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CHIARAMONTE

Nación y Estado
en Iberoamérica

El lenguaje político en tiempos


de las independencias
1)
f10 -

re

Editorial Sudamericana
José Carlos Chiaramonte es
historiador, profesor en Filosofía por la
Universidad del Litoral, profesor
honorario de la Universidad de Buenos
Aires y doctor honoris causa por la
Universidad del Centro de la Provincia
de Buenos Aires. También es Nación y Estado en Iberoamérica
investigador superior del Consejo de
Investigaciones Científicas y T écnicas
(CONICET ) y director del Instituto El lenguaje político en tiempos de
de Historia Argentina y Americana las independencias
"Dr. Emilio Ravignani", de la Facultad
de Filosofía y Letras de la UBA.
Actualmente dirige la colección de
Historia Argentina de Editorial
Sudamericana.
Entre otros trabajos, ha publicado:
Nacionalismo y liberalismo económicos
en Argentina, 1860-1880 (1970),
Formas de sociedad y economía en
Hispanoamérica (1983), La Ilustración
en el Río de la Plata, cultura eclesidstica
y cultura laica durante el Virreinato
(1989), Mercaderes del Litoral (1991).y
Ciudades, provincias, Estados: Orígenes
de la nación argentina (I800-1846)
(1997 Y a publicar en San Pablo,
Brasil, por Editora Hucitec).
El presente libro ha sido también
traducido al portugués y está en
proceso de edición por la Universidad
F d ral de Rfo de Janeiro.
40'7'2024
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CHIARAMO naclonye

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Diseño de interior y tapa: Isabel Rodrigué

JOSÉ CARLOS
CHIARAM ONTE

Nación y Estado en
Iberoamérica

El lenguaje político en tiempos de


las independencias

Sudamericana Pensamiento
Chiaramonte, Jose Carlos
Nación y estado en Iberoamérica. - 10 ed. - BU, enosAires: Sudamericana, 2004.
224 p. ; 23xl6 ��': (Sud�!J1eIi ca�.a pens!\mien
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ISBN 950-07-2S07-X
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'¡ � A mi madre, Berenice E. T. Buonocuore de Chiaramonte
l. Ensayo Históri�o. l. TItJlo. ; f ! \. . ,r

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A mi hermana, Berenice Ch. de Montané

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-ISBN 950-oi'2507-X

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. PRÓLOGO

La historia de la formación de los Estados nacionales es


un campo de estudio que posee amplias resonancias políticas
contemporáneas. Sin embargo, aunque será siempre política­
mente útil un reexamen de los fundamentos de nuestras con­
cepciones relativas a la emergencia de las naciones contempo­
ráneas, debo advertir que no ha sido en este campo en el que se
ha definido el objetivo de los trabajos que integran este libro.
Sus motivaciones han sido estrictamente historiográficas, tra­
tando de evitar, justamente, el riesgo de la espuria relación en­
tre historia y política, que proviene de una proyección anacró­
nica de esquemas contemporáneos sobre el pasado. Sin dejar
de admitir por esto la utilidad que para lo político posee un uso
de la historia cuando ésta se ha despojado de esas deforma­
ciones.

1. Uno de los presupuestos centrales que fundamentan


todo el análisis realizado a lo largo de estos capítulos es el de
considerar que con el término nación no nos estamos refirien­
do a una realidad histórica, ni siquiera de la época moderna,
sino a un concepto que pudo ser aplicado a distintas realidades
según el sentido que le asignaban los protagonistas de esas his­
torias. Porque aquí se impone advertir que, en verdad, en este
punto se pueden confundir tres problemas diferentes. Uno, el
del uso de un término, nación, que implícitamente se suele re­
ducir a la denominación de una de las diversas entidades a las
que ha estado asociado a lo largo del tiempo, esto es, al Estado
nacional contemporáneo. Otro, el de la referencia del término
sin esa limitación, esto es, la alusión al grupo humano que sólo
en ciertos casos podrá ser el organismo político que concluirá
llamándose Estado. Y un tercero (fácilmente confundido con el
primero por el cambiante uso de la voz nación), el de la justifi­
cación de la legitimidad del Estado nacional contemporáneo;
legitimación que inicialmente se hizo en términos contrac­
tualistas -cuando, como explicamos en el primer capítulo, na­
ción carecía de toda nota de etnicidad y era sólo sinónimo de
Estado-, hasta la llegada del principio de las nacionalidades;

-
o -
J O S É CARLO S C H I AR A M O N T E NACIÓ N y ESTADO E N IBEROAMÉRICA

\ que lo hará en términos étnicos -cuando nación se asocie 3. La Introducción del libro examina los efectos que en la
indisolublemente al concepto actual de nacionalidad. interpretación de la génesis de las naciones iberoamericanas
De acuerdo con lo apuntado, puede considerarse enton­ han tenido los prejuicios ideológicos y metodológicos que el
ces que la historiografía sobre la cuestión nacional muestra nacionalismo ha extendido entre los historiadores. Entre los
dos grandes caminos de interpretación del concepto de nación. primeros, el de suponer que las actuales naciones iberoameri­
Uno, el de presuponer que el término refiere a una realidad canas existían a comienzos del siglo XIX, cuando se abre el ci­
que el historiador debe definir adecuadamente para poder his­ clo de las independencias. Un presupuesto que resulta de aso­
toriarla. Otro, el de preocuparse por las distintas acepciones en ciar nación a nacionalidad y, por lo tanto, inferir la existencia,
que se ha utilizado el término y las realidades históricas a las hacia fines de la colonia, de comunidades que habrían reivindi­
que referiría. Como escribimos al final del- primer capítulo, cado su derecho a conformar Estados independientes en virtud
nuestro criterio es que "el problema histórico concerniente al de la posesión de una cultura común. Este anacronismo -ana­
uso del concepto de nación consiste en apreciar esas mutacio­ cronismo dado que la noción de nacionalidad como fundamen­
nes de sentido no como correspondientes a la verdad o false­ to de la legitimidad política no existía aún- tiene también sus
dad de una definición, sino a procesos de explicación del surgi­ consecuencias metodológicas. Por un lado, inclinó a los histo­
miento de los Estados nacionales. Me parece que hemos perdi­ riadores a estudiar el pasado colonial sólo en aquellos aspectos
do tiempo, efectivamente, en tratar de explicar qué es la na­ que resultaran relevantes para explicar el origen de las poste­
ción, como si existiera una entidad de esencia invariable lla­ riores naciones y, por otro, a interpretar los indicios de senti­
mada así, en lugar de hacer centro en el desarrollo del fenóme­ mientos de identidad colectiva como gérmenes de sentimien­
no de las formas de organización estatal (y dejando para la an­ tos nacionales, postulando. "protonacionalismos" por doquier.
tropología la explicación de nación como grupo humano Por ello, tanto el estudio del vocabulario político de la
étnicamente definido), cuya más reciente expresión fue el sur­ época como el de las ideas provenientes del racionalismo
gimiento de los Estados nacionales". iusnaturalista que lo sustentaban, cobran una importancia
fundamental, según se expone en los capítulos que siguen a la
2 . Otra de las grandes alternativas que estos trabajos in­ Introducción, para evitar aquellos anacronismos en la inter­
tentan superar es el de una interpretación de las naciones con­ pretación de ese vocabulario y poder comprender así las varia­
temporáneas en términos, si se me permite un frecuente neolo­ das alternativas que, en cuanto a la organización política de los
gismo, "identitarios", o en términos racionalistas. Posiblemen­ distintos territorios, eran concebidas por los protagonistas de
te, no sería desacertado suponerlo, la alternativa de fundar la las independencias.
nación en las formas de identidad o en decisiones políticas,
contractualistas, sea un eco de la colisión entre lo emocional y 4. El primer capítulo -"Mutaciones del concepto de na­
lo racional en la interpretación histórica, de amplia resonancia ción durante los siglos XVII y XVIII" - analiza las modalidades
luego de la difusión del romanticismo. Pero, también como se de uso de conceptos como nación, patria y Estado, en Europa y
señaló en el punto anterior, nuestra intención ha,sido otra: la América, durante el siglo XVIII y en los primeros años del XIX.
de discernir cuáles eran las motivaciones que guiaban a los Respecto del vocablo nación, examina cómo, junto al empleo
protagonistas de aquel proceso de formación de naciones, cuá­ étnico que venía de antiguo y que designaba un grupo humano
les los criterios del período sobre la naturaleza de los organis­ que compartía unos mismos rasgos culturales, surgi{LllILUsO
mos políticos en formación y, consiguientemente, cuáles las polí!icº que implicaba. la sinonimi¡;u:l.�Jlª�ión y.Esta9.o y que,
particulares modalidades de época en el uso del correspon­ d�i.p.�J�90 de toda nota de etnicidad,··hacía referencia a con­
diente vocabulario político. jU�I}.tos de personas unidas. por su s.ujecióIl_ a.un mismo gobier­
no y'a'unas riiismas leyes. El texto expone también cómo este
uso "político" del vocablo nación, fundado en el derecho natu-

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J osl1 AIU.OS CIIIARAMON'J'1l NA 'J(�N Y ESTAOO IlN IIIEROAM�:RICA

ral y de gentes -que no surgió,como habitualmente se supone, ('¡amente, se expresó tanto a través del debate en torno a la so­
con la Revolución Francesa sino que es muy anterior a ella-, beranía como de la lucha política concreta entre "federalistas"
fue el prevaleciente en los procesos de formación de nuevas y "centralistas" ,y caracterizó las primeras décadas de vida in­
naciones. dependiente en Iberoamérica. Los primeros buscaban salva­
La explicación del surgimiento de este sentido del térmi­ guardar la "soberanía de los pueblos" dentro del nuevo orga­
no nación conduce a advertir eJ-guslrato-iusnatu.ralista del vo- nismo político a conformar prefiriendo la figura de la confede­
���!,::t_:�.�,.J?5�UJiE?Q�.J;l,.�P'.Q.C:?:� ���.9J(lº_a.pa¡;tir-d . ;:-i�]¡fuiR>n ración, realidad que la tendencia nacionalista de las historio­
e_n A�.eflca-tanto-deJos--textos escolásticos como de los trata-
..

grafías nacionales ocultó al rotular de federalismo a lo que en


' dosd�. de;��h_� realidad eran tendencias confederales,cuando no simplemen­
espéciaI'referencia al de Emer 'oéVattel,prácticamente olvida­ te �utonómicas. En cambio,los partidarios del Estado centrali­
do en la historiografía latinoamericanista, a diferencia de lo zado se apoyaron en las doctrinas de las corrientes del
que se comprueba en la norteamericana-o De ahí que lo habi­ iusnaturalismo que postulaban la indivisibilidad de la sobera­
tual haya sido fundar el origen y la legitimidad de los nuevos nía,cuya fragmentación era considerada fuente de anarquía.
Estados en la existencia de un pacto consentido entre sus inte­ Por último, se destaca la importancia que el derecho na­
grantes y no en los sentimientos de identidad. tural y de gentes reviste para una comprensión más apropiada
De es:e �odo,s� expone en rim�.rJ.ºw.r CÓ{lliL�t!l��J20- de los conflictos políticos del período. El hecho de que una co­
,. 9_eLternl p
lItIco lnonaClO, n es antenor a la Revolución Francesa munidad política soberana -que podía ser una ciudad o una
EñS,é@Qgo lugar,qu�Ta"fu;:da¡;��·��lÓñ- aeí�degiti�idadQ.o� provincia- fuera concebida como "persona moral", en igual­
1��i c::_��_ � _t �_:m,
. i r oS .lllJE���.e._co �!raC1:iiarísta s ' s e ·p ¡:9!9nga:m,�s dad de derechos con las demás,independientemente de su ta­
allá . .deIQs-años tr.e.i!!llLº�L�jglQ.xiX,cuando el romanticismo maño y poder,es una de las nociones que fundamentan la rei­
¡ ácuña el concepto de "nacionalidad" y en consecuencia se pro­ vindicación de autonomía en sus distintos grados por parte de
duce la fusión de los usos político y étnico del vocablo nación. los "pueblos" y que había sido ampliamente difundida entre las
elite:,'> iberoamericanas a través del derecho natural. Este enfo­
5· Luego del examen de las cuestiones de vocabulario el que permite,por otra parte,superar la limitada interpretación
segundo capítulo -"La formación de los Estados nacionales' en de las tendencias autonómicas en términos de "anarquía",
Iberoamérica"- indaga el protagonismo adquirido por los "pue­ "egoísmos localistas" o "caudillismo",entre otros.
blos" soberanos y el papel de las ciudades a partir de las inde­ Otro de los temas centrales en este capítulo es el del prin­
pendencias. En el caso de las colonias hispanoamericanas, el cipio de consentimiento, uno de los conceptos fundamentales
problema de !�.� �� !tg<:.L�_I!. de -IaJegitim.iª-ad_ d_eJ�. E12. !!!a del iusnaturaliSiñ<.>.Sü importancia resultaba clave en tanto la
c����1!l!����--.l!!láuj!!! �meJ1.1e.. r��}l_�lto . po L los Iíd�r�s ��ñ­ nación era considerada producto de un pacto establecido vo­
d �n!lsttS :rp,�.<!!. ��!� e!.
..

__ __ ta pr�val�cjente dO�!Jina�del luntariamente entre las partes. Éstas fueron representadas en


pacto <ig$ujeción y su corolario de la retroversión de la sobera­ los congresos constituyentes mediante diputados que adopta­
nfá a·}o .s. ron ya la calidad de apoderados -y a veces hasta de agentes
da' pOr los ayuntamientos o cabildos de las capitales virreinales diplomáticos- entre los que aspiraban a resguardar la sobera­
como fundamento de la decisión de crear nuevas autoridades. nía de los pueblos,ya la de diputados de la nación, figura que
CqpcepciqJl.. .Qe la legitimidad poUtica en términos del derecho los partidarios del centralismo intentaron imponer.
naturary�de gentes;·q'iié 'd�'Tª"divisibillaad.o
ÍndivisibiIlda.d polhicos y 6. El capítulo 3 -"Fundamentos iusnaturalistas de los
que se expresó en las formas de representaciónp"ólítica verifica­ movimientos de independencia"- da cuenta,por una parte, de
das durante los procesos de constitución de los nuevos Estados. la inexistencia de las nacionalidades en tiempos de las inde­
De allí surgió el enfrentamiento que,formulado doctrina- pendencias y, por lo tanto, de su invalidez como fundamento

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Josll. CARLOS IlIAI(AMON 1'1 NA IÓN Y E�'J'AJ>O I�N IJlIlROAMll.RICA

de las nuevas naciones. Se examinan n 11 vid 1 las que


muestran, por el contrario, que los sentimi ntos d Id ntidad 8. Cabe informar, por último, que algunos de los trabajos
colectiva no trascendían los límites de lo que hoy llamaríamos que componen este libro han sido ya publicados en revistas de
"afección local" y que eran compatibles con la inserción en la especialidad, otros fueron textos destinados a reuniones de
cualquier tipo de organización política. historiadores y uno de ellos, el dedicado a una síntesis de las
Por otra parte, este capítulo retoma el tema de la impor- doctrinas de derecho natural, es inédito. Posteriormente han
tancia del derecho natural mostrando cómo en realidad, más sido reelaborados en la medida de lo necesario para la unidad
\ que una corriente jurídica, constituía el fundamento de lo que que posee el libro. En su conjunto, estos trabajos exponen par­
I podría considerarse la "politología" de la época y de la vida so­ te de los resultados de un proyecto de investigación sobre la
I cial misma. Y aborda los tres ámbitos en los que puede verificar- formación de los Estados iberoamericanos, proyecto que tiene
se esa condición. Uno, era el de las relaciones entre las personas sede en el Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr.
así como también el de éstas con las autoridades. Otro, el de la Emilio Ravignani", de la Facultad de Filosofía y Letras de la
enseñanza universitaria, a la que se habían incorporado cáte­ Universidad de Buenos Aires, y al que también está vinculado
dras de derecho natural, a través de la reforma que Carlos III nuestro anterior libro Ciudades, provincias, Estados: Oríge­
introdujo en las universidades españolas, las que pese a su su­ nes de la nación argentina (1800-1846), Biblioteca del Pensa­
presión luego del impacto de la Revolución Francesa, fueron miento Argentino 1, Buenos Aires, Ariel, 1997 (cuya versión en
restablecidas en las colonias hispanoamericanas luego de las in­ lengua portuguesa está actualmente en preparación por Edito­
dependencias. Por último, el ámbito que más interesa en este ra Hucitec de San Pablo).
trabajo, el de su relación con el derecho público, en cuanto atañe
al propósito de explicar los fundamentos políticos de los proce­ José Carlos Chiaramonte
sos de independencia. Los tratados de derecho natural y de gen­ Buenos Aires, agosto de 2003
tes resultaron así fuentes de importancia fundamental al permi­
tir una mejor comprensión de las diversas concepciones vigen­
tes en ese entonces respecto de la soberanía y de la consiguiente
variedad de formas de organización política consideradas posi­
bles. De ese modo, aparecen nuevas claves para una interpreta­
ción más apropiada de la azarosa vida política de la época y de
los conflictos en torno a la organización de los nuevos Estados
que, por momentos, no parecía hallar otra explicación que la de
atribuirlos a la dimensión facciosa de la política.

7. El libro incluye luego un capítulo dedicado a la revisión


de los rasgos y conceptos más sobresalientes de las principales
corrientes iusnaturalistas -"Síntesis de los principales rasgos
y corrientes del iusnaturalismo"-, cuestiones que son exami­
nadas en la medida en que conciernen a los propósitos de la
investigación.Y, finalmente, otro capítulo -"Notas sobre el fe­
deralismo y la formación de los Estados nacionales"- con tres
textos que analizan cuestiones relacionadas con los tres gran­
des temas que se tratan en este libro: el origen de las naciones
modernas, las revoluciones de independencia y el federalismo.

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1. INTRODUCCIÓN

1. Si revisamos las características del debate de los últi­


mos años sobre la formación de las naciones iberoamericanas,
parece necesario reflexionar sobre algunas cuestiones que per­
turban el análisis, motivadas por la naturaleza de un tema que
afecta los presupuestos no historiográficos de la labor de los
historiadores y la complican más de lo habitual.
Sucede que examinar los orígenes de una nación entraña
un riesgo para el historiador perteneciente a ella. Ese riesgo con­
siste en que el ineludible procedimiento crítico de la investiga­
ción histórica, sin el cual se invalidarían sus resultados, al ejer­
cerse sobre los fundamentos de su Estado nacional, puede lle­
varlo, o a chocar con el conjunto de creencias colectivas sobre
el que se suele hacer reposar el sentimiento de nacionalidad que
se considera soporte de ese Estado, o a falsear su análisis histó­
rico por la actitud prejuiciosa que derivaría de las limitaciones
inherentes a su lealtad a esa afección colectiva.
Pocas veces se hace explícito el problema. Una especie de
pudor, ó quizá de malestar generado por el dilema, inclina a
eludirlo. Un historiador uruguayo lo ha afrontado con franque­
za, aunque sus conclusiones son curiosamente contradictorias,
confirmando así las apuntadas dificultades. Se trata de Carlos
Real de Azúa, que en la introducción a un libro póstumo sobre
la génesis de la nacionalidad uruguaya afronta de entrada la
peculiar dificultad del tema que...

" . . . suele resistir, mucho más que otros, el examen científico, la


mirada de intención objetiva. Parecería existir en todas partes
una tendencia incoercible a ritualizar la fuerza de los dictáme­
nes tradicionales sobre la cuestión, a preservarla por una espe­
cie de sacralización o tabuización, contra todo 'revisionismo' y
cua.lquier variación crítica."

Pero en la página siguiente, el autor de El Patriciado uru­


guayo, pese a lo que este comienzo haría suponer, admite como
legítimas ciertas limitaciones:

- 17 -
J o s t C A R L O S CI- I I A R A M O N TE NACiÓN y EST ADO I'.

"Parece indiscutible -hay que reconocerlo- que no debe hur­ mular algunas reflexiones motivadas por el ciclo de conferen­
garse demasiado, replantear demasiado 'las últimas razones' por cias que había pronunciado un joven historiador, David Peña,
las cuales una comunidad se mantiene junta, las telas más Ínti­ sobre Facundo Quiroga -el caudillo de la primera mitad del
mas, delicadas, de esa 'concordia', de esa 'cordialidad' recíproca siglo XIX que Sarmiento hizo célebre-, al que se consideraba
supremamente deseable como fundamento de la mejor convi­ entonces inconveniente abordar en una casa de estudios. Afir­
vencia. Si, como más de una vez se ha observado, esto es cierto maba Cané en su discurso:
para la pareja humana, también lo es para el enorme grupo se­
cundario que una nación constituye."1 "Por mi parte he seguido con interés un ensayo de reivindica­
ción de uno de nuestros más sombríos personajes, hecho por un
Habría que agregar, en homenaje al citado autor, que pese joven profesor de esta casa, lleno de brío y talento, ensayo que,
a estas reticencias, al arremeter contra algunas interpretacio­ si bien más brillante que eficaz, constituía a mis ojos una verda­
nes prejuiciosas de su tema puso por dela:qte las exigencias de dera lección sobre las distintas maneras como la historia puede
probidad intelectual de su oficio con la excepcional agudeza que encararse. "
lo caracterizaba.2
Si las limitaciones que se suelen considerar necesarias para Pero advertía luego que ese atrevimiento socavaba los fun­
el tratamiento de ciertos temas llevan consigo irremediablemen­ damentos del orden social:
te un falseamiento de los resultados de la investigación históri­
ca, fuese por deformación o por omisión, tampoco es convin­ "En la alta enseñanza, la libertad del profesor no debe tener más
cente que se las fundamente en el temor a los riesgos que esa límite que los que su propia cultura moral e intelectual le seña­
investigación, al ejercerse sin trabas, podría entrañar para los lan; la primera le impedirá ir siempre contra lo que él cree la
fundamentos de una nación. Mal puede corroer las bases del verdad; la segunda chocar sin necesidad, contra opiniones y sen­
organismo social -empleo expresiones corrientes, de las que timientos que son la base del organismo social a que él mismo
veremos enseguida un caso- el examen sin prejuicios de la His­ debe el noble privilegio de enseñar."3 [subrayado nuestro]
toria, pues los supuestos mismos de nuestra cultura proscriben
toda limitación que pueda impedir el mejor conocimiento de Hoy parece incomprensible que se objete el estudio de un
una realidad dada y la difusión de ese conocimiento. personaje histórico como el polémico caudillo riojano, por más
Pero no es a esto a lo que me refiero al descreer de las controversia que pudo y pueda suscitar. Sin embargo, el deca­
razones en que se apoya la demanda de limitar el conocimiento no de la facultad que cobijaba los estudios históricos interpre­
de ciertos temas. Cabe además al respecto la conjetura de que taba que ello comprometía los cimientos de la sociedad. La pre­
quienes aconsejan esas limitaciones estén en realidad, y posi­ gunta que este incidente nos motiva de inmediato es si Miguel
blemente en forma no consciente, buscando salvaguardar su au­ Cané no estaba confundiendo los fundamentos del orden social
toridad, personal o grupal, sobre un público "cautivo" (cautivo con los del liderazgo que sobre la cultura argentina ejercía en­
de los presupuestos de una comunidad política, ideológica o con­ tonces un conjunto de intelectuales, del que formaba parte, para
fesional); la presunción, en suma, de que estén poniendo a res­ los cuales ciertas figuras y ciertas etapas del pasado debían ser
guardo de la crítica el liderazgo que ejercen sobre una comuni­ ignoradas. Agregaría que no es necesario interpretar lo que
dad, en la medida que esa crítica compromete los supuestos
. apunto como un mezquino interés personal de Cané, sino como
doctrinarios con los que se identifica su liderazgo. uno de los tantos casos en que un grupo dirigente confunde los
Veamos una clara muestra de esto en un incidente ocurri­ fundamentos de la sociedad con su particular profesión de fe.
do en Buenos Aires a comienzos del siglo XX. En el año 1904, el
decano saliente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni­ 2. Según lo que hemos comprobado en anteriores trabajos
versidad de Buenos Aires, Miguel Cané, se veía obligado a for- sobre el Río de la Plata, e indagado con respecto a otras regio-

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J o s t C A R L O S C HI A R A M O N T E ------- NACIÓ N y ES'I A
' J)O

nes de Iberoamérica en las páginas que siguen a esta Introduc­ da por la preocupación de la génesis de la nación,de manera tal
ción,en tiempos de las independencias no existían las actuales que toda la historia anterior a su constitución se conforma
naciones iberoamericanas -ni las correspondientes nacionali­ teleo16gicamente en función de explicarla. Y, de tal modo,per­
dades-,las que no fueron fundamento sino fruto,muchas ve­ manece en un mundo de "protonacionalismos", de "anticipa­
ces tardío,de esos movimientos. Si observamos lo que realmente ciones" o de "demoras",de tendencias favorables o de obstácu­
existió, esto es, el carácter soberano de las entidades autóno­ los a su emergencia.
mas -ciudades, provincias ... - que integraron los movimien­
tos de autonomismo e independencia,entonces todo lo que se 3 . Una form:;l que asume esta perspectiva es la de inter­
ha acostumbrado afirmar de ese movimiento,y de sus resulta­ pretar todo sentimiento de identidad colectiva,aun en épocas
dos durante un largo período,puede quedar alterado en su mis­ tan remotas como el siglo XVI,como manifestaciones o antici­
ma sustancia. Porque,para tomar lo más notorio, mal pueden paciones de las identidades nacionales del siglo XIX. Nos pare­
enunciarse predicados de índole estatal nacic;mal para una geo­ ce que datar así la génesis de los sentimientos de nacionalidad
grafía de unidades políticas independientes y soberaJ1;;!.s, fre­ equivale a confundir la ficción del Estado contemporáneo,im­
cuentemente de las dimensiones de una ciudad "y. su entorno plícita en el principio de las nacionalidades, de estar fundado
rural, que iniciaban la formación de alianzas o confederacio­ sobre una nacionalidad,con los sentimientos de identidad co­
nes. y mal puede suponerse la constitución de una ciudadanía lectiva que siempre han existido en la Historia y que,entre los
nacional -venezolana, mexicana, argentina y otras-, cuando siglos XVI y XVIII,se daban en comunidades políticas sin pre­
las entidades soberanas eran justamente esas ciudades o "pro­ tensiones de independencia soberana,tales como las ciudades,
vincias" que protagonizaron buena parte de las primeras déca­ "provincias" y "reinos" que integraban las monarquías europeas.
das del siglo XIX. Al hacerlo así,se admite implícitamente que la identidad
Es cierto que cada vez es más frecuente que se advierta la nacional actual,contraparte de un Estado nacional,no es una
tardía emergencia de la nación,esto es,su carácter de resulta­ construcción de base política sino un sentimiento reflejo de una
do,no fundamento,del proceso de independencia. Pero esto no supuesta homogeneidad étnica. Homogeneidad que, como la
se ha traducido necesariamente en una mejor comprensión de historiografía de las últimas décadas ha mostrado, tanto para
qué es entonces lo que habría existido en lugar de la entidad la historia europea como americana,no es sino otro caso de "in­
nacional. Aun desaparecido el supuesto de poner la nación al vención de tradiciones", pues no existía en la amplia mayoría
comienzo, él sigue dominando la labor historiográfica porque de las actuales naciones. "
su larga influencia nos ha impedido indagar la real naturaleza
de las formas de organización y de acción política en el período 4. Otro de los anacronismos. que perturba fuertemente la
que corre entre el desplome de los imperios ibéricos y la forma­ comprensión del carácter de las unidades políticas soberanas
ción de los Estados nacionales. Y, peor aún,frecuentemente se emergentes de las independencias ,es nuestra tendencia a redu- I
continúa insistiendo en interpretar los conflictos políticos de
la primera mitad del siglo XIX con un esquema reducido a la
cir la variedad de esas "soberanías" a la dicotomía Estado inde- �
pendiente/colonia,con alguna admisión de situación interme- ,
pugna entre quienes habrían sido los loables portadores del es­ dia en términos de "dependencia". Esta composición de lugar,
píritu nacional y quienes son vistos como mezquinos represen­ que refleja aproximadamente la realidad internacional contem­
tantes de intereses localistas. poránea,no se ajusta. al abigarrado panorama de entidades so- \
Es decir que podríamos considerar que el supuesto de la beranas que recorre los siglos XVI a XVIII y que aún se prolon­
nación como punto de partida influye aún en la historiografía ga en el XIX. Como observa un historiador del pensamiento
por medio de dos modalidades. Una,directa,es la que pone la político moderno respecto de la peculiaridad de la vida política
nación al comienzo. Otra,indirecta,es la que,aun habiendo co­ alemana en el siglo XVII,la multitud de entidades políticas so­
rregido tal error de percepción,continúa sin embargo domina- beranas es sorprendente para quienes estamos acostumbrados

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Jos!? C A R tO S CI I I A R A M O N 'J'E NA I Ó N Y ESTADO EN I I IEROA M i! RICA

a la imagen de los grandes Estados dinásticos de la Europa oc­ en las primeras décadas del siglo XIX y que hacían escribir en
cidental,y constituye una circunstancia que torna más sugesti­ Buenos Aires a un indignado prosélito del Estado unitario que
va las concepciones políticas relativas a "sociedades políticas los partidarios de la confederación pretendían que "la repúbli­
de dimensiones reducidas" propias de aquella región europea ca federativa se componga de tantas partes integrantes cuantas
-aunque en realidad,en mayor o menor medida,no privativas ciudades y villas tiene el país,por miserables que sean",y "que
de ella-.4 Rasgos que tienen un también sorprendente reflejo cada pueblo, en donde hay municipalidad,aunque no tenga cin­
en la dimensión mínima de una república soberana que esta­ cuenta vecinos sea una provintia y un Estado independiente".6
blecía Badina y que comentamos más adelante, en el capítulo
primero: un mínimo de tres familias, compuestas éstas con un 5. Pese a la reciente crítica al "modernismo" -que exami­
mínimo de cinco personas bastan para definir un Estado sobe­ narnos en el capítulo 1-, la mayoría de historiadores y científi­
rano. . .5 cos sociales ha considerado que la emergencia de la nación como
Es de notar también, al respecto, que. al recordar que en fundamento y/o correlato de los Estados nacionales y del na­
tiempos de las independencias se consideraban:.coffio sinóni­ cionalismo son un fenómeno moderno,que nace en las postri­
mos los conceptos de Estado y nación,podemos sentir extrañe­ merías del siglo XVIII. Ull1�"Q.9}!!.!1�, º"q'!,��,�g"§.1gU)J:ígenes,."apa­
za-;-y malinterpretar el sentido de época de esos términos,por recía como popular y dem.2S:l.ªlt<;º.J}PJJ.��. .il" lª,�,aún"vivas.ma­
proyección inconsciente de nuestra experiencia actual respecto nlfestaClünes'oelTéiiCfáIfsmo -fuese en las variadas formas de
de la noción de Estado. En el uso de ese entonces, al asimilar particularis�-o"s:"i��séeñ'las opresivas prácticas de despotis­
nación y Estado,éste no era visto como un conjunto institucio­ mo-, y tendiente a la organización de más amplios ámbitos,
nal complejo,tal como se refleja,por ejemplo,en la expresión políticos y económicos unificados sobre la base de la doctrina l
relativamente reciente de "aparato" estatal,sino que "Estado" de la soberanía popular.7
-o "república"- eran vistos como conjuntos humanos con un En este desarrollo,la noción de nacionalidad como fun­
cierto orden y una cierta modalidad de mando y obediencia, damento de la legitimidad de los nuevos Estados cumplió un
criterio que hacía posible asimilar ambos conceptos. papel esencial. Una de las más influyentes concepciones de la
Este tipo de observaciones resulta doblemente sugestivo nacionalidad -desarrollada a partir de criterios que general­
por cuanto ilustra no sólo sobre un mundo político de muy va­ mente se remiten a Herder, y de allí, a través de Fichte, a un
riadas manifestaciones de autonomía,sino también sobre una más amplio escenario europeo- la vinculaba a niveles afectivos
realidad en la que las unidades políticas con mayor o menor de la conducta humana,en oposición al énfasis racionalista de
carácter soberano pueden ser, efectivamente, de dimensiones la cultura de la Ilustración,y tendía a sustituir con esa nueva
muy reducidas. Se trata de una característica que resultará casi noción el papel que la de contrato había cumplido hasta enton­
inviable en las condiciones internacionales de los siglos XIX y ces en la fundamentación teórica de la legitimidad de los Esta­
XX,pero aún presente en el escenario político abierto por las dos. Mientras otra corriente, que generalmente se considera
independencias iberoamericanas,cuando "provincias" de diver­ enraizada en la Revolución Francesa,haría posteriormente de
sa magnitud, frecuentemente compuestas de una ciudad y un la nacionalidad un concepto compatible con el supuesto con­
territorio rural bajo su jurisdicción,se proclamaron Estados so­ tractualista de la génesis de la nación.
beranos e independientes, manteniendo tal pretensión de in­ Sin embargo,en la explosión nacionalista de fines del si­
dependencia soberana con suerte diversa. Pues,bajo la infruc­ glo XIX en adelante, con su secuela de conflictos y guerras en
tuosa tentativa de los Barbones españoles de unificar política­ amplia escala,el concepto de la nacionalidad se plegaría en la
mente la monarquía,habían seguido presentes en la estructura práctica a la modalidad adversa al racionalismo. De esta mane­
política hispana los remanentes de esa variedad de poderes in­ ra, la idea de nacionalidad se superpondría a la diversidad de
termedios condenados por los teóricos del Estado moderno intereses de cada sociedad nacional, esa diversidad que la no­
como fuente de anarquía,que afloraron luego en sus colonias ción de contrato permitía admitir y, al menos en teoría, con

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NA ION Y ESTADO I! -------
J o s � C A RL O S C H I A R A MO NTI! -------

atención a los intereses de las partes. Y asociada a otro concep­ n el siglo XVIII y prolongado aun en la primera mitad del XIX,
to, el de pueblo, que con su amplitud de cobertura social tam­ llevan consigo otras características y nos generan otros inte­
bién parecía atenuar esa diversidad de intereses, y que adquiri­ rrogantes. Como el que surge de la sorprendente utilización con
ría una útil funcionalidad para el ejercicio de la hegemonía po­ contenido político del término nación, despojado de toda refe­
lítica de los sectores de mayor peso dentro de cada país. rencia étnica, en el siglo XVIII y vigente en tiempos de las inde­
pendencias iberoamericanas.
6. En esta perspectiva, tanto los denominados "moder­
nistas" (Kedourie, Gellner, Hobsbawm) como sus críticos re­ 7. Por eso, entendemos que, una vez despejada la equívo­
cientes (Greenfeld, Hastings)8 asumen que el término nación ca cuestión de la nacionalidad, una mejor alternativa consiste
refiere al fenómeno correspondiente a los Estados nacionales n ,reexaminar los testimonios de los protagonistas de la histo­
del mundo contemporáneo. Así, paradójicamente, los críticos ria de esa etapa para contribuir a aclarar cuáles eran realmente
del modernismo están también atrapados f;n la reducción "mo­ las entidades políticas que cubrieron el vacío de la desapareci­
dernista" del concepto de la nación: pues cuando intentan lle­ da monarquía, y cuáles sus fundamentos doctrinarios. Con tal
var los orígenes de las naciones a la Edad Media, están refirién­ propósito fueron elaborados los trabajos que forman este libro,
dose a esa nación de los modernistas, cuyo correlato indiso­ algunos publicados, otros inéditos, en los que el interés predo­
ciable, actual o virtual, es el Estado contemporáneo. minante es el de examinar la función del derecho natural y de
Efectivamente. Si lo que estamos considerando es el fenó­ gentes como sustento de las relaciones sociales y políticas del
meno histórico del Estado nacional, se admite entonces la deli­ periodo.
mitación cronológica efectuada por Hobsbawm y otros, que ciñe
el análisis a un lapso que va de la Revolución Francesa hacia
adelante. Pero si lo que estamos tratando de entender es qué es
lo que los hombres han denominado nación, entonces el análi­
sis debe remontarse a la Antigüedad. y no de un modo, frecuente
en los exponentes de ambas posturas, que reduce la diferencia
de sentidos a un mero prólogo filológico, a la manera de una
revisión de los usos de ese término en la historia, sino aten­
diendo a que sus distintas modalidades pueden entenderse, de
otra manera, como correspondiendo a diversas formas de aso­
ciación humana, cuyas sustanciales diferencias históricas resul­
tan encubiertas por un término equívoco, el de nación.
Podemos considerar entonces que la mayoría de la biblio­
grafía dedicada al tema en las últimas décadas ha abordado la
historia de la nación como un correlato del problema del na­
cionalismo contemporáneo. Es decir, una historia del término
nación fuertemente deformada por la proyección de preocupa­
ciones políticas actuales. Otro caso del riesgo del anacronismo
que acecha a los historiadores, que curiosamente se da entre
quienes suelen manifestar explícitos alertas por el riesgo de los
anacronismos.
Con otra perspectiva historiográfica, en cambio, cobran
mayor relieve conceptos de nación que, como el predominante

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11.MUTACIONES DEL CONCEPTO DE NACIÓN
DURANTE EL SIGLO XVIII Y LA PRIMERA
MITAD DEL XIX

El propósito de este trabajo es analizar ciertos cambios en


el uso del término nación en un lapso que va de mediados de
los siglos XVIII a XIX. Este objetivo responde a la preocupa­
ción de aclararnos las modalidades con que los independentis­
tas iberoamericanos utilizaban esos conceptos durante el pro­
ceso de construcción de las nuevas entidades políticas que su­
cederían al colapso de las metrópolis ibéricas.
Al respecto, una de las primeras advertencias que necesi­
tamos efectuar es la de destacar el sustrato iusnaturalista del
vocabulario político del siglo XVIII. Sucede habitualmente que
al considerar en forma global los rasgos más destacados del lla­
mado siglo de las luces, se incluye entre ellos, como un compo­
nente más, el derecho natural. De esta manera, la compleja re­
lación entre el iusnaturalismo moderno y la denominada filo­
sofía de la Ilustración se desdibuja y hasta se llega a invertir al
convertirse el iusnaturalismo sólo en un capítulo de la Ilustra­
ción. La consecuencia es algo que no resulta totalmente ajeno a
la naturaleza del pensamiento de aquella época, pero que al no
percibir el carácter del derecho natural y de gentes como fun­
damento del pensamiento político del siglo XVIII -asunto que
consideramos más detenidamente en el capítulo 111- impide
una mejor comprensión de un conjunto de problemas, entre
ellos, el que nos ocupa en estas páginas. Un necesario requisito
previo a lo que vamos a considerar, por lo tanto, es el de tener
en cuenta el señalado sustrato iusnaturalista del vocabulario
político dieciochesco al ocuparnos de los usos de época de tér­
\
minos como los de nación y Estado.
Por otra parte, debemos también advertir que no es nues­
tra intención pasar revista a la ya más que copiosa bibliografía
relativa a los temas de la nación y del nacionalismo, objetivo
que excedería en mucho las posibilidades de estas páginas, sino
tomar de ella algunas de las sugerencias que nos parecen más
útiles para aclarar, ya sea aquellos usos, ya sea su mala inter-

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J o s r. C A R L O S C I I I A R A M O N 'I' I!: NA IÓN Y ESTA))O EN I n EROAM �. R I CA

pretación por los efectos de una proyección anacrónica de nues­ nece el historiador-, que incluso puede ignorar o rechazar la
tras preocupaciones actuales sobre el vocabulario político de aplicación del término,no es pensadQ como opuesto a una rela­
otras épocas. ción armoniosa entre diferentes naciones. Pero aun así,es líci­
En buena medida,esos efectos provienen de la influencia to inferir que, desde una perspectiva como la de Thierry, aún
del nacionalismo en la labor de los historiadores. Aunque el na­ viva en nuestro tiempo,las posibilidades de estudiar adecuada­
cionalismo ha tenido en los siglos XIX y XX caracteres diversos mente el fenómeno histórico de las naciones se hayan visto fuer­
y hasta antagónicos,el uso habitual del término lo asocia a sus temente limitadas por la naturaleza de tales presupuestos. Por­
manifestaciones más conservadoras, más "de derechas". Sin que no es posible desconocer que, tal como lo comentamos al
embargo,además de que la diversidad de sentidos de términos comienzo del tercer capítulo de este libro,la puesta de la Histo­
como nación y nacionalidad se ha reflejado también en el con­ ria al servicio del interés nacional es fuente de prejuicios para
cepto del nacionalismo,' éste ha poseído variantes ajenas a la la investigación histórica. Si el conocimiento científico se ca­
agresividad de aquellas manifestaciones ql!e parten de la pre­ racteriza, entre otras cosas, por ser incompatible con prejui­
eminencia de la propia nación en forma exclusiva e intolerante cios, es decir,por la búsqueda de conocimientos "que no resul­
respecto de las otras. Variantes relativas tanto a la forma de tan ni de convenciones arbitrarias,ni de gustos o intereses in­
concebir la relación individual o grupal con la nación,así como dividuales que les son comunes... ",3 la supeditación de nuestra
a la relación de la nación propia con otras naciones. disciplina al sentimiento nacional,una ya vieja herencia del si- \í

El nacionalismo ha tenido y tiene así versiones compati­ glo XIX, es un evidente condicionamiento del saber incompati­
bles con el supuesto de una relación armónica con otras nacio­ ble con el mismo. Se trata de una colisión de intereses que en la
nes. Por ejemplo, la mayoría de los historiadores que han re­ cultura contemporánea no ha sido todavía bien resuelta. De
flexionado sobre los motivos de su labor profesional le atribuye manera que,podemos observar,el nacionalismo une; a sus no­
a la disciplina de la Historia aplicada al pasado de su país un torios efectos de diverso tipo en las sociedades contemporáneas,
objetivo definido en términos nacionalistas,sin que ello impli­ un efecto "científico" no tan visible pero de profundo y no loa­
que un criterio de intolerancia hacia otras naciones: ble impacto en la labor de los historiadores.
Es cierto que en la actualidad,al mismo tiempo que diver­
"La historia nacional -escribía el célebre historiador francés sos escenarios políticos muestran un recrudecimiento de las for­
Agustín Thierry- es para todos los hombres del mismo país una mas más intolerantes y agresivas del nacionalismo, el fuerte
especie de propiedad común; es una porción del patrimonio ge­ proceso de interrelación entre los pueblos que se observa desde
neral que cada generación que desaparece lega a la que la reem­ lo cultural hasta lo económico no ha podido menos que variar
plaza; ninguna debe transmitirla tal como la recibió sino que to­ los presupuestos que condicionan la labor de los historiadores,
das tienen el deber de agregar algo de certidumbre y claridad. Esos contribuyendo a un útil distanciamiento crítico respecto de la
progresos no son solamente una obra literaria noble y gloriosa; naturaleza del fenómeno. Así,diversos aspectos vinculados con
dan bajo ciertos aspectos la medida de la vida social en un pueblo la historia de las naciones contemporáneas son abordados,cada
civilizado, porque las sociedades humanas no viven únicamente vez más,por trabajos de diversas disciplinas desde la perspec­
en el presente y les importa saber de dónde vienen para que pue­ tiva de despojar al concepto de nación y de nacionalidad de su
dan ver adónde van. ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Esos presunto carácter natural -uno de los presupuestos más sus­
dos grandes interrogantes, el pasado y el porvenir político, nos tanciales a diversas manifestaciones del nacionalismo- para
preocupan ahora y, al parecer, en el mismo grado . . . '" instalarse en el criterio de su artificialidad,esto es,de ser efec­
to de una construcción histórica o "invención". "Las naciones
Este tipo de nacionalismo -en cuanto asigna a la Historia no son algo natural... -escribía Ernest Gellner-,...y los esta­
una misión superior a la de una rama del conocimiento huma­ dos nacionales no han sido tampoco el evidente destino final
no,en forma de un particular servicio a la nación a que perte- de los grupos étnicos o culturales."4

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J o � t. C A R L O S C I I I A R A M O NT E NA ION Y E TilDO HN IU JI.

Sin embargo, con e l criterio d e l a formación d e las nacio­ bate s610 será considerado en la medida en que contribuya a
nes contemporáneas a partir de sentimientos de nacionalidad, aclararnos el tipo de utilización que del concepto de nación se
los supuestos derivados del nacionalismo no han desaparecido hacía en el período que nos ocupa.
y condicionan todavía el estudio de los problemas relativos a la Asimismo, también conviene recordar que uno de los mo­
historia de la emergencia de esas naciones, en especial por me­ tivos de más fuerte polémica en años recientes ha sido el crite­
dio del tan generalizado como indiscriminado uso del concepto rio de rechazar la tesis de los fundamentos étnicos de las nacio­
de identidad, del que nos ocupamos en el capítulo III. Entre nes, considerando que ellos no son una realidad sino una in­
esos problemas, nos interesa considerar aquí el significado que vención del nacionalismo, y de sostener, en cambio, que el pro­
poseía el concepto de nación en tiempos de las independencias ceso de formación de las naciones contemporáneas es efecto de
\ de las colonias hispanas y portuguesas, asunto de particular uti­ una serie de factores correspondientes al desarrollo de la socie­
lidad para comprender mejor el proceso de formación de las dad moderna. Al criterio de estos autores -Kedourie, Gellner,
naciones iberoamericanas. Se trata de un camino distinto del Hobsbawm, entre ellos- se enfrenta el de otros, uno de los cua­
que comienza con una previa definición de"nación, un punto de les, justamente, ha escogido como título de uno de sus libros,
partida éste -del que nos ocupamos más adelante- que encie­ The Ethnic Origins of Nations.6 El papel de la etnicidad en la
rra el análisis en una visión apriorística de la historia de las formación de las naciones es, entonces, algo que se encuentra
naciones. Esto es, un condicionamiento que no ayuda a com­ en el centro de la cuestión que nos ocupa. Pero, insistamos, el
prender la sustancia de lo que los protagonistas de cada mo­ concepto de etnicidad -.entendido en forma amplia, relativa no
mento entendían al utilizar el concepto ni, asimismo, las diver­ sólo a lo racial, sino también a los atributos culturales y socia- ,.
sas modalidades de los conglomerados humanos y/u organis­ les de un grupo humano- será abordado aquí no tanto como
mos políticos que en cada momento fueron considerados como tema polémico de la historiografía reciente sino como uno de
naciones. Por consiguiente, partimos del criterio de que las de­ los indicadores de distintas modalidades, propias del siglo XVIII
finiciones no son un buen comienzo para el estudio de un pro­ y primera mitad del XIX, de concebir el proceso de formación
blema y que, por el contrario, suelen entorpecer la investiga­ de las naciones.
ción. Sobre todo, cuando se trata de conceptos tan amplios y
sometidos a tal diversidad de interpretaciones por los especia­
listas de las distintas disciplinas que le conciernen, como el con­ 1. EL CONCEPTO DE NACIÓN Y
cepto de nación. Esto que listoy observando no es una novedad, LA REVOLUCIÓN FRANCESA
ni tampoco limita su validez a las disciplinas humanísticas ni a
las ciencias sociales.5 Pero nos parece necesario advertirlo aquí Una vez establecidas estas precisiones respecto del voca­
para dejar en claro que este trabajo no intentará discutir la va­
bulario político de la época, tratemos de analizar un generali­
lidez de diversas definiciones de nación, ni, mucho menos, bus­
zado equívoco concerniente a la datación del concepto político
cará proponer alguna otra.
de nación, pues de tal manera lograremos no sólo aclararnos el
Entre los problemas que suelen abordarse en los intentos
uso del concepto en tiempos de las independenc ias, sino tam­
de lograr definir lo que es una nación existe uno que va mucho
bién echar luz sobre los fundamento s doctrinarios de la políti­
más allá de ese propósito y que no podremos eludir. Nos referi­ ca del período.
mos a que, sea en función de lograr una definición o solamente
La primera observación que necesitamos efectuar es apa­
para establecer lo sucedido en la historia de la génesis de las
rentemente cronológica, aunque de implicaciones de mayor al­
naciones contemporáneas, se ha debatido con intensidad si las
naciones tienen o no un origen étnico. Una cuestión central para
uno de los tantos problemas implícitos en la historia contem­
cance. Se trata de advertir que entre los mejores trabajos apa­
recidos recientemen te subyace una confusión respecto de las (
relaciones del concepto de nación con la Revolución Francesa.
poránea, pero no para este capítulo, para cuyo objetivo ese de-

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.J o s t CA K LOS C I i I A KA M O N T I! NA . I ÓN Y �S'J'AJ)O JI.N l U I!.ROAM f: l o cA -------

Nos referimos al criterio que data en ella la aparición del con­ de observar incluso en el notable texto de Hobsbawm, Nations
cepto no étnico de nación; aquel que, a diferencia del sentido and nationalism since 1780 . . , en el que el nuevo concepto es
.

que posee en el principio de las nacionalidades, la concibe como asociado a las revoluciones norteamericana y francesa."
un conjunto humano unido por lazos políticos, tal como se lo Sucede que, en realidad, mucho antes de la Revolución
encuentra en la famosa definición del abate Sieyes que comenta­ Francesa, el concepto de nación como referencia a un grupo hu­
mos más adelante. Por ejemplo, leemos en una reciente enci­ mano unido por los lazos de su comunidad política había hecho
clopedia histórica lo siguiente: su aparición en obras de amplia difusión en los ámbitos cultu­
rales alemán y francés, y también en autores políticos españo- I
"NATION: Designant a l'origine un groupe de personnes, unies les. Veamos esto con cuidado, porque no se trata de una simple
par les liens du sang, de la langue et de la culture (du latin natio, corrección cronológica sino que entraña problemas de mayor
natus) qui, le plus souvent, mais pas nécessairement, partagent envergadura.
le meme sol, le concept de nation su bit une radicale trans­ En primer lugar, respecto de la España del siglo XVII, ob­
formation au XVlIIe s., plus précisement, lors de la Révolution serva MJl.t<!yall que mientras, por un lado, se usaba el concepto
franl1aise. Contrairement a la conception de l'époque de nación "a la manera antigua" aplicándolo a gente de un mis­
prérévolutionaire ou plusiers nations pouvaient encore cohabiter mo origen étnico, por otro todavía se estaba lejos del principio
dans un meme espace étatique, la nation s'identifia el l'État: c'est de las nacionalidades y, en cambio, se entendía que lo que daba
la naissance de l'État-nation. On comprend done pourquoi la carácter de pueblo a un grupo humano era su dependencia de
Révolution franl1aise constitue une importante césure dans un mismo gobierno:
l'histoire du concept et pourquoi l'intéret porté a l'étude de la
nation reste largement si tributaire de l'esprit de 1789."7 [sub­ " . . . en rigor, lo que hace que un grupo humano sea considerado
rayado nuestro] como un pueblo, y como tal dotado de un privativo carácter, es
justamente la dependencia de un mismo poder." En definitiva,
Confirmando el juicio de que el concepto nuevo nace con la " ... es el Príncipe el que funde en real unidad a los miembros de
revolución, el autor de este artículo cita la definición de Sieyes una República. Sólo la República con un Príncipe forma un cuer­
como la primera manifestación, y la de Renán como la segunda, po, y entonces, de la misma manera que aparece el Estado, apa­
de "la conception proprement moderne de la nation, entendre rece un pueblo." '·
de l'État-nation". 8 Este punto de vista es, como ya señalamos, de
amplia difusión. Y en ocasiones, suele ir unido al concepto de un Esta característica de considerar que lo que une a los miem­
nexo entre esa idea de nación y el ascenso de la burguesía.9 bros de una "república" -esto es, un Estado en lenguaje poste­
Es posible interpretar que la dominante preocupación por rior- en una comunidad es el carácter de su dependencia polí­
el nacionalismo en la historiografía europea ha llevado a super­ tica, no había ido unida, en los testimonios que recoge Maravall,
poner la historia del movimiento de expansión de los Estados al concepto de nación, el que era reservado para un uso a la
nacionales a la historia de los conceptos sustanciales al nacio­ antigua (aquel que no incluye la nota de existencia estatal inde­
nalismo, como el de nación. Ya se observaba esto en el enfoque pendiente).
de uno de sus más notorios historiadores, H ans Kohn, que pese Sin embargo, esta escisión entre las nociones de Estado y
a advertir que el nacionalismo no nace en la Revolución Fran­ nación va a desaparecer cuando surja -al menos ya en la pri­
cesa, data en ella el comienzo de su primera etapa. Como tam­ mera mitad del siglo XVIII- la luego predominante sinonimia
bién en el de uno de los más recientes, Benedict Anderson, cuyo de ambos términos. Pero una sinonimia que asimila nación a
punto de partida es que la nacionalidad y el nacionalismo son I
.
Estado, y no a la inversa. Es decir, que despoja al concepto de
artefactos culturales de una naturaleza peculiar, creados hacia nación de su antiguo contenido étnico.
el fin del siglo XVIII. 10 Y, asimismo, un criterio similar se pue- Este despojo del sentido étnico del concepto de nación se

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J o s lt C A Rt S C I I I A R A M O N TE NA 'ION Y ESTADO IlN I IJE ROAMIlRICA

registra en autores iusnaturalistas durante el siglo XVIII. Cuan­


do afirmábamos que el sentido solamente político del concepto Asimismo, pero más lacónicamente, se observa similar
de nación es anterior a la Revolución Francesa, nos referíamos, concepto en la segunda de las tres definiciones contenidas en la
por ejemplo, a su presencia, a mediados de aquella centuria, en primera edición del Diccionario de la Real Academia Española
l�-ºl?_ra <!�Lsl!i�o E]!le. r:.de_ Y.attel (1714-1767), uno de los autores (1723-1726): "Nación [ . . . ] La colección de los habitadores en
de mayor peso e ntonces y cuya influencia se extenderá bien alguna Provincia, País o Reino".'6 Criterio de alguna manera
entrado el siglo XIX. Vattel escribía en 1758 en forma que mues­ si milar al que tiempo antes reflej aba el Diccionario d e
tra claramente la referida sinonimia: Covarrubias: "NACION, del nombre Lat. natio.is. vale Reyno, o
" .-"
Provincia estendida; como la nación Española."'7
"Las naciones o estados son unos cuerpos políticos, o socieda- También en Inglaterra, en el siglo XVIII, aunque el térmi­
des de hombres reunidos con el fin de procurar su conservación no conservaba el antiguo sentido indefinido que refiere a las
y ventaja, mediante la unión de sus fuerzas."13 naciones en general, predominaba su uso "político".'8 Pero,
mientras que al igual que en la literatura francesa e inglesa, tam­
Más aún, antes de Vattel, en la primera mitad del siglo bién en lengua castellana se registra un difundido uso no étni­
XVIII, se encuentra este concepto no étnico de nación en la obra co de la voz nación,'9 no ocurriría lo mismo en tierras de len­
de su maestro, Christian Wolff. Así, cuando en el Prólogo a su gua alemana, donde el concepto "político" era raro y, en cam­
tratado, Vattel cita in extenso un texto de Wolff, en el que se bio, predominaba el uso antiguo del término!O
encuentra el término nación, se considera obligado a aclarar Si bien podría parecer que estamos confundiendo dos con­
en nota a pie de página que "Une nation est ici un État souverain, ceptos de nación, el que lo hace sinónimo de Estado y el que lo
une société poli tique indépendente."'4 refiere a un conjunto humano que comparte gobierno y territo­
Pero no solamente en Vattel, cuya amplia influencia tanto rio comunes, la definición de Estado que encontramos en la
en Europa como en América ha sido casi olvidada, registramos Encyclopédie revela que en el uso de época su referencia es
tal tipo de criterio. En el mismo sentido, podemos leer en la también a un conj unto humano. En efecto, leemos en la
Encyclopédie, en uno de sus tomos publicado en 1765: Encyclopédie una definición de Estado sustancialmente idén­
tica a la de nación:
"Nation. Mot collectif dont on fait usage pour exprimer une
quantité considérable de peuple, qui habite une certaine étendue "ÉTAT s.m. (Droit polit.) terme générique qui désigne une société
de pays, renfermée dans de certaines limites, et qui obéit au d'hommes vivant ensemble sous un gouvernement quelconque,
meme gouvernement. "15 heureux ou malheureux.
De cette maniere l'on peut définir l'état, une société civile par
Es de notar, respecto de este texto, que la ausencia de la laquelle une multitude d'hommes sont unis ensemble sous la
idea de etnicidad en el concepto de lo que es una nación se veri­ dépendance d'un souverain, pour jouir par sa protection et par
fica además porque uno de los rasgos habitualmente incluidos ses soins, de la sureté et du bonheur qui manquent dans l'état de
en la etnicidad, la peculiaridad de carácter de un pueblo, es co­ nature."21
mentada a continuación en forma accesoria:
De manera que la aparente incongruencia, en el uso del
"Chaque nation a son caractere particulier: c'est une espece de siglo XVIII, de sustentar a la vez una sinonimia de nación y Esta­
proverbe que de dire, léger comme un franc;ois, j aloux comme do, y a la vez considerar la nación como un conjunto humano
un italien, grave comme un espagnol, méchant comme un anglais, unido por un mismo gobierno y leyes, no sería tal, cuando el
fier comme un écossais, ivrogne comme un allemand, paresseux Estado era pensado aún como un conjunto de gente y no de ins­
comme un irlandais, fourbe comme un grec, Etc." tituciones.

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J o s t-. C A R LO S C I I I A R A M O N T E NM'IÓN y !LSTA I lO EN ] n f;R A M t-. R ICA

El abandono del contenido étnico del término nación se Se percibe fácilmente que hay dos cosas notables aquí: una, el
percibe en otros textos, como en la traducción española de señalado uso del concepto soberanía como designación del su- r;
Heineccio, especialista en derecho romano pero, asimismo, au­ jeto político colectivo que puede ser una ciudad o una provin- '
tor de un manual de derecho natural y de gentes publicado en cia. Otra es que la definición de soberanía que comporta el artí­
Halle en 1738, el que tuvo amplia difusión en territorios de la culo es idéntica a la definición que predomina en la época del
España borbónica en ediciones expurgadas de los párrafos con­ concepto de nación.
siderados inconvenientes para la Iglesia o la monarquía. Es fá­ En síntesis, el siglo XVIII nos ofrece un uso doble del tér­
cilmente perceptible en la edición bilingüe de Heineccio cómo mino nación: el antiguo, de contenido étnico, y el que podemos
la palabra nación sirve para traducir distintas palabras latinas: llamar político, presente en la tratadística del derecho natural
respublica, gentes. Es de notar también que la noción de repú­ moderno y difundida por su intermedio en el lenguaje de la épo­
blica es equivalente a la de sociedad civil (no ocurre lo mismo ca. En este punto hemos rehuido la tradicional simplificación
en Wolff) y es definida de manera similar a la definición "polí­ que reducía la cuestión a la coexistencia de una "concepción
tica" de nación: alemana" y una "concepción francesa" de la nacionalidad, pues

f' "la sociedad civil o república, que no es otra cosa que una multi­
tud de hombres asociada bajo ciertas leyes por causa de su segu­
este criterio oculta, mediante un esquema simplificador, las
raÍCes históricas de los diversos enfoques sobre la nación.25
Por otra parte, el concepto de nación como comprensivo
I ridad, y a las órdenes de un gefe común que la manda."22 de los individuos de un Estado, se halla ya, antes de 1789, en
los escritos de los promotores de lo que habría de ser la Consti­
En cuanto a la sinonimia de nación, podemos observar al­ tución de Filadelfia. Cuando intentaban explicar la naturaleza
gunas muestras como las que siguen: del tipo de gobierno que proponían, argüían que, según sus fun­
damentos, éste sería "federal" y no "nacional" [esto es,
confederal y no federal, en lenguaje actual], dado que la ratifi- t
\,
"Quod reipublicae utile est, id et sociis foiederastique illuis
reipublicae prodest. .. " / "Lo que es útil a una nación, lo es tam­ cación de la nueva Constitución no provendría de los ciudada-
bién a los confederados de ella . . . " nos norteamericanos en cuanto tales, sino de los pueblos de cada
" . . . quoia foedus est liberarum gentium vel rerumplublicarum estado. Es decir, por el pueblo, " ... no como individuos que inte­
conventio. . . " / " . . . supuesto que la alianza es un convenio de las gran una sola nación, sino como componentes de los varios Es­
naciones o estados libres" tados, independientes entre sí, a los que respectivamente per­
" . . .pactum, quo bella inter gentesfiniuntur. . . " / " . . . el pacto por tenecen". De manera que, comentan con significativo lenguaje,
el que se concluyen las guerras entre las naciones . . . "23 el acto que instaurará la Constitución "no será un acto nacio­
nal, sino federal". Y, al explicar la diferencia entre ambos con­
Pero quizá sea más ilustrativo de esta sinonimia observar ceptos, declaraban que un rasgo sustancial del carácter nacio­
cómo una misma definición es utilizada como predicado de esos nal consistía en la jurisdicción directa del gobierno sobre cada
diversos sujetos (nación, Estado, "una soberanía" . . . ). Por ejem­ uno de los individuos que integran el conjunto de los Estados.
plo, la que transcribimos más arriba como definición de "socie­ Así, escribían:
dad civil o república" ("una multitud de hombres asociada bajo
ciertas leyes por causa de su seguridad, y a las órdenes de un " . . . La diferencia entre un gobierno federal y otro nacional, en lo
gefe común que la manda"), la podemos encontrar también, con que se refiere a la actuación del gobierno, se considera que es­
variantes no sustanciales para nuestro asunto, aplicada al ex­ triba en que en el primero los poderes actúan sobre los cuerpos r
¡
presivo concepto de "una soberanía" en la Constitución vene- políticos que integran la Confederación, en su calidad política; y \
zolana de 1811: "Una sociedad de hombres reunidos bajo unas en el segundo, sobre los ciudadanos individuales que componen t
'"" '\ mismas leyes, costumbres y Gobierno forma una soberanía"!4 la nación, considerados como tales individuos."

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J o s ll C A R L O S C H I A R A M O N T I! NA ' I Ó N Y eSTADO I!N IIJI>ROAMIlRICA

podían estar basadas en nacionalidades aún inexistentes- dada


Se infiere así que la nación está definida por el tipo de lazo la general vigencia en Iberoamérica de un concepto de nación
que une a los individuos del conjunto de los estados y que, al ajeno a toda nota de etnicidad, tal como se desprende de los
mismo tiempo, los une al gobierno.26 testimonios que consideramos en los capítulos siguientes.
Quisiéramos agregar una última observación en este pa­ Según Hobsbawm, el concepto de nación que habría sur­
rágrafo respecto de una diferencia, sustancial para otro objeto gido de la Revolución Francesa igualaba "el pueblo" y el Esta­
pero no para el de esta discusión, entre las diversas concepcio­ do. La nación así entendida devino prontamente en la que, en
\ nes "políticas" de nación. Pues, así como la que acabamos de el lenguaje francés, era "una e indivisible". Esto es, el cuerpo de
(�7citar de El Federalista, refiere nación a un conjunto de indivi­ ciudadanos cuya soberanía colectiva lo constituía en un Estado
duos, los que forman una ciudadanía en el sentido contempo­ que era su expresión política!9 Señala también que esto dice
ráneo del término, otras, como las de la Gazeta de Buenos Ayres poco sobre qué es un pueblo desde el punto de vista de la nacio­
en 1815 ("Una nación no es más que la reunión de muchos Pue­ nalidad y que en particular no hay conexión lógica entre el cuer­
blos y Provincias sujetas a un mismo gobierno central, y a unas po de ciudadanos de un Estado territorial, por un lado, y la iden­
mismas leyes ... "), refieren nación a un conjunto de entidades tificación de una nación sobre fundamentos lingüísticos, étnicos
corporativas, "pueblos" y "provincias" .27 Una yuxtaposición de o de otras características que permitan el reconocimiento de la
estos dos criterios se puede encontrar, con ese eclecticismo tan pertenencia a un grupo. De hecho, agrega, ha sido señalado que
difundido en la literatura política iberoamericana, en el siguien­ la Revolución Francesa "era completamente ajena al principio
te texto de un líder de la independencia guatemalteca, José o sentimiento de nacionalidad; fue incluso hostil a él". El len­
Cecilia del Valle, quien, para fundar los "títulos de Guatemala a guaje tenía poco que ver con la circunstancia de ser francés o
su justa independencia" manifestaba; en un proyecto de Ley inglés. Y los expertos franceses tuvieron que luchar contra el
Fundamental, que intento de hacer del lenguaje hablado un criterio de nacionali­
dad, cuando, argüían, ella era determinada solamente por la
" . . . quería que subiendo al origen de las sociedades se pusiese la ciudadanía. Los que hablaban alsaciano o gascón también eran
base primera de que todas son reuniones de individuos que li­ ciudadanos franceses.30
\ bremente quieren formarlas; que pasando después a las nacio­ Si la nación tenía algo que ver con el punto de vista popu­
.\ nes se manifestase que éstas son sociedades de provincias que lar revolucionario, agrega Hobsbawm, no era en algún sentido
por voluntad espontánea han decidido componer un todo políti- fundamental por razones de etnicidad, lenguaje u otras simila­ ,
" 28 v
.".
>i

CO • • • res, aunque ellas pudiesen ser signos de pertenencia colectiva


n
-el uso del lenguaje común constituyó un requisito para la ad­ \

quisición de la nacionalidad, aunque en teoría no la definía-.3I ,


2. RESPECTO DE LOS USOS DEL TÉRMINO NACIÓN EN LOS El grupo étnico era para ellos tan secundario como lo sería lue­
SIGLOS XVIII y XIX go para los socialistas. Los revolucionarios franceses no tuvie­ -' "

ron dificultad en elegir al anglo-americano Thomas Paine para ._. �

� ,!

