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Preliminares Quinet PDF
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En su texto "El inicio del tratamiento". Freud declara tener la costumbre de practicar lo que llama de
tratamiento de ensayo: tratamiento psicoanalítico de una o dos semanas antes del comienzo del análisis
propiamente dicho. Esto serviría, según él, para evitar la interrupción de análisis luego de un cierto tiempo.
Freud no especifica, no obstante, por qué ese tratamiento se interrumpiría. Veremos más adelante que su
continuación está absolutamente relacionada con la cuestión de la transferencia.
En ese mismo texto, Freud anuncia que la primera meta del análisis es la de relacionar el paciente a su
tratamiento y a la persona del analista, siendo más explícito en relación a por lo menos tina función de ese
tratamiento de ensayó: la del establecimiento del diagnóstico y en particular la del diagnóstico diferencial
entre neurosis y psicosis.
La expresión entrevistas preliminares corresponde en Lacan al tratamiento de ensayo en Freud. Esta
expresión indica que existe un umbral, una puerta de entrada al análisis totalmente distinta a la puerta de
entrada del consultorio del analista. Se trata de un tiempo de trabajo previo al análisis propiamente dicho,
cuya entrada es concebida no como continuidad, sino -como el propio nombre tratamiento de ensayo parece
sugerir- como una discontinuidad, un corte en relación a lo que era anterior y preliminar. Este corte
corresponde a atravesar el umbral de los preliminares para entrar en el discurso analítico. Este preámbulo a
todo psicoanálisis es erigido por Lacan en posición de condición absoluta: "no hay entrada en análisis sin las
entrevistas preliminares". (1)
En la práctica comprendemos, sin embargo, que no siempre es posible demarcar nítidamente este
umbral de análisis. Esto ocurre porque tanto en las entrevistas preliminares como en el propio análisis lo que
está en juego es la asociación libre.
"Este ensayo preliminar", dice Freud, es propiamente el inicio de un análisis y debe adecuarse a sus
reglas. Se puede quizás hacer la distinción de que durante esta fase se deja al paciente hablar casi todo el
tiempo y no se explica nada más que lo absolutamente necesario para hacerlo proseguir en lo que está
diciendo. Tenemos, por lo tanto, la indicación de que, en ese momento, la tarea del analista es apenas la de
relanzar el discurso del analizante. Freud, entretanto, dirá que
"hay razones diagnósticas para hacer ese tratamiento de ensayo". Este es el momento en que, por
principio, la cuestión diagnóstica está en juego.
Las entrevistas preliminares tienen la misma estructura de análisis, pero son distintas de éste. Luego,
finalmente, la situación es colocada a nivel de una paradoja que puede ser escrita así:
EP=A EP ≠ A
y que se lee: entrevistas preliminares son iguales al análisis, implicando que entrevistas preliminares
son diferentes del análisis. De esto se concluye que:
1 - La asociación libre mantiene la identificación de las entrevistas preliminares con el análisis (EP=A).
1
Tomado de Quinet. A., Las cuatro condiciones del análisis, Editorial Atuel, Buenos Aires, 1991, p. 17-48.
2 - Ese tiempo de diagnóstico hace que se distinga entrevistas preliminares de análisis (EP≠A).
El analista está sometido a esta paradoja, a partir de la cual decidirá si aceptará o no aquella
demanda de análisis. Desde el punto de vista del analista, las entrevistas preliminares pueden ser divididas
en dos tiempos: un tiempo de comprender y un momento de concluir, (2) en el cual él toma su decisión. El
acto psicoanalítico se sitúa en el momento de concluir, asumido por el analista, de transformar el
tratamiento de ensayo en análisis propiamente dicho.
En El diván ético (cap. II) veremos cómo el corte que implica ese pasaje es un acto que puede ser
significado al sujeto por la indicación del analista de que el analizante se acueste. Ese corte es la señal dada
por el analista al candidato a análisis, de que lo acepta en análisis. Indicación importante, pues el hecho de
recibir a alguien en su consultorio no significa que el analista lo haya aceptado en análisis. El sujeto sabe que
es candidato a analizante y se encuentra con la expectativa de que el analista que eligió confirme que también
lo eligió a él: para que el análisis se desencadene es necesario, además de la elección del candidato, la elección
por parte del analista. En la constitución de esta doble elección, el sujeto será impelido a elaborar su demanda
de análisis, lo que es verificado, como veremos en la práctica, como un factor de histerización ($ S1) en la
producción del síntoma analítico.
