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PRINCIPIOS GENERALES

LA TUTELA JURISDICCIONAL DE LOS DERECHOS. JURISDICCIÓN Y PODERES


DEL JUEZ. ELEMENTOS DE LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL. LA EJECUCIÓN
COMO GARANTÍA Y COMO RESERVA JURISDICCIONAL.

LA TUTELA JURISDICCIONAL DE LOS DERECHOS.

El Estado, a través de la función legislativa, dispone el derecho objetivo


para ser observado por los coasociados. Cuando esa obligatoria observancia no
se da de manera voluntaria, debe el Estado mismo, a través de la función
jurisdiccional, poner el correctivo y asegurarla a toda costa, con la intervención
del órgano jurisdiccional, lo cual configura lo conocido en doctrina como la tutela
jurisdiccional de los derechos, tutela que —en decir de Micheli— se considera
«como una cosa extrínseca y eventual, respecto de la situación jurídica que debe
ser tutelada».1

En cualquier ordenamiento jurídico encontraremos siempre una norma que


tutela el derecho subjetivo, otra que garantiza la tutela judicial del derecho y otra
que, concretando la actuación de esa tutela, atribuye al juez, como órgano
especializado del Estado, la función jurisdiccional para tutelar intereses jurídicos y
dirimir los conflictos que se susciten con ocasión de la confrontación de esos
intereses, sea entre particulares, sea entre particulares y el Estado, sea entre
órganos del Estado mismo.2

Ahora, la norma que asegura la tutela jurídica del derecho debe


diferenciarse de la que resguarda el medio para lograr eficazmente esa tutela en
el orden y plano meramente jurisdiccional. La norma del primer tipo es una norma
sustantiva o material que regula la situación o relación jurídica de que se trate,
mientras que la del segundo tipo es de naturaleza adjetiva o instrumental y regula
el medio (proceso) del que se dispone para remediar la inobservancia del
derecho, medio ese que se expresa y concreta a través de una compleja sucesión
de actos dimanados de los sujetos procesales (juez, partes, auxiliares, testigos,
etc.).3

Violado que sea un derecho subjetivo, tiene su titular el derecho de


acceder a la justicia para reclamar la restitución de la situación jurídica infringida,
quedando comprometido el Estado —por intermedio del juez— a pronunciar un
fallo resolutorio del conflicto, dando la razón a quien le corresponda. 4

1
Micheli, Gian Antonio. Curso de Derecho Procesal Civil, Tr. ital. Santiago Sentís Melendo, Vol. I, Parte General, EJEA, Bs. As.,
1970, p. 4.
2
Cfr. Micheli, Curso..., T. I, p. 5.
3
Cfr. Micheli, Curso..., T. I, p. 5.
4
"El órgano jurisdiccional —en el decir de Micheli— es portador del interés público en que aquella norma [se refiere a la norma
violada por el infractor] sea observada, en que sea actuada una cierta tutela; en definitiva, el juez debe dar la razón a quien la
tiene, de manera que la norma a aplicar no es la regla de la conducta de él, sino que es el objeto de su actividad". Curso..., T. I,
pp. 7-8.
Empero, si el justiciable cuyo derecho subjetivo o interés jurídico ha sido
vulnerado no recurre a la jurisdicción en demanda de la tutela judicial, queda
irremediablemente violado el derecho objetivo y, por consiguiente, renunciado el
derecho subjetivo o, por lo menos, tolerada su vulneración, con el resultado final
de la paz social no quebrantada por la sola voluntad y decisión del interesado que
ha dispuesto libremente de su derecho de acceder a la jurisdicción, pues, como
debe quedar claro, no se trata de disponer del derecho sustantivo (el cual en
algunos casos será indisponible) sino de disponer del derecho de acceso a la
jurisdicción, sea por renuncia, sea por no ejercerlo.

T IPOS DE TUTELA JURISDICCIONAL.

Dentro del cauce del proceso civil se desarrolla la compleja función


jurisdiccional a cuyo cargo está, en definitiva, conceder la tutela según la forma y
tipo que corresponda, no a capricho del órgano subjetivo de jurisdicción (juez),
sino conforme a lo que está establecido en la ley, pues ellos —como remedios
que integran un sistema— «no constituyen algo intrínseco que forme el contenido
de los derechos subjetivos, hechos valer en el proceso, y respecto de los cuales
se pide la actuación de la tutela jurisdiccional, sino que son medios, instrumentos
que la ley ofrece al individuo para conseguir la actuación del derecho objetivo
cuando ésta no sea realizable de otro modo o bien cuando la intervención del
órgano jurisdiccional se hace necesaria por la ley para la producción de un efecto
jurídico. Los remedios que son realizables a través del proceso civil son, pues,
típicos porque están previstos y regulados por la ley, pero los mismos tienen en
general un ámbito de aplicación no rígido y formal; en cuanto los mismos no
presuponen el ejercicio de acciones (típicas) (como ocurría en otros estadios de
evolución histórica del ordenamiento jurídico), sino del poder de acción 5...,
entendido como poder (instrumental), dirigido a hacer actual el deber del juez de
proveer sobre la demanda, de conceder la tutela, en cuanto existan los
presupuestos de ella. La particularidad de los remedios jurisdiccionales singulares
(art. 2907 del código civil 6) se refleja directamente sobre la estructura de los
varios procedimientos, regulados por la ley de modo que se hagan actuales
dichos remedios».7

JURISDICCIÓN Y PODERES DEL JUEZ.

INTRODUCCIÓN.

El estudio de la teoría de la ejecución fuerza a un triple enfoque del


problema. De una parte, el análisis de la teoría propiamente dicha, con los
enunciados y principios comunes a todo tipo de ejecución. De otra parte, el
estudio de la sentencia como título ejecutivo perfecto e irrebatible. Y por último, la
ejecución derivada de títulos extrajudiciales que la aparejan, títulos que en la
5
Ver, por lo que al derecho venezolano concierne, CRBV art. 26 y CPC arts. 1, 11, 14, 341, 515, 521.
6
Código Civil italiano de 1942, Título IV De la tutela jurisdiccional de los derechos, Capítulo I Disposiciones generales, art.
2.907: "Actividad jurisdiccional.- A la tutela jurisdiccional de los derechos provee la autoridad judicial en virtud de demanda de
parte y, cuando la ley lo dispone, también a instancia del ministerio público".
"La tutela jurisdiccional de los derechos, en interés de las categorías profesionales, se actúa en virtud de demanda de las
asociaciones legalmente reconocidas, en los casos determinados por la ley con las formas establecidas por ésta".
7
Micheli, Curso..., T. I, pp. 47-49.
5

doctrina son conocidos como guarentigios y que en sí no son títulos ejecutivos en


el sentido que se le atribuye a la sentencia, sino instrumentos hábiles para
permitir el acceso a los procesos ejecutivos y, particularmente, a los procesos
monitorios, como más adelante, en el capítulo correspondiente, se considerará.

En todo caso, vale aclarar temprano que la sentencia, como título ejecutivo,
contiene una declaración judicial de certeza del derecho discutido que, solo al
hacerse ejecutoria, adquiere firmeza e inmutabilidad, pues mientras contra ella
quepan recursos, su ejecutividad no se ha perfeccionado. Y por lo que al título
guarentigio concierne cabe señalar, prontamente, que ellos sólo gozan de una
presunción de certeza que el obligado puede discutir en el trámite procesal
correspondiente.

Es un hecho que el derecho a la ejecución se distingue claramente del


derecho subjetivo del justiciable jurídicamente tutelado por la norma sustantiva.
Tal derecho a la ejecución, per se y en forma autónoma, constituye un derecho
público subjetivo que tutela el interés del justiciable —como derechohabiente— a
la actuación forzosa de aquel derecho subjetivo declarado incuestionablemente
cierto por la sentencia, o presumiblemente cierto por estar contenido en un título
guarentigio.

Para Ugo Rocco, ese derecho a la ejecución es un derecho especial de


supremacía en el que se particulariza el derecho general de supremacía del
Estado, derecho éste que permite exigir del súbdito su subordinación y
obediencia. En ese derecho de supremacía el sujeto activo lo es el Estado mismo
como titular del derecho subjetivo de jurisdicción, el cual ejerce a través de los
órganos jurisdiccionales. El sujeto pasivo, es decir, aquél sobre quien recae la
potestad de acción por parte del Estado, lo es el súbdito que no acata
voluntariamente la condena jurisdiccional contenida en la sentencia, o la
obligación contenida en el título guarentigio. 8

LA JURISDICCIÓN.

PODERES DEL JUEZ.

En el ejercicio de la función jurisdiccional, al juez se le atribuyen poderes


jurisdiccionales y poderes procesales.

PODERES JURISDICCIONALES.

Según Rengel-Romberg, tales poderes son:

1. Poder para decidir la controversia:

Establece el encabezamiento del artículo 10 de la Ley Orgánica del Poder


Judicial, lo siguiente:
8
Ugo Rocco. Tratado de Derecho Procesal Civil. Vol. IV, Parte Especial, pp. 5-6. Temis-Depalma. Bogotá-Buenos Aires, 1976.
6

"Corresponde al Poder Judicial conocer y juzgar,, salvo las


excepciones expresamente establecidas por la Ley, de las causas y
asuntos civiles, mercantiles, penales, del trabajo, de menores,
militares, políticos, administrativos y fiscales, cualesquiera que sean
las personas que intervengan; decidirlos definitivamente y ejecutar o
hacer ejecutar las sentencias que dictare".

“Corresponde al Poder Judicial intervenir en todos los actos no


contenciosos indicados por la ley, y ejercer las atribuciones
correccionales y disciplinarias señaladas por ella”.

Consiguientemente, al decidir de fondo el asunto sometido a su


conocimiento y decisión, el juez pone fin a la causa.

2. Poder de apreciación de los hechos y de las pruebas.

3. Poder para establecer presunciones hominis. Presunciones hominis son


las que no están establecidas por la ley pero que el juez puede establecer en los
casos en que la ley admita la prueba testimonial, siempre que sean graves,
precisas y concordantes (art. 1.399 CC).

4. El poder de ejecutar sus decisiones 9, haciendo uso de la fuerza pública,


si fuere necesario, lo cual está consagrado en Venezuela en el artículo 6 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial y, en lo civil, en el artículo 21 del Código de
Procedimiento Civil.

Salvatore Satta resume los tres poderes señalados en el poder para decidir
la controversia y afirma que

"De poderes jurisdiccionales se habla cuando se dice que el juez


puede condenar, puede declarar relaciones jurídicas, puede realizar
ejecutivamente los derechos, etc." (Salvatore Satta. Los Poderes del
Juez. Derecho Procesal Civil. Tr. Santiago Sentís Melendo. Ejea.
Buenos Aires, 1971. Tomo I, p. 164).

PODERES PROCESALES.

Poderes procesales son lo poderes instrumentales que la ley concede al


juez para el ejercicio de su función jurisdiccional con el propósito de conducir al
proceso hasta su fin. Podemos clasificarlos así:

1. Poder de dirección y gobierno del proceso, desde el momento de su


inicio hasta la conclusión, pues es del interés público la pronta conclusión del
proceso.

El artículo 14 del Código de Procedimiento Civil establece:

9
V. CRBV art. 253.
7

"El Juez es el director del proceso y debe impulsarlo de oficio hasta


su conclusión a menos que la causa esté en suspenso por algún
motivo legal. Cuando esté paralizada, el Juez debe fijar un término
para su reanudación que no podrá ser menor de diez días después
de notificadas las partes o sus apoderados".

2. Poder de sustanciación o instrucción. En el ejercicio de este poder el juez


más que un director del proceso es un contralor del mismo para velar que las
actuaciones que dentro de él se desarrollen se cumplan en las condiciones de
tiempo y lugar establecidos en la ley y con la observancia de los requisitos y
formas que aseguren su eficacia en el proceso.

3. Poder para incitar a la conciliación de las partes. El artículo 257 del


Código de Procedimiento Civil dispone:

"En cualquier estado y grado de la causa, antes de la sentencia, el


Juez podrá excitar a las partes a la conciliación, tanto sobre lo
principal como sobre alguna incidencia, aunque ésta sea de
procedimiento, exponiéndoles las razones de conveniencia".

Este poder no lo puede ejercer el juez cuando se trate de materias en las


cuales esté prohibida la transacción, según lo tiene establecido el artículo 258 del
mismo CPC.

