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Los antibióticos

Un antibiótico ha sido definido como una sustancia química producida por un


microorganismo capaz de inhibir el desarrollo de otros microorganismos. Los
antibióticos modificados por manipulaciones químicas aun se consideran como tales.
Un agente antimicrobiano es activo contra los microorganismos y puede ser producido
en forma natural por microorganismos o sintéticamente en el laboratorio. El término
agente quimioterápico ha sido empleado para referirse a agentes antimicrobianos
sintéticos o no y también se refiere a agentes que actúan contra células humanas como
inmunomoduladores y drogas antitumorales. Los términos agente antiviral y agente
antimicótico son términos más especificos, incluidos dentro de la categoría más general
de agentes antimicrobianos.

El aislamiento de un agente infeccioso a partir de un paciente no es con frecuencia


suficiente para establecer la terapia adecuada. Muchas bacterias y algunos hongos
presentan resistencia a los agentes antimicrobianos y algunos virus han desarrollado
resistencia a los agentes antivirales más actuales. Los patrones de resistencia cambian
en forma constante y no importa lo rápidamente que se introduzcan los nuevos agentes
terapéuticos porque los microbios parecen siempre dispuestos a superarlos. Incluso
entre los neumococos, que por décadas han permanecido invariablemente susceptibles a
niveles de penicilina G menores de 0.04 U/ml , han aparecido cepas que han
desarrollado resistencia a esta droga.

Ya que no se puede predecir la susceptibilidad de las bacterias, hongos y virus a los


agentes antimicrobianos, con frecuencia es necesario estudiar la sensibilidad individual
de cada patógeno a estas drogas, pudiéndose elegir entonces el agente apropiado (el más
activo contra el patógeno, el menos tóxico para el huésped, con las características
farmacológicas apropiadas y el más económico), que proporciona mayores posibilidades
de una evolución favorable.

Por supuesto, el resultado terapéutico final depende de muchas otras variables. La


enfermedad subyacente y condición clínica del huésped, las propiedades farmacológicas
del agente antimicrobiano, la administración de otros agentes terapéuticos adicionales y
otros factores ejercerán una fuerte influencia sobre el desenlace final. Los
microbiólogos sólo pueden recomendar agentes terapéuticos sobre la base de sus
actividades in vitro. El clínico debe tomar la decisión final, teniendo en cuenta su
conocimiento sobre todos los factores pertinentes.

Un concepto importante sobre el que es necesario insistir es que no se pueden realizar


pruebas de sensibilidad in vitro con cultivos mixtos, sólo los cultivos puros
proporcionarán resultados válidos sobre la eficacia de un antibiótico.

En la práctica diaria, una buena parte de los tratamientos efectuados tanto a nivel
hospitalario como ambulatorio, se establecen con arreglo a unos criterios derivados del
estudio in vitro del comportamiento de las distintas especies bacterianas frente a un
determinado grupo de antibióticos (tratamiento empírico). Ello se debe a que en muchas
ocasiones, no puede disponerse de la bacteria aislada del proceso infeccioso y la
elección terapéutica, en esos casos, responde a criterios de empirismo derivados
precisamente del conocimiento del comportamiento de distintos tipos de antibióticos
frente a las bacterias presuntamente responsables de la infección.
Por otra parte, cada vez se hace más necesario contar con un diseño de un programa de
vigilancia de la resistencia a los antimicrobianos, a nivel general, basado precisamente
en el conocimiento que tanto a nivel hospitalario como ambulatorio se tiene del
comportamiento de los distintos aislamientos de bacterias frente a los antimicrobianos
para poder diseñar las actuaciones que tiendan a superar la resistencia de las mismas a
los antibióticos.

Se hace necesario también contar no solamente con criterios de tipo cuantitativo o


cualitativo (sensible, intermedio, resistente), sino que además los resultados han de
interpretarse adecuadamente para evitar llegar a conclusiones erróneas que pueden
derivarse de atender exclusivamente al dato que el sistema de realización del
antibiograma nos ofrece ya que existen muchas formas de interrelación bacteria-
antibiótico que deben conocerse para llegar a ese objetivo final que es la elección de la
terapia más adecuada.