Podemos dividir en tres las funciones de las entrevistas preliminares, cuya distribución es lógica antes
que cronológica:
1 - La función sintomal (sinto-mal).
2 - La función diagnóstica.
3 - La función transferencial.
s(A) (A)
______________________________________________
Para dar otro ejemplo, cito un caso descrito en un artículo de Marie-Hélène Brousse, titulado "El Destino
del Síntoma", donde vemos esos tiempos bien destacados. (5) Se trata de una mujer en cuya vida emergió un
goce, bajo forma de angustia, cuando fumó hachís por primera vez. Este goce estaba acompañado de una
sensación de muerte inminente, de caída y un grito: "Voy a morir, ¿ustedes no ven que voy a morir?". A partir
de entonces, esta mujer presentó un síntoma: ella iría a repetir esa caída con un nombre encontrado en el
saber médico: "espasmofilia". Se presentó al analista con ese síntoma ya establecido. A partir de ese
encuentro, el síntoma sería elevado al estatuto de enigma para luego desaparecer y volverse otro tipo de
síntoma, la depresión.
La constitución del síntoma analítico es correlativo al establecimiento de la transferencia que hace
emerger el sujeto supuesto saber, pivote de la transferencia. El momento en que el síntoma es transformado
en enigma es de histerización, ya que el síntoma representa ahí la división del sujeto ($). En tanto el síntoma
es parte de la vida del sujeto vida con la cual se acostumbró antes del encuentro con el analista- puede ser
considerado como un signo (o señal): aquello que representa alguna cosa para alguien. Cuando ese síntoma es
transformado en pregunta, aparece como la propia expresión de la división del sujeto. En el momento que el
síntoma encuentra la dirección correcta, el analista se torna síntoma propiamente analítico. Eso es lo que
Lacan quiere decir con la formulación "el analista completa el síntoma" -que corresponde al discurso de la
histérica-.
$ S1
a S2
impotencia
Con ese síntoma, el sujeto se dirige al analista con una pregunta -¿Qué quiere decir esto? ¿Qué
significa eso? Esta posición incluye un saber, pues supone que el analista detenta la verdad de su síntoma bajo
la forma de una producción: el sujeto histérico arrincona al amo (S1) para que produzca un saber (S2). Saber
sobre el goce que está en causa y que viene a mostrar la verdad escamoteada del síntoma. Maniobra
predestinada al fracaso debido a la impotencia del saber en dar cuenta de la verdad del goce (a),
constituvendo, entretanto, un lazo social por la propia definición de discurso para Lacan.
El enigma ($) es dirigido al analista (S 1), que es el supuesto detentor del saber: de esta forma el
analista es incluido en ese síntoma, completándolo. En las entrevistas preliminares se trata, por lo tanto,
de provocar la histerización del. sujeto, dado que el histérico es el nombre del sujeto dividido, o sea, el
propio inconsciente en ejercicio.(6)
2 - LA FUNCION DIAGNOSTICA
La cuestión del diagnóstico diferencial sólo se coloca en psicoanálisis como función de la dirección
de análisis: diagnóstico y análisis (en sentido de proceso analítico) se encuentran en una relación lógica,
llamada de implicación: D A (si D entonces A). El diagnóstico sólo tiene sentido si sirve de orientación
para la conducción del análisis. Por lo tanto, el diagnóstico sólo puede ser buscado en el registro simbólico
donde son articuladas las preguntas fundamentales del sujeto (sobre el sexo, la muerte, la procreación, la
paternidad) en ocasión de la travesía del complejo de Edipo: la inscripción del Nombre del Padre en el
Otro del lenguaje tiene como efecto la producción de la significación fálica, permitiendo al sujeto
inscribirse en la división de los sexos.