Los citados argumentos de Hobsbawm motivan dos dis­ su Convención Nacional.


tintas observaciones. Una es que en su interpretación se subra­
ya muy acertadamente que el concepto de nación prevaleciente "Por consiguiente no podemos leer en el revolucionario [térmi­
durante el tránsito del siglo XVIII al XIX no incluía nota algu­ no] nación nada como el posterior programa nacionalista de es­
na de etnicidad. Se trata de algo de fundamental importancia tablecimiento de Estados-naciones para conjuntos definidos en
para poder comprender mejor qué entendían star haciendo, términos de los criterios tan calurosamente debatidos por los
por ejemplo, los independentistas iberoameri a nos al propo­ teóricos decimonónicos, tales como etnicidad, lenguaje común,
nerse la construcción de nuevas naciones -la qu , además, mal religión, territorio y memorias históricas comunes . .. "32

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J o s ll C A R L O S C I l I A R A M O N T E NACIÓN y ESTADO EN IBEROAM eRICA

Un clásico ejemplo de este uso, lugar común de los textos


La otra observación, e n realidad, una objeción, es relativa a que abordaban el asunto, era el caso de la Grecia antigua, cuyos
su criterio de que este concepto "político" de nación, el supues­ habitantes, se argumentaba, estaban dispersos en Estados in­
tamente surgido con la Revolución Francesa, es el primero en dependientes pero que poseían una conciencia de su identidad
aparecer en la Historia, mientras que el concepto "étnico" apare­ cultural. Tal como, según hemos recordado en otros trabajos,
cerá más tarde.33 Es cierto que, al advertir previamente que está se encuentra en los artículos del padre Feijóo en la primera
examinando el sentido moderno del término nación desde que mitad del siglo XIX, o en la paradigmática distinción del canó­
comenzó a ser usado sistemáticamente en relación con el gobier­ nigo Gorriti en el Río de la Plata, cuando en la sesión del 4 de
no de la sociedad, Hobsbawm se está refiriendo a la nación-Es­ mayo de 1825 del Congreso Constituyente de 1824-1827 defi­
tado del mundo contemporáneo. Y, efectivamente, respecto de nía 'el concepto de nación de dos formas: a) como "gentes que
la nación-Estado contemporánea la "definición étnico-lingüísti­ tienen un mismo origen y un mismo idioma, aunque de ellas se
ca", la del principio de las nacionalidades, es posterior a la sola­ formen diferentes estados", y b) "como una sociedad ya consti­
mente política proveniente del siglo XVIII. Pero sucede que esta tuida bajo el régi�en de un solo gobierno". Nación en el primer
limitación nos priva de comprender más adecuadamente el sig­ sentido eran los griegos de la antigüedad o lo es actualmente
nificado de las variaciones históricas en el uso del término y, es­ toda [Hispano] América, aclaraba, mas no en el segundo, que
pecialmente, el sentido histórico de una definición no étnica de era el que correspondía al objetivo del Congreso de crear una
nación. Y asimismo, el significado del hecho de que el antiguo nueva nación rioplatense, luego denominada argentina. Esto es,
concepto que sumariamente llamamos étnico siguiera en uso lo que se llamaría luego un Estado naciona1.34
durante los siglos XVIII y XIX, paralelamente al que, también Respecto de la referida etimología del término nación, con­
por economía de lenguaje, hemos denominado político, dato de viene agregar que en Roma el mismo tuvo diferentes sentidos,
la mayor importancia para salir del atolladero en que nos coloca pues podía designar una tribu extranjera, tanto como un pue­
la ambigüedad del concepto de nación. blo, una raza, un tipo humano o una clase.3s Pero, asimismo, el
Recordemos, al respecto, que tanto en Europa como en Ibe­ término era intercambiable con otros, como gens, populus,
ro américa encontramos evidencias de que el criterio étnico de civitas y res publica, cada uno de los cuales, por otra parte, tam­
nación gozaba de amplia difusión en los siglos XVIII y XIX, aun­ bién poseía diversos significados y, en su conjunto, podían ser
que sin la connotación política que adquiriría en el principio de utilizados para referirse al pueblo o al Estado. Por lo común,
las nacionalidades. Esto es, para designar conjuntos humanos los antiguos romanos llaman a los pueblos y tribus no romanos
distinguibles por algunos rasgos sustanciales de su conforma­ "esterae nationes et gentes". Posteriormente, durante la Edad
ción, fuese el origen común, la religión, el lenguaje, u otros. Se Media, en textos latinos, fue usado de manera frecuente en el
trataba, además, de un criterio proveniente del sentido del tér­ sentido antiguo, pero también adquirió otros significados en cir­
mino existente en la Antigüedad -el correspo"ilaiente al término cunstancias nuevas.36 Así, los alumnos de las universidades fue­
latino, natio-nationis-, de amplísima difusión en tiemilós me­ ron divididos en naciones, y en los concilios de la Iglesia, en los
dievales y modernos y aún vigente en la actualidad. Un concepto siglos XIV y XV, sus miembros votaban según naciones, distin­
que define a las naciones (insistamos, no a la nación-Estado) guidas por su lenguaje común.3?
como conjuntos humanos unidos por un origen y una cultura En cuanto a gens, significaba clan y en ocasiones también
comunes, y que seguía en vigencia -contemporáneamente al nue­ algo mayor: la población de una ciudad o un viejo Estado. Pero
vo concepto político- en los siglos XVIII y XIX. Es el sentido en plural, gentes, se aplicaba a los pueblos no romanos, en el
con que en América, por ejemplo, todavía en el siglo XIX, se dis­ sentido que originalmente tuvo la denominación derecho de
tinguía los grupos de esclavos africanos por "naciones": la "na­ gentes. Posteriormente, fue variando sensiblemente su utiliza­
ción guinea", la "nación congo", así como también se lo encuen­ ción en las lenguas romances. En francés, hacia el siglo VII per­
tra aplicado a las diversas "naciones" indígenas. dió su uso en singular, que lo hacía sinónimo de nation, en be-

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J o s lt C A R LO S C H I A R A M O N T E NACIÓN y ESTADO EN IBEROAM ltRICA

neficio de este último término. Leemos así en la Encyclopédie: do del término nación que se difundirá durante el siglo XVIII?
Más allá de esta cuestión para la que no poseemos información
"Le mot g ens pris dans la signification de nation, se disait suficiente y que no es central a nuestro trabajo, lo cierto es que
autrefois au singulier, et se disait meme il n'y pas un si(�cle [ . ]
..
la modalidad del término en la traducción francesa de Wolff
mais auj ourd'hui il n'est d'usage au singulier qu'en prose o en -no así la de Pufendorf cuyo traductor, Barbeyrac, no emplea
poésie burlesque. "38 el término nation-42 y su reproducción en Vattel le darían una
clara delimitación no étnica que concordaría, por otra parte,
Se conservó en cambio en su uso plural para denominar al con el rechazo, propio del racionalismo dieciochesco, de los la­
derecho de gentes (droit de gens), modalidad que no se obser­ zos grupales como fuente de repudiables sentimientos de natu­
va en el idioma inglés, en el que la denominación utilizada para raleza material, ajenos a los valores morales propios de las con­
designar el derecho de gentes fue law of nation s.39 cepciones políticas de la época.
La equivalencia entre nation y gent se 9bserva claramente Porque, para nuestro objeto, lo más importante que debe
en una edición bilingüe -en el original latín y en francé s- de advertirse en este sumario examen de los usos del término na­
uno de los tratados sobre derecho natural de Christian Wolff ción es, como escribíamos en un trabajo anterior, que en el lla­
autor germano difundido en lengua francesa por la obra de s � mado concepto "étnico" no se establece una relación necesaria
divulgador, el suizo Emer de Vattel : "Une multitude d'hom mes entre un grupo humano culturalmente distinto y un Estado,
associ és pour former UIla"so ciété civil s'appelle un peupl e, ou relación que en cambio resultará esencial e n el llamado prin­
une nation ", se lee en el texto en francés, mientras el original cipio de las nacionalidades, a partir del comienzo de su difu­
en latín -que muestra además un uso de populus y gens como sión en la primera mitad del siglo XIX. En otros términos, la
sinóni mos- es el siguiente: "Multitudo homin um in civitatem diferencia entre ambos conceptos de nación estriba en que sólo
consociatorum Populus, sive Gens dicitur ."4o La decisión del el difundido durante el siglo XVIII, y prevaleciente en tiempo ,
traductor francés de verter gens en nation , un término cuyo de las revoluciones norteamericana, francesa e iberoamerica- \
más natural equivalente latino natio no es utilizado por Wolff nas, correspondía a la existencia política independiente, en for- "l
es percibida por él como necesitada de una justific ación. Ella l� ma de Estado, de un grupo humano. Mientras que el otro, el \
realiza en una nota relativa a su traducción de la expresión "Jus concepto étnico, a diferencia de lo que ocurrirá más tarde a par- i
Na turae ad Gen tes applic atum, vocatu r Jus gentiu m ne­ tir del principio de las nacionalidades, carecía entonces de una
cessarium, vel naturale" como "Le Droit natural appliqué aux necesaria implicancia política.
Nations s'appelle le Droit de Gens nécessaire ou naturel. " Al Por último, advirtamos que no se nos escapa que la Revo­
respecto, escribe a pie de página, en nota correspondiente a un lución Francesa comporta, es cierto, una mutación histórica sus­
asterisco puesto luego de la palabra naturel: "Gens est un vieux tancial en Europa en cuanto su papel de difusión del nuevo sen­
mot que signifie Nation, on a conservé ce vieux mot dan s cette tido de la voz nation. Lo que ella divulga, de vastas consecuen­
expression le Droit de Gens, qu'on peut appeller aussi le Droit

\,
cias, efectivamente, en la historia contemporánea, no es sólo lo
des Nation s."41 Añadamos que, mientras en Wolff sociedad ci­ "político" del término sino también el añadido de lo que ha sido "'!>-.
vil y república no son sinónim os sino distintos momentos del 1
llamado una nota de alcances constitucionales, que convierte a
proceso de génesis del Estado, al efectuar su versión, el traduc­ la nación en sujeto de imputación de la soberanía. Pero aún esto \-,..j5
tor trasladó al término francés nation, tanto el rasgo político está ya anticipado en la obra de Vattel, quien hacía de la nación
de la noción de sociedad civil como también la connotación es­ la fuente de la soberanía, modificando así, dentro del marco
tatal que derivaba del derecho de gentes ; esto es, la connota­ contractualista que funda su análisis, el "dogma" de la sobera­
ción política que habría de convertirse en predominante en au­ nía popular.43 Vattel prefiere referirse a la "société politique"
tores iusnaturalistas del siglo XVIII. entendida como "personne morale", como el sujeto político que
¿Podría estar aquí el motivo del extraño cambio de senti- "confere la souverainité a quelqu'un", y no al "peuple", el que,

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J O S f: C A R L O S C H I A R A M O N T E NA 'I () N Y E/I'I'A Il( ) ji,N I U II,ROAM!1RICA

en cambio, está contemplado como objeto ,de la constitución El rasgo más significativo, para nuestro objeto, que subyace
del Estado: en la "constitution de l'État", señala, se observa "la en el análisis de Hastings desde un comienzo, es la postulación
for�e sous laquelle la N ation agit en qualité de corps politique" de la nación como una realidad intermedia entre grupo étnico
y como "le peuple doit etre gouverné... " La nación es la que con­ y Estado nacional. Esta realidad, que para este autor es algo
fiere el poder al soberano, de manera que más que un conjunto humano distinguible de otros por lazos
diversos pero menos que una organización política, es el punto
" ...devenant ainsi le sujet OU résident les obligations et
les droits débil de este tipo de análisis, dada la ambigüedad que lo, afecta
relatifs au gouvernement, c'est en lui que se trouve la
person ne y que genera distinciones demasiado simples como la explica­
morale qui, sans cesser absolu ment d'exister dans la
Nation ción del paso de la etnia a la nación por dos factores o, mejor
n'agit désorm ais qu'en lui et par lui. TeIle est I'origi
ne d � aún, por un factor y su especial concreción : la aparición de una
caract ere représ entati f que I'on attribu e au souver
ain. I l literatura vernácula, particularmente por la traducción de la
représ ente sa Nation dans toutes les affaire s qu'il peut
avoir Biblia a las lenguas romances.46 Cuanto más un idioma desa­
comme souverain. [. . . ] le monarque réunlt en sa person
ne toute rrolle una literatura con impacto popular, sostiene, en especial
la majesté qui appartient au corps entier de la Nation .
" una literatura religiosa y jurídica, más se facilita el tránsito de
la categoría de etnicidad hacia la de nación. Y esta correlación
E insiste más adelante: entre literatura y forma de sociedad se hace aún más esquemá­
tica al prolongarse en otras correlaciones: las de lenguaje oral y
"On a vu, au chapitre précédent, qu'il appartient origina
irement etnicidad, por un lado, y literatura vernácula y nación, por otro.
a la Nation de conférer I'autorité supreme, de choisir celui
qui Se trata de un esquematismo que llega al máximo en la
doit la gouverner."44
teleológica afirmación de que cada etnicidad es portadora de
una nación-Estado potencial:

3· LAS CRÍTICAS AL " MODERNISMO " RESPECTO DEL "Every ethnicity, 1 would concIude, has a nation-state potentialIy
ORIGEN DEL ESTADO NACIONAL within it but in the majority of cases that potentiality wilI never
be actived because its resources are too smalI, the aIlurement of
La limitación que comportan criterios como los de Gellner incorporation within an alternative culture and political system
o Hobsbawm al definir a la nación como un fenóm eno "mode r­ too powerful. "47
no" ha merec ido otro tipo de objeci ones. En este caso, no se
trata de algo relativo a los usos del término nación , tal como La tesis de que la nación no es un producto de la "moder­
ocurre con nuestr as recién apunt adas observaciones sino al nidad" sino que surge ya en la Edad Media, fundamentalmente
fenóm eno mismo de la aparic ión de la nación -Estad o e � la His­ por efecto de la literatura bíblica, tiene por único sustento el
toria. Adria n Hastin gs ha encar ado una extensa crítica de la caso inglés. Ella implica suponer que ya en tal época grupos
postura de los que rotula como "modernistas", frente a la cual humanos homogéneos habrían hecho de esa homogeneidad un
sostiene que la nación no es un fenóm eno moderno sino muy argumento para reivindicar su existencia en forma de Estado
an�erior. Su tesis, siguiendo en esto a Liah Greenfeld,45 es que independiente, cosa que no está clara aún en este caso. Por otra
eXIste un caso de una nación que aparece en la Edad Media parte, si la generalizáramos, advertiremos que no concuerda con
sobre fundamentos bíblicos, y que servirá de modelo a las de � las variadas formas de autonomía política prevalecientes en la
más. Se trataría de la nación inglesa, que Hastings data de tiem­ Edad Media, que en parte consistían en privilegios feudales, ni
pos de Beda (Ecclesiastical History ofthe English People, 730) con la característica coexistencia de "naciones" diversas en el
y que habría adquirido calidad de nación-Estado en el siglo IX seno de las monarquías de los siglos XVI a XVIII. Tal como se
durante el reinado (871-8 99) de Alfredo el Grand e. ' observa en este texto de Gracián:

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NACIÓN y ESTADO EN IlJEltOAM !!RICA -------
J o s !! C A R L O S C I I I A R A M O N T E -------

s (rei­
tos de una monarquía absoluta o sólo las ,distintas parte
... ) sobre las que ejerc e su domi nio- o
" .. .la monarquía de España, donde las provincias son muchas, nos, provincias, ciudades
no deriv a solam ente del probl ema, de
las naciones diferentes, las lenguas varias, las inclinaciones Esto es, la complicación
conce pto de nació n se pued e aplic ar no
opuestas, los climas encontrados... "4B otra naturaleza de si el
610 a los puebl� s de los Estados contemporáneos
sino también
a los súbditos de una mona rquía medi eval o a los de las mona r­
Lo que constituye el supuesto general de un análisis como pre­
el de Hastings es la postulación de una noción definitiva de lo quías absolutas; sino que esa complicación es efecto de una
es un descu brim iento : la diver sidad de
que serían una etnia, una nación y una nación-Estado, así como via dificultad, que no
no n es utiliz ado por histo riado ­
de sus diferencias. En este sentido, es de notar que ese lenguaje sentidos con que el térmi nació
inco­
-"una etnicidad e s tal cosa, una nación es tal otra cosa"- im­ res y otros especialistas, que convierte frecuentemente en
posib le. Por eso nos parec e que lo que
plica suponer la existencia de formas históricas determinadas herente toda discusión
ogars e, el histor iador , sobre lo que pue­
de una vez para siempre y no de conceptos que han sido usados corresponde no es interr
nos
sin demasiado rigor y aplicados a realidades diversas. De tal de definir él como nación, sino interrogar a los seres huma
lugar que utiliz aban el conce pto e indag ar
manera, sus definiciones de ethnicity ("An ethnicity is a group de cada momento y
Más
of people whit a shared cultural identity and spoken language"), por qué y cómo lo hacían y a qué realidades lo aplicaban.
obser vaba que lo que hoy llama mos na­
nation ("A nation is a far more self-conscious community than aún, cuando Chabod o
Maqu iavelo se llama ba provi ncia, s nos per­
an ethnicity. Formed from one or more ethnicities, and normally ción en tiemp os de
ón",
identified by a literature of his own, it possesses or claims the mite inferir que lo que debemos explicarnos no es la "naci
co que pudo ser denom inado , según lu­
right to political identity and autonomy as a people, together sino el organismo políti

with the control of specific territory, comparable to that of gar y tiemp o, nació n, pero tamb ién república, Estado, provi
biblical Israel and of other independent entities in a world cia, ciudad, soberanía, o de alguna otra mane ra.
thought of as one of nation-states") y nation-state ("A nation­
state is a state which identifies itself in terms of one specific
nation whose people are not seen simply as 'subjects' of the 4. EL RIESGO DE LA PETICIÓN DE PRINCIPIO
sovereign but as a horizontally bonded society to whom the state
in a sense belongs"),49 resultan también conceptos clasificato­ Aclarada entonces la confusión derivada de identificar el
rios, a la manera de los antiguos taxones de los biólogos. término nación entendido como referencia de grupos humanos
Smith y Hastings, al partir de un concepto de lo que es la unidos por su homogeneidad étnica, y nación como grupo hu­
nación, adoptan de hecho una postura que otorga existencia real mano unido por su adscripción política, se entenderá mejor que
la discusión sobre el origen étnico o político de las naciones \ "(
al concepto y procuran distinguir los casos empíricos que se
ajustan a él. Pero la dificultad del tema que nos ocupa proviene puede escollar en una petición de principio: la de proponerse
de la no existencia de lo que podríamos considerar una idea demostrar la tesis del origen étnico de un objeto histórico, la
verdadera de lo que es una nación, un supuesto que se expresa nación, ya previamente definida por su etnicidad. Nos par� ce
en ese comienzo a partir de definiciones. Y en esto no es admi­ notoria la existencia de un círculo vicioso cuando los histOrIa­
sible argüir que esa noción puede existir como una elaboración dores que parten del supuesto de la conformación de la nación
inductiva a partir de casos particulares, dado que no es éste el en clave étnica, se preguntan sobre los fundamentos históricos
procedimiento adoptado en este tipo de trabajos, ni parece fac­ de las naciones y responden que ellos son de naturaleza étnica.
tible para un asunto como éste. Por ejemplo, uno de los autores que ha examinado con mayor
Al llegar a este punto se advertirá que lo complicado de la amplitud de cobertura histórica y geográfica la formación de
las naciones, Anthony D. Smith, asume como supuesto las ral­ ,
cuestión no proviene de la incertidumbre sobre cuál es el refe.,.
rente real del concepto de nación -fuese el conjunto de súbdi- ces étnicas de las mismas. "The aim of this book -escribe en

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J o s t CARLOS C I I I A R A M O NT€ NACiÓN y ESTADO EN I U EKOAM t R I CA -------

The Ethnic Origins ofNa tions- is to analyse sorne


ofthe origins constituidas al margen de la etnicidad, como ocurrió en la Eu­
and genealogy of nations, in particular their ethnic
roots . " Las ropa del siglo XVIII y comienzos del XIX. Si, en cambio, tomá­
diferencias entre las naciones, cuya importancia en
sí mismas y ramos como punto de partida el criterio predominante en el si­
por sus consecuencias políticas destaca, tienen raíce
s étnicas.51 glo XVIII, que identificaba nación y Estado, sin referencia étnica,
En e�te sentido, la etnicidad ha provisto un fuerte mode
lo para surgen cuestiones distintas y de mayor significación histórica.
explIcar las formas de sociedad, el que aun en términos
genera­ Por ejemplo, no se trataba de la necesidad de justificar la domi­
les continúa válid o, al punto que las raíces de las nacio
nes ac­ nación política sobre conjuntos humanos sin homogeneidad
tuale� deben buscarse en ese modelo de comunidad
étnica pre­ étnica porque hasta entonces la dominación política no se ha­
valecIente a lo largo de la histo ria.52
bía asentado en Europa sobre tal supuesto, sino sobre la legiti­
Afirmar las "raíces étnicas" de las naciones que previ
amen­ midad dinástica y la sanción religiosa.55 Entre otras razones,
t� �� han defin �d? e� clave étnica implica, efectivamente,
. una pe­ sobresalían la necesidad de las comunidades que integraban el
ÍlcIOn de pnncIpIO. Esta se hace posible cuando se parte
de adop­ dominio de un monarca, de poner límites a la arbitrariedad de
tar una d�finición de nación, para luego proponerse
los proble­ esa dominación, mediante supuestos contractuales, y la con­
mas de or�gen y conformación, entre otros, lo que, por
lo tanto, temporánea necesidad de atenuar los factores que habían con­
lleva consIgo ya la mayor parte de la respuesta. Así, al
comienzo ducido a las guerras de religión, lo que se expresa en una no­
de otro libro suyo, sobre la identidad nacional el autor
recién ción de Estado y de nación también sustancialmente contrac­
citado considera necesario defin ir el concepto de nació
n: tualista.
Es de notar, entonces, que, a diferencia de aquel tipo de
" ... se puede definir la nación como un grupo humano designado perspectiva, el problema al que nos enfrentamos no es el de la
por un gentilicio y que comparte un territorio histórico, recuer­ peculiaridad étnica de las naciones, sino el del nexo que entre
dos históricos y mitos colectivos, una cultura de masas pública, ellas y la emergencia estatal de grupos supuestamente étnicos
una economía unificada y derechos y deberes legales iguales se establecerá más tarde. En otros términos, nos parece que el
para todos sus miembrOS."53 problema fundamental no es el de explicar las raíces de lo étni­
co, o la variedad de fuerza, riqueza o persistencia histórica de
Como es lógico, este punto de partida condiciona el análi­ ciertas culturas Uudíos, armenios, vascos, u otras) -objetivos
sis posterior. Ese condicionamiento aparece transparente en las de primera importancia para otro tipo de investigación-, sino
parejas de preguntas que formula luego: por qué la etnicidad se convertirá, en cierto momento, enfac­
tor de legitimación del Estado contemporáneo.
"1. ¿Quiénes constituyen las naciones? ¿Cuáles son los funda­
mentos étnicos y los modelos de las naciones modernas?" C . . ) y:
"2. ¿Por qué y cómo nacen las naciones? Es decir, ¿cuáles, de
5. LAS TRES GRANDES MODALIDADES HISTÓRICAS EN EL
entre los diversos recuerdos y vínculos étnicos, constituyen las
USO DE LA VOZ NACIÓN
causas y los mecanismos generales que ponen en marcha los
procesos de formación de la nación?" (subrayado nuestro]
Pero, retornando al uso dieciochesco de nación como si­
Preguntas en las que la etnicidad está ya dada, como sur­ nónimo de Estado, es de considerar que la aparición de un nue­
ge de lo que hemos subrayado.54 vo sentido de la palabra nación destinada a dar cuenta de la
En realidad, sucede que en este tipo de orientación el conformación política de una comunidad es una novedad cuya
principal objeto de estudio ha sido la etnicidad, no la nación percepción es indispensable para poder aclararnos los equívo­
moderna, como se supone que es el punto de partida. Y, por lo cos que arrastra hasta hoy el uso del término y, con él, las inter­
tanto, se bloquea así la percepción de la existencia de naciones pretaciones de los orígenes de las naciones contemporáneas.
En este punto, y antes de continuar, nos parece útil que,

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J o s � C A R I. O S C I I I A R A M O N T E -----
NACIÓN y ESTADO F.N IllEROAMl?RICA -------

-
.\
) '.
.�
con una exposición deliberadamente esquemática, reparemos de su correspondencia al Estado contemporáneo, encara como
en las mutaciones operadas en el empleo de la voz nación a lo una sola historia, con matices conceptuales internos, lo que en
largo de la historia. Se trata de una sucesión de tres modalida­ realidad son dos historias distintas, reflejadas en tres modali­
des que podríamos resumir de la siguiente manera: 1) el térmi­ dades conceptuales: la historia de grupos humanos culturalmen­
\
no nación es usado durante siglos en un sentido étnico; 2) sur­ te homogéneos (nación en el sentido antiguo vigente hasta hoy),
ge luego otro sentido -sin que el anterior desaparezca-, es­
¡ trictamente político, aparentemente durante el siglo XVII y ge­
por una parte, y la historia del surgimiento de los Estados na­
cionales modernos (las naciones en el sentido de Vattel o la
neralizado durante el siglo XVIII, bastante antes de la Revolu­ Encyclopédie), y de la posterior fundamentación de su legiti­
ción Francesa, sentido que excluye toda referencia étnica; 3) en midad en el principio de las nacionalidades.
una tercera fase, paralelamente al romanticismo, se da la con­ De esta manera, es posible inferir que la discusión sobre
junción de ambos usos, el antiguo sentido étnico y el más re­ el posible origen étnico de las naciones ha sustituido a la que

I
ciente político, en el llamado principio de las nacionalidades. tiene mayor sentido histórico: la del porqué de las mutaciones
y es sólo entonces cuando la etnicidad es convertida enfunda­ en el uso del concepto. Esto es, particularmente para el período
mento de la legitimidad política, carácter del que habían esta­ que nos interesa, el porqué de la emergencia de un significado
do desprovistas las diversas manifestaciones de identidad que no étnico para un concepto nacido con ese significado y que,
registran los historiadores de los siglos XVI a XVIII -y que sue­ asimismo, continuará usándose con él, paralelamente al otro,
len ser equívocamente rotuladas como "prenacionalismos", hasta los días que corren. Porque, efectivamente, el uso -apa­
"protonacionalismos" o mediante conceptos similares. Nos pa­ rentemente en el siglo XVII pero inequívoco en la primera mi­
rece que la puesta en claro de tales mutaciones es de particular tad del siglo XVIII- de un sentido del término nación despoja­
importancia para contribuir a despejar el equívoco subyacente do de su contenido étnico es uno de los fenómenos más sugesti­
en el supuesto fundamento étnico de las naciones contemporá­ vos del período como indicador de la naturaleza que adquirirá
neas y"en tantas interpretaciones abusivas de los sentimientos el proceso de formación de los Estados nacionales. Posiblemen- \
de identidad. te, se trate de un efecto de la necesidad de legitimar Estados )
Agreguemos, a manera de ilustración, que un modo sinté­
tico que refleja la relación entre estos usos de la voz nación lo
pluriétnicos, como los de las monarquías absolutas.57 Los deta- I
Hes de cómo se gestó esta mutación se nos escapan. Pero no su
ha adoptado el Oxford English Dictionary, aunque de modo am­ significado, en cuanto refleja coherentemente el punto de vista
biguo pues presenta como matices temporales lo que en reali­ racionalista que la cultura de la Ilustración recogerá, en este
dad fueron dos formas históricamente diversas de tratar el con­ punto, del iusnaturalismo moderno.
cepto: Sucede que este despojo de contenido étnico que sufre el
concepto de nación en el siglo XVIII, verificado tanto en los tra­
"Nation. An extensive aggregate of persons, so closely associated tados del derecho natural como en los escritos políticos de tiem­
with each other by cornrnon descent, language, or history, as to pos de las independencias, es congruente, como ya lo hemos
forrn a distinct race or people, usually organized as a separate señalado, con el orden de valores propio del período. Un elo­
political state and occupying a definite territory. cuente ejemplo de él lo ofrece el famoso benedictino español,
"In early examples the racial idea is usually stronger than the Benito Jerónimo Feijóo, cuando repudia el sentimiento nacio­
political; in recent use the notion of poli tical unity and nal por considerarlo de baja calidad moral (lo califica de "afec­
independence is more prominent." 56 [subrayado nuestro] · to delincuente"), mientras enaltece el sentimiento de patria.
Pero patria, no en el sentido del lugar de nacimiento, sino a la
En síntesis, aquel tipo de análisis, insistimos, que estable­ manera de los antiguos, explica, que usaban ese término para
ce una equivalencia entre los conceptos sustancialmente dife:­ designar al Estado al que se pertenecía y los valores políticos
rentes de nación en el sentido antiguo y de nación en el sentido correspondientes.58 Para Feijóo el sentimiento de patria era algo

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J o s f: C A K L O � C I l I A R A M O N T E NA 'IÓN Y ESTAllO I',N l U IlKOAMI'!. K ICA -----

racional, no pasional, así como, y esto e s de subrayar, tampoco


era asociado a la voluntad de existencia en forma de Estado in­
dependiente, dado que se trataba de un sentimiento compati­ 6, " NACIÓN " EN EL PRINCIPIO DE LAS NACIONALIDADES
ble con la existencia de comunidades distintas dentro de un
mismo Estado.59 Si la aparición del uso "político" del términ o nac� ón es un
De manera similar, en Inglaterra, el tercer conde de problema histórico relevante para el lapso que va del SIglo XVII
Shaftesbury repudiaba, a comienzos del siglo XVIII, lo que con­ a media dos del XIX, otra cuestió n de simila
r naturaleza es la
sideraba la forma vulgar, inculta, con que solía concebirse a la del sentido que adquir irá el términ o en el princip io de las na­
nación en su país. En lugar de diferenciar nación de patria, cionalidades. Puesto que el sentid o de nación implic ado en él
como prefirió hacerlo Feijóo, distinguía dos usos de la palabra no es el antigu o, aunqu e lo parezc a, sino algo nuevo que, en
nación: " ... certain is that in the idea of a civil state or nation, sustancia, consis te en su fusión con el conten ido polític o de la
we Englishmen are apt to mix somewhat more than ordinary etapa inmediata anterio r. . .
gross and earthy." Consideraba absurdo derivar la lealtad a la En el principio de las nacionalidades, el sentIdo antIguo de
nación del lugar de nacimiento o residencia, algo que conside­ esa palabra se ha trasladado a la voz nacionalidad. Esta !? nova­
raba similar a la relación de "a mere fungus or common ción posiblemente derive del uso alemán de la voz �aclOn, qu.e
excrescence" con su sucia base de sustento. En el criterio del antes del siglo XVIII, en la literatura, enfatizaba la tIerra de on­
conde de Shaftesbury, puntualiza la autora de quien tomamos gen. La nación era el pueblo nativo de un país. En los siglos XVIII
la información, el término nación "refered to a 'civil-state', a y XIX el origen común o la raza, el lenguaje, l�s leyes y las .c�s­
unio!} of men as 'rational Creatures', not a 'primordial' unit". tumbres devinieron más importantes que el paIs en las defimcIO­
Asimismo, en Francia, en el artículo Patrie de la En­ nes alemanas de nación. Y cuando se desarrollaron las nuevas
cyclopédie -redactado por Jaucourt-, se lee que el término ideas sobre el significado de las naciones, especialmente a partir
"exprime le sens que nous attachons a celui de famille, de del pensamiento de Herder, se hizo énfas?s en la existenc�a de
société, d'état libre, dont nous sommes membres, et dont les una nación aun sin un Estado, lo que habna hecho necesano un
lois assurent nos libertés et notre bonheur", razón por la cual nuevo término para tal objeto, que fue principalmente nacion a­
"n n'est point de patrie sous le joug de despotisme."6o lidad.6 2 Tal como lo expresaría un autor de amplia difusió n a
Por eso nos parece que el ya citado Dictionnaire incurre en comienzos del siglo XX, el historiador francés Henri Berr:
una confusión cuandO, al referirse al tránsito de una época en
que varias naciones podían coexistir en un mismo Estado, a la "La nacionalidad es lo que justifica o lo que postula la existencia
abierta por la Revolución Francesa que identifica nación y Esta­ de una nación. Una nacionalidad es un grupo humano que asp ­ �
do, supone un mismo sujeto histórico, la nación, como objeto de ra a formar una nación autónoma o a fundirse, por motivos de
esas mutaciones: "Contrairement a la conception de l'époque afinidad, con una nación ya existente. A una nacionalidad, para
prérévolutionaire ou plusiers nations pouvaient encare cohabiter ser nación, le falta el Estado, que sea propio de ella o que sea
dans un meme espace étatique, la nation s'identifie a I'État: c'est libremente aceptado por ella. "63
la naissance de I'État-nation."61 Porque no se trata de un mismo
sujeto, llamado nación, que pasa de un estatuto político a otro, En este sentido, a mediados del siglo XIX, el italiano
sino de distintos sujetos históricos que confundimos en una mis­ Mancini, uno de los principales difusores del principio de las
ma denominación: grupos humanos unidos por compartir un nacionalidades, definía la nacionalidad como:
origen y una cultura comunes, por una parte, y población de un
Estado -sin referencia a su composición étnica-, por otra. Es " . . . una sociedad natural de hombres conformados en comuni­
el Estado el sujeto que cambia de naturaleza, adoptando la voz dad de vida y de conciencia social por la unidad de territorio,
nación para imputar la soberanía. de origen, de costumbres y de lengua."64

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NA ' I O N Y ESTADO gN IUgRO AMIlR ICA --
J o s r\ C A R L . O S C I I I A R A M O N T E

Esta tradición, que atribuye la emergencia



de n cion es a
Pero nación y nacionalidad no los utilizaba como sinóni­ l a previa existencia de nacionalidad
es que b �scan su mde pen­
dIas que cor.ren la
mos. Si bien, como ocurre habitualmente en el tratamiento de denc ia polí tica, ha imp regn ado hasta los pers Is e en �
na. y
las cuestiones referidas a estos conceptos, también en Mancini mayor parte de la histo riografía latinoamerica de la hI tO­ �
arse
la ambigüedad es frecuente, es claro que en su criterio la na­ autores que, com o Ben edic t Anderson, al ocup que del SIglo
fact ores
ción es la expresión política de la nacionalidad. Así, cuando acu­ ría latinoamericana luego de indagar los � �
de las n cional da­
ña la voz "etniarquía" para designar los vínculos jurídicos deri­ XVI al XVI II habrían preparado la eclosión
pend enCIas los lIde ­
vados espontáneamente del hecho de la nacionalidad, sin me­ des ' no advierte que en tiempos de las inde
orga niza ción de nuevas
diación de artificio político alguno, aclara que ellos . . . res iberoamericanos que perseguían la
idad y encaraban la
naciones ignoraban el concepto de nacional
ios de los fund an;en­
". . .tienen u n doble modo esencial d e manifestación: l a libre cons­ cuestión en términos contractualistas, prop ecto, vease
odo (al resp
titución interna de la nación, y su independiente autonomía con tos iusn aturalistas de la política del perí
respecto a las naciones extranjeras. La unión de ambas es el más adelante el cap . VI, 1).
estado naturalmente perfecto de una nación, su etniarquía."65

Para Mancini, ciertas propiedades y hechos constantes que REFLEXIONES FINALES


se manifestaron siempre en cada una de las naciones que exis­
en la segunda
La manifestación de la conciencia nacional �
tieron a lo largo de los tiempos son la región, la raza, la lengua,
las costumbres, la historia, las leyes y las religiones. Su conjun­ mitad del siglo XVI II fue un fenómeno univ

ersal n toda Eu o­
os, aSI co n:o .la dIS­
to compone la "propia naturaleza" de cada pueblo distinto pa y el orgullo nacional fue un? de sus rasg.
vIrtudes y VICIOS na- ,
cusión acerca del carácter nacIOnal y las
" . . .y crea entre los miembros de la unión nacional tal particular cionales mostró la tendencia a asumir las

naci ones . Hac ia fines del siglo VII.I se
diferenc ias entre las \

expande, e tonc es, un '1
intimidad de relaciones materiales y morales, que por legítimo
efecto nace entre ellos una más íntima comunidad de derecho, sentimiento naci onal, una conCIenCIa de pert
enen.cIa a una n ­ �
ón no tIen e contem­
de imposible existencia entre individuos de naciones distintas."66 ción . Pero , en este terreno, el término naci
ación expresa la per­
do étni co. La conciencia nacional en form � �
sinónimo e Est do.
Pero si bien el término nación, en cuanto "comunidad de tenencia a un Estado, en cuanto nación es

ta , no hay Identl ad �
derecho", conserva en Mancini el sentido "político" del siglo Por cons igui ente , en relación con 1.0 esta �
Onal, de ontemdo
étnica, pero comienza a darse identIdad nacI
XVIII, se distingue radicalmente del de Estado. "En la génesis
"polític o": la conciencia nacional es pr.oduc

o de la u.mdad polI­
,
de los derechos internacionales, la nación, y no el Estado, re­
presenta la unidad elemental, la mónada racional de la cien­ tica. Mie ntras que, más adelante, esa Iden
tIdad nacIO.na a op­ � �
sión del pnncIpIO de
cia."67 tará el supuesto étnico a partir de la difu
Es en esta fusión de esos dos grandes sentidos del término
nación donde se registra todavía un eco, aunque parcial, de la
las nacionalidades.
Pod emo s suponer tam bién que la ause ncia
, en las et pas �
ificación en térmmos
Revolución Francesa. Pues si bien, como ha sido señalado más inic iale s del Estado moderno, de una just
étni cos, provenía de las modalidades del

eje cicio de la so.bera ­
arriba, la Revolución Francesa era también ajena al uso étnico
del concepto de nación, al hacer de la nación el titular de la nía ento nces exis tent es. Esto es, las mod

alIdades e . artlc la­ �
la del maXImo mvel
soberanía -cosa posiblemente facilitada por efecto de la anti­ ción de distintas soberanías parciales con �
inos de ese ent nces
soberano el del príncipe. Lo que en térm
gua sinonimia que tenían en el idioma francés las voces peuple
y nation- concilió la doctrina de la soberanía popular con la se denorr:inab a "poderes intermedios" -co
�� � �
rp r ci ne , CIUda­
reqUIsIto mdIspensa-
noción política de nación. des, seño ríos -, cuya supresión sería un

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J o s � CARLOS C H I ARAMO NTE NA 'IÓN Y ESTA llO EN I IJ JI.J{OA M �J{ICA

ble para la afirmación del principio d e l a indivisibilidad d e la car qué es la naci6n como si existiera metafísicamente una en­
soberanía. Se trata de un mundo, en síntesis, en el que la sobe­ tidad de esencia invariable llamada de tal modo, en lugar de
ranía superior del príncipe puede ser conciliada con parciales hacer centro en el desarrollo del fenómeno de las formas de or­
ejercicios de la soberanía por entidades subordinadas, lo que ganización estatal (y dejando para la antropología la explica­
implica la posibilidad de la inserción de grupos étnicamente ción de nación como grupo humano étnicamente definido), cuya
homogéneos, incluso con algún grado de organización política, más reciente expresión fue el surgimiento de los Estados nacio­
en el conjunto de la monarquía. nales, que, independientemente de haber sido producto de con­
Resumiendo una vez más lo que juzgamos que sucedió, ob­ flictos civiles, guerras, o sucesos de otra naturaleza, fueron teo­
servemos en primer lugar que el término nación ha sido de rizados en términos contractualistas durante el predominio del
antiguo el denominador de un conjunto humano unido por fac­ iusnaturalismo -esto es, en tiempos de las independencias ibe­
tores étnicos y de otra naturaleza, entre los cuales la indepen­ roamericanas- y que serían teorizados en términos étnicos a
dencia estatal puede o no ser uno de los yarios rasgos que lo partir del declive de la legitimidad monárquica y la paralela di­
constituyen y distinguen. Muy posteriormente, registramos un fusión del romanticismo.
criterio distinto, cuya gestación desconocemos pero es percep­
tible ya a fines del siglo XVII y explícitamente asumido por au­
tores iusnaturalistas del siglo XVIII, según el cual la nación se
asimila al Estado. Sin embargo, en el lenguaje de estos autores,
si por un lado los vocablos nación y Estado son sinónimos, por
otro parecería que se los distingue al sostenerse que una nación
es un conjunto de gente que vive bajo un mismo gobierno y unas
mismas leyes. Con esto, está preparada la modalidad de un ter­
cer uso del vocablo, como referido a un conjunto humano polí­
ticamente definido como correspondiente a un Estado. Es de­
cir, correlato humano del Estado en el concepto de Estado na­
cional o nación-Estado, que desde tiempos de la Revolución
Francesa hará camino como emanación del pueblo soberano
-el que puede ser tanto un conjunto culturalmente heterogé­
neo como homogéneo-, unido por su adscripción estatal. Por
último, esta calidad de fundamento de la legitimidad política
como fuente de la soberanía, unida al sentido de nación como
conjunto étnicamente homogéneo, expresado en un nuevo sen­
tido del término nacionalidad, se unirán de manera de hacer
de ella el fundamento de su independencia política en forma
estatal, según lo que se ha denominado principio de las nacio­
nalidades.
Es a partir de esta perspectiva que entendemos que el pro­
blema histórico concerniente al uso del concepto de nación con­
siste en apreciar esas mutaciones de sentido no como corres­
pondientes a la verdad o falsedad de una definición, sino a pro­
cesos de explicación del surgimiento de los Estados nacionales.
Me parece que hemos perdido tiempo, efectivamente, en expli-

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lIl. LA FORMACIÓN DE LOS ESTADOS
NACIONALES EN IBEROAMÉRICA*

"La lucha del Estado moderno es una larga y sangrienta lucha por la unidad del
poder. Esta unidad es el resultado de un proceso a la vez de liberación y
unificación: de liberación en su enfrentamiento con una autoridad de tendencia
univer,sal que por ser de orden espiritual. se proclama superior a cualquier poder
civil; y de unificación en s u enfrentamiento con instituciones menores,
asociaciones, corporaciones, ciudades, que constituyen en la sociedad medieval un
peligro permanente de anarquía. Como consecuencia de estos dos procesos, la
formación del Estado moderno viene a coincidir con el reconocimiento y con la
consolidación de la supremacía absoluta del poder político sobre cualquier otro
poder humano. Esta supremacía absoluta recibe el nombre de soberanía. Y
significa, hacia el exterior, en relación con el procéso de liberación, independencia;
y hacia el interior, en relación con el proceso de unificación, superioridad del
poder estatal sobre cualquier otro centro de poder existente en un territorio
determinado. "

Norberto
. Bobbio, "I ntroducción al De Cive ", en N. Bobbio, Thomas Hobbes,
México, FCE, 1 992, pág. 7 1 .

El propósito de este breve ensayo no e s ofrecer una histo­


ria de la formación de los Estados iberoamericanos, sino sola­
mente exponer algunas comprobaciones que me parecen im­
prescindibles para la mejor comprensión de esa historia. Claro
está, la primera dificultad para cumplir este propósito es la clá­
sica cuestión del "diccionario": cómo definiríamos el concepto
de Estado y otros a él asociados, tales, por ejemplo, como na­
ción, pueblo o soberanía. Debo aclarar entonces que no p�rtiré
de una definición dada de Estado, sino sólo de una composi­
ción de lugar fundada �n las propiedades que generalmente le
atribuyen los historiadores que se ocupan del tema.' Esto obe­
dece en parte a la notoria multiplicidad de alternativas que la
literatura especializada ofrece sobre la naturaleza del término
Estado.2 Podría preguntarse, sin embargo, si la confusión que
i
se obs erva en las tentativas de hacer la historia de los Estados
iberoamericanos -generalmente, relato dé hechos políticos uni­
dos a expÍicaciones sociológicas- no obedece a una falta de clara
'
definición del concepto de Estado. La perspectiva que adopta-
.

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NACIÓN y ESTADO EN I IJJ::ROAMf:RICA
J o s f: C A R L . O S C I I I A R A M O N T E

mos e n este trabajo es que, aun admitiendo que el ahondamiento los que lo empleaban lo hacían en otro sentido. Al respecto, la
en las dificultades que ofrece el concepto mismo de Estado con­ literatura política de los pueblos iberoamericanos no testimo­
tribuye a facilitar la tarea, la mayor parte de los escollos que nia otra cosa que lo ya observado respecto de la europea y nor­
complican las tentativas de realizar una historia de los Estados teamericana: sin perjuicio de la existencia en todo tiempo de
iberoamericanos provienen, sin embargo, de la generalizada grupos humanos culturalmente homogéneos, y con conciencia
confusión respecto del uso de época -de la época de la Inde­ de esa cualidad, la irrupción en la Historia del fenómeno políti­
pendencia- de las nociones de nación y Estado, confusión en co de las naciones contemporáneas asoció el vocablo nación a
buena medida derivada de otra que atañe al concepto de nacio­ la circunstancia de compartir un mismo conjunto de leyes, un
nalidad. mismo territorio y un mismo gobierno.4 Y, por lo tanto, confe­
Para expresarlo sintéticamente al comienzo de estas pági­ ría al, vocablo un valor de sinónimo del de Estado, tal como se
nas, la confusión es efecto del criterio de presuponer que la comprueba en la tratadística del derecho de gentes.5
mayoría de las actuales naciones iberoamericanas existía ya Este criterio, con diversas variantes, era el predominante
desde el momento inicial de la Independencia.3 Si bien este cri­ también en Iberoamérica. El famoso venezolano residente en
terio ha comenzado a abandonarse en la historiografía de los Chile, Andrés Bello, hacía explícita en 1832 la misma sinonimia
últimos años, lo cierto es que persisten sus efectos, en la medi­ en su tratado de derecho de gentes:
da en que ha impedido una mejor comprensión de la naturaleza
de las entidades políticas soberanas surgidas en el proceso de "Nación o Estado es una sociedad de hombres que tiene por ob­
las independencias. Esto se observa en la falta de atención que jeto la conservación y felicidad de los asociados; que se gobierna
se ha concedido a cuestiones como la de la emergencia, en el por las leyes positivas emanadas de ella misma y es dueña de
momento inicial de las independencias, de entidades sobera­ una porción de territorio."6
nas en el ámbito de ciudad o de provincias, y sus peculiares prác­
ticas políticas. Circunstancia que, para un intento comparativo Asimismo, y con mayor nitidez, puede encontrarse este tí­
como el de este trabajo, obliga a recurrir predominantemente a pico enfoque de época en el texto, de 1823, del profesor de de­
la información contenida en la historiografía del siglo XIX o de recho natural y de gentes en la Universidad de Buenos Aires,
la primera mitad del pasado. Antonio Sáenz, quien amplía la sinonimia hasta comprender el
Se trata, en suma, de las derivaciones aún vigentes del cri­ concepto de sociedad: "La Sociedad llamada así por antonoma­
terio de proyectar sobre el momento de la Independencia una sia se suele también denominar Nación y Estado". Y define este
realidad inexistente, las nacionalidades correspondientes a cada concepto de sociedad-Estado-nación de la siguiente manera,
uno de los actuales países iberoamericanos, y en virtud de un prosiguiendo el párrafo anterior sin solución de continuidad:
concepto, el de nacionalidad, también ignorado entonces. en el
uso hoy habitual, según hemos visto en el capítulo anterior. Un "Ella es una reunión de hombres que se han sometido volunta­
concepto que se impondría más tarde; paralelamente a la difu­ riamente a la dirección de alguna suprema autoridad, que se lla­
sión del romanticismo, y que en adelante ocuparía lugar cen­ ma también soberana, para vivir en paz y procurarse su propio
tral en el imaginario de los pueblos iberoamericanos y en la bien y seguridad. "7
voluntad nacionalizadora de los historiadores.
Hacia 1810, el utillaje conceptual de las elites iberoameri­ Se trata de un criterio que los letrados asumían durante
canas ignoraba la cuestión de la nacionalidad y, más aún, utili­ sus estudios y que domina la literatura política de la época, lo
zaba sinonímicamente los vocablos de nación y Estado. Esto se que explica la soltura con que la Gazeta de Buenos Ayres, se­
suele desconocer por la habitual confusión de lectura consis­ gún vimos en el capítulo anterior, aludía en 1815 al concepto de
tente en que ante una ocurrencia del término nación lo asocie­ nación.8 Enfoque que adquiere una formulación significativa si
mos inconscientemente al de nacionalidad, cuando en rea lidad bien menos frecuente en la primera Constitución iberoameri-

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J o s ¡;; C A R L O S C I I I A R A M O N T E NA 'IÓN Y ESTAOO EN IUEROAM ¡;; R ICA

cana, la venezolana de 1811, cuando en uno de sus artículos, uso romántico de vocablos como historia, pueblo, raza u otros,
que ya hemos citado, el sujeto que define como entidad inde­ En síntesis, constituir una nación era organizar un Estado me­
pendiente y soberana no es una nación ni un Estado, sino una diante un proceso de negociaciones políticas tendientes a con­
soberanía. ciliar las conveniencias de cada parte, y en las que cada grupo
Se me perdonará esta insistencia en cuestiones de voca­ participante era firmemente consciente de los atributos que lo
bulario político; más aún, luego de haber manifestado tal dis­ amparaban según el derecho de gentes: su calidad de persona
tanciamiento respecto de la necesidad de definiciones como moral soberana, su derecho a no ser obligado a entrar en aso­
punto de partida. Pero con esta discusión terminológica, lo que ciación alguna sin su consentimiento -clásica figura ésta, la
buscamos no es arribar a una nueva definición de ciertos con­ del consentimiento, sustancial a los conflictos políticos del
ceptos, sino aclararnos con qué sentido lo usaban los protago­ período- y su derecho a buscar su conveniencia, sin perjuicio
nistas de esta historia y, asimismo, gracias a ello, evitar el clá­ de la necesidad de conciliarla, en un proceso de negociaciones
sico riesgo de anacronismo por proyectar el uso actual de esos con concesiones recíprocas, con la conveniencia de las demás
términos -especialmente en cuanto a la neta distinción de Es­ partes.lO
tado y nación, y al nexo de este último concepto con el de na­ Antes de examinar algunos ejemplos que nos ayudan a
cionalidad- sobre el de aquella época. Porque si bien es cierto comprender estos rasgos que sustentaban las prácticas políti­
que el no detenerse sobre una pretensión de exacta definición cas de la época, agreguemos una observación más: que aun cuan­
de ciertos conceptos clave ayuda a no obstaculizar la investiga­ do parte de los actores políticos de la primera mitad del siglo
ción con vallas insalvables -dada la disparidad de criterios de XIX leían con simpatía y solían citar a los autores de las mo­
los especialistas sobre esos términos-, o con la peor solución dernas teorías del Estado, por lo general en su acción política
de adoptar alguna definición por razones convencionales, esta­ no partían, pues no tenían en verdad de donde hacerlo, de una
mos ante un tema cuyo concepto central, el de Estado, ha sido composición de lugar individualista, atomística, del sujeto de
una de las muletillas más frecuentadas por los historiadores la soberanía, sino de la realidad de cuerpos políticos, con todo
para designar realidades muy distintas: gobiernos provisorios, lo que de valor corporativo tiene la expresión que utilizamos.
alianzas transitorias y otros expedientes políticos circunstan­ Un elocuente testimonio de esto, pese a lo paradójicamente he­
ciales. Como lo hemos observado en un trabajo respecto del Río terogéneo que resulta, es el ya citado texto del guatemalteco
de la Plata, entre 1810 y 1820, lejos de encontrarnos ante un José Cecilio del Valle que definía Estado como reunión de indi­
Estado rioplatense estamos ante gobiernos transitorios que se
\�
viduos y nación como sociedad de provincias.
suceden en virtud de una proyectada organización constitucio­ Las sociedades formadas por individuos; las naciones, por
nal de un nuevo Estado que, o se posterga incesantemente, o provincias ... Estamos entonces en un mundo en el que, si bien
fracasa al concretar su definición constitucional. Una situación circulan desde hace tiempo las concepciones individualistas y
por lo tanto, de provisionalidad permanente, que une débil� atomísticas de lo social, la realidad sigue transcurriendo gene­
mente a los pueblos soberanos, y no siempre a todos ellos.9 ralmente por otros carriles y los proyectos de organizar ciuda­
En la perspectiva de la época, entonces, la preocupación danías modernas en ámbitos nacionales, o se estrellan ante el
por la nacionalidad estaba ausente. La formación de una na­ fuerte marco local de la vida política, o tienden a conciliar muy
ción o Estado era concebida en términos racionalistas y con­ dispares nociones políticas, tal como se refleja en el texto de
tractualistas, propios de una antigua tradición del iusnatura­ del Valle. Nuestro propósito es, entonces, comprender mejor la
lismo europeo y predominante en los medios ilustrados del si­ naturaleza de esos cuerpos políticos a los que Bobbio alude en
glo XVIII. No entonces como un proceso de traducción políti­ la cita del epígrafe como fuente de esa temible anarquía, pre­
ca de un mandato de entidades más cercanas al sentimiento ocupación fundamental en la teoría moderna del Estado. Esos
que a la razón, tales como las que se invocarían, luego, a partir "cuerpos intermedios" entre los que se incluyen las ciudades y
de la difusión del principio de las nacionalidades, mediante el provincias con pretensiones soberanas, las que con una percep-

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J o s !? C A R L O S C H I A RA M O N T E ----___ NACIÓN y ESTADO EN IBEROAM !?RICA

ción histórica distorsionada, construida a partir del postulado ilegitimidad de su iniciativa, que intentaba disculpar recono­
de la indivisibilidad de la soberanía, vieron rotuladas sus de­ ciendo la necesidad de una posterior participación de las de­
mandas con los conceptos de "localismos", "regionalismos" u más ciudades novohispanas. Pues lo que proponía, según el Acta
otros similares. En definitiva, no otra cosa que una anacrónica del Cabildo, era
interpretación derivada del triunfo del Estado nacional mo­
derno. " .. . 'la última voluntad y resolución del reino que explica por
medio de su metrópoli ... ínterin las demás ciudades y villas y los
estados eclesiástico y noble puedan ejecutarlo de por sí inme­
LA EMERGENCIA DE LOS " PUEBLOS " SOBERANOS diatamente o por medio de sus procuradores unidos con la capi­
tal'."lS
Mientras en las colonias portuguesas la Independencia era
facilitada por la continuidad monárquica, el mayor problema Pero era la unilateralidad de su decisión la que serviría,
que enfrentaban los líderes de los movimientos de independen­ como en otras comarcas hispanoamericanas, para impug­
cia hispanoamericanos era el de la urgencia de sustituir la legi­ narla.
timidad de la monarquía castellana." Desde la Nueva España Sustentadas entonces por una antigua tradición hispáni­
hasta el Río de la Plata, como es sabido, la nueva legitimidad se ca, pero sobre todo alentadas por el ejemplo de la insurgencia
buscó por medio de la prevaleciente doctrina de la reasunción de las ciudades españolas ante la invasión francesa, las respues­
del poder por los pueblos. Concepto éste, el de pueblo, por lo tas americanas a la crisis de la monarquía castellana, al ampa­
común sinónimo del de ciudad.'2 ro de esa doctrina, se expresan en las iniciales pretensiones au­
Una de las razones que explican esta emergencia de lo que tonómicas de las ciudades, pretensiones que van del simple au­
la vieja historiografía llamó equívocamente "ámbito municipal" tonomismo de unas en el seno de la monarquía, hasta la inde­
de la Independencia es esta concepción de la legitimidad del pendencia absoluta de otras. En estas primeras escaramuzas,
poder, prevaleciente en la época. Como lo expresara el apode­ que se repetirán en el Río de la Plata, Chile, Venezuela y Nueva
rado del Ayuntamiento de México en 1808, " ... dos son las auto­ Granada, están ya esbozados algunos de los factores, y escollos,
ridades legítimas que reconocemos, la primera es de nuestros del proceso de construcción de los posibles nuevos Estados. El
soberanos, y la segunda de los ayuntamientos . .. "'3 La iniciativa primero, conviene insistir, el problema de la legitimidad del nue­
del Ayuntamiento mexicano para liderar la constitución de una vo poder que reemplazaría al del monarca, marcaría el cauce
nueva autoridad en la Nueva España chocó con el apoyo que la principal en que se desarrollarían las tentativas de conforma­
mayor complejidad de la sociedad en los pueblos novohispanos ción de los nuevos Estados y los conflictos en torno a ellas. Ya
ofrecía a la postura antagónica del virrey y "del Real Acuerdo. fuera durante el tiempo, de variada magnitud según los casos,
Por una parte, se revivió la idea de la convocatoria a Cortes en que el supuesto formal fue el de actuar en lugar, o en repre­
novohispanas, en la que participarían, además de las ciudades, sentación, del monarca cautivo, ya cuando se asumiera plena­
la nobleza y el clero. Por otra, se esbozó un conflicto que se re­ mente el propósito independentista, la doctrina de la reasunción
petiría a lo largo de todos los movimientos de independencia del poder por los pueblos, complementaria de la del pacto de
hispanoamericanos: el de la pretensión hegemónica de la ciu­ sujeción, fundamentaría la acción de la mayor parte de los par­
dad principal del territorio, frente a las aspiraciones de igual­ ticipantes de este proceso .
dad soberana del resto de las ciudades. Así, al consultar el vi­ Frente a ella, las ciudades principales del territorio -San­
rrey Iturrigaray al Real Acuerdo, éste denunció, entre otras co­ ta Fe de Bogotá, Caracas, Buenos Aires, Santiago de Chile, Méxi­
sas, que el Ayuntamiento de México había tomado voz y repre­ co ... -, sin perjuicio de haberse apoyado inicialmente en esa
sentación de todo el reino.'4 doctrina, darían luego prioridad al concepto de la primacía que
Al Ayuntamiento mexicano no se le escapaba el riesgo de les correspondía como antigua "capital del reino" -según len-

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J o s tl C A R L O S C H I A R A M O N T Il NA 'IÓN Y ESTADO flN I IlEROAM Il.RICA

guaje empleado en Buenos Aires y en México.'6 Y, consiguien­ frentamientos meramente facciosos haya podido ocultar su
temente, los conflictos desatados por esta autoadjudicación del sustancia.
papel hegemónico en el proyectado proceso de construcción de La antigua tradición que explicaba el origen del poder como
los nuevos Estados, frente a la pretensión igualitaria de las de­ una facultad soberana emanada de la diviriidad, recaída en el
más ciudades fundada en las normas del derecho de gentes "pueblo" y trasladada al príncipe mediante el pacto de sujeción,
-cimiento de lo actuado en esta primera mitad del siglo-, cu­ al dar lugar a la figura de la retroversión del poder al pueblo
brirían gran parte de las primeras décadas de vida indepen­ -en casos de vacancia del trono o de anulación del pacto por
diente. causa de la tiranía del príncipe-, devino inevitablemente en
Sin embargo, hay todavía otros matices, como la concilia­ Iberoamérica en una variante por demás significativa, expresa­
ción de posturas autonomistas con el apoyo a los proyectos cen­ da por el plural pueblos. La literatura política del tiempo de la
tralizadores, en la medida en que en realidad, asumida la nece­ Independencia aludía, justamente, a la retroversión del poder
sidad de abandonar una existencia independiente definitiva por a "los pueblos", en significativo plural que reflejaba la natura­
parte de las "soberanías" que se consideraban muy débiles para leza de la vida económica y social de las Indias, conformada en
perseverar en tal objetivo, autonomía de administración local y los límites de las ciudades y su entorno rural, sin perjuicio de
Estado centralizado no resultaban incompatibles. En primer los flujos comerciales que las conectaban. Esos pueblos que ha­
lugar, cabe advertir que tanto en Buenos Aires, como en la Nueva bían reasumido el poder soberano se habían también dispuesto
Granada o en México, parte de las ciudades y provincias, así de inmediato a unirse con otros pueblos ámericanos en alguna
como de los líderes políticos considerados federales, solían afir­ forma de Estado o asociación política de otra naturaleza, pero
mar su autonomía soberana sin perjuicio de someter la regula­ que no implicara la pérdida de esa calidad soberana.
ción de los alcances de esa calidad a la posterior decisión del Esta tendencia a preservar la soberanía de los "p ueblos"
conjunto de los pueblos soberanos reunidos en congreso. Pero, dentro de los posibles Estados por erigir, si bien se apoyaba na­
asimismo, respecto de lo afirmado en el comienzo de este pá­ turalmente en una antigua tradición doctrinaria y una no me­
rrafo, existieron casos en que un celoso autonomismo iba uni­ nos antigua realidad de la monarquía castellana -cuyo poder
do a posturas favorables a un Estado unitario. Tal como el de la soberano se ejercía sobre un conjunto de "reinos" o "provin­
pequeña ciudad de Jujuy, en el noroeste rioplatense que, ya en cias" muchos de los cuales conservaban su ordenamiento jurí­
un comienzo, en 1811, reclamaba su autonomía sin perjuicio de dico político en el seno de la monarquía-, era sin embargo im­
admitir, respecto del gobierno general del Río de la Plata, una pugnable por doctrinas propias de corrientes más recientes del
organización centralizada y el papel rector de Buenos Aires. iusnaturalismo, que forman parte de la teoría moderna del Es­
Jujuy defendía su autonomía frente a Salta, la ciudad principal tado, las que postulaban la indivisibilidad de la soberaníayjuz­
de la Intendencia de Salta de Tucumán, y parece haber evalua­ gaban su escisión, territorial o estamental, como una fuente de
do que la adhesión a la política de Buenos Aires era una defen­ anarquía.'7
sa contra la ciudad rival, de cuya tutela logrará emanciparse El dogma de la indivisibilidad de la soberanía se encarna­
recién en 1834 al formar su propio Estado. ba en elites políticas de las ciudades capitales -a veces con apo­
El conflicto desatado por las encontradas posturas ante yo en parte de las elites de otras ciudades- que proyectaban la
la emergencia de las "soberanías" independientes se prolongó organización de un Estado centralizado bajo su dirección; aun­
en otro, más doctrinario, que se conformó como una pugna que para las fuerzas rivales del resto de las ciudades, la posible
entre las denominadas tendencias centralistas y federalistas. modernidad de aquella postura no se distinguía muy bien de lo
Conviene detenerse en su trasfondo por cuanto fundamentará que algunas denunciaban como un "despotismo" heredero del
gran parte del debate político del período y nos proporciona de la monarquía. De tal manera, frente a la emergencia de las
la definición más sustancial de la naturaleza de las fuerzas en tendencias centralizadoras en las ciudades capitales, las pro­
pugna, por más que la prolongación de ese conflicto en en- puestas iniciales de las otras ciudades apelaron a la figura de la