En líneas generales y en función sobre su forma de actuar sobre los microorganismos,


hablamos de dos grandes grupos de antibióticos

Antibióticos primariamente bactericidas: Ejercen una acción letal e


irreversible sobre el microbio (Fosfomicina Vancomicina. B-Lactámicos
Polimixina. Aminoglucósidos Rifampicina. Acido Nalidíxico
Quinoleinas. Nitrofurantoinas)

Antibióticos primariamente bacteriostáticos: Inhiben el crecimiento


pero no matan al microorganismo, permitiendo que las propias defensas
del huésped pueden eliminar a las bacterias (Tetraciclina Cloranfenicol.
Sulfonamidas Trimetroprim. Lincomicina Clindamicina. Macrólidos)

El antibiograma

Por qué realizar un antibiograma?

El primer objetivo del antibiograma es el de medir la sensibilidad de una cepa


bacteriana que se sospecha es la responsable de una infección a uno o varios
antibióticos. En efecto, la sensibilidad in vitro es uno de los requisitos previos para la
eficacia in vivo de un tratamiento antibiótico. El antibiograma sirve, en primer lugar,
para orientar las decisiones terapéuticas individuales.

El segundo objetivo del antibiograma es el de seguir la evolución de las resistencias


bacterianas. Gracias a este seguimiento epidemiológico, a escala de un servicio, un
centro de atención médica, una región o un país, es como puede adaptarse la
antibioterapia empírica, revisarse regularmente los espectros clínicos de los antibióticos
y adoptarse ciertas decisiones sanitarias, como el establecimiento de programas de
prevención en los hospitales.

Hay pues un doble interés: Terapéutico y epidemiológico.

Cuándo realizar un antibiograma?


Siempre que una toma bacteriológica de finalidad dìagnóstica haya permitido el
aislamiento de una bacteria considerada responsable de la infección.

Establecer esta responsabilidad exige una colaboración entre el bacteriólogo y el clínico.


En efecto, en ciertas circunstancias, el microbiólogo no podrá determinar con certeza
que el aislamiento de una bacteria exige un antibiograma, sin los datos clínicos que le
aporta el médico. Por ejemplo, una bacteria no patógena puede ser responsable de la
infección de un enfermo inmunodeprimido o en un lugar determinado del organismo. La
presencia de signos clínicos puede ser también determinante para la realización de un
antibiograma (por ejemplo: la infección urinaria con un número reducido de gérmenes).

Sensibilidad bacteriana a los antibióticos

La determinación de la Concentración Inhibidora Mínima (CIM) es la base de la medida


de la sensibìlidad de una bacteria a un determinado antibiótico. La CIM se define como
la menor concentración de una gama de diluciones de antibiótico que provoca una
inhibición de cualquier crecimiento bacteriano visible. Es el valor fundamental de
referencia que permite establecer una escala de actividad del antibiótico frente a
diferentes especies bacterianas.

Hay diferentes técnicas de laboratorio que permiten medir o calcular de rutina, y de


manera semicuantitativa, las CIM (métodos manuales y métodos automatizados o
semiautomatizados). Estos diferentes métodos de rutina permiten categorizar una cierta
cepa bacteriana en función de su sensibilidad frente al antibiótico probado. Esta cepa se
denomina Sensible (S), Intermedia (I) o Resistente (R) al antibiótìco.

Para un determinado antibiótico, una cepa bacteriana es, según la NCCLS:

Sensible, si existe una buena probabilidad de éxito terapéutico en el


caso de un tratamiento a la dosìs habitual.

Resistente, si la probabilidad de éxito terapéutico es nula o muy


reducida. No es de esperar ningún efecto terapéutico sea cual fuere el
tipo de tratamiento.

Intermedia, cuando el éxito terapéutico es imprevisible. Se puede


conseguir efecto terapéutico en ciertas condiciones (fuertes
concentraciones locales o aumento de la posología).

Ciertas moléculas son representativas de un grupo de antibióticos. Los resultados (S, I,


R) obtenidos con estas moléculas pueden ser ampliados a los antibióticos del grupo, que
en ese caso no es necesario ensayar (Ejemplo: Equivalencia entre la cefalotina que se
ensaya y las restantes cefalosporinas de 1ª generación que no es necesario probar, ya
que el resultado puede deducirse del obtenido en la cefalotina).
Este hecho permite ensayar un número reducido de antibióticos, sin limitar por ello las
posibilidades terapéuticas.

