verosimilitud, como igualmente la viabilidad de la acción a
deducir sobre la base de ellos, como asimismo que es responsable por la falta de
claridad en la exposición de los hechos, aún cuando hubiese repetido lo que le
manifestara su cliente, por ser precisamente este último lego en materia jurídica.
Lo contrario ocurre en lo relativo a las cuestiones de derecho. Nuestra jurisprudencia
entendió que no media responsabilidad del abogado en los casos de errores científicos,
sosteniendo que sólo puede existir culpa de su parte en los casos de impericia u olvido
de las precauciones que la prudencia ordinaria prescribe, o de las reglas admitidas por
todos como ciertas.
El problema de la prueba de la culpa se suscita realmente, con relación a las
obligaciones de “medios” o “de prudencia y diligencia”, pues en las de “fines” o
“determinadas”, la acreditación de la circunstancia objetiva de la no obtención del
resultado perseguido desplaza la culpa, no porque ésta no exista, sino porque en este
tipo de obligaciones, no tiene interés y queda al margen de la cuestión, en virtud de
que la prestación tenía por meta un objetivo concreto, determinado.
Además, para poder determinar la culpa profesional, hay que comenzar por definir
cuando existe culpa en general. La culpa existe cuando por negligencia, descuido, falta
de precaución o imprudencia, no se obró como debía hacerse, provocándose un daño;
pero sin que mediase ningún propósito deliberado en tal sentido por parte del agente.
O sea, que la culpa se caracteriza por dos rasgos negativos: está ausente, o falta la
voluntad o intención de dañar, pero igualmente hay omisión o no se adoptan (faltan)
las diligencias adecuadas para evitar la producción del daño. Es decir, existe culpa
cuando no se prevé aquello que con diligencia hubiera podido preverse;
entendiéndose, a su vez por diligencia, el empleo o despliegue de las aptitudes y
energías aptas para la consecución del fin perseguido.
Pero, la culpa, puede presentarse de distintas formas. Como negligencia (art. 512
del Código Civil) que consiste en la omisión de cierta actividad que habría evitado el
resultado dañoso, o sea, no se hace o se hace menos de lo debido. Como
imprudencia, cuando por el contrario se obra precipitadamente, sin prever las
consecuencias que pueden derivarse de ese obrar irreflexivo, o sea, se hace lo que no
se debe, o en último caso más de lo debido. Ateniéndose específicamente a la culpa
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DERECHO CIVIL
con relación a los profesionales, como impericia o desconocimiento de las reglas y
métodos propios de la profesión.
Muchos autores pretendieron al tratar de esta responsabilidad, establecer una
distinción: si el profesional faltó a las reglas de prudencia que se imponen a cualquier
persona, rige el derecho común y cualquier culpa en que incurriere lo obliga al
resarcimiento; pero si se trata de no ajustarse o faltar a las reglas de orden científico
impuestas por la profesión, entonces la culpa se llama “profesional” y sólo habrá de
responderse en caso de culpa grave o dolo.
En otras palabras, la responsabilidad profesional se ajusta a las reglas generales; y
desde el momento en que el tribunal pueda dar por probada con certeza una culpa
cometida por un profesional, sea cual fuere su naturaleza, sea o no profesional, y sea
cual fuese su gravedad, lata o leve, debe condenar a su autor a reparar las
consecuencias dañosas de la misma.
Además, cuando se trata de apreciar la culpa profesional, no se puede recurrir al
modelo del hombre prudente y diligente (bonus pater familiæ), o sea el hombre
prudente y diligente; y muy por el contrario, acá será necesario recurrir al arquetipo
del “buen profesional”, o más precisamente del “buen abogado”. Se pretenderá
abogado que ponga en el cumplimiento de su obligación “todos los cuidados de un
buen abogado de su especialidad”, pues no puede compararse con el hombre medio
prudente y diligente a quien actúa en un orden de cosas en que posee,
evidentemente, conocimientos o aptitudes superiores a las del grado medio de la
gente, se trate o no de un profesional. Nuestro régimen legal de la responsabilidad
civil aporta directivas que complementan y deben ser interpretadas armónicamente
con las del art. 512 del Código Civil, tales como las del art. 902, que establece
responsabilidad “cuando mayor sea el deber de obrar con prudencia y pleno
conocimiento de las cosas” y para el ámbito contractual, sólo la del art. 909, que
establece que “en los contratos que suponen una confianza especial entre las partes”,
o sea en los contratos intuitu personae, a los que aluden los arts. 626 y 730 del
Código Civil, el grado de responsabilidad se estimará “por la condición especial de los
agentes”.
Efectivamente, el adiestramiento específico que exige la condición profesional, implica
un especial deber de obrar con prudencia y conocimiento de las cosas.
La culpa profesional debe efectuarse en abstracto, tomando como arquetipo de
comparación el de un “buen abogado” en la especialidad, a la luz de los arts. 512, 902
y siguientes del Código Civil.
Ahora bien, en cuanto a la responsabilidad por dolo del abogado, aunque menos
probable puede existir. Ello puede ocurrir en los supuestos de consejos dolosos o
maliciosos dados por él mismo a sus clientes, que pueden derivar en daños a terceros
extraños. Puede incurrirse en este tipo de responsabilidad el abogado que por ej.
deliberadamente aconseje a su cliente, a punto de iniciar un juicio de divorcio, que
vacíe de bienes muebles su casa o su cuenta bancaria y los esconda donde no puedan
ser hallados para su inclusión en el acervo conyugal.
Tal responsabilidad dolosa puede existir por aplicación de lo dispuesto en el Art. 1081
del Código Civil cuando menciona entre los responsables solidarios de un delito civil a
los “consejeros”, ya que el abogado que da un consejo malicioso o doloso puede
encuadrarse perfectamente en dichos términos.
También es claro que la prueba del consejo doloso es de difícil realización, pues es
algo que se desarrolla en la intimidad de la persona, lo que torna imposible la
obtención de pruebas directas y concluyentes; razón por la cual se aceptó en general
su comprobación mediante prueba indiciaria o de presunciones adecuadamente
valoradas.
Existen igualmente algunos supuestos concretos previstos legalmente, en los que de
ordinario debe haber mediado un consejo doloso, o al menos imprudente, por parte
del abogado interviniente. Ello se da en los casos de embargos abusivos, en la
obtención de una declaración de quiebra después revocada, para quien hubiese

