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Michael White
EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS
Grupo: PSICOLOGÍA Subgrupo: TERAPIA FAMILIAR
EL ENFOQUE NARRATIVO EN LA EXPERIENCIA DE LOS TERAPEUTAS
Michael White
gedisa editorial
Título del original en inglés: Narratives of TherapistsLives ©1997 by Dulwích
Centre Pubfcations
Traducción: Verónica Tirotta
Primera edición: abril del 2002, Barcelona
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano
© Editorial Gedisa, S.A. Paseo Bonanova, 9 1°-la 08022 Barcelona, España Tel. 93
253 09 04
Fax 93 253 09 05
Correo electrónico: gedisa@gedisa.com http://www.gedisa.com
ISBN: 84-7432-848-9 Depósito legal: B. 17332-2002
Preímpresión: Editor Servíce, S.L. Diagonal 299, entresó1 la
Tel. 93 457 50 65 08013 Barcelona
Impreso por Limpergraf
Mogoda 29-31. Barberá del Vallés
Impreso en España Printed in Spain
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier inedio de
impresión, en forma idéntica, extractada o modificada,
en castellano o en cualquier otro idioma.
1E5t..á. o.CA
Introducción..
PARTE I: RE-INTEGRACIÓN Y CEREMONIA DE DEFINICIÓN
l. 2. 3. 4.
Índice
Introducción19 La cultura de las disciplinas profesionales 28 Re-
integración 40
Re-integración y vidas profesionales . 76
Ceremonia de definición ... 124
9
PARTE II: ASPECTOS POLÍTICOS
DE LA PRÁCTICA TERAPÉUTICA
5. 6. 7.
8.
Introducción153 Discursos profesionales 155 La relación terapéutica 163
Supervisión como conversación de reescritura
de la vida 188
Formación profesional como co-investigación. 215
PARTE III: LA ÉTICA DE LA COLABORACIÓN Y LA PRÁCTICA DESCENTRADA
Introducción237 9. La ética de la colaboración .. 239 10. Práctica
descentradá .. 244
Parte IV: DIVERSAS FORMULACIONES DE LA TERAPIA NARRATIVA
Introducción261 11. Terapia narrativa y posestructuralismo .. 264
Conclusión .. 281
Referencias bibliográficas . 283
Introducción
Pienso que la mayoría de los lectores estarán familiarizados con las
experiencias de desmoralización, fatiga y agotamiento con que es tan común
encontrarse en la cultura de la psicoterapia. Y no me refiero aquí a las
experiencias de las personas que consultan a los terapeutas, sino a las de los
terapeutas mismos. Muchos expresan abiertamente su sentimiento de desesperanza y
un número considerable abandona la profesión, aquejados de lo que suele llamarse
síndrome de desgaste profesional o burnout. No obstante, otros suelen lidiar con
un doloroso sentimiento de falta de dirección en su trabajo y sienten con
frecuencia que, a pesar de sus mejores esfuerzos, no hacen más que marcar el
paso del tiempo y que al hacerlo apenas si logran mantener la cabeza fuera del
agua. Si bien hay terapeutas que no sienten nada de esto, dudo de que sean
muchos los lectores que ignoran la presencia de estas expresiones de fatiga y
abatimiento en las redes profesionales de las que forman parte.
En respuesta a estas experiencias de desmoralización, fatiga y agotamiento, no
es raro que de pronto los terapeutas se encuentren reflexionando sobre su
elección de carrera y que comiencen a preguntarse cómo y por qué ingresaron en
la profesión de consejero/terapeuta. En esos momentos, es frecuente que se
contemple la posibilidad de una jubilación anticipada o de un cambio de carrera.
Por esta razón, la disciplina pierde muchos terapeutas.
Se proponen muchas explicaciones diferentes para este fenómeno. Algunas se
refieren a la índole del trabajo mismo: que es exigente y, en ocasiones,
bastante abrumador. Otras problematizan el yo de los trabajadores individuales:
o no «están hechos para esto», o tienen «cuestiones sin resolver», o son
«codependien
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tes», etcétera. Otras explicaciones, sin embargo, se refieren a las estructuras
institucionales que constituyen el contexto de este trabajo (al hecho de que
estas estructuras son desmoralizadoras y no brindan ningún apoyo a su personal)
y a las innovaciones en la prestación del servicio que están siendo regidas cada
vez más por la lógica económica del mercado «libre», y no por lo que sería lo
mejor para las personas, según criterios valiosos para ellas.
Actualmente, esta última consideración está comenzando a recibir una importante
atención. Todos tenemos buenas razones para estar preocupados por estas
estructuras institucionales y por el sometimiento a las leyes del mercado de
muchas de las decisiones sobre la prestación de servicios. En respuesta a esta
situación, los trabajadores de la salud recién ahora están comenzando a
encontrar nuevas maneras de compartir estas preocupaciones con otros (es decir,
con otros prestadores de servicios y con las personas que utilizan esos
servicios) en un esfuerzo por habilitar más opciones para la acción colaborativa
en su abordaje.
Si bien estas cuestiones, que se vinculan con las estructuras laborales y la
toma de decisiones acerca de la prestación de servicios, son sumamente
importantes a la hora de considerar la vida y el trabajo del terapeuta, no
constituyen el tema de este libro, al menos directamente. Aquí exploraré, en
cambio, otra hipótesis sobre las experiencias de desaliento, fatiga y burnout de
los terapeutas. La hipótesis propone que estas experiencias son también, muy
significativamente, el resultado de: a) el modo en que generalmente se conciben
las prácticas terapéuticas; b) las prácticas de relación que estructuran la
interacción entre los terapeutas y las personas que los consultan; y c) las
prácticas del yo del terapeuta que estructuran su manera de manejar la propia
identidad.
En este libro presento algunas concepciones alternativas de la tarea terapéutica
y exploro algunas de las prácticas de relación de la terapia -y de las prácticas
del yo del terapeuta- que están asociadas con ellas. Estas concepciones
alternativas están informadas por lo que comúnmente se conoce como «ideas
narrativas» y por el pensamiento posestructuralista. Las prácticas de relación
de la terapia y las prácticas del yo del terapeuta asociadas con estas
concepciones alternativas se ofrecerán como antídotos parciales contra el
desaliento, la fatiga y el síndrome de burnout
del terapeuta, y como fuentes de apoyo e inspiración para este, tanto en su vida
como en su trabajo.
Muchas de las ideas y prácticas que se exponen en este libro ya aparecieron en
artículos que publiqué anteriormente: por ejemplo, la primera parte incluye una
reseña de prácticas de «re-integración»* que figuran predominantemente como
preguntas del tipo «experiencia de la experiencia» en «Decir de nuevo: ¡Hola! La
incorporación de la relación perdida en la resolución de la aflicción» (White
1988). Por otra parte, también he dedicado algún espacio en mis publicaciones
anteriores a la consideración de las implicaciones de estas ideas y prácticas
para la vida del terapeuta: no obstante, esta es la primera vez que la vida del
terapeuta constituye el exclusivo centro de atención de mi escritura.
En los talleres que dirigí durante los últimos años expuse todas las ideas que
se expresan en este libro acerca de cómo abordar el desaliento, la fatiga y el
síndrome de burnout del terapeuta. A juzgar por la respuesta de los
participantes de estos talleres, este es un tema que merece una prioridad (si
bien no urgente) en un proyecto de escritura. Esta respuesta y el aliento
expresado a través de ella contribuyeron de manera significativa a estimularme a
escribir este libro.
La publicación de esta obra debió ser postergada debido a un accidente de
bicicleta que tuve en febrero de este año. Las heridas que sufrí en él han
tardado algún tiempo en curarse. Si bien cuando tuve el accidente ya había
escrito la mayor parte de este texto, hasta hace muy poco tiempo no pude atender
la preparación del borrador definitivo. Estuve muy dolorido durante un tiempo
considerable y, por más que lo intentaba, no podía concentrarme en esa tarea. Al
atravesar aquella difícil situación, mi experiencia
* N.T. Los términos usados en el original en inglés son «re-membering practices»
y sus derivados su¡ generis «membered lives», «dis-membering», etcétera. La
primera, traducida literalmente, sería «prácticas de re-memoración», pero el
autor -y la creadora de estos términos, Barbara Myerhoff- desconstruyen esa
palabra a través del guión para poder luego derivar otras, lo que puede hacerse
en inglés, ya que «membering» evoca «membership» (membresía), que les permite
neologismos tales como «membrar» y «re-membrar». Para esta traducción, con todo,
hemos elegido evitar neologismos esperando habernos mantenido fieles a la
intención del autor.
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con respecto a este proyecto de escritura sufrió un cambio. Lo que había
comenzado con entusiasmo y alegría pasó gradualmente a proyectar una sombra
sobre mi vida. Y a medida que aumentaban mis dudas acerca de si alguna vez
podría terminar el libro, me invadió lo que se conoce como «bloqueo del
escritor», y ello complicó aún más mis esfuerzos por retornar a la tarea.
La oportuna intervención de Cheryl White en agosto de este año me ayudó a
escapar de aquel bloqueo y del desaliento que me envolvía en lo referente a esta
tarea. Ella organizó todo para que un grupo de nosotros, en el que estaba
incluido David Denborough, ayudante de redacción en Dulwich Centre Publications,
alquilara una cabaña en la Bahía Hanson, un sitio sumamente bello en la Isla del
Canguro, por dos o tres días. Descubrí que sentarme en esa cabaña y contemplar
la bahía y su mar invernal, mientras revisábamos el manuscrito con David, me
devolvía la energía para continuar con mi proyecto. Cuando volví a Adelaida ya
podía seguir con la tarea de preparar el borrador final de este libro.
De no haber sido por la intervención de Cheryl, este libro aún no existiría.
Pero su contribución a este proyecto excede en mucho ese hecho. Ahora estoy
pensando especialmente en su inteligencia y en su lucidez para percibir y
cuestionar permanentemente las relaciones de poder de la cultura local en todo
lo que ella hace, y también en la influencia que ello tuvo sobre la forma que
fue tomando mi trabajo. Quiero asimismo agradecerle aquí a David Denborough, no
solamente por haberme ayudado a arrancar de nuevo, sino también porque el
espíritu con que lo hizo me entusiasmó y me puso otra vez de pie.
Al reflexionar con más profundidad sobre la historia de las ideas y prácticas
que aquí presento, me encontré rememorando, y luego reviviendo, algunas de las
experiencias que han estado reforzando fuertemente estas ideas y prácticas
(experiencias que también han contribuido significativamente, de manera más
general, a dar forma a mi trabajo y a mi vida). Parte de esta rememoración me
condujo a las conversaciones que mantuve con los muchos terapeutas que han
asistido a los talleres de formación intensivos en el Dulwich Centre, quienes se
mostraron siempre dispuestos a ser entrevistados sobre sus vidas como
terapeutas. Con su buena disposición para experimentar las prácticas narrativas
desde
adentro y para comprometerse en exploraciones personales de su vida y su
trabajo, han contribuido de manera significativa a dar forma a este libro.
Espero haber logrado transmitir algo del espíritu de nuestras conversaciones.
También espero que los participantes de los talleres puedan identificar las
muchas regiones de este libro que de algún modo se vieron fuertemente afectadas
por sus manifestaciones acerca de sus vidas y sus trabajos.
A todos aquellos compañeros que con tanto entusiasmo contribuyeron a este
proyecto abriendo sus vidas a los lectores del modo en que lo hicieron, quiero
decirles lo maravilloso que ha sido para mí sentirme en tan buena compañía y
ampliar aún más mi sentido de comunidad. De modo que gracias Sophia, James,
Louise, Pat Schumm, Ian Hanslow, Greg Stanton, Sally, Paul, Maria Fiorito,
Michelle Murphy y Kathy, Aileen Cheshire, Brigitte, Mem, Sue y Veronika. También
quisiera agradecer a David Epston, Amanda Kamsler, Jill Freedman y Gene Combs
sus comentarios a un primer borrador de este libro, a Melissa Raven sus
esfuerzos en la corrección de estilo, a Linda Higgins la transcripción de las
entrevistas que aquí se publican y a Jane Hales la preparación de este libro
para la imprenta.
Un comentario sobre el uso del lenguaje
Llevo algunos años explorando la tradición del pensamiento y la práctica
posestructuralistas y es en esta tradición en la que he intentado ubicar lo que
hoy se conoce como terapia narrativa. La búsqueda de interpretaciones
posestructuralistas de la acción humana me ha acercado a los estudios de
filosofía crítica, teoría literaria, antropología cultural y ética posmoderna.
Estos estudios se alejan de las psicologías ortodoxas y las teorías de
asesoramiento psicológico/terapéuticas -que están imbuidas de pensamiento
estructuralista- y nos proponen términos descriptivos que no son los que se
suelen dar por sentados cuando se trata de cuestiones de la vida y la acción
humana: términos descriptivos que no son los más conocidos.
Por cuanto estas exploraciones del pensamiento y la práctica posestructuralista
son precisamente el tema de este libro, utilizo aquí términos descriptivos que
no son los familiares a la hora de
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abordar los temas de la vida y la acción humana. Soy consciente de que esto
puede presentar algunas dificultades al lector. Y, muy probablemente, generar
también algunas preguntas: «¿Por qué no lo dice lisa y llanamente en
castellano?», «¿Por qué tiene que usar una jerga que dificulta la comprensión de
lo que está diciendo?», «En lugar de hablar de vidas que están «magramente
descritas», ¿por qué no dice simplemente que la persona carece de autoestima?»,
«En vez de hablar de un trabajo que "describe con mayor riqueza los saberes y
habilidades para la vida de una persona", ¿por qué no dice simplemente que este
trabajo conduce a la realización personal?»
¿Cuál es mi respuesta a estas preguntas? En primer lugar, las expresiones como
«autoestima» y «realización personal» no son consideradas jerga porque
representan conceptos sobre la vida y la acción humana que en la cultura
occidental contemporánea se dar, por sentados. Conceptos como estos se han
convertido en los «hechos» sobre la naturaleza humana de nuestra cultura. Pero
sin embargo ellos son productos de los discursos estructuralistas. En seg-undo
lugar, no hay equivalencia entre términos como «autoestima» y «realización
personal», por una parte, y términos como «descripción magra» y «saberes y
habilidades para la vida», por la otra. No es sólo que estos términos no sean
equivalentes, sino que se refieren a conceptos que están asociados con prácticas
vitales específicas y diferentes, y, en consecuencia, a prácticas terapéuticas
específicas y diferentes. Por ejemplo, la relación con nuestra propia vida y la
propuesta para la acción inherente a la idea de «baja autoestima» es
completamente diferente de la relación con nuestra propia vida y la propuesta
para la acción inherente a la idea de «descripción magra». Los términos que se
dan por sentados, como «autoestima» y «realización personal», son de hecho
contradictorios con los términos establecidos por el pensamiento
posestructuralista, y contradicen también lo que intento describir en este
texto. Creo que esto se hará evidente a lo largo del libro.
En tercer lugar, el pensamiento posestructuralista ofrece un cuestionamiento
directo de muchos de los «hechos» de esta cultura que se expresan en las maneras
aceptadas de describir la vida y la acción humana. El pensamiento pose
structuralista proporciona opciones para la deconstrucción de estos «hechos»:
una deconstrucción que identifica las maneras de pensar y de vivir de
las cuales estos «hechos» son símbolos y el tipo de individualidades que estas
maneras de pensar y vivir están reproduciendo, y que en la cultura contemporánea
reciben veneración.
Me es imposible expresar las ideas y prácticas terapéuticas que quiero expresar
valiéndome de los modos convencionales de hablar y escribir. En este libro, la
elección de determinadas descripciones fue producto de una meticulosa reflexión.
Otorgo a estas descripciones significados precisos, que los términos corrientes
y dados por sentados de la cultura del asesoramiento
psicológico/psicoterapéutico no son capaces de transmitir. Si bien es probable
que algunos lectores consideren que algunos de los términos que utilizo son
jerga, yo les pediría que evitaran traducirlos a las palabras y frases más
familiares de los discursos convencionales del asesoramiento
psicológico/psicoterapéutico, porque al hacerlo cambiarán su significado. Creo
que fue Richard Rorty quien una vez dijo que «un hecho es una metáfora muerta».
Quizá, siguiendo a Rorty, sería provechoso que los lectores consideraran muchos
de los términos descriptivos que se utilizan en este libro como metáforas que se
distinguen de los «hechos» de la vida y que por eso son «una fuente de novedad».
En este libro uso frecuentemente los términos «terapia» y «conversación
terapéutica»l como descripción de lo que sucede en contextos en los que algunas
personas solicitan una consulta acerca de sus preocupaciones/problemas, y en los
cuales otras personas, llamadas «terapeutas» responden a esta solicitud. No
obstante, estos términos siguen sin satisfacerme como descripción apropiada de
las maneras de ser en el trabajo y en la vida que constituyen el tema de este
libro.
Un comentario sobre el pensamiento posestructuralista
No me he conformado aquí con ofrecer simplemente una descripción de mis
traducciones del pensamiento posestructuralista. An
Tomo prestado el término «conversación terapéutica» del trabajo de Harlene
Anderson y Harry Goolishian (1988).
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tes bien, n1e he esforzado por hacer transparente gran parte del pei1samiehto
que a mi entender guía este trabajo. Lo hago no solafente para explicarle más
claramente al lector de dónde vengo, sino también para que tenga una mejor
oportunidad de elaborar sus propias traducciones del pensamiento en el que yo me
he interesado y para que pueda colocarlas junto a la mía, en nuestra permanente
exploración de las prácticas narrativas.
Soy surhamente consciente de que, en algunas partes de este texto, mi compromiso
con la transparencia ha agregado un cierto grado de complejidad a la discusión.
Confío en que, no obstante, los lectores encontrarán provechoso perseverar con
esta complejidad. 17
Introducción
En esta sección del libro me refiero al cambio producido en lo que es
considerado importante en términos de conocimiento legítimo de ciertas
cuestiones vinculadas con el ejercicio de la profesión, cuando se inicia a las
personas en la cultura de la psicoterapia. En esta iniciación, los saberes más
locales o populares que se generaron en la historia de una persona son
marginados, descalificados y desplazados por los saberes formales y
especializados de las disciplinas profesionales. Me refiero también al cambio en
lo que importa con respecto a las pertenencias significativas en la vida de una
persona. En este proceso, las asociaciones de la monocultura de la psicoterapia
reemplazan a las diversas asociaciones históricas y locales de las vidas de las
personas.
En tercer lugar, me refiero al cambio que tiene lugar en términos de lo que es
considerado apropiado en cuanto a foros de reconocimiento; un cambio en lo que
es considerado apropiado como arena para la expresión informada de conocimiento.
Y en cuarto lugar, me refiero al cambio que tiene lugar en lo que se consideran
prácticas de testificación apropiadas que se expresarán en esos foros de
reconocimiento. En estos cambios, los ámbitos y prácticas de testificación más
informales son desplazados por ámbitos y prácticas especializados.
Sugiero que, para el terapeuta, el resultado de todos estos cambios es que su
trabajo y su vida terminan recibiendo una descripción magra, lo que contribuye
significativamente a la aparición de experiencias de sobrecarga, fatiga y
agotamiento, y a la generación de un contexto que lo hace vulnerable al
desaliento y al síndrome de desgaste profesional, o burnout.
A continuación presento las <prácticas de re-integración». Se trata de prácticas
que ayudan a los terapeutas a recuperar y pri
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vilegiar las asociaciones históricas y locales significativas en sus vidas y a
explorar las posibilidades de la incorporación de otras personas en sus vidas y
en su trabajo. Sostengo que esta re-integración de la vida contribuye a que los
terapeutas se experimenten a sí mismos como personas preparadas y capaces en su
trabajo y, de manera más general, en sus vidas.
La exposición se concentra luego en la exploración del concepto de «ceremonia de
definición». Es este un concepto que introduce opciones para la estructuración
de foros de reconocimiento alternativos y prácticas de testificación
alternativas. La participación en estos foros otorga una poderosa autenticación
de los saberes y habilidades de los terapeutas y contribuye a que su trabajo y
sus vidas sean descritos «densamente» o «con riqueza». Sostengo que la
participación en estas ceremonias de definición resulta reconfortante e
inspiradora para los terapeutas.
Al comenzar la tarea de volcar en el papel estas ideas acerca de las prácticas
de re-integración y las ceremonias de definición, empezaron a surgir recuerdos.
Algunos, de mi historia personal. Decidí incluir aquí una de las historias que
recordé. Lo hago en aras de la transparencia y por otras razones, que se irán
aclarando a medida que avancemos en el libro.
Las historias de la ratoncita
Tengo una hija de diecinueve años que se llama Penny. Un día, cuando Penny
todavía era una niña, al volver de visitar a mi hermana menor -su tía Julie-
entró como una tromba en nuestra casa. «Nunca me contaste nada sobre las
historias de la Ratoncita», me recriminó, brazos en jarra, como si yo le hubiera
ocultado una de las claves más importantes de la vida, información de crítica
importancia para todo el curso de su vida presente y quizá también de la
próxima. «Historias de la Ratoncita. Historias de la
Este relato apareció también en el libro The Personal is the Professional
(White y Hales, 1997). Lo reproduzco aquí porque creo que contribuye a
introducir lo que quiero decir en este libro acerca de las conversaciones de re-
integración. La idea de que ulteriores reflexiones sobre este relato podrían
ayudar a aclarar importantes distinciones relativas a algunas de las
concepciones y prácticas de la terapia narrativa constituyó otro estímulo más
para incluirlo aquí.
Ratoncita. ¡Ah, esas historias!», exclamé, cuando recordé las historias que le
había contado a Julie, a quien le llevo cuatro años, cuando era una niña. Si
bien jamás había tomado la decisión consciente de ocultarle este episodio de mi
historia a Penny, tampoco me veía como un narrador especialmente dotado y nunca
había pensado que alguna vez volvería sobre este episodio. Pero ahora que Julie
había, como quien dice, destapado la olla y revelado el secreto, yo veía
claramente que le debía una explicación.
No sé cómo o exactamente cuándo empezó todo, pero cuando Julie era chica yo le
contaba historias sobre una ratoncita que era muy competente, inteligente, hábil
para resolver problemas, fuerte y equitativa, amante de la diversión y bastante
osada. Era respetada por su gran sentido de comunidad y, al mismo tiempo, por su
pensamiento independiente. Debería agregar que esta pequeña ratoncita era
también algo testaruda y, en ocasiones, según su capricho, una pícara. Si bien
no recuerdo cómo o cuándo empecé a contarle estas historias, recuerdo bien
algunas de las razones por las cuales continué con la práctica durante un
período de la niñez de mi hermana. Ante todo, recuerdo que Julie me perseguía,
reclamando que le contara más cuentos de la Ratoncita. Hay que reconocer que era
muy buena en esto y como yo la quería tanto, su insistencia era difícil, si no
imposible, de resistir. Segundo, Julie era una niña realmente «intrépida», en un
mundo que descalificaba por completo cualidades como esa en una mujer. Hasta los
héroes de las historietas eran todos varones; recuerdo que yo pensaba que eso
era muy injusto. Tercero, aunque a veces mi hermano y yo tratábamos a Julie de
«sanguijuela», yo realmente disfrutaba más del mundo cuando ella estaba con
nosotros: los ojos brillantes, la vivacidad, la resolución, la honestidad.
En fin, que cuando Penny descubrió este episodio de mi historia tuve una crisis
de confianza. ¿Estaría yo a la altura de las circunstancias? ¿Podría recrear las
aventuras de la pequeña ratoncita? ¿Sería capaz de rearmar los argumentos y los
personajes de las narraciones que había creado en un pasado tan remoto? Fui
prontamente rescatado de la crisis. Penny dejó muy en claro que yo, por ser su
padre, tenía el deber de compartir aquellas historias con ella. Por otra parte,
mostró una insistencia admirable. Cheryl, mi compañera y mamá de Penny, me
alentó diciéndome: «Sí que puedes. Por supuesto que puedes hacerlo. Y lo sabes».
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Antes de que pudiera darme cuenta, ya estaba recreando las diversas series de
las Historias de la Ratoncita: «La Ratoncita detective», «La Ratoncita en la
casa de los diez gatos», «La Ratoncita callejera» y «La Ratoncita de las
colinas». Los personajes principales de cada una de estas series son ratoncitas
que expresan las mismas cualidades y compromisos personales de las ratoncitas de
una generación anterior. Las respuestas de Penny a mis esfuerzos iniciales
fueron absolutamente alentadoras. Estas historias se convirtieron en sus
habituales cuentos de antes de dormir (si bien funcionaban pésimamente para
hacer que se durmiera) y en poco tiempo descubrí que yo también esperaba con
ilusión los capítulos siguientes.
Al poco tiempo, Penny decidió grabarlas en casetes. Así, pronto armó una
colección, que guardaba como un tesoro. ¿Qué pasó con esta colección? Muchas
cosas; algunas, desafortunadas. Por ejemplo, una vez un frasco de cola de pegar
se derramó sobre una de las cintas, y nadie se dio cuenta. Para Penny, fue una
tragedia y no hubo modo de consolarla. ¿Se recobraría alguna vez? A la larga,
sí. Otras cintas se perdieron con el paso del tiempo y con el desorden de una
vida activa y aventurera. Pero algunas todavía sobreviven.
Mientras preparaba este escrito, al volver sobre este período de mi relación con
Penny, me di cuenta de que estas historias han sido importantes para mí en
diferentes sentidos. Por ejemplo, me proporcionaron un poderoso medio para
conectar con Penny cuando ella era pequeña y yo me ausentaba de casa. Cuando
comencé a viajar lejos para dar clases, grababa Historias de la Ratoncita que
tenían lugar en las ciudades que yo habría de visitar. Penny las escuchaba
durante mi ausencia y yo pensaba que de este modo ella podía estar al tanto de
mi vida y tener al menos alguna experiencia de estar conmigo. Y sabiendo esto,
pensaba que así yo también podría al menos tener una experiencia de estar con
ella. Además, en estos viajes llevaba conmigo una grabadora, para así poder
grabar más historias. Sabía que a mi regreso Penny estaría esperándolas
ansiosamente. Pero más que esto (mucho más), grabar esas historias durante
aquellos viajes me ayudaba superar aquella persistente y aparentemente incurable
sensación de tener el corazón destrozado por estar tan lejos de Penny, en
ocasiones lejos de Cheryl y lejos de otros a quienes también amo. Gra
bar estas historias en mi cuarto de hotel, por la noche, fue el único antídoto
que encontré. Ninguna otra cosa funcionaba.
Hace poco hallé por casualidad algunos de los pocos casetes que sobrevivieron a
los embates del tiempo. Voy a incluir aquí una breve transcripción de uno de
ellos. Mi intención al hacerlo es brindarles a ustedes alguna percepción de cómo
estas historias han sido coproducidas. La narración de toda historia es
poderosamente moldeada por la respuesta del oyente. Y esto es especialmente así
cuando el oyente es también el protagonista de la historia (en este caso,
Penny). La transcripción pertenece a una introducción estándar a las historias
de la serie de la Ratoncita detective. Si bien la Ratoncita detective no está
exenta de defectos (por ejemplo, a veces es un tanto pedante), es una ratoncita
extraordinaria que incluso logró resolver muchos de los misterios que a Sherlock
Holmes le resultaron demasiado difíciles.
En la serie de la Ratoncita detective, cada episodio comienza en medio de la
noche, cuando la Ratoncita detective se encuentra profundamente dormida en su
maravillosamente acogedora casita, que está emplazada en un árbol. Por alguna
perversa razón, la Ratoncita detective jamás es convocada a una hora razonable,
sino siempre en plena noche. La Ratoncita detective tiene el sueño más bien
pesado, de manera que nunca oye los golpes en su puerta. Por lo tanto,
quienquiera que la esté convocando a una hora tan inoportuna debe golpear a la
puerta con firmeza, luego más firmemente, luego más firmemente aún, hasta
terminar aporreando la puerta con todas sus fuerzas. Finalmente, la puerta cede.
Arrancada de las bisagras, se desploma sobre el piso, levantando una nube de
polvo y astillas. Lo que suele cumplir la función de avisar a la Ratoncita
detective de que su presencia está siendo requerida. No hace falta decir que un
despertar violento como este no hace maravillas en el humor de la Ratoncita
detective al principio de cada episodio. De hecho, en esta parte de la historia
está invariablemente malhumorada. En la transcripción que sigue, la contribución
de Penny aparece en bastardilla:
Tuc, tuc, tuc. [golpes suaves]
Ala Ratoncita detective, profundamente dormida, no se le mueve un músculo.
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Toc, toc, toc. [golpes más fuertes]
¡Ohhhh! [exclama Penny amorosamente]
La Ratoncita detective todavía ni se mueve.
Tum, tum, tum. [más fuerte aún]
La Ratoncita detective se da la vuelta, dormida, y arruga la nariz por un
segundo. Luego se queda otra vez inmóvil.
Penny contiene la risa.
«¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué tiraste mi puerta abajo?», le increpa la
Ratoncita detective, furiosa.
Esta vez, Penny suelta una carcajada más larga.
«No era mi intención tirar su puerta abajo. Sólo soy un niño. Toqué la puerta
porque necesitaba ayuda. Pero como usted no respondía, golpeé un poco más
fuerte, eso es todo.»
Tam, tam, tam. [poniéndose un poco violento]
Penny se ríe a carcajadas.
La Ratoncita detective se tapa la cabeza con la almohada. Por lo demás,
permanece comatosa.
Pam, pam, pam. [extremadamente violento].
La Ratoncita detective, ablandándose un poco, responde: «¿Qué quieres decir con
"eso es todo"? ¡Destrozar la puerta de alguien no es poca cosa! ¡Y por si eso
fuera poco, era de roble! ¡Con apenas dos semanas de uso! Ahora dime, ¿en qué
puedo ayudarte?»