Interpretación de un Antibiograma
Cìertos mecanismos de resistencia se expresan débilmente in vitro, cuando se inscriben
en el DNA bacteriano. Su expresión en el organìsmo, en donde las condicìones en
cuanto a medios son diferentes, expondría al riesgo de fracaso terapéutico. Para evitar
esto, el antibiograma debe ser interpretado de manera global a fin de descubrir, a través
de la comparación de las respuestas para cada antibiótico, un mecanismo de resistencia
incluso débilmente expresado. Así, gracias a la interpretación, una cepa que aparece
como falsamente sensible será categorizada como I o R (Ejemplo: Una cepa de
Klebsiella pneumoniae productora de BLSE puede aparecer sensible in vitro a las
cefalosporìnas de 3" generación. El resultado de Sensible debe ser corregido a
Intermedio o Resistente, ya que la utilización de estos antibióticos correría el riesgo de
provocar un fracaso terapéutico).

Resistencia bacteriana

Cada antibiótico se caracteriza por un espectro natural de actividad antibacteriana. Este


espectro comprende las especies bacterianas que, en su estado natural, sufren una
inhibición de su crecimiento por concentraciones de su antibiótico susceptibles de ser
alcanzadas in vivo. A estas especies bacterianas se les dice naturalmente sensibles a
dicho antibiótico. Las especies bacterianas que no se encuentran incluidas dentro de
dicho espectro se denominan naturalmente resistentes.

El antibiótico no crea resistencia, pero selecciona las bacterias resistentes eliminando las
sensibles. Es lo que se conoce con el nombre de presión de selección. El aumento de la
frecuencia de las cepas resistentes va unido casì siempre al uso intensivo del antibiótico
en cuestión.

La resistencia natural es un carácter constante de todas las cepas de una misma


especie bacteriana. El conocimiento de las resistencias naturales permite prever la
inactivìdad de la molécula frente a bacterias identificadas (después del crecimiento) o
sospechosas (en caso de antiboterapia empírica). En ocasiones, constituye una ayuda
para la identificación, puesto que cìertas especies se caracterizan por sus resistencias
naturales. Ejemplos: Resistencia natural del Proteus mirabilis a las tetraciclinas y a la
colistina. Resistencia natural de la Klebsiella pneumoniae a las penicilinas (ampicilina,
amoxicilina).

La resistencia adquírida es una característica propia de ciertas cepas, dentro de una


especie bacteriana naturalmente sensible, cuyo patrimonio genético ha sido modificado
por mutación o adquisición de genes. Contrariamente a las resistencias naturales, las
resistencias adquiridas son evolutivas, y su frecuencia depende a menudo de la
utilización de los antibióticos. En el caso de numerosas especies bacterianas, y teniendo
en cuenta la evolución de las resistencias adquiridas, el espectro natural de actividad no
es ya suficïente para guiar la elección de un tratamiento antibiótico. En ese caso, se hace
indispensable el antibiograma.

Una resistencia cruzada es cuando se debe a un mismo mecanismo de resistencia.


En general, afecta a varios antibióticos dentro de una misma familia (Ejemplo: La
resistencia a la oxacilina en los estafilococos se cruza con todas los ß-lactámicos). En
ciertos casos, puede afectar a antibióticos de familias diferentes (Ejemplo: La resistencia
por impermeabilidad a las ciclinas se cruza con la resistencia al coloranfenicol y al
trimetoprima).

Un resistencia asociada es cuando afecta a varios antibióticos de familias dìferentes.


En general, se debe a la. asociación de varios mecanismos de resistencia (Ejemplo: La
resistencia de los estafiolococos a la oxacilina va frecuentemente asociada a las
quinolonas, aminoglicósidos, macrolidos y ciclinas).

Con el fin de tener en cuenta la evolución de las resistencias adquiridas y, por


consiguiente, proporcionar a los médicos datos útiles cuando deben proceder a la
elección empírica de una antibioterapia, la noción de espectro clínico completa la de
espectro natural. Definido para cada antibiótico, este espectro clínico se incluye en el
Resumen de las Características del Producto (RCP). Este espectro integra no solamente
datos bacteriológicos (espectro natural, frecuencìa de las resistencias adquiridas), sino
también datos farmacocinéticos y clínicos (las especies descritras en el espectro son
aquellas para las que se ha demostrado la actividad clínica del producto). El espectro
clínico se revisa regularmente para tener en cuenta la evolución de las resistencias
adquiridas.

Evolución, en general, de algunas Evolución, en hospital, de algunas


resistencias bacterianas resistencias bacterianas

Mecanismos de la resistencia adquirida

El mecanismo genético de adquisición de una resistencia puede ser:

- La mutación de un gen implicado en el modo de acción de un antibiótico: Este


mecanismo afecta preferentemente a ciertos antibióticos: quinolonas, rifampicina, ácido
fusídico, fosfomicina, antituberculosos y a veces cefalosporinas (Ejemplo: La
resistencia a las quinolonas por modificación del ADN gìrasa en las enterobacterias).

