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Barth, Fredrik. “Introducción”.

En Los grupos étnicos y sus fronteras

Fredrik Barth (1928) es un antropólogo noruego, el cual ha desarrollado la mayoría de su


actividad académica en los Estados Unidos. Es reconocido por sus trabajos etnográficos en
Pakistán y en Sudán. Actualmente trabaja como profesor del departamento de antropología
en la Universidad de Boston.
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El objetivo del texto es desarrollar un análisis sobre cómo se constituyen, reafirman


y persisten los límites de los grupos étnicos en diferentes contextos (ecológicos,
económicos, políticos y sociales).
En principio, Barth critica la idea –ya en desuso- de que los grupos étnicos se deban
concebir como entidades aisladas, la cual reafirma que sólo mediante la no-interacción y la
separación con otros grupos éticos se permite la consolidación y el mantenimiento de la
colectividad a lo largo de la historia. Contrario a esta concepción, Barth encuentra que es el
mismo contacto con el otro lo que permite el establecimiento de los límites de un grupo
étnico. Sin embargo, el hecho de que el grupo adquiera una consciencia de diferenciación
mediante la interacción no quiere decir que esta no pueda representar, al mismo tiempo, un
factor determinante para la no perpetuación del grupo. En otras palabras, la interacción con
el otro puede ser tanto un reafirmante de la identidad como un elemento difusor de la
misma.
Frente a este problema Barth menciona que entre mayores sean “las diferencias
entre […] (las) orientaciones de valor, mayores serán las restricciones en la interacción
interétnica”. Por tanto, en el caso de que dos grupos cuenten con orientaciones de valor
completamente opuestas, la interacción entre los dos va a ser nula, permitiendo la
reafirmación de la identidad propia al hecho de estar adscrito a un grupo étnico. Otro
escenario que propone es aquel donde los individuos pertenecientes a los grupos deban
interactuar, y para efectos de este hecho, a pesar de que los grupos tengan criterios de valor
y de juicio diferentes, se debe crear un tipo de espacio (no propiamente físico) y un código
común para facilitar dicha interacción.
Sobre este asunto, la única forma en que la interacción se refiera a la identidad
étnica (caso que la creación de un espacio ya descrito cobra sentido) es mediante “la
complementariedad de los grupos respecto a alguno de sus rasgos culturales característicos”
(que según lo que entiendo, para Barth, se remiten las costumbres o prácticas en general, y
a los criterios de juicio y de valor).
Dicha interdependencia de los grupos se sustenta mayoritariamente desde la
perspectiva ecológica, es decir, de la adaptación al ambiente y su utilización para la
supervivencia. El grado de interdependencia se rige de manera proporcional por el grado de
coexistencia en el territorio y la lucha por los recursos. Dado el caso en el que la relación
sea plenamente competitiva, se podría, tanto suprimirse la complementariedad cuando uno
de los grupos gane la disputa, o “que se desarrolle una adaptación que origine una
interdependencia y una complementariedad en aumento”.
Otro argumento que propone Barth –el cual continua desvirtuando la teoría de las
sociedades aisladas– es que un grupo étnico no está circunscrito necesariamente a un
territorio definido. Este arguye que dichas comunidades, al tener –o no– una base cultural
fuerte y definida, los cambios ‘superficiales’, dados, por ejemplo, por condiciones
ecológicas, pueden establecer distinciones entre el grupo movilizado y el ‘estático’. Sin
embargo, no sé hasta qué punto, cuando Barth menciona que a pesar de que dos grupos –los
pathanes del sur y los del norte- se encuentran distanciados territorialmente, y por tanto, los
pathanes del norte, que son los movilizados, presentan ciertas diferencias en las formas de
comportamiento dado el nuevo espacio al que se debieron adaptar; pueda caer en una
contradicción al mencionar luego que las diferencias objetivas entre los grupos no tienen
sentido, sino lo socialmente importante o lo reconocido por los miembros del grupo,
insistiendo antes que los pathanes del sur no consideraban a los del norte como
pertenecientes de su grupo étnico, para que luego el intentara convencerlos de lo contrario.
Es importante señalar que las observaciones expuestas anteriormente se encuentran
enraizadas en el marco de sociedades poliétnicas. Sin embargo, son numerosos los casos de
grupos cuya presencia representa un hecho anómico en determinadas sociedades, o en otras
palabras, donde son una minoría. Como se expuso en el caso de que la oposición cultural
entre dos grupos sea tan drástica que la interacción es inviable, pasa lo mismo en el caso de
las sociedades hegemónicas, sólo que en el último caso, dado el hecho de que el grupo
minoritario está en el interior de la sociedad dominante –es decir, que no juega de igual a
igual-, dicha imposibilidad al momento de iniciar un complementariedad le va a dificultar
su existencia. Frente a esta problemática, Barth argumenta que dentro de cada grupo debe
surgir una élite que determine la forma de relacionarse con el sistema mayoritario, la cual
debe escoger una de las tres formas posibles: primero, introduciéndose a dicha sociedad
industrial (lo que significa la disolución del grupo, en gran parte); segundo, aceptar el
estatus de minoría (puesto como una actitud de resignación), y tercero, acentuar su
identidad.
Un aspecto a rescatar de todos estos enfoques no aislantes al momento de estudiar
un determinado grupo étnico –antes concebidos como ‘sociedades’- es la comprensión del
grupo en uno de los aspectos más constitutivos de la identidad: la diferenciación y la
‘autoconsciencia’. Lo que quiero decir es que el aporte a la forma de estudiar los grupos
étnicos es tremendamente valioso en la medida que no es posible entenderlos como
universos aislados –o en casos extremadamente atípicos, como menciona Barth-. Es cierto
que uno de los aspectos reafirmantes de la identidad es la diferenciación mediante la
adscripción a un cierto grupo con sistemas de valores y costumbres diferentes a los demás.
Pero el asunto es que no es posible concebir los límites de un grupo étnico sin dar cuenta
sobre qué otros grupos afirman su diferencia, y sobre qué grupos toma consciencia de la
propia existencia.

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