¡Ya sé! ¡Ya sé! [exclama Penny. Y de esta manera, partimos a acompañar a la
famosa Ratoncita detective en otra extraordinaria aventura]
¡Craaaaaaaaaaaash!
La puerta es arrancada de las bisagras y se hace añicos contra el suelo. La
Ratoncita detective abre un ojo (apenas una rendija diminuta) y escudriña la
penumbra, a través de la nube de polvo y de la pila de astillas que alguna vez
fuera una puerta.
¡Oh, no! ¡Otra vez, no! ¿Por qué siempre tiene que pasar esto en medio de la
noche? ¡Aaaaaaaagghh! [exclama Penny, continuando la historia en su voz de
cuatro años]
¿Por qué nadie puede venir a una hora más razonable? [continúa Penny]
Lentamente y de muy mal talante, la Ratoncita detective se incorpora de lado,
sale de su suave y abrigada cama, y camina hacia la puerta, arrastrando
pesadamente los pies. Parado ahí afuera, ve a un niño pequeño, completamente
solo.
Ahora vayamos a la cuestión de cuáles fueron mis objetivos al incluir aquí este
episodio de mi historia personal. No creo que haya nada inusual en este relato
sobre narración oral. Y sin duda no es para nada inusual que las personas que
participan del cuidado de niños pequeños les cuenten cuentos. Estoy seguro de
que muchos lectores podrían referir interesantes episodios de su propia historia
como contadores de cuentos. Entonces, ¿por qué decidí hacerlo? Mi principal
objetivo al relatar esta historia sobre narración oral es introducir las
exploraciones del tipo de las prácticas de reintegración que se retoman con
algún detalle en el Capítulo 1 (prácticas de re-integración que, según creo, son
una fuente potencial de creatividad para los terapeutas y que pueden
proporcionarnos una fuente de apoyo permanente en nuestro trabajo). Esta re-
integración no es simplemente recordar, sino una práctica que en realidad
contribuye a la identificación y reconocimiento de aquellas personas que han
contribuido significativamente a la generación de nuestras historias de
identidad y a nuestros saberes y habilidades para la vida.
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A través de los años he sido consultado por muchos padres y otros adultos que
cumplen roles en el cuidado de niños acerca de diversas preocupaciones con
respecto a los niños y su cuidado. Siempre he disfrutado enormemente al reunirme
con estos niños y prestadores de cuidados y participar con ellos en la
exploración de diferentes posibilidades para la acción, a fin de abordar sus
preocupaciones. Si bien no quiero dar a entender que en todas las ocasiones haya
encontrado impecable a este trabajo, siempre he experimentado alegría al
compartir con estos niños sus modos de conocimiento, y al explorar las prácticas
terapéuticas que adoptan estos modos de conocimiento. Esto me proporciona
alternativas para la acción maravillosamente imaginativas para abordar las
preocupaciones centrales que motivaban esas consultas.
Empecé a pensar en esto y pronto me encontré reflexionando sobre el sentimiento
de familiaridad que tengo con esta alegría y estos modos especiales de
conocimiento y sobre el desarrollo de estas prácticas terapéuticas. ¿Cómo he de
explicar esto? ¿Qué es lo que informa mi conexión con estos modos de
conocimiento? ¿Qué es lo que moldea estas prácticas terapéuticas? ¿Alguna teoría
sobre el desarrollo infantil, quizás? No es muy probable. ¿Ciertos textos acerca
del trabajo con niños? Útiles, tal vez. Pero esto no me resulta una respuesta
satisfactoria. Creo, más bien, que cualquier respuesta cabal a estas preguntas
me comprometería en la reflexión acerca de mis relaciones con Julie, con Penny y
con otros niños que conocí. Creo que es en el contexto de estos vínculos, de
estas pertenencias sociales de mi vida, que he llegado a saber lo que sé en el
trabajo con niños. Julie, Penny y esos otros niños han compartido conmigo la
coautoría de estos conocimientos y prácticas terapéuticas.
A principios de 1996 encontré algunos casetes de la Ratoncita que suponíamos
perdidos. Fue maravilloso volver a escuchar algunas de estas historias de una
década y media atrás. Me brindaron una pausa para reflexionar acerca de la
historia de este contar cuentos y me indujeron a sostener conversaciones con
Penny y con Julie sobre lo que yo entiendo fueron sus contribuciones al espíritu
de mi trabajo con niños. Como resultado de estas conversaciones, me di cuenta de
que sus voces tienen una presencia más importante aún en este trabajo. Y la voz
de Cheryl también está allí, puesto que tanto valoró estas historias que jamás
había oído,
26
confió en que yo sería capaz de recrearlas y ayudó de tantas maneras a que yo
las contara. Me siento feliz por esto y tengo mayor conciencia de qué es lo que
me sostiene en este trabajo.
La escritura real de esta historia sobre contar cuentos ha sido un ejercicio más
en la re-integración de mi trabajo: me ha brindado nuevas oportunidades de
reconocer algunas de mis pertenencias en la vida que han provisto los contextos
para la generación de algunos de los conocimientos y prácticas de mi trabajo con
niños. Al hacer este reconocimiento, no estoy negando mi contribución a la
generación de estos conocimientos y prácticas. Y tampoco estoy subestimándome
(así como no estoy preparado para sentirme superior) ni dejando cosas de lado.
Más bien, no comprometerme en esta clase de re-integración haría que mi trabajo
con niños quedara descrito «magramente»,2 y demasiadas cosas serían dejadas de
lado. Esto clausuraría opciones para que yo pudiera volver sobre los saberes y
habilidades que fueron co-generados en estas pertenencias significativas de mi
vida. Así se cerrarían oportunidades para que yo pudiera dar pasos que
contribuyeran a que mi trabajo fuera descrito más «ricamente» o «densamente». Y
me cerraría las puertas a nuevas posibilidades en el trabajo mismo.
Más adelante en el libro seguiré reflexionando sobre estas historias. También
planeo explorar con más detalle las metáforas de descripción «densa» y «magra».
A continuación, no obstante, haré una introducción más formal a las prácticas de
re-integración y a la importancia de estas prácticas para el trabajo y la vida
del terapeuta.
Para una descripción de la yuxtaposición de descripción densa y magra en la
tradición del pensamiento pose structuralista, véase Geertz (1973), «Thick
description: Toward an interpretive theory of culture». [«Descripción densa:
hacia una teoría interpretativa de la cultura», en La interpretación de las
culturas. Barcelona, Gedisa, 20001
27
riencias del tacto y las voces de los seres queridos ausentes. Las respuestas de
las personas a estas conversaciones fueron espectaculares: se desprendieron de
la desesperación, el abatimiento y del sentimiento de vacío que se había
convertido en la experiencia central de sus vidas y recuperaron un sentido de
identidad familiar y confortante. Las conversaciones de tipo «decir de nuevo
hola» que analicé en ese artículo estaban orientadas, en parte, por lo que en
ese momento denominaba preguntas de «experiencia de experiencia» y a las que
ahora normalmente me refiero como «preguntas de re-integración».
Al proporcionar aquí una descripción de la historia de las prácticas de re-
integración en mi trabajo, pensé que sería apropiado volver a repasar brevemente
estas prácticas tal como se expresan en el contexto del abordaje de una profunda
pena en relación con la muerte de un ser querido.
Sophia y Bill
Conocí a Sophia hace quince años. En esa época, ella estaba lidiando con una
depresión profunda y con una anorexia nerviosa que constantemente amenazaba con
quitarle la vida. Esta lucha no era nueva. Durante muchos años, esta depresión y
esta anorexia le habían inducido a actuar contra su propia vida y habían
provocado internaciones en el hospital. Sophia se estaba cansando de esta lucha.
Al principio, Sophia no tenía ningún entusiasmo por reunirse conmigo y comenzar
otra terapia más. No confiaba en que esta
En ocasiones se ha supuesto que este trabajo orientado hacia la metáfora de
«decir de nuevo hola» está también informado de una idea de espiritualidad
inmanente o ascendente, y que está asociado con fuerzas espirituales o de otro
plano o dimensión. Estas no son las ideas que han dado forma al desarrollo de
este trabajo y no es esto lo que he intentado proponer. Más bien, el trabajo
orientado por la metáfora del «decir de nuevo hola» ayuda a las personas a
desarrollar capacidades para la resurrección y la expresión de experiencias
significativas de sus relaciones. Estas son experiencias que estas personas ya
han vivido, que son parte de su bagaje de experiencia vivida.
Sophia, c/Dulwich Centre, Hutt St PO Box 7192, Adela¡ de 5000, South Australia.
fuera a conducir a un resultado positivo, pero había decidido seguir con ella
por su pareja, Bill. Él se había negado a darse por vencido en sus esfuerzos por
acompañar a Sophia en la búsqueda de una solución para la depresión y la
anorexia nerviosa y había mantenido su firme creencia en que Sophia encaontraría
una vida mejor. Bill era una fuerza a favor de la vida.
En el transcurso de nuestras reuniones, So phia identificó la voz del odio a sí
misma y la voz de la anorexia nerviosa, y gradualmente fue apartando su vida de
ellas. A medida que lo hacía, comenzó a explorar y adoptar otros relatos de; su
identidad. La contribución de Bill en esta etapa fue inestima1ble. Siempre
estaba preparado para apoyar a Sophia en las conversaciones creadoras de
sentidos en las que participábamos y en_ la exploración de propuestas para la
acción en su vida que estaban informadas por el contenido de estas
conversaciones. Y en ningún momento de este trabajo Bill supuso que él pudiera
hablar por Sophia. A medida que Sophia comenzaba a abrazar la vida, Bill irnició
una reflexión crítica acerca de sus modos de ser en su relaciein con ella y,
como consecuencia de ello, dio muchos pasos para asegurarse de que nada
entorpeciera este abrazo de Sophia a la& vida. Esta era la oportunidad de Sophia
y, de ser necesario, Bi=11 movería montañas. La presencia de Bill en estas
conversac>tiones también me alentaba y sostenía a mí.
Para Sophia, su abrazo a la vida no represe entaba una recuperación de esta.
Ella creía que jamás había lleMado a asir la vida. Como parte de lo que Sophia
llamaba «haber niacido» como persona, desarrolló un interés en hacer pequeñas
criaturas de trapo. Encontraba que esta tarea era una forma de «char vida» y a
través de este proyecto desarrolló nuevas conexiones, con el mundo exterior. A
medida que la vida de Sophia progresab oa, tuvimos muchas cosas que celebrar
juntos. En los años siguienties, de vez en cuando tenía noticias de Sophia; a
veces una carta, aveces una llamada. Y de este modo yo era una audiencia para
lilas muchas novedades en su vida, incluyendo su inscripción eitn un programa de
estudios sobre la mujer- La voz de Bill tambiénnse oía en estas novedades,
siempre estaba allí: siempre creyencido, siempre reconociendo.
Supe que Bill había decidido jubilarse armticipadamente en 1996. Él y Sophia
esperaban poder pasar más tiempo juntos y ha
45
bían planeado muchas aventuras para esta etapa de sus vidas. Inesperadamente, a
principios de 1996, Bill murió de un paro cardíaco. Me llamó el médico de
cabecera de Sophia. Ella estaba en el hospital, recuperándose de una fuerte
sobredosis. En ese momento estaba fuera de peligro, pero deprimida y furiosa con
él y el personal del hospital por haberle salvado la vida. Había intentado
suicidarse y ahora le aseguraba a todo el mundo que esa intervención médica
tendría por todo resultado una breve postergación. Sophia estaba decidida a
tener éxito en su próximo intento de quitarse la vida y aseguraba que la
intervención médica había prolongado su vida en cuestión de semanas, de ninguna
manera meses ni años. Su deseo era estar a dos metros bajo tierra, yaciendo
junto a Bill. Este era el único lugar donde quería estar. Durante la
conversación telefónica, el médico de cabecera me informó que Sophia había dicho
que hablaría conmigo, pero que de ninguna manera toleraría que nadie intentara
convencerla de abandonar su decisión de unirse a Bill. Conociendo a Sophia y a
Bill como los conocía, yo entendía que esta decisión era un testimonio del
enorme amor que habían profesado el uno por el otro y la maravillosa
contribución que cada uno había hecho a la vida del otro.
Visité el hospital y me senté junto a Sophia. Estaba realmente enojada y se la
veía muy desdichada. Habló monótonamente de su desolación y de que su vida se
había vuelto gris y de que el don de existir ahora le había sido arrebatado, de
la imposibilidad de seguir viviendo sin Bill, de las expectativas para cuando él
se jubilara, ahora frustradas, de su deseo de estar yaciendo junto a él y de su
convicción de que nada podría detener lo inevitable (la intervención médica la
había salvado en esta ocasión, pero apenas había pospuesto lo que era
inevitable). Sophia también dejó claro que no perdería su tiempo con nadie que
tuviera el propósito de convencerla de abandonar su decisión de unirse a Bill.
Me comprometí a no hacer eso, pero le pregunté si le parecía bien que tuviéramos
algunas conversaciones sobre alternativas que le permitieran estar con Bill
nuevamente, experimentar su presencia, pero que no exigieran que estuviera a dos
metros bajo tierra. Sophia consideró aceptable mi propuesta y entonces
comenzamos una serie de conversaciones orientadas por la metáfora de «decir de
nuevo hola».
La siguiente transcripción pertenece a una entrevista que tuvo lugar nueve
semanas después de la muerte de Bill y constituyó
46
uno de los puntos de inflexión de nuestro trabajo. En esta entrevista, Sophia
había estado hablando de los consejos que había estado recibiendo de muchas
fuentes diferentes (que hiciera el duelo, que dejara ir a Bill, que aceptara la
pérdida, que siguiera con su vida). Sophia sólo sabía que este «conocimiento de
sentido común» no era apropiado para ella. Exploramos entonces cómo había sido
que Sophia había logrado respetar esta conclusión y descubrimos que lo había
hecho porque mantenía su fe en su «conocimiento poco común» y confiaba en él.
Transcripción
¿Es este un conocimiento que parece, de algún modo, un conocimiento poco común?
¿Quieres decir que no es un conocimiento con el que todo el mundo pueda
conectarse?
Es que parece que todo el mundo, a excepción de unos pocos amigos íntimos, cree
que ya es hora de que mire para adelante y deje todo lo demás atrás.
Deja esto atrás y sigue adelante ¿de esto es de lo que la mayoría de las otras
personas parece pensar que se trata?
[Sophia asiente con la cabeza.]
¿En qué estás pensando en este momento? Estoy pensando en lo que Bill pensaría.
Ajá. ¿Puedes decirme lo que pensaría?
3 En la entrevista de la que se extrajo esta transcripción había un equipo de
reflexión/grupo de testigos externos. Debido a que Sophia hablaba en voz muy
baja, yo repetí casi todo lo que ella dijo para que los integrantes del equipo
de reflexión pudieran oír nuestra conversación. Para aquellos lectores que no
estén familiarizados con el concepto de «equipo de reflexión», en este libro se
presenta en la sección sobre la «ceremonia de definición».
47
Bueno, mi mamá y algunas otras personas consideran que estaría muy enojado
conmigo por no seguir simplemente con mi vida. Peroyo no creo que lo estaría, en
absoluto. Creo que él comprendería. No creo que estaría enojado en absoluto.
[Entre lágrimas.]
¿Qué sientes cuando otras personas se erigen a sí mismas en autoridad sobre su
voz? ¿Cómo es para ti cuando otras personas dicen estas cosas (que Bill habría
dicho esto o aquello, que se habría enojado contigo por no ...?).
Me enferma.
Te enferma...
El día del funeral, el marido de mi hermana me dijo: «Sal ahí fuera y sé fuerte.
Bill hubiera querido que fueras fuerte por él». Pero yo le contesté: «No, él
hubiera querido que fuese yo misma».
¿Tu cuñado fue quien te dijo que Bill hubiera querido que fueras fuerte y
salieras al mundo? ¿Y tú le dijiste: «No, él hubiera querido que fuera yo
misma»? ¿Cómo calificarías el hecho de que otras personas de alguna manera crean
que tienen derecho a ponerse en el lugar de Bill? ¿Qué nombre le pondrías a
esto?
Considero que es excepcionalmente egocéntrico por parte de la persona que lo
hace.
«Excepcionalmente egocéntrico»: es una descripción algo benévola. Es una
descripción bastante benévola de algo que, francamente, me parece indignante.
Pero tú sientes que Bill diría: «No, Sophia está haciendo lo mejor para ella».
Si estuviera aquí, ¿es esto lo que diría?
[Sophia asiente con la cabeza.]
¿Tienes una idea de qué otras cosas diría si estuviera aquí? Si yo pudiera
preguntarle ahora mismo: «Bill, ¿qué es lo más importante de lo que estuvo
diciendo Sophia hasta ahora?» ¿Qué crees que diría sobre esto?
48
Creo que querría que yo hiciera lo que necesitara hacer, por todo el tiempo que
lo necesitara.
Entonces, él diría «Sophia hará lo que necesite hacer y eso está bien». ¿Cómo
reaccionaría él ante tu resistencia a todas esas otras personas que afirman
poder hablar con la voz de Bill o pretenden saber qué es lo que te conviene? ¿Te
apoyaría en esto o...?
Me daría mucho apoyo.
¿Cómo te apoyaría? ¿Qué diría?
Me diría que escuchara mi propia voz.
Te diría que escucharas tu propia voz.
¿Qué más diría él en apoyo a tu resistencia? Le diré al grupo [dirigiéndome al
grupo de reflexión que está detrás del espejo unidireccional] que Bill era un
hombre de pocas palabras, ¿verdad? Pero lo que tenía para decir era muy
profundo, ¿no es así? Cuando hablaba, tenía un modo de decir las cosas que era
muy fuerte, bastante sintético... pero fuerte. ¿Dirías que esto es cierto?
Entonces, ¿cuál sería una de sus declaraciones de apoyo a tu resistencia,
sintéticas y fuertes, que podríamos oírle a Bill?
Diría que sólo yo sé lo que me conviene.
Eso diría: «Sólo Sophia sabe lo que le conviene a ella».
[Sophia asiente con la cabeza.]
¿Se te ocurre algo más que él pudiera decir? Aparte de: «Escucha a tu propia
voz» y «Sólo Sophia sabe lo que es conveniente para ella».
49
Siempre me dijo que fuera yo misma.
¿Que seas tú misma? Bien... Quisiera hacerte algunas preguntas más, pero antes
quisiera saber cómo está resultando esta conversación para ti. En la
conversación que estamos manteniendo aquí y ahora ¿estamos hablando de las cosas
apropiadas, de las cosas de las que hay que hablar?
¿Por qué?
Porque estoy comenzando a dudar de si lo que estoy haciendo está bien.
Porque estás comenzando a dudar de si lo que estás haciendo está bien. ¿Qué está
haciéndole esta conversación a esa duda?
Está reforzando la creencia en escucharme a mí misma y no a todos mis conocidos.
¿Está reforzando tu creencia en escucharte a ti misma y no a los demás?
Me pasé muchos años haciendo lo que otras personas pensaban que debía hacer. Me
tomó mucho tiempo resolver yo misma qué hacer. Y me siento bien al hacerlo.
¿Puedo anotar eso? Dijiste: «Me tomó mucho tiempo resolver yo misma qué hacen>.
¿Es esto lo que dijiste?
[Sophia asiente.]
Luego dijiste algo más.
Pasé tanto tiempo haciendo todo lo que los demás pensaban que debía hacer...
¿Cómo ha sido para ti la experiencia de traer a Bill a la sala del modo en que
lo has hecho hablando conmigo sobre cuáles habrían
50
sido sus reacciones ante nuestra conversación? ¿Ha sido esta una experiencia
positiva o negativa para ti? ¿O ni lo uno ni lo otro? La de traer la voz de Bill
aquí, claro.
De todos modos yo sentía que él ya estaba aquí.
¿Sentías que ya estaba aquí?
Cuando estaba sentada en el piso de abajo.
Cuando estabas sentada en el otro piso, ¿sentías que él estaba aquí?
Es sólo que me hizo pensar en cuando veníamos aquí juntos.
¿Es una novedad para ti, sentir que él está contigo de ese modo?
No. Las otras veces que vine también pasó lo mismo.
¿Tienes esa experiencia cuando vienes aquí? ¿Tienes realmente la sensación de su
presencia física? ¿Cómo es encontrarlo presente físicamente cuando vienes aquí?
Me da apoyo moral.
¿Te da apoyo moral? Y sientes que él está aquí con nosotros, de algún modo,
como...
Sí. Donde siempre se sentaba, junto a mí.
Sentado justo al lado tuyo. ¿Siempre del lado izquierdo?
A mi derecha.
A tu derecha... Perdón quise decir del lado derecho, pero como te estoy mirando
desde aquí, es a mi derecha, desde donde yo estoy sentado. A tu derecha. ¿Esto
ha sucedido en algún otro lugar, o es únicamente al venir aquí que experimentas
su presencia de este modo?
51
Es sólo aquí.
¿Sólo aquí?
Pienso que es porque Bill cumplió un papel tan importante aquí, ayudándome a
encontrarme a mí misma.
Sí, realmente cumplió un papel bastante poderoso. Estoy anotando algunas cosas,
por si logro usar algunas en una carta.
Está bien.
Si tuvieras esta experiencia también en otros lugares, no solamente aquí en el
Dulwich Centre, ¿sería esto algo positivo o negativo? Pensaba en lo que tú sabes
acerca de tu propia recuperación.
Sería algo positivo.
«...sería algo positivo». [Escribiendo.]
Una de las cosas que más me asustan es que él no está más ahí para ayudarme en
el camino.
Si él estuviera allí para ti, del mismo modo en que está aquí ahora, ¿sería una
cosa positiva?
¿En qué sentido sería esto beneficioso para ti, en el sentido de ayudarte en el
camino? ¿Si pudieras experimentar su presencia en tu vida, del mismo modo que la
experimentas aquí, en esta sala?
Es como cuando Bill estaba conmigo aunque no estuviera en el mismo lugar donde
yo estaba... no necesariamente estaba físicamente presente... pero en mi cabeza,
él siempre estaba ahí. Esto me producía una enorme seguridad.
Seguridad. Quiere decir que no era necesario que estuviera contigo. Podía estar
en cualquier otro lado. ¿No tenía que estar física
52
mente ahí, pero había un lugar que él ocupaba que te otorgaba seguridad?
Creo que es un poco como tener un ángel de la guarda.
¡Un ángel de la guarda! ¿Piensas que esto apoya tu visión acerca de lo que ayuda
a tu recuperación: hacer que Bill participe más en tu vida, y no darle la
espalda y seguir con tu vida?
Creo que sí, porque de otro modo no sentiría su presencia tan fácilmente.
En realidad... has hecho que la presencia de Bill sea más fuerte para mí, al
contarme que sentías que estaba contigo aquí y en la sala de espera... [entre
lágrimas] Y puedo verlo perfectamente. ¿No solía palmearse la rodilla?
¿Recuerdas eso? ¿No era ese un gesto habitual, palmearse la rodilla? ¿Cuáles
eran algunos de sus otros gestos habituales? Recuerdo ese tan claramente...
Cruzaba y descruzaba las piernas.
Es verdad. Cruzaba y descruzaba las piernas. Lo recuerdo bien. Y a menudo solía
estar ligeramente fuera de la situación, reflexionando sobre ella, ¿verdad?
Estaba todo el tiempo pensando.
Muchas veces yo le estaba hablando y pensaba que no me estaba escuchando.
Entonces le decía: «¿Quieres que siga diciendo lo que estaba diciendo o en
realidad no quieres saberlo?» Y él me decía: «Te estuve escuchando todo el
tiempo». Yyo le contestaba: «Ah, ¿sí? Entonces, ¿qué dije?» Y él me lo decía.
Era como si siempre estuviera escuchando y pensando al mismo tiempo.
Esto me trae recuerdos de las veces en que yo le estaba hablando a Bill aquí y
pensaba que había dejado de prestarme atención.
Pero no era así.
No. Y lo le decía: «Bill, no sé si estabas escuchando», y él me contestaba: «Sí,
estaba escuchando». Y yo le preguntaba: «¿Qué aca
53
ba de decir Sophia?» y él era capaz de repetirlo palabra por palabra.
[Sophia asiente con la cabeza.]
¿Cómo crees que me siento?
Creo que tú también debes tener un sentimiento de pérdida. Pero al mismo tiempo,
no es una pérdida total. [Entre lágrimas.]
Has dado justo en el clavo. Yo puedo hablar del modo en que puede no ser una
pérdida total, pero tú me has ayudado a experimentar que no lo es. ¿Entiendes lo
que quiero decir? Una cosa es decirlo, otra cosa es experimentarlo. ¿En qué
piensas ahora?
En algunos momentos parece como que para mí fuera una pérdida total.
En algunos momentos. Sabes... tú has evocado su presencia aquí de un modo muy
poderoso. Yo también la estoy sintiendo y me pregunto si sabes cómo lo haces.
¿Lo sabes? Porque sé que dijiste que en parte es venir aquí, pero también vas a
otros lugares a los que ibas con Bill. ¿Sabes cómo lo hiciste? Dijiste que la
primera vez que volviste aquí, hace un par de meses, experimentaste su presencia
en la sala de espera. ¿Sabes cómo lo hiciste? ¿Fue algo en lo que pensaste antes
de venir aquí o fue algo que sucedió espontáneamente cuando...?
Sucedió espontáneamente cuando entré y me senté.
¿Sabes en qué tipo de estado mental estabas o ingresaste, qué lo hizo posible?
¿Tienes alguna percepción de esto?
Simplemente pensé en Bill y cuando pensé en él fue como si estuviera sentado ahí
conmigo.
Quiere decir que pensaste en él de un modo que no evocaba sólo la pérdida:
también evocaba su presencia.
54
Sólo pensaba en Bill, en su «ser», no pensaba en que ya no estaba aquí
físicamente.
Ajá, no estabas pensando en eso... pensabas en su ser. ¿En eso pensabas? Si esto
pudiera funcionar para ti en otros sitios, si pudieras pensar en su ser del modo
en que lo hiciste cuando te sentaste en la sala de espera, ¿sería positivo o
negativo o...?
Creo que sería positivo.
Puedo decirte que para mí ha sido positivo. Si bien ha sido muy emotivo, ha sido
una experiencia positiva que introdujeras su ser aquí del modo en que lo
hiciste. Me pregunto si podríamos imaginarnos cómo podrías trasladar a otros
lugares, fuera de aquí, este sentimiento de que él está contigo. Porque no es
casualidad que haya sucedido aquí. Comprendo por qué habrías de hacerlo aquí
primero, por el papel que Bill desempeñó en que tú lograras tener una vida,
tener una voz. Tan sólo me pregunto qué podría posibilitar que hicieras lo mismo
en otros sitios. ¿Tienes alguna idea con respecto a esto? Dijiste que viniste
aquí y que no estabas pensando... ¿en qué dijiste que no estabas pensando?
No estaba pensando en Bill necesariamente en relación con la pérdida.
Simplemente pensaba en él.
Pensabas en su ser... su ser.
No estaba especialmente pensando acerca de que estaba muerto.
Quisiera pensar algunas preguntas que pudiera formularte, que me ayudaran a
entrar más en contacto con esa habilidad de evocar la presencia de Bill del modo
en que lo has hecho (tan sólo para comprender mejor cómo lo hiciste). Entiendo
que viniste aquí, te sentaste en la sala de espera y simplemente te pusiste a
pensar en su ser, no en su pérdida, y eso es parte de la cosa. ¿Todavía sientes
su presencia contigo, en este momento?
El está aquí todo el tiempo, en esta sala.
55
El está aquí todo el tiempo, en esta sala. Bien. Quiere decir que también está
presente lo que él sabía acerca de ti. La comprensión realmente importante que
tenía de ti como persona, ¿también está aquí?
[Sophia asiente con la cabeza.]
En realidad, ya has mencionado algunas muestras de esa comprensión, de la
comprensión que él tenía de ti. Algunos de los conocimientos que él tenía sobre
tu vida y lo que funciona para ti.
Esa es una de las cosas que me dan miedo, porque no sé si yo puedo hacerlo.
¿No sabes si puedes hacerlo?
Yo sola, sin tenerlo a él...
Presente. Sí.
Su apoyo y su aliento y tan sólo... tratar de entender. Sin necesariamente
entender todas las veces, pero aceptando.
Aceptando. ¿Y estuviste volviendo a experimentar su aceptación aquí? ¿Su
aceptación hacia ti? ¿Su comprensión de ti? ¿Aceptando lo que no entendía?, ¿es
así?
[Sophia asiente con la cabeza.]
¿Cómo te afecta el experimentar esa aceptación? Como aquí mismo, en este
momento. ¿Qué es lo que te produce estar experimentándola aquí?
Es como una total afirmación de... mi persona.
¿Una total afirmación de ti?
Sucediera lo que me sucediera, no importa con qué estuviera yo intentando
lidiar, Bill simplemente afirmaba que se trataba de mí y que yo podría lidiar
con eso. No me haría una mala persona. Simplemente yo. Quien soy hoy.
56
De manera que Bill podría estar contigo también en otros sitios. Y hay algunas
habilidades que tú utilizas para hacerlo presente, incluso para mí. ¿Te
parecería bien que habláramos de esas habilidades? ¿Te interesa?
[Sophia asiente con la cabeza.]
Podría ayudarme en otros sitios. Y cuando entro en espacios realmente negros
podría ser útil intentar recurrir a esto.
Sí. Es muy sensato. Bill murió hace dos meses, ¿es correcto?
Hoy hace nueve semanas.
Nueve semanas hoy.
