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#ladies
1. Introducción
Un virus recorre la red, el virus del odio, del conflicto, de las rivalidades miméticas.
Ahí donde llega enferma el tejido, los lazos, las relaciones sociales. Se transmite a
través de la palabra hecha bites, se cuela en las conversaciones cotidianas. El
síntoma del virus es una descalificación a la opinión del otro. De la descalificación
muta a la grosería. De la grosería a la humillación. Basta echar un vistazo al cuerpo
del infectado, eso que llaman redes sociales, para dar cuenta de la gravedad de la
enfermedad: no hay tema o noticia que circule por estos medios de comunicación
masiva en donde en la opinión pública imperen las expresiones de ira y violencia
contenida. Esta rabia carga contra lo diferente, sea religioso, sexual, de género,
racial, político o de clase. En realidad, no hay parámetro más que la aparente
diferencia.
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Usaré el término “redes sociales” para referirme a las “redes de interacción online” que permiten
plataformas como Facebook, Instagram, Youtube, Twitter.
contenidos y una visibilidad de los involucrados, así como la participación activa por
parte de los receptores de tales contenidos (Thompson, 2003).
Cuando la violencia y el conflicto cruzaron el ancho mar de la realidad para tocar las
movedizas arenas del mundo virtual, la ira y violencia humana ya no se tradujeron
en agresiones vis a vis. Algo nuevo había surgido: un entorno capaz de anidar,
multiplicar y transmitir el odio y la ira colectivas sin que la muchedumbre se salpicara
y llenara las manos de sangre. En la virtualidad, se hacía epojé de las
consecuencias de ejercer cierta violencia sobre el Otro detrás de la pantalla. Nadie
veía algo de malo en «compartir» o dar «me gusta» a una noticia o video en donde
alguien cometía una alteración al así llamado orden público. Sin embargo, estos
micro actos individuales se convertían en parte de una abundante corriente de
indignación. Así, las redes sociales pasaban a ser una especie de nuevos patíbulos,
hogueras y guillotinas que saciaban el hambre de la muchedumbre enardecida que
exigía castigo a los culpables.
Cotidianas son ya las noticias en torno a que tal controversia se “viralizo”. A diario
somos testigos donde se privilegia el escándalo en vez de la información objetiva.
Asistimos a un momento en donde los medios tradicionales parece que dejan de
lado la función de informar y se convierten en una especie de pajarraco que
regurgita a los televidentes lo que sucede en las redes sociales. Lo viral, lo que
todos miran y comentan es la piedra angular en torno a la cual gira la información
que debe transmitirse. Y es que como afirman Lull y Hinerman “donde quiera que
miramos, sórdidas historias de la manera en la que los deseos personales triunfan
sobre la moral convencional se cuentan para lucrar. Y, sí, la gente en todos lados lo
ve, las lee, las escucha y las comenta” (Lull, 2000).
No hay que hurgar mucho para encontrar ejemplos, nuestra realidad mexicana está
lleno de ellos. Profesores expuestos por alumnos en videos en Facebook
cometiendo alguna falta considerada que atenta contra el orden moral imperante.
Políticos en turno diciendo tonterías; jugadores de futbol embriagándose y
llevándose scorts a los hoteles de concentración; actores, actrices, cantantes, y
artistas no comportándose o diciendo o pensando de acuerdo con lo que el gran
público espera de ellos. Los usuarios de las redes sociales se encargan de
viralizarlo replicando como autómatas a través de likes y shares una ola de
pensamiento único. Es cuestión de segundos y minutos para que sean miles de
reproducciones de los videos y las imágenes memeficadas en el que se expone al
susodicho a un escarnio público masivo. Pocas horas después son noticia a nivel
nacional por los perfiles de importantes diarios nacionales, quedando así dañada la
integridad de los involucrados por los millones de bienpensantes que inundan las
redes. Pasamos así de una aparente violencia inocua a una transfiguración de una
violencia colectiva que tiene verdaderos efectos en lo que llamamos Realidad.
Y así muchos ejemplos que he seguido desde mi experiencia como usuario de estas
plataformas en el que los odios y ataques hacia un individuo o un grupo de
individuos se hace presente en forma de ridiculización y violencia verbal explicita.
Es una forma de la violencia que permea el mundo de las comunicaciones virtuales,
y esta nos ha enseñado que, aunque es limpia y sin sangre, también destruye.