- La adquisición de genes de resistencia transferidos a partir de una cepa perteneciente a


una especie idéntica o diferente: Ciertos Antibióticos están particularmente afectados
por este mecanismo: ß-lactámicos, aminoglicósidos, tetraciclinas; cloranfenicol,
sulfamidas (Ejemplo: Resistencia a la ampicilina E. coli y del Proteus mirabilis).

El mecanismo bioquímico de la resistencia puede ser:

- una producción por la bacteria de enzimas que inactivan el antibiótico. Ejemplo:


Penicilinasa de los estafilococos, ß lactamasa de amplio espectro (BLAE) de las
enterobacterias.

- una modificación del blanco del antibiótico. Ejemplo: Modificación de las Proteínas
de Enlace con la Penicilina (PBP) de los estafilicocos resistentes a la oxacilina
(llamados estafilococos "Meti-R"). Neumococos resistentes a la penicilina.

- una impermeabilidad de la pared bacteriana por modificación o por disminucion


cuantitativa de las porinas. Ejemplo: Pseudomonas aeruginosa resistente a la imipenem.

- un mecanismo de efusión: expulsión de la molécula por un transporte activo. Ejemplo:


Estafilococos resistentes a las tetraciclinas.

Pruebas de sensibilidad bacteriana in vitro

En la época posterior al descubrimiento de las sulfonamidas y de la penicilina rara vez


se probaba la sensibilidad de los microorganismos a las drogas. Los pacientes eran
tratados en forma empírica y los microorganismos generalmente eran sensibles. Sólo
tras el surgimiento de las cepas resistentes, poco después de la introducción de estos
agentes, los microbiólogos comenzaron a probar la sensibilidad de un microorganismo
infectante frente a los agentes antimicrobianos.

En un primer momento, el método estándar utilizado para las pruebas in vitro fue el de
dilución en caldo, que proporcionaba un resultado cuantitativo de la concentración de
agente antimicrobiano necesaria para inhibir el desarrollo de un organismo dado.

Método base de dilución en caldo

En los métodos de dilución en caldo,


base de casi todos los métodos
utilizados en la actualidad, se colocan
concentraciones decrecientes del
agente antimicrobiano, generalmente
diluciones 1:2, en tubos con un caldo
de cultivo que sostendrá el desarrollo
del microorganismo. El caldo más
comúnmente usado para estas pruebas
es el de Mueller-Hinton suplementado
con los cationes magnesio y calcio.

Los agentes antimicrobianos se


preparan en "soluciones madre"
concentradas y luego se diluyen en
caldo hasta obtener las
concentraciones apropiadas.

Un tubo de caldo se mantiene sin inocular como control negativo de crecimiento. Luego
de la incubación adecuada (usualmente de un día para el otro) se observa la turbidez de
los tubos que indicará desarrollo bacteriano. El microorganismo crecerá en el tubo
control y en todos los otros que no contengan suficiente agente antimicrobiano como
para inhibir su desarrollo. La concentración de antibiótico que presente ausencia de
crecimiento, detectada por falta de turbidez (igualando al control negativo), se designa
como la Concentración Mínima Inhibitoria (CMI) (ver esquema ampliado).

Para medir la capacidad de un antimicrobiano para matar a un microorganismo (CMB)


se debe realizar la prueba de actividad bactericida, que emplea el mismo sistema de
dilución en caldo que para medir la sensibilidad.

Al mismo tiempo que la suspensión inicial del microorganismo es inoculada en los


tubos de caldo, se toma una alícuota del tubo de control de crecimiento, inmediatamente
después de ser sembrado, y se inocula también en una placa de agar para determinar el
número real de unidades formadoras de colonias (UFC) del inóculo. Este número se
obtiene al contar las colonias presentes luego de la incubación de la placa de agar hasta
el día siguiente y por multiplicación por el factor de dilución. Por ejemplo, usando un
asa calibrada de 0,01 ml para sembrar la placa y contando unas 250 colonias, en 1 ml
del tubo original habrá 250/0,01.

