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1. Antecedentes Históricos
Son muy dispares las diferentes teorías respecto del origen del coaching y los
supuestos padres de la criatura. Después de más de 30 años de desarrollo y crecimiento de
la práctica en todo el mundo, siguen surgiendo personajes como fundadores o padres
de esta metodología basada en procesos de aprendizaje y otros catalizadores del
desarrollo humano.
Los fundamentos del coaching ontológico pueden distinguirse claramente en las
enseñanzas y métodos de Werner Erhard, un hombre poco común, que desarrolló lo que
se conoce como "Erhard Seminars Training". Este ejemplo no es aislado, son varias las
personas a lo largo de la historia han desarrollado métodos similares a los que el
coaching utiliza hoy en día.
La dificultad para establecer los orígenes del coaching, radica justamente en un
sinfín de teorías del desarrollo humano. Esto ocurre porque el coaching, como axioma
fundamental, se basa en la observación y subjetividad de la acción humana para el
desarrollo, desde una perspectiva personal y privada, muchos de estos pensadores, tal
como Werner Erhard (e incluso anteriores a él), han tenido esta visión del hombre.
¿Es este un panorama desalentador para el coaching?, de ninguna manera. El coaching, es
una profesión capaz de ofrecer una conjunción teórico/práctica en pro del desarrollo del ser
humano verdaderamente eficaz y sin precedentes en la historia del hombre. Esto lo
consigue gracias a que, a lo largo de la historia, el ser humano ha acumulado conocimientos
propios de si mismo, que le permite, al día de hoy, desarrollar una metodología que se
conoce como coaching y que sin duda, ha venido para quedarse.
Por todo esto, el coaching no es producto de una teoría personal con copyright, por más
que intentemos buscar genios creadores de la criatura. Tampoco fue el resultado de un
grupo de personas que tuvieran la intención de crear una metodología catalizadora del
potencial del ser humano. Y tampoco, contrariamente como muchos aun han sugerido, nos
ha llegado del país los “Gurú del management”.
Debemos entender al coaching como el producto de una conjunción de conocimientos
adquiridos a lo largo de la historia del pensamiento, en la relación estrecha con el
desarrollo de potencial de los seres humanos.
La historia apunta hacia los siglos XV y XVI, cuando empezó a hacerse muy popular la
ciudad húngara de Kocs, situada a unos 70 kilómetros de Budapest (entre Viena y Pest).
Kocs se convirtió en parada obligatoria para todos los viajes entre estas dos capitales.
De esta manera se empezó a hacer muy común el uso de un carruaje caracterizado por
ser el único provisto de un sistema de suspensión para dichos viajes. Además,
destacaba por su comodidad frente a los carruajes tradicionales. Así como hablarse del
kocsi szeker, o sea “carruaje de Kocs”, símbolo de la excelencia. De esta forma, el termino
kocsi paso al alemán como kutsche, al italiano como cocchio y al español como coche. En
serbocroata, se dice kocsikázik para designar la acción de dar un paseo en coche. Por lo
tanto, la palabra coach (coche) es de origen húngaro. Designaba un vehículo tirado por
animales para transportar persona, tal y como declara Luis del Ávila en 1548 (Guerra de
Alemania):
´´Se puso a dormir en un carro cubierto, al que Hungría llama coche´´
De la ciudad de Kocs, se formó la palabra kocsi (pronunciada cochi). En una obra de
Fonseca de 1569 “coche” aparece integrada en el léxico español según atestigua el
diccionario de autoridades (1729, s.v). Es así como la palabra “coach”, derivado de
“coche”, cumplía la función de transportar personas de un lugar a otro. Es decir, del
lugar donde está a donde quieren llegar.
La única distinción, dentro de esta analogía, es que el coach no es quien carga el viaje, ni es
responsable del rumbo y decisiones que el ´´conductor´´ (cliente/¨coachee) tome a lo largo
del proceso.
Si bien esta analogía, propia del término coach desde sus orígenes incluso de la práctica
misma del coaching, nos resulta reveladora, nos es suficiente para definir como se consolido
nuestra profesión.