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provocado una dilación innecesaria en el cumplimiento de una sentencia de remate.
En tales casos, queda claro que no puede haber resultado ajeno a la adopción de esas
medidas judiciales dañosas y sin derecho, el “consejo” del abogado al que recurriera la
parte; pues si ésta ya tenía con anterioridad “una idea más o menos acertada de la
conducta a seguir”, al consultar a un profesional, lo hizo de todas formas “para seguir
su consejo”, y si no sabía nada y luego hizo “lo que se le indicó a través del consejo
del profesional requerido, entonces éste reviste la categoría de un verdadero
instigador de la conducta asumida por el aconsejado”.
iii. Escribanos.
El tema que se plantea con los escribanos es determinar cual es la naturaleza jurídica
de la actividad del escribano y la doctrina esta dividida al respecto, una parte
establece que el escribano es un funcionario público de conformidad con lo dispuesto
por el código en los Art. 973, 979 Inc. 2, y 980, 985 donde se refiere a oficiales
públicos, en la nota al Art. 1102 donde se menciona al escribano como un oficial
público y por otro lado el artículo 10 de la ley 12990, modificado por la ley 14054 que
regula el ejercicio de la actividad del escribano, donde se lo menciona en el Art. 10
como un funcionario público. Otra parte de la doctrina entiende que no es un
funcionario público, ¿porque no es un funcionario publico? Porque el mismo no esta en
relación jerárquica con relación al estado: Entonces ¿es o no un funcionario público?
Pero hay una doctrina intermedia que dice que es un fedatario que cumple una función
pública, pudiendo ser en algunos casos un funcionario público para lo cual le serán
aplicados las disposiciones del Art. 1112 no la responsabilidad del escribano, sino la
responsabilidad del funcionario público: Es un fedatario y esta función que cumple
consiste en dar fe y comunicar la autenticidad y la fuerza probatoria a las escrituras
pasadas en su libro de protocolo, debe conservar y custodiar los actos y contratos que
por ante él pasan y asimismo ejerce el derecho de retención sobre el dinero sobre las
cuentas fiscales existentes, (actúa como agente de retención) y tiene derecho de
retención para que le paguen los honorarios por la función que realizó a cuyo efecto
puede conservar la documentación en su poder:
Esta responsabilidad del escribano se hace extensiva a todos los escribanos adscriptos
y ¿qué tipo de obligación existe entre el escribano y el cliente? Relación contractual,
es una obligación de resultado:
iv. Contadores.
v. Médicos.
Responsabilidad de los médicos; Obligaciones de medios y obligaciones de
resultado:
Esta responsabilidad de los médicos se hace extensiva a los directores de las clínicas
¿porque? Por la responsabilidad del patrón por los hechos del dependiente, corren
las dos responsabilidades, la del medico por un lado y también se va a demandar al
dueño de la clínica, con fundamento en el Art. 1113 1ª parte, responsabilidad del
patrón por los hechos del dependiente:
vi. Ingenieros.
vii. Traductores.
i. Responsabilidad derivada del transporte:
viii. Terrestre.
ix. Por agua.
x. Aéreo.
xi. Responsabilidad derivada de accidentes de circulación.
Transporte terrestre, Art. 184 C Comercio,
Artículo 184: En caso de muerte o lesión de un viajero, acaecida durante el transporte en ferrocarril,
la empresa estará obligada al pleno resarcimiento de los daños y perjuicios, no obstante cualquier

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DERECHO CIVIL
pacto en contrario, a menos que pruebe que el accidente provino de fuerza mayor o sucedió por culpa
de la víctima o de un tercero por quien la empresa no sea civilmente responsable.