Son nueve semanas desde la última vez que lo vi con vida. En realidad murió el
miércoles por la mañana.
El miércoles por la mañana, hace nueve semanas. Su aceptación hacia ti no murió
y su comprensión de ti como persona ha permanecido contigo porque tú la has
vuelto a introducir hoy en esta sala.
Durante un tiempo, nuestra conversación emprendió nuevas exploraciones de los
saberes y habilidades que Sophia estaba expresando al recordar la presencia de
Bill, y luego ella y yo nos convertimos en audiencia de las respuestas de los
integrantes del equipo de reflexión/grupo de testigos externos." Sus ricas re-
narraciones de las historias de vida de Sophia y Bill mostraron un poderoso
reconocimiento de su relación y de las contribuciones que cada uno había hecho a
la vida del otro. Estas re-narraciones también incluyeron relatos sobre el modo
en que nuestra conversación ha
En este libro, en la sección titulada «Ceremonia de definición», podrá
encontrarse una discusión de la idea del equipo de reflexión como grupo de
testigos externos, así como de las prácticas que utilizan testigos externos.
Rupert
57
bía afectado la vida de algunos de los integrantes del equipo y les había
presentado opciones para la re-integración de seres queridos ausentes en sus
propias vidas.
Después de las re-narraciones del equipo de reflexión/grupo de testigos
externos, e inmediatamente después de la respuesta de Sophia a estas re-
narraciones, me pregunté en voz alta si ella po
dría identificar algún objeto en la sala que pudiera llevarse consigo y que
pudiera ser un símbolo de la presencia de Bill. Estaba pensando en Rupert.
Rupert es uno de los integrantes de trapo de mi equipo. Me lo regaló Sophia hace
más de quince años, cuando estaba haciendo sus primeros pasos temblorosos hacia
la vida: Sophia es la creadora de Rupert. Él es un oso extraordinario, que por
más de una década y media ha venido haciendo maravillosas contribuciones a las
vidas de otros, uniéndose con ellos en apoyo a su deseo de liberarse de los
problemas existentes en sus vidas.
En respuesta a mi pregunta, Sophia recorrió la sala con la mirada y concluyó:
«No hay nada aquí que pudiera servir». Le pregunté si podría dar otra mirada. En
respuesta, me preguntó: «¿Rupert está aquí?». Estaba. Acababa de regresar al
Dulwich Centre después de haber estado con la familia de un niño pequeño. En su
viaje de regreso, había sufrido un percance. Venía en el auto de la familia,
sacando su cabeza fuera de la ventanilla (algo que le encanta hacer) cuando
perdió el equilibrio y se cayó, y fue arrollado por un ómnibus. Afortunadamente,
Rupert está hecho de una material resistente, así que rápidamente logramos que
recobrara su forma, aunque tuvimos que pedir un turno en la Clínica de Osos para
hacer que repararan su oreja. Todavía estaba esperando que llegara ese turno.
Sophia tenía ahora a Rupert sentado sobre su falda. Lo sostenía afectuosamente.
Transcripción (continuación)
¿Decías?
Él (Bill] era realmente elevado. Podría llevármelo y arreglarle la oreja
[refiriéndose a la herida de Rupert].
Lo solíamos llamar Rupert el Estúpido. [Se ríe.]
58
¡«Rupert el Estúpido»! ¿Te he contado todo lo que Rupert ha hecho por muchos de
los niños que vienen aquí? ¿Lo sabes? ¿Sabes por qué se conserva tan bien?
Porque ha sido amado. [Ahora sonriendo.]
Ha sido amado. Acompaña a su casa a algunos de los niños que vienen aquí y los
ayuda con sus problemas. Y es realmente interesante... Tú estabas hablando de la
aceptación de Bill, ¿sabes qué es lo que los niños experimentan con Rupert?
Aceptación. Hagan lo que hagan, Rupert sabe que lo están intentando y lo
respeta.
No creo que sea para nada estúpido.
No, no lo es. Creo que es un camarada de Bill. Creo que en cierto modo son
colegas, o algo así.
Este es un muñeco algo diferente del que yo hice; yo siempre pensé que Rupert
era un oso que parecía estúpido. Por eso lo llamé Rupert el Estúpido. [Se ríe.]
Resultó ser muy inteligente. No me cuenta mucho de lo que sabe (se lo guarda
para sí). Es una persona de pocas palabras, pero las suyas son palabras muy
poderosas.
¡Como Bill!
[Ahora Sophia está acariciando tiernamente a Rupert.] Una de las cosas que
realmente extraño es tocar a Bill.
¿Piensas que llevarte a Rupert contigo podría contribuir a que pudieras producir
la presencia de Bill en otros lugares?...
En las dos semanas siguientes, Sophia hizo un descubrimiento: comenzó a
experimentar la presencia de Bill en el jardín, espe
Post scriptum
59
cialmente cuando estaba cuidando los arbustos favoritos de él. Me pregunté cómo
era que había logrado esto. La respuesta de Sophia: «Cualquiera puede hacerlo.
Es natural. Se trata sólo de quitar las piedras del camino y ponerte en contacto
con tus fortalezas». Le pregunté a Sophia cómo llamaría a esas fortalezas y me
pregunté qué más estaba en juego aquí. «Otros pueden tener fortalezas similares.
Sin embargo, a pesar de identificar esas fortalezas de este modo, experimentar
la presencia de las voces de los seres queridos es un logro que puede resultar
esquivo. ¿Podría hacerte algunas preguntas acerca de qué es lo que tú aportas a
estas fortalezas?» Sophia se mostró interesada y comenzó entonces una
conversación que trataba de identificar algunas de las habilidades y saberes que
ella estaba expresando al producir la presencia de Bill.
Fue en esta conversación que Sophia por primera vez tomó conciencia del hecho de
que había guardado un lugar en su vida para la voz de su padre desde su muerte,
cuando ella era una ni ña, hacía veintiocho años. Al hablar de esto, y de la
vida de su padre, relató historias de sus tías, las hermanas de su padre,
quienes se habían quedado en Holanda y a quienes ella no había conocido, pero
cuyas imágenes la habían animado en los momentos difíciles de su vida. «¿Cómo es
que las conocías tan bien, si nunca las viste? ¿Cómo explicas esto?», pregunté.
Sophia habló entonces de las historias que su padre contaba sobre la vida en
Holanda y el papel central que sus hermanas representaban en estas historias.
Hablamos durante un rato sobre qué había en las narraciones de su padre que
lograba evocar tan vívidamente las imágenes de sus tías. Sophia concluyó
entonces que su padre debía haber tenido las habilidades y saberes que le
posibilitaban experimentar la presencia permanente de las voces de sus hermanas,
estando tan lejos de ellas y de su lugar de nacimiento, Holanda, y que esto
debía haber sido un gran apoyo para él en su vida en Australia. Sophia también
concluyó que su padre le había transmitido estos saberes y habilidades a ella y
que era por medio de ellos que había sido capaz de guardar un lugar en su vida
para las voces de él y de sus tías, a pesar de todas las cosas por las que había
atravesado. Además, en esta conversación Sophia avanzó más profundamente en el
darse cuenta de que ella había estado poniendo estos saberes y habilidades en
uso en mi consultorio y
60
en su jardín, en su deseo de hacer que Bill volviera a unirse a su vida.
A1 reflexionar sobre nuestra conversación, le pregunté a Sophia: «Si utilizaste
estos saberes y habilidades para guardar un lugar en tu vida para tu padre
durante veintiocho años, ¿crees que podrías hacer lo mismo por ti para mantener
tu conexión con Bill? Y de ser así, ¿a qué edad deberías empezar a preocuparte
acerca de si existe o no el riesgo de que pudieras olvidar a Bill?». Sophia
creía que estos saberes y habilidades seguirían estando a su disposición y
suponía que no necesitaría preocuparse por el riesgo de olvidar a Bill hasta que
tuviera setenta y dos años. Este resultó un descubrimiento sorprendente, que le
produjo un enorme alivio. A lo que Sophia más le había temido era a que su vida
fuera a seguir adelante y se olvidara de Bill.
Cuando nuestra conversación giró hacia la contribución de Rupert, me di cuenta
de que Sophia ya le estaba transmitiendo estas destrezas a su nieta, Latoya.
Latoya se había encariñado mucho con Ruppert y siempre que estaban juntos, ella
le hablaba a Sophia de su «Poppy». En los meses subsiguientes, la experiencia de
la presencia de Bill fue cada vez más accesible a Sophia. Él fue reintegrado en
su vida.
James
James y Elaine Johnson me fueron referidos, con sus tres hijos, como
consecuencia de la preocupación de los maestros de la escuela primaria a la que
estos niños asistían. La fuente de esta preocupación era la conducta de los dos
niños mayores. Algunas interacciones que los maestros habían presenciado entre
el señor Johnson y el hijo mayor, John, habían reforzado esta preocupación. En
opinión de estos maestros, lo que habían presenciado constituía un caso de
maltrato emocional. Creían que, por consideración al bienestar de los niños,
esto era algo que requería atención inmediata. Luego de una serie de
conversaciones y negociaciones, se llegó a un acuerdo con los padres por el cual
asistirían a una entrevista conmigo «sólo para ver cómo funciona».
Por decisión de «James», todos los nombres son seudónimos.
61
De la escasa información acerca de la situación con la que contaba antes de la
entrevista, colegí que James había sido bastante renuente a dar este paso. Esta
idea se vio reforzada inmedia tamente, en nuestro primer contacto. Cuando me
presenté, en la sala de espera, Elaine parecía contenta de conocerme, los niños
parecían no advertir mi presencia y James me dio una recepción indudablemente
fría. Mientras subíamos la escalera hacia mi consultorio, medité sobre la manera
en que podrían abordarse los supuestos que cada uno tenía sobre esta entrevista
de un modo que pudiera posibilitar que James estuviera presente en nuestra
conversación.
Cuando entramos al consultorio, James y Elaine tomaron asiento, y los tres niños
comenzaron a entretenerse con mi colección de juguetes de trapo. Intenté
interesar a James y Elaine en una conversación sobre nuestras diferentes
interpretaciones de lo que sería el contenido de nuestra reunión, pero pronto
perdí a James. Los niños estaban ocupados en alguna discusión sobre los juguetes
y James había comenzado a darles órdenes a gritos. Al hacerlo, se había dirigido
particularmente a John en términos degradantes, utilizando una variedad de
epítetos ofensivos. Pronto perdí también a Elaine, quien ahora les estaba
gritando a los niños a la par de James. Dos de ellos estaban llorando. Este giro
de los acontecimientos me preocupó enormemente.
En respuesta a esta situación, me encontré enfrentando uno de esos dilemas tan
familiares a la mayoría de los terapeutas. Era muy doloroso ser testigo de que
se gritara y degradara a los niños, y me preocupaban mucho los efectos reales de
estos hechos sobre las historias de identidad de estos niños. Lo que aquí estaba
sucediendo entraba en conflicto con mi posición ética elegida, que se opone a
las prácticas de paternidad abusivas. Sabía que no podía simplemente «guardar en
un cajón» estos valores. También sabía que debía encontrar un modo de
expresarlos que no sonara a una imposición y que abriera un espacio para la
exploración de nuevas posibilidades en cuanto a prácticas de paternidad, no que
lo cerrara.
Si hubiera expresado esta posición ética a través de la declaración de alguna
«autoridad» (simplemente informando a James y Elaine de que su ejercicio de la
paternidad era abusivo y esforzar
me por enseñarles «mejores» modos de ejercer la paternidad) no
62
sólo hubiera tenido el efecto de cerrar este espacio, sino que también habría
estado reproduciendo los patrones de descalificación que son tan totalizantes de
las vidas de las personas. Es probable que el resultado de un enfoque como este
hubiera sido que se vieran confirmadas las sospechas de James con respecto a la
derivación y que se reforzara su decisión de no tener nada que ver con esta
terapia. Este enfoque autoritario es asumido con frecuencia por personas que no
tienen las especiales responsabilidades que tienen los terapeutas (es decir,
responsabilidades éticas por los efectos reales que tienen sus expresiones de
dichas posiciones éticas).
En mi esfuerzo por hacerme cargo de la responsabilidad que tengo por cuidar la
forma que le doy a la expresión de los valores que me hacen oponerme a las
prácticas abusivas, pronto encontré algunos espacios en los cuales empezar a
formularles a James y a Elaine algunas preguntas acerca de sus experiencias como
padres. Yo quería saber si había habido momentos en esta difícil y exigente
tarea, en que se habían encontrado algo tensos, o en los que tal vez incluso ya
no sabían qué hacer. Antes de que respondieran esta pregunta, les dije que si
bien en toda mi carrera no había conocido un padre que pudiera responder a
preguntas de este tipo en forma negativa, estaba abierto a la posibilidad de que
James y Elaine fueran los primeros en hacerlo. Se miraron de reojo. Elaine
respondió entonces a la pregunta de manera afirmativa e inmediatamente después
James hizo lo mismo. «En esos momentos», pregunté, «¿alguno de ustedes se ha
encontrado alguna vez diciendo o haciendo algo en su relación con sus hijos que
fuera contrario a su criterio ideal? ¿o que comprometiera su buen juicio? ¿o que
de alguna manera contradijera la manera como querían que fueran las cosas en su
relación con sus hijos?» Nuevamente, antes de que respondieran, les informé a
Elaine y James que todavía no había logrado encontrar padres que pudieran
responder a esta pregunta por la negativa, pero que estaba abierto a la
posibilidad de que ellos fueran los primeros en hacerlo. Luego de una breve
pausa, Elaine respondió a esta pregunta afirmativamente. Poco después, James
hizo lo mismo.
Estas respuestas me dieron la oportunidad de entrevistar a Elaine y James acerca
de este criterio ideal (acerca de esta sabiduría parental de la que ellos se
apartan cuando las cosas no funcionan bien, cuando las cosas se ponen difíciles
en su relación con
63
sus hijos). Los alenté a que expresaran sus ideas acerca de este criterio ideal
y quise que me describieran cómo eran las cosas cuando este moldeaba su
interacción con sus hijos. Elaine tomó la iniciativa para responder a estas
preguntas, pero fue apoyada por Jarnes en la tarea. En una o dos ocasiones,
logré consultar a John acerca de esta descripción del criterio ideal de sus
padres: «Cuando las cosas entre tú y tus padres se ponen tensas, ¿sería mejor si
manejaran la situación manteniéndose fieles a este criterio ideal del que ahora
están hablando o sería mejor que lo abandonaran?». Luego de alguna aclaración
sobre esta pregunta, la respuesta de John fue instantánea e inequívoca. Como
invariablemente hacen los niños en estas ocasiones, votó a favor del criterio
ideal. Si bien el criterio ideal se fue describiendo mejor a medida que
progresaba la entrevista, yo sabía que para James dicho criterio ideal
permanecía relativamente desdibujado y que, debido a esto, probablemente no
fuera un constituyente poderoso de sus próximas interacciones con sus hijos.
Hacia el final de nuestra entrevista, empecé a interrogar a Elaine y a James
sobre la historia de este criterio ideal. ¿Cómo habían arribado a sus
conclusiones acerca de qué era la sabiduría parental? ¿Sus experiencias de ser
padres y de haber sido hijos habían jugado un papel en la aclaración de cuál era
el mejor criterio en la interacción con sus hijos? De ser así, ¿cuáles habían
sido esas experiencias? De no ser así, ¿en qué otras experiencias se inspiraban?
¿Qué más había contribuido a la clase de percepciones que les habían ayudado a
distinguir cómo querían que fueran las cosas en su relación con sus hijos de
cómo no querían que fueran? Tanto Elaine como James estaban interesados en
hacerme otra visita, de manera que la acordamos y yo escribí una lista de estas
y otras preguntas similares para que se llevaran y reflexionaran entre una
reunión y otra.
Elaine y James se presentaron a esta segunda reunión sin los niños. Habían
decidido que así era mejor, puesto que querían disponer de un espacio tranquilo
en el cual hablar sobre las preguntas que les había dado al final de la primera
entrevista. Elaine abrió la conversación con un relato de la historia de su
conexión con su criterio ideal. Fue este un relato mucho más ricamente descrito
que el que había realizado durante la primera entrevista e incluía algunos
«descubrimientos» que había hecho durante el
64
intervalo entre las dos entrevistas, así como sus pensamientos acerca de las
consecuencias de estos descubrimientos para su relación con los niños. James
escuchaba en silencio el desarrollo de este relato. Cuando llegó su turno, dijo
que no tenía mucho que decir. Ambos padres lo habían maltratado. Como hijo, no
podía recordar buenas experiencias. Con los años, había aprendido algunas cosas
de Elaine, pero no era capaz de responder a las preguntas acerca de por qué
había adoptado el criterio ideal expresado por Elaine en su relación con sus
hijos. Dijo también algo conmovedor: que era más probable que él perdiera el
control en el trato con sus hijos que Elaine y que él tenía más dificultades que
ella para mantenerse fiel a este criterio ideal.
A pesar del hecho de que James estaba ahora tomando posición en contra de
aquellas prácticas de paternidad que se apartaban del ámbito del criterio ideal,
me preocupaba que el no tener «mucho que decir» lo restringiera en la
exploración de opciones para la relación con sus hijos inspiradas en ese
criterio ideal (que este relato alternativo sobre la paternidad quedara plasmado
en ese trazo débil y que no constituyera significativamente sus acciones como
padre de estos niños). En respuesta a esta preocupación, expliqué que entendía
que estas concepciones acerca del criterio ideal en las prácticas parentales no
surgían de la nada y pregunté si le parecía bien que me uniera a él en nuevas
exploraciones acerca de la historia de este. James dijo que estaba abierto a la
idea de que me uniera a él en esto y comenzó entonces una serie de
conversaciones exploratorias que abarcaron el resto de la sesión y que se
extendieron durante la siguiente, a la que James eligió asistir solo.
Estas conversaciones exploratorias de la historia del criterio ideal de práctica
parental en la vida de James tuvieron dos resultados muy significativos. Uno fue
el reconocimiento explícito y el agradecimiento a la contribución de Elaine, que
propuso alternativas para la expresión de este criterio ideal. El otro, que
James recordara un episodio de su historia personal del que jamás había hablado
y que casi había olvidado. Me informó que cuando era niño los días que iba a la
escuela abandonaba su casa lo más temprano posible porque no era un buen lugar
para permanecer. En el camino pasaba por la de Frank (un amigo de la escuela) y
luego retrocedía sobre sus pasos para esperar frente a la puerta princi
65
pal hasta que calculaba que todos los habitantes de la casa estaban vestidos y
desayunando. En este punto, si ya no había sido descubierto parado ahí afuera,
James golpeaba a la puerta. Quienes siempre lo hacían pasar eran los padres de
Frank, el señor y la señora Georgio, que lo invitaban a compartir el desayuno
con la familia. El señor Georgio siempre le daba sandía, lo que constituía un
agasajo.
Le pregunté a James por qué era que me estaba contando esta historia. ¿Qué era
lo importante para él con respecto a esta historia? Dijo que quizá proporcionara
alguna respuesta a mis preguntas sobre la historia de ese criterio ideal en la
práctica parental (quizás esta fuera una introducción a otras posibilidades de
ejercicio de la paternidad). Quise que James me contara qué modos de ser padres
eran expresados por el señor y la señora Georgio en aquella época y por qué era
que James se identificaba de esa manera con esas expresiones. James no
encontraba las palabras. No sabía cómo nombrar esas expresiones. Entonces, le
pedí que me contara más historias sobre las interacciones del señor y la señora
Georgio con él y con sus propios hijos. Yo hice de escribiente. Luego repasé mis
notas con James y juntos pensamos nombres para lo que estaba siendo expresado
por estos padres. «Comprensión», «respeto», «tolerancia», «amabilidad» y
«generosidad» fueron sólo algunos de los nombres por los que James se decidió.
«Es bueno lograr una mejor percepción de las cosas por las que abogas, James»,
comenté. «Sí, también es bueno para mí lograr una mejor percepción de las cosas
por las que abogo» fue su respuesta.
Luego de hablar con James sobre sus ideas acerca de por qué era importante
lograr una mejor percepción de aquello por lo que abogaba en lo referido a las
prácticas parentales, me pregunté si le sería útil lograr una familiaridad aún
mayor con esto. Él opinó que lo sería. Al discutir las opciones para lograr
esto, le dije que tenía una idea que podía parecer un poco descabellada, pero
que de todos modos quería proponer: «¿Y si se pusiera en contacto con Frank y
sus padres de manera que pudiéramos tener la oportunidad de aprender de manera
más directa sobre esas prácticas parentales que evocó con tanta intensidad?». Al
principio, James se quedó boquiabierto ante esta idea. Pero al acercarse el
final de la entrevista comenzaba a gustarle. Salió diciéndome que intentaría
contactar con Frank y sus padres, pero que no es
66
taba seguro de poder localizarlos, puesto que «hacía siglos» que no veía a
Frank.
James me llamó tres días después. Había localizado a Frank. El señor Georgio
había muerto de un ataque cardíaco hacía seis años, pero James había conseguido
el teléfono de la señora Georgio. Me pedía que lo anotara. «¿Por qué?»,
pregunté. «Para que pueda contactar con ella». «¿Por qué yo?» «No sé si me animo
a hacerlo», respondió James. «¿Realmente quiere que lo haga yo?» «Sí.» «¿Está
seguro?» «Sí.» «Muy bien. Entonces, ¿qué es lo que quiere que le diga?»
«Cuéntele todo. Absolutamente todo. Su nombre es Mary.» No satisfecho con esto,
repasé con James lo que yo pensaba que sería útil que la señora Georgio supiera.
Él le dio el visto bueno y esa misma tarde la llamé. Me sentí aliviado cuando
Mary Georgio dijo que no sólo recordaba a James, sino que muchas veces se había
preguntado qué habría sido de él. Tenía vívidos recuerdos de sus visitas a su
casa temprano por las mañanas, antes de la escuela.
Mary refrescó un poco sus recuerdos y entonces me dijo algo de lo que James
jamás se había enterado. Mary se imaginaba que James era objeto de maltrato en
su hogar y había hablado en la escuela y con algunos vecinos sobre qué curso de
acción tomar. Esto fue hace más de dos décadas, mucho antes de que se rompiera
la conspiración de silencio sobre el tema del maltrato, y el pobre consejo que
recibió como respuesta a estas consultas la alentó a no hacer nada: «No hay
suficiente para seguir adelante. Si actúa sobre la base de esto, todo lo que
logrará es más maltrato para James. No podrá mantener su amistad con Frank. Y no
le permitirán visitar su casa nunca más.» Mary y su marido, Bob, estaban
angustiados. Todo lo que parecía posible hacer era brindarle a James todo el
cuidado que pudieran en las limitadas oportunidades que tenían. Mary recordaba
lo de la sandía y me dijo que no había sido por casualidad que Bob había
adquirido el hábito de servirle a James generosas porciones de este y otros
bocados exquisitos.
Y había otras cosas que James no sabía. El hecho de que James fuera
frecuentemente descubierto en la puerta de calle temprano por las mañanas,
tampoco era una casualidad. Mary y Bob se encargaban activamente de advertir su
presencia y solían descubrirlo «accidentalmente» cuando salían a buscar el
diario o a
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abrir la canilla de riego. Le habían dicho a James que podía entrar directamente
y golpear a la puerta, en lugar de esperar afuera, pero él jamás había aceptado
esa invitación. Por lo tanto, Bob y Mary seguían «descubriéndolo» día tras día.
Le informé a Mary del proyecto sobre paternidad en el que estaba trabajando
James, del modo en que ella y Bob habían estado presentes en nuestras
discusiones sobre este tema y le pregunté si estaba dispuesta a unirse a este
proyecto viniendo a una reunión a mi oficina. Su respuesta fue: «Lo haré
encantada».
Inmediatamente llamé a James. Mientras esperaba que me atendiera, consideré la
siguiente pregunta: «¿Debería ponerlo al tanto por teléfono de la conversación
que había tenido con Mary o
debería arreglar una entrevista con él?». Era esta una cuestión que no podía
resolver, así que la compartí con James. Él dijo que no podía esperar. A medida
que yo le relataba mi conversación con Mary James se puso muy emocional. Cuando
llegué a las partes que él no conocía (la conciencia de Mary y Bob de lo que él
estaba padeciendo, lo que resolvieron hacer con respecto a eso, lo de la sandía,
lo de ser descubierto por las mañanas) James comenzó a sollozar. Entonces, como
no podía hablar, colgó. Yo también estaba llorando. En los treinta y cinco
minutos que siguieron, James volvió a llamar cuatro veces. Luego fue a hablar
con Elaine sobre todo esto. Más tarde le pedí disculpas por haber compartido
toda esa información por teléfono, en vez de combinar una reunión con él. James
dijo que no, que haberlo hecho del modo en que lo habíamos hecho le había dado
la oportunidad de procesar la información de la manera que mejor funcionaba para
él.
La reunión con Mary se llevó a cabo. En su presencia, tuve la oportunidad de
hacerle algunas preguntas a James sobre el proyecto en el que se había embarcado
(entender mejor aquello por lo
que abogaba en sus prácticas parentales y mantenerse más cerca de estas ideas en
su relación con sus hijos). También le pedí que reseñara cómo había sido que, en
las exploraciones de la historia de ese criterio ideal, se había trazado un
línea genealógica que lo conectaba con la contribución que habían realizado Mary
y Bob Georgio. Mary estaba visiblemente conmovida por lo que James tenía que
decir. Cuando James dejó de hablar, le pedí a Mary si podía hablar de su
experiencia de este relato. Había sido «maravilloso oírlo» y ella se sentía tan
aliviada al saber que lo que ella y
68
Bob habían hecho en respuesta a la situación difícil en la que se encontraba
James y a su propia angustia «había servido para algo». Hubiera querido que Bob
nos pudiera haber acompañado en esta reunión, puesto que habría significado
mucho también para él.
Mary agregó que si bien ella entendía que no todo había resultado como James
hubiera querido en su relación con sus hijos, no obstante era una gran cosa que
hubiera adoptado para su vida algunas de estas otras visiones acerca de lo que
significa ser padre, a pesar de todo lo que había tenido que atravesar de niño.
Fue evidente que a James esto lo entusiasmó. Le pregunté a Mary si podía hacerle
algunas preguntas acerca de por qué cosas habían abogado en su tarea parental,
sobre la pericia que ambos habían manifestado como padres y sobre la historia de
esto en sus vidas. En respuesta a esta última pregunta, Mary habló de muchas
figuras en sus historias personales e invocó vívidamente la imagen de su abuela
materna, Maria, quien había tenido una voz tan fuerte en cuestiones de justicia
y de respeto. Esta conversación, que se extendió a lo largo de varias reuniones,
contribuyó muy significativamente a que el criterio ideal de James fuera más
ricamente descrito y a que se enraizara más profundamente en la historia. Más
tarde, él habló de la conexión que había sentido con Maria y de la gratitud que
sentía hacia la disposición de Mary a compartir con él esta conexión.
Alenté a James a formular este criterio ideal, con el cual ahora estaba mucho
más familiarizado, en una serie de propuestas acerca de cómo podría responder
ante sus hijos cuando las cosas se estuvieran descarrilando. James, Mary y yo
nos reunimos con Elaine y los niños para ponerlos al día sobre las novedades y
para consultarles acerca de estas propuestas para la acción. La realimentación
que James recibió fue muy alentadora y aclaró cuáles de estas propuestas eran
las que más probablemente tendrían un resultado deseable para Elaine y los
niños. Me pregunté en voz alta cómo podría hacer James, en situaciones de mucha
tensión, para mantenerse en contacto con estas propuestas. Se hicieron muchas
sugerencias. Mary dijo que en esos momentos James podría llamarla. Esta fue la
propuesta que James aceptó.
En el seguimiento, me enteré de que las cosas habían estado funcionando mucho
mejor en la familia Johnson. No es que no hu
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hiera habido algunos momentos difíciles, pero James y Elaine los habían
atravesado juntos, sin permitirse apartarse de prácticas parentales respetuosas.
James había dedicado algún tiempo a informar a los maestros de los niños de las
novedades en su proyecto y ellos le habían mostrado su apoyo. Estos maestros
también informaron que los niños parecían menos estresados y que estaban
mostrándose más seguros, tanto en el contexto de la clase como en el del patio
de recreo. La familia Johnson se había convertido en parte de la red extensa de
parentesco de la familia Georgio (la amistad recuperada de James y Frank cada
vez se parecía más a una relación entre hermanos).
Si bien mi trabajo con James estuvo informado por muchas prácticas narrativas,
las que parecen haber realizado la contribución más importante fueron las
prácticas de re-integración. Fue por medio de estas que las pertenencias de
Elaine, Mary, Bob y Maria en su vida fueron exaltadas y honradas. Fue a través
de estas prácticas de re-integración que los saberes y habilidades parentales
alternativos de James fueron descritos con más riqueza.
Louise6
Louise buscó asesoramiento porque quería abordar algunas de las «huellas» que
todavía le quedaban de los abusos de los que había sido objeto por parte de su
padre y de un vecino (un hombre que vivía a dos casas de la de su familia)
durante su niñez y adolescencia. Por más de una década había dado diferentes
pasos para recuperar su vida de los efectos de estos abusos. Los dos terapeutas
que había consultado en este período habían sido de gran ayuda para ella en este
proyecto y ahora le iba bastante bien en su vida. No obstante, todavía había
ocasiones en las cuales Louise se encontraba albergando ideas negativas acerca
de su identidad y en las que estas ideas la llevaban a la autoacusación. Si bien
había desarrollado modos de desprenderse de estas ideas negativas y de liberarse
de esas autoacusaciones, y si bien sabía que estas
Por decisión de «Louise», todos los nombres son seudónimos.