• Influencia de Sócrates
La figura de Sócrates es la más referenciada cuando hablamos del origen del coaching.
Lo cierto es que así como el, los coaches “acompañamos a que nuestros clientes examinen
sus vidas para que merezcan ser vividas” para conseguirlo, nuestra metodología se basa en
el arte de la Mayéutica, a través del cual nuestro cliente encuentra su verdad o la verdad
(dependiendo de la visión de mundo propia del cliente), con una función de
práctica en su vida. Consideramos, así como Sócrates, que no existe el enseñar sino
solo el aprender, y este surge solo reconociendo que el conocimiento no está en el
coach sino en los propios coachees (clientes). En este sentido, el coaching, es un
recipiente vacío donde mientras más ´´abierto´´ sea el coaching, mayor lugar daremos al
trabajo con el conocimiento propio del cliente. En caso contrario, el coaching será limitado
y deficiente.
Otra influencia propia de la filosofía socrática, es que “acompañemos” a que nuestros
clientes en ciertos momentos sean conscientes de sus incompetencias, para luego estar
en mejor posición frente a la consecución de sus objetivos. Saber que no sabemos nada,
es siempre un punto de partida imprescindible de la buena práctica del coaching, por eso el
coach no ayuda, simplemente porque no sabe.
• Influencia de Platón
En el pensamiento de Platón, reconocemos las estructuras de sus diálogos, como
sesiones de coaching primitivas. Una de las conclusiones más evidentes, del análisis de sus
diálogos, es la importancia de las preguntas como herramientas de trabajo que
potencia las conversaciones, y que sirven de método para la adquisición del conocimiento
de nuestros clientes. Las preguntas poderosas, la escucha activa, son las dos
competencias o habilidades más importantes que un coach debe desarrollar para
transformarse en un verdadero catalizador de cambio en el otro.
También, al igual que Platón, entendemos a la educación como formadora de
carácter. Nuestro trabajo consiste en ser catalizadores del autoconocimiento, tanto del
espíritu, como del cuerpo, la mente, el corazón y las relaciones sociales de
nuestros clientes. El conocimiento de uno mismo es el marco a través del cual nuestros
clientes pueden acceder a un desempeño extraordinario, producto de un proceso de
aprendizaje fuera del alcance técnico y formal. El autoconocimiento se transforma, de esta
manera, en la fuente real de todo proceso de coaching.
Platón disentía en algunos aspectos ideológicos con su maestro Sócrates y sin embargo
entendía el valor de las conversaciones tal como le enseño su maestro. Nosotros los
coaches, entendemos que el coaching no es una ideología, sino más bien un método basado
en procesos de relaciones humanas que puede trabajar con las personas
independientemente de sus credos, religiones y filosofías personales.
• Influencia de Aristóteles
Aristóteles, como realista, se contrapone diametralmente a la filosofía idealista de Platón.
Sin embargo, el coaching consigue integrar las ideas que de ambos se
desprenden. Por ejemplo, Aristóteles nos ha enseñado a trabajar principalmente en el
nivel “apetitivo intelectivo” (honores, reconocimiento y autorrealización) del hombre.
Nos dice básicamente que el hombre puede llegar a ser lo que desee. Podemos pasar del
ser (donde estoy), al deber ser (donde quiero llegar) y aquí hay un camino que recorrer
posible y con un fin en sí mismo.
Finalmente Aristóteles, nos explicó que la metodología básica para pasar del "ser" al
"deber ser", es la acción (el hábito). La acción es una de las dos caras de nuestra
moneda como profesión. Sin ella, las sesiones de coaching no tendrían sentido.