4. Poder para dictar autos complementarios de pruebas o para mejor


proveer. Conforme el artículo 401 del CPC, que regula los autos complementarios
de pruebas, puede el juez de oficio, una vez concluido el lapso probatorio,
ordenar la práctica de las siguientes diligencias: 1° Hacer comparecer a
cualquiera de los litigantes para interrogarlos libremente, sin juramento, sobre
algún hecho que aparezca dudoso u oscuro. 2° Exigir la presentación de algún
instrumento de cuya existencia haya algún dato en el proceso y que se juzgue
necesario. 3° La comparecencia de algún testigo que habiendo sido promovido
por alguna de las partes, sin embargo no rindió oportunamente su declaración, o
la de cualquier otro que sin haber sido promovido por las partes, aparezca
mencionado en alguna prueba o en cualquier acto procesal de las partes. 4° Que
se practique inspección judicial en algún lugar y se forme un croquis sobre los
puntos que se determinen; o bien se tenga a la vista un proceso que exista en
algún archivo público y se haga certificación de algunas actas, siempre que en el
pleito de que se trate haya alguna mención de tal proceso y tengan relación el
uno con el otro. 5° Que se practique alguna experticia sobre los puntos que
determine el Tribunal, o se amplíe o aclare la que existiere en autos.

De su parte, el artículo 514 del mismo CPC, que regula el auto para mejor
proveer, permite al juez, de oficio, ordenar las mismas actuaciones a que se
refiere el artículo 401, menos la de hacer comparecer a testigos.

5. Poder para ejecutar lo decidido incidenter tantumen sentencias, autos y


decretos dictados en ejercicio de sus atribuciones legales, haciendo uso de la
fuerza pública si fuere necesario.
8

Ya vimos que el artículo 10 de la Ley Orgánica del Poder Judicial,


corresponde al Poder Judicial, conocer y decidir las causas y asuntos de su
competencia y ejecutar o hacer ejecutar las sentencias que dictare.

Además, conforme los artículos 21 del Código de Procedimiento Civil y 11


de la Ley Orgánica del Poder Judicial:

"Artículo 21.- Los jueces cumplirán y harán cumplir las sentencias,


autos y decretos dictados en ejercicio de sus atribuciones legales,
haciendo uso de la fuerza pública, si fuere necesario. Para el mejor
cumplimiento de sus funciones, las demás autoridades de la
República prestarán a los jueces toda la colaboración que éstos
requieran".

"Artículo 11.- Los tribunales para la ejecución de sus sentencias y de


todos los actos que decreten o acuerden, pueden requerir de las
demás autoridades, el concurso de la fuerza pública que de ellas
dependa, y, en general, valerse de todos los medios legales
coercitivos de que dispongan. Se exceptúa el caso de conflicto de
poderes, el cual deberá ser sometido a la decisión de la Corte
Suprema de Justicia" [hoy Tribunal Supremo de Justicia).

"La autoridad requerida por un Tribunal que obre en ejercicio de sus


atribuciones, debe prestar su concurso sin que le corresponda
calificar el fundamento con que se le pida, ni la legalidad o la justicia
de la sentencia o decreto que se trate de ejecutar".

ELEMENTOS DE LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL.

La conjunción de todos los poderes jurisdiccionales y procesales del juez


conforman, tradicionalmente, los cinco elementos de la función jurisdiccional. A
saber: notio, vocatio, coertio, iuditium y executio.

1. Notio. Es la aptitud del juez para conocer del conflicto, llevando a su


conocimiento el asunto objeto del litigio, con el propósito de que se forme un
criterio para su decisión. Por esa aptitud puede sustanciar el proceso e instruirlo
para adquirir una mejor noción del punto sometido a conocimiento.

2. Vocatio. Es la aptitud para llamar a las partes al proceso, ligarlas a él y


someterlas jurídicamente a sus consecuencias.

El llamado al proceso por excelencia es aquel contra quien se propone la


pretensión, pero ello no impide que el actor sea llamado también en algún
momento determinado, como ocurre, por ejemplo, cuando es citado para la
prueba de confesión.
9

3. Coertio. Es la aptitud para disponer de la fuerza a fin de que se cumplan


las decisiones tomadas en el curso del proceso, antes de la sentencia definitiva,
imponiendo sanciones disciplinarias si fuere menester.

4. Iuditium. Es la aptitud que tiene el juez para resolver el mérito del asunto
con la sentencia definitiva.

5. Executio. Es la aptitud para disponer de la fuerza a fin de dar


cumplimiento a lo decidido en la sentencia definitiva.

LA EJECUCIÓN COMO GARANTÍA Y COMO RESERVA JURISDICCIONAL.

Sabemos que la jurisdicción es una función soberana del Estado (art. 204
CN, 5° LOPJ y 242 CPC), que la ejerce a través de los órganos jurisdiccionales a
objeto de la justa composición de los conflictos intersubjetivos de intereses
jurídicamente trascendentes por un mismo bien de la vida.

Y sabemos también que, por interesar a la integridad del orden jurídico y


por convenir a la paz social la tutela de los derechos subjetivos lesionados,
corresponde a la jurisdicción la actuación coactiva del derecho.

Así, se ha reservado el Estado, de una parte, la potestad de resolver los


conflictos de intereses que surjan entre los particulares, o entre éstos y el Estado,
o entre los órganos del Estado mismo, y de la otra la potestad de ejecutar todo
cuanto se decida en la solución de esos conflictos, a objeto de garantizar la
eficacia del derecho y de su tutela.
11

II

LA JURISDICCIÓN Y SUS FUNCIONES EN LA REALIZACIÓN COACTIVA DEL


DERECHO. LA RESPONSABILIDAD: RESPONSABILIDAD PERSONAL Y
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL. DERECHO Y COERCIÓN. LA SANCIÓN
GENERAL COMO ADVERTENCIA AL OBLIGADO.

LA JURISDICCIÓN Y SUS FUNCIONES EN LA REALIZACIÓN COACTIVA DEL


DERECHO.

Siendo que el Estado, para suprimir la justicia privada, se reservó el


derecho de resolver los conflictos surgidos entre los justiciables -como ya
sabemos-, debió reservarse también la potestad de ejecutar todo cuanto el órgano
competente ordenare como el mandato jurisdiccional contenido en la sentencia.
De no haber sido así, hubiera resultado ineficaz la reserva soberana para la
declaración del derecho, pues una vez declarado hubiera resultado inútil e
inoperante lo resuelto por su falta de garantía a la realización eficaz del derecho
declarado.

Existe para el justiciable, de una parte, la obligación general de observar y


respetar el ordenamiento jurídico como un todo, pero a la vez y de otra parte,
tiene la obligación de acatar las normas jurídicas que en lo particular le sujetan. Si
él incumple esas obligaciones de observancia, afecta, desde luego, al orden
jurídico, y afecta al mismo tiempo un derecho subjetivo tutelado por ese orden
jurídico, con lo cual queda abierta la posibilidad del conocimiento jurisdiccional
del conflicto, el cual, de ser llevado al punto de la composición definitiva por el
juez, permite que surja, a nivel de sentencia, un mandato de condena que, aquel
contra quien obra, está obligado a obedecer por emanar de un órgano con
autoridad. Si no acata espontáneamente ese mandato, la eficacia del derecho
permite la invasión del patrimonio del condenado para que se haga efectivo el
mandato, sin y aún contra su voluntad. En este aspecto, cumple la jurisdicción
una función sancionadora (Cfr. Rocco. Tratado...Vol. IV, pp. 13-15).

Cuando se ve el asunto desde el punto de vista del contenido de la norma,


cumple la jurisdicción una función represiva, pues la condena actúa
represivamente contra el que ha incumplido, tanto porque ha inobservado el
precepto primario y muchas veces hasta el secundario de la norma sustancial que
impone un mandato, una prohibición o una permisión, como porque esa
inobservancia se concretó a pesar de la advertencia derivada de la amenaza
pendiente sobre el patrimonio como sanción general (Cfr. Rocco. Tratado...Vol. IV,
pp. 13-15).

Finalmente, en la ejecución cumple la jurisdicción una función sustitutiva,


puesto que sólo el Estado tiene la potestad de aplicar la sanción en concreto para
intervenir en el patrimonio del condenado.
12

Para la mayoría abrumadora de la doctrina, por esta función el Estado se


sustituye en la voluntad del obligado-condenado, pues aquel contra quien ahora
obra la condena, fue antes, como obligado, un destinatario del precepto jurídico
con real opción de cumplir naturalmente la obligación; mas, producido que sea el
fallo condenatorio su posición de obligado en el vínculo jurídico deja de ser y se
convierte en un subiectus, con una voluntad anulada, pues con ella, sin ella y aún
contra ella, el Estado ejecutará lo decidido (En ese sentido, Vid. Calamandrei,
Piero, Instituciones de Derecho Procesal Civil. Vol. I. EJEA. Buenos Aires, 1973, p.
172).

En posición completamente contraria, Ugo Rocco plantea la tesis -de la


cual es padre- que el Estado no sustituye al condenado por la sentencia sino al
derechohabiente.

"...otro carácter de la actividad del Estado -en el decir de Rocco-


dirigida a la realización coactiva del derecho debe ser puesto en
evidencia, a saber, el derivado del hecho de que en el ejercicio de tal
actividad, en virtud de la prohibición de la defensa privada, que
impide al ciudadano hacerse justicia por sí mismo, el Estado,
mediante los órganos de la justicia, viene a sustituírse a la actividad
privada en la actuación del derecho legalmente cierto, pero que ha
quedado sin actuar".

(Omissis)

"Particularmente, en el momento de la realización coactiva del


derecho por parte del Estado y por medio de sus órganos
jurisdiccionales, no se opera ya la sustitución, según lo afirma
unánimemente la doctrina, sin ahondar en el problema, respecto del
obligado, sino respecto del derechohabiente".

"Esta incuestionable verdad está demostrada también desde el


punto de vista de la evolución histórica, en virtud del cual, del
régimen de defensa privada se pasó a la jurisdicción del Estado,
orientada a realizar el derecho".

"Históricamente era el derechohabiente quien, disponiendo de su


fuerza individual privada, o de la fuerza de su grupo, actuaba,
primero sobre la persona del obligado, y después, en un período ya
más avanzado, sobre el patrimonio del obligado".

"Y es precisamente, en lugar del derechohabiente, como el Estado,


habiendo asumido el cometido de la realización coactiva del derecho
mediante el ejercicio de sus potestades soberanas de jurisdicción,
viene a operar sobre el patrimonio del obligado, usando de su fuerza
colectiva en vez y sustitución del derechohabiente, para la
realización de las normas de derecho sustancial, primarias o
secundarias (sanciones)"(Tratado...Vol. IV, pp. 17-18).
13

LA RESPONSABILIDAD: RESPONSABILIDAD PERSONAL Y RESPONSABILIDAD


PATRIMONIAL.

Cabe entender por obligación la vinculación entre el derecho subjetivo del


acreedor a una prestación (derecho de crédito) y el deber del deudor a satisfacer
dicho derecho de crédito con la prestación correspondiente (débito). Ese débito
genera una clara responsabilidad en el deudor.

En el orden natural de las cosas, "la responsabilidad entraña el esfuerzo de


dar órdenes y el deber de estar a las consecuencias, que pueden representar la
culpa en la frustración y la gloria en el éxito venturoso", teniendo en cuanta que
"en su ejercicio hay que no llegar al abuso de poder, pero no detenerse jamás en
la pasividad" (Cabanellas, Guillermo. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual.
T. VII. Voz Responsabilidad).

Jurídicamente hablando y en el plano personal, la responsabilidad se


corresponde con el incumplimiento de un deber jurídico por parte del obligado a
observar una determinada conducta impuesta por la norma.

En lo patrimonial, la responsabilidad ha de enfocarse tanto desde el ángulo


del acreedor y como desde el ángulo del deudor. En la primera vertiente, la
responsabilidad se traduce en el poder del acreedor para satisfacer su crédito con
el valor de los bienes del deudor, poder que nace en el momento mismo en que
nace su crédito. Desde el punto de vista del deudor, la responsabilidad se
concreta en el instante mismo del incumplimiento, lo cual se traduce en el
derecho subjetivo del acreedor a sujetar a la satisfacción de su crédito los bienes
del deudor, habida cuenta que, desde el momento en que nace la obligación,
surge tanto para el acreedor como para el deudor la expectativa de cumplimiento
natural y voluntario, quedando afectados a esos fines los bienes presentes y
futuros de éste, los cuales son objeto de satisfacción del crédito, como más
adelante analizaremos.

Sobre que los bienes presentes del deudor están afectados como objeto de
satisfacción del crédito no requiere mayores explicaciones. En cambio, la
afectabilidad de los bienes futuros justifica algunas consideraciones.

Dispone la ley que los bienes futuros –al igual que los bienes habidos– son
prenda común de los acreedores, no en el sentido de derecho real sino en el
sentido de afectación para cubrir en general la expectativa de satisfacción de
todos los acreedores. Pero no son prenda común por el solo hecho de la
eventualidad de ingresar al patrimonio del deudor, sino cuando realmente
ingresen a él, sirviendo la alusión anticipada de ellos como una afirmación del
legislador a considerar afectado tanto el patrimonio como la capacidad patrimonial
del deudor.

