Está en la página 1de 2

DEFINICIÓN DE LEY

Del latín lex, una ley es una regla o norma. Se trata de un factor constante e
invariable de las cosas, que nace de una causa primera. Las leyes son, por otra
parte, las relaciones existentes entre los elementos que intervienen en
un fenómeno.

En el ámbito del derecho, la ley es un precepto dictado por una autoridad


competente. Este texto exige o prohíbe algo en consonancia con la justicia y para
el bien de la sociedad en su conjunto. Por ejemplo: “La venta de cocaína está
penada por la ley”, “La ley prohíbe que una misma persona vote dos veces en la
misma elección”, “Un hombre de bien nunca actúa de manera contraria a la ley”.
Bajo un régimen constitucional, la ley es una disposición aprobada por las Cortes y
sancionadas por el jefe del Estado. Aquellas acciones que violan la ley son penadas
con distintos castigos según la naturaleza y la gravedad de la falta.
Puede decirse que las leyes limitan el libre albedrío de los seres humanos que
conviven en sociedad; funcionan como un control externo al cual se somete la
conducta de las personas para asegurar que se cumplan una serie de normas que
respondan a las necesidades de la comunidad. Si una persona considera que está
bien realizar una acción que esté penada por la ley, lo normal es que se abstenga
de hacerlo, dejando a un lado su creencia individual.
La ley (como norma jurídica) debe cumplir con diversos principios, como
la generalidad (comprende a todos los individuos), la obligatoriedad (es
imperativa) y la permanencia (es dictada con carácter indefinido), entre otros. Pero
el ser humano no se caracteriza por respetar a los demás seres vivos, sean o no de
su especie, y ciertas leyes (o la ausencia de las mismas) suelen evidenciar esta triste
realidad. Tal es el caso, por ejemplo, de la lucha que llevan adelante quienes
desean que las personas homosexuales tengan los mismos derechos que las
heterosexuales.
Cada vez son más los países que dan el paso hacia la igualdad del matrimonio,
aunque todavía queda mucho camino por recorrer, y hay naciones que están muy
lejos de aceptar la homosexualidad con normalidad. Dentro de los países de habla
hispana, España fue pionera en la aceptación del matrimonio entre personas del
mismo sexo. La ley que permite a cualquier individuo legalizar su lazo sentimental
fue aprobada en el año 2005, y conllevó el reconocimiento del resto
de derechos que hasta el momento habían sido negados a las parejas
homosexuales.
Desde hace casi una década, cualquier ciudadano español puede casarse, adoptar
niños, ser reconocido como familiar de su pareja en un hospital, incluirla en su
herencia y cobrar su pensión, independientemente de su sexualidad.
Cabe mencionar que la llegada de esta ley al suelo español no tuvo lugar en
absoluta armonía; como suele ocurrir, la minoría que votó en contra de dicha
medida no sintió deseos de festejar su aprobación, y muchos decidieron expresar
su descontento a través de manifestaciones públicas. Haciendo honor a su carácter
predecible y a su falta de amor por la humanidad, la Iglesia católica se mostró
opuesta a dicho avance, alegando que atentaba contra la santidad del matrimonio,
un pretexto en el cual se han apoyado los detractores en los últimos años.
Al respecto del conflicto que suele suscitar la palabra matrimonio cuando se habla
del lazo entre dos personas del mismo sexo, en muchos países existe la
denominada unión civil, que en la práctica es equivalente al casamiento,
pero estratégicamente evita que se mencione dicho término, para alegría de los
mismos dos o tres que se aferran inútilmente al pasado, causando muertes y
sufrimiento con su indiferencia y su egoísmo, sentados en el cómodo sofá en el
cual se sentaron sus antepasados, y sobre el cual masticarán sus últimos lamentos.
Irónicamente, tan sólo un puñado de estas naciones ha aprobado la unión civil para
parejas homosexuales.

También podría gustarte