John Whitmore, es reconocido como uno de los coaches más importantes de Europa,
recibió una influencia directa de Timothy Gallwey al asociarse junto a él, y difundir "The
Inner Game" en Inglaterra. A pesar de ello, es importante reconocer, que la metodología de
"The Inner Game" es diametralmente opuesta a las técnicas tradicionales de
entrenamiento. Las propias palabras de Timothy Gallwey respecto de su metodología son:
“Siempre hay un juego interior en tu mente, no importa qué este sucediendo en el juego
exterior. Cuán consciente seas de este juego podrá marcar la diferencia entre el éxito y el
fracaso en el juego exterior”. Los mismos entrenadores de su época se vieron amenazados
por sus prácticas, dado que Timothy se transformó en entrenador de la mente y sus técnicas
eran diametralmente opuestas al entrenamiento del cuerpo. The Inner Game “va de la
mano junto al Coaching”; como proceso de la reflexión, ser conciente de cómo los
pensamientos condicionan las acciones. En el Coaching se reconoce que hay un juego
interior (Inner Game), que se juega en nuestra mente y en la mente del coach y coachees.
Este “juego” es tan importante como el exterior, aún en el trabajo.
Etimológicamente, el coach es quien conduce
Es el
deportivo, que conduce a un atleta o un equipo a
desarrollar su potencial hasta su máximo
rendimiento. Desde esa aceptación original, su
uso se amplió de tal manera, que no es
Para generar el cambio en el coachee, el coach domina el arte de hacer preguntas poderosas, sabe
indagar y escuchar. Esto le permite obtener información precisa y de alta calidad, conectar el lenguaje
con la experiencia, desarmar “el dialogo interno” (conversaciones privadas), identificar limitaciones,
recuperar recursos y encontrar opciones. En definitiva, le permite hacer las preguntas indicadas que
desconcierten y reencuadren la dificultad expresada por el cliente, preguntas que le permitan
recuperar datos del contexto. Además, la pregunta es el elemento fundamental de este proceso ya
que, a partir de ella, el coach consigue que el cliente reestructure su visión de la realidad,
profundizando en su persona y descubriendo valores que antes no habían sido percibidos.
El coach no tiene un rumbo prefijado, sino, que lo va descubriendo junto con el cliente. Esto no
quiere decir que el coach no planifique el proceso, a lo que nos referimos es a que es tan fuerte y tan
flexible como un bambú.
CONFIDENCIALIDAD: los mejores coaches son aquellos que logran mantener la boca cerrada. El
mantener la confidencialidad de la información individual recolectada, es a base de la confianza y por
ende, de su credibilidad como líder.
2. INTERESARSE POR EL OTRO Y FLUIR A SU RITMO. Nos interesamos por la otra persona sin enjuiciar
ni sus decisiones ni sus expresiones. Fluimos con el otro para abrir nuevas posibilidades, trabajando las
resistencias internas o externas. El coach ofrece reconocimiento y motivación durante todo el proceso.
3. EXPLORAR SU MAPA VITAL CON TOTAL LIBERTAD. Cada ser ha construido “su mundo”, “su
realidad”, “su verdad”. Cada uno ha elegido cómo quiere vivir y cómo actuar. Nosotros acompañamos
para que cada trace libremente su ruta y respetamos sus decisiones. Trabajamos a su lado para
ampliar ese mapa vital, para descubrir nuevos territorios en la medida que la otra persona desee y se
comprometa con el cambio.
1. No realizaré declaraciones públicas engañosas o falsas sobre los servicios que ofrezco como
coach, ni realizaré declaraciones falsas por escrito en ningún documento con relación a la profesión
de coaching, mis acreditaciones e información relevante asociada con mis credenciales
profesionales.
2. Informaré fielmente sobre mis pericia, experiencia, certificados y acreditaciones de WCS, relativos
al coaching
3. Reconoceré y respetaré los esfuerzos y las contribuciones de los demás y no los asumiré como
propios.
4. Me esforzaré, en todo momento, en identificar las cuestiones personales que puedan interferir
con mi práctica de coaching o mis relaciones de coaching profesionales. Siempre que los hechos y
las circunstancias lo requieran, buscaré sin demora ayuda profesional y decidiré la acción que
deberé emprender, incluido si resulta apropiado suspender o concluir mis servicios de coaching.
5. Me comportaré de acuerdo con el código deontológico de WCS en las actividades de
formación, tutoría y supervisión.