De otra parte -y como una consecuencia de lo anterior-, si el crédito es


satisfecho con bienes presentes, no podría decirse que los bienes que ingresen al
patrimonio del deudor luego de la satisfacción han estado nunca afectados a esa
satisfacción concreta, pues la alusión a los bienes futuros como prenda común de
14

los acreedores no implica que sean presentes a los fines de la responsabilidad


(aún no tienen ni actualidad ni existencia), razón por la cual, extinguida la
obligación, los bienes que lleguen a ingresar al patrimonio del deudor jamás
tuvieron relación concreta de responsabilidad con respecto a esa relación, pues
por no existir no estuvieron afectados al poder del acreedor cuyo crédito ya está
satisfecho.

En su verdadero significado, pues, el sentido del mandato legal que afecta


los bienes habidos y por haber del deudor para satisfacer el crédito de los
acreedores, implica, de una parte, que el patrimonio (bienes habidos), como
conjunto de bienes presentes, está afectado a esos fines, y lo está también la
capacidad patrimonial (bienes por haber) del deudor, como potencialidad para
adquirir bienes sujetos a su dominio que, al ser adquiridos, pasan a formar parte
de su patrimonio.

Ya dijimos que el principio de la responsabilidad patrimonial está directa y


estrechamente vinculado al concepto de obligación. Basado en ello, un sector de
la doctrina alemana, con aceptación en buena parte de la doctrina universal, ha
sostenido que la relación obligatoria da origen a dos momentos subsecuentes,
uno de los cuales, el segundo, se da solo cuando se da el primero.

El primer momento lo constituye el débito (extremo de la relación


correspondiente a la posición del deudor, que en alemán se expresa con el
vocablo Schuld): Al nacer la relación obligatoria, surge la expectativa del
cumplimiento natural y voluntario por parte del deudor. Esa expectativa –
fundamentalmente del acreedor, pero no ajena al deudor– es un débito puro en
razón de que, al momento de nacer la obligación, para el deudor nace el deber de
cumplirla, es decir, de satisfacer la pretensión a la cual se ha obligado. En ese
primer momento de la relación, ésta surge entre personas, es decir, entre el
acreedor y el deudor, sobre quien, por causa de una presión psíquica, se produce
una tendencia psicológica a satisfacer la pretensión (Más adelante veremos que
esa presión psíquica surge de la amenaza de sanción general contenida en el
ordenamiento jurídico cuando advierte al obligado que su resistencia al
cumplimiento natural y voluntario de la obligación puede forzar a la realización
coactiva del derecho actuando sobre su patrimonio actual y, eventualmente, sobre
sus bienes futuros, por ser su patrimonio, en general, prenda común de los
acreedores).

El segundo momento surge cuando se da el incumplimiento por parte del


deudor, con lo cual nace la responsabilidad (Haftung en alemán), la cual es,
inicialmente, una expectativa, para luego convertirse, con el incumplimiento, en
una realidad concreta. Esa responsabilidad derivada del incumplimiento hace
surgir, de una parte, un estado de sujeción sobre los bienes propiedad del deudor,
y concomitantemente, de la otra, un derecho subjetivo del acreedor a lograr la
satisfacción de su crédito con el valor de los bienes propiedad del deudor. Con el
surgimiento de la responsabilidad como consecuencia del incumplimiento, la
relación entre personas se transmuta en una relación entre patrimonios.
Desaparece así la relación entre el acreedor y el deudor y surge en su lugar una
15

relación entre los patrimonios de ambos (Esto, sobre todo, desde el momento
histórico en que el deudor dejó de responder con su persona por las obligaciones
asumidas, respondiendo en adelante con sus bienes).

De otra parte, la responsabilidad del deudor será directa sobre sus bienes
habidos y por haber cuando incurra en el incumplimiento de una obligación de
dar, mientras que será indirecta cuando se trate de obligaciones de hacer y de no
hacer, las cuales comportan una actividad personal positiva o negativa, pues solo
cuando se incumpla el hacer o el no hacer es que entrarán a responder, por
equivalente, los bienes del deudor.

Por lo demás, que el deudor no responde con su persona ante el


incumplimiento de una obligación civil cualquiera, encuentra su fundamento
natural en el respeto debido a la dignidad de la persona humana -pues en la
actualidad el obligado en cuanto persona es sujeto de derechos, lo cual le excluye
de ser él mismo objeto del derecho del Estado (Vid. Rocco. Tratado...Vol. IV, p.
7)-, desde mucho ya establecida como un derecho fundamental supremo no
coercible para dar cumplimiento a las pretensiones de naturaleza civil discutidas o
insatisfechas por el incumplimiento.

DERECHO Y COERCIÓN.

Importa al derecho -y ello deviene como una consecuencia propia de la


imperatividad de sus normas-, que el destinatario de ellas cumpla voluntariamente
con su mandato como un medio de asegurar la integridad y vigencia del orden
jurídico entendido como un todo (resulta claro que inobservada una norma el
conjunto se altera). No existe ninguna otra posibilidad, pues la observancia de la
norma es, en lo absoluto, una condición esencial para la vigencia del Estado. Es
por ello que, si esa observancia no se da de manera espontánea, cuenta el
derecho con sus propios mecanismos de coerción para hacer cumplir la norma,
aún contra la voluntad de su destinatario y sin siquiera su colaboración. Y esto,
naturalmente, responde al fin mismo del derecho que es, fundamentalmente, la
tutela de intereses que él reconoce como válidos y legítimos, intereses esos que,
en definitiva, no pueden quedar desprotegidos frente a una conducta contraria al
mandato o a la prohibición por parte del destinatario como obligado normativo.

Empero, si bien esos intereses tutelados por el derecho no pueden ni


deben ser desatendidos -porque así lo reclama en forma absoluta la integridad
del orden jurídico-, permitiéndose que ese obligado normativo inobserve el
mandato impunemente, no es menos cierto que desde el punto de vista del
obligado, tiene él, a su vez, el beneficio de la tutela jurídica para garantizarle que
la coacción (o sanción) en acto no incidirá sobre su persona (ya hemos visto que
la dignidad de la persona humana así lo exige), sino sobre su patrimonio, de
modo que no le es dable al órgano jurisdiccional (con algunas cortas y escasas
excepciones toleradas por el mismo derecho) ejercer el derecho de supremacía
del Estado sobre la persona del deudor sino sobre los bienes que compongan su
patrimonio. Es lo dicho, pues, la base justificante de la realización coactiva del
16

derecho como sanción en concreto frente a la resistencia del obligado en cumplir


espontánea y voluntariamente con su obligación.

LA SANCIÓN GENERAL COMO ADVERTENCIA AL OBLIGADO.

Ahora bien, la sujeción del obligado al cumplimiento natural de la


obligación (cumplimiento personal, voluntario y directo), aún sin su concurso y
contra su voluntad -si fuere el caso-, gravita alrededor de la sanción que se
integra a la norma como uno de sus elementos (norma sin sanción no es norma
jurídica), gravitación que actúa en el sentido sólo de la responsabilidad
patrimonial y no personal del deudor, lo cual, de por sí, constituye un supuesto
normativo autónomo como sanción general y no como una sanción de la norma
individualizada. Así se recoge en nuestra legislación en los artículo 1.863 y 1.864
del Código Civil, los cuales consagran, precisamente, la responsabilidad
patrimonial (no la personal) del obligado, al señalar su patrimonio, sea con los
bienes habidos, sea con los bienes por haber, como la prenda común de los
acreedores, salvo aquellos casos en que hayan privilegios e hipotecas como
causas de preferencia.

No puede caber duda que esas normas consagratorias de la


responsabilidad patrimonial del obligado, mientras la obligación no está
incumplida y sea susceptible de cumplimiento natural, funcionan como una
amenaza sobre aquél, tanto en cuanto le advierten, señaladamente, lo
conveniente de cumplir naturalmente con la obligación, pues de no ser así,
actuará la sanción normativa sobre su patrimonio. Ello no significa, empero, que
la norma individualizada no contenga la sanción particular para la inobservancia
de su mandato, sino que aquella sanción general constituye una reafirmación del
derecho a su propia coercibilidad y se presenta como una garantía a la sanción
en acto cuando se de la inobservancia normativa. Son pues esas normas el
enunciado de una sanción de carácter general -ya lo hemos dicho-
completamente diferente a la sanción individual que integra como elemento cada
norma particular. Vale decir, pues, insistiendo, que aquella sanción general
refuerza las sanciones particulares, actuando en primaria función como una
simple advertencia a todo obligado que, en caso de incumplimiento, quedará
sujeto a responder patrimonialmente con sus bienes presentes y futuros. De lo
dicho emerge un esquema estructural de la norma que nos indica su integración
por un precepto primario (mandato, permisión o prohibición) y un elemento
secundario (la sanción).

El momento del incumplimiento de la obligación da entrada, de inmediato, a


la posibilidad de la actuación coactiva del derecho como sanción en acto,
actuación que no se da en forma espontánea ni por la voluntad ejecutora del
derechohabiente, sino sólo con la intervención del órgano jurisdiccional, único
autorizado para la imposición de la sanción normativa, el cual, incluso, para esos
efectos, puede hacer uso de la fuerza pública que le permita librar de resistencias
y obstáculos el acceso directo a los componentes del patrimonio del obligado. Esa
potestad general para hacer uso de la fuerza pública por parte del órgano
jurisdiccional para la ejecución de sus sentencias encuentra su fundamento
17

constitucional en el artículo 118 del Texto Fundamental de la República y su


desarrollo legal en el artículo 6° de la Ley Orgánica del Poder Judicial. En el
ámbito del proceso civil se consagra esa potestad general en el artículo 21 del
Código de Procedimiento Civil y en normas particulares como la contenida en el
artículo 528 eiusdem.

En suma, la sanción general normativamente establecida como advertencia


o amenaza contra el obligado, opera en protección de todo derecho tutelable por
vía de una acción de condena y no tan solo en los casos de los derechos de
obligación propiamente dichos, pues si ello fuera así, quedarían desguarnecidos,
sin un patrimonio que responda frente al incumplimiento del obligado, derechos
como el de propiedad, p. ej. De allí que la sanción general resulta aplicable a toda
violación normativa que genere una obligación jurídica, nazca de un vínculo
contractual, de un hecho ilícito o de cualquier hecho o acto capaz de generar una
obligación (Cfr. Rocco. Tratado...Vol. IV, p. 12), que al final se traduciría en una
condena jurisdiccional.

Comentando el artículo 2.740 del Código Civil italiano -con similitud de


términos con los artículo 1.863 y 1.864 del nuestro-, Ugo Rocco insistió en la no
limitación de la responsabilidad patrimonial del destinatario normativo a los
derechos de obligación, haciendo uso del siguiente comentario:

"Pero el haber adoptado el legislador la palabra "deudor" y la


correspondiente expresión "obligación", aparte de que no puede
valer como criterio interpretativo la mayor o menor propiedad técnica
de las palabras frecuentemente empleadas por el Código en sentido
impropio, está el hecho de que el alcance de ella no puede limitarse
a los solos derechos de obligación".

"Una interpretación restrictiva consentiría limitar el alcance de la


norma dentro de un ámbito tan estrecho, que estará en perfecto
contraste con la realidad. Si así no fuese, quedaría excluída del
alcance de la norma, no solo toda responsabilidad proveniente de la
violación de un derecho real, sino también la violación de otro
derecho cualquiera, sin excluír la responsabilidad proveniente de
hecho ilícito".

"La palabra "deudor", pues, no puede ser tomada en su significado


técnico restringido, sino que debe entenderse en el sentido más
amplio de aquel que está obligado a un dare, facere o non facere o
prestare, en virtud de las disposiciones de leyes vigentes, sin que
importe cuál sea la fuente de la obligación".

"Correlativamente, el haber adoptado la frase "cumplimiento de las


obligaciones" (en nuestro Código se utiliza "cumplir su obligación"),
evidentemente no puede restringir la responsabilidad patrimonial a
las solas violaciones de los derechos de obligación".
18

"Cumplimiento, si en sentido restrictivo quiere decir la ejecución


exacta de la prestación debida por el deudor en virtud de una
relación personal de obligación, en sentido más general y amplio
sirve para indicar el comportamiento de aquel que, estando obligado
por una norma a un dare, facere, non facere o prestare, ajusta su
acción a las prescripciones o a los preceptos contenidos en la
norma" (Tratado...Vol. IV, pp. 11-12).

(Enrico Allorio, Problemas de Derecho


Procesal, Tr. Santigo Sentís Meñendo,
Ediciones Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires, 1963, t. II, pp. 179-222).

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA EJECUCIÓN FORZADA.

HISTORIA TÍTPICA DE LA EVOLUCIÓN.