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ideas negativas y autoacusaciones no podrían impedirle tener una buena vida,
Louise esperaba que pudieran darse otros pasos más, que lograran erradicar estas
experiencias de su vida.
Al consultar a Louise sobre su experiencia de estas ideas y autoacusaciones,
dijo que en ocasiones era casi como que todavía podía oír en ellas las voces de
su padre y de su vecino. Además de señalar el modo en que estas voces estaban
ligadas a las ideas negativas sobre su identidad y a las autoacusaciones, Louise
dijo que la presencia de estas voces le hacía difícil abrirse a las cosas
positivas que otros tenían que decir acerca de su identidad. Le pedí que me
dijera si lo que yo había entendido eran sus preocupaciones era correcto: «¿Se
trata de que tu padre y este vecino pretenden tener una voz privilegiada en
cuestiones relativas a tu identidad y que, debido a los pasos que has tomado
para recuperar tu vida de los abusos, ahora eres vulnerable a estas pretensiones
únicamente en los momentos en que te encuentras en circunstancias estresantes?».
«Sí, esa es una buena comprensión de la situación», fue la respuesta. «¿Y de que
querrías tomar medidas para despojar a tu padre y a este vecino de influencia
alguna en esos momentos?» Louise respondió de nuevo afirmativamente.
En este punto de la conversación, yo estaba pensando en la metáfora de la vida
como un club y preguntándome si un ritual de re-integración sería apropiado en
este caso. Le pregunté entonces a Louise si, al pensar en su vida como un club,
con sus socios, sería adecuado que yo dijera que su padre y su vecino habían
reclamado para sí una categoría societaria elevada en su vida. «Tiene sentido»,
dijo Louise. «En ese caso, tal vez un ritual de reintegración pueda ser de
utilidad.» Comencé entonces una explicación.
«¿Alguna vez fuiste miembro de un club que tuviera una constitución o
estatuto?», pregunté. «Cuando tenía diecinueve años era miembro de un club de
tenis», respondió Louise. «¿Sabes si el estatuto de ese club tenía cláusulas
sobre la suspensión o revocación de la calidad de socio?» Louise no lo sabía. Sí
sabía, sin embargo, que había algunos procedimientos para honrar a determinados
miembros. Lo sabía porque había actuado como secretaria durante un breve lapso,
durante el cual uno de los socios había sido nombrado socio vitalicio. «¿Sería
posible que obtuvieras una copia del estatuto de este club?» Louise dijo que
podía intentarlo, pero que no sabía si el club todavía existía. Si no existiera,
71
no estaba para nada segura de poder rastrear el paradero de los ex miembros de
su comisión directiva.
«¿Para qué quieres esos documentos?», preguntó Louise. Le expliqué que estos
documentos podrían proporcionarnos una base para la estructuración de un ritual
de re-integración, en el cual el estatus societario de su padre y su vecino
podría ser degradado o revocado, y en el cual algunos de los otros miembros del
club de su vida podrían ser promovidos y condecorados. «Quizás, a través de
dicho ritual, descubras que tienes mucho más que decir acerca de qué miembros de
tu vida gozan de alguna autoridad en temas referidos a tu identidad.» Luego le
expliqué la propuesta para un ritual de re-integración y Louise dijo que le
entusiasmaba la idea de intentarlo.
Los intentos de Louise por conseguir una copia del estatuto de su viejo club de
tenis fueron infructuosos. Había vuelto a su viejo barrio y descubierto que el
club había cerrado y las canchas ha
bían sido destruidas. Si bien logró encontrar a dos ex miembros de la comisión,
estos no pudieron ayudarla en su búsqueda de una copia del estatuto. Le había
contado a una compañera de trabajo sobre esta búsqueda, de sus frustraciones y
del ritual de re-integración propuesto. Esta colega informó a Louise que ella
pertenecía a una asociación dedicada al servicio a la comunidad y le ofreció
conseguirle una copia del estatuto de esta asociación. Louise aceptó y en
nuestra siguiente reunión ya lo tenía y había subrayado las secciones que se
referían a la suspensión, revocación y condecoración de los miembros.
Leímos juntos las cláusulas relevantes y comenzamos la tarea de traducirlas en
documentos que pasarían a formar parte de un ritual que brindaría a Louise la
oportunidad de rever el estatus
de cada uno de los integrantes de su vida. Louise había decidido expulsar al
vecino del club de su vida, pero no a su padre. Más bien, su intención era la de
degradar significativamente su calidad de miembro del club de su vida, de manera
que en cuestiones vinculadas a su identidad, su voz dejaría de ser oída.
Las traducciones de Louise de los artículos relevantes fueron bastante formales:
Se le informa por este medio de los cargos mencionados a continuación (véase más
abajo) con relación a acciones que contra
vienen las normas que rigen la pertenencia al club de la vida de Louise. Estos
cargos serán analizados por el comité de ética el 7 de septiembre de 1996. Se le
notifica que tiene la opción de hacer presentaciones referidas a esos cargos. El
plazo para tales presentaciones vence el 1 de septiembre de 1996. Estas
presentaciones deberán presentarse por triplicado y por correo oficial. Sin
detrimento de derecho,
Louise, Presidenta Ejecutiva
Louise también había decidido qué miembros del club de su vida habrían de ser
promovidos: una amiga, Pat, su Tía Helen, una de sus consejeras, Jane, quien la
había ayudado tanto a recuperar su vida de los efectos del abuso, y una
enfermera psiquiátrica, Pauline, quien la había acompañado en momentos
especialmente difíciles.
La sola escritura de los avisos a su padre y al vecino tuvieron un efecto
poderosamente vigorizador en Louise. Consideró si mandaría o no estos avisos por
correo, junto con la lista de cargos. Finalmente, decidió no hacerlo. Luego
pasamos a la preparación de las notificaciones para Pat, Helen, Jane y Pauline.
Estos avisos notificaban a estas mujeres que, debido a sus contribuciones para
impugnar las voces del abuso en la vida de Louise, se les otorgaría la
pertenencia honoraria vitalicia al club de su vida. Antes de mandar estas
notificaciones por correo, Louise llamaría a estas mujeres por teléfono para
ponerlas al tanto de la situación y les preguntaría si estarían dispuestas a
participar, en calidad de miembros de su «comité de ética», en una ceremonia
ritual en la cual serían leídos los cargos contra su padre y su vecino. También
les preguntaría si ellas aceptarían que las contribuciones que habían realizado
a la creación de un antídoto para las voces de abuso en su vida fueran honradas
en esta ceremonia, y si la acompañarían después en un festejo.
Louise recibió una respuesta positiva por parte de las cuatro mujeres y tres
semanas después nos congregamos para el ritual de re-integración. En la primera
parte de este ritual, Louise, con la ayuda de algunas preguntas mías, habló de
los objetivos de la ceremonia y de su resolución a desmantelar la autoridad de
su padre y su vecino en cualquier tema vinculado con su vida.
Luego se pidió a Pat, Helen, Jane y Pauline que re-narraran lo que acababan de
oír. Las ayudé en esta re-narración por medio de
72
73
la introducción de algunas preguntas. «¿Qué fue lo que más la conmovió?» «¿Qué
imágenes de Louise se le evocaban, al ser testigo de su acción para abordar las
injusticias de las que había sido objeto?» Etcétera. A continuación, Louise fue
invitada a reflexionar sobre las re-narraciones del grupo de testigos externos.
«¿Qué fue lo que más cautivó tu atención?» «¿Contribuyó esta re-narración a que
tomaras conciencia de otras cosas acerca de tu identidad?» «¿Podrías predecir
cómo podría esta toma de conciencia afectar tu vida?» Etcétera.
Louise leyó entonces los cargos en voz alta y pidió al comité de ética que sé
uniera a ella para llegar a una decisión sobre estos. Fue confirmado que el
padre de Louise y su vecino habían infringido muchas de las normas de
pertenencia al club de la vida de Louise. Se decidió por unanimidad expulsar al
vecino del club de la vida de Louise y degradar la pertenencia de su padre al
estatus de miembro asociado o provisional.
A continuación, Louise habló de las importantes contribuciones que las presentes
habían realizado, al ayudarla a recuperar su vida de los efectos de los abusos
de los que había sido objeto. Esto incluyó el reconocimiento de la medida en que
las voces de Pat, Helen, Jane y Pauline habían impugnado la autoridad de las
voces del abuso en su vida. Estas mujeres fueron, otra vez, invitadas a re-
narrar lo que habían oído. En esta re-narración, respondieron a algunas
preguntas; «¿Cómo pudo acompañar a Louise de ese modo?», «¿Qué es lo que la hace
actuar contra estas injusticias?» «¿Qué siente al saber que Louise la ha
incluido en su vida de este modo?», «¿Qué significó que las voces del abuso no
pudieran silenciar las de ustedes?»
En estas respuestas, Pat, Helen, Jane y Pauline contaron algunas de las
historias de sus propias vidas que las habían vinculado a la de Louise y
hablaron de valores, preocupaciones y temas compartidos. Por ejemplo, Jane habló
de la contribución de sus padres a su propia conciencia de la injusticia y del
papel que esto había tenido en que se uniera a Louise en su proyecto de
recuperar su vida de los abusos a los que había sido sometida. Louise habló de
lo que para ella significaba estar conectada de ese modo a las vidas de estas
mujeres y les ofreció pertenencias vitalicias en el club de su vida, que fueron
gustosamente aceptadas. Luego pasamos a la parte celebratoria de este ritual.
74
Este ritual tuvo un efecto poderoso sobre la experiencia de Louise de las voces
del abuso. A partir de este momento, en situaciones de estrés, estas voces jamás
llegaron a ser más que un susurro (y en esos momentos eran rápidamente disipadas
por las voces de quienes eran miembros vitalicios del club de su vida). Y hubo
otros acontecimientos que fueron consecuencia directa del ritual de re-
integración. Por ejemplo, Louise desarrolló un vínculo con los padres de Jane y
empezó a dar pasos para recuperar la relación con su madre.
URARIO OF LA COSTA
aIBL1OTISCA 75
3
Re-integración y vidas profesionales
En este capítulo analizaré la pertinencia de las prácticas de reintegración para
el trabajo y las vidas de los terapeutas. Para que no quede ningún malentendido
acerca de lo que proponemos con este trabajo que identifica, exalta y describe
con mayor riqueza algunos de los conocimientos y prácticas alternativos de las
vidas de las personas, haré aquí un comentario adicional acerca de qué es lo que
no estoy afirmando con esta propuesta.
sión de la verdad «legítima» del mundo o de un estado de conciencia «veraz» como
opuesto a un estado de «falsa» conciencia).
Los conocimientos y habilidades de los saberes locales que en el trabajo con
James, en el capítulo dos, quedaron descritos con mayor riqueza no representaban
la «verdad» sobre su identidad, o su maneras «auténticas» de ser como padre, o
la «esencia» de su naturaleza, no en mayor medida en que lo hacían esos otros
modos de ser y de pensar que constituían las prácticas abusivas en su relación
con sus hijos. El desarrollo de propuestas para otras maneras de ser y pensar de
James en la relación son sus hijos, y sus expresiones de estas maneras de ser y
pensar, no reflejaban las condiciones universales de la práctica correcta o
saludable de la paternidad. Los saberes locales que operaron aquí no representan
el descubrimiento de algún principio universal que podría brindar a otras
personas a cargo del cuidado de otros niños una guía confiable para la crianza.
Más bien, los modos de ser y pensar que constituyen estos saberes locales son
derivaciones particulares de saberes y prácticas de crianza conocidas y
construidas culturalmente. Los modos de vida y pensamiento que informan estos
saberes locales se generan en la historia y en las diversas instituciones de la
cultura.
Saberes locales
Renegociación de la experiencia
Al cuestionar los saberes sistematizantes de la cultura profesional e introducir
prácticas de re-integración para la identificación, descripción densa y
representación de los saberes y prácticas locales e históricamente situados de
las vidas de las personas, no estoy entregándome a una veneración de los saberes
locales. No estoy colocando a los conocimientos y prácticas específicas de los
saberes locales en un rango superior al de otros conocimientos y prácticas de la
vida: no son conocimientos y prácticas de la vida a los que pueda otorgárseles
precedencia por medio del recurso a algún criterio de corrección. No estoy
construyendo aquí estos saberes locales como conocimientos y prácticas de la
vida de un rango superior. Y tampoco se les está asignando a estos saberes
locales el estatus de realidad objetiva (no se los está tomando como expre
Al establecer, por medio de prácticas narrativas, condiciones que hacen posible
que las personas deconstruyan muchas de las maneras de ser y pensar dadas por
sentadas que moldean sus vidas y tomen posición sobre ellas, no estoy
proponiendo escapar de la cultura. No estoy sosteniendo que esta deconstrucción
establezca alguna alternativa para que las personas abracen modos de ser y
pensar ahistóricos y «libres» de lo que es constituido por la cultura; modos de
ser y pensar radicalmente inventados, liberados de la historia de las ideas y
prácticas de nuestro mundo. Cuando de la vida se trata, en ninguna parte se
encontrará tal vacío. Antes bien, he propuesto que la deconstrucción de las
maneras de ser y pensar dadas por sentado brinda a las personas opciones para la
negociación y renegociación de su experiencia de vida en función de modos de
pensamiento y prácticas de vida alternati
76
77
vos. Propuse además que esta deconstrucción libera a las personas para que
examinen más activamente los efectos reales de sus maneras de ser y pensar, y
que esto potencialmente les da la oportunidad de tener más influencia sobre las
maneras en que podrían vivir y las maneras en que podrían pensar.
Tal vez podría ilustrar este punto con un ejemplo. Cuando trabajo con hombres
que me son referidos por maltratar a otras personas, suelo hacerlos participar
en conversaciones que, entre
otras prioridades, contribuyen a poner un nombre a las prácticas de maltrato e
identificar las actitudes que refuerzan las justificaciones de estos hombres de
estas prácticas y que se expresan en ellas. En estas conversaciones, se explora
la historia de esas prácticas y actitudes, así como sus efectos reales en la
constitución de las vidas de las personas. A través de estas y otras
conversaciones deconstructivas, las maneras de ser y pensar que informan el
maltrato dejan de hablarles a estos hombres sobre la verdad de la masculinidad o
las necesidades masculinas o su identidad en un sentido más particular. A través
de estas conversaciones, estas maneras de ser y pensar dejan de hablarles a
estos hombres acerca de lo que significa ser hombre en relación con las mujeres,
los niños y otros hombres. Como resultado, se hace posible para ellos tomar una
posición que cuestiona estas maneras de ser y pensar. Pero esta posición no se
toma desde un lugar externo a la cultura y la historia. Al tomar esta posición,
estos hombres están expresando valores que están informados por otras maneras de
ser y pensar, que tienen una localización cultural e histórica. Comprendiendo
esto, entiendo la importancia que tiene que me proponga participar con estos
hombres en otras conversaciones que contribuyan a una rica descripción de los
saberes y habilidades de estos otros modos de pensar y de ser en el mundo.
Vidas profesionales
Estoy seguro de que los lectores no encontrarán difícil apreciar la importancia
de las prácticas de re-integración en su trabajo con las personas que los
consultan. Pero estas consideraciones son también completamente pertinentes a
las vidas de los terapeutas. Las prácticas de re-integración proporcionan la
oportunidad
78
de contrarrestar los efectos de los procesos de iniciación en la cultura de la
psicoterapia descritos en el capítulo 1 y recuperar mucho de lo que se ha
abandonado (de abandonar las conclusiones magras y participar en cambio en la
generación de una rica descripción de las identidades del terapeuta).
De este modo, las prácticas de re-integración se convierten en una fuente de
apoyo para la vida de los terapeutas y de inspiración en su trabajo. La re-
integración, así entendida, se convierte en un antídoto contra la clase de des-
integración (dis-memberment) que tan a menudo acompaña el ingreso en la cultura
de las disciplinas profesionales (y debido a esto mismo constituye también un
antídoto contra el desaliento, la fatiga y el síndrome de desgaste profesional o
burnout). Las prácticas de re-integración también pueden incluirse en los foros
de reconocimiento que se estructuran como «ceremonias de definición» (Myerhoff,
1982, 1986). He decidido dedicar un capítulo del libro a este tema (véase
capítulo 4).
En el presente capítulo, ilustraré algunas de las prácticas de la re-integración
de las vidas de los terapeutas recurriendo a transcripciones de entrevistas.
Antes, analizaré brevemente algunas de las implicaciones de este trabajo de re-
integración; implicaciones que pondrán en entredicho muchas de las ideas que en
la cultura de la psicoterapia se dan por sentadas, y que alentarán a los
terapeutas a deconstruirlas y abandonarlas.
Implicaciones
i) El pensamiento atributivo y el continuum
Las prácticas de re-integración están informadas por consideraciones en la
revisión de las pertenencias de la vida de las personas. Estas prácticas
contribuyen a identificar las pertenencias preferidas de la vida de las personas
y a privilegiar estas pertenencias. En respuesta a la clase de conclusiones
magras a las que las personas arriban tan a menudo cuando cuestionan su
desempeño personal en las diferentes áreas de sus vidas, las conversaciones de
re-integración abren posibilidades para que describan con mayor riqueza los
saberes cotidianos y las habilidades para la
79
vida que fueron co-generados en el seno de las pertenencias significativas de
sus vidas. Este proceso brinda a las personas nuevas opciones para la acción al
abordar sus preocupaciones.
De esta manera, las prácticas de re-integración hacen posible que las personas
se aparten de las conclusiones magras que se expresan en la clase de pensamiento
atributivo que alienta la ubica
ción de los problemas en los diversos lugares de su identidad. Esta ubicación de
los problemas en estos lugares de la identidad es un hábito generalizado en la
cultura de la psicoterapia y también en la cultura popular. El pensamiento
atributivo que informa este hábito construye déficits personales y se asocia con
determinadas prácticas e instrumentos de evaluación personal. Estos instrumentos
incluyen a los clásicos continuums del desarrollo humano que son venerados en la
cultura de la psicoterapia: continuums entre dependencia e independencia,
autonomía y apego excesivo, competencia e incompetencia, etcétera.
En el contexto de las prácticas de re-integración, los conceptos de dependencia,
apego excesivo e incompetencia son recategorizados y considerados conclusiones
magras. Y con referencia a las
implicaciones para el ejercicio profesional, esto no carece de importancia. Esta
recategorización ayuda a los terapeutas a evitar participar en la reproducción
rutinaria e incuestionada de los conceptos de individualidad reverenciados por
la cultura dominante y abre, en cambio, opciones para que se produzcan
conversaciones de re-integración en las cuales las personas descubren que sus
vidas están más fuertemente unidas a las vidas de otras personas. En otro lugar
brindé ejemplos de la significación práctica que tiene el abandonar este
pensamiento atributivo y estos continuums del desarrollo humano, y el
recategorizar las ideas de déficit personal como conclusiones magras. Utilizaré
aquí uno de esos ejemplos:
Los lugares de la identidad personal a los que me refiero aquí son
construcciones de la cultura contemporánea.
Estos clásicos calltiitut„lt.ti del desarrollo humano pueden ser considerados
instrumentos del Juicio normalizador• y del control social. Así, la inserción de
la vida de una persona dentro de ese contiimunt constituye un acto de poder.
Véase Foucault (1979).
80
1 ... 1 en este trabajo, lo que las personas determinaron que es dependencia es
reinterpretado. Las personas ingresan en discursos alternativos acerca de la
identidad. No importa cómo hayan definido «dependencia» con anterioridad, esta
deja de ser un hecho psicológico de la vida de la persona que necesita ser
«elaborado» y las prácticas autoacusatorias asociadas con esta idea retroceden.
A las personas se les hace entonces posible abordar a aquellos de quienes creían
ser dependientes e invitarlos formalmente a sumarse a un equipo de apoyo.
Además, la cantidad de miembros del equipo de apoyo nurturing puede
incrementarse alentando a la gente a identificar y abordar a otras personas que
ellos piensen que podrían querer sumarse. Si luego de todos estos pasos
existiera un déficit en el número de miembros, los terapeutas pueden poner a las
personas en contacto con otras, miembros «plenos» de equipos de apoyo y que
estarían dispuestos a participar (White 1995a, p. 105).
ii) Descripciones económicas y comerciales de la vida
Las prácticas de re-integración brindan a las personas la oportunidad de
resucitar y describir con riqueza los saberes y habilidades para la vida que son
co-generados en las relaciones significativas de sus vidas. Puesto que son estos
saberes y habilidades lo que constituye las vidas de las personas, estas
prácticas de reintegración nos distancian de los discursos económicos y
comerciales sobre la vida y del empleo de estos discursos en la explicación de
los acontecimientos y logros de la vida. Estos discursos económicos y
comerciales incitan a las personas a reexaminar estos acontecimientos y logros a
fin de determinar qué crédito personal podría reclamarse y el grado de
endeudamiento que debería ser reconocido; determinar a quién, y por cuánto, ha
de reconocérsele una deuda o un crédito.
Por cuanto los acontecimientos y logros de las vidas reintegradas son
reverberaciones de los saberes y habilidades para la vida que son co-generados
en las relaciones significativas de las personas, dentro del contexto de las
prácticas de re-integración no se invocan los discursos de la economía y el
comercio; no se otorga prioridad alguna a la determinación de créditos o deudas
personales. Esta no es una consideración «académica». Al comienzo de este libro,
compartí un relato de mi historia como narrador
81
oral, y me referí a la relación que existe entre esta historia y la familiaridad
que siento en mi trabajo con niños pequeños, su alegría y sus modos de
conocimiento. Al re-integrar este trabajo de la manera en que lo hice en la
introducción (al reconocer la contribución de Julie y Penny a este trabajo) no
estaba otorgándome crédito por ello ni dándoselo a otros; no me interesaba
adoptar una posición de inferioridad ni de superioridad (todo lo cual sólo
podría contribuir a que mi trabajo con niños quedara más magramente descrito).
Enrolarse en interpretaciones, maneras de hablar, y de relacionarse con este
trabajo con niños, económicas y comerciales clausuraría toda opción que
permitiera que este fuera descrito con mayor riqueza, así como también otras
posibilidades de compartir con los niños esta alegría y estos modos de
conocimiento. El año pasado, después del descubrimiento del casete de la
Ratoncita, mantuve conversaciones con Julie y Penny acerca de lo que yo entendía
había sido la contribución de nuestras historias compartidas de narración oral a
mi trabajo con niños. Posteriormente, descubrí que las voces de Julie y Penny
estaban más presentes en este trabajo y que tenía más opciones a mi disposición
en las interacciones creativas con los niños pequeños. Incluir estos desarrollos
dentro de los discursos económicos y comerciales (dar o reclamar crédito por
ellos o declararme el «propietario» de esos desarrollos) sólo contribuiría a una
reducción de las opciones para esas interacciones creativas.
iii) Categorías de identidad contemporáneas
Las prácticas de re-integración brindan la oportunidad de que las personas
experimenten una más rica descripción de sus vidas, a través de la
identificación y exploración de la historia de sus saberes y habilidades para la
vida preferidos. Y en este proceso, estas prácticas nos colocan más allá de la
preocupación moderna por las categorías de identidad del «yo» (self), que en los
discursos contemporáneos sobre la identidad son exaltadas y naturalizadas (por
ejemplo, aquellas categorías que se refieren a las «cualidades» personales como
«lados fuertes», «virtudes» y «recursos»).
82
No queremos sugerir aquí que centrarse en estas categorías de identidad sea del
todo inútil. Ni que la utilización de estas categorías de identidad modernas sea
algo que pueda evitarse por completo (que podamos abandonar totalmente la
reproducción de la idea de persona que está en el centro de la cultura
occidental contemporánea). Incluso cuando participamos con las personas en las
conversaciones de la terapia narrativa que reescriben los relatos sobre sus
vidas, dichas categorías de identidad son con frecuencia llenadas con
descripciones de la identidad que contradicen las conclusiones magras sobre la
condición de persona asociadas a los relatos de vida que están saturados por el
problema (las «debilidades» ceden su lugar a los «lados fuertes», los «déficits»
a las «virtudes» y la «inadecuación» a los «recursos»). Sin duda, esta
renegociación de las descripciones de la identidad contribuye significativamente
a la descripción densa de los relatos alternativos sobre la vida de una persona
y es constituyente de nuevas opciones para la acción en el mundo.
No obstante, en nuestras prácticas narrativas no debemos limitarnos a reproducir
las formas dominantes de individualidad de la cultura occidental. Y no tenemos
que quedar presos de las descripciones de estas categorías de identidad de un
modo que imponga límites a nuestras conversaciones para la reescritura del
relato de vida (límites que hacen llegar a un callejón sin salida a estas
conversaciones, límites a la exploración de maneras diferentes de pensar y de
ser en el mundo). En cambio, podemos emprender la deconstrucción de estas
categorías de identidad, concibiendo las descripciones de estas categorías como
representativas de maneras específicas de pensar y de ser en el mundo.
Concebidas de esta manera, podemos formular nuevos interrogantes sobre estas
descripciones: «¿Por qué maneras de ser en el mundo abogan estas
descripciones?», «¿Cuál es la historia de estas maneras de ser y pensar?», «¿Qué
otras maneras de ser y pensar son invisibilizadas al privilegiar estas?», «¿Cómo
moldean realmente la vida estas maneras de ser y pensar?», «¿Qué valores
culturales son honrados en estas descripciones?», etcétera.
Una consecuencia de esta deconstrucción es que las categorías de identidad
contemporáneas se convierten en depósitos de conocimientos prácticos (know-how).
Las diversas descripciones de las fortalezas virtudes y recursos personales se
convierten en símbo
83
los de saberes y habilidades para la vida específicos. Esta desconstruccción de
estas categorías de identidad y las descripciones que las llenan brinda
ulteriores posibilidades para la descripción densa. Por ejemplo, los saberes y
habilidades alternativos que estas nociones de fortalezas, virtudes y recursos
personales simbolizan pueden recibir una más rica descripción. Esto puede
lograrse por diversos caminos, incluyendo el que transita a través de preguntas
de re-integración que van identificando los contextos de relación en los cuales
estos saberes y habilidades para la vida han sido transmitidos.
En el post scriptum a la historia de Sophia y Bill se presentó un ejemplo de la
deconstrucción de estas categorías de identidad contemporáneas. En respuesta a
mi curiosidad con respecto a cómo había sido que Sophia había experimentado la
presencia de Bill en el jardín, inicialmente Sophia dijo: «Cualquiera puede
hacerlo. Es natural. Se trata sólo de quitar las piedras del camino y ponerte en
contacto con tus fortalezas». Luego de invitarla a nombrar esas «fortalezas»,
comencé a hacerle algunas preguntas que hicieron participar a Sophia en su
deconstrucción. En respuesta a estas preguntas, los saberes y habilidades que
simbolizaba la categoría de identidad «fortalezas» fueron ricamente descritos y,
posteriormente, Sophia consideró que esta identificación de esos saberes y
habilidades había sido un significativo punto de inflexión. De habernos limitado
a las descripciones de la categoría de identidad que Sophia estaba invocando
inicialmente, nuestra conversación habría llegado a un callejón sin salida.
Al así cuestionar estas ideas acerca de la identidad en la cultura occidental
contemporánea, no me propongo comenzar un debate acerca de si cosas tales como
las fortalezas o los recursos existen realmente. Tampoco estoy expresando una
negación de a lo que sea se refieran las fortalezas y los recursos, ni haciendo
afirmaciones con respecto a los méritos relativos de estos conceptos. No estoy
negando que la utilización de estos conceptos puede tener lo que las personas
experimentan como efectos beneficiosos en sus vidas. Y no estoy proponiendo que
se abandone toda referencia a tales términos. De hecho, como ya he afirmado, en
muchas conversaciones de reescritura del relato de la vida, a través de lo que
he descrito como preguntas sobre el paisaje de la identidad o preguntas sobre el
paisaje de la conciencia (White, 1991,
84
1995), se incita a las personas a llenar estas categorías de identidad
contemporáneas familiares con descripciones de la identidad preferidas y que
entran en competencia con aquellas; descripciones de la identidad que desafían
las versiones saturadas de déficit, que pueden llegar a ser tan incapacitantes.
iv) El yo como núcleo del ser unitario y esencial
La prácticas de re-integración trascienden las categorías de identidad de la
cultura contemporánea, e identifican el «yo» de la persona con los saberes y
habilidades para la vida que son co-generados en el contexto de las pertenencias
significativas de la vida de la persona. Puesto que es la identificación de
estos saberes y habilidades para la vida lo que contribuye a una más rica
descripción de esta y al surgimiento de nuevas posibilidades para la acción,
estas prácticas de re-integración nos invitan a poner en tela de juicio la
concepción moderna del yo como núcleo del ser unitario y esencial que busca
expresión a través de alguna voz singular que puede, con «genuina» autoridad,
representar sus propios intereses. Las prácticas de re-integración plantean
interrogantes acerca de los efectos reales que en las vidas de las personas
tienen las maneras de ser y pensar que incitan la gran búsqueda cultural de
«convertirnos más verdaderamente en quienes realmente somos» y acerca de cuáles
son las maneras dominantes de ser que están siendo constantemente recreadas por
esta incitación. De este modo, estas prácticas nos alientan a resistir la
reproducción no cuestionada de las ideas de individualidad veneradas por esta
cultura, ideas que ponen el énfasis en el «equilibrio», la «independencia» y la
«realización personal». Y en vez de alentarnos a que nos sumemos a la gran
búsqueda cultural de «convertirnos más verdaderamente en quienes realmente
somos», las conversaciones de re-integración presentan opciones para que seamos
«diferentes de quienes éramos».
