Está en la página 1de 7

LEY DE MURPHY

La Ley de Murphy es una forma cómica y mayormente ficticia de explicar los infortunios en
todo tipo de ámbitos que, a grandes rasgos, se basa en el siguiente adagio:

"Si algo puede salir mal, saldrá mal"

Sin importar la composición exacta y el origen de la frase, su espíritu conlleva el principio de


diseño defensivo; “el anticipar los errores que el usuario final probablemente cometerá”.

Esta ley fue enunciada por Edward A. Murphy, ingeniero de origen panameño que
desarrollara importantes tareas de investigación espacial para la Fuerza Aérea de Estados
Unidos, allá por los años 1950.

Básicamente la Ley de Murphy se puede resumir en los siguientes corolarios:

1-Si algo puede salir mal, saldrá mal.


2-Todo lleva más tiempo del que usted piensa.
3-Si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, la que cause más perjuicios será la
única que vaya mal.
4-Si usted intuye que hay cuatro posibilidades de que una gestión vaya mal y las evita, al
momento aparecerá espontáneamente una quinta posibilidad.
5-Cuando las cosas se dejan a su aire, suelen ir de mal en peor.
6-En cuanto se ponga a hacer algo, se dará cuenta de que hay otra cosa que debería haber
hecho antes.
7-Cualquier solución entraña nuevos problemas.
8-Es inútil hacer algo a prueba de tontos, porque los tontos son muy ingeniosos.
9-La naturaleza siempre está de parte de la imperfección oculta.
10-La madre naturaleza es una malvada.
11-Es imposible enseñar algo a alguien que cree saberlo.
12-Cuando se intente demostrar que algo no funciona, funcionará. (Esta ley es aplicable en
viceversa)
13-No puedes ganar más de 3 veces seguidas. (a menos que trates de demostrarlo)
14-Si te despiertas de buen humor, siempre habrá algo que vuelva malo el día.
15-Cuando buscas algo, encontrarás todo lo perdido, menos lo buscado.
16-Cuando pares de buscar algo, lo encontrarás.
17-Si un artefacto no anda, apágalo y enciéndelo el día siguiente, volverá a funcionar como
debe.
18-En la cocina, todos los objetos que caen, van a parar abajo de la alacena.
19-Cualquier objeto pequeño que caiga sobre un piso que tenga una rejilla, por más lejos
que esté o más pequeña que sea, siempre va a parar a la rejilla.
20-En el patio siempre hay una silla rota.
21-Todo lo que parece que puede ser beneficioso resulta una ruina.
22-Si explicas algo de modo que lo puedan entender los alumnos, el profesor no lo
entenderá.
23-Si se te pierde algo en la calle, por mucho que busques no lo encontrarás.
24-Cada reparación crea nuevas averías.
25-Si tienes papel, no tendrás bolígrafo, si tienes bolígrafo, no tendrás papel; y si tienes
papel y bolígrafo, no necesitarás escribir nada.
26-Si tienes algo importante que decirle a una persona, no la encontrarás; si la encuentras,
olvidarás lo que tienes que decirle; si lo recuerdas, la persona ya se habrá ido.
27-Si está pendiente de que no se derrame la leche al hervirla, lo más seguro es que en el
preciso momento en que se distraiga un segundo se derrama.
28-Cuando tienes una pertenencia que no se usa o no se necesita, y a futuro te deshaces
de ella, la vas a necesitar urgentemente.
29-Todo aquello que no es una afirmación, debe considerarse una negación.
REGLAS DEL ARTE
INTRODUCCION

Prácticamente todo Contrato, Pliego de Condiciones o Especificaciones, menciona en algún