A partir de lo simbólico puede hacerse el diagnóstico diferencial estructural por medio de los tres
modos de negación de Edipo -negación de la castración del Otro- correspondientes a las tres estructuras
clínicas. Un tipo de negación niega el elemento, pero lo conserva, manifestándose de dos maneras: en la
represión (Verdrängung) del neurótico que niega conservando el elemento en el inconsciente y en la
desmentida (Verleugnung) del perverso que lo niega conservándolo en el fetiche. La forclusión
(Verwerfung) del psicótico es un modo de negación que no deja trazo o vestigio alguno: ella no conserva,
arrasa. Los dos modos de negación que conservan implican la admisión del Edipo en lo simbólico, lo que
no sucede en la forclusión.
Cada modo de negación es concomitante a un tipo de retorno de lo que es negado. En la represión,
lo que es negado en lo simbólico retorna en lo simbólico bajo la forma de síntoma: el síntoma neurótico.
En la desmentida, lo que es negado es concomitantemente afirmado v retorna en lo simbólico bajo la
forma del fetiche del perverso. En la psicosis, lo que es negado en lo simbólico retorna en lo real. como
automatismo mental, cuya expresión más evidente es la alucinación. Como el retorno se da en lo real, es
decir, fuera de lo simbólico, se emplea el neologismo "forclusión" como versión del término francés
forclusión, utilizado en el ámbito jurídico para referirse a un proceso prescripto, o sea, aquel del que ya no
se puede más hablar porque legalmente no existe más. El término forclusión como forma de negación
indica por sí mismo ese lugar de retorno, la "inclusión" fuera de lo simbólico.
3 - LA FUNCION TRANSFERENCIAL
"En el comienzo del psicoanálisis está la transferencia", nos dice Lacan, y su pivote es el sujeto
supuesto saber.(23) El surgimiento del sujeto bajo transferencia es lo que da la señal de entrada en análisis y
ese sujeto es vinculado al saber. Es lo que comprendemos en la propia formulación de la regla de asociación
libre por Frau Emmy von N., cuando pide que Freud se calle: para ella hay un saber presente en sus propios
dichos.
La resolución de buscar un analista está vinculada a la hipótesis de que hay un saber en juego en el
síntoma o en aquello de lo que la persona quiere desprenderse. Es lo que Jacques-Alain Miller llama de pre-
interpretación hecha por el sujeto de su síntoma. (24)
El establecimiento de la transferencia es necesario para que un análisis se inicie: es lo que
denominamos la función transferencial de las entrevistas preliminares. Pero la transferencia no es
condicionada ó motivada por el analista. "Ella esta ahí, dice Lacan en la 'Proposición', por gracia del analizante.
No tenemos que darnos cuenta de lo que la condiciona. Aquí esta ella desde el inicio." La transferencia no es,
por lo tanto, una función del analista, sino del analizante. La función del analista es saber utilizarla.
La primera formulación de esa cuestión puede ser encontrada en el artículo de Lacan "Función y
campo de la palabra y del lenguaje", cuando habla de transferencia de saber. Se trata de una ilusión en la cual
el sujeto cree que su verdad se encuentra ya en el analista y que éste la conoce de antemano. Este "error
subjetivo" es inmanente a la entrada en análisis. La subjetividad en cuestión es correlativa a los efectos
constituyentes de la transferencia, que son distintos a los efectos ya constituidos antes de ese momento.
Esa subjetividad correlativa al saber como efecto constituyente de la transferencia es lo que Lacan
formulará como sujeto supuesto saber. "Cada vez, dice él en el Seminario XI, que para el sujeto esa función
del sujeto supuesto saber está encarnada por quien quiera que sea, analista o no, eso significa que la
transferencia va está establecida."
Si el analista presta su persona para encarnar ese sujeto supuesto saber, no debe identificarse con
esa posición de saber puesto que es un error, una equivocación. La posición del analista no es la de saber, ni
tampoco la de comprender al paciente, pues si hay , algo que debe saber es que la comunicación está basada
en el malentendido. Su posición, mucho más que la posición de saber, es una posición de ignorancia, no la
simple ignorancia ignara, sino la docta ignorancia Este es un término de Nicolau di Cusa (siglo XV) que es
definido como "un saber más elevado y que consiste en conocer sus límites". La docta ignorancia no sólo es
una invitación a la prudencia, sino también a la humildad., una invitación a precaverse contra lo que sería la
posición de un saber absoluto: contra la posición del analista de aceptar esa imputación de saber que el
analizante le hace. El saber está presupuesto a la función del analista.