La evolución de la ejecución forzada es la evolución del proceso en
general. Se pasó de una posición puramente privadística (autotutela sin proceso)
a una publicística (sólo a través del proceso y del tercero imparcial se puede
satisfacer la pretensión).

FUNCIÓN DE LA EJECUCIÓN FORZADA  Superar el obstáculo que la


insatisfacción de la pretensión pone a
la actuación del derecho (p. 185).

ESTRUCTURA DE LA EJECUCIÓN FORZADA  Es el conjunto de exigencias que


permiten cumplir esa función,
exigencias que son antitéticas entre
sí (p. 185):

a. De un lado la necesidad de atender el interés del


acreedor.
b. Del otro, la necesidad de causar el menor perjuicio
posible al deudor.

ELEMENTOS DE LA EVOLUCIÓN.
1. Primero, la persona misma como garantía de las obligaciones del
deudor.
Tal garantía como sanción pertenece al derecho sustancial y
no al proceso, “ya que implica mutación en el contenido
mismo de la sanción” (p. 186):
a. En un primer momento, la garantía personal
concedía un derecho de vida o muerte a favor
del acreedor.
19

b. Posteriormente evolucionó como garantía


satisfactiva: trabajo como siervo y venta del
obligado como esclavo.
2. Luego se pasó a la garantía patrimonial: Inicialmente en sentido
concursal (sobre todo el patrimonio, no sobre bienes individuales,
con lo que se sustituyó la persona como garantía: un todo
sustituido por otro todo).
3. Y un tercer momento de la evolución lo constituye el tránsito de la
justicia privada a la justicia pública: necesidad de la previa
declaración de certeza.

HISTORIA CONCRETA DE LA EVOLUCIÓN.


I. ROMA.

CLASIFICACIÓN DEL PROCESO EJECUTIVO.


Desde el punto de vista de la forma de la ejecución, varía ella “mucho más
que la declaración de certeza” (p. 196) con respecto a la relación sustancial que
deba actuarse.

Básicamente, existe un proceso ordinario de cognición, lo que no


significa que no se den variantes.

En cambio, en la ejecución se puede decir que existen varios


procesos ordinarios de ejecución forzada.

Para obligaciones de género (expropiación)

Ejecución forzada<
Entrega de una cosa
Para obligaciones en especie <
Transformación forzada

AUTONOMÍA DE LA ACCIÓN (PRETENSIÓN) EJECUTIVA CON RESPECTO DEL DERECHO


SUBJETIVO SUSTANCIAL.

1. HIPÓTESIS OBJETIVA
La pretensión ejecutiva es más amplia y a la vez más restringida que el
derecho subjetivo correspondiente

a. La existencia del derecho


subjetivo a actuar.

La pretensión ejecutiva supone < b. Normalmente, la


declaración de certeza.
20

c. Permanentemente su
representación por título
ejecutivo.

Puede suceder, en caso de que no haya declaración de certeza y sí título:

a. Que no exista derecho subjetivo sustancial y, sin


embargo, se cumple la ejecución.
b. Que exista el derecho subjetivo pero no haya
ejecución.

2. HIPÓTESIS SUBJETIVA
Puede suceder:

a. Que se tenga la pretensión subjetiva pero no la


titularidad del derecho (Ej.: sustitución procesal).
b. Que se tenga el derecho subjetivo pero no la
titularidad del poder de acción ejecutiva (Ejs.: el
entredicho y el tutor).

VEHÍCULO ENTRE LA FINALIDAD DEL PROCESO EJECUTIVO Y EL RESULTADO DE LA


EJECUCIÓN FORZADA.
Lo deseable es: Que la actuación del derecho (finalidad) coincida con la
plena satisfacción de la pretensión del acreedor
(resultado). Mas no siempre es así:

1. El resultado puede ser inferior a la finalidad


(insuficiencia de bienes, p. ej.).
2. El resultado supera la finalidad (pretensión
ejecutiva sin derecho sustancial).

De otra parte, la ejecución forzada comporta:


a. Actuación forzada de la sanción.
b. Extinción total o parcial del derecho a la sanción.

Con la ejecución forzada se logra la restitución y en ello, siendo distintos,


logra el mismo resultado que el cumplimiento natural y voluntario extra litem.
III

PROCESO DE COGNICIÓN Y PROCESO DE EJECUCIÓN. PRESUPUESTOS DE LA


EJECUCIÓN. EL TÍTULO EJECUTIVO. LA INSTANCIA EJECUTIVA. EL PATRIMONIO
EJECUTABLE. EJECUCIÓN CONTRA LA REPÚBLICA, LOS ESTADOS Y LOS
MUNICIPIOS. CONSOLIDACIÓN JURÍDICA DE LA PRETENSIÓN DEL
EJECUTANTE.

PROCESO DE COGNICIÓN Y PROCESO DE EJECUCIÓN.

NOCIONES PRELIMINARES.

Cuando fue suprimida la autodefensa como medio de resolver los conflictos


intersubjetivos de intereses, asumió el Estado esa función, prohibiendo la
intervención directa de los particulares en la resolución no pacífica de los
conflictos.

A partir de allí el Estado asumió, en forma exclusiva, la jurisdicción como


una función encaminada a la tutela jurídica mediante la actuación de la voluntad
concreta de la ley, actividad que desarrolla a través de los jueces como órganos
jurisdiccionales. En ese sentido, el artículo 204 de la Constitución Nacional,
establece:

"El Poder Judicial se ejerce por la Corte Suprema de Justicia y por


los demás Tribunales que determine la ley orgánica".

De su parte, el artículo 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial dispone:

"El Poder Judicial se ejerce por medio de los órganos siguientes:


"1° La Corte Federal y de Casación;" [hoy Corte Suprema de
Justicia)
"2° Los Tribunales de jurisdicción ordinaria; y"
"3° Los Tribunales de jurisdicción especial".

Conforme el ordinal 23 del artículo 136 de la Constitución Nacional,

"Es de la competencia del Poder Nacional:


(Omissis)
"Vigésimotercero. La administración de justicia y la creación,
organización y competencia de los Tribunales...".

Así pues, la actividad jurisdiccional, en el ejercicio de la tutela jurídica, se


desarrolla en el proceso, que es el instrumento puesto por el Estado al servicio de
los particulares para dirimir sus conflictos. Con el ejercicio de la acción se
motoriza la jurisdicción y se tramita el proceso, por ello, la jurisdicción es un
presupuesto del proceso. Dicho con palabras de Chiovenda:
22

"la primera condición para que pueda ser examinada en el fondo la


demanda es que vaya dirigida a un órgano del Estado investido de
jurisdicción".

CONCEPTOS.

PROCESO.

Por proceso, como concepto amplio, podemos entender la actividad


mediante la cual el órgano competente del Estado desarrolla la función
jurisdiccional, a través de una coordinada sucesión de actos preclusivos que se
desarrollan a través del tiempo con el propósito formar un acto final (Cfr. Enrico
Tullio Liebman. Manual de Derecho Procesal Civil. Tr. de Santiago Sentís
Melendo. Ediciones Jurídicas Europa-América. Buenos Aires, 1980. p. 25).

Como concepto particular, proceso civil es aquel "que se lleva a cabo para
el desenvolvimiento de la función jurisdiccional en materia civil" (Liebman, o. c. p.
25), o también, el instrumento dentro del cual se desarrolla la actividad mediante
la cual el órgano competente del Estado desarrolla la función jurisdiccional a
instancia de parte con el propósito de formar, con el cumplimiento de actos
preclusivos que se desarrollan a través del tiempo, un acto final pronunciado por
ese órgano en el cual se concrete la voluntad abstracta de la ley para componer
un conflicto intersubjetivo de intereses por un mismo bien de la vida.

El conjunto de actos sucesivos y preclusivos que conforman el proceso se


conoce con el nombre de procedimiento.

PROCESO DE COGNICIÓN.

Constituido el proceso por iniciativa de parte y con el llamado y presencia


válida del demandado, se abre la etapa de conocimiento del proceso en el cual
las partes exponen su alegaciones y desarrollan y demuestran las razones en que
hacen descansar sus respectivas pretensiones, después de lo cual el juez
pronuncia su sentencia de mérito estimando o desestimando las pretensiones del
actor. En esta etapa, el proceso se desarrolla en tres fases: la introducción
(demanda y contestación), la instrucción (pruebas) y la decisión (pronunciamiento
del juez para decidir la controversia).

PROCESO DE EJECUCIÓN.

En lo que concierne a la idea del proceso civil que hemos enunciado, cabe
decir que la función jurisdiccional no se agota con el pronunciamiento de la
sentencia definitiva proferida por el juez para poner término a la etapa de
cognición del proceso, pues además de la constatación y declaración de los
derechos sobre el punto debatido, es menester proveer a la satisfacción de esos
derechos. En el decir de Liebman,

"Además de formular la regla jurídica concreta que regula una


determinada situación, es necesario proveer a actuarla, a traducirla
23

en hechos reales, modificando la situación de hecho existente, en


modo de hacerla que llegue a ser conforme a lo que debería ser" (O.
c., p. 149).

Todo incumplimiento obligacional da origen a una sanción, más cuando el


incumplimiento es del mandato contenido en una sentencia o de una obligación
contenida en un título ejecutivo, la sanción se particulariza en una sanción
ejecutiva que, con Liebman, podemos definir como

"aquella medida que procura la satisfacción coactiva del derecho del


acreedor, superando el obstáculo creado por la falta de cumplimiento
del deudor mediante el ejercicio del poder de los órganos
jurisdiccionales, los cuales alcanzan su objeto prescindiendo de la
buena voluntad y de la colaboración del deudor" (O. c., pp. 152-153).

Es así pues que, la tutela jurisdiccional se conforma por dos partes


indisolubles: de un lado el proceso de conocimiento previo e indispensable para la
realización del derecho en el caso concreto y del otro el proceso de ejecución con
el cual se logra la eficacia de la sentencia y se logra satisfacer de manera efectiva
los derechos en ella declarados. Ambos procesos, como dice Liebman,
constituyen de conjunto

"el cuadro de las actividades fundamentales, por medio de las cuales


se ejercita la jurisdicción...Entre el proceso de cognición y el de
ejecución, la distribución de los cometidos se hace por la ley con
mucho rigor, en armonía con la función propia de cada uno de ellos.
Por eso, en principio, corresponde al primero, y a él solamente,
juzgar sobre la razón o sobre la falta de razón de las partes;
corresponde al segundo, y solamente a él, proveer a la actuación de
la sanción" (O. c., pp. 149 y 150).

Usando, en ese sentido, ideas de Carnelutti, "si la razón no sirve por sí


sola, habrá que usar la fuerza". Parte el maestro, para llegar a esta conclusión, de
que en la relación jurídica obligacional, cuando una de las partes no subordina su
interés al interés ajeno surge un "conflicto de intereses calificado por la
pretensión de uno de los interesados y por la resistencia del otro", pretensión esa
que esta discutida. Cuando la pretensión deja de estar discutida y se crea la
certeza del pretensor, la resistencia del deudor hace surgir una pretensión
insatisfecha la cual debe satisfacerse por vía de la efectuación del mandato a
través de un proceso que se conoce como ejecución (Cfr. Francesco Carnelutti.
Sistema de Derecho Procesal Civil. Tr: Niceto Alcalá-Zamora y Castillo y Santiago
Sentís Melendo. Uteha Argentina. Buenos Aires, 1944. T. I, pp. 44 y 213). Afirma el
maestro:

"Con referencia al mandato jurídico, el significado de ejecución se


concreta en el acto o conjunto de actos necesarios para determinar
la situación conforme al mandato mismo. Pero en este punto son
posibles dos hipótesis, a las que corresponden las dos especies de
24

ejecución conocidas con los nombres de ejecución voluntaria y


forzosa, según que la efectuación del mandato, es decir, la
determinación de una situación de hecho conforme a la misma, se
produzca por parte del obligado o contra él: en el primer caso, la
ejecución no es más que el cumplimiento; en el segundo, supone la
violación del mandato, es decir, el incumplimiento de la obligación.
En el primero de estos casos, la situación determinada es conforme
al precepto, en el segundo es conforme a la sanción, que,
precisamente, está llamada a actuar en el supuesto de violación del
precepto" (O. c., p. 213).

Empero, a pesar de esa exigencia de lógica y de justicia para que la


declaración del derecho pretendido sea previamente establecida a toda ejecución,

"La coerción -como decía Couture- es una consecuencia de las


sentencias de condena pasadas en cosa juzgada. Pero esa
consecuencia no significa que toda sentencia de condena se
ejecute, sino que toda sentencia de condena es susceptible de
ejecución si el acreedor la pide. Una de las tantas paradojas de la
cosa juzgada consiste en que, siendo más vigorosa que cualquier
norma del orden jurídico, es al mismo tiempo tan frágil que puede
modificarla un simple acuerdo de los particulares, en cuanto a los
derechos y obligaciones en ella atribuidos" (Apud Ricardo Henríquez
La Roche. Comentarios al Nuevo Código de Procedimiento Civil.
Centro de Estudios Jurídicos del Zulia. Maracaibo, 1986. p. 350).

