Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En un bosque cerca de la ciudad vivían dos vagabundos. Uno era ciego y otro cojo;
durante el día entero en la ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el bosque ardió. El ciego
podía escapar, pero no podía ver hacia donde correr, no podía ver hacia donde
todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que aún existía la
posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo – el fuego era demasiado
rápido, salvaje- , así pues, lo único que podía ver con seguridad era que se acercaba
el momento de la muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro. El cojo tuvo una
repentina claridad: “el otro hombre, el ciego, puede correr, y yo puedo ver”.
Olvidaron toda su competitividad.
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena
semilla, buen abono y riego. También es obvio que quien cultiva la tierra no se
detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas:
¡Crece, maldita sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo
transforma en no apto para impacientes:
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada
con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador
inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta
de bambú crece
¡más de 30metros!
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba
generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento
que iba a tener después de siete años.
211
La rana sobre el ánimo
Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió.
Ella se desplomó y murió. La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era
posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que
dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso
seguir luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que
finalmente logró salir del hoyo. Cuando salió las otras ranas le dijeron: “nos da
gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritamos”.
La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando
a esforzarse más y salir del hoyo.
277
El ratón guía
– ¡Oh, amigo mío! ¿Por qué te detienes?- ¡Camina, tú que eres mi guía!
Si el agua te llega a las corvas, debe cubrir mi cabeza en varios cientos de metros.
– ¡Me arrepiento! dijo el ratón- ¡en nombre de Dios, ayúdame tú a atravesar este
arroyo!
170
El miedo del león
– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – Pensó y aterrorizado, huyó sin llegar a
beber.
La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. Al mañana
siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día
anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico,
retrocedió sin beber.
Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días
comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó
finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó
con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber … y
su rival, el temido león ¡desapareció!
216
Las Piedras y el Frasco
Cuando el jarro estaba lleno hasta el tope y no podía colocar más piedras
preguntó al auditorio: ¿Está lleno este jarro? Todos los asistentes dijeron ¡Sí!
Cuando hubo hecho esto preguntó una vez más: ¿Está lleno este jarro?
Esta vez el auditorio ya suponía lo que vendría y uno de los asistentes dijo
en voz alta: “Probablemente no”.
Una vez más el expositor dijo: ¡Muy bien! luego sacó una jarra llena de agua
y echó agua al jarro con piedras hasta que estuvo lleno hasta el borde
mismo. Cuando terminó, miro al auditorio y preguntó: ¿Cual creen que es la
enseñanza de esta pequeña demostración?
353
El Paquete de Galletas
Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos
y sonriendo, se la llevó a la boca. Ya enojada, ella cogió otra galleta y, con
ostensibles señales de fastidio, se la comió mirándolo fijamente.
346
Pedro y el hilo mágico
Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y
sus maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cuál?
Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de
tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su
espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la
mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del
agujero colgaba un largo hilo de oro.
Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había
vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años
atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias
vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no
había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida
a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se
trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había
regalado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella.
Pedro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio
esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder
disfrutarla. Claro que habría habido momentos tristes y momentos
estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de
los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la
vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último
deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego
respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho
esto se quedó otra vez dormido.
Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quién podrá ser
ahora?, se preguntó. Cuál no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie
a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió
que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su
niñez.
Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la
vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas
alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no
sacrificar el presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora.
La Puerta Negra
Érase una vez en un país muy lejano un rey que era muy polémico por sus
acciones.
Tomaba a los prisioneros de guerra y los llevaba hacia una enorme sala. Los
prisioneros eran colocados en grandes hileras en el centro de la sala y el rey
gritaba diciéndoles:
-Les voy a dar una oportunidad, miren el rincón del lado derecho de la sala.
Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y
flechas, listos para cualquier acción.
Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y
grotesca puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como
decoración y el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver. En verdad,
algo verdaderamente horrible solo de imaginar, mucho más para ver.
- Ahora escojan, ¿qué es lo que ustedes quieren? ¿Morir clavados por flechas
o abrir rápidamente aquella puerta negra mientras los dejo encerrados allí?
Ahora decidan, tienen libre albedrío, escojan.
Millares optaron por lo que estaban viendo que hacían los demás: elegir la
muerte por las flechas.
Un día, la guerra terminó. Pasado el tiempo, uno de los soldados del "pelotón
de flechas" estaba barriendo la enorme sala cuando apareció el rey. El
soldado con toda reverencia y un poco temeroso, preguntó: - "Sabes, gran
rey, yo siempre tuve una curiosidad, no se enfade con mi pregunta, pero,
¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta negra?"
El soldado notó que la puerta negra daba hacia un campo que apuntaba a
un gran camino. Fue ahí que el soldado se dio cuenta de que la puerta negra
llevaba hacia la libertad.
433
La casa imperfecta
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la
compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo:
construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se
veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba
materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus
ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final
a su carrera.
204
El Coleccionista de Insultos
Cierto día un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos pasó por la
casa del viejo. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba
que el adversario hiciera su primer movimiento, y, gracias a su inteligencia
privilegiada para captar los errores, contraatacaba con velocidad fulminante.
Durante varias horas hizo todo lo posible para sacarlo de sus casillas, pero
el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, ya exhausto y humillado,
el joven guerrero se retiró de la plaza.