El sujeto supuesto saber es definido por Lacan, en el inicio de su enseñanza, como "aquel que está
constituido por el analizarte en la figura de su analista", más tarde lo hará equivaler a Dios Padre (25)
Identificarse con esta posición es transformar el análisis en una práctica basada en una teoría (o una
teología) que no incluye la falta.
La disyunción de la función del sujeto supuesto saber - de la persona del analista va a aparecer de
forma patente en la formalización de Lacan de la entrada en análisis, formalización que está hecha con
el algoritmo de la transferencia. 26
S ---> Sq
s (S1, S2 , ... Sn)
Algoritmo, según la definición del Diccionario das matemáticas de A. Bouvier y M. George, es una
"referencia de reglas a ser aplicadas en un orden determinado a un número finito de datos, para llegar
con certeza a cierto resultado, independientemente de los datos. Un algoritmo no resuelve sólo un
problema, sino toda una clase de problemas, diferenciados por los datos y gobernados por las mismas
prescripciones". Algoritmo es, por lo tanto, una fórmula cualquiera.
El algoritmo de la transferencia es el materna de la entrada en. análisis; es la formalización que
está en resonancia con lo que Freud postula en la apertura del texto "El inicio del tratamiento", cuando
hace la famosa comparación del psicoanálisis con el juego de ajedrez: "Todo aquel que espera aprender
el noble juego de ajedrez en los libros, pronto descubrirá que solamente las aperturas y los finales de
los juegos admiten una presentación sistemática exhaustiva y que la infinita variedad de jugadas que se
desenvuelve después de la apertura desafía cualquier descripción de este tipo". Freud dirá entonces
que formulará algunas reglas para el inicio del tratamiento. Ese algoritmo de la transferencia es lo que
responde, en un esfuerzo de formalización, independiente (le las particularidades de cada uno, a la
propia estructura de la entrada en análisis.
La "S" del numerador de esa fracción es el llamado significante de la transferencia: un significante
del analizante se dirige a un significante cualquiera (Sq), que viene a representar al analista. Este
significante fabricado por el analizante será con el que elije a aquel analista: puede ser el nombre propio
o algún trazo particular. Esa elección del analista es formalizada por Latan como una articulación de dos
significantes que corresponden al establecimiento de la transferencia. El efecto de esa transferencia
significante es un sujeto, representado en la fórmula por s (significado), que est á correlacionado a los
significantes del saber inconsciente estos significantes S 1, S2... Sn, dispuestos en una cadena, que
representan un conjunto de significantes del saber inconsciente). La articulación del significante de la
transferencia con el significante cualquiera del analista "elegido" por el analizante tiene como efecto la
producción del sujeto: aquello que un significante representa para otro significante . Ese sujeto no
es real, es producido como significado (s) articulado a través de una suposición de saber inconsciente. Se
trata (le la institución del sujeto de la libre asociación inaugurada por la articulación significante ( S Sq)
que es el propio sujeto del inconsciente representado en la fórmula de la fantasía ($ <> a). Es este sujeto
que será destituido al término de la relación transferencial: "la destitución subjetiva, dice Lacan, en la
'Proposición' está inscripta en el ticket de entrada". Ese sujeto supuesto saber, aquí representado por el
denominador, no es necesariamente impuesto el analista por el analizante. Lo que importa es la relación
que fue establecida por el analizante entre el analista y el sujeto supuesto saber.
"El sujeto supuesto saber, fundando los fenómenos de transferencia, no trae ninguna certeza al
analizante de que el analista sepa mucho ¡lejos de eso! El sujeto supuesto saber es perfectamente
compatible con el hecho de que sea concebible para el analizante que el saber del analista es bastante
dudoso." (27)
Evidentemente, en el inicio el analista nada sabe respecto del inconsciente del analizante. Eso está
mostrado claramente en el algoritmo en el cual ese significante cualquiera (Sq), que representa al
analista, no tiene relación con el saber inconsciente. Encontramos aquí formalizada la afirmación de Freud
de que todo paciente nuevo implica la constitución del propio psicoanálisis: el saber que se tiene sobre
otros casos no vale nada, no puede ser transpuesto para aquel caso. Cada caso es, por lo tanto, un nuevo
caso y como tal, debe ser abordado.