Hay responsabilidad contractual, el transportador tiene la obligación de llevar sin


inconveniente alguno al pasajero a su destino y si éste sufre un daño, la empresa
debe repararlo, salvo que pruebe, (hay inversión de la prueba), que el daño
ocurrió por fuerza mayor, culpa de un tercero o de la víctima misma.
Transporte benévolo, es el que tiene lugar por amistad, cortesía o buena
disposición, en forma desinteresada y altruista, etc., tal el caso de llevar a un
amigo a algún lado, o de permitir ascender al vehículo a alguien en un camino.
Genera responsabilidad para quien lo lleva cabo, por los daños y perjuicios que el
pasajero sufra en ocasión de accidente, no es contractual y resulta del 1109 (Todo
el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro,
está obligado a la reparación del perjuicio).
Pero la doctrina exige que sean estos casos tratados con poco rigor, por derivarse
de la buena voluntad.
Transporte gratuito, cuando se realiza sin cargo, sin cobrar, pero sin que exista
desinterés o altruismo por parte del transportador. Es el caso de una persona que
viaje por ser empleado de la empresa. Será este caso responsabilidad contractual
y se ajusta al 184 de C de Comercio.
Transporte por agua, La ley de navegación establece, Art. 330, que el
transportador es responsable por todo daño que origine muerte o lesión al
pasajero, siempre que el daño ocurra durante el transporte por culpa o negligencia
del transportador o sus dependientes en ejercicio de sus funciones.
Se presume la culpa o negligencia, cuando naufraga, abordaje, varadura,
explosión o incendio, o hecho relacionado con alguno de estos eventos.
Transporte aéreo, el C Aeronáutico establece:
Art. 139: El transportador es responsable de los daños y perjuicios causados por muerte o lesión corporal sufrida por un pasajero,
cuando el accidente que ocasión el daño se haya producido a bordo de la aeronave o durante las operaciones de embarco o desembarco.

Art.142: El transportador no será responsable si prueba que él y sus dependientes han tomado todas las medidas necesarias para evitar
el daño o que les fue imposible tomarlas.

Art. 143: La responsabilidad del transportador podrá ser atenuada o eximida si prueba que la persona que ha sufrido el daño lo ha
causado o contribuido a causarlo.

j. Daños nucleares.
Naturaleza de la responsabilidad: la convención de viena sobre responsabilidad civil, por
daños nucleares, de 1963 (aprobada por argentina por ley 17.048) expresa que
“explotador” es la persona designada por el estado para explotar una instalación nuclear
y consagra la responsabilidad del explotador por los daños nucleares que puedan sufrir
las personas (muerte, lesiones corporales, daños y perjuicios materiales, etc.)
El Art.4 establece que la atribución de la responsabilidad al explotador será objetiva
“riesgo creado”.
k. Responsabilidad por residuos peligrosos.
l. Productos elaborados.
Responsabilidades del fabricante por los daños que sufra en consumidor.
La constitución Nacional establece en su Art. 42, (ver texto)
La Ley de Defensa del Consumidor, en su capítulo sobre responsabilidad por daños, en el
Art. 40 dice, “si el daño al consumidor resulta del vicio o defecto de la cosa o de la
prestación del servicio responderá el productor, fabricante, el importador, el distribuidor,
el proveedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista
responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión de su servicio.
La responsabilidad es SOLIDARIA, sin perjuicio de las acciones de repetición que
correspondan. Solo se liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del
daño le ha sido ajena.