3. Formulación del problema de investigación
En ese sentido, considero que esta pregunta bebe directamente de una cuestión
fundamental que ha tenido en vilo a los filósofos y científicos sociales cuando hablan
respecto al tema de la violencia: ¿por qué luchan los hombres unos con otros al
punto de llegar a la destrucción misma? (Lorenz, 1972)
Objetivos
Específicos:
4. Delimitación espacio-temporal
5. Hipótesis/ Supuestos
El segundo es que:
5. Marco teórico
En ese sentido, la teoría de René Girard puede servir como fundamento para
comprender la lógica interna que sigue el tipo de violencia que se propaga en las
redes sociales y su expresión en forma de humillaciones colectivas. Al ser una teoría
de gran alcance intenta, por una parte, explicar antropológica e históricamente los
mecanismos bajo los cuales se desencadena la violencia humana, y, por otro, nos
da una brújula para dirigir nuestra mirada a una perspectiva más empírica sobre
este fenómeno, ya que comprender el mecanismo que acciona la violencia es de
vital importancia para evitarla y crear mecanismos de defensa que delimiten su
propagación.
Modelo explicativo
Para una mayor claridad, presento este breve esbozo de las proposiciones que
configuran el modelo teórico del deseo mimético:
- Cuando alguien expresa el deseo por un objeto este cobra un valor a ojos de
los demás. Por lo tanto, el deseo es esencialmente mimético, se forma a
partir de un deseo modelo; elije el mismo objeto que este modelo.
- Así como el deseo es imitable, la violencia también una vez que entra en la
rivalidad surgida por el deseo mimético.
Implicaciones/consecuencias/predicciones
- Una sociedad que estimula el deseo es una sociedad que tiende al conflicto.
- Para mantener la paz, son necesarias las leyes y las jerarquías, ya que estás
mantienen limitado los deseos que originan las rivalidades.
A continuación, presento de manera breve los casos que tomaré como objeto de
estudio, los cuales son considerados algunos de los más virales que entraron bajo
la categoría de esta etiqueta según la información de distintos diarios nacionales:
1. Lady 100 pesos: una chica en aparente estado de ebriedad es grabada cuando
intenta sobornar a la policía con 100 pesos mientras se resiste a subir a la patrulla
2. Lady Profeco
4. Lady UVM: la Mars: Una chica sube un video en donde expresa su inconformidad
con el sistema educativo al mismo tiempo que anuncia que abandonará la
preparatoria por considerarla inútil en su formación.
8. Gentleman de las Lomas: Con miles de notas informativas sobre este video, este
personaje se ganó la ira de los usuarios de redes sociales al propinarle una golpiza
al empleado que atendía el lobby del edificio en donde residía.
9. Lord Ferrari: Este personaje se hizo famoso al mandar a su escolta golpear a otro
automovilista con el cual había tenido una discusión en plena autovía.
10. Lord Audi: Un joven que invade un carril para bicicletas es grabado e increpado
por un ciclista quien al pedir auxilio a policías se ve agredido verbalmente por aquel.
Después de una acalorada discusión con los policías quienes intentan llevárselo a
los separos, el joven conductor se da a la fuga arrancando su auto y llevándose de
por medio una bicicleta.
Para estudiar las interacciones sociales, cognitivas, afectivas y discursivas que se
presentan en los casos antes mencionados, he considerado como base para la
recolección de datos los principios de la etnografía, pero trasladados al así llamado
ciberespacio. A este método de investigación ha venido designándosele por los
metodólogos como etnografía virtual. Así, en un contexto actual en el que el
desarrollo de la tecnología ha posibilitado otras formas de comunicación que han
desbordado la presencialidad y lo geográfico, así como ante la consecuente
emergencia de universos virtuales donde las relaciones humanas se han
enriquecido y diversificado, y que Scolari (2008) ha denominado hipermediaciones,
es decir, “el que los procesos de intercambio, producción y consumo simbólico se
desarrollan en un entorno caracterizado por una gran cantidad de sujetos, medios y
lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí”, se vuelve
menester que el estudio etnográfico se adapte al análisis de estas prácticas sociales
que se dan con la aparición de Internet (Ruiz, 2015).