El algoritmo de la transferencia está construido a partir de otro algoritmo que se encuentra en su
base: el algoritmo saussuriano S/s, que implica el referente del signo lingüístico, esto es, aquello a lo que
el signo lingüístico se remite: el elemento del mundo que es designado por ese signo.
En el algoritmo de la transferencia, la significación del saber inconsciente corresponde al lugar del
referente en el signo saussuriano, sólo que aquí esa significación del saber es latente, sin dejar, sin
embargo, de ser referencial. Lacan articula ese saber del sujeto en su particularidad con el saber textual,
dado que el "psicoanálisis debe su consistencia a los textos de Freud". A través del algoritmo (le la
transferencia, Lacan vincula el psicoanálisis en. intensión al psicoanálisis en. extensión, pues apuesta en
la transmisión del saber particular por vía de su articulación con los textos de Freud.
¿Cuál el efecto del establecimiento de ese sujeto supuesto saber? Es el autor. Con el surgimiento
del amor se da la transformación de la demanda, una demanda transitiva (demanda de algo, como por
ejemplo, librarse de su síntoma) se vuelve demanda intransitiva (demanda de amor, de presencia va que
el amor demanda amor).
El amor es el efecto de la transferencia, pero efecto bajo aspecto cíe resistencia al deseo como
deseo del Otro. Frente al surgimiento del deseo, bajo la forma de pregunta, el analizante responde con
amor; cabe al analista hacer surgir en esa demanda la dimensión del deseo, que es también conectado al
establecimiento del sujeto supuesto saber. Este corresponde, condicionándolo, a un sujeto supuesto
desear. He aquí la articulación con la función sintomal, pues hacer aparecer la dimensión del deseo es
hacerlo surgir como deseo del Otro, llevando el síntoma a la categoría de enigma por la relación implícita
del deseo con el saber.
No basta la demanda de desprenderse de un síntoma; es preciso que éste aparezca al sujeto como
una cifra -por lo tanto, algo a ser decifrado- en la dinámica de la transferencia. por intermedio del sujeto
supuesto saber.
¿Qué quiere ese amor de transferencia? El quiere saber. Ahora, la propia transferencia es definida
por Lacan como el 'amor que se dirige al saber". No obstante, su finalidad, como la de todo amor, no es el
saber, sino el objeto causa del deseo. Ese objeto (el objeto a) es lo que confiere a la transferencia su
aspecto real: de real del sexo. Trátase aquí de la vertiente de la transferencia como la puesta en acto de la
realidad sexual del inconsciente. A la transferencia como repetición en que los significantes de la
demanda son dirigidos al Otro del Amor donde es colocado el analista, viene a contraponerse la
transferencia como un encuentro del orden de lo real del sexo. Es el objeto a que, al venir a obturar la
falta constitutiva del deseo, se vuelve ese objeto maravilloso del cual, para Alcebíades, Sócrates es el
continente: agalma ( a/-)
En el Seminario VIII, Lacan hace del Banquete de Platón el texto central sobre la transferencia,
Sócrates aparece como aquel que nunca pretendió saber nada, más allá de lo que dice respecto a Eros.(28)
Es por estar en el lugar del sujeto supuesto saber sobre el deseo que el discurso de Alcibíades se dirige a él.
La demanda dirigida al analista en posición de sujeto supuesto saber se presenta como demanda de
transferencia de saber. Esto es ilustrado en el inicio del Banquete, cuando Agatón se dirige a Sócrates que
está entrando: "Aquí, Sócrates! Reclínate a mi lado, a fin de que en tu contacto disfrute de la sabia idea que
se te ocurrió en frente de casa. Pues es evidente que la encontraste y que la tienes, pues no habrías
desistido antes." [175d]. A lo que Sócrates, despreciando irónicamente esa suposición de saber y apuntando
al engaño de una supuesta transferencia de saber, replica: "Sería bueno, Agatón, si de tal naturaleza fuese la
sabiduría, que del más lleno escurriese al más vacío, cuando uno al otro nos tocásemos, como el agua de los
vasos que por un hilo de lana se escurre del más lleno al más vacío. Si es también así la sabiduría, mucho
aprecio reclinarme a tu lado, pues creo que de ti seré acumulado por una vasta y bella sabiduría. La mía
sería un tanto ordinaria, dudosa como un sueño, en cuanto la tuya es brillante y muy desarrollada".