lugar de su texto a las "Reglas del Arte" en el sentido de "Reglas del Arte de Construir"
como modo de referirse a las normas correspondientes a la única manera correcta de
ejecutar las obras, a su totalidad o en forma subsidiaria completando las especificaciones
de los pliegos para lo no detallado en los mismos.
La frecuencia de la mención de las Reglas o la importancia a ellas asignada, ha sido mucho
mayor en la documentación técnica de la primera mitad de este siglo y antes, que en la
actualidad, en que observamos que su ubicación en los escritos tiene un lugar cada vez
más relegado, lo que podría estar mostrando algunas dudas sobre su utilidad o su
significado.
Algunas explicaciones de textos legales se refieren a ellas como los "principios técnicos que
regulan esta clase de trabajos"; y también en forma indirecta por a lo que aquéllas se
refieren: calidad de la obra, su seguridad, estabilidad y aptitud para servir a su destino.
Pero estos textos siguen sin aclarar cuáles son las Reglas; dicen para qué sirven pero no
cuáles son.
Como nos induce a pensar su nombre en cuanto al término "Reglas", podría suponerse que
consisten en un pormenorizado y extenso detalle de normas y principios, de carácter
ineludible y mucha claridad que, de cumplirse, garantizarían la perfección de los trabajos y
permitirían detectar errores con precisión; y que la ausencia de su trascripción en pliegos se
debería a su extensión y/o a la circunstancia de estar ya suficientemente expuestas en
algún lugar de consulta.
A todo ello contribuye el hecho de que siempre la mención de las Reglas se hace en
términos absolutos, como de algo terminante y consabido: no es acompañada por ninguna
frase aclaratoria.
Sin embargo las "Reglas del Arte" de construir no figuran escritas en lado alguno, ni
personas del oficio podrán responder más que por algunas, y con ciertas dudas sobre en
qué consiste su nómina.
Si supuestamente un extranjero es contratado para realizar una obra en el país,
exigiéndosele su ajuste al Código Civil, a las Leyes Impositivas, a las Laborales, a los
Reglamentos Municipales y a las Reglas del Arte, encontrará perfectamente aclaradas las
cuatro primeras, pero de la última como listado coherente no encontrará referencia alguna,
por más que busque o pregunte.

EL PUNTO DE VISTA JURIDICO


Los tratadistas de Derecho nos remiten al artículo 1632 del Código Civil: "A falta de ajuste
sobre el modo de hacer la obra, y no habiendo medida, plano o instrucciones, el empresario
debe hacer la obra según la costumbre del lugar, o ser decidida la diferencia entre el
locador y el locatario, en consideración al precio estipulado".
Lo que sólo nos aclara qué hacer cuando no hay medida, plano o instrucciones: seguir las
costumbres del lugar.
Esto es en cuanto a toda posible referencia encontrada en textos de leyes.
El artículo 1632 del Código Civil, tiene su jurisprudencia, la cual debería ayudarnos a su
interpretación, o al menos a la interpretación de las "Reglas del Arte" dado que a ellas se
refiere: "la mejor Regla del Arte equivale a la costumbre del lugar y significa que el trabajo y
material empleados deben ser de la calidad allí corriente para que la obra se considere bien
ejecutada de manera que resulte apta para su destino".
Con lo que vemos que por este camino no encontraremos nuestras Reglas como tales, o en
su supuesto carácter universal, dado que se han transformado en costumbres locales.
Concepto sabio y útil en cuanto a dirimir exclusivamente controversias: lo que hacen los
demás en el lugar es lo correcto.

DISTINCION ENTRE LO JURIDICO Y LO TÉCNICO


Pero hemos de ver que este concepto no nos es útil en cuanto al mejoramiento de las
técnicas o a los fines docentes, pues de aplicarse esta única definición que hemos
encontrado, sería imposible mejorar las técnicas dado que siempre primarían las
costumbres aunque éstas hayan confundido las antiguas técnicas o las hayan olvidado.
Qué hará un Jefe de Obra en un lugar remoto con personal de pocos conocimientos; ellos
le dirán: "ignoramos las Reglas por lo tanto lo que es corriente aquí está bien ejecutado"?.
Si en los lugares alejados, la distancia puede hacer perder el oficio, también es posible que
la distancia a las fuentes en el tiempo cause el mismo efecto, de lo cual lamentablemente
somos hoy testigos.
Cabe entonces preguntarse por qué, si estas definiciones posibles de las Reglas son tan
ambiguas e indeterminadas, desde siempre los pliegos se refieren a ellas como fuente
inapelable de saber y de referencia indiscutida.

VIGENCIA DE LAS REGLAS


No obstante su no existencia al menos en forma escrita como hemos visto, plantear la duda
ante un conocedor del oficio trae generalmente como consecuencia una encendida y
enérgica confirmación de la existencia de las Reglas y la inmediata enumeración de
algunas como ejemplo, aunque no de todas pues ello resultaría tarea imposible.
La Regla correspondiente aparece sólo cuando surge el problema o se da la instrucción
pertinente; pero en cuanto al consenso de su vigencia, es él invariablemente unánime.
Ocurría con frecuencia que alguna impericia de un novato, o algún movimiento o gesto
ajeno al ritual establecido una trasgresión a las Reglas del Arte, era motivo para una
tremenda trifulca y rosario de improperios por parte del Capataz General o del Jefe de
Obra, sin necesidad de mayor explicación justificatoria salvo el unísono pendular lateral de
cabezas en signo de acuerdo con la observación y conmiseración por el culpable, de parte
de la oficialidad de la obra y los ayudantes veteranos.
Consiste su vigencia en ese saber implícito nunca expresado ni concretado en letra escrita
y sin embargo de conocimiento tan acendrado que ahorra páginas enteras de pliegos con el
sólo arbitrio de mencionar su nombre.