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Y liN
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NA I Ó N ESTADO hlllROAM e.RI A -------

confederación. Así se dio en prácticamente casi toda Hispano­ en Estados fue facilitada en México por la existencia, desde tiem­
américa, como lo muestran los casos de México, la Nueva Gra­ pos de la Constitución de Cádiz, de las diputaciones provincia­
nada, Venezuela, el Río de la Plata o Chile. les, las que tendieron a conformarse como gobiernos de sus j u­
.
Como veremos más adelante, Asunción del Paraguay fue risdicciones, hasta su desaparición, reemplazadas por las legIs­
una de las primeras en recurrir a la idea de una confederación laturas provinciales electas, entre 1823 y 1824!3
para defender su autonomía, en este caso frente a Buenos Ai­ Concordando con su postura adversa a esa tendencia, el
res. El programa del gobierno provisorio, publicado en un ban­ líder centralista mexicano fray Servando Teresa de Mier escri­
do del 17 de mayo de 1811, prevé el futuro inmediato como una bía en abril de 1823 que la república a que todos aspiraban, unos
confederación. Y, poco después, en un oficio a Buenos Aires, la
Junta Provisional del Paraguay se pronunciaba por "la confe­ " .. .la quieren confederada y yo como la mayoría la quiero cen­
deración de esta provincia con las demás de nuestra América, y tral la menos durante 10 Ó 20 años, porque no hay en las provin­
prip.cipalmente con las que comprendía la demarcación del an­ cias los elementos necesarios para hacer cada estado soberano,
tiguo virreynato . "'8
. .
y todo se volvería disputas y divisiones."'4
En el otro extremo de Hispanoamérica, la postura de
Gómez Farías y otros liberales mexicanos en el Congreso de 1823 La oposición a la postura de preservar la calidad soberana
es claramente confederal. En junio de ese año, seis diputados, de las provincias o Estados mediante una confederación no en­
entre ellos Gómez Farías, presentaron una propuesta de urgen­ frentaba solamente a los partidarios de un Estado centralizado
te adopción de medidas acordes con la tendencia a la "confede­ sino también a los líderes federales que concebían al federalis­
ración" que domina, afirmaban, a la nación mexicana: al Congre­ mo a la manera de la segunda Constitución norteamericana, esto
so resta "terminar de una vez la revolución mexicana y dejando es, a los partidarios de lo que hoy se denomina Estado federal.
afianzado el gran pacto de confederación."19 En otra oportuni­ De modo que dentro de lo que la historiografía une con la co­
dad, dentro del mismo congreso exponen el fundamento con­ mún denominación de "federalistas", en buena medida porque
tractualista de su criterio: la confusión estaba ya presente en el lenguaje de la época, de­
bemos distinguir a quienes intentaban preservar sin mengua la
"Que es un equívoco decir que la soberanía de los estados no les soberanía de cada Estado o provincia en vías de asociarse a otras,
viene de ellos mismos, sino de la constitución general, pues, que de quienes pretendían organizar un Estado nacional con plena
ésta no será más que el pacto en que todos los estados soberanos calidad soberana, sin perjuicio de las facultades soberanas que
expresen por medio de sus representantes los derechos que ce­ se dejaban en manos de los Estados miembros!5
den a la confederación para el bien general de ella, y los que cada
uno se reserva. "'0
FEDERACIÓN, CONFEDERACIÓN, " GOBIERNO NACIONAL"
Las ciudades principales mexicanas formaron Estados cuya
mayoría proclamó su independencia, entendiéndola unos como De alguna manera, la comentada confusión no haría otra
compatible con la integración en una federación, y otros como cosa que prolongar la forma en que trataba el asunto la litera­
"independencia absoluta", concepto eventualmente congruen­ tura política previa a la experiencia del constitucionalismo nor­
te con el de confederación.21 Por ejemplo, leemos en la Consti­ teamericano. Tal como lo hace, por ejemplo, Montesquieu en
tución del Estado de Zacatecas, de 1825: "El Estado de Zacatecas una de las más recurridas fuentes del debate constitucional de
es libre e independiente de los demás estados unidos de la na­ aquellos tiempos, su Espíritu de las leyes!6 Hasta el momento
ción Mexicana, con los cuales conservará las relaciones que es­ en que la Constitución de Filadelfia inaugurara esa forma iné­
tablece la confederación general de todos ellos."22 Por otra par­ dita de resolver el dilema de la concentración o desconcentra­
te, es de advertir que la más temprana reunión de las ciudades ción del poder que conocemos como federalismo norteameri-

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Jose A IU.O � C l I l A K A M O N 'I' e
Y ESTADO l\N IUEKOAMIlRICA -------
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NA IÓN

cano -y que da origen a la aparición en la historia de un nuevo palabra nueva que debe expresar la cosa nueva no existe toda­
sujeto de derecho internacional, el Estado federal-, los trata­ vía. "31 [subrayado nuestro]
distas políticos sólo utilizaban la palabra federalismo para re­
ferirse a la confederación -unión de Estados independien­
Posteriormente, a partir del estudio del proceso político
tes-, y utilizaban sinonímicamente los vocablos federación y
norteamericano l o s especialistas en derecho p o lítico
confederación.
elaborarán la dis;inción entre el concepto de federación y el
Por eso, encontramos en los editores norteamericanos de
de confederación, si bien encuentran t�davía serias �ific�ltade�
El Federalista una distinción de términos que puede sorpren­
para definirlos y precisar su.s dife �encla� Y. Se �a dIscutIdo aSI
dernos. Se trata de su uso, al relacionarlos, con una acepción , como dlstmgUIr sus caracte­
cómo definir la confederaclOn,
extraña a nuestro criterio actual : lofederal opuesto a lo nacio­
rísticas'de la del Estado federal, cómo sortear la dificultad de
nal, entendiendo por "federal" lo confederal, y por nacional el
Estado federal que proponían sus autores. Por ejemplo, al con­
la superposición del derecho i nternacional Y del. erecho �
interno que ella implica, cómo abordar la cuestlOn de la
siderar qué carácter de gobierno es el propuesto en la nueva
soberanía y la personalidad estatal, y ot:os problemas, to?-os
Constitución que habría de reemplazar a los Artículos de Con­
estrechamente conectados entre sÍ. Segun un punto de VIsta
federación ... , Madison observa que, si se considera según sus
suficientemente comprensivo, la confederación sería " . . .una
fundamentos, el nuevo sistema seguiría siendo federal [esto es,
sociedad de Estados independientes, que poseen órganos
para nosotros, confederal] y no nacional [federal], dado que la
propios permanentes para la realización de un fin comú� .�'33
ratificación de la nueva Constitución sería efectuada no por los
En general, las consideraciones respecto de la confeder�clOn,
ciudadanos norteamericanos en cuanto tales, sino como pue­
que en última instancia no hacen otra cosa que refleJ a� la
blo de cada Estado.27 ,
experiencia histórica conocida -lig� aquea, confederaclOn
La solución de compromiso del presidencialismo las
helvética' confederación norteamerIcana . . . -, subrayan
norteamericano, con su yuxtaposición de una soberanía nacional
cuestiones de la defensa y de la política económica en el origen
y de las soberanías estatales, solución empírica para superar la
de las confederaciones. Así como uno de sus rasgos caracterís­
ineficacia de los Artículos de Confederación de 1 78 1 para
ticos, señalado por la mayoría de los autores que se o ��pan �el
organizar una nación, no correspondía a lo que la doctrina
tema, es que los Estados miembros de una confederaclOn retIe-
política entendía entonces por federalismo, en cuanto forma de
nen su soberanía externa.34
asociación política opuesta a la de unidad.28 Sólo muy avanzado Esta característica, propia de la confederación, de estar
el siglo XIX se comenzará a formular la diferencia entre ambas formada por Estados independientes, la encontramos señala­
soluciones. En Estados Unidos, donde todavía a mediados de .
da tanto en los tratadistas actuales, como anterIormente en
ese siglo una figura como el ex vicepresidente Calhoum Montesquieu o en El Federalista. M ?ntesquieu � uzgaba que la
interpretaba a la Constitución de Filadelfia como confederal,29 confederación era una forma apropIada de gobIerno que reu­
la percepción de la diferencia se impondrá recién en la segunda nía las ventajas interiores del republicano y l � s exteri? re s
mitad de la centuria. Al parecer, sólo en Alemania se dis­ .
del monárquico, y se refería a ella -en su lenguaje, la repubh­
tinguieron tempranamente los conceptos d.e confederación y ca federativa- como "una sociedad constituida por otras so­
Estado federa1.30 En realidad, ocurría lo que Tocqueville había ciedades" , y a sus miembros mediante conceptos como "cuer-
percibido, y formulado con mucha agudeza, respecto del uso - r�pu' bl'Icas " . 35 El Fe -
pos políticos", "sociedades " , " p�quena� .,
del término federalismo referido a los Estados Unidos de la confederaclOn
deralista citando a MontesqUIeu, deÍlma
América:

-la "re ública confederada"- "como 'una reunión de
"Así se ha encontrado una forma de gobierno que no sociedades ' o como la asociación de dos o más Estados en uno
era preci­ solo". En cuanto a las modalidades del Estado confederado,
samen te ni nacional ni federal; pero se han ,detenido
allí y la observaba a continuación que " .. .la amplitud, modalidades y

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J O S ll C A R LO S C H I A R A M O N TE NACiÓN y ESTADO EN I UEROAMllRICA

objetos de la autoridad federal, son puramente discrecionales". confederacionismo, federalismo. Tres tendencias que definirán
Pero, añadía, "mientras subsista la organización separada de gran parte de los conflictos desatados por las tentativas de or­
cada uno de los miembros [ .. ] seguirá siendo, tanto de hecho
. ganizar los nuevos Estados que debían reemplazar al dominio
como en teoría una asociación de Estados o sea una confede­ hispano y que también se registran en la historia del Brasil, pese
ración."36 a las notorias diferencias con la de las ex colonias hispanoame­
Esta confusión en la terminología política, que inaugura ricanas, que la continuidad monárquica favoreció allí.
el proceso norteamericano y que perdurará durante la mayor En el caso brasileño "la solución monárquica no fue la usur­
parte del siglo XIX, se registra también, con pocas excepciones, pación de la soberanía nacional como arguyeron más tarde los
en la historia iberoamericana. La historia de la independencia republicanos", sino resultado de la decisión de parte de las elites
venezolana ofrece un buen testimonio de sus alcances. En brasileñas que aspiraban a formar un Estado centralizado y te­
opinión de los partidarios de un Estado centralizado, habría sido mían que la vía republicana impidiese la unidad.42 La indepen­
el federalismo de la Constitución de 1Bu la fuente
" de la anarquía dencia, entonces, no fue aquí tampoco producto de una aún
que impidió enfrentar la reacción española y terminó con la inexistente nación sino de los conflictos internos de Portugal.
Patria Boba, la primera república venezolana. Bolívar sostuvo La formación del Estado nacional sería así resultado de un pro­
este criterio en varias oportunidades37 . Sin embargo, la historia ceso posterior desarrollado aproximadamente hacia 1840-
parece haber sido otra. Inmediatamente después de dado el 1850.43
primer paso hacia la independencia, la iniciativa tomada por el Es ya lugar común ádvertir que la transición al Brasil in­ I
I
Ayuntamiento de Caracas suscitó las clásicas desconfianzas de dependiente fue menos turbulenta que la de las ex colonias his­
las otras ciudades recelosas de las pretensiones de hegemonía panas en virtud de la perduración de un poder legítimo, el de
de aquélla.38 Varias de ellas se apresuraron a darse un texto un miembro de la casa de Braganza. Pero si la continuidad pa­
constitucional en el que próclamaron su autonomía soberana rece haber sido la característica del caso brasileño, en compa­
-algún artículo de la Constitución del Estado de Barcelona llega ración con el de Hispanoamérica, es de tener en cuenta sin em­
a calificarse de "nacional"39 - y entablaron un agudo pleito con bargo que esa continuidad no implicó un proceso de unidad
Caracas, al punto que algunas adhirieron al Consejo de Regen­ política. Advertía Sérgio Buarque de Holanda que en Brasil,
cia, prefiriendo una formal pleitesía a la distante autoridad " ... as duas aspira<;6es -a da independencia e a da unidade­
peninsular que sujetarse a la más cercana y riesgosa de la ciudad nao nascem juntas e, por longo tempo ainda, nao caminham de
riva1.40 Cuando finalmente se promulga la Constitución, que maos dadas. "44 Entre otras razones, porque el Brasil colonial
delinea algo más cercano a un Estado federal que a una confe­ no difería de las colonias hispanas en cuanto a los rasgos de
deración, el resultado no podía menos que disgustar a las dispersión económica y social.45
ciudades celosas de su soberanía. Los conflictos, por lo tanto, Si bien el resultado final de la transición a la independen­
parecen más bien haber sido producto de una reacción ante el cia sería el de un solo Estado soberano, surgieron también fuer­
grado de centralización entrañado en la Constitución de 18u y tes tendencias autonómicas en varias regiones brasileñas, y al­
no por influencia de la misma Y gunas de ellas con aspiraciones de independencia soberana. Tal
como ocurrió en el caso de la insurrección de Pernambuco en
1824 -cuyo líder, el sacerdote radical Frei Caneca, criticó el
EL CASO DEL BRASIL centralismo de la constitución de Pedro I porque, entre otras
cosas, "despojaba a las provincias de su autonomía" - que de­
Tenemos entonces delineadas las distintas posiciones que sembocó en la proclamación de una república independiente
se enfrentan en el proceso de construcción de los futuros Esta­ denominada "Confederación del Ecuador".46 Al regreso de Juan
dos nacionales. Y hemos señalado que en buena medida remi­ VI a Portugal, en muchas provincias que habían formado Jun­
ten a las distintas concepciones de la soberanía: centralismo, tas Gubernativas fieles a la corona predominaba el "espíritu 10-

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cal", que tendría reflejo en la actuación de los diputados a las amesquinhamento e até a urna nulifica�iio dos corpos municipais,
Cortes reunidas en Lisboa en enero de 1821. Por ejemplo, Diogo como se apenas nas primeiras se aninhase o princípio da
Antonio Feijó, importante líder liberal, sostuvo allí que los di­ autonomia regional."
putados no representaban a Brasil sino a sus provincias, las que
eran independientes entre sí: "Nao somos deputados do Brasil y agrega que se atribuy e " . . . aos homen s de 1834 o
[ ... ] porque cada província se governa hoje independente."47 aniquilamento dos corpos municipais, que tamanh a latitude de
Es así que el mismo espíritu que había aflorado en la re­ poderes tiveram nos séculos da coloniza�ao."s2
vuelta de Pernambuco se difundiría luego de la abdicación de Las reformas liberales, que culminaron en 1834, serían en
Pedro 1 ' en 1831, cuando "con la autoridad declinante del go­ realidad intermedias entre el centralismo y el autonomismo,
bierno central la lealtad de la mayoría de los brasileños se ca­ dado que alejaron definitivamente el riesgo de emergencia de
nalizó hacia la localidad . . " Esto conduciría a la monarquía fe­
. soberanías independientes. El federalismo brasileño había ter­
deral de 1834, cuya Constitución, si bien moderaba el federalis­ minado por asumir ese carácte r, federa l, alej ándose del
mo de un anterior proyecto de 1831, traducía el autonomismo confederacionis mo, en apoyo al nuevo Estado nacional y con
que ardía en las regiones.48 Por otra parte, las tendencias auto­ explícitas declaraciones de su intención de no repetir el proce­
nómicas, expresadas por los políticos liberales, se reflejaron en so hispanoamericano. De manera que las expresiones sobera­
las rebeliones urbanas que estallaron entre 1831 y 1835 Y en la nas del autonomismo local tuVieron corta vida y en vísperas de
declaración de su independencia por tres provincias: Pará (1836- promediar el siglo parecían ya superadas, con alguna transito­
1840), Bahia (1837-1841) y Rio Grande (1835-1845). Asimismo, ria excepció n, como la de la riograndense República Farroupilha
ellas tendieron a fortalecer instituciones de gobierno 10ca1.49 entre 1835 y 1845·
En la detallada consideración realizada por Sérgio Buarque Por paradójico que parezca, los mismos factores que en
de Holanda de las reformas liberales, se puede observar un re­ muchas de las ex colonias hispanas llevaron a la autonomía o a
flejo de la importancia del llamado ámbito "municipal" como una unión confederal, en Brasil se orientaron hacia la organi­
fundamento de las tendencias anticentralistas, así como el de­ zación de un Estado centralizado. Aunque las elites locales con­
sarrollo de un proceso dirigido a su aniquilación. Éste es en parte servaron en su seno, eso sí, la potestad real que emanaba de su
similar al que conduciría a la supresión de los cabildos riopla­ poder económico y de la reciprocidad de servicios políticos con
tenses, entre 1820 y 1834, como imprescindible requisito para el gobierno centra1.53
la afirmación de unidades soberanas más amplias, dado que las
camaras habían tenido ya en tiempos coloniales amplios pode­
res, con jurisdicción no limitada al ámbito urbano, tal como en EL CONFEDERACIONISMO PARAGUAYO
las provincias sudamericanas de la monarquía española. 50 Es
así que ya hacia 1828 las camaras brasileñas habían sido priva­ La idea de confederación caracterizó -y complicó- des­
das de funciones políticas y judiciales, y limitadas a las sola­ de el inicio las relaciones entre la provincia del Paraguay y la
mente administrativas. Con un lenguaje muy similar al usado Buenos Aires revolucionaria. El recurso al principio de
en Buenos Aires, aparentemente por una también común in­ retroversión de la soberanía a los pueblos y la consiguiente
fluencia de Benjamín Constant, se afirmó que "o poder chamado igualdad de derechos entre las ciudades del ex Virreiriato se
municipal nao é poder entre nós" y se lo subsumió en el de las encuentran ya en el bando del 17 de mayo de 1811 -lanzado
Asambleas provinciales Y por la flamante Junta paraguaya- y todavía con mayor clari­
dad en el oficio del 20 de julio del mismo año, documentos en
"Parece inegável -comenta Buarque de Holanda- que para cuya redacción intervino decisivamente el Dr. Francia. En este
real�ar a posi�iio das u nidades territoriais mais amplas, último se lee:
sucessoras das primitivas capitanias, tendera-se a um

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NACiÓN y ESTADO I,N hmROAM(;R1CA -------

" . . . Cada Pueblo se considera entonces en cierto modo partici­


-anterior a las Instrucciones del Año XIII de Artigas- y a
pante del atributo de la Soberanía, [ . . . ] reasumiendo los pueblos
propósito de su filiación doctrinal establece un paralelo c? n el
sus Derechos primitivos se hallan todos en igual caso, y que igual­
Acta de Confederación y la Constitución de los Estados Umdos.
mente corresponde a todos velar sobre su propia conservación."
Asi m i s m o afirma que fue el Dr. Francia, miembro del
Triunvirato autor del bando, quien lanzó por primera vez la idea
También allí se anunció el envío -nunca concretado- de
de fed eración en Sudamérica y que sus fuentes eran la
un diputado al congreso de las provincias puesto que
Constitución de 1778 [sic] , El Federalista y sobre todo Benjamin
Franklin. Finalmente añade que Mitre califica dicho documento
"Los Autos mismos manifestarán a V.E. que su voluntad decidi­
como la primera acta de confederación del Río de la Plata.56
da es unirse con esa Ciudad, y demás confederadas no sólo para
Asimismo , Efraim Cardozo considera la existencia de .un
conservar una recíproca amistad, buena armonía, comercio y
"plan federal del Dr. Francia" como solución de compromlso
correspondencia, sino también para formar una sociedad fun­ .
que permitiría, por un lado, "conservar la libertad de � a patna;
dada en principios de justicia, equidad y de igualdad."
por el otro el deseo ardiente de no romper la reconocIda natu­
ral hermandad con Buenos Aires y los demás pueblos del Río
Al igual que otras ciudades rioplatenses las autoridades
de Asunción jamás admitieron la preeminencia de Buenos Ai­ de la Plata"y Y si bien reconoce que dicho plan no fue enuncia­
res. Se ampararon para ello en la afirmación del carácter de do sistemáticamente en la citada nota del 20 de julio ni en nin­
órgano soberano atribuido a la Junta, que quedó en evidencia gún otro documento, afirma que sus líneas generales pueden
al reservarse ésta expresamente el derecho de ratificar "cual­ rastrearse a través de los distintos textos oficiales elaborados
en 1811. Ellos propondrían una unión entre todas las provin­
quier reglamento, forma de gobierno o constitución que se dis­
pusiese en dicho Congreso general".54 cias rioplatenses y aun las del resto de la América hispana, asen­
El bando del 14 de septiembre de 1811 dado por la Junta tada sobre los principios de independencia civil e igualdad po­
Gubernativa del Paraguay y el tratado con Buenos Aires del 12 lítica. Para este autor, el plan era contrario a los deseos del go­
de octubre de ese mismo año establecieron la independencia bierno central de Buenos Aires, para el cual entrañaba la anar­
definitiva de aquella "provincia", mientras que en el artículo quía y la disolución en un momento sumamente crítico por la
quinto del tratado se acordó la construcción de lazos que "deben precaria situación militar del Alto Perú y de la Banda Oriental.
unir ambas Provincias en una federación y alianza indisoluble" Tanto para Chaves como para Cardozo, la opción porteña
y "conservar y cultivar una sincera, sólida y perpetua amistad", oscilaba entre dos extremos: la sujeción o la alianza, a pesar de
así como que esta última implicaba el reconocimiento de �a independ�ncia
del Paraguay. Asimismo, para el último de los cItados, la alIanza
se encontraba "mucho más cerca de los auténticos sentimientos
"auxiliarse y cooperar mutua y eficazmente con todo género de
auxilios según permitan las circunstancias de cada una, toda vez
paraguayos, que el plan federal del Dr. Francia, concebido con
mero espíritu transaccionista"S8 , Y que quedaría sepultado para
que lo demande el sagrado fin de aniquilar y destruir cualesquier
siempre.
Enemigos que intente oponerse a los progresos de nuestra justa
La discusión sobre la prioridad de uruguayos, paraguayos
Causa, y común Libertad."55
o argentinos en la enunciación de una solución federal no parece
En consecuencia, el tratado relegó a un incierto futuro la demasiado relevante. Como se ha comentado más arriba, la
alternativa del "federalismo" era lugar común en la literatura
posibilidad de una confederación y se limitó a establecer tan
sólo una alianza militar. política de la época y cualquier letrado iberoamericano no
Julio César Chaves considera el bando del 20 dejulio como dej aba de estar informado al respecto, incluyendo en esto las
.
documento pionero de la idea de federación en el Río de la Plata muy d i fundidas informaciones respecto del federalIsmo
norteamericano. Vista desde esta perspectiva, y teniendo en

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cuenta la formación en el derecho natural y de gentes de las "La confederación de esta provincia con las demás de nuestra
elites americ anas de los albore s del siglo XIX, la unión 'América, y principalmente con las que comprendía la demarca­
confederal resultaba ser el modo más natural de conciliar las ción del antiguo virreinato, debía ser de un interés mas inme­
prete ? siones autonó micas de ciudad es y/o provin cias, y la diato, mas asequible, y por lo mismo mas natural, como de pue­
necesId ad de contrarrestar la debilid ad de esos nuevos sujetos blos no solo de un mismo origen, sino que por el enlace de parti­
soberanos, así como los riesgos de conflictos entre ellos. Tal culares recíprocos intereses parecen destinados por la naturale­
como la alianza o la confederación planteadas por el Paraguay za misma a vivir, y conservarse unidos ... "61 ,
buscab a salvagu � rdar sus derech os sobera nos a la vez que
protegerse de los mtentos de Buenos Aires por subordinarlo. A pesar del tratado firmado, las relaciones con Buenos
Lo� t��tos re�a�ivos a las iniciales propuestas paraguayas Aires se caracterizaron por las tensiones constantes originadas
de aSOClaC lOn pohtIc a que se conservan poseen las misma s por el incumplimiento recíproco de las cláusulas acordadas. La
caracterí�t� cas de las iniciativas confederales sourgidas en toda renuencia del Paraguay al enVÍo de auxilios militares, la subsis­
Iberoamenca a partir de los primeros intentos independentistas. tencia de impuestos a la yerba y el tabaco y los obstáculos para
El fundamento de ellos, más allá del grado de conocimiento de la el arribo de armas a aquella provincia provocaron finalmente
experiencia norteamericana -que por otra parte fue en todas la ruptura entre ambos gobiernos .
partes de Iberoamérica mucho mayor de lo que la historiografía Sin embargo, las autoridaqes porteñas propiciaron e l res­
respectiva había supuesto-, era el derecho natural y de gentes, tablecimiento de las relaciones bilaterales y, con el pretexto de
base de la conduc ta política de ese entonce s. El objeto del la reunión de la Asamblea General Constituyente, enviaron a
Congreso General de las Provincias propuesto por Buenos Aires Nicolás Herrera con el propósito de lograr la anexión de la pro­
a juicio de quienes el 9 de junio de 18u separaron del mando ai vincia del Paraguay a las demás rioplatenses. La negativa podía
goberna dor Bernard o Velazco, debía ser el de "formar una significar para Paraguay la asfixia económica. Pese a las pre­
asociación justa, racional, fundada en la equidad y en los mejores siones, el congreso convocado el 30 de septiembre de 1813 para
principios de derecho natural, que son comunes a todos ... "59 tomar una determinación al respecto no sólo desestimó aquella
Entre esos principios de derecho natural figuraba en pri­ posibilidad, sino que dictó un reglamento que estableció, entre
mer término el del consentimiento, requisito ineludible para otros puntos, el reemplazo de la voz provincia por la de repú­
que cada parte de una nueva entidad política fuera incluida en blica para la denominación del nuevo Estado, la creación de un
ella, así como la formalización del pacto de sociedad necesario Poder Ejecutivo integrado por dos cónsules, y la adopción de
para darle forma. Tales rasgos iusnaturalistas se observan tam­ una bandera y un escudo.
bién en la resolución del Congreso General de la Provincia re­ No obstante la mala acogida de su misión y su rotundo
unido en Asunción el 17 de junio de 18u, que manifiesta la dis­ fracaso, Herrera intentó convencer sin éxito al Dr. Francia, en
posición del Paraguay de establecer no sólo relaciones de amis­ ejercicio del consulado, sobre las ventajas de renovar el tratado
tad con Buenos Aires "y demás provincias confederadas, sino del 12 de octubre de 18u o al menos el mantenimiento de la
que también se una con ellas para el efecto de formar una so­ negociación a través de plenipotenciarios. La política exterior
ciedad fundada en principi os de justicia , de equidad y de igual­ de Francia se caracterizó de allí en más por el aislamiento di­
dad".60 plomático y el principio de no intervención. Así, los pedidos de
Estos principios confederales, incluido el requisito de pre­ alianza de Artigas para enfrentarse con Buenos Aires, luego del
via ratificación, por las partes confederadas, de las resolucio­ rechazo de los diputados orientales por parte de la Asamblea
nes del proyectado Congreso General de las Provincias, son rei­ Constituyente, merecieron la misma negativa. Francia se abs­
terados en la más conocida nota del 20 de julio, atribuida al Dr. tuvo de participar en el conflicto y limitó su acción al ofreci­
Francia, en la que se lee: miento de mediación y buenos oficios.
En 1815 Alvear impulsó la reanudación de las relaciones

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.J O S I'> A R LO S C I I I A R A M O N T I! NA 'ION Y ESTADO EN I lIEROAMItRICA

con el Paraguay e incluso invitó a su gobierno a enviar una vez estas autoridades permanecía demasiado tiempo en sus
más un diputado al Congreso de Tucumán. Francia contestó que cargos. 63 •

la propuesta podía resultar insultante, Un índice del poco transformado sustrato de la VIda
política paraguayo luego de la muerte del Dr. Francia, lo ofrece
" . . . porque pretender que una República independiente envíe la persistencia del papel político del cabildo de Asunción.
Diputados a un Congreso de los Provincianos de otro Gobierno, Cuando muerto Francia se suceden tres gobiernos provisorios,
que precisamente ha de ser mayor en número : es un absurdo, y el Congreso de 1 8 4 1 que organiza el segundo gobierno consular
un despropósito de marca ... "62 resuelve que, en caso de discrepancia entre los dos cónsules de
la República que tendrían a su cargo el gobierno, "la dirimirá el
En la década del 20 las misivas del gobernador bonaerense Presidente del cuerpo municipal", así como si uno de los
Martín Rodríguez y de su ministro Rivadavia, así como las del cónsules estuviera impedido de ejercer sus funciones judiciales,
gobernador correntino Pedro Ferré, formuladas en distintas lo reemplazaría en causas graves un juzgado eventual formado
oportunidades, fueron ignoradas por el Dr. Francia. En 1830 por el otro cónsul, uno de los alcaldes ordinarios y el procurador
Rosas le envió una carta por conducto de Policarpo Arozena, general de la ciudad [q.e Asunción] .64
quien logró llegar a Asunción y entrevistarse con él. Sin
embargo, debió salir al día siguiente de territorio paraguayo y
nunca se supo qué se trató en esa conversación. Ésta fue la EL DERECHO NATURAL Y DE GENTES EN EL IMAGINARIO
última tentativa rioplatense de acercamiento. POLíTICO DE LA ÉPOCA
A la vez, la organización interna del Paraguay no se ajustó
ni a las formas federales ni a las confederales. En cambio, un Para poder comprender el significado de época de esta va­
fuerte centralismo, reforzado por el control personal que ejerció riedad de formas de concebir el derecho a la autonomía política
sobre todos los asuntos del Estado, caracterizó la política interna por las ciudades y provincias que se calificaban a sí mismas de
durante la gestión del Dr. Francia. Los cabildos de Asunción y "americanas", formas que van de la simple autonomía, a la in­
Villarrica -que eran las principales ciudades del Estado­ dependencia a secas o a la independencia "absoluta", y para
fueron suprimidos en 1824, y sólo subsistieron los existentes explicarnos asimismo el hecho de que no se veía contradicción
en las poblaciones de menor importancia. De tal manera, alguna en conjugar esas tendencias autonómicas o indepen�en­
dejaron de existir las únicas instancias sobre l a s que podría tistas con la búsqueda de integración política en pactos, hgas,
haberse fundado una estructura federal o confedera!. confederaciones, o en Estados federales o unitarios -estos úl­
La exigua burocracia estaba compuesta por un ministro timos denominados comúnmente "centralizados"-, es necesa-
del tesoro y su asistente, y un secretario de gobierno. En los rio recordar las peculiaridades de las concepciones que guia­
centros de mayor población se hallaban los comandantes ban entonces las prácticas políticas. Pues más allá de prestigio-
político-militares, quienes ejecutaban en su j u risdicción las
órdenes de Francia. En las zonas de frontera o de contacto
comercial con el exterior (Itapúa y Pilar) las autoridades
sas referencias a autores célebres, hay que advertir la existen-
cia de un trasfondo común de doctrinas y pautas políticas, \\
conformadoras del imaginario de la época, que los letrados ha­
tomaban el nombre de subdelegados, que mantenían una fluida bían absorbido en sus estudios universitarios, en las aulas o
y detallada correspondencia con el Dr. Francia. Paulatinamente, fuera de ellas, y transmitido en escritos, tertulias, periódicos,
las demás funciones de gobierno fueron quedando a cargo de ceremonias y otras formas de difusión del pensamiento de ese
jueces de distinta clase, que resolvían asuntos de carácter entonces. Se trata de las pautas del derecho natural y de gen­
judicial y administrativo. Las apelaciones y los casos de traición, tes, el que, lejos de conformar solamente un capítulo de la his­
conspiración o robos infames eran delegados directamente al toria de las doctrinas jurídicas, constituyó, en tiempos en que
Supremo. Al igual que la oficialidad del ejército, ninguna de aún no habían nacido la sociología ni las hoy denominadas cien-

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cias políticas, el fundamento del derecho político y, por l o tan­ "Las Naciones o los Estados soberanos, siendo personas noto­
to, de las prácticas políticas de la época.65 riamente morales son de una naturaleza y organización, aunque
Sin perjuicio de distinguir las variantes, a veces antagóni­ análoga pero distinta de cada Individuo particular. . . "
cas, de algunas concepciones de ese derecho, variantes que no
dejaron de reflejarse en los antagonismos políticos desatados Y, por su parte, el venezolano Andrés Bello explicaba:
por las independencias iberoamericanas, es preciso advertir la
existencia de un campo compartido de supuestos políticos. Es "La cualidad especial que hace a la nación un verdadero cuerpo
de notar así que, mientras buscamos en las páginas de los pe­ político, una persona que se entiende directamente con otras de
riódicos de ese entonces las menciones de aquellos más conoci­ la misma especie bajo la autoridad del derecho de gentes, es la
dos autor�s cuya influencia nos interesa verificar, o los .párra­ facultad de gobernarse a sí misma, que la constituye indepen­
fos que la testimonian aun sin nombrarlos, se nos escape una diente y soberana."66
frase, casi una muletilla, frecuentemente repetida: "lo que co­
rresponde por derecho natural", o "en virtud del derecho natu­ Congruentemente con este criterio, se entendía que todas
ral", u otras variantes de lo mismo, así como la recurrencia a las naciones eran iguales entre ellas, independientemente de
autores hoy poco recordados, de lugar secundario en los ma­ su tamaño y poder. En virtud del derecho natural, escribía el ya
nuales de historia de las doctrinas políticas, si se atiende al si­ citado Vattel, "una pequeña república no es menos un Estado
tio concedido a Hobbes, Locke o Rousseau, pero entonces auto­ soberano que el reino más potente". Y Sáenz afirmaba que el
ridades indiscutidas, como el citado Vattel. derecho mayestático " ... tanto le corresponde a una pequeña
¿Qué era el derecho natural en la época? ¿Cómo podemos República cual la de San Martín [sic: ¿San Marino?] como al
conocer mejor la concepción de aquello que, por constituir el imperio de Alemania ... " Y lo mismo apuntaba Bello:
fundamento de la comunidad y de sus relaciones con otras, po­
cas veces se lo hacía objeto de algo más que una simple men­ "Siendo los hombres naturalmente iguales, lo son también los
ción? Para tal propósito, los manuales de derecho natural y de agregados de hombres que componen la sociedad universal. La
gentes utilizados en las universidades, tales como los ya cita­ república más débil goza de los mismos derechos y está sujeta a
dos más arriba, son una excelente vía de acceso a las concep­ las mismas obligaciones que el imperio más poderoso." 67
ciones que fundamentaron gran parte del proceso de formación
de los Estados del período. Ante todo, porque si atendemos a lo Esta conciencia de la igualdad de derechos en su relación
ya apuntado respecto a la inexistencia de una "cuestión de na­ con las demás entidades soberanas, independientemente de las
cionalidad" en el proceso de formación de los nuevos Estados, diferencias de tamaño, riquezas y poder, es uno de los puntales
se explicará mejor esta proliferación de "repúblicas", "pueblos de las prácticas políticas del período y alienta la sorprendente
soberanos", "ciudades soberanas", "provincias/Estados sobera­ emergencia de esas ciudades que, como la citada Jujuy de 1811,
nos", empeñados en defender su autonomía y amparar su inte­ quería ser "una pequeña república que se gobierna a sí misma".
gridad, sin perjuicio de su voluntad de unión con otras simila­ Dado que, como argüía Bello ...
res entidades soberanas.
En primer lugar, recordemos que, según el derecho de "Toda nación, pues, que s e gobierna a s í misma, bajo cualquiera
gentes, todas las naciones o Estados eran "personas morales", forma que sea y tiene la facultad de comunicar directamente con
a las que, en cuanto tales, les eran también pertinentes las las otras, es a los ojos de éstas un estado independiente y sobe­
normas del derecho natural. Escribía el ya citado catedrático rano."68
de derecho natural y de gentes de la Universidad de Buenos
Aires: El concepto es el de una antigua tradición del derecho de
gentes, que Bodino explicaba de una manera que puede sorpren-

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Jose CARLOS CIII ARAMONTE ------- NA ·IÚN Y ESTADO EN 18EROAM�RICA

demos: mientras haya un poder soberano, fuere individual o blos soberanos que en la medida en que perciben los riesgos de
colectivo, existe una república, la cual debe contar, al menos, una subsistencia independiente, dada la debilidad de sus re­
con un mínimo de tres familias, compuestas éstas con un míni­ cursos económicos y culturales, tienden a alejarse de la aspira­
mo de cinco personas ... 69 Es decir, una república soberana po­ ción a la "independencia absoluta" para asociarse a aquellos con
día existir con un mínimo de quince personas ... quienes tienen mayores vínculos, sin resignar su condición de
Se trataba de una independencia que no impedía la inser­ personas morales y el amparo del principio del consentimien­
ción en una entidad política mayor. Así Bello enumeraba, luego to para su libre ingreso a alguna nueva forma de asociación
de lo recién citado, una variedad de formas que podía adquirir política.
esa calidad soberana, inventario que nos ayuda a comprender Pero aproximadamente luego de 18 3 0 se registra ya el in­
lo limitado de la tradicional restricción de alternativas a la di­ flujo del principio de las nacionalidades y comienzan a formu­
cotomía de colonia o país independiente: larse proyectos de organización o de reforma estatal en térmi­
nos de nacionalidad. Congruentemente, los intelectuales insta­
"Deben contarse en el número de tales [estados independientes larían esa cuestión en la cultura de sus respectivos países, y la
y soberanos] aun los estados que se hallan ligados a otro más preocupación por la existencia y las modalidades de una nacio­
poderoso por una alianza desigual en que se da al poderoso más nalidad sería de allí en más predominante en el debate cultu­
honor en cambio de los socorros que éste presta al más débil; los ral. Sin embargo, a excepción de Brasil, el resto de los pueblos
que pagan tributo a otro estado; los feudatarios, que reconocen iberoamericanos poseía un serio obstáculo para reunir las con­
ciertas obligaciones de servicio, fidelidad y obsequio a un señor; diciones exigidas por aquel principio. Y testimoniarían, pero en
y los federados, que han constituido una autoridad común per­ esto también como Brasil, que en realidad sus respectivas na­
manente para la administración de ciertos intereses; siempre que cionalidades, y su figura en el respectivo imaginario, son un pro­
por el pacto de alianza, tributo, federación o feudo no hayan re­ ducto, no un fundamento, de la historia del surgimiento de los
nunciado la facultad de dirigir sus negocios internos, y la de en­ Estados nacionales. El obstáculo, paradójicamente, no era el de
tenderse directamente con las naciones extranjeras. Los estados no poseer rasgos definidos de homogeneidad cultural sino el de
de la Unión Americana han renunciado a esta última facultad, y compartirlos de un extremo al otro del continente.?' Si el prin­
por tanto, aunque independientes y soberanos bajo otros aspec­ cipio de las nacionalidades hubiera debido aplicarse no podía
tos, no lo son en el derecho de gentes. "?O ser de otra forma que en una sola nación hispanoamericana.
Esto, aclaro, no significa que considere factible tal proyecto y
De tal manera, tenemos algunos de los hilos fundamenta­ lamente su no concreción.?2 Pues tal como lo veían ya los pri­
les para entender mejor el proceso de organización de los nue­ meros líderes de la Independencia, una nación hispanoameri­
vos Estados iberoamericanos. La definición de una legitimidad cana era imposible por razones prácticas concernientes princi­
política a partir de la doctrina de la reasunción del poder por palmente a la enorme extensión del territorio, la irregularidad
los pueblos, la adopción de un estatuto de autonomía fundado de la demografía y al estado de las comunicaciones.
en la calidad soberana que aquella doctrina suponía y, a partir
de allí, la búsqueda de una mayor fortaleza y defensa ante el
mundo exterior a Iberoamérica, o ante los propios pueblos ve­ ESTADO NACIONAL Y FORMAS DE
cinos, mediante una variedad de soluciones políticas que iban REPRESENTACIÓN POLÍTICA
del extremo de las simples alianzas transitorias al del Estado
unitario. Una visión tradicional de este proceso atribuía al sen­ Si abandonamos entonces la obsesión por la cuestión de
timiento de la nacionalidad la formación de esas diversas enti­ la nacionalidad, se hacen más comprensibles las pautas que
dades estatales que reunirían a las "soberanías" menores. Pero guiaban la conducta política de los pueblos iberoamericanos.
una interpretación más verosímil muestra un conjunto de pue- Cómo proteger la autonomía dentro de la asociación política

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J o s /! C A R L O S C I I I A R A M O N l' E NA 'ION Y ESTADO EN I IIJ¡ROAMItR ICA

por constituir, cómo ingresar a ella con libre consentimiento imperativo y proponía considerar a los diputados como
-preservando la calidad de persona moral que confería un es­ representantes de la nación:
tatuto de igualdad a todas las partes, independientemente de
su poderío real-, cómo armonizar la soberanía de las partes "Al pueblo se le ha de conducir, no obedecer. Sus diputados no

\ con la del Estado por erigir, eran todas cuestiones centrales


que absorbían el interés de esa gente. Entre ellas, la cuestión
de la representación política, indisolublemente anexa a la de
son los mandaderos, que hemos venido aquí a tanta costa y de
tan largas distancias para presentar el billete de nuestros amos.
Para tan bajo encargo sobraban lacayos en las provincias o pro­
la soberanía, constituiría permanente terreno de disputa. En­ curadores o corredores en México."
\ - tre la calidad del diputado como apoderado, que al antiguo
I estilo de la diputación a las Cortes castellanas perduraría como Y, consiguientemente, sostenía:
i expresión de los pueblos soberanos hasta bien entrado el siglo
XIX, y la de diputado de la nación, que las tendencias centra­ "La soberanía reside esencialmente en la nación, y no pudiendo
lizadoras intentaron imponer temprana e infructuosamente, ella en masa elegir sus diputados, se distribuye la elección, por
la figura del agente diplomático, correspondiente a la calidad las provincias; pero una vez verificada, ya no son los electos, di­
de pueblos independientes y soberanos, se impondría, por putados precisamente de tal o tal provincia, sino de toda la na­
ejemplo, en el caso de las llamadas provincias argentinas que ción. É ste es un axioma reconocido de cuantos publicistas han
terminarían por suscribir el Pacto Federal [confederal] de tratado del sistema representativo."75
1831.73
El carácter soberano de las ciudades, y luego de las provin­ Lograr el consentimiento necesario para la erección de un
cias rioplatenses, tuvo así expresión en un rasgo central de la Estado nacional implicaba de hecho que los diputados de las
vida política del período, como lo es el tipo de representación. partes concurrentes al acto constitucional revistiesen la cali­
En todas las reuniones para intentar organizar constitucional­ dad de diputados de la nación y abandonaran la antigua cali­
mente un nuevo Estado, o para arreglar asuntos diversos entre dad de procuradores o la reciente de agentes diplomáticos que
algunas de las ciudades, luego provincias, los diputados tenían convalidaba su independencia soberana. Cuando la maduración
inicialmente carácter de apoderados, a la manera de los "pro­ de los factores propicios al éxito de aquella iniciativa lo hizo
curadores" del Antiguo Régimen español. Pese a los intentos, posible, como en el caso argentino, el requisito indispensable
muy tempranos, por convertir a esos apoderados en "diputados fue que los diputados al Congreso Constituyente de 1853 revis­
de la nación" -el primero de ellos registrado ya en la Asamblea tieran esa calidad y abandonaran la de ser apoderados de sus
\
\ \ ) del Año XIII-, el mandato imperativo prevaleció en este tipo pueblos. En el citado Acuerdo de San Nicolás, de 1852, previo
de reuniones hasta que luego del fracaso del nuevo Congreso al Congreso Constituyente del año siguiente, se eliminó el man­
Constituyente en 1827, las provincias se asumieron explícita­ dato imperativo mediante la significativa resolución que
mente como sujetos de derecho internacional, reglando sus re­ transcribimos:
laciones como tales y designando a sus diputados como "agen­
tes diplomáticos".74 Recién en 1852, en la reunión de los gober­ "El Congreso sancionará la Constitución Nacional a mayoría de
nadores argentinos preparatoria del Congreso Constituyente de sufragios; y como para lograr este objeto sería un embarazo
1853, cuyas resoluciones son conocidas como Acuerdo de San insuperable que los Diputados trajeran instrucciones especiales
Nicolás, se impuso definitivamente el carácter de "diputado de que restringieran sus poderes, queda convenido que la elección
la nación" a los futuros congresistas. se hará sin condición ni restricción alguna, fiando a la concien­
En el otro extremo del continente, el ya citado líder cia, al saber y al patriotismo de los Diputados el sancionar con
centralista mexicano fray Servando Teresa de Mier, en ocasión su voto lo que creyesen más justo y conveniente, sujetándose a

\ del Congreso Constituyente de 1823, impugnaba el mandato lo que la mayoría resuelva sin protestas ni reclamos."

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NA 'IÓN Y ESTADO EN IUEROAMIl RICA
Jos� CARLOS C U I ARAMONTE

no indica, en manera alguna, una supuesta identidad étnica ori­


y otro artículo hacía más explícita la voluntad d e conside­ ginaria que habría sido el sustento de estos Estados. Ni la his­
rar a los constituyentes como "diputados de la nación" y no apo­ toria del Brasil, ni la de los pueblos hispanoamericanos, avalan
derados de sus provincias: tal presunción. En cambio, esa historia proporciona valiosos ele­
mentos de juicio para verificar cuáles fueron los acuerdos polí­
"Es necesario que los Diputados estén penetrados de sentimien­ ticos que dieron lugar a la aparición de diversas nacionalidades
tos puramente nacionales para que las preocupaciones de loca­ y, por otra parte, cuáles fueron los procedimientos utilizados
lidad no embaracen la grande obra que se emprende: que estén por el Estado y los intelectuales -los historiadores en primer
persuadidos que el bien de los pueblos no se ha de conseguir por lugar- para contribuir a reforzar la cohesión nacional median­
exigencias encontradas y parciales, sino por la consolidación de te el desarrollo del sentimiento de nacionalidad siguiendo, por
un régimen nacional, regular y justo: que estimen la calidad de lo común, criterios difundidos a partir del romanticismo.
ciudadanos argentinos antes que la de provincianos. "76

Aunque en ciertos casos los acuerdos necesarios fueron


fruto del condicionamiento de las negociaciones por la imposi­
ción de una ciudad o provincia más fuerte, la emergencia del
,) Estado nacional, si ajustada a derecho, sería entonces fruto de
un acuerdo contractual. Esa sustancia contractual, paradójica­
mente, consistiría en renunciar a la antigua naturaleza de los
representantes, y a la correspondiente calidad de personas mo­
rales soberanas de sus comitentes, mediante la comentada fic-
? ción jurídica de suponer una nación previa para imputarle la
I soberanía.?7
De tal manera, la relación Estado y nación cobra otra fiso­
nomía. No se trata ya, entiendo, de examinar qué es primero y
determinante de lo otro. Si es la nación la que da origen al Es­
tado o, como se ha solido alegar desde hace cierto tiempo atri­
buyendo a esta perspectiva el valor de hecho de una anomalía,
si es el Estado el que conformó la nación/8 Se trata, si bien
miramos, de un falso dilema, originado por la ya comentada
confusión introducida por el enfoque anacrónico del principio
de las nacionalidades. Pues, de hecho, lo que se intenta al afir­
mar que es el Estado el que habría creado la nación, no es otra
cosa que subrayar la conformación de una determinada nacio­
nalidad por parte del Estado. Y, en tal caso, la composición de
lugar que actualmente parece más razonable es la de advertir
que no hay mucho de qué sorprenderse pues así parece haber
sido el caso de la generalidad de las naciones modernas, no sólo
de las iberoamericanas/9 Si, como es evidente, podemos reco­
nocer la existencia de fuertes sentimientos de nacionalidad en
las poblaciones de los diversos Estados iberoamericanos, esto

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IV. FUNDAMENTOS IUSNATURALISTAS DE LOS
MOVIMIENTOS DE INDEPENDENCIA"

Una vez examinadas diversas manifestaciones de la rela­


ción entre los movimientos iberoamericanos de independencia
y el iusnaturalismo, así como ciertos prejuicios que pueden di­
ficultar la labor del historiador, creo conveniente abordar, en
una perspectiva más general, algunos rasgos del enfoque que
sobre la historia de la nación surgen de la historiografía recien­
te y que han producido notables innovaciones en el estudio del
tema.

1. LA HISTORICIDAD DE LAS NACIONES Y DEL CONCEPTO


DE NACIÓN

Recordemos previamente que después de un prolongado


descuido del tema, la preocupación por los orígénes nacionales
ha cundido entre los historiadores en las úhimas décadas. Se
ha observado qu� durante el siglo XIX y la primera mitad del
pasado se publicaron muy pocos trabajos sobre el tema, algu­
no's de naturaleza académica y otros, producto de las preocu­
paciones políticas de intelectuales socialistas, miembros de la
Segunda Internacional. Pero en los últimos treinta años la pro­
ducción se ha incrementado notablemente, según recordamos
en el primer capítulo.
De esta renovación del interés de los historiadores por la
formación de l<l;s naciones contemporáneas interesa destacar
dos aspectos sustanciales. El primero de el!os consiste en el re­
conocimiento de la historicidad, o "artificialidad", de la nación.
Esto es, un enfoque que considera a la nación no un fenómeno
natural sino un producto histórico, transitorio, que no siempre
existió, aparecido en cierto momento -fines del siglo XVIII en
adelante- y que por consiguiente podría dejar de existir en el
futuro.
Un detalle no intrascendente de este primer aspecto de la
cuestión, que es importante subrayar, es algo no ausente de la

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J o s (, A I U, O S C I I I A R A M O N T E NAt'IÓN y ESTADO EN r U EROAM lt R I CA

bibliografía europea dedicada al tema, pero de poco relieve en expresión de esa fuerza natural. Los instintos infantiles, escri­
la específicamente iberoamericana. Me refiero a que ese enfo­ bía en 1851 uno de los teóricos del principio de las nacionalida­
que sobre la historicidad de la nación no es resultado de la re­ des, son
ciente historiografía sino que había sido ya sostenido por Er­
nesto Renán en su clásico ensayo ¿Qué es una nación? (1882) : " .. ,el germen de dos poderosas tendencias del hombre adulto, de
"Las naciones no son eternas. Han tenido un comienzo y ten­ dos leyes naturales de la especie, de dos formas perpetuas de
drán un fin."1 asociación humana, la familia y la nación, Hijas ambas de la
Si el vaticinio formulado por Renán puede encontrar me­ naturaleza, y no del artificio, compañeras inseparables del or­
nor aceptación -por otra parte no compromete la especifici­ den social. . "2
.

dad de la labor de los historiadores, volcada al pasado- su aser­


to sobre el origen histórico de las naciones posee ahora mayor Generalmente, la asociación del concepto de identidad al
consenso. Sin embargo, es cierto que el reconocimiento de la de nación, partía del supuesto étnico, y si en el caso considera­
artificialidad y presunta transitoriedad histórica del fenómeno do no se verificaba su existencia, se lo postulaba. Un distinto
nación no se generalizó como criterio de investigación históri­ punto de vista al respecto es, como se sabe, aquel que atiende a
ca hasta hace muy poco tiempo. Es decir, que lo peculiar de la la "invención" de las tradiciones que contribuyen a formar la
reciente tendencia historiográfica sobre el problema de la na­ conciencia de identidad.3 Este concepto de invención histórica
ción es el haber convertido en un posible criterio normativo de ha sido señalado con razón como de efectos "devastadores" para
la disciplina algo que hasta entonces existía como u�a poco atra­ toda una antigua y muy fuerte tradición historiográfica, pues el
yente tesis de un intelectual positivista y socialista del siglo XIX. movimiento de historización del fenómeno nacional se ha ex­
Pero se ha efectuado además una revisión crítica de la antigua tendido hasta incluir en él al mismo concepto de lo étnico. Así,
perspectiva que asociaba la emergencia de las naciones contem­ también la etnicidad puede ser concebida como una especie de
poráneas a las demandas de existencia política independiente "invención", resultado de una construcción cultural, integrán­
por parte de conglomerados humanos étnicamente homogéneos. dola en el dominio de la Historia y restándole el valor de pri­
Es decir, un cuestionamiento del supuesto de la existencia de mordial e inmodificado dato biológico o cultural.4
un nexo necesario entre sentimientos de identidad y génesis de Este criterio relativo a la naturaleza del vínculo entre el
los Estados nacionales contemporáneos, supuesto que había fenómeno de la formación de esas naciones, por un lado, y los
formado parte sustancial del llamado principio de las naciona­ sentimientos de identidad colectiva, por otro -sentimientos que
lidades, difundido contemporáneamente al romanticismo. En a partir de críticas como las recién reseñadas pasan a ser consi­
virtud de esta crítica del principio de las nacionalidades, éste derados más bien producto que fundamento-, resulta enton­
pierde su valor de explicación del fenómeno nacional, y puede ces de la mayor importancia para el tratamiento histórico del
ser considerado una forma, ideológica, de formular reivindica­ problema de los orígenes de las naciones iberoamericanas. Por­
ciones por parte de líderes políticos de las sociedades contem­ que la dificultad entrañada por la interpretación de los oríge­
poráneas, pero que con el tiempo ha pasado a convertirse en nes de las naciones en términos del principio de las nacionali­
postulado indiscutible para los súbditos de cada Estado. dades no se disipa al admitir la historicidad tanto del fenóme­
Afirmar, entonces, el carácter "artificial", construido, del no nación como del sentimiento de nacionalidad. Dado que aun
fenómeno nación, lleva inevitablemente a su disociación del fun­ así, si no se advirtiera lo recién señalado respecto de la crítica
damento étnico que se le ha concedido predominantemente en del supuesto vínculo entre sentimientos de identidad y emer­
el pensamiento contemporáneo. Porque frente a la innegable gencia'de la nación, podría concebirse a las naciones como ex­
calidad de "artefacto" político que ostenta el Estado, la nación, presión política de nacionalidades preexistentes, fundando esta
asumida en clave étnica, había sido concebida como lo natural, perspectiva en las manifestaciones de sentimientos de identi­
como lo dado, y los sentimientos de identidad nacional como dad colectivos registrados tanto en la América colonial, ya en

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.] O l;J t'I. CA R LO S C I I I A R A M O N 'I'E
------- NACiÓN y ESTADO EN IIlEROAM t'l.RICA

tiempos muy anteriores a las indepen dencias iberoamericanas, mero eran ciudades y posteriormente se organizaron con diver­
como en Europa, donde son conocid as las manifestaciones de so éxito como Estados "provinciales", pero que en realidad ter­
patriotismo y otras formas de identidad grupal por ejemplo en minaron actuando hacia 1830 no como provincias sino como
los siglos XVI o XVII. Estados soberanos independientes, sujetos de derecho interna­
Se trata de una relación compleja y al mismo tiempo de ciona1.8 Un examen comparativo con la historia de otras nacio­
un también compl ejo problema de criterio histórico. Quizá, la nes iberoamericanas permitiría observar la similitud de la ma­
mejor forma de acercarse a él es recordar que, si bien es inne­ yor parte de los procesos de formación de los Estados ibero­
gable que han exis tido a lo largo de la historia grupos humano s americanos con estos rasgos del proceso rioplatense.9 ,
cultural mente homogéneos y con concienci a de esa cualidad, Es cierto que una conciencia de rasgos culturales compar­
esto es, con sentimiento de identidad, lo nuevo del siglo XIX es tidos'podría haber favorecido el proceso de unificación política
la formulación política de un vínculo necesario entre ese rasgo que dio lugar al surgimiento de los Estados nacionales. La co �­
y la existencia en forma de Estado independiente .5 Destacamos tribución de ciertos sentimientos de identidad a la emergenCIa
esto porque consideramos que contribuye a superar uno de los de un Estado nacional, en cuanto factor concurrente, no deter­
preconceptos más a rraigados sobre la calidad "identitaria" del minante, no era ignorada en la literatura política de raíz ilus­
fundamento de las naciones contemporán eas.6 De este criterio trada que informa gran parte del proceso político de las prime­
surgen consecuencias diversas, de la mayor utilidad para el caso ras décadas del siglo XIX. Pero lo característico de tales casos
iberoamericano. , es que, si bien esos rasgos de identidad eran concebidos como
En primer lugar, nos obliga a preguntarnos qué es lo que factores que podían favorecer la unificación política, no se los
llevó a la formación de las naciones iberoamericanas si descar­ consideraba fundamento de una nación. Como es lógico en el
tamos el carácter fundacional de los sentimientos de identidad. racionalismo propio de la época, se enfocaba la conciencia de
Pero, previamente, s ería necesario también responder a otra los rasgos comunes en su conformación natural y en su mani­
pregunta escasamente formulada: ¿existieron sentimientos de festación psicológica, y se los reconocía como generadores de
identidad "nacionale s" en tiempos de las independ encias ... ? sentimientos de simpatía, pero no como un conjunto de valores
¿Por qué es complic ada esta última pregunta ? Porque en la definitorios de una nación.
medida en que la naturaleza de lo que llamamos "nación" es
incierta y debatible, s ería también incierta la connotació n "na­
cional" de los sentimientos de identidad colectiva entonces exis­
IDENTIDAD y LEGITIMIDAD POLíTICA.
tentes. En este punto, la mejor estrategia de trabajo es poster­
gar la respuesta a la última de esas preguntas y comenzar por ANÁLISIS DE ALGUNOS EJEMPLOS
otra anterior: ¿existieron sentimien tos de identidad colectiva
capaces de ser - soporte de pretensiones políticas? Si así fuera, Veamos algunos ejemplos al respecto. José María Álvarez,
¿cuáles eran ellos? jurista guatemalteco, eco moderado del reformismo ibérico de
Es necesario recordar que hacia 1810 en el Río de la Plata tiempos de la Ilustración -qu'e publicó en Guatemala, en 1820,
coexistían diversas formas de identidad p olítica, de las cuales una obra que tendría amplia difusión como manual universita­
la menos fuerte era justamente la que podría considerarse an­ rio tanto en Hispanoamérica como en Espa�a-, al ocuparse del
tecesora del sentimiento nacional argentino , sentimie nto que estamento de ciudad, formula las siguientes distinciones que
interesan para la comprensión del valor del término natural I
resultó un efecto y no una "causa" del proceso de formación del !
Estado nacional argentino.? La gestación del futuro Estado na­ (nativo) en el uso de la época, y que, de cierta manera, entrañan 1 ,

cional argentino no se fundaba en la emergencia de un senti­ su visión racionalista de los fundamentos de la identidad colec­
miento de identidad sino en compromisos políticos, de larga y tiva. Al escribir que el estado de ciudad es " ... aquél por el cual
accidentada elaboración, entre organismos soberanos que pri- los hombres son o no ciudadanos naturales, o peregrinos y ex­ 1I I
tranjeros", explica así su concepto de lo natural:

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J o s � C A R LO S C I I I A R A M O N 'l' E NA 'IÓN Y ESTADO I!:N lllEI{QAM�RICA

" ... No supone la ley ni exige en los individuos, que sean llama­
"Por naturaleza entendemos una inclinación que reconocen en­ dos a ser ciudadanos, haya de haber una afección preferente res­
tre sí los hombres que nacen o viven en una misma tierra y bajo pecto del país ; basta que sea una afección suficiente, y la prueba
un mismo gobierno. Esto proviene de que la naturaleza ha in­ es esta, que a los extranjeros a los tantos años de residencia, o
fundido amor y voluntad y ha enlazado con un estrecho vínculo con la circunstancia de estar afincado o arraigado se les conce­
de cierta inclinación a aquellos que nacen en una misma tierra o den los derechos de ciudadanos."'2
país: a semejanza de los que proceden de una familia, que se
aman con especialidad y procuran su bien con preferencia a los Para mejor percibir las diferencias de los lenguajes de épo­
extraños. Así pues, aquellos que se miran con los respetos de ca, es útil comparar los criterios predominantes durante el si­
traer su origen de una misma nación, se llaman naturales; y fuera glo XVIII y sus prolcngaciones, con el de uno de los principales
de estos, los demás son extranjeros."1O teóricos del principio de las nacionalidades, el ya citado
Mancini, en los argumentos vertidos en 1851 y 1852 en sus cur­
Similar perspectiva se puede verificar en diputados al Con­ sos de derecho en la Universidad de Turín, que hemos citado en
greso Constituyente reunido en Buenos Aires en 1824. En el de­ el primer capítulo de este libro. Recordemos que para Mancini
bate sobre ciudadanía, los sentimientos de identidad invoca­ ciertas propiedades y hechos constantes que se habrían mani­
dos, mencionados como "afección al país" o "amor al país", de festado siempre en cada una de las naciones que existieron a lo
ningún modo lo son en el sentido romántico de sentimiento largo de los tiempos, eran la región, la raza, la lengua, las cos­
nacional. Esto es claramente visible, por ejemplo, en el desta­ tumbres, la historia, las leyes y las religiones. Su conjunto, afir­
cado hombre de la independencia, Juan José Paso, diputado ma, compone la "propia naturaleza" de cada pueblo distinto y
por Buenos Aires, que discute una sugerencia de aplicar el prin­ genera una "particular intimidad de relaciones materiales y
cipio de ius sanguinis en la transmisión de la ciudadanía de morales", que tiene por legítimo efecto el de hacer nacer "una

I
padres a hijos. Nótese -superando la dificultad de un texto que más íntima comunidad de derecho, de imposible existencia en­
reproduce la compleja ilación de un discurso parlamentario no tre individuos de naciones distintas". Esa más "íntima comuni­
corregido- cómo se enfocan los sentimientos de pertenencia a dad de derecho" encarna en la idea de nacionalidad que, ad­ I
un lugar con un psicologismo de raíz naturalista: vierte, pese a haber ya comenzado a mostrar "su mágica poten­
cia", todavía se mantiene " ... en el estado de una vaga aspira­
"La primera luz que conoce y el primer objeto, es lo que hace la ción, de generoso deseo y tormento de espíritus elegidos, de
mas terrible impresión en todos los órganos de su vista, y estos misteriosa p asión, de indefinido y casi poético sentimiento, de
van progresivamente robusteciéndose, y la sensibilidad impulso instintivo de virginales inteligencias".'3
desplegándose mas hacia lo que le va afectando y haciendo apre­ Además de la distancia entre este lenguaje y el de quienes
ciar y gustar mas lo que se ve en el país que nace. Esto es indu­ escribían aún bajo la influencia de la cultura ilustrada, es de
dable. [ ... ] y no hay quien no conozca cuanto influye la afección notar que m ientras éstos enfocaban la comunidad de origen y
que se tiene al país en que uno nace, a sus instituciones, y a los vida social como propiciadora de rasgos psicológicos útiles para
derechos e intereses que se atacan o se defienden en él. Es de reforzar los lazos sociales, Mancini la concibe como fundamen­
mucha importancia que los ciudadanos sean tales; si es que esto to de una "comunidad de derecho".
vale algo; que al ver que el país se ataca se sienta conmovido ... "" Mancini había definido al derecho internacional como " .. .la
ciencia a la que corresponde propugnar el dogma de la inde­ I