O como decía el mismo Liebman,

"...proceso de cognición y proceso de ejecución son entre sí


independientes: de un lado, el proceso de cognición puede, en
efecto, no requerir la ejecución ya sea porque el acto que lo
concluye alcance por sí solo plenamente el objeto prefijado
(sentencia de declaración de certeza o constitutiva), ya sea porque
después de recaída la sentencia de condena, el deudor cumpla
voluntariamente su obligación. De otro lado, no siempre a la
ejecución debe preceder la cognición: en determinados casos se
puede proceder a ejecución sin necesidad de realizar previamente el
proceso de cognición" (O. c., pp. 150-151).

RELACIÓN ENTRE EL PROCESO DE COGNICIÓN Y EL PROCESO DE EJECUCIÓN(ENRICO


ALLORIO, Problemas de Derecho Procesal (2 tomos). Tr. ital.
Santiago Sentís Melendo. Ediciones Jurídicas Europa-América.
Buenos Aires, 1963. Ejecución forzada, pp 177-245).
La función jurisdiccional es una. Tiene dos momentos: la cognición y la
ejecución posterior a la declaración de certeza que se pronuncie en aquélla.
25

Ambos momentos se complementan, pues en la actual etapa de evolución del


proceso no se puede proceder a la ejecución forzada si antes no se ha
pronunciado ur1 fallo que declare la certeza del derecho, usualmente definitivo
argumento del artículo 1.930 del CC venezolano]. Empero, no toda declaración de
certeza conduce, en todo caso, a la ejecución forzada (véase los casos de las
sentencias merodeclarativas y constitutivas) (Cfr. pp. 182-183).

Históricamente, la ejecución forzada sin proceso alguno fue un medio de


autotutela. [E! acreedor decidía el incumplimiento del deudor y asumía la certeza
por propia y única decisión, sin tercero imparcial interviniente. Así, cuando asumía
esa certeza y contaba con la fuerza propia o del grupo para imponer la
satisfacción de su pretensión al deudor, procedía a ejecutar forzadamente esa
pretensión].

Incluso, el arbitraje es un medio de auotutela privada, sólo que de


naturaleza consensual ("…el proceso, en su primera manifestación, consiste en
un arbitraje semiforzado"), mientras que en la ejecución forzada sin declaración
de certeza previa, la autotutela es unilateral (V. y cfr. p. 182).

"... la preeminencia de la declaración de certeza se debe a la gravedad de


las consecuencias, jurídicas y materiales, que suele producir el proceso de
ejecución, y a la consiguiente oportunidad de que no se llegue a él sin el previo
control de la existencia de la relación que hay que actuar. Por el contrario, la
certeza acerca de la existencia de la relación tiene valor en sí,
independientemente de la ejecución futura" (p. 183).

La declaración de certeza, como prius del proceso de ejecución no sólo se


da en el proceso de cognición, sino también en el mismo proceso de ejecución
("proceso de declaración ejecutiva de certeza"). Este proceso específico e interno
se manifiesta siempre por vía de oposición de los sujetos que intervienen en él (el
deudor [ejecutado], los acreedores concurrentes [figura propia del derecho
italiano] y el tercero que se afirma en una posición jurídica mejor que la del
ejecutado con respecto al bien embargado). Esa oposición puede ser tanto por
motivos de orden como por motivos de mérito. En el primer caso (y puede ser ese
el único objeto de la oposición) tiende a afectar la iniciativa procesal de la
ejecución [no se solicitó la ejecución del fallo o no se dio lapso para cumplimiento
de lo sentenciado, p. ej.) o la legalidad formal de la ejecución (solicitar la nulidad
de un acto de ejecución, p. ej.). En el segundo caso puede atacar la relación
jurídica sustancial (el tercero que niega el derecho de propiedad del ejecutado
sobre el bien embargado y se afirma titular del mismo, p. ej.) (Cfr p. 183).

PRESUPUESTOS DE LA EJECUCIÓN.

Además de los presupuestos procesales generales ("antecedentes


necesarios para que el juicio tenga existencia jurídica y validez formal" - Couture.
Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Tercera edición póstuma. Depalma.
Buenos Aires, 1981. p. 103), tales como, entre otros, la capacidad procesal de las
partes, la competencia del juez, la caducidad del derecho, el emplazamiento
26

válido, la ausencia de impedimentos que deriven de la litispendencia o de


compromiso, etc., los presupuestos de la ejecución son tres:

1. Un título de ejecución o título ejecutivo y se enuncia por el principio nulla


executio sine titulo (no hay ejecución sin título).

Para que el Estado pueda ejercer toda la fuerza de su potestad ejecutora


como función jurisdiccional, es decir, para que el Estado pueda aplicar la sanción
general que actúa como amenaza sobre el patrimonio del obligado, es menester
la existencia de un presupuesto que justifique la actuación concreta de la sanción.
Ese presupuesto lo constituye

"una situación de derecho sustancial, y al mismo tiempo procesal, es


decir, por el hecho de que exista, o mediante un documento del cual
resulte la declaración judicial de certeza del derecho, o mediante
otro documento elevado por la ley a documento equivalente, la
certeza del derecho, esto es, la certeza de los concretos derechos y
obligaciones jurídicas provenientes de determinadas normas
jurídicas".

"En otras palabras, es necesario que de un documento al cual el


derecho procesal objetivo vincula la certeza del derecho en el caso
particular (título ejecutivo), resulte esa certeza, efectiva o solamente
presunta (declaración judicial de certeza inopugnable, o simple
presunción de certeza a través de documentos equivalentes),
situación jurídica de derecho sustancial que representa el
presupuesto de la actividad sustitutiva del Estado al
derechohabiente en la realización coactiva de tal derecho" (Rocco.
Tratado...Vol. IV, pp. 18-19).

2. Una instancia ejecutiva y se enuncia por el principio ne procedat iudex


executio ex officio (no se puede proceder a la ejecución sin instancia de parte, o lo
que es igual, no puede el juez proceder de oficio a la ejecución). Es la instancia
ejecutiva, como expresión procesal, la consagración en esta fase del proceso del
principio dispositivo que reserva a la parte interesada la instancia procesal. Así
como para dar inicio al proceso de cognición es menester instancia del
demandante (artículo 11 del CPC), para dar inicio a la etapa de ejecución de la
sentencia o para comenzar cualquier juicio ejecutivo es requerida también la
instancia de parte (tanto el acreedor vencedor como el deudor vencido en la
ejecución de sentencia: artículo 524 del CPC, como el acreedor en los juicios
ejecutivos).

3. Un patrimonio ejecutable.

Empero, es conveniente tener en cuenta que, como presupuesto práctico


de toda ejecución, se encuentra el incumplimiento de una obligación de contenido
patrimonial que afecta el derecho subjetivo de quien tiene derecho a la
prestación, sea que se trate del hecho positivo de un dar o un hacer, o del hecho
negativo de un no hacer. Desde luego que la obligación incumplida debe
27

entenderse en el sentido más lato posible, pues hay tanto incumplimiento en la no


cancelación de un préstamo de dinero al vencimiento del término, como en la
ocupación de una propiedad inmueble sin el consentimiento del propietario que le
permite a éste reivindicar.

De otra parte, el incumplimiento puede estar referido a la obligación


originaria o primaria como a la obligación derivada o secundaria, supuesto que se
da cuando aún ante el incumplimiento es posible todavía el cumplimiento de la
prestación, surgiendo de aquel incumplimiento la obligación secundaria de
cancelar los daños y perjuicios (ej.: el no pago del préstamo genera intereses
moratorios, resultando que el dinero deberá devolverse (obligación primaria) y
deberán cancelarse los intereses moratorios como daños y perjuicios (obligación
secundaria).

En otro supuesto, la obligación primaria se hace imposible de cumplir (ej.:


destrucción de la cosa debida) y surge entonces una obligación secundaria (ej.:
pago de daños y perjuicios) que sustituye a aquella, caso en el cual, el
incumplimiento de esta obligación derivada será la que dará motivo a la ejecución
si no hay cumplimiento voluntario extrajudicial o de la sentencia que se dicte.

EL TÍTULO EJECUTIVO.

DEBATE SOBRE EL TÍTULO.

a. Unos lo identifican con la calidad, atributo o condición con respecto al


derecho.

Ejemplo: El artículo 545 del Código Civil: quien sea propietario tiene el
derecho de usar, gozar y disfrutar de la cosa de manera exclusiva. Como es
apreciable, desde este punto de vista lo que se atiende es a la calidad del
derecho y no al instrumento por virtud del cual se adquirió, el que, en todo caso,
sirve como medio de prueba del mismo.

b. Otros lo identifican con el instrumento o documento que prueba el


derecho.

Ejemplo: Artículo 1.914 del Código Civil, cuando dispone que "cuando la
Ley exige un título registrado para hacer valer un derecho, no puede suplirse
aquél con otra clase de prueba, salvo disposiciones especiales". En igual sentido,
la denominación de la Sección a la que pertenece el señalado artículo, la cual es:
"De los títulos que deben registrarse".

c. Lo usual es que el derecho material y el derecho instrumental coincidan y


que quien tenga un derecho tenga a su vez el instrumento que lo pruebe. Empero,
puede tenerse la calidad y no la prueba, como ocurre cuando se es acreedor
cambiario y el instrumento se ha extraviado; o puede poseerse el instrumento
probatorio de la acreencia pero la calidad de acreedor se ha perdido por haber
cancelado el deudor.
28

d. En nuestro derecho procesal el título ejecutivo se identifica más con la


idea de instrumento que con la de calidad. Véase a esos efectos los artículos 523
(hace alusión a la sentencia ejecutable como instrumento), 630 (menciona, para la
vía ejecutiva, los instrumentos públicos o auténticos, a los vales e instrumentos
privados reconocidos), 644 (hace referencia, en el juicio por intimación, a
instrumentos públicos, instrumentos privados, cartas, misivas, facturas aceptadas,
letras de cambio, pagarés, cheques y cualquier documento negociable), 654
(menciona, para el juicio de ejecución de créditos fiscales, al instrumento que
justifique la liquidación del crédito), 661 (alude, en el juicio de ejecución de la
hipoteca, al documento registrado constitutivo de la misma), 666 (indica, en el
juicio de ejecución de prenda, la necesidad de acompañar a la solicitud el
documento constitutivo de la prenda) y 673 (obliga a acreditar la obligación de
rendir cuentas de un modo auténtico) del CPC.

CONCEPTO DE TÍTULO EJECUTIVO.

Para Ugo Rocco:

"Documento del cual resulta certificada o legalmente cierta la tutela


que el derecho concede a determinado interés" (Tratado de Derecho
Procesal Civil. Temis-Depalma. Bogotá-Buenos Aires, 1976. Vol. IV.
p. 137).

Para Hugo Alsina:

"El acto jurídico al cual la ley acuerda acción ejecutiva" (Tratado


Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. Segunda
edición. Ediar Soc. Anom. Editores. Buenos Aires, 1962. T. V, p. 42).

Para Enrico Tullio Liebman, título ejecutivo es una categoría de actos

"que la ley reconoce necesarios y al mismo tiempo suficientes para


legitimar la demanda con la cual se promueve la ejecución, pero que
no impiden la abierta y normal discusión en otra sede, según las
reglas comunes en torno a la verdadera situación del derecho
sustancial existente entre las partes". (Manual de Derecho Procesal
Civil. Tr: Santiago Sentís Melendo. EJEA. Buenos Aires, 1980. p.
156-157).

NATURALEZA U ORIGEN DEL TÍTULO.

El título puede ser:

a. Judicial: resulta de una sentencia dictada en juicio contradictorio


pasada en autoridad de cosa juzgada.

b. Extrajudicial: Puede ser convencional o administrativo.


29

b1. Convencional: resulta del reconocimiento contenido en instrumento


hecho por el deudor en favor del acreedor de una obligación cierta y exigible, al
que la ley atribuye efectos análogos a los de la sentencia.

Los títulos convencionales o de origen negocial difieren de la sentencia en


que no es la autoridad del Juez la que da ejecutividad al título, sino una “sumisión
preventiva y voluntaria del deudor a los actos ejecutivos con la que se dispensa el
acreedor de recorrer un más largo iter” (Enrico Redenti, Derecho Procesal Civil, Tr.
ital. Santiago Sentís Melendo y Marino Ayerra Redín, Prólogo Niceto Alcalá-
Zamora y Castillo, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1957, T. II,
pp. 317-318).

b2. Administrativo: resulta de un acto emanado de persona con potestad


administrativa, el cual permite la ejecución para el cobro de ciertos créditos de
naturaleza fiscal.