Una vez determinada la CMI, se siembra una cantidad conocida de inóculo de cada uno
de los tubos de caldo que no presentaban turbidez en placas de agar (la pequeña
cantidad del agente antimicrobiano que es llevada junto con el inóculo se elimina por
dilución en el agar), y el número de colonias que crece en estos subcultivos, después de
incubar durante la noche, se compara con el número de UFC/ml del cultivo original.
Dado que incluso las drogas bactericidas no siempre esterilizan totalmente una
población bacteriana, la mínima concentración del agente antibacteriano que permite
sobrevivir a menos de 0,1 % del inóculo original se denomina concentración bactericida
mínima (CBM) o concentración letal mínima (CLM).

Las CMI y las CMB de un agente antimicrobiano pueden ser determinadas, con este
método o con alguna variante, para cualquier bacteria que crezca en un medio liquido.

Pero según se pudo disponer de mayor número de agentes antimicrobianos para el


tratamiento de una gran variedad de bacterias, se hicieron aparentes las limitaciones del
macrométodo de dilución en caldo y se desarrollaron variantes de esta técnica que
permitieran, por ejemplo, probar simultáneamente un gerrnen aislado de un paciente
frente a más de un agente antimicrobiano.

Actualmente son varios los métodos que se utilizan para llevar a cabo los estudios de
sensibilidad a los antibióticos y todos ellos se realizan en los laboratorios de
microbiología bajo condiciones entandarizadas por organismos internacionales. Entre
todos, tres son los que, por su sencillez y fiabilidad, se han impuesto como sistemática
de rutinaria en la mayoría de los laboratorios:
Pruebas de sensibilidad bacteriana in vitro

Método de difusión en agar

Una vez demostradas las grandes ventajas de las técnicas de dilución en caldo, el paso
siguiente, pensando sobre todo en poder realizar fácilmente pruebas de sensibilidad de
un microorganismo frente a múltiples antibióticos a la vez, consistió en buscar la
manera de aplicar la idea directamente a las placas de agar.

Las primeras pruebas se realizaron inoculando la superficie de una placa de agar con el
microorganismo en estudio, colocando pequeñas cubetas (de metal o vidrio) sobre el
agar y agregando las soluciones de los diferentes antimicrobianos dentro de dichas
cubetas. Los agentes antimicrobianos difundían en el medio en forma radial alrededor
de la cubeta e inhibían el desarrollo del microorganismo en la zona donde su
concentración era suficientemente alta. Las áreas de inhibición grandes indicaban una
actividad antimicrobiana más efectiva.

Este método fue modifcado en 1947 por Bondi y col. incorporando el agente
antimicrobiano a discos de papel de filtro. Fue un paso adelante gigantesco ya que el
uso de los discos de papel permitía preparar un gran número de pruebas idénticas y
almacenarlas para uso futuro.

En 1966, después de los estudios realizados por Bauer, Kirby, Sherris y Turk,
ensayando diferentes cepas bacterianas, el empleo de los discos de papel de filtro para
las pruebas de sensibilidad fue estandarizado y correlacionado definitivamente con las
CMI correspondientes.

Durante muchos años, y a pesar de ser una técnica puramente cualitativa, el método de
difusión por disco (o método Kirby-Bauer), en función sobre todo de su comodidad,
economía y fiabilidad, ha sido, y aun es, uno de los más utilizados en los laboratorios de
todo el mundo.

El microorganismo a investigar se inocula en una o varias placas de agar y sobre su


superficie se disponen los discos correspondientes a varios antibióticos. Se incuban las
placas durante 16-24 horas a 35ºC y al cabo de este tiempo se estudia el crecimiento en
ellas. Se valora el diámetro de la zona de inhibición que se forma alrededor de cada
disco y se compara con las referencias oportunas publicadas por el NCCLS. Con esta
referencia podemos informar si el microorganismo es Sensible, Intermedio o Resistente
(S, I, R) a cada uno de los antibióticos ensayados en las placas.

Antibiograma realizado por el método de difusión en agar

En esta fotografía se muestra un ejemplo de antibiograma realizado por el método de


difusión en agar por medio de discos.

En la imagen de la izquierda se muestra una vista general de una placa con crecimiento
bacteriano y con seis discos de antibióticos. La zona de color claro que ocupa la mayor
parte de la placa es el crecimiento bacteriano en las zonas no inhibidas. Los círculos
negros que rodean a cinco de los seis discos marcan las zonas en que los respectivos
antibióticos han inhibido, con mayor o menor eficacia, el crecimiento del
microorganismo a estudio. El sexto disco (AM-10) no tiene a su alrededor halo de
inhibición lo que indica la resistencia del microorganismo a ese antibiótico.