1. Introducción
En el estado actual sobre el estudio de los media, muchos teóricos coinciden en que
estos han impactado profundamente en la forma en que los seres humanos
interactúan unos con otros y consigo mismos (Castells, 2009; Rushkoff, 1996;
Shaviro, 2003; Thompson, 1998; Ugarte, 2005). Desde el análisis de la lengua,
pasando por la escritura, la imprenta, el telégrafo, la radio, la televisión hasta
desembocar en la era digital, estos teóricos concluyen que los medios por los cuales
nos comunicamos han impactado de manera crucial en muchos ámbitos de la vida
humana. Así pues, como una cuestión fundamental para entender el desarrollo de
la modernidad, John B. Thompson se pregunta cómo deberíamos entender la
naturaleza e impacto de los medios de comunicación en nuestra vida cotidiana y
cómo estos mismos alteran el carácter de la vida política y social (Thompson, 2003).
En esa directriz, Manuel Castells señala que hubo un hito con la llegada y
consecuente difusión de internet. La llamada Network permitió la combinación de lo
que él diferenció como los modos de comunicación posibles: interpersonal,
comunicación de masas y autocomunicación de masas:
Un nuevo espacio que daba cabida a las interacciones humanas se estaba creando,
o quizá mejor dicho, un “nuevo mundo” se descubría (Rushkoff, 1996, p. 4). Poco a
poco este ciberespacio comenzó a poblarse, a crecer y tornarse más complejo
debido a su propia lógica. En un abrir y cerrar de ojos, el etéreo lugar pasó a
consolidarse como un ecosistema y esfera pública alternativa en la cual se “reunían”
las personas para relacionarse los unos con los otros. Así, comenzaba a constituirse
una gran sociedad red global (Castells, 2009) que no estaba limitada por obstáculos
espacio-temporales: la era de la Web 2.0, la blogosfera y los social media se
consolidaba. Pero, y aquí parafraseando un tanto a Thompson, vivir en un mundo
mediático conlleva nuevos problemas que pesan considerablemente sobre nuestros
hombros.
Las teorías del conflicto ponen el acento en las divisiones, tensiones y luchas, ya
que éstas consideran que la omnipresencia de las desavenencias entre individuos
forma parte del entramado básico de la vida social. En ese sentido, podemos
considerar que aquellas propuestas teóricas centradas en el análisis de los media
a partir de conceptos como escándalo, conflicto y violencia entran bajo el enfoque
de las denominadas teorías del conflicto.
Por otro lado, líneas de investigación más recientes abordan diversas problemáticas
en las que se manifiesta el conflicto y la violencia en las interacciones online.
Trabajos sobre el bullying, sobre el spech hate y sobre la violencia de género
predominan hoy en día en el estudio de los denominados social media (Tagg,
Seargeant & Brown, 2017; Esteban y Vázquez, 2013; Chetty & Alathur, 2018;
Donos, 2014; H. Vera, 2013; Trejo, 2013; Forest & Wood, 2012). Así, cuestiones
acerca de cuál es la conducta moral y jurídica apropiada que se deberían adoptar
en el uso de las plataformas virtuales son cruciales en el debate actual en torno a
estos fenómenos de expresión de odio en la red y sus consecuencias en la vida
real.
Partiendo del estado actual sobre el estudio del fenómeno comunicativo en los
media a partir de la perspectiva de las teorías del conflicto y bosquejado a grosso
modo en los apartados anteriores, a continuación se propondrá una línea de
investigación basada en la teoría del deseo mimético expuesta sistemáticamente en
parte de la obra del filósofo francés René Girard (Girard, 1983, 1984, 1985, 1986,
1995, 2008).
A pesar del basto trabajo teórico del filósofo francés en torno al estudio de los
mecanismos antropológicos y culturales que desatan y mantienen la violencia
humana, el enfoque de Girard es poco conocido dentro de las teorías acerca del
conflicto en las interacciones humanas (Cannata, 2015, p. 205). Aunque la teoría
del deseo mimético ha sido, además, reconocida por pensadores tan importantes
como Michel Serres, Gianni Vatimmo, Slavoj Žižek, entre otros, como uno de los
intentos teóricos más completos por explicar la cultura y el comportamiento humano;
aun así, algunos comentaristas y estudiosos de la obra de Girard señalan que sus
aportaciones teóricas en torno a la mimesis han sido poco desarrolladas en el
campo de la investigación empírica (Garrels, 2006).