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DERECHO CIVIL
m. Daño ambiental.
n. Responsabilidad colectiva.
Noción: se presenta cuando a raíz de faltar la prueba, no es posible determinar cual de
varios individuos es el autor de un daño que intrínsecamente reúne los requisitos necesarios
para que sea resarcible. Esa dificultad probatoria obstaculiza por ende la reconstrucción de la
relación de causalidad.
El problema consiste en establecer si producido un daño y ante la carencia, insuficiencia o
imposibilidad de prueba para individualizar a un responsable singular, es posible condenar a
resarcirá (por responsabilidad colectiva) a cuantos hayan tenido alguna vinculación
acreditada con las circunstancias de tiempo y/o lugar de las cuales derivo ese perjuicio. Es
claro que la dificultad probatoria debe estar referida solamente a la identificación del autor
material, o del dueño o guardián de las cosas, ya que es imprescindible la acreditación de
que el daño lo ha causado alguno de entre varios individuos determinados
Aplicación del cc: 1119: el artículo anterior es aplicable a los capitanes de buques y patrones
de embarcaciones, respecto del daño causado por la gente de la
Tripulación en los efectos embarcados, cuando esos efectos se extravían: a los agentes de
transportes terrestres, respecto del daño o extravío de los efectos que recibiesen para
transportar. A los padres de familia, inquilinos de la casa, en todo o en parte de ella, en
cuanto al daño causado a los que transiten, por cosas arrojadas a la calle, o en terreno
ajeno, o en terreno propio sujeto a servidumbre de tránsito, o por cosas suspendidas o
puestas de un modo peligroso que lleguen a caer; pero no cuando el terreno fuese propio y
no se hallase sujeto a servidumbre el tránsito. Cuando dos o más son los que habitan la
casa, y se ignora la habitación de donde procede, responderán todos del daño causado. Si se
supiere cuál fue el que arrojó la cosa, él sólo será responsable.
El Art. 1119 consagra en forma clara la viabilidad de la responsabilidad colectiva en el ámbito
jurídico privado.
Fundamento del riesgo creado: el Art. 1119 del cc, frente a un grupo de individuos
vinculados con el evento dañoso, en virtud de habitar el edificio desde el cual cayo o fue
arrojada la cosa, los hace responsables sobre la base de presumirlos a todos causantes del
perjuicio con prescindencia de cualquier investigación sobre la culpa.
Para liberarse de responsabilidad los habitantes deben acreditar que alguien en particular es
el causante del daño.
Extensión a otros supuestos: es problemático si la solución del art 1119 es extensiva a otros
casos, comprobado un daño no se puede identificar a quien lo causo, dentro de un grupo
determinado de personas (ej: uno de los participantes – no identificado- de una partida de
caza mata o hiere a un tercero mediante un disparo)
Proyecto de reforma al código civil de 1987: dedica al Art. 1119 al daño proveniente de la
actividad de un grupo de individuos que sea riesgosa para terceros, haciéndolos responsables
solidarios y prevé la liberación de quien demuestre que no participo en la causación del daño
o. Derechos personalísimos.
Derechos personalísimos: son prerrogativas esenciales que corresponden a la persona
humana en su condición de tal.
Entre ellos están los derechos: integridad física, integridad espiritual, el honor, identidad
personal, intimidad, libertad, etc.
La ley 23.592:
 Resguarda el derecho a la igualdad (consagrado pro art 16 cn)
 Exige que la perturbación al derecho de igualdad haya sido realizado arbitrariamente
(igual que el Art. 43 de la cn reformada en el 94).
La invasión de la intimidad: el derecho personalísimo a la intimidad consiste en el
denominado derecho a la privacidad
A) el invasor de la intimidad ajena es responsable cuando actúa arbitrariamente
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DERECHO CIVIL
B) requisito que la invasión a la intimidad no constituya un delito penal, es inoperante
C) la responsabilidad rige cuando existe cualquier modo de perturbación. Corresponde en tal
caso, que el juez fije la indemnización “equitativamente” y “de acuerdo con las
circunstancias”
D) procede asimismo la publicación de sentencia a pedido del interesado
p. Responsabilidad derivada de la actividad informática.
q. Responsabilidad de los medios de comunicación social.
Tanto diarios, radios, TV, gozan de libertad de prensa y derecho de informar, pero
cuando la noticia por ser inexacta, (falsa, errónea), cause daños, (agravios, calumnia,
etc.), y pueda imputarse un dolo a su autor, (si se sabe que es inexacta), o culpa, (no se
verificó adecuadamente), surge la responsabilidad y corresponde la indemnización, sin
perjuicio del derecho del réplica del damnificado.
Hay 3 casos, donde la jurisprudencia admitió la responsabilidad de empresas periodísticas
y las condenó a indemnizar: Ponzeti de Balbin, publicando fotos de Balbín en agonía
mientras estaba en terapia intensiva, sin tener ninguna autorización; Campillay, La
Razón y otros medios de prensa difundieron, basados en un comunicado policial, la
noticia que Julio Campillay integraba una organización dedicada al robo y tráfico de
drogas, la noticia era inexacta; Costa, una canal de TV filmó a Costa, empleado
municipal, hablando con un vendedor ambulante y lanzó la noticia que estaba cometiendo
una exacción ilegal. En el juicio Costa fue sobreseído, la Corte condeno al medio por daño
Moral.
A la víctima de la noticia inexacta, también debe dársele derecho a réplica, esto ha
quedado definitivamente admitido a partir del fallo Ekmekdjian c/Sofovich s/amparo y
con la incorporación de la Convención Americana sobre Derechos del hombre a la
Constitución Nacional.
r. Responsabilidad por lesión al crédito.
Concepto de lesión al crédito: los terceros que no están vinculados por la obligación
deben respetar la facultad del acreedor y no inmiscuirse, en principio en esa relación que
les resulta ajena.
El crédito es un bien inmaterial, en los términos del art 2312 del cc, que pertenece al
titular y como tal es inviolable.
La lesión puede resultar: 1) de un acto que incide en la persona del deudor (ej: herida
causada a pianista que se ve impedido de actuar en concierto
2) acto que atañe sobre la cosa debida (ej: hurto de la cosa vendida)
3) acto que versa sobre la posición jurídica del acreedor (cuando un tercero enajena sin
derecho una cosa cuyo titular la había vendido
Modos de producirse:
1) en forma inmediata: el perjuicio al crédito es directo
2) en forma mediata: situación en la que el tercero provoca un detrimento o menoscabo
al crédito por vía de la lesión de un bien jurídico o de un derecho perteneciente al deudor.
Naturaleza de la responsabilidad: es de índole extracontractual, el plazo de prescripción
es de 2 años.
Daños indirectos: la obligación de reparar el daño causado por un delito existe, no solo
respecto de aquel a quien el delito ha damnificado directamente, sino respecto de toda
persona que por el hubiese sufrido aunque sea de una manera indirecta.
s. Responsabilidad de las entidades financieras.
t. Responsabilidad derivada de la actividad empresaria.
u. Responsabilidad por actos discriminatorios.