REQUISITOS DE LOS TÍTULOS.

1. Requisitos de la sentencia.

La sentencia debe ser definitiva y firme, es decir, que contra ella no queda
ningún recurso ordinario o el extraordinario de casación. Desde luego que debe
tratarse de una sentencia dictada por un juez competente, que debe estar firmada
por todos los jueces que hubieren concurrido a su dictado y que el juez de la
ejecución sea competente. Además, de conformidad con lo establecido en el
encabezamiento del artículo 1.930 del CC,

"Los bienes, derechos y acciones, sobre los cuales haya de llevarse


a cabo la ejecución, no podrán rematarse sino después que haya
una sentencia ejecutoriada o un acto equivalente, y que se haya
determinado el crédito, cualquiera que sea su naturaleza, en una
cantidad de dinero".

2. Requisitos del título extrajudicial.

El título extrajudicial (que no es el caso de la sentencia, naturalmente),


debe ser suficiente por sí mismo para autorizar el procedimiento de ejecución, sin
necesidad de que el juez tenga que investigar fuera de lo que consta en el mismo
título. Es decir, el título debe bastarse a sí mismo y debe reunir todos los
elementos para obrar como tal, es decir:

a. La obligación debe estar expresamente reconocida por el deudor.

b. El instrumento debe estar firmado por el deudor.

c. La obligación debe estar definida claramente, debe ser cierta y precisa.

d. La obligación debe ser líquida y exigible, no sujeta a término ni


condición.
30

"La eficacia de los títulos ejecutivos se manifiesta, pues, -decía


Liebman- solamente en el plano del proceso, y más precisamente en
el de la ejecución, y es idéntica para todos, no obstante su
diversidad y cualquiera que sea su eficacia desde otros puntos de
vista; y es una eficacia constitutiva, consistente en dar vigor a la
regla jurídica sancionatoria y en hacer por tanto posible la actuación
de la sanción en el caso concreto. El título ejecutivo es, por eso, la
fuente inmediata y directa de la acción ejecutiva del acreedor y de la
responsabilidad ejecutiva del deudor; y primero y sobre todo, del
poder del órgano ejecutivo de proceder a la ejecución. Esta nueva
situación de derecho procesal no debe confundirse, ni interfiere, con
la de derecho sustancial existente entre las partes; y tampoco debe
confundirse la existencia de título ejecutivo, que corresponde a un
acto, con la eficacia que el mismo tiene en otros campos, según su
naturaleza. Así, por ejemplo, la sentencia de condena, además de
valer como título ejecutivo, declara la certeza del derecho del
acreedor y su insatisfacción; un contrato que hace nacer una
obligación pecuniaria a cargo de uno de los contratantes, vale
también como título ejecutivo cuando fue autorizado por notario o
por otro oficial público..." (O. c., pp. 156-157).

Decía Couture, sobre el particular:

"El juez califica el título ejecutivo y deniega el petitorio si considera


el título inhábil o accede a él si el título es idóneo. Esto ocurre aún
sin oposición del ejecutado",

lo cual se corresponde con el control a limine que debe hacer el juez en todos los
casos de los juicios ejecutivos regulados en nuestro sistema jurídico.

Ello, por demás, tiene su razón de ser en que el título ejecutivo extrajudicial
goza de una presunción legal de eficacia sobre la existencia del crédito para
legitimar la acción ejecutiva (menos la sentencia definitivamente firme que tiene
eficacia cierta), pues no da certeza sobre el mismo, permitiendo la posibilidad de
su desestimación, característica propia de toda acción que, por no estar
condicionada a la existencia del derecho subjetivo sustancial, es abstracta.

Por último, con Redenti, puede ser instrumento válido como título la
confesión si no es exclusivamente histórica y contiene un hecho jurídico (o. c., t.
II, p. 320).

LA INSTANCIA EJECUTIVA.

Es principio general del derecho procesal en los sistemas jurídicos demoliberales,


con contadas excepciones, que en materia civil la instancia procesal corresponde
única y exclusivamente a parte interesada, no pudiendo el juez actuar sino previa
demanda de ella. En ese sentido, el encabezamiento del artículo 11 del CPC, que
recoge para el Derecho Venezolano el principio dispositivo, establece:
31

"En materia civil el Juez no puede iniciar el proceso sino previa


demanda de parte, pero puede proceder de oficio cuando la Ley lo
autorice, o cuando, en resguardo del orden público o de las buenas
costumbres, sea necesario dictar alguna providencia legal, aunque
no la soliciten las partes".

Por lo que se refiere al proceso ejecutivo rige el mismo principio, de modo


que en nuestro sistema procesal no se puede ejecutar una sentencia ni activar los
procedimientos ejecutivos especiales sin que la parte interesada lo solicite o lo
demande.

Así, solo "a petición de parte interesada" se puede ejecutar la sentencia


definitivamente firme que se haya dictado en un juicio contradictorio (art. 524
CPC); y solo por demanda o solicitud de parte, según sea el juicio de que se trate,
se puede proceder por la vía ejecutiva, por intimación, por ejecución de la
hipoteca, por ejecución de prenda, por ejecución de créditos fiscales y por
rendición de cuentas (arts. 630, 640, 654, 661, 666 y 673 CPC; 70 y 74 de la Ley
de Hipoteca Mobiliaria y Prenda sin Desplazamiento de Posesión; y 25 de la Ley
de Almacenes Generales de Depósito).

Con base en lo dicho, se puede conceptuar la instancia ejecutiva,


siguiendo a Liebman, como "el derecho a la actuación de la sanción", haciendo
que el órgano jurisdiccional invada la esfera de derechos del obligado (sujeto de
la responsabilidad ejecutiva) y de su patrimonio provea los bienes para satisfacer
el derecho del acreedor.

"Acción y responsabilidad ejecutiva -dice Liebman- son posiciones subjetivas de


derecho procesal, puesto que están ambas en relación con la potestad
jurisdiccional del Estado, la primera como derecho de provocar su ejercicio; la
segunda como sujeción a los efectos que de ella derivan. Sólo una incompleta
visión de la situación jurídica ha podido conducir a considerar que la acción
ejecutiva y la responsabilidad patrimonial sean elementos de la misma relación
obligatoria. Particularmente el lado pasivo, la responsabilidad, fue considerada
por algunas importantes corrientes de la doctrina precisamente como el aspecto
característico de la obligación. Descuidando las otras numerosas críticas movidas
a esta concepción, bastará observar que, para ver las cosas de este modo, es
necesario olvidar que en realidad el acreedor no puede él mismo agredir los
bienes del deudor, sino que tiene solamente el derecho de pedir al juez que
provea a ello, así como el deudor no se somete a los actos de agresión del
acreedor, sino a la actividad ejecutiva del órgano jurisdiccional. El verdadero
protagonista de la ejecución es este último, aun cuando se mueva solamente en
virtud de demanda del acreedor, y su presencia no puede ser ignorada. Para
colocar dentro de la relación obligatoria la acción ejecutiva y la responsabilidad,
es necesario, pues, dejar fuera del cuadro precisamente el sujeto principal del
drama y construir la situación con aquellos que, de su actividad, son solamente
los reflejos sobre la posición jurídica de las partes: esto es, olvidar que la
ejecución es proceso y que las partes no se encuentran, una frente a la otra sino
32

las dos frente al juez, de la intervención del cual la una obtendrá la satisfacción
de su derecho y la otra soportará los efectos sobre su patrimonio" (O. c., p. 155).

EL PATRIMONIO EJECUTABLE.

Característico de la sentencia penal es que se ejecuta in personam, es


decir, la condena privativa de libertad la cumple personalmente el reo. En cambio,
la sentencia civil de condena se ejecuta in rem, es decir, sobre el patrimonio del
deudor y nunca sobre su persona.

El objeto de la ejecución es el patrimonio del condenado a dar, hacer o no


hacer, ello porque, como lo sostiene Liebman,

"la obligación es en sí misma siempre incoercible, porque el derecho


no puede en modo alguno constreñir al deudor a tener, cuando no lo
quiera, el comportamiento al que está obligado. Pero el interés del
acreedor queda igualmente satisfecho, si él obtiene el bien al que
tiene derecho por obra de un tercero y en particular por la actividad
de los órganos jurisdiccionales" (o. c., p. 153).

Consiguientemente, sin patrimonio no hay coerción posible, pues la


dignidad de la persona humana impide actuar sobre la persona del deudor. Y, ante
el hecho mismo de la ausencia de patrimonio ejecutable el Derecho se rinde y ha
de reconocer su impotencia para lograr alcanzar su objeto, que no es otro que el
restablecimiento del equilibrio roto por el incumplimiento del deudor.

El obligado, provisto de personalidad jurídica, no puede ser objeto del


derecho del Estado a la realización coactiva del derecho declarado cierto o
legalmente cierto, razón por la cual la realización coactiva se realiza sobre el
patrimonio.

Históricamente, la evolución del cumplimiento por el deudor de sus


obligaciones, por el derecho sobre su vida, por la esclavitud, por la prisión hasta
la supresión del cumplimiento in personan para suscribirlo al cumplimiento in rem.

Empero, aún en nuestro derecho hay resabios de la prisión por deudas


como son los casos de la quiebra fraudulenta y culposa y del incumplimiento de la
obligación alimentaria para con el menor. Hay el caso especial de la privación de
libertad por delitos tributarios regulados en el Código Orgánico Tributario, como el
caso de la defraudación en que incurre "el que mediante simulación, ocultación,
maniobra, o cualquier otra forma de engaño, obtenga para sí o para un tercero, un
provecho indebido a expensas del derecho del sujeto activo a la percepción del
tributo" (art. 93).

Algunos datos históricos.

(Cfr. J. R. Duque Sánchez, Procedimientos Especiales Contenciosos,


UCAB. Manuales de Derecho. Editorial Sucre, Caracas, 1981, pp. 73-75).
33

En la antigüedad el cumplimiento se revestía de una forma bárbara, pues el


deudor respondía con sus bienes, su persona y su vida.

En el pueblo hebreo, por ejemplo, ante el incumplimiento el deudor y sus


hijos pasaban a ser propiedad del acreedor, junto con sus bienes.

En la Grecia antigua, se despedazaba al deudor y se distribuían sus


miembros entre sus acreedores, en peso y medidas proporcionados a los
respectivos créditos. En las XII Tablas parece admitirse ese mismo procedimiento.

En Roma: Manus injectio.- Fue una de las cinco acciones de la ley del
antiguo derecho procesal romano.

Constituía un procedimiento formalista y solemne por virtud del cual podía


el acreedor apoderarse de la persona de su deudor moroso o insolvente a objeto
de iniciar la ejecución de la obligación en su persona. Pronunciada la sentencia a
favor del acreedor, si transcurrían 30 días sin que se hubiere satisfecho la
obligación, el acreedor conducía al deudor a la presencia del magistrado y, luego
de pronunciar las palabras rituales ("porque has sido sentenciado o condenado a
pagarme X cantidad y no haberlo hecho, me apodero de tí a causa de la condena
en X cantidad"), ponía su mano sobre el deudor. Luego de ello, el deudor se podía
liberar presentando un vindex (pariente o amigo que durante la manus injectio, en
una especie de fianza, intervenía para que el magistrado liberara al deudor, o
entablaba un juicio contra el acreedor actor sobre la legitimidad de sus
pretensiones).

Si el deudor era declarado addictus (entregado por el magistrado a su


acreedor), se le conducía a casa del acreedor por un lapso de 60 días, dentro del
cual se publicaba en el mercado su nombre y la deuda, por si alguien quería
liberarlo pagando por él. Si ese lapso vencía sin que se hubiera satisfecho la
acreencia, podía el acreedor dar muerte a su deudor o venderlo como esclavo
más allá del Tíber, límite de Roma.

El año 428 de Roma la Ley Petelia Papiria abolió el sistema.

En la Edad Media el deudor siguió respondiendo con su persona antes que


con sus bienes.

En las Partidas (ley 15, título 13, Partida 1, y ley 13, título 9, Partida 7) se
negaba a los acreedores detener el cadáver e impedir su sepultura, ni
deshonrarlo por causa de la deuda, so pena que impondría el juez de acuerdo
con la gravedad de la injuria (V. Joaquín Escriche. Diccionario Razonado de
Legislación y Jurisprudencia. Editorial Temis, S. A. Bogotá, 1987. Voz: Cadáver, II;
y Guillermo Cabanellas. Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual. Editorial
Heliasta, S. R. L. Buenos Aires, 1989. Voz: Cadáver).