El enfoque estrictamente político de las obligaciones sur­


gidas del nacimiento es mayor aún en su contrincante Valentín
pendencia d e las naciones".'4 Consiguientemente, la fundamen­
tal diferencia que establecía Mancini entre el antiguo derecho
1I
Gómez, que contesta a Paso de la siguiente manera: de gentes y el nuevo derecho internacional estaba en la sustitu­
ción de la n ación al Estado como objeto de ese derecho.'s
II
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J o s l1 C A R LO S C H I A RA M O N T E NACiÓN y ESTADO EN IIlEROAMI1RICA -------

Los testimonios que hemos transcripto antes de estos tex­ patria y nación. Pero, ante todo, no sólo hay que advertir su
tos de Mancini son útiles para percibir cómo, en un criterio de utilidad como un "indicador" de esos usos, sino también el va­
antiguo arraigo, la comunidad de rasgos cultur�les, si bien se lor de formadores de opinión que tuvieron los escritos de Feijóo,
estimaba propicia para ser utilizada por los gobernantes en fa­ ampliamente leídos tanto en España como en Hispanoamérica
vor del fortalecimiento del sentimiento de pertenencia a un durante el siglo XVIII.
Estado nacional, no era considerada fundamento de una na­
ción. Por ejemplo, un autor del siglo XVIII, de mucha influen­
En esos escritos de Feijóo se comprueba el uso reiterado \
cia en su época y sobre todo en Hispanoamérica, Gaetano
de la voz nación, en especial para aplicarla a franceses y espa-
ñoles, poblaciones que identifica por vivir bajo u n mismo go-
'1
\
Filangieri, que se explaya con elocuencia sobre el sentimiento ( \
bierno y unas mismas leyes.'9 Desde este punto de vista, en una
de patria en un texto dedicado a las "pasiones dominantes de crítica de la opinión que afirmaba la existencia de grandes dife­
los pueblos", afirma que de las pasiones del ser humano sólo rencias intelectuales, morales o físicas entre las diversas nacio-
existen dos que conducen al fin deseable, si el legislador las sabe nes, Feijóo sostiene que en lo sustancial esas diferencias son
introducir y difundir: el amot de la patria y el amor de la gloria. imperceptibles. Y analiza con detenimiento los prejuicios y los
La primera, "madre de todas las virtudes sociales", hace de la testimonios en contrario, relativos a naciones de todos los con­
segunda fuente de muchos prodigios.16 Si se cumpliesen, y so­ tinentes.20 Pero lo más notable de estos textos es la distinción
bre esto escribe varias páginas, todas las condiciones que con­ que efectúa de dos sentimientos generalmente asociados, si no
sideraba necesarias para mejorar la condición de los seres hu­ identificados, a partir de mediados del siglo XIX: el amor a la
manos patria y la pasión nacional, que considera como cosas distintas
y de opuesto valor:
"[¿]quién no ve que los varios deseos e intereses, las esperanzas
diversas del ciudadano vendrían a combinarse con esta pasión, "Busco en los hombres aquel amor de la patria que hallo tan ce­
y cómo en los pocos casos de colisión deberían ceder a su fuerza lebrado en los libros; quiero decir, aquel amor justo, debido,
sostenida y fortalecida por tantas partes? quién no ve que la vo­ noble, virtuoso, y no lo encuentro. En unos no veo algún afecto a
luntad sería admirablemente combinada con la obligación en esta la patria; en otros sólo veo u n afecto delincuente, que con voz
sociedad feliz y que para llevar el amor de la patria a aquél entu­ vulgarizada se llama pasión nacional."
siasmo que es el último grado de la pasión no se necesitaba más
que dar al pueblo los ejemplos luminosos de aquella virtud ex­ Sigue un largo párrafo en el que denuncia que los sacrifi­
traordinaria que el legislador debe buscar en la segunda de las . cios realizados supuestamente en aras de ese "ídolo" o "deidad
.
dos pasiones . . "17 imaginaria" que es la pasión nacional, se deben a intereses egoís­
tas (ventajas materiales, gloria, conservación del poder).21
Notar que se trata siempre de sentimientos y pasiones ra­ Feijóo realiza una extensa consideración, con uso de ejem­
cionalmente comprendidos y pasibles de ser inculcados a los plos históricos, de la arrogancia colectiva o la conveniencia per­
seres humanos desde el Estado, mientras no hay apelación a sonal que se encierra en esa pasión "hija legítima de la vanidad
fuerzas que arrastren al conjunto de los hombres a unirse en y la emulación" (la vanidad nos interesaría para que nuestra
forma de nación independiente. nación sea considerada superior a otras, y la emulación para
El criterio que informa la obra de Filangieri es similar al buscar el abatimiento de ellas) en la que atribuye a "ese espíri-

.\
del español Feijóo, aunque una mirada a tres escritos del céle­ tu de pasión nacional que reina en casi todas las historias" el
bre benedictino de la primera mitad del siglo XVIII permite que en muchos asuntos las cosas del pasado nos sean tan in­
mayores inferencias, algunas de ellas sorprendentes.'B Esos tex­ ciertas como las venideras. y al des�rib! r �OS diferentes senti-
tos, sobre todo el último, son de particular valor para aclarar dos en que se suele usar la voz patna d1Stmgue expresamente
una serie de cuestiones vinculadas al uso de época de las voces cuál es el que no considera válido -"aquel desordenado afecto

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J o s l1 C A R l. O S C I I J A R A M O N 'J' 1l NACIÓN y ESTADO EN IBEROAMI1RICA

que no es relativo al todo de la república, sino al propio y parti­ instancia subsiste por causa del interés personal; aunque no
cular territor io"-, advirtiendo que con el nombre de patria se condena un "afecto inocente y moderado al suelo nativo".
hace referencIa a cosas variadas: Podemos inferir, entonces, que la pasión nacional que
Feijóo repudia no es el sentimiento de identidad nacional que
" . . . no sólo se entiende la repúblic a o estado cuyos miembro s so­
conocemos hoy, sino un sentimiento de afección local o regio­
mos y a quien podemos llamar patria común, mas también la
nal . Efectivamente, el término nación es utilizado por él
provincia, la diócesis, la ciudad o distrito donde nace cada uno,
restrictivamente, en el viejo sentido de referir a grupos huma­
y a quien llamaremos patria particula r."
nos que comparten un origen común, desprovisto 'por lo tanto
de la carga político-estatal que tendrá en el siglo siguiente. Mien­
Mientras que la patria que considera legítima, que merece tras,' el vocablo patria es el que resulta más cercano al de na­
todos los sacrificios, ción que encontraremos en tiempos de las independencias, dado
que la patria, como hemos visto, es definida por Feijóo como I

" . . . es aquel cuerpo de estado donde, debajo de un gobierno ci­ " . . . aquel cuerpo de estado donde, debajo de un gobierno civil,
vil, estamos unidos con la coyunda de unas mismas leyes. Así, estamos unidos con la coyunda de unas mismas leyes." Sólo que
España es el objeto propio del amor del español, Francia del fran­ se trata de un sentimiento conformado en clave racional, no
cés, Polonia del polaco." [subrayado nuestro] pasional y, por otra parte, y es lo más significativo, no es expre­
sión de grupos humanos que requieren construir su propio Es­
Por eso, agrega, si algunos emigran a otro país y pasan a tado en forma independiente, sino, por el contrario, un senti­
ser miembros de otro Estado, "éste debe prevalecer al país don­ miento compatible con la inserción en cualquier organización
de naciero n". El amor "de la patria particular", continú a, suele política de la que se es parte.
ser nocivo a la república por muchas razones, pues se trata de Si quisiéramos resumir las conclusiones que permiten los
una "peste que llaman paisani smo", que corrompe los ánimos . testimonios revisados, podríamos comentar que los usos de las
y añade que muchos se han dejado pervertir míseramente "de
voces patria y nación durante el siglo XVIII y todavía a comien­
la pasión nacional", expresión que indica, dado que está tra­ zos del XIX limitaban la última de ellas, nación, a la antigua
tando de la "patria particular", que Feijoo establecía una sino­ acepción de un grupo de seres humanos que compartían algún
nimia entre patriotismo particular, paisani smo y pasión nacio­ rasgo fundamental, por 10 general, el haber nacido en un 'mis- ),
nal. Matiza lo anterior advirtiendo que se debe servir y amar a mo territorio. Esto es, la comunidad de origen, unida a la simi­
la "república civil" de la que se es parte, con preferencia a otras litud de rasgos culturales que a ello se atribuía. Mientras que
repúblicas o reinos. Pero tal cosa es así, aclara, no porque se patria refería al objeto del sentimiento de pertenencia y de leal­
haya nacido en ella sino porque se forma parte de su socieda d. tad a una comunidad política. Esa connotación, sin embargo, si
De manera que el que se traslad a a otra república contrae con bien la más frecuente, no era la única, como 10 prueban expre­
ésta la misma obligación que antes tenía con aquella a la que siones tales como "la nación de los filósofos", utilizada por
pertenecía.22 Feijóo, aparentemente en forma metafórica.23 Como 10 resume
De tal manera, podemos considerar que surge de los tex-
' tos de Feijóo la distinción de dos grandes clases de sentim ien­
la obra que acabamos de citar, basada en la compulsa de una
amplia documentación del lenguaje político del siglo XVIII, la
J tos compartidos, hoy diríamos de identid ad. Y que la distinc ión dificultad que implica el estudio del concepto de nación en esa
se funda en la calidad moral del origen de la motivación de esos centuria
sentimientos. El amor de la patria es enaltecido por constituir
un sentimiento de adhesión a los valores y sostenes del orden " . . . reside en el hecho de que su contenido semántico básico está
social. En cambio, la pasión nacional es repudiada por su natu­ ya fijado, pero es en los diferentes empleos concretos de la pala-
raleza "material", por tratarse de una afección que en última bra donde percibimos que puede ir puesto el acento en un�:SVI,�a;"I{¡",,<<I'
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J o s l1 C A R LO S C H I A R A M O N T E -------
NACiÓN y E STADO EN IBEROAMtRICA ------

varios de los factores configurativos de la nación: étnicos, geo­ Pero si el proceso de las independencias iberoamericanas
gráficos, culturales, históricos, políticos, de costumbres, de len­ no responde al principio de las nacionalidades, ¿ cuáles eran sus
gua, de carácter."'4 fundamentos? En la historiografía latinoameri canista el pro­
pósito de determinar los criterios políticos pre dominantes en
Pero si la voz nación poseía variadas connotaciones, care­ el período -criterios perceptibles a través de los periódicos,
cía de otras a las que estamos acostumbrados actualmente, re­ debates constitucionales, correspondenci as, tr'atados y otros
lativas a la organización estatal independiente con fundamen­ documentos-políticos, públicos o privados- había tendido a ser
to en el sentimiento de nacionalidad.2s En sustancia, equivalía satisfecho mediante el rastreo de la influencia <le las principa­
a lo que posteriormente, cuando trate de organizarse el Estado les figuras de la h istoria del pensamiento. M ontesquieu,
nacional, se fustigaría como "espíritu de localidad", como una Rousseau, Voltaire, Locke, Suárez y otros nombt"es célebres so­
forma de sentimiento particularista, obstáculo para la creación lían así dominar nuestro interés por las "fuente�" de esa explo­
de una nación organizada políticamente en forma de Estado sión de escritos políticos provocada por las independencias. y
independiente. Mientras que patria poseía una connotación con una utilización demasiado rígida d e l o s criterios
equivalente a la del uso de la voz nación en el siglo XVIII: sus­ periodizadores cubrimos con conceptos excesivamente amplios
tancialmente, la de designar al ámbito político ideal al que per­ como los de Ilustración o Modernidad las cara �terísticas de la
tenecía un grupo humano que compartía un mismo gobierno y sociedad y la cultura iberoamericanas, las que resisten tozuda­
unas mismas leyes. mente nuestras reiteradas tentativas de dar cabal cuenta de ellas
mediante esos conceptos. Por otra parte, sigue dejando aún su
huella, pese a haber sido superada en el terre� o de la historia
2. EL DERECHO NATURAL Y DE GENTES EN LOS económica y social, la antigua falta de percepcI6n de las reales
MOVIMIENTOS DE INDEPENDENCIA características de la sociedad de la época, la qUe lejos de mos­
trar innovaciones radicales permaneció, hasta bien entrado el
siglo XIX, mucho más ceñida a sus antiguas forInas de existen­
"La ciencia que enseña los derechos y deberes de los hombres y cia y a las pautas de vida política que le corr:.s Pondían.
los Estados ha sido llamada, en los tiempos modernos, Derecho Nos parece que la dificultad que entrana el problema se
Natural y de Gentes. Bajo este comprensivo título están inclui­ atenuaría si advirtiésemos que los criteri os politicos que guia­
das las reglas de la moralidad, cuando ellas prescriben la con­ ban o que justificaban la conducta de los parti cipantes de esa
ducta de los particulares hacia sus semejantes, en todas las di­ historia no eran tanto resultado del reemplazo de "anacrónicas
versas relaciones de la vida; cuando -ellas regulan a la vez la obe­ lecturas" impuestas por la dominación metrop Olitana median­
diencia de los ciudadanos a las leyes, y hi autoridad del magis­ te las de las nuevas figuras del firmamento intelectual europeo,
trado al idear y aplicar las leyes; cuando ellas moderan las rela­ según una de las interpretaciones tradicionales, ni efecto de la
ciones de las naciones independientes en la paz, y prescriben los influencia de la neoescolástica española del siglo XVI, como
límites a su hostilidad en la guerra. Esta ciencia importante com­ sostiene otra de esas interpretaciones. Esos criterios, en cam­
prende sólo esa parte de la ética privada que es capaz de ser bio, provenían de un conjunto de doctrinas, no homogéneas,
reducida a reglas fijas y generales. Considera sólo esos princi­ que desde antes de la Independencia guiaban la enseñanza uni­
pios generales de jurisprudencia y política que la sabiduría del versitaria y sustentaban tanto la producción i ntelectual como
legislador adapta a la situación peculiar de su propio país, y que el orden social en general, doctrinas comprendi das usualmente
la habilidad del estadista aplica a las más fluctuantes e infinita­ por la denominación de derecho natural y �e gen.tes y cuya pre­
mente variantes circunstancias que afectan su inmediato bienes­ sencia en la historia iberoamericana contmuará mal valorada
tar y seguridad. ".6 si siguiéramos concibiéndolo, limitadamente, CO mo sólo un ca­
pítulo de la historia del derecho .

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NACIÓN y ESTADO EN IlJEROAMltRICA
J o s lt C A R L O S C H I A R A M O N T E _______

Esta imprescindible reconsideración del iusnaturalismo miento . Si bien H obbes no era descono cido en el mundo cultu­
contribuiría a superar la dificultad de encontrar un criterio or­ ral hispano e hispano america no deLsiglo XVIII, las referencias
denador del aparente caos de la vida política iberoamericana de explícitas eran generalmente para condenarlo, sin perjuici o de
la primera mitad de esa centuria, que por momentos sólo pare­ que pudiera compartirse tácitamente su defensa de la unidad
cería poder interpretarse por la dimensión facciosa de lo políti­ del poder.29 Rousseau, que tuvo una presencia mayor en Ibero­
co. La aparente incoherencia de esa historia podrá ser mejor com­ américa y tituló justamente el capítulo II de la segunda parte
prendida atendiendo a algunas de las cuestiones básicas que se de su Contrato . . . "La soberanía es indivisible", elogió expresa­
desprenden del derecho natural y de gentes, tal como la de la mente a Hobbes por su apología de la unidad política en el Es­
naturaleza de las nuevas entidades soberanas que debieron re­ tado, declarando que fue " . . . el único que supo ver el mal y el
emplazar la soberanía de las monarquías ibéricas y, muy espe­ remedio [ . . ] para realizar la unidad política sin la cual jamás
.

cialmente, la de la concepción misma de la soberanía en cuanto Estado ni gobierno será bien constitu ido. "30
al dilema de su divisibilidad o indivisibilidad. Pues uno de los Cuando comiencen los primeros escarceos para organizar
conflictos más hondos y duraderos de la historia iberoamericana nuevos Estados, buena parte de los líderes de la Independencia,
del siglo XIX, el que enfrentaba a "unitarios y federales", esto es, aquellos que por razones diversas perseguían reformas inspira­
a centralistas y confederacionistas, sólo se hace inteligible en sus das en los regímenes representativos de su tiempo, se aferrarían
fundamentos políticos -independientemente de las distorsiones tenazmente a esos postulados políticos que, como veremos, se­
que pudiese producir el ulterior faccionalismo- a partir de las rían en cambio resistidos por quienes estaban más cercanos a los
concepciones de la soberanía en el derecho natural y de las di­ cauces corporativos y comunitarios que predominaban en la vida
vergencias que al respecto bullían en él. social y política iberoamericana y optaban por preservar el po­
En este sentido, lo ocurrido en la historia moderna euro­ der soberano de ciudades y provincias mediante formas de aso­
pea es también iluminador de lo ocurrido en América. Tal como ciación política preferentemente confederales, que también te­
lo resumía Norberto Bobbio al señalar que una corriente del nían su arraig.o en otras corrientes del derecho natural.
iusnaturalismo que tuvo en Hobbes su más destacado exponen­ Pero, para apreciar en su real dimens ión esta presencia
te, � para la cual el objetivo central era la unificación del poder, del iusnaturalismo en las independencias iberoamericanas, es

\ habla hecho del concepto de la soberanía, y de su indivisibili-


dad, el fundamento de la política y de la lucha contra el riesgo
de anarquía proveniente de los "poderes intermedios". 27 Pode­
necesario recordar que el derecho natural y de gentes era, en
realidad, el fundamento de la ciencia política de los siglos XVII
y XVIII, tal como argüía a fines del siglo XVIII el autor inglés
res intermedios, acotemos, que en la perspectiva de los políti­ transcripto en el epígrafe de este parágrafo. La concepción del
\ cos centralistas, eran las ciudades soberanas que pulularían iusnaturalismo que se desprende del texto citado -que se verá
durante los primeros años de las independencias. De acuerdo ratificada por el uso del derecho de gentes en la historia ibero­
con el criterio predominante entre los fundadores de la moder­ america na de la primera mitad del siglo XIX- no es sin embar­
na teoría del Estado, la salud de la sociedad, la salvaguardia del go frecuente en los historiadores,- quienes hemos tendido a res­
¡ Estado contra los riesgos de la anarquía y la sedición, sólo po­ tringirlo, ya lo señalam os, a la historia del derecho y a ceñir
i dían lograrse a través de la indivisibilidad de la soberanía y, con frecuen cia la atención a sus manifestaciones en los estu­
\, por lo tanto, entre otros recaudos, mediante el rechazo de la dios jurídico s. Consigu ienteme nte, la referencia al derecho na­
� soluciones federales (esto es, confederales).28 En la unidad de tural no ha ido mucho más allá de la compro bación del conoci­
la soberanía se afirmaba la independencia del Estado hacia el miento por los iberoamericanos de obras de Gracia, Pufendorf,
exterior, y su solidez interior contra factores de anarquía como Wolff o algún otro autor, sin ahonda r en su omnipr esencia en
el poder de las corporaciones políticas, económicas o territo­ la vida social y política iberoam ericana , ni en sus derivaciones
riales. Esta postura de Hobbes fue refrendada por Rousseau, prácticas, fuera en las relaciones sociales cotidianas, fuera en
pese a las críticas que le hiciera por otras facetas de su pensa- los eventos político s.3i

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J o s lt C A R L O S C H I A R A M O N l'll NACIÓN y ESTAD O EN IBEROAMItRICA

Aun la influencia misma de los grandes nombres, el de con la que iba bien pronto a identificarse y confundirse. De esa
Rousseau por ejemplo, es necesario reubicarla sobre el trasfon­ manera las obras de los publicistas llegaron a ser los manuales
do iusnaturalista de su obra Y Tanto el Contrato como el Dis­ de instrucción de los profesores de esta ciencia en algunas de las
curso sobre la desigualdad contienen multitud de alusiones a universidades más célebres de la Europa, y fueron miradas como
las obras de Grocio y Pufendorf, porque es en los tratados de - indispensables para una educación completa. "35
derecho natural, señalaba Derathé, donde Rousseau ha encon­
trado lo esencial de su erudición política. Y añadía: "Se encuen­ y esta funci óndel iusnaturalismo es la que se podrá com­
icano
tra en efecto en estas obras una teoría del Estado que en el siglo proba r reiteradamente en el discu rso políti co ibero amer
mayo ría
XVIII se impuso en toda Europa y terminó por arruinar com­ del período que nos ocupa y en los fundamentos d� l �
las for­
pletamente la doctrina del derecho divino." Una teoría que ha­ de las negociaciones realizadas entonces para defIDIr
de l as
bía sido anticipada por Grocio, expuesta de· manera más siste­ mas de asociación política que se adoptarían. Más allá ,
mática y completa por Pufendorf y luego por \\;olff, y a la que citas explícitas de autores prestigiosos -la mayoría,
ade ��s,
la aCClOn
autores de segunda línea se limitaban a reproducir.33 Autores inmersos en el iusnatural ismo- , los fundamentos de
s. In­
estos últimos que, sin embargo, como veremos, solían ser los política estaban dados por el derecho natural y de gente
con él.36
más frecuentados en Iberoamérica. cluso un autor como Montesquieu podía ser conciliado
mitad del
Por eso conviene subrayar que el hecho de que el derecho Efectivamente, ¿cuál es, pensa ndo en la prim era
algun os
natural y de gentes fuera competencia profesional de juriscon­ siglo XIX iberoamericano, la diferencia entre el uso de
Cons tant,
sultos y formara parte del ámbito jurídico de la enseñanza uni­ autor es céleb res ( Lock e, Rous seau, Benj am i n
natural
versitaria, no debe atenuar la percepción del relieve que poseía Bentham entre otros) y el uso (la funci ón) del derec ho
de "sobe ra­
como fundamento de la ciencia política, en un período de la his­ y de gent�s? Si partimos de reconocer la natur�leza
y/o pro­
toria intelectual europea en el que aún no han nacido, como dis­ nías" indep endie ntes que se atribuyeron las CIUdades
comp roba­
ciplinas autónomas, la sociología, la economía política ni la vincias, y la naturaleza de sus relaciones políticas,
pactos
"politología". Luego de la publicación de las obras de Grocio remos que estas últim as tenía n una formalizaci ón en los
parte s. Estas
(1625) y de Pufendorf (1672), numerosas ediciones de ellas en y tratados, cuyas estipulaciones obligaban a las
diversos idiomas reflejaron ese uso del derecho natural. Su estu­ norm as, explícitas o tácitas, estaban fundadas e r: las co �cep­
IDvoc aClOn es
dio en las universidades adquirió entonces una particular impor­ ciones iusnaturalistas de la época moderna, cuyas
carác ter de
tancia. Un indicador de esto se encuentra en la recomendación frecuentes en los textos del período confirman ese
de Locke, en su tratado sobre la educación, de encargar al disCÍ­ constituir un terreno comú n normativo. s
pulo el estudio de la obra de Grocio o, mejor aún, de la de Ésta es la diferencia sustancial de la funci ón de amba
de un autor
Pufendorf, para instruirlo no sólo acerca de los derechos natura­ "fuen tes" doctrinarias en el uso de época. La cita
sosten�d? ,
les sino también respecto del "origen y formación de la sociedad prestigioso podía servir como apoyo, refuerzo, de lo
del VIeJO
y de los deberes que le son consiguientes."34 Porque Pufendorf y en razón de algo que no era otra cosa que una form a
del dere.cho
demás tratadistas del derecho natural de su época, advertía principio de autoridad. En camb io, la invocación
lo soste mdo.
Wheaton, comprendían "en el objeto de esta ciencia, no solamente natural era fuente indiscutida de legitimación de
las reglas de justicia, sino también las reglas que preceptúan to­ Lo otro era algo pasible de ser cuestionado, si un � co trin �ante
opom a a el. En
dos los otros deberes del hombre, identificando de esa manera no participaba de la afición al autor citado, o se
todas las par­
esos objetos con los de la moral." Justificada o no, la admiración cambio el derecho natural era incuestionable por
ofund as,
de sus contemporáneos por la obra de Pufendorf tes, más allá de las diferencias, en muchos punto s p �
pr clsam ente,
que separaban a sus principales expo nent es. Y, �
" . . . se ha excitado por la novedad de esa extensión de los límites esa sorprendente cualid ad de ser invocado � or las � ? r ersas p ar­
.
eXIst Iesen dIfe-
de la jurisprudencia natural a la ciencia de la filosofía moral, tes en conflicto, y frecuentemente como SI no

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J o s ll C A R L O S C H I A R A M O N T e
NACIÓN y ESTADO EN I U I'.ROAMtRICA

rencias doctrinarias, es uno d e los rasgos notables


d e la fun­ Efectivamente, en Francia, en el siglo XVIII, no existieron
ción del derec ho natural en la época .37 Pues, pese
a la diversi­ cátedras de derecho natural y de gentes, por la oposición de la
dad �; líneas de desarrollo que se encuentran en él,
cumplía la Iglesia y de los profesores de derecho romano, circunstancia
funclOn de esa creencia o sentimiento general que funda
la le­ que mereció las quejas de diversas figuras, entre ellas Rousseau
gitimidad de la acción política de los grupos dirigentes
de una y Voltaire.40 En cambio, su enseñanza comenzó a imponerse en
socie dad. Al respe cto, Bobbio invoca la teorí a de la
"fórmula las universidades alemanas en el siglo XVII y se había extendi­
polít ica", de Gaetano Mosc a, según la cual, "en todos
los paíse s do a los demás países protestantes.4' Pero en la misma Francia,
llegados a un nivel medi o de cultura, la clase política
justifica si la Universidad le cerró las puertas, el iusnaturalismo se di­
su pode r apoyándolo en una creencia o en un senti
miento ge­ fundió inconteniblemente durante el siglo siguiente por otros
neralmente aceptados en aquella époc a y en aquel pueb
lo."38 medios. Entre ellos, cuentan las ediciones de las obras de Grocio
Así, podríamos consi derar que nuest ro déficit al hacer
histo ria de las ideas políticas es no habe r distinguido la -no menos de cinco entre la edición de Amsterdam de 1724 y
sufic ien­ la de 1768- y las más numerosas de Pufendorf, traducidas por
temente la diversa naturaleza de los criterios que movi
eron a Jean Barbeyrac, profesor de historia del derecho en la Acade­
los agentes históricos de una época dada : el conjunto
de nocio ­ mia de Lausanne entre 1711 y 1717, Y residente luego en Holan­
nes, de ideas, de creen cias, en que un grup o humano,
una so­ da hasta su muerte, en 1744. Otras obras difundieron en el pú­
cieda d, cimie nta consensuadamente su existencia, por
una par­ blico francés las doctrinas de Grocio y Pufendorf, así como las
te, y, por otra, el flujo de nuevas ideas surgidas de los
grandes de Christian Wolff. En 1758 se publicó en Amsterdam una adap­
pensadores, que por más prestigio que tengan no posee
n aque­ tación francesa de Wolff -Principes du droit de la nature et
lla funcionalidad. Y, coincidentemente, el habernos ocup
ado casi des gens- y en 1772, en Leyden, aparece una traducción de su
con exclusividad de las grandes figuras (Hobbes, Lock
e, Kant, obra con el título Institutions du dr.oit de la nature et des gens.42
Rousseau, Constant, etc.), y haber olvidado a las "figu
ras me­ El tratado de Vattel, una de las máximas autoridades del
nore s" que solían ser más frecuentadas, entre otros motiv
os por siglo XVIII en materia de derecho natural, se ajustará a esta
su pape l de divulgadores.39 Preguntémonos , si no, qué
espacio obra, al punto que puede afirmarse que su autor no es otra cos a
han ocupado en la historiografía latinoamericanista autor
es tan que un expositor de Wolff ante el público francés.43 Pero pese a
influyentes en la vida política iberoamericana de los siglos
XVIII esto, éste preferirá a Grocio y Pufendorf, en especial gracias a
� XIX como Gaetano Filangieri, Emer de Vattel o José
Marí a la obra de Burlamaqui -discípulo de Pufendorf y de Barbey­
Alvarez.
rac-, que fue profesor de derecho en la Academia de Ginebra y
autor de dos libros en los que divulgaba, apuntando al público
estudiantil, las doctrinas de Grocio y Pufendorf, y que tuvieron
3· EL ESTUDIO DEL DERECHO NATURAL EN LA amplio suceso: Principes du droit naturel (Ginebra, 1747) y
ESPAÑA BORBÓNICA Principes du droit politique (Íd., 1751). A partir de 1751 la Enci­
clopedia contribuyó también a la difusión del iusnaturalismo,
En cuan to al ámbi to más restr ingid o de la ense ñanz sobre todo por los artículos de Jaucourt ("Souveraineté",
del derecho, la presencia del iusnaturalismo es verif a
icable en "Sociabilité", "Droit de la nature") y de Diderot ("Autorité
l� organización de los estudios universitarios de juris politique" y "Société).44 ,
pruden­
CIa y en publicaciones correspon dient es. Recordem Pero si en Francia el derecho natural no tuvo lugar en la
os que en
España -y consiguientemente en Hispanoamérica-, Universidad, no ocurrió lo mismo en la España borbónica, don­
así como
en Portugal, la enseñanza del derecho natural había de, si bien algo tardíamente, se iniciaría su estudio en 1771 du­
sido im­
plantada por las monarquías, a diferencia de lo ocurr rante el reinado de Carlos III, ni en Portugal, donde Pombal le
ido en
Fran cia. abriría sus puertas con los estatutos de reforma universitaria
de 1772. Mediante estos estatutos la monarquía portuguesa re-

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J o s lt C A R L O S C H I A R A M O N T E ---- NACiÓN y ESTADO EN IUEROAMlt RICA

solvia implantar la enseñanza del derecho natural, junto al de­ Es oportuno observar que ese decreto tenía por principa l
. recho civil y patrio, a la historia eclesiástica, a las matemáticas ' objeto restablecer los Reales Estudios del Colegio Imperial de
a la historia natural y a la física experimental.45 la Corte, antes a cargo de los jesuitas, a cuya expulsión hace
En la España del siglo XVIII, la función del derecho natu­ referencia al comienzo . Referencia que podría reforzar la hipó­
ral como fundamento de la vida pública y privada -en la que tesis de que aquellos estudios no fueron una extraña contradic - ¡
fundarán sus pretensiones y sus proyectos los líderes de los ción -por promover la corona misma doctrinas encamina das ¡
nuevos Estados iberoamericanos durante la primera mitad del contra el absolutism o-, sino una forma de proporcionar una 11
XIX- era claramente percibida por influyentes personajes de versión del derecho natural despojada de las aristas peligrosa s \:
la época prohijados por la corona. En las tramitaciones relati­ para la monarquía, provenientes tanto de la neoescolástica es-
vas a la reforma de los estudios superiores, previas a la crea­ pañola del siglo XVI como de las tendencias del iusnatural ismo
ción de las cátedras de derecho natural, el gobierno había soli­ antiescolástico, especialmente en lo relativo al derecho de re­
citado algunos informes, entre ellos al pUQlicista catalán sistencia y al tiranicidio.48 Recuérdese que, pocos años antes,
Gregario Mayáns y Síscar y a Pablo de Olavide. El criterio que el mismo monarca" " ...deseando extirpar de raíz la pernicios a
hacía explícito Mayáns hacia 1767, como raíz de la necesidad de semilla de la doctrina de regicidio y tiranicidio , que se halla es­
la enseñanza del derecho natural apuntaba a su imprescindi­ tampada, y se lee en tantos autores, por ser destructiva del Es­
bilidad para manejar las relaciones entre los Estados. Mientras tado, y de la pública tranquilidad ... ", había ordenado que p ro­
que Olavide -cuyo plan tuvo aprobación oficial en 1769- iba fesores y graduados de los estudios superiores , laicos y religio­
mucho más allá y subrayaba su carácter de fundamento de la sos, juraran la condena del regicidio y del tiranicidio.49
ciencia de lo político. Pues así como consideraba que la política Era entonces patente el carácter de peligrosa innovación
que le atribuían al derecho natural sectores conservadores de
\
¡
era el "alma de todos los códigos y de cada ley en particular",
sostenía que el derecho natural y de gentes era imprescindible la burocracia estatal y de la jerarquía eclesiástica. Además de
" ...para comprender el verdadero carácter y norma de las ac­ su sesgo antiescolástico, ocurría que la explicación contractua -
ciones humanas, las obligaciones del hombre en el estado natu­ lista del origen de la sociedad civil y del poder lo había conver­
ral social, el origen de los contratos, pactos y dominio, sus efec­ tido en el arma más poderosa que se esgrimiría para impugnaJl'
tos y consecuencias". Sin las nociones del derecho natural, ar­ la doctrina del origen ªivino directo del poder. Debe advertirse
güía, " ...jamás se podrá formar idea cabal del legítimo interés que, como cuesfíón defii:titoría ae la distancia entre ambas doc.;.
del Estado y de los ciudadanos [ ... ] ni se sabrán colocar en su trinas, como veremos más adelante, contaba el derecho de re­
debido lugar las jurisdicciones de las potestades legítimas. "46 sistencia a la autoridad, cuando ésta afectase las condicio nes
De tal manera, la enseñanza del derecho natural y de gen­ del contrato, explícito o tácito, en lo que atañe a la conserva­
tes terminó por ingresar en los estudios superiores. Ella comen­ ción del bienestar de los súbditos.
zó en 1771 en los Reales Estudios de San Isidro, en un curso que El profesor a quien se encargó la cátedra en San Isidro,
fue declarado obligatorio para los abogados que quisieran ejer­ Joaquín Marín y Mendoza, mostraba una visión del derecho
cer en la capital y para el cual el rey ofreció pensiones vitalicias natural y de gentes que reflejaba esos temores, pero que al mis­
a los mejores estudiantes. Las Instrucciones del real decreto con mo tiempo los confirmaba. Porque, pese a lo s recaudos p ara
el que Carlos III establecía el contenido y características de esos suprimir las facetas inconvenientes de los autores utilizados
estudios, prescribían que el maestro a cargo de la enseñanza en la cátedra, éstas no dejaban de trasuntarse, ya sea de algu­
del derecho natural y de gentes debía hacerlo "demostrando ante nos de los textos no suprimidos, ya porque esos textos expur­
todo la unión necesaria de la Religión, de la Moral y de la Polí­ gados servían de incentivo para la lectura de la� obras origi­
tica", así como previamente disponía que la enseñanza de la fi­ nales.
losofía moral se efectuase "sujetándose siempre las luces de En una breve historia del derecho natural que se publicó
nuestra razón humana a las que da la Religión Católica".47 por primera vez en Madrid en 1776, y en la que es oportuno

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NACiÓN y ESTADO EN IBEROAM�RICA
J o s � CA R L O S C H I A R A M O N T E

sistema y cuerpo formal o regular de esta materia, que es lo que


detenerse, Marín había expuesto e n forma clara y didáctica su él mismo dice que se propuso."
?oncepto del de:echo natural y resumido el curso seguido por
est� desde GroclO en adelante. Se trata de un texto sin mayor s"
rel �ev� pero de suma utilidad para comprender qué función se Pero agrega que Pufendorf come tió "erra res muy craso
a Tomá s
atnbUla a la enseñanza del derecho natural en el seno de la y que "desc ubre su adhe sión, aunq ue disim ulada ,
dere­
monarquía borbónica, cómo se juzgaban los aportes de Grocio Hobbes", y que Juan Barbeyrac, que tradujo al francés su
falsas ,
y de P ufendorf -y de sus continuadores, traductores y cho natural y de gentes, "lo pulió corrigiendo sus dtas
o, con
.
dlvulgadores-, y cómo se veía la relación con la tradición esco­ sus inconsecuencias y oscuridades, y lo ilustró, por últim
que el
lástica y se resolvía el problema de la conflictiva relación entre notas , de modo que su traducción se estimaba ya más
de sus
la afición a autores protestantes y la ortodoxia católica. origin:ll ... " Así como Juan Bautista Almici "lo reformó
as ilus­
Marín comenzaba explicando en qué consiste el derecho proposiciones erróneas y lo imprimió poco ha con propi
natural y de gentes -un "conj unto de leyes dimanadas de Dios traciones" .
ca­
y part� cipa�as a los hombres por medio de la razón natural" y El difundido manual de Heineccio recibe elogios por la
de 3 7.
lidad de su estilo en su Elementa Naturae et Genti um,
.
_
17
en que se dIferencIa del derecho político y de la política: "Nues­ de "la gloria de
tro asunto no es el derecho público, ni la política, sino el dere­ y Wolff es alabado por merecedor, sin dispu ta,

\
haber sido el que puso la últim a mano y el que comp letó y redu-
cho natural y de gentes": Y añadía: "Hablamos aquÍ de aquellas hasta
.
reglas que tlenen prescntas los hombres para ajustar sus accio­ jo a perfecto orden y sistem a el derecho de gente s", el que
más ,
ne � , ya se les considere privadamente de unos a otros, ya como entonces "apenas se distinguía del derecho natural, y los
na­
umdos a cuerpos y sociedades."5o se habían dado por satisfechos con establecer los preceptos
iduos ".
Criticaba la atribución a Grocio del descubrimiento de los turales, haciéndolos comu nes a los Estad os y a los indiv
de la
princi�ios que forman la base del derecho natural, principios, En una breve referencia a VaUel -breve pero definitoria
por
adver�la, que se re� ontan a los filósofos antiguos y tuvieron visión de época respecto del divulgador de Wolff-, lo elogia
Wolfi o",
.
es peCIal conslderaclOn en los doctores de la Iglesia, a los que el haber suavizado "la sequedad y aspereza del método de
con aco­
mIsmo Grocio rindió tributo, como Santo Tomás Vitoria Soto amenizando la exposición e ilustrándola en buen orden
es la

M � ina, Ayala, Cov�rrubia� " Menchaca y "otros �abios e ;paño � pio de ejemplos mode rnos, "de modo que, hasta el día,
[subr ayado
.
les . �ero, en cambIO, admltla con elogIOS el papel principal de obra mejor que ha salido del Derecho de Gentes"
GroclO en haber desarrollado el conocimiento de esos princi­ nuestro].
.
pIOS hasta la creación de una nueva disciplina, el derecho na­ Marín realiza, por último, una síntesis crítica de esos au­
rca espa­
t� r�l y de g�ntes. Se trata de un "género de filosofía" que a prin­ tores , desti nada a cump lir la recomendación del mona
catol icism o las
CIpIOS del SIglo XVII tuvo sus primeros cimientos de tal forma ñol en el sentido de tornar compatibles con el
error es que a
que "quedó descubierta una nueva ciencia y arte" : teorías que se debían enseñar, en la que señal a los
escrib e lo si­
su juicio cometieron. De Rousseau, por ejemp lo,
�l t.exto de MarÍn realiza luego un sumario recorrido por

\
las ?nnclpale � obras que, a partir de la de Gracia, forman parte guiente:
del msnaturahsmo moderno. Resalta el papel de Pufendorf como "Su extraordinario modo de pensar en estas materias, opuesto a
sistematiz�dor del derecho natural y, asimismo, por ampliar su todo el buen orden y la quietud pública, ha sido justamente des­
cobertura, mdagando "el origen y naturaleza de los Estados con preciado y proscrito en todas partes, por cuya causa no es razón
lo que empezó a incorporar en este estudio lo más acendrado de que me detenga más. "
la Moral, de la Jurisprudencia y de la Política". Y añade:
y e n u n parágrafo, el XXIX, titulado "Escritos modernos
"Casi todos los demás modernos han adoptado este propio rum­
detestables", alude a "ciertos faccionarios modernos", los auto-
bo, por cuya causa está reputado por el primero que formó un

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J o s ll C A R L O S C H I A RA M O N T E NA 'ION Y ESTADO EN IIlEROAMI!RICA

res del "Emilius, l'Esprit, Systeme de la Nature, y otros partos gos que acechan en los textos iusnaturalistas, para lo cual enlista
semejantes", a los que, agrega, por castigo, adrede, no nombra. los rasgos que permiten discernir en ellos "su buena o mala
En el siguiente, "Vicios y defectos de muchos modernos", creencia". En la extensa aunque sintética enumeración se en- ¡
resume esos "defectos comunes, en que inciden todos los más cuentra un ataque a la soberanía popular - "Otros no hallan en I\ \
de los modernos, y que es necesario tener conocidos para no la suma potestad sino un encargo y administración amovible a
caer en sus lazos", recordando que ya al tratar de Grocio y voluntad del pueblo, en quien se figuran que está radicada la
Pufendorf advirtió sobre la necesidad de este tipo de preven­ soberanía"-, así como a la pretensión de someter la Iglesia al
ciones. poder soberano -"casi todos cuentan por uno de los derechos
de la majestad el poder absoluto sobre los ministros y cosas
"Por lo común, todos concurren en desarmar la autoridad, ne­ sagradas, y sujetan la religión y el culto al arbitrio del Go­
gando la veneración y asenso que se debe a los autores, tanto bierno"-.
sagrados como profanos, sobre la suposición qu,e no merecen más También se ocupa de recomendar autores católicos que
fe sus testimonios que en cuanto van conformes con la recta ra­ permiten refutar los errores y rescatar lo utilizable. Pero, al pa­
zón. " [ ... ] "Así, fundado el tirano rejn.Q de la- ra-zón, ya no consul­ sar, desliza este revelador párrafo que hace inferir la poca efi­
tan, para deriva��l D-��éh� Ñ�tural, a los libros Sagrados; des­ cacia de todas esas precauciones para defender la ortodoxia:
precian los Santos Padres, los teólogos, los escolásticos y juris­ "Es necesario taparse algún tanto los oídos antes de entrar a
consultos, fiados en una serie de raciocinios que cada cual se escuchar las voces de algunos escritores, porque si no se aven­
esmera en ordenar con más artificio." turan a quedar pervertidos con el delicioso encanto de sus pen­
samientos."
y aclara más concretamente la naturaleza de los errores y comenta que con tal precaución se editó en Madrid el
\ de esos autores, apuntando a uno de los fundamentos tratado de Heineccio, "añadiéndole las advertencias que han pa­
I
i iusnaturalistas de la impugnación de las monarquías absolu- recido más oportunas de los autores católicos ... " Hacia el final
.
tas, las doctrinas contractualistas: de su obrita, recuerda que la enseñanza del derecho natural no
ocurría sólo en el mundo protesta�te:
�, "El principio de la obligación y todos los derechos, los colocan

, }1 . en los pactos y convenciones, desconociendo la moralidad, tor-


peza o rectitud intrínseca en las cosas, que les hace ser en sí bue­
" .. .la Filosofía y gusto delicado, que tanto ilustran este siglo, han
hecho extender universalmente esta ciencia por toda Europa,
nas o malas, independiente de los humanos institutos." pues no sólo florece en las universidades protestantes, donde pri­
mero se introdujo como pública enseñanza, sino que tienen des­
y continúa que para ellos, la ley más sagrada para el ser tinadas cátedras por los católicos en Dillinga, Freiburg del
humano es la de perseguir su utilidad y conservación y rehuir Brisoun; y en Inspruk, en Viena de Australia [sic] y Praga se fun­
lo que sea nocivo y dañoso, máxima que impulsa a lo sensual y daron casi al mismo tiempo que en esta corte; y por último se ha
terreno, a la manera de los epicúreos, "sin levantar los ojos, para puesto en la Universidad de Coimbra."
no acordarse de su más elevado destino." De allí, continúa, si­
guen en cadena otros principios arbitrarios, de los que surge el Asimis mo, añade, se estudia con esmero en otras capita­
considerar al matrimonio como sólo una especie de contrato y les y provincias, razón por la que hay que proceder con cuidado
a la Iglesia como "una sociedad menor, al modo de uno de los y mucha precaución para no caer en "errores que, además de
gremios inferiores, con otras proposiciones dignas de severa ser muy reprensibles, pueden traer muy fatales consecuencias."
censura." Como M ayáns, MarÍn recomendaba el texto del protestante
En el parágrafo siguiente, "Modo para conocer los autores alemán Heineccio (Johann Gottlieb Heineccius, Elementajuris
sospechosos", se ocupa de prevenir a sus estudiantes de los ries- naturae et gentium -Halle, 1738; Madrid, 1776-), adoptado

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J o s ll C A R LO S C H I A R A M O N T E NA 'IÓN Y ESTADO EN I IlEROAMIlRICA

también e n l a Universidad d e Zaragoza, mientras l a d e Valen­ ética eran inseparables: "Forman una sola ciencia", escribía,
cia prefería el de Almici (Johannes Baptista Almici, Institutiones "reducida a enseñar los deberes del hombre moral hacia Dios,
Juris Naturae et Gentium secundum Catholica Principia, hacia sí mismo y hacia su prójimo"54 - consideraba el derecho
Brixiae, 1768; Valencia, 1787). Pese a las críticas de Marín al natural y el de gentes como imprescindibles para la formación
contractualismo, en el tratamiento del argumento central de no sólo de los juristas sino de todas las profesiones basadas en
estas obras, relativo a las causas y los medios de instaurar la los estudios superiores. Pero a la vez que intentaba librar a la
sociedad civil, ambas apelaban a la noción de pacto para expli­ ética de su supeditación a la teología moral, expresaba una fuerte
car el origen de la sociedad y del poder, y aunque justificaban preocupación por dejar a salvo los principios de la ética cristia-
teóricamente la monarquía absoluta, "negaban por inferencia na y de la religión católica en general evitando los "extravíos"
el derecho divino a los reyes", y admitían que los súbditos po" en que habrían incurrido autores que él mismo estimaba, como
dían juzgar la justicia o injusticia de los actos del príncipe se­ Wolff, Pufendorf o Vattel. Para ello superponía, de manera no
gún la "ley fundamental" de la sociedad, adoptada en el pacto coherente, la fundamentación racional de aquellas disciplinas ¡
f
de su nacimiento.sl y la apelación a la revelación divina. Porque si bien, argüía en 1
Esa preocupación por "moderar" el uso del derecho natu­ su Memoria sobre la educación pública, la enseñanza de la éti-
ral fue también registrada por fray Servando Teresa de Mier ca sería incompleta si no comprendiese toda la doctrina que los
respecto de México, al comentar que luego de las abdicaciones autores que denominaba "los modernos metodistas" habían
de Bayona, las Indias tenían más motivo para reasumir sus pri­ enseñado, advertía también que posiblemente, al hacerlo, ha­
mitivos derechos, puesto que se había roto bían confundido sus principios. Observación esta última que,
como otras similares, tendía a moderar su orientación hacia
"el pacto solemne celebrado con los conquistadores de Indias autores no ortodoxos y que es ampliada al criticar a los filóso­
por los reyes de Castilla y consignado en sus leyes de no ceder ni fos que no se elevaron " ... a buscar sus orígenes [de los derechos
enajenar en todo ni en parte aquellos reinos para siempre jamás naturales] en el Ser Supremo, de quien sólo pudo descender esta
so pena de ser nulo cuanto contra esto ejecutasen." ley eterna y esta voz íntima y severa que la anuncia continua­
mente a nuestra conciencia". Razón por la que no debería olvi­
Fray Servando se apoya en la doctrina de la retroversión, darse, reclama, que la enseñanza de la moral cristiana debía
a la que invoca citando a Pufendorf. Sin embargo, agrega: ser el estudio más importante para el ser humano.55 Por eso,
así como expresaba su preferencia por la filosofía de Wolff y en
"no siguió México sino doctrinas de publicistas más moderados un Plan de educación de la nobleza recomendaba el uso de
como Heineccio, y sus comentadores Almici y D. Joaquín MarÍn Vattel para la enseñanza del derecho de gentes, lo hacía advir­
y Mendoza, catedrático de derecho natural en la Academia de tiendo la necesidad de expurgarlos de sus errores. Este distan­
Madrid."52 ciamiento iba mucho más allá en otros casos, como cuando alu­
día a "Hobbes, Espinosa, Helvecio y la turba de los impíos de
Otro indicador de los problemas que llevaba consigo la di­ nuestra edad" .56
fusión del iusnaturalismo en España lo constituye la postura Pese a todas las prevenciones, la amplitud de la propaga­
de Jovellanos, sugestivo reflejo de las dificultades afrontadas ción del iusnaturalismo había sido notable. Al año siguiente de
por quienes intentaban reemplazar la tradicional sujeción a la la inauguración de la cátedra de San Isidro, Cadalso testimo­
teología de las disciplinas que concernían al estudio de la so­ niaba su difusión en las satíricas páginas de una obra de tanto
ciedad y del Estado, como el derecho natural, la filosofía moral éxito como su Eruditos a la violetaY Y lo mismo hacía otro
y la política (disciplinas cuyas diversas menciones en sus textos publicista de la época, mencionando justamente autores cuyas
muestran una "promiscuidad e indistinción conceptual"53 co­ orientaciones preocupaban a la corona y a la Iglesia:
mún en la época). Jovellanos -para quien derecho natural y

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NACiÓN y ESTADO EN I8EROAM�RICA
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"Aún los que desean saber algo, suelen aplicarse a la literatura " . . . no llegó más allá de una simple combinación ecléctica que no
que llaman de moda; y hay quien sin entender un átomo de De­ sólo dejaba irresuelto el problema sino que privaba a las nuevas
recho privado, se mete a gobernar el mundo, tomando un baño tendencias de su verdadero sigr.ificado original, de modo que no
de publicista, y no se le caen de la boca Pufendorf, Barbeyrac, lograron renovar ni fecundar el pensamiento jurídico español."61
Vattel, etc."s8
Sin embargo, pese a esa realidad, lo cierto es que en el curso
Antes de la muerte de Carlos III las universidades comen­ de ese cuarto de siglo la muy condicionada enseñanza del dere­
zaron a incorporar cátedras de derecho natural y de gentes. La cho natural había sido un acicate para la lectura de las obras
Universidad de Valencia, en su nuevo plan de estudios de 1786, que se intentaban combatir o neutralizar. Y, pese a la supre­
lo había hecho obligatorio para todos los estudiantes de dere­ sión, no disminuyó el interés por el estudio del derecho natural
cho civil y canónico. Hacia 1791 se lo enseñaba también en Za­ y de gentes ni tampoco su difusión. Los periódicos siguieron
ragoza, en Granada y en el Real Seminario de nobles de Ma­ ocupándose del asunto, Jovellanos continuó recomendando su
drid. En universidades sin cátedras especiales de derecho na­ estudio, el Índice no incluyó los libros de texto que habían sido
tural y de gentes se lo estudiaba igualmente en otros cursos, y aprobados para su enseñanza y hasta, según testimonio de épo­
en 1786 el rey y Floridablanca recomendaron que también el ca, se lo estudiaba con mayor interés aún.62
clero debía recibir instrucción en derecho de gentes.
Pero la repercusión de los sucesos revolucionarios france­
ses reforzó la corriente hostil al iusnaturalismo. En 1794 fue­ 4. DISTINTAS FUNCIONES DEL IUSNATURALISMO EN
ron eliminadas las cátedras de derecho natural y de gentes. Al HISPANOAMÉRICA
producirse el vuelco reaccionario en la política de Godoy y ser
reemplazado un inquisidor liberal por el arzobispo de Toledo, "Las reglas precedentes demuestran que para el estableci­
el conservador Francisco Lorenzana, el cambio se reflejó en una miento ordenado y legítimo de una sociedad son necesarias tres
Real Orden de julio de 1794, por la que Carlos IV suprimía to­ cosas; primero, el convenio o consentimiento de todos los aso­
das las cátedras de derecho público y de derecho natural y de ciados entre sí y unos con otros, por el cual se comprometan a
gentes y prohibía su enseñanza allí donde sin existir esas cáte­ reunirse en sociedad y sostenerla con los recursos que ellos
dras, se le hubiese dado lugar en otras asignaturas.59 Además, mismos deben facilitar. Segundo, el acuerdo y convenio de to­
otra Real Orden de octubre del mismo año, dedicada a la Uni­ dos y cada uno de ellos por el cual convengan y aprueben el
versidad de Valencia, disponía que la anterior cátedra de dere­ acto de su establecimiento procediendo de hecho a juntarse, y
cho natural y de gentes fuera destinada a la enseñanza de la someterse al acuerdo general de los asociados, que es el decre­
filosofía moral, trasladada al claustro de Filosofía y reservada a to de asociación. Tercero, el convenio o pacto con la persona o
postulantes de ese claustro que fuesen "Doctores Teólogos o personas que deben tener depositada la autoridad, y ejercer las
Canonistas".60 funciones y altos poderes que según el pacto se depositaren."63
La iniciativa de Carlos III de recurrir a prestigiosos e En la función del iusnaturalismo en la sociedad colonial
innovadores instrumentos doctrinarios para apuntalar las re­ podrían distinguirs e tres árribitos. Uno, el conjunto de relacio­
formas del Estado, tomando los recaudos de expurgarlos de lo nes interperson ales así como de los particulares con las autori­
I ofensivo para monarquía y religión, no tuvo así larga vida. La
\
' COnCiliación del iusnaturalismo no escolástico con los funda­
dades, en las que es permanentemente invocado según aque­
llos rasgos considerados como sus normas centrales: "Vivir ho­
mentos de la monarquía y la Iglesia no se reveló exitosa. Se ha- nestament e, no dañar a otro y dar a cada uno lo que es suYO."64
bía tratado de armonizar cosas de naturaleza incompatible, en No s ólo eran conocedores del derecho natural algunos clérigos
un intento que: y laicos, doctores en ambos derechos, sino también quienes sin
haber realizado estudios universitarios eran lectores de obras

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de esa especie, tales como comerciantes o patrones de buques aplicarse en Hispanoamérica las reformas de los estudios uni­
que actuaban en defensa de derechos que consideraban vulne­ versitarios españoles, se incorporó la enseñanza del derecho
rados.65 De esta naturaleza son las frecuentes invocaciones al natural y de gentes, sin perjuicio de que su presencia se encuen­
derecho natural o al de gentes, en el siglo XVIII, en relación tre también en los estudios de Ética y Filosofía.67 Esta ense­
con cuestiones de comercio, afectadas por alguna reglamenta­ ñanza se prolonga luego de las independencias: así como, al
ción o decisión de autoridades coloniales. fundarse en 1821 la Universidad de Buenos Aires, una de las
Por ejemplo, un particular que hizo de guarda en una fra­ tres cátedras de los estudios de primer y segundo año de juris­
gata declara en 1759 que para recibir gratificación no hace falta prudencia se dedica al derecho natural, en 1823 el Soberano
ley ni ordenanza, pues sólo bastan la costumbre y el derecho Congreso Constituyente mexicano autorizaba la creación de
natural. En 1755, los marineros de un navío en viaje de Cádiz a cátedras de derecho natural.68 Asimismo, en Zacatecas, infor­
Buenos Aires imponen al capitán una escala en Montevideo para mes del Instituto Literario al gobierno del estado, consignan
eludir una tormenta, alegando que el derecho natural los auto­ que en 1846 se impartían lecciones de derecho natural y de gen­
riza a disponer lo necesario para conservar la vida. También el tes a los alumnos del primer año, cosa que también ocurría en
Cabildo de Buenos Aires, a raíz de una discusión sobre si era el la ciudad de México.69 Recordemos que el texto de derecho de
gobernador o el ayuntamiento el que tenía competencia para mayor utilización en las universidades hispanoamericanas du­
entender en el abasto de la ciudad, se ampara en el derecho rante la primera mitad del siglo XIX, luego de su publicación
natural, sosteniendo que debía atender a "su propia obligación en 1820, y usado también en las españolas, el de José María
y natural derecho a cuidar del abasto", algo que no le era otor­ Álvarez, correspondiente a lo que luego se denominaría dere­ /
gado por "ley ni privilegio de S.M. sino por la ley y derecho na­ cho civil, comienza con una explicación de los conceptos de de­
tural qu� mantiene, aunque con sumisión al Monarca, adonde recho natural y derecho de gentes en la que refleja ese carácter
no se extiende la R.O.". Un irlandés llegado accidentalmente de ciencia de la sociedad que el iusnaturalismo poseía en la épo­
en 1706, que se dedica activamente al comercio con tolerancia ca. Al distinguir el concepto de derecho de gentes del derecho

\ de las autoridades, en 1714 es acusado de contravenir las leyes


que prohíben el comercio a los extranjeros, ante lo cual se de­
fiende arguyendo que la ley natural lo autorizaba a comerciar
natural -derecho natural "es un conj unto de leyes promulga­
das por el mismo Dios a todo el género humano por medio de la
recta razón"- informaba que el derecho de gentes no es otra
por ser su único medio de sobrevivir. En 1749, trece cargadores cosa que "el mismo derecho natural aplicado a la vida social
de Indias, que tenían licencia para introducir mercancías des- del hombre y a los negocios de las sociedades y de las naciones
de Buenos Aires a Chile y Perú, al enterarse al llegar a América enteras" [subrayado nuestro]. Y a continuación insistía en que
que un bando del virrey del Perú lo impedía, se dirigen al con­ derecho natural y derecho de gentes no son dos cosas distintas
sulado de Cádiz reclamando por la violación de "un contrato sino un mismo derecho que varía de denominación por el obje­
recíproco e igualmente obligatorio según natural derecho". En to al que se aplica, los individuos o las sociedades JO
torno a este asunto, el de las restricciones al comercio, se fue Precisamente, lo que más nos interesa en este trabajo es
formando un lenguaje común que surge reiteradamente cada el tercero de esos ámbitos de vigencia del derecho natural y de
vez que se considera el problema: el Cabildo de Buenos Aires gentes. Es decir, lo concerniente a su relación con el derecho
alega ante el monarca que la naturaleza ha privilegiado el co­ público, en cuanto atañe al propósito de explicarnos los funda­
mercio del puerto y que "la razón natural dicta que cuando se mentos políticos de los procesos de independencia. Los testi­
trata de proveer alguna Provincia o Reino ... se les dé la provi­ monios recién comentados nos informan de la vigencia del de­
sión a aquellos que pueden ejecutarlo con mayor conocimiento recho natural como fundamento de la regulación de la vida so­
y utilidad". 66 cial, heredado del período colonial y persistente durante mu­
Otro de esos ámbitos de vigencia del iusnaturalismo, ya cho tiempo después de las independencias. Pero a partir del
considerado más arriba, es el de la enseñanza un�versitaria. Al momento en que las elites hispanoamericanas deben cubrir el

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NA 'IÓN Y ESTADO EN IUJ!ROAM IlRICA
J o s ll CARLOS CII I A RAMONTE

discusión de sus posibles fuentes rousseauniana o suareciana,


vacío d e legitimidad que desata l a crisis d e l a monarquía, el
existía una variedad de autores leídos por los hispanoamerica­
derecho natural y de gentes proporcionará las bases doctrinales
nos que podría dar cuenta de la forma en que es tratado, por lo
�ar� ello y, además, los conceptos y argumentos de la vida polí­
. que sus "fuentes" suelen ser inciertas. En el párrafo que cita­
tIca mdependIente. Así, la ficción j urídica de la retroversión del
mos a continuación se pueden notar varios de los conceptos
poder, que implicaba la existencia de un acto contractual tácito
centrales del derecho de gentes, mencionado en este caso como
entre l � s "es�añoles americanos" y su monarca, gracias a la ge­
"derecho público" (pacto social, origen contractual de la nación,
neral VIgencIa del derecho natural tuvo la fuerza necesaria co­
resistencia al despotismo, libre consentimiento, derechos so­
mo para poder fundar en ella la legitimidad de los nuevos go­
beranos, confederación... ). Es una cita extensa, para permitir­
biernos.
En la prensa de Buenos Aires de las décadas del diez y del nos observar cómo el uso habitual del derecho natural y de gen­
tes puede pasar inadvertido por la falta de mayores referencias:
veinte las invocaciones al derecho natural y de gentes son fre­
c�e?t�s, a veces aludido como tal y otras mediap.te expresiones
" ... Es una verdad sin réplica que desde que las provincias del río
smommas como derecho público, derecho público de las nacio­
de la Plata arrancaron el cetro despótico de las manos del
nes, derechos nacionales y ley de las naciones. Esas invocaciones
realísimo, y se emanciparon de la España, ellas formaron un
aparecen en textos diversos, tales como artículos de los redac­
pacto social de permanecer unidas. Extendido este pacto, [... ]
tores, cartas al editor y proclamas y mensajes oficiales, textos
/ que también podían ser a veces de fuentes ajenas al medio rio­
quedaron hechas en su virtud una nación libre e independiente.
Por una consecuencia de este principio, cada una de estas pro­
platense reproducidos con propósitos diversos. Por ejemplo, se
vincias quedó sujeta a la autoridad del cuerpo entero en todo
lo encuentra en escritos del bando español o de líderes ameri­
aquello que podía interesar al bien común. Someterse a otra na­
canos de otras regiones. Tal es el caso de una proclama del ca­
ción, sin el consentimiento expreso de la propia, sería un acto
pitán general de Chile, Francisco Marcó del Pont, en la que de­
nulo, como contradictorio a sus mismos empeños, y eversivo de
nuncia las acciones de bandidaj e cometidas por los insurgentes
los derechos soberanos que prometió guardar ante las aras de la
o un oficio de O'Higgins en el que critica el saqueo de un barco
patria. [ ] Si por su libre consentimiento pudiese desatarse de
de origen norteamericano, y por lo tanto neutral, por parte de
...

las demás e invalidar su confederación, no habría estado que muy


los españoles.71
en breve no se viese disuelto.
Se lo comprueba también en la reproducción de documen­
Aplicados estos principios de derecho público a la incorporación
tos de diversas naciones, en relación con la legitimidad de los
de la provincia Oriental con la nación portuguesa, ¿cómo puede
nuevos estados americanos. Así, una carta al editor aparecida
calcularse debidamente su legitimidad? [ .. ] ¿Es acaso que se dude
en el diario inglés The Morning Chronicle el 24 de noviembre
.

que ella entró en el pacto social de las demás provincias desde


de 1818, tFanscripta por la Gazeta de Buenos Ayres, argumenta
que la de Buenos Aires dio el primer grito de independencia?"74
en favor del reconocimiento de las Provincias del Río de la Pla­
ta como una nación de Jacto luego de ocho años de ejercicio
El carácter de creencia básica compartida que poseía el
ininterrumpido de derechos nacionales, y se apoya en uno de
derecho de gentes como fundamento de las relaciones entre las
los autores de derecho natural más difundido entonces, Vatte}.72
"soberanías" surgidas con la independencia puede verificarse
En el mismo sentido se lo encuentra usado en la repr�ducción
también en el tratamiento de problemas económicos. Un diario
de un mensaje del presidente Monroe al Congreso sobre el re­
mendocino critica la política arancelaria de Buenos Aires por
conocimiento de la independencia de los nuevos Estados de
los efectos de la competencia que encuentran los caldos cuyanos
América del SurJ3
frente a los extranjeros en el mercado porteño y para ello invo­
Uno de los temas clásicos del derecho natural, el de las
ca una vez más las razones que motivaron el ,pacto entre las pro­
doctrinas contractualistas, es más que frecuente. Si bien una
vincias, ya que, de no subsistir aquél, " ... no hay una sola línea
imagen estereotipada lo ha circunscrito frecuentemente a la

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J o s e C A KL O S C l I l A RA M o N n NACIÓN y ESTADO EN IBEROAM�RICA

que añadir si cada una de ellas es otra nación independiente en uso que hace recordar a la de Feijóo respecto de la pasión na­
todos respectos, no hay más consideraciones que guardar que cional: "En un sentido material y que prescinde de toda rela­
el derecho de gentes, o público de las naciones".75 Asimismo, ción moral y social, la Patria se toma por el lugar de nuestro
en el tratamiento de las relaciones entre los pueblos rioplaten­ nacimiento. "78
ses y otros Estados, la argumentación sigue los mismos cauces. Pero también se pueden encontrar en Sáenz otros temas
de la mayor actualidad en su tiempo. En su texto se ocupa de
" . . . De las especies de federación y alianza que se conocen en el las diversas concepciones de la soberanía, y la enfoca de una
derecho público la que formó la provincia Cisplatina [la Banda manera que no acuerda con el criterio de su indivisibilidad.
Oriental, actual Uruguay] con el Brasil (permitido y no concedi­ Rasgo que, unido a su descripción no condenatoria de las repú­
do que así fuese) o fue de aquellas que, sin renunciar un estado blicas y monarquías federales, y al énfasis en el clásico princi­
de derecho de soberanía, sin desistir de la administración que le pio del consentimiento como requisito para formar parte de al­
es propia, se someten, sólo por intereses comunes a su asamblea guna forma de asociación política, muestra una de las vertien-
nacional legislativa; o fue de aquellas que por ; n tratado de pro­ tes del proceso de organización de los nuevos Estados que en el
tección se pone uno débil bajo la tutela de otro fuerte. . . "76 momento de su curso era minoritaria en Buenos Aires, pero que
se impondría largamente pocos años después.79 Pues, precisa­
Advirtamos que las alternativas expuestas al final de este mente, frente a versiones del iusnaturalismo como la de Sáenz,
párrafo reproducían un lugar común de los manuales de dere­ concordante con las formas corporativas y comunitarias de la
cho de gentes, como el de Andrés Bello del que nos ocupamos vida social y política del período, ejercían también atracción las
más abajo. . que correspondían a sus tendencias individualistas, sumadas a
Testimonios del carácter del iusnaturalismo como funda­
mento de la conducta política de individuos y comunidades, se
la adhesión a autores que implicaban ya una superación del
iusnaturalismo: además de la no fácilmente perceptible perdu­ fI
pueden encontrar no sólo en la prensa, correspondencia y otros ración de .Ia simpatía por Rousseau, los nombres de Jeremías
materiales políticos, sino también en los textos de las cátedras
de derecho natural y de gentes. En este caso, más allá de su
Bentham y Benjamin Constant son también de frecuente apari-
ción en la prensa y en los debates de los años en que las tenden- \
I
carácter de fuente para el estudio de la enseñanza del derecho cias centralistas parecían dominar el escenario político.
ellos revisten una importancia especial porque además de re� En cuanto al principio del consent.�JP:iento, que aparece en
flejar ese carácter ya señalado de fundamento de la ciencia de diversos lugares del texto de Sáeñ-i; 'd.estacamüs el siguiente pá­
lo político propio del iusnaturalismo, nos proporcionan la ma­ rrafo al que los conflictos en el seno del próximo Congreso Cons­
yor parte del vocabulario político de la época. tituyente, reunido en Buenos Aires entre 1824 y 1827, presta­
Por ejemplo, en las Instituciones elementales sobre el De­ rán mayor significación: "Los pueblos de dos países separados
recho Natural y de Gentes, de Antonio Sáenz, apuntes de un para reunirse deben prestar su consentimiento libre y espontá­
curso dictado en la recién fundada Universidad de Buenos Ai­ neo [ .. . ] faltando éste, el acto es ilegítimo y pueden rescindir-
res en los años 1822-23, el rector de la universidad y catedráti­ 10. "80 Fundados en estos principios del derecho de gentes, no
co de la materia, al emplear la típica sinonimia de época entre sólo las ciudades rioplatenses protestaban su igualdad con la
los conceptos de nación y de Estado -y aún más, incluye en de Buenos Aires, sino hasta los mismos "pueblos" bonaerenses
ella al de sociedad-, nos muestra la total ausencia de toda no­ reclamáron ser tratados como iguales a Buenos Aires, con pres­
ción de "nacionalidad" como fundamento de las naciones.77Asi­ cindencia del tamaño de su población, dado que según el dere­
mismo, al definir la voz patria sigue a Vattel, quien la definía cho de gentes, eran "personas morales" iguales a su ciudad ca­
concisamente como el Estado del que se es miembro, y señala pital. En 1820 los "Representantes de los pueblos libres de la
la falta de contenido político en la acepción común que la aso­ campaña" de Buenos Aires exigían ser reconocidos no por su
cia al lugar de nacimiento, mostrando una valoración de este "valor numérico [ . . ] sino por su valor moral", porque " .. .1os '),�
.