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El der a la igualdad es afectado por la discriminación (art 16cn) la cual implica “dar trato
de inferioridad a un persona por motivos raciales, religiosos o políticos)
La reparación a esto comprende “el daño moral y el daño material”.
El art 43cn concede acción de amparo “contra cualquier forma de discriminación”,
asignando legitimación al afectado, defensor del pueblo y asociaciones que propenden a
esos fines.
v. Responsabilidad en el derecho de familia.
Éste tema fue evolucionando, pero en ppio. No se usaba la demanda por daños en las
relaciones familiares.
En Roma, por mal comportamiento de la esposa, se le sacaba sus bienes y quedaba
confinada, en caso de mal comportamiento del marido, se le sacaba una parte del
patrimonio que iba a parar a su esposa, quien podía dejarlo.
El ppio. Básico es el de NO DAÑAR, desprendido de la CN Art. 19.
¿Podrían los hijos menores reclamar por daños morales? No, porque solo pueden
reclamarlos quines lo padecen, quien sería en caso de divorcio, el cónyuge inocente.
¿Podría pedir el cónyuge inocente daños y perjuicios al otro cónyuge? Si, de hecho debe
hacerse dentro de la demanda.
w. Transmisión de enfermedades.
x. Expropiación.
Régimen legal: ley 21.499 año 1977
Naturaleza de la responsabilidad del expropiante: se lo considera como una institución del
derecho publico y se refiere a las circunstancias que constituyen al acto de imperio.
Extensión del deber de indemnizar a cargo del expropiante
 Para nuestro cc es una venta forzosa, regulada por la ley 21499, que establece en su Art.
10, “la indemnización solo comprenderá el valor objetivo del bien y los daños que sean
consecuencia inmediata de la expropiación. No se tomarán en cuenta circunstancias de
carácter personal, valores afectivos o ganancias hipotéticas, ni el mayor valor que puede
conferir al bien la obra a ejecutarse. No se pagará lucro cesante. Integrarán la indemnización
el importe que correspondiere por la depreciación de la moneda y el de los respectivos
intereses”.
 Tampoco se pagan las mejoras realizadas al bien posteriores al acto, salvo las necesarias,
y se pagará en efectivo, salvo pedido del expropiado.

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VI. Ejercicio de la acción indemnizatoria:


Cuando están reunidos los requisitos de la responsabilidad civil: daño, infracción de un deber
jurídico, relación de causalidad e imputabilidad, la victima se convierte en acreedor y el autor
del perjuicio en deudor de una obligación de reparación, exigible judicialmente a falta de
cumplimiento voluntario por el responsable.
En una relación de derecho sustancial, la parte legitimada activamente es la titular del derecho
o interés jurídicamente protegido, que ha sido lesionado por un hecho ilícito culposo o doloso;
es decir, quien puede ejercitar la acción de responsabilidad civil contra el autor del daño. La
legitimación pasiva en cambio, se da respecto de la persona contra quien deba proceder el
damnificado; contra el que corresponda ejercitar la acción de responsabilidad.
A. Legitimación activa:
El demandante debe acreditar la existencia de una lesión jurídica, es decir, de una
lesión a un derecho subjetivo o bien jurídicamente protegido.
Las personas con derecho a reparación por el daño causado por un hecho ilícito son:
El damnificado directo o victima.
Los damnificados indirectos u otras personas que resultan igualmente perjudicados por
aquel.
a. Damnificado directo e indirecto.
La indemnización se acuerda a quien el delito ha damnificado directamente; o
sea, en otros términos, a la victima del delito o cuasidelito, o si se prefiere al
sujeto titular del derecho o bien jurídico inmediatamente lesionado por el acto
ilícito.
Pero el artículo 1079 acuerda acción resarcitoria no solo al damnificado directo,
sino también a toda persona que por el (delito) hubiese sufrido, aunque sea de
una manera indirecta.
Atendiendo al sentido literal de estos textos legales, yodas las personas que,
además de la victima inmediata, hubiesen sufrido indirectamente, por
repercusión o reflejo un daño, por causa del acto ilícito, tendría también derecho
a indemnización.
De tal forma resulta imprescindible poner un límite a esa infinita acumulación de
posibles responsabilidades.
b. Homicidio:
i. Acciones derivadas del mismo.
Se trata de determinar en quien nace originariamente la acción de
indemnización: si nace propiamente en la misma victima del homicidio,
y por su muerte se traspasa a sus herederos; o si, por el contrario,
nace ab initio en cabeza de los accionantes, como damnificados
personalmente por el homicidio de otra persona.
Gran parte de la doctrina francesa y algunos autores italianos,
enseñaron que la hacino resarcitoria emergente del homicidio podía ser
ejercida por los parientes del muerto como herederos, o bien a titulo
puramente personal. Pero ambas acciones serian independientes entre
si y podrían ejercitarse por separado.
Cuando la muerte de la victima se produce con cierta posterioridad al
accidente o hecho ilícito, el asunto no resulta muy dudoso, por cuanto
aquella puede haber sufrido aun en vida una serie de perjuicios
patrimoniales, tales como gastos de farmacia y asistencia medica,
privación de ganancias por al incapacitación para el trabajo durante el
lapso comprendido entre la fecha en que se produjo la lesión y el
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DERECHO CIVIL
deceso, etc.; de manera que los herederos del difunto encontrarían en
el patrimonio que recibe, la acción indemnizatoria por aquellos daños y
perjuicios que pudo iniciar el de cuius mientras estaba con vida.
ii. Quienes pueden ejercer la acción.
Art. 1079: La obligación de reparar el daño causado por un delito existe, no sólo respecto de aquel
a quien el delito ha damnificado directamente, sino respecto de toda persona, que por él hubiese
sufrido, aunque sea de una manera indirecta.
Art. 1084: Si el delito fuere de homicidio, el delincuente tiene la obligación de pagar todos los
gastos hechos en la asistencia del muerto y en su funeral; además lo que fuere necesario para la
subsistencia de la viuda e hijos del muerto, quedando a la prudencia de los jueces, fijar el monto de
la indemnización y el modo de satisfacerla.
Art. 1085: El derecho de exigir la indemnización de la primera parte del artículo anterior, compete a
cualquiera que hubiere hecho los gastos de que allí se trata. La indemnización de la segunda parte
del artículo, sólo podrá ser exigida por el cónyuge sobreviviente, y por los herederos necesarios del
muerto, si no fueren culpados del delito como autores o cómplices, o si no lo impidieron pudiendo
hacerlo.