El discurso de Alcibíades, cuando éste compara a Sócrates con un sileno, ríos revela que la suposición
de saber es correlativa a la atribución al Otro de la transferencia del objeto precioso que causa el deseo.
Dice Alcibíades: "Afirmo entonces que él es muy semejante a esos silenos colocados en los talleres de los
orfebres, que los artistas representan con un pífano o una flauta, los cuales abiertos por el medio, se ve que
tienen en su interior estatuillas de dioses (agalmata theon)". Los silenos tienen dos acepciones: eran
divinidades del séquito de Dionísio figurados con cola y cascos de buey o de chivo y rostro humano
singularmente feo; eran también pequeños embalajes para ofrecer regalos, cajas de joyas. Más adelante, en
su discurso, Alcibíades vuelve a insistir en esa comparación, destacando lo que se encuentra en el interior
de Sócrates más allá de su (fea) apariencia: "Una vez, sin embargo, que Sócrates está serio y se abre, no sé si
alguien ya vio las estatuas (agalmata) allá adentro; yo por mi parte una vez las vi y tan divinas ellas me
parecieron, con tanto oro, con una belleza tan completa y tan extraordinaria que yo sólo tenía que hacer
inmediatamente lo que me mandase Sócrates." Son esos agalmata que Alcibíades quiere recibir bajo la
forma de saber cuando se encontró a solas con él "como si estuviese a mi alcance [...] oír todo lo que él
sabía" -esperanza sustentada en la equivalencia del sujeto supuesto saber con el sujeto supuesto desear-
'juzgando que él estaba interesado en mi belleza." [217d].
El establecimiento de la transferencia en el registro del saber a través de su suposición, es correlativo
a la delegación de un bien precioso que causa el deseo, causando, por lo tanto, la propia transferencia.
Para Lacan, hay una identidad entre el algoritmo de la transferencia (donde sólo aparecen
significantes) y lo que es connotado como agalma, en el Banquete de Platón. Si en la transferencia hay
presentificación de la realidad del inconsciente en cuanto sexual, es por causa de ese objeto maravilloso:
agalma.
El discurso de amor que Alcibíades dirige a Sócrates como aquel que contiene el objeto precioso de
su deseo, tiene como respuesta la salida de Sócrates de esa posición de deseable -Sócrates va a señalar,
para Alcibíades, que es Agatón el objeto de su deseo. Sócrates sabe que no tiene ese objeto p recioso y que
detenta su significación. Rechaza, sin embargo ese simulacro, diciéndose indigno del deseo de Alcibíades. En
relación a Sócrates, el analista debe asumir una posición diferente -el analista debe consagrarse al agalma-
la esencia del deseo. El analista debe estar dispuesto a pagar el precio de verse reducido, él y su nombre,
a un significante cualquiera, en nombre de ese agalma, en el cual Lacan reconoció el objeto a. como un
"plus-gozar en libertad y de consumo más corto". 29
El surgimiento de ese sujeto supuesto saber es correlativo al objeto a, del cual el analista, a
diferencia de Sócrates, debe "hacer semblante", provocando así la torsión de los términos de lo que era el
discurso histérico y haciendo que el candidato al análisis entre en el discurso analítico propiamente dicho.
El corte promovido por la entrada en análisis se da cuando hay un giro de los elementos y el sujeto pasa a
prodecir los significantes-amos (S1) de su sometimiento al Otro.