LAS ARTES Y LAS REGLAS


Habitualmente se conviene que los comienzos de la actividad industrial occidental se
origina en las agrupaciones de artesanos de los centros urbanos de la Edad Media (fines de
siglo XI), reunidos inicialmente en cofradías y luego por gremios según las profesiones, al
estilo de las corporaciones mercantiles de los comerciantes y de las asociaciones
religiosas, de aquella época.
Algunos estudiosos remontan el origen de los gremios a los "colegia" y las "artes" que bajo
el Imperio Romano agrupaban a los artesanos de las ciudades, y otros, a las agrupaciones
de artesanos amparados bajo el derecho señorial de los feudos, pero la mayor parte de los
autores modernos sostienen la opinión de que surgieron asociados espontáneamente como
trabajadores urbanos en búsqueda de su autoprotección y el perfeccionamiento de sus
técnicas.
El carácter reglamentario que había dominado la legislación económica del Imperio
Romano subsiste en las autoridades de las ciudades, las que intervienen en el
desenvolvimiento de las agrupaciones de artesanos, reglamentando las prácticas
industriales y vigilando las ventas, y asegurando de este modo el monopolio y control
industrial de los oficios en cada área.
Con ello se aseguraba tanto una protección al consumidor en cuanto a la calidad del
producto, como al trabajador en lo que respecta a la seguridad de su subsistencia y la
continuidad en la asimilación de las técnicas, al mismo tiempo que mantenían el prestigio
del producto en su exportación al extranjero.
Este sistema devino en una rígida organización por gremios, formados por maestros como
seudo empresarios; los oficiales, como los que adquirieron la habilidad pero no habían
accedido al capital para independizarse; y los aprendices, que debían asimilar el oficio
durante muchos años.
Cada maestro encabeza un limitado número de operarios y aprendices, formando una
pequeña organización sujeta a las reglas del gremio y a las reglamentaciones del Municipio,
todas de carácter muy estricto.
Hacia el siglo XIII las reglamentaciones internas en cuanto a la elaboración y
comercialización de los productos son detalladísimas, y en el siglo XIV los gremios llegan a
su máxima preponderancia y a la progresiva liberación de las tutelas, coincidiendo con el
comienzo del término de la expansión de la economía medieval.
Los maestros transmiten a los aprendices el arte de su industria la incorporación por
observación y práctica de las infinitas pequeñas destrezas, conocimientos y las reglas
generales a que aquél debe someterse para lograr la perfección en el trabajo realizado.
Esto se refiere a la asimilación de las técnicas por la constante observación de la actividad
del maestro en su cercanía, con su práctica inicial (incorporación inconsciente), y el
conocimiento racional de las reglas generales.
En un principio y hasta el siglo XVIII (en España, por ejemplo), también debían estar
agremiados con los doradores, retableros y carpinteros, los pintores, escultores y
arquitectos, con lo que vemos el origen común de todas las artes.
Deducimos así el concepto de arte en los oficios, derivado del conocimiento de todas las
pequeñas técnicas y destrezas artesanales imposible de enumerar y las reglas que
establecen los controles básicos de aquéllas.

LA INDUSTRIA MODERNA
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII se produce en Gran Bretaña un cambio
fundamental en los modos de producción industrial, facilitado por diversas circunstancias
coyunturales, lo que da inicio a la llamada Revolución Industrial.
Las características propias del proceso, gran iniciativa y creatividad del empresario,
desconexión afectiva del trabajador con el producto y con su fuente de trabajo, división de
las tareas en funciones repetitivas y monótonas, contrasta en modo sustancial con las
particularidades del régimen artesanal, conservador de técnicas, controlador de iniciativas y
personalizador de los vínculos laborales con la fuente y con el producto.
Los nuevos procesos, con el tiempo, delegan la precisión en las maquinas, y la
standarización e intercambiabilidad de los componentes del producto facilitan el control de
la calidad bajo reglas totalmente racionales y explícitas, tornándose innecesario una mayor
destreza o conocimiento personal del trabajador.
El entrenamiento de la mano de obra es más sencillo, volcándose la experiencia acumulada
hacia requerimientos de tipo organizativo y tecnológico.
El producto resultante adquiere también una fisonomía propia consecuencia del proceso de
fabricación, lo que ha enmarcado nuestra vida cotidiana en los dos últimos siglos.
La Revolución Industrial, a pesar de su difusión acelerada, tarda en algunos países en
expandirse, como en Italia y España, donde se implanta definitivamente recién a fines del
siglo XIX.
No en vano ha sido en la inmigración de esos países con mayor experiencia artesanal,
donde hemos observado mayor facilidad para comprender el modo de adquirir y transmitir
conocimientos de técnicas constructivas, en las que tienen tanta preponderancia los
aspectos artesanales.