c. Injurias.
Art. 1080: El marido y los padres pueden reclamar pérdidas e intereses por las injurias hechas a la
mujer y a los hijos.

d. Daños causados a las cosas.


Art. 1095: El derecho de exigir la indemnización del daño causado por delitos contra la propiedad,
corresponde al dueño de la cosa, al que tuviese el derecho de posesión de ella o la simple posesión
como el locatario, comodatario o depositario; y al acreedor hipotecario, aun contra el dueño mismo
de la cosa hipotecada, si éste hubiese sido autor del daño.
Art. 1110: Puede pedir esta reparación, no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha
sufrido el daño o sus herederos, sino también el usufructuario, o el usuario, si el daño irrogase
perjuicio a su derecho.
Puede también pedirlo el que tiene la cosa con la obligación de responder de ella, pero sólo en
ausencia del dueño.

e. Transmisión de la acción.
Transmisión mortis causa: la transmisión de los derechos, en general, puede
realizarse mortis causa o por actos entre vivos.
Si se trata de la primera, en punto a la acción resarcitoria, la doctrina tradicional
que vienen del derecho romano negaba toda acción a los herederos, por
considerar que se trataba de acciones odiosas, y que por ello no podía admitirse
que pasaran a los herederos de la victima. En la actualidad en cambio, el criterio
ha variado, efectuándose un distingo: se acepta la transmisión a los herederos
de la acción de indemnización por el daño patrimonial, pero no en cuanto al
daño o agravio moral.
Art. 1099: Si se tratare de delitos que no hubiesen causado sino agravio moral, como las injurias o
la difamación, la acción civil no pasa a los herederos y sucesores universales, sino cuando hubiese
sido entablada por el difunto.

Transmisión por actos entre vivos: cuando se trata de un daño patrimonial, el


crédito que de el nace a favor de la victima puede, perfectamente, ser
transmitido a otros entre vivos, mediante una sesión de créditos; aun cuando se
trate todavía de un crédito eventual o litigioso.
B. Legitimación pasiva:
a. Autores y cómplices.
El autor del hecho: el primero que debe sufrir las consecuencias de la acción
indemnizatoria es el autor del hecho ilícito que violo un derecho ajeno.
Consejeros y cómplices: nuestro código civil hace pesar solidariamente la
obligación de indemnizar, sobre todos los que participaron de la comisión del
delito como autores, consejeros o cómplices.
Cómplices son todas las personas que prestasen al autor o autores un auxilio o
cooperación sin los cuales no habría podido cometerse (el delito); y consejeros o

100
DERECHO CIVIL
instigadores los que hubiesen determinado directamente a otro a cometerlo, o,
dicho de otra manera, lo hubiesen instigado a la realización del delito.
Tanto el que planea y dirige, como el ejecutor material del delito, y quienes han
prestado una cooperación indispensable para su comisión, han sido todos
puestos en un mismo pie de igualdad y responden solidariamente por los daños
y perjuicios así producidos.
b. Responsabilidad por otro. Daños causados por las cosas.
Se debe agregar que los damnificados pueden dirigir su acción resarcitoria
contra el autor material del daño o contra el civilmente responsable, o contra
ambos conjunta o sucesivamente. De forma tal que dicha responsabilidad resulta
ser para cada uno de ellos (autor o tercero civilmente responsable), in solidum o
plena, por el total de la indemnización; de manera similar a lo que sucede con la
solidaridad propiamente tal.
c. Ruina de edificio.
d. Extinción de la acción.
Renuncia:
Art. 1100: La acción por pérdidas e intereses que nace de un delito, aunque sea de los penados por
el derecho criminal, se extingue por la renuncia de las personas interesadas; pero la renuncia de la
persona directamente damnificada, no embaraza el ejercicio de la acción que puede pertenecer al
esposo o a sus padres.