6. Recabaré, conservaré, guardaré y desecharé todos los registros creados durante mi actividad de
coaching de modo tal que no afecte a la confidencialidad, la seguridad y la privacidad y sea conforme a
la legislación y los acuerdos aplicables.
10. Elaboraré contratos claros con mis clientes. Respetaré los acuerdos establecidos con mi cliente
sin excepción
11. Seré responsable de definir los límites pertinentes, claros y respetuosos con las diferencias
culturales, que se aplicarán a las relaciones físicas que pueda mantener con mis clientes.
12. No mantendré relaciones sexuales con ninguno de mis clientes o patrocinadores.
13. Respetaré el derecho de mi cliente a concluir la relación de coaching cuando lo desee durante el
proceso, según las cláusulas estipuladas en el acuerdo o contrato. Estaré atento a los indicios que
muestren que mi cliente ha dejado de beneficiarse de nuestra relación de coaching.
14. Si creo que mi cliente puede recibir un mejor servicio de otro coach u otros recursos, le animaré
para que realice el cambio pertinente.
15. Aconsejaré a mi cliente que busque los servicios de otros profesionales cuando lo considere
necesario u oportuno.
Sección 4: Confidencialidad y privacidad.
Como coach:
16. Mantendré los niveles de confidencialidad más exigentes con la información de mi cliente.
17. Elaboraré un acuerdo claro sobre el intercambio de la información de coaching entre el coach, el
cliente y la empresa cuando haga coaching organizacional.
18. Cuando me dedique a la formación de estudiantes de coaching, explicaré claramente las políticas
de confidencialidad a los estudiantes.
• Pretender dirigir: Un coach no tiene que decidir si este o el otro objetivo es lo mejor para el cliente.
Este debe sugerir, señalar, orientar, etc. pero no se debe determinar. Sería una equivocación que
tratara de resolver problemas del coachee para el que está haciendo coaching, o que determinara
cuáles son los objetivos que se ha de marcar el coachee.
• Comparar a un coachee con otro: El coaching tiene como base un principio que nos dice que cada
persona es diferente y se le debe tratar de una manera individual. El coach no ha de empeñarse en
que al interesado le resulte válido un modelo que ha sido exitoso para otros porque cada persona
es diferente.
• Convertirse en un juez: No se deben echar broncas, hacer juicios, dar sermones, etc. Esto sería
desnaturalizar la labor de coaching y, además, provocaría desconfianza y rechazo por parte del
coachee.
• No asumir él mismo las directrices que propone: La mejor manera de enseñar a otros es mostrarlo
con la propia conducta. De esta forma se comunica coherencia, credibilidad y honestidad. No es
preciso que el coach sea una persona perfecta en todas las habilidades, pero sí que manifieste con
hechos que cree firmemente en lo que propone.
• Interrumpir reiteradamente: Esto podría impedir que el coachee nos revele una de las
informaciones más importantes. El coach debe realizar las preguntas después de que el coachee
haya dicho todo lo que tenga que decir, es más, hasta forzar un silencio puede ser muy productivo
para que el coachee continúe hablando para romper la tensión de esa situación y en ese momento
revelarnos una clave crucial para su cambio.
• La falta de discreción: Esto es lo que se suele llamar secreto profesional o confidencialidad. El
coach no debe revelar la información que se tratan en las sesiones y debe cumplir los estándares
éticos de coaching respecto a la privacidad de coachee.
Imagina y visualiza que vas a iniciar una sesión. Te invito a parar, respirar y reflexionar:
Sugerencias:
Aprovecha cualquier interacción para practicar.
No practiques solamente cuando vayas a iniciar una sesión
de coaching.
Practica cada vez que vayas a iniciar una conversación con
otra persona.
Entrena y entrena.
No desfallezcas en el camino.
Es un entrenamiento que requiere constancia,
perseverancia, fortaleza, honestidad, respeto y mucha
amabilidad.
Se trata de tenerlo cada vez más presente hasta que lo
podamos integrar totalmente en nuestra vida, como forma
de estar con nosotros mismos y en las interacciones con las
demás personas.