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pueblos que nos han honrado con su confianza, son unos cuer­
pos morales, que tienen de su parte todas las ventajas, aun cuan­
do el pueblo de Buenos Aires tenga la del número". Reclama­ 5. VATIEL
ban, por lo tanto, que los pueblos concurriesen a un Congreso
provincial, " ... cada uno con su diputado, pues no hay razón para Emer de Vattel -considerado como el último clásico del
que se les considere por el número de sus habitantes, sino como derecho de gentes por un historiador del mismo de mediados
unos cuerpos morales, que en el actual estado de cosas, tienen del siglo XIX'-:' fue autor de un tratado publicado en 1758 y fre­
todas las ventajas sobre el sólo pueblo de Buenos Aires. "81 cuentemente reeditado, que gozó de amplia popularidad ape­
Sobre el concepto de "persona moral", que sería de fre­ nas hubo aparecido. Para Marín y Mendoza, ese tratado era "lo
cuente utilización para justificar las acciones políticas de los mejor" hasta entonces publicado sobre el tema. La atracción del
pueblos rioplatenses, leemos en Sáenz que "una asociación for­ público se debería, según el prologuista de la edición parisina
mada con el consentimiento de los asociados, y dirigida por una de 1863, al mérito de su elegancia y simplicidad. Y un juicio
o más autoridades que se expiden con la representación públi­ anterior, menos complaciente, el de James Mackintosh a fines
ca de todos, y es obligada a proveer acerca de su bien y seguri­ del siglo XVIII, apuntaba, al comenzar una severa crítica, a si­
dad, se ha considerado siempre como una persona moral..."82 milares factores de 'éxito: "Es un realmente ingenioso, claro,
Similares características a las del texto de Sáenz, que nos elegante y útil escritor." Casi un siglo después, era calificado en
ayudan a comprender mejor qué se entendía por hacer una na­ Chile, en materia del derecho de gentes, como " ... el más metó­
ción en tiempos de las independencias, se observan en el libro dico, el más juicioso y de más claro ingenio y mayor elocuen­
de Andrés Bello, Derecho internacional... , cuya primera edi­ cia ... "86 En el éxito que tuvo el autor suizo -había nacido en el
ción chilena de 1832 se titulaba Principios de Derecho de Gen­ principad o de Neuchatel en 1714, como súbdito del rey de
tes y que fue reeditado en Caracas en 1837, en Bogotá, 1839, y Prusia- influyó mucho su deliberado propósito divulgador.
en Madrid en 1843.83 Al comienzo de este libro, el autor decla­ Discípulo del filósofo alemán Fl'iedricn Wolff;'Vifffers"e"nabía
raba que su ambición quedaría colmada si la obra contribuyera propuesto poner al alcance del público europeo lo sustancial de
a que la juventud cultivase "una ciencia que, si antes pudo la obra de Wolff, de difícil lectura no sólo por el alto grado de
desatenderse impunemente, es ahora de la más alta importan­ especialización con que había sido elaborada sino también por
cia para la defensa y vindicación de nuestros derechos nacio­ estar escrita en latín, idioma que Vattel reemplaza por el fran­
nales".84 cés, entonces la lengua diplomática europea.87
Como el conjunto de los individuos que componen la na- De su amplia difusión en la España del ,siglo XVIII dan
ción no pueden obrar en masa, continuaba Bello, se requiere cuenta las reiteradas menciones suyas que háce Cadalso en su
\ una persona o un grupo de ellas encargado de "administrar los satírico Eruditos a la violeta, que ya hemos citado, como uno
\ intereses de la comunidad y de representarla ante las naciones de los autores a la modá de inexcusable referencia por quienes
extranjeras". Siguiendo a Vattel, unas veces resumiéndolo, otras pretendieran exhibir conocimiento del tema. En H:ispanoamé­
1I utilizando sus mismas palabras, agrega Bello que "esta persona rica fue también una de las máximas autoridades én tiempos de
o reunión de personas es el soberano. La independencia de la las independencias. Su obra sobre el derecho de gentes era uti­
\
nación consiste en no recibir leyes de otra, y su soberanía en la lizada desde México hasta Chile, donde fue texto de enseñanza
existencia de una autoridad suprema que la dirige y represen- durante varios años; en el Río de la Plata, donde todavía en los
ta". Posteriormente, Bello resume la variedad de situaciones años '20 se ofrecía en venta en Buenos Aires una edición en
compatibles con la independencia soberana, en un párrafo que castellano de su Derecho de gentes, o principios de la ley natu­
no es otra cosa que un resumen de un parágrafo de la obra de ral, aplicado a la conducta y a los negocios de las naciones y
Vattel, el autor posiblemente de mayor influencia en el período de los soberanos, y en Rio Grande do Sul, en tiempos de la Re­
y sobre el cual nos es necesario extendernos.8s volución Farroup ilha.88

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NACiÓN y ESTADO EN l U EROAM I1 R I C A

Pero Vattel no era solamente una autoridad para la ense­ gentes", del "derecho de las nacio nes " o " del uso de l as Nacio­
ñanza del derecho natural y de gentes. Era también obra de con­ nes", para referir a las relaciones de las provincias s ignatarias
sulta obligada para los políticos de la época. Congruentemente del pacto. Pero lo que resulta de m ayo r interés es l a utilización
con el dato recién citado, comprobamos que en la sesión secre­ del derecho de gentes para reafirm ar su carácter de E stados so­
ta de la Junta de Representantes de Buenos Aires, del 24 de beranos por parte de las provincias. En el citado debate de 1831
enero de 1831, destinada a discutir los artículos,del tratado de en la Junta de Representantes de Buenos Aires, cuan do el mi­
la Liga del Litoral -tratado que luego se convertiría en el Pacto nistro de Gobierno adujo que las circunstancias de los Estados
Federal, al ser suscripto por el resto de las provincias argenti­ independientes no eran comparables a las de las p rovi ncias li­
nas, e inauguraría la débil confederación vigente hasta la caída torales, " ... que formaban una sola familia, animaban un propio
de Juan Manuel de Rosas en 1852-, se destaca explícitamente interés, y sostenían una e idéntica caus a . .. ", su alegato , reflejo
a Vattel entre las autoridades competentes en lo relativo a la de las tendencias centralistas qUe aún p redominaban en Bue­
entrega de delincuentes entre los estados (prO\jncias) partici­ nos Aires, no tuvo eco y los participantes en el debate , incluido
pantes: " ... algunos tratadistas notables, y entre ellos Vattel, el propio ministro, continuaron analiz an do los problemas im­
aplaudían este medio de reprimir los delitos, que según se ex­ plicados por el tratado sobre la base de las normas del derecho
presaba, hacía que los pueblos tomasen el aspecto de una Re­ de gentes, al que también aludían con l a expresión "derecho pú­
pública". y en la siguiente sesión, del 24 de enero, se apela al blico de las naciones". El criterio predominante en vísperas de
derecho de gentes para legitimar el artículo en discusión y se la ratificación del Pacto Federal fue inmediatamente expuesto
vuelve l destacar el nombre de Vattel entre sus exponentes. El en forma muy elocuente por el influye nte diputado Ugarteche,
artículo, " .. .lejos de estar en oposición con los principios gene­ miembro de la comisión encargada de examinar el t ratado de
rales del derecho público de las naciones, era conforme a éste, 1831 para su ratificación, mostrando qu e esta decisió n de ajus­
y a las doctrinas de los tratadistas más clásicos entre los que se tar explícitamente las relaciones entre las "provincias " al dere­
citó a Vattel."89 cho de gentes en ningún lugar cobró m ás fuerza co mo en la mis­
Años antes había estado presente también en los debates ma Buenos Aires:
del Congreso Constituyente de 1824-1827. Las menciones so­
lían ser acompañadas del epíteto "célebre", tal como en ésta, " .. .la comisión al considerar el presente tratado, n o había perdi­
hecha por Valentín Gómez, sucesor de Sáenz en el rectorado de do de vista que los pueblos de la República en su actual estado
la Universidad y destacado letrado de la época: "Si me es per­ de independencia recíproca, se hallaban en el caso de otras tan­
mitido hacer una cita ante unos Dipl,ltados de un pueblo tan tas naciones igualmente independientes ; y por lo tanto, les eran
ilustrado, yo haré la del célebre Watel [sic]." Y su carácter de aplicables los principios generales del derecho de las naciones."91
indiscutida autoridad se observa en me�ciones como la siguien­
te: "el principio del derecho público de Watel [sic] y de Requeval, El criterio expuesto por Ugarteche no fue cuestionado. Y
cuya doctrina es el dogma de todas las naciones a este res­ esta voluntad de ajustar las relacio nes " interprovinciales" al de­
pecto."90 recho de gentes sería el fundamento al que se atendrí a Buenos
Otro aspecto que se debe destacar en estos testimonios es Aires92 no sólo hasta 1853 sino también al separarse de las de­
que Vattel y el derecho de gentes en general eran alegados para más provincias como Estado independiente entre 185 2 Y 1860 .
el análisis de las relaciones entre las llamadas "provincias", tes­ En este sentido son coincidentes, pes e a los años que las sepa­
timoniando así, además, el carácter de Estados soberanos in­ ran, las firmes declaraciones de! repres entante de Buenos Ai­
dependientes que éstas poseían. A lo largo del debate sobre el res en la Comisión Representativa del Pacto Federal -especie
Pacto Federal -el más importante de los "pactos preexisten­ de órgano de gobierno confedera! pro ntamente disuelt o por ini­
tes" que invocará más tarde el preámbulo de la Constitución ciativa de Buenos Aires-, en 183 2, re specto de que esa comi­
argentina de 1853- fue frecuente la invocación del "derecho de sión era un "órgano diplomático ", y el alegato d e Bartolomé

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Mitre en la Junta de Representantes de Buenos Aires, en 1852, alguma razao de tomar as armas, para que se chame a esta
cuando al impugnar el Acuerdo de San Nicolás que abrió el ca­ desordem guerra civil e nao rebeliao."95
mino para la Constitución de 1853, invocó reiteradamente el
derecho natural como fundamento de la postura de Buenos Ai­ La Revolución Farroupilha e�a justificada por su princi­
res de rechazar ese acuerdo.93 pal líder con algunos de los argumentos clásicos extraídos del
Pero no sólo Buenos Aires se apoyaba en el derecho de gen­ derecho de gentes:
tes, y en el mismo Vattel, para sus pretensiones de Estado so­
berano e independiente. Los diputados de la principal oponen­ "Desligado o Povo rio-grandense de Comunhao Brasileira
te de Buenos Aires en el Congreso de 1824-1827, la provincia de reassume todos os direitos da primitiva liberdade; usa direitos
Córdoba -cuyo desconocimiento de la ley que convertía a los imprescritíveis, constituindo-se República Independente; toma
diputados del Congreso en diputados de la nación suprimiendo na extensa escala dos Estados soberanos o lugar que lhe compe­
su carácter de apoderados de sus provincias, y su posterior re­ te pela suficiencia de seus recursos, civilizac;ao e naturais rique­
tiro de él, fueron el prólogo a la crisis que culminaría con el zas, que lhe aseguram o exercício pleno e inteiro de sua
rechazo de la Constitución unitaria de 1826 y la disolución del Independencia, Eminente Soberania de Dominio, sem sujeic;ao
Congreso-, invocaban también a Vattel para fundar su pos­ ou sacrifício da mais pequena parte desta mesma Independencia,
tura: ou soberania a outra Nac;ao, Governa e Potencia estranha
qualquer. "96
"Toda ley para que sea válida, y para que revista el carácter de
obligatoria, debe ser pronunciada por el legítimo legislador, que La difusión de un tratado como el de Vattel, objeto de un
tenga competente facultad [. . .] De consiguiente no estando en la uso que excedía en mucho al correspondiente a una obra jurídi­
esfera de este poder legislativo el pronunciarla, no es válida ni ca, se debía a ese carácter ya comentado de sustento de la cien­
obligatoria, y aun dice Watel [sic] que es un crimen el obedecer­ cia de lo político que había adquirido el iusnaturalismo en al­
la en estas circunstancias. "94 gunos de sus más destacados exponentes. Comentando este ras­
go, el anotador de la edición de 1863 escribe que el criterio de
En otros países iberoamericanos Vattel era también auto­ Vattel no era el que, según la terminología atribuida a Bentham,
ridad entre quienes intentaban afianzar la independencia so­ lo reduce al concepto de derecho internacional:
berana de sus Estados. Así, en el manifiesto del 29 de agosto de
1838, Bento Gon�alvez, el principal líder de la Revolución "Mais tel n'est pas le point de vue de Vattel. La définition qu'il
Farroupilha de Río Grande do Sul -la que segregó a Rio Gran­ donne du droit de gens, se réfere par son extension au jus
de del Imperio del Brasil y lo mantuvo diez años como Estado gentium des jurisconsultes romains, qui embrassait dans son

independiente-, justificaba, basado en el derecho natural y de étendue les droits de l'humanité en général, les usages communes
gentes, el derecho a tomar las armas en defensa de su causa; y a toutes les nations, qu'on les considérat soit comme regles de
en correspondencia de 1844, al referirse a sus tratativas de paz leurs relations, soit comme base des rapports sociaux intérieurs
con el Imperio, se refiere como fundamento de sus ideas y de su de chaque État."97 [subrayado nuestro]

proyecto a Vattel:
Como destaca el mismo autor en su Avant-Propos, la obra
" ... donde veio este Direito das Gentes? Responderei que de Vattel. de Vattel, en la que tienen amplio desarrollo cuestiones relati­
É ele quem diz que o uso dá o nome de guerra civil a toda a gue­ vas a la política interior de los Estados, era más una enciclope­
rra que se faz entre os membros de urna mesma Sociedade Polí­ dia de derecho público que un tratado de derecho de gentes. Es
tica: se estao de um lado os cidadaos e de outros o Soberano com de notar que el extenso primer tomo de su obra, aproximada­
aqueles que lhe obedecem, basta que os descontentes tenham mente una tercera parte, está consagrado, siguiendo en esto a

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Wolff, a lo que a mediados del siglo XIX era considerado pro­ nárquica, que aunque en Brasil tuvo evidente suceso pOr el he­
pio del derecho político.98 El primer parágrafo, dedicado a las cho mismo de no haberse producido una interrupción si milar a
nociones preliminares del derecho de gentes, tiene el ya defini­ la del caso español, no fue posible lograr que funcionara en las
torio título, respecto de esta identificación de nación y Estado colonias hispanoamericanas. En ellas, por otra parte, cuando
que hemos comentado, de "Acerca de lo que es una nación o un la ampliación de la participación política se diese a través de
Estado" y comienza así: "Las naciones o Estados son cuerpos los nuevos mecanismos electorales, la necesidad de un vínculo
políticos, de sociedades de hombres reunidos para procurar su que sostuviera el liderazgo de las elites tampoco pudo hacer pie
salud y su adelantamiento .... "99 Esta definición, que según he­ en ese culto a las virtudes cívicas del que da cuenta el l enguaje
mos visto coincide con otras similares, difundidas durante el de innumerables publicaciones periodísticas y otros documen­
siglo XVIII y primera parte del XIX, en carecer de toda referen­ tos de las primeras décadas de la Independencia.
cia a factores étnicos, era similar a la de Grocio.lOo A partir de Es así que la revalorización de los sentimientos de comu­
allí -antes de comenzar a abocarse, en el Libro 11 del primer nidad que alentó el romanticismo en su embate c Ontra el

)
tomo, a las relaciones entre las naciones, que constituye hoy la racionalismo ilustrado, que llevó a reivindicar el senti miento i
materia del derecho internacional-, el primer libro de la obra de identidad de raíz teI;Ii!.9!ial, a asignarle connotaci o nes de
de Vattel examina todos los aspectos concernientes a la organi­ homogeneidad étnica, y a fundar en él la lealtad a los nuevos
zación interna de las naciones, desde la política a la economía. organismos esfatales, habría de ser más tarde un recurs o eficaz
En esas páginas, Vattel se ocupa de cuestiones tan vitales para para cimentar la unidad de las nuevas naciones iberoamerica­
los pueblos iberoamericanos surgidos del dominio metropoli­ nas. Criterios como el de Feijóo, que abominaba de la "pasión
tano, como las concernientes a las formas de gobierno, concep­ nacional", eran expresión de una cultura que enaltecía los sen­
to de la soberanía, formas de asociación política -unitarias, timientos racionalmente fundados y repudiaba los que prove­
federales o confederales-, entre otras, así como a uno de los nían de las pasiones. Justamente, un orden de valores que el
problemas .centrales del derecho natural, el de la obligación romanticismo invertirá en su explícito repudio de estas facetas
política, fundamento de la lealtad de los súbditos al Estado. de la cultura ilustrada.
Resulta claro que esta inversión de la escala de valores es
demasiado tardía como para haber podido contribuir al éxito
6. ALGUNAS CONCLUSIONES del propósito de dar a luz las nuevas naciones iberoamerica­
nas, si se recuerda, insistimos, que el principio de las n aciona­
A lo largo del proceso independentista esa lealtad había lidades, que vincula necesariamente la formación de las nacio­
sido reclamada por elites que buscaban fundarla en las virtu­ nes contemporáneas a previas nacionalidades, se difunde para­
des que el concepto de república llevaba consigo. Mientras el lelamente al romanticismo, con posterioridad a 1830. Por eso,
proceso de organización política estuvo reservado a esas elites, nos parece que una de las mayores utilidades del indispensable
perduraron las antiguas normas que requerían justificar el fin examen crítico del supuesto de nacionalidades preexistentes
del vasallaje a la monarq uía, por una parte (doctri na de la consiste en que, al despej ar la cuestión de esta asociación de
vaca tío regís), la legitimi dad del nuevo ejercicio de
la sobera­ identidad colectiva y emergencia del Estado nacional, nos h ace
nía por otra (doctrina de la reasunción), y asimismo, la legiti­ posible enfocar mejor el estudio de los factores que re almente
midad de las nuevas entidades soberanas, fundada en su cali­ confluyeron en la formación de esos Estados. Por un lado, l a
dad de "person a moral" según el uso del concepto en el derecho naturaleza d e los sujetos políticos colectivos soberanos que,
de gentes. como ya señalamos, fueron inicialmente los "pueblos" , es de- .'
El escaso éxito de muchas de las experiencias de organiza­ cir, las ciudades y/o provincias o Estados, según los cas os. Por ,'
ción estatal independiente obligaría a buscar nuevos recursos !
otro, la conformación del imaginario político de la época, si ya
para apuntalar el edificio social. Tal fue el de la legitimidad mo- no lo reducimos al supuesto sentimiento de identidad nacio �

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J o s lt C A R L O S C � I I A R A M O N T E

nal. Pues, como hemos señalado, los pueblos iberoamericanos


afrontaron las primeras décadas de esta historia provistos de
los conceptos básicos de la ciencia política de la época, funda­ V. SÍNTESIS DE LOS PRINCIPALES RASGOS Y
dos en el derecho natural y de gentes, y asimismo no pudieron CORRIENTES DEL IUSNATURALISMO
dej ar de padecer los efectos del conflicto de las líneas antagóni­
cas que el iusnaturalismo había desarrollado en su seno.
A lo largo de los capítulos anteriores hemos pasado revis­
ta a un conjunto de problemas abiertos por las independencias
iberoamericanas. En la consideración de los mismos, según lo
advertimos en la Introducción, nuestra principal inquietud fue
la de examinar la función que el derecho natural y de gentes
tuvo en el proceso de gestación de los nuevos Estados, en cuan­
to soporte conceptual de las relaciones sociales y políticas del
período.
Conviene no olvidar, según ya hemos expuesto, que la for­
mación intelectual de las elites iberoamericanas estaba fuerte­
mente impregnada por las lecturas de obras de derecho natural
y de gentes, así como por su estudio en las universidades. Y que
esas lecturas y esos estudios continuaron en Iberoamérica lue­
go de las independencias, como lo hemos ya recordado ante­
riormente en el capítulo 111. Y, por otra parte, recordar asimis­
mo que gran parte de lo que habitualmente computamos como
"influencia de la Ilustración" consistía en doctrinas iusnatu­
ralistas que proveyeron la mayor parte del arsenal de concep­
tos políticos utilizados en el siglo XVIII.
La dificultad que caracteriza la historia del derecho natu­
ral por la variedad de corrientes que comprendía -tanto den­
tro mismo de la escolástica como en el denominado derecho
natural "racionalista" o iusnaturalismo-, así como por el he­
cho, que suele desconcertar a los historiadores, de constituir,
pese a esa diversidad, un campo de aparente consenso, nos su­
giere la conveniencia de resumir algunos de los principales pro­
blemas de esa historia. Sobre todo, porque esa función del de­
recho natural de proporcionar las herramientas conceptuales
con que los hombres de la época pensaban sus relaciones priva­
das y públicas obliga a una reconsideración de él que ayude a
superar la estrecha interpretación, ya criticada en los capítulos
anteriores, que lo reduce a un tema de historia del derecho.
La complejidad del asunto se advierte de entrada cuando
buscamos, en los textos de época, alguna definición del dere­
cho natural que nos ayude a comprender mejor su naturaleza y

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J o s l1 C A R L O S C I- I I A R A M O N T I, ------- NA IÓN Y ESTADO EN IIlEROA M IlRICA -----

nos encontramos con un sorprendente laconismo, tal como el ría así que, si bien el derecho natural emana de la razón del
que veremos poco más adelante. Pero advirtamos previamente hombre, ésta no es más que un medio que utiliza Dios para co­
que no nos proponemos discutir aquí una definición del dere­ municar su voluntad. Dios puede, por lo tanto, modificar el de­
cho natural y de gentes, sino solamente examinar las nociones recho natural a su arbitrio. 2
que, por una parte, prevalecen hoy entre los especialistas en el Sin perjuicio de reconocer esta antigua historia del dere-
tema y, por otra, y es lo que más importa en este trabajo, las cho natural , en la historio grafía contem poránea el términ o
que predominaban en el siglo XVIII y primeros años del XIX, a iusnaturalismo es aplicado por lo común a su renovación ope­
los efectos de hacer posible una mejor comprensión de lo trata­ rada a partir de la obra de Hugo Grocio De iure bellis ac pacis
do en los capítulos precedentes. (1625). Para Grocio, que definía el derecho natural como un
Por ejemplo, de manera general, se ha afirmado que el nú­ dictado de la razón que distingue las acciones en contrarias o
cleo del derecho natural es la identificación de derecho y justi­ conformes con la naturaleza racional del hombre , y por lo tanto
cia, de forma que una ley es estimada como válida si es justa, si vedadas u ordenadas por Dios, creador de esa naturaleza,3 el
no ofende la equidad que debe existir en las relaciones entre los derecho natural era, sin embargo, como veremos más adelante,
seres humanos. Criterio cuya debilidad es evidente, dadas las independiente de la voluntad de Dios y hasta de su existencia.
dificultades, mostradas por los mismos partidarios del derecho Al considerar la profunda influencia del derecho natural
natural, para poder reconocer qué es lo justo, y para lograr al en la historia modern a, una cuestión que surge de inmedia to es
respecto un consenso.' la derivada de la varieda d de formas que asumió durante los
Recordemos previamente que la noción del derecho natu­ siglos XVI a XVIII. En primer término , la diferencia que existi�
ral se remonta a los filósofos griegos y tuvo variadas manifesta­ ría entre lo que los actuales historiadores del derecho suelen
ciones, tanto en la Antigüedad como en la Edad Media. Duran­ considerar el iusnaturalismo "moder no" propiamente dicho y
te el Medioevo reinó bastante confusión al respecto, en cuanto las tendencias escolásticas aún vivas en el período, en la medi­
se asociaban doctrinas antitéticas, como la naturalista de da de la importancia de este asunto para la interpretación del
Ulpiano -jurista latino del sigo III d. C., que lo reducía prácti­ papel de esa corriente en los fundamentos de los programas y
camente a un instinto, producto de la creación de la naturaleza conductas políticas que nos interesa n.
por Dios-, la racional ciceroniana, transmitida al Medioevo por Pero, si por una parte es fundamental registrar tal distin­
uno de los padres de la Iglesia de la misma época, Lactancio ción, importa también advertir, para una perspect!v� que tien­
-una ley acorde con la razón, inmutable y eterna, que no varía da a rastrear la presencia de las concepciones teoncas en los
según las circunstancias de lugar y tiempo-, y otra postura pro­ conflictos políticos de la Histori a, que frecuentemente doctri­
piamente medieval que identificaba el derecho natural con la nas contrapuestas estaba n presentes al mismo tiempo , y a ve­
revelación y el Evangelio, tendencia ésta proveniente sobre todo ces confun didas, en el curso de las contiendas políticas de la
del canonista del siglo XII Graciano y de sus comentaristas. Esta época. Pues, como ya explicamos, el derecho natural, más al�á
diversidad de criterios fue superada a partir de la reformula­ de sus diversas tenden cias, cumplió el papel de una creenC Ia
ción de Santo Tomás de Aquino, en el siglo XIII, quien sostuvo consen suada como fundamento de legitimidad de la vida polí-
el concepto de una ley natural como parte del orden que la ra­ tica.4
zón de Dios ha puesto en la razón del hombre; es decir, una Al respecto, ayudaría a aclarar más las cosas pregun t ar-
norma racional. Sin embargo, el racionalismo tomista chocó con nos qué es lo común de todo el derecho natural modern o, qué
el voluntarismo de Ockam y otros, para quienes Dios, por el es lo que, más allá de las profund as divergencias que van, por
mismo hecho de ser quien es, puede variar a su arbitrio esa ley. ejemplo , de Grocio a Locke, hizo posible que cumpliera esa fun­
La crítica voluntarista al criterio de Santo Tomás -que, encar­ ción. Según el criterio de un destacado filósofo del derecho , lo
nada sobre todo en Guillermo de Ockam en el siglo XIV, poste­ común de las distintas expresiones de esa corriente es
riormente sería retomada por la reforma protestante-, afirma-

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NACIÓN y ESTADO EN }IlP.KOAMltRICA
J o s /1 CARLOS C I I I ARAMONTE

daba la vida social. Sobre todo, porque esa distinción relativa a


" .. .la idea de u n sistema d e normas lógicamente anteriores y éti­
su etapa propiamente moderna, que no les ha sido fácil lograr a
camente superiores a las del estado, de cuyo poder constituyen
los historiadores del pensamiento político, era menos clara aún
una limitación infranqueable: las normas jurídicas y la activi­
a los protagonistas de los sucesos históricos que, como los de
dad política de los estados, de las entidades y de los individuos
que se opongan al derecho natural, de cualquier manera que se
las independencias iberoamericanas, estaban más preocupados
por la eficacia de sus argumentos políticos que por el rigor de
conciba éste, son consideradas ilegítimas por las doctrinas
su aparato erudito. Una eficacia, por otra parte, que, buscada
iusnaturalistas y permiten la desobediencia de los ciudadanos."5
conscientemente o no, provenía muchas veces de ese eclecticis­
Con tal perspectiva, puede ser útil citar aquí, como ejem­ mo que los hacía más audibles por un público no afecto a inno­
plo de uno de los criterios de mayor vigencia en aquel período, vaciones radicales.
el concepto que del derecho natural está contenido en el artícu­
lo respectivo de la Enciclopedia francesa:
LAs CORRIENTES IUSNATURALISTAS
"Se considera más frecuentemente como Derecho natural a cier­
tas reglas de justicia y de equidad que la razón natural ha esta­ 1. Según la distinción formulada por Bobbio, y considera­
blecido entre los hombres o mejor dicho, que Dios ha grabado da por éste como definitoria, el iusnaturalismo propiamente
en nuestros corazones." moderno comenzaría con Hobbes. La distinción surge no de la
discrepancia sobre el origen, natural o artificial, del poder, sino
y agregaba el artículo como ilustración de lo anterior: del método proclamado para su estudio y explicación: el crite­
rio de Hobbes respecto de la naturaleza del conocimiento en el
"Tales son los preceptos fundamentales del Derecho y de toda campo de lo moral es que el mismo podía y debía lograr el ri­
justicia: vivir honestamente, no ofender a nadie y dar a cada uno gor propio de las demostraciones matemáticas. La concepción
lo suyo. De estos preceptos fundamentales derivan muchas otras de lo moral y lo político como campo de conocimiento asimila­
reglas particulares que la naturaleza, es decir, la razón y la equi­ do al rigor demostrativo de las matemáticas, se encuentra tam­
dad, inspiran a los hombres." bién en Pufendorf así como en Spinoza, cuya Ética llevaba como
subtítulo la expresión "demostrada según el orden geomé­
Un derecho, en suma, permanente e inmutable, que no trico".7
puede ser derogado ni eludido por motivo alguno, a diferencia Esta postura marca una diferencia radical con toda una
del derecho positivo, cuyas leyes son susceptibles de deroga­ forma de encarar el conocimiento que, siguiendo a Aristóteles,
ción o cambio por procedimientos similares "a aquellos con que distinguía las disciplinas capaces de proporcionar conocimien­

( fueron establecidas.6
Es cierto que es imprescindible tener en cuenta los con­
flictos de tendencias opuestas en el seno del derecho natural
tos ciertos, como las ciencias exactas matemáticas, de aquellas
otras que producirían conocimientos solamente probables,
como las ciencias morales. Para la tradición aristotélica, de la
que, como en el caso del problema de la unidad o divisibilidad que en este punto participaban aún Bodino y Grocio, la moral y I
". de la soberanía, absorbieron gran parte del debate político ibe­ la política eran campo de lo probable, no de lo cierto.
Hobbes se propuso asentar la ciencia de lo moral sobre I
roamericano en la primera mitad del siglo XIX. Pero, al mismo
tiempo, es preciso atender también a ese campo de coinciden­ una base tan rigurosa como la que había descubierto, con ad­ I
cias, visible en las usuales invocaciones al "derecho natural", a miración, en su lectura de Euclides y en su conocimiento del
la "ley natural", a la "ley de la naturaleza", en los textos políti­ método de Galileo, a quien visitó y con quien, en el curso de I
dilatadas conversaciones, consultó su propósito de tratar las
cos de la época, que en su elusión de mayores precisiones ape­
laban a un supuesto campo compartido de creencias que fun- ciencias de lo moral more geometrico, y de quien tomó el mé- I
I
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J O S É CARLOS C H I A RA M O N T E NACIÓ N y ESTADO E N IBE ROAMÉRICA

todo "resolutivo-compositivo", que aplicaría al tratamiento de la historia del iusnaturalismo una corriente propiamente mo­
los asuntos sociales.8 derna, abierta por la obra de Hobbes.
Pero hay otro plano en que la orientación abierta por
Hobbes -ya en una obra anterior al Leviatán, su tratado De 2. La atribución a Hobbes y no a Grocio de la paternidad
Cive (1642)9 -, se aparta de toda la precedente tradición de la del derecho natural en su versión moderna es parte de una con­
filosofía política. Se trata de la antes aludida discrepancia so­ troversia que como tal no tendrá mayor incidencia en la vida
bre el origen natural o artificial del poder, en la que Hobbes se intelectual de Iberoamérica de ese entonces, pero que apunta a
opone al criterio que, a partir de Aristóteles, consideraba al distinciones doctrinarias que pueden en cambio contribuir a una
hombre como un ser naturalmente social, juicio que todavía con­ mejor comprensión de su vida política. Cuando, al iguál que lo
formaba lo central de las concepciones polític;as predominan­ haría Bobbio, uno de los principales biógrafos de Hobbes, F.
tes en la I nglaterra de su tiempo . lO Al criterio aristotélico, Tonnies, busca refutar la atribución a Gracia de esa paterni­
Hobbes contrapone el concepto del "hombre lobo del hombre", dad, escribe que "los teóricos del derecho natural mejor infor­
condición que solamente el paso a la sociedad civíl permitiría mados" sabían ya, en el siglo XVIII, "que Hobbes era el funda­
superar. Ya en la primera página del De Cive ataca sin rodeos a dor de esa disciplina como sistema rigurosamente racionaL."
la concepción aristotélica: Y añade que ellos también sabían que esa atribución a Gracia
era "un prejuicio muy equivocado", sobre todo, por creer que
"La mayor parte de los que han escrito sobre política suponen,
pretenden o exigen que el hombre es un animal que ha nacido " . . . Grocio ha removido el ius naturae y lo ha limpiado de los gri­
apto para la sociedad. Los griegos le llaman Zwov ¡roÁmov; y so­ llos scholasticorum y que tenga que ser considerado como re­
bre ese fundamento construyen la doctrina de la sociedad civil formador, restaurador, etc., ya que todo lo que nos dice acerca
como si para la conservación de la paz y el gobierno de la huma­ del derecho de naturaleza no es otra cosa que la vieja doctrína
nidad bastara que los hombres consintiesen en ciertos pactos y escolástica . . "13
.

condiciones que ya entonces llamaban leyes. Axioma que, aun­


que aceptado por muchos, es sin embargo falso; y el error proce­ Hobbes sería entonces el fundador del derecho natural mo­
de de una consideración excesivamente ligera de la naturaleza derno por haber renovado la antigua corriente del
humana."u iusnaturalismo, en especial por librarlo de los resabios escolás­
ticos que se prolongaban hasta Gracia.
De manera que si, por una parte, en -lo que respecta a la Pero respecto de la definición de un iusnaturalismo mo­
teoría general del derecho, se puede hablar de una escuela del derno, la postura de Bobbio no es la habitual en los historiado­
derecho natural unificada por su concepción del método, un mé­ res del pensamiento político. Por el contrario, el punto de vista
todo racionalizante, por otra, en cuanto atañe a la concepción más generalizado sobre el significado de la obra de Gracia, punto
del fundamento y la naturaleza del Estado" Hobbes añade un de vista cuyo origen suele atribuirse a su discípulo Pufendorf,
"modeló" teórico, del que, por encima de sus fuertes discrepan­ data el nacimiento del derecho natural moderno en el autor de
cias ideológicas, participan tanto Spinoza como Pufendorf, tanto De iure bellis ac pacis, sobre todo por su abandono del tributo
Locke como Rousseau. Es un modelo construido "sobre la base que habían rendido a la teología todos sus antecesores, incluso
de dos elementos fundamentales: el estado (o sociedad) de na­ Bodino.!4
turaleza y el estado (o sociedad) civil."!2 Se trata, comenta Es cierto que, antes de Gracia, ya Badina había mostrado
Bobbio, de un modelo fuertemente dicotómico, en el que rige el algunos rasgos prenunciadores de las concepciones modernas
principio del tercero excluido: el hombre está en uno o en otro del Estado. Al dividir el derecho en natural y humano, y a este
de esos estados, pues no puede existir otro. De acuerdo con esto, último en ius gentium y ius civile -aunque vuelve así a la tra­
tendríamos entonces una postura que permitiría distinguir en dición medieval (en especial, San Isidoro), según el cual el de-

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recho de gentes es un derecho humano y, por tanto, positivo-, [Thomasius] a la misma indiferencia hacia los dogmas eclesiás­
en cuanto afirma que el derecho positivo no es producto espon­ ticos y a similar anticlericalismo a los que pudiera llegar un pos­
táneo de la vida comunitaria sino creación artificial, adopta un terior ilustrado, confiado en su sola razón. "20
punto de vista cercano a los criterios modernos.'5 Pero aunque
Bodino puede ser considerado precursor de algunos de los ras­ Lo cierto es que el rasgo más conflictivo de este iusna­
gos definitorios del iusnaturalismo moderno, la gran novedad turalismo para la cultura política de los siglos XVII y XVIII era
de Grocio es que afirma la existencia de un derecho natural vá­ una nueva concepción de las relaciones entre derecho y filoso­
lido para todos los pueblos, basado en la razón e independiente fía moral, fundada en la segregación de ambas disciplinas del
de la voluntad de Dios y aun de su existencia: ámbito de la teología moral en el que las habían ubicado gran­
des figuras del siglo XVI como el dominico español Francisco
" y ciertamenteestas cosas, que llevamos dichas, tendrían algún de Vitoria. Es de notar, al respecto, el esfuerzo de Pufendorf
lugar, aunque concediésemos, lo que no se puede hacer sin gran para justificar esa escisión. En la dedicatoria al lector de su obra
delito, que no hay Dios, o que no se cuida de las cosas huma­ De la obligación del hombre y del ciudadano, además de expli­
nas . ",6
.. car sucintamente la diferencia entre ley natural, ley civil y re­
velación, y las correspondientes disciplinas -"tres estudios se­
Si bien Grocio está aún lejos de una postura deísta,'7 su parados", derecho natural, derecho civil y teología moral-, se
innovación habría sido fundamental, si no tanto como la de advierte una implícita necesidad de justificar al derecho natu­
Hobbes para el futuro desarrollo de la teoría política, sí para la ral, basado en la razón, frente a la teología, fundada en la reve­
difusión de una corriente no escolástica del iusnaturalismo, que lación:
se vería prontamente acentuada en autores como Thomasius.'8
Una corriente fuertemente atractiva para parte de los protago­ "el derecho natural no se opone en modo alguno a los dogmas de
nistas de los conflictos de los siglos XVII y XVIII. Porque, aun­ la verdadera teología, sino que sólo abstrae de algunos de sus
que el iusnaturalismo moderno continúa en otros aspectos la dogmas que por la mera razón no se pueden investigar. "21
tradición estoico-ciceroniana recogida por el tomismo, la pos­
tura secularizad6ra de Gracia, y también de Pufendorf, sería la Previamente había explicado las diferencias de ambos cam­
preferida en el siglo XVIII justamente por su actitud precurso­ pos, para afirmar:
ra de la difusión de una cultura laica, ajena a la tradicional de­
pendencia de la teología. "De aquí que los decretos del derecho natural se adapten sólo al
En cuanto a Christian Thomasius, fue famoso en su tiem­ tribunal de los hombres, que no se extiende después de esta vida,
po por dos razones. Una fuente de esa fama era su carácter de y son incorrectamente aplicados en muchos casos al foro o tri­
crítico del derecho romano. La otra fue su carácter de "conti­ bunal divino, que es especialmente la mira o el campo de la teo­
nuo escandalizador de teólogos" debido a las tesis contenidas logía. "
en dos de sus principales obras, una de ellas sus Fundamenta
Iuris Naturae et Gentium [1705].'9 Thomasius sentía gran ad­ El fin del derecho natural "se incluye sólo en el ámbito de
miración por un historiador de la Iglesia, Gottfried Arnold, por esta vida, y por lo tanto forma al hombre en consecuencia para
el criterio de éste de que que viva en sociedad con los demás". De manera que "los lími­
tes por los que este estudio está separado de la teología moral
"el uso de la razón por la Iglesia a fin de fijar la 'ortodoxia' y están tan claramente definidos" que se encuentra en el caso del
actuar contra los hérejes en nombre de esa misma razón, olvi­ derecho civil, de la medicina, de la ciencia natural o de las ma­
dando para con ellos la piedad, la comprensión, la misericordia, temáticas.··
deriva en irracionalidad. [y] Partiendo de la piedad, arribó Por último, otra característica del iusnaturalismo de los

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NACIÓ N y ESTADO E N IBE ROAMÉRICA ------

siglos XVII Y XVIII, la de mayor resonancia política, fue la de En cambio, si nos asomamos a una obra muy difundida en
acentuar el aspecto subjetivo del derecho natural, el de los de­ el siglo XIX, publicada al promediar la primera mitad de esa
rechos innatos del individuo, frente al aspecto objetivo, el del centuria, como la del diplomático norteamericano Wheaton, ob­
derecho natural como conjunto de normas. Animó así las ten­ servaremos que ella se ciñe al derecho internacional y que hace
dencias políticas individualistas y liberales que reclamaban el centro de forma casi excluyente en el problema de la regulación
respeto, por la autoridad política, de los derechos del hombre. de la guerra y de la paz -problema central, es cierto, al derecho
En síntesis, los conceptos de los derechos innatos, del estado natural y de gentes en toda su historia, como lo muestra el títu­
natural y del contrato social, pese a las diversas maneras en lo mismo de la obra de Gracia, pero que no agota ni mucho
que se los haya podido concebir, son característicos del iusna­ menos su contenido. El subtítulo de la obra de Wheaton, "Des­
turalismo moderno "y se encuentran en todas 1?.8 doctrinas del de la paz de Westfalia hasta nuestros días", traduce ese crite­
derecho natural de los siglos XVII y XVIII..."23 rio, exhibido también por el autor cuando observa que "la paz
de Westfalia continuó formando la base del derecho público
3 . Al llegar a este punto, conviene quizá detenerse a consi­ europeo" y que ella "termina el siglo de Gracia" y "armoniza
derar la diferencia de enfoque que existe entre el historiador de con la fundación de la, nueva escuela de publicistas, sus disCÍ­
la teoría política, que basa su trabajo en un análisis interno de pulos y sucesores en Holanda y Alemania". 25
ella y está condicionado por su preocupación respecto del valor Mientras que, por otra parte, autores del siglo XVIII, como
intelectual de las teorías estudiadas, así como de su trascen­ el ya citado Mackintosh, o los colaboradores de la Enciclope­
dencia en esa historia intelectual, y el historiador de la vida po­ dia, lo enfocan como el fundamento de la ciencia de la política.
lítica, a quien le importan las formas, genuinas o espurias, co­ y es este enfoque el que más nos interesa porque responde, jus­
herentes o no, con que asumen las ideas políticas los protago­ tamente, a la forma en que el derecho natural y de gentes era
nistas, individuales o colectivos, de los procesos históricos en asumido en tiempos de las independencias iberoamericanas.
estudio. Por eso, independientemente de los méritos respecti­ Esta última perspectiva coincide con la atribución a Gracia y
vos de las ideas de Gracia y de Hobbes en la historia de las ideas Pufendorf del papel de fundadores de aquél, fundamentalmen­
políticas, lo que interesa notar en el siglo XVIII, y en sus pro­ te por lo que podría llamarse su laicización y racionalización.
longaciones posteriores, es, por una parte, la generalizada afi­ Deteniéndonos ahora en este punto, añadamos que el ca­ \

ción al autor de De iure belli ac pacis y a su continuador y difusor


Pufendorf, cuya obra principal, De iure naturae et gentis, se
rácter del derecho natural y de gentes como fundamento de la
ciencia de lo político, por una parte, y el papel fundacional de 1
publicó en 1672. Gracia y Pufendoff, por otra, pueden comprobarse en autores
Por otra parte, es de notar que la visión del derecho natu­ de época, tales como el recién citado Mackintosh, para quien
ral y de gentes en cuanto disciplina es cambiante en sus histo­ las dos grandes obras que cambiaron completamente el idioma
riadores a través de los siglos. Es así fácilmente perceptible que de la ciencia son la de Gracia y la de Pufendorf, desde cuya pu­
en Bobbio y otros autores, en la medida del interés predomi­ blicación, comenta, una más modesta, más simple y más inteli­
nante por la teoría moderna del Estado, se lo analiza haciendo gible filosofía se introdujo en las escuelas e hizo posible discu­
centro en ella. Si bien Bobbio distingue la perspectiva de los tir con precisión y claridad los principios de la ciencia de la na­
"juristas filósofos" para quienes el derecho natural y de gentes turaleza humana.>6
comprende tanto el derecho privado como el público -y, agre­ Asimismo, en los artículos que le dedica la Enciclopedia
ga, más el primero que el segundo-, subraya que para los "gran­ francesa, luego de analizarse brevemente las diversas acepcio­
des filósofos" Hobbes y Locke, y para el gran "escritor político" nes que ha tenido el derecho natural, se concluye que " ... no es
Rousseau, el tema de sus obras es casi exclusivamente el dere­ en rigor otra cosa que la ciencia de las costumbres a la que se
cho público, "el problema de la naturaleza y el fundamento del denomina moral". Y luego de reseñarse distintos antecedentes
Estado".24 del mismo en la Antigüedad, se afirma que "el célebre Grotius
1I
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J O S É CARLOS C H IARAMONTE NACIÓN y ESTADO EN IBEROAMÉRICA

es el primero que ha elaborado un sistema de Derecho natural mas reglas morales que reúnen a los hombres y los organizan
en un tratado titulado De iure belli ac pacis. . ", y que pese a
.
en naciones, las que rigen también las relaciones entre éstas.
que ese título parece no anunciar otra cosa sino que las leyes de Una parte de esta ciencia es considerada el derecho natural de
la guerra son su principal objeto de estudio, sin embargo, "no los individuos, y la otra, el derecho natural de los Estados; y es
dej a de encerrar los principios del derecho natural y del dere­ en virtud de sus principios que se ha considerado a los Estados
cho de gentes". 27 Además de criticarse a Hobbes y a Spinoza como pers o n a s m o ra les.30 El punto de vista que asume
-"no se pretende aquí refutar el pernicioso sistema de estos Mackintosh es el de una estrecha conexión entre la filosofía
dos filósofos cuyos errores se perciben fácilmente" -, los auto­ moral, el derecho civil y el derecho público, en cuanto el "prin­
res a los que mayor autoridad se concede son Pufendorf, cipio de justicia" enraizado profundamente en la naturaleza y
Barbeyrac y Burlamaqui. 28 en el interés de los seres humanos satura el conjunto hasta sus
mínimos detalles.31
4. El derecho natural y de gentes aparecía entonces como Tal dimensión del derecho natural que trasciende a lo ju­
el conjunto doctrinario que daba razón de los fundamentos y rídico se percibe ya en la misma obra de Altusio, en la que el
normas de la vida social y política, incluida la internacional. derecho natural está tratado, según se ha observado, de mane­
No sólo, insistimos, como una etapa de la historia del derecho, ra más sociológica que política.32 Así como un enfoque mode­
tal como suele ser considerado en la historia de las ideas políti­ rado de similar concepción del papel del derecho natural se en­
cas y como se reflej a en el siguiente texto: cuentra en la obra de un hoy olvidado publicista francés del si­
glo siguiente, José Gaspard de Real de Curban. Se trata de un
"Sólo podemos detenernos brevemente en la profunda transfor­ cartesiano, adversario de los enciclopedistas, que en la segun­
mación de las concepciones jurídicas llevada a cabo en el siglo da mitad del siglo XVIII publicó una Science du Gouvernement,
XVII por los teóricos del derecho natural (especialmente Grocio cuya versión castellana de 1775 sería objeto de lecturas por parte
y Pufendorf). Las obras de estos teóricos pertenecen a la histo­ de Juan Manuel de Rosas. Para Gaspard de Curban el derecho
ria del derecho más que a la historia de las ideas políticas, pero natural era el fundamento de la ciencia política, en cuanto base
llevan la profunda huella del contexto político y social en que de todos los demás derechos, derecho civil, derecho eclesiásti­
fueron elaboradas. "29 [subrayado nuestro] co, derecho de gentes, así como de la ciencia moral y la ciencia
política.33
Ni tampoco como la sola regulación de las normas de la
guerra, pese al lugar preponderante que este problema poseyó
en la gestación y desarrollo del mismo, en buena medida por­ CORRIENTES IUSNATURALISTAS y TEORíAS
que implicaba de la manera más acuciante la noción de los fun­
CONTRACTUALISTAS
damentos, características y relaciones de las sociedades nacio­
nales.
Nada más expresivo de lo apuntado que el citado texto de 1. A partir de Grocio, el iusnaturalismo se convertiría en
una respuesta exitosa a la teoría del origen divino directo del
Mackintosh -permítasenos volver a él una vez más-, para
poder. Más aún, en muchos de sus exponentes, el contractua­
quien el derecho natural y de gentes era una ciencia que se ocu­
lismo estaba destinado originariamente a combatir el poder tem­
pa de los "deberes y derechos" de los hombres como de los de
los Estados. Y al explicar con más detalle, como hemos visto, poral del papado, y en sustancia buscaba fundar la autonomía
del poder real apelando a bases puramente laicas. El renaci­
que bajo esa denominación están comprendidas las relaciones
miento de las doctrinas contractualistas fue, entonces, la base
entre los individuos que integran un Estado, entre ellos y los
poderes públicos, y entre los Estados mismos, tanto en tiem­ de esta construcción alternativa sobre la naturaleza del poder.34
Agreguemos que es singular que una noción que proviene de la
pos de guerra como de paz, aclara, además, que son las mis-
escolástica se expanda desde el siglo XVI con propósitos anta-

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J O S É C A R L O S C H IA R A M O N T E NACiÓN y ESTADO EN IBE¡WAMÉRICA

gónicos: entre los neoescolásticos, para combatir el poder del hombre y ser reemplazado por la concepción del estado de na­
príncipe cuando se oponga al del papado; en los iusnaturalistas turaleza, se requiere una explicación del origen de la sociedad.
antiescolásticos, para fundar el poder absoluto del príncipe e Se impone así, como forma de explicar la superación del estado
impugnar la pretensión de poder universal del papado. Y, pos­ de naturaleza, la noción de un pacto o contrato formativo de la
teriormente, también para combatir el absolutismo y fundar la sociedad. Este concepto del contrato social -pacto de sociedad
doctrina de la soberanía popular en términos de la democracia (pactum societatis), distinto del pacto de sujeción (pactum
contemporánea. subjectionis)- es el único admitido por Rousseau, que conde­
En cuanto a una figura del contractualismo de tanta in­ na explícitamente el del pacto de sujeción en cuanto incompa­
fluencia en la historia iberoamericana como la del pacto de su­ tible con su tesis de la no enajenabilidad del poder. Mientras
jeción, a la que se ha señalado como proveniente de la tradición que otros autores admiten los dos pactos, el que da origen a la
del derecho romano,35 se encuentra no sólo en la neoescolástica sociedad y el que luego, o al mismo tiempo, instaura el poder
del siglo XVI sino también en el iusnaturalismo no escolástico político.
y hasta en la Enciclopedia francesa, según veremos más ade­

\
lante. Sin embargo, en tiempos de Gracia, ella se tomaba de la
tradición escolástica, cuya concepción de la naturaleza social
del hombre y del carácter natural de la sociedad condicionaba
2. Dado que en la historiografía latinoamericanista se ha
difundido una postura que atribuye los movimientos de inde­
pendencia al influjo de la neoescolástica española del siglo
la respuesta al problema de la legitimidad del ejercicio del po­ XVI,38 es útil, en una breve digresión, detenerse en el artículo
der. Éste era concebido entonces como producto inmediato de de la Enciclopedia en que se trata este asunto -artículo sin ini­
la comunidad, resultante de un traspaso del poder de ésta al ciales, de manera que es atribuible a Diderot-, porque nos pro­
príncipe -la translatio imperii en terminología escolástica-, porciona un significativo testimonio de cómo la doctrina del
bajo la figura del pacto de sujeción. pacto de sujeción que circuló en tiempos de las independencias
En cambio, a partir de Hobbes, la teoría moderna del Es­ iberoamericanas era algo de amplia dispersión en la literatura
tado, que también comparte la tesis contractualista como fun­ política del siglo XVIII y compartida por corrientes opuestas a
damento del poder estatal, se distingue empero por la concep­ las neoescolásticas.
ción del carácter artificial, no natural, de la sociedad. Ésta sur­ La naturaleza, se lee allí, no ha otorgado a nadie el dere­
giría como superación del estado de naturaleza -una forma de cho de mandar sobre otros. Sólo la autoridad paterna puede re­
existencia no social de los seres humanos-, mediante el ingre­ conocer un origen natural. En cambio, la autoridad política pro­
so a la sociedad civil y la sociedad política, las que en algunos viene de un origen distinto de la naturaleza. Ella deriva de dos
autores (Hobbes, Locke, Kant) resultan instancias separadas, y fuentes: la fuerza, la violencia del que la usurpa, o el " . . . consen­
en otros (Rousseau) se conciben unificadas.36 timiento de aquellos que se han sometido mediante el contrato,
En cuanto a la noción de estado de naturaleza, es obser­ expreso o tácito, entre ellos y aquel a quien han transferido la
vación conocida que conviéne interpretarla más bien como un autoridad". El poder originado en el consentimiento supone
supuesto conceptual necesario para construir la visión de la condiciones que lo legitiman, en cuanto lo hagan útil a la socie­
sociedad y no como una etapa histórica realmente vivida por la dad, beneficioso para la República y lo sometan a ciertos lími­
humanidad. Más aún, parq. una de las interpretaciones más tes. Esto es así porque el hombre no puede entregarse total­
aceptadas del pensamiento de Hobbes, su tesis del estado de mente, sin limitaciones, a otro hombre, en razón de que tiene
naturaleza no sería otra cosa que traslación al plano teórico, en otro dueño superior, a quien sí pertenece por entero: Dios, cu­
forma de una abstracción lógica, de la situación de las relacio­ yo poder es inmediato sobre el hombre y lo ejerce como señor
nes sociales en la Inglaterra de su tiempo, sacudida por guerras celoso y absoluto, sin perder nunca sus derechos ni transfe­
civiles y otros conflictos.37 rirlos.
Al abandonarse el criterio de la sociabilidad natural del

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,I
J O S É CARLOS C H IARAMONTE NACiÓN y ESTADO EN IBEROAMÉRICA

"Él permite, en pro del bien común y del mantenimiento de la Tomás y de Suárez, la comunidad no está obligada a ejercer
sociedad, que los hombres establezcan entre ellos un orden de directamente el poder, ni conviene que lo haga, por razones de
subordinación, que obedezcan a uno de ellos, pero quiere que la lentitud y confusión que se seguirían si las leyes tuviesen que
sea conforme a razón y moderadamente, y no ciegamente y sin hacerse con intervención de todos. De allí la consecuencia
reserva, a fin de que la criatura no se apropie de los derechos del necesaria del traspaso del poder, a partir de la noción según la
Creador." cual el poder reside originariamente en la comunidad, que lo
traslada al príncipe mediante un pacto, y no en el príncipe por
El príncipe, entonces, recibe de sus súbditos la autoridad derivación directa de Dios, concepción esta última que, en
que posee sobre ellos, pero esa autoridad está limitada por le­ cambio, es la de San Agustín y de Bossuet, entre otros.
yes naturales y del Estado. No puede romper eL contrato por el De manera que otra diferencia entre las doctrinas .e sco­
que la ha recibido sin anular al mismo tiempo esa autoridad. lástica y moderna sobre el origen y naturaleza del poder es
Cuando el contrato dej a de existir, la nación " . . . recupera su de­ que para la primera existe un dualismo en la concepción de la
recho y plena libertad de pactar un nuevo contrato con quien soberanía, una soberanía radical y otra derivada. La doctrina
quiera y como le plazca". Si en Francia se extinguiera la familia escolástica supone que el dualismo comunidad/príncipe
reinante, "entonces, el cetro y la corona retornarían a la na­ (ateniéndonos a una de las tres formas de gobierno definida
ción".39 ya por Aristóteles, la monarquía) subsiste luego del traspaso
Pero esta postura, que coincide parcialmente con la del poder, lo que se refleja en otro dualismo, el de un poder
tradición de la escolástica del siglo XVI, no asume la variante originario o virtual de la comunidad, y un poder en función, el
del tiranicidio. En Francia, se lee también en ese artículo, del príncipe. Estas dos consecuencias son comunes a todas las
mientras subsista la familia real en sus varones, nada le privará variantes de las doctrinas pactistas de la escolástica, pero
de la obediencia y respeto de sus súbditos, y el agradecimiento mientras en Suárez o Vitoria, una vez transferido el poder al
por los beneficios que disfrutan al abrigo de la realeza y por su príncipe la comunidad carece enteramente de él mientras no
mediación para que la imagen de Dios se les presente en la tierra. lo recobre -por las razones de excepción ya indicadas-, en
La primera ley que la religión, la razón y la naturaleza imponen Mariana y otros autores "el poder seguiría conjuntamente en
a los súbditos es la de respetar el contrato que han formalizado. ambos", lo que daba lugar a la concepción de un ejercicio de la
y si llegasen a tener algún rey injusto y violento -agrega Diderot soberanía conj unto por "rey y reino", fórmula que tendría
con un criterio similar al de Bodino-, no deberán buena acogida en los medios autonomistas iberoamericanos
antes de las indepen dencias. Pero esta concepción de la
" ... oponer a la desgracia más que un solo remedio: apaciguarlo naturaleza y el ejercicio del poder implicaba una contradicción
mediante la sumisión y aplacar a Dios con las oraciones, porque con la doctrina de la indivisibilidad de la soberanía, que Bodino
sólo este remedio es legítimo, en virtud del pacto de sumisión y otros autores encarecían como fundamento imprescindible
jurado al príncipe reinante antiguamente, y a sus descendientes del EstadoY
en sus varones, cualesquier sean; y considerar que todos estos El iusnaturalismo moderno, entonces, que afirma el
motivos que se creen tener para resistir, no son bien examina­ carácter artificial y convencional del poder, rechaza todo vestigio
dos más que pretextos de infidelidades sutilmente enmascara­ dualista desde un comienzo, para construir una realidad unitaria
das; que con esta conducta jamás se han corregido los príncipes antes desconocida: el Estado. Así ocurre en Hobbes, Rousseau
y abolido los impuestos; y que solamente se ha añadidp a las
y Kant, pese a su diferente punto de partida y a su distinta idea
desgracias, de que se lamentaban, un nuevo grado de miseria."40 del estado de naturaleza y del pacto social -dado que en la
concepción democratista de Rousseau se excluye todo pacto de
3. Retornando al punto de partida escolástico del con­ sujeción al par que se anula la distinción entre sociedad política
tractualismo, observemos que, según el pensamiento de Santo y sociedad civil, mientras que en las concepciones pactistas

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J O S É CA R L O S C H I A RA M O NT E -------
NACIÓN y ESTADO EN IBEROAMÉRICA -------

liberales (Hobbes, Locke, Kant), en cambio, el pacto social zar la opinión contraria que hombres malvados le manifiesten
implica un pacto político o de sujeción. con el solo objeto de congraciarse con él".45
Por otra parte, de la concepción escolástica surge la tesis
-incompatible tanto con el dogma del origen divino directo
del poder como con la teoría moderna del Estado- del derecho LA NOCIÓN DE SOBERANíA
de resistencia, y aun del tiranicidio, cuando no se cumpliesen
los fines encomendados al titular del poder político según el 1. En cuanto respecta a la noción de soberanía, podrían en­
supuesto del pacto de sujeción. Tanto Locke como Barbeyrac contrarse antecedentes, antes de Badina, en conceptos políticos
y Burlamaqui, seguidores de Gracia y Pufendorf, acuerdan en formulados en los siglos XII en adelante, pues se ha advertido
este punto, pese a que la obra de estos últimos tendía a cimen­ que ya entonces se usaba el término, aunque no totalmente en el
tar el absolutismo real Y Durante la Edad Media, observa mismo sentido con que se lo emplearía luego, o se utilizaban con­
Maravall, se había institucionalizado "la capacidad jurídica de ceptos que, como los de auctoritas y potestas, contienen algunas
resistencia por parte del pueblo contra un príncipe injusto", de las notas posteriormente propias del concepto de soberanía.46
tal como lo prueba la Magna Carta inglesa (1215) y, en España, Pero en su uso actual, el concepto se acuña en el siglo XVI para
una de las leyes de Partidas, ley que en el siglo XVI era aún dar cuenta del ejercicio del poder político en un contexto que
invocada por los comuneros de Castilla para legitimar su niega el poder de las dos grandes potencias universales de la Edad
rebeldía.43 Media, la Iglesia y el Imperio. Ejercicio del poder político, esto
Una de las manifestaciones más contundentes del es, del poder del Estado -otro concepto acuñado en el mismo
tiranicidio, la del teólogo jesuita del siglo XVI Juan de Mariana, siglo-, entendido como supremo poder de mando, no sometido
basaba justamente su alegato en la preeminencia de la potestad a ningún otro y no eludido por ningún individuo, grupo o corpo­
de la república sobre la del príncipe. Su dilatado análisis (en el ración del territorio en que se ejerce. Asimismo, un concepto, el
Capítulo V, "De la diferencia que hay entre el rey y el tirano") de soberanía, que tiene como una de sus funciones fundamenta­
de cuándo el príncipe deviene tirano, en qué consiste la tiranía, les, la de conciliar poder y derecho, esto es, la de proporcionar
y qué medios hay para suprimirla, se basa en su postulado de legitimidad al monopolio de la fuerza característico del concepto
que el poder del príncipe proviene del pueblo, que en el Capítu­ de todo Estado moderno.
lo VIII, "Si la potestad del rey es mayor que la de la república", Uno de los problemas centrales del concepto de soberanía
formula así: era el de su unidad. Frente a las doctrinas del Estado mixto, de
antigua data, que hacían centro en la necesidad del consenso
"Pero yo juzgo que cuando la potestad real es legítima, tiene de los grupos intermedios de la sociedad feudal para la legisla­
su origen en el pueblo, y los primeros reyes en cualquiera repú­ ción, y que tendrá en Altusio (1557-1638) un nuevo y fuerte par­
blica han sido elevados al poder supremo por una concesión de tidario, la que habrá de ser considerada doctrina moderna del
aquél. "44 Estal:to tiene ya en juristas como Badina (c. 1530-1596) una ra­
dical afirmación de la indivisibilidad de la soberanía.47 Para
Además, luego de resumir en el Capítulo VI, "Si es lícito nuestro propósito de indagar los fundamentos de las tenden­
suprimir al tirano", las razones que hacen lícita la muerte del cias centralistas y confederales en la historia iberoamericana,
príncipe (" . . . es un pensamiento saludable el que entiendan los es útil recordar que Badina puede ser considerado, efectivamen­
príncipes que, si oprimen la república y se hacen insufribles por te, punto inicial de la tendencia moderna a fundar la estabili­
sus crímenes y vicios, viven con tal condición que, no sólo de dad y éxito de un Estado en la unidad e indivisibilidad de la
derecho, sino con gloria y alabanza, pueden ser despojados de soberanía, mientras Altusio lo sería de la opuesta concepción
su vida"), sostiene que el príncipe debe persuadirse de que "la de la coexistencia de distintos poderes soberanos en el marco
autoridad de la república es mayor que la de él mismo, y recha- de una misma asociación política.