Esta impugnación no pretende discutir el hecho de que en ocasiones, muchas
personas encuentran que las ideas basadas en el concepto de un yo unitario y
esencial las ayudan a superar circunstancias difíciles de sus vidas. Por
ejemplo, la idea de hablar con la «auténtica, propia voz» ha resultado en muchas
ocasiones
85
una estrategia poderosamente eficaz para desafiar relaciones de dominación y
resistir la imposición de las voces de la «autoridad» sobre las vidas de las
personas. No obstante, la impugnación de las ideas de un yo unitario y esencial
genera una conciencia del contexto discursivo más amplio de la «cultura del yo»
contemporánea y un análisis del mismo. Esta impugnación alienta la exploración
de los efectos reales del relacionarse con la propia vida con arreglo a las
prácticas asociadas con estos discursos sobre el yo, cuestiona la necesidad de
comprender nuestras vidas de aquellas maneras que están informadas por estos
discursos y llama la atención sobre el papel que estos discursos desempeñan en
la generación de conclusiones de identidad magras.
v) Superficie y profundidad
Las prácticas de re-integración proporcionan la oportunidad para que las
personas se resistan a las conclusiones magras sobre sus vidas y participen con
otros en la generación de descripciones ricas de las historias de su identidad.
Puesto que las personas viven de estas historias, que moldean sus acciones,
estas prácticas de re-integración nos ayudan a abandonar el hábito de contrastar
las metáforas de superficie y profundidad. Esta contraposición de las metáforas
de superficie y profundidad es un hábito que tiene su raíz en la tradición de
pensamiento estructuralista (hábito que es endémico en la cultura de la
psicoterapia).
En el análisis estructurafsta, las expresiones de la vida de las personas son
construidas en términos de «comportamientos», que son considerados
manifestaciones superficiales de elemen tos o fuerzas más profundos que habitan
el «centro», elementos y fuerzas como impulsos, motivos, deseos, etcétera (o
trastornos en estos impulsos, motivos o deseos). Es decir, las expresiones de la
vida son consideradas manifestaciones superficiales de las psicopatologías.
Cuando de organización social se trata (sean familias, comunidades, Estados o
culturas), el análisis estructuralista nuevamente considera a las expresiones de
la vida manifestaciones superficiales de «verdades» más profundas (estas
expresiones son interpretadas como síntomas que tienen una función o que sirven
a un objetivo para la organización, a la que
86
generalmente se concibe como «sistema»). Al análisis estructuralista aplicado a
la organización social suele denominársele «funcionalismo».
En la tradición del pensamiento estructuralista, estas manifestaciones
superficiales sólo pueden ser reducidas a los elementos de los cuales se
considera que son una expresión con la ayuda de sistemas analíticos formales,
que proporcionan las «necesarias» reglas de traducción. Es a través de estos
sistemas de análisis que son construidos los trastornos, las psicopatologías y
las disfunciones. Esta contraposición entre superficie y profundidad proporciona
el fundamento de las prácticas del conocimiento experto que establecen una
relación de poder en la cual los terapeutas «saben» más sobre las vidas de las
personas de lo que estas mismas saben sobre sus vidas. Se trata de una relación
de poder en la cual los saberes y habilidades profesionales son privilegiados
por encima de los saberes y habilidades para la vida de las personas que
consultan a los terapeutas, una relación de poder que margina a las personas que
consultan a los terapeutas. En esta relación de poder, las vidas de las personas
se convierten en objetos de conocimiento profesional.
En contraste, las prácticas de re-integración definidas en este libro se asocian
con una tradición de pensamiento posestructuralista. En esta tradición se
contrastan las metáforas de magro y denso, no las de superficial y profundo.
Este contraste entre magro y denso nos libera de la reproducción de las
prácticas del conocimiento experto que cosifican a las personas y descalifican
sus saberes y habilidades para la vida. Al relacionarse con las personas de
maneras que contribuyen a la generación de posibilidades para que estas se
aparten de las conclusiones magras y participen en conversaciones de re-
integración que generan descripciones más ricas, lo que se privilegia son los
saberes y habilidades para la vida que han sido originados en las historias de
vida de e stas personas. Y puesto que las prácticas terapéuticas que contribuyen
a constituir las vidas de las personas que consultan terapeutas también
constituyen las vidas de los terapeutas, la oposici ón entre magro y denso
brinda un medio para apartarnos no sólo del empobrecimiento profesional de las
vidas de otras personas, sino también del empobrecimiento de nuestras propias
vidas.
87
Conversaciones de re-integración
Presentaré aquí algunos ejemplos de la re-integración de vidas profesionales, a
través de transcripciones de entrevistas con terapeutas que han visitado el
Dulwich Centre para participar en cursos de formación intensivos de una semana
de duración. En el contexto del curso de segundo nivel, todos los participantes
tienen la oportunidad de ser entrevistados para hablar de su vida y su trabajo.
Durante estas entrevistas, los otros participantes constituyen el grupo de
testigos externos, quienes participan en la re-narración de las historias que
son contadas en la entrevista. Habitualmente, estas entrevistas están
estructuradas en cuatro fases y organizadas alrededor de la metáfora de la
ceremonia de definición. Estas fases se describen con detalle en «Reflecting
team as definitional ceremony» [«Grupo de reflexión como ceremonia de
definición»] (White, 1995b) y no las repetiré aquí.
Las transcripciones que se reproducen aquí están acompañadas de una introducción
y un post scriptum.
Pata
Pat habló, de manera general, de su trabajo, de la experiencia de crecer en su
familia de origen, del abuso sexual y emocional que su padre cometió contra ella
y otros integrantes de su familia, y de sus preocupaciones con respecto a su
relación con su madre, que era problemática. Pat tenía un fuerte deseo de
resolver estas preocupaciones y de restablecer esta conexión.
Ya desde el principio de esta conversación pude percibir con cuánta energía Pat
abogaba por maneras de ser cariñosas y respetuosas, y tuve una conciencia
general del modo en que los saberes y habilidades de estas maneras de ser se
expresaban en su vida cotidiana (en sus relaciones familiares, en sus redes de
amigos y en su trabajo con las personas que la consultaban). Sentí curiosidad
por la historia de estos saberes y habilidades y por la contribución que Pat
había realizado a su construcción.
3 Pat Schumm, PO Box 424, Leverett, MA 011054, USA.
88
A medida que la conversación avanzaba, me enteré de que a los veintiséis años
Pat hizo algo extraordinario. Aun aislada en su experiencia de abuso sexual,
logró identificarla como lo que era y enfrentar a su padre de manera directa e
independiente. Él le exigió que se retractara y le informó que, a menos que lo
hiciera, jamás volvería a verlo. Pat no se rindió a su amenaza, sino que se
mantuvo firme. Fue fiel a su experiencia y su comprensión de a lo que había sido
sometida. En consecuencia, su padre desapareció de su vida. Me encuentro
preguntándome cómo logró Pat esta proeza, que tantas cosas exigió de ella,
incluyendo la habilidad de distinguir entre cuidado y explotación, entre amor y
abuso, a pesar de la historia de los persistentes esfuerzos de su padre para
confundir tales distinciones.
Luego de enfrentar a su padre, Pat tomó la iniciativa para ayudar a otros
integrantes de la familia a hablar de lo que nunca se había hablado y para curar
lo que pudiera ser curado. Como era de esperarse, este esfuerzo se encontró con
complicaciones. Si bien la madre de Pat la había apoyado luego de que enfrentara
a su padre, Pat fue tomando cada vez más conciencia del hecho de que había algo
no hablado entre ella y su madre que estaba interfiriendo en su relación.
Algunos años antes, en respuesta a esta incomodidad, Pat había dado el paso de
hablar con su madre sobre lo jamás hablado (paso que, en circunstancias como
estas, es invariablemente tenso). Pat habló de las ocasiones en las cuales había
realizado esfuerzos, siendo una jovencita, para revelarle a su madre el abuso al
que estaba siendo sometida. La conversación no fue fructífera. Su madre aceptó
que era posible que Pat hubiera intentado contarle sobre el abuso cuando era
niña, pero dijo que realmente no se había enterado porque había interpretado que
la revelación de Pat era el resultado de algunas percepciones erróneas. Pat
insistía en que su madre lo sabía, y mencionó como prueba los esfuerzos
explícitos de su abuela paterna por reconfortarla frente a los efectos del abuso
sexual al que estaba siendo sometida y la presencia de su madre durante esos
esfuerzos. La madre de Pat fue muy clara en cuanto que esto no se ajustaba al
recuerdo que ella tenía de los acontecimientos y la cuestión no se resolvió (Pat
pensó que en lo único en que se habían puesto de acuerdo era en disentir).
89
En los años que siguieron, Pat continuaba sintiendo que esto no estaba resuelto
y sabía que interfería en la relación con su madre. Más recientemente, la
hermana de Pat le relató la descripción de estos acontecimientos a su madre
quien, angustiada, llamó a Pat para aclarar las cosas. Pat se enteró en esta
conversación telefónica de que su madre había dado por sentado que Pat había
aceptado su versión de los hechos: que no había estado presente durante los
esfuerzos de su abuela materna por reconfortarla. Pat logró mantenerse fiel a su
experiencia y a su interpretación de esta y no hizo lo que tan a menudo se le
había exigido en el pasado: cambiar su registro personal de los acontecimientos
importantes de su vida. Una consecuencia de esto fue que su madre se distanciara
de ella, y que sólo fuera capaz de vincularse con ella indirectamente, a través
de su conexión con sus nietos. Ambas mujeres estaban sufriendo enormemente por
este estado de cosas.
Me encontré reflexionando sobre las acciones de Pat. Asumir semejante riesgo al
hablar de lo jamás hablado, ¿qué le decía a Pat acerca de las esperanzas que
depositaba en la relación con su ma dre? ¿Qué cosa en la historia de Pat de la
experiencia sobre su madre apoyaba esta expectativa? ¿Cómo había continuado
alentando estas expectativas durante esos tiempos difíciles?
A medida que la entrevista iba progresando, tuve la oportunidad de enterarme un
poco de lo que Pat entendía había sido la experiencia infantil de su madre. En
respuesta a mis preguntas acerca de este tema, Pat habló largamente de su abuelo
paterno, un socialista sueco, a quien no había conocido personalmente. Sin
embargo, Pat podía hablar claramente de las cosas que él defendía (la justicia,
la equidad y el respeto) y de las que repudiaba (la explotación y el abuso). Pat
estaba en posesión de algunos preciados relatos acerca de la vida de su abuelo.
¿Cómo era posible que Pat pudiera hablar de su abuelo de este modo, como si lo
hubiera conocido personalmente? ¿Cómo era que Pat podía tener una experiencia
tan cercana de su abuelo, a quien jamás había conocido? ¿Quién la había
introducido tan vívidamente en su vida? ¿Quién le había transmitido estos
preciados relatos? ¿Qué significación tenían, en la vida de Pat, estos relatos y
saberes? Creo que ningún lector se sorprendería al enterarse de que quien había
puesto a Pat en una relación tan íntima con la vida y la identidad de su abuelo
había sido su madre. La transcripción que sigue pertenece
90
al punto medio de nuestra conversación. Esta transcripción proporciona una
descripción parcial de la re-integración que Pat hizo de su madre, y de su
abuelo materno, en su vida y su trabajo.
Uanscripción
¿Quieres decir que tu madre de alguna manera te hizo conocer a su padre, aunque
en realidad jamás lo viste?
¿E hizo que lo conocieras bien? ¿Tienes una imagen bastante nítida de quién era
y qué defendía?
Sí. Me lo puedo imaginar. Ví fotos. Es un hombre algo pequeño... es, era. Pero
de un gran espíritu y carácter. [Pat suspira.]
¿A qué se debe ese suspiro?
Es sólo que se trata de una imagen muy poderosa. Pensar en él me da fuerza.
¿Crees que tu madre puede haber sabido que te daría fuerza? Me preguntaba si era
eso...
Eso era lo que estaba pensando mientras te contaba todo esto.
¿Crees que contarte sobre su padre era una de sus respuestas al abuso que
estabas sufriendo?
Sí. Aunque dijera que no sabía... Quiero decir que ella vio toda clase de
abusos, menos el sexual.
De manera que, sí... no creo haberme dado cuenta de esto antes (que podría haber
sido intencional). Pero mientras te lo contaba, hace unos minutos, comencé a
darme cuenta de que...
91
¿Sí?
Siento que me salvó la vida. [Entre lágrimas.]
Le agradecí a mi madre por ello, como si hubiera sido algo serendípico, una
feliz coincidencia. Pero en realidad nunca lo reconocí como...
¿Sí?
Siento...
¿Que podría haber habido alguna intención?
¿Que te salvó la vida?
¿Intención? Sí. Pero lo veía más como con una intención hacia ella.
En los hechos ¿cómo te sostuvo y te alentó el haber conocido de este modo a tu
abuelo a través de tu madre?
Yo quería que él fuese mi padre. Y ya era importante el solo hecho de saber que
en el mundo había otras clases de hombres. Y lo vinculé con mi tío, el hermano
de mi madre.
Creo que yo escuché más historias [sobre el abuelo materno] que mi hermano o mi
hermana. Para mí, esto quiere decir que ella estaba proporcionándome una soga de
seda a la que pudiera agarrarme para atravesar esos años (una soga realmente
resistente). Quiero decir, que vi sus intentos de irse de allí, algo que ella a
veces ni recuerda. Simplemente no podía hacerlo, no tenía los recursos... no
tenía los recursos. La vi entonces intentando ayudarme a salir de allí al
ayudarme a ser independiente cuando creciera, para que entonces pudiera
salvarme.
¿Que es...?
... Mi tío Ferd, Ferdinand. Más de una vez le agradecí por ser un hombre de otro
tipo. En mis años de crecimiento, esta relación con él fue muy importante para
mí. Adoraba saber que era un hombre dulce, que podía decir «te quiero». Él era
el único hombre que conocía que podía decir te quiero, aparte de mi hermano...
¿Qué significaría para ti si el que tu madre te hiciera conocer a su padre
hubiera sido un intento de abordar algo que ella era incapaz de ver?
Ya significa mucho para mí, porque significa que puedo volver y compartir esto
con mi madre. No he sabido como ayudarla en sus intentos de aferrarse a algo que
ella hizo que estuvo bien. Intenté darle algunas ideas, pero nada ha significado
mucho. En realidad, es probable que me lo haya dicho, pero yo simplemente no lo
oí de ese modo.
¿Qué significa para ti pensar que había una intención? ¿Que estaba intentando
abordar algo que era incapaz de ver?
92
¿Piensas que esta imagen de tu abuelo, y de su manera de ser, y la diferencia en
su manera de ser, acercó o alejó la posibilidad de que a los veintiséis llamaras
a las cosas por su nombre y que vieras el abuso como lo que era?
Creo que acercó la posibilidad.
¿Hizo posible que lo percibieras?
Sí. Porque me dio la certeza de que yo era alguien que tenía derecho a ser amada
y tratada con respeto. [Entre lágrimas. ] Tengo que escribir esto. [Escribe.]...
Suena tan simple, pero a veces tengo que verlo.
¿Qué escribiste?
«Tengo derecho a ser amada y tratada con respeto.»... [Silencio.]... I
Suspiro. ] Es toy sintiendo cada vez con más fuerza que es esto lo que me
sostuvo durante el resto de mi vida adulta. Creo que conectar esto con esa
imagen [la del abuelo materno] me ayuda a mantenerla. Me hace más fuerte aún.
Puedo conectar esto [el hecho de
93
lograr atravesar esto] a esa imagen. La suma de las dos cosas lo hace mucho más
fuerte.
¿Quiere decir que en una situación en la cual tu mamá no tenía muchas opciones
para responder, esta idea de que te dio algo, algo que podía darte, es probable
que haya abierto la puerta para que desarrollaras esa conciencia sobre las
maneras de ser abusivas de tu padre? ¿Es esta una idea lo bastante poderosa?
Sí. Ella llamaba a mi abuelo un pensador (un gran pensador), lo que me permitió
concebir la idea de que yo podría ser una gran pensadora. Si eres una gran
pensadora, puedes pensar con independencia. No necesitas creer las cosas con las
que él [su padre] intentaba despacharme. Yo era capaz de pensar por mi cuenta.
[Largo suspiro.]
¿De qué se trata ese suspiro?
¡Alivio!
¿Alivio?
Siento que en esta misma conversación he arribado a algún lugar. Siento como si
me hubiera sostenido de esa soga, sin interrupciones, hasta el presente. Y que
tengo algo realmente poderoso dentro de mí y una conexión maravillosamente
fuerte con mi madre. Sólo que no supe como hacerle ver esto a ella antes.
Estaba pensando en qué te había sostenido en este permanente cuestionamiento de
los efectos de este abuso en tus relaciones. No sólo en tu relación contigo
misma, sino en las relaciones con otras personas de la familia y en la creación
del espacio para que otros integrantes de tu familia hagan lo que para ellos sea
más apropiado para cerrar las heridas. A pesar de que tu hermana no respondiera
a tus cartas, seguiste adelante. [Pat había insistido en sus esfuerzos por
comunicarse con su hermana.] No permitirías que esto te detuviera. ¿Es así?
pa que estoy aquí y que sienta mi fuerza. A veces dejo las cartas... no escribo
tan a menudo... porque es muy difícil para mí. Me cuesta no sentirme excluida,
pero admito que a veces soy capaz de dejar eso de lado. ¿Qué me sostuvo? Mis
hijos. Mis tres hijos...
Soy tan feliz de haber llegado donde estoy antes de tenerlos, para de alguna
manera allanarles el camino, o mostrarles el camino. Para defender los valores
que quiero defender. Para hacerlo tuve que hacer cambios en mi vida, porque no
siempre fue así. Eso es lo que intento. De manera que ese es mi mayor apoyo. Y
el trabajo que hago me da un apoyo increíble, porque es una oportunidad de
devolver lo que he recibido. La respuesta de las personas que atiendo parece
indicar eso.
¿Una oportunidad de devolver qué?
El sentimiento de ser una persona que debe ser completamente valorada por lo que
es. Y amada y respetada.
¿Respetada?
Que debe ser respetada y que siempre merece ser amada. Y que tiene conocimientos
propios que deben ser reconocidos. Todas estas cosas eran muy difíciles para mí
cuando tenía veinte años. Eran muy difíciles para mí.
Cuando hablé contigo sobre lo que significaba para ti que tu madre hubiera dado
los pasos que pudo para hacerte conocer a su padre y lo que eso posibilitó para
ti, una de las cosas que dijiste fue «Me ayudó a llegar a ese lugar donde podía
decir que debo ser respetada, que merezco ser amada y que efectivamente tengo
conocimientos». Tu madre repetía que tu abuelo diría que tú también eres una
pensadora. Y estas son las cosas que les estás transmitiendo a las personas que
te consultan. Y me pregunto si eso forma también parte de la contribución de tu
madre a tu trabajo. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Quería que ella supiera que la amo a pesar de lo que está sucediendo. No quiero
que piense que la estoy juzgando. Quiero que se
Sí. Es una contribución muy directa.
94
95
Me pregunto de qué manera se expresa también en tu trabajo lo que tu madre hizo.
[Silencio.]
otras personas en la sala! [Se ríe.] Puedo imaginarme incluso a esos tres
abuelos. Los dos bisabuelos y mi abuelo sentados en estas otras sillas.
¿En que estás pensando?
¿Haciendo qué? ¿Escuchando tu conversación? ¿Cómo reaccionarían?
Estoy pensando en mi trabajo y viendo si encuentro prueba de ello en mi trabajo.
Sé que ahora buscaré esto en él. Recuerdo haberle agradecido a mi madre. Sé que
estaba en la primera página de mi tesis. Le agradecía ella allí, pero no estaba
segura de porqué le estaba agradeciendo. Tenía algo así como una idea general.
Sabía que era importante que estuviera allí, pero no sabía bien porqué. Ahora
siento como que puedo describir con más riqueza su contribución a mi persona y a
mi trabajo.
Y también estaba pensando que esas personas que se apartan de ti probablemente
experimenten algunas de las cosas que tú experimentaste en la relación con tu
abuelo.
Buena pregunta. Creo que podrían tener diferentes tareas. Pero mi primera
impresión es que probablemente estarían evaluando lo que sucede y ayudándome a
controlar si «¿Estoy siendo... ?»
¿Respetuosa contigo misma? ¿Cariñosa contigo misma?
Bueno, más bien estaba pensando: «¿Estoy siendo eficaz en lo que quiero hacer
con mis clientes?». Pero quizás uno de ellos podría estar haciendo lo que
dijiste, verificando conmigo si me estoy respetando y queriendo, manteniendo un
espacio para mí misma.
¿Cómo imaginas que reaccionarían ante esta conversación? Dijiste que podías
imaginarte a estos tres abuelos...
En eso pensaba. No quería imponer esa idea, pero...
A veces [Pat y las personas que la consultan] nos ponemos a explorar la
influencia de otras personas en sus vidas, y a menudo surgen los abuelos y las
abuelas. De modo que voy a observar esto cuando estemos hablando de estas cosas.
La otra cosa que mi madre, por su sola existencia, me ha aportado y aquí es
donde yo creo que ella no... creo que lo reconoce, pero no tanto como a mi me
gustaría que lo hiciera- es simplemente que ella es una persona que ha luchado
toda su vida y trabajado muy duro para hacer que su vida fuera como ella quería
que fuese y contribuir al mundo del modo en que ella lo deseaba. Y yo la vi
hacer esto. Fue a la universidad cuando yo estaba haciendo el secundario e hizo
el posgrado cuando yo estaba en la escuela de enfermería, donde empecé. Es así
como sé que soy un modelo para mis hijos. Eso es lo que les doy a mis hijos.
Porque vi a mi madre hacer eso por mí. Entonces ahora cuando vea a mis clientes
¡voy a sentir la presencia de muchas
Puedo imaginarme a uno de ellos diciendo: «Bueno, me alegra ver que finalmente
estás teniendo esta conversación. Llevó mucho tiempo llegar allí» [contenta] y
«Allí es donde debías ir; lo supimos todo el tiempo». Eso es lo que imagino que
dirían en este momento. Si estuvieran en esta sala ahora mismo.
¿Te gustaría escuchar eso?
Sí. Sería como si realmente estuvieran conmigo.
¿Qué dirían de que los incluyeras en tu vida de esta manera? ¿De que los
invitaras a acompañarte en tu trabajo con personas que están sometidas a muchas
situaciones difíciles?
Dirían que les agrada estar incluidos e invitados y que ese es el tipo de cosa
para la que siempre han sido buenos. Siempre han sido buenos pensadores sobre
temas de comunidad y justicia... y para
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97
amar a las personas. Dirían: «Para eso estamos aquí, así que usanos. Para eso
estamos».
realmente encaja. No es como si hubiera tomado las ideas de otra persona.
¿Crees que se sentirían honrados?
Muy honrados.
Post scriptum (escrito por Pat Schumm)
Se sentirían honrados.
Pero yo también me siento honrada por su presencia. A juzgar por las historias
que escuché sobre toda mi familia, me parece que estarían muy contentos y
emocionados y entusiasmados por este nuevo trabajo. Ypor que finalmente los
hubiera dejado entrar.
¿Y percibirían una relación entre algunas de tus maneras de ser en el mundo y lo
que ellos defendían? Mencionaste los valores socialistas de tu abuelo,
¿percibirían ellos la relación [entre estos valores y los de Pat]?
¿Si percibirían la relación?
Sí. Entre lo que ellos defendían y lo que tú defiendes.
Sí. Ahora voy a volver a hacerle a mi madre más preguntas, de manera que pueda
diferenciar a estos tres hombres y hacerme una idea aún más clara de lo que
habrían dicho. De hecho, a toda mi familia le encanta hablar de ello, así que
puedo preguntarle a muchas personas diferentes.
¿Cómo te está resultando esta conversación?
Increíblemente bien.
¿En serio? ¿Por qué?
Bueno, lo que yo quería era una descripción más rica y lo que encontré fue oro.
Siento que hay cajas con joyas en todos lados. Es sorprendente. Para mí no es
nuevo que cuento con estas personas, y sin embargo todo esto es tan nuevo. Lo
que quiero decir es que
98
Desde mi entrevista, me he entregado a las sesiones con las personas que me
consultan con mucha más confianza en que tengo algo para ofrecerles. Cuando me
siento junto a ellos tengo la sensación de estar compartiendo la sala con mis
abuelos y las historias maravillosas que asocio con ellos. Siento una riqueza en
mi propia vida que puedo ayudar a las personas que me consultan a descubrir y
describir en la suya. Hasta ahora, los resultados han sido muy positivos.
Durante nuestras reuniones, la sala ha estado tan llena de imágenes importantes
que he tenido la fantasía de que estábamos todos juntos tomando el té.
Cuando regresé a casa, le mostré a mi madre la parte del vídeo de esta
entrevista referida a sus historias acerca de mi abuelo, esperando acercarla
cuanto fuera posible a mi descubrimiento. Quería que fuera testigo de mi
reconocimiento público a su positiva contribución a mi vida, un reconocimiento
que fue el resultado de estas exploraciones acerca de cómo fue que llegué a
conocer tan bien a mi abuelo, sin haberlo visto nunca en persona. Era algo que
yo daba por sentado y, en consecuencia, no me había dado la oportunidad de
reconocerle a ella esta contribución. Con anterioridad, nuestra relación había
sufrido una descripción magra, puesto que yo me había centrado en todos los
aspectos en que ella me había fallado. El dolor y la tristeza que sentía por la
relación con mi madre se habían transformado en una preocupación irracional
acerca del futuro de mi relación con mis propias hijas. También se había
trasladado a mi trabajo con las personas que me consultaban sobre sus relaciones
con sus padres, afectando negativamente mi confianza en poder ayudarlas a
abordar este tema.
Me había descubierto a mí misma viendo a mi madre de un modo absolutamente
nuevo. En vez de considerarla la madre típicamente «débil e ineficaz» que la
literatura especializada describe, comencé a verla como a la madre fuerte,
creativa y «que activamente intentó salvarme» que yo ya conocía, pero a la que
parecía no poder llegar, ni en mi corazón, ni en mis interacciones
99
con ella (porque no creo que ella reconociera esto en sí misma). Después de
verme a mí en el vídeo reflexionando acerca de sus expresiones de agencia
personal, pudo reconocer esto en ella y nos conectamos a un nivel de mayor
riqueza. Su reacción al vídeo fue que, con este, le había hecho un regalo,
regalo que ella recibía de muy buena gana. Cuando ella me expresó su alegría por
esto, lloré. Todo había cambiado. Ahora, nos plantábamos juntas en nuestra
historia y no a kilómetros de distancia una de otra. Ahora compartíamos un
camino hacia la cicatrización de las heridas y la integridad. Las dos expresamos
nuestra sensación de haber recuperado una maravillosa conexión.
Imprevista y felizmente, esta entrevista me hizo experimentar otro cambio. El
efecto de las reflexiones del equipo acerca de los relatos sobre mi vida fue el
de una re-integración de mi persona en mi mundo profesional. Al principio de la
entrevista, cuando estaba considerando y expresando el problema sobre el que
quería trabajar -el de una relación con mi madre descrita magramenteno dejaba de
pensar en otro problema: en relación con mis colegas, yo me venía sintiendo algo
invisible. Esto se debía a que si bien yo hubiera querido contarles más sobre mi
experiencia en mi familia de origen, me sentía incapaz de hacerlo. Conocía a
otros terapeutas familiares que lo hacían con frecuencia, pero cuanto más
desconectada de mi familia me sentía, más lejana era esa posibilidad para mí.
Debido a la índole de los episodios de mi historia personal, creía que no debía
compartirla con mis «amigos del trabajo» del mismo modo en que había podido
hacerlo con mis amigos íntimos de toda la vida. Me preocupaba no conocerlos lo
suficiente como para poder confiar en sus reacciones. Me preocupaba que mi
historia les produjera conmoción, horror, lástima, etcétera, y que no hiciera
más que contribuir a profundizar el sentimiento de ser victimizada y sirviera
para alejarme de mis colegas y de mi propia vida. Los integrantes del equipo de
reflexión -algunos de ellos son mis amigos, pero a todos los considero colegas-
que respondieron a esta entrevista con una re-narración, se centraron en poner
de relieve mis propios saberes para la vida, mis poderes personales y mi amor.
Me sentí reconocida como ser humano. Fue maravilloso poder compartir mi yo
(self) personal y profesional como formando una unidad, en vez de intentar
mantenerlos separados.
Ian,
El trabajo de Ian incluye el encuentre con hombres que perpetraron abusos. Para
él, trabajar en esta área no es producto de las circunstancias; sino de una
elección. Como miembro de la cultura dominante de los hombres, Ian se siente
fuertemente comprometido a ocuparse de alguna manera de las injusticias
infligidas sobre las vidas de otras personas por los hombres de su cultura.
Antes de asumir las responsabilidades asociadas con este compromiso, Ian era
consciente del hecho de que su elección laboral lo haría ingresar en una arena
que sería un desafío para él y que, en ocasiones, le resultaría difícil. No
obstante, al trabajar con los hombres referidos a su servicio, descubrió que no
había previsto todo el temor que su trabajo le produciría. Si bien él entendía
que había experiencias de su vida que ofrecían explicaciones legítimas para ese
temor, le preocupaba sin embargo la posibilidad de que este temor pudiera
convertirse en un impedimento para su trabajo. Por eso solicitó que este temor,
y las implicaciones de los temores que experimentaba en su vida de manera más
general, fueran el tema de nuestra consulta.
La cultura masculina alienta a los hombres a eximirse de toda responsabilidad
por lo que se perpetra en su nombre. ¿Cómo fue que Ian no se eximió de esta
responsabilidad ni la evitó? Ian tenía alguna idea de los difíciles desafíos que
le esperaban en este trabajo. ¿Qué fue lo que le sostuvo frente a esos desafíos?