$ Si a -> _$
a S2 S2 S1
LA RECTIFICACION SUBJETIVA
En el tiempo preliminar al análisis propiamente dicho podemos incluir un tipo de interpretación del
analista, designado por Lacan como rectificación subjetiva. Al criticar los autores que tienen como meta
de análisis la relación con la realidad, o sea, el fin de análisis como adaptación a la realidad, llama la
atención sobre el hecho de que Freud proceda con el Hombre de las Ratas en sentido inverso: "O sea, él
comienza por introducir al paciente a un primer discernimiento (repérage) de su posición en lo real,
aunque éste acarree una precipitación, no dudamos en decir, una sistematización de síntomas." (30)
La rectificación subjetiva que Freud provoca en el Hombre de las Ratas, considerada por Lacan como
interpretación decisiva, se encuentra en la parte F, "La causa precipitadora de la enfermedad", cuando le dice
que el conflicto entre su proyecto de casarse con una joven pobre y el proyecto familiar de casarlo con una joven
rica, como el padre, es resuelto por la enfermedad: "cayendo enfermo evitará la tarea de resolverlo en la vida
real". Freud rectifica así el orden de las cosas modificadas por el sujeto, cuya neurosis impedía la decisión de la
elección entre su amor (liebe) por la dama y la voluntad (wille) del padre, mostrándole que ésta fue la solución
encontrada para no escoger y por lo tanto, no proceder. "En realidad, dice Freud, lo que parece ser la conse-
cuencia es la causa o el motivo de estar enfermo". Esta rectificación introduce la causalidad de la neurosis en la
no elección entre la joven rica y la joven pobre, apuntando a la división del sujeto. El comentario de Freud en esa
rectificación, de que "los resultados de una enfermedad de esa naturaleza nunca son involuntarios", promueve
todavía la responsabilización del sujeto en la elección de la neurosis. En la rectificación subjetiva hay, por lo
tanto, introducción de la dimensión ética -de la ética del psicoanálisis, que es la ética del deseo- como respuesta
a la patología del acto que la neurosis intenta solucionar, escamoteándola.
Otro ejemplo de rectificación subjetiva de Freud, calificado por Lacan como notorio, es "cuando obliga a
Dora a constatar que, de ese gran desorden del mundo de su padre cuyo daño es el objeto de su exclamación,
ella hizo más que participar, que ella se había constituido como la clavija de ese desorden y que éste no podría
haber continuado sin su condescendencia". Más adelante, Lacan continúa: "Subrayé hace mucho tiempo el
procedimiento hegeliano de esa inversión de las posiciones de la bella alma a la realidad que ella acusa. No se
trata de adaptarla a ésta, sino de mostrarle que está justamente adaptada de más, visto que colabora para su
fabricación."
Esa referencia concierne al texto "Intervención sobre la transferencia', de 1951, en el cual Lacan define a
la experiencia analítica a partir de la intersubjetividad -la "relación de sujeto a sujeto"- como experiencia
dialéctica, privilegiando el discurso en la medida en que es constituyente del sujeto gracias a la presencia del
analista, blanco de su direccionamiento.31 A partir de la dialéctica hegeliana, Lacan se dedica en el caso Dora a
destacar las estructuras donde se transmuta la verdad para el sujeto a través de "inversiones dialécticas". La
rectificación subjetiva corresponde a la primera inversión dialéctica operada por Freud. Dora se queja de ser
víctima del asedio del Sr. K. propiciado por la relación amorosa de su padre con la Sra. K., situación que es
presentada por ella como un hecho objetivo de la realidad, que Freud no puede modificar. La rectificación
subjetiva de Freud consiste en preguntar "¿cuál es su participación en el desorden del cual usted se queja?".
En la situación descripta por Dora, encontramos la afirmación de la situación deplorable en la cual está
incluida la negación implícita de que tenga cualquier partipación en la determinación de ese desorden, o sea,
negación de su posición subjetiva (de sujeto deseoso), presentándola como ipso facto y la negación de la
negación operada por Freud por intermedio de la rectificación subjetiva. Su efecto es la emergencia de la
participación de Dora en el asedio del Sr. K. y de su complicidad como propiciadora del romance del padre con la
Sra. K., develando la estructuración de su deseo.
A partir de esas intervenciones de Freud, podemos inferir dos vertientes de la rectificación subjetiva
según el tipo clínico.
Con el neurótico obsesivo, ella se sitúa en el plano de la rectificación de la causalidad, que se presenta
como consecuencia: su imposibilidad de actuar que es correlativa a su modalidad de sostener al deseo como
imposible. Esta correlación es ilustrada por otra rectificación de Freud al Hombre de las Ratas, en que supone
una interdicción del padre al amor del sujeto por la dama, haciendo surgir la dimensión del Otro como el padre
absoluto.
Con la histérica, la rectificación subjetiva apunta a la implicación del sujeto en su reivindicación dirigida al
Otro, haciéndolo pasar de la posición de víctima sacrificada a la de agente de la intriga de la cual se queja y que
sostiene su deseo en la insatisfacción. "Lo que debe efectuar el sujeto para desprenderse de su papel de la 'bella
alma es precisamente, dice Zizek, un tal sacrificio de sacrificio: no basta 'sacrificar todo', es preciso todavía
renunciar a la economía subjetiva en que el sacrificio trae el goce narcisista." (32)
En estas dos modalidades, se trata de introducir al sujeto en su responsabilidad en la elección de su
neurosis y en su sumisión al deseo como deseo del Otro. La rectificación subjetiva apunta a mostrar que allí
donde el sujeto no piensa, escoge; allí donde piensa, es determinado, introduciendo al sujeto en la dimensión
del Otro.
NOTAS:
1
Lacan J., “El saber del psicoanalista” (ciclo de conferencias inédito), 2 de diciembre de 1971.
2
ver capítulo III, "¿Qué tiempo para análisis?".
3
Lacan, J., Ecrits, Seuil, Paris, p. 617.
4
Lacan, J., "Conférences et entretiens dans les universités nord-américanes", Scilicet N' 6/7, Seuil, París, 1976, p. 33.
5
IRMA, Cónica Lacaniana, textos de la revista Ornicar? reunidos por Manuel Barros de Motta, Jorge Zahar Editor, 1989,
pp. 69-79.
6
Lacan, J., "Radiophonie", Scilicet n° 2/3, Seuil, París, 1970, p. 89.
7 Lacan, J. "Comptes rendus d'enseignements - l'Acte psychanalvtique" (1967-1968), Ornicar?n 29, París, Navarin, 1984, p.
18.
8. Lacan, J. Le Séminaire, Livre III (1955-1956), París, Seuil, 1981,p. 285.
9. Lacan, J., "Overture de la Section Clinique", Ornicar?, n° 9, Seuil, 1977, p. 12
10. Cf. Quinet, A., Clínica da Psicose, Fator, Salvador, 1990
11 Lacan, J., "Introduçao á ediçao alema de um primeiro volume dos Escritos" (Walter Verlag), Falo n` 1, Salvador, Fator,
1988, p. 10.
12 Ibid.
13 Lacan, J., Ecrits, p. 589.
14 Ibid. p. 315.
15 Ibid. p. 811.
16 Ibid, p. 824.
17 Ibid, p.633.
18 Lacan, J., Le Séminaire, lime XVII -L envers de la psychanalyse. Seuil, 1991, p. 150.
19 Lacan, J., Ecrits. p. 284.
20 Lacan, J., Le Sérninaire, livre III. Seuil, 1981, pp. 191-192 e 283.
21 Freud, S., "Fragmento de análise de um caso de histeria", ESB, vol. VII, p.26.
22 CE Freud, S., "Manuscrito K", ESB, vol. I.
23. Lacan, J., Proposition du 9 octobre de 1967 sur le psychanalyste de l'Ecole", Scilicet n° 1, Seuil, 1968, pp. 14-30.
24 Miller, J.-A. "Entrada em análise", Falo n° 2, Fator, 1988.
25. Lacan, J., "La méprise du sujet supposé savoir", Scilicel n° 1, Seuil, 1968, p.39.
26 Lacan, J., "Proposition", op. cit.
27 Lacan, J., "Le savoir du psychanalyste" (ciclo de conferencias inédito).
28. Platón
29 Lacan, J., "Radiophonie", Scilicet 2/_3, p. 89.
30 Lacan, J., Ecrits, p. 546.
31. Lacan, J., Ecrits, pp. 215-226.
32. Zizek, Z., Le plus sublime des hystériques Hegel passe, Point Hors Ligne, Paris, 1988, p. 107. Ed. bras.: O mais sublime dos
histéricos-Hegel com Lacan, Jorge Zahar Editor, Rio, 1991.