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J O S É C A R L O S C H IA R A M O NTE NACIÓN y ESTADO EN IBEROAMÉRICA -------

El objetivo de dotar a la monarquía de todo el poder nece­ " . . . establecía un inextricable ligamen entre el rule of law y la
sario para instaurar un orden de concordia y justicia, que Bodino supremacía legislativa del Parlamento, sobre la que descansaba
juzgaba no podían alcanzar los grupos sociales intermedios, lo la llamada monarquía dualista estamental, basada en el binomio
llevaba a atacar los poderes feudales y estamentales y a acen­ Rey/Reino, representado este último por la Cámara de los Lores
tuar el del príncipe, de una forma que no estuviese trabado por y la Cámara de los Comunes."51

\1
ninguna clase de fiscalización. En otros términos, como efecto
de la ruptura de un orden social basado en las relaciones de Es cierto que la momn:@íéLdl!ªlista"estªII1ental también
dependencia personal entre señores y vasallos, la imputación existía e n l a Europa continental, como e n Francia y e n España.
de la obligación política era desplazada de los poderes interme­ Pero en Francia los Estados Generales dejaron de convocarse
dios (señores, Iglesia, ciudades, corporaciones var�as... ) al Es­ en 1614. Y en España, donde las Cortes de Castilla y las de León
tado, cuyo poder excluyente manifestado a través de las leyes, habían surgido casi cien años antes que el Parlamento inglés,
es lo que denomina Bodino soberanía.48 durante los siglos XVI y XVII la soberanía se imputó al monar-
El concepto de la unidad de la soberanía llevaba a Bodino ca y las Cortes fueron prácticamente neutralizadas. En Casti-
a condenar sin atenuantes la forma del Estado mixto: lla, luego de 1538, debido al rechazo de los nobles a un im­
puesto que pretendía el rey, éste excluyó a la nobleza y al clero
"Si la soberanía es indivisible, como hemos demostrado, ¿cómo de la convocatoria a Cortes. Las Cortes de Castilla quedaron
se podría dividir entre un príncipe, los señores y el pueblo a un así integradas por los representantes de las pocas ciudades (fue­
mismo tiempo? Si el principal atributo de la soberanía consiste ron dieciocho) con voto en Cortes, las que, entendiendo que
en dar ley a los súbditos, ¿qué súbditos obedecerán, si también esa representación conformaba un privilegio, no la compartían
ellos tienen poder de hacer la ley? ¿Quién podrá hacer la ley, si con otras ciudades. En cambio, en Inglaterra las cámaras de
está constreñido a recibirla de aquellos mismos a quienes s e los lores y los comunes fueron activos protagonistas políticos,
da?"49 aun frente al paralelo fortalecimiento de la monarquía. Por otra
parte, es de interés notar que la tendencia absolutista en el
Pero mientras Bodino se empeñaba en asentar el poder continente se apoyó en algunas normas del derecho romano y
absoluto, de una forma que, sustancialmente, prevalecería en del derecho canónico, que favorecían la interpretación de la
la historia de las monarquías de la Europa continental, el pro­ monarquía como creadora de la ley en vez de órgano sujeto a
ceso inglés se encaminaba hacia otra forma de ejercicio de la ellaY
soberanía, más cercana a la antigua noción del Estado mixto.
\11
Otro lugar donde siguió teniendo acogida la admisión de
Pues, a diferencia de lo ocurrido en monarquías como la fran­ la divisibilidad de la soberanía fue Italia, donde Maquiavelo ha-
cesa y española, en las que la soberanía se imputaría a la perso­ bía ya manifestado la conveniencia de que el poder se distribu­
na del monarca, en la Inglaterra de fines del siglo XVI, a partir yese entre distintos grupos sociales, para que cada uno sirviera
de antecedentes medievales, se terminó de formular la doctri­ de control de los otros. Varios autores, además de Maquiavelo,
na de la soberanía del Parlamento al atribuírsele la capacidad se pronunciaron por un criterio contrario al de Badina, soste­
de aprobar leyes, rasgo esencial de la soberanía para Bodino.50 niendo que la soberanía podía ser dividida y repartida entre
Según la opinión de los partidarios de imputar la sobera­ varias instancias de poder dado que "su indivisibilidad era un
nía al Parlamento, en Inglaterra la corona estaba sometida al falso axioma" y, sobre esta base, defendieron el principio del
f derecho que ella misma había establecido de consuno con aquél, Estado mixto. Mientras que en España, con excepción de pos­
y según el cual, por ejemplo, se requería consentimiento para turas como la de Juan de Mariana, si bien la doctrina del Esta-
aprobar impuestos. Un autor de la segunda mitad del siglo XV, do mixto tuvo cierta difusión, no logró hacer pie en la literatura
John Fortescue, política dado el peso de la monarquía absoluta.53

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'I' Il NACIÓN y ESTADO EN lUEROA M É R I CA

2. Pese a sus diferencias, tanto Roussea


u como Hobbes -un Estado "ordinariamente llamado todavía República por
Locke y Kant, conciben la soberanía com
comparten la afirmación de " ... un únic
o única e indivisible
o sujeto soberano sob�e
; nuestros escritores del siglo xvrr"- se gesta en oposición a la
el que hace reposar la realidad única y unit de Imperio, en el sentido del ideal de un imperio universal, como
aria del Esta do". De el Sacro Imperio Romano. Frente a él, se va formando la visión
manera que la soberanía es entendida por
ellos como "una cua­ de un conjunto de entidades s.oberanas. Paradójicamente, la voz
lidad o :iginaria, pe manente, inalienable
: y perpetua". No algo que da cuenta del poder del Imperio universal, precisamente
c?� cedIdo � plazo lImI.tadamente, " . . . sino
. : que reside y sigue re­ imperium, se aplicará ,ªl poder de cada uno de esos Estados.56
sIdI end o orIgmarIa y esencialmente en
el sujeto a quien se atri­ La noción de Estado que se puede registrar en los autores
buye, ya sea el Monarca o la Voluntad
General ." Los teóricos españoles une generalmente el criterio de Aristóteles -por su
modernos del Estado, por partir de su
idea del estado de natu­ concepto de autarquía y suficiencia- con el de Bodino -por la
r�leza y del carácter artificial del Estado,
afirman que al mismo nota esencial de la soberanía-o La definición más completa en
tIempo que los hombres deciden libreme
nte entrar en la socie­ este sentido es la de Diego Tovar y Valderrama, de 1645, que
dad civil, "se someten a la autoridad polí
tica
�o � �y pues dos partes previas con autoridadpor ellos creada".
propia sino sólo
llama República a
mdIvIduos en estado de naturaleza. Ello
s pactan un Estado que "'un agregado de muchas familias que forman cuerpo civil, con
una vez pactado se coloca por encima de
ellos.54 diferentes miembros, a quienes sirve de cabeza una suprema i
Exi�te una difer ncia importante entre Hob

que prOVIene de su dIferente concepto del bes y Rousseau, potestad que les mantiene en justo gobierno, en cuya unión se \
sujeto de imputación contienen medios para conservar esta vida temporal y para me- )
de la soberanía y que curiosamente colo
ca al segundo más cerca
'\ de los neo esco látic os. Mie ntra s en el
auto r del Lev iatá n la
recer la eterna. "57
s ? ber aní es con ced i? a al mon arca ,
� que la con serva p ara El concepto de Estado de los españoles del XVII prolonga
sIem pr�, de un modo Irrevocable y perp
etuo", sin compartirla aquí todavía la noción organicista medieval, que metafóri­
�on . qUIenes se la han otorgado, en Rousseau la soberanía es camente concibe un cuerpo político a imagen del cuerpo huma­
malIenable y �ebe ser ejercida por el sobe
rano mis mo. El pueblo no . Pero en él no son individuos los que se relacionan entre sí,
no pue de enaj ena r la soberanía, lo que
sign ifica también que el sino las familias. Bodino había ya introducido esta mediación
soberan ? no puede ser representado sino
, que reed por sí mis mo. Esta entre individuo y Estado. De ahí lo toman los españoles, lo
concepclOn, ita a fines del siglo XVIII la noción de
? emocr�cia directa, será fuente de vivos conflicto la mantienen y lo acentúan. Aún más, el Estado será concebido
nflu s cuando la como compuesto de otras más amplias . . .
� encIa del autor del Con trato Social se
haga sentir en las
mdepen�enci s iberoa ericanas y se enfr
. � � ente a los proyectos " . . . congregaciones d e individuos caracterizados por los diferen­
de orgamzaclOn de regImenes represen
tativos.55 tes ministerios y oficios. Es la concepción estamental, viva aún
en la doctrina como en la realidad política de los países, hasta
3 · Si bien Bodino es la piedra angular de uno de los rasgos que la disuelva la crítica social y la reforma económica a que
f���amentales de la teoría moderna del Estado, la indivi­ abocará el siglo XVIII . "s8
sIbIlIdad de la soberanía, sin embargo, estaba aún lej os de
aba �do �� r la tradición escolástica. Él es exponente de una Un destacado ejemplo de la conciliación de tradición
conJunclOn d el nuevo pensamiento político correspondiente a escolástica y concepciones modernas es, en una etapa muy
la emergenCIa . de los Estados monárquicos con tradiciones
posterior, 'a comienzos del siglo XIX, el del español Francisco
escolásticas, conjunción que es particularmente acentuada en MartÍnez Marina, quien las combina, aparentemente, sin percibir
el caso español. su disparidad. En su doctrina de la soberanía muestra una extraña
Respecto de éste, advierte Maravall que la noción de Estado mezcla de individualismo y corporativismo territorial y reúne

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J o s ll C A R L O S C I I I A R A M O N T K ----- NAl:IÓN y ESTADO EN 18ERoAM�RICA -------

conceptos tomados de la Declaración de los Derechos del Hombre La cuestión es más compleja de lo aparente debido a la
de 1789 con los de autores tomistas del siglo XVII y otros comentada confusión entre confederación y Estado federal que
escolásticos.59 Comenta al respecto Maravall que, aunque Marina llevaba consigo el uso de época del vocablo federalismo. En la
sabe que la soberanía es permanente y perpetua, acude a un medida en que la respuesta más frecuente a la pregunt� que
antiguo criterio estamental para concebir a ésta como divisible y acabamos de formular remite al ejemplo del federalismo
sostener que los individuos y las provincias la comparten. Así norteamericano, es preciso recordar que los letrados
escribe afirmaciones como la siguiente: "Los pueblos (así, en iberoamericanos estaban al tanto de la difundida discusión de
plural; se refiere a las ciudades con voto en Cortes), en virtud de las virtudes y defectos de la €onfederación en la literatura
la porción de la soberanía que les compete". La persistencia de política de los siglos XVI a XVIII, desde autores iusnaturalistas
restos de pensamiento tradicional hace que para él, el concepto aún parcialmente inmersos en la tradición medieval, como
de pueblo refiera a un conjunto de ciudades y villas, resabio Altusio, hasta el mismo Montesquieú. y que, asimismo, eran
estamental que no le permite comprender la forma de la por demás conocedores de los casos de las uniones confederales
representación nacional en régimen representativo y que lo lleva de los Países Bajos, de las ciudades, provincias y reinos
a interesarse particularmente por las entidades municipales ...6o alemanes, y de la misma Suiza. De manera que la muy recordada
"Influido por el ejemplo de las Cortes medievales y llevado de su "influencia del federalismo norteamericano" refiere en realidad
individualismo, en lugar de representación nacional, se atiene al a un caso histórico de los tantos que conocían los letrados de la
sistema de mandato imperativo."61 época. Y, por otra parte, a un caso histórico mal interpretado
El caso de Martínez Marina es congruente con la trayec­ por quienes, casi sin excepción, no advertían la radical diferencia
toria del reformismo español del siglo XVIII, sincretismo de entre el Acta de Confederación y la Constitución de Filadelfia.
influencias ilustradas y otras corrientes, algunas muy anteriores. La observación recogida más arriba señala a Altusio como
Como lo advirtió Richard Herr, en cuanto a cómo se conforma una aislada emergencia del federalismo en el seno del iusna­
y evoluciona el derecho natural y d e gentes en el ámbito turalismo moderno. Altusio forma parte de los comienzos de la
hispanoamericano, es de notar que cuando el impacto de la tendencia a liberar el derecho natural de la sumisión a la
Revolución Francesa pone en situación difícil a los reformadores teología. Pese a que remite el derecho natural a la revelación,
españoles, éstos se rehacen combinando diversas tradiciones,
unas ibéricas y otras no, entre ellas las del derecho natural y de
su teoría política era naturalista, fundada en la noción de
contrato como principio de derecho natural y en la conside­ )
gentes: ración de la sociedad también como un hecho natural y no
artificial. Luego de definir la política como "el arte de unir a los
"De su interés por la historia nacional, de su estudio del derecho
hombres entre sí para establecer vida social común, cultivarla y
natural y de gentes y de su conocimiento del tema general de los
conservarla", sostiene que la sociedad, objeto de la política, " ... es
escritos de Montesquieu, confeccionaron la tradición liberal.
aquella con la cual por pacto expreso o tácito", sus miembros
España, descubrieron (según algunos ya habían sospechado),
"se obligan entre sí a comunicación mutua de aquello que es
tenía una antigua constitución que estipulaba restricción popu­
necesario y útil para uso y consorcio de la vida social". 63 Altusio
lar sobre el rey a través de las Cortes representativas. "6.
independizaba así la legitimidad de las sociedades de la sanción
religiosa al considerar su fundamento contractual como algo
4 . Si la corriente predominante en la teoría política
natural.
iusnaturalista moderna fue la que afirmaba la indivisibilidad Si bien sería absurdo ver en la obra de Altusio el funda-
de la soberanía, corresponde interrogarse sobre cuál habría sido, mento de las tendencias federales iberoamericanas, las carac­
entonces, el sustento doctrinario de las tendencias "federales" terísticas de su sistema político corresponden a una tradición
(esto es, confederales) desarrolladas luego de las indepen­ que hunde sus raíces en el Medioevo y que, con variantes a ve­
dencias iberoamericanas. ces de magnitud, perdurarán a lo largo de la Edad Moderna. Y,

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J o s ll. C A R L O S C I I I A R A M O N 'l' H

por otra parte, esas características son indicadores de formas


de vida social que en alguna medida tienen similitud con el
mundo iberoam ericano . Por ejemplo , en el capítulo en que
Altusio trata la "consoc iación o confederación", la diversidad VI. NOTAS SOBRE EL FEDERALISMO Y LA
de e�t� d �d � s políticas - "reinos, provincias, ciudades, pagos o FORMACIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES "
l'
mUnICIpIOS ,- que menCIO .
na como capaces de unirse en confe­
deración es un rasgo en cierta medida no extraño al mundo ibe­
roamericano, correspondiente a la emergencia de soberanías de Lo que sigue son los textos de dos reseñas críticas -la de
ciudades y provincias en tiempo de las independencias .64 los libros de Anderson y Halperín- y de otro sobre el federalis­
mo de Bolívar, expuesto en el seno de un congreso internacio­
5· Añadamos, por último, que si bien no hay prácticamen­ nal con ocasión del bicentenario de su muerte. Estos textos, si
te rastros de la presencia de Altusio en los escritos políticos ibe­ bien por su naturaleza no son integrables en los capítulos ante­
roamericanos, el conocimiento de la discusión "en torno a las riores, tienen estrecha conexión con lo allí tratado y contienen

( uniones confederales era, en cambio, un terna por demás di- algunas reflexiones que me ha parecido útil incluir en este
fund�do. L�s tendencias autonomistas surgidas con la indepen ­ libro. 4
de� cIa hanan de las confederaciones una de las fórmulas pre­
fendas, fuese que se la conside rase solución transitoria o per­
manente. Mientra s que la figura del Estado federal, que se im- 1. ACERCA DE COMUNIDADES IMAGINADAS, DE
pondría más tardíamente, sería fruto sí de la difusión de la Cons­ BENEDICT ANDERSON1
titución de Filadelfia y del discernimiento de su eficacia políti­
ca para controlar la conflictividad de las diversas tendencias El libro de Benedict Anderson, editado en Londres hace
'
soberanas. diez años y que acaba de aparecer en versión castellana, integra
el conjunto de obras que renovaron el interés por el tema del
nacionalismo en los últimos veinticinco años. Fue objetivo de
su autor, según lo explica en la Introducción, superar la calidad
de "anomalía" que el nacionalismo posee en el enfoque del mar­
xismo y del liberalismo, mediante lo que llama un giro
copernicano en la cuestión. Este propósito revolucionario lo
expresará en su tesis de considerar a las naciones como comu­
nidades constituidas en el nivel del imaginario colectivo. Más
precisamente, su punto de partida es que la nacionalidad y el
nacionalismo son artefactos culturales de una naturaleza pe­
culiar: creados hacia el fin del siglo XVIII, como destilación es­
pontánea de un entrecruzamiento complejo de fuerzas históri­
cas, a partir de allí habrían devenido "modulares", es decir, ca­
paces de ser trasplantados a diversos terrenos sociales y con
intensidades diversas.
Anderson nos entrega así una aproximación al problema
de la formación de las naciones modernas que posee el interés
de señalar la historicidad del fenómeno y de vincular esa
historicidad con conceptos en boga en la historiografía recien-

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NACION y E�TAJ)O EN IUf:ROAM ÉR!CA -------
J O S É CARLOS CII I AR A M O N TE

te, como los de invención e imaginario. Pero, por una parte, de sentido", proceso en el que influyó en mayor medida el desa­
practica una injustificable ligereza en el manejo de los datos rrollo del "capitalismo impreso" ("print-capitalism" en el origi­
que, unida a la tendencia a fáciles generalizaciones, produce nal en lengua inglesa).
resultados tan inexplicables como los que comentamos más Este último concepto, casi una caricatura de un complejo
abajo. Pbr otra, aspectos centrales de su tesis podrían conside­ fenómeno como la invención y expansión de la imprenta, que
rarse reformulaciones de lo que, si bien con expresa adhesión Anderson utiliza repetidamente en diversos lugares del libro,
al sentimiento nacional, había sido ya señalado por Ernesto es revelador de una de sus mayores debilidades: la tendencia a
Renán en su clásico ¿Qué es una nación? (1887) : " . . .la nación construir explicaciones globales con escasa fundamentación .
moderna es un resultado histórico provocado por una serie de Así, en uno de los tantos párrafos en que convergen estos ras­
hechos que convergen en un mismo sentido. " o: "Las naciones gos, afirma que "lo que, en un sentido positivo, hizo imaginables
no son eternas. Han tenido un comienzo y tendrán un fin. " a las comunidades nuevas era una interacción semifortuita, pero
Anderson critica a Ernest Gellner, autor del también ya explosiva, entre un sistema de producción y de relaciones pro­
clásico libro Nations and Nationalism (1983), po;que en su es­ ductivas (el capitalismo), una tecnología de las comunicacio­
fuerzo por desenmascarar al nacionalismo, al concebir a la na­ nes (la imprenta) y la fatalidad de la diversidad lingüística hu­
ción como "invento", asimila el concepto de "invención" a "fa­ mana". Sustancialmente, esa convergencia del capitalismo y de
bricación" y "falsedad", más que a "imaginación" y "creación". la tecnología impresa "hizo posible una nueva forma de comu­
y en una toma del toro por las astas, que ha constituido el as­ nidad imaginad , que en su morfología básica preparó el esce­
pecto más atractivo de su trabajo, afirma que "todas las comu­ nario para la nación moderna". Pero como enseguida advierte
nidades mayores que las aldeas primordiales de contacto direc­ que las naciones hispanoamericanas, o las de la familia anglo­
to (y quizás incluso éstas) son imaginadas". Y añade que ellas sajona, comparten una lengua común, orilla el problema, que
"no deben distinguirse por su falsedad o legitimidad, sino por compromete gran parte de su esquema interpretativo, por el
el estilo con el que son imaginadas". sencillo procedimiento de declararlo objeto de ulterior investi­
Pero el esquematismo con que maneja luego los diversos gación.
aspectos que confluyen en la génesis de las na'CÍones opaca, si De manera que en una serie de capítulos dedicados a dis­
no invalida, el valor de aquel hallazgo conceptual. Según tintos casos históricos el libro acumula información de dispar
Anderson, la nación se hizo posible por un conjunto de factores valor, y tanto cae en insólitos esquematismos como cautiva al
convergentes: el declive de las grandes lenguas que se conside­ lector con atractivas interpretaciones -ampliadas ahora por los
raban las únicas vías de acceso a la "verdad ontológiea", la de­ dos nuevos capítulos que incluye esta edición-, respecto de te­
saparición de "la creencia de que la sociedad estaba natural­ mas como el papel de la imprenta, la política de diversos Esta­
mente organizada alrededor y bajo centros elevados", como los dos hacia grupos no homogéneos culturalmente, o la importan­
monarcas que gobernaban bajo lo que se creía alguna forma de cia del "c�nso, el mapa y el museo", en la eclosión de las comu­
favor divino, y el fin de una concepción de la temporalidad en nidades imflginadas. Pero, en general, posiblemente con excep­
la que cosmología e historia eran indistinguibles y el origen del ción del �aterial referido a la historia del sudeste asiático
mundo y del hombre eran "idénticos en esencia". La declina­ -región en la que se especializa el autor-, los fundamentos de
ción de estas tres certezas -que, sostiene, arraigaban las vidas su análisis resultan por demás endebles, característica a la que
humanas a la naturaleza de las cosas y daban cierto sentido a no escapa la Vgereza con que se ocupa de la historia latinoame­
las fatalidades de la existencia cotidiana-, bajo el efecto del ricana. El tratamiento d� ésta -tanto más sorprendente dada
cambio económico, los descubrimientos geográficos y la veloci­ la confesión del autor, en la)ntroducción, acerca de su escaso
dad creciente de las comunicaciones, introdujo una cuña dura conocimiento �el tema- llega al absurdo, al pretender explicar
entre la cosmología y lá historia, e impulsó a buscar "una nueva la formación de las comunidades imaginadas que habrían co­
forma de unión de la comunidad, el poder y el tiempo, dotada rrespondido a las posteriores naciones hispanoamericanas, por

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J o s lt C A R L O S C I l I A R A M O N T ll NACiÓN y ESTADO EN lllEROAMIlRICA

el "peregrinaje" de los funcionarios criollos y el papel de los edi­ lar naturaleza que, junto a factores de otro orden, den cuenta
tores de periódicos criollos provinciales. En este tipo de argu­ de la fisonomía con que se gestó desde fines del XVIII y, ade­
mentación no sólo reduce fenómenos históricos tan complejos más de la variedad de formas que adquirió (EE.UU., Francia,
a algunos pocos elementos que lo cautivaron por haber sido uti­ Ingl �terra, etc.). La intención de resolver el problema de la �é­
lizados en atrayentes trabajos monográficos de otros autores, nesis de la nación a partir de datos apresuradamente seleccIO­
sino que además supone que la Independencia advino como ex­ nados de todo el orbe y todo tiempo es la mayor debilidad, al
presión de nacionalidades ya formadas en el período colonial. par quizá que su no menor atractivo para una lectura rápida,
De manera que cuando toma nota, al tratar el papel de la im­ del trabajo que comentamos.
prenta y los periódicos, que los criollos se autocalificaban ame­
ricanos, y no mexicanos, venezolanos o argentinos, sortea nue­
vamente la dificultad por el procedimiento de declararla fruto 2. PANAMERICANISMO y FEDERALISMO EN
de una ambivalencia en el primer nacionalismo hispanoameri­ SIMÓN BOLÍVAR
cano, su alternancia de perspectiva amplia americana y de lo­
calismo. No advierte así que en esa conjunción de americanis­ Sería un equívoco, proveniente del anacronismo de supo­
mo y localismo lo que falta es precisamente el nacionalismo ner existentes las actuales nacionalidádes latinoamericanas en
correspondiente a las naciones que surgirían luego, naciona­ los comienzos de la Independ encia, interpreta r el paname­
lismo que en realidad fue mucho más tardío, en la medida en ricanismo de Bolívar como una unión de naciones. Su experien­
que su aparición es fruto y no causa del proceso de la Indepen­ cia había sido no la de una real existencia de naciones -Vene­
dencia. zuela Colombia- 'sino de gobiernos ocasionales, con una ex­
En síntesis, respecto de la historia hispanoamericana, tensiÓn de dominio comprensiva del actual territorio de los paí­
Anderson esboza una interpretación del proceso de la Indepen­ ses con esas denominaciones, pero que en la época no eran otra
dencia que lo muestra todavía apresado en la perspectiva abierta cosa que un conjunto de "pueblos" , ciudades o "provincias" � en
por el romanticismo y criticada por la historiografía reciente, las que era más fuerte el espíritu local que el general -evlta �
de que las naciones derivan de nacionalidades preexistentes, ,
mas escribir "nacional" dado que aún no existlan realmente III
perspectiva que hace que su atención se dirija a la génesis de ese espíritu nacional ni la realidad físico-política que le podía
los factores que durante los siglos XVI a XVIII habrían conflui­ corresponder-.
do en la formación de nacionalidades, deformando con esta pre­ .
Por lo tanto, las grandes unidades políticas que conCIbe
sunción anacrónica el sentido de ellos. En este cometido, se le Bolívar, como la unión de Venezuela y la Nueva Granada,2 de­
escapa además que los iberoamericanos que intentaban orga­ ben entenderse como proyectos de naciones no sobre la base de
nizar Estados nacionales, desde comienzos de las independen­ naciones menores, sino de pueblos mal unidos, cuyas disen­
cias y antes del romanticismo, ignoraban el concepto de nacio­ siones Bolívar atribuye desde un comienzo al sistema federal
nalidad y justificaban su aparición en términos racionales, -en realidad, confederal-.3
contractualistas, al estilo de los contenidos iusnaturalistas de El panamericanismo de Bolívar sería así una variante de
la cultura de la Ilustración. los proyectos de organizar nuevos �aíses a partir d� las �x c�lo­
Por otra parte, el tipo de análisis realizado por el autor ni as hispanas, desde una perspectiva que convertIa la mefIca­
descuida factores tan decisivos como la necesidad de reempla­ cia del federalismo para organizarlos en argumento en pro de
zar la legitimidad política de las monarquías en declive por una su prescindibilidad, sin atender a la interpretación alternativa
nueva forma de legitimidad que, al mismo tiempo, fuese capaz de la no posibilidad aún de esos nuevos países. Por lo tanto,
de concitar la adhesión afectiva de una población. A fin de cuen­ Bolívar concedía al poder centralizado posibilidades de acción
tas, el fenómeno de la nación es también de fundamental ca­ que no existían . . . Desde tal perspectiva, proyectar una na�ión
rácter político, y esto reclama no excluir explicaciones de simi- colombiano-ven zolana, o colombiano-venezolano-ecuatorIana

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NACiÓN y ESTADO EN IBEROAM�RICA

(quiteña), O aun panamericana, parecía más factible que una pIejo de su organización administrativa, para las necesidades
colección de nuevos Estados sobre la base de las p artes de la lucha armada contra España. Frente al federalismo, reco­
componentes. mienda entonces "gobiernos sencillos", centralizados.
Ya en 1815, en el Discurso de Bogotá,4 hay matices dife­ También lo critica porque, si bien admite que en principio
rentes con respecto a su visión de naciones: una referencia a la es el mejor posible, considera que no se adapta a nuestra reali­
República de Venezuela como "mi patria" -que podría consi­ dad porque carecemos de las virtudes políticas que nos permitan
derarse según el uso corriente entonces de patria como referen­ ejercer sus derechos por nosotros mismos.8 Este argumento es
cia al lugar de nacimiento, no de nación-, el uso de "nación" constantemente repetido en sus escritos. La forma más expresi­
para referirse a toda América, y el uso de "nación" como un va que encuentra es la de señalar que los ejemplos europeos, en
"cuerpo político" referido a Nueva Granada.5 Todo esto mues­ materia de organización política, requerirían en América virtu­
tra la ambigüedad en que se mantiene el concepto de lo nacio­ des morales, un nivel de educación, que no existían aún.
nal en esta etapa de la historia hispanoamericana, si bien se De manera que la gran cuestión política que concibe Bolí­
concede mayor grado de realidad a una posible n ación colom­ var, el núcleo de su reflexión, es una forma del viejo problema:
biana. la paradójica relación Europa/América latina. Paradójica, por
En la carta de Jamaica -setiembre de 1815- admite ya la cuanto en la misma medida en que Europa es un ejemplo, un
futura existencia de diecisiete naciones americanas, para las que modelo, es también un escollo, una trampa. Europa, su cultura
rechaza la forma monárquica de gobierno. Quince a diecisiete política, parte de sus realizaciones políticas, ofrecen un inme­
naciones, según la "sabia división" del abate de Pradt. Concibe, jorable ejemplo de lo que las nuevas naciones podrían realizar.
en cambio, como quimérica la existencia de una sola nacióÍl Pero ese ejemplo se convierte inmediatamente en un escollo,
americana.6 A lo largo de la carta, el uso de expresiones como en un canto de sirenas ante el que Bolívar intenta una y otra vez
país, para referirse a todo el Nuevo Mundo, como patria, para proveer la cer . alvadora de sus advertencias: al carecerse en
referirse a la región o al lugar de su nacimiento, como nación, Hispanoamérica de las mismas virtudes políticas de aquellos
para aludir a posibles unidades políticas, es revelador, en su pueblos, ocurre que sus instituciones, sus constituciones, re­
conjunto, de la no existencia de un referente nacional claro. No sultan la perdición de los pueblos americanos. Así,
está de más vincular esto con todo lo que sigue y reitera sobre
la anarquía política que siguió a los primeros organismos esta­ "Los acontecimientos de la Tierra Firme nos han probado que
tales, comenzando por lo que apunta sobre el carácter improvi­ las instituciones perfectamente representativas no son adecua­
sado de la Independencia: das a nuestro carácter, costumbres y luces actuales ." [ . . . ]
Venezuela " . . . ha sido el más claro ejemplo de la ineficacia de la
" . . . la América no estaba preparada para desprenderse de la me­ forma democrática y federal para nuestros nacientes Estados.
trópoli, como súbitamente sucedió, por el efecto de las ilegíti­ [. . . ] En tanto que nuestros compatriotas no adquieran los talen­
mas cesiones de Bayona y por la inicua guerra que la Regencia tos y virtudes políticas que distinguen a nuestros hermanos del
nos declaró, sin derecho alguno para ello. . . "7 Norte, los sistemas enteramente populares, lejos de sernos favo­
rables, temo mucho que vengan a ser nuestra ruina. Desgra­
ciadamente estas cualidades parecen estar muy distantes de no­
Federalismo sotros en el grado que se requiere . . "9
.

Desde el Manifiesto de Cartagena, en 1812, insiste en la Y en 1819, en el Discurso de Angostura, observa que los
ineficacia y en los perjuicios que derivan del sistema federal. legisladores venezolanos, al implantar la Constitución Federal
Su principal argumento, en estos primeros escritos, es la traba de 18u, creyeron que las bendiciones de que goza el pueblo de
fatal que significa el sistema federal, por la lentitud y lo com- los EE.UU.

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J o s tt C A R L O S C " ' I A R A M O N T E NACIÓN y ESTADO EN IBEROAMttRICA -------

realismo. Podemos observar que lo que es considerado doctri­


" . . . son debidas exclusivamente a l a forma d e gobierno y n o al na abstracta incompatible con nuestra naturaleza moral y so­
carácter y costumbres de los ciudadanos." cial por Bolívar, esto es, el federalismo democrático, es lo con­
siderado realista en el Río de la Plata por un criterio predomi­
El ejemplo de la Roma antigua muestra nante desde aquella época hasta el presente. En cambio, para
contemporáneos de las luchas civiles argentinas tanto como para
" . . . de cuánto son capaces las virtudes políticas y cuán indiferen­ historiadores actuales, las doctrinas liberales centralizadoras
te suelen ser las instituciones."lO del Estado, sostenidas por el llamado partido unitario, podrían
haber sido buenas en teoría, pero resultaban en la práctica una
Bolívar apoya estas prevenciones en el rechazo de "teorías concepción abstracta, europeísta, que violentaba la realidad y
abstractas" según el clásico razonamiento relativista, que será llevaba por eso mismo a conflictos irresolubles. Bolívar, en cam­
frecuente en América latina. Y lo hace citando a Moptesquieu: bio, recomienda en aras del realismo, la institución de gobier­
las leyes. . . nos centralizados, fortalecidos por las normas constitucionales,
para que fueran capaces de contener la irrupción de las apeten­
" . . .deben ser propias para el pueblo que s e hacen [ .. ] e s una gran
.
cias sectoriales.
casualidad que las de una nación puedan convenir a otra [ . .. ] las En cierta medida, ambos problemas, ambos núcleos del
leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad drama político latinoamericano, se unen. Lo abstracto, lo in­
del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de compatible con una naturaleza social americana, particularmen­
los pueblos; referirse al grado de libertad que la Constitución te diferenciada, serían las doctrinas europeas formuladas para
puede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus inclinaciones, otras circunstancias. Lo realista sería cuanto más la adaptación
a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a de esas teorías, ya que no la adopción de normas originalmente
sus modales." americanas (que p�ácticamente no existieron ... ) En este punto,
lo que puede observarse es que los actores del drama pueden
y concluye: "iHe aquí el Código que debíamos consultar, y adoptar el argumento para sostener tesis opuestas: lo realista
no el de Washington!"ll será en un caso el federalismo, en otro el centralismo . . Y no es
.

Pero inmediatamente, Bolívar no puede dejar de recurrir que la realidad rioplatense fuese, en este aspecto, radicalmente
al Viejo Mundo como ejemplo. Y propone enfáticamente a los distinta de la venezolana como para explicar la diferencia de
constituyentes de Angostura el ejemplo de instituciones ingle­ punto de vista. Pues, en ambos casos, el problema es similar: el
sas para ser adoptadas en la nueva Constitución colombiana. de cómo encauzar los particularismos locales y regionales y el
caudillismo, que destrozan el Estado.
"En nada alteraríamos nuestras leyes fundamentales si adoptáse­ Entonces, el problema de los problemas está allí: en el tran­
mos un Poder Legislativo semejante al P arlamento Británico." l2 ce de organizar nuevas naciones a partir de los restos del impe­
rio hispano en las Indias -diríamos más: en el trance de crear
De manera que tenemos dos núcleos ahora del drama lati­ las nuevas naciones, ya que la cuestión no era la de dar forma
noamericano. Uno, ya lo aludimos, es la nunca totalmente aca­ estatal a realidades nacionales preexistentes, dada su inexis­
bada concepción de la naturaleza del vínculo con Europa; la tencia-, la reflexión política de los líderes se enfrenta a las fuer­
oscilación entre el énfasis en una radical diferencia del ser ame­ zas reluctantes a ingresar en una organización estatal que limi­
ricano con el europeo -al estilo de lo apuntado por Bolívar se­ tase su soberanía. Se enfrenta, decimos, con una opción violen­
gún lo referido más arriba-, y el "no somos americanos sino ta por la incompatibilidad radical de sus términos y dramática
europeos en América", de Alberdi. por la urgencia de la decisión: hacer tabla rasa de esas sobera­
Otro es el recurrente conflicto conceptual de abstracción/ nías o conciliar con ellas para hallar una forma de organización

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NACIÓN y ESTADO EN I ll J'. ROAMJ!RI A -------
J o s l1 CA R LO S C l i l A R A M O N T E -------

solamente
en un Estado nacional común. Y, como esto no era una cuestión caron al pueblo en la pasividad, en la docilidad apta
ra del víncu lo colon ia� ha
de principios sino de evaluación de la relación de fuerzas -si para arrastrar sus cadenas. La ruptu ­
en razón ", aunq ue enca mma
eran o no las fuerzas del centro de dirección política suficientes dejad o a estos pueblos "débiles de
s ni euro peos , una suert e
para vencer las resistencias locales-, se comprende mejor que dos a un mejo r destino. Ni indio
pea p or
lo de abstractismofrealismo fuese un simple recurso de especie intermedia, americana por nacimient� y euro
arar a los hlspa noam erIca­
argumentación -viejo y manoseado por otra parte- para apo­ organización social, se podría comp del
ende ncia con los pobla dores
nos en el momento de la Indep
yar la política elegida.
Volvemos, de tal manera, al pünto de partida. ¿Dónde es­ Imperio Romano en tiempos de su desin tegra ci �
n; con la dif �­
dispe rsos volvl an a recon stl­
taba el realismo -entendido como eficacia política- ante el caó­ rencia de que aquellos miembros
que na­
tico mundo político de los nuevos países? ¿En implantar con­ tuir sus naciones luego de la desmembración, mientras
cuál será el futur o de los nuev� s
cepciones políticas europeas, forzando a los distintos sectores die puede decir ahora, insistía,
s han pasa do de repen te, sm
sociales a adaptarse a ellas como una forma de meter a América países americanos. Los americano
y sin la expe rienc ia de los nego­
hispana en la senda del progreso? ¿En desecharlas, salvo par­ los conocimientos necesarios o
iones prop ias de "un Estad
ciales y modificadas adaptaciones, para permitir por vía de mí­ cios públicos, a intentar las func
nimas dosis de civilización el ingreso real de estos pueblos en organizado con regularidad" .14 . . . mas
'

aquella senda? ¿En adoptar el criterio de Bolívar de centralizar En su correspondencia privada aVanZa ]UlClOS un poco
de los pueb los hispa noam erica ­
el poder, para someter las fuerzas adversas, pero trasladar con concretos sobre esa situación
peran zada de esos llane ros de
cautela y sólo parcialmente las experiencias políticas europeas? nos. Ofrece así una visión deses
Estos interrogantes nos llevan a un último punto crucial su ejército ...
en este drama -por momentos tragedia- de la historia políti­
creen iguales a los
ca hispanoamericana de la primera mitad del siglo XIX. ¿Cuál " . . . determinados, ignorantes y que nunca s e
o parec en mejor . Yo mism o -agre­
era la real naturaleza "americana" de estos pueblos, su peculiar otros hombres que saben más
o a su cabez a, no sé aún de lo que son
idiosincrasia, que los distinguiría radicalmente de los europeos? ga-, que siempre he estad
0, más restringidamente, ¿cuál era la concepción de los líderes capaces."
del momento, la de Bolívar en este caso, sobre esa naturaleza
del pueblo hispanoamericano? El hecho es que se siente
Bolívar, con esa lucidez política con que supo intuir buena
parte de los problemas cruciales del futuro hispanoamericano " . . . sobre un abismo o más bien sobre un volcán próximo a hacer
en los primeros momentos ya de esa historia, intentó una ver­ su explosión."
sión del asunto que, como el resto de su pensamiento político,
está marcada a fondo por la trágica experiencia de la primera Bolívar apunta a continuación lo que podría considerarse
república venezolana. Su criterio básico reposa en la percep­ la clave de la composición de lugar básica de aquellos líderes
ción de " .. .la inmensa diferencia que hay entre los pueblos, los militares de la Independencia:
tiempos y las costumbres de aquellas repúblicas y las nues­
tras". 13 El aspecto de esas diferencias sobre el que más insistía "Yo temo más la paz que la guerra, y con esto doy a Ud. la idea de
era la falta de las "virtudes políticas" -ya lo hemos visto- que, todo lo �ue no digo ni puede decirse."15
en cambio, poseían los europeos o norteamericanos y que se
hubiesen requerido para poner en práctica el federalismo de­ Puede pensarse que desde cierto punto de vista, la pers­
mocrático al estilo de los Estados Unidos. Sobre el porqué de pectiva de Bolívar está conformada por las peculiaridades del
esa carencia apunta una interpretación: la servidumbre, la ig­ mando militar, por la particular dinámica de la empresa bélica
norancia, la opresión por siglos del despotismo hispano, edu- montada contra el dominio español. Podría creerse que en este

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J o s !? C A R l. O S C H I A R A M O N T E NACIÓN y ESTADO EN lUEROAM ItRICA

aspecto l a suerte d e San Martín y Bolívar e s equiparable. Am­ lítica como medio imprescindible de lograr esa "p �rmanencia"
bos han conocido al máximo toda la eficacia que el mando mili­ de las nuevas repúblicas que era una de sus obsesIOnes, Y con-
tar posee para el logro de un objetivo: la total centralización fiesa su desengaño.18
del poder, la absoluta disciplina de los subordinados, el com­
pleto sacrificio de los intereses personales, incluido el de la con­
servación de la vida, en aras del objetivo adoptado. Es cierto 3. SOBRE REFORMA y DISOLUCIÓN DE LOS IMPERIOS
que, historia latinoamericana al fin, buena parte de la energía IBÉRICOS, DE TULlO HALPERÍN DONGHI19
de los grandes capitanes de la Independencia se utilizó en dis­
ciplinar soldados y oficiales que no respondían a aquel esque­
ma. Pero esa labor de sometimiento e instrumentación de los Este libro de Halperín, como todas sus obras históricas e �
hombres fue, en general, exitosa. alcance general, aunque más aún que su Histo �i� � ontemp ��a­
Esa perspectiva de la empresa guerrera genE;raba, por otra nea de América Latina (1969), es un texto de an.ahsl� y refleXI?,n,
parte, una conciencia ética fuerte e intransigente. Ello se ob­ a partir de esa notable capacidad suya de reumr la mfo:m �c�on
serva en las páginas de Bolívar que critican y aún reprimen el actualizada sobre los distintos planos del desarr?llo hIst? nCO,
aflorar de intereses individuales o de grupos: compararla y juzgar la validez de las interpre�acIOnes eXIsten­
tes, así como establecer o sugerir otras. MenCIOn amos .co � e�to
"Es menester sacrificar en obsequio del orden y del vigor de nues­

una de las principales virtudes del ibro, fr�to d.e la dIscI�hna
tra administración, las pretensiones interesadas ... "16
de trabajo del historiador: la atencion al fluJ � d� mfor�acIOnes
de la historiografía latinoamericana de los ultImos an?s, para
Todo eso, apoyado en la natural fuerza moral que emana algunas áreas como México o Brasil particularmente m�ensa,
de la conciencia de los sacrificios realizados, en bienes y vida, unida a la capacidad de confrontarla y analizarla en conJunt?
por los hombres de armas en el proceso de la lucha por la inde­ Quien conozca las obras de historia argentina del autor podna
pendencia. Aún más, hay un texto de Bolívar en que asoma in­ añadir que el esfuerzo de atenció n a los avan.ces de esa
conscientemente la visión de que sólo los hombres en armas historiografía es una de las condi.cione� de sus mejores log�os
son acreedores a reconocimiento: en ese otro campo, el de la histOria nacIOnal, tan . empobr�cldo
en toda América latina por las limitaciones locahstas del mte-
" ..,.en Colom bia el pueblo está en el ejército, rés de los historiadores. . .
porque realmente
está, porque además es el pueblo que quiere, el pueblo En cuanto a esta nueva obra suya, es de notar, aS ll1:11s�O,
y el pueblo que puede ; todo lo demás
que obra
es gente que vegeta con
su característica agudeza de reflexión respe�to �� aco.�teclmlen­
más o menos malignidad, o con más o menos patrio tos o procesos históricos parciales, y de la slgmÍlcaclOn q�e po­
tismo, pero
todos sin ningún derech o a ser otra cosa que seyeron para el conjunto de la evolución ec?nómica y socIal de
ciudad ano pa­
siVO. "17 cada país o región. Como se observa, por ejemplo, en el trata­
miento del problema de los costos de la minería mexicana, o de
De manera que esa experiencia humana e n la conducción la decadencia de la minería del oro br�sile �a, en, e.l plano de la
historia económica. 0, respecto de la hIstona pohtlc�, en su e� ­
de una empresa bélica de la importancia y mérito universal como
era la de la Independencia no podía menos que generar crite­

posición de la experiencia bolivariana o de los con lctos del l�­
beralismo mexicano. Por otra parte, destaca tambIen el � ro� o­
rios y tendencias políticas extremadamente difíciles de ser
compatibilizadas con los criterios y prácticas ineludibles en el sito de explorar los reales conflictos de interese s �? epIso lOS �
célebres -los de la Nueva Granada en 1781, la rebehon de Tupac
Amaru, la inconfidéncia mineira en Minas Gerais . . . -, �� ma­
caos del fragmentado mundo político de cada nuevo país hispa­
noamericano. San Martín rehúye la experiencia y elude partici­
par en la política rioplatense. Bolívar intenta unir guerra y po- nera de evitar los esquema s provenientes de una reducclOn de
esoS conflictos a supuestos intereses de clases a menudo no

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NACIÓN y ES'J'AJ)O EN IUIlR A M �.RICA
J o s /! C A R L O S C f l l A R A M O N T Il

verificables o a supuestas perspectivas independentistas que que como una en que se dibujan las líneas secretas de un orden
aparecerían más tarde. futuro, como un agitado, confuso intermedio entre éste y aquél"
Si quisiéram�s u? ejemplo de esto que apuntamos, podría­ (pág. 88). Análisis que confluye en una tesis, no nueva en él,
. según la cual la independencia de las colonias ibéricas fue fun­
mos escoger su anahsIs de las reformas borbónicas en la prime­
ra parte del libro ("El ocaso del orden colonial"). En él incor­ damentalmente un fruto del colapso de las metrópolis. "La cri­
pora las últimas discusiones sobre el sentido y valor de �sas re­ sis y disolución del orden colonial -afirma- no proviene de la
formas, adoptando la perspectiva más reciente de rechazo del reacción americana a esas reformas, sino de que -aun después
aura b �illante que le había asignado hasta hace poco la histo­ de éstas- las metrópolis ibéricas son incapaces de sobrevivir a
. los desafíos mortales de un conflicto europeo y mundial súbita­
nogr��Ia sobre el siglo XVIII iberoamericano, pero delimitan­
do cntIcamente los alcances de esta perspectiva. Así, hace cen­ mentejntensificado por la liberación de energías guerreras ... ",
tro en la eva�ua�ión d�l conflicto peninsulares-criollos, y pone provocada por la Revolución Francesa (pág. 10).
en duda el cnteno reCIente de considerarlo más una "invención Sin limitarse a esa reevaluación tanto de las viejas como
:etrospectiva." de la historiografía del siglo XIX para explicar la de la nueva interpretación del valor y efectos de las reformas
mdependencIa, que un real conflicto del momento previo a ella. borbónicas, avanza sobre otras de las interpretaciones en jue­
Ese criterio innovador se ha apoyado en el rechazo de la tradi­ go. Las de los que llama fundadores románticos y positivistas
cional visión de las reformas borbónicas "como una exitosa re­ de la historiografía latinoamericana -es obvio que se incluyen
! �
vo ució� des e l? alto, en que una nueva elite desplaza a otra sus prolongaciones recientes-, y que critica por haber trasla­
mas antIgua , (pag. 86). Halperín admite la existencia de una dado la de sus maestros europeos ubicando las líneas de con­

integración de penins � ares y criollos, a través de los linajes,
.
flicto en las que dividían a sectores sociales definido s por sus
aunque advIerte tambIen que esa integración, en cuanto era actividades económic as. En su lugar, señala que esas líneas de
frecuentemente buscada para subsanar, en unos, la falta de po­ división pasan por dentro de los linajes de que están compues­
der que entrañaba su marginalidad a los altos cargos adminis­ tas las elites latinoamericanas luego de las reformas borbónicas.
. Y, dado que esos linajes cubren distintas esferas de actividades
tratIvos, y, en otros, la carencia de recursos económicos' no im­
pedía per�ibir, por �so mismo, las desventajas en que queda­ económicas y burocráticas, los conflictos que potencialmente
?an los mIembros cnollos de esas familias cuando no lograban podrían desatarse por esos intereses contrapuestos hubieran
msertarse en la economía. Pero, una vez reconocida así la exis­ podido ser tan disruptivos que bastaba la conciencia de ello para
t�n �ia de un con�icto real, afirma a continuación que el resen­ evitarlos.
tImIento de los cnollos hacia los peninsulares no alcanzó a ins­ Con no menor agudeza, su comparación de las reformas
pirar acciones temibles para la monarquía. Puesto que la intensi­ borbónicas portuguesas con las españolas le permite reconocer
ficación del conflicto sería "un efecto más que una causa de la ciertas diferencias importantes, no sólo por su significación para
creciente dimensión conflictiva de la relación entre elite colo­ la época, sino también por su efecto posterior: las reformas de
nial y metrópoli" (pág. 86).-La conciencia de esa dimensión con­ Pombal, a lo inverso que las españolas, buscaron apoyarse en
flictiva se acentuará a medida que aumente la percepción del las elites locales brasileñas e integrarlas en el aparato adminis­
colapso del orden vigente. Pero la divergencia que se generaría trativo; por otra parte, las reformas pombali anas, mucho más
entre los partidarios de apresurar el colapso, los defensores del que las españolas, intentaron crear una clase mercantil y em­
orden antiguo y los que tomaban distancia ante la crisis no está presarial poderosa, asociada al imperio mediante específicos
anticipada en lcis conflictos desatados por las reformas ante­ privilegi os: objetivo en el que la decisión portuguesa de no di­
riores. Es decir, que no debe verse a los protagonistas de esos ferenciar entre metrópoli y colonia se muestra más rica en con­
conflictos como anticipaciones de los sectores que estarán en secuencias (pág. 93 y ss.). Y a lo largo de la obra, los capítulos
pugna cuando la independencia. De manera que " ... hay razones sobre Brasil seguirán dominados por la preocupación de preci­
para que esta etapa crepuscular del viejo orden aparezca, más sar los factores que distinguen la evolución hispanoamericana

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NACiÓN y ESTADO EN IBEROAMt1RICA -------
J o s t1 C A R L O S C I I I A R A M O N TI l

de la brasileña, en la que subraya, luego del fin de la domina­ presencia de la fuerza armada, fuese regular o miliciana, nacio­
ción portuguesa, la capacidad de sortear, con escasa violencia nal o regional, en la vida de los nuevos países.
comparativamente con las colonias hispanas, las crisis que po­ Es posible, sin embargo, que en otros aspectos el resulta­
drían haber truncado el proceso de afirmación de una indepen­ do no parezca totalmente satisfactorio; que los últimos capítu­
dencia monárquica. El secreto de ese éxito político, acota, los puedan arrojar la impresión de relatar un sinfín de conflic­
" . . . es menos la habilidad de eludir las tormentas que la de tos políticos algo carentes de sentido. Esto ocurre, en buena me­
navegarlas sin naufragar" (pág. 113). dida, por limitaciones de las fuentes, dado el estado actual de
El siglo de historia latinoamericana que estudia, Halperín las investigaciones. Aunque probablemente no deje también de
lo considera entonces dominado por dos tentativas de reestruc­ pesar la tendencia del autor a eludir problemas de concepto de
turación del área. La primera, la intentada por las metrópolis a indispensable consideración; tendencia atribuible a su justifi­
través de esas discutidas reformas. La segunda, derivada del cado disgusto hacia los sesgos teóricos cuyos efectos negativos
colapso de su dominación. Este segundo intento quedará tam­ sobre el análisis histórico han sido frecuentes en parte de la his­
bién a mitad de ,camino, advierte, pero sin lograr" asegurar la toriografía latinoamericana, y cuya crítica realiza en diversos
estabilidad que pese a todo había logrado el anterior. En la bri­ lugares del texto, a alguno de los cuales hemos aludido. Pero,
llante síntesis de las distintas experiencias revolucionarias que pese a este justificable rigor, ¿podríamos ir más allá en busca
elabora en la segunda parte del libro, sobresale nuevamente la del sentido de ese flujo político-guerrero de fines de la primera
capacidad para distinguir los conflictos de intereses reales bajo mitad del siglo? En todo caso, limitémonos a señalar que aun­
las fachadas del momento o tras las interpretaciones de los his­ que quisiéramos responder negativamente, la propia dinámica
toriadores posteriores. de un texto como éste revela algunos de los nudos frente a los
Pero moverse a través del caos de la vida política de los que se interroga desde hace mucho tiempo la Historia, sin dema­
distintos Estados surgidos luego de la independencia hispa­ siados frutos, en cuanto a sus pretensiones de ciencia, y que
noamericana -esa vida política cuya mayor posibilidad de ser conciernen a la cuestión. Nos referimos a algunas expresiones .
rendida a algún denominador común pareció muchas veces re­ fundamentales, inevitables en toda obra histórica aunque su­
sidir en el concepto de anarquía- no es tarea sencilla. Una ex­ midas en constante ambigüedad, que remiten a ciertas lagunas
posición de conjunto como ésta lograda por Halperín supone el conceptuales cuya crítica podría contribuir a la interpretación
reconocimiento de ciertas constantes, ciertos factores comunes, de procesos políticos como los que son objeto de este libro. Así,
que le permitan ser algo más que un simple relato de conspira­ cuando Halperín dice "la sociedad hispanoamericana", o cuan­
ciones, asonadas, golpes de estado o guerras facciosas ... Mer­ do más restringidamente alude a alguna "sociedad" nacional,
ced a la perspectiva comparativa implícita en su obra, y a esa se puede observar que no está clara la existencia de una reali­
agudeza de juicio que lo lleva a trascender, tanto el relato inte­ dad a la que correspondería el concepto. Pues, ni referido al
resado de los contemporáneos, como los esquemas de algunos conjunto de los países hispanoamericanos, ni aun a la mayoría
historiadores posteriores, Halperín logra ahondar en ese apa­ de ellos por separado, es dado reconocer, en la primera mitad
rente caos. Lo hace mediante algunos hilos conductores, como del siglo XIX, la existencia de algo más que un conjunto de
el fenómeno de la militarización derivada de la guerra de la sociedades locales, más o menos relacionadas por los flujos
independencia, el peso faccioso de los intereses de los comple­ mercantiles, los residuos de viejas estructuras burocráticas, o
jos familiares, la colisión de la política de los nuevos Estados los proyectos político-estatales aún inmaturos. y es posible que
con los intereses regionales, entre otros. En ellos, puede desta­ un mayor ahondamiento en esta realidad diese también mayo­
carse su análisis de la militarización (págs. 188 y sigts.), como res frutos en el análisis de la complicada historia política de
uno de los más ricos de este texto, por la visión del entrela­ esos años. Puesto que, podríamos argüir, si los intentos de
zamiento de lo militar, lo político, lo social y lo económico, en organizar Estados nacionales -la etapa denominada en la Ar­
ese legado de la guerra de la independencia que es' la general gentina de "organización nacional" - tienen tan poco suceso,

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J o s � C A R LO S C H I A R A M O N T B NACIÓN y ESTADO EN I B E ROAMÉIUC A -----

e s justamente por la inexistencia o la inmadurez aún d e algo la importancia de cada unidad local en el conju�to, según el
que podría ser llamado una sociedad mexicana, o argentina, o viejo criterio con que la historiografía latinoamencana se oc.u­
venezolana. En lugar de esas sociedades nacionales, todavía en pó del tema -y de los temas a él unidos, como los del fed�ralIs­
proceso de formación -procesos cuyas direcciones y futuros mo y el caudilli smo- sino como una de las claves ? el tIpO de
resultados serán, frecuentemente, distintos de los que los lími­ vida política y de Estado -o falta de Estado- nacIOnal. d� la
tes originales de muchos Estados indicaban-, las sociedades época. Algo que, en suma, atañe sustancialmente a la delImIta­
imprecisamente denominadas regionales se nos aparecen con ción de ciertas catego rías que utiliza mos frecuen tement e
mayor realidad. -sociedad, Estado, elite, grupo social, etc.-, cuya discusión teó­
Si nos apoyamos en los resultados, que hemos comentado rica general no pareciera ser competencia prof�sion� del his­�
más arriba, del análisis del autor en la primera parte de la obra, toriador, pero para las cuales, por lo menos la �lscusIOn de s �s
es decir, si advertimos que la independencia sobreviene no como concreciones históricas, de las correspondencIas entre los dI­
un proceso de maduración social de las colonias, esa inexisten­ versos niveles que implican o a los que remiten, economía, socie­
cia de sociedades correlativas de supuestas nuevas naciones se dad, política . . . , parece necesar ia.
hace más comprensible. De la misma manera, también podría­ Éstas son alguna s de las reflexiones sugerid as por un tex­
mos explicarnos mejor por qué, en ese caótico proceso de defi­ to cuya riqueza de contenido las justifica, aunque no las ampa­
nir una identidad colectiva, la vertiente 'nacional coexiste con re. Por un texto, por otra parte, que reitera las cualidades de
otras dos que la preceden en el tiempo y tienen en los comien­ otras obras del autor. Un texto, por ejemplo, cuya intención po­
zos mayor vigencia que ella: la hispanoamericana y la local. Pues lémica es consta nte. Una polémi ca contin ua: con viejas inter­
la primera forma'en que los insurgentes contra el poder metro­ pretaciones ya superadas por el avance de la investigación, con
politano se piensan a sí mismos como algo distinto de los pe­ nuevas interpretaciones insuficientes para dar cuenta del con­
ninsulares es bajo la especie del "español americano", catego­ junto de los datos en juego, con las transferencias. de e� qu��as
, ría de raigambre colonial. Junto a este conato de identidad co­ derivados de análisis doctrinarios sin sustento hIstonografIco
lectiva, muy fuerte en los comienzos de la independencia, pero real -sobre todo los provenientes de izquierdas y derech as
más bien por su función diferenciadora de lo hispano y pronta­ latinoamericanas , con las cuales se deleita la vena satírica del
mente desdibujado -aunque prolongado en residuos como el autor- y, creemo s advertir tambié n, hasta, una sutil � o�émica
panamericanismo-, el de la patria chica es mucho más sólido. consigo mismo . Pues uno de los rasgos mas caractenstIcos, y
Y el de la incierta nación futura recién comienza, en la mayoría más valioso s, de Halper ín, es la continua inquietud del pensa­
de los casos, a intentar definirse. De manera que, luego del des­ miento en perman ente búsqueda de romper la cristalización del
plome de la dominación ibérica, en ese vaCÍo de poder en que saber.
desembocaron tantas regiones del continente, en esa falta de
integración en unidades políticas estables de dimensiones na­
cionales -procesos, todos, tan bien estudiados por Halperín-,
en esa indefinición de una identidad nacional, el ámbito de la
sociedad local -provincia, Estado, "región"- aparece como la
más real, más "natural" unidad político-social, que nos remite
a todo un conjunto de fenómenos, desde la economía a la polí­
tica, que se corresponden con ella. Y esto sugiere, entonces, la
existencia de un tipo de sociedad capaz de ofrecer algunas cla­
ves, en los correspondientes particularismos que genera, para
el fenómeno de la fragilidad, cuando no fracaso,' de los intentos
de organizar Estados nacionales. Algo que no sólo interesa por

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NOTAS

1. INTRODUCCi Ó N

I Carlos Real de Azúa, Los orígenes de la nacionalidad uruguaya, Monte­

video, Arca, [ 1 990], págs. 1 3 y 1 4.


2 Además, Real de Azúa defiende el análisis histórico de la posible
acusaciól) de que con su "frialdad" pueda resultar adverso a " .. .Ias conven­
ciones y tradiciones en que se funda una credibilidad nacional. Por el contra­
rio, pueden fundarla mejor, hacerla más resistente a tentativas más tenden­
ciosas de demolición, prestigiarla intelectualmente, en suma." íd., pág. 1 4.
3 Reproducido en David Peña, Facundo, Buenos Aires, 1 986, pág. 9.
4 "Desde este punto de vista, es particularmente sugestiva para noso­
tros, acostumbrados a tomar como punto de mira el Estado dinástico, y
luego nacional, centralizado, propio de la Europa occidental, la concepción
política de cuño centroeuropeo, referida a las sociedades políticas de di­
mensiones reducidas, como las que existían en los Países Bajos y en Suiza,
que Altusio nos ofrece". Antonio Truyol y Serra , " Presentación", en Juan
Altusio, La Política, Metódicamente concebida e ilustrada con ejemplos sagra­
dos y profanos, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1 990, págs. XI
y XII. Por ejemplo, en el capítulo en que Altusio trata de las confederacio­
nes, se lee que en ellas se unen "reinos, provincias, ciudades, .pagos o muni­
..
cipios... íd. , pág. 1 79. Véase, como reflejo de esa realidad política de la
época, las consideraciones sobre formas, modalidades y disposiciones de las
u niones confederales que siguen a lo transcripto.
5 Jean Bodin, Los seis libros de la República, Madrid, Tecnos, 1 985, págs.
1 6 y 1 7.
6 " Continúan las observaciones sobre la facción federal" , La Gazeta de

Buenos Ayres, miércoles 2 de mayo de 1 82 1 .


7 Véase u na síntesis del tema en Anthony Smith, Nationalism and

Modernism. A Critical Survey of Recent Theories of Nations and N�tionalism,


London, Routledge, 1 998.
8 Véanse las respectivas referencias, más adelante, en el capítulo 1 .