La foto de la derecha, un plano más cercano de la mitad superior de la placa, permite


observar con más detalle lo señalado en el párrafo anterior. Puede verse además, con
gran claridad, la especial disminución de la intensidad de crecimiento del
microorganismo en la zona interior del halo de inhibición del disco de CTX-30, debido
probablemente a la aparición de mutantes resistentes de dicho microorganismo capaces
de soportar en mayor medida que el resto el efecto inhibitorio del antibiótico.

Pruebas de sensibilidad bacteriana in vitro

Método de E-test

Es uno de los métodos más recientes que se han presentado en el mercado y resulta de
una curiosa combinación de características de los métodos anteriores. Se trata de una
técnica cuantitativa en placa que permite obtener una lectura directa de CMI en µg/ml,
ya que se emplean tiras plásticas impregnadas en concentraciones crecientes de
antibiótico indicadas en una escala graduada sobre la propia tira.

Una de sus grandes ventajas, dadas sus características, es que resulta un método ideal
para estudiar cualquier tipo de microorganismo, aerobio o anaerobio, incluyendo
aquellos llamados "fastidiosos" o los que tengan requerimientos especiales para crecer.

El microorganismo a investigar se inocula en una placa y sobre ella se deposita la tira


del antibiótico (o antibióticos) a ensayar. Tras la incubación de 16-24 horas a 35ºC se
observan las placas y se valora la zona de inhibición, de forma elíptica, alrededor de
cada tira. La CMI se lee directamente observando el punto más bajo de la elipse que
presente crecimiento.

Antibiograma realizado por el método de E-test

En esta fotografía se muestra un ejemplo de antibiograma realizado por el método de E-


test.
En la fotografía de la izquierda se muestra una vista general de una placa con
crecimiento bacteriano y con dos tiras de E-test. La zona de color más claro que ocupa
la mayor parte de la placa es el crecimiento bacteriano en las zonas no inhibidas. Las
elipses más oscuras que rodean la parte superior de las tiras E-test marcan las zonas en
que los respectivos antibióticos han inhibido, con mayor o menor eficacia, el
crecimiento del microorganismo a estudio.

La foto de la derecha, un plano más cercano de la mitad inferior de la placa, permite


observar con más detalle lo señalado en el párrafo anterior. Se aprecia perfectamente
como el pico de la zona más estrecha de la elipse en la tira de MZ coincide, en la escala
graduada, con la franja entre las marcas de 1.5 y 2, lo que nos indicaría que la CMI de
este antibiótico (MZ) para este microorganismo sería de 2 µg/ml.

Pruebas de sensibilidad bacteriana in vitro

Métodos automatizados

La mayoría de estos novedosos métodos utilizan sistemas de microdilución en medio


líquido sobre microplacas con pocillos en "U" e interpretan el crecimiento bacteriano en
los diferentes pocillos por medio de un autoanalizador (mediciones por turbidez o
fluorescencia) o, en el caso de los sistemas más sencillos, por simple lectura óptica del
técnico a través de un visor invertido de espejo.

Su manipulación suele ser fácil y rápida, generalmente automatizada o


semiautomatizada, lo que los convierte en métodos ideales para grandes volúmenes de
trabajo. Una de sus grandes limitaciones es que sólo ofrecen garantía para investigar
microorganismos de crecimiento rápido y que no tengan requerimientos especiales.

Antibiograma realizado por método automático

En esta fotografía se muestra un ejemplo de antibiograma realizado por un método


automatizado.

En la imagen de la izquierda se muestra una vista general de una microplaca para


autoanalizador que incluye fase de identificación y fase de antibiograma (panel
microScan). Las tres filas superiores de la microplaca son la zona de "identificación" del
microorganismo, las cinco filas inferiores son el apartado "antibiograma".

La foto de la derecha, un plano más cercano de la mitad inferior izquierda de la


microplaca, permite observar con más detalle algunas filas de pocillos con diluciones
seriadas de algunos antibióticos. La dosificación de cada antibiótico aumenta, en cada
fila, de izquierda a derecha (obsérvese los rótulos bajo cada pocillo: 8-16 ... 1-2-8-16 ...
2-8-32). Los pocillos que en la imagen muestran un color verde intenso tienen
crecimiento bacteriano, o sea, el antibiótico en cuestión no impide el desarrollo del
microorganismo a estudio. Los pocillos transparentes marcarían los puntos de inhibición
de cada antibiótico.

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