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Ah, pajarita si yo pudiera..

Ana María Machado

Érase una vez una pajarita,


Muy saltarina y alegre,
que estaba haciendo su nido
en el árbol de más bonito
ramajeen el bosque
Un día vio que un leñador
se preparaba
para derribar el árbol.
Entonces comenzó a volar
alrededor y a cantar muy agitada
Y el Leñador le preguntó:
—¿Qué pasa, pajarita?
Y ella le dijo:
—Es que vas a derribar el árbol
de ramaje más bonito,
en que estoy haciendo mi nido.
No hagas eso, por favor.
Y el leñador le respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera...
Pero no depende de mí...
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del capataz. Y él me hace
morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
la casa del capataz
y le rogó:
—Capataz, por favor,
no dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
en que estoy haciendo mi nido.
Y el capataz le respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera...
Pero no depende de mí.
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del barón,
que es el dueño de la tierra
y quiere mucha leña.
Y él me hace morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
el castillo del barón
y le rogó:
—Barón, por favor,
no dé orden al capataz
de que dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
en que estoy haciendo mi nido.
Y el barón respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera...
Pero no depende de mí.
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del vizconde,
que es dueño de más tierras
que yo y también quiere
mucha leña.
Y él me hace morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
el castillo del vizconde
y le rogó:
—Vizconde, por favor,
no dé orden al barón
de que ordene al capataz
de que dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
donde estoy haciendo mi nido.
Y el vizconde respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera..
Pero no depende de mí.
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del conde,
que es dueño de más tierras
que yo y también
quiere mucha leña.
Y él me hace morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
el castillo del conde
y le pidió:
—Conde, por favor,
no dé orden al vizconde
de que ordene al barón
de que dé orden al capataz
de que dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
donde estoy haciendo mi nido.
Y el conde respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera...
Pero no depende de mí.
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del marqués, que es dueño
de más tierras que yo
y también quiere mucha leña.
Y él me hace morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
el castillo del marqués y le rogó:
—Marqués, por favor,
no dé orden al conde
de que dé orden al vizconde
de que dé orden al barón
de que dé orden al capataz
de que dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
donde estoy haciendo mi nido.
Y el marqués le respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera...
Pero no depende de mí.
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del duque, que es dueño de
más tierras que yo y también
quiere mucha leña.
Y él me hace morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
el palacio del duque y le rogó:
—Duque, por favor,
no dé orden al marqués
de que dé orden al conde
de que dé orden al vizconde
de que dé orden al barón
de que dé orden al capataz
de que dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
donde estoy haciendo mi nido.
Y el duque respondió:
—Ah, pajarita, si yo pudiera...
Pero no depende de mí.
Sólo estoy cumpliendo órdenes.
—¿De quién?
—Del emperador que es dueño
de más tierras que yo
y también quiere mucha leña.
Y él me hace morir de miedo.
Entonces la pajarita voló hasta
el palacio del emperador
y le rogó:
—Emperador, por favor,
no dé orden al duque
de que dé orden al marqués
de que dé orden al conde
de que dé orden al vizconde
de que dé orden al barón
de que dé orden al capataz
de que dé orden al leñador
de derribar el árbol
de ramaje más bonito
donde estoy haciendo mi nido.
Y el emperador le respondió:
—En primer lugar, usted ha
debido llamarme
Vuestra Majestad. En segundo
lugar, no tenía por qué ir
entrando así no más
por la ventana y hablando.
Ha debido pedir audiencia
En tercer lugar,
yo hago lo que a bien tenga,
y no tengo por qué dar
satisfacciones a nadie.
Y voy a darle una orden:
Salga de aquí inmediatamente.
Pero la pajarita continuó:
—¿De quién o qué tiene miedo
el señor?
—Vuestra majestad,
¡no se le olvide!,
y no tengo miedo de nadie.
Y como usted no cumplió
mi orden, voy a mandar

que la encierren en una jaula


para siempre.
Pero la pajarita estaba furiosa.
—Nada de encerrarme.
Primero tendría que capturarme.
Y eso no lo va a conseguir.
Porque voy a salir a pedir ayuda
a todo el mundo.
—¿A todo el mundo?
Y la pajarita, muy astuta,
amenazó:
—A todo el mundo junto.
—Ah, pajarita, no haga eso, no.
De todo el mundo junto tengo
miedo.
—Entonces salve mi árbol.
Y el emperador
dio orden al duque
de dar orden al marqués
de dar orden al conde
de dar orden al vizconde
de dar orden al barón
de dar orden al capataz
de dar orden al leñador
de no derribar el árbol
de ramaje más bonito
en que la pajarita
fue a hacer su nido.

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