El mismo Escriche (loc. cit.):


34

"Hay, sin embargo, algunos autores que exceptúan de esta


disposición legal el caso en que el deudor estuviese obligado por
instrumento ejecutivo; porque entonces, dicen, así como en vida
podía hacerse ejecución en sus bienes, del mismo modo después de
la muerte puede hacerse en su cuerpo teniéndolo embargado hasta
que los herederos paguen la deuda. Pero tan extraña opinión no
merece que nos detengamos a refutarla".

Mismo Escriche, voz Cadena:

"Renunciar la cadena, era antiguamente hacer cesión de bienes el


deudor preso por deudas con el fin de salir de la cárcel, sujetándose
además a llevar una argolla de hierro en el cuello y a vivir en poder
de sus acreedores hasta satisfacerles todos los créditos".

En cuando a Venezuela concierne, desde 1836 (Código de Aranda) hasta


1863 (año de la Constitución Federal que prohibió la prisión por deudas), el
deudor incumpliente era detenido para responder con su persona por la deuda
incancelada.

En la Constitución de 1961: Artículo 60, ord. 2º:

“Nadie podrá ser privado de su libertad por obligaciones cuyo


incumplimiento no haya sido definido por la Ley como delito o falta”.

FUNDAMENTO LEGAL EN VENEZUELA.

En el ordenamiento jurídico venezolano, la regla legal que consagra, como


principio general (aun cuando existen rémoras excepcionales), la realización
coactiva sobre el patrimonio y no sobre la persona del deudor está contenida en
los artículos 1.863, 1.864 y 1,929 del Código Civil.

El primero establece:

"Artículo 1.863.- El obligado personalmente está sujeto a cumplir su


obligación con todos sus bienes habidos y por haber".

El segundo:

"Artículo 1.864.- Los bienes del deudor son la prenda común de sus
acreedores, quienes tiene en ellos un derecho igual; si no hay
causas legítimas de preferencia".

"Las causas legítimas de preferencia son los privilegios y las


hipotecas".
35

El tercero dispone:

"Artículo 1.929.- Las sentencias que hayan de ejecutarse por los


Tribunales de la República, se llevarán a efecto sobre los bienes
muebles o inmuebles del deudor y sobre sus derechos y acciones
que puedan enajenarse o cederse".

Estas normas, como se ha dicho, establecen el principio general de la


responsabilidad patrimonial del deudor y contienen una sanción general a nivel de
amenaza, como coacción psicológica, contra todo deudor para el caso de que no
cumpla con su obligación.

Toda norma jurídica contiene un precepto y una sanción. El precepto es el


elemento primario de la norma y contiene la amenaza. La sanción es el
secundario y cuando se viola el precepto la amenaza se convierte en sanción en
acto.

Aplicando lo dicho al caso de los artículos antes transcritos el precepto lo


constituye el señalamiento de los bienes del deudor como la prenda común de los
acreedores, pues responde de sus obligaciones con sus bienes habidos y por
haber. En ello consiste la amenaza: si no cumples con tus obligaciones, los
acreedores podrán lograr el cumplimiento sobre tus bienes. Si en la práctica el
deudor no cumple la amenaza se convierte en sanción en acto.

BIENES INEMBARGABLES.

El privilegio de la inembargabilidad puede ser visto como un debilitamiento


del derecho y un fortalecimiento de la irresponsabilidad, pero, con el decir de
Couture, "...el derecho progresa en la medida en que se humaniza; y...en un
orden social injusto, la justicia sólo se logra amparando a los débiles"
(Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Tercera edición póstuma. Ediciones
Depalma. Buenos Aires, 1981. p. 466).

Son bienes inembargables, entre otros:

1. Cuentas de ahorros menores de Bs. 10.000,00.

2. El salario hasta el monto del salario mínimo nacional.

3. Los bienes señalados en el artículo 1.929 del CC. A saber:

a. El lecho del deudor, de su cónyuge y de sus hijos.

b. La ropa de uso de las mismas personas y los muebles y enseres de que


estrictamente necesiten el deudor y su familia.
36

c. Los libros, útiles e instrumentos necesarios para el ejercicio de la


profesión, arte u oficio del deudor.

d. El hogar constituido legalmente.

e. Los terrenos o panteones y sus accesorios, en los cementerios.

ESPECIAL PROTECCIÓN DEL SALARIO.

En nuestro derecho, sólo cuando no existan otros bienes del deudor que
embargar se podrá embargar cualquier sueldo, salario o remuneración de que
disfrute, siempre siguiendo la escala indicada en el art. 598 del CPC, es decir:

1. La porción comprendida entre el nivel del salario mínimo nacional y el


doble de ese salario mínimo, será embargable hasta la quinta parte.

2. Lo que exceda del doble es embargable hasta la tercera parte.

Consiguientemente, es un derecho del condenado por la sentencia a


oponerse al embargo de su salario y señalar cualquier otro bien de su propiedad
que cubra el monto de la condena.

Ejecución contra la República, los Estados y los Municipios.

A. En cuanto a la Nación concierne, dispone el artículo 16 de la Ley


Orgánica de la Hacienda Pública Nacional:

"Los bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a la Nación,


no están sujetos a embargo, secuestro, hipoteca o ninguna otra
medida de ejecución preventiva o definitiva. En consecuencia, los
Jueces que conozcan de ejecuciones contra el Fisco, luego que
resuelvan definitivamente que deben llevarse adelante dichas
ejecuciones, suspenderán en tal estado los juicios, sin decretar
embargo, y notificarán al Ejecutivo Nacional, para que se fijen, por
quien corresponda, los términos en que ha de cumplirse lo
sentenciado".

De su parte, el artículo 46 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General


de la República, dispone:

"Los bienes, rentas, derechos o acciones pertenecientes a la


República, no serán sujetos a embargos, secuestros, hipotecas,
ejecuciones interdictales, ni en general a ninguna medida de
ejecución preventiva o definitiva. Los jueces que conozcan de
ejecuciones de sentencias contra la República, suspenderán en tal
estado los juicios, y notificarán al Ejecutivo Nacional, por órgano del
Procurador General de la República, para que fije, por quien
corresponda, los términos en que haya de cumplirse lo sentenciado".
37

"Cuando se decrete alguno de los actos arriba indicados sobre


bienes de otras entidades públicas o de particulares, que estén
afectados al uso público, a un servicio público, o a una actividad de
utilidad pública nacional, antes de su ejecución el Juez notificará al
Ejecutivo Nacional, por órgano del Procurador General de la
República, a fin de que se tomen las medidas necesarias para que
no se interrumpa la actividad a que esté afectado el bien. Vencidos
sesenta (60) días a contar de la fecha de la notificación, sin que el
Ejecutivo Nacional se haya pronunciado sobre el acto, el Juez podrá
proceder a su ejecución".

Ese privilegio de la Nación deriva, entre otras cosas y por lo que respecta
al pago de sumas de dinero, del principio de la legalidad presupuestaria que se
consagra en el artículo 227 de la Constitución Nacional, conforme al cual

"No se hará del Tesoro Nacional gasto alguno que haya sido previsto
en la Ley de Presupuesto...".

De su parte, el artículo 41 de la Ley Orgánica de Régimen Presupuestario,


con respecto al mismo supuesto del pago de sumas de dinero, dispone:

"Cuando haya sido dictada sentencia pasada en autoridad de cosa


juzgada, cuyo ejercicio supone el pago de dinero, deberá incluirse
en el Proyecto de Presupuesto del año inmediato siguiente, la
cantidad necesaria para efectuar el pago".

B. Por lo que respecta a los Estados y Municipios, el contenido del artículo


16 de la Ley Orgánica de la Hacienda Pública Nacional le es aplicable por virtud
de lo dispuesto en el artículo 233 de la Constitución Nacional, conforme al cual:

"Las disposiciones que rigen la Hacienda Pública Nacional regirán la


administración de la Hacienda Pública de los Estados y los
Municipios en cuanto sean aplicables".

De su parte, el artículo 33 de la Ley Orgánica de Descentralización,


Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público, establece:

"Los Estados tendrán, los mismos privilegios y prerrogativas fiscales


y procesales de que goza la República".

Y el artículo 102 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal dispone:

"El Municipio gozará de los mismos privilegios y prerrogativas que la


legislación nacional otorga al Fisco Nacional, salvo las disposiciones
en contrario contenidas en esta Ley. Igualmente, regirán para el
Municipio, las demás disposiciones sobre Hacienda Pública Nacional
en cuanto le sean aplicables".

Y el artículo 104 de la misma Ley, establece:


38

"Cuando el Municipio o el Distrito resultare condenado en juicio, el


tribunal encargado de ejecutar la sentencia lo comunicará al Alcalde,
quien dentro del término señalado por el Tribunal, deberá proponer
al Concejo o Cabildo la forma y oportunidad de dar cumplimiento a lo
ordenado en la sentencia. El interesado, previa notificación,
aprobará o rechazará la proposición del Alcalde, y en este último
caso, el Tribunal fijará otro plazo para presentar una nueva
proposición. Si ésta tampoco fuere aprobada por el interesado o el
Municipio no hubiere presentado alguna, el Tribunal determinará la
forma y oportunidad de dar cumplimiento a lo ordenado por la
sentencia, según los procedimientos siguientes:

"1° Si se trata de cantidades de dinero, el Tribunal, a petición de


parte interesada, ordenará que se incluya el monto a pagar en la
partida respectiva en el próximo o próximos presupuestos, a cuyo
efecto enviará al Alcalde copia certificada de lo actuado. El monto
que se ordene pagar, se cargará a una partida presupuestaria no
imputable a programas".

"El monto anual de dicha partida no excederá del cinco por ciento
(5%) de los ingresos ordinarios del presupuesto del Municipio o
Distrito".

"Cuando la orden del Tribunal no fuere cumplida o la partida prevista


no fuere ejecutada, el Tribunal, a instancia de parte, ejecutará la
sentencia conforme al procedimiento ordinario pautado en el Código
de Procedimiento Civil; y

"2° Si se trotar de entrega de bienes, el Tribunal pondrá en posesión


de ellos a quien corresponda, pero si tales bienes estuvieren
afectados al uso público, a un servicio público o a actividades de
utilidad pública prestados en forma directa por el Municipio, el
Tribunal acordará la fijación del precio mediante peritos, en la forma
establecida en la Ley de Expropiación por Causa de Utilidad Pública
o Social; y determinado el precio, ordenará su entrega a quien
corresponda, conforme a lo previsto en el ordinal anterior. En este
último caso, la fecha de la sentencia se equiparará a la fecha del
Decreto de Expropiación".

C. Por lo que concierne a los entes de la Administración Pública


Centralizada, ha sostenido la Sala Político-Administrativa que los privilegios de la
Nación en juicio les son extensibles, razón por la cual deben ejercer a cabalidad
la defensa de los intereses y bienes que les corresponden (Cfr. sent. de 14-12-95.
Caso: Wilmer Aponte y otro c/INH. Ponente: Josefina Calcaño de Temeltas. Exp.
9.262. Pierre: A. 95. T. 12. pp. 121-122).

D. La Sala Político-Administrativa ha dicho:


39

"De las normas anteriormente analizadas por esta Sala, se evidencia


que es la propia Administración la que debe ejecutar en principio las
sentencias en su contra. Ahora bien, siempre al Poder Judicial, como
titular de la jurisdicción, corresponde ejecutar en todo caso lo
ejecutado. Así se reconoce en la Ley Orgánica del Poder Judicial, la
cual desarrolla la función jurisdiccional, incluyendo en ella, no sólo la
facultad de dictar sentencias definitiva sino también de ordenar su
ejecución".

"El derecho a la ejecución de las sentencias, como forma de hacer


efectivo el derecho a la tutela judicial, está implícito en el artículo 68
de la Constitución".

"En este sentido se ha pronunciado la Sala Político-Administrativa al


señalar que:

'El derecho constitucional de acceso a la justicia, no solo


comprende la acción como derecho subjetivo público y
autónomo de acudir a los tribunales, sino también el lograr la
ejecución de los fallos que éstos dicten...'(Sala Político-
Administrativa, Sent. de fecha 9-5-81, caso: Servicios
Sanitarios Municipales C.A. vs. Instituto Municipal de Aseo
Urbano, Imau)".

"El autor Eduardo García Enterría sobre el particular expresa:

'Un sistema de tutela judicial efectiva no es sólo un sistema


que permita abrir los procesos y en cuyo seno se produzcan
sentencias ponderadas y sabias. Estas sentencias tienen
también que ser efectivas ellas mismas y, por tanto deben
necesariamente que poder ejecutarse. El derecho a la tutela
judicial efectiva incluye necesariamente el derecho a la
ejecución de las sentencias contra la administración' (García
de Enterría, Eduardo, Hacia una Nueva Justicia
Administrativa, segunda edición ampliada, Edit. Civitas, S.A.
Madrid, España, 1991).