LA INDUSTRIA DE LA CONSTRUCCION
La construcción es posiblemente la última de las industrias que contiene restos de la
impronta artesanal, de lo que quizá nunca pueda o deba desprenderse.
La irrupción del acero en el siglo pasado y del hormigón armado en los principios del actual,
introdujeron procesos de industrialización y mayor precisión técnica, en una industria
reservada hasta el momento a la manipulación artesanal de la madera, los ladrillos o la
piedra.
Novedosos elementos mecánicos para facilitar la mezcla, el corte, elevación, transporte y
fijación, acercan y simplifican las operaciones de los componentes a instalar, pero no
resuelven la última puntada que depende aún de la destreza del operario.
Sorprendentes desarrollos tecnológicos en construcciones prefabricadas se han originado
en Rusia, Francia y Europa en las últimas décadas, como también la preferencia por las
construcciones "en seco" desarrolladas en Estados Unidos, y en todas las innovaciones que
observamos a diario en la industria local.
Pero existe una diferencia con el resto de las industrias donde el producto sale terminado:
aquí siempre se requiere el último ajuste por parte de un operario que conozca el oficio y...
las Reglas del Arte.
Las del mismo tipo que conocían los "colegia" Romanos, los 7 siglos de gremios
medievales y nuestros constructores con mampuestos del siglo XIX, y XX.

LAS REGLAS DEL ARTE


Son éstas entonces todas las pequeñas técnicas y conocimientos que posibilitan manipular
con habilidad materiales heterogéneos mayormente de origen natural, frágiles y de
dimensiones variables, en conjunción con otros de origen industrial y aún otros susceptibles
de procesos químicos, todos afectados o afectables por las condiciones climáticas, en un
medio riesgoso, con instrumentos rudimentarios, a fin de componer un producto final
acabado, resistente, duradero y apto para su uso.
La transmisión de estos conocimientos sólo parcialmente es posible a través de la palabra
escrita, pues la faz práctica sólo es susceptible de incorporarse con la transmisión
personalizada y la observación constante en el tiempo, al estilo de los antiguos gremios.
Por ello no será posible obtener un listado de las Reglas salvo preguntando a algún
antiguo del oficio por alguna en particular, y aún así quizá no sepa expresarse en palabras
sino a través de la ejecución, en este aspecto de acuerdo a su origen común con los
artistas, que sólo se expresan a través de sus obras.
Pero aún así estimamos que gran parte de esta tradición se ha perdido en nuestro país en
la segunda mitad del siglo, puesto que este proceso requiere largo tiempo de maduración
no compatible con los cambios bruscos económicos y laborales característicos de nuestra
época.
Intentos de definir las Reglas del Arte como costumbres del lugar no se ajustan a las
fuentes de su definición, y colaboran al descrédito de la profesión, pues su esencia se halla
en la tradición técnica que aspira a la perfección y no en la costumbre promovida por no
idóneos y adoptada por necesidades circunstanciales.

COROLARIO
De lo expuesto concluimos que si bien las Reglas no se pueden establecer en su totalidad,
su vigencia parece universalmente requerida en la profesión. Pensamos que cumplirían las
veces de garantía de hacer las cosas bien de todos modos aunque ello no fuese
taxativamente exigido; esto hace a la moral de la profesión y a la profesionalidad de los
artesanos, por lo cual sostendremos la eterna vigencia de las Reglas aunque no tengamos
su listado.
Otro tema es saber cómo es hacer bien las cosas, y esto no es resorte del mayor esfuerzo
físico sino del conocimiento. Para lo cual habría que intentar mantener, alentar y/o
reconstruir la antigua cultura artesanal y el orgullo por la perfección alcanzada en la obra
realizada. Por aquello de que el albañil de hoy que coloca un ladrillo dice que está
colocando un ladrillo, y el artesano de la Edad Media que hacía lo mismo con una piedra,
decía que estaba construyendo una catedral.
Ese orgullo tiene que ver con la dignidad y la cultura, para cuyo desarrollo hace falta
también respeto, salarios dignos y seguridad; pero ya estaríamos refiriéndonos a otro tema.

G. C. Renison
Maestro Mayor de Obras.

También podría gustarte