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J o s t C A R L O S C I I I A R A M O N 'J ' I; NACiÓN y ESTADO EN IBEROAMÉRICA

1 1 . MUTACIONES DEL CONCEPTO DE NACi Ó N DURANTE EL SIGLO nación a partir de criterios subjetivos. Esto es. a partir de la existencia de
XVII I Y LA PRI MERA MITAD DEL XIX una concienci a de pertenecer a ella: la nación como un plebiscito diario o
individual. Ernesto Renán. ¿Qué es una nación? Buenos Aires. Elevación. 1 947.
1 Véase. al respecto. Aira Kemilainen. Nationalism, Prob/ems Concerning pág. 40.
the Word, the Concept and C/assification . Jyvaskyla. Kustantajat Publishers. 9 Tal como aparece en este texto del historiador francés Albert Soboul:
1 964. pág. 1 3 Y sigts. " La Revolució n francesa ha puesto todo su aliento en ciertas palabras. Una
2 Agustín Thierry. Consideraciones sobre la historia de Francia. Buenos de ellas es nación. [ ... ] La idea de nación se precisó en el curso del siglo
Aires. Nova. 1 944. pág. 27. Respecto de tiempos recientes. véase la distin­ XVI I I . con la difusión de las luces y los progresos de la burguesía ". Albert
ción comentada por Anthony Smith entre una forma "benigna" de "civic Soboul. Comprender la Revolución Francesa . Barcelona . Crítica. 1 983. págs.
nationalism" y una agresiva y exclusiva. de "ethnic nationalism". tal como se 28 1 y 282.
habría manifestado hace poco en la guerra entre serbios y croatas en Bosnia. 10
" El nacionali smo. tal como lo entendem os nosotros. no es anterior
Anthony D. Smith. The Nation in History. Historiographical Debates about a los últimos cincuenta años del siglo XVI I I . La Revolució n francesa fue su
Ethnicity and Nationalism. Hanover. University Press of New E.ngland• 2000. primera gran manifestación. dando al nuevo movimien to una fuerza dinámi­
pág. 1 6. ca creciente ." Hans Konn. Historia del nacionalismo. México. FCE. 1 949. pág.
3
Sociedad Francesa de Filosofía. Vocabulario técnico y crítico de la Fi­ 1 7; Benedict Anderso n. Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen
losofía. publicado por André Lalande. Buenos Aires. El Ateneo. 1 953. pági­ y la difusión del nacionalismo. México. Fondo de Cultura Económic a. 1 99 3 .
na 1 83 . pág. 2 1 .
11
� Ernest Gellner. Naciones y nacionalismo. Madrid. Alianza. 1 983. págs. Eric Hobsbawm. Nations and nationalism since 1 780. Programme.
70. El concepto mismo de invención. que parece haber sido echado a rodar mith. reality. Cambridge. Cambridge University Press. 1 990. pág. 1 8.
12
por Gellner ("El nacionalismo engendra las naciones. no a la inversa" . y "es José Antonio Maravall. La teoría española del Estado en el siglo XVI/.
posible que se haga revivir lenguas m uertas, que se inventen tradiciones. y Madrid. Instituto de Estudios Políticos. 1 944. pág. 1 1 0.
13
que se restauren esencias originales completamente ficticias". íd .• pág. 80). [Emer de] Vattel. El Derecho de Gentes o Principios de la Ley Natural.
s.
fue especialmente tratado en E. J. Hobsbawm and Terence Ranger (eds.). Aplicados a la Conducta y a los Negocios de las Naciones y de los Soberano
The Invention o{ Tradition. Cambridge. Cambridge University Press. 1 983. Madrid. 1 834. " Prelimina res. Idea y Principio s Generale s del Der �cho de
Véanse las interesantes reflexiones sobre la amplitud del concepto en las Gentes". pág. l . En el texto original francés se lee: " Une Nation. un Etat esto
páginas iniciales de Werner Sollors. The Invention o{ Ethnicity. New York. comme nous I'avons dit des I'entrée de cet ouvrage. un corps politique . ou
I
ensemble pour procurer leur avantage et leur I
Oxford University Press. 1 989. une société d'homme s unis
5 "El hambre por las definiciones es muy a menudo manifestación de su reté a forces réunies." Emmer du Vattel. Le droit de gens ou principes de la
'
es.
la creencia muy enraizada (una de las muchas fantasías filosóficas de las que loi naturelte appliqués a la conduite et aux affaires des nations e t des souverain
Paris. 1 863 [primera edición: Leyden. 1 758] . tomo '. pág. 1 09. Sobre la gran
se mofa Lewis Carroll en sus encantadoras sátiras Alicia en el país de las
maravillas y A través del espejo) de que todas las palabras tienen un significa­ difusión de la obra de Vattel y su influencia en el siglo XVI I I francés. véase
do interno. que la reflexión paciente y la investigación esclarecerán y distin­ Robert Derathé. Jean-Jacques Rousseau et la science politique de son temps.
guirán de los significados falsos o falsificados que tal vez hayan usurpado los París. Librairie Philosoph ique J. Vrin. 1 979. Respecto de su difusión en Ibe­
verdaderos." P. B. Medawar, y J. S. Medawar, De Aristóteles a Zoológicos, Un roamérica. véase capítulo 111. " Fundamentos iusnaturalistas de los movimie n-
diccionario filosófico de biología. México. FCE. 1 988. págs. 82 y 83. tos de independ encia". Nótese este ejemplo. entre otros. de la lectura de
\\
6 Anthony D. Smith. The Ethnic Origins o{Nations. Oxford. Blackwell.

1 996. Véase asimismo la crítica del "modernismo" en Adrian Hastings. The


Construction o{ Nationhood, Ethnicity, Religion and Nationalism. Cambridge.
Cambridge University Press, 1 997.
Vattel en el Río de la Plata: " Una nación o un estado es un perso.naje moral.
procedente de esa asociación de hombres que buscan su segundad a fuer-
zas reunidas" . Introducc ión al Reglamento de la división de poderes. de la
Junta Conservadora. 22 de octubre de 1 8 1 1 . en Emilio Ravignani [comp.].

j \ \

-
7 Lukas Sosoe. "Nation". en Philippe Raynaud et Stéphane Rials [dirs.]. Asambleas Constituyentes Argentinas, Buenos Aires. Instituto de Investiga .
Dictionnaire de Philosophie Politique. París. PUF, 2a ed .. 1 998. pág. 4 1 1 . ciones Históricas. 1 937-39. t. VI. pág. 600.
s La definición de Sieyes: "¿Qué es una nación? Un cuerpo de asocia­ I� E. de Vattel. El derecho . . . ob. cit pág. 54.
. .•

1 5 Encyc/opédie ou dictionnaire raisonne des sciences, des arts et des


dos que viven bajo una ley común y están representados por la misma legis­
latura." Em manuel J. Sieyes. ¿Qué es el Tercer Estado? Seguido del Ensayo métiers, par une société de gens de lettres. Paris. 1 75 1 - 1 765. tomo I I [ 1 765].
16
sobre los privilegios. México. UNAM. 1 983. pág. 6 1 . La de Renán concibe a la Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sen-

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J o s Jl. A IU O S C H I A R A M O N T Il NACiÓN y ESTADO EN IIlEROA MIlRICA -----

alemán le opuso
tido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases y modos de hablar. los Invoca la voluntad de los hombr es de hoy; el roman ticismo
fundad o en las reglas formul adas por los hombres de
proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua, 6 vols., el derech o históri co,
le dieron un apoyo
Madrid, Real Academia Española, 1 726- 1 739. Utilizamos la edición facsimilar: antaño ; los juristas aleman es, con Savigny a la cabeza,
o históric o y derech o na­
Diccionario de autoridades, Madrid, Gredos, 1 963. Notar que el Diccionario precioso con su apología de la costum bre. Derech
ciliable s han contrib uido ambos a fortale ­
de la Academia Francesa, en su primera edición de 1 694, anticipa la nueva tural, esos dos adversarios irrecon
las naciona lidades ; el primer o lo justific ó invoca ndo la
modalidad aunque, al incluir el lenguaje entre los rasgos definitorios de una cer el princip io de
princip io la apli­
nación, añade al concepto político de nación un rasgo "étnico": "Nation. autoridad de los siglos pasados; el segund o mostró en ese
proclam ados en 1 789." G. Weill,
Terme collectif. Tous les habitants d ' un mesme Éstat, d'un mesme pays, qui cación legítima de los derech os del hombr e
vivent sous mes mes loix, et usent de mesme langage". ARTFL Project, ob. cit., pág. 1 0. ,
Dictionnaire de / 'Académie franc;aise, l a ed., 1 694. Pero un sentido más cer­ 26 Hamilt on, Madiso n, Jay, El Federalista,
México , FCE, 1 974, pags.
" Pero si no desea­
cano al de la Academia española se registra en el primero de los usos de uno 1 6 1 y 1 62.' En tal sentido , se lee en un artículo anterior:
adherim os aún al proyecto de
de los términos franceses sinónimos del de nación: "PEUPLE. s. m. Terme mos vernos en tal peligrosa situació n; si nos
es lo mismo , de un poder regulad or bajo la
collectif. Multitude d'hommes d ' un mesme pays, qui vivent sous les mesmes un gobier no nacional o, lo que
e
común , debem os decidir nos a incorpo rar a nuestro
loix." direcci ón de un consejo
17 Sebastián de Covarrubias Orozco, Parte Segunda del Tesoro de la los elemen tos que constit uyen la diferen cia caracte rística entre una li­
plan
a las per�o­
Lengua Castellana, O Española, Madrid, 1 674. ga y un gobier no; debem os extender la autoridad de la Unión
' eros del gobier no-." Id.,
1 8 "Though � he word 'nation' was also used in England in the 1 8th nas de los ciudadanos -los únicos objetos verdad
!
Ce�tury in �he old meanings derived from Latin, the new meaning of a state pág. 60. . .,
natlon domlnatecy. England was an old nation state, and therefore 'nation' 27 Gazeta de Buenos Ayres, N°
3 , 1 3 de mayo de 1 8 1 5, Relmpreslon
nación : " Nos halla­
very naturally w<Ís united whit 'state'." A. Kemilainen, Nationalism. . . , ob. facsim ilar... , ob. cit., pág. 26 1 . Sobre este uso de la voz
un sujeto sobera no que deriva su poder de la
cit., pág. 36. mos aquí claramente frente a
nías territo riales -conc ebidas como comun idades de anti­
1 9 Véase Pedro Álvarez de Miranda, Palabras e ideas: el léxico de la suma de sobera
Noemí Goldm an y
Ilustración temprana en España ( 1 680- 1 760) , Madrid, Real Academia Espa­ guo régimen- y no de una soberanía única e indivisi ble".
de 'nación ' y la formac ión del
ñola, 1 992, págs. 2 1 I Y sigts. Nora Souto, "De los usos a los conceptos
20 A. Kemilainen, Nationalism ... , ob. cit., pág. 42. la Plata ( 1 8 1 0- 1 827) " , Secuen cia, México , N°
espacio político en el Río de
2 1 Encyc/opédie . . . , ob. cit., tomo 6 [ 1 76 1 ]. 37, enero-a bril 1 997, pág. 42.
22 Heineccio, Elementos del derecho natural y de gentes, corregidos y 28 José Cecilio del Valle, " Manifiesto a la nación
guatemalteca, 20 de
s, Ayacuc ho, 1 982, pág. 29.
aumentados por el Profesor D. Mariano Lucas Garrido, a los que se añadió los mayo de 1 825", Obra Escogida, Caraca
de la Filosofia Moral del mismo autor, tomo 11, Madrid, 1 837, pág. 83. No 29 E. Hobsb awm, Nation s and nationa lism ... , ob. cit., pág. 1 8. Ver, del
sabemos si la traducción es de ese año o de la edición que se hizo en el siglo lismo, Vol . 1 , Madrid , Punto Omega/
mismo autor, La era del capita
.
anterior (Elementa iuris naturae et gentium . . , ob. cit., Madrid, 1 776; 2a. ed., Guadarrama, 1 977, Cap. 5, " La fabricación de nacione s" .
Madrid, 1 789), pero esto no cambia el sentido de la evidencia. 30 íd. , págs. 1 9 y 20.
23 íd ., págs. 1 68/ 1 69 y 1 70/ 1 7 1 . 3 1 íd., págs. 2 1 y 22.
2-4 "Constitución federal para los estados de Venezuela", [Caracas, 2 1 3 2 íd., pág. 20.

de diciembre de 1 8 1 1 ], Cap. Octavo, Seco Primera, arto 1 43 , en [Academia 33 " ... en la actualidad estamos tan acostu mbrad
os a una definic ión ét-
olvidam os que, en esencia , esa defini­
Nacional de la Historia] El pensamiento constitucional hispanoamericano has­ nico-lingüística de las nacion es, que

1
ta 1 830, Compilación de constituciones sancionadas y proyectos constitucionales, ción se inventó a fines del siglo XIX." Eric Hobsb awm, La era del imperio
V. Venezuela - Constitución de Cádiz ( / 8 1 2) , Caracas, 1 96 1 , pág. 80. ( 1 8 75- 1 9 1 4) , Madrid , Labor, 1 990, pág. 1 47.
2S Véase, al respecto, Georges Weill, La Europa del siglo XIX y la idea H Padre Fray Benito Jeróni mo
Feijóo y Monte negro, "Amor de la
Autores Españo les
de nacionalidad, México, UTEHA, [ 1 96 1 ] , pág. 2 Y sigts.; asimismo, J. B. patria y pasión nacioral", Obras Escogidas, Biblioteca de
neyra, 1 863, págs. 1 4 1 y sigts.; Discurso de Juan
Duroselle, ob. cit., pág. 22. Un esquema que es l levado, incluso, a [t. 1] , Madrid , M. Rivade
Sesión del 4 de mayo
correlacionar ambas concepciones con el derecho natural, por una parte, y Ignacio Gorrit i, Actas del Congreso Nacional de 1 824, I
.
1
. . , ob. cit, tomo primer o,
el derecho histórico, por otra. Así, con la. habitual postura que data en la de 1 825, en Emilio Ravignani [comp .], Asambleas
Revolución Francesa procesos históricos anteriores, escribía Weill: "La Re­ 1 8 1 3- 1 83 3 , pág. 1 3 24 y sigts.
volución francesa había proclamado los principios del derecho natural , que 3S "¿Qué se entendía entonces por nación?
Natio en el lenguaje ordi-

- 184 -
- 18 5 -
J o s lt C A R l. O S C I l I A R A M O N T Il NACION y ESTADO EN IIlEROAMItRlcA

nario sig ificaba riginal ente u n grupo d e


� � � hombres formado por quien es sense." A. Kemilainen. Nationalism ob. cit.. pág. 3 3 .
compartlan un mIsm o orrgen. mayo r que 10
... •

una fami lia pero meno r que un [Christian Wolff]. Institutions du Droit de la Nature et des Gens. Dans
clan o pueb lo. Por consi guien te se hablaba
de Populus Romanus y no de la lesquelles. par une chaine continue. on déduit de la NATURE méme de J'HOMME.
natlo romanorum: el térm ino se aplicaba
en particular a una comu nidad de toutes les OBLlGATlONS / tous les DROITS. 6 vols Leide. Chez Elie Luzac.
extranjero s." Elie Kedo urie. Nacionalismo. Madr
.•

id. Centro de Estudios Cons­ MDCCLXXII. vol. 5. págs. 3 1 I Y 3 1 0.


,
��
tituciona'es. 1 9 . Kedourie se equivoca luego
al considerar que este uso 1 1 íd t. 6. pág. 1 4.
del term.rno naclo n es el mism o que se enco
.•

ntrará en Hume o en la Encic lo­ 1 2 Le Droit de la Nature et des Gens, ou Systeme Général des Principes
�edia francesa: "El uso de la palabra como nomb re colectivo persi ste en el les plus importans de la Morale. de la Jurisprudence. et de la Politique. Par le
sIglo XVII I y nos encontramos a Hume afirm
ando en su ensayo Of National Baron de Pufendorf. traduit du latin par Jean Barbeyrac .... Sixieme édition.
Characters que 'una nación no es sino una
colección de indivi duos ' que. Basilea. 1 750. Se lee en cambio la siguiente definición de Estado: "Voici donc.
merced a un constante interc ambio . llegan
a adqu irir algun os trazos en co­ a mon avis, la définition la plus exacte que I'on peut donner de l ' Etat: (1)
� ún. � � Diderot y d 'Alembert defin iendo 'nació n' como 'una palab ra colec ­ c'est une Personne Morale composée. dont la volonté formée par / 'assemblage
tIva utlllzad para significar una cantidad consi
. � derab le de la pobla ción que des volontez de plusieurs. reunies en vertu de leurs Conventions. est reputée la
habIta una cIerta xtensión geográ ca defin
� ry ida dentr o de ciertos límite s y volonté de tous généralment. et autorisée par cette raison a se servir des forces
que obedece al mIsm o gobie rno'." Id pág.
5.
.•
et des facultez de chaque Particulier, pour procurer la paix et la sureté commune.
3 6 A. Kemi lainen . Nationalism
"

ob. cit pág. 1 3 Y sigts. Estas preci -


... • .• T. 11. lib. VII. Cap. 1 1 . pág. 295.
sIone s son frecuentes en las obras de histo

ria del probl ema, y pued en re­ 1 3 Kemilainen -a quien pertenece la observación sobre la "nota cons- !
mont rse. como se observará en la siguiente

estud Iamo s. Un resumen similar al de Kemi
nota, a textos de la época que �
titucional" que habría aportado la re�olución- pa�a tri �to al enfoque tra-
,
r
lainen puede verse en Liah dicional cuando afirma que la voz natlon no habla sIdo utIlizada hasta enton- [ 1
Gr enf 'd. Nationalism. Five Roads to Modernity.
� � Cambridge (Mass .). Harvard ces e n teoría política para tratar cuestiones como las formas d e gobierno. \
Unrverslty Press. 1 992. pág. 4. Asim ismo .
ción. México. FCE. 1 987.
Federico Chab od. La idea de na­ "The French Revolution made the French 'nation' the repository of popular t .

sovereignity. and 'nation' became a constitutional termo [ ...] This term was I \
37 La divisi ón de los alumn os unive
rsitarios en nacio nes. tamb ién re­ no identical with the word 'nation' which had developed in France and (
cordada por Kedourie luego de lo transcripto
común d los trabajos sobre el tema. está
más arriba y casi un lugar England previously and which was used in the sense of a state nation. i. e .• )
� ya observada en la Encyc/opédie.
: n el artIcu lo sobre la oz Nation. el que
luego de su defin ición. agrega:
the whole population. no m atter what the form of government. " A.
Kemilainen. Nationalism ob. cit pág. 56 .
I

... Le ot natlon . est aussl� ... • .•

� � n usage dans quelq ues universités pour distin 11 Vattel. El derecho ob. cit vol. l. págs. 1 53 . 1 77 Y 209. Sobre la
les supots ou mem bres qUl les comp osent . guer ... • .•

selon les divers pays d'ou ils sont nación como fuente originaria de la soberanía. ver el Capítulo IV, Lib. l. "Du
origin aires... ". etc. Encyc/opédie ob. cit
tomo I I [ 1 765]. El recién citado souverain. de ses obligations et de ses droits". págs 1 73 y sigts. De alguna

...• .•

Ch od -historiador que tiende a privil egiar


� la relación del concepto de manera. aunque utilizando la voz peuple . esto está anticipado en Wolff: "Cum
naclo n con el romanticismo- advierte cómo
esas "naci ones" de la Univer­ imperium civile originarie sit penes populum ... / Comme l' empire civil appartient
sidad de París poco tenían que ver con lo
que el término significará más originairement au peuple ... " Ch. Wolff. Institutions ... . ob. cit., págs 322/
t rde. pues comp rendían gente de origen
� diverso: la nació n "angl ica". por 323.
elem pl . abarcaba a ingleses. escandinavos.
�, polacos y otros. íd pág. 24 (su 1 5 L. Greenfeld. Five roads . . . . ob. cit págs. 6. y 29 Y sigts.
.•
afirm aclon
.•

de que la idea de nación "surge y triunfa con 16 "Once an ethnicity ' s vernacular becomes a language with an
el roma nticis mo"
en pág. 1 9) . •

extensive living literature of its own. the Rubicon on the road to nationhood
3 8 Encyc/opédie ob. cit tomo 7 [ 1 762]. Según un diccionario
...• .•
histó ­ appears to have been crossed." A. Hastings. The Construction ob. cit
... • .•
rico de la len ua francesa. Gent. en feme nino
� singu lar. se usó desde el siglo pág 1 2.
XI hasta el sIglo XVII con el sentido de nation
y peuple. Así como natio n 17 íd .. págs. 20. 2 1 ("Oral languages are proper to ethnicities. widely
significab hacia la mism a época . y de form
�� a similar a gent o race. "un en­ written vernaculars to nations. That is a simplification requiring all sorts of
semb le d etres humains caractérisés par une
comm unauté d·orig ine. de qualifications. but is sufficiently true to provide a base from which to work
langu e. de cultur e". Alain Rey (dir.). Dictio
nnaire historique de la langue on the refinements") y 3 1 .
frant;aise. Paris. Le Robert. 1 998. 18
Cit. en Pedro Álvarez de Miranda. Palabras . . . ob. cit pág. 2 1 6.
.•

39 "Character iscally the word 'gens


' in the term 'jus genti um' was 19 íd
.• pág. 3 . Asi mismo. dentro de los llamados " m odernistas".
translated into Englis h by 'natio n·. 'Gens ' was
no adopted in Englis h in this Benedict Anderson considera necesario también partir de definiciones: " ...con

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18 7 -
J o s !! C A R L O S C I I J A k A M O N 'r g NA ION Y ESTADO EN l O l!ROAMIlR1CA

u n espíritu antropológico propongo la definición siguiente de nación: una nal que mirase por el provecho común ... ; allí había ciertamente un país. una
comunidad política imaginada como inherentemente limitada y soberana." gente. un ayuntamiento de hombres; pero no había Patria ... " Semanario Pa­

I
1
B. Anderson. Comunidades . . . . ob. cit pág. 23. La definición de la nación
.•

como ente imaginado es un antiguo criterio ya expuesto por Tocqueville: "El


gobierno de la Unión reposa casi por entero sobre ficciones legales. La Unión
es una nación ideal que no existe. por decirlo así. sino en los espíritus y cu­
triótico. cit. en Pierre Vilar. " Patria y nación en el vocabulario de la guerra de
la independencia española". en Hidalgos, amotinados y guerrilleros, Pueblo y
poderes en la historia de España. Barcelona. Crítica. 1 982. pág. 2 1 6.
59 Véanse los artículos de fray Benito jerónimo Feijóo y Montenegro.

ya extensión y límites sólo los descubre la inteligencia." Alexis de Tocque­ "Antipatía de franceses y españoles". " Mapa intelectual y cotejo de nacio­
ville. La democracia en América. México. Fondo de Cultura Económica 1 992 • •
nes". ':A.mor de la Patria y pasión nacional". Obras escogidas ...ob. cit.

60 Los textos de Shaftesbury están citados en L. Greenfeld. Five roads. .


pág. 1 59. . .

50 "Todavía en Maquiavelo el término 'provincia' se utiliza con mucha ob. cit págs. 399 y 400; el artículo de jaucourt. en la Encyc/opédie
.• , ob.
...

frecuencia en nuestro sentido de nación. mientras que el término 'nación' cit .. tomo 1 2 [ 1 765].
6 1 L. Sosoe. "Nation". en Dictionnaire Politique . . . . ob. cit., lug. cit.
aparece muy pocas veces." F. Chabod. La idea. . . ob. cit pág. 24.
. .•

5 1 " My belief is that the most important of these variations are 62 A. Kemilainen. Nationalism ... . ob. cit págs. 38 y 42. Véase. asi­
.•

- mismo. " Los orígenes de la palabra 'nacionalidad'''. en G. Weill. La Europa


determined by specific historical experiences and by the 'depositO left by ...•

these collective experiences." A. D. Smith . The Ethnics Origins ob. cit


...• .• ob. cit.. pág. I Y sigts. Este autor. q u e data el uso del término en las primeras
" Preface". pág. IX. Asimismo: "By the term nation. I understand a named décadas del siglo XIX. registra un uso muy anterior en la Inglaterra de fines
human population occupying a historic territory or homeland and sharing common del siglo XVI I. Sin embargo. se trata del viejo sentido del término como
myths and memories; a mass, public culture; a single economy; and common indicador del origen nacional de algo o alguien. ajeno al contenido que ad­
rights and duties for 011 members. A. D. Smith. The Nation in History. ob. cit .• quirirá en el siglo XIX. Así. se lee en el citado Oxford English Dictionary:
pág. 3 . "Nationality: National quality or character", definición a la que agrega el
5 2 A . D. Smith. The Ethnic Origins . . , o b . cit
. pág. X . Smith advierte
.• siguiente ejemplo: " 1 69 1 T. H[ ale] Acc. New Invent. 3 7 The Ingredients
que. si bien las naciones modernas no poseen homogeneidad étnica. ellas employed are of Foreign growth ; which we make use of not so much for the
surgen a partir de un "núcleo étnico" como los "que constituyeron el meo­ sake of the Nationality of its Argument [etc.] ." Con un matiz distinto. pero
llo y la base de, Estados y reinos como los regna bárbaros de principios de la también ajeno al implícito en el principio de las nacionalidades. se lee en la
Edad Media." Id pág. 35.
.• primera edición del Diccionario de la Real Academia Española: "NACIONA­
5 3 Anthony D. Smith. La identidad nacional. Madrid. Trama; 1 997. LIDAD: Afección particular de alguna nación. o propiedad de ella" . Real
pág. 1 3 . Academia Española. Diccionario de la lengua castellana. . . , ob. cit tomo cuarto.
.•

5� íd
.• pág. 1 7. 1 734.
55 Véase lo implicado en este ejemplo del ya citado Dictionnaire de la 63 Henri Berr. " Prólogo" a G. Weill. La Europa ... ob. cit pág. VII.
• .•

Academia Francesa. que informa de uno de los variados usos de la voz nation: M Pasquale Stanislao Mancini. Sobre la nacionalidad. Madrid. Tecnos.

"un Prince qui commande a diverses nations". 1 985. pág. 37.


56 Oxford English Dictionary. 2a ed., Oxford University Press. 1 994. 6 5 íd
.•pág. 38.
57 Conglomerados cuya legitimidad, por la misma razón. serían obje­ 66 íd pág. 27.
.•

to de la crítica de Herder al encarecer la homogeneidad nacional como base 6 7 íd pág. 42.


.•

de los Estados: " ... nada se opone tanto al fin de los gobiernos como esa
extensión antinatural de las naciones. la mezcla incontrolada de estirpes y
razas bajo un solo cetro [ ... ] carentes de un c arácter nacional no poseen vida 1 1 1 . LA FORMACi Ó N DE LOS ESTADOS NACIONALES EN IBEROAM É RICA
auténtica y a los que viven dentro de ellas. unidos a la fuerza. sólo una mal­
* En este trabajo utilizamos materiales tomados de dos capítulos que
dición del destino podría condenar a la i nmortalización de su desgracia." j .
G . Herder. Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad, Buenos hemos elaborado para el Vol. VI. La construcción de las naciones latinoameri­
Aires. Losada. 1 959. pág. 285. canas, 1 820- 1 8 70. de la Historia general de América latina. Unesco, en curso
58 Los antiguos. se lee en un periódico español del tiempo de las Cor­ de edición (cap. 5. "Constitución de las provincias y el poder local. Las ba­
tes de Cádiz ( 1 8 1 2) . "llamaban patria al estado o sociedad a que pertene­ ses económicas. sociales y políticas del poder regional". y cap. 6. " Las ex­
cían y cuyas leyes les aseguraban la libertad y el bienestar [ ...] donde no presiones del poder regional: análisis de casos"). Una primera versión de
había leyes dirigidas al interés de todos. donde no había un gobierno pater- éste fue presentada al Simposio Cultura y Nación en Iberoamérica. organi-

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J O :; 1l C A R L O S I I I A K A M O N 'I' E
NACIÓN y ESTADO IlN I IlEROAM t RICA


za o p � r el Com ité Editor del Proyecto Great Books Series, Oxford
�nlverslty Press, con el apoyo de las fundaciones Lampadia y Mellon, y rea­ representativo. Pero esta diferencia, sustancial en lo que hace a las formas

lizado en Buenos A res entre el 2 I Y el 23 de agosto de 1 996. El autor agra­ de representación política, no lo es en cuanto a lo que comentamos en el
dece los �omentanos de los participantes en la discusión del trabajo, así texto. Este concepto de nación recoge criterios más antiguos. como el que
c�mo a Llllana. Locke expone respecto del concepto de "sociedad política" o "sociedad
Roncati por su ayuda en la búsqueda de información y a Anto­
. civil", que en cierto modo es equivalente a lo que a comienzos del sigo XIX
niO Annmo, Carlos Marichal y Marcela Ternavasio por las observaciones efec­
tuadas al texto original. se llamaba nación: ':A.quellos que están unidos en un cuerpo y tienen una
.1 Por ej em lo, Oscar Oszlak, La formación del establecida ley común y una judicatura a la que apelar, con autoridad para
Estado argentino, Bue­
. �
nos AIres, Edltonal decidir entre las controversias y castigar a los ofensores. forman entre sí
de Belgrano, 1 985, pág. 1 5. En otro trabajo suyo el au­
tor refiere el concepto de estatalidad al trabajo de J. P. Nettl, "The, State as una sociedad civil." John Locke, Segundo tratado sobre el gobierno civil, Ma­
a Con ceptual Variable", World Politics, N° 20, julio 1 968, y al de Phi�ippe C. drid, Alianza, 1 990, pág. 1 03 .
. 9 Véase José Carlos Chiaramonte, "El federalismo argentino en l a pri­
Schmltter, John H . Coastwor th y J oanne Fox Przewors ki " Historical
mera mitad del siglo XIX", en Marcello Carmagnani (comp.), Federalismos
Perspectives on the State, Civil Society and the Economy in tin America: � latinoamericanos: México/Brasil/Argentina, México, El Colegio de México/FCE,
P �olegomen on to a Workshop at the University of Chicago, 1'976- I 977",
mlmeo. O. Oszlak, Formación histórica del Estado en América latina: elemen­ 1 993.
tos teórico-me todológicos para su estudio, 2a ed., Buenos Aires, Estudi�s C E- 1 0 Respecto del principio del consentimiento, fundamental en el Dere­

DES, 1 978. ' cho de Gentes. véase también la citada obra de Locke. esp. cap. 8, " Del
2 Véanse las observacio nes de Otto
Hintze, Stato e Societa. Bologn'a, origen de las sociedades políticas", págs. I I I y sigts.
1 1 Véase una rica visión de ese período en Franc;ois Xavier Guerra,
Zanichelli, 1 980, pág. 1 38.
?,
3 Al res pect
' véase el cap. 1 1 1 , " Las formas de identidad política a
Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispánicas, 2a
� . .
fines del Irremato , de nuestro libro Ciudades. provincias. Estados: orígenes ed. , México, FCE, 1 99 3 . Se trata de un renovado enfoque, pese a la tenden­
de la naclOn argentma ( 1 800- 1 846) , Biblioteca del Pensamien to Argentino I cia a ceñirse al esquema clasificatorio de modernidad/tradición, ante una
Buenos Aires, Ariel, 1 997. ' realidad frecuentemente reacia al mismo.

"
� 4 éase Eric Hobsbaw m, Nations and nationalism . . . . ob.cit, cap. 1, 1 2 Respecto del caso rioplatense, que no consideramos en particular

The natlon as novelty: from revolution to liberalism" (hay edición españo­ en este libro porque ya lo hemos analizado en otras publicaciones, véanse,
. justamente, los siguientes trabajos nuestros: José Carlos Chiaramonte, Ciu­
I�: Enc Hobsbawm . Naciones y nacionalismo desde 1 780. Programa. mito. rea­
lidad, Barcelona. Crítica, 1 99 1 ). dades. provincias. Estados: Orígenes de la nación argentina ( 1 800- 1 846) , Bue­
5 Recuérdese el ya citado texto de Vattel: " Las naciones o nos Aires, Ariel, 1 997; íd., "El federalismo argentino en la primera mitad del
Estados
son cuerpos políticos, de sociedades de hombres reunidos para procurar siglo XIX", en Marcello Carmagnani (comp.), Federalismos ... ob. cit.
su salud y su adelantamiento. . . " Vattel, Le droit de gens. . . , ob., cit., tomo I 1 3 Licenciado Francisco Verdad, " Memoria póstuma ( 1 808)" , en José

pág. 7 1 . ' Luis Romero y Luis Alberto Romero. Pensamiento político de la emancipa­
6 Andrés Bello, Derecho Internacional. l. Principios
de Derecho Interna­ ci6n, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1 977. pág. 89.
cional y Escritos Complementarios, Caracas, Ministerio de Educación 1 954 1 4 José Miranda, Las ideas y las instituciones políticas mexicanas, pri­

mera parte, 1 5 2 1 - I 820, México, Universidad Nacional Autónoma de Méxi­


pág. 3 I . [Primera edición: Principios de Derecho de Gentes, por A. B., antia� S co, segunda edición, 1 978, pág. 239.
go de Chile, 1 83 2]

7 Antonio S enz, Institucion es Elementales sobre
el Derecho Natural y
1 5 Cit. en rdem, pág. 238.
16
de Gentes {Curso dICtado en la Universidad de Buenos Aires en los años 1 822- La expresión usada por el Ayuntamiento de México la acabamos de
23], Buenos Aires, Instituto de Historia del Derecho Argentino . Facultad de citar. En cuanto a un elemplo de su uso en Buenos Aires transcribimos, de
Derecho y Ciencias Sociales. 1 939. pág. 6 l . Lo editado es la parte del curso un documento del Primer Triunvirato, de 1 8 1 1 . este breve fragmento: "El
. pueblo de Buenos Ayres, que en el beneplácito de las provincias a sus dispo­
dedicada al derecho de gentes. La parte anterior, dedicada al derecho natu­
ral. se extravió, y de ella se conservan únicamente dos fragmentos sobre los siciones anterior s, ha recibido el testimonio más lisonjero' del alto aprecio
duelos publicados en la prensa. El texto sigue en mucho al tratado de Vattel' que le dispensan como a capital del reino y centro de nuestra gloriosa revolu­
'
a veces transcribie ndo párrafos de él. ción ... " La misma fu nt s refiere al Ayuntamiento "de esta capital. como
8 Nótese que la definición de
Sieyes, citada en el capítulo anterior, representant d un pu blo el más digno y el más interesado en el venci­

difiere de la del periódico rioplatense al añadir la existencia de un cuerpo miento de los peligro. qu amenazan a la patria." " Estatuto provisional del
gobierno sup rlor d I s Provincias Unidas del Río de la Plata a nombre del

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y
J o s l\ C A R L O S C I I J A R A M O N TI l NACIÓN ESTADO EN [ IlEIWAMll.RICA

Sr. D . Fernando V I I " . en [Instituto d e Investigaciones Históricas] Estatutos, que se refiere a la actuaci6n del gobierno. se considera que estriba en que en
reglamentos y Constituciones argentinas ( 1 8 1 1 - 1 898) . Buenos Aires. Universi­ el primero los poderes actúan sobre los cuerpos políticos que integran la
dad de Buenos Aires. 1 956. pág. 27. Confederación. en su calidad política; y en el segundo. sobre los ciudadanos
1 7 Véase el criterio en Rousseau: Juan Jacobo Rousseau. "El contrato individuales que componen la nación. considerados como tales individuos."
social o principios del derecho político". Obras Selectas. Buenos Aires. El Ob. cit p. 1 62.
.•

28 Característica que ya observaba Tocqueville en un texto que. al


Ateneo. 2a ed 1 959. libro 11. cap. 11. " La soberanía es indivisible". pág. 864
.•

Y sigts. En la concepción rousseauniana como también en la de Hobbes y mismo tiempo que da cuenta de la distinción -que posteriormente se
Kant. la soberanía es única e indivisible. Sobre la cuestión de la soberanía en expresó en el uso actual d i ferenciado de los términos federaci6n y
la época. R. Carré de Malberg. Teoría general del Estado. México. FCE. 1 948. confederaci6n-. sigUe empleando el vocablo confederación para aludir al
cap. 11. § 2. Asimismo. Joaquín Varela Suanzes-Carpegna. La teoría del Estado estado federal surgido de la Constitución de Filadelfia: " Esta constitución.
en los orígenes del constitucionalismo hispánico (Las Cortes de Cádiz) . Madrid. que a primera vista se ve uno tentado a confundir con las constituciones
Centro de Estudios Constitucionales. 1 983. pág. 68 Y sigts. Véase una sínte­ federales q u e la han p recedido. descansa en efecto sobre una teoría
sis de las diversas variantes del iusnaturalismo en Norberto Bobbio Estudias enteramente nueva. que se debe señalar como un gran descubrimiento de
9
de historia de la filosofía, De Hobbes a Gramsci. Madrid. Debate. 1 85. esp. la ciencia política de ' nuestros días. En todas las confederaciones que
caps. I y 1 1 . precedieron a la confederación Norteamericana de 1 789. los pueblos que
18 Julio César Chaves. Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el se aliaban con un fin común consentían en obedecer a los mandatos de un
Paraguay. 1 8 1 0- 1 8 1 3 . Buenos Aires. Ediciones Niza. 1 959. 2a edición. pág. gobierno federal; pero conservaban el derecho de ordenar y vigilar entre
1 20; "Oficio de la J unta Provisional del Paraguay. en que da parte a la de la ellos la ejecución de las leyes de la Unión. Los Estados de Norteamérica que
capital de su instalación. y unión con los vínculos más estrechos. e indisolu­ se unieron en 1 789. no solamente consintieron que el gobierno federal les
bles. que exige el interés general en defensa de la causa común de la liber­ dictara leyes. sino también q ue él mismo hiciera ejecutarlas." Alexis de
t.ad civil de la América. que tan dignamente sostiene". Gazeta de Buenos Tocqueville. La democracia ... •p. 1 5 l .
2 9 John Calhoum. "A Discourse on the Constitution and Government
Ayres. jueves 5 de setiembre de 1 8 1 l . tomo 11. pág. 7 1 7.
1 9 Cit. en Jesús Reyes Heroles. El liberalismo mexicano. l. Los orígenes. of the United States" ( 1 849). en Ross M. Lance. ed Union and Liberty. The
.•

México. FCE. 1 982. pág. 382. Political Philosophy ofJohn C. Calhoum (Liberty Fund. 1 992).
20 ídem. pág. 4 1 7. 30 Vernon Bogdaner [ed.]. The Blackwell Encyc/opedia of Political

2 1 Véase la postura de cada Estado en 1 823 en ídem. pág. 380. Institutions. p. 1 29.
3 1 A. de Tocqueville. La democracia . . . ob. cit .. p. 1 53 .
22 Constitución del Estado Libre Federado de Zacatecas. título l. ca­ .

pítulo l. artículo l . 3 2 Un dato significativo para percibir l a persistencia en l a Argentina de

23 Véase el clásico trabajo de Nettie Lee Benson. La diputaci6n provin­ la confusión de lenguaje es que todavía Lucio V. López. en su curso de derecho
cial y el federalismo mexicano. México. El Colegio de México. 1 955. constitucional. no perciba esa diferencia entre confederación y estado federal.
21 Cit. en Charles Hale. El liberalismo mexicano en la época de Mora. tanto al tratar el caso norteamericano como el argentino. Lucio V. López.
1 82 1 - 1 853. México. Siglo Veintiuno. 1 972. pág. 86. En diciembre de 1 823. Curso de Derecho constitucional. Extracto de las conferencias dadas en la
cuando se aprobó hacer de México una república federal representativa. al Universidad de Buenos Aires (Buenos Aires. 1 89 1 . tres vols.). vol. l. págs. 96.
votarse el artículo 6 que convertía a las provincias en libres soberanas e Y 27 1 Y ss. Todavía más notable es que. en el segundo de esos lugares. trate

i ndependie�tes. Mier votó que sí a lo de libres e independientes y no a lo de el caso argentino como confederal.
33 Resumiendo su análisis. el autor que transcribe ese texto. añade:
soberanos. Id pág. 202.
.•

25 Véase un desarrollo de estos problemas en nuestro trabajo "El fe­ " La idea consiste. por lo tanto. en que en la confederación los Estados se
.. vinculan de modo permanente en una organización paritaria. por medio de
deralismo argentino ... . en M. Carmagnani (comp.). Federalismos ...• ob. cit.
2 6 Montesquieu. Del espíritu de las leyes. Utilizamos la edición españo­ lazos internacionales. que da lugar a una institución internacional que obra
la de Madrid. Tecnos. 1 985. Sobre la "república federativa" (confederación). en nombre de los Estados miembros en determinadas relaciones. tratados.
véase segunda parte. libro IX. "De las leyes en su relación con la fuerza declaración de guerra. y a veces con fines económicos. administrativos o
defensiva". caps. I a 111. políticos. con diverso grado de cristalización y eficacia práctica. Las notas de
27 Hamilton. Madison. Jay. E l Federalista. pág. 1 6 1 . Añade Madison. permanencia. organización y diversidad de fines de la confederación la
luego de un análisis de los rasgos ya federales. ya nacionales. del sistema distinguen de otras ligas internacionales (alianzas. por ejemplo)." Ottolenghi.
propuesto: " La diferencia entre un gobierno federal y otro nacional. en lo Lezioni di Diritto Internazionale Pubblico. año académico 1 946-47. (Turin. G.

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- 193 -
J o s !! C A R L O S C H I A It A M O N 'l' E NACIÓN y ESTADO UN IllUItOAM(¡IU A

Giappichelli. editore). p. 1 46. cit. por Pablo Lucas Verdú. "Confederación". ed., S!o Paulo, Perspectiva, 1 986, pág. 1 60. Véase una visión opuesta,
en Carlos E. Mascareñas. d i r Nueva Enciclopedia jurfdica (Barcelona.
.• tributaria del tradicional esquema del principio de nacionalidad, en José
Francisco Seix. 1 952). tomo IV, p. 9 1 1 . Este artículo provee un útil resumen Honório Rodrigues, Independencia: revolu�áo e contra-revolu�áo. A evolu�áo
del tema. pág. 9 1 0 Y ss. U na síntesis. con una extensa bibliografía. se política, Río de Janeiro, Francisco Alves, 1 976, capítulo " Evolu�ao política
encuentra también en Alberto Antonio Spota. Confederación y estado federal. provincial", pág. 30 I Y sigts. El autor cita a historiadores que sostenían el
Conceptos y esenciales disimilitudes (Buenos Aires. Cooperadora de Derecho predominio de la "diversidad" sobre la "unidad", como Capistrano de Abreu
y Ciencias Sociales. 1 976). y Oliveira Viana, pero, a diferencia de ellos, sostiene la primacía de raíces
Ji En la Confederación Argentina surgida del Pacto Federal de 1 83 I • más profundas derivadas de la comunidad de lengua, religión, mestizaciones
se delegaba la representación exterior en el gobierno de la provincia de variadas, semejanza de instituciones políticas e intereses económicos comu­
Buenos Aires. pero no se la enajenaba. Las provincias podían. como lo nes. "Somente a minoria dirigente -añade- de urnas poucas províncias
hicieron ocasionalmente. anular esa delegación en ejercicio de su soberanía. nao teve a sensibilidade histórico-política de sentir que o Brasil era singular,
35 Montesquieu. Del EsPíritu ...ob. cit p. 9 1 0
• .• único, individual, diferente de Portugal". íd., pág. 30 l o
36 El Federalista. p. 35. �� Sérgio Buarque de Holanda, História Geral da Civilizacsáo Brasileira,
37 El criterio de Bol ívar está ya exp uesto e n el " Manifiesto de tomo 11, O Brasil Monárquico. 1 ° Volume. O Processo de Emancipacsáo, San
Cartagena". de diciembre de 1 8 1 2: Simón Bolívar. Doctrina del Libertador. Pablo. Difusao Européia do Livro, 1 962, pág. 9.
Caracas. Biblioteca Ayacucho. segunda edición. 1 979. págs. 8 y sigts. �5 "En 1 822, en Brasil no existía unidad económica y tampoco ningún
Asimism o. véase lo que escribe en la "Carta de Jamaica". de setiembre de sentimiento profundo de identidad nacional. La unidad mantenida durante la
,
1 8 1 5 -Id pág. 67-. Y en el " Discurso de Angostura". de febrero de 1 8 1 9
.• transición de colonia portuguesa a imperio independiente fue política -y
-íd págs. 1 09 y 1 1 3 .
. • precaria-." Leslie Bethell y José Murilo de Carvalho, " Brasi l ( 1 822- 1 850)",
38 Véase Carraciolo Parra Pérez. Historia de la primera República de Leslie Bethell (ed.), Historia de América Latina, vol. 5. La Independencia, Bar­
Venezuela. dos vols Caracas. 1 959. tomo " 2a parte. Cap 1 1 , " La revolución
.• celona, Crítica, 1 985, pág. 3 2 3 . Véase también al respecto J . Murilo de
en las provincias" . Carvalho, ob. cit., pág. 54.
39 " La nación barcelonesa, d e quien solamente emanan todos los Po­
..
� 6 L. Bethell y J. Murilo de Carvalho, " Federalismo y centralización ... ,
deres Soberanos no los ejerce sino por delegación. " Constitución de la Pro­ arto cit. en M. Carmagnani (comp.), Federalismos . . , ob. cit., pág. 325.
.

vincia de Barcelona ( 1 8 1 2), tít. cuarto, arto 3, en Las constituciones provin­ 1 7 S. Buarque de Holanda, História Geral ...•ob. cit lug. cit.; Octávio
.•

ciales. Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1 959, Tarquínio de Sousa, Diogo Antonio Feijó, Sao Paulo, Itatiaia, 1 988, pág. 6 1 .
pág. 1 64. Este trabajo es también una muestra de cómo la proyección anacrónica del
�o Por ejemplo, Barcelona: Véase C. Parra Pérez, ob. cit., pág. 4 1 0. principio de nacionalidad sobre una época anterior a su vigencia oscurece la
�I No es de sorprender que mucho más tarde, un conflicto similar se comprensión de los móviles de los líderes independentistas iberoamerica­
registrara en la Argentina, cuando el Estado de Buenos Aires se escindió en nos: ''A indica�ao de Feijó tinha o terrível inconveniente de nao resguardar a
1 852 de la recién creada Confederación Argentina. Ésta, pese a su nombre unidade do Brasil: o Congresso r'econheceria a independencia de cada urna
-como ocurre con el de la Confederación Helvética de 1 848-, era en das províncias, q ue decidiriam soberanamente acerca de seu s destinos,
realidad un Estado federal, ante el cual Buenos Aires reaccionó imponiendo aprovando ou nao a Constitui�ao, continuando ou nao a fazer urna só na�ao
reformas; en 1 860, que apuntaban a lo confederal, sin llegar a ello. Véase com Portugal -e aqui o ponto trágico- continuando ou nao na comUnhao
Jorge R. Vanossi, " La influencia de la Constitución de los Estados Unidos de brasileira. Ficava inteiramente ao arbítrio das províncias constituírem-se em
Norteamérica en la Constitución de la República Argentina", Revista jurídica países Independentes ou se manterem unidas. [ ... ] Urna na�ao nao era a
de San Isidro, Diciembre 1 976, pág. 1 1 0; Ricardo Zorraquín Becú, "La for­ comunidade de origens, de tradi�óes, de língua, de religiao, de forma�ao
mación constitucional del federalismo", Revista de la Facultad de Derecha social, de cultura: era apenas a fórmula política, o famigerado 'pacto 50-
y Ciencias Sociales, año VIII, N° 3 3 , Buenos Aires, mayo-j unio de 1 95 3 , cial'!" id., lug. cit.
pág. 478. �8 Richard Graham, " Formando un gobierno central: las elecciones y

�2 José Murilo de Carvalho, " Federalismo y centralización en el lmpe­ el orden monárquico en el Brasil del siglo XIX", en Antonio Annino (comp.),
r i o B ras il e ñ o : h i storia y arg u m e nto" , en M. Carmag n a n i (co m p . ) , Historia de los elecciones y de la formación del espacio político nacional en
Federalismos. . . , ob. cit., pág. 57. Iberoamérlca. siglo XIX, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1 995,
�3 Un resumen de esta tesis, en Odila Silva Dias, ''A Interioriza�ao da pág. 348.
..
Metrópole ( 1 808- 1 83 3)" , en Carlos Guilherme Mota, 1 822. Dimenstes, 2a �9 J. Murllo d Carvalho, " Federalismo y centralización ... , arto cit., en

- 1 94 - - 195 -
NACiÓN y E�TADO EN IBEROAM l':: R ICA
J o s !':: C A R I . O S C I I I A R A M O N T It

ya , vol. XXVIII ,
M. Carmagnani, Federalismos . . . ob. cit .. pág. 6 1 ; íd., Teatro de sombras: A
. ordenamientos institucionales del Paraguay" , Historia Paragua
Política Imperial, Río de Janeiro, IUPERJ , 1 988, págs. 1 2 y sigts. Véase tam­ Asunció n, 1 99 1 , pág. 1 0 1 .
bién Roderick J. Barman, Brazi/. The Forging of a Nation, Stanford University 65 " La ciencia que hace conoce r
los derech os y debere s de los hom-
del siglo XVI 11-
Press, 1 988, esp. cap. 6, ''The liberal experiment", y L. Bethell y J. Murilo de bres y de los Estados -decía un publicista británico de fines
nos y de gentes. James
se ha llamado en los tiempo s moder derecho natural "

Carvalho, ob. cit., págs. 3 3 3 y sigts.; Boris Fausto, História do Brasil. 4a. ed .,
Study of the Law of Nature and Nation s,
San Pablo, 1 996, pág. 1 64 Y sigts. Mackintosh, A Discour se on the
1 838, pág. 7. Véase más adelan te, en el cap. 11 de este libro, las
50 R. Graham, '�Formando un gobierno ... ", art.cit. , en A. Annino, His- Edinbu rgh,
el particu lar. Asi mismo , en
toria de las elecciones. . . ob. cit. , pág. 353.
. referen cias de Mackintosh y otros autores sobre
sobre la historia del iusnatu ralismo .
5 1 " Federalismo . . . ", ob. cit., pág. 6 1 . S. Buarque de Holanda, História el cap. 1 1 1 , una mayor información
66 A. Sáenz, Instituciones . . . , ob. cit. , pág. 6
1 ; A. Bello, Derecho Interna-
Geral. . . , ob. cit., págs. 25 y 26.
52 S. Buarque de Holanda, História Geral . . , ob. cit., pág. 24.
. cional. . . , oll. cit., pág. 35.
6 7 Vattel, Le Droit des Gens . . . , ob. ci t . , T. 1 , pág.
1 00; A. Sáenz, Institu-
5J "Luego de experimentar con una virtual república federal durante
. . , ob. cit., pág. 3 1 .
ciones . . , ob. cit. , pág. 78; A. Bello, Derech o Interna cional .
la minoría del rey (hasta 1 840) las elites provinciales y municipales llegaron .

8
6 A. Bello, Derech o Interna cional. . . , ob. cit., pág. 35.
a aceptar la idea de que un orden centralizado era necesario para asignarse
6 9 Jean Bodin, Los seis libros de la Repúbl
ica, Madrid , Tecnos , 1 985,
legitimidad propia." R. Graham, " Formando un gobierno ... ", arto cit. en A.
Annino, Historia de las elecciones. .. , ob. cit., pág. 349. págs. 1 6 y 1 7.
70 A. Bello, Derecho Internacional . . , ob. cit.
, pág. 35.
5-1 Oficio de la J unta Gubernativa del Paraguay a la de Buenos Aires
.

71 Véase una clara percep ción de esto en un discurs o del canónigo


comunicando las resoluciones tomadas en el congreso del 20 de julio de
de 1 824- 1 827,
1 8 1 1 , en Benjamín Vargas Peña, Paraguay-Argentina. Correspondencia diplo­ Juan Ignacio Gorriti, en el seno del Congreso Constituyente
Estados . .. , ob. cit.,
mática ( 1 8 1 0- 1 840), Buenos Aires, Ayacucho, 1 945, págs. 3 7, 38 Y 39. que comentamos en nuestro libro Ciudades. provinc ias,
pág. 2 1 8. Fragmento del discurs o en pág. 5 1 9.
5 5 Bando de la Junta Gubernativa del Paraguay ( 1 4-IX- 1 8 1 1 ), págs. 5 1 -
72 Esta postur a puede verificarse en los
trabajos de Ricaurte Soler,
54 Y Tratado de �mistad, unión y límites entre el Paraguay y Buenos Aires
nas, México , Siglo
( 1 2-X- 1 8 1 1 ), en Id., págs. S I a 54 y pág. 65. ' . especia lmente en Idea y cuestión nacional latinoamerica
5 6 Julio César Chaves, Historia de las relaciones entre Buenos Aires y el Veintiu no, 1 980.
7J La figura de agente diplomático fue definid
a por el Congreso de Viena
Paraguay, 1 8 1 0- 1 8 1 3. Buenos Aires, Ediciones Niza, 1 959, págs. 1 43- 1 45.
. y cobró difusió n a partir de entonc es. Sobre las diversas formas de repre­
( 1 a edición, 1 938) .
soberanía y re­
57 � fraim Cardozo, El plan federal del Dr. Francia, Buenos Aires, 1 94 1 . sentación del período, véase nuestro trabajo: "Ciudadanía,
no, 1 8 1 0- 1 852" ; en Hilda Sábato
58 Id., pág. 23. presentación en la génesis del Estado argenti
ón de las nacione s: perspec tivas históri­
59 Cit. en Efraim Cardozo, El plan federal. . . , ob. cit., pág 1 4. (coord .), Ciudadanía política y formaci
0 México , El Colegio de México -Fide icomiso Histori a
6 Véanse las notas características del pensamiento iusnaturalista en cas de Améric a latina,
los documentos citados por Cardozo en íd. , págs. 1 4 y I S. Y nótese también de las Américas-, Fondo de Cultura Económ ica, 1 999.
que la referencia contractualista recogida por este autor es al "pacto de H Véase al respecto el cap. 2
de la tercera parte de nuestro libro
sociedad", no al de sujeción. Ciudades, provincias, Estados. . . , ob. cit.
75 Cit. en J. Reyes Herole s, ob. cit. , págs.
358 y 406.
6 1 "Oficio de la Junta Provisional del Paraguay, en que da parte a la de
76 Resolu ciones 6a y 7a del " [Acuerdo celebra
do entre los gobernado­
la capital de su instalación, y unión con los vínculos más estrechos, e indiso­
res de las provincias o sus representantes , en San Nicolás de los Arroyos .. .]",
lubles, que exige el interés general en defensa de la causa común de la liber­
, en E. Ravigna ni , [comp. ] , Asambl eas . .. , ob. cit., T.
tad civil de la América, que tan dignamente sostiene" , Gazeta de Buenos " [3 1 de mayo de 1 852]"
Ayres, jueves 5 de setiembre de 1 8 1 1 , vol. 1, págs. 7 1 7-7 1 8. VI, 2a parte, pág. 460.
77 Sin embargo, la tradició n autono mista
de las provincias no desapa-
62 Francia al Delegado de Pilar, 22 de noviembre y I S de diciembre de
recería fácilme nte. Véase al respec to Natalio Botana , " El federalismo libe­
1 8 1 S, en Julio César Chaves, El supremo dictador, Buenos Aires, Niza, 1 958,
1 930", en M. Carma gnani (comp. ), Federalismos. . . ,
pág. 1 75. ral en Argent ina, 1 852-
6J J. C. Chaves, ob. cit.; John Hoyt Williams, The Rise and Fall of the ob. cit.
78 Mario Góngo ra, Ensayo histórico sobre la
noción de Estado en Chile
Paraguayan Republic. 1 800- 1 870, Austin, Texas, Institute of Latin American
en los siglos XIX Y XX, Sgo. de Chile, Ed. Univers itaria, 1 986, págs. 25 y 37.
Studies, The University of Texas at Austin, 1 979.
que la nación es produc to de una deliberada acción
6-1 Rafael E ladio Ve lázquez, " Marco h istórico de los sucesivos El criterio de conside rar

- 196 -
- 197 -
J o s � C A R L O S C I I I A R A M O N 'f l!
I1I
NACiÓN y ESTADO EN IBEROAM�RICA

del Estado ha logrado cierta difusión quizá por parecer una alternativa al punto de vista distinto, que sostiene el origen étnico de las naciones, en
caso inverso, considerado como el natural, del origen del Estado a partir de Anthony D. Smith, La identidad nacional . , ob. cit., y The Ethnic Origins . . ,
.. .

la nación. Por ejemplo: " ... Ia nación como expresión consciente de las castas ob. cit. Asimismo, Adrian Hastings, The Construction 0(. .. , ob. cit., obra en la
coloniales no creó el Estado, sino que es éste el que surge como fundador que se expone una fuerte crítica a la posturas de los que el autor llama "los
de la nación." Hermes Tovar Pinzón, " Problemas de la transición del Estado modernistas" (Gellner y Hobsbawm, entre ellos). En cambio, respecto de la
colonial al Estado nacional ( 1 8 1 0- 1 85 0) " , en J. P. Deler/Y. Saint-Geours, ausencia de homogeneidad étnica en el origen de las naciones europeas,
(comps.), Estados y naciones en los Andes, Hacia una historia comparativa: véase un resumen en Charles Tilly, "States and Nationalism .. .,", ob. cit.
Bolivia - Colombia - Ecuador - Perú, dos vols., Lima, I E PIIFEA, 1 986, vol. 1 1 , 6 La tesis de la existencia de una nación "identitaria" en el Río de la
págs. 3 7 1 /3 72. Plata independiente ha sido sostenida por Pilar González Bernaldo, " La 'iden­
79 Véase E. Hobsbawm, Nations and Nationalism . , ob. cit., pág. 1 9.
..
tidad nacional' en el Río de la Plata postcolonial. Continuidades y rupturas
Asimismo, Charles Tilly, "States and nationalism in Europe since 1 600", po­ con el antiguo régimen", Anuario IEHS, N° 1 2, Tandil, UNCPBA, 1 997.
nencia en la reunión anual de la Social Science History Association, New 7 Véase nuestro trabajo " Formas de identidad ... ", arto cit., en Boletín
Orleans, I 99 1 . del Instituto . , ob. cit.
..

a Véase nuestro libro Ciudades, provincias, Estados ob. cit.


...•

9 Véase capítulo 1 1 .
IV. FUNDAMENTOS I USNATURA LlSTAS DE LOS
MOVI MIENTOS DE 1 0 José María Álvarez. Instituciones de Derecho Real de Castilla y de
I NDEP EN DENC IA
Indias, dos tomos. México, UNAM, 1 982. tomo 1, pág. 82 del tomo I de la
reproducción facsimilar. La primera edición. en cuatro tomos, apareció en
Este texto, corregido, es el de una ponen cia presen
tada en el Con­ Guatemala entre 1 8 1 8 (tomo 1), 1 8 1 9 (tomos 11 y 1 1 1) Y 1 820 (tomo IV).

greso Intern aciona l " Los Procesos de Indepe ndenc


ia en la América Españ o­ 1 1 Emilio Ravignani [comp.], Asambleas ...•ob. cit tomo 1 1 1 . pág. 6 1 9-
.•
la", Instituto Nacional de Antropología e Histor ia-El
Coleg io de Micho acán; 620. (Sesión del Congreso Nacional Constituyente, del 1 5 de setiembre de
Morel ia, Mich. , Méxic o, 1 999. Debo agradecer las
observaciones de los in­ 1 826. Durante las sesiones del I 5 al 25 de septiembre de 1 826 se discutie­
vestigadores del Instituto Ravignani, Roberto Di Stefan
o, Noem í Goldm an, ron los artículos 4 . 5 Y 6 de la Sección Segunda del Proyecto de Constitución
Darío Roldá n, Nora Souto y Marcela Ternavasio. Asimis
mo, las útiles suge­ de la Rep ú b lica Argentina. e laborado por la Comisión de Asu n tos
rencias de Anton io Annin o en los comie nzos de nuestr
a investigació n. Constitucionales. El artículo 4 establecía lo siguiente: "Son ciudadanos de la
1 E. Renán, ¿Qué es una naci6n
?, ob. cit., pág. 4 1 . Nación Argentina: l . todos los hombres libres, nacidos en su territorio; 2.
2 P. S. Manci ni, Sobre
la nacionalidad, ob. cit., pág. 25. los extranjeros, que han combatido en los ejércitos de la República; 3. los
3 "El nacion alismo engen dra
las nacion es, no a la inversa. " Aprovecha Españoles establecidos en el país desde antes del año 1 6, en que se declaró
las culturas existentes, pero también " . . . es posibl
e que se haga revivir len­ solemnemente su independencia. que se inscriban en el registro cívico; 4.
guas muertas, que se inventen tradic iones, y q ue
se restauren esencias ori­ todo extranjero arraigado y casado en el país. o con ocho años de residen­
ginale s .comp letamente ficticias." E. Gellne r, Nacion
es y nacionalismo, ob. cia, sin arraigarse, ni casarse, que obtenga carta de ciudadanía", ob. cit
cit., pág. 80. Gellne r juzga estas carac teríst icas
.•

como un aspec to del págs. 50 1 Y 502.)


nacio nalism o "cultu ralme n te creati vo e i m agi
nativo , positi vame nte 1 2 íd págs. 62 1 Y 625.
.•
inventivo ... " No se entien de así la crítica de Ander
son a Gellne r porqu e este
.
� � �� � : �, �
Itim ha í aS milad "i vención" a "fabricación"
y "falsed ad", más que a
1 3 P. S. Mancini. ob. cit., págs. 27 y 5.
11
íd., pág. 4 .
ImaglnaClon , y ,creaclon . B. Anderson, Comunidades imaginadas. , ob. cit., . . 1 5 íd pág. 42. Define al derecho internacional como una rama de la
.•
pág. 24. Sobre el concepto de "inven ción", véase
, asimis mo, el ya citado ciencia jurídica que se ocupa de "la coexistencia de las nacionalidades según
trabajo de Eric Hobsb awm, " Introd uction : I nvent
ing Tradit ions", en E. la ley del derecho" (pág. 25).
Hob bawm y T. Ranger [eds.], The Invention of Traditi
� on, ob. cit., esp. págs. 1 6 Cayetano Filangieri, Ciencia de la Legislaci6n. 1 0 tomos. Madrid,
6 y slgts.
Imprenta de Ibarra, 1 8 1 3 , tomo IX, parte 1 1 , pág. 26 1 . Del texto de Filangieri
� Wern er Sollor s, "Intro ductio
n: The Invention of Ethnic ity", en W. se desprende que el sentimiento público máximo es el "amor de la Patria",
Sollors , ed., The Invention . . . , ob. cit.
que en la medida en que podría corresponder al futuro sentimiento nacio­

5 imple aunqu e aguda observación de Eric
Hobsbawm, que suele pasar nal, lo es porque está aludido por Filangieri con palabras de la usual defini­
inadvertida pese a que sus consecuencias para la

labor de los historiadores ción de época de nación: " La utilidad inestimable de pertenecer a una pa­
son de prime ra importancia. E. Hobsbawm, ob.
cit. , pág. 1 25. Véase un tria, de depender de un gobierno y de estar arreglado por las leyes". Pero

- 198 - - 199 -
J o s l1 C A RL O S C l I l A R A M O N T fl NACIÓN y ESTADO EN IBEROAM �RICA

s e trata d e una definición que podía convenir tanto a los súbditos d e un of jurisprudence and politics which the wisdom of the lawgiver adapts to
Estado independiente como a los habitantes de territorios sometidos a al­ the peculiar situation of his own country, and which the skill of the statesman
guna forma de dominación externa. como era el caso de las provincias que applies to the more fluctuating and infinitely varying circumstances which
integraban el reino de Nápoles y las Dos Sicilias. affect its immediate welfare and safety. " James Mackintosh, A Discourse on
17 íd págs. 268. 269 Y 272.
.• the Study of the Law of Nature and Nations. Edinburgh, 1 838. pág. 7. Sir
1 8 Fray Benito Jerónimo Feijóo y Montenegro. "Antipatía de franceses James Mackintosh ( 1 765- 1 832) había ganado reputación por su Vindicce Galicce
y españoles" . " Mapa intelectual y cotejo de naciones". "Amor de la Patria y ( 1 79 1 ), escrita en respuesta al texto de Burke contra la Revolución Fran-
pasión nacional" . Obras escogidas ob. cit.
...•
cesa.
19 Así. en una cita que hace Feijóo de un texto de otro autor se advier­ 27 " Introducción al 'De Cive''', en Norberto Bobbio, Thomas Hobbes,
te la sinonimia de provincia y nación. y la distinción. como sujetos diferen­ México. FCE. 1 992. pág. 7 1 . De esa corriente fue una excepción el casi
tes. de reyes y sus naciones: "Ningunas provincias. son palabras de este gran olvidado Altusio. Véase Otto von Gierke, Giovanni Althusius e lo svi/uppo stórico
político. entre cristianos están entre sí trabadas con mayor confederación delle teoría politiche giusnaturalistiche, Torino. Einaudi, 1 943.
que Castilla y Francia. por estar asentada con grandes sacramentos la amis­ 2 8 Sobre la sinonimia, en el uso de época, de las voces federación y
..
tad de reyes con reyes y de nación con nación." Feijóo. al comentar el pá­ confederación, véase nuestro trabajo "El federalismo argentino ... , arto cit.
rrafo. usa. refiriéndose a las disposiciones a aliarse. la expresión "de rey a en M.Carmagnani, Federalismos ob. cit.
...•

rey y de reino a reino. pero aun de particulares a particulares". B. J. Feijóo. 29 Véase la dura crítica de Feijóo: "Sé que es celebrado por su agude- -\
"Antipatía de franceses y españoles". ob. cit pág. 82.
.• za, pero también sé que es detestado por su impiedad: hombre que quiso
20 íd pág. 87.
.• quitar la deidad al Rey del Cielo, para constituir deidades los reyes de la
2 1 íd "Amor de la patria y pasión nacional". ob. cit pág. 1 4 1 .
..
.• .• tierra... . en " Responde el autor a un tertulio que deseaba saber su dicta­
22 íd págs. 1 44. 1 45 Y 1 47.
.• men en la cuestión de si en la prenda del ingenio exceden unas naciones a
2 l La expresión de Feijóo está citada en Pedro Álvarez de Miranda. otras", Feijóo, Cartas eruditas, Madrid, Espasa-Calpe, 1 944. pág. 1 82.
ob. cit pág. 2 1 6. la
Palabras e ideas...• .• El contrato social en J. J. Rousseau, Obras selectas. ob. cit., pág.
...•

2� íd pág. 2 1 9.
.•
960.
25 Esta carencia del sentido político que adquirirá la voz nación en el JI Nótese. por ejemplo. que José Miranda prácticamente no registra­
\ siglo XIX está expresada por un historiador del siglo XVII español en forma ba el papel del derecho natural y de gentes, sea en lo que escribió sobre
, que refleja la conformación peculiar del problema en esa época y que se España como sobre la Nueva España. José Miranda, Las ideas y las institucio­
puede considerar como válida para el siglo siguiente: " ... Ia nación. como nes políticas mexicanas. primera parte. 152 l - 1 820. México. Universidad
entidad natural que es. no protagoniza directamente. nos atrevemos a decir Nacional Autónoma de México. segunda edición, 1 978. Lo mismo puede
que ni aun en forma de reino. la historia universal. Es a través de la Monar­ observarse en un caso más reciente, la Historia de América latina de la Uni­
quía como las naciones desempeñan su misión histórica." José María Jover. versidad de Cambridge: Leslie Bethell, ed., Historia de América latina, Bar­
"Sobre los conceptos de monarquía y nación en el pensamiento político es­ celona, Crítica. 1 99 1 , vols. 4 -América latina colonial: población, sociedad y
pañol del XV, ,". cit. en P. Álvarez de Miranda. ob. cit pág. 2 1 5. Este autor
.• cultura- y 5 -La independencia-o En cambio. un poco frecuente casQ de
añade un ilustrativo texto de Gracián : ... . . Ia monarquía de España. donde las comprensión del uso político del iusnaturalismo en tiempos de las
provincias son muchas. las naciones diferentes. las lenguas varias. las inclina­ independencias es el de J . Reyes Heroles, El liberalismo mexicano . . . l. , ob.
..
ciones opuestas. los climas encontrados ... íd pág. 2 1 6..• cit., que abunda en testimonios al respecto.
26
"The science which teaches the rights and duties of men and of J2 Tal como fue destacado en el clásico trabajo de Robert Derathé,
states. has. in modern times, been called the Law of Nature and Nations. quien advierte que para comprender el Contrato Social no es suficiente com­
Under this comprehensive title are included the rules of morality. as they pararlo con las teorías políticas de Voltaire y Montesquieu, o analizarlo en
prescribe the conduct of private men towards each other in all the various relación con las de Locke y Hobbes: "Nous nous sommes proposé de montrer
relations of human life; as they regulate both the obedience of citizens to dans cet ouvrage q ue la doctrine politique de Rousseau est issue d'une
the laws, and the authority of the magistrate in framing laws and administering réflexion sur théories soutenues par les penseurs que se rattachent a ce
government; as they modify the intercourse of independent commonwealths qu'on a appelé I' Ecole du droit de la nature et des gens. " Robert Derathé,
in peace. and prescribe limits to their hostility on war. This important science Jean-Jacques Rousseau et la science politique de son temps, París, Librairie
comprehends only that part of private ethics which is capable of being Philosophique J. Vrin, 1 979, pág. ! . ,
reduced to fixed and general rules. It considers only those general principies JJ "On trouve en effet dans ces ouvrages une théorie de l' Etat,.,'qui,) a' tI� (;III
\\) I l) s I,'.'
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01.'" , " " \ \� �
NACIÓN y ESTADO EN I IlEROAMfl.RICA
J o s � C A R L O S C I I I A R A M O N TI!