A pesar del temor que refirió, Ian no se arrepentía de su decisión de trabajar
con hombres que cometen abusos. ¿Cuál era la historia de este compromiso? En un
intento por comprender la respuesta a estas y otras preguntas, comencé a hablar
con Ian sobre los acontecimientos que lo condujeron a la decisión de trabajar
con hombres que cometen abusos.
El trabajo de Ian como terapeuta fue el resultado de un cambio de carrera a
mitad de la vida. Mencionó algunos de los acontecimientos que habían influido en
este cambio de carrera y la forma
Ian Hanslow: a) The Gunedoo Centre, The Upper Blue Mountains Child Protection
Service Incorporated, Katoomba, NSW, Australia; b) Macquarie Cottage Counselling
Services Incorporated, Springwood, NSW, Australia. Domicilio para enviar
correspondencia: PO Box, 475, Springwood NSW 2777, Australia.
100
ción que había emprendido en la preparación para este cambio. En el trabajo de
campo que formaba parte de estos estudios, se había encontrado trabajando para
un organismo que alentaba prácticas profundamente enraizadas en las psicologías
estructuralistas. Son estas aquellas psicologías que alientan a los terapeutas a
considerar los motivos de consulta y las preocupaciones que las personas llevan
a terapia como manifestaciones superficiales de fuerzas psicológicas subyacentes
más profundas. Son aquellas psicologías que instituyen a los terapeutas como
expertos en la traducción de lo que estos acontecimientos «a nivel de
superficie» dicen acerca de las vidas de los demás. Y puesto que es también en
este contexto en donde se fabrican las patologías, trastornos y disfunciones,
estas son también las psicologías que instituyen a los terapeutas como
psicopatólogos.
Como parte de su formación en estas psicologías estructuralistas, lan debía
someterse a una terapia personal del mismo tipo. Aquí tuvo una experiencia de
primera mano de prácticas que eran profundamente irrespetuosas y pronto se dio
cuenta de que él no estaba dispuesto a someter a otros a estas prácticas (de que
de ningún modo quería participar en la patologización y desacreditación de las
vidas de las personas que lo consultaban). De modo que rechazó la supervisión y
el puesto de trabajo que este organismo le ofrecía y partió en busca de una
posición que estuviera más en consonancia con su ética personal.
¿Cómo había sido que Ian había podido rechazar esta poderosa incitación a
participar en prácticas patologizantes de las vidas de otras personas? ¿Qué fue
lo que él reconoció en estas prácticas que le posibilitó resistirse a la
reproducción de estas en su trabajo?
Uanscripción
De modo que no pudiste hacerlo porque reconocías... ¿qué fue lo que dijiste?...
¿que de ningún modo podías someter a la gente a ese proceso? ¿Había ciertas
cosas que de hecho reconocías acerca de este proceso? ¿Cuáles eran?
No podía verme a mí mismo como la clase de persona que provoca más dolor. No me
podía ver como una persona que era un instru
mento para re-vivir traumas, y no podía soportar la culpa que me estaba
produciendo el solo pensar de este modo. Me di cuenta del agobio y la presión
que estaba sintiendo como terapeuta al tratar de luchar contra el «No puedo
hacer esto». Las expectativas del supervisor, que quería que lo hiciera. Estoy
seguro de que se preguntaban si yo no sería de otro planeta o algo así. Lo único
que yo pensaba era: ¡De ninguna manera! Pensaba: ¡Escúchenme! Trataba de
comunicarme con ellos, pero siempre me descalificaban. Me decían: «Tú tienes un
problema». Y yo les contestaba: «Yo no tengo ningún maldito problema. No me
digan que tengo un problema. Estoy escuchando a las personas con sus problemas e
intentando ayudarlas, así que no me vengan con...».
Bueno, algunas cosas... a decir verdad, muchas cosas me llaman la atención. Una
de ellas es que dijiste que de ninguna manera podías someter a las personas a
ese proceso. Que esto iba en contra de determinadas creencias y valores que tú
considerabas importantes, sobre los traumas y sobre ser un instrumento al
servicio de estos. Y además, de alguna manera, esta evaluación de ti no
funcionaba. Me refiero a la evaluación que lo atribuía todo a un problema tuyo.
De alguna manera tú realmente no te lo creíste. No fuiste tan vulnerable a
esto...
Me sentía agraviado.
¿Te sentías agraviado?
Ya me habían ocasionado suficientes problemas al someterme a esa formación y a
todo lo demás. Yo sabía bien cómo estaba interactuando con los clientes de ese
otro modo y no me estaban escuchando. De manera que no estaba dispuesto a
aceptarlo. ¡Fui obstinado! [Se ríe.] Fue difícil. Cuando salía de las
supervisiones me sentía completamente inadecuado y muy debilitado: sin creer en
mí como persona ni como consejero. Siempre salía pensando: «¿Porqué estoy
haciendo este trabajo? Es una pérdida de tiempo. Me estoy suicidando». Creo que
por eso cuando conocí en Steve [un colega y amigo] una forma diferente de
consulta y supervisión... [una que] incluía una relación personal, fue tan
estimulante: fue hermoso.
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Dijiste que de alguna manera rompiste con todo eso. Comenzaste a escuchar las
historias de las personas y lo que los acontecimientos [de sus vidas]
significaban para ellos y encontraste tu propio espacio para expresar respeto.
Me interesaría que me contaras un poco acerca de quién ha reconocido esto en ti.
Cuando eras chico, ¿hubo alguna persona que reconociera este compromiso tuyo con
modalidades cariñosas y de ocuparse de los demás? ¿Hubo alguien que percibiera
el hecho de que abogabas por algo diferente? ¿Que lo que tu defendías
contradecía todas esas cosas de la cultura masculina [mencionadas por Ian en un
momento anterior de la conversación] que te rodeaban? ¿Crees que alguien tuvo
aunque sea una mínima percepción de esto?
Sí. Hay una tía que lo percibió.
¿Una tía?
Sí. Estaba tironeado... en dos direcciones. Había personas que me querían
implicar en historias negativas sobre eso. Pero hubo una tía que para mí fue
otra mamá.
¿Puedes contarme sobre ella? ¿Te parece bien... o...?
Sí. Para mí, ella fue una segunda mamá. Era la tía a cuya casa iba en mis
vacaciones escolares. La tía que se desvivía por ver qué quería. Era la tía que
se interesaba por ti como persona y que quería saber sobre ti en vez de decirte
lo que tienes que hacer para ser aceptable.
¿Qué edad tenías cuando ibas allí de vacaciones? ¿Eras muy chico?
Cuando empecé a ir era bastante chico. Diría que tenía cinco años. Recuerdo una
vez que fui después de que me sacaran las amígdalas y no me sentía muy bien.
Ella vivía en Cronulla, cerca de la playa. Entonces fui allí para recuperarme.
«La tía Patty te va a dar de comer y va a hacer que te mejores.»
Sí. Era un mujer maravillosa (beaut). Realmente cuidaba de mí de un modo
diferente, de un modo muy respetuoso.
¿Recuerdas que eso te sorprendiera en ese entonces? ¿Que te sorprendiera que
alguien te preguntara qué querías comer o...?
Creo recordar el reconocerlo como algo diferente. Era lindo. Para un niño...
para una persona de corta edad era lindo tener algo así.
¿Quiere decir que de algún modo para ella eres especial?
¿Especial para ella? Sí. Era como su hijo menor adoptado. Tiene tres hijos y
para mí sus tres hijos fueron más hermanos y hermanas que primos. Siempre me
invitaron a sus casamientos, cuando a los otros primos no. Teníamos una relación
muy estrecha. Éramos como hermanos. Era interesante, porque mi tío podía ser un
hombre muy violento. Era alcohólico y mis primos me contaban historias acerca de
cómo los tiraba por la escalera y sus cejas quedaban estampadas en la pared. Es
interesante que, en este ambiente, aquellas historias [sobre la tía] hayan
resultado historias de sentirme cariñosamente cuidado y fuertemente conectado.
De modo que, a pesar de la violencia que la rodeaba, ella se las arreglaba para
practicar esa modalidad cariñosa y preocupada por los demás.
Sí. Eso me deja maravillado.
¿Dirías que eso es obstinación?
¡Oh, sí! [Se ríe.] ¡No diré que es genético [se refiere al hecho de que en un
momento anterior de la conversación, lan había identificado su propia
obstinación], porque sería restarle valor a la obstinación! [Se ríe.]
¿Por qué pensabas...?
¿Se llamaba Patty?
En Australia, beaut es un término especialmente elogioso.
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Pensaba: «¡Ni se te ocurra llamarlo genético!» Porque ella solía decir cosas
tales como: «Tú sabes, está en la sangre de los Hanslow» y ese tipo de cosas.
Pero yo no voy a decir eso, porque le quita a la obstinación su propia fuerza.
rnar a tu tía Patty a ver si puedes ir a visitarla». Y yo la llamaba y
averiguaba si podía quedarme con ella y me sentía muy decepcionado si no podía.
[Se ríe.] Casi se me rompía el corazón si no podía. Verla tenía el efecto de
escaparme. Esa necesidad de escaparme y experimentar eso nuevamente. Es una idea
interesante...
Perdón, ¿a qué te refieres?
Ella es una persona muy especial.
¿Todavía vive?
Sí. Tengo que ir a visitarla (hace tiempo que no la veo) para ponernos al día.
Bueno, entiendo un poquito lo que ella expresaba para ti. ¿Puedes percibir lo
que ella apreciaba en ti, y con lo que se conectaba de ti? Parece que para ella
tú eras alguien muy especial.
Creo que ella valoraba la persona que yo era. Ypodíamos sentarnos a hablar.
Solíamos ir a la playa juntos y hacer surf. Nos divertíamos juntos. Nos reíamos
juntos. Nos contábamos chistes. Teníamos un sentido del humor muy retorcido, un
sentido del humor retorcido compartido. Era realmente un reconocimiento de que
lo que yo era estaba bien... de que no tenía que ser algo diferente. Podía ser
yo mismo, lo que para mí era una experiencia muy diferente.
¡Interesante idea! Porque anteriormente jamás había considerado realmente la
importancia que la tía Patty y ese lugar todo... todo ese ritual de ir y
necesitar ir regularmente. Como esa inyección de esperanza...
¿Perdón? [Queriendo decir: «no comprendo».]
Es interesante... inyección de esperanza... [Se ríe.]
Quiere decir que, incluso de pequeño, tú sabías que tenías un conocimiento
acerca de ti: sabías lo que necesitabas para sostenerte. ¿Puedo volver entonces
a la tía Patty? ¿Sabes qué significabas para ella? ¿Sabes qué era lo que tú
llevabas a su vida? Como que eras un jovencito capaz de compartir con ella su
sentido del humor, podían jugar y divertirse. ¿Sabes qué es lo que llevabas a su
vida?
Yo era especial.
¿Piensas que esto desempeñó algún papel en que pudieras adoptar esta otra manera
de ser? ¿De la que no te separaste a pesar del maltrato y la intimidación y un
montón de otras cosas? ¿Piensas que esto de algún modo explica porqué mantuviste
tu fe en esta creencia y modalidad? ¿Piensas que esto desempeñó algún papel
apoyándolas o no?
Sí, lo ha hecho. Porque ir a su casa de vacaciones, lo que yo siempre quería e
intentaba hacer en mis vacaciones escolares, siempre que podía, era como ir a un
refugio. Era buscar ese lugar donde podía escaparme. Buscar el lugar donde podía
escapar de. .. Y creo que mi madre lo sabía, porque, pasado un tiempo, decía:
«Ve a lla
106
¿Eras especial?
Era especial. Creo que de hecho yo llevaba algo de diversión a su vida, porque
quienes íbamos a la playa juntos éramos ella y yo; dejábamos a los demás en la
casa o donde fuere. Nosotros solíamos salir y hacer cosas. íbamos al cine o a
otros lugares. Éramos quienes estábamos juntos haciendo cosas diferentes. Cosas
alternativas. Y mmm... ¡lo disfrutábamos! [Se ríe.] Era fantástico. Yo le daba
esa alegría y también mi amor y ella me lo retribuía. Recuerdo cuando murió el
tío Jim, su marido. Esperé una semana después del funeral y entonces le mandé
flores. Eran flores para mi otra mamá, y este hecho significó mucho para ella.
Me llamó después
107
de recibirlas y me contó que había llorado... Yo quería que [las flores] no
estuvieran con las de los demás. Quería que llegaran más tarde, las flores que
enviaba el otro hijo... [ entre lágrimas]... no que llegaran junto con las
demás. Quería que ella supiera que yo se las enviaba a mi otra mamá. Entonces,
al hacer eso le di un poquito de amor y apoyo. Es muy difícil saber c uántas
cosas le di sin saberlo. Creo que lo coloco en la categoría de querer
simplemente ser amable.
Probablemente no. Probablemente no. Quizá tenga que ponerla al tanto de esto.
Y la conexión entre ella y lo que tú estás haciendo... de nuestra charla se
desprende que es una conexión muy poderosa. Y entonces, de alguna manera, creo
que ella está implicada en ello... de alguna manera... ella está implicada en lo
que tú estás haciendo.
¿Piensas que también le diste esperanza en que las cosas podían ser diferentes,
en que los hombres podían ser diferentes, porque...?
Sí. Y mucho.
Implicada en lo que estás haciendo. ¿Cómo sería si conscientemente... No sé si
esta es una buena o una mala idea...
Sería interesante preguntarle esto a ella. Debe haber sido así o de otro modo...
esa conexión entre nosotros no habría permanecido... su propio temor a los
hombres se habría interpuesto para cortarla y esto jamás sucedió. Yo podía
levantar el tubo y llamarla y decirle: «¿Cómo va todo, amor?» y ese tipo de
cosas. Era realmente divertido.
Eso es fantástico. [Me río.]
Yyo solía decirle en broma: «¿Estuviste en el bowling y conociste algún tipo
interesante?» «¿Cómo es el nuevo novio?» [Se ríe.] «¿Todavía nadie te propuso
casamiento?» Y ese tipo de cosas. [Se ríe.] Yo bromeo con ella sobre estas
cosas. Generalmente nos reímos bastante con esto. Incluso le levantaba el
ánimo... le levanto el ánimo. [Se ríe.]
Lárgala. [Se ríe.]
... desde el punto de vista del temor al que te estuviste enfrentando y al que
estuviste desafiando, ¿cómo sería si en esas situaciones conscientemente
experimentaras a la tía Patty contigo? ¿Si más conscientemente la experimentaras
al lado tuyo? ¿Si ese vínculo fuera reconocido con más fuerza? ¿Incluso si en
algún sentido tuvieras que presentarles a la tía Patty a las personas que te
consultan? No necesariamente en un sentido material, quiero decir, pero me
pregunto qué diferencia produciría en tu experiencia del temor y demás...
Es interesante que digas esto, porque hace poco descubrí eso mismo, que de hecho
había realizado una versión de eso mismo. Algo parecido. Una versión de eso.
Lo que estaba pensando es que de lo que me contaste deduzco que... la tía Patty
tenía otra imagen acerca de cómo pueden ser los hombres y que ella experimentaba
eso en tu persona...
Sí, coincido contigo.
Y que ella se ocupó de experimentarlo y, supongo, apoyarlo y reconocerlo. Y me
pregunto si ella sabe lo que tú estás haciendo para hacer lo que te toca en este
mundo para cambiar la cultura masculina.
¿De veras? ¿Qué hiciste?
Tuve una situación difícil con un cliente, luchando contra mi temor, y yo sé que
cuando el temor no está presente mi trabajo es realmente comprometido, cariñoso
y respetuoso. Y me imaginé a Steve a un lado, con una sonrisa en su rostro,
diciendo [se ríe]: ¡Muy bien!
¿Eso te pasó? ¡Es fantástico!
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Fue bueno tenerlo ahí y en algún lugar de mi interior me alegra saber que está
allí. Pero es interesante ahora, con esto que aparece sobre la importancia de la
tía Patty: de hecho puedo recurrir a otra persona más y que también me acompañe.
Y toda esa imagen de poder recurrir a diferentes personas en diferentes momentos
creo quesera muy beneficiosa. Porque también rompe el aislamiento que a veces
acompaña al trabajo. Creo que ese es el motivo por el cual coloqué a Steve allí,
en primer lugar, en esta pequeña imagen visual. Al estar tan aislado, al a veces
romper con mi propia cultura, sabía dónde estaba él y dónde yo. Es como sentir
que estamos juntos en esto.
¿Cómo lo lograste? Eso no es algo fácil de hacer.
Bueno...
Post scriptums (escrito por Ian Hanslow)
Una consecuencia es la de una vida renovada, una vida deseada, una vida amada,
una vida con otros rodeada de esperanza Una vida con otros rodeada de amor,
cuidado y contacto sincero.
Mi experiencia de re-integración me dio una percepción más clara y rica de la
historia que está detrás de los modos en que deseo vivir mi vida como terapeuta
y como hombre. Antes de esta experiencia yo sin duda tenía una historia
preferida acerca de cómo quería ser como terapeuta y como hombre, y si bien esta
historia parecía estar fortaleciéndose parecía no tener cimientos. Yo tenía un
propósito y podía mirar hacia el futuro, pero sin embargo no era capaz de ver un
hilo conductor que le diera un pasado a la historia en curso de mi yo: mi futuro
parecía flotar en el aire. La experiencia de re-integración me dio cimientos y
me hizo saber que en mi vida las modalidades amorosas e interesadas por los
demás eran más fuertes que el temor y que estas modalidades amorosas e
interesadas por los demás habían existido en mi vida durante años. Cuanto más
pensaba en la historia de los acontecimientos que reflejaban la fuerza de este
amor y en cómo en mi vida esto había sido más importante que el miedo, más capaz
me sentía de animarme a aprovechar nuevas oportunidades y desafíos.
Con anterioridad, había considerado mis características cariñosas, suaves y
respetuosas bajo una luz negativa, debido a los muchos mensajes que, a lo largo
de mi vida, me decían que estas no se ajustaban a lo que era aceptable en un
hombre. Al comenzar a honrar y respetar realmente mis «modalidades masculinas
cariñosas e interesadas en los demás» se fortaleció mi imagen de cómo pueden ser
los hombres en nuestra cultura y se fortaleció mi deseo de ayudar a otros
hombres a desafiar los modos de ser hombre dominantes. Ahora, cuando en mi
trabajo tengo que enfrentar situaciones difíciles, me preparo para estos
momentos pensando quién estará allí conmigo. Llevo conmigo una sensación de que
estas personas me acompañan. Si bien estoy físicamente solo, sé que el «equipo
preocupado por los demás» está conmigo.
Ahora, las imágenes de las personas que amo y por las que me preocupo permanecen
más claramente conmigo durante los momentos en los que estoy trabajando con
personas [que me consul
Esta experiencia de re-integración continúa teniendo influencias de largo
alcance en mi vida personal y en mi vida como terapeuta. Inmediatamente después
de la entrevista tuve una sensación de paz que hacía bastante tiempo no
experimentaba, pero no tuve una comprensión clara de lo que estaba sucediendo
conmigo. Tuve la sensación de que se me abría un espacio de nuevas posibilidades
que me entusiasmaban y a las que no les temía.
Una semana después, otro colega y yo nos encontramos con Steve para nuestra
supervisión habitual y hacia el final de la reunión les pedí si podían ser
testigos de mi lectura de una declara
ción que había escrito la noche anterior. Esta declaración había surgido de
preguntas que me había estado haciendo a partir de la entrevista. Era una
«Declaración de independencia de los efectos del temor». Meses después me
encontré escribiendo nuevamente, esta vez un poema que incluía los siguientes
versos:
Esta es una versión abreviada del post scriptum de Ian. La versión completa
puede obtenerse escribiéndole directamente a él. 111
tan] y esto me ayuda a hablar de los temores y desafiarlos. También descubro que
estas personas están conmigo cuando reflexiono sobre mi vida, apoyándome en mis
ideas preferidas sobre lo que es ser hombre y en mis intentos de desafiar
nuestra cultura masculina dominante.
Últimamente, mi equipo de personas preocupadas por los demás se amplió para
incluir a aquellos a quienes aún no he conocido pero que han visto parte de mi
historia. Michael ha mostrado
partes de mi entrevista grabada en vídeo en algunos talleres y seminarios. En
respuesta algunas personas me escribieron notas de aliento, diciéndome que una
de las maneras en que ahora se sostienen a sí mismos en su trabajo es llevando
mi imagen consigo; y sus imágenes, a su vez, están presentes en mi trabajo,
sosteniéndome. Hace apenas unas semanas recibí una llamada telefónica de una
trabajadora que yo no conocía. Sus palabras fueron: «Gracias por sumar a mi
experiencia de aprendizaje y enriquecerla». Estas respuestas me han maravillado
y me han dejado al borde de las lágrimas, respuestas que muestran de qué manera
una conexión especial entre un niño/hombre y su tía pueden trascender y
significar algo para otras personas.
El amor y la aceptación de mí como niño y como hombre por parte de mi tía Patty
tne sostienen hasta el día de hoy. Nuestras conversaciones todavía incluyen
risas, y esto me levanta el áni
mo. Recordar lo que ni¡ tía significó para mí, y significa aún, y el modo en que
su vida influyó en mí me ayuda a reconocer expresiones de amor y esperanza en
las vidas de los otros. También descubro que cuando me encuentro con personas y
escucho historias que fácilmente podrían resultar abrumadoras, ahora percibo más
rápidamente aquellos momentos de sus vidas en los que para ellos alguien fue una
tía Patty.
Escribir de este modo sobre la contribución de la tía Patty evoca la presencia
de otros: mi conexión con Steve Armstrong, con quien me reúno regularmente para
supervisar, y con quien comparto una rica y cariñosa amistad, ha nutrido mi
trabajo, así como lo ha hecho mi conexión con Rae Flatters, un afectuoso amigo
que me ha acompañado mientras enfrentaba los miedos de mi vida, y cuya respuesta
a mi «Declaración de independencia de los efectos del temor» fue tan
sustentadora. Y siempre están presentes las voces de mi compañera, Narelle,
expresada en su amor e
incondicional apoyo, y las de mis hijos, Ben, Nathaniel y Marissa, que me
mantienen en contacto con lo que la vida tiene de maravilloso.
Greg
Greg habló de las preguntas que se hacía en relación con los acontecimientos de
los contextos de su lugar de trabajo y estudio, y de los dilemas que estas
preguntas le generaban. Habló de algunas de las experiencias vitales que le
habían proporcionado la base sobre la cual pensar dichas preguntas; de su
relación con la poesía y la música, de su participación en el movimiento de
protesta estudiantil, de sus experiencias en su familia de origen y de sus
amistades. Estas experiencias, y otras, se expresaban en su concepción de las
personas que lo consultaban como «co-conspiradores»: en su respeto por sus
saberes y habilidades y en su valoración de sus actos de resistencia a toda
clase de imposición, incluidas las que en ocasiones se cometen en nombre de la
terapia. Era evidente que el cuestionamiento de las «ideas rígidas» era un tema
recurrente en la historia personal de Greg.
Cuando la conversación derivó en recuerdos de re-integración, Greg habló de un
buen amigo, Kevin, que había muerto de sida en 1993. Kevin era una persona
vibrante, vital y conectada con el mundo que lo rodeaba. Greg había comprendido
y respetaba profundamente aquello por lo que Kevin había abogado y se había
vinculado fuertemente con sus saberes. Después de su muerte, Greg había
reservado un lugar de honor para Kevin en su vida y de esa manera podía seguir
experimentando su presencia en las travesías vitales. Me pregunté en voz alta
cómo era que Greg podía llevar consigo a otros en su vida. Era esta una
habilidad que resultó ser muy familiar a Greg y, sin que lo incitara a hacerlo,
reintegró a muchos otros personajes importantes a su vida y su trabajo.
Greg Stanton, 845 Bergen Ave, Suite 192, Jersey City NJ 07306-4517, USA. 113
Creo que siempre he tenido algo así como la conciencia de que soy capaz de
llevar a las personas conmigo. En realidad, probablemente «personas» sea una
descripción demasiado estrecha. Tiene que ser más amplia, porque cuando pienso
en lo que me ha acompañado en diferentes momentos de mi vida, también incluye
animales. Terry, el primer cócker de mi infancia; Sam-Fang, un hámster
particularmente distinguido. Los gatos, todos ellos, de Cenicienta a Muchacho
Rudo...
¿Cuántos gatos tienes?
Diez.
¡Diez gatos!
Transcripción
que ella también valora. En recuperar recuerdos de gatos que tuvo cuando era
niña, probablemente más cerca de fines del siglo pasado de lo que quisiéramos
admitir. Historias tan lejanas en el tiempo, que ella trajo en algunas
ocasiones.
¿Qué edad tiene tu madrastra?
Ella sostiene lo que en broma llamamos la teoría de Jack Benny. Tiene treinta y
nueve desde siempre. Veamos... en realidad, en su último cumpleaños fue cuando
encontramos un punto de conflicto real, porque le dije que había algo paradójico
en que hubiera tenido treinta y nueve durante los últimos cuarenta años. No sé
cómo se resuelve esto. Supongo que probablemente es cinco o seis años menor que
mi papá. Y mi papá, si estuviera vivo, tendría noventa y tres. Por eso creo que
debe tener alrededor de ochenta y cinco.
¿Y va a tu departamento todos los días y...?
¿Tienes diez gatos?
No. Ellos me tienen a mí.
Ellos te tienen a ti. ¿Dónde están ahora que tú estás de viaje?
Sí. ¡Oh, sí! En muchos sentidos es una mujer extraordinaria. Sale, toma el
ómnibus y va a la ciudad de Nueva York y va de compras a Maceys. Y cuando hay
una liquidación, ahí está, quitando gente del camino a los codazos: «¡Esa blusa
es para mí!». [Se ríe.]
Están en mi departamento. Los cuida mi madrastra, que vive a menos de un
kilómetro y medio, más o menos. Todos los días toma el ómnibus y se va a pasar
una hora con ellos. De hecho, llamé para que me pasara el informe sobre quién
estaba haciendo qué y quién extrañaba más a papá y todo eso.
¿Es eso cierto?
¿Quiere decir que tu madrastra comparte esto contigo? ¿Tiene un fuerte aprecio
por tu valoración de estos personajes?
Sí. Y también es raro, porque creo que mi aprecio por mis gatos ha tenido algún
papel en que ella se conectara con partes de sí misma
¿Conoce a todos y cada uno de tus gatos individualmente?
Sí. ¿Sus nombres? Sí. Sus características... Cuando la llamé, me estaba poniendo
al día en especial sobre las acciones de Calabaza. Ese día justo había estado de
visita en casa. Al abrir la puerta de la calle, él ya estaba en el vestíbulo.
Dirigió su mirada hacia arriba, la vio y dijo: «Ah, eras tú», y se dio media
vuelta y cruzó la puerta hacia el interior de la casa. A esta altura, él estaba
esperando que el que llegara fuera yo. Y como no lo era, no tenía ningún
interés. O Descartes. Descartes se ganó su nombre, de hecho, por lo vocinglera
que es. Supusimos que su filosofía era: «Maúllo, luego existo». [Se ríe.] Así es
como llegamos al nombre de Descartes. Y Dayky estuvo conversando mucho, me han
contado. Supongo que una de sus preguntas es: «¿Dónde está papá? Lo extraño». Va
a ser fantástico reencontrarme con ellos. 115
¿Mencioné que hay un hombre que vive cerca que tiene muchos gatos?
Quiere decir que los has apadrinado muy activamente, incluso alimentándolos con
el biberón y...
Sí. Ellos son una parte realmente importante de mi vida.
Lamento que no hayas llegado a conocerlo.
Creo que esa habría sido una oportunidad realmente especial para mí.
¿Cómo será cuando vuelvas a tu departamento? ¿Qué imaginas que sucederá cuando
te vean?
¿Cuando regreso de un viaje...?
¿Y cómo llegaste a diez gatos? ¿Cómo es esto? ¿Los fuiste recogiendo de
diferentes lugares o...?
Sí. A lo largo de muchos años. Muchacho Rudo es, en realidad, el hijo de Nevosa.
Nevosa es una gata que cuando yo estaba trabajando en un depósito... fue
encontrada en el techo del depósito en medio de una tormenta de nieve en enero
de 1980. Un compañero de trabajo iba a adoptarla y llevársela a su casa con él.
Pero eso duró un día. El gato que él ya tenía no tenía ninguna intención de
compartir la casa con otro felino. Entonces, al día siguiente la gata estaba de
nuevo en el depósito y no tenía a dónde ir. Hasta que yo me ofrecí. Me imaginé
que me daría algún trabajo convencer a mis compañeros de casa, pero decidí que
esa gata ya tenía hogar. Y, con el tiempo, Nevosa nos mostró su gratitud
regalándonos cinco gatitos, y Muchacho Rudo y Carbón fueron parte de esa camada.
A Controversia lo rescaté de un grupo de adolescentes o preadolescentes que
estaban realmente maltratándolo. Tenía más o menos cuatro meses. Un gatito joven
y muy confiado. Ellos lo levantaban y esperaban a que cambiara la luz del
semáforo para que hubiese autos viniendo. Y entonces, cuando los autos ya habían
arrancado, lo tiraban en el medio de la calle. Y él volvía directamente hacia
estos muchachos, los autos pasándole a centímetros de distancia. Yellos lo
recogían y volvían a repetir el procedimiento. Cuando lo descubrí, les quité el
gato y me lo llevé a mi casa. Dayky y su hermana Halloween y su hermano
Zaparrastroso, que se ha ido a otra casa, fueron parte de una lechigada de
cuatro que fue abandonada en la puerta trasera de mi casa cuando tenían un día
de vida, y tuve que alimentarlos con biberón y todo eso. Cada uno de ellos tiene
su punto de ingreso diferente y su propia historia, pero todos son muy
especiales para mí.