Transacción:
Art. 842: La acción civil sobre indemnización del daño causado por un delito puede ser objeto de las
transacciones; pero no la acción para acusar y pedir el castigo de los delitos, sea por la parte
ofendida, sea por el ministerio público.

Prescripción:
Art. 4037: Prescríbese por dos años, la acción por responsabilidad civil extracontractual.

C. Relaciones entre la acción civil y la criminal:


a. Sistema del código civil y del código penal.
Sistema del código civil:
Art. 1096: La indemnización del daño causado por delito, sólo puede ser demandada por acción civil
independiente de la acción criminal.
Art. 1097: La acción civil no se juzgará renunciada por no haber los ofendidos durante su vida
intentado la acción criminal o por haber desistido de ella, ni se entenderá que renunciaron a la acción
criminal por haber intentado la acción civil o por haber desistido de ella.
Pero si renunciaron a la acción civil o hicieron convenios sobre el pago del daño, se tendrá por
renunciada la acción criminal.
Art. 1101: Si la acción criminal hubiere precedido a la acción civil, o fuere intentada pendiente ésta,
no habrá condenación en el juicio civil antes de la condenación del acusado en el juicio criminal, con
excepción de los casos siguientes:
1 - Si hubiere fallecido el acusado antes de ser juzgada la acción criminal, en cuyo caso la acción civil
puede ser intentada o continuada contra los respectivos herederos;
2 - En caso de ausencia del acusado, en que la acción criminal no puede ser intentada o continuada.
Art. 1102: Después de la condenación del acusado en el juicio criminal, no se podrá contestar en el
juicio civil la existencia del hecho principal que constituya el delito, ni impugnar la culpa del
condenado.
Art. 1103: Después de la absolución del acusado, no se podrá tampoco alegar en el juicio civil la
existencia del hecho principal sobre el cual hubiese recaído la absolución.
Art. 1104: Si la acción criminal dependiese de cuestiones prejudiciales cuya decisión compete
exclusivamente al juicio civil, no habrá condenación en el juicio criminal, antes que la sentencia civil
hubiere pasado en cosa juzgada. Las cuestiones prejudiciales serán únicamente las siguientes:
1 - Las que versaren sobre la validez o nulidad de los matrimonios;
2 - Las que versaren sobre la calificación de las quiebras de los comerciantes.

Sistema del código penal:

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DERECHO CIVIL
En los casos de delitos y cuasidelitos de carácter puramente civil, la única
jurisdicción competente para entender en la acción de indemnización de daños y
perjuicios, es la jurisdicción civil. Pero, cuando se trata de un delito penal que
origina daños, la cuestión resulta más ardua: la jurisdicción criminal es la única
competente para entender en la acción penal, pero igualmente podría serlo para
entender asimismo en la acción civil resarcitoria de los perjuicios.
Tít. IV - Reparación de perjuicios
Artículo 29: La sentencia condenatoria podrá ordenar:
1. La reposición al estado anterior a la comisión del delito, en cuanto sea posible, disponiendo a ese
fin las restituciones y demás medidas necesarias.
2. La indemnización del daño material y moral causado a la víctima, a su familia o a un tercero,
fijándose el monto prudencialmente por el juez en defecto de plena prueba;
3. El pago de las costas. (Texto Según Ley 25188)
Artículo 30: La obligación de indemnizar es preferente a todas las que contrajere el responsable
después de cometido el delito, a la ejecución de la pena de decomiso del producto o el provecho del
delito y al pago de la multa. Si los bienes del condenado no fueren suficientes para cubrir todas sus
responsabilidades pecuniarias, éstas se satisfarán en el orden siguiente:
1. La indemnización de los daños y perjuicios;
2. El resarcimiento de los gastos del juicio.
3. El decomiso del producto o el provecho del delito.
4. El pago de la multa. (Texto Según Ley 25188)
Artículo 31: La obligación de reparar el daño es solidaria entre todos los responsables del delito.
Artículo 32: El que por título lucrativo participare de los efectos de un delito, estará obligado a la
reparación hasta la cuantía en que hubiere participado.
Artículo 33: En caso de insolvencia total o parcial, se observaran las reglas siguientes:
1) tratándose de condenados a reclusión o prisión, la reparación se hará en la forma determinada en
el artículo 11;
2) tratándose de condenados a otras penas, el tribunal señalara la parte de sus entradas o
emolumentos que deban depositar periódicamente hasta el pago total.
b. Problemas constitucionales.
El primer problema que se plantea en esta materia es de carácter constitucional, y se refiere a las
facultades del poder legislativo nacional, para establecer normas destinadas a regular la
independencia o acumulación de las acciones civil y criminal, tal como lo hacen
los artículos 1096 CC y 29 CP.
c. Acumulación de acciones:
i. Acción civil contra el procesado por la victima y damnificados
indirectos.
ii. Acción civil contra el tercero civilmente responsable.
iii. Competencia de los tribunales represivos en la acción civil.
d. La acción civil independiente de la criminal:
i. Influencia de la acción penal.
ii. Excepciones.
iii. El sobreseimiento provisional.
e. Valor de la sentencia en lo criminal sobre la acción civil:
i. Sistemas de Merlin y de Toullier.
ii. El código civil argentino.
f. Providencias dictadas en el proceso criminal con autoridad de cosa
juzgada en lo civil:
i. Sobreseimiento provisional y definitivo.