310
El Papel Arrugado
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el
papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.
—El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu
ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
172
El Problema: (o la parálisis del análisis)
El gran maestro reunió a todos sus discípulos, para escoger a quien tendría
ese honor. "Voy a presentarles un problema dijo-. Aquel que lo resuelva
primero será el nuevo guardián del templo".
"Usted es el nuevo guardián -le dijo el gran maestro, y explicó-: Yo fui muy
claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan
bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos.
247
EL MAESTRO Y EL ALACRÁN
135
UN CAMINO EMBARRADO
Tanzan y Ekido iban un día por un camino embarrado. Caía una fuerte
lluvia. Al llegar a un recondo, se encontraron a una joven encantadora con
kimono y faja de seda, que no podía atravesar el cruce.
“Vamos, muchacha”, dijo Tanzan enseguida, y alzándola en brazos la pasó.
Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron a alojarse en el
templo. Al no poder contenerse más le dijo: “Nosotros los monjes, no
debemos acercarnos a las mujeres”; “especialmente a las jóvenes y bonitas.
Es peligroso. ¿Por qué hizo usted eso?”.
Yo dejé a la chica allá atrás”, dijo Tanzan. “¿Usted todavía la esta cargando?
HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE
Ezra era un joven que vivía anticipándose a las pérdidas. Se había pasado la
mitad de su infancia deseando que ese período no terminara, y el resto de su
vida, añorando esos instantes de belleza y libertad. Su hermano Amos era
absolutamente diferente, lo único que le importaba era el presente y vivía
cada instante como si fuera el último.
Entre Amos y Ezra había una extrema conexión; tal es así que cuando eran
pequeños solían incluso enfermar juntos. El primero en indisponerse
siempre era Ezra y a los pocos días su hermano aparecía a con los exactos
síntomas y era diagnosticado y tratado de la misma manera que él. Amos
culpaba a Ezra por enfermarse y pasarle su mal; sin embargo, no había días
que disfrutara más que aquéllos que transcurría encerrado junto a su
hermano.
Amos no estaba tan equivocado; Ezra enfermó gravemente a los treinta años
y debió someterse a dos largos años de tratamiento y sufrimiento, en la más
absoluta soledad. Al regresar a su casa, el mismo día en el que le habían
dado el alta, encontró un mensaje en el contestador de su teléfono: su
hermano, Amos acababa de fallecer de la misma enfermedad que él había
vencido.
343
LAS CABRAS TESTARUDAS
En eso pasó una zorra que, viendo semejante drama, se atrevió a preguntar:
– Lloro porque el pastor se puso a llorar porque sus cabras no le hacen caso
y si no regresa pronto su padre le va a castigar.
El zorro se acercó a las cabras con cara de malas pulgas y respiró una gran
bocanada de aire; un segundo después salieron de su boca unos cuantos
aullidos de esos que ponen los pelos de punta al más valiente.
A pesar de que resonaron en todo el valle ¿sabes qué sucedió?… Pues que
las cabras ni se giraron para ver de dónde venían los escalofriantes sonidos.
El zorro, con la moral por los suelos, se unió a la pareja con los ojos llenos
de lágrimas.
– Lloro porque el conejo llora porque el pastor se puso a llorar porque sus
cabras no le hacen caso y si no regresa pronto su padre le va a castigar.
El lobo pegó un brinco y sacó los colmillos para asustar a las cabras, pero
fracasó. Los blancos y apacibles animales no se movieron ni medio metro de
donde estaban. Pensando que con la vejez había perdido toda su capacidad
de atemorizar, se hizo un hueco en la piedra y también empezó a lloriquear
como un bebé.
Una abejita que volaba cerca se quedó muy sorprendida al ver el curioso
grupo de animales llorando a lágrima viva. Intrigadísima, se acercó
zumbando y, sin posarse, preguntó al lobo:
– Lloro porque el zorro llora porque vio llorar al conejo que llora porque el
pastor se puso a llorar porque sus cabras no le hacen caso y si no regresa
pronto su padre le va a castigar.
Sin perder tiempo se fue hacia el rebaño y comenzó a zumbar sobre él. Las
cabras, que tenían un oído muy fino, se sintieron muy molestas y dejaron de
comer para taparse las orejas.
Entonces, la abeja llevó a cabo la segunda parte del plan: sacó su afilado y
brillante aguijón trasero y se lo clavó en el culo a la cabra más anciana, que
era la líder del grupo. Al sentir el picotazo la vieja cabra salió corriendo hacia
la granja como alma que lleva el diablo, y todas las demás la siguieron
atropelladamente.
– Perdona, amiga, por habernos reído de ti ¡Nos has dado una buena lección!
¡Gracias por tu ayuda y hasta siempre!
La abejita sonrió, les guiñó un ojo, y se fue zumbando por donde había
venido.
Y así es cómo termina esta pequeña historia que nos enseña que lo
importante no es ser grande o fuerte, sino tener confianza en uno mismo
para afrontar los problemas y las situaciones difíciles ¡Si te lo propones, casi
todo se puede conseguir!
862
LA MAESTRA Y SUS ALUMNOS
Muy bien, ¿y tú?, ¿no has encontrado nada que puedas amar?
La criatura, tímidamente, respondió:
345