Finalmente, para completar a grandes rasgos este esbozo del estado del arte, hago
referencia al importante congreso anual que se celebra en diversas y prestigiosas
instituciones de diferentes países: The Colloquium on Violence and Religion. Este
congreso es organizado por una asociación internacional de investigadores de la
teoría mimética de René Girard, los cuales se reúnen cada año para explorar,
analizar críticamente y desarrollar esta teoría desde diferentes enfoques y campos
tanto de la investigación empírica como del campo de las humanidades. Ahí se
presentan una serie de ponencias que tratan sobre muy variados temas de
actualidad basándose en la teoría del deseo mimético del historiador y filósofo
francés. Asimismo, como resultado de este congreso, se publica anualmente un
journal que recopila las investigaciones y ensayos más importantes sobre estos
temas y teorías: Contagion: Journal of Violence, Mimesis, and Culture. Con esto
busco señalar que la discusión sobre la cuestión entorno a la mimesis es actual y
cada año se está enriqueciendo el debate y la investigación desde este marco
teórico.
Como síntesis de todo lo anterior, en este proyecto se busca investigar de manera
empírica el comportamiento mimético en las interacciones online. Para ello parto de
los supuestos de las teorías del conflicto, ya que considero que éste es un aspecto
central en las relaciones humanas. La perspectiva teórica de René Girard ofrece la
capacidad explicativa para abordar fenómenos como el de la reciprocidad violenta
y conflictiva en los disensos que surgen a diario en los individuos que se relacionan
a través de los social media. Asimismo, el mecanismo de inmolación de un chivo
expiatorio que se deriva de los supuestos de la teoría mimética nos arroja luz para
comprender los casos de violencia colectiva traducida en la humillación pública en
la que sujetos y figuras públicas se han visto envueltos en los últimos años a través
de los social media (Ronson, 2015). A su vez, en la era de la sociedad red, en la
cual los individuos pugnan por su visibilidad, considero relevante desarrollar
propuestas encaminadas a mostrar cómo gestionar la exposición pública disruptiva
y repentina para que tanto las personas como las organizaciones puedan
“comprender la lógica del escenario público y desarrollar una performance
adecuada en la gestión de su exposición” (Cannata, 2015).
Por otro lado, es de vital importancia para este proyecto comprender la lógica
funcional de la llamada Network. Es por ello que una parte de esta investigación
estaría abocada a comprender el fenómeno de la viralidad en el contexto de la
sociedad y cultura red. Para ello busco proponer un estudio de la transmisión viral
de contenidos a partir del concepto de mimesis. Parto del supuesto que más allá de
la metáfora tan manoseada, el virus y su mecanismo de repetición pueden ser
indicios de la naturaleza mimética bajo la cual funcionan la interacción y
comunicación humana en el ámbito de los media. En ese sentido, aspectos como el
odio y las agresiones verbales expresadas por medio de la palabra escrita en las
plataformas virtuales no serían otra cosa que los síntomas de ese virus que continúa
contagiándonos cuando nos comunicamos, porque como Burroughs señala:
…el discurso codificado ya tiene muchas de las características del virus. Cuando el
discurso empieza y se decodifica, esto ocurre compulsivamente y contra la voluntad
del sujeto. Un virus debe recordarte su presencia. Ya sea una charla sobre el herpes
o los espasmos torturantes de la rabia, el virus te recuerda su indeseada presencia.
«AQUÍ ESTOY YO». Así lo hacen la palabra y la imagen codificadas. Las unidades
están decodificando compulsivamente, presentando ciertas palabras e imágenes al
sujeto y esta repetitiva presentación está irritando ciertas áreas corporales y
neuronales. Las células irritadas pueden producir después de un período de tiempo
las unidades biológicas virales. Ahora tenemos un nuevo virus que puede ser
comunicado, e incluso el sujeto puede estar desesperado por comunicar esta cosa
que está explotando dentro de él. La carga le pesa. ¿Puede esta carga ser buena y
bella? ¿Es posible crear un virus que comunique razonamientos calmos y dulces?
Un virus debe parasitar a un huésped para sobrevivir. Utiliza el material celular del
huésped para hacer copias de sí mismo. En la mayoría de los casos esto es dañino
para el huésped. El virus consigue entrar a través del fraude y se mantiene a través
de la fuerza. Un invitado no deseado que te enferma de sólo verlo nunca es bueno
o bello. Es más bien un invitado que siempre se repite por sí mismo palabra por
palabra, toma por toma. (Burroughs, 1970, p. 39)
Bibliografía