¿Te perdonarán?
La mayoría de las veces lo hacen. Lo que me gusta hacer es, primero, entrar mi
equipaje y luego caminar hacia el interior de la casa y simplemente acostarme en
el medio del living. Y entonces todos vienen y empiezan a treparpor todos lados.
[Se ríe.] Generalmente, esta es la primera parte de mi regreso a casa. La
segunda parte es cuando llegamos a lo verdaderamente importante: sacar el
abrelatas y... [Se ríe.]
¿Y esto te alienta y conforta, te sostiene? ¿Trasladas esto a tu trabajo con la
gente? Dijiste que había personas (por ejemplo, mencionaste a Kevin), pero
también mencionaste a estos otros personajes de tu vida, que llevas contigo...
Entonces, ¿de qué manera se traslada esto a tu vida y tu trabajo y a la posición
ética que tienes y a la posición que tienes en relación con las prácticas
autoritarias?
Pienso en mi amigo Stephen, allá en Rochester, o Maitland o cualquier otra
persona de mi vida y los atributos y actitudes que ellas tienen que de alguna
manera me ayudan a producir eso mismo en mí. Pero los gatos, cuando
específicamente pienso en ellos, pienso en la curiosidad, pienso en la
testarudez. Y esas son dos cosas que yo creo han sido un gran capital para mí,
que han sido útiles en mi trabajo de muchas maneras. Especialmente la
testarudez. La voluntad de defender algo con energía y no ser barrido por algún
torrente [de palabras] o por otras ideas que pasan flotando. De manera que, en
algún sentido, creo que ha sido útil recordarme a mí mismo que esta es una
tendencia muy gatuna.
Sí. ¿Te ayuda a aceptar y a respetar más esto en ti? 117
¿Cómo te está resultando esta conversación? ¿Estamos hablando de lo que para ti
es importante hablar?
Sí. Ha tocado temas que son importantes para mí, porque en cierto modo me ha
ayudado a empezar a conectar algunas cosas de esos diferentes hilos que yo no
estaba muy seguro de cómo se unían en un solo tejido. Pienso que de alguna
manera estoy empezando a vislumbrar el telar.
Sí. Creo que estoy llegando a entender algo más la historia de tus conexiones en
este trabajo. ¿Qué hay de tu (no sé cómo lo llamarías) tu preocupación por esa
gatita que estaba en el techo y la capacidad de leer el comportamiento de los
animales? ¿Y la importancia que le atribuyes a cosas que normalmente pasan
desapercibidas? Tampoco sé si lo llamarías una actitud de tipo reverente hacia
muchas de las cosas especiales que mencionaste. La clase de cosas que puedes
encontrar en grandes ciudades, que tan a menudo se pierden en la vorágine de la
vida y las preocupaciones que las personas tienen en sus actividades cotidianas.
No sé cómo describirías esto. Si dirías que es más un respeto por algunos de
estos dramas de la vida que están teniendo lugar y que tú haces entrar en la
tuya. Obviamente, hacen de tu vida un lugar más rico. ¿Es algo singular, tuyo y
de tu familia, o en esto te vinculas con alguna otra persona que conoces? ¿Cómo
lo llamarías? ¿Crees que puedes relacionarte de algún modo con la descripción
que yo hago de esto o tu descripción es totalmente diferente de la mía?
cho de mirar esto y decir: «¡Guau, eso es fantástico! ¡Es algo tan bonito!». Y
en los años siguientes, cada vez que pasaba por ese lugar con el ómnibus me
encontraba a mí mismo anticipando: «¿Estarán hoy allí o no? O ¿habrán volado a
pasar el día en el vecindario?» ¿Pero buscar estos gansos, prestar atención a
cosas como esas? Sí.
¿Significa esto que para ti no es tan difícil orientarte hacia los pequeños
acontecimientos chispeantes de las vidas de las personas que de tantas maneras
pasan desapercibidos? ¿Que no obtienen respuesta de organizaciones como esa para
la cual trabajas? ¿Crees que esto realimenta tu trabajo?
Creo que proviene del mismo lugar, porque creo que es un encuentro de la
curiosidad con la habilidad de valorar de alguna manera esos pequeños
acontecimientos. De percibirlos, pero percibirlos de una manera que los
incorpora de algún modo. No que los deja simplemente pasar flotando.
¿Tienes idea de si esto es algo que tiene que ver únicamente con tu vida más que
con las vidas de las personas con las que te has criado o que has conocido o...?
Estaba pensando en tu madrastra, que sabe todos los nombres de tus gatos, y en
su atención a los detalles.
Sí. Se ajusta bien a mi madrastra, al menos. Sí. En verdad, también se ajusta a
mi amigo Stephen, ahora que lo pienso.
¿Stephen?
En realidad, esa descripción [respeto, actitud reverente] es ajustada... Me hace
pensar en otras cosas que sé de mi vida y que se ajustan muy bien a esa
descripción. Incluso en ese trabajo en el que estuve en los últimos cuatro años
y medio, una de las cosas que me facilitó estar relajado y presentarme a la
entrevista que condujo a que obtuviera ese trabajo fue pasar con el ómnibus y
ver a través de la ventana una bandada entera de gansos en el césped ondulado
que cubría el frente de un barrio de casitas iguales. Básicamente, ¡estos gansos
estaban comiéndose el pasto! Y el sólo he
Sí. Stephen fue el bajista de mi banda por unos cuantos años...
Post scriptum (escrito por Greg Stanton)
En los últimos meses he pensado en la entrevista de la que se extrajo este
fragmento y en la sensación que todavía sigue surgiéndome de unir o entretejer
hebras de mi experiencia de varias y diversas situaciones vitales. He percibido
mucho mejor el valor perdurable de los vínculos que han informado mi vida y el
apoyo 119
que tomo de ellos, y me he hecho más consciente de los modos en que estos
vínculos dan forma a mi trabajo (el que he llegado a considerar una conspiración
por la vida).
Demasiado a menudo, las personas que me han luchado duramente para resistir la
imposición de las prácticas que buscan definir la «normalidad» en términos
completamente ajenos a su experiencia, y finalmente terminan sintiéndose
ignoradas por el solo peso de esta imposición. El de posicionarme como un co-
conspirador contra la injusticia de las definiciones del yo y de las relaciones
que son infligidas externamente y a menudo inadecuadas (por ejemplo, las
concepciones dominantes de la «enfermedad» adictiva y la co-dependencia) es un
rol que sigo valorando, y es un rol que se conecta con mi propia historia de
oponerme a prácticas injustas de muchos tipos. Con frecuencia me encuentro a mí
mismo tratando de descubrir con otras personas quién más los apoya en sus
propios proyectos de resistencia y, a su vez, sintiendo más curiosidad acerca de
quiénes me apoyan a mí... y a veces me sorprenden las versiones actuales de las
respuestas. Hoy no es fácil identificar a esas figuras. Recuerdo bien los días
del movimiento pacifista (contra la guerra de Vietnam), cuando miles de personas
formaban una presencia visible o manifiesta en cuanto a apoyarse unos a otros.
Hoy en día, resolver el enigma de quién apoya a quién se parece más a un
proyecto clandestino y subversivo.
Le pedí a un cliente actual, a quien llamaré Sean a los fines de este texto
(respetando su preferencia por preservar su anonimato), que me permitiera
transmitir la historia de nuestras recientes conversaciones como una manera de
ilustrar a qué me refiero cuando hablo de una relación de co-conspirador, y él
tuvo la amabilidad de aceptar.
Sean y yo comenzamos nuestro trabajo conjunto luego de que él completara una
hospitalización psiquiátrica de cuatro meses. La «impresión diagnóstica» que se
incluía en sus papeles de alta describía un «trastorno esquizo-afectivo» (que se
creía bastante grave y se caracterizaba parcialmente por el aislamiento social y
el escepticismo o actitud cínica acerca de las relaciones humanas) y el «abuso
de substancias múltiples».
En el desarrollo de nuestra conversación, Sean mencionó su conexión con las
lagartijas que había cuidado durante los últimos dos años, las cuales ahora
residían en la casa de sus padres mien
tras él se alojaba en una institución de atención residencial (superuised group
home) con otros tres hombres psiquiátricamente etiquetados. A medida que se
desplegaba mi curiosidad por su relación con cada uno de estos pequeños seres
verdes, pude transmitirle historias de mis experiencias con las iguanas (Ralph,
Alice y Harold) y los dragones de agua chinos (Hops Sing, Brandon y Bruce) de mi
amigo Dino, y nos enfrascamos en una ágil conversación centrada en la valoración
y exaltación de las pequeñas criaturas que cada uno de nosotros había conocido.
En ese momento, Sean eligió contarme una historia sobre gatos...
En ese entonces Sean era muy chico, no tenía más de ocho o nueve años. Su
familia había adoptado una considerable prole de gatos perdidos en el
vecindario, que encontraban refugio del viento y las tormentas debajo del porche
trasero de su casa. Allí, estos gatos también encontraban alimento balanceado y
agua, así como restos de comida, en una prolija serie de recipientes, y
suficiente amor como para decidir quedarse (para ser mimados y, en retribución,
emitir sonoros ronroneos de gratitud, todo dentro del abrazo de esta numerosa
familia de clase trabajadora). Como la familia de Sean no tenía dinero
suficiente para hacerlos castrar, la población creció con los años, hasta que el
predio llegó a ser habitado por treinta de estos pequeños seres.
Entonces, el vecino de Sean compró un vehículo, uno de los primeros de su tipo
(El camino), del cual estaba muy orgulloso. En vez de estacionarlo en su garaje,
lo dejaba en la entrada, lo que le permitía ostentar mejor su preciada posesión.
Con el paso del tiempo, se hicieron cada vez más vehementes su quejas acerca de
que los gatos ocasionalmente caminaban sobre su auto, dejando las marcas de sus
patas en el brillante esmalte negro... pero aun así se negaba a estacionarlo en
su garaje.
Un día de fines de la primavera, Sean volvió corriendo a casa de la escuela, con
la alegría de unas calificaciones excepcionalmente buenas en el boletín, que
traía en su mano... y se encontró a la totalidad de sus treinta pequeños amigos
retorciéndose en diversas etapas de agonía convulsiva, envenenados por generosas
porciones de tentadora comida adicionada más generosamente aún con estricnina.
Sentí cómo brotaban mis propias lágrimas mientras él relataba la historia y
luego mi ira ante las injusticias sin sentido que la arrogancia humana es capaz
de promover, ah
120 121
mentada por los grandes discursos del consumismo y el capitalismo. Y tomé más
conciencia de mi intención de sumarme a Sean en el desarrollo de su nuevo
proyecto de vida.
Sean se había enredado por primera vez con el sistema de «atención» psiquiátrica
luego del envenenamiento de sus pequeños amigos. Su posición frente al vecino
fue cada vez de mayor hostilidad y se sucedieron incidentes de daños a la
propiedad. Esto provocó que se le diera participación a los servicios
psiquiátricos y que se le hiciera un diagnóstico de «trastorno negativista
desafiante». A mi modo de ver, esta era una extraña manera de describir a un
niño enojado, frustrado y asustado que buscaba alguna forma de justicia. Durante
aproximadamente veinte años, su historia no escuchada fue sistemáticamente
desestimada por los profesionales que intentaban «ayudarlo» a través de sus
sistemas de diagnósticos y tratamientos.
Hoy en día, otros se me han sumado en el apoyo a Sean, incluyendo a sus padres,
que en algún momento fueron cómplices de su reclutamiento dentro de un discurso
de «enfermedad», pero que ahora cuidan con cariño pequeños animalitos verdes a
la espera del día en que Sean vuelva a ellos, a miembros del grupo con sus
propias historias de amor por aletas, pelajes, plumas y escamas y del aliento
que se toma de cada criatura en su vibrante expresión de vida, y a otras
personas en el refugio para el rescate de animales donde Sean trabaja como
voluntario. En contraste con la postura retraída asociada con la gravosa
etiqueta psiquiátrica que alguna vez se le aplicara, cada vez es mayor la
percepción de Sean de quiénes lo apoyan.
Si hay una poesía de la subversión, un encantamiento evocativo, musical, de los
pequeños actos de resistencia, he comenzado a ver una parte de la riqueza
posible en nuevas pautas de este tipo que surgen en las vidas de los otros y en
la mía propia. La curiosidad testaruda que mis compañeros de casa siempre me
recuerdan no es un mapa, sino una brújula, que guía la búsqueda que en ocasiones
conduce a preguntas útiles o a un poderoso sentimiento de reconocimiento... y
estas siempre parecen ser escalones hacia un camino más fructífero.
En este preciso momento, Calabaza está maullando en alta voz, reclamando mi
atención de un modo que sirve para recordarme cuánto valora que cada uno esté en
la vida del otro, en tanto
122
Chatsworth duerme plácidamente a mis pies, en una postura de segura tranquilidad
que, desde que me senté a escribir, ha sido interrumpida sólo por un bostezo y
una serie de sonoros ronroneos. Ser capaz de percibir estas pequeñas cosas y
descubrir la calidez que encierran, informa mi trabajo y vida cotidiana de un
modo que me agrada; defender a los pequeños, a los que no tienen voz para formar
sus propias palabras y a su vez sentirme valorado por tomar esa posición me
ayuda en mi proyecto de apoyar a otros con sus propios proyectos.
He pensado mucho en cómo me gustaría terminar este post scriptum, y la historia
que con más insistencia se me ocurría tenía que ver con Carbón, una enorme gata
gris atigrada cuya presencia en mi vida fue un exquisito regalo. Como era hija
de Nevosa, fue una de las primeras personitas peludas en entrar a mi vida y,
dieciséis años más tarde, todavía era una fuente de extraordinaria alegría e
ilimitada energía. Cuando volví a casa de una conferencia, en marzo de 1996,
ella fue una de las primeras en recibirme en la puerta y en unirse a nuestro
ritual de re-inclusión en el piso del living. Y esa noche ella insistió en que
le concediera el privilegio, que a cada miembro de mi comunidad se le concede
ocasionalmente, de dormir en el cuarto conmigo: petición que fue prontamente
otorgada. Durmió al lado de mi almohada, roncando periódicamente, y cuando nos
despertamos a la hora en que yo tenía que salir para mi trabajo, se cambió a una
posición de reina, en la cima de una pila de ropa para lavar, sumergiéndose
feliz en los olores que ella asociaba con su vínculo más profundo con un ser
humano. La acaricié cariñosamente, le dije que era una buena chica y salí a
trabajar. Cuando volví todavía estaba en el mismo lugar y fue entonces cuando
comprendí que su insistencia de la noche anterior había sido un refinado pedido
de una oportunidad para despedirse.
Si me permito recordar su insistencia en conectarse con aquellos a quienes ella
más valoraba, su deseo de producir unos pocos momentos más de alianza en este
proyecto de vida, probablemente mantenga la conciencia del valor de apoyar y
acompañar a otros mientras estos hilos se siguen tejiendo... y de las
perdurables maneras en las que cada uno de estos momentos, cada uno de estos
recuerdos y cada uno de los sueños constituidos por estos han influido en mi
propio crecimiento. Y quizás esta conspiración por la vida siga creciendo.
123
4 Ceremonia de definición
Cuando las culturas están fragmentadas y gravemente desorganizadas, es probable
que sea difícil encontrar auditorios apropiados. Es factible que no se presenten
ocasiones naturales y entonces tengan que ser inventadas artificialmente.
Denomino a estas representaciones o escenificaciones «ceremonias de definición»,
entendiendo que son autodefiniciones colectivas con el propósito específico de
afirmar una interpretación ante un público que de otro modo no estaría
disponible (Myerhoff 1982, p. 105).
He analizado el rol de los foros de reconocimiento en la expresión informada del
conocimiento y en la autenticación de las pretensiones de conocimiento de las
personas. Puesto que estos foros son contextos para las narraciones y re-
narraciones, son también contextos que potencialmente contribuyen a la
generación de descripciones densas de las vidas de las personas. Sin embargo,
los procesos que en la cultura de la psicoterapia resultan des-integradores de
las vidas de las personas, más el cambio en los que se consideran foros de
reconocimiento apropiados para la expresión de conocimiento, y por último, la
regulación y exclusividad de estos foros pueden tener un efecto tan
significativamente fragmentador en la comunidad de una persona que es probable
que sea difícil encontrar «auditorios naturales».
Cuando esto sucede, puede adoptarse la opción de establecer dominios sociales
alternativos y «artificiales» donde aparecer.
Pueden establecerse ámbitos con el propósito específico de brindar un público
para la representación de determinadas pretensiones de conocimiento. En estos
ámbitos, el público es consciente de la responsabilidad que tiene de contribuir
a que las vidas de otras personas sean descritas con mayor riqueza. En estas
circunstancias, este auditorio contribuye significativamente al reconocimiento y
la autenticación de las pretensiones de conocimiento de la persona. Estos
ámbitos «artificiales», convocados especialmente, proporcionan los contextos
para lo que Barbara Myerhoff (1982, 1986) llama «ceremonias de definición».
Myerhoff no utiliza el término «artificial» como sinónimo de deshonesto o falso,
y la idea de convocar a una ceremonia de definición artificial de ninguna manera
propone algo que no sería más que una mala copia de otra cosa. Los ámbitos
artificiales no son de «segunda clase». Como afirmamos más arriba, estos ámbitos
pueden ser poderosas fuentes de autenticación de las pretensiones de
conocimiento de las personas y contribuir de manera significativa a una
descripción más rica de las historias de sus vidas. Y, en muchas circunstancias,
la «artificialidad» de estas ceremonias de definición puede proporcionar un
beneficio extra, puesto que puede prestarse especial atención a determinadas
particularidades de las representaciones y, asimismo, a las mismas prácticas de
reconocimiento en las que participa el grupo de testigos externos.
Las ceremonias de definición a las que me estoy refiriendo aquí generalmente
tienen lugar en foros estructurados que proporcionan un espacio para que las
personas participen en la expresión de las historias de sus vidas -estas pueden
ser historias sobre sus proyectos personales, su trabajo, su identidad,
etcétera- y para la expresión de los saberes y habilidades para la vida que son
asociados con estas historias. Estas expresiones constituyen una representación,
de la que un público que ha sido convocado específicamente a tal efecto es así
testigo. Después de la representación, el grupo de testigos externos es invitado
a responder con una renarración de las historias relatadas y de los saberes y
habilidades expresados. En este punto (la segunda etapa), las personas que están
en el centro de la ceremonia participan como auditorio de estas re-narraciones.
Estas re-narraciones del grupo de testigos externos tienen el efecto de
«rescatar "lo dicho" del acto de enunciación» (Geertz, 1973), lo relatado del
acto de relatar.
124
125
En estas re-narraciones, muchas de las expresiones significativas de la vida,
que de otro modo pasarían como una breve señal de radar que cruza el monitor de
la conciencia de una persona y se pierde en el vacío, son rescatadas e
incorporadas al libreto de su vida. Más aún, las re-narraciones del grupo de
testigos externos incluyen en sí la primera narración, pero exceden sus límites.
De este modo, estas re-narraciones contribuyen significativamente a la
generación de ricas descripciones de las historias contadas y de los saberes y
habilidades expresados.
Luego, en la tercera etapa de estas ceremonias de definición, las personas cuyas
vidas están en su centro tienen la oportunidad de reflexionar sobre lo que han
oído en las re-narraciones del gru
po de testigos externos. Esta es una reflexión ampliada, una reflexión que es
comenzada en presencia del grupo de testigos externos y luego es llevada por las
personas a las redes íntimas de sus propias vidas. Esta segunda re-narración
-una re-narración de la re-narración- invariablemente incluye la primera re-
narración de modos significativos; esta segunda re-narración también excede los
límites de la primera re-narración, contribuyendo más aún a que las historias,
los saberes y las habilidades de las personas sean densamente descritos.
Antes de ocuparnos de las exploraciones de las maneras en que la metáfora de la
ceremonia de definición puede adoptarse en la estructuración de contextos
terapéuticos, me gustaría destacar
los aspectos escénicos de estas narraciones y re-narraciones. En la descripción
que hace Myerhoff de la ceremonia de definición, lo que se propone no es la
«vida como texto», sino la «vida como la representación del texto». Este énfasis
en la vida como representación del texto es el mismo que configura la expresión
de las prácticas de narrar y re-narrar que se analizan en la sección siguiente,
que se refiere al equipo de reflexión como ceremonia de definición. A los fines
de subrayar este énfasis, citaré aquí a Edward Bruner (1986) sobre este tema:
formativas, no como textos abstractos, sino en la actividad que actualiza el
texto. Es en este sentido que los textos deben ser escenificados para ser
experimentados, y lo constitutivo se halla en la producción (p.7).
El equipo de reflexión, como ceremonia de definición
Al reseñar aquí las prácticas que estructuran los foros para las narraciones y
re-narraciones del tipo que contribuye a una múltiple contextualización y a una
descripción densa y rica de las vidas de las personas, he decidido volver sobre
las prácticas que utilizan testigos externos que están informadas por el
concepto de ceremonia de definición. En «Reflecting team as definitional
ceremony» [Equipo de reflexión como ceremonia de definición] (1995b), a los
integrantes del equipo de reflexión se los concibe como testigos externos de las
expresiones significativas de la conversación terapéutica. Las re-narraciones de
este grupo de testigos externos están orientadas, de manera general, por las
prácticas de la terapia narrativa y, más específicamente, por los mapas de las
conversaciones de re-escritura de la propia vida y por la idea de transparencia.
Es esta una transparencia lograda por medio de la deconstrucción de las
respuestas de los integrantes del equipo a la conversación terapéutica. Como
parte de esta deconstrucción, los integrantes del equipo sitúan sus respuestas
en el contexto de su propia experiencia vivida.
En la primera etapa de estas ceremonias de definición, los integrantes del
equipo de testigos externos (al que en adelante nos referiremos como «el grupo»)
escuchan atentamente la conversación terapéutica. En este momento, orientan su
escucha hacia los objetivos de las personas que consultan, mantienen una concien
Un ritual debe ser ejecutado, un mito recitado, un narrativa relatada, una
novela leída y una obra teatral representada, puesto que estas ejecuciones,
recitados, relatos, lecturas y representaciones son los que hacen al texto
transformador y nos permiten volver a experimentar el legado de nuestra cultura.
Las expresiones son constitutivas y
Tom Andersen introdujo en el mundo de la terapia familiar el trabajo con equipos
de reflexión, con su publicación de 1987 «The reflecting team: Dialogue and
metadialogue in clinical work» [El equipo de reflexión: diálogo y metadiálogo en
el trabajo clínico l. Ha sido su concepción de este trabajo y el entusiasmo de
Karl Tomm por este lo que ha estimulado mis propias exploraciones en este
terreno.
126
127
cia de lo que les llama la atención en tanto expresiones significativas de las
vidas de estas personas y reflexionan en privado sobre cómo estos elementos
significativos pueden proporcionar un punto de ingreso a conversaciones de re-
escritura de la vida. En estas conversaciones siempre se expresan muchas cosas
que pueden convertirse en significativas: el esfuerzo que las personas están
haciendo para tener más influencia sobre el curso de sus vidas, su persistencia
en ser fieles a las intenciones de vivir una vida diferente a pesar de todo lo
que pudiera desalentar esta aspiración, información acerca de acontecimientos
que contradigan las tramas dominantes de las vidas de las personas y que
pudieran estar hablando de las subtramas de sus vidas, resultados que las
personas juzgan como acontecimientos preferidos de sus vidas, etcétera.
Durante esta primera etapa, además de reflexionar en privado sobre estas cosas
significativas y sobre cómo podrían retomarse en conversaciones de re-escritura
de la vida, los miembros del grupo también reflexionan sobre los aspectos de su
propia experiencia vivida que los vinculan a aquello que esté cautivando su
atención. Estas reflexiones suelen disparar imágenes de sus propias vidas y una
conciencia de cómo se vinculan estas imágenes con las expresiones de las
personas que están en el centro de estas consultas.
En la segunda etapa de esta ceremonia de definición, que he descrito como la
«segunda entrevista», los miembros del grupo tienen la oportunidad de participar
en respuestas -orientadas a la re-escritura de la vida- a aquellas expresiones
que ellos creen podrían ser significativas y también de deconstruir o encarnar
estas respuestas situándolas en los contextos de su propios objetivos, su propia
imaginación y su experiencia vivida. Esto sucede dentro del contexto de un
proceso de entrevista, en la que, a través de preguntas pertinentes, los
integrantes del grupo se acompañan unos a otros en estas exploraciones. En este
momento, los miembros del grupo suelen descubrir que responden a esas preguntas
hablando de algunas de las particularidades de sus propias historias,
particularidades que han sido convertidas en relevantes por lo que la
conversación terapéutica evocó en ellos.
Las prácticas de este tipo, que utilizan testigos externos, no pueden llevarse a
cabo con éxito sin cuestionar algunas ideas que
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se dan por sentadas sobre lo que constituye una respuesta adecuada a las
expresiones de la conversación terapéutica. En «Reflecting team as definitional
ceremony» [Equipo de reflexión como ceremonia de definición] (1995b), analicé la
tendencia de las personas en el grupo de testigos externos a interpretar sus
respuestas como una forma de refuerzo positivo. También analicé algunos de los
peligros de las prácticas de reconocimiento informadas por esta concepción (es
decir, los riesgos de «señalar cosas positivas» y de otras versiones del
«aplauso»). No obstante, es difícil resistirse a la lectura del reconocimiento
como «aplauso». Esta lectura tiene una amplia difusión en el mundo contemporáneo
y puede que sea dificil romper con ella. Con referencia a la mayoría de los
temas que se vinculan con los logros en la vida, el aplauso, en sus diversas
formas, tiene hoy una posición triunfante, de la que no es fácil desalojarlo;
cada vez se alienta más a las personas a «esperar» el aplauso y a participar en
las prácticas de reconocimiento moldeadas en esta concepción. Creo que se está
perdiendo la familiaridad con prácticas de reconocimiento diversas y
alternativas, en favor del éxito casi universal del aplauso.
El aplauso
Esta crítica no constituye una descalificación del aplauso como forma de
reconocimiento. Sin duda existe un lugar para el aplauso, y para que este sea
valorado en sus diferentes formas. Recibir felicitaciones puede resultar
validante y gratificante, y también puede tener efectos en las vidas de las
personas que se consideran positivos. Y el aplauso general por logros
importantes en el terreno social puede traer consigo un poderoso sentimiento de
que nuestros esfuerzos son reconocidos. Pero las prácticas de reconocimiento que
constituyen el aplauso no representan las prácticas de reconocimiento que
propuse para el grupo de testigos externos en la clase de ceremonias de
definición que describo en este libro. Las prácticas del aplauso no hacen
participar a los integrantes del grupo de testigos externos en el tipo de re-
narraciones que contribuyen a las ricas descripciones de la vida que resultan de
estas ceremonias.
¿Y qué hay de los riesgos que están asociados a las diversas formas del aplauso
(particularmente los asociados a la práctica
129
de señalar cosas positivas)? Es posible que la práctica de señalar cosas
positivas sea experimentada por quienes son sometidos a ella como paternalista y
condescendiente. O como un reflejo del hecho de que toda comprensión
significativa de las experiencias de sus vidas está fuera del alcance de los
miembros del grupo de testigos externos. Así, este señalamiento de las cosas
positivas puede hacer que las personas se distancien del grupo de testigos
externos. En otras ocasiones, las personas interpretan esta práctica como
reflejo de la posición de privilegio de los miembros del grupo de testigos
externos (privilegio en términos de clase, raza, género, preferencia sexual y
demás). Además, el ser sometido al señalamiento de cosas positivas puede tener
el efecto de establecer un contexto en el cual el fantasma del fracaso acecha
más amenazante aún: el fracaso de no colmar las expectativas generadas por los
miembros del grupo de testigos externos. La percepción de esta posibilidad de
fallarle al terapeuta y al grupo de testigos externos puede ser muy debilitadora
e inhabilitante para las personas que ya están lidiando con relatos de fracaso
referidos a su identidad.
Pero aun cuando la práctica del señalamiento de cosas positivas no es
experimentada de este modo, esta práctica es, no obstante, evaluativa:
invariablemente requiere que se juzguen los acontecimientos de las vidas de las
personas según criterios que están informados por normas socialmente
construidas. Esta práctica implica un supuesto: que los integrantes del grupo de
testigos externos tienen los conocimientos, y por lo tanto la sabiduría, con los
cuales formular esos juicios. Por lo tanto, si bien diferentes formas de aplauso
pueden experimentarse como positivas y si bien la recepción del aplauso pulsa
una cuerda tan potente en una cultura que tanto lo exalta, es posible formular
preguntas acerca de estas prácticas en tanto actos de poder que contribuyen a la
regulación de las vidas de las personas. Además de estas preocupaciones, las
prácticas del aplauso representan más una narración que una re-narración, y
corren el riesgo de contribuir a una conclusión magra más que a una descripción
rica.
Igualar las prácticas de reconocimiento de la terapia narrativa con el aplauso
no es la única lectura errónea de esta propuesta para las respuestas del grupo
de testigos externos. El énfasis en la deconstrucción de las respuestas del
grupo de testigos externos
130
a menudo se lee como la propuesta de tener una clase de participación a la que
generalmente se denomina «revelar aspectos personales». Pero la revelación de
aspectos personales se refiere a una amplia gama de prácticas, muchas de las
cuales contradicen la clase de participación que se propone para los miembros
del grupo de testigos externos: una participación descentrada que continúa
otorgando prioridad a las experiencias, las preocupaciones y las agendas de las
personas que consultan. Esta participación descentrada es una participación
dirigida y con un fin determinado, que contribuye significativamente a la
generación de descripciones más ricas de las vidas de las personas que están en
el centro de estas ceremonias. A fin de abordar la lectura errónea que se hace
de esta clase de participación como una revelación de aspectos personales no
especificada, en la sección que sigue esbozaré las prácticas de reconocimiento
que he propuesto para los miembros del grupo de testigos externos en la
estructuración de las ceremonias de definición.
