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Las preocupaciones a los que se animaron al surgimiento del “movimiento muralista” ya estaban -
presentes- años antes de que los pintores tuvieran este acceso o permiso a los murales.
Las enseñanzas que dejo el Dr.Atl en la academia de san Carlos, describe como “incendiarios” que
habían creado un entusiasmo “extraordinario” en los estudiantes y que a su vez no solo surgieron
para las fiestas del centenario.
Una a otra manera, ciertas ideas estaban definiéndose y tomando cuerto, como en la necesidad
abandonar la pintura tradicional, en la realización del arte mexicano en que tuvieran un alcance
universal y en la de crear un arte monumental.
Hay algo distinto o distintivo en que las actuales representaciones de la marginación social en el
cine mexicano, es su alto grado de violencia explícita y en la desdramatización de la puesta en
escena. Estos son aspectos que parecen romper con la tradición instaurada en la cinematografía
nacional desde mediados del siglo pasado, donde en el principal recurso en la representación de la
desigualdad social era el melodrama, no obstante, si analizamos más cuidadoso muestra que no son
tan novedosos y que en realidad se puede hablar de continuidad con algunos elementos de cambio.
La continuidad se advierte en el uso de variantes del melodrama y de ciertos espacios destacados
por el antiguo cine mexicano: como el barrio y la vecindad, los cuales funcionaban como
microcosmos sociales que de manera esquemática articulaban la complejidad urbana. A un nivel
ideológico, lo novedoso está en la interpretación de la pobreza, que ahora es más compleja, pues
evita el maniqueísmo que caracterizó al cine de la “época de oro”.
Desde en esta perspectiva, la idea de este trabajo es explorar la lógica socio-cognitiva que subyace
a las actuales representaciones fílmicas de la marginación social, bajo el supuesto de que éstas son
resultado de un proceso histórico de interacción entre el cine y en su contexto ideológico y cultural,
que al mismo tiempo, hay la intención de asumir esas representaciones como un “imaginario
cinematográfico de la pobreza