1 1 Véase Helmut Coing. " Las facultades de derecho en el siglo de las

I
XVl l l e siecle. s ' est i mposée a l ' E u rope e ntiere et a fi n i par ruiner
luces (o de la Ilustración)". Revista de la Facultad de Derecho de la Universi­
complétement la doctrine du droit divino Cette théorie. dont les éléments
dad Complutense de Madrid. vol. Xv, N" 42. 1 97 1 .
se trouvent déja chez Grotius. a été exposée de fa�on plus systématique et
42 R. Derathé. ob. cit págs. 30 y sigts.
plus complete par Pufendorf. puis par Wolff. Les auteurs de second plan se . •

43 Vattel. Le droit de gens ... . ob. cit.


?ornent a reproduire sans changement la doctrine de ces deux penseurs."
11 R. Derathé. ob. cit .. lug. cit.
Id pág. 2 7.
.•
1 5 Antonio Camtes Gouveia. " Estratégias de Interioriza�ao da Disci­
H Enrique Wheaton. Historia de los progresos del Derecho de Gentes en
plina". en Antonio Manuel Hespanha [coord.]. O Antigo Regime (1 620- 1 687).
Europa y América. desde la Paz de Westfalia hasta nuestros días. con una intro­
vol. cuarto de josé Mattosso [dir.]. História de Portugal. págs. 3 75 y 384.
ducción sobre los progresos del Derecho de Gentes en Europa antes de la Paz de
16 Cits. en A. jara Andreu. ob. cit págs. 49 y 1 55. Asimismo. el autor
We�tfalia. 3 a ed traducida y aumentada con un apéndice por Carlos Calvo.
.•
.•

de uno de los textos recomendados para la enseñanza del derecho natural


Pans. 1 86 1 (la l a. ed. es de 1 84 1 ). tomo primero. pág. 1 26.
. ajustada a la religión católica. Almicus. declaraba que sin el derecho natural
35 íd pág. 1 34.
.•

no podrían sostenerse ni la sociedad ni los individuos " ... porque todo lo que
• 3 6 Véase este comentario de Wheaton: " Poco tiempo antes de la pu­
., contribuye a la salud. comodidad y perfección de la sociedad humana y de
bllcaClon del tratado de Vattel. apareció el Espíritu de las leyes. obra de un
todo el género humano. está prescrito por el Derecho natural: y todo lo
alcance tan diferente de las de los publicistas formados en la escuela de
que. por el contrario. tiende a su corrupción y destrucción está prohibido
Grocio y de Pufendorf. que ha dado. según la opinión de algunos. el golpe
por el mismo Derecho". Cit. en íd pág. 1 53.
.•
de muerte al estudio de la ciencia de la jurisprudencia natural.. . " E. Wheaton.
1 7 Real decreto del 19 de Enero de 1 770 por el cual Carlos 111 resta­
ob. cit tomo primero. pág. 234. Sin embargo. Mackintosh. al pasar revista

\
.•

blecía los Reales Estudios del Colegio Imperial de la Corte. anteriormente a


al pensamiento político del siglo XVII I . y luego de exponer algunas críticas a
cargo de los jesuitas. Novísima Recopilación. tít 11. ley 1 1 1 .
.•
Montesquieu. escribe que. pese a todo. Del espíritu de las leyes perdurará
4 6 Véase l a primera interpretación e n R . Herr. España y l a revolución . . . .
"no sólo como uno de los más sólidos y duraderos monumentos al poder de
o b . cit pág. 1 49. Y s u crítica por A . Jara Andreu. ob. cit págs. 240 y sigts.
la mente humana. sino también como una notable evidencia de las inesti­
.• .•

Para jara Andreu. la iniciativa de Carlos 1 1 1 habría tenido un objetivo más


mables ventajas que la filosofía política puede recibir de una amplia revisión
combativo: " Por paradójico que parezca habría que concluir que tanto el
de las variadas condiciones de la sociedad humana". j. Mackintosh. ob. cit .•

establecimiento de las cátedras de Derecho natural y Derecho público. en


pág. 28.
el reinado de Carlos 111. como su supresión en el de Carlos IV, obedecen al
37 Un ejemplo de lo que apuntamos en la historiografía argentina es
nuestra concentración del interés en el vínculo del pensamiento de Mariano
i mismo propósito y se sustancian en el seno de un mismo proceso ideológi-
Moreno con el de Rousseau. descuidando el fuerte marco iusnaturalista de
1 co. cuyo fin es i mpedir la difusión de un iusnatural ismo racionalista.
I secularizado y. potencialmente. revolucionario." A. jara Andreu. ob. cit .•
sus escritos en el que se inserta el mismo. sin perjuicio incluso de apartarse
( pág. 89.

\ de Rousseau en cuestiones como la del contractualismo al emplear la figura


del pacto de sujeción. Véanse sus artículos en la Gazeta de Buenos Ayres. de
noviembre de 1 8 1 0.
36 Gaetano Mosca, Storia del/e dottrine politiche. cit. en Norberto
pág. 1 8.
19 Novísima recopilación. . . ob. cit 23 de mayo de 1 76 7. VIII. IV, 111.
. .•

50 j. Marín y Mendoza. Historia del Derecho .. . ob. cit pág. 24.


51 R. Herr. España y la revolución
.

ob. cit pág. 1 47. La obra de


. . . • .•
.•

Bobbio y Michelangelo Bovero. Origen y fundamentos del poder político. Méxi­


Heineccio. que gozaba de amplio prestigio. era considerada como texto
co. Grijalbo. 2a ed 1 966. Primera Parte. Norberto Bobbio. "El Poder y el
.•

básico para una cátedra de derecho natural y de gentes por Mayáns. en


Derecho". pág. 20.
1 767. en su propuesta de un plan de estudios para la reforma de la universi­
39 Como se ha observado acertadamente. se ha hecho un canon que
dad. Pese a la inclinación por Heineccio. Mayáns aconsejaba una previa
va de Hobbes a Locke. Rousseau y Mili. que ha dominado tradicionalmente
expurgación del texto. A. Jara Andreu. ob. cit .. pág. 43.
los estudios académicos. Esto descuida las figuras menores. que pueden haber
5 2 Fray Servando Teresa de Mier. Historia de la revolución de Nueva
estado mucho más en la mente de una gran figura que un distante "grande".
España. antiguamente Anáhuac. o verdadero origen y causas de el/a con la rela­
Asimismo: " Besides missing 'minor figures'. anglophone theorists al so miss
ción de sus progresos hasta el presente año de 1813. edición facsimilar. Méxi­
'great' figures from other languages. such as Pufendorf. who has been the
co. Instituto Mexicano de Seguridad Social. 1 980. págs. 45-46. Respecto de
subject of a revival only recently." john Christian Laursen. "Intellectual History
la postura de Pufendorf. véase su De la obligación ob. cit .. pág. 225 Y
...•
in Political Theory". en Intel/ectual News. ISIH. NE l . otoño 1 996. pág. 1 9.
10 R. Derathé. ob. cit .. pág. 30.
sigts . 230 y sigts.
.

- 202 -
- 203 -
NACIÓ N y ESTADO EN lUEllOAM tRI A
J o s t C A R L O S C I i I A R A M O N T Il

Derecho. N° 1 8, Buen os Aires,


53 A. Jara Andreu, ob. cit., pág. 76. Instituto de Investigaci ones de Historia del
5 1 G. M. de Jovel/anos, Carta al Dr. Prado sobre el método de estudiar el 1 990, pág. 2 1 6.
66 Otros testim onios de invocación del
derec ho natural se registran
Derecho, cit. en A. Jara Andreu, ob. cit .. pág. 8 1 . Asimismo: ..... La ética. ora
íd., págs. 220 y 222. No está de
se considere simplemente como la ciencia de las costumbres, ora como la en 1 73 3 , 1 768, 1 778, y en otras ocasiones.
mism o tipo de alega to del Ayuntamiento de
que determina las obligaciones naturales y civiles del hombre, envuelve ne­ más recordar que se trata del
hos de los nativos a los em­
cesariamente en sí la noción del Derecho natural, de donde se derivan sus México cuand o. en I 77 1 . aboga por los derec
ales con exclu sión de los extra­
principio � ; del de gentes. que tiene el mismo origen, o más propiamente es pleos públic os: " .. .la provisión de los natur
de todos los Reino s, adoptada por
uno con el, y del Derecho social derivado de entrambos." Gaspar Melchor ños es una máxima apoyada por las Leyes
princ ipios. que forman la razón na­
� e Jovel/anos. " Memoria sobre educación pública o sea tratado teórico-prác­ todas las nacio nes, dictada por senci l/os
de los homb res. Es un derec ho
tIco de enseñanza . . . ", en Jovel/anos, Obras escogidas, t. 1 / , Madrid, Espasa­ tural. e impresa en los corazones y votos
rio, es sin duda comú n de todas
Calpe, 1 935, pág. 1 07. que sino podemos gradu ar de natur al prima
vanci a." [subr. nuestro] Esto. sin
55 íd. , pág. 1 3 2. las Gentes, y por eso de sacratísima obser
al dere cho posit ivo invocando las leyes 4a y 5a
5 6 A. Jara Andreu, ob. cit., págs. 8 1 y 84. G. M. de Jovel/anos ob. cit. perju icio de apela r tamb ién
" Representación que hizo la ciu­
tít. 3, lib. I de la Recop ilación de Casti lla.
, • ,

pág. 1 1 0.
sobre que los criol/ os debe n ser
57 José Cadalso, Los eruditos a la violeta o curso completo de todas las dad de México al rey D. Carlos 111 en 1 77 1
n de empl eos y beneficios de es­
ciencias dividido en siete lecciones para los siete días de la semana. publícase preferidos a los europeos en la distri bució
y Dáva los, ción de Documentos para la
tos reinos", en J. E. Hern ández
. de los que pretenden saber mucho. estudiando poco, en José Ca­ Colec
México de 1 808 a 1 82 / . Méxic o,
en obseqUio
� also, Obras escogidas, Barcelona, Biblioteca Clásica Española, 1 885. Véase Historia de la Guerra de Independencia de
Jueves, Cuarta lección. Derecho natural y de gentes", págs. 2 1 5 a 2 1 8. 1 877, tomo 1, pág. 429.
6 7 Víctor Tau Anzoátegu i, Casuismo y sistem
a. Indagación histórica so­
Asimismo, págs. 292 y 308. to de Investigaci ones
os Aires . Institu
58 :- �
Pérez Bayer, Por a libertad de la literatura española ... [ 1 785], cit. bre el espíritu del Derecho Indian o. Buen
a García Gal/o , que ha puesto
por Manano Peset-Jose, LUIS Peset, La universidad española (siglos XVIII y de Histo ria del Dere cho, 1 992. El autor cita
en los comienzos de la colon iza­
XIX) , Madrid. Taurus. 1 974. pág. 1 78. de relieve la presencia de derecho natural
a fines del siglo XVI II, Rodríguez de
59 Carlos IV, Real Orden del 3 1 de julio de 1 794, en Novísima recopila­ ción americana. íd., pág. 1 86. En Lima.
fundamento de toda legisla­

I
derec ho natur al es el
ción, tít. IV, ley V. Mendoza sostenía que "el
va se debe n calcular por la
60 Carlos IV, Real Orden del 25 de octubre de 1 794, en Novísima reco­ ción. La sabid uría y la justicia de las leyes positi �
rmidad que tiene n con él". Id., pág. 303 .
pilación. tito IV, ley VI. \ mayor o meno r confo
68 " Entre tanto se sancio na el plan gener al de estud ios, se concede la
6 1 R. Krebs Wilcrens. El pensamiento histórico. político y económico del
natural. civil y canó nico a todos
Conde de Campomanes. Chile, 1 960, cit. en A. Jara Andreu ' ob . cit . . pa'g . facultad de establecer cátedras de derec ho
, bajo las reglas que se diero n al
245. los colegios de la nación. que no las tenga
tes." En "Colección de órdenes y
62 R. Herr, ob. cit págs. 3 I O y 3 I I . seminario de Vallad olid, y demás leyes vigen
nativa y Soberanos Congresos
.•

decretos de la Soberana Junta Provis ional guber


63 Antonio Sáenz. Instituciones . ob. cit. , pág. 66. Sáenz reproduce el
que comprende los del primer cons­
• . ..

pasaje en que Pufendorf señala que para que se forme un Estado "se nece­ Generales de la Nación Mexicana. Tomo 11.
ntada [. . .] México. 1 82 9 " [ ...] . cit.
sitan dos pactos y un decreto". Samuel von Pufendorf, De la obligación del tituyente. Segunda edición corregida y aume
del Refugio Gonz�lez, "Sign ificado
hombre y del ciudadano según la ley natural en dos libros, dos tomos. Córdo­ por Jorge Mario García Laguardia y María
de la obra de José María Alvarez", estudio
ba. Universidad Nacional de Córdoba, 1 980 [Primera edición, Cambridge y proyección hispanoamericana
l. pág. 47.
prelim inar a José María Álvarez. ob. cit . . T.
'

1 682], pág. 209.


6-1 " Informe de la Comisión nombrada para censurar el curso de dere­ 69 íd. , págs. 48 y 49.

cho natural dictado por el Doctor Don Antonio Sáenz... ", en Antonio Sáenz 70 J. M. Álvarez, ob. cit .. pág. 49.
V, 2 de abril de 1 8 1 7 y 3 de enero
ob. cit., pág. I l . La Comisión repitió textualmente un párrafo del artícul � 7 1 La Gazeta de Buenos Ayres, tomo

" Derecho Natural" de la Enciclopedia: véase " Derecho Natural o Derecho de 1 8 1 8.


ias rebel des], pero
de la Natur�leza", e � Denis Diderot y Jean Le Rond D'Alembert, La Enciclope­ Españ a .. . . . reclama su obed iencia [de las colon
72
var las leyes que son obligatorias a
dIa (se/ecc/On de artlculos políticos) . Madrid. Tecnos. 1 986. pág. 4 1 . ínterin dispu ta tal prete nsión , debe obser
guerr a mutu amen te. Vatte l (libro 3 s. 293)
65 José M. Mariluz Urquijo, "El derecho natural como crítica del dere­ las naciones que sostienen la
una guerra civil produ ce en una
cho vigente en el setecientos rioplatense". Revista de Historia del Derecho, establece expresamente la doctrina de que

2 04 - 2 05 -
- -
NACIÓN y ESTADO EN I IlEROAM�RICA
11
J o s � C A R L O S C H I A R A M O N T Il

nación dos partidos independientes. que por el tiempo q ue durase deben Con varios detalles de leyes, y personajes de la república romana". Revis­
ser considerados como estados diversos. sin ninguna superioridad en el te­ ta de Historia del Derecho "Ricardo Levene ", N° 3 1 . Buenos Aires. 1 995.
rritorio; y de aquí infiere. que las leyes de la guerra deben ser observadas de pág. 257.
79 Sáenz no comparte el punto de vista de muchos publicistas
que
ambas partes . ... Un principio como éste que es valedero en todas las gue­
rras civiles debe aplicarse con más que común fuerza a una disputa tal como suponen a la soberanía indivisible e inalienable . " Nosotros -comenta­
la de España y sus colonias. donde la contienda no está entre dos facciones observamos que estas cuestiones no se sostienen. sino a costa de un juego
en un reino. sino entre dos distintos miembros del que fue en otro tiempo de voces pesado y fastidioso ... " Respecto del federalismo . lo trata en un
un imperio -entre provincias hasta ahora dependientes. y provincias acos­ breve parágrafo en el que lo define de la siguiente manera: " La Federación
tumbradas a ejercer una autoridad suprema . . ". La Gazeta de Buenos Ayres.
.
es común a las Repúblicas y a las Monarquías. El estado federativo es una
tomo V. 5 de mayo de 1 8 1 9. reunión de distintos estados soberanos e independie ntes. que se ligan entre
'
.
73 " ... Luego que e l movimiento tomo una forma sólida y permanente.
,
sí con una alianza perpetua bajo de ciertos convenios. dejando libre la admi­
de manera que hacía probable el buen éxito de las provincias. se les exten­ nistración interior de cada uno." Definición a la que sigue el acostumbrado
dieron aquellos derechos. que por la ley de las naciones les cOll1petían. como análisis de los casos históricos clásicos. A. Sáenz. ob. cit págs. 69 Y 1 27.
.•

80 íd pág. 1 3 1 .
partes iguales en una guerra civil [ ...] Buenos Aires tomó aquel rango por .•

8 1 "El Memorial" [de los pueblos de la campaña de Buenos Aires] .


una formal declaración en 1 8 1 6. y lo había gozado desde 1 8 1 0. libre de
invasión de la Península ... " Mensaje del Presidente Monroe al Congreso so­ Luján. 1 0 de julio de 1 820. en Gregorio F. Rodríguez. Contribución Histórica
bre el reconocimiento de la independencia de los nuevos estados de Améri­ y Documental. tomo l . Buenos Aires. Peuser. 1 92 1 . pág. 244 Y sigts. El docu­
ca del Sur. Argos de Buenos Ayres. tomo 1 1 . 29 de mayo de 1 822. mento fue firmado por los diputados de Pergamino. Baradero. Salto. San
71 Reflexiones sobre la incorporación de la Banda Oriental a Portugal. Antonio de Areco. San Nicolás. Navarro. Pueblo de la Cruz. Luján. Pilar. San
Argos de Buenos Ayres. T. 111. 1 5 de enero de 1 823. pág 1 9. Es de notar que el Isidro y Las Conchas. faltando las firmas de los de San Pedro y Arrecifes po"r
artículo. al sostener más adelante que por su consentimiento inicial a formar hallarse en comisión.
82 íd .. pág. 66.
una nación con las demás provincias. la Banda Oriental no podía abandonar
8l Andrés Bello. Derecho Internaciona!.. l.. ob. cit.
su asociación con ellas. recurre al mismo derecho de gentes para oponerse
.•

84 íd pág. 6.
a quienes lo usan para defender el derecho autonómico de aquella provin­ .•

85 Véase el párrafo en el que Bello resume la diversidad de situaciones


cia. En todo los casos. es evidente la ausencia del principio de las nacionali­
dades. compatibles con la calidad de independenc ia soberana. texto que ayuda a
75 Artículo de El verdadero amigo del país citado por El Argos de Buenos comprender cómo la dicotomía colonia-nación independiente es insuficiente
Aires. tomo 1 1 1 . 3 de mayo de 1 823. pág. 1 49. para dar cuenta de la variedad de "soberanías" desatadas por las indepen­
76 " una nación o un estado cualquiera no pudiendo celebrar un tra­ dencias. A. Bello. ob. cit pág. 35. En cuanto al texto similar de Vattel. ob.
.•

cit tomo l. lib. l. cap. l. § 4. Quels sont les États souverains. pág. 1 23 Y
•••

tado. sea el que fuese contrario al que lo liga anteriormente. no puede po­ .•

nerse bajo la protección de otro. sin reservar todas sus alianzas. y todos sus sigts. En el prólogo a la primera edición de su libro. Bello destaca a Vattel y
tratados subsistentes. porque la convención por la cual un estado se pone a Martens entre las principales autoridades a las que ha seguido en materia
bajo la protección de otro es un tratado. " Artículo sobre la incorporación de doctrina. " Prólogo de la primera edición. 1 832". en A. Bello. ob. cit.,
de la Banda Oriental al Imperio del Brasil. El Argos de Buenos Ayres, tomo 1 1 1 . págs. 4 y 5.
86 P. Pradier-Fodé ré. "Avant-Propo s". en E. Vattel. ob. cit T. l. pág.
.•
2 9 d e octubre d e 1 823. pág 356.
77 A. Sáenz. ob. cit pág. 6 1 .
.•
VI I I ; Wheaton. Historia de los progresos del Derecho de Gentes . . . ob. cit .•

78 A. Sáen � . ob. cit pág. 1 4 3 . Según Vatte l . patria " . . . signifie


. •
Tomo Primero. pág. 3 76; J . Marín y Mendoza. ob. cit., pág. 48; J . Mackintosh.
communément I' Etat dont on est membre". Y agrega que ése es el sentido ob. cit pág. 30; Antonio José de Irisarri. '1\dvertenci a" a Andrés Bello. Prin­
.•

con que lo usa en su obra. E. Vattel. ob. cit. l. pág. 330. La misma definición cipios de Derecho Internacional. tercera edición aumentada y corregida por
se encuentra en un manuscrito de 1 830. aparentemente de un alumno de el autor. París. Garnier Hnos 1 873. pág. 6 -el autor de este comentario
.•

los cursos de derecho de gentes: "Patria: Significa el Estado del cual somos no deja de advertir la desactualización de Vattel para los acontecimie ntos
miembros. En este sentido debe comprenderse en el derecho de Gentes. " del siglo XIX americano (íd pág. 7). Sobre la ubicación de Vattel en las
.•

" Recopilación d e Varios Principios d e derecho Civil. d e Gentes y Político corrientes iusnaturalistas. véase R. Derathé. ob. cit págs. 27 y sigts.
.•

87 P. Pradier-Fod éré, "Avant-Prop os". ob. cit pág. VI I I . Respecto de


.•
[ ... ] Año 1 830. Buenos Aires". en Mafalda Victoria Díaz-Melián. " Una anóni­
ma 'Recopilación de varios principios de derecho civil. de gentes y político'. Wolff. véase Christian Wolff, Institutions du Droit. . . , ob. cit.

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,J o s � C A R I. O S C N I A R A M O N
T Il
NA IÓN Y ESTADO ";N IU t:: R OAMIlRICA

88
J. Reyes Hero les, ob. cit pass im; Edua
.•
rdo Plaza A.. "Introducción"
a Andrés Bello. ob. cit pág. XCV; Aleja cuarta reunión de la comisión representativa... 1 7 de febrero de 1 832. en
.•
ndro E. Parada. El mundo del libro y .

de la lectura durante la época de Rivad


avia. Una aproximación a través de los E. Ravignani (comp.). Relaciones interprovinciales, La Liga del Litoral ( / 829-
avisos de La Gaceta Merc antil ( / 823-
1 828) . Buen os Aires. Cuadernos de 1 833) . Documentos para la Historia Argentina. tomo Xv. Buenos Aires. 1 922.
Bibliotecología N° 1 7. Instit uto de Inves pág. 347. En cuanto a Bartolomé Mitre. al sostener que el Acuerdo de San
tigac ione s Bibli otecológicas. Facu l­
tad de Filosofía y Letras. U BA. 1 998. Nicolás creaba un poder despótico. apelaba a "los principios generales de
págs . 1 3 1 y 1 36; Maria Med ianei ra
Padoim . "O federalism o no espa�o front buen gobierno. las reglas de nuestro derecho escrito. y las bases fundamen­
eiri�o plati no. A revolu�ao farroupilh a
( 1 835- 1 845) ". tesis de doctorado. inéd
ita. Universidade Federal do Rio Gran tales del derecho natural". Y más adelante: " La autoridad creada por el acuer­
de do Sul. Porto Alegre. 1 999. de la que. ­ do de San Nicolás no se funda sobre el derecho natural. desde que es una
por cortesía de la autora. he toma­
do la infor maci ón. En cuanto a Bras il. autoridad despótica. sin reglas. sin ley. sin límites. sin contrapeso. Es una
ya José da Silva Lisboa. vizconde de
Cair ú. mostraba cono cer la obra de autoridad mayor que la del pueblo. y más fuerte que la libertad. Por esto es
Vattel que influyó en algunos de sus
escritos tales com o "Defesa da Recla contra naturaleza" (pág. 1 4) . Asimismo: " . . . esa autoridad es inaceptable. por­
ma�ao do Bras il" y el " Memorial apol
gétic o das Reclama�óes do Bras il". Josu o­ que es contra el derecho escrito y contra el derecho natural. y porque ni el
é Mon tello . História da independencia
do Brasil. Río de Jane iro. A Casa do
Livro. 1 972. 4 vols. vol. l . 'p. 1 66. pueblo mismo puede crearla." Bartolomé Mitre. " Discurso c�ntra el acuer­
8 .,
9 "Reum on secreta d do de San Nicolás. Junio 2 1 de 1 852". en Arengas. tomo primero. Buenos
e Ia J unta de Representantes de la prov
Buen os Aires ... .. . en E. Ravignani [com incia de Aires. Biblioteca de La Nación. 1 902. págs. 1 2. 1 4 y 20.
p.]. Asambleas ob. cit tomo pri­
mero. 1 8 1 2- 1 833, págs . 866 y 867.
...•
9� Discurso del diputado Emilio Etusa en la sesión del 7 de setiembre
.•

90 E. Ravignani [com de 1 826. en Emilio Ravignani [comp.]. Asambleas . . . tomo tercero. ob. cit .
p.]. Asambleas. . . . ob. cit tomo terce .

.. :
1 82 7. discu rso de los diputados Portillo.
.•
ro. 1 826- pág. 563. Asimismo. más adelante exponía el mismo diputado: ...ya lo di­
pág. 39. y Valentín GÓm ez. págs. .
1 46 y 2 1 1 . cen los publicistas que las leyes fundamentales se incluyen e � las �onstlt� ­
.
9 1 Disc urso s del mini stro cionales. y que las fundamentales son las que forman la constltuclon: lo di­
de Gob ierno y del miem bro informant ,
com isión encargada de revisar el Trata e de la ce Watel. en el capítulo 3 . En fin, ¿para qué hacer citas de esta clase?" Id
do de 1 83 I en la reun ión secreta de

.•

laJunta de Representantes de la prov pág. 564.


incia de Buen os Aire s. sesió n del 22 de .
ener o de 1 83 1 . en Emili o Ravignani 95 Bento Gon�alvez da Silva a Gaspar Francisco Menna Barreto. Vlla
[com p.]. Asambleas.. ob. cit tomo
prim ero. 1 8 13- / 833. Buen os Aires. Instit . . .•
Setembrina. 1 5 de marzo de 1 840; cit. en Maria Medianeira Padoim. pro­
uto de Investigac ione s Históricas.
Facultad de Filosofía y Letras. Universid
ad de Buenos Aires. 1 93 7. págs. 863 yecto de tesis doctoral en Historia. de la Universidade Federal do Rio Gra� ­
y 864. Sobre el carácter de negociaci de do Sul. sobre "O espa�o fronteiri�o platino e o federalismo: a Revolu�ao
ones diplomáti cas que asum ieron ex­
plícitamente las reun ione s de las prov Farroupilha ( 1 835- 1 845)" . [Debo agradecer a la Prof. Padoim el autorizar­
incias arge ntinas y su ajuste al dere cho
inter nacio nal. luego del fracaso del Cong me a utilizar esta información.]
reso Constituyente de 1 824- 1 827.
véase tamb ién nuestro citad o trabajo 96 Moacyr Flores. Modelo Político dos Farrapos. Porto Alegre. Mercado
"El federalismo arge ntino en la prim e­
ra mitad del siglo XIX" . Aberto. 1 982. pág. 1 38. cit. en Maria Medianeira Padoim. ob. cit. También
92 En carta a Rosas del
4 de dicie mbre de 1 846. Tomás Manu fray Servando Teresa de Mier se apoyaba en Vattel respecto d � la diferencia
Anchorena comentaba que en 1 8 1 4 el de entre rebelión y guerra civil según el derecho de gentes: vease J. Reyes
en Buen os Aire s no se podí a habla r de
federació n. "Entonces el que un port Heroles. ob. cit . . pág. 1 8. n. La influencia de Vattel. comenta Reyes Heroles.
eño habla se de federación era un cri­
men . A mí me miraban algunos de los "subsistirá largamente". El pensamiento de fray Servando. agrega. "resulta
diputados cuico s y provincianos con
gran prevenció n. porq ue algunas vece fuertemente marcado por el iusnaturalismo racionali,sta y la teoría contrac­
s les llegu é a indic ar que sería el parti
do que tendría al fin que tomar Buenos ­ tualista como origen y fundamento de la sociedad" . Id pág. 2 3 ..•
Aires para preservarse de las funestas
consecuencias a que lo exponía esa enem 97 P. Pradier-Fodéré. en Vattel. o b . cit. , pág. 7 5 . nota.
istad que manifestaban contra él. El
grito de federación emp ezó a resonar 98 M.P Pradier-Fodéré. ob. cit., pág. XVI I. Asimismo: "Como el pri­
en las provincias interiores a conse­
cuencia de la reforma luterana (sic) que mer capítulo de Wolff De officiis gentium ergo seipsas ac inde nascentibus
.. emp rend ió don Bernardino Rivada­
via... Cit. en Enriq ue M. Barba. "Orí juribus. el primer libro de Vattel. De la nación considerada en sí misma. está
genes y crisis del federalism o argen­
tino" . Unitarios y Federales, Revista de empleado en la discusión de materias extrañas al derecho internacional. y
Historia, N° 2. Buen os Aires, 1 95 7,
pág. 4. pertenecientes a la ciencia distinta del derecho político en lo que concierne
93 Man ifest acion es del al gobierno interno de los Estados particulares. Esta parte de su asunto llena
diputado de Buen os Aires, Ramón Olav
en el sentido que " ... este cuerpo era arrieta, a lo menos una tercera parte de toda la obra de Vattel" . E. Wheaton. ob.
meramente diplomático ... .. . Vigésima
cit tomo primero. pág. 230.
.•

- 208 -
-
209 -
J o s tl C A R W S C I I I A R A M O N 'J' 1l
NACIÓN y ESTADO EN IBERoAMI1RICA

99[Emmer de] Vattel. Le droit de gens. ... tomo l. pág. 7 1 .


1 00
9 Hay versión en castellano: T. Hobbes, El ciudadano , ob. cit.
E. Wheaton. Élements du Droit International. cuarta edición. tomo 10 N. Bobbio, ob. cit., pág. 94; J. Rodríguez Feo, ob. cit. , pág. XVI II.
l. Leipzig. 1 864. capítulo 1 1 . " Des nations et des É tats souveraines". pág. 29.
1 1 T. Hobbes, ob. cit., pág. 1 4.
1 2 íd. , pág. 95.
1 3 F. Tonnies, "Vida y doctrina de Thomas Hobbes", Revista de Occi­
V. S í NTESIS DE LOS PRI N C I PALES RASGOS Y CORRIE NTES D E L
dente, Madrid, 1 932, pág. 229., cit. en J. Rodriguez Feo, ob. cit. , pág. XXIII.
I USNATURALlSMO
Sobre la matriz escolástica de gran parte del pensamiento de Grocio véase,
1 '�quí la corrien te del derech o
desde una perspectiva del iusnaturalismo católico, Heinrich A. Rommen,
natural -advierte Bobbio para justi­
ficar la forma en que la tratará en el marco de la teoría The Natural Law. A Study in Legal and Social History and Philosophy, Indianapolis,
del Derecho- es
discutid a sólo en cuanto existe una tendencia general en Liberty Fund, 1 998, capítulo 1 1 , "The Natural Law in the Age of Scholasticism"
sus teóricos a re­
ducir la validez a la justicia . La corriente de derech o natural y capítulo 1 1 1 , "The Turning Point: Hugo Grotius": "Grotius thus stood in �he
se podría definir twilight between two great epochs. Still linked by many ties to the preced lng
como el pensam iento jurídico que concib e que la ley, para .
que sea tal, debe age, he yet served to transmit to the natural-Iaw theory of the modern penod
ser conforme a la justicia . Una ley no conforme con ésta, n
no est lex sed its distinguishing marks: rationalism, sociality, and particular political aims."
corruptio legis. " Norberto Bobbio , Teoría general del Derech
o, Madrid:, 1 99 1 ,
pág. 40. íd. , pág. 65.
1 -1 En un anterior trabajo (Norberto Bobbio, El problema del POSItIVIS­
.. .
2 Nicola Abbagnano, Diccion
ario de filosofía , México , FCE, 1 974, " De­
recho", pág. 295 y sigts. mo jurídico. Buenos Aires, Eudeba, 1 965), el mismo Bobbio admitía ese cri­
3 " El derecho natural es un dictado de la recta terio que difiere de sus escritos más recientes respecto del iusnaturalismo,
alguna acción por su conformidad o disconformidad con la
razón, que indica que
misma naturaleza

pues concibiéndolo como la afirmación de "la superio�idad el de recho na­
.
racional tiene fealdad o necesidad moral, y de consiguiente tural sobre el derecho positivo", añade que esa preeminencia ha sido soste­
está prohib ida o nida por "tres formas típicas del Jusnaturalismo: el escolástico, el racionalis­
mandada por Dios, autor de la naturaleza. " Hugo Grocio ..
, Del derecho de la ta moderno y el hobbesiano ... . pág. 70.
guerra y de la paz, 4 tomos, Madrid . Reus, 1 925, tomo
1 , pág. 52. 1 5 Pedro Bravo Gala, " Estudio preliminar". en Jean Bodin. Los seis li­
-1 .. ... 10 que llama realme nte la atenció n al
estudio so moder no es la
función del Derech o natural, antes que la doctrina misma; bros de la república. Madrid. Tecnos, 1 985. pág. LlII.
las cuestiones 1 6 H. Grocio . .. Prolegómenos ... .. . ob. cit. . tomo l. pág. 1 2. Asimismo,
que se ocultan tras él, antes que las controversias sobre
su esencia." A. se lee en el libro primero: "y el derecho natural es tan inmutable que ni aun
Passerin d'Entreves, Derecho natural, Madrid , Aguilar, 1 962,
cit. por A. Jara Dios lo puede cambiar. Porque. si bien es i nmenso el poder de Dios. pue­
Andreu , Derecho natural y. . . . ob. cit pág. 1 6 1 .
.•

5 Guido Fassó, "Jusnaturalism o", en Norbe rto den con todo señalarse algunas cosas a las cuales no alcanza. porque lo que
Bobbio , Nicola Matteuci
(dirs.), Diccionario de Política. A -j , México , Siglo Veintiu no, se dice así, solamente se dice, pero no tiene sentido alguno que signifique
1 985, pág. 866. una cosa; antes bien , esas cosas se contradicen a sí mismas. / Así. pues.
6 " Derech o Natural o Derech o de
la Naturaleza", en D. Diderot y J .
Le Rond d'Alem bert, L a Enciclopedia. . . , ob. cit., págs. 4 1 como ni Dios siquiera puede hacer que dos y dos no sean cuatro, así tampo­
y 4 2 . Notar q u e e n co que lo que es malo intrínsecamente no lo sea. / Porque así como el ser d�
1 823, en Buenos Aires, esa definic ión e s transcripta literalm
ente por l a co­ las cosas, después que ya existen y en cuanto son no depende de otro. aSI
misión encargada de censurar el texto de Anton io Sáenz
citado más arriba: también las cualidades que siguen necesariamente a ese ser: y tal es la mali­
" Informe de la Comisión nombrada para censurar el curso
de derecho natu­ cia de ciertos actos en relación a la naturaleza que usa de razón sana. / Por
ral dictado por el doctor don Antonio Sáenz ... .. , en A.
Sáenz, Instituciones eso. hasta el mismo Dios sufre ser juzgado según esta norma, como puede
Elementales.. . , ob. cit., pág. I 1 .
7 Véase al respecto, N. Bobbio , Estudios de verse en el Gen. XVI II. 25, Isaías V. 3. Ezechiel XVI II, 25.jeremías 11. 9, Micheas
historia. . . . ob. cit. . cap. 1 ,
" El modelo iusnaturalista" , págs. 7 3 y sigts. " E n realidad, VI, 2. San Pablo ad Rom. 1 1 . 6. 1 1 1 . 6." H. Grocio. ob. cit tomo l. pág. 54.
.•

si corres ponde a 1 7 H. A. Rommen, ob. cit . . pág. 63.


alguien el discuti ble título de Galileo de las ciencias morale
s (discut ible, por­ 18 Véanse las ácidas críticas de Thomasius a los escolásticos: Christian
que de la aplicab ilidad del método matemático a las ciencia
s morales aún se Thomasius. Fundamentos de derecho natural y de gentes. Madrid, Tecnos. 1 994
discute hoy día y la discusión dista de estar agotad a), no es
a Grocio , sino al [primera edición: 1 705]; íd .. Historia algo más extensa del Derecho Natural
admirador de Galileo , Thomas Hobbes ." íd. , pág. 79.
8 Joaquín Rodríguez Feo, " Introdu [ 1 7 1 9] . Madrid. Tecnos. 1 998.
cción" a Thoma s Hobbes, El ciuda­ 1 9 .. El argumentum auctoritatis del Corpus juris Civilis. respetado en el
dano, Madrid , Debate, 1 993, págs. XIV y XIX.
Medioevo desde la creación de las Universidades, y formando tríada de au-

2 10
211
- -
- -
y ESTADO I\N I II IlIWAMr .RI 'A
J o s ll C A R L O S C I I I A R A M O N T Il N ACION

toridad reconocida junto al Decretum de Graciano y a las Sententiae de I ' esprit de ceux qui I'ont formulée. la théorie du contrat social était destinée
a combattre et a remplacer la doctrine du droit divine. ou théorie de I'origine
Lombardo. se pone en entredicho en el Humanismo [con] la crítica filológica
que. al descubrir las interpolaciones. desenmascara la manipulación que Sa­ divine du pouvoir civil." íd .. pág. 33. Ese propósito condiciona el cap. 1 1 1 del
libro VII de Droit de la nature et de gens. de Pufendorf. íd., pág. 45.
cerdocio e Imperio han hecho de los textos a favor de sus tesis respectivas
3 5 " El derecho romano clásico redescubierto en los siglos medios a
en dispu �as conducidas por los juristas a su respectivo servicio." Pág. XXI.
20 Id pág. XII.
.•
través de la obra de Justiniano recogía el principio ulpianeo de que lo que
2 1 �. Pufendorf. De la obligación . . . ob. cit pág. 1 5.
.•
place al príncipe tiene valor de ley. Esta atribución al rey de la suprema
.

22 Id .. págs. 1 4 y 2 1 .
jurisdicción e imperio era fruto de una transferencia de ambos en el prínci­
2 3 G. Fassb. ob. cit. . pág. 869.
pe por parte de la comunidad."[. . . ] "En la determinación de la sede origina­
2 1 N. Bobbio. Estudios . ob. cit pág. 74.
ria de la iurisdictio habían contendido durante largo tiempo dos tendencias
... .•

abiertamente contrapuestas. Una. la ·ascendente·. situaba ese origen en la


25 E. Wheaton. Historia de los progresos . . ob. cit. tomo primero. págs.
..

96 y 97. Recuérdese la ya citada observación de Wheaton en nota 98 del


propia comunidad que. voluntariamente. transfería el poder al príncipe, quien.
de esta forma. se transformaba en representante de la misma. Es la tesis
cap. anterior.
..
26 J. Mackintosh. "A Discourse . . . . ob. cit págs. 23 y 24�
que encontramos aplicada en Roma hasta el siglo IV. La otra. la 'descenden­
.•

2 7 D. Diderot y J. Le Rond d·Alembert. ob. cit " Derecho natural o


te'. profundamente influenciada por el cristianismo. afirmaba categóricamen­
.•

te que el origen de todo poder está en Dios. Esta concepción es la propia de


derecho de la naturaleza". pág. 42. Y "Derecho de gentes". pág. 36.
28 Del último se afirma: "La obra más reciente. más exacta y más la Europa cristiana medieval. " José Ma. García Marín. " La doctrina de la so­
beranía del monarca ( 1 250- 1 700)", en Fundamentos. Cuadernos Monográficos
metódica que tenemos sobre el Derecho natural es la que hemos citado de
de Teoría del Estado. Derecho Público e Historia Constitucional. 1/1 998, Sobe­
J. J. Burlamaqui. consejero de Estado. y en adelante profesor de derecho
.. ranía y Constitución. Oviedo, Instituto de Estudios Parlamentarios Europeos
natural y civil en Ginebra. impresa en Ginebra en 1 747... íd págs. 47 Y 48..•

de la Junta General del Principado de Asturias. 1 998. pág. 27. Véase, asimis­
� I elogio de Pufendorf es quizá mayor en el artículo "Derecho de gentes":
Id . . pág. 3 7 Y sigts. mo. Walter Ullmann. " Las concepciones ascendentes y descendentes acer­
29 Jean Touchard. Historia de las ideas políticas. Madrid. Tecnos. 1 996.
ca del gobierno". en Principios de gobierno y política en la Edad Media, Ma­
drid. Revista de. Occidente. 1 97 1 . págs. 23 y sigts.
pág. 254.
.. 3 6 J. Varel. Suanzes-Carpegna. La teoría del Estado. . . ob. cit pág. 67.
30 J. Mackintosh. ''A Discourse... . ob. cit .. pág. 1 0. En su tratado de
. .•

37 íd págs. 1 0 Y 1 1 .
filosofía moral. publicado casi cuarenta años después. poco antes de su muer­
.•

38 De esta tesis. que parte de un limitado criterio sobre las doctrinas


te. ha desaparecido este énfasis en el derecho natural. que aparece subsumido
políticas de los siglos XVI a XVI II. especialmente en lo relativo a las teorías
en sus consideraciones sobre la Ética. Véanse. por ejemplo. los parágrafos
contractualistas. tesis expuesta ya hace tiempo por Manuel Giménez Fer­
dedicados a Grocio y a Hobbes: Sir James MacKintosh. Dissertation second:
nández (Las doctrinas populistas en la independencia de Hispanoamérica. Se­
exhibiting a general view of the progress of ethical philosophy, chiefly during the
villa. 1 947), y retomada. entre otros. en la Argentina por Guillermo Furlong
seventeenth and eighteenth centuries, Edinburgh. 1 83 5 , págs. 3 1 5 y sigts.
(Nacimiento y desarrollo de la filosofía en el Río de la Plata. Buenos Aires.
3 1 J. Mackintosh, ob. cit., pág. 59.
Kraft, 1 952), véase una nueva versión en O. Carlos Stoetzer. Las raíces esco­
32 Antonio Truyol y Serra. "Presentación" a Juan Altusio. La Política,
lásticas de la emancipación de la América Española. Madrid. Centro de Estu­
Metódicamente concebida e ilustrada con ejemplos sagrados y profanos, Ma­
dios Constitucionales. 1 982. Nos hemos ocupado del problema en nuestro
drid. Centro de Estudios Constitucionales, 1 990, pág. XI.
libro La Ilustración en el Río de la Plata, Cultura eclesiástica y cultura laica
JJ [José Gaspard] de Real de Curban. La ciencia del Gobierno, Obra de
durante el Virreinato. Buenos Aires. Punto Sur. 1 989.
Moral, de Derecho y de Política. que Comprehende los Principios del Mando y de
39 D. Diderot y J. Le Rond D'Alembert. La Enciclopedia . ob. cit .. ar­
la Obediencia. . Barcelona. 1 775 . Tomo l. pág. 25 Y sigts. Juan Manuel de
...
..

tículo ''Autoridad política". págs. 6 Y 7.


Rosas. entonces gobernador de Buenos Aires. solicitó en dos oportunidades 10
íd págs. 1 5 Y 1 6. Sobre los límites que establecía Bodino para el
la versión española a ¡a Biblioteca de la Universidad: Arturo Enrique Sampay.
.•

derecho de resistencia. véase Jean Bodin. ob. cit. , libro segundo. capítu lo V.
Las ideas políticas de Juan Manuel de Rosas, Buenos Aires. Juárez, 1 972. págs.
esp. pág. 1 05.
34 y sigts.
' 11
J. Varela Suanzes-Carpegna, ob. cit págs. 66 y 67.
Ji "O n trouve en effet d ans ces ouvrages une théorie de I ' Etat. qui. au
.•

12 R. Derathé. ob. cit., pág. 56. Bodino, que admitía el tiranicidio para

r XVl l le siecle, s ' est im posée a I ' E u rope ent'ere et a fi n i per ruiner
completement la doctrine du droit divin." R. Derathé. ob. cit., pág. 27. "Dans
los casos de príncipes cuyo acceso al poder no fuera legítimo, lo rechaza

- 212 -
- 213 -
\\
J o s ll C A R L O S C I I I A R A M O N T Il NACIÓ N y ESTADO EN IJ3IlROA MIlRICA

Europa. un sistem a de
tajantemente en caso contrario. aun cuando el príncipe cometiera las ante sr es la gran creación mode rna del Estado. En
ha empe zado a actuar.
injusticias más terribles. En tales casos. no es licito " ... atentar contra el honor entida des estata les. indep endien tes. sober anas.

I
ente compr endido el XVI I .
o la vida del monarca. sea por vías de hecho o de justicia. aunque haya Durante cerca de tres siglos. y en ellos plenam
cometido todas las maldades. impiedades y crueldades imaginables." j. Bodin. s de toda la histor ia eu ropea. hasta que el
los Estados serán los protagonista . .
mlento de los pueblos ,
ob. cit libro segundo. capítulo V, pág. 1 05 .
.•

� 3 José A . Maravall. Estado moderno y mentalidad social. siglos X V a


romanticismo y la revolu ción los despla
nacion ales. De la existe ncia de aquéll os q uedar
cen con el advem
á funda menta lment e l (
época ." José Anton io Maravall.
XVII. 2 tomos. Madrid. Revista de Occidente. 1 972. t. l . pág. 382. condic ionado el pensamiento político de la
4� Juan de Mariana. Del Rey y de la Institución de la Dignidad Real. Bue­ .
L a teoría española. . . ob. cit.. pág. 94. . y de \ ,1\
nos Aires. Partenón. 1 945. pág. 1 1 6. 57 Cit. en íd pág. 99. Ver definic iones españ olas de Ciudad
.•

�s íd .. pág. 1 02. Repúb lica. en págs. 97 y sigts.


�6 Pedro Bravo Gala. " Estudio preliminar". en j. Bodin. ob. cit pág. .•
5 8 y añade Maravall: "Tovar enume ra esos
miemb ros o estamentos.
LVI I . sos. los magist rados y jueces �pred� minio de
que reduce a ocho: los religio
H Bodino hacía pie en u n a tradición cristiana q u e s e remonta a los a' . caract erístic a del gran Estado admm lstratlvo-. los
la 'noble za togad
s y mercaderes. los
papas Bonifacio VI I I e Inocencio IV, a quien Bodino elogia: "Tnls su rigurosa soldad os. los nobles . los labradores. los comerciante
construcción lógica de la soberanía. está presente. debidamente seculariza­ todo. como princip al ·miem bro·. la
oficiales liberales y mecán icos. y sobre
da. la vieja teoría política cristiana. de acuerdo a la cual es preciso recondu­ la amista d. unión y obedie ncia en el cuerpo del
suprem a potestad. que causa
cir la diversidad del orden jurídico a la unidad (omnis multitudo derivat ab que le da vida como tal. 'Sin ella no puede un cuerp o
Estado. es decir.
uno). según la forma en que ha sido expuesta por Bonifacio VIII e Inocencio nomb rarse vivo·. " íd pág. 1 00. .•

IV, a quien Bodino. poco amigo de prodigar elogios. se refiere. sin embargo. 59 José Anton io Maravall , "
Estudio prelim inar" a Francisco Martínez
como celui qui a mieux entendu que c 'est de puissance absolue. " P. B. Gala. Marina, Discurso sobre el origen de la monarquía y sobre la naturaleza del
,
itucio � ales. 1 988. � ags.
ob. cit pág. LVI I I .
.•
gobierno español. Madri d. Centro de Estudios Const
�8 " En este proceso d e objetivación del poder. e l concepto d e sobera­ 3. fue reeditado en el mismo
56 y 59. El Discurso... apareció en Madrid en 1 8 1
nía se reveló como el instrumento adecuado para la integración de los po­ año como prólogo a la obra mayor de Martín ez Marin a. Teoría de las Cortes .
deres feudales y estamentales en una unidad superior. el Estado. Ahora bien. o prelim inar de esa misma obra en 1 820. Id,
y se reimp rimió como estudi
en la medida en que la soberanía aparece necesariamente vinculada a su pág. 7.
slgmfi �a el paso
. . .

íd. pág. 55. Agrega Maravall que Martmez Marma



titular. éste se identificó con el Estado. pues sólo a través de él cobra el 60

pero que " .. .Ia Ilustra ción espan ola. de la


Estado realidad." íd págs. L1V y LV.
.•
de la Ilustración al roman ticism o,
�9 j . Bodin. ob. cit libro segundo. cap. l . pág. 89. peculi ar haber se mante nido más afecta a la tradic ión.

1) \r
.•
que él viene ' tiene de
so io de valora ción que el
Joaquín Varela Suanzes-Carpegna. "La soberanía en la doctrina bri- a la cultur a medieval misma . y. por tanto . el camb
ariam ente un corte para los
,
:' r
tánica (de Bracton a Dicey)" . en Fundamentos. Cuadernos Monográficos de romanticismo lleva consig o no significa neces
totalid ad " ... son. por lo menos , verdad eros
I
Teoría del Estado. Derecho Público e Historia Constitucional. 1/1 998. Sobera­ ilustrados españoles" [ ... ) cuya casi
nía y Constitución. Oviedo. Instituto de Estudios Parlamentarios Europeos Feijóo y Luzán hasta jovella nos."
prerrománticos, desde
del p ueblo a los
de la junta General del Principado de Asturias. 1 998. 61
íd págs. 57 y 66. Mient ras Sieye s exclu ye
. •

SI íd pág. 92. critica duram ente, no lo hace. De


.•
estamentos privilegiados. Marin a, que los
rial que
52 íd págs. 96 y 97.
.•
la antigua conce pción estamental queda un corpo rativis mo �errito
53 j . A. Maravall. Estado moderno ob. cit l. págs. 328 y 329. a a sosten er "que las provin cias y los remos de que se
...• .•
lleva a Martínez Marin
S� j. Varela Suanzes-Carpegna. La teoría del Estado enera l. y si algu�a de
ob. cit.. págs. 68
...•
comp one la Monar quía son parte de la asociación � ,
su renov acion no quedana obligada
y 69. ellas faltara en el momento del pacto o de
ss j. j. Rousseau. ob. cit libro
en tanto que no ratificara el acuerd o". íd pág. 5 5
11. capítulo primero. " La soberanía es .
.• .•
. .'

inalienable " . pago 863. Sobre el conflicto entre democracia directa y régimen 62 R. Herr. ob. cit., pág. 369. A esta observac ión sobre la tradlclon
agrega. respecto �e la
representativo en Buenos Aires. véase nuestro libro Ciudades. provincias. política que se conforma en Españ a. el mismo autor .
nfianz a respecto de la pohtlca
Estados: Orígenes de la nación argentina ( / 800- 1 846) . Buenos Aires. Ariel. tradición eclesi ástica españ ola. que a la desco
de la I nquisi ción por
1 997. págs. 1 69 y sigts. regalista recien te, suscitada por la resurr ección
5 6 " La ilusión del Imperio. brote tardío de la tradición medieval en el n el disgus to por el domin io total del clero por el pueblo .
Floridablanca añadía
Renacimiento español. pasa rápidamente. Lo que juristas y políticos tienen �
como se habí institu ido en Francia. De maner a que
" ... en su lugar. añadieron

- 214 - - 215 -
J o s ll CA R L O S C I / f A R A M
ONTE _______
11
a la receta de la nueva trad ición
recientemente a la venta en Pisto
liberal una antigua sazón galicana,
ia, y llegaron al conv enci mien to
pues ta I
Iglesia tenía tam bién una verdader de que la
a constitución que con fería a los
la soberanía, con autoridad sobr obispos
e los herejes. En sus men tes, la
mon arqu ía ÍNDICE
absoluta, la Inqu isici ón y la supr
emacía papal aparecían ahora reve
su forma verdadera: llagas gangreno ladas en
sas de form ación reciente ." íd., lug.
63 J. Altu sio, ob. cit. cit.
, pág. 5. ,

64 J. Altu sio, ob. cit., PROLOGO .•••.........•.•••.......• ..•...••.•••.••••.••.•••••.....•••••.. ····················· 9


pág. 1 79. Sigu en a esto num eros
nes sobr e formas, modalidades y as cons ider acio ­
disp osic ione s de las unio nes conf
La importancia de Altusio com o ederales. l. INTRODUCCIÓN . •....•.•••..•....•.•••••....••.•••. . •.•.•••.•••....•.•••••......•• 17
antecedente de las concepciones
fue recordada por Richard Mor federales
se en El espejo de Próspero, Méx
Vein tiun o, 1 982 , pág. 5 7. ico, Siglo II . MUTACIONES DEL CONCEPTO DE NACIÓN DURANTE
EL SIGLO XVIII Y LA PRIMERA MITAD DEL XIX •...•.••• 27
1 E L CONCEPTO D E NACIÓN Y LA REVOLUCIÓN FRANCESA ....••••••.....•.• 31
VI. NO TAS SOB RE EL FED ERA
LISM O Y LOS ESTADOS NAC ION 2'. RESPECTO DE LOS USOS DEL TÉRMINO NACIÓN EN LOS SIGLOS
ALE S
XVIII y XIX . . •..•.••••..•...•.••........•.•••.....•.•••••.....••••••.••.....•••....•... 38
1
Ben edic t And erso n, Comunidades
2 Carta a Cam ilo Torres,
imaginadas .. . ob. cit.
. 3. LAs CRíTICAS AL "MODERNISMO" RESPECTO DEL ORIGEN DEL
presidente del Con gres o de la Nue ESTADO NACIONAL 44
da. 1 3/1X!8 1 3 , en Simó n Bolívar, va Grana­ ••••...••••••••...•.••••••••••.•••••••..•. ·· ············ ············ ·

Doctrina del Libertador, Caracas 4. E L RIESGO DE LA PETICIÓN DE PRINCIPIO 47


Ayacuch o, segunda edic ión, 1 979 , Bibl ioteca •••••••....••••.•••.....••••••. .......

. págs. 27 y 28,
3 " Man ifiesto de Cartagen a", 5. LAs TRES GRANDES MODALIDADES HISTÓRICAS EN E L USO D E LA VOZ
I 5/XI I/8 I 2, en íd. , págs. 8 y sigts
.. Disc urso de instalación de las . NACIÓN 49
.................................. ...................................................

Provincias Unid as, Bogotá, 23/1/


en íd., págs. 46 y sigts. 8 1 5, 6. "NACIÓN" EN EL PRINCIPIO DE LAS NACIONALIDADES 53 ...••••••....••.•••••

5 íd., págs. 46, 47


Y 49, respectivamente. REFLEXIONES FINALES . . ...................... ........... 55 . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·· · · · · · · ·

6 "Carta de Jam aica


", 6/1X!8 1 5, en íd., págs. 68 y 72.
7 Id., pág. 64. lII. LA FORMACIÓN DE LOS ESTADOS NACIONALES EN
8 "Ma nifiesto de Cart

9 "Carta de Jam aica ", íd.,


agen a", íd. , pág. 1 2. IBEROAMÉRICA 9 . . . ........... . ....••.•••..........•.........••••••....•..••.••••• �
pág. 67. LA EMERGENCIA DE LOS "PUEBLOS" SOBERANOS 4 .••••••••••..•••••.•.••••••••••••

1 0 "Dis curs o de Ang


ostu ra", 1 5/11/8 1 9. íd., págs. 1 09 FEDERACI ÓN , CONFE DERACIÓN , "GOBIERNO NACIONAL" 69
Y I 1 3. ..•.••.•••••..•.•••..•
1 1 íd pág. 1 08. Lo de "teorías abstract
.•

as", "que producen la pern i­ EL CASO DEL B RAS I L 72


cios a idea de una libertad ilimitada ..•••..••...•......••...• . ...•••••.••••.••••.••••.•.••••••••••.••••••••

", en pág . 1 20. EL CONFEDERACIONISMO PA RAGUAYO 75


2
1 íd. , pág . I 1 4. Sigu en
•.....••••.••....•.••••.••..•••••••••.••••••••••

varias páginas referidas a rasgos de


ción del Estado británico y su conv la organiza­ EL DERECHO NATURAL Y DE GENTES EN EL IMAGINARIO POLITICO

enie ncia para ser adoptados en


zue la. Ven e­ DE LA ÉPOCA •.••..•... ....•.. ... ..•••.... .•...•••......••.•....•..•.•..••••.•.. . .•...••... 81
13 " Man ifiesto de Cartagen a", íd., pág. ESTADO NACIONAL Y FORMAS DE REPRESENTACIÓN POLíTICA ............... 85
1 0.
1 .. íd., págs. 62 y 65.
1 5 Carta a Pedro Gua IV. FUNDAMENTOS IUSNATURALISTAS DE LOS
l. Guanare, 24N/82 I , íd.. pág . 1 56.
1 6 Com unica ción al MOVI MIENTOS DE INDEPENDENCIA ......... 91
gobernador de la provincia de
Barinas, Caracas.
..................

1 2NI I I/8 1 3 , íd., pág. 25. 1. LA H ISTO R I C I D A D DE LAS NACIONES Y DEL CONCEPTO DE NACIÓN . . . . . 9 1
1 7 Carta a Sant ande
r. I 3NI/82 I -vísperas de la bata IDENTIDAD y LIWITl M IO A D POLlTICA. ANÁLISIS D E ALGUNOS EJEMPLOS . . 9 5
bo-. íd., pág. 1 5 7. lla de Carabo­
2. El, D J:: R L� 110 NATU R A L Y DE GENTES EN LOS MOVIMIENTOS DE
1 8 Disc urso de Ang
ostura ( 1 8 1 9) Y Carta a Santande 102
824) , íd .. págs . 1 07 y 1 76. r (Pativilca , 23/1/ I N DEI'II.N O R N ' l A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1 9 Tulio Halp erín Don


3. EL ESTU D I O OW. U ll lU: C I I O NATURAL EN LA ESPAÑA BORBÓNICA . . . . 1 0 8
ghi, Reforma y disolución de los impe
1 750- 1 850 , Mad rid, Alianza Edit rios ibéricos. 4. DISTI NTAS JlUN ' I O N llS DI�L l USNATURALISMO EN
orial. 1 985 . lo. IU
H IS I'A NOA M I1 A . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . .. . . . 119

I
........

- 2 16 -
- 217 -
5· VAITEL • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • 127
6. ALGUNAS CONCLUSIONES . . . . . . . . . . . .. . . . • . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . 132

V. SíNTESIS DE LOS PRINCIPALES RASGOS Y


CORRIENTES DEL IUSNATURALISMO .. . ... .... . . ....
.. .. ... . 135
.

LAs CORRIENTES IUSNATURALISTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . �. 139


CORRIENTES IUSNATURALISTAS y TEORíAS CONTRACTUALISTAS .......... 147
LA NOCIÓN DE SOBERANíA ............ ........................ : .......................... 153

VI. NOTAS SOBRE EL FEDERALISMO Y LA FORMACIÓN


pE LOS EST�DOS NACIONALES , .................. 161 .................

1. ACERCA DE COMUNIDADES IMAGINADAS, DE BENEDICT ANPERSON .. 161


2. PANAMERICANISMO y FED�RALISMO EN SIMÓN BOLíVAR :............. 165
3 · SOBRE REFORMA y DISOLUCIÓN DE LOS IMPERIOS IBÉRICOS, DE
TULlO HALPERíN DONGHI ...................................... :.� ...... : . . : . . . . 173

NOTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . .• . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . : ............ ,181


Esta edición de 3.000 ejemplares
se terminó de imprimir en
Verlap S.A.,
Comandante Spurr 653, Avellaneda, Bs. As.,
en el mes de mayo de 2004.

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la consolidació

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