Participación descentrada
Planeo brindar aquí una aclaración sobre la clase de participación que da forma
a las respuestas de tradición descentrada de los testigos externos. Al invocar
el principio de transparencia, me he referido en otra parte a estas respuestas
como respuestas «situadas» o «encarnadas», que deconstruyen las contribuciones
del grupo de testigos externos:
En el contexto terapéutico siempre hay una distribución desigual del poder, no
importa qué medidas los terapeutas tomen para hacerlo más igualitario. Y como ya
hemos analizado y comentado, en contextos de trabajo en equipo es más factible
que esta distribución desigual del poder dé por resultado la descalificación y
cosificación de las personas. En vista de esto, es importante que se tomen
medidas para contrarrestar los posibles efectos dañinos de este desequilibrio de
poder, para reducir la posibilidad de causar daño. Una contribución a estas
medidas es que los miembros del equipo de reflexión se ayuden mutuamente a
deconstruir sus respuestas. Esto puede lograrse si los miembros del equipo se
invitan mutuamente a personalizar sus comentarios relatando la historia de su
experiencia personal, sus in 131
tereses, intenciones, imaginación, etcétera, o a situar sus actos de habla en
esta historia. Si los miembros del equipo de reflexión se hacen responsables de
deconstruir sus comentarios y preguntas de este modo, esto proporciona al menos
una protección contra el tipo de imposiciones de «verdad» que resultan de los
actos de habla despersonalizados (White 1995a, pp. 187.188).
Antes de proceder a describir con más detalle las respuestas de los testigos
externos que se hallan en la tradición de la participación descentrada, creo que
sería útil que aclarara qué es lo que no estoy proponiendo al invocar esta
tradición.
Catarsis
La clase de participación que aquí propongo no se ajusta de ninguna manera a las
teorías de la catarsis que inherentemente valoran respuestas del tipo «contarlo
todo». Si bien esas respuestas son siempre bienintencionadas, estoy seguro de
que los lectores recordarán ejemplos de respuestas sinceras que fueron
percibidas por los otros como profundamente rebajantes, descalificantes,
irrespetuosas y desalentadoras. En ocasiones, dichas respuestas toman la forma
de sermones e historias moralizantes: bajo el disfraz de la participación se
cuelan consejos y juicios de valor. Se transmiten relatos acerca de cómo podría
vivirse la vida de otro modo, y se invita a los otros a compararse con ellos y
evaluar así su propio desempeño, para invariablemente concluir que de alguna
manera no llegan al estándar así establecido. Estas conclusiones contribuyen
significativamente a generar descripciones magras de sus vidas.
Revelación de aspectos personales
bles y auténticas. Muchos de estos supuestos constituyen la vida de acuerdo a
las maneras de pensar y las prácticas vitales que culturalmente más se valoran.
Asimismo, el valor general y no cuestionado atribuido a la revelación de
aspectos personales tiende a centrarse en las experiencias y expresiones de los
miembros del grupo de testigos externos, antes que en las experiencias de las
personas cuyas vidas son las que están en el centro de las ceremonias de
definición.
Este valor no cuestionado que se atribuye a la revelación de aspectos personales
oculta la responsabilidad que tienen los miembros del grupo de testigos externos
por la forma de sus expresiones y por los efectos reales que estas expresiones
tienen en la vida de las personas que los consultan. Así, hay prácticas de
revelación de aspectos personales que contradicen la ética de las respuestas
descentradas que intento aclarar aquí: la ética que tiene como prioridad
centrarse en la agenda y la experiencia vivida de las personas que consultan y
en la responsabilidad del terapeuta y del grupo de testigos externos por los
efectos reales que sus re-narraciones tienen en la conformación de las vidas de
estas personas.
A fin de que las respuestas de los testigos externos en las ceremonias de
definición contribuyan a la generación de ricas descripciones de las vidas de
las personas, es importante que se respeten la agenda y las preocupaciones de
las personas que consultan y que las expresiones vitales de estas personas
ocupen el lugar central en la consulta. En esta situación, el grupo de testigos
externos tiene la responsabilidad de asegurarse de que, en la personalización o
deconstrucción de sus respuestas, su participación tome una forma descentrada.
En capítulos posteriores de este libro, exploro con algún detalle las diversas
prácticas descentradas de la terapia narrativa. Aquí limitaré la discusión a la
participación descentrada en el contexto de las respuestas del grupo de testigos
externos.
La clase de participación que propongo aquí no queda suficientemente
especificada por la locución «revelación de aspectos personales». La idea misma
de la revelación de aspectos personales está asociada a una amplia gama de
supuestos culturales no examinados acerca de las formas de ser en el mundo que
son saluda
Prácticas que utilizan testigos externos
¿De qué manera pueden los miembros del grupo de testigos externos asegurarse de
que sus respuestas tengan una forma deseen
132
133
trada? En primer lugar, no es esta una responsabilidad de ningún miembro
individual del grupo, sino del grupo mismo. Cuando un miembro del grupo está
ocupado narrando y re-vivenciando alguna de sus experiencias de vida, narración
y vivencia que han sido inspiradas por las expresiones de la persona que ocupa
el lugar central de la consulta, no es razonable esperar que ese miembro del
grupo se ocupe de que la narración tenga una forma descentrada. Más bien, es
responsabilidad de los otros integrantes del grupo responder a esta narración y
a este re-vivenciar de un modo que vuelva a poner en el centro a la agenda, las
preocupaciones y la experiencia vivida de la persona que consulta.
Un ejemplo: en respuesta a mi conversación con Sally, madre sola de Nicholas, un
niño de seis años acerca de quien tenía algunas preocupaciones, un miembro del
equipo de testigos externos, Max, comentó que él, de niño, había experimentado
dificultades parecidas a las que enfrentaba Nicholas. Max procedió luego a
describir la respuesta de su madre a estas dificultades de un modo que la
honraba. Para entonces, ya era obvio que Max estaba re-vivenciando su
experiencia de su relación con su madre. En respuesta a esto, dos miembros del
equipo de testigos externos asumieron la responsabilidad del grupo de asegurar
que tales respuestas fueran descentradas. Comenzaron entonces a hacerle a Max
una serie de preguntas: «¿Qué fue lo que tan poderosamente evocó la imagen de tu
madre?, ¿En la manera de ser de Sally con su hijo viste un reflejo de la de tu
madre?, ¿Cómo fue para ti que Sally evocara la imagen de tu madre de este modo?,
Si experimentaras la imagen de tu madre en tu trabajo con otras mujeres que
están atravesando por lo mismo que Sally, ¿cómo contribuiría a la forma que
adquirieran las conversaciones que tuvieras con ellas?», etcétera.
Las respuestas de Max a estas preguntas fueron muy significativas para Sally:
habló de qué fue lo expresado por Sally que le resultó tan evocativo de la
imagen de su madre, del hecho de que ésta había sido para él una experiencia
«hermosa», de las posibilidades que esto podía abrir para que él experimentara
la presencia de su madre más plenamente en su trabajo y de lo que ello podría
aportar a su trabajo: Max predijo que, en algunas situaciones, sería capaz de
comprender cosas que de otro modo estarían más allá de su capacidad de
comprensión. En este descentramiento de las respuestas de Max, Sally experimentó
un profundo reco
nocimiento: las historias de su vida fueron ligadas con las historias de la vida
de otra mujer, en función de valores, objetivos y compromisos compartidos, que
fueron exaltados.
Los miembros del grupo de testigos externos encontrarán más fácil ingresar en
esta tradición de participación descentrada si buscan identificar y reconocer la
historias de sus experiencias de la conversación terapéutica. Este
reconocimiento da cuenta del hecho de que cualquier cosa que experimenten los
miembros del grupo durante la conversación terapéutica que no estuviesen
experimentando antes de la entrevista ha sido evocado por las expresiones de las
personas cuyas vidas están en el centro de estas conversaciones (por sus
palabras, sus pensamientos, sus historias, sus acciones, sus emociones, sus
gestos y demás). Si los miembros del grupo de testigos externos son capaces de
mantenerse en contacto con este hecho, serán más capaces de apreciar y de dar
cuenta de la historia de sus respuestas y, al hacerlo, contribuir a que las
vidas de las personas que consultan vuelvan a ocupar el lugar central.
Creo que la descripción que hace Bachelard (1969) de las «imágenes» es útil para
el desarrollo de estas prácticas de participación descentrada. Bachelard estaba
interesado en las imágenes de nuestra vida que son evocadas por los estados de
ensueño (por ejemplo, de ensueño poético) y en el modo en que estas imágenes
provocan reverberaciones que alcanzan la historia personal. En respuesta a estas
reverberaciones, determinadas experiencias de los acontecimientos de nuestra
vida se iluminan por medio de resonancias. A través de estas resonancias, vienen
a la memoria experiencias específicas de acontecimientos históricos y forman una
trama, un libreto, que representa la historia de la imagen del presente.
Llevando este relato de la historia de la imagen al contexto de la ceremonia de
definición que vengo describiendo aquí, la imagen del presente es una imagen que
ha sido evocada por las expresiones específicas de la persona que está en el
centro de la consulta y por la misma conversación terapéutica. Del lado de los
miembros del grupo de testigos externos, las reverberaciones que provocan estas
conversaciones terapéuticas aluden con frecuencia a muchas experiencias
olvidadas tiempo atrás, así como también dotan de una nueva significación a
experiencias que previamente eran recordadas.
134
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La participación descentrada se ve facilitada cuando los miembros del grupo de
testigos externos emprenden la exploración conjunta de la historia de las
experiencias que han tenido en respuesta a la conversación terapéutica. Esto
posibilita que los miembros del grupo formulen sus respuestas de modos que
identifiquen las imágenes provocadas por las reverberaciones con las que esas
experiencias de sus historias resonaron, y hacerlo de manera que se exalte lo
que evocó esas imágenes de sus vidas: esto es, las expresiones de las personas
consultantes. Esta comprensión de que la historia de las imágenes experimentadas
por los miembros del equipo de testigos externos es una historia al revés, una
historia que tiene sus orígenes en el presente -en cuanto fue evocada por las
expresiones de las personas consultantes- brinda opciones a los miembros del
grupo para volver a poner en el centro las vidas de las personas que consultan.
Los miembros del equipo de testigos externos pueden apoyarse entre sí para
hablar de las experiencias de los acontecimientos de sus vidas que a través de
estas reverberaciones vienen a la me moria, de las imágenes que estas
reverberaciones provocan y de qué fue lo expresado en la conversación
terapéutica que resultó tan evocativo de estas imágenes. Honrar la historia de
estas imágenes es «devolverlas» a la persona que ocupa el lugar central, la
persona que consulta. Esta participación de los miembros del grupo de testigos
externos no es neutral en cuanto a sus efectos en la forma que adoptan sus
propias vidas: es constitutiva. A través de esta participación, los miembros del
grupo se transforman en personas diferentes a las que eran al comenzar la
conversación. Por lo tanto, para los miembros del grupo, honrar la historia de
las imágenes que son evocadas por las personas que solicitan la terapia equivale
a reconocer la medida en que estas expresiones contribuyen a que sus vidas sean
descritas con mayor riqueza.
En la participación deliberada y descentrada que aquí describo, hay un bajísimo
riesgo de que las personas que consultan vayan a experimentar las respuestas de
los miembros del grupo de testi gos externos como homilías o historias
moralizantes. Y no hay prácticamente ningún riesgo de que estas respuestas sean
percibidas como paternalistas o descalificantes. Más bien, estas personas
descubrirán que sus agendas, preocupaciones y experiencias vividas permanecen en
el centro, que son fuertemente reconoci
das en sus expresiones vitales y que, a través de las historias de su vidas,
están ligadas a las vidas de otros por temas, valores y compromisos compartidos.
A fin de ilustrar esta participación descentrada, incluiré aquí dos
transcripciones de respuestas de grupos de testigos externos a conversaciones
con dos terapeutas, Sally y Pau1.2 Estas conversaciones se centraron en sus
vidas y su trabajo, y tuvieron lugar en seminarios de una semana de duración en
el Dulwich Centre. El grupo de testigos externos para cada una de estas
entrevistas estuvo compuesto por los otros participantes de estos seminarios.
Paul y Sally, cuyas vidas estuvieron en el centro de estas conversaciones, y yo
constituíamos el público de las re-narraciones del grupo de testigos externos.
Luego de estas re-narraciones, con el grupo de testigos externos nuevamente en
la posición de auditorio, interrogué a Sally y a Paul acerca de lo que habían
oído; mis preguntas los alentaban a emprender una re-narración de las re-
narraciones del grupo de testigos externos, que las describía con mayor riqueza.
Elegí estos ejemplos de re-narraciones de grupos de testigos externos porque a)
constituyeron experiencias muy poderosas para Sally y para Paul; porque b) ambos
concluyeron que estas re-narraciones tuvieron un papel muy importante en cuanto
a contribuir a los desarrollos positivos en sus vidas que les siguieron,
desarrollos que ellos no esperaban; y, sobre todo, porque c) Sally y Paul, y los
miembros de los grupos de testigos externos estaban deseosos de hacer esta
contribución a este libro. Dicho esto, no creo que estos ejemplos de re-
narraciones por parte del grupo de testigos externos sean ejemplares: no existen
ejemplos ejemplares. Además, agregaría que las re-narraciones del grupo de
testigos externos que están orientadas por las prácticas del trabajo narrativo y
que pertenecen a la tradición descentrada a la que he recurrido en la discusión
precedente invariablemente modelan las vidas de las personas de maneras que se
consideran beneficiosas y que con frecuencia son inesperadas.
Las transcripciones que aquí se incluyen son versiones abreviadas. La selección
del material estuvo orientada por las res
Según el deseo expresado por estos dos terapeutas, los nombres utilizados son
seudónimos.
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puestas de Paul y Sally a estas re-narraciones: las transcripciones brindan una
descripción de aquellas respuestas de los miembros del grupo de testigos
externos que Sally y Paul consideraron más significativas y aquellas con las
que, en sus re-narraciones de estas re-narraciones, parecieron relacionarse más
estrechamente.
Sally
Al entrevistar a Sally acerca de la historia de su presencia en el seminario,
habló de que entendía en qué medida la práctica narrativa se nutría de un
reconocimiento de las relaciones de poder en la cultura local y de cómo esto
coincidía con su propia conciencia de la importancia de esas relaciones de poder
en su propio trabajo y, de manera más general, en su vida. Sally había puesto su
conciencia de las relaciones de poder en la cultura local al servicio de su
trabajo, al elegir trabajar en contextos en los cuales esta conciencia pudiera
informar su participación junto a personas y grupos en desventaja para desafiar
las prácticas de discriminación y marginación de la comunidad mayor.
Esta conciencia de Sally fue en gran medida el resultado de criarse en una
familia griega en una comunidad predominantemente anglo-australiana (Sally fue
concebida en Grecia y nació en Australia). Era la hija mayor y la
«intermediaria» de la familia en sus negociaciones con la comunidad mayor: su
padre había muerto poco después de la inmigración y a ella se le confiaba la
tarea de ser la representante de la familia en general y especialmente de su
madre, que vivió toda su vida en compañía de parientes, amigos y conocidos
greco-parlantes.
El desarrollo de esta conciencia tuvo un coste considerable para Sally. Esta
posición de «intermediaria» agregó a su vida varios niveles de complejidad y
cuando se sufrían las prácticas discriminatorias contra las culturas
minoritarias, Sally se encontró siempre «en primera fila». Al continuar su
relato de su experiencia de criarse en este contexto, contó que durante un
tiempo, en su adolescencia, había «enloquecido». Entre otras cosas, su
rendimiento escolar se deterioró visiblemente y se metió en innumerables
problemas con diversas autoridades. Sally había llegado a la conclu
sión de que era una «mala» persona y comenzaba a sentirse avergonzada.
Ante esta situación, la madre de Sally le había pedido a una amiga que hiciera
lo que pudiera para poner las cosas en orden. Esta amiga, la señora Agostino,
entró en diversos ámbitos de la vida de Sally, en ocasiones defendiendo a Sally
con energía, en otras retándola con severidad. Sally recordaba vívidamente la
vergüenza que le habían provocado estas incursiones, así como su carácter
«típicamente griego». Sin embargo, puesto que en los últimos años Sally había
dado algunos pasos en el sentido de recuperar aspectos de su cultura griega,
comenzó a estimar mejor las intervenciones de la señora Agostino y a
arrepentirse de ese sentimiento de vergüenza: aunque también lamentaba el hecho
de haber colocado a la señora Agostino en tal posición. En retrospectiva,
hubiera deseado no haber causado tantos problemas, especialmente en la escuela,
y creía que la inseguridad casi abrumadora que de vez en cuando experimentaba
era consecuencia de esta «mancha» en su historia.
Le hice a Sally algunas preguntas sobre su experiencia escolar; quería saber qué
pensaba en esa época y en qué medida esta experiencia había contribuido a su
conciencia de la injusticia con respecto a cuestiones culturales. En respuesta a
esto, Sally habló de su estatus de extranjera, de cómo sus compañeros la
cargaban por sus «modales griegos», y de las expresiones de etnocentrismo en su
escuela, en todas sus variantes. También habló de su conciencia de la difícil
situación de algunos de sus compañeros que también provenían de culturas
minoritarias. En esta conversación, ambos tomamos conciencia del hecho de que
gran parte del malestar que sintió durante su adolescencia estaba informado por
esta conciencia, y del grado en que este fastidio podía entenderse como una
negación a someterse a lo que estaba siendo sometida, como una protesta.
Transcripción de la re-narración del grupo de testigos externos
Sue: Estuve pensando mucho sobre lo que Sally dijo acerca de su conciencia de lo
que algunos de sus compañeros en la escuela
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139
estaban sufriendo... otros niños, de otros orígenes culturales. Y me preguntaba
de qué manera se habría expresado esta conciencia, y si habría tenido algún
efecto sobre la vida de alguno de estos otros niños.
Harold: ¿Te refieres a acciones que Sally emprendió para defender o para
confortar... o quizá para apoyar a otros niños que estaban siendo pasados por la
máquina cultural? ¿Y a lo que esto habría significado para ellos?
Sue: Sí. Pero no necesariamente nada de eso... no necesariamente nada que Sally
haya dicho abierta o activamente. Sino incluso los efectos del conocimiento
silencioso que es expresado por las personas que están siendo sometidas a lo que
estos niños estaban siendo sometidos... expresado, digamos, de maneras no
verbales. Como en un encuentro de miradas. Tú sabes, ese «Yo sé cómo se siente.
Yo también lo pasé. Es incorrecto y es injusto. Ambos sabemos de qué se trata.
Al menos estamos juntos en esta conciencia. Y ellos no saben que nosotros
sabemos».
Rob: Yo también estaba pensando en que la conciencia de Sally debe haberse
expresado de diferentes modos... Y creo que te estás acercando a algo... Creo
que es probable que esto haya sido percibido por algunos de sus compañeros... y
que esto marcó una diferencia. Quizá un sentido de solidaridad o algo así. Sería
fantástico reunirse con esa gente ahora, quizá... y preguntarles qué recuerdan
de Sally.
Harold: Me preguntaba cómo se conectarían con la idea de ver al «fastidio» como
una manifestación de protesta.
Carol: Sí. Por el relato de Sally, entiendo que su madre era realmente fuerte en
este sentido. Incluso enérgica. ¿Podría retroceder en la conversación y
preguntarte sobre tu reflexión inicial acerca de lo que podría haber significado
para algunos de los compañeros de Sally que ella tuviera esa conciencia?
¿Podrías decir algo sobre esto?
Julie: Bueno... escuchar lo que Sally tenía para decir sobre sus experiencias,
sobre su historia, me hizo pensar en algunas de mis propias experiencias.
Carol: ¿Te gustaría hablar de ellas aquí?
Julie: Yo vengo de una familia italiana y también fui a una escuela
predominantemente anglo. Casi completamente anglo. Y hubo ocasiones en que la
cosa era realmente difícil. Estaba pensando... tomando conciencia de... las
pequeñas y silenciosas fuentes de apoyo a las que logré recurrir, a veces en
lugares sorprendentes. Y mientras escuchaba a Sally, me encontré deseando haber
tenido una amiga como ella en aquel entonces. Me volvió a despertar ese anhelo.
Pero de algún modo, no sé cómo, también lo satisfizo. Nada más.
Carol: Eso es muchísimo. ¿Qué crees que habría significado para ti? Quiero decir
tener una amiga como Sally cuando estabas en la escuela.
Julie: Sé que me habría sentido menos sola. Me hubiera sentido acompañada por
alguien fuerte. Y pienso que habría sido mucho menos tímida. No hubiera tenido
que ser tan tímida, algo que ha sido un obstáculo tan grande para mí.
Julie: Pensaba en esa conciencia de Sally y en cómo hizo para mantenerla...
Porque había muchas cosas que podrían haberla negado, reducido o desalentado.
Ahora, es sólo una especulación, pero pienso que parte de esta conciencia puede
haber sido apoyada por la madre de Sally, quien, después de todo, se negaba a
rendirse, a renunciar a lo que era tan valioso para ella: su cultura.
David: Estabas contando cómo era para ti que Sally volviera a despertar ese
anhelo.
Julie: Es algo dulce y amargo a la vez. Una dulce tristeza, reconocer eso ante
mí. Y me hace pensar mucho en lo que algunos de mis amigos significan para mí y
me hace estar ansiosa por decírselo. Más de lo que ya les he dicho.
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David: ¿Es posible que así se sientan las personas con las que Sally trabaja...
al estar con ella así como es?
Sue: Y estaba pensando en lo que la señora Agostino estaría diciendo si
estuviera aquí... qué estaría diciendo sobre el trabajo de Sally, sobre el hecho
de que se pare ahí y se sume así a otros con su conciencia. Y también pensaba
cómo se sentiría al conocer el reconocimiento que Sally le ha otorgado aquí...
cómo sería para ella sentir ese reconocimiento en este lugar... en este
contexto.
Rob: Estoy llegando a entender contra qué luchaba Sally y, confío, a tener
alguna apreciación de cómo atravesó todo eso y alguna apreciación de algunas de
las habilidades y algunas de las conexiones que ayudaron... que contribuyeron a
esto. Y estuve pensando... pensando mucho acerca de porqué es tan importante
para mí saber esto.
Sue: Continúa.
Rob: No sé. Quizá no les interese. Pero podría tomar la iniciativa. Podría
intentarlo. Podría preguntarles acerca de ello. Y quisiera decirle a Sally que
me comprometo a hacer algo.
Nicole: Estaba pensando en lo mal que lo ha estado pasando mi hija últimamente
con algunos de sus compañeros y sé que, parcialmente, tiene que ver con
cuestiones culturales, si bien no sólo con esto (mi pareja es australiano de
origen chino). Le doy consejos que no funcionan... Y a ella no le gusta. En
cambio, siguiendo lo que he escuchado de Sally, le voy a preguntar qué hace esa
situación por su conciencia, con qué otras personas la conecta esa conciencia y
de qué manera [esta conciencia] se pone en juego en la situación que ella
enfrenta.
Carol: ¿Qué efecto crees que podría tener?
Nicole: No sé. Pero me gustaría intentarlo. Y me da un sentimiento de
esperanza... y de que así estaré valorando más sus esfuerzos, su perseverancia.
Rob: Bueno, yo estaba del otro lado. Si bien no era el instigador principal,
ciertamente me sumé a actos discriminatorios contra algunos de mis compañeros de
escuela. Casi todos los chicos lo hacíamos. Esos otros niños eran italianos,
griegos o de Yugoslavia. Yo participaba cuando se les hacía pasar un mal rato...
y se los rechazaba. Esta entrevista ha sido una ocasión para pensar. Estoy
pensando en que les debo una disculpa a algunas de estas personas.
Sue: ¿Estás proponiéndolo? ¿Efectivamente o ...?
Rob: Sí. Aquí sentado, estuve pensando en la idea de ponerme en contacto con dos
de estas personas... para saludarlas y quizá preguntarles si estarían
interesadas en tener una conversación acerca de la verdad... Sería una
conversación disparada por lo que ha sucedido aquí. Me refiero a esta
conversación con Sally.
Harold: ¿Qué piensas que podría significar para ellos... que reconozcas lo que
hiciste, a lo que contribuiste...?
Carol: Si tu hija hubiera estado aquí, con nosotros, como auditorio de esta
conversación que estamos manteniendo ahora mismo, ¿cómo crees que habría
respondido?
Nicole: Pienso... y no sé porqué lo pienso, pero... pienso que habría llorado. Y
puedo imaginarme cómo habría sido que ambas, en tanto mujeres jóvenes, me
refiero a Sally y a mi hija, compartieran sus experiencias la una con la otra.
Estoy segura de que habría sido algo ratificatorio. Por eso, si Sally está de
acuerdo, me gustaría compartir esta historia con mi hija y confrontar con ella
(mi hija) algunas de las interpretaciones o comprensiones que se han derivado de
esta conversación...
Paul
Paul eligió conversar sobre algunas de las tensiones que estaba experimentando
en su trabajo y sobre algunos sentimientos de desaliento de los que cada vez le
resultaba más difícil deshacerse.
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Z-abajaba en un organismo que brindaba servicios en la comunidad a personas que
habían sido diagnosticadas de enfermedades psiquiátricas (muchas de ellas
consideradas crónicas). Como trabajador participante en la «línea de fuego» en
la prestación del servicio para este organismo, Paul encontraba que las demandas
sobre él eran demasiadas. Su tarea no consistía tan sólo en apoyar a las
personas que eran consideradas los «consumidores», sino también a los parientes
y otros cuidadores de estas personas, que a menudo se encontraban completamente
agotadas. Era su tarea hacerlo con pocos recursos (o ninguno) y en un contexto
de prestación de servicios que no parecía para nada preocupado por el bienestar
de sus trabajadores.
La situación se había complicado más aún por desarrollos recientes en su lugar
de trabajo, que habían llevado a Paul a concluir que los administradores de su
servicio no entendían nada so bre salud mental comunitaria. A pesar del
declamado compromiso de la institución de trabajar en colaboración y
respetuosamente con los consumidores y sus cuidadores en la identificación de
sus objetivos, y su apoyo a estos objetivos, ahora esperaba que sus trabajadores
acordaran contratos con los consumidores y cuidadores que especificaran el
número de contactos, su duración y los objetivos a ser logrados en ese período
de tiempo. Nada de esto tomaba en cuenta las realidades de las vidas de las
personas o sus deseos con respecto a la prestación de los servicios. Paul creía
que esta nueva política «desde arriba» para la prestación del servicio estaba
regida por el mercado y que iba en contra de lo que él entendía era el espíritu
de la atención de la salud mental comunitaria. En esta conversación, Paul
también habló del hecho de que estaba experimentando una creciente presión para
hablar de los consumidores y cuidadores de modos que erosionaban las prácticas
respetuosas y marginaban las identidades de estas personas.
Paul no había tenido una actitud pasiva frente a estos hechos. Con otros dos
colegas, había tomado iniciativas para abordar estas preocupaciones con los
administradores de su institución y
también para intervenir en el nivel de la política institucional. Sentía, en
efecto, que con estas iniciativas estaba obteniendo resultados, y no era en esto
en lo que quería que se centrara nuestra conversación. Lo que más le preocupaba
y quería que exploráramos en nuestras conversaciones era que, a pesar de su
conciencia
del contexto de los dilemas con los que se enfrentaba en su trabajo, no podía
evitar sentir que les estaba fallando a las personas que lo consultaban. Creía
que era este sentimiento de fracaso lo que contribuía más significativamente a
ese desaliento que había mencionado al principio de nuestra conversación.
Ame dida que hablábamos, le hice algunas preguntas: «Las personas no
experimentan desaliento si antes no han tenido alguna esperanza en que las cosas
serían diferentes. ¿Podríamos hablar sobre algunas de las expectativas que
tienes para la vida de las personas, esas esperanzas que has sentido frustradas?
Has dicho que muchas de las decisiones políticas de la institución en la que
trabajas van en contra de lo que defiendes. ¿Podrías hablar sobre algunos de tus
valores y creencias que estas decisiones contradicen? Con respecto a ese
sentimiento de fracaso que mencionaste, ¿podrías decir algo acerca de tu
apreciación de las posibilidades de las que las personas disponen en sus
vidas?».
En la conversación que surgió a partir de estas preguntas, también le pedí a
Paul que me ayudara a entender la historia de esas esperanzas, esos valores y de
su comprensión de las posibilidades de las que las personas disponen en sus
vidas. Al trazar la historia de estas esperanzas, valores, creencias y de su
compromiso con la exploración de las posibilidades abiertas para las vidas de
las personas, entre otras cosas, habló de las contribuciones de su tío y su tía:
del hábito de su tía de ocuparse de las personas menos afortunadas y marginales
de su comunidad, en términos emocionales y prácticos; y de los frecuentes, y en
ocasiones costosos, actos de compasión de su tío, que tenían como destinatarios
a quienes estaban atravesando momentos difíciles. Esta tía y este tío eran
quienes habían criado a Paul.
Transcripción de la re-narración del grupo de testigos externos
Debra: Fue bueno llegar a conocer un poco acerca de los valores y creencias que
Paul adopta en su trabajo... así como también sobre su compromiso personal. Si
bien estas cosas no son reconocidas por la institución para la cual trabaja, él
no permitió que lo apartaran de ellas. Resulta evidente que ni siquiera per
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