102
DERECHO CIVIL
g. Sentencia criminal absolutoria:
i. Constataciones sobre el daño.
ii. Sobre la culpa.
iii. Inimputabilidad penal.
iv. Sobre la relación causal.
v. Afirmación de un hecho extraño al procesado.
vi. Absolución criminal en caso de duda.
h. Sentencia criminal condenatoria:
i. Constataciones sobre el daño.
ii. La culpa y la relación causal.
iii. Concurrencia de culpa.
iv. El tercero civilmente responsable.
i. Influencia de la sentencia dictada en lo civil sobre la criminal:
i. Principio general.
ii. Cuestiones prejudiciales.
iii. Declaración de demencia.
j. Sentencia en lo criminal posterior a la civil.
D. Reparación judicial:
a. Formas:
i. En especie.
ii. En dinero.
iii. Por equivalente no pecuniario.
b. Determinación de la indemnización:
i. Valor objetivo.
ii. Valor subjetivo.
iii. De afección.
iv. Gastos de restauración.
v. Imputación de beneficios.
c. Tiempo y lugar de la determinación:
i. Daños sobrevivientes.
d. Limites a la reparación:
i. Exclusión de ciertos daños.
ii. Influencia de la culpa del responsable.
iii. De la previsibilidad del daño.
e. De la situación económica de las partes.
f. Daño moral:
i. Formas de reparación.
ii. Determinación del monto.
g. Reparación legal:
i. Indemnización tarifada.

103
DERECHO CIVIL
ii. Intereses.
iii. Daño superior.

104
DERECHO CIVIL

DE LAS DISTINTAS CLASES DE OBLIGACIONES.


Por la naturaleza del vínculo.
Perfectas e imperfectas.
Las llamadas obligaciones naturales:
1) Concepto.
Son aquellas que fundadas solo en el derecho natural y en la equidad., no confieren acción
para exigir su cumplimiento.
El derecho natural es un orden jurídico válido que la razón deduce de la naturaleza
personal y social del hombre, tendiente a la instauración de la justicia en la sociedad, con
independencia de las determinaciones contingentes de los gobernantes.
La equidad es la versión inmediata y directa del derecho natural, aplicable a un caso dado
que así se resuelve mediante una solución de especie.
2) Fundamento y naturaleza.
Doctrina negativa: sostiene que la llamada obligación natural, por carecer de exigibilidad,
no configura una relación jurídica: seria una obligación no obligatoria.
Deuda sin responsabilidad: se trataría de una afortunada aplicación de la distinción entre el
debitum y la garantía. En la obligación natural hay debitum pero falta la garantía.
Concepción del deber de conciencia: ve en ellas deberes de conciencia tomados en
consideración por la ley para imputarles limitados efectos jurídicos.
Puro deber de equidad o de derecho natural: es la teoría aceptad por Velez Sarsfield.
Es un deber de conciencia, es decir, un sentimiento proveniente de una convicción intima
que mueve a alguien a obrar una determinada conducta. Pero para que ese deber de
conciencia sea una obligación natural ha de responder a una exigencia de justicia, o sea de
derecho natural, y no a un imperativo de caridad.
3) Discusión sobre su existencia.
4) Casos enumerados.
Obligaciones de incapaces dotados de discernimiento.
Obligaciones prescriptas.
Obligaciones derivadas de actos nulos por vicio de forma.
Obligaciones no reconocidas en juicio.
Deudas de juego.
Saldos impagos de obligaciones extinguidas.
Intereses no estipulados. Alquileres e intereses superiores al tope legal.
Inexigibles remuneraciones de servicio.
Indemnizaciones de equidad.
Alimentos.
Obligaciones relacionadas con la herencia.
Por la unidad o pluralidad de vínculos.
Obligaciones unilaterales o bilaterales.
Por las particularidades del vínculo.
Puras y modales: concepto.
I. Condición:

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a. Concepto.
b. Forma y prueba.
c. Requisitos.
d. Clases.
e. Cumplimiento.
f. Efectos.
II. Cargo:
a. Concepto y caracteres.
b. Clases.
c. Objeto del cargo.
d. Cumplimiento.
e. Transmisión.
f. Efectos contra terceros.

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