"Es por esto que la ejecución de las sentencias es de capital


importancia para la efectividad del estado social y democrático de
derecho, por ello resulta difícil hablar de un estado de derecho
cuando no hay efectividad al momento de la ejecución de las
mismas".

"Por las consideraciones anteriormente expuestas y respetando las


prerrogativas de ciertos entes estatales, como el demandado, esta
Sala no puede dejar de ejercer su plena potestad jurisdiccional,
garantizando la ejecución de sus fallos. Como un medio de
salvaguarda el derecho a la justicia que se desprende del artículo 68
de la Constitución, aplica por analogía al caso de autos el proceso
40

de ejecución de sentencias condenatorias contra los Municipios


establecido en el artículo 104 de la Ley Orgánica de Régimen
Municipal; por tratarse de un supuesto semejante al de ejecución de
un fallo judicial por un ente público. Así se declara".

(Omissis)

"En consecuencia, esta Sala fija un lapso de diez (10) días de


despacho, que se contarán a partir de que conste en autos la
notificación al Presidente de la Corporación de Desarrollo de la
Pequeña y Mediana Industria (Corpoindustria), para que éste
proponga la forma y tiempo de dar cumplimiento a la sentencia
dictada por esta Sala en fecha 5 de noviembre de 1991. Una vez
planteada la forma de cumplimiento voluntario de la sentencia se
notificará al interesado en este caso Plásticos El Guárico C.A., para
su aceptación o negativa. En caso de desacuerdo, la Sala fija un
lapso de diez días (10) más para una nueva propuesta por parte del
Presidente de Corpoindustria. Si esta propuesta no fuera aceptada
por Plásticos El Guárico C.A., o no se hubiera presentado ninguna,
la Sala ordenaría a Corpoindustria que incluya este pago en una
partida de su presupuesto. De no cumplir Corpoindustria con tal
obligación, a instancia de la parte interesada la Sala librará
mandamiento de ejecución a cualquier Juez de la República, para la
ejecución forzada de la sentencia. Esto conforme al procedimiento
pautado en el Código de Procedimiento Civil, pudiendo en este caso
dictarse medidas ejecutivas contra bienes de Corpoindustria, todo de
conformidad con la aplicación analógica del procedimiento
establecido en el artículo 104 de la Ley Orgánica de Régimen
Municipal" (Sent. 18-5-95. Plásticos El Guárico C. A.
c/Corpoindustria. Ponente: Dr. Humberto J. La Roche. Exp. 5.274.
Pierre: A. 95. T. 5. pp. 343-348).

E. En el juicio de quiebra de Hoteles Vacacionales y Turísticos, C. A. que se


encontraba en estado de ejecución, el Procurador General de la República solicitó
la reposición del asunto porque no había sido notificado para el juicio, siendo que
el propietario de las acciones de la empresa era un Instituto Autónomo, ente de la
Administración Pública descentralizada. La Sala de Casación Civil negó la
solicitud por considerar que cuando se trate de Institutos Autónomos no es
menester la notificación del Procurador General, debido a que dicho ente lo
representan sus abogados apoderados, además de que en estado de ejecución
no cabe la reposición a un momento de la etapa de conocimiento (Cfr. sent. 12-
12-95. Caso: Gyn Ingeniería, C. A. c/Hoteles Vacacionales y Turísticos, C. A.
Ponente: Carlos Trejo Padilla. Exp. 95-205. Pierre: A. 95. T. 12. pp. 308-309).

F. Antecedentes en la misma Sala de la sentencia cuyo fragmento se ha


transcrito en el punto anterior son los siguientes:
41

a. Para ejecutar una orden de reincorporación (obligación de hacer) de la


abogada Ana Emilia Marín de Ruíz al cargo de Juez del cual había sido
desincorporada por una Resolución del Consejo de la Judicatura que fue anulada
por la sentencia, se dijo, en el más remoto antecedente, lo siguiente:

"Conforme a las reglas interpretativas establecidas por el artículo


4to. del Código Civil, en virtud de las cuales cobra la analogía todo
su relieve como fuente de derecho (Sentencia S. P-A. de 2.11.82), y
en virtud de lo dispuesto por el artículo 81 de la Ley Orgánica de
Régimen Municipal, el cual considera la Corte que resulta aplicable
al caso de autos, por tratarse de un supuesto semejante al de
ejecución de un fallo judicial por el ente administrativo autor del acto
recurrido, se fija un término de treinta días continuos contados a
partir de la fecha de publicación de esta sentencia para que el
Consejo de la Judicatura proponga a la Sala 'la forma y oportunidad
de dar cumplimiento a lo ordenado en esta sentencia', las cuales
conforme al mismo texto legal serán notificados al interesado para
que manifieste su aprobación o rechazo. En este último caso fijará la
Sala otro plazo para que el Consejo presente nueva proposición al
respecto. Si ésta tampoco fuere aprobada por el recurrente o en
ningún momento el Consejo de la Judicatura presentare alguna, en
uso de sus plenos poderes este supremo Tribunal hará cumplir lo
ordenado en el presente fallo, con arreglo a los procedimientos
pertinentes" (Sent. de 12-5-83. Caso: Ana Elia Marín de Ruíz.
Ponente: Dr. Luis H. Farías Mata. Gaceta Forense. Tercera Etapa.
Segundo Trimestre 1983. Vol. I. pp. 207-219).

b. En un caso del Imau, dijo en sentencia de fecha 9 de mayo de 1991:

"...en otras situaciones parecidas, por analogía que es fuente de


derecho en materia contencioso-administrativo como lo ha
reconocido la Sala Político-Administrativa, en sentencia de fecha 2-
11-82, de acuerdo al artículo 4 del Código Civil, esta misma Sala ha
fijado los términos de ejecución de sus sentencias, aplicando lo
dispuesto en la Ley Orgánica de Régimen Municipal para los casos
de ejecución de sentencias condenatorias contra los Municipios que
en la actualidad se contempla en el artículo 104 de esta Ley..."
(Apud Pierre: Sent. 18-5-95. Caso: Plásticos El Guárico C. A.
c/Corpoindustria. Ponente: Dr. Humberto J. La Roche. Exp. 5.274. A.
95. T. 5. pp. 343-348).

G. En auto de ejecución de sentencia, la SPA de la CSJ ordenó el


cumplimiento del fallo (se habían dictado otros autos de ejecución) al no haber
sido aceptadas las ofertas presentadas por el IMAU e hizo la siguiente
advertencia:

"...que en caso contrario [no cumplimiento] se hará valer la


responsabilidad civil del instituto demandado y del funcionario de
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dicho instituto a quien corresponda el cumplimiento de lo ordenado,


pudiendo este último, además, ser sujeto de responsabilidad penal
de no acatar lo aquí dispuesto, por desobediencia a la autoridad, a
tenor de los previsto en el artículo 485 del Código Penal" (Sent. 15-
11-92. Caso Sanitanca c/Imau. Ponente: Dr. Alfredo Ducharne
Alonzo. Exp. 3.616. Pierre: A. 92. T. 12. pp. 256-257).

En una sentencia del 28 de noviembre de 1996, la Sala Político-


Administrativa ratificó su posición en cuanto a la ejecución contra entes de la
Administración Pública por aplicación analógica del artículo 104 de la Ley
Orgánica de Régimen Municipal, pero como una particularidad contenida en esa
decisión, aparece un voto salvado de la Magistrado Hildegard Rondón de Sansó
para quien la ejecución forzosa de una sentencia de condena (en este caso
contra Corpoindustria) no puede hacerse en la forma que dispuso la mayoría de la
Sala, porque con ello, en su criterio, "se desconoce que dicho organismo estaba
protegido por los privilegios del fisco en virtud de un dispositivo sobre la materia
que está en vigencia y cuya inaplicación no ha sido debidamente razonada". Si
este punto de vista se hace novedoso después de una larga elaboración
jurisprudencial sobre la ejecución de sentencias contra los entes de la
Administración Pública, en la cual la misma Magistrada disidente colaboró con su
voto reiterado, resulta sumamente curioso que ella invoca la posibilidad de aplicar
los astreintes con la siguiente argumentación:

"En opinión de la disidente, agotada inútilmente la etapa para el


cumplimiento voluntario de la decisión, la Corte debía proceder a
conminar a los responsables del organismo condenado mediante
astreintes o multas progresivas, en base a lo dispuesto en la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia" (Pierre: A. 96, T. 11, pp.
410-413).

La situación en el Código de Procedimiento Civil derogado.

“Artículo 687.- “Si el Tesoro Nacional, del Estado o Municipal, fueren


condenados a pagar una cantidad o cualquiera otra cosa
indeterminada, se suspenderá la ejecución y ocurrirá el Tribunal, con
copia de la sentencia que haya causado ejecutoria, al Cuerpo
encargado de formar el presupuesto de los gastos nacionales,
estadales o –municipales, para que coloque en él la correspondiente
partida, o determine el modo como haya de verificarse el pago”.

Como se ve, se dejaba al Fisco resolver, a su criterio (generalmente


arbitrario) como ejecutar las sentencias de condena proferidas por los órganos
jurisdiccionales en su contra. Sin embargo, el privilegio no existía cuando se
ordenaba entregar una cosa determinada, en cuyo caso se procedía a la
ejecución ordinaria (art. 688 del CPCD).

Acción de amparo contra ejecuciones judiciales sobre bienes de la


Nación, los Estados y los Municipios.
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Tiene dicho la Sala de Casación Civil, actuando como Tribunal


Constitucional, lo siguiente:

"En relación con esta denuncia, la Sala considera que el referido


artículo [233 de la CN] no contiene un derecho subjetivo
constitucional, susceptible de ser protegido por vía de amparo, sino
una disposición que establece el alcance de las normas que regulan
la Hacienda Pública Nacional extendiendo su aplicación a la
administración de la Hacienda Pública de los Estado y Municipios".

"En efecto goza el Estado Miranda de una prerrogativa procesal que


consiste en la inembargabilidad de sus bienes, rentas, derechos o
acciones, por aplicación extensiva del artículo 16 de la Ley Orgánica
de la Hacienda Pública Nacional, en concordancia con el artículo 33
de la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y
Transferencia de Competencias del Poder Público".

"Ahora bien, esta prerrogativa procesal es de rango legal, mas no de


rango constitucional, como erradamente lo señaló el accionante. Así,
la República, los Estado y los Municipios, no pueden ser objeto de
medidas preventivas o ejecutivas de ninguna naturaleza, toda vez
que el legislador consideró necesario excluirlos de tales
circunstancias, para así evitar que su normal desenvolvimiento se
vea entorpecido como consecuencia de la aplicación de estas
medidas judiciales".

"Cabe recordar, que la determinación de cualquier violación o


menoscabo de derechos o garantías de rango constitucionales no
puede implicar un pronunciamiento sobre la interpretación y
aplicación de normas de rango legal, lo cual no es posible en el
contexto de un procedimiento sumario como lo es el de amparo, sino
en el propio expediente del juicio que motivó la acción, pues de lo
contrario se vulneraría el derecho de la contraparte a que esos
alegatos se resuelvan con vista a las actas del proceso, de acuerdo
con el procedimiento preestablecido" (Sent. 24-5-95. Gobernación
del Estado Miranda. Ponente: Dr. Alirio Abreu Burelli. Exp. 94-170.
Pierre: A. 95. T. 5. pp. 53-56).

Consolidación jurídica de la pretensión del ejecutante.

La pretensión del ejecutante se consolida:

1. Porque el interesado no hace oposición a la pretensión.

2. Porque haciéndola, se la desestima por sentencia definitiva.

En este sentido se ha pronunciado la Sala Civil en algunos fallos, como por


ej.:
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1. "...la ausencia de oposición, como lo expresa un autor patrio, hace


consolidar jurídica e históricamente el derecho del acreedor ya de
por si seriamente fundado por constar en un título ejecutivo" (Sent.
de 2-7-80. Caso: Alejandro Augusto Betancourt González y otros c/
Modesta Campos de Rodríguez Acosta. Ponente: Carlos Trejo
Padilla. Pierre: A. 80, T. 7, pp. 101-103).

2. "En el juicio de ejecución de hipoteca, la pretensión del ejecutante


queda jurídicamente consolidada de dos maneras: 1°) Por sentencia
definitivamente firme que haya declarado sin lugar la oposición
hecha por el deudor o por el tercero poseedor; y 2°) Dada la
abstención de los ejecutados de formular su oposición en la
oportunidad legal, lo que trae como consecuencia la preclusión de
todos los medios de defensa" (Auto del 4-8-94. Caso: Odette Trave
Sole c/Eduardo Enrique Ricci Barbara y otra. Exp. 94-108. Ponente:
Carlos Trejo Padilla. Pierre: A. 94, T. 8-9, p. 327).

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