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Montdevergues, 3 de marzo de 1930.

Querido Paul,

Hoy, 3 de marzo, es el aniversario de mi secuestro en Ville-Evrard: hace 17 años que Rodin y los
marchantes de obras de arte me enviaron a hacer penitencia a los asilos psiquiátricos. Después
de apoderarse de la obra de toda mi vida sirviéndose de B. para ejecutar su siniestro proyecto
me hicieron cumplir años de prisión que bien se merecerían ellos. B. no era más que un agente
del que se sirvieron para tenerte al margen y utilizarte para dar este audaz golpe que salió tal y
como habían planeado gracias a tu credulidad y a la de mamá y de Louise. No olvides que la
mujer de B. es una antigua modelo de Rodin: ahora ves la maquinación de que fui objeto. ¡Qué
bonito! ¡todos aquellos millonarios lanzándose contra una artista indefensa! ya que los señores
que colaboraron en tan buena acción son todos más de 40 veces millonarios.
¡Parece que mi pobre taller, algunos pobres muebles, algunos útiles construidos por mí misma,
mi pobre menaje todavía excitaban su codicia! Como la imaginación, el sentimiento, lo nuevo, lo
imprevisto que surge de un espíritu desarrollado es algo que les está vedado, cerrados de
mollera, cerebros obtusos, eternamente ciegos a la luz, les hace falta alguien que les provea.
Ellos lo decían: "nos servismos de una alucinada para encontrar los temas".
Tendría que haber al menos algunos estómagos agradecidos que supieran compensar a la pobre
mujer a la que despojaron de su genio: ¡no! ¡una casa de locos! ¡ni siquiera el derecho a tener mi
propia casa!...
(...)

Parece que el principal beneficiario de mi taller es el señor Hébrard, editor de obras de arte,
calle Royale. Allí se precipitaron todos mis bocetos (más de 300). Parece que ya unos años antes
de mi marcha de París, los bocetos que hacía en Villeneuve tomaban el camino de su casa (por
qué milagro? Dios sabe) Los encontré en su casa copiados en bronce y firmados por otros
artistas: ¡realmente es demasiado fuerte! ...¡Y condenarme a prisión perpetua para que no
reclame!
Todo esto sale en el fondo del cerebro diabólico de Rodin. Sólo tenía una idea, que cuando él
muriera yo podría alzar el vuelo como artista y llegar a ser más que él: era preciso que
consiguiera tenerme entre sus garras después de su muerte igual que en vida. Era preciso que yo
fuera desgraciada muerto él igual que vivo. ¡Lo ha conseguido punto por punto, porque lo que es
desgraciada lo soy!
¡Puede que no te importe mucho pero lo soy!
(...)
Estoy muy aburrida de esta esclavitud. Me gustaría mucho estar en mi casa y cerrar bien la
puerta.
No sé si podré realizar este sueño, estar en mi casa.
(...)
No tengo noticias de tus hijos.
Muchos saludos para ti y tu familia.
C.

Después de su relación con Rodin, humillada, Camille se encerró en su propio estudio y se aisló
del mundo. Los vecinos de su taller la oían aullar todo el día. Su única relación fueron las
decenas de gatos que vagabundeaban por el estudio. Una tarde, tres enfermeros echaron la
puerta abajo y le colocaron una camisa de fuerza por orden de su familia. Fue ingresada en un
sanatorio mental durante 30 años. Destruyó casi toda su obra y nunca más volvió a esculpir
nada. Y allí murió, abandonada y olvidada. Al final de su vida recuperó la cordura, pero nadie la
reclamó. A pesar de su recuperación y sus ruegos a su hermano Paul